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58 Paul Ravelo Cabrera Profesor. Universidad de La Habana. , no. 3: 58-68, julio-septiembre, 1995. Paul Ravelo Cabrera Paul Ravelo Cabrera Paul Ravelo Cabrera Paul Ravelo Cabrera Paul Ravelo Cabrera Posmodernidad osmodernidad osmodernidad osmodernidad osmodernidad y marxismo y marxismo y marxismo y marxismo y marxismo en Cuba en Cuba en Cuba en Cuba en Cuba ¿ Puede hablarse de posmodernidad en Cuba, pas de la «periferia» dependiente (de economas y mer- cados) y de enrevesada modernidad desde el XIX (devenida despuØs socialista) hasta nuestros das? Si aceptamos que la posmodernidad es una nueva eta- pa o Øpoca histrica suficientemente diferenciada, pero no descoyuntada, de la modernidad, y en la que se alojan fenmenos consumados que producen efec- tos paradojales de «auto-afirmacin/auto-destruccin» (acentuacin, exacerbacin, entrecruzamientos), es evidente que Cuba, por su colocacin de subalternidad y por su modo de ser socialista no ha devenido una sociedad posmoderna. Ello no quita que estØ participando y estØ afectada de algœn modo por el nuevo contexto histrico transnacionalizado y posmoderno (secularizado, transformado, mutado). 1 Pero como del sustantivo posmodernidad se desprende a su vez el tØrmino que porta el controvertido sufijo «ismo» posmodernismo, estrechamente relacionado con la situacin cultural y espiritual de esa seculariza- cin posmoderna de nuestro tiempo, cabra tambiØn preguntarnos: ¿puede hablarse de posmodernismo en Cuba, pas que asume en todos sus frentes como œnica y hegemnica ideologa la del «marxismo comunista»? ¿Marxismo y posmodernismo en Cuba? Las preguntas formuladas en ambos casos exigen mœltiples apuntes de anÆlisis para su abordaje. No es, sin embargo, lo relativo a la trayectoria (encuentros y desencuentros) de la incompleta, contradictoria y tensionada modernidad cubana lo que pretendo esbozar aqu, ni participar con voz extensa de los recientes debates que alrededor de la historia de Cuba y su ideologa estÆn teniendo lugar en el escenario intelectual cubano. 2 Tal examen de la modernidad cubana debe hacerse desde la interdisciplinariedad (la historia, la sociologa, la economa, la filosofa) en la que se combinen reflexiones tericas o intuiciones estØticas con una slida apoyatura fÆctica. 3 Es mÆs bien un conjunto de reflexiones y constataciones, que las asumo en el mÆs riguroso y serio orden acadØmico, esto es, terico y docente (y la academia la sitœo en primer plano) sobre la recepcin (llegada), asimilacin (¿imitacin o apropiacin?) y «uso» ¿conveniente o no? de ese diseminado, inatrapable y contaminante «espritu cultural» de nuestro tiempo que encuentra uno de sus filones mÆs importantes en eso que responde al nombre del espritu de la posmodernidad/posmodernismo. 4 Mis inquietudes, bÆsicamente, son acadØmicas y tienen que ver con su introduccin y estudio en la docencia universitaria (de

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CUBA, POESIA

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    Paul Ravelo Cabrera

    Profesor. Universidad de La Habana.

    , no. 3: 58-68, julio-septiembre, 1995.

    Paul Ravelo CabreraPaul Ravelo CabreraPaul Ravelo CabreraPaul Ravelo CabreraPaul Ravelo Cabrera

    PPPPPosmodernidadosmodernidadosmodernidadosmodernidadosmodernidady marxismoy marxismoy marxismoy marxismoy marxismo

    en Cubaen Cubaen Cubaen Cubaen Cuba

    Puede hablarse de posmodernidad en Cuba, pasde la periferia dependiente (de economas y mer-cados) y de enrevesada modernidad desde el XIX(devenida despus socialista) hasta nuestros das? Siaceptamos que la posmodernidad es una nueva eta-pa o poca histrica suficientemente diferenciada,pero no descoyuntada, de la modernidad, y en la quese alojan fenmenos consumados que producen efec-tos paradojales de auto-afirmacin/auto-destruccin(acentuacin, exacerbacin, entrecruzamientos), esevidente que Cuba, por su colocacin desubalternidad y por su modo de ser socialista no hadevenido una sociedad posmoderna. Ello no quitaque est participando y est afectada de algn modo porel nuevo contexto histrico transnacionalizado yposmoderno (secularizado, transformado, mutado).1 Perocomo del sustantivo posmodernidad se desprende a suvez el trmino que porta el controvertido sufijoismo posmodernismo, estrechamente relacionadocon la situacin cultural y espiritual de esa seculariza-cin posmoderna de nuestro tiempo, cabra tambinpreguntarnos: puede hablarse de posmodernismo enCuba, pas que asume en todos sus frentes como nica yhegemnica ideologa la del marxismo comunista?Marxismo y posmodernismo en Cuba?

    Las preguntas formuladas en ambos casos exigenmltiples apuntes de anlisis para su abordaje. No es, sinembargo, lo relativo a la trayectoria (encuentros ydesencuentros) de la incompleta, contradictoria ytensionada modernidad cubana lo que pretendoesbozar aqu, ni participar con voz extensa de losrecientes debates que alrededor de la historia de Cubay su ideologa estn teniendo lugar en el escenariointelectual cubano.2 Tal examen de la modernidadcubana debe hacerse desde la interdisciplinariedad(la historia, la sociologa, la economa, la filosofa) enla que se combinen reflexiones tericas o intuicionesestticas con una slida apoyatura fctica.3 Es ms bienun conjunto de reflexiones y constataciones, que lasasumo en el ms riguroso y serio orden acadmico,esto es, terico y docente (y la academia la sito enprimer plano) sobre la recepcin (llegada),asimilacin (imitacin o apropiacin?) y usoconveniente o no? de ese diseminado, inatrapable ycontaminante espritu cultural de nuestro tiempoque encuentra uno de sus filones ms importantesen eso que responde al nombre del espritu de laposmodernidad/posmodernismo. 4 Mis inquietudes,bsicamente, son acadmicas y tienen que ver con suintroduccin y estudio en la docencia universitaria (de

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    pregrado y posgrado), y con el actual estatuto tericoy los destinos del marxismo en esta actual crisis deparadigmas y de alternativas para la teora.

    Ahora bien, por qu dar tanta importancia en esteasunto a la academia universitaria? Qu papel debedesempear una facultad de ciencias sociales cienciasestas que modernamente han fundado su prestigio en lalegitimacin del gran relato emancipador en estaactual crisis de paradigmas tericos y polticos? Tambinla institucin universitaria, esa que propaga una cienciasocial legitimadora del orden racional, atraviesa hoy unaaguda crisis en su funcin de transmisin del saber.5 Comoha insistido el profesor Emilio Ichikawa, apoyndose enuna acotacin de Enrique Jos Varona, los grandesprincipios que han hecho variar y transformar a laenseanza cubana de tradicional a moderna han sidoelaborados fuera de las universidades;6 as mismo,intelectuales de vanguardia han logrado su plenitud deaccin terica renunciando a la academia oficial yoponindose a la autoridad de los estrictos cdigos de lainstitucionalizacin y la racionalizacin acadmica quese imponen sobre la teora transgresora. Gusta de citarIchikawa ejemplos como el de Marx, que renunciando ala docencia universitaria, se dedic a la poltica y alperiodismo colaborando en la Gaceta Renana y con losAnales Francoalemanes proscritos por el gobiernoprusiano, o el de Nietzsche, que tambin renunci en1879 a su ctedra en Basilea para ocuparse de su obraliteraria con la esperanza impaciente, pero desengaada,de que originaran a su alrededor una legin de discpulosy seguidores.7 Gusta tambin de citar el pasaje deHabermas8 sobre Adorno y Horkheimer, quienesconfiaron su Dialctica de la Ilustracin, al acabarla II Guerra Mundial, a una pequea editorial deemigrantes alemanes; y su constante interrogacin:dnde se encontraban Derrida y Foucault cuandolos sucesos de Mayo del 68, mientras los estudiantesuniversitarios estaban en las revueltas de las callesparisinas?

    Nuestra academia, por las razones expuestas depreservacin de sus cdigos y autoridad tradicionales,tiende a ser conservadora, esto es, a resistirse a lareforma varoniana de la enseanza y a no permitirla subversin de lo reglamentado y estatuido. Y estoporque nuestros cdigos polticos y terminologasuniversitarias siguen siendo, fundamentalmente, denaturaleza mistificadora y metafsica. Esa jugada derenunciar a la academia cualesquiera sean los

    propsitos no es, sin embargo, una opcin viablede la intelectualidad en nuestro pas. Hay que lograr,con todo empeo, que desde la academiauniversitaria salga la permanente misin de desplegary fomentar teorizaciones pertinentes acordes con losobjetivos y fines a que hago alusin, sobre el estudiodel controvertido tema de la posmodernidad/posmodernismo y la defensa reconstructiva delmarxismo, que sigue siendo nuestro principal ritualideolgico y terico. La batalla de la reconstitucindel marxismo, as como la recontinuacin de toda latradicin de pensamiento cubano, debe ganarse enlas universidades. Debe alcanzarse desde una laborreformadora y consistente de un radicalismofilosfico que se traduzca en una constante praxisterica radical.

    La formulacin de la pregunta sobre la existencia ypertinencia del espritu de lo posmoderno en Cuba puederesultar chocante y hasta cnica para algunos (algo que seest perdiendo y es bastante) y estimulante o celebratoriapara otros (algo que se est ganando y es bastante). Nitradicionalistas aferrados ni vanguardistas impetuososestn equivocados por completo. En el medio de ambasposiciones sin cocinarnos en la papilla del trminomedio (J. Dietzgen), sin oscilaciones o pendulismos, ycorriendo el riesgo de que nos tilden equivocadamentede posmodernistas imitadores y autocomplacidosestamos los que tratamos de pensar, enfrentar y promoverla posmodernidad o crisis de la modernidad como unasunto serio de abordar e intersectar, en medio de uncampo problemtico y tensionado de proposicionesdiversas, que resulten contradicciones productivas pararepensar y renovar el marxismo como teora filosfico-poltica de la contemporaneidad, sea modernatransformada o posmoderna emergente.

    Promover el estudio de lo posmoderno no esconvertirse en apstoles de tal espritu perturbador ytransgresor; ni aceptacin acrtica, ni refutacindesdemonizante, sino asimilacin dialctica ycomprometida, pero reubicadora en s misma. Tal ycomo Marx enfrent crticamente la realidad capitalistade su tiempo, descubriendo lo positivo y lo negativo, loprogresivo y lo destructivo de la modernizacincapitalista y su cultura especfica,9 y Lenin por su partelo hizo en la fase monopolista o imperialista de esecapitalismo transformado, toca a la teora del marxismo,en la presente etapa transnacionalizada del capitalismo,desentraar dialcticamente lo paradojal del actual tiempo

    La batalla de la reconstitucin del marxismo, as como larecontinuacin de toda la tradicin del pensamiento cubano,debe ganarse en las universidades. Debe alcanzarse desde unalabor reformadora y consistente de un radicalismo filosficoque se traduzca en una constante praxis terica radical.

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    histrico-cultural posmoderno. Como sostieneJameson,10 se trata de teorizar y desentraar susmomentos de verdad y dinamismo, y sus momentosde falsedad o rasgos funestos. 11 A partir de estamarxista y dialctica manera fatalmente nocomprendida por la izquierda dogmtica es que sepodra enfrentar los retos que anuncia ese esprituposmodernista a una modernidad culturalsecularizada.

    La recepcin del estudio de la posmodernidad llegatardamente a la academia cubana.12 No sin enconadaresistencia aqu por parte de los tradicionalistas delhegelo-marxismo y del marxismo duro, que en laprimera mitad de los 80 se dedicaban, en unos casos arecepcionar mecnicamente las verdades del marxismosovitico, y en otros, a desarrollar temas y problemticaspropias de la filosofa del marxismo, pero permeadas dela influencia de aquella filosofa y a partir de los referentesde pensamiento de sus exponentes13 y tambin defactores en el orden de la literatura sobre el tema (losenumero ms adelante), el inters por lo posmodernoo, como lo suelo llamar, el debate de lo moderno/posmoderno gana cada vez ms importantes espacios ycobra dimensiones nuevas en profesores y estudiantesuniversitarios.

    En modo alguno puede hablarse en trminosabsolutos, pero aun en los casos en que se detractael discurso de lo posmoderno (al que se le venicamente sus lados negativos) o hay cierta sospechaante l, se observa una incorporacin del tema(conceptos, fraseologas) al lenguaje acadmico yterico. Y esto ya seala sntomas de su recepcin.Dura sera la batalla que habra que librar, ante losinvariables esquemas terico-ideolgicos de los durose intransigentes marxistas, para promover el serioabordaje, y por qu no, la aceptacin de ciertossupuestos y postulados, de ese epocal espritu oconjunto de impulsos culturales denominadoposmodernismo. Tal recepcin y asimilacin de loposmoderno, sin embargo, rebasa los estrechoscriterios de la moda fornea y el deseo de atrapar loltimo en produccin y circulacin internacional,como suele juzgarse, para convertirse en un tema deactualidad cultural al que se le debe prestarapremiante atencin. Tal es mi apreciacin del asunto.

    Ahora bien, qu posibles causas o condicionanteshan incidido en la recepcin/asimilacin de dichoespritu cultural en la academia universitaria? Ellaspueden ser de dos rdenes: uno terico y otro,digamos, prctico. Por un lado, el nuevo tipo de crisisquizs el ms agudo en que se ha sumido elmarxismo tras el fracaso del socialismo real en Europadel Este, que deja un vaco terico en la intelectualidadcubana, muy fuertemente apegada a las influenciasacadmicas e ideolgicas de aquella teora. Se nota,con ello, una crisis de credibilidad, y en el msextremo de los casos, un desprendimiento, ante lasinfluencias de la perestroika gorbachoviana en lajoven generacin de profesores y acadmicos, de la

    interpretacin que hasta ahora se vena haciendo delmarxismo en nuestras aulas universitarias. Desde muchoantes, los estudiantes alertaban sobre ello, y pese a intentosrenovadores de los programas de estudio (esos queexiga Varona en su tiempo) en los que participantodos los centros superiores del pas, se seguareproduciendo una ideologa que a todas lucesreventaba por todos sus costados. En un sector msradical, la propuesta de ruptura con el marxismodogmtico desbord lmites importantes, 14 pero laresistencia ante los replanteos crticos no se hizoesperar por parte de los tradicionalistas de laacademia, cuando lo que se necesita es poner almarxismo de cara al mundo cambiante y en sintona conla pluralidad de discursos, perspectivas formales, tericasy sociales hoy existentes que hablan de la realidadcontempornea. Para decirlo de alguna manera, elparadigma tradicional marxista se fractura o hace crisisen la intelectualidad cubana. Ante el impasse para lanecesaria reconstruccin de la teora, esta se ve carentede alternativa terica alguna, por lo que se abre a reclamosnuevos, perfectamente compatibles con un espritucuestionador y renovador, de otra mirada y alcancesatractivos para la transgresin epocal.15

    La crisis econmica de principios de los 90 impactaen la intelectualidad (y en la conciencia social) cubana.Debido al duro contexto existencial por el que empezabaa atravesar el pas; y al cauteloso silencio, primero, y a lastensionadas decisiones, despus, tomadas por la altapoltica para manejar la peliaguda crisis que se asomaba,el sector intelectual se ve poseido por un cierto estado dedesencanto, escepticismo o crisis de optimismo, quellega al punto de dudar de las promesas de solucininmediata a sus inquietudes existenciales y espirituales.No es una intelectualidad inorgnica. Ha sido formadadentro del proceso y tiene compromisos con sus esenciasprimeras, pero siente hoy con rigor el embate del durocontexto nacional, por lo que ante el cuestionamientocrtico propio de un sector pensante o de concienciacrtica no se hace esperar (abierta o encubiertamente),el desencanto ante la falta de perspectivas (a la esperade un golpe de suerte que alivie su situacin), y sientela necesidad entonces de posesionarse del atractivo de latransgresin epocal.

    Crisis del paradigma marxista, por un lado, ydesencanto ante la situacin existencial, por el otro,constituyen dos fuertes motivaciones para que laintelectualidad cubana hoy sienta la emergentenecesidad de problematizar crticamente losdesajustes de una teora y las incongruenciasde unapraxis complejizada que pide a gritos ser teorizadabajo renovados presupuestos epistemolgicos einterpretativos. Por eso, pueden entenderse lasemergentes peticiones (reconstruccionistas) de laintelectualidad cubana, aunque para ello tenga quesintonizarse con ese espritu perturbador yanticannico de nuestro tiempo.

    Pero, con qu objetivos y para qu finalidad talperturbadora transgresin? Transgredir para

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    aniquilar o transgredir para redefinir? Juego y retricaal estilo de Derrida y Tel Quel en un pensamiento(una teora, una ideologa, una utopa, un proyecto) quenecesita de rearticulaciones y reacomodos? Ni en losmismsimos, paradjicamente, desconstruccionistas(Derrida, Deleuze) o transgresores de la racionalidadmoderna o sensibilidad posmoderna (Lyotard,Baudrillard, Foucault, Vattimo) se descubre tal intentode aniquilacin total, aunque dejen ensombrecido todohorizonte de transformacin sus proposiciones crticas.Hablo de transgresin, no como una conspiracin omaldicin sobre nuestros cdigos y valores msconsagrados, de los que nos estaramos despidiendo sinms, sino como redefinicin de ellos en un contexto socio-histrico y cultural que, por encima de nuestros deseos yaspiraciones legtimas, han mutado violentamente ynecesitan ser recontinuados y readecuados a este msconstatado que declarado mundo tardomoderno.

    No somos, entonces, ajenos al explosivo ydiseminante espritu cultural de nuestro tiempo,que al parecer desborda las fronteras de lo artstico-intelectual, para ser tambin una actitud ante la poca,aunque las situaciones sociales, espirituales y tericas quelo hayan originado no nos pertenezcan. Una importantereflexin acerca de esta no-pertenencia de loposmoderno en el contexto latinoamericano la hace elargentino Roberto Follari. Lo posmoderno nunca podradarse entre nosotros en estado puro, no puedeincorporarse sin modulaciones; no nos tocan lassituaciones sociales que lo han originado. No estamos enel paraso fatuo del consumo intil. No hemos llegado ahartarnos de los excesos de la productividad y elindustrialismo, la naturaleza no se nos ha perdido, ni laautomatizacin ha encerrado todas nuestras rutinas.16 Apesar de esta no-pertenencia, es innegable la permanenciade tal espritu epocal entre nosotros, pues tambin nostoca esa crisis de sociedad, aunque las causas de ella aqusean diferentes a las de los pases centrales y tambin dela de los perifricos agonizando. Como nos toca tambinbuena dosis de esa crisis de pensamiento o de conciencia:de valores absolutos y fines ltimos, de verdadesideologizadas y utopas cargadas de futuro, aunquetensionadas con lo plural-heterogneo, con las que nuestroproyecto poltico-cultural se ha saturado en demasa y haproducido una razn totalizante de la cultura y la praxis

    social, cuyos excesos se vuelven contra ella misma.El proyecto maximalista socialista quiero afirmarha fomentado una tan fuerte sobresaturacin de susenergas utpicas y teleolgicas histricas que hoy,en medio de su crisis de modernidad, esahiperracionalizacin est generando, por s misma, agudasreacciones de resistencia (cuestionamiento,descreimiento) en la conciencia terica (y no terica)cubana.

    Con esta resistencia no se estara rompiendoradicalmente con nuestra identidad nacional (siemprefluyente y en constante situacin de reconstitucin), ni seestara superando el marxismo en favor de una u otraideologa o filosofa fornea, ni en el peor de los casos seresbalara al irracionalismo, nihilismo o solipsismo,valores estos con que se ha identificado simplificadamentea dicho espritu epocal.

    El discurso y lgica del posmodernismo pues, consu estela de provocaciones, insinuaciones,perturbaciones y preocupaciones, se ha diseminadoen los 90 en una Cuba que, por dems, est mutandoy transformndose al comps de las exigenciasinternacionales. Tal espritu cultural, sea va laaceptacin, la resistencia o la crtica, o sea va la esttica,el arte, la filosofa o el periodismo (en este ltimo es dondems pobremente se presenta) ha llegado a la academia, alos artistas y escritores, a los crticos de arte, a profesoresy estudiantes. Es un hecho constatable, imposible demarginar del movimiento intelectual cubano, en caminode alcanzar su mximo reconocimiento, aceptndose odetractndose.17

    Por qu abordar o pensar la posmodernidaddesde Cuba? Nos conciernen realmente los efectosposmodernos?. Algo, sin duda, est aconteciendo enla realidad social contempornea y, particularmente,en el campo de las ideas, la poltica, las ciencias, lasartes, la literatura, y en la cultura contempornea delos ltimos tres decenios de este siglo, que seaproxima a su final (siglo posveinte?), y que comoola expansiva tiende a replantear y reformular unahistoria cultural larga y compleja: la modernidad. Lasmutaciones y transformaciones de hoy, a diferenciade las de otras pocas (se habla de nueva sujetividad,de desconstruccin, de transvanguardia, deintertextualidad y de muchos finales o muertes) y que

    Ante tal extico comportamiento de sociedad y culturaAnte tal extico comportamiento de sociedad y culturaAnte tal extico comportamiento de sociedad y culturaAnte tal extico comportamiento de sociedad y culturaAnte tal extico comportamiento de sociedad y cultura(tardomoderna y posmoderna a nivel internacional)(tardomoderna y posmoderna a nivel internacional)(tardomoderna y posmoderna a nivel internacional)(tardomoderna y posmoderna a nivel internacional)(tardomoderna y posmoderna a nivel internacional)los paradigmas explicativos tradicionales o modernoslos paradigmas explicativos tradicionales o modernoslos paradigmas explicativos tradicionales o modernoslos paradigmas explicativos tradicionales o modernoslos paradigmas explicativos tradicionales o modernosincluido el marxismo deben sufrir una alteracinincluido el marxismo deben sufrir una alteracinincluido el marxismo deben sufrir una alteracinincluido el marxismo deben sufrir una alteracinincluido el marxismo deben sufrir una alteracin(readecuacin, replanteo, complementacin) en sus(readecuacin, replanteo, complementacin) en sus(readecuacin, replanteo, complementacin) en sus(readecuacin, replanteo, complementacin) en sus(readecuacin, replanteo, complementacin) en suscoordenadas interpretativas para explicar tal complejocoordenadas interpretativas para explicar tal complejocoordenadas interpretativas para explicar tal complejocoordenadas interpretativas para explicar tal complejocoordenadas interpretativas para explicar tal complejoe inatrapable estado de cosas.e inatrapable estado de cosas.e inatrapable estado de cosas.e inatrapable estado de cosas.e inatrapable estado de cosas.

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    caracterizan el estado actual de la cultura como ciertoestado o condicin posmoderna (Lyotard),responden a un doble orden de cosas: por una parte,a un complicado progreso de la sociedadcontempornea, corporeizado en la racionalizacincapitalista y sus exigencias tecnolgicas, y, por otra,a un sospechoso estado de deslegitimacin oerosin del principio de credibilidad de lo racionalen las formaciones discursivas y prcticas culturales.La sociedad contempornea est funcionando (o dis-funcionando) con mecanismos nuevos de altacomplejizacin organizativa, que provocan elreordenamiento (o des-ordenamiento) de lospatrones tradicionales, y la cultura, disparndosetambin en fragmentos y localismos imposibles derecentrar en esquemas ideolgicos totalizadores, dasntomas de una nueva emocionalidad o sensibilidadque, a decir de Andreas Huyssen, el trminoposmoderno en tanto sistematizador de unconjunto de impulsos culturales de apertura porel momento parece describir adecuadamente.18 Enun costado de esas transformaciones y recibiendo susinfluencias de una u otra forma, de las que no sepuede escapar se encuentran nuestras sociedad ycultura, nada inmviles y desconectadas de lainfluencia y poder de esos cambios epocales.

    Ante tal extico comportamiento de sociedad ycultura (tardomoderna y posmoderna a nivelinternacional) los paradigmas explicativostradicionales o modernos incluido el marxismodeben sufrir una alteracin (readecuacin, replanteo,complementacin) en sus coordenadas interpretativaspara explicar tal complejo e inatrapable estado decosas. En este tensionado y esquizofrnico (segnLacan) espacio-tiempo posmoderno, en el que sealojan los efectos paradojales de una modernidadsocial y cultural transhistorizada (hasto deproductivismo y de consumo, amor y odio a latecnologa, prdida de toda referencia y proyeccin,debilitamiento de la historicidad y de la voluntadpoltica e instrumental, fragmentacin y disolucindel yo, la nueva cultura del simulacro o de laimagen, abolicin de la distancia crtica) tendran

    lugar forzosamente y como momento desconstructivo-reconstructivo, los nuevos impulsos de la teora deizquierda contempornea, que acta dentro delfenmeno posmodernista de la cultura. La toma deposiciones y actitudes tericas de los vanguardistas(tericos) de nuestro tiempo (Derrida, Deleuze,Braudillard, Focault, Lyotard, Vattimo, Habermas ycompaa) que junto a escritores, artistas y crticosposmodernos de hoy hablan de talestransformaciones, conspiraciones y sospechas entorno a la relacin sociedad-cultura,19 debe ser unaexigencia de primer orden para la teora de laizquierda.20 Noto que todos ellos, ms all de susduras crticas y polmicos replanteos al paradigmaesttico-poltico de la modernidad, estnproponiendo cuestiones de actualidad. Estas debenser acopiadas para su teorizacin e intersectadas alldonde respondan a nuestros intereses y lgicasculturales. Cules lgicas culturales? Las de desplegarun discurso terico propio del otro, ese que enrealidad siempre hemos sido, y que desde sus ejesoscilatorios con lo interno y lo externo, imposiblesde desligar en nuestra modernidad, haga la autocrticade su secularizada modernidad, de los excesos yaporas de nuestro trayecto histrico econmico, polticoy cultural; las de desarrollar, ante su crisis de credibilidad,la teora del marxismo en las nuevas condicioneshistricas del capitalismo transnacionalizado,promoviendo alternativas tericas de interpretacin ycomplementacin del marxismo con lo internacional ylo tradicional-nacional.

    En el caso particular de Cuba, no son pocas lasdificultades con que se tropieza para tal empeo deteorizar la posmodernidad. A los factores subjetivosde la resistencia tradicionalista, se unen otros detipo objetivo, de mayor impacto en la seriedad deltratamiento:

    1. La carencia de importantes textos en nuestras bi-bliotecas universitarias e instituciones culturales.

    2. La dispersin y no-sistematizacin de ese materialbibliogrfico para su estudio, a pesar de existirabundante informacin en revistas, semanarios y

    Se trata, ms all de sistema social alguno o situacin so-cioeconmica estructural diferenciada, de un mismo fen-meno espiritual, resultado de la colonizacin racionalizantede un mundo devenido tcnica y poltica, que empieza en larazn griega, pasa por la codificacin estalinista de socia-lismo y culmina en la mundializacin de Occidente, y que lacultura ha asimilado, afirmativa o negativamente hacia susinteriores.

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    publicaciones extranjeras en determinadas insti-tuciones culturales.

    3. Las actuales dificultades financieras de nuestro pas,debido al recio bloqueo econmico y cultural nor-teamericano, que imposibilita la compra y llegadaa tiempo de lo que se produce y circula a nivelinternacional.

    Esto ltimo afecta, particularmente, a la esfera delarte y su crtica artstica, donde gran volumen deinformacin sobre el posmodernismo esttico procedede los escenarios y publicaciones norteamericanas.21

    El cmulo del material disponible para el estudio dela posmodernidad se encuentra localizable en lasinstituciones culturales de la capital del pas (Casade las Amricas, Biblioteca Nacional, UNEAC), por loque en el interior del pas es ms sombro elpanorama que describo. Esto atenta contra la ya notan habanera cuestin del posmodernismo. Sinembargo, no todo resulta estar en las sombras. Elesfuerzo personal de profesores en el extranjero, lasdonaciones de libros y materiales en fotocopias anuestras universidades por parte de colegasextranjeros, y el espacio que estn abriendopublicaciones culturales nuestras a textos sobre eltema (Criterios, Casa de las Amricas) y otras queafortunadamente vuelven a circular (como esta quepublica mi texto) con un espritu de dar va libre aimportantes temas y debates de la contemporaneidadcultural, me parecen importantes contribuciones aldesarrollo del movimiento intelectual cubano de los90, sumido hoy en la ms seria de las crisis dedesconexin y desconocimiento de lo que circulaen la cultura internacional.

    Con la llegada y difusin de lo posmoderno almbito intelectual cubano, llega tambin unsospechoso replanteamiento de sensibilidad neo opost de la historia poltica cubana por parte dealgunos intelectuales jvenes, a los que el profesorEduardo Torres Cuevas ha denominado intelectualesparacaidistas. Este replanteamiento, quecaprichosamente se ha querido entroncar con el tema delo posmoderno o de los rituales funerarios, y en el msextremo de los casos, con cierta tendencia anexionistaen torno a la falta de acoplamiento de la historia polticainsular, la crisis de la modernidad cubana en su duromomento actual, y el agotamiento del proyecto moralemancipatorio (martiano y marxista) de la Revolucincubana, ha provocado una reaccin 22 que est rozandocon el trato acadmico del fenmeno de laposmodernidad.

    Algo que dramatiza ms la equivocada lnea rectatrazada entre academizacin (teorizacin) de loposmoderno e ideologizacin maximalista, es que losintelectuales paracaidistas parecen imburse delespritu cuestionador y transgresor que domina anuestro tiempo, para con l llegar a proposicionestan desviantes que sus propuestas reconstructoras seconvierten en reclamos aniquiladores y detractores de lo

    moderno revolucionario cubano. Ni la vanguardiapoltica o generacin histrica cubana (que con tensionesy presiones dirige este pas), ni una parte de laintelectualidad polticamente estn dispuestas a admitiresta idea.

    El anlisis que se deja entrever sobre la crisis dela actual modernidad cubana pone nfasis marcadoen el corte producido por la catarsis de laracionalidad o discursividad moral emancipadora dela Revolucin del 59, que segn Rafael Rojas unode los jvenes paracaidistas cubanos eligi laRepblica martiana como finalidad, pero la insertdentro de otra utopa: el socialismo, [...] dos actosde la ideologa cubana [que] por el hecho de estarcolocadas a la izquierda del espectro poltico no hansido liberales. De ah el empeo de Rojas dereconstruir histricamente la otra racionalidademancillada, esto es, la de los enunciados liberales,democrticos, modernos y capitalistas.23 Es este, elde la restauracin del ideal de la racionalidadinstrumental de la modernidad y del capitalismo enCuba, realmente, el camino a tomar para teorizar lasalternativas tericas a la crisis de la modernidadcubana? El urgente y nada ingenuo intentoreconstruccionista de Rojas quizs sea una opcinresituadora importante en estos tiempos de sealarlmites y hacer reformulaciones a una modernidadcultural tensionada y plagada de olvidos de figuras yprocesos, tambin conformadores de nuestra historiainsular; pero creo, por otra parte, que su reclamo sepuede emparentar muy sospechosamente con elespritu del liberalismo (para Rojas la democracia yla modernidad son privativas nicamente de esteideal) que legitima la praxis y la mentalidadmodernizadora del capitalismo contemporneo. Yesto tambin debe ser puesto en entredicho por unpensamiento del desencanto ante los dogmas, quelucha tenazmente contra toda teleologa finalista yan ms, la de ese ideal instrumental, que no es niremotamente opcin viable para encarar losproblemas de la crisis de nuestra modernidad.

    Posmodernismo y liberalismo tecnocrtico(neoliberalismo, neoconservadurismo) no son una y lamisma cosa,24 aunque puedan existir puntos de contactoentre ellos. Mientras, polticamente, el ideal liberal-conservador representa una ideologa legitimadora de unmodelo societal pretendidamente universal y justificadoradel capitalismo transnacionalizado contemporneo(Milton Friedman, F. von Hayek, Gertrudi Himmelfart,Francis Fukuyama), y culturalmente inculpe a la propiacultura (el anarquismo antinstitucional yantitradicionalista de las vanguardias estticas yreligiones polticas) de la crisis de la sociedadcapitalista,25 el posmodernismo o un pensamientode la posmodernidad, en tanto alternativa emergentea la sobresaturacin moderna y renovadora de lotradicional, es la conformacin de un cierto esprituo sensibilidad en la cultura (sntoma a su vez de lacultura hoy) que transgrede y desconstruye (para

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    reconstruir y recuperar sobre otras bases, presupongo)los clsicos paradigmas o arquetipos estticos ypolticos de la modernidad. Y lo hace a travs de unamirada crtica y reveladora, censora y reveladora,preocupada y no-encubridora de los excesos y las aporaspropias y heredadas de la modernidad (la teleologadel arte, los absolutos del pensamiento, lasuprarracionalizacin tecnolgica, los autoritarismos enla poltica), aunque tal espritu cultural parezcaconformar incluso un nuevo tipo de vida y actitud socialacorde con el nuevo orden econmico y poltico impuestopor el capitalismo multinacional.

    Ese espritu de poca, y, particularmente, elpensamiento de la posmodernidad, que relativiza ydesuniversaliza las verdades del racionalismo en lacultura y la poltica modernas, es resultado, por unaparte, de las complejas mutaciones de la realidadhistrico-social, las que a su vez se derivan de unideal o proyecto puesto en marcha, que provocanaquellas, es decir, la aparicin de nuevas visiones ypercepciones de la subjetividad encaminadas hacianuevas teoras y prcticas discursivas, de escrituras yaccin de los sujetos-actores en el transformadoespacio posmoderno; y por otra parte, de unproceso dialctico del propio desarrollo de la cultura(el arte, la teora crtica) que, a travs de una crticadesocultante, niega esa excesividad de la razn moderna.No es propsito de esta crtica a la razn, empero, unavez desconstruido el canon moderno, alcanzarnuevamente un estatuto de universalidad o una verdadtotalizadora en tanto nuevo absoluto histrico, sino elmantenerse (inquietante y perversamente) en ese bordelmtrofe de la sospecha y el acecho, en ese umbral perennedel cuestionamiento de todo precepto o valor moderno.

    Tal espritu de poca entonces, no puede sermeramente como se alega una o la ideologa delcapitalismo en su fase multinacional. Se trata de laexpresin ms viva de la aguda crisis de conciencia osubjetividad (de racionalismo) de nuestro actualtiempo histrico, en la que se estaran alojando losexcesos de una razn colonizante y de una crticadescolonizante. Lo que trato de situar es que esa lgicacultural dominante no es privativa del espritu delcapitalismo contemporneo, como lo declara Jameson,sino que es un estado emotivo o afectivo de la culturahoy, que hace trizas todo dogma o canon impuesto por lamodernidad, sea esta de experiencia totalitaria capitalistao totalitaria socialista. Se trata, ms all de sistema socialalguno o situacin socioeconmica estructuraldiferenciada, de un mismo fenmeno espiritual, resultadode la colonizacin racionalizante de un mundo devenidotcnica y poltica, que empieza en la razn griega, pasapor la codificacin estalinista de socialismo y culminaen la mundializacin de Occidente, y que la cultura haasimilado, afirmativa o negativamente hacia susinteriores. La cultura (el arte, la literatura, la filosofa),particularmente, siempre ha sentido sobre sus espaldas elpeso de esa hiperracionalizacin (aunque variantes de lasfilosofas de la historia, de las vanguardias artsticas y del

    modernismo clsico hayan jugado excesivamentecon ese optimismo racionalista), por lo que susrespuestas aun las ms disidentes y detractoras,esas que hablan de los finales y las muertesconstituyen expresiones perfectamente compatiblescon la resistencia que opone la cultura a esacolonizacin tecnolgica y poltica que lasubjetividad ha experimentado amargamente. De estamanera podra entenderse el porqu de esas exticasy radicales declaraciones de clausura/apertura en losconstantes gestos de los saberes filosficos y estticosde la cultura occidental, que inauguran los jveneshegelianos en la segunda mitad del XIX, con su tesisdel fin de la filosofa, continan Adorno yHorkheimer con su dialctica negativa, radicalizanFoucault y Derrida con la genealoga y ladesconstruccin y desembocan hoy en el fin de lamodernidad con Lyotard y Vattimo. Esas disidenciasen el saber especializado no son resultado de unejercicio perverso del pensamiento y sus diversasformas para promover gratuitamente nihilismos eirracionalismos de renuncias, sino expresiones bienconsistentes de la perversidad de una mentalidad y unapraxis colonizadora de lo espiritual. Tal ha sido elextravagante y resistente comportamiento de buena partede la cultura poshegeliana, que como alternativa otra ala modernidad triunfante se ha revelado ante los cnonesy excesos de la razn totalitaria.

    Desde luego que no tendra ningn sentido yrazn entre nosotros anunciar la muerte o el findel proyecto de modernidad socialista y de la utoparevolucionaria cubana. Esto sera un apego excesivoal espritu de la poca, que si bien puede ser un buencompaero de viaje en la misin de la transgresinde que hablo, en un punto del camino podraconvertirse fcilmente en un arma aniquilante decuanto valor nos ha conformado y llevarnos, pordems, a renuncias y despidos que en nadacontribuiran a preservar tal conjunto de presupuestoscontenidos en nuestra identidad poltica y cultural. Lacuestin no estara en renunciar al gran relato liberadorde la tradicin de pensamiento cubano. Hay importantesatributos y valores impregnados en l desde Varela y Marthasta la ideologa de la Revolucin cubana, que hanhilvanado nuestra ya larga historia de emancipacinsocial, por lo que sera un sin sentido hoy aun buscandolas reconstituciones despedirse de ellos para caer ennuevos ocultamientos y omisiones en nada contribuidoresa teorizar la crisis del proyecto emancipatorio cubano. Sibien la Revolucin del 59 cercen la otra moral de lateleologa cubana y todo un escenario de figuras, procesosy controversias de nuestra historia republicana y tambinsocialista y habra que rescatar ese otro mutilado, ocomo afirma Rafael Rojas, hacer el trazado de esaotroredad el ajuste de cuentas y el rescate de locercenado, que corrobora que lo posmoderno no es msque el entrecruzamiento entre tradicin y modernidad,tendra que basarse en una posmoderna dialctica dedescontruccin/reconstruccin o en trminos marxistas

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    de negacin/superacin de todo cuanto nos haconstituido y necesita de reacomodos, pero a favorde la constante y renovable realizacin del proyectode modernidad socialista cubano.

    El oscuro y poderoso recurso o procedimientodel descontruccionismo26 impregnado en elposmodernismo transgresor, que una teora crticade la izquierda marxista que pretenda hacerlosuyo debera necesariamente insistir encomplementar con el momento de lareconstruccin, no debera acogerse congracindoseposmodernistamente en todos sus gestos matriciales conel rol que esa estrategia juega en aquel discursodescentralizante y perforante del sentido moderno deunidad y totalidad. El propio Derrida ha declarado universalizada ya su desconstruccin, y partiendo deque la desconstruccin puede adoptar nuevos yotros significados que hay procedimientosde(s)constructivos diversos y heterogneos segn lassituaciones o los contextos... 27 Mientras ladesconstruccin derridiana ha sido extendidageneralizadamente a muchos campos delpensamiento (la esttica, el psicoanlisis, las cienciasdel lenguaje, la reflexin poltica y teolgica, la teorade la traduccin, la crtica, la teora e historia literaria)con importantes resultados metodolgicos, entredescontruccin y marxismo (el de raz sovietizante)ha existido caprichosamente una relacin casi ausenteo nula, cuando ms de rechazo y no incorporacin alquehacer terico del marxismo. Razones extratericasy de gran peso sobre la teora estaran incidiendoaqu.28

    El sentido del logos socialista/marxista cubano, launidad de pensamiento (ideologa) y lenguaje(retrica) histrico-emancipatoria sintetizado en laracionalidad socialista cubana, por su estricta yexcluyente verdad racionalista y por sus olvidos yomisiones conscientes de un discurso tambin propio denuestra tradicin de pensamiento, necesita el sentido yunidad de un ejercicio destructivo (dislocador, removedory reordenador) de esa autoridad racionalizante impuestaen nuestra cultura y praxis sociocultural. Pero de unejercicio crtico que no la cierre definitivamente, sinoque la abra a la diferencia, como negatividad dialctica

    en camino a la superacin (recuperacin) y lapreservacin de lo positivo contenido en eseproyecto socialista cubano. Tal peculiar adopcinde la metodologa posmodernista, en su doblecomportamiento de transgresin/recuperacin por partede un pensamiento marxista renovado en estesecularizado tiempo posmoderno, s puede servir, msall de la moda acadmica norteamericana yeuropea, como una prctica socioculturalirreversible29 de la intelectualidad cubana esa quese ha abierto a reclamos nuevos y que desdramatizala tensa relacin entre lo nacional (lo regional, loparticular) y lo internacional (lo forneo) parateorizar desde enclaves contemporneos lacomplejidad de nuestro tiempo y los desafos tericos(e ideolgicos) que este tiempo exige de un discursocrtico renovador (y reconstructivo) a la altura delestatuto del movimiento histrico de nuestra poca.

    Lo que trato de defender (intersectar) de eseemergente posmoderno o sensibilidad (transgresora)cultural de nuestra poca, en el caso de que hayaprendido en la intelectualidad cubana, no puede seridentificado de ninguna manera (en el caso delanlisis de la modernidad cubana) con una posturaterico-poltica colindante con el anexionismo o elajuntamiento dependiente. El argumento de quela tensin entre las dos morales (la emancipatoria yla instrumental) en la teleologa cubana no hadesaparecido hoy y que sigue representando el ejede la historia poltica (y cultural) insular es unrazonamiento de fuerza ms bien de crculosintelectuales fuera de Cuba que dentro del pas.Quizs parte de nosotros no haya prestado suficienteatencin en estos decenios es nuestraresponsabilidad a lo que Rafael Rojas trata deresituar en sus textos,30 y la historia de las ideas cubanaspertenecientes al perodo pre-59 haya sido ensalzadamucho ms desde el exterior que por nosotros mismos.Pero un mal dominante es que dictamos nuestros patrones(racionales) cosmovisivos los cuales politizamos hastala saciedad atendiendo a lo que se dice (y se manipula)en el exterior. El anexionismo o zanjonismo del que sehabla aqu dentro no existe hoy como sentimiento comotampoco se considera una alternativa, ni posible ni viable

    La joven intelectualidad cubana de los 90 sintoniza laLa joven intelectualidad cubana de los 90 sintoniza laLa joven intelectualidad cubana de los 90 sintoniza laLa joven intelectualidad cubana de los 90 sintoniza laLa joven intelectualidad cubana de los 90 sintoniza lafrecuencia de la polmica transparente, del debatefrecuencia de la polmica transparente, del debatefrecuencia de la polmica transparente, del debatefrecuencia de la polmica transparente, del debatefrecuencia de la polmica transparente, del debatecrtico y de los enjuiciamientos perfilantes, percrtico y de los enjuiciamientos perfilantes, percrtico y de los enjuiciamientos perfilantes, percrtico y de los enjuiciamientos perfilantes, percrtico y de los enjuiciamientos perfilantes, perooooodentro de la Revolucin que nos form, y no contradentro de la Revolucin que nos form, y no contradentro de la Revolucin que nos form, y no contradentro de la Revolucin que nos form, y no contradentro de la Revolucin que nos form, y no contraella, dentro del espritu del marxismo el del criticismoella, dentro del espritu del marxismo el del criticismoella, dentro del espritu del marxismo el del criticismoella, dentro del espritu del marxismo el del criticismoella, dentro del espritu del marxismo el del criticismodialctico, y del socialismo el que es capaz dedialctico, y del socialismo el que es capaz dedialctico, y del socialismo el que es capaz dedialctico, y del socialismo el que es capaz dedialctico, y del socialismo el que es capaz dereencontrarse en la polmica y en la pluralidad de loreencontrarse en la polmica y en la pluralidad de loreencontrarse en la polmica y en la pluralidad de loreencontrarse en la polmica y en la pluralidad de loreencontrarse en la polmica y en la pluralidad de lodiverso.diverso.diverso.diverso.diverso.

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    en la intelectualidad cubana. Est lejos depertenecernos. Sabemos bien claro qu terribles cosaspudieran ocurrir si nos sumramos a ese ajeno(aunque presente en nuestra historia) y lesivoajuntamiento. Sostener tal identificacin es sumarseal eco de un ruido emitido por voces preocupadaspor los destinos de nuestra cultura terica y poltica,pero carentes del espritu dialctico del marxismoque conservadoramente tratan de defender. La jovenintelectualidad cubana de los 90 sintoniza lafrecuencia de la polmica transparente, del debatecrtico y de los enjuiciamientos perfilantes, perodentro de la Revolucin que nos form, y no contraella, dentro del espritu del marxismo el delcriticismo dialctico, y del socialismo el que escapaz de reencontrarse en la polmica y en lapluralidad de lo diverso.

    Necesita la crisis de la modernidad cubana de unateora acorde con esta poca? Si aceptamos que el actualtiempo posmoderno es una condicin o momento en queestaramos repensando el (nuestro) proyecto demodernidad que de hecho ya se est reajustando a lasexigencias de la poca la respuesta puede serafirmativa. Necesita de una teora crtica31 que captey problematice la tensionada modernidad socialcubana de hoy: introduccin y legitimacin deprcticas del capitalismo, apertura de la economa alcapital extranjero, erosin de la nocin de sujetosocialista con el aparecer de nuevos sujetosasociados a la apertura econmica, aplicacin de unsistema tributario que gravita con elevado peso sobrela poblacin, prdida de valores morales en la nuevageneracin. Pero una teora crtica que no se despida delos supuestos bsicos del proyecto sometido a crtica, sinoque recupere refundada y renovadamente esos valoresclsicos de nuestra modernidad que nos han constituidoy conformado. Transgresin decamos ms arriba nosera compatible con conspiracin pactada niincompatible con redefinicin. Es una dialctica algoextraa para los tradicionalistas y bien juguetona para lostransgresores, pero a favor de la preservacin y lareconstruccin. Claro que para tal empeo de repensarnuestra modernidad esa teora crtica debera entrar ysalir del marxismo, esto es, recurrir a la abundantediscusin semntica y social y a la diversidad deperspectivas tericas sobre lo social en transicin, y

    complementarse con los discursos fundacionales denuestra propia y rica tradicin histrico-emancipatoria.

    La vanguardia intelectual cubana de los 90 parece noescapar a esa nueva sensibilidad de nuestro tiempo,que rompe con cierto y dominante estado de cosas(dogmatismo, sovietizacin del marxismo, politizacindel arte, intransigencia ideolgica) en nuesta culturaartstica e intelectual. Sobrados son los ejemplos en lavanguardia cubana que han traicionado a su patria reencontrndola a su vez en otras partes y sintiendonostalgias por las prdidas por la duraintransigencia ideolgica de antao. Sigue siendo,no obstante, esta intransigencia o actitud maximalistaun recurso del modelo poltico cubano paraintervenir en la realidad social y, particularmente,sobre la teora y la prctica cultural. No sin tropiezos,la vanguardia artstica e intelectual cubana hoy se estabriendo a una retrica discursiva y prctica (queentra y sale del canon ideolgico oficial) no tantosimuladora o transadora con el esprituposmodernista internacional, sino replanteadora des misma acorde con los parmetros de ese esprituproblematizador: descontruccin de esos cnonesabsolutos, cuestionamientos de las teleologas,descreimientos de la maximizacin de la gran utopay del gran relato revolucionario, reconocimientode las diferencias y pluralidad de interpretaciones yde discursos; cuestionamientos/reformulaciones dela tradicin imperante en la cultura en esta eraposmoderna.

    Atrapados en esa dominante cultural de nuestrosecularizado tiempo histrico debemos continuar nuestroproyecto de modernidad. Quedarse, no obstante, en losmarcos del posmodernismo, el del pesimismo y deldesencanto; del descontruccionismo, el del vaciamientoy del desmontaje; y del pensar posestructuralista de laindiferencia y el juego retrico (que poco ha contribuidoa explicar la emergente cultura posmoderna, aunqueconstituye signo significativo de ella),no es tampoco unaopcin viable para el reencantamiento y lasreconstrucciones necesarias que una intelectualidad deizquierda pueda ofrecer, en esta compleja cuestin de lasalternativas para proseguir el proyecto de la modernidadcubana.

    La nueva sensibilidad (post o como se quiera llamar)en la cultura cubana hoy, no toda asociada a la sensibilidad

    No sin tropiezos, la vanguardia artstica e intelectualcubana hoy se est abriendo a una retrica discursiva yprctica (que entra y sale del canon ideolgico oficial) notanto simuladora o transadora con el espritu posmodernistainternacional, sino replanteadora de s misma acorde con losparmetros de ese espritu problematizador.

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    posmoderna o transgresora, s ha llegado paraconvertirse en un estilo artstico de la plstica y laliteratura, en una posicin terica o una estrategiapermanente de las ciencias sociales en el abordajede la realidad contempornea; debe contribuir arearticular lo que se desmonta y a preservar lo queconstituye la sntesis culminante de nuestra historiacultural, social y poltica: la Revolucin.

    Notas

    1. Vanse, por ejemplo, las polmicas referidas a pensadores lati-noamericanos sobre esta cuestin en el texto de George Ydice,Puede hablarse de posmodernidad en Amrica Latina?, Revistade Crtica Literaria Latinoamericana, Lima, 15(29), 1989.

    2. Vanse, por ejemplo, los textos de Rafael Rojas, La otra moralde la teleologa cubana; Cintio Vitier, Comentarios a dos ensayossobre axiologa cubana; y Arturo Arango, Otra teleologa de laracionalidad cubana; todos publicados en Casa de las Amricas ,34(194), enero-marzo, 1994.

    3. Es la tesis de algunos historiadores cubanos (Eduardo TorresCuevas), quienes la emprenden al respecto con los filsofos, alcarecer stos de la necesaria constatacin fctica para el alcanceexacto de lo que se analiza. El socilogo Nstor Garca Canclini,examinando las concepciones de Pierre Bordieu, Howard S. Beckery Jrgen Habermas sobre la autonoma cultural como compo-nente esencial de la modernidad, tambin la emprende coneste ltimo pensador alemn, quien en su polmica con lostericos y artistas franceses y alemanes de los 60 y de los 70incurre en esta insuficiencia. Vase Nstor Garca Canclini,Culturas hbridas. Estrategias para entrar y salir de la moder-nidad, Mxico, DF: Grijalbo, 1990: 35.

    4. Tal rotulacin, que expresa el nuevo momento existencial ehistrico de buena parte de la cultura contempornea (pensamien-to, arte, literatura) se suele evaluar indistintamente como cambioen la sensibilidad (Andreas Huyssen), cambio en la percepcin(Jean F. Lyotard), nueva experiencia esttica (Gianni Vattimo),nuevo tipo de emocionalidad (Frederic Jameson).

    5. Jean F. Lyotard, La condicin posmoderna. Informe sobre el saber,Mxico, DF: REI, 1990. Vase especficamente el captulo 12, Laenseanza y su legitimacin por la performatividad.

    6. Citado por Aureliano Snchez Arango, Varona y la educacin, LaHabana: Publicaciones del Ministerio de Educacin, Direccin deCultura, 1949: 15.

    7. Nicola Abbagnano, Historia de la filosofa, La Habana: Editorialde Ciencias Sociales, 1971;t 3: 274.

    8. Jrgen Habermas, El discurso filosfico de la modernidad, Madrid:Taurus, 1988. Vase especficamente el captulo 3, Tres perspecti-vas: hegelianos de izquierda, hegelianos de derecha y Nietzsche,p.76.

    9. Carlos Marx y Federico Engels, Manifiesto del Partido Comunista,en: Obras escogidas, Mosc: Ed. Progreso, 1976;t 1.

    10. Frederic Jameson, El posmodernismo o la lgica cultural delcapitalismo tardo, Casa de las Amricas, 26(155-156), marzo-junio1986: 141-73. Todas las referencias que se hagan a Jameson pertenecena este texto.11. Dos ensayistas norteamericanos contemporneos, que desde lasposiciones del marxismo acuden a esta interpretacin dialctica dela cultura posmoderna son Frederic Jameson y Milton Berman.Vase de este ltimo Todo lo slido se desvanece en el aire. La experien-

    cia de la modernidad, Madrid: Siglo XXI de Espaa, 1988.

    12. Excluyo aqu al movimiento plstico cubano de los 80, que es,en el contexto cultural cubano, el que primeramente recepcionay despliega vertiginosamente el boom del posmodernismo enCuba. Vase Gerardo Mosquera, El nuevo arte de la Revolu-cin, Unin , 4(13), 1991: 17-21.

    13. Mientras en el escenario internacional rodaba la controversiasobre la modernidad y la posmodernidad, en nuestra academiahabanera se abordaban problemticas alejadas de ese contempor-neo debate. Tales eran, por ejemplo, las referidas a la especificidady naturaleza de la filosofa del marxismo, y la de la bizantinapolmica (por cierto, unilateral) entre lgica formal y la lgicadialctica a favor de la segunda (vase Zaira Rodrguez Ugidos,Filosofa, ciencia y valor, La Habana: Editorial de Ciencias Socia-les, 1985; y Problemas de la lgica dialctica, La Habana: Pue-blo y Educacin, 1986); la concerniente a la relacin de la filoso-fa (marxista) con la ciencia y la ideologa (vase de FelipeSnchez, Es ciencia la filosofa? , La Habana: Editora Poltica,1990. No faltaron las importantes contribuciones en libros parala docencia, pero en ellas se trasmita una dura y esquemticacrtica a la llamada filosofa burguesa contempornea que, ennuestros programas de estudio, culminaba en la filosofaexistencialista sartreana. Vase al respecto los comentarios delprofesor Jorge Luis Villate a la presentacin de las filosofas ysus autores en su Seleccin de lecturas de crtica a la filosofaburguesa contempornea , La Habana: Ministerio de EducacinSuperior, 1987.

    14. Vase, por ejemplo, el trabajo de Alexis Jardines Requiem, (LaHabana: Editorial de Ciencias Sociales, 1991); y la ponencia deEmilio Ichikawa Qu hacer con Lenin?, discutida en nuestrafacultad habanera.

    15. Retomo este enunciado del trabajo de Rafael Rojas Tiempospostmodernos o el atractivo de la transgresin (El Caimn Barbu-do, (275), 1994). El lector podr apreciar los puntos de divergencia alrespecto entre su texto y el mo.

    16. Roberto Follari, Modernidad y posmodernidad: una ptica desdeAmrica Latina, Buenos Aires: Rei, s/a: 143.

    17. Nuestra Facultad de Filosofa e Historia, particularmente, hasido testigo de tal entrada del tema de la posmodernidad en laacademia. Recibimos profesores y estudiantes interesados. Comoprimera forma de legitimarse el tema, se imparti un curso sobre elpensamiento de la posmodernidad, a cargo de la profesora argenti-na Susana Paponi, de la Universidad Nacional de Comahue, quienpor dems, don importantes textos. Un grupo de profesores denuestro Departamento (Emilio Ichikawa, Alexis Jardines, MarlnRodrguez y el que escribe) hemos reorganizado el programa basede Historia de la Filosofa y el tema ocupa importante espacio en l.En dicho programa, perteneciente al primer semestre (64 horas) delcuarto ao de la carrera de Filosofa, se parte de la transformadamodernidad de los 60 y se abordan los principales enclaves tericosy estticos de la poca (el posmodernismo esttico y el pensarposestructuralista) previos antecedentes de ellos incluidos,as como la relacin de estos con aquellos para centrarnos entres de los principales focos de la filosofa contempornea: lateora francesa posestructuralista (Barthes, Derrida, Foucault,Deleuze, Baudrillard, Lyotard), la teora alemana contempor-nea (Habermas, Apel, Wellmer), y la teora italiana del pensa-miento dbil (Vattimo, Rovatti). Los estudiantes de la carrerapresentan trabajos de curso sobre el tema en las jornadas cien-tfico-estudiantiles y hasta lo pretenden trabajar en sus tesis dediploma. Se han organizado seminarios, talleres y eventos cien-tficos y la posmodernidad ha estado presente en ellos. Y unltimo dato en la lista de lo posmoderno que demuestra lalegimitimacin oficial que est teniendo: en el proyecto de unaMaestra en Ciencias Sociales a impartir en nuestra Facultad,uno de los crditos bsicos es el de Modernidad y Posmodernidad.

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    Es todo ello un travestismo cultural acorde con la moda inter-nacional? Confabulacin con estticas, poticas e ideologasforneas? Aceptacin acrtica en su recepcin y abordaje? Nadade eso. En todo caso, tratar de atrapar, explicar y participar convoz propia de la contemporaneidad cultural e ideolgica, aun-que para ello nos inscribamos, preferentemente aqu, en eldebate a nivel internacional y no en lo especfico de la crisis dela modernidada cubana.

    18. Andreas Huyssen, Gua del posmodernismo, Opcin, LaHabana, (8), 1993: 208-48.

    19. En el debate internacional y su cultura tales trminos desociedad/cultura, que han desplazado a los clsicos economa/poltica, suelen aparecer con los de modernizacin social/mo-dernismo cultural.

    20. Baste mencionar aqu, de paso, la conferencia A dnde vael marxismo? pronunciada por Jacques Derrida en dos sesio-nes (22 y 23 de abril de 1993) en la Universidad de California(Riverside), en la que el pensador francs se refiere, dentro delos marcos de su ya tradicional descontruccin, a los destinoshistricos e ideolgicos del marxismo en la actualidad. El textoaparece originalmente publicado bajo el ttulo Spectres de Marx(LEtat de la dette, le travail du deuil et la nouvelleInternationale), Pars: Editions Galile, 1993.

    21. Importante contribucin a la divulgacin y academizacinen Cuba en el sector esttico (extendible a otros campos) delposmodernismo es la reciente antologa del crtico de arteGerardo Mosquera Del pop al post, La Habana: Editorial Arte yLiteratura, 1993.

    22. Vanse los escritos de Armando Hart publicados en peridi-cos y revistas nacionales en el transcurso de 1994.

    23. Rafael Rojas, La otra moral..., Op. cit.: 86, 94.

    24. Un texto que acota las confusiones y visionesestereotipadas, sobre todo en la izquierda intelectual, e identi-fica como anlogos ambos trminos, es el de Andreas Huyssen,Gua ..., Op. cit., especficamente la seccin Habermas y lacuestin del neoconservatismo.

    25. Tal es el caso, por ejemplo, de las posiciones conservadorasrespecto al posmodernismo esttico del socilogo norteameri-cano Daniel Bell. Vase Las contradicciones culturales del ca-pitalismo, Mxico, DF: Alianza Editorial, 1989; y Estados Uni-

    dos: rebelda y autoridad en los 70, Vuelta, (94), 1984. Para unacrtica a las posiciones culturales de Bell, vase Jrgen Habermas,El discurso filosfico de la modernidad , Op. cit.

    26. Es realmente consistente la invariabilidad de sentido y a suvez el desarrollo en la trayectoria del trmino descontruccinen Jacques Derrida, quien en los 90 an mantiene su concep-cin de partida sobre el trmino. Vase del autor: Una locuravigila el pensamiento (entrevista a Francis Ewald), Topodrilo ,(19), 1991.

    27. Jacques Derrida, Feminismo y de(s)construccin (entre-vista a Cristina de Peretti), Revista de Crtica Cultural, Santiagode Chile, (3), 1991.

    28. Pensadores occidentales de orientacin marxista hanrecepcionado y asimilado crticamente el trmino con importan-tes contribuciones a la conceptualizacin del posmodernismo.Vase, por ejemplo, y a la luz del actual debate, las posiciones deAlex Callinicus, Posmodernidad, post-estructuralismo, post-marxismo?, en: Jos Pic, Modernidad y posmodernidad , Mxi-co, DF: Alianza Editorial, 1990); y de Hal Foster, Polmicas(post)modernas, en: Jos Pic, Ibidem; y Re-post, Criterios ,(30), 1991.

    29. Remito al lector a las observaciones sobre mis pronuncia-mientos acerca de la desconstruccin y el contextoculturolgico latinoamericano, por parte de Manuel PiEsquijarrosa y Gilberto Valds Gutirrez en El pensamientolatinoamericano ante la putrefaccin de la historia, Casa de lasAmricas , 34(196), julio-septiembre, 1994.

    30. Adems del ya citado texto del autor, vase tambin El discur-so de la frustracin republicana en Cuba, en: El ensayo de nuestraAmrica, Mxico, DF, 1993; Viaje a la semilla. Instituciones de laantimodernidad cubana en: Apuntes postmodernos, Miami, 1993; yMaach o el desmontaje intelectual de una repblica en: LaGaceta de Cuba, (4), julio-agosto, 1994: 7-10.

    31. Me adscribo al comentario de Andreas Huyssen (texto citado)del empleo del trmino de teora crtica no en su uso restringidode la teora de la Escuela de Frankfurt, sino como conjunto deperspectivas tericas e interdisciplinarias en el grupo de lasciencias sociales del marxismo que desde los ngulos acadmi-cos e investigativos cumplira la misin de las teorizaciones ne-cesarias sobre la realidad social y cultural contempornea.

    ' , 1995.