09 Los Hombres Sinteticos de Marte

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    Los hombres sintticos de Marte EDGAR RICE BURROUGHS

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    CAPTULO IDONDE EST RAS THAVAS?

    Desde Phundahl, en su extremo occidental, a Toonol, en el este, las Grandes

    Marismas Toonolianas se extienden a travs del moribundo planeta de Marte a lo largo demil doscientos kilmetros, como un sucio, venenoso y gigantesco reptil. Un pascenagoso con estrechos riachuelos que desembocan ocasionalmente con algunasextensiones de agua libre, la mayor parte de las cuales apenas cubren unos pocos acres.Algunas islas rocosas, espordicamente ocultas por una capa de vegetacin selvtica un remanente esqueltico de alguna antigua cadena de montaas rompen la monotona deesta sucesin de pantanos, jungla y agua.

    En el resto de Barsoom se sabe poco de las grandes marismas Toonolianas, dado quetal regin resulta poco atractiva para la exploracin, est infestada de bestias feroces yterrorficos reptiles, la habitan restos de salvajes tribus aborgenes aisladas del mundodesde tiempos inmemoriales, y guardada en sus extremos por los reinos enemigos de

    Fundal y Toonol, constantemente en guerra entre s, y poco propicios a establecerrelaciones con otros pases.En una isla prxima a Toonol, Ras Thavas, el Cerebro Supremo de Marte, haba

    trabajado en su laboratorio durante ms de mil aos, hasta que Vobis Kan, jeddak deToonol, se volvi contra l y le expuls de su hogar insular, rechazando ms tarde a unafuerza de guerreros fundalianos dirigidos por Gor Hajus, el asesino de Toonol, queintentaba reconquistar la isla y reponer a Ras Thavas en su laboratorio bajo la promesa dededicar su saber y habilidades para aliviar los sufrimientos humanos en lugar de prostituirlos, en alocadas empresas de pecado y avaricia.

    Tras la derrota de aquel pequeo ejrcito, Ras Thavas haba desaparecido, y muchosde quienes lo conocieron le haban olvidado ya al darle por muerto, pero haba otros quenunca le podran olvidar. Estaba Valla Da, Princesa de Duhor, cuyo cerebro l habatransferido una vez a la vieja y odiosa Xaxa, jeddara de Fundal, quien deseaba adquirir para su mente el joven y bello cuerpo de aqulla. Estaba Vad Varo, su esposo, en tiempoayudante de Ras Thavas, que haba restaurado cada cerebro al cuerpo al que perteneca.Vad Varo, nacido como Ulises Paxton en los Estados Unidos de Amrica, y oficialmentemuerto por la explosin de una granada alemana en las fangosas trincheras de Francia. Ytambin estaba John Carter, Prncipe de Helium y Seor de la Guerra de Marte, cuyaimaginacin haba quedado intrigada por lo que Vad Varo le contara sobre la maravillosahabilidad del ms grande cientfico y cirujano del mundo1.

    John Carter no haba olvidado a Ras Thavas, y cuando lleg la emergencia en la quela maestra del excelente cirujano quedaba como nica esperanza, tom la determinacinde buscarlo y hallarlo en el caso de que an viviera. Dejah Thoris, su princesa, habaresultado herida gravemente en la colisin accidental entre dos naves ligeras, y estabainconsciente desde haca varios das, con la espina dorsal rota y retorcida, mientras quelos ms hbiles cirujanos de todo Helium haban abandonado toda esperanza de salvarla.Su ciencia tan slo resultaba capaz de mantenerla con vida, sin poder hacer nada ms porella.

    Pero dnde encontrar a Ras Thavas? Tal era la cuestin. Y entonces alguien record

    1 Ver El cerebro supremo de Marte.

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    que Vad Varo haba sido ayudante del gran cirujano. Quizs, si no se poda encontrar almaestro, la habilidad del discpulo bastara para lo que se pretenda. Adems, de entretodos los hombres de Barsoom, Vad Varo era quien mejor poda conocer el paradero deRas Thavas. De manera que John Carter decidi acudir primero a Duhor.

    De entre todas las naves de la flota heliumita seleccion un pequeo crucero ligero,

    que un solo hombre poda pilotar, y que poda alcanzar la velocidad de ochocientoskilmetros por hora, casi el doble de lo que podan alcanzar las naves areas que primeramente haba conocido y conducido a travs de la enrarecida atmsfera marciana.Hubiera deseado ir solo, pero Carthoris, Thuvia y Tara le rogaron que no corriera talriesgo. Finalmente cedi, consintiendo en que lo acompaase uno de los oficiales de suguardia personal, un joven padwar llamado Vor Daj.

    Es a ste a quien debemos el relato de una extraa aventura en el planeta Marte; a l ya Jason Gridley, cuyo descubrimiento, la Onda Gridley, hizo posible que yo recibiera estahistoria desde el receptor que el mismo inventor instalara en Tarzana. Y tambin, desdeluego, a Ulises Paxton, que tradujo el relato al ingls y lo envi por onda Gridley a travsde ochenta millones de kilmetros de espacio vaco.

    Escribo la historia cindome tanto a las palabras de Vor Daj como sea posible sinvulnerar su claridad. Ciertas palabras y modismos resultan intraducibles, en tanto que lasmedidas de tiempo y longitud deben ser transformadas en las usuales en nuestro planeta;y tambin har algunas interpolaciones de mi propia cosecha sobre las que asumo todaresponsabilidad, y cuya identificacin resulta obvia para el lector. Adems de esto hayque contar, indudablemente, con las correcciones que tienen su origen en el propio VadVaro.

    Aclarado esto, cedo la palabra a Vor Daj.

    CAPTULO IILA MISIN DEL SEOR DE LA GUERRA

    Me llamo Vor Daj, y soy padwar de la guardia del Seor de la Guerra. Para losestndares de los terrestres, a quienes creo que va dirigido este relato, yo debera habermuerto de viejo a una edad avanzada, pero aqu, en Barsoom, an se me considera unhombre joven. John Carter me ha contado que si un terrestre alcanza la edad de cien aos,es considerado como un caso de inters pblico por su rareza. Bien, el perodo normal devida de un marciano es de unos mil aos desde que rompe el cascarn de su huevo en elque ha sido incubado durante cinco aos, y del que emerge ya casi maduro fsicamente,listo para ser entrenado y adiestrado casi como un cachorro del reino animal. Y una buena parte de tal entrenamiento se refiere al arte de la guerra, de manera que puede decirse quesalimos del huevo equipados con los correajes y armas del guerrero. Pero creo que esto basta como introduccin; es suficiente que el lector sepa mi nombre y que soy unguerrero cuya vida est dedicada al servicio de John Carter de Marte.

    Naturalmente, me sent muy honrado cuando el Seor de la Guerra me escogi paraque le acompaara en la bsqueda de Ras Thavas, aunque la misin me pareci al principio de naturaleza algo prosaica, sin otra exigencia que estar junto al Seor de laGuerra y servirle a l y a la incomparable Dejah Thoris, su princesa. Qu poco saba yo

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    entonces lo que en realidad me esperaba!Era intencin de John Carter volar primero a Duhor, ciudad situada alrededor de diez

    mil quinientos haads unos siete mil kilmetros al noroeste de las ciudades gemelasde Helium, donde esperaba hallar a Vad Varo, de quien intentara saber el paradero deRas Thavas, el nico hombre que, con la posible excepcin del propio Vad Varo, posea

    los suficientes conocimientos mdicos y habilidad para rescatar a Dejah Thoris del comaen que estaba sumida, y devolverla la salud.Eran las 8:25, las 12,13 a. m. hora terrestre, cuando nuestra frgil y rpida nave

    despeg del campo de aterrizaje situado en la terraza del palacio del Seor de la Guerra.Thuria y Cluros se perseguan en el negro firmamento, creando bajo nosotros infinidad desombras dobles cambiantes, como si una mirada de objetos en constante movimientosurcaran los campos, o como si a nuestros pies se extendiera un mundo lquido conremolinos y olas. Segn me cont John Carter, las noches terrestres resultan muydiferentes, con un solo satlite movindose de forma lenta y decorosa por la bvedaceleste.

    Con nuestro comps direccional dirigido hacia Duhor y nuestros motores funcionando

    con silenciosa perfeccin, no existan problemas de navegacin que ocuparan nuestrotiempo. Excepto en el caso de una improbable emergencia, la nave volara en lnea recta aDuhor, detenindose automticamente ante sus murallas. Nuestro sensible altmetroestaba dispuesto para mantener la nave a una altura de 300 haads (unos 1.000 metros),con un lmite de seguridad de 50 haads (unos 160 metros). En otras palabras, la navevolara normalmente a una altura de 300 haads sobre el nivel del mar, pero en caso de queencontrara en su ruta montaas de una altura superior, un dispositivo la hara pasar a 50haads de las cumbres ms altas. Creo que pueden tener una idea de tal mecanismo si seimagina una cmara fotogrfica de enfoque automtico que pueda ser preparada paracualquier distancia. Cuando uno se aproxima a un objeto hasta estar a menos distanciaque aquella para la que haba sido preparada, la mquina misma corrige su enfoque.Parecido era lo que ocurra con los controles de la nave, y tan sensible es el aparato que puede actuar a la luz de las estrellas igual que durante el da ms luminoso. Solamente lastinieblas totales lo hacan inoperativo, pero incluso en las raras ocasiones en que el cielomarciano est completamente cubierto de nubes, el dispositivo sigue actuando medianteun pequeo rayo de luz dirigido automticamente desde la proa de la nave.

    Confiado en la infalibilidad del campo direccional, quizs relajamos un poco nuestravigilancia, e incluso nos adormilamos los dos al mismo tiempo durante la noche. Notengo ninguna excusa que ofrecer, ni John Carter me pidi cuentas de ello; por elcontrario, admiti que su culpabilidad era superior a la ma. Al menos se auto inculp,diciendo que la responsabilidad era suya por entero.

    En realidad no fue hasta bastante despus de la salida del sol cuando descubrimos quehaba algo equivocado en nuestra posicin. El brillo de la nieve sobre las montaasArtoolianas que rodean Duhor deba ser claramente visible ante nosotros, pero no lo era.Tan solo una vasta extensin de fondos de mares muertos cubiertos por vegetacin ocrediscurra bajo la nave, y en la distancia podan verse algunas colinas bajas.

    Tomamos rpidamente nuestra posicin, tan solo para hallar que nos encontrbamos a4.500 haads al sudeste de Duhor o, ms exactamente, a 150 grados longitud oeste deExum y 15 grados de latitud norte. Esto nos situaba a 2.600 haads al suroeste de Fundal,la ciudad situada en la extremidad occidental de las Grandes Marismas Toonolianas.

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    John Carter inici el examen del comps direccional. Yo saba cunta amargura debahaber en l a causa de aquel retraso en la misin. Otros pudieran haber renegado de sudestino o exteriorizado su disgusto, pero l simplemente dijo:

    La aguja estaba ligeramente desviada, lo suficiente para llevarnos fuera de nuestraruta. Pero quizs haya sido mejor as; los fundalianos posiblemente sabrn ms acerca del

    actual paradero de Ras Thavas que nadie en Duhor. Haba pensado primero en Duhor tansolo por estar seguro de encontrar all una acogida amistosa. Que es ms de lo que podemos esperar en Fundal, si es cierto lo que se dice de sus

    habitantes respond. Pero l neg con un movimiento de cabeza. Sin embargo iremos a Fundal decidi. Despus de todo su jeddak, Dar Tarus,

    es amigo de Vad Varo, de modo que tambin puede ser amigo de los amigos de VadVaro. De todas formas, tan slo si esto no es as, entraremos en la ciudad hacindonos pasar por panthans.

    Ser curioso dije sonriendo, ver llegar a dos panthans a bordo de una nave dela casa del Seor de la Guerra de Barsoom.

    Un panthan es un soldado de fortuna errabundo que alquila sus servicios y su espada

    a quien quiera pagarlos; y la paga corrientemente es baja, porque todo el mundo sabe queun panthan desea en mayor medida luchar que comer, de manera que nadie les pagademasiado. Y adems, cuando se les paga, los panthans suelen gastar el dinero con prodigalidad, por lo que pronto vuelven a encontrarse en la pobreza.

    Ellos no vern nuestra nave replic John Carter. Buscaremos un lugar dondeesconderla antes de llegar, y alcanzaremos caminando las puertas de la ciudad sonrilevemente. S perfectamente cunto les gusta caminar a los oficiales de mis naves, VorDaj.

    De modo que, mientras seguamos volando hacia Fundal, desprendimos los adornos einsignias de nuestros correajes para dejarlos reducidos al cuero desnudo, para que deaquella guisa pudisemos traspasar las puertas como panthans sin trabajo. Sabamos que,aun as, podramos encontrar dificultades para entrar en la ciudad, puesto que losmarcianos sospechan siempre de los extranjeros, y, a veces, los espas se disfrazan de panthans. De todas formas la decisin estaba tomada. Con mi ayuda, John Carter recubrila clara piel de su cuerpo con el pigmento rojo que siempre lleva consigo en sus viajes para el caso de que una emergencia le obligara a hacerse pasar por marciano de la razaroja de Barsoom.

    Al avistar Fundal en el horizonte, pasamos a volar muy bajo, casi rozando el suelo,aprovechando las colinas para hurtarnos de la vista de posibles centinelas apostados enlas murallas; y al llegar a pocos kilmetros de nuestro destino, el Seor de la Guerra hizodescender el navo y aterriz en un pequeo can semioculto por un bosquecillo derboles sompus, entre los cuales lo escondi. Desmontando luego los controles de lanave, los enterramos a poca distancia de la misma, tras tomar nota mental de los rboles yotras particularidades del terreno, a fin de poder encontrar fcilmente el lugar cuandodeseramos poner de nuevo en vuelo el aparato..., si regresbamos. Y despus nosdirigimos a pie hacia Fundal.

    CAPTULO IIILOS GUERREROS INVENCIBLES

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    Poco tiempo despus de que un soldado de fortuna virginiano llamado John Carterllegara por primera vez a Marte, la tribu Thark de marcianos verdes en cuyas manos cayle otorg el nombre de Dotar Sojat; pero en el curso de los aos dicho nombre fue

    olvidado, puesto que tan solo le haban conocido por l algunos de los miembros deaquella raza salvaje durante un breve perodo de tiempo. De manera que el Seor de laGuerra decidi ahora adoptar de nuevo dicho nombre para su aventura. En cuanto al mo, poco poda decir a nadie en aquella parte del mundo; as fue comoDotar Sojat y VorDaj, dos panthans vagabundos, marcharon por las bajas colinas del oeste de Fundal en lamaana barsoomiana. La vegetacin musgosa de color ocre no produca sonido alguno bajo nuestros pies calzados con suaves sandalias; nos movamos tan silenciosamentecomo nuestras propias sombras que el sol naciente proyectaba hacia el oeste. Pjarosmudos de vivos colores nos vigilaban desde las ramas de los rboles skeel y sorapo, tansilenciosos como los insectos que revoloteaban alrededor de las coronas de las flores pimalia y gloresta que crecen profusamente en cada depresin de las colinas que limitan

    los secos mares de Barsoom. Marte es un mundo de silencio, donde incluso las criaturasdotadas de voz retienen sta por temor a atraer sobre sus cabezas un sbito ataque. PuesMarte es igualmente un mundo de muerte.

    Nosotros, los marcianos, abominamos del ruido. Nuestras voces, al igual que nuestramsica, son suaves y apagadas; y an as somos un pueblo de pocas palabras. John Carterme habl en cierta ocasin del estrpito de las ciudades terrestres, de los cobres, tamboresy cmbalos de la msica terrquea, de la constante conversacin sin sentido de millonesde voces, hablando mucho para no decir nada. Creo que todo ello podra conducir a lademencia a cualquier marciano.

    Estbamos todava en las colinas y ni siquiera alcanzbamos a vislumbrar los murosde la ciudad, cuando nuestra atencin se vio atrada por cierto sonido procedente de algnlugar detrs y por encima de nosotros. Nos volvimos simultneamente, y la visin quecaptaron nuestros ojos fue tan asombrosa que llegamos a dudar del buen funcionamientode nuestros sentidos. Alrededor de veinte pjaros gigantescos volaban hacia nosotros, yello era de por s suficientemente extraordinario, puesto que las aves eran fcilmenteidentificables como malagors, una especie que comnmente se consideraba extinguida.Pero, como aadidura a lo increble de la escena, vimos claramente que un guerreromontaba a lomos de cada ave.

    Resultaba evidente que nos haban visto, de forma que no hicimos ningn esfuerzo baldo por ocultarnos. Por un instante las aves volaron alrededor de nosotros, y luegotodas tomaron tierra, formando un crculo casi perfecto cuyo centro ramos nosotros.

    Al aproximarse los pjaros, me llam la atencin un cierto aspecto grotesco en sus jinetes. Haba en ellos algo inhumano, aunque a primera vista parecieran seres semejantesa nosotros mismos. Uno de ellos llevaba una mujer sujeta al lomo de su gran pjaro, perola distancia era an demasiado grande para tener una visin precisa de ella ni, por lamisma razn, de los otros.

    Cinco de los guerreros desmontaron y se dirigieron hacia nosotros. Ahora poda ver loque haba de extrao en su apariencia. Parecan desafortunados bocetos hechos por unmal dibujante, que algn mago incomprensible hubiera dotado de vida; unas verdaderascaricaturas humanas animadas. En ellos no exista la simetra; el brazo izquierdo de uno

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    se vea anormalmente corto, en tanto que el derecho era tan largo que la manocorrespondiente casi se arrastraba por el suelo; dos tercios del rostro de otro estaban porencima de los ojos, en tanto que la proporcin era inversa en el tercio restante. Ojos, narizy boca aparecan antinaturalmente desplazados; y adems eran demasiado grandes odemasiado pequeos para armonizar con las facciones a las que pertenecan.

    Pero exista una excepcin: un guerrero que ahora desmontaba para avanzar tras loscinco que se aproximaban a nosotros. Se trataba en este caso de un hombre normal y bienformado, cuyos correajes y armas eran de excelentes calidad y diseo, el equipo completode un luchador. En sus correajes luca la insignia de un dwar, rango equivalente al decapitn en vuestra organizacin militar terrestre. A una orden suya, los cinco guerrerosadelantados se detuvieron en su avance, y el oficial se dirigi entonces a nosotros.

    Sois fundalianos? pregunt. Somos de Helium respondi John Carter. Al menos, all fue donde estuvimos

    empleados la ltima vez. Como puedes ver, somos panthans. Pues ahora sois mis prisioneros. Arrojad al suelo vuestras armas.Los labios del Seor de la Guerra se distendieron en la ms suave de las sonrisas.

    Ven y qutanoslas dijo en tono de desafo.El otro hizo una mueca. Como queris. Os superamos en nmero en una proporcin de diez a uno. Os

    vamos a apresar de todas formas, pero si os resists podis resultar heridos o muertos. Osaconsejo que os rindis.

    Y yo te aconsejo que os mostris juiciosos y nos dejes continuar nuestro camino,dado que no tenemos nada contra vosotros. Si nos atacis, te aseguro que, en el peor delos casos, no moriramos solos.

    El dwar curv los labios en una inescrutable sonrisa. Como queris replic.Se volvi hacia los cinco guerreros y les orden: Apresadlos!Pero cuando avanzaron, el oficial no los acompao, sino que retrocedi, actitud

    totalmente contraria a la tica que determina la actuacin de los oficiales marcianos.Hubiera debido acompaarles y entrar l mismo en combate, para dar a sus hombres unejemplo de valor.

    Desenvainamos nuestras espadas largas e hicimos frente a las cinco horriblescriaturas, situndonos espalda contra espalda al vernos rodeados. La hoja del Seor de laGuerra comenz a tejer su habitual red de acero ante l, en tanto que yo me esforzaba endefender a mi prncipe y mantener en alto el honor de mi espada. Y no lo haca mal, puesya con anterioridad haba sido definido como gran espadachn por el propio John Carter,que es el mejor de todos.

    Nuestros adversarios no eran enemigos para nosotros. Se mostraban totalmenteincapaces de atravesar nuestras guardias aunque luchaban con un completo desprecio a su propia vida, lanzndose ellos mismos contra las puntas de nuestras espadas y volviendouna y otra vez en busca de ms y ms heridas.

    Pues aqul era el horror del fantstico combate. Una vez y otra vez lograba yoatravesar con mi espada a alguno de mis adversarios, slo para ver cmo ste retrocedahasta que la hoja sala de su cuerpo, y volva luego a atacar como si nada le hubierasucedido. Aquellas criaturas parecan inmunes al dao y al dolor, y tambin al miedo. Mi

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    hoja de acero sesg en cierta ocasin el brazo derecho de uno de nuestros enemigos, a laaltura del hombro; pero mientras uno de sus compaeros se enfrentaba conmigo, el heridose inclin para recoger la espada con la otra mano, apartando a un lado el brazo cortadode un puntapi antes de volver de nuevo al combate.

    Poco despus, John Carter logr decapitar a una de aquellas deformes criaturas, pero

    el cuerpo continu corriendo de un lado para otro, lanzando estocadas y tajos con furiaaparentemente ingobernables, hasta que el dwar orden a varios de los guerreros que anno haban entrado en combate que lo capturaran y desarmaran. Entretanto, la cabezacortada haba rodado por el suelo, haciendo horribles muecas y mirando grotescamenteentre el polvo.

    Aquel fue el primero de nuestros enemigos en quedar permanentemente fuera decombate, y nos sugiri la nica forma de salir victoriosos de la lucha.

    Decaptales, Vor Doj ! me grit el Seor de la Guerra, y mientras hablaba cortla cabeza de otro enemigo.

    Lo que sigui fue espantoso. La cosa continu luchando y, en tanto que la cabezarodaba por tierra haciendo gestos, el cuerpo se lanz instintivamente contra las piernas de

    John Carter, apresndole por las rodillas y hacindole perder el equilibrio.Fue una suerte que yo estuviera atento a lo que suceda, pues otra de las criaturasestuvo a punto de aprovechar la ocasin para traspasar de parte a parte al Seor de laGuerra antes de que pudiera reaccionar. Justo a tiempo pude llegar a su lado y decapitarlimpiamente a aquel ser de un fuerte tajo de mi espada. Aquello nos dejaba slo con dosenemigos, y el dwar se apresur a llamarles a su lado, interrumpiendo el combate.

    Se agruparon todos, y pude ver que el oficial les daba nuevas instrucciones, aunqueno pude or lo que les deca. Al principio pens que renunciaban y se marchaban, puestoque varios de ellos hicieron despegar a sus grandes malagors, pero el dwar ni siquieravolvi a montar en el suyo. Simplemente permaneci de pie, contemplndonos. Aquellosque se haban remontado por los aires volaron alrededor de nosotros, en tanto que ciertonmero de sus compaeros desmontaban y se dirigan hacia nosotros, pero en estaocasin manteniendo las distancias. Las tres cabezas cortadas continuaban en el suelo, y parecan contemplarnos con soma; los cuerpos correspondientes a dos de ellas habansido ya desarmados y atados, y el tercero corra de aqu para all, seguido por dos de suscompaeros, que agitaban unas redes con nimo de atraparle con ellas.

    Yo contemplaba tal espectculo por el rabillo del ojo, puesto que toda mi atencinestaba dedicada a quienes volaban sobre nuestras cabezas, intentando adivinar qu nuevaclase de ataque desencadenaran sobre nosotros; y no tuve mucho que esperar antes deque mi curiosidad quedara satisfecha. Desplegando unas redes que llevaban tras las sillas,y que yo antes haba confundido con parte de su aparejo de vuelo, las hicieron girar sobresus cabezas antes de arrojarlas con gran tino encima de nosotros. Con un sentimiento defutilidad, golpeamos las redes con nuestras espadas y creo que las rasgamos en algunos puntos, pero sin conseguir libramos de ellas.

    Fue entonces cuando los que nos haban rodeado en tierra se precipitaron contranosotros. Luchamos, desde luego, pero ni siquiera la maestra del Seor de la Guerra pudo nada contra las opresivas mallas de las redes y la fuerza bruta de aquellas odiosascriaturas, que nos sobrepasaban grandemente en nmero. Pienso que nos hubieranmatado en aquel mismo momento, pero, a una orden del dwar, se limitaron a amarrarnos.

    Los voladores aterrizaron y se acercaron a nosotros para recuperar sus redes. Las

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    CAPTULO IVEL SECRETO DE LAS MARISMAS

    Colgando en una red, a un costado del malagor en el que yo haba montado, estaba

    una de las cabezas que habamos cortado durante nuestra lucha con los hormads. Me pregunt cul sera la razn para transportar aquel espantoso trofeo, y acab por atribuirloa alguna costumbre o supersticin que requera disponer del cuerpo completo del cado para poder oficiar sus funerales.

    Nuestro viaje areo nos llev por el sur de Fundal, ciudad que nuestro oficial buscabaevidentemente evitar. All abajo poda ver ahora las vastas marismas Toonolianas, hasta perderse de vista en la distancia, un laberinto de riachuelos surcando desoladas cinagasde las que raramente brotaba una isla de terreno slido, con el ocasional contraste, aqu yall, del color oscuro de un bosque o del azul de un pequeo lago.

    Mientras estaba contemplando el panorama que se extenda bajo nosotros, pude oruna voz exclamar en tono de queja.

    Vulveme hacia el otro lado! No puedo ver nada sino el cuerpo emplumado deeste pjaro...La voz pareca proceder de muy cerca. Mirando hacia un costado pude ver que era la

    cabeza cortada de la red quien me haba hablado.En efecto, segn se hallaba situado en la red, su cara apareca mirando al costado del

    ave, y no pareca capaz de volverse o moverse por s mismo. Era una extraa experienciaor a semejante cosa dirigirse a uno en voz alta, y no ocultar que sent un violentoescalofro.

    No puedo darte la vueltale dije. Me es imposible alcanzarte. Y adems...,para qu? Qu diferencia hay en que tusojos estn apuntando hacia un lugar u otro?Ests muerto, y los muertos no pueden ver.

    Y en cambio hablar s, eh? Eres un idiota sin cerebro. No estoy muerto por lasencilla razn de que yo no puedo morir. El principio de la vida es inherente con mi ser,est implantado en cada clula de mis tejidos. Excepto en el caso de que sea totalmentedestruido, por el fuego, por ejemplo, continuar viviendo, y lo que vive, crece, tal es laley de la naturaleza. Quieres darme la vuelta, estpido? Sacude la red o tira de ella,dame la vuelta de una vez.

    Bien, los modales de aquella cosa no eran muy educadas, pero se me ocurri quequizs estuviera yo tambin de un humor irritable si me hubieran cortado la cabeza, demodo que sacud la red hasta que aquel ser pudo tener una visin distinta a la del costadodel malagor.

    Cul es tu nombre? me pregunt. Vor Daj. Me acordar. Necesitars un buen amigo cuando lleguemos a Morbus. Creme que

    me acordar de ti. Gracias dije, aunque dudaba de las ventajas que podra proporcionarme la

    amistad de una cabeza sin cuerpo.Medit tambin si el hecho de haber sacudido la red para que la cosa pudiera ver el

    paisaje podra hacer olvidar el hecho de haberla decapitado, para que de tal forma meofreciera su amistad. Le pregunt por su nombre tan slo por cortesa.

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    Soy Tor-dur-bar replic. El famoso Tor-dur-bar. Eres muy afortunado detenerme por amigo, puesto que soy realmente importante. Ya apreciars este hechocuando lleguemos a Morbus y aprendas a conocer a los hormads.

    Tor-dur-bar significaba cuatro-milln-ocho en el lenguaje de los terrestres. Parecaun nombre extrao, pero ciertamente todo en los hormads lo era.

    El hormad que cabalgaba ante m, haba odo evidentemente toda la conversacin.Volvi a medias la cabeza y dijo en tono despectivo: No hagas caso a Tor-dur-bar; no es sino un presuntuoso. Soy yo el que es

    verdaderamente importante. Si buscas un amigo poderoso, bien, no tienes que ir mslejos. No puedo darte detalles, pues la modestia me lo impide, pero si de veras necesitasun amigo con influencia, aqu tienes a Toe-aytan-ov, once-cien-siete, en vuestra lengua.

    Tor-dur-bar resopl con disgusto. Un presuntuoso, dices? Soy el producto mejor acabado de un milln de cultivos,

    para ser exacto, de ms de un milln. A mi lado, Tee-aytan-ov es poco ms que unexperimento.

    Pues si se me ocurre cortar las ataduras de esa red, t s que sers un experimento

    fallido amenaz Tee-aytan-ov.Tor-dur-bar empez en el acto a gritar. Sytor! Sytor! Crimen, atentado, asesinato!El dwar, que volaba en cabeza de aquel extrao destacamento, hizo dar la vuelta a su

    malagor y se situ a nuestra altura. Qu sucede aqu? pregunt. Tee-aytan-ov me ha amenazado con dejarme caer en las marismas Toonolianas

    Llvame lejos de l, buen Sytor! Pelendoos otra vez, eh? restall Sytor. Si oigo otra discusin entre vosotros,

    iris directamente al incinerador en cuanto lleguemos a Morbus. Tee-aytan-ov, te hagoresponsable de que nada suceda a Tor-dur-bar. Entendido?

    Tee-aytan-ov gru afirmativamente, y Sytor volvi a su puesto. Despus de esto,volamos en silencio, y tuve tiempo para especular sobre el origen de aquellas extraascriaturas en cuyas manos habamos cado.

    El Seor de la Guerra volaba delante de mi malagor, y la muchacha un poco a miizquierda. Miss ojos se desviaban a menudo en su direccin, expresando toda misimpata, pues estaba seguro de que tambin se trataba de una prisionera Qu terribledestino la esperaba? Nuestra situacin era ya bastante mala para un hombre; tan slo poda conjeturar lo terrible que sera para una mujer.

    Los malagors volaban rpido y suavemente; calcul su velocidad en unoscuatrocientos hodas por zode, unos cien kilmetros por hora. Aquellas aves parecanincansables, y volaban hora tras hora, sin dar muestra alguna de fatiga. Tras rodearFundal, habamos continuado hacia el este, y con la tarde ya bastante avanzada avistamosuna ancha isla que surga de las cinagas. Una de las innumerables corrientes menores deagua de la marisma orillaba su lmite septentrional, formando un lago en el que podaverse una pequea ciudad amurallada. Describimos un crculo en tomo a la misma paraaterrizar finalmente ante su puerta principal, que miraba directamente en direccin allago.

    Durante nuestro descenso haba podido observar nmerosas cabaas arracimadasfuera de la ciudad, por lo que pens que all deba vivir una poblacin considerable. Y

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    Prcticamente son todos de una inteligencia extremadamente baja, pero unos pocosdesarrollaron cerebros normales, y de entre ellos, varios se confabularon para apoderarsede la ciudad y de la isla, estableciendo un reino propio. Bajo amenazas de muerte,obligaron a Ras Thavas a continuar produciendo esas criaturas en gran nmero, pues hanconcebido el plan de reunir un ejrcito de varios millones de hormads y conquistar el

    mundo entero. Piensan apoderarse primeramente de Funda] y de Toonol, y despusextenderse gradualmente desde all por toda la superficie del globo. Sorprendente dijo John Carter. Pero creo que esos seres no han considerado

    verdaderamente todas las dificultades de esa empresa. Es inconcebible, por ejemplo, queBarsoom pueda alimentar semejante ejrcito en campaa, y esta isla tan pequea desdeluego no podr nutrir a una concentracin tan grande de tropas.

    En eso ests equivocado replic Gan Hand. La comida para los hormads se produce de idntica manera que ellos mismos; todo se reduce a un diferente tipo decultivo; el tejido animal crece con tal rapidez en esos cultivos que se puede transportar encarros que acompaen al ejrcito, abastecindolo con un incesante flujo de comida.

    Pero es que esperan acaso que esos semihumanos puedan salir victoriosos sobre

    tropas inteligentes y bien entrenadas en el arte de la guerra? pregunt. Creo que s dijo Pandar. Piensa en su mismo nmero abrumador, en su totalfalta de miedo y, sobre todo, en el hecho de que tengan que ser decapitados para ponerlesfuera de combate.

    Y de cuntos guerreros constara ese ejrcito? Hay varios millones de hormads en la isla. Sus cabaas estn diseminadas por toda

    su superficie. Pienso que la isla podra contener un mximo de cien millones de hormads;y Ras Thavas afirma que puede construirlos a un ritmo de dos millones por ao. Un cierto porcentaje de ellos resulta demasiado malformado para ser eficaz, y entonces se lesdevuelve a los cultivos para, con sus tejidos, seguir construyendo ms y ms. Pero lamayora, si no muy eficaces, s que son capaces al menos de sostener un arma.

    La situacin sera realmente seria dijo John Carter, a no ser por un detalle. Qu detalle? pregunt Gan Had. El transporte..., cmo harn para transportar un ejrcito tan enorme? Efectivamente, ese habra sido su mayor problema, pero creo que Ras Thavas lo ha

    resuelto hace poco. Ha estado experimentando durante mucho tiempo con tejidos demalagors en un medio especial de cultivos.

    Si puede producir esos pjaros en suficiente cantidad, el problema del transporteestar resuelto. En cuanto a las naves de guerra que pueda necesitar, piensa que al tomarFundal y Toonol capturarn las suficientes para formar el ncleo de una gran flota, queluego crecera a medida que conquistasen otros reinos y ciudades.

    La conversacin fue interrumpida por la llegada de una pareja de hormadstransportando un recipiente conteniendo tejido animal para nuestra comida de la tarde.Ciertamente, era un alimento de aspecto poco apetitoso.

    El prisionero de Duhor que, segn pareca, haba asumido voluntariamente el oficiode cocinero, encendi un fuego cerca del muro de ocho metros de alto que cerraba elnico lado del patio no limitado por edificios adyacentes. Nuestro alimento no tard enfrerse sobre las llamas.

    Pero yo no poda contemplar aquel tejido sin sentir una oleada de repulsin noobstante estar verdaderamente hambriento; mi mente estaba llena de sospechas relativas a

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    lo que haba odo momentos antes. Me volv hacia Gan Had y le pregunt: No se tratar de tejidos humanos, verdad?El se encogi de hombros. Supongo que no, pero de todas formas esa cuestin carece de importancia para

    nosotros. Debemos comerlo porque es lo nico que nos dan.

    CAPTULO VEL JUICIO DE LOS JEDS

    Janai, la muchacha de Amhor, se sentaba aparte. Su situacin pareca ser pattica, unamujer solitaria encarcelada con siete hombres extraos en una ciudad de odiososenemigos. Nosotros, los hombres rojos de Barsoom, somos una raza caballerosa pornaturaleza, pero los hombres son hombres, y yo no saba nada sobre los cinco quehabamos encontrado all. En tanto que John Carter y yo permaneciramos con ella, poda

    considerarse a salvo; eso lo saba yo, pero ella lo desconoca para su bien.Me acerqu a la muchacha con nimo de entablar conversacin con ella, pero antes deque pudiera decir una sola palabra, la puerta se abri para dejar paso al oficial que noshaba recibido y otros dos ms, junto con varios hormads. Se aproximaron a nosotros, ylos dos oficiales nuevos nos contemplaron detenidamente.

    No es un mal lote dijo uno de ellos.El otro hizo una mueca. Los jeds seleccionarn los mejores de entre ellos, y Ras Thavas dispondr del

    material que quede. Como de costumbre. Pero ellos no quieren a la chica, verdad? pregunt el oficial de guardia, con

    inters. Tenemos rdenes de llevarles a todos los prisioneros replic uno de los otros. Me gustara quedarme con la muchacha para m insisti el primero. Y quin no? pregunt el otro con una sonrisa. Si tuviera la cara de un ulsio

    podras quedarte con ella, pero las caras bonitas van siempre a parar a los jeds, y sta esmucho ms que una cara bonita.

    Janai se aproxim imperceptiblemente a m hasta casi rozarme con la espalda.Movido por un sbito impulso, tom una de sus manos y la apret suavemente; por uninstante correspondi a mi apretn, buscando instintivamente proteccin, pero luego sesolt y se apart un paso de m.

    Tan solo quiero ayudarte le dije. Eres muy gentil, pero nadie puede prestarme ayuda. Esto es mucho ms fcil para

    vosotros, los hombres. Lo peor que pueden hacer con vosotros es mataros.Los odiosos hormads nos rodearon y nos hicieron marchar a travs del cuerpo de

    guardia, y luego, ya fuera del edificio, a lo largo de la avenida. John Carter pregunt auno de los oficiales a dnde nos llevaban.

    Al Consejo de los Siete Jeds replic el oficial. All se determinar vuestrodestino. Quizs alguno de vosotros vaya a parar a los tanques de cultivo; y los msafortunados sern retenidos para entrenar a las tropas, como ocurri conmigo. No es grancosa, pero siempre es mejor que perder la vida.

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    Y qu es ese Consejo de los Siete Jeds? pregunt de nuevo el Seor de laGuerra.

    Ellos son los dueos de Morbus; los siete hormads cuyos cerebros se desarrollaronnormalmente, y arrebataron el control a Ras Thavas. Cada uno de ellos aspiraba al podersupremo, pero como ninguno tena fuerza para conseguir lo que consideraba sus

    derechos, acordaron proclamarse los siete como jeds y gobernar conjuntamente. No nos habamos alejado demasiado de nuestra prisin cuando llegamos ante un granedificio en cuya entrada haba una guardia de hormads mandada por un par de oficiales.Quienes nos escoltaban sostuvieron un breve dilogo con ellos, y despus nos llevaron alinterior del edificio, siguiendo un corredor interminable que nos llev a una gran cmara,a cuya puerta debimos aguardar unos minutos para un ltimo control.

    Cuando la puerta se abri finalmente, pudimos ver a nmerosos hormads y oficialesdistribuidos por una vasta sala; en el extremo ms lejano de la misma se alzaba un estradosobre el que siete hombres de raza roja estaban sentados en sillones lujosamenteesculpidos. Evidentemente deba tratarse de los siete jeds, pero no tenan el aspecto de loshormads que hasta el momento habamos visto. Por el contrario pareca tratarse de

    hombres normales, y aun especialmente bien formados. Nos condujeron al pie del estrado, y quienes estaban sobre el mismo nos examinarondetenidamente, preguntndonos luego lo mismo que el oficial de guardia hiciera cuandoentramos en la prisin. A continuacin discutieron acerca de nosotros como un hombre puede discutir sobre el nmero de calots o thoats que posee. Varios de ellos se mostraronmuy interesados en Janai, y finalmente tres exigieron que les fuese entregada. Sigui unaltercado que desemboc en una votacin acerca de cul de los tres se llevara a lamuchacha; pero, como ninguno alcanz la mayora requerida, decidieron que Janai permanecera retenida algunos das y que si los litigantes seguan sin ponerse de acuerdoal finalizar dicho perodo, la entregaran a Ras Thavas para que enriqueciera con sucuerpo los cultivos de tejido humano. Una vez despachado tal asunto, uno de los jeds sedirigi a los prisioneros varones.

    Cuntos de vosotros aceptis servir como oficiales en nuestras tropas, y continuaras con vida? pregunt.

    Siendo la muerte la nica alternativa, todos nosotros aceptamos.Los jeds asintieron. Ahora vamos a comprobar quines de entre vosotros son aptos para mandar

    nuestros guerreros dijo uno de ellos, y luego, dirigindose al oficial que estaba de pie junto a nosotros. Trae siete de nuestros mejores luchadores.

    Fuimos conducidos a otro lado del saln, donde debimos aguardar. Parece que vamos a luchar dijo John Carter con una sonrisa. Creo que nada podra ser mejor para nosotros le indiqu. Yo tambin lo creo.El Seor de la Guerra se volvi hacia el oficial con el que haba hablado en el camino

    desde la prisin. Crea que los jeds eran hormads dijo. Y lo son. Pues no se parecen a los hormads que he visto hasta ahora. Ras Thavas ha arreglado eso respondi el oficial. Quiz ignores que Ras

    Thavas es el ms grande de los cientficos y cirujanos de Barsoom.

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    He odo hablar mucho de l. Pues todo lo que has odo es cierto. Puede, con toda facilidad, extraer el cerebro de

    un hombre y colocarlo en el crneo de otro hombre. Ha hecho esa operacin cientos deveces. Cuando los siete jeds se hicieron con el poder, seleccionaron siete de los oficialesms fuertes y apuestos, y obligaron a Ras Thavas a transferir sus propios cerebros a los

    crneos de esos hombres. Haban sido criaturas deformes, pero al cambiar de cuerpos seconvirtieron en hombres hermosos. Y qu fue de esos siete oficiales? pregunt. Fueron a parar a los tanques de cultivo o, mejor dicho, lo fueron sus cerebros junto

    con los antiguos de los jeds. Bueno, aqu llegan los luchadores! Dentro de unos minutos puede que algunos de vosotros averigis qu son esos tanques de cultivo.

    De nuevo nos condujeron al centro del saln, y se nos aline frente a siete hormadsenormes.

    Cierto que hasta el momento habamos visto muchas de aquellas criaturas deformes, pero stas que ahora tenamos delante eran, con mucho, las ms repulsivas. Se nos proporcionaron espadas, y un oficial nos dio las ltimas instrucciones. Cada uno de

    nosotros debera luchar con el hormad que tena enfrente, y a aquellos de nosotros quesobreviviramos a la lucha sin ninguna herida seria se nos permitira vivir y servir comooficiales en el ejrcito de Morbus.

    A una orden del oficial las dos lneas avanzaron una contra la otra, y en el instantesiguiente el saln retumb con el choque de acero contra acero.

    Nosotros, los hombres de Helium, estamos considerados como los mejoresespadachines de Barsoom, y de todos ellos ninguno era tan hbil como John Carter; demodo que no tuve duda alguna sobre el resultado del encuentro, al menos en lo que a lse refera. En lo concerniente a m mismo, la criatura que se me enfrentaba dependa tansolo del peso y la fuerza bruta para intentar vencerme, segn la tctica habitual deaquellos seres, en su mayora de muy escasa inteligencia. Evidentemente esperabaromper mi guardia de un solo y terrorfico golpe con su pesada arma, pero yo erademasiado veterano en el manejo de la espada para ser vctima de un mtodo de ataquetan tosco. Detuve el golpe y simultneamente me ech a un lado, con lo que l pastorpemente junto a m. Pude entonces fcilmente atravesarle de parte a parte, pero habaaprendido de mi primer encuentro con los hormads que lo que constituira un golpemortal para un hombre no causara el ms mnimo dao a uno de esos monstruos. Deberacercenarle sus piernas o sus brazos, o mejor an su cabeza si es que quera poner fin a lalucha; as pues, l gozaba de gran ventaja sobre m, aunque felizmente no insuperable.

    Al menos as pensaba yo al comienzo de nuestro enfrentamiento, pero luego comenca dudar de ello. El individuo que me atacaba era mucho mejor espadachn que ninguno delos hormads con quienes me haba enfrentado antes. Como ms tarde pude saber, lascriaturas destinadas a probar a los nuevos oficiales eran seleccionadas por su inteligenciasuperior media, y especialmente entrenadas luego en el arte de la esgrima por losmarcianos rojos que actuaban a las rdenes de los jeds.

    Sin embargo, yo hubiera sido capaz de deshacerme prontamente de mi enemigo sieste hubiera sido un hombre normal, pero lograr decapitarle constitua algo mucho msdifcil de lo que haba imaginado al principio.

    Aadir que nunca en mi vida me haba enfrentado a un antagonista de aspecto tandesagradable; siendo especialmente horrible su cara. Un ojo estaba en el extremo superior

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    del rostro, y pareca el doble de grande que su compaero; la nariz ocupaba el lugar deuna de sus orejas y viceversa, y su boca era una horrorosa grieta de la que sobresalanunos dientes largos y afilados. Todo su aspecto era una clara muestra de inhumanidad.

    Mientras combata con aquel engendro pude lanzar algunas ojeadas ocasionales a losotros combates que se desarrollaban a nuestro alrededor. Vi caer sin vida a uno de los

    fundalianos, y casi simultneamente observ como la cabeza del antagonista de JohnCarter rodaba por el suelo gritando y haciendo muecas, en tanto que el cuerpocorrespondiente empezaba a correr sin rumbo fijo por toda la sala, amenazando con suslocas estocadas a todos los combatientes sin distincin de bando. Un grupo de oficiales yhormads iniciaron su persecucin con redes y cuerdas en un esfuerzo por reducirle, pero,antes de que lo consiguieran, aquella cosa tropez con mi antagonista, hacindole perderel equilibrio y dndome la oportunidad que estaba esperando. Descargu un terrorficotajo que alcanz a mi enemigo justo en la garganta; su cabeza vol por los aires, y huboentonces dos cuerpos decapitados corriendo de aqu para all y agitando ciegamente sus pesadas espadas.

    Los restantes hormads y los oficiales estaban igualmente en movimiento para

    capturarles y, cuando finalmente lo consiguieron, ya todos los combates habanterminado. Otros dos luchadores hormads se retorcan en el suelo, cada uno con una pierna cercenada, obra de Pandar y Gan Had. El hombre de Ptarth y el hombre de Duhorhaban perecido, as como el fundaliano que viera caer al principio. As pues, solamentequedbamos en pie y con vida cuatro de los siete que iniciramos la lucha. Las doscabezas cadas en el suelo continuaban gritando y haciendo gestos, hasta que otroshormads las recogieron y se las llevaron, junto con los dems restos de la pelea.

    De nuevo fuimos llevados ante el estrado del Consejo de los Sietes Jeds, y otra vez senos interrog, aunque ahora con ms consideracin. Acabado este trmite, los jeds parlamentaron en voz baja un minuto entre ellos, y luego el que ocupaba la posicincentral en el estrado se dirigi a nosotros:

    Serviris como oficiales, obedeciendo a vuestros superiores y a toda orden que osllegue de este Consejo dijo. No podris escapar de Morbus, pero si servs lealmentese os permitir vivir. Si os mostris desleales o desobedientes iris a parar a los tanquesde cultivo, y eso ser vuestro fin Se volvi luego hacia John Carter y hacia m.Vosotros, hombres de Helium, seris destinados a la guardia del laboratorio. Vuestrodeber ser impedir que Ras Thavas escape ni sufra dao alguno. Os hemos escogido paraesta tarea por dos razones: sois unos espadachines extraordinarios y, adems, viniendo dela lejana Helium, sois imparciales hacia Toonol y Fundal, y no actuaris sino siguiendovuestro propio inters. A Ras Thavas le gustara escapar o volver a tomar el control deMorbus, mientras que Fundal deseara rescatarlo y Toonol destruirlo. Cualquiera de estosacontecimientos sera fatal para nosotros, puesto que interrumpira para siempre la produccin de hormads. El hombre de Fundal y el hombre de Toonol sern utilizados para entrenar a nuestros nuevos guerreros a medida que vayan saliendo de los tanques. ElConsejo de los Siete Jeds ha hablado, obedecedle! Hizo una sea hacia el oficial quenos haba trado all. Llevaoslo.

    Mir a Janai, y ella me devolvi la mirada y me sonri. Fue una pequea y valientesonrisa, una pattica sonrisa que brotaba de un corazn desesperanzado. A continuacin,nos condujeron fuera de la sala.

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    CAPTULO VI

    RAS THAVAS, EL CEREBRO SUPREMO DE MARTE

    Mientras nos conducan por el corredor hacia la entrada principal del edificio, mimente se ocup en revivir los increbles acontecimientos de aquel da. Aquellas pocashoras haban significado toda una vida para m.

    Haba encontrado aventuras como nunca pude imaginar en mis sueos msfantasiosos. Me haba convertido en oficial del ejrcito de una ciudad cuya existencia noconoca unas pocas horas antes. Y, sobre todo, haba encontrado una extraa muchachade Amhor y, por primera vez en mi vida, me haba enamorado, tan solo para que meapartasen de su lado..., quiz para siempre.

    El amor es ciertamente una cosa extraa. No poda decir cmo, cundo, ni porquhaba llegado, ni explicar nada sobre l. Tan slo saba que amaba a Janai, y que siemprela haba amado, an antes de conocerla. Y probablemente nunca ms volvera a verla. No

    haba tenido ocasin de declararle mi amor, ni siquiera de saber si ste era correspondido.Saba que a partir de entonces todo el resto de mi vida quedara entristecido por el pensamiento de aquel amor y el recuerdo de quien lo haba hecho nacer. Pese a ello, nohubiera renunciado a tal sentimiento aunque hubiera podido hacerlo. S, el amor esciertamente una cosa extraa.

    En la interseccin del pasillo principal con otro secundario, John Carter y yo fuimosdesviados hacia la derecha, mientras que Pandar y Gan Had continuaban en direccin a laentrada principal; antes de separarnos tuvimos tiempo de despedirnos. Es notable cmose forman las grandes amistades en circunstancias de comn infortunio; aquellos hombres procedan de otras ciudades, ambas enemigas de Helium, y sin embargo, a causa de los peligros que habamos debido afrontar juntos, yo senta un afecto amistoso hacia ellos, yno dudaba de que ellos correspondan con igual amistad hacia John Carter y hacia m. Me pregunt si nos volveramos a encontrar.

    Fuimos conducidos por el nuevo pasillo y luego, tras atravesar un gran patio, a otroedificio sobre cuya entrada haba unas lneas de jeroglficos intraducibles para m. No hayen Barsoom dos naciones que tengan el mismo lenguaje escrito, aunque existe unaescritura cientfica comn que es conocida por todos los sabios del planeta. En contrastecon ello, desde luego, el lenguaje hablado es nico para todos los pueblos marcianos,incluso para los salvajes hombres verdes que vagan por los fondos desecados de losantiguos mares. Volviendo a los jeroglficos escritos sobre la puerta, John Carter, queestaba muy versado en lenguajes barsoomianos escritos, me dijo que significaba algo ascomo Edificio Laboratorio.

    Fuimos introducidos en una sala de audiencia de tamao mediano, y el oficial nosdijo que aguardramos mientras l iba a buscar a Ras Thavas, el hombre a quindeberamos vigilar. Aadi que Ras Thavas, en tanto no tratara de escapar, deba sertratado con el mximo respeto. Su libertad habra de ser absoluta dentro del laboratorio y,en cierto modo, tambin tendra autoridad sobre nosotros y si nos llamaba para que leayudramos en cualquier trabajo, deberamos obedecerle. Resultaba evidente que, encierto modo, el Consejo de los Siete Jeds tema a aquel genial cientfico pese a que esteera su prisionero, y que por ello intentaba que su cautividad resultara tan agradable como

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    fuera posible.Confieso que estaba ansioso por conocer a Ras Thavas, de quien tanto haba odo

    hablar. Era conocido como El Cerebro Supremo de Marte y, aunque en ocasiones habautilizado su talento para fines poco limpios, no por ello era menos admirado por su sabery su maestra. Deba tener ms de un milln de aos y tan slo por ste hecho ya vala la

    pena conocerle, pues tal longevidad es inslita en Barsoom. Se supone que nuestro lmitede vida roza los mil aos, pero nuestras costumbres guerreras y la frecuencia delasesinato determina que pocos de nosotros alcancemos tal edad. Deba tratarse de unaverdadera momia viviente, y me extra que fuera capaz de realizar todo el titnicotrabajo de que nos haban hablado.

    Haban transcurrido algunos minutos de espera cuando el oficial volvi acompaado por un hombre joven y muy apuesto, que nos mir con aire altanero y desdeoso, como sifusemos la hez de la humanidad, y l mismo un dios.

    Dos espas ms para que me vigilen dijo en tono de burla. Dos buenos luchadores ms para protegerte, Ras Thavas corrigi el oficial que lo

    acompaaba.

    De modo que aquel hombre era Ras Thavas! No poda dar crdito a mis ojos. Aqulera, sin duda, un hombre ciertamente joven; pues, aunque nosotros los marcianosmostramos poco indicios de vejez hasta el final de nuestras vidas, existen signos obvios eindiscutibles que denotaban la poca edad. Aquel hombre era un joven recin salido de laadolescencia.

    Ras Thavas, si en efecto era l, continuaba escudrindonos. Vi cmo frunca elentrecejo al mirar a John Carter, como si intentara recordar un rostro visto conanterioridad. Sin embargo yo saba que aquellos dos hombres nunca se haban encontradoantes. Qu tendra Ras Thavas en la mente?

    Cmo puedo saber que estos hombres no han venido expresamente a Morbus paraasesinarme? dijo de pronto. Cmo puedo saber que no son enviados de Fundal o deToonol?

    Son de Helium indic el oficial, y entonces vi como el ceo de Ras Thavas seaclaraba como si de pronto su problema hubiera alcanzado solucin. Son dos panthansque iban a Fundal para ofrecer all sus servicios. Ras Thavas hizo un gesto deasentimiento.

    Bueno dijo, los usar para que me ayuden en el trabajo del laboratorio.El oficial lo mir con sorpresa. No sera mejor que te sirvieran como guardianes? sugiri. Podra ser

    peligroso que estuvieras a solas con ellos en el laboratorio... S perfectamente lo que hago gru Ras Thavas. Y no necesito que ningn

    cerebro de quinta categora me diga lo que tengo que hacer..., aunque quizs te hagademasiado honor con lo de quinta categora.

    El oficial se sonroj. Mis rdenes son simplemente traer estos hombres ante ti dijo. El modo en que

    los utilices no me concierne en absoluto. Simplemente he querido ponerte en guardia. Pues sigue exactamente las rdenes que se te han dado, y mtete en tus propios

    asuntos. S cuidar perfectamente de m mismo.El tono de voz de Ras Thavas era tan mordaz como sus palabras, y tuve la impresin

    de que bamos a trabajar para una persona especialmente desagradable.

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    El oficial se encogi de hombros, dio una rpida orden a los guerreros hormads que loacompaaban, y abandon la cmara junto a ellos. Ras Thavas se dirigi entonces anosotros.

    Venid conmigo dijo. Nos condujo a otra pequea sala, con las paredes totalmente cubiertas de estanteras

    repletas de libros y manuscritos. Haba un escritorio cubierto de papeles y cuadernos denotas; Ras Thavas se sent ante l, indicndonos que hiciramos otro tanto en un bancocercano.

    Cules son vuestros nombres? pregunt. Me llamo Dotar Sojat le respondi John Carter. Y ste es Vor Daj. Conoces bien a Vor Daj, y le tienes por un hombre digno de confianza? le

    pregunt Ras Thavas.Era una extraa pregunta, puesto que el cirujano no nos conoca a ninguno de los dos. Conozco a Vor Daj desde hace aos indic el Seor de la Guerra, y puedo

    testimoniar su lealtad y su inteligencia, as como su habilidad y valenta como guerrero. Muy bien asinti Ras Thavas. Entonces puedo fiarme de los dos.

    Pero cmo confas tan ciegamente en mi palabra? Despus de todo acabamos deconocernos dijo John Carter con un cierto acento burln. Ras Thavas sonriampliamente.

    La integridad de John Carter, prncipe de Helium y Seor de la Guerra de Barsoom,es proverbial en todo el mundo dijo.

    Lo miramos con sorpresa. Qu te hace pensar que yo soy John Carter? pregunt el Seor de la Guerra.

    Me consta que nunca lo has visto. En la cmara de audiencia me di cuenta de que no eras verdaderamente un

    marciano de raza roja. Pude observar que el pigmento con el que te has teido la piel sehaba desprendido en algunos puntos. Bien, slo hay dos habitantes de Jasoom en todoMarte. Uno de ellos es Vad Varo, cuyo nombre terrestre es Paxton, pero a ese le conozco bien por haberme servido de asistente en mi antiguo laboratorio de Toonol. De hecho fuel quien, debidamente entrenado por m, alcanz el grado de habilidad suficiente paratransferir mi viejo cerebro a este cuerpo joven que veis. T no eres Paxton, y como elotro jasoomiano es John Carter, opino que la deduccin es simple.

    Tus sospechas son bien fundadas, y tu razonamiento impecable dijo el Seor dela Guerra. Soy John Carter, en efecto, y te lo hubiera dicho yo mismo si no lo hubierasdescubierto, pues precisamente iba en tu busca cuando fuimos capturados por loshormads.

    Y qu puede querer de Ras Thavas el Seor de la Guerra de Barsoom? preguntel gran cirujano.

    Mi princesa, Dejah Thoris, result gravemente herida en la colisin entre dosaeronaves, y lleva muchos das inconsciente. Los mejores cirujanos de Helium sonimpotentes para ayudarla. Busco a Ras Thavas para implorar su ayuda a fin de devolverlela salud.

    Y has encontrado a Ras Thavas como prisionero en una remota isla de las GrandesMarismas Toonolianas..., un compaero tuyo de cautividad.

    Pero te he encontrado. Y qu provecho puede haber en ello para ti o para tu princesa? pregunt el

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    Cerebro Supremo de Marte. . Vendras conmigo y ayudaras a mi princesa si pudieras hacerlo? inquiri a su

    vez John Carter. Desde luego. Promet a Vad Varo y a Dar Tarus, jeddak de Fundal, que dedicara

    mis habilidades y conocimientos a aliviar los sufrimientos y males de la humanidad.

    Entonces encontraremos un camino le respondi John Carter. Nos fugaremos.Ras Thavas agit la cabeza con pesimismo. Eso es fcil de decir, pero imposible de hacer. Nadie puede escapar de Morbus. Siempre habr una forma insisti el Seor de la Guerra. Opino que las

    dificultades para escapar de la isla no deben de ser insuperables. Es la travesa de lasGrandes Marismas Toonolianas lo que me preocupa.

    Ras Thavas neg nuevamente con la cabeza. Nunca podremos ni tan siquiera salir de la isla. Hay patrullas por doquier, y

    tambin demasiados espas e informadores por todas partes. Muchos de los oficiales que parecen ser marcianos rojos, son en realidad hormads cuyos cerebros me han obligado atransplantar a los cuerpos de hombres normales. Ni siquiera yo s quines son, puesto que

    todas las operaciones fueron llevadas a cabo en presencia del Consejo de los Siete Jeds, ycon los rostros de los hombres rojos cuidadosamente enmascarados. Las mentes dealgunos de esos siete jeds son ciertamente astutas. Pretenden introducir cerca de malgunos espas, y si pudiera ver los rostros de esos marcianos rojos su plan no seraefectivo. Ahora no puedo saber quines de los oficiales que me rodean son hormads yquines hombres normales..., excepto en dos casos. Estoy seguro de John Carter porquenunca he transplantado un cerebro hormad al cuerpo de piel blanca de un jasoomiano; yJohn Carter te avala a ti, Vor Daj. A excepcin de vosotros dos no puedo fiarme de nadie, por muy amistoso que parezca. Adems...

    Aqu fue interrumpido por un verdadero pandemonio que estall de pronto en algnotro lugar del edificio. Pareca una espantosa mezcla de aullidos, lamentos, ronquidos ygruidos, como si una horda de bestias salvajes hubieran sido alcanzada por la locura.

    Venid dijo Ras Thavas. Los monstruos estn naciendo, y puede que menecesiten.

    CAPTULO VIILA CREACIN DE LA VIDA

    Ras Thavas nos condujo a una enorme sala donde se desarrollaba un espectculocomo probablemente no pudiera contemplarse en ninguna otra parte del universo. En elcentro haba un inmenso tanque de alrededor de metro y medio de alto, del que brotabaincesantemente una espantosa horda de monstruos, ms all de toda capacidad deimaginacin humana. Circunvalando el tanque haba un gran nmero de hormads con susoficiales, que se abalanzaban sobre aquellas horribles criaturas y las reducan y ataban,despedazndolas si eran deformes y arrojando sus fragmentos de nuevo al tanque. De estemodo, destruan casi la mitad; pavorosas caricaturas de vida que no eran ni bestias nihombres. Algunas aparecan simplemente como una gran masa de materia viviente, dedonde a veces surga un solo ojo o una sola mano. Otras se haban desarrollado con

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    brazos y piernas traspuestos, y as intentaban caminar torpemente con la cabeza entre las piernas. Los rganos de otras muchas estaban grotescamente desplazados; nariz, orejas,ojos y bocas aparecan repartidos indiscriminadamente sobre la superficie de su torso ysus miembros.

    Todos stos eran destruidos; slo quienes se presentaban con dos brazos y dos piernas

    ms o menos en sus lugares, y los rganos faciales situados en la cabeza, eran respetados.La nariz poda muy bien estar situada bajo una oreja, y la boca entre las cejas, pero sitales rganos tenan apariencia de poder funcionar, la cosa no pareca importar.

    Ras Thavas contempl el atroz espectculo con evidente orgullo. Qu piensas de ellos? pregunt al Seor de la Guerra. Que son horribles replic sinceramente John Carter. Ras Thavas pareci un tanto

    herido en su orgullo. Bueno, todava no he logrado alcanzar la belleza admiti. Y debo admitir que

    ni siquiera la simetra, pero todo llegar. He creado seres humanos, y algn da lograr lacreacin del hombre perfecto, una nueva raza de superhombres que dominaranBarroom..., bellos, inteligentes, inmortales...

    Y mientras tanto esas horribles criaturas que salen de ah se extendern por elmundo y lo conquistarn. Qu lugar quedar entonces para tus superhombres, RasThavas? Has creado un monstruo de Frankenstein que te destruir no slo a ti sinotambin a toda la civilizacin del mundo. No has pensado en las consecuencias de lo quehas hecho?

    S, lo he pensado reconoci el cirujano. No entiendo a qu monstruo terefieres, pero s lo que quieres decir. Piensa, sin embargo, que el plan es de los siete jeds,no mo. Yo me propona tan slo crear un pequeo ejrcito para conquistar Toonol y poder as volver a mi otra isla, a mi antiguo laboratorio...

    El estrpito de la sala haba ido elevndose hasta el punto de hacer imposible todaconversacin. Cabezas aullantes rodaban por el suelo, mientras que los guerreroshormads arrastraban hacia fuera a los seres recin creados que juzgaban aptos para vivir,y otros guerreros entraban en la sala para cubrir sus puestos. Oleadas de hormadsemergan constantemente del tanque de cultivo, que bulla de vida como un gigantescocaldero de brujas. Pens en aquella misma escena multiplicada en otras cien cmarassimilares repartidas por la ciudad de Morbus, con hordas de nuevos monstruos saliendoconstantemente fuera de los muros para ser entrenados por oficiales o por iguales suyosms inteligentes. Me sent contento cuando Ras Thavas sugiri que furamos ainspeccionar otras fases de su trabajo, alejndonos as de aquella verdadera cmara dehorrores.

    Pasamos a la llamada cmara de reconstruccin, donde las cabezas cortadasdesarrollaban nuevos cuerpos, y los cuerpos decapitados otras cabezas. Hormads quehaban perdido brazos o piernas reciban all tambin nuevos miembros, que les crecanen los burbujeantes tanques en los que eran sumergidos. Algunas veces estas actividadesresultaban fallidas, y poda ocurrir que una pierna surgiera de la garganta de una cabezacortada, en lugar del cuerpo entero que se pretenda. Un caso as poda verse en un rincnde la cmara, y la cabeza no pareca nada satisfecha con la situacin, de la que parecaculpar a Ras Thavas.

    Qu piensas que haga ahora, con slo una cabeza y una pierna? le pregunt.Y te llamas a ti mismo el Cerebro Supremo de Marte! Puaff! En realidad tienes menos

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    sesos que un sorak, ese bicho con seis patas, un cuerpo y casi sin cabeza. Qu vas ahacer ahora conmigo? Vamos, me gustara saberlo...

    Bueno dijo Ras Thavas, dubitativo, podra cortarte en dos pedazos y arrojarlosde nuevo al tanque de cultivo.

    No, no! chill la cabeza en tono de voz muy distinto. Djame vivir! Crtame

    esta maldita pierna y djame probar suerte otra vez en el tanque de regeneracin. Puedeque ahora me crezca un cuerpo... De acuerdo acept Ras Thavas. Maana lo har. Cmo puede aferrarse tanto a la vida una cosa as? pregunt cuando hubimos

    dejado atrs a la criatura. Es una caracterstica de los seres vivos, independientemente de su forma replic

    Ras Thavas. Incluso esas pobres monstruosidades asexuadas, cuyo slo placer es la dedevorar tejido crudo, desean continuar viviendo. Ni siquiera suean en la existencia desentimientos tales como el amor o la amistad, ni tienen recursos espirituales ni mentalesque les permitan gozar de satisfacciones ni de alegras, y sin embargo se aferran a la vida,a la nica vida que conocen...

    Ahora que hablas de amistad... le interrump. La cabeza de Tor-dur-bar medijo que no olvidara el hecho de que era mi amigo. En efecto, conocen esa palabra contest Ras Thavas, pero estoy seguro de que

    no tienen idea de sus implicaciones. Una de las primeras cosas que aprenden es aobedecer, y quizs quisiera decir que deseaba obedecerte o servirte a ti. Puede que ahoramismo te haya olvidado por completo; algunos de ellos carecen prcticamente dememoria. Todas sus reacciones son mecnicas; responden a estmulos repetidos,aprenden a nadar, a luchar, a ir, a venir, a detenerse... En realidad hacen lo que ven hacera sus compaeros. Bueno! De todas formas sera una buena idea ir a ver a Tor-dur-bar, ycomprobar si se acuerda de ti. Puede ser un experimento interesante.

    Pasamos a otra cmara donde el trabajo de reconstruccin orgnica pareca msavanzado, y Ras Thavas hizo una pregunta al oficial encargado. El hombre nos condujo alotro extremo de la sala, junto a un ancho tanque donde nmerosos cuerpos desarrollaban brazos, piernas y cabezas; y varias cabezas esperaban que les crecieran nuevos cuerpos.

    No habamos hecho ms que acercarnos al tanque, cuando una de las cabezas mesalud:

    Kaor, Vor Daj!Se trataba del mismo Cuatromillnocho al que buscaba. Kaor, Tor-dur-bar! le contest. Me alegro de verte de nuevo. No olvides que soy tu nico amigo en Morbus dijo. Dentro de poco tendr un

    cuerpo nuevo, y entonces estar listo para ayudarte en todo lo que necesites. Es un hormad de una inteligencia inusitada murmur Ras Thavas, har bien en

    no perderlo de vista. Para un cerebro como el mo, deberamos buscar un cuerpo fuerte y bien hecho, y

    transplantarme a l solicit Tor-dur-bar. Me gustara uno que se pareciera al de VorDaj o al de su amigo.

    Ya veremos dijo Ras Thavas, y a continuacin se apoy en el borde del tanque ycuchiche en direccin a la cabeza. No quiero or nada ms sobre el asunto,simplemente confa en m.

    Cunto tardar en crecer el nuevo cuerpo de Tor-dur-bar? pregunt John Carter

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    cuando nos alejamos del tanque. Nueve das, pero puede ser que el cuerpo sea deforme o intil, y entonces deber

    volver a empezar desde cero. He conseguido mucho, pero todava no soy capaz decontrolar al cien por cien el crecimiento de cuerpos o de otras partes orgnicas.Ordinariamente toda cabeza de hormad dar origen a un cuerpo, pero puede ser un cuerpo

    malformado o mutilado, o en ocasiones slo parte de un cuerpo, e incluso otra cabeza.Ah, algn da ser capaz de controlarlo todo, algn da ser capaz de crear sereshumanos perfectos!

    Si existe verdaderamente un Dios Todopoderoso, podra sentirse ofendido por esausurpacin de sus prerrogativas hizo notar, con una sonrisa, el Seor de la Guerra.

    El origen de la vida es un oscuro misterio dijo Ras Thavas. Hay quien lo dacomo resultado de un accidente, mientras otros prefieren sugerir que es debido a la accinde un Ser Supremo. Creo que los cientficos de tu Tierra natal creen que toda la vida deese planeta ha evolucionado a partir de una baja forma de vida llamada ameba, unamicroscpica masa de protoplasma dotada de ncleo, sin el menor rudimento de cons-ciencia ni vida mental. Pienso que un creador omnipotente hubiera empezado por crear,

    en primer lugar, la forma ms elevada concebible..., una criatura perfecta. Y sin embargo,en ninguno de nuestros mundos existen seres perfectos, ni que siquiera se aproximen a la perfeccin.

    Ahora bien, en Marte tenemos otra teora sobre la creacin y la evolucin. Creemosque diversas substancias del planeta se combinaron qumicamente hasta formar unaespora, la base de la vida vegetal. De esa espora, tras infinitas edades, creci y floreci elrbol de la Vida, posiblemente en el centro del Valle de Dor, hace millones de aos. Elfruto del rbol fue evolucionando lentamente, pasando de forma de vida vegetal a unacombinacin de planta y animal. En los primeros estadios de existencia del rbol, susfrutos desarrollaron el poder de la accin muscular independiente, mientras permanecansujetos a la planta materna, y ms tarde un cerebro se desarroll en cada fruto, de maneraque, mientras colgaban de un largo pndulo, comenzaron a pensar y a moverse comoindividuos. Ms tarde, con el desarrollo de la percepcin, a esos cerebros les lleg el donde la comparacin. Los primeros juicios fueron desarrollados y comparados, y de estaforma la razn y sus poderes llegaron por primera vez a Barsoom.

    Pasaron las eras. El rbol de la Vida cre y desech muchas formas de vida, perotodas ellas seguan colgando de sus ramas por pednculos de longitudes varias.Finalmente, en la parte superior de los frutos, se fueron poco a poco desarrollando pequeos hombres planta como aquellos que, en estatura mucho mayor, pueblan hoy enda el Valle del Dor. Pero entonces colgaban de las ramas del rbol, sujetos a l por los pednculos que les brotaban de la parte superior de sus cabezas.

    Los frutos que los primitivos hombres plantas mantenan as colgados de las ramasdel rbol de la Vida, eran semejantes a gruesas nueces de un cuarto de metro dedimetro, divididos por un doble tabique interior en cuatro secciones. En la primera deellas estaba el hombre planta, en la segunda un gusano de seis patas, en la tercera elantepasado del mono blanco, y en la cuarta el primer hombre. Cuando el fruto se des- prendi, el hombre planta continu colgado por su pednculo, pero las otras tressecciones se separaron al caer al suelo, y los esfuerzos que sus aprisionados ocupanteshacan por escapar los enviaron saltando en todas direcciones.

    Con el tiempo, segn se dice, esas criaturas prisioneras se fueron extendiendo por

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    preguntas, respuestas y reacciones de los jeds, el inicio de un plan naci en mi mente. Si pudiera hacer que mi amigo Tor-dur-bar fuera elegido para la guardia de uno de los jeds,sin duda, a travs de l, podra tener noticias sobre Janai. No poda saber entonces de qudiferente modo habra de desarrollarse dicho plan, ni la fantstica forma en que finalmen-te se llevara a efecto.

    Mientras todos permanecamos an en la cmara del Consejo, irrumpieron en ella ungrupo de guerreros hormads llevando con ellos un prisionero, un gigantesco hombre rojode aspecto fanfarrn, con el cuerpo marcado por diversas cicatrices de guerrero, y cuyorostro burln y paso altivo y arrogante mostraban un desafo deliberado hacia suscaptores y hacia los siete jeds. Era un hombre muy fuerte, y pese a los esfuerzos dequienes le llevaban, les arrastr materialmente hasta el mismo pie del estrado, lugardonde finalmente consiguieron detenerle.

    Quin es ese hombre? pregunt uno de los jeds. Soy Gantur Gur, el Asesino de Amhor replic el mismo cautivo con fuerte

    vozarrn. Devolvedme mi espada, apestosos ulsios, y os mostrar lo que un verdaderohombre de armas puede hacer con esas monstruosidades deformes que os sirven, y

    tambin con vosotros mismos. Me han capturado con redes, y eso no es forma decente deapresar a un guerrero. Silencio! orden el jed, plido de rabia por haber sido comparado con una rata,

    que tal es el ulsio en Barsoom. Silencio? grit Gantun Gur. Por mi primer antepasado, que todava tiene que

    nacer quien obligue a callar a Gantun Gur! Baja aqu, asqueroso gusano, intenta hacermecallar si puedes...

    Llevadle fuera de aqu ahora mismo! estall el jed. Entregdselo a RasThavas y decidle que le quite el cerebro y que lo queme. Con el cuerpo puede hacer loque le parezca bien.

    Gantun Gur luch como un demonio, derribando hormads a derecha e izquierda, ynicamente pudieron dominarlo haciendo de nuevo uso de las redes. Slo despus de questas lo sujetasen, vomitando juramentos e insultos, pudo el Asesino de Amhor serarrastrado fuera de la sala, en direccin al laboratorio.

    Zanjado el incidente, los jeds tardaron poco en finalizar la seleccin de los hormads.Separados los escogidos para las guardias, condujimos el resto fuera de la cmara delConsejo, donde otros oficiales les recibieron para asignarles aquellas tareas que parecieran convenientes para ellos. A continuacin regres con los dems oficiales aledificio, sin haber tenido ocasin de ver a Janai ni de saber nada sobre ella. Me sentaterriblemente defraudado y desesperado.

    Encontr a Ras Thavas en su pequeo estudio privado. Junto a l estaba John Carter yun hormad relativamente bien formado, que estaba de espalda a la puerta cuando yo entr por ella. Pero en cuanto oy mi voz, el hormad se volvi y me llam por mi nombre; setrataba de Tor-dur-bar, cuyo cuerpo haba ya crecido.

    Y no poda decirse que fuera un mal cuerpo. Un brazo era ligeramente ms largo queel otro, el torso estaba fuera de proporcin con las cortas piernas, y tena seis dedos en un pie y un pulgar extra en la mano izquierda; pero no dejaba de ser un bello espcimen parael baremo de un hormad.

    Bueno, aqu me tienes otra vez completo! exclam, con una amplia sonrisa partiendo en dos su horrible rostro. Qu te parezco?

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    Estoy encantado de que seas mi amigo dije. Creo que ese nuevo cuerpo tuyodebe ser muy fuerte; parece esplndidamente musculado.

    Y realmente lo es. Me hubiera gustado, sin embargo, tener un cuerpo como eltuyodijo Tor-dur-bar. Precisamente estaba hablando ahora mismo con Ras Thavassobre el particular, y me haba prometido drmelo en cuanto le fuera posible. No tu

    mismo cuerpo, desde luego, sino uno similar.Instantneamente me acord de Gantun Gur, el Asesino de Amhor, y de la condenaque haba sido pronunciada por los jeds contra l.

    Pienso que hay un buen cuerpo a tu disposicin en el laboratorio dije, y resaltla historia de Gantun Gur. Ahora todo depende de Ras Thavas; el jed dijo que podashacer con el cuerpo lo que te pareciera ms oportuno.

    Bueno, echar un vistazo a ese cuerpo dijo el Cerebro Supremo de Marte, y abrila marcha hacia la sala donde las nuevas vctimas aguardaban sus decisiones.

    Encontramos a Gantun Gur cuidadosamente atado y vigilado por una escolta desoldados. Cuando nos acercamos a l comenz a vociferar e injuriar, insultndonosindiscriminadamente a los tres; pareca estar en disposicin especialmente mala. Ras

    Thavas le contempl en silencio por un instante, y luego despidi a los oficiales yguerreros que le guardaban. Nos ocuparemos de l dijo. Informad al Consejo de los Siete Jeds que su

    cerebro ser incinerado, y su cuerpo dedicado a un buen uso.Ante esto, Gantun Gur estall en tales vociferaciones que pens si no se habra vuelto

    loco, y probablemente as era. Sus dientes rechinaban, y su boca echaba espumarajos,mientras diriga a Ras Thavas los ms terribles insultos.

    El cirujano se volvi hacia Tor-dur-bar. Puedes transportarle? le pregunt.Por toda respuesta, el hormad cogi al furioso hombre rojo tan fcilmente como si

    careciera de peso, y se lo ech a la espalda. Decididamente, el nuevo cuerpo de Tor-dur- bar no careca de fuerza.

    Ras Thavas nos condujo a su estudio privado y luego, a travs de una pequea puerta,hasta una sala que yo no haba visto nunca antes. Haba all dos mesas separadas unoscentmetros entre s, y cuyas superficies estaban hechas de slida y brillante ersita pulimentada. En uno de los extremos de las mesas haba un estante con cuatro recipientesde vidrio, dos de ellos vacos y los otros dos llenos de un lquido claro e incoloro parecido al agua. Debajo de cada mesa haba un pequeo motor, y podan verse tambin por doquier nmerosos instrumentos de ciruga cuidadosamente alineados, variosrecipientes conteniendo lquidos coloreados, y toda la parafernalia propia de un hospital oun laboratorio, sobre cuyo uso, siendo yo un simple guerrero, poco poda conocer.

    Ras Thavas orden a Tor-dur-bar que depositara su carga humana sobre una de lasmesas.

    Y tindete t mismo en la otra le dijo. Vas a hacerlo realmente? se regocij el hormad. Vas a darme ese magnfico

    cuerpo y esa hermosa cara? Bueno, yo no lo definira como particularmente hermoso respondi Ras Thavas

    con una suave sonrisa. Oh, el cuerpo y la cara son maravillosos! exclam Tor-dur-bar: Ser tu

    esclavo para siempre si haces eso por m.

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    Aunque Gantun Gur estaba fuertemente atado, el cirujano hizo que John Carter y yomismo lo sujetramos fuertemente, mientras l practicaba dos incisiones en su cuerpo, la primera en una gran vena y la otra en una arteria. Aplic luego a dichas incisiones sendostubos, el primero conectado con un recipiente de cristal vaco, y el segundo con otro llenode aquel lquido incoloro. Una vez hecho esto, puso en funcionamiento el motor situado

    bajo la mesa, y la sangre de Gantun Gur fue bombeada al recipiente vaco, al tiempo queel contenido del otro pasaba a su sistema circulatorio. Desde luego el Asesino de Amhor perdi el conocimiento apenas puesto en marcha el motor, y confieso que no pude evitarun suspiro de alivio al dejar de or sus insultos y maldiciones. Cuando toda su sangreestuvo reemplazada por el lquido incoloro, Ras Thavas retir los tubos y cerr lasincisiones hechas en su cuerpo con apsitos de material adhesivo; luego se volvi haciaTor-dur-bar.

    En verdad quieres ser un hombre rojo? le pregunt. Quiero probar replic el hormad.Ras Thavas repiti en l la operacin que antes llevara a cabo con Gantun Gur; roci

    luego ambos cuerpos con una poderoso antisptico, y a continuacin hizo otro tanto

    consigo mismo, prestando especial atencin a la desinfeccin de sus manos. Actoseguido, seleccion un afilado cuchillo de entre los instrumentos quirrgicos, y con lcort hbilmente el cuero cabelludo de los dos seres, siguiendo una lnea alrededor de lascabezas.

    Una vez efectuados tales preparativos, inici la operacin propiamente dicha cortandocon toda precisin la parte superior de ambos crneos con una pequea sierra circularacoplada en el extremo de un largo mango, siguiendo la misma lnea en la que anteshaba cortado el cuero cabelludo.

    Lo que presenciamos a continuacin fue una larga y maravillosa muestra de habilidadquirrgica. Al cabo de cuatro horas, haba transplantado el cerebro de Tor-dur-bar a lacavidad craneal del que haba sido el Asesino de Amhor, conectando cuidadosamentetodos los nervios y ganglios, y vuelto a colocar la tapa craneal. Esta ltima fue sujeta conun material adhesivo que no solamente era antisptico y cicatrizante, sino tambinlocalmente anestsico.

    Ras Thavas recalent por ltimo la sangre que haba quitado del cuerpo de GantunGur, aadi unas gotas de una solucin qumica, y la bombe de nuevo a las venas yarterias de donde haba salido, extrayendo al hacerlo el lquido incoloro sustitutivo. Paraterminar, le administr una inyeccin hipodrmica.

    Dentro de una hora dijo, Tor-dur-bar volver a la vida dentro de un nuevocuerpo.

    Fue mientras contemplaba aquella increble operacin cuando un loco plan se insinuen mi mente, un plan que poda permitirme ayudar a Janai o, por lo menos, averiguar lasuerte que haba corrido. Me dirig hacia Ras Thavas.

    Podras devolver el cerebro de Gantun Gur a su cabeza, si lo desearas? le pregunt.

    Desde luego. O ponerla dentro del crneo vaco de Tor-dur-bar? Ciertamente. Y cunto tiempo puede conservarse un cuerpo privado de cerebro? El lquido que me habis visto inyectar en el sistema circulatorio en este cuerpo es

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    capaz de conservarlo indefinidamente. Pero dnde quieres ir a parar con esas preguntas? Quiero que transfieras mi cerebro al antiguo cuerpo de Tor-dur-bar dije

    llanamente. Te has vuelto loco? pregunt John Carter. No. Bueno, quiz un poco, si es que el amor es una especie de locura. Como

    hormad podr ser enviado al Consejo de los Siete Jeds, y quiz elegido para servir a unode ellos. Estoy casi seguro de ser elegido porque s las respuestas que debo dar a sus preguntas. Una vez en el palacio tendr oportunidad de descubrir lo que ha ocurrido aJanai, incluso quiz de rescatarla. Cuando vuelva aqu, triunfante o fracasado, Ras Thavas podr devolver mi cerebro a mi cuerpo. Hars eso por m, Ras Thavas?

    El cirujano, desconcertado, dirigi una mirada interrogativa a John Carter. No tengo ningn derecho a hacer objeciones dijo el Seor de la Guerra. El

    cerebro y el cuerpo de Vor Daj son de su exclusiva pertenencia. Muy bien decidi Ras Thavas \Aydame a sacar de su mesa al nuevo Tor-dur-

    bar, y luego tmbate sobre `ella, Vor Daj.

    CAPTULO IXDE HOMBRE A HORMAD

    Cuando recuper el sentido, la primera imagen que vieron mis ojos fue la de mi propio cuerpo sobre la vecina mesa, a escasos centmetros de m. Es ciertamente unaespantosa experiencia poder contemplar el cadver de uno mismo; pero cuando pudeincorporarme y echar una ojeada a mi nuevo cuerpo, la cosa fue todava peor.Ciertamente me haba ya imaginado anticipadamente lo desagradable que podra serconvertirse en un normad de cuerpo mal formado y rostro odioso, pero ahora sent unescalofro al reconocer mi nuevo cuerpo con las manos. Y si algo le ocurra a RasThavas? Aquel pensamiento me dejo completamente baado de sudor.

    John Carter y el propio cirujano estaban junto a m, contemplndome con inters. Como te sientes? pregunt el segundo. No tienes muy buen aspecto.Con toda franqueza le cont la idea que se me haba ocurrido. l se limit a encogerse

    de hombros. Bueno, sera una mala cosa para ti dijo, pero hay otro hombre que

    probablemente sera entonces el nico en poder solucionar tu problema, en el caso de queyo desapareciera. Sin embargo no creo que pudiera entrar en Morbus, al menos mientraslos hormads manden aqu.

    Y quin es ese hombre? pregunt. Vad Varo, actualmente Prncipe de Duhor. Su verdadero nombre es Ulysses Paxton

    de Jasoom, y fue asistente mo en mi laboratorio de Toonol. Fue precisamente l quientransplant mi cerebro a este cuerpo joven que poseo ahora.

    Pero no debes preocuparte. He vivido durante mil aos, y los hormads me necesitan. No hay razn para que no viva otros mil aos con este cuerpo, y cuando el plazo vayaacercndose a su trmino tendr ocasin de sobra para entrenar otro asistente para que metransfiera a un nuevo cuerpo. Me propongo, por si no lo sabes, vivir eternamente.

    Espero que as sea dije.

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    Justamente en aquel momento descubr el cuerpo del Asesino de Amhon tumbado anen el suelo.

    Qu le ha ocurrido a Tor-dur-bar? pregunt. Es posible que yo hayadespertado antes que l?

    Le he mantenido bajo anestesia dijo Ras Thavas. John Carter y yo hemos

    decidido que lo mejor es que nadie, fuera de nosotros tres, sepa que tu cerebro ha sidotransplantado al cuerpo de un hormad. Tenis mucha razn asent. Dejemos que todo el mundo crea que soy un

    verdadero hormad. Llevaremos a Tor-dur-bar a mi estudio, y all volver a la vida. Pero cuando ello

    suceda, t debers estar fuera de su vista. Ve al laboratorio y ayuda a los nuevos hormadsa salir de los tanques. Di al oficial que yo te envo.

    Pero si Tor-dur-bar me ve casualmente ms tarde, reconocer su antiguo cuerpo. No lo creo. No ha visto su rostro lo suficiente como para que le sea excesivamente

    familiar; apenas hay espejos en Morbus. Y en cuanto al cuerpo, recuerda que tambin para l era de muy reciente adquisicin, de modo que no lo reconocer tampoco. Si lo

    hace... en fin, ya veremos lo que hacemos.Los siguientes das no fueron muy agradables para m. Era un hormad. Me codeabacon otros hormads, y me alimentaba con comida de hormads, aquel odioso tejido animalcrudo. Ras Thavas me proporcion un arma y con ella hube de desmembrar aquellashorribles caricaturas de humanidad que brotaban de sus abominables tanques y erandemasiado mal formadas para ser utilizadas como guerreros.

    Un da me encontr con Teo-aytan-ov, con quien haba volado en el malagor que metrajo a Morbus. Para mi disgusto, reconoci al punto mi nuevo rostro y se dirigi haciam.

    Kaor, Tor-dur-bar! me salud. Veo que tienes un nuevo cuerpo. Sabes loque ha sido de mi amigo Vor Daj?

    Lo ignoro dije. Quizs haya ido a parar a los tanques. Precisamente recuerdoque me hablo de ti la ultima vez que nos vimos, antes de que perdiera su pista, deseabaque t y yo furamos amigos.

    Bueno por qu no? asinti Tao-aytan-ov. Por m parte creo que es una excelente idea dije, puesto que necesitaba todos los

    amigos que pudiera conseguir. A qu te dedicas ahora? Soy miembro de la guardia personal del Tercer Jed me contesto con orgullo.

    Habitualmente vivo en el palacio. Eso est muy bien, lije. Supongo que estars enterado de todo lo que ocurre

    all. Bueno, todos llevamos una vida muy agradable. A veces pienso cunto me gustara

    ser uno de los jeds. Aunque solo fuera por tener un cuerpo como los suyos... Yo me preguntaba qu habra sido de la muchacha que llevamos al palacio junto

    con nuestro amigo Vor Daj aventur. Qu muchacha? Creo que se llamaba Janai o algo por el estilo.Ah, s, Janai! Todava est all. Dos de los jeds la quieren para ellos, pero los otros

    no quieren drsela. Han efectuado ya varias votaciones sobre ese particular, y nunca hanllegado a un acuerdo. Yo creo que todos ellos la quieren para s. Despus de todo, es la

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    mujer ms hermosa que hemos capturado en mucho tiempo. As que, de momento, est a salvo no? pregunt. Depende de lo que t consideras estar a salvo. En mi opinin lo estara ms si fuera

    conseguida por alguno de los jeds que la desean. Tendra todo lo que quisiera, y noestara constantemente en peligro de ser arrojada a los tanques de Ras Thavas Pero por

    qu te interesas tanto por ella? su rostro se deform en una desagradable sonrisa.Quizs es que la quieres para ti?Sin duda se hubiera sorprendido de haber sabido hasta qu punto haba acertado en lo

    que consideraba una broma grosera. Y cmo te va a ti en tu calidad de miembro de la guardia de un jed? Me

    apresur a cambiar de conversacin. Pues muy bien. Te tratan estupendamente, tienes comida en abundancia y un sitio

    limpio donde dormir, y no creas que se trabaja demasiado, adems tienes libertad casiabsoluta. Si lo deseara, podra pasearme por toda la isla de Morbus, con excepcin de losaposentos privados de los jeds, en tanto que a ti te est prohibido abandonar ellaboratorio.Toc una medalla que colgaba de su cuello. Ah la tienes, sta es la insignia

    que me da tanta libertad; significa que estoy al servicio del Tercer Jed. Nadie searriesgara a interponerse en mi camino, soy una persona muy importante. Ah, Tor-dur- bar, qu triste debe sentirse quien tan slo sea un trozo de tejido animal andante y parlante, como t!

    Es muy agradable tener un amigo tan importante dije, ignorando su arrogancia . Especialmente uno capaz de ayudarme en lo que pueda...

    Ayudarte en qu forma? pregunt. Bueno, s que los jeds estn continuamente buscando buenos guerreros para

    sustituir a lo que son desmembrados en las luchas. Si yo fuera elegido para la guardia delTercer Jed, juntos podramos hacer grandes cosas. De modo que, en el caso de que me presentaras ante el consejo para ser examinado, podras decir alguna palabrita cuando pregunten si alguien me conoce.

    Durante un minuto Tee-aytan-ov me examin con ojos crticos. Y por qu no? dijo finalmente. Pareces muy fuerte, y a veces, cuando los

    miembros de dos guardias luchan entre s, es conveniente tener al lado un amigo dotadode fuerza. S, te ayudar en lo que pueda. Algunas veces el jed nos pregunta siconocemos entre nuestros antiguos compaeros algn guerrero hbil y fuerte que ademssea inteligente y, si se da el caso, le llaman para examinarle. Desde luego yo noasegurara que tienes mucha inteligencia, pero creo que seras admitido por ser tan fuerte.Tienes idea de hasta que punto lo eres?

    No pude responderle con exactitud. Saba que deba ser bastante fuerte por lafacilidad con que cargaba los cuerpos, pero de todas formas respond:

    Realmente no lo s. Podras levantarme en alto? pregunt. Como puedes ver, soy una persona

    bastante pesada. Puedo intentarlo acced.Lo agarr fuertemente y lo separ del suelo con gran facilidad. En realidad casi me

    pareci que careca de peso, de modo que se me ocurri comprobar si poda levantarle por encima de mi cabeza. Y tuve un xito mayor de lo que l o yo esperbamos, ya quesu cuerpo fue proyectado por los aires casi hasta el techo de la sala, y apenas si tuvo

  • 8/10/2019 09 Los Hombres Sinteticos de Marte

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    tiempo de recogerlo de nuevo cuando caa a plomo.Apenas se vio seguro sobre sus pies, me contemplo con asombro. Eres la persona ms fuerte de