9
93 Acerca de lo social y lo subjetivo en el socialismo Psiclogo. Universidad de La Habana. , no. 3: 93-101, julio - septiembre, 1995 Fernando GonzÆlez Rey Acerca de lo social Acerca de lo social Acerca de lo social Acerca de lo social Acerca de lo social y lo subjetivo y lo subjetivo y lo subjetivo y lo subjetivo y lo subjetivo en el socialismo en el socialismo en el socialismo en el socialismo en el socialismo opinin representan enfoques crticos de extraordi- nario valor, realizados desde una interpretacin mar- xista. En el presente artculo, sin pretender agotar las formas concretas con que se ha presentado el socia- lismo en diferentes pases, (lo cual sera imposible, por los aspectos culturales, sociales e histricos que participan en su concrecin), se seæalan caractersti- cas del diseæo que, aunque particularmente agudas en Europa Oriental, han afectado tambiØn a nuestro pas, si bien no todas estÆn presentes en Cuba, como diferenciadamente se precisa en el curso del trabajo. El propio marxismo que se desarroll en los pa- ses del socialismo europeo, y que fue muy influyente en las tendencias que dominaron el desarrollo del marxismo en todos los pases de orientacin socialis- ta, fue dogmÆtico y mecanicista, de profunda desvia- cin economicista, a partir del cual lo esencial en el proceso de construccin socialista eran los progra- mas macro a nivel poltico, econmico y social, den- tro de los cuales se resolvan de forma estandarizada las necesidades bÆsicas de la poblacin, sin entrar en el diseæo el sentido diferenciado de estas necesida- des a nivel individual, ni tampoco la previsin de las nuevas necesidades que este proceso generaba. D espuØs del derrumbe del socialismo en Europa Oriental han abundado las publicaciones dedi- cadas al anÆlisis de las causas de dicho fenmeno. Entre los temas tratados, predominan los aspectos econmicos, histricos, filsoficos y polticos. Sin embargo, los aspectos de la subjetividad y los fen- menos generados en esta esfera han sido muy poco elaborados. Entre las causas asociadas con la ausencia de los temas vinculados con la subjetividad, pudieran seæa- larse la extraordinaria influencia del positivismo en las ciencias sociales una de cuyas mayores conse- cuencias ha sido la no legitimacin cientfica de la subjetividad, as como el limitado protagonismo de la psicologa social en los temas mÆs afines con la poltica. En el legado de las ciencias sociales de Europa del Este, tampoco encontramos anÆlisis relevantes sobre la crisis que condujo a la desaparicin del socialismo en los antiguos pases socialistas. Solo resulta valiosa para este fin la obra de investigadores que, cataloga- dos de revisionistas, tuvieron incluso que abandonar sus pases de origen para poder continuar la elabora- cin de sus propias ideas (Agnes Heller y Adam Schaff, entre muchos otros). He seæalado dos que en mi

09 Gonzalez

Embed Size (px)

DESCRIPTION

CUBA, POESIA

Citation preview

  • 92 93

    Acerca de lo social y lo subjetivo en el socialismo

    Psiclogo. Universidad de La Habana.

    , no. 3: 93-101, julio - septiembre, 1995

    Fernando Gonzlez Rey

    Acerca de lo socialAcerca de lo socialAcerca de lo socialAcerca de lo socialAcerca de lo socialy lo subjetivoy lo subjetivoy lo subjetivoy lo subjetivoy lo subjetivo

    en el socialismoen el socialismoen el socialismoen el socialismoen el socialismo

    opinin representan enfoques crticos de extraordi-nario valor, realizados desde una interpretacin mar-xista.

    En el presente artculo, sin pretender agotar lasformas concretas con que se ha presentado el socia-lismo en diferentes pases, (lo cual sera imposible,por los aspectos culturales, sociales e histricos queparticipan en su concrecin), se sealan caractersti-cas del diseo que, aunque particularmente agudasen Europa Oriental, han afectado tambin a nuestropas, si bien no todas estn presentes en Cuba, comodiferenciadamente se precisa en el curso del trabajo.

    El propio marxismo que se desarroll en los pa-ses del socialismo europeo, y que fue muy influyenteen las tendencias que dominaron el desarrollo delmarxismo en todos los pases de orientacin socialis-ta, fue dogmtico y mecanicista, de profunda desvia-cin economicista, a partir del cual lo esencial en elproceso de construccin socialista eran los progra-mas macro a nivel poltico, econmico y social, den-tro de los cuales se resolvan de forma estandarizadalas necesidades bsicas de la poblacin, sin entrar enel diseo el sentido diferenciado de estas necesida-des a nivel individual, ni tampoco la previsin de lasnuevas necesidades que este proceso generaba.

    Despus del derrumbe del socialismo en EuropaOriental han abundado las publicaciones dedi-cadas al anlisis de las causas de dicho fenmeno.Entre los temas tratados, predominan los aspectoseconmicos, histricos, filsoficos y polticos. Sinembargo, los aspectos de la subjetividad y los fen-menos generados en esta esfera han sido muy pocoelaborados.

    Entre las causas asociadas con la ausencia de lostemas vinculados con la subjetividad, pudieran sea-larse la extraordinaria influencia del positivismo enlas ciencias sociales una de cuyas mayores conse-cuencias ha sido la no legitimacin cientfica de lasubjetividad , as como el limitado protagonismo dela psicologa social en los temas ms afines con lapoltica.

    En el legado de las ciencias sociales de Europa delEste, tampoco encontramos anlisis relevantes sobrela crisis que condujo a la desaparicin del socialismoen los antiguos pases socialistas. Solo resulta valiosapara este fin la obra de investigadores que, cataloga-dos de revisionistas, tuvieron incluso que abandonarsus pases de origen para poder continuar la elabora-cin de sus propias ideas (Agnes Heller y Adam Schaff,entre muchos otros). He sealado dos que en mi

  • 94

    Fernando Gonzlez Rey

    El momento subjetivo del proceso de desarrollosocial se ignor, tanto a nivel de la subjetividad so-cial como de la subjetividad individual, y se estable-ci una relacin lineal entre la base y la superestruc-tura que condujo a subordinar de forma mecnicalos cambios de la superestructura a los que ocurranen la base. El marxismo dogmtico sobre el que seinspiraron estas concepciones tambin estuvo vigo-rosamente influido por el positivismo, lo que inspiruna recia orientacin objetivista en las propias cien-cias sociales.

    La influencia positivista de aquel marxismo, uni-da a la fuerte influencia teleolgica hegeliana pre-sente tambin en el propio Marx , y al autoritaris-mo imperante en la historia y la cultura poltica ru-sas, condujeron a una representacin mecanicista delsocialismo, que se defini como expresin del nivelde desarrollo de la humanidad, resultante de leyesinherentes a este proceso, segn las cuales se definala irreversibilidad del socialismo como forma histri-ca.

    Por ley, el socialismo evolucionaba permanente-mente hacia formas superiores, proceso que inexo-rablemente conducira hacia el comunismo, estadioque representaba un nivel casi perfecto de vida hu-mana. Esta concepcin teleolgica regulada por le-yes inherentes al propio proceso del desarrollo con-dujo a la certeza poltica de estar guiando la verdadhistrica, la cual deba imponerse automticamente,por encima de todos los fenmenos propiamentehumanos que se produjeran en este proceso.

    Las tendencias descritas se hicieron hegemnicasa nivel poltico y dieron lugar a una ideologizacindel marxismo, sacralizando de forma doctrinaria todainterpretacin poltica coyuntural realizada en sunombre. Consecuentemente, todas las lneas e inte-reses coyunturales del poder poltico se identifica-ban como marxistas, y se apartaba del marxismotodo lo no coincidente con estos intereses. Ello con-dujo a una daina identidad entre lo poltico y lo ideo-lgico.

    Las representaciones polticas y las interpretacio-nes ideolgicas desarrolladas desde el poder condu-jeron a una representacin esttica de la sociedad quedefini las contradicciones dentro del socialismo

    como no antagnicas. As, estas perdan realmentesu carcter de fuerza motriz del desarrollo, pues nin-guna contradiccin viva y realmente devenida en fuer-za motriz de cualquier proceso de desarrollo puederesultar no antagnica a priori.

    Las contradicciones son siempre una fuente po-tencial del desarrollo. Sin embargo, que adquieran ono este carcter en una forma concreta de este pro-ceso va a depender mucho de cmo se integra en elcomplejo conjunto de fuerzas que caracterizan el pro-ceso de desarrollo en el momento en que la contra-diccin aparece. Composicin de fuerzas dentro delas cuales hay que considerar tanto los factores sub-jetivos como los objetivos. Cualquier contradiccinpuede conducir a una crisis, cuya resultante sea unnuevo momento en este proceso, o bien un momen-to de involucin del mismo que puede llevarlo a sudestruccin.

    Las contradicciones, tanto a nivel social como in-dividual, son momentos complejos de confluencia defuerzas. Una de ellas es el sentido subjetivo que lasituacin tiene para los sujetos que la enfrentan. Esteno va a depender linealmente de los factores objeti-vos que afectan a los implicados, sino de su propiahistoria, a travs de la cual, mediante los diferentessistemas de relaciones relevantes en que se han desa-rrollado, aparecen formas diferenciadas de subjetivi-dad, social e individual, que resultan decisivas en laformacin del sentido subjetivo de cualquier situa-cin social.

    Las desviaciones arriba sealadas se inspiraron enun diseo poltico de un nico partido real en el es-cenario poltico. Unica va para consolidar e integrartodas las fuerzas, no solo ante las demandas internasdel propio proceso en su desarrollo, sino por las enor-mes amenazas externas que obligaron al socialismodesde su surgimiento a una defensa permanente. Sinembargo, este diseo, posterior a la muerte de Lenin,fue evolucionando hacia formas cada vez ms centra-lizadas y autoritarias, donde el partido nico, a nivelde su direccin, fue monopolizando un concepto ab-soluto de verdad que no tena canales reales de inte-rrogacin.

    La posicin del partido hacia las distintas cuestio-nes de la vida y la sociedad se ideologiz completa-

    El dilogo, la comunicacin humana, no es un proceso quese basa en la razn, la capacidad o la objetividad queuna de las partes del proceso siente tener. Por el contrario, esun proceso que se desarrolla sobre la base de las necesidadesdiversas de quienes participan en l. Y es el dilogo la vapara construir razones y vivencias que puedan ser comparti-das en el espacio de la comunicacin.

  • 94 95

    Acerca de lo social y lo subjetivo en el socialismo

    la relacin orgnica dirigente-masa, condujo a lasacralizacin de quienes dirigan. Se cre una verda-dera atmsfera de invulnerabilidad en torno a estos,que contribua a un distanciamiento cada vez mayorcon la poblacin, institucionalizado en las formas do-minantes del diseo poltico. Esta situacin fue con-duciendo a un autoritarismo que impidi el dilogoreal e implcitamente desarroll una sobrestimacinen quienes dirigan, los que siempre estaban ms dis-puestos a orientar que a escuchar.

    En esta situacin la creatividad individual y socialen el plano poltico se dificulta extraordinariamente,pues toda nueva idea es evaluada por quienes tienenideas diferentes, desde el poder poltico y puedenconsiderar lo nuevo como no compatible ideolgi-camente. De esta forma, el proceso de desarrollo ycrecimiento social permanente es arbitrado totalmen-te desde afuera y se quiebra la expresin necesariade nuevas fuerzas dentro de l.

    La unidad poder-verdad tuvo nefastas consecuen-cias, tanto para el desarrollo de ideas nuevas comopara el desarrollo de la participacin social y de lasformas polticas que la garantizaran. Quien tiene elpoder tiene la verdad; por tanto, su papel no es dedialogar, de construir algo conjuntamente con el otro,sino de convencer, de demostrar al otro lo justo oadecuado de su planteamiento.

    El dilogo con las masas aparece entonces a tra-vs de escenarios condicionados por una psicologagrupal definida por la pasividad, la reafirmacin delo expresado por la direccin y la ausencia de plan-teamientos diferentes a los definidos oficialmente.Esta psicologa es sumamente paradjica, pues laspersonas en su expresin individual son esencialmen-te contradictorias con su expresin grupal y llegan aacumular un profundo resentimiento hacia valoresoriginariamente compartidos por ellas. La reiteracinde estas vivencias en el tiempo, acompaada por unatotal desesperanza en cuanto a las posibilidades paracambiar lo establecido, conducen a una apatadesmovilizadora (como la expresada por los militan-tes del PCUS ante el decreto de la desaparicin delPartido).

    La definicin de temas tabes, personassacralizadas y una centralizacin total de los criteriosvalorativos sobre lo ideolgicamente adecuado, limi-tan la espontaneidad y la autenticidad de la expre-sin, as como la creatividad en todas las esferas, puesla expresin individual no es aceptada como tal, consus matices de acierto y error, y siempre es calificadapor un criterio externo.

    Esta dependencia permanente de valoraciones ex-ternas y la falta de definicin de zonas o espaciosde plena potencialidad para la expresin individual,determinan la aparicin de temores e inhibicionesque van castrando la expresin, pues unidas a las di-ficultades para ser entendidos y aceptados, las perso-nas sienten que sus opiniones son poco tenidas encuenta.

    La dinmica centralizada y la prdida de riqueza

    mente. Este pas a ser, de un interlocutor con mayordesarrollo ideolgico real, que permanentemente selegitimaba y desarrollaba en las confrontaciones dela vida real, como en gran medida haba ocurrido enpoca de Lenin, a un partido censor, rbitro perma-nente de lo correcto y lo incorrecto.

    La centralizacin asumida a nombre de la defensadel sistema y realmente inspirada por esta funcinfue conduciendo progresivamente a la eliminacindel debate y al culto de lo coyunturalmente priorizadopor la direccin; con lo cual la unidad orgnicadirigencia-poblacin se perdi. Apareci una tenden-cia creciente al formalismo y a la doble moral en losdistintos foros creados para el debate colectivo, queinclua a la propia vida partidaria, donde el centralis-mo democrtico fue cada da ms centralismo y me-nos democracia.

    Esta situacin fue conduciendo gradualmente auna prdida de conexin con el camino asumido deforma consciente por generaciones anteriores, puescada vez resultaba ms difcil implicarse en el proyec-to poltico a travs de la identidad real de grupos ypersonas. Estos deban renunciar a atributos autnti-cos de su diferenciacin para encajar en los moldespolticamente aceptados, los cuales eran definidos enabstracto, por criterios e interpretaciones ideolgi-cas de la direccin poltica, desconociendo las nece-sidades reales de los afectados. Un ejemplo de estofue lo referido a las nacionalidades en la antigua URSS.

    No tener en cuenta las necesidades diferenciadasde grupos, sectores y personas como aspecto rele-vante en la toma de decisiones polticas, fue un ele-mento definitorio en la fisura irreversible dirigente-masa que se produjo en los pases de Europa Orien-tal. Las necesidades humanas son uno de los factoresms objetivos que deben ser tomados en cuenta enpoltica. Sobre todo en un diseo como el socialis-mo, orientado al aumento de la participacin cons-ciente del hombre en el curso del proceso.

    Desvincularse de las necesidades de la poblacinen aras de lo que resulta mejor para esta, puede te-ner serias consecuencias mediatas en el orden polti-co. La modificacin de la psicologa social de cual-quier grupo, sector social o nacin es un proceso lentoque se va produciendo, tanto por las necesidades queel propio desarrollo engendra como por la participa-cin intencional e ideolgicamente comprometida delhombre a travs de la educacin.

    La toma de decisiones polticas por factores obje-tivos, ajenos a los sistemas de necesidades de la po-blacin, conduce a la acumulacin del descontentoen determinados sectores sociales, lo que puede lle-gar a ser explosivo ante la disminucin de las presio-nes externas en un momento concreto del desarro-llo. El propio capitalismo, para beneficiar la acumu-lacin de capital a travs del consumo, utiliza todoslos medios para afianzar una psicologa de consumo,la cual, a pesar de su carcter enajenante, es percibidacomo necesaria por gran parte de la poblacin.

    La desmedida centralizacin poltica, al debilitar

  • 96

    Fernando Gonzlez Rey

    en la expresin individual en los foros colectivos vagenerando una dependencia creciente del discursooficial, alrededor del cual se mueven de formarepetitiva y poco creativa la mayor parte de los diri-gentes del Partido y el Estado. Con ello el discursopierde autenticidad y capacidad de influencia, sobretodo en la juventud, cuya frescura y potencial crticose convierten en importantes barreras para asimilar-lo.

    La centralizacin exagerada conduce a una depen-dencia creciente hacia las figuras centrales de la di-reccin. Este proceso, en sus casos extremos, se haidentificado con el culto a la personalidad y muchasveces ha sido presentado como la expresin malvo-la de un sujeto y no como la manifestacin extremade una regularidad generada por un diseo poltico.Es este el que necesariamente debe ser revisado, paracomprender aquellos puntos dbiles que intervinie-ron en su desaparicin en los pases socialistas euro-peos.

    La falla en el diseo de las formas de participa-cin determina que la identidad del grupo dirigentesea ms fuerte que la identidad de los dirigentes den-tro del grupo que dirigen, lo cual conduce a repre-sentaciones y necesidades compartidas con el grupode direccin que dificultan la diversidad de puntosde vista entre ellos, a partir de las especificidades delsector donde desarrollan su labor de direccin.

    Los niveles verticales de exigencia son tan eleva-dos que con frecuencia anulan exigencias que se pro-ducen a nivel horizontal en el medio en que se des-pliega la actividad de direccin. El dirigente se sientetan implicado en las respuestas destinadas a los nive-les superiores que, en ocasiones, querer mantenersu imagen en crculos externos, condicin importan-te para dirigir, le deteriora su imagen en la base y,con ello, limita totalmente su capacidad de dilogocon sus subordinados.

    El dilogo, la comunicacin humana, no es un pro-ceso que se basa en la razn, la capacidad o laobjetividad que una de las partes del proceso sien-te tener. Por el contrario, es un proceso que se desa-rrolla sobre la base de las necesidades diversas dequienes participan en l. Y es el dilogo la va paraconstruir razones y vivencias que puedan ser com-partidas en el espacio de la comunicacin. Toda ver-

    dad fuera del consenso y la aceptacin real solo es talen trminos subjetivos para quien la impone.

    La ausencia de dilogo y debate en los foros co-lectivos que influyen en la toma de decisiones polti-cas conduce a uno de los fenmenos, en mi opinin,ms graves de los inspirados en el diseo de socialis-mo desarrollado en los pases de Europa del Este: elpredominio de lo actual y lo coyuntural sobre las ne-cesidades permanentes que se derivan de las mlti-ples y complejas tramas cotidianas del movimientosocial.

    La fuerte identidad del grupo de direccin, unidaa los criterios dominantes que estos comparten comogrupo los que se identifican con las personas demayor jerarqua dentro de la estructura poltica , de-terminan que las prioridades de la direccin polticase generalicen de forma acrtica a todos los sectoresde la sociedad. Ello limita la expresin de necesida-des parciales de grupos y sectores que, vistas en laestrategia actual del pas, pueden resultar insignifi-cantes, pero que resultan esenciales para quienes lasexperimentan, lo cual puede ser difcil de compren-der a la direccin, centrada en otras tramas a nivelnacional.

    A niveles micro de la organizacin social (barrios,comunidades, grupos sociales, etc.), se producen ne-cesidades que no encuentran salida en el sistema detoma de decisiones. Estas pueden llegar a convertir-se en peligrosos focos de tensin social susceptiblesde permanecer reprimidos por largo tiempo, duran-te el cual ganan en fuerza, y que se expresan en mo-mentos de crisis dentro del sistema. Un ejemplo alrespecto vuelve a ser la cuestin de las nacionalida-des en la antigua URSS, otro fueron las revueltas po-pulares que precipitaron los cambios en muchos delos pases del Este europeo.

    La homogeneizacin de la subjetividad social sim-plifica y esquematiza la vida y la reduce a un ordenconcebido desde fuera, donde se pierden las fuerzasinteractivas dinamizadoras de cada espacio socialmen-te diferenciado.

    La participacin real y autntica garantiza la ex-presin de sectores diversos de la poblacin en losdistintos foros concebidos para el debate, con lo cualse legitiman las contradicciones como un momentonecesario de la vida social. Sin embargo, algo que ha

    El funcionamiento de las organizaciones polticas y socia-les no se puede preestablecer de forma rgida, por decreto,sino como reflejo de las necesidades de un momento concre-to, de manera que conserven la capacidad de evolucionar conlas propias fuerzas que, con sus contradicciones, van condu-ciendo a nuevos momentos del progreso.

  • 96 97

    Acerca de lo social y lo subjetivo en el socialismo

    sido general al socialismo y fuente de descontento ymalestar popular, es la preparacin de los foros co-lectivos de acuerdo con intereses determinados deantemano que nada tienen que ver con los interesesreales de quienes en ellos participan.

    El ritmo que este diseo centralizado y unilateralimpone a la vida social es lento. La direccin vafocalizando su esfuerzo y atencin de una situacincrtica a otra, por lo que se pierde la trama simult-nea, diversa y compleja de la sociedad. Los cambiosde poltica se producen cuando la direccin identifi-ca los problemas, lo cual ocurre mucho despus dela aparicin de ellos. Esto trae aparejado un conjun-to de consecuencias indeseables que podran habersido evitadas.

    La tendencia a una ficticia unanimidad, caracte-rstica muy generalizada en los foros creados para eldebate colectivo, tanto en las organizaciones polti-cas y sociales como fuera de ellas mal general a to-dos los pases socialistas y cuya explicacin precisade una mayor investigacin impide que las contra-dicciones propias del desarrollo social se expresencon nitidez en el debate, por lo que permanecen ocul-tas las tensiones derivadas de estas, y que se expre-san a travs de una multiplicidad de formas en la vidasocial.

    La expresin de estas contradicciones, tanto enconflictos sociales como en trabajos literarios y cien-tficos, se designan como traicin, revisionismo,o acciones antisociales cuya explicacin siempredescansa en la caricaturesca mala idea de los implica-dos.

    La incapacidad para tolerar las diferencias indivi-duales es an mayor ante las divergencias sociales; esdecir, para reconocer que una institucin, grupo uorganizacin exprese diferencias y desacuerdos conlo establecido al buscar formas de expresin acordescon las necesidades y con las caractersticas que laidentifican dentro de la sociedad. Esta situacin con-dujo en Europa Oriental a un achatamiento de lossujetos que empobreci la vida y debilit a los parti-dos comunistas, al eliminar la va esencial para sudesarrollo, que es la confrontacin social y poltica.

    El empobrecimiento de los sujetos activos que seexpresaran de forma sana condujo a la formacin degrupos y organizaciones que emergieron con una cla-ra orientacin a la anarqua y la lucha fratricida, encuanto las organizaciones polticas y sociales oficia-les colapsaron, entre otras razones debido al forma-lismo paralizante que las invadi.

    Como resultado del formalismo se afecta profun-damente el desarrollo de nuevos liderazgos en losmarcos del sistema, pues el lder es necesariamenteuna singularidad que emerge como resultado deldebate y la confrontacin, y que representa interesesparticulares de un grupo, sector o institucin puesen el socialismo, como en cualquier otro sistemasocial, coexisten intereses generales, particulares y sin-gulares. El lder emerge con una opinin propia que

    lo destaca entre quienes se desenvuelve, y que nopuede ser lineal con los criterios dominantes en ladireccin poltica.

    La ausencia de liderazgo y de una movilidad real ydiferenciada de las organizaciones polticas y socia-les conduce a un extraordinario formalismo. El so-cialismo tiene que ganar en flexibilidad para la tole-rancia de las diferencias necesarias que expresan laspropias contradicciones de su desarrollo, diferenciasque, bien canalizadas, pueden convertirse en unafuente esencial de la dinmica propia del sistema, sus-tituyendo dinmicas artificiales que con frecuenciaimponen personas que coyunturalmente ocupan fun-ciones de direccin.

    El funcionamiento de las organizaciones polticasy sociales no se puede preestablecer de forma rgida,por decreto, sino como reflejo de las necesidades deun momento concreto, de manera que conserven lacapacidad de evolucionar con las propias fuerzas que,con sus contradicciones, van conduciendo a nuevosmomentos del progreso. Si se impide la expresinespontnea y diversa de las fuerzas sociales que, aunsin unidad absoluta, expresan tendencias de creci-miento del sistema, de hecho favorecemos la expre-sin de fuerzas negadoras de este, y se obstaculiza ladiversidad necesaria para la constitucin de una uni-dad real.

    La definicin de las fuerzas sociales que tienen unasignificacin en la integracin y ruptura de las dife-rentes formas de organizacin poltica de la sociedad,es uno de los temas ms sugerentes para la investiga-cin contempornea. En esta direccin cobra un va-lor particular la definicin de clase dada por Marx.

    Como he sealado en trabajos anteriores,1 cuan-do Marx define el papel de la clase obrera en el capi-talismo que le toc vivir, aparece por primera vez enla teora una definicin de sujeto social no reductiblea ninguna de las formas particulares de su expresin,apoyada tanto en la identidad de la clase obrera, ensus proyectos y anhelos compartidos, como en lascondiciones reales de vida que estaban en la base desu configuracin subjetiva.

    Marx, en su integracin de la economa, la polti-ca y la sociedad, fue capaz de identificar una fuerzaviva que se expresaba con una intencionalidad polti-ca y social en el escenario de su poca. El dogmatismomarxista opac este descubrimiento de Marx,sacralizndolo de forma ahistrica, lo que impidi amuchos autores marxistas seguir el complicado pro-ceso de evolucin del capitalismo actual.

    La falsa interpretacin sobre el papel otorgado porMarx a la clase obrera en el momento que le tocvivir, condujo a que el protagonismo de esta seabsolutizara ms all de consideraciones histricas yculturales. Ello impidi analizar el movimiento realde los diferentes sujetos sociales que se iba produ-ciendo con el desarrollo del capitalismo, as como lapropia configuracin que se produca en el socialis-mo.

  • 98

    Fernando Gonzlez Rey

    La simultaneidad de sujetos en el escenariosociopoltico implica la revitalizacin de la esponta-neidad y creatividad individuales dentro de esos es-pacios, condicin necesaria para la expresin de cual-quier grupo o institucin portadora de una intencinsocial.

    El liderazgo a nivel social y poltico hay que ejer-cerlo dentro de una diversidad de verdades que legi-timen las diferencias entre los miembros de un gru-po, nica va de conducir procesos que integren a laspersonas de forma autntica por el sentido que paraellas tiene el proyecto. Solo la riqueza que producela diversidad puede conducir al despliegue de suje-tos sociales capaces de expresar en forma dinmicalas complejas y contradictorias fuerzas en que se ma-nifiesta el desarrollo.

    Uno de los aspectos subjetivos ms complejos quecaracterizan la vida social del hombre es la formacinde las representaciones sociales e individuales sobrela realidad en que vive. Las representaciones las defi-nimos como un sistema de creencias estables sobrealgo que, por su significacin para el sujeto, adquie-re una importante carga emocional y se convierte enun motivo estable del comportamiento.

    Las percepciones de la realidad estn condiciona-das por el tipo de representaciones dominantes delsujeto. Por tanto, los elementos de la realidaddisonantes con nuestras representaciones pueden serdistorsionados o simplemente no percibidos por elsujeto. Una de las vas ms significativas para conver-tir elementos disonantes con las representaciones delsujeto en significativos para l es el dilogo, la comu-nicacin con otros que tienen formas diferentes deapreciar la realidad.

    Las representaciones individuales que adquierenun valor absoluto, fuera de la confrontacin con otroscriterios que sirvan como nueva informacin al suje-to en posicin de tomar decisiones, conducen a estepor un camino que puede hacerlo perder sus puntosde contacto con la realidad. Esta ha sido una de lascaractersticas psicolgicas esenciales de las diversasformas de autoritarismo poltico, incluyendo las de-formaciones asociadas con el culto a la personalidaden el socialismo.

    Si las representaciones individuales adquieren el

    poder absoluto de la verdad, fuera del contextointeractivo en que la verdad social se expresa, y don-de de forma permanente se va modificando, puedenconvertirse en una importante traba para el desarro-llo.

    La importancia del debate como una condicinnecesaria para el avance y el desarrollo, tanto socialcomo ideolgico, en el socialismo, ha sido expresadapor Jos Ramn Fabelo en los siguientes trminos:

    El debate franco y abierto entre sinceros y conse-cuentes marxistas no puede conducir a otro lugarque no sea la revelacin de las distintas aristas dela verdad, entendida como proceso permanentede penetracin en el complejsimo mundo socialcontemporneo.2

    Coincido plenamente con el autor sobre la nece-sidad del debate permanente como nica va posiblede seguir la compleja ruta de la verdad, cuyadevelacin no corresponde nunca a un acto final, sinoa un proceso permanente donde el curso histricodel conocimiento, a travs de mltiples encuentros ydesencuentros, nos permite seguir y explicar el cur-so de la realidad.

    En relacin con la cita anterior de Fabelo, la cues-tin est en quin define el carcter sincero y conse-cuente de los marxistas implicados en el debate, puesel proceso de construccin permanente del conoci-miento impide cerrar a priori, desde lo ideolgico, olo tico, lo que de forma congruente se va abriendopaso a nivel cientfico. Por supuesto que en las cien-cias sociales los valores y la ideologa del cientficoson inseparables de la construccin del conocimien-to. Mas el debate sobre cmo lo ideolgico afecta laconstruccin terica debe realizarse en el escenariode la ciencia, no por criterios externos que coarten laexpresin del cientfico.

    Ninguna verdad est agotada en su expresin tem-poral presente. Querer hacerlo es cerrar el principalreto de todo sistema de conocimiento: actuar sobreel diseo del futuro. La representacin de la realidaden verdades estticas es precisamente uno de los atri-butos definitorios del carcter doctrinario de una teo-ra social.

    Marx, en su integracin de la economa, la poltica y la so-ciedad, fue capaz de identificar una fuerza viva que se expre-saba con una intencionalidad poltica y social en el escenariode su poca. El dogmatismo marxista opac este descubri-miento de Marx, sacralizndolo de forma ahistrica, lo queimpidi a muchos autores marxistas seguir el complicado pro-ceso de evolucin del capitalismo actual.

  • 98 99

    Acerca de lo social y lo subjetivo en el socialismo

    No pueden ser individuos concretos los rbitrosde la adecuacin ideolgica de una teora, lo que hasido una prctica frecuente en el socialismo. Con elagravante de que las personas concretas que inter-vienen en este proceso no son, por lo regular, losintelectuales ni las figuras de direccin ms destaca-das del partido, sino funcionarios de una capaburcratica intermedia sin ms preparacin, ni cien-tfica ni ideolgica, que quienes resultan evaluados.

    Las ciencias no pueden ser sancionadas desdeafuera por ninguno de sus resultados o afirmacionesparciales, que s deben ser objeto permanente de de-bate, tanto en la comunidad cientfica como fuera deella, tratando de no ideologizar de forma innecesariaeste intercambio. Con frecuencia este es un debatetambin ideolgico, pues son las ciencias sociales unade las vas esenciales para el desarrollo terico de laideologa. Al utilizar el trmino ideologizar me refie-ro al arbitraje externo y mecanicista realizado con fre-cuencia por el partido sobre la produccin de las cien-cias sociales.

    Un reto que el desarrollo del socialismo no pue-de eludir es el de la relacin entre las ciencias socia-les y la poltica. Las ciencias sociales constituyen unsistema histrico de produccin de conocimientosque descansa sobre un variado grupo de determinan-tes, entre las que considero particularmente relevan-tes el desarrollo de las propias ciencias en sus aspec-tos tericos y metodolgicos, la relacin ciencia-so-ciedad en cada momento histrico concreto, la cul-tura y el cientfico como sujeto concreto de la pro-duccin de conocimiento.

    El significado ideolgico de un conocimiento nodepende directamente de las intenciones del sujetoque lo produce ni del aspecto declarativo del discur-so producido. Con frecuencia el valor ideolgico deun conocimiento est ms all de la capacidad cons-ciente del sujeto que lo produjo. Y se define por elconjunto de factores que simultneamente actansobre el cientfico en el proceso de construccin delconocimiento, entre los cuales est la relacin cono-cimiento-realidad social.

    El compromiso de los investigadores con sus va-lores polticos e ideologicos se expresa en los princi-pios que intencionalmente asumen en su produccinintelectual, as como por su sensibilidad para definirel valor aplicado de lo producido por ellos. Esto nogarantiza que el sentido ideolgico de lo producidocoincida con sus intenciones, pues todos los valoresasociados con la produccin de conocimientos tie-nen una significacin esencialmente mediata. Sin em-bargo, el compromiso de un investigador nunca pue-de definirse por su capacidad para seguir linealmentelos criterios coyunturales que resultan dominantesen cada momento histrico concreto.

    La relacin entre poltica y ciencias sociales es ydebe ser contradictoria, aun cuando los objetivos yvalores que inspiren al cientfico y al poltico sean losmismos, pues la naturaleza de la produccin de co-

    nocimientos cientficos y de la toma de decisionespolticas es esencialmente diferente. Las ciencias so-ciales debieran ser uno de los determinantes del pro-ceso de toma de decisiones en poltica, aun cuandoestas no podrn agotarse nunca en lo producido porlas ciencias sociales, precisamente porque las deci-siones polticas estn mediatizadas por una cantidadde factores coyunturales que, en su heterogeneidady movilidad resultan inasequibles a la ciencia.

    El positivismo sesg tanto la imagen dominantede la ciencia que muchos cuadros del partido, a pe-sar de las posiciones marxistas intencionalmente asu-midas, tienen una expectativa de objetividad y vera-cidad absoluta del conocimiento cientfico que de-manda niveles empricos de demostracin de lo quese les presenta, como condicin para demostrar sulegitimidad como verdad cientfica. Con ello se limi-tan, la forma quizs ms importante de aplicar el co-nocimiento producido en la toma de decisiones: eldilogo contradictorio y polmico en torno a lo pro-ducido.

    Lo verdadero de un conocimiento, as como susentido ideolgico, solo pueden ser definidos desdeuna perspectiva histrica en el campo de las cienciassociales. El verificacionismo, asociado con la nocinde verdad dominante en el positivismo, es una ilu-sin utilizada ms para reafirmar el discurso domi-nante que como alternativa real y diferente que lesirva de orientacin y retroalimentacin.

    La verdad no es en ninguna ciencia un valor est-tico. El conocimiento va develando permanentemen-te nuevas zonas de la realidad, proceso que contieneprecisamente el carcter relativo de toda verdad cien-tfica, cuya parte de verdad absoluta no es referida ala inmutabilidad de ningn contenido, sino a la con-tinuidad necesaria del propio proceso del conoci-miento. Dentro de este las construcciones ms tilespara darle sentido a nuevas formas de la realidad seapoyan de forma necesaria en otras que incluso nie-gan en un plano gnoseolgico.

    La validez de un conocimiento no se legitima deforma inmediata en el conocimiento producido, sinoen la produccin de un nuevo conocimiento a partirde l. En este proceso se combinan una multiplici-dad de determinantes que dificultan identificar connitidez el lugar de un conocimiento anterior en laproduccin del nuevo. De ah el carcter necesaria-mente histrico de la validez del conocimiento.

    La cuestin de la crtica, del debate franco, de ladefinicin de las contradicciones en el sistema, nodepende de buenas intenciones ni de llamados paraactivar la conciencia, sino de un diseo de funciona-miento poltico que las estimule y se convierta en unode sus determinantes esenciales. Por esta razn lasciencias sociales deben tener un lugar dentro de di-cho diseo.

    Los revolucionarios cubanos tenemos hoy por de-lante el extraordinario reto de identificar los puntosdbiles y las contradicciones que derrumbaron el so-

  • 100

    Fernando Gonzlez Rey

    ce; pero ante todo, por las ideas de los cientficos,que son las que permiten dar sentido a cada resulta-do concreto del momento emprico del conocimien-to. Las ideas del investigador social, producidas a tra-vs de su experiencia histrica en la produccin delconocimiento, son tan legtimas e importantes comocualquier resultado coyuntural aportado por un di-seo emprico concreto. La mtica del dato empricocon frecuencia oculta y distorsiona aspectos que sololas ideas pueden reflejar.

    Uno de los grandes mritos del marxismo fue com-prender la filosofa en su accin transformadora den-tro de una praxis social, ideal que solo es posible con-cretizar dentro de un socialismo real, capaz de tras-cender las desviaciones burocrticas y economicistasque caracterizaron al socialismo de Europa Oriental.La presencia de la ciencia en la trama poltica y sociales un aspecto esencial del legado marxista que noencontr una expresin definida en el diseo polti-co de los pases de Europa Oriental, a causa de losintereses de los grupos de poder dominantes, encu-biertos por una fraseologa socialista.

    Es precisamente la ciencia una de las expresionesesenciales de la integracin de lo social y la subjetivi-dad en el desarrollo del socialismo.

    En este escenario de la relacin entre la poltica yla ciencia, es curioso cmo muchos autores tratan dedesacreditar al marxismo a travs de la crisis polticadel socialismo europeo. Con ello caen en el mismoerror de muchos apologetas del propio socialismo,quienes siempre se inspiraron en el carcter marxis-ta del mismo. En mi opinin unos y otros cometenun error comn, desprender de forma lineal una prc-tica poltica de un sistema terico, lo cual tiene pordetrs el fantasma del verificacionismo positivista, alpretender validar el marxismo en la expresin polti-ca del socialismo.

    La praxis poltica es inspirada por un conjuntocomplejo y diverso de determinantes, uno de los cua-les puede ser la intencin de sus protagonistas, ex-presada en una definicin terico-ideolgica, comoha sido el caso del socialismo en relacin con el mar-xismo. Sin embargo, la obra de Marx no defini unaconstruccin poltica nica en la que sus principiospudieran hacerse realidad.

    Las implicaciones y consecuencias del marxismopara la organizacin y praxis polticas son diversas ysumamente complejas, por lo que deben relacionar-se con otros determinantes y exigencias de tipo his-

    cialismo europeo y enfrentar con valor el hecho deque dicho modelo no funcion. No se debe identifi-car las complejas causas de ese hecho histrico conlo que pudo ser uno de los elementos de esa trama,pero nunca el esencial: la traicin de hombres con-cretos.

    Las ciencias sociales, en lugar de desempear unpapel apologtico y encubridor de las contradiccio-nes para estar a tono con determinadas expectativaspolticas, deben ser, junto a las instituciones de lademocracia socialista, fuentes permanentes en la de-terminacin y explicacin de las contradicciones delsistema, as como de la elaboracin de posiciones al-ternativas frente a ellas. La democracia y las cienciassociales se interrelacionan profundamente. La expre-sin plena de las ciencias sociales es, en s misma, unindicador importante del funcionamiento de una de-mocracia real, participativa, no electorera.

    Uno de los aspectos que necesariamente debe serrevisado en el diseo poltico del socialismo es el dela relacin partido-ciencias sociales. Las ciencias so-ciales no pueden verse de forma pragmtica, solocomo una va para investigar temas de inters para ladireccin poltica. Esto es legtimo, siempre y cuan-do las ciencias estn preparadas para producir resul-tados que vayan ms all de las apariencias; sin em-bargo, no se pueden agotar solo en esta direccin.

    Ningn problema de investigacin es, por su ca-rcter, ideolgicamente nocivo. Por el contrario, todolo que pretenda revelar aspectos importantes del fun-cionamiento social debe ser estimulado, y no soloaquellos temas donde de forma ms ntida se pue-dan expresar los logros del sistema poltico. Uno delos problemas actuales de nuestro pas es no dispo-ner de una rica base de datos sobre indicadores delfuncionamiento de nuestra sociedad, reportados porlas ciencias sociales, que permitan un seguimientocualitativo del comportamiento de la realidad en dis-tintos momentos de su desarrollo.

    Un dficit importante de las ciencias sociales cu-banas es la ausencia de elaboracin terica de susresultados. Ello impide interpretaciones ricas sobrelos fenmenos que en nuestra sociedad se producen,as como la elaboracin de hiptesis estimulantes aldesarrollo del pensamiento sobre los fenmenos quenos rodean, fuente esencial para un debate que en-cuentre una continuidad productiva y organizada enel tiempo.

    La ciencia es vlida por los resultados que produ-

    El socialismo como proyecto, se define por la calidad que selogre en sus distintos niveles de desempeo humano, tantoindividual, como en las distintas formas y planos de la subje-tividad social.

  • 100 101

    Acerca de lo social y lo subjetivo en el socialismo

    trico, econmico, cultural y subjetivo que permitanavanzar una forma sociopoltica alterna al capitalis-mo a travs de la expresin autntica y espontneade sus verdaderas fuerzas motrices.

    La integracin de lo individual y lo social en for-mas y momentos diferentes dentro de la sociedad esuna condicin esencial para dicho empeo. Esta in-tegracin a la enajenacin entre ambos que se ha pro-ducido a lo largo de todo el desarrollo del capitalis-mo y que se reprodujo por formas diferentes en elsocialismo. Este factor jug, desde mi punto de vista,un papel importante en el derrumbe del sistemasociopoltico que se produjo en dichos pases.

    En el nuestro, a pesar de padecer muchos de losfactores negativos del modelo de socialismo de Euro-pa Oriental, muy influyente durante aos sobre no-sotros, existen tambin mltiples factores que nosdiferencian de aquellos pases, en lo cultural, lo his-trico y en las propias caractersticas de la Revolu-cin cubana, radicalmente diferente, incluso de laRevolucin rusa. El potencial social demostrado porel pueblo cubano ante la situacin lmite que desdeun punto de vista econmico nos ha tocado vivir esexpresin, entre otras cosas, de valores educados alo largo del perodo revolucionario.

    La revitalizacin y continuidad del socialismocomo proyecto alternativo reafirma su vigencia antelas propias contradicciones del capitalismo actual, queha mostrado su incapacidad para mejorar la vida hu-mana, aun cuando haya logrado un desarrollo en elplano econmico y en muchos indicadores socialesen el caso de los pases desarrollados. Sin embargo,la revitalizacin del socialismo no es solo un acto defe o de voluntad poltica, sino un profundo acto deinteligencia humana colectiva que debe sintetizar lomejor de todas las fuerzas sociales comprometidasen este empeo.

    El mejoramiento de los indicadores econmicoses una necesidad impostergable para nuestro pas,

    que mucho tiene que ver con el nivel de motivacinreal que logremos en el productor. Este ha sido unode los puntos dbiles de la organizacin de la pro-piedad estatal en el sector productivo. Sin embargo,como demuestra la historia, el mejoramiento econ-mico no conduce mecnicamente a formas superio-res de vida social.

    El socialismo como alternativa pasa por la necesi-dad de un fortalecimiento permanente de la cultura.Ello implica un aumento de la participacin polticay social de la poblacin, sin la cual la cultura puedeconvertirse en fuente de importantes contradiccio-nes, que pueden llegar a ser profundamente antag-nicas con el desarrollo del sistema, como ocurri enlos pases de Europa del Este.

    El socialismo, como proyecto, se define por la ca-lidad que se logre en sus distintos niveles de desem-peo humano, tanto individual como en las distintasformas y planos de la subjetividad social. Y tendrque ser, ante todo, un proceso sociopoltico estimu-lante del crecimiento permanente de lo humano, don-de sus valores se potencien por las regularidadesesenciales logradas en cada momento constitutivo delproyecto sociopoltico.

    Notas

    1. Vase Fernando Gonzlez Rey, Psicologa social, teora mar-xista y el aporte de Vigotsky, Revista Mexicana de PsicologaSocial, 5(5), 1993; Problemas epistemolgicos de la psicologa ,Mxico, DF: UNAM, 1994.

    2. Jos Ramn Fabelo, El marxismo en los umbrales del sigloXXI, en: El derrumbe del modelo eurosovitico, una visin desdeCuba, La Habana: Editorial Flix Varela, 1994: 10.

    ' , 1995.