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APROPIACIÓN DEL TERRITORIO Y PATRÓN DE ASENTAMIENTO EN UNA COMUNIDAD INDÍGENA DE CHIAPAS
Dr. Octavio Ixtacuy López, Dra. Erin Estrada Lugo y Dr. Manuel Roberto Parra Vázquez
Abstract
Un fenómeno territorial y demográfico observado en Chiapas en el último cuarto del siglo
pasado fue la proliferación de pequeñas localidades en toda la geografía estatal, contrastando
con la variada concentración de población en los principales núcleos urbanos.
Si bien es cierto que un porcentaje de la población rural abandona sus comunidades de
origen, la mayor parte permanece en sus territorios originales, acomodándose espacialmente
según los requerimientos de las dinámicas demográfica y económica. Las comunidades rurales y
los individuos que las representan son auténticos gestores de sus recursos y de las relaciones
sociales que el entorno regional ofrece.
En este contexto de movimiento de población y poblamiento intracomunitario existe un
proceso doméstico interno que genera la expulsión de individuos así como una estrategia
migratoria. La movilidad de población en el territorio comunitario se ve afectada también por
facilidades o restricciones ofrecidas por otras unidades domésticas y por otras instancias locales
de toma de decisiones relacionadas con el uso de la tierra y el territorio.
Varias comunidades indígenas adquirieron protagonismo social así como
reconocimiento a su existencia espacial, este proceso fue consecuencia de acciones agrarias
violentas llevadas a cabo por organizaciones de campesinos sin tierra en los años ochenta y
resultado del conflicto social y político hecho público en 1994 cuyo principal actor fue el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN. Aunque el movimiento zapatista motivó una
auténtica diáspora regional, la población de muchas comunidades optó por permanecer en su
territorio desarrollando estrategias de supervivencia y opciones para el desarrollo local.
En comunidades rurales originarias la tierra es el principal recurso productivo y,
paradójicamente, también el más escaso, en consecuencia, para acceder a ella sus pobladores
establecen una doble estrategia: apropiarse productivamente tanto de la que poseen como de
nuevos terrenos para la actividad agrícola.
Por su parte, en las dos últimas décadas del siglo pasado hubo un incremento en la densidad de
población en la región Altos de Chiapas. El índice de mortalidad disminuyó y el de natalidad
aumentó debido a la implementación de políticas de salud dirigidas a la población rural. El
aumento en la densidad de población, junto a la reducida extensión de los territorios,
contribuyó al incremento en el tamaño de las localidades o a un aumento del número de éstas.
Pretendemos analizar la relación que existe entre organizaciones e instituciones sociales y
el patrón de asentamiento de una comunidad indígena perteneciente a la región de Los Altos de
Chiapas. Dicha relación la hemos concretado en dos espacios: asentamiento que funciona como
centro ceremonial, y espacios productivos y de residencia transformados por una agricultura en
transición que parte de un patrón basado en el autoconsumo y camina sus pasos a otro de carácter
comercial. Se ofrece, aunado a lo anterior, una tipología de los asentamientos locales.
INTRODUCCIÓN
Un fenómeno territorial y demográfico observado en Chiapas en el último cuarto del siglo
pasado fue la proliferación de pequeñas localidades en toda la geografía estatal, contrastando
con la variada concentración de población en los principales núcleos urbanos.
Las migraciones campo-ciudad y campo-campo son las direcciones más conocidas de los
flujos de población rural. Estos desplazamientos de población presentan una variedad de
magnitudes, formas, ritmos, momentos y distancias, desde los que tienen puntos únicos de
salida y llegada hasta los que se dan por aproximaciones sucesivas o movimientos de retorno
periódicos.
Pero, la población rural no constituye un recipiente en el que todos los individuos
esperan la primera oportunidad para dirigirse a otros espacios que ofrecen mejores
oportunidades de desarrollo personal y familiar, sin embargo, es una sociedad con autonomía
económica, social y espacial relativas cuya dinámica obliga a sus miembros a manejar recursos,
habilidades y conocimientos locales para garantizar su reproducción social.
Si bien es cierto que un porcentaje de la población rural abandona sus comunidades de
origen, la mayor parte permanece en sus territorios originales, acomodándose espacialmente
según los requerimientos de las dinámicas demográfica y económica. Las comunidades rurales y
los individuos que las representan son auténticos gestores de sus recursos y de las relaciones
sociales que el entorno regional ofrece.
En este contexto de movimiento de población y poblamiento intracomunitario existe un
proceso doméstico interno que genera la expulsión de individuos así como una estrategia
migratoria. La movilidad de población en el territorio comunitario se ve afectada también por
facilidades o restricciones ofrecidas por otras unidades domésticas y por otras instancias locales
de toma de decisiones relacionadas con el uso de la tierra y el territorio.
Los censos de población y vivienda en México registraban ya a comienzos del siglo XX
localidades de menor tamaño que las cabeceras municipales, pero éstas figuraron hasta los años
setenta como un elemento del paisaje natural y cultural regional. Varios acontecimientos
económicos y políticos han llevado a que localidades de menor jerarquía económica o social que
las cabeceras municipales empezaran a tener reconocimiento y participación en el desarrollo
rural.
Varias comunidades indias adquirieron protagonismo social así como reconocimiento a
su existencia espacial, este proceso fue consecuencia de acciones agrarias violentas llevadas a
cabo por organizaciones de campesinos sin tierra en los años ochenta y resultado del conflicto
social y político hecho público en 1994 cuyo principal actor fue el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, EZLN. Aunque el movimiento zapatista motivó una auténtica diáspora
regional, la población de muchas comunidades optó por permanecer en su territorio
desarrollando estrategias de supervivencia y opciones para el desarrollo local.
La población india residente en una comunidad rural originaria busca alternativas para
mejorar su nivel de vida, es decir, aplica estrategias para obtener más tierra de cultivo, dónde
sembrar maíz, dónde vivir mejor. Al tener la actividad agrícola en la base de su subsistencia y
una incipiente y marginal relación con el mercado, la tierra es el principal recurso productivo y,
paradójicamente, también el más escaso, en consecuencia, para acceder a ella establece una
doble estrategia: apropiarse productivamente tanto de la que posee como de nuevos terrenos
para la actividad agrícola.
La introducción de nuevos cultivos también permitió reconocer la importancia de los
asentamientos rurales. El cambio más importante de los últimos 25 años en la agricultura de
subsistencia practicada en ciertos municipios de la región Altos de Chiapas fue la inserción de
productores que durante siglos cultivaron maíz en una nueva actividad productiva: la
cafeticultura. Este acontecimiento quizá no sea novedoso para otras regiones donde las
condiciones agrarias históricas y actuales son diferentes a las predominantes en Los Altos, aquí
la tierra escasea.
El aislamiento social, económico y cultural relativo en que se mantuvieron muchas
comunidades rurales de esta región no permitió un desarrollo agrícola y mucho menos de
actividades diferentes a la del sector. En un ambiente económico y social de mínima circulación
monetaria, de tecnología agrícola tradicional, la forma de apropiación de la tierra constituyó la
mejor estrategia para lograr el nuevo y complejo objetivo de la producción agrícola: garantizar
la supervivencia y emprender el ingreso de productores al mercado en condiciones competitivas.
Este reacomodo de cultivos y cambio en el uso de suelo tuvo implicaciones en la territorial
distribución de la población.
Por su parte, en las dos últimas décadas del siglo pasado hubo un incremento en la
densidad de población en la región Altos de Chiapas. El índice de mortalidad disminuyó y el de
natalidad aumentó debido a la implementación de políticas de salud dirigidas a la población
rural. El aumento en la densidad de población, junto a la reducida extensión de los territorios,
contribuyó al incremento en el tamaño de las localidades o a un aumento del número de éstas.
En países en desarrollo, donde un alto porcentaje de la población vive en áreas rurales,
los asentamientos están dispersos sobre los territorios. Los efectos de este proceso son
múltiples, no obstante destacan la pérdida de áreas boscosas y la dificultad de ofrecer servicios e
infraestructura públicos a ambos espacios, por sus consecuencias en el medio ambiente y en las
condiciones de vida de la población. Analistas relacionados con la gestión y la administración
pública señalan que este fenómeno provoca que a la población de muchos asentamientos no se
les pueda proporcionar servicios públicos o que el costo per capita de los mismos sea muy alto.
La información anterior es importante porque nos remite al fenómeno de dispersión de la
población y de asentamientos en la geografía de algunos estados del sur de México, tales como
Oaxaca y Chiapas. El último registró en el año 2000 un total de 19,453 asentamientos de dos o
más viviendas. No han sido pocos los programas de gobierno que se han esforzado por
concentrar a la población dispersa en “centros de población”, pero sus esfuerzos no han dado los
resultados previstos. La aparente anarquía en el establecimiento, la distribución y el tamaño
minúsculo de los asentamientos en las regiones montañosas no es cuestión de azar, está
asociado a la forma en que los productores se apropian de la tierra para fines productivos.
En el presente documento se describe y comenta el patrón de asentamiento del grupo
social que forma una comunidad agraria indígena localizada en la región de estudio, periodo
1900-1960, en donde predominó un sistema agrícola extensivo representado por el cultivo de
maíz; también se tratará el cómo evolucionó dicho patrón de asentamiento con la introducción y
el desarrollo de la cafeticultura a partir de los años setenta del siglo anterior.
2.1 Región Los Altos de Chiapas y la comunidad agraria Santa Martha.
La región de Los Altos de Chiapas1 se encuentra en la altiplanicie o bloque central del estado,
localizada al extremo sur de México, lindando con la frontera guatemalteca. La zona se ubica
entre los 16° 30’ y los 17° 00’ de latitud norte, y los 92° 00’- 93° 00’ de longitud oeste del
meridiano de Greenwich.
La cafeticultura se empieza a desarrollar en la región a mediados del siglo XX. Las
condiciones naturales propicias para el cultivo del café, presente en la parte media del alto
bloque central, inciden en la delimitación del área cafetalera. También el desarrollo de la
cafeticultura en este área sigue las pautas de la estrategia tecnológica mesoamericana basada en
el manejo de la biodiversidad, al adaptarse el café al manejo del huerto familiar; lógica contraria
al monocultivo del café característico de las grandes plantaciones comerciales.
La introducción del café en Los Altos se realizó por campesinos indígenas que
emigraban a las fincas cafetaleras desde otra región de Chiapas al Soconusco y que trabajaban
como peones en las extensas plantaciones del aromático, principalmente en la época de cosecha.
El gradual establecimiento de la cafeticultura paradójicamente ha permitido una mayor
estabilidad de la población indígena. De hecho, el café, producto agrícola de plantación,
cultivado en sus orígenes mexicanos por grandes finqueros, se ha convertido durante este siglo
en un producto campesino sembrado por minifundistas indígenas en varias partes del país, a
pesar de que su destino final es el mercado y no el autoconsumo, su lógica está marcada por la
economía campesina y la persistencia de prácticas agrícolas tradicionales.
1 La región Altos de Chiapas incluye a los municipios: Aldama, Altamirano, Amatenango del Valle, Chalchihuitán, Chamula, Chanal, Chenalhó, Huixtán, Larráinzar, Las Rosas, Mitontic, Oxchuc, Pantelhó, San Cristóbal, San Juan Cancuc, Santiago El Pinar, Tenejapa, Teopisca y Zinacantán.
Por su parte, Santa Marta es una comunidad del municipio de Chenalhó habitada por
población de descendencia maya del grupo lingüístico tzotzil. Se localiza en la parte
norponiente del municipio de Chenalhó, a 37 kilómetros de San Cristóbal en Chiapas, México, y
tiene una extensión territorial de 41.71 Km2, 4,171 hectáreas. En el año 2000 tenía 2,023
habitantes.
El origen de Santa Marta se pierde en los tiempos precoloniales. Sus referencias más
importantes datan de la tercera década del siglo XVI. Los historiadores la ubican en la provincia
de Coronas y Chinampas, la cual a su vez pertenecía a la Alcaldía Mayor de Chiapas. La
delimitación espacial de esta Alcaldía fue establecida con el propósito de recaudar los tributos
provenientes de la población india. Dicha provincia estaba constituida por los pueblos de San
Pablo Chalchihuitán, San Pedro Chenalhó, María Magdalena Tenezacatlán, San Miguel
Mitontic, San Andrés Iztacostoc, Santiago Huixtán, Santa Catarina Zactán y Santa Marta
Xolotepec (Viqueira, 1997: 34-35).
La evolución de la población de Santa Marta Xolotepec durante el siglo XVI siguió las
fluctuaciones que se observaron en toda la provincia de la Alcaldía Mayor de Chiapas, es decir,
una fuerte disminución durante el segundo y tercer cuartos de siglo y una recuperación en el
último. En el siglo XVII, su población sufrió una drástica caída ya que en 1595 el número de
tributarios fue de 104, disminuyendo a 86, 61 y 29.5 en los años 1611, 1659 y 1667,
respectivamente. En 1712, año de la rebelión de Cancuc, su población se mantuvo estable en 30
personas.2 No se conoce con exactitud las causas de estas tendencias demográficas.
La población de Santa Marta mantenía ya a finales del siglo XV e inicios del XVI una
comunicación continua con poblados adyacentes como los de Chalchihuitán, Santiago Huixtán,
Magdalena Tenezacatlán; así también con Totolapa, San Lucas y Jitotol de la Guardianía de
Huitiupán. (Viqueira, 2002: 124)
Durante los primeros tres cuartos del siglo XX, la inexistencia de caminos y la lejanía
relativa de Santa Marta respecto a la cabecera municipal hizo que la relación económica con
ésta fuera débil, por lo que las relaciones comerciales se desarrollaron con los actuales
municipios de San Andrés Larráinzar, El Bosque, Aldama y Santiago El Pinar. A mediados de
los años 80 un camino comunicó a la comunidad con San Andrés Larráinzar y con la cabecera
municipal; a finales de 1990 la mayoría de sus parajes quedó comunicada por una red interna de
2 Cada tributario representaba a un adulto casado o a un adulto soltero mayor de quince años, quienes eran considerados como 1 o 0.5, respectivamente.
caminos, condición que actualmente permite la movilización de personas y mercancías hacia las
cabeceras municipales de San Pedro Chenalhó y San Cristóbal de Las Casas —cabecera
regional económica.
Instituciones comunitarias y territorio
En el sinuoso camino que recorren países o grupos sociales minoritarios para buscar el desarrollo
social y económico, las instituciones3 son agentes participantes estratégicos. Se han planteado
múltiples conceptos de éstas dependiendo del nivel de análisis o de la disciplina que lo emplee
(Goodin, R., 1996).
Para nuestro objetivo, el concepto de institución se aplica a una realidad social delimitada
espacial y culturalmente. “A nivel local, las instituciones se constituyen en instancias mediadoras
que vinculan las políticas macro con los agentes económicos y sociales a nivel de la comunidad,
así como en un marco en el cual, dadas las reformas estructurales, las personas se encuentran con
“reglas del juego cambiantes”, ya sea como individuos o colectivamente” (Appendini y Nuijten,
2002: 72).
Las instituciones y las organizaciones, como parte de una misma moneda, interactúan. “Las
prácticas organizativas pueden evolucionar para conformar patrones establecidos —procesos de
institucionalización— y de esta manera dar lugar a nuevas instituciones” (op. cit., 2002: 76).
La importancia del análisis de organizaciones e instituciones sociales comunitarias radica
en que cuando una organización social se transforma, también lo hacen el marco normativo y el
espacio en el cual la práctica social de las personas que la constituyen es realizada.
Si consideramos a las instituciones como órdenes negociados que son construidos,
mantenidos y transformados por la interacción social, entonces el parentesco es una de las
instituciones más importantes en el ámbito de lo familiar y comunitario (Appendini y Nuijten,
3 Las instituciones son “estructuras de tipo regulativo, normativo y cognoscitivo que dan estabilidad, coherencia y significado al comportamiento social” (Scott 1995:13). También son definidas como “…las reglas de juego en una sociedad, o más formalmente, son las restricciones que los humanos han concebido para dar forma a la interacción humana” (North, 1999: 5). Por su parte, organización es definida por varios autores y desde distinta disciplinas como un grupo de individuos con intenciones comunes para lograr determinados objetivos (McShane, 1995; Appendini, y Nuijten, 2002).
2002). El parentesco, entendido como conjunto de relaciones humanas que se establecen por
medio de la filiación y de la alianza, se fundamentan en las diferencias sociales y en los modelos
culturales. Para todas las sociedades, los vínculos entre parientes de sangre y los parientes por
matrimonio poseen una cierta relevancia legal, política y económica .
El término parentesco ha sido utilizado con múltiples propósitos los cuales no siempre
coinciden (Estrada, 2005; Robichaux, 2005). En el presente trabajo se abordan aspectos del
parentesco que tienen que ver con la asignación de derechos y su transmisión de una generación a
la siguiente. Estos derechos pueden incluir la membresía grupal, la sucesión de cargos, herencia
de propiedad, ubicación de residencia, el tipo de ocupación, y otros (Needham, 1971). Si bien las
relaciones de parentesco en las poblaciones indígenas de Chiapas permiten ver la formación de
unidades sociales como sna (Vogt, 1980), patrilinajes (Collier, 1976), y parajes (Miller, 1964); la
relación entre estas unidades sociales y su proyección en el espacio no ha sido suficientemente
abordada por la literatura antropológica.4
En el análisis de la organización espacial de comunidades agrarias indígenas del área
estudiada es de vital importancia la relación de parentesco. La literatura tanto de los años 70 como
de los 90 del siglo pasado así lo indica. Henri Favre, 1973, en su obra sobre los tzotziles y los
tzeltales de Los Altos de Chiapas, señala que el parentesco depende estrechamente de la
proximidad, y se reconoce, supone o niega en función de la distancia geográfica que separa a los
parientes. Cuando presenta las características de “familia patrilocal extensa” se evidencia, además
del principio agnaticio que subyace a su formación, la organización que en el espacio dicha
unidad conforma.
Brown, 1998, menciona la confusión que varios estudios han dejado sobre los mecanismos
de organización social y parentesco, y de comunidad, en la construcción del sistema social y el
territorio. Destaca que tanto la institución de familia o grupo de parentesco, como la de
comunidad o Estado, generan espacios abstractos y físicos. La óptica para entender esta relación
entre las dos unidades es “el estudio de la definición y proceso de construcción y mantenimiento
de estos dos tipos de espacios y la negociación espacial que implica”.
4 A pesar de que la relación entre parentesco y territorio ya se percibía desde las primeras etnografías de esta disciplina en México. Ralph Beals (1945) y Robert Redfield (1928), entre otros, describieron grupos locales de parentesco. Redfield (1928) describe los “barrios” de Tepoztlán como unidades territoriales que tendían a incluir a grupos de líneas familiares sin interrupción basadas en la filiación patrilineal.
El grupo doméstico y organización espacial
Al ubicarse un observador en el centro del territorio de Santa Marta, ante sus ojos se presentan
montañas de pronunciadas pendientes y, semiocultos entre cafetales, pequeños agregados de
viviendas denominados localmente paraje.
Cada vivienda es habitada por un grupo doméstico, el cual es definido en el presente estudio
como una unidad que se conforma por parientes primarios, generaciones de padres a hijos, con
residencia común hasta el crecimiento de toda la progenie. Un grupo doméstico generalmente
coincide con una familia nuclear o extendida. El agregado de grupos domésticos forma una
unidad multifamiliar donde generalmente dos, tres o más parejas de casados comparten un mismo
conjunto de viviendas, tienen vínculos generacionales, vínculos laterales y alianzas de
matrimonio. Estos agregados de grupos domésticos han sido denominados “patrilínea limitada
localizada” (Robichaux, 1996) para dar cuenta del grupo localizado de parentesco que consiste en
varios grupos domésticos contiguos, generalmente tres generaciones de lazo patrilineal; también
para destacar el principio patrilineal que rige la residencia y la herencia en la Mesoamérica actual.
Varios autores explican por qué a finales del siglo XX, en municipios como Zinacantán,
los grupos domésticos residentes en los parajes ya no constituyen estrictamente grupos de
parientes unidos por lazo patrilineal, pues, las fronteras entre tales grupos ya no son rígidas
(Burguete, 1998). Más bien, fue una ficción sociológica para dar respuesta a los reacomodos
necesarios que debieron hacerse para la redistribución de los derechos sobre el territorio lum
cuando muchos indígenas fueron liberados de las fincas y retornaron a sus comunidades en la
década de 1920 (Wasserstrom, 1992).
En Santa Marta no existen indicios del proceso que ocurrió en Zinacantán. Como se
evidenciará más adelante son precisamente los lazos patrilineales los que cohesionan la
convivencia social en los parajes marteños.
La formación de estos parajes ha seguido un proceso tradicional sustentado en el régimen de
propiedad comunal y en las relaciones de parentesco. Regino Álvarez, originario, explica cómo se
genera un paraje:
Santa Marta tiene aproximadamente 4 000 hectáreas, algo así. Toda esa cantidad de terreno
está dividido por nombres, tenga o no tenga habitantes. Una persona que vaya a vivir ahí
comienza a formar un paraje y comienza a formar su pequeño grupo, su familia, sus
descendientes. ¿Cómo adquieren ellos los terrenos? Buscan un lugar en la montaña, claro,
donde no tiene dueño, y llegan a posesionarse, a abrir parte de la montaña y comienzan a
hacer sus casas.5
En Santa Marta se identificó, año 2000, la existencia de patrilíneas limitadas localizadas tal
y como las definió Robichoux, se suma que tienen una identidad propia: “los Gómez”, “los
Hernández”, “los Álvarez”. Entre los principales objetivos de la acción social de estas patrilíneas
se cuentan, además de la preservación de espacios de cultivo y de residencia, apropiarse de
recursos naturales disponibles en el entorno físico inmediato para la supervivencia: fuentes de
agua y bosques; y practicar rituales.
Las patrilíneas limitadas localizadas también cumplen una función política. Es este
agregado de grupos domésticos el que nombra a uno o varios de sus miembros como
representante(s) del paraje para formar parte de la autoridad tradicional. De esta manera tanto los
grupos domésticos como los parajes se encuentran representados en el sistema de cargos.
La organización social, las instituciones y la configuración de un patrón de asentamiento
en la comunidad agraria indígena en el sureste mexicano.
El territorio en comunidades indígenas productoras de café localizadas en la zona norte de la
región Altos de Chiapas juega un papel estratégico en la reproducción social y económica. No
es únicamente la base espacial y material de los procesos sociales, sino también es un elemento
activo que influye en la estructuración de su economía y del grupo social. En este sentido, no
sólo es importante su extensión, sino también las condiciones ambientales – entre las que
sobresalen clima y disponibilidad de recursos naturales susceptibles de ser aprovechados con la
tecnología disponible – y su localización. Asimismo la forma en que el territorio es manejado
por los individuos o por el grupo social contribuye a que éste obtenga una configuración
específica. La acción social sobre el territorio y de éste sobre el grupo social determina de
manera conjunta un tipo específico de patrón de asentamiento.
5 Entrevista a Regino Álvarez, octubre de 2000.
Grupos domésticos y organización económica para la producción agrícola
La organización económica de la producción agrícola en la comunidad estudiada tiene
dos objetivos complementarios: la producción para la obtención de alimentos y la producción de
un bien comercial. Se trata de un sistema de producción agrícola en transición. La producción
de granos básicos y la producción de café constituyen un sistema de cultivos que se
complementan. Sin embargo, la volatilidad del precio del último no proporciona un horizonte de
largo plazo que permita a los productores prescindir de la producción de los granos básicos. A
lo anterior se agregan otras condiciones desventajosas para la producción agrícola como son las
reducidas extensiones cultivadas tanto de granos básicos como de café y la dispersión de los
sitios agrícolas, condiciones que hacen que el cultivo comercial no sea económicamente
rentable.
Dos condiciones hacen que este sistema agrícola funcione y otorgue un tipo de
sustentabilidad productiva con bajos rendimientos. El grupo doméstico es el que proporciona los
trabajadores para las actividades agrícolas y la tierra es un bien que los grupos domésticos no
valorizan en términos de costos de producción ya que las dos formas de apropiarse de la tierra
(herencia y desmonte) no obligan al productor realizar un pago monetario para adquirirla. Por
ello, tanto la extensión cultivada como el volumen de producción anual dependen de los
trabajadores ofertados por el grupo doméstico (Boserup, 1979).
La relación trabajadores disponibles en el grupo doméstico y extensión total cultivada es
directamente proporcional. Cuando el ciclo de desarrollo del grupo doméstico avanza la
extensión de tierra apropiada se incrementa, notándose una disminución de ésta cuando el grupo
doméstico entra a la fase de escisión.
La intensificación de la agricultura en comunidades agrarias está asociada o a un
aumento en la densidad de población o a incentivos provenientes del mercado. Al incrementarse
la densidad se requiere intensificar la producción para garantizar alimentos al contingente de
población que se agrega. Al abrirse opciones mercantiles para la producción agrícola, a la par de
la intensificación de la agricultura se da también la apertura de frontera agrícola para cubrir los
requerimientos de tierra para la producción de alimentos derivado de la ocupación de ésta última
por el cultivo comercial. La mayor valoración, en términos de tiempo y esfuerzo físico para
acceder cotidianamente a ella, que se otorga a los terrenos aptos para la producción comercial
hace que surja una competencia por apropiarse de estos espacios agrícolas escasos, lo cual lleva
a buscar formas de delimitación física de los terrenos (todo tipo de cercos). Ciertos grupos
domésticos empiezan a concentrar mayores extensiones de tierra que el resto.
En comunidades agrarias donde únicamente existe un producto comercial la tecnología
utilizada en promedio por los pequeños productores es muy similar. Existe un efecto
demostración no planeado proveniente de la continua comunicación y la relación cara a cara
entre los residentes. Cualquier innovación incremental o radical exitosa por productores
individuales es asimilada y adaptada en un plazo corto. Sin embargo, estas innovaciones no son
frecuentes y están más asociadas a “fuertes” programas gubernamentales y a nichos de
producción agrícolas abandonados por formas de producción capitalistas que se han trasladado a
otras ramas del sector o a otro sector de la economía.
En 1998, veintiocho pequeños productores fundaron la cooperativa Santa Marta. El
objetivo de ésta fue incrementar la producción y tomar control de la comercialización del café
implementando una organización económica que permitiera aplicar principios básicos de
pequeñas empresas rurales y los principios de las organizaciones familiares campesinas
indígenas. Como estrategias para alcanzar dichos objetivos se desarrollaron intensas actividades
de gestión y asesoría institucional. La cooperativa como organización económica que aglutina
actualmente a dos decenas de socios ha contribuido a configurar espacialmente a la comunidad.
El paraje en que se localiza la cooperativa ha adquirido protagonismo económico al haberse
construido en él infraestructura para el acopio de café y una pequeña nave agroindustrial
campesina. La consolidación económica y organizacional de la cooperativa está contribuyendo a
que el paraje en el que localiza empiece a ejercer centralidad económica hacia el resto de
parajes.
Grupos domésticos y superficie cultivada en los asentamientos
La extensión de tierra cultiva en un asentamiento varía directamente proporcional al
número de grupos domésticos residentes en él. Sin embargo, cuando se llega a un número
determinado de grupos domésticos se revierte la tendencia. Esta proposición empírica es una
extensión de la relación número de trabajadores – extensión de tierra cultivada observada a nivel
de los grupos domésticos. Esta relación, en el presente caso, empieza a debilitarse cuando el
asentamiento alcanza un total de veinte grupos domésticos. La aglomeración de población y de
grupos domésticos ofrece oportunidades para el surgimiento de actividades económicas
diferentes a las agrícolas, lo que a su vez hace que la demanda promedio por grupo doméstico
disminuya.
Organización social y espacial de los parajes
En el presente documento se concluye que los grupos domésticos, las patrilineas
limitadas localizadas y la autoridad tradicional como principales organizaciones sociales al
aplicar con rigidez en determinadas circunstancias y con flexibilidad en otras la normatividad
no escrita vigente relacionadas con la apropiación, uso y transmisión generacional de la tierra y
la gestión del territorio respectivamente estructuran los asentamientos espacialmente dando
origen a un patrón de asentamiento comunitario.
Un primer tipo de paraje está formado por una patrilínea limitada localizada, – el paraje
Tichen por ejemplo –. Está constituido por grupos domésticos de primera, segunda y tercera
generación. Los primeros apuntalan ramificaciones de grupos de parentesco. Estas
ramificaciones de parientes pueden ser simples o compuestas dependiendo si el grupo doméstico
de primera generación es monógamo o bígamo. Los grupos domésticos de primera generación
en este tipo de paraje por lo general practican la poliginia. En los grupos domésticos de 2ª
generación se repite el patrón de poliginia en aquellos grupos que han alcanzado la fase de
escisión.
Los grupos domésticos de primera generación pueden ser dirigidos por un varón originario del
paraje, por un varón originario de otro paraje o por mujeres originarias o no del paraje. El
primer caso se da por la práctica de los principios de herencia patrilineal y el de residencia
patrilocal, el segundo ocurre cuando varones originarios de otro paraje cuyo grupo doméstico
paterno posee terrenos en el paraje de la esposa. Esto ocurre debido al carácter fragmentario de
las parcelas agrícolas que permite a ciertos grupos domésticos disponer de parcelas agrícolas en
varios parajes de la comunidad; y el tercer y cuarto casos ocurren cuando la mujer queda viuda
y ésta asume la posesión de la tierra y el liderazgo del grupo doméstico sustituyendo al esposo
ya sea que éste haya sido originario o no del paraje.
En este tipo de paraje se observa una tendencia a la patrilocalidad, es decir, la mayoría
de los grupos domésticos de segunda y tercera generaciones residen en el paraje de origen. Sin
embargo, también ocurre que grupos domésticos de segunda y terceras generaciones tienden a
establecer su residencia en parajes distintos del que nacieron al tener aquellos terrenos o
parientes en otros parajes,
Se observa también que en la última fase del grupo doméstico de primera generación los
hijos más pequeños tienden a acompañar a los padres cuando la mayoría de hermanos ha
formado su grupo doméstico propio transformando al grupo doméstico de primera generación
en una familia extensa.
Los parajes formados por más de una patrilínea limitada localizada – el paraje Pajaltoj,
por ejemplo – debido a su mayor complejidad organizativa y a su mayor población presentan,
además de las características de parentesco y de residencia señaladas en los parajes formados
por una patrilínea limitada localizada, otras de relevancia que se señalan a continuación. En
primer lugar, la bigamia está presente en el asentamiento, principalmente en los grupos
domésticos en fase de desarrollo avanzado. En las patrilineas limitadas localizadas de reciente
formación predomina la monogamia. En segundo lugar, se observa también la migración de
grupos domésticos a otros parajes de la comunidad pero además una migración que rebasa las
fronteras comunitarias y municipales. Esto ocurre debido a que ciertos grupos domésticos
obtienen ingresos monetarios que superan los gastos de consumo lo que les permite enviar a
hijos varones a estudiar a escuelas localizadas en otros municipios. En tercer lugar, existen
patrilíneas limitadas localizadas de reciente formación. Estas tienen únicamente dos
generaciones sucesivas y están formadas por dos grupos domésticos. La parentela de esta
patrilínea limitada localizada reside en un paraje diferente. La convivencia de varias patrilíneas
limitadas localizadas en un mismo paraje genera presión sobre la tierra. Ésta obliga a los grupos
domésticos implementar estrategias para optimizar el uso de la tierra y a buscar alternativas de
movilidad espacial de sus miembros. Por ejemplo, una mujer viuda residente en una patrilínea
limitada localizada asumió el control de los terrenos agrícolas, heredó terrenos a hijos que
residen con ella, tiene hijos que han formado grupos domésticos que viven fuera del municipio y
tiene hermanos que residen fuera del municipio de Chenalhó. Es una estrategia que combina la
apropiación de terrenos en la comunidad, la inducción para que algunos de sus miembros de la
segunda generación busquen mejores horizontes en los centros urbanos y la disponibilidad de
parientes de primera generación quienes residen en otros parajes de la comunidad.
Relación de los grupos domésticos y la autoridad tradicional con la apropiación de los
terrenos agrícolas y el territorio respectivamente.
La interacción social y espacial de los grupos domésticos y de las patrilíneas limitadas
localizadas como organizaciones se expresa con mayor claridad en las unidades de producción
agrícola y en los parajes. Sin embargo, la influencia de éstas en las dinámicas social y espacial
se extiende a todo el territorio y en ocasiones fuera de los límites comunitarios a través de una
forma organizacional e institucional más compleja que representa a aquellas: la autoridad
tradicional.
Los miembros de los grupos domésticos residentes en los parajes tienen oportunidades
diferenciales de participar en el sistema tradicional de cargos. Mientras mayor es el número de
patrilineas limitadas localizadas existentes en un paraje mayor oportunidad de que éste tenga
representantes ante el sistema tradicional de cargos. La composición del sistema tradicional de
cargos según el origen espacial de sus miembros afecta las oportunidades que tienen los grupos
domésticos para apropiarse de terrenos agrícolas. Mientras mayor es el número acumulado de
representantes que un asentamiento ha tenido ante el sistema tradicional de cargos mayor es la
extensión total de tierra apropiada por los grupos residentes en él 6.
La apropiación del territorio y el ritual
La tierra y el territorio son recursos naturales estratégicos para la reproducción social y
económica de los habitantes de Santa Marta. El primero es básico para la producción agrícola y
6 El número de cargos acumulado promedio asumidos por representes de un determinado paraje corresponde a los año 2000, 2001, 2002 y 2003 (entrevista hecha a Miguel Ruiz Gómez en diciembre 8 del 2002) mientras que la extensión total cultivada por los grupos domésticos residentes en los parajes corresponde a 1996 (Ecosur, 1996). Las diferencias temporales entre ambas variable no permite aceptar que la relación es robusta. Sin embargo, si se acepta como válida la relación directa entre número de trabajadores y extensión de tierra cultivada por un grupo doméstico, y la relación directa entre el número de patrilineas limitadas localizadas y número de representantes ante el sistema tradicional de cargos, al realizar una proyección al año 2003 de las superficies cultivadas, las curvas de superficie total, de café y de maíz cultivadas únicamente se desplazarían hacia la parte superior de la ilustración manteniéndose la relación positiva entre número de cargos acumulados promedio y extensión total promedio cultivada por los grupos domésticos residentes en los parajes.
el segundo como espacio que otorga identidad colectiva y ofrece condiciones para la
implementación de la estrategia de “uso múltiple de recursos y del espacio” (Toledo, 1991).
Los marteños han dedicado esfuerzos individuales y colectivos históricos para
apropiarse jurídica y económicamente del territorio, pero ellos no se consideran dueños o
propietarios absolutos de territorio. Los mayas tzotziles de la Región Altos de Chiapas perciben
los recursos naturales como parte de un todo lo que constituye una diferencia con la cultura
occidental. Asimismo, para los mayas contemporáneos existe un universo distinto que no es
tangible sino que está en el mas allá. Se considera que los dueños de los recursos naturales
tienen su hogar en una cueva, en un árbol, en una profundidad y por influencia del cristianismo
también viven el cielo. En esta fusión de cosmogonía maya y catolicismo tradicional los
marteños reconocen a Santa Marta y a seres espirituales como “dueños” de los recursos
naturales incluyendo al territorio que ocupan.
Por lo anterior, los marteños basan sus decisiones relacionadas con la actividad agrícola
en creencias, valores y tradiciones más que por medios y fines. Aquí cobra importancia el ritual
que los marteños ofrecen a Santa Marta en el que de manera implícita le “solicitan” protección y
reconocimiento del territorio. Cosa similar ocurre en rituales dirigidos a “ángeles” o “espíritus”
guardianes de recursos naturales estratégicos tales como agua y bosques. La celebración de
rituales a Santa Marta o a otros espíritus contribuye a que los marteños tengan certidumbre en la
posesión del territorio y contribuyen a regular el uso de los recursos naturales disponibles.
Diversificación de las organizaciones e instituciones sociales y económicas, y la
transformación del patrón de asentamiento.
Mientras mayor es la diversificación de la organización social en un asentamiento mayor
es la flexibilidad del marco normativo que regula el derecho de residencia en el mismo. En la
comunidad estudiada existe un asentamiento que ha eliminado la restricción para que grupos
domésticos sin relación de parentesco con las patrilíneas limitadas localizadas puedan asentarse
en él. Ello ocurrió debido a la forma en que un grupo de residentes de diversos parajes se
apropio de un área del territorio y se asentó en él. Este grupo estaba conformado principalmente
por individuos que profesaban la religión evangélica. La norma comunitaria que señalaba que
las únicas formas de apropiarse de terrenos agrícolas eran por herencia o por el esfuerzo que
implica el desmonte de áreas boscosas fue trastocada. Ahora había surgido una tercera forma de
apropiarse de terrenos: por ocupación colectiva. Este hecho cambió también la estructura social
de este paraje: ahora además de patrilineas limitadas localizadas podían residir en él grupos
domésticos aislados y sin relaciones de parentesco con éstas. Actualmente, este paraje es sede
del templo evangélico más importante en la comunidad. Por otro lado, las ventajas de
localización de este paraje, al ubicarse en el centro de la zona productora de café, contar con
vías de comunicación terrestre hacia otras zonas productoras de café y hacia los mercados
regionales del aromático, ha motivado a sus pobladores a gestionar infraestructuras educativa y
de salud, factores que le han otorgado al paraje fuerza centrípeta hacia la población circundante,
lo que a su vez ha contribuido a diversificar las actividades económicas. Este paraje es el centro
económico de la comunidad.
Instituciones comunitarias y apropiación de las parcelas agrícolas y el territorio.
En la comunidad estudiada no existe un derecho positivo que otorgue certidumbre a los
grupos domésticos en la posesión de sus terrenos. Los grupos domésticos se apoyan en la fuerza
de sus instituciones y en las acciones que pueden realizar como grupo social para garantizar la
posesión y uso de sus parcelas agrícolas. Son precisamente las reglas y normas no escritas que
constituyen sus instituciones locales las que garantizan un reconocimiento del territorio para la
colectividad y de los terrenos para los individuos. La vigencia de una normatividad con
reconocimiento local proporciona un acuerdo implícito respecto de la defensa del territorio y
sobre el reconocimiento del derecho de posesión de los terrenos individuales. El derecho de
posesión continua deviniendo de la capacidad de cultivar la tierra, pero al introducirse un
cultivo comercial de plantación surgen condiciones para que los productores pioneros,
conocedores de las ventajas económicas del cultivo comercial se apropien de mayores
extensiones tierra aprovechando su mayor conocimiento en técnicas agronómicas y el dominio
de redes comerciales.
Las normas y reglas relacionadas con la posesión de la tierra se van transformado lenta,
silenciosa e imperceptiblemente a favor del grupo social que ocupa los principales cargos de
representación y que aplica la normatividad comunitaria.
El gobierno local y sus instituciones velan por la posesión de los terrenos de los productores
individuales y del territorio de la comunidad. La autoridad tradicional utiliza varios mecanismos
para garantizar la posesión del territorio. En primer lugar, existe un decreto presidencial que
reconoce la posesión del territorio. En segundo lugar el gobierno local a través de sus
instituciones y su organización social mantiene una serie de relaciones políticas, sociales y
religiosas con varias comunidades y municipios del entorno que le ha permitido recibir el
reconocimiento implícito y explicito de la posesión y merecimiento de su territorio; en
“respuesta” la comunidad también otorga reconocimiento del territorio de sus vecinos. En tercer
lugar la organización social permite convocar y reunir a todos los productores residentes en la
comunidad así como movilizarlos en caso de existir algún problema de límites y colindancias o
para tomar decisiones que potencialmente pudieran poner en riesgo el territorio.
Finalmente, existe un tipo de apropiación subjetiva o simbólica misma que es impulsada y
coordinada por el gobierno local y sus instituciones. La identidad comunitaria pasa por el
territorio y su nombre. El nombre de la comunidad y de su territorio se basa en una deidad
católica y todos los residentes se identifican con este nombre y con el territorio. Su identidad
personal y colectiva no encuentra otro sustento: soy marteño. Es así como todos los rituales
católicos tradicionales son mediados por la imagen de Santa Marta. Existe una estrecha relación
entre protección divina, la imagen de la virgen, autoridades tradicionales e identidad territorial.
La certidumbre en la ocupación del territorio está garantizada por la solidez de sus
instituciones, la eficiencia de su organización social respecto su capacidad de movilización de
personas, y la práctica de rituales que configuran representaciones del territorio.
Cambio del patrón de asentamiento en un contexto de conflicto o estabilidad social frágil.
Las organizaciones sociales, unas más pequeñas o complejas que otras, son espacios en
que interactúan individuos en búsqueda de satisfactores de necesidades individuales o
colectivas. Las organizaciones al demostrar eficiencia en el largo plazo generan una
normatividad implícita o explícita, formal o informal que garantiza la reproducción del grupo.
Pero, ¿qué sucede cuando dos organizaciones imponen a sus miembros normas diferentes y en
ocasiones opuestas respecto de la apropiación de terrenos comunales potencialmente aptos para
ser utilizados como lugar de residencia o para la producción agrícola? Este es el caso de las
organizaciones que representan las iglesias católica tradicional y la evangélica. Los miembros
de estas organizaciones religiosas entraron, en el pasado inmediato, en serias contradicciones y
conflictos al empezar algunos miembros de grupos domésticos adscritos a la iglesia evangélica a
guiar su comportamiento por normas diferentes a las practicadas en las épocas en que la religión
católica mantuvo el monopolio religioso. Un primer efecto de la práctica de normas paralelas
emanadas de organizaciones religiosas diferentes, como ha ocurrido en varias comunidades
rurales indígenas en la región Altos de Chiapas, fue la expulsión de los grupos disidentes de la
normatividad que emana de la autoridad tradicional. En el caso de Santa Marta, hubo
expulsiones de familias evangélicas en el periodo 1979-1985 (Pérez, M. 1998: 58-63)
motivadas por el rechazo a cooperar económicamente en la celebración de las fiestas
tradicionales, a desempeñar cargos tradicionales o realizar trabajos comunitarios. Sin embargo,
después de 1986 (fecha en que coincide con el inicio del cultivo del café con orientación
comercial) hubo un acuerdo entre autoridades tradicionales y los grupos domésticos que
continuaron profesando la religión evangélica. El acuerdo consistió en que las familias
evangélicas continuarían colaborando económicamente para cubrir los gastos de celebración de
las fiestas tradicionales, colaborando en trabajos comunitarios, no así a participar en el sistema
tradicional de cargos. La presencia y funcionamiento de una organización religiosa diferente a la
católica tradicional fue aceptada por la autoridad tradicional en la medida en que la
normatividad a la que están sujetos los miembros de la iglesia evangélica no afectara sus
funciones sustantivas como son la celebración de los rituales y fiestas de la iglesia católica
tradicional, que el sistema tradicional de cargos continuara siendo el representante de la
comunidad ante las instituciones gubernamentales y ante organizaciones sociales del entorno
micro regional, y sobre todo que continuara siendo la instancia que legitima, regula y vigila el
territorio y los recursos naturales existentes en él. Los grupos domésticos evangélicos aceptaron
estas condiciones porque en principio les garantizó la práctica religiosa sin ser reprimidos
físicamente por la comunidad o sus autoridades, al mismo tiempo el número reducido de
grupos domésticos protestantes no podían sustituir en el corto plazo a una institución
comunitaria con presencia histórica y con funciones estratégicas en la reproducción social y
económica. Al garantizar la autoridad tradicional el uso de parcelas en posesión de los grupos
domésticos evangélicos, éstas reconocen la legitimidad de la primera y adoptan una actitud
mesurada en cuanto a las críticas hacia el sistema tradicional de cargos y hacia la religión
católica tradicional. Pero, ¿cuál es el catalizador en esta transformación de instituciones y
organizaciones religiosas? Hipotéticamente se puede señalar que es el desarrollo del cultivo de
café con fines comerciales. Por ser el café un cultivo perenne los grupos domésticos, tanto
católicos tradicionales como evangélicos, se han apropiado de los terrenos agrícolas en los que
se desarrollan las microplantaciones. Se ha desarrollado un tipo de “propiedad comunal
personalizada de la tierra” que otorga exclusividad de uso a los grupos domésticos que la
cultivan. Pero, ¿cuál es la base legal de esta apropiación individual de los terrenos? No existe un
documento jurídico que avale esta posesión. La autoridad tradicional es la única institución que
avala la legítima posesión de los terrenos agrícolas a favor de los grupos domésticos ya sean
estos católicos tradicionales o evangelistas.
La estabilidad social que hoy se observa en Santa Marta podrá continuar mientras la
densidad de grupos domésticos no se incremente significativamente, mientras exista la
posibilidad real de continuar abriendo frontera agrícola, o mientras no surja una transformación
drástica en las normas comunitarias que regulan la apropiación de los terrenos agrícolas.
Eliminar la restricción actual de compra-venta de terrenos permitiría el desarrollo de la
propiedad privada, lo que permitiría que un número reducido de grupos domésticos concentrara
terrenos agrícolas en detrimento de aquellos que no tengan recursos económicos para
adquirirlos, o a favor de personas externa a la comunidad.
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