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1 La Dictadura de Primo de Rivera. 1923 - 1930 I .- Introducción La dictadura de Primo de Rivera comienza en septiembre de 1923 y termina en ene- ro del 30 al nombrar Alfonso XIII un sustituto al dictador. La llegada al poder de Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, marqués de Estella y Capitán General de Cataluña en 1923 se produce mediante un golpe de Estado “blando” (no hubo derramamiento de sangre) al poner este militar al Rey en la disyuntiva de nombrarle jefe de gobierno con poderes absolutos (dictador) o poco menos que la guerra en España. Contó con el apoyo del ejército, de amplios sectores de la sociedad civil, con algunos políticos (aunque luego se desmarcaron) y, quizá, con el de Alfonso XIII que, a tenor de lo sucedido, parecía que estaba esperando que algún militar llevara a cabo una acción de este tipo para solucionar todos los problemas de su reinado (de todas formas, este supuesto se basa en las apariencias, en declaraciones de políticos de la oposición, en la creencia popular de que la monarquía fue la causante de todas las desgracias ocurridas en España, etc.; no hay un sólo documento y se han buscado hasta la saciedadque demuestre esta afirmación). El nombramiento de Primo de Rivera como jefe de gobierno no supuso ni la abdica- ción del rey, ni su exilio, pues, como se ha dicho antes, Alfonso XIII asumió la intentona militar. Nos encontramos con una situación política casi idéntica a la de Italia con Mus- solini: Alfonso XIII es el jefe del Estado y Primo de Rivera el jefe de gobierno, aunque en la práctica era el que mandaba en España, de ahí el nombre de dictador y dictadura. Las causas que explican esta situación, es decir, la primera intervención directa del ejército en la política durante el siglo XX, hay que buscarlas en los conocidos problemas del reinado de Alfonso XIII: los más importantes para Primo de Rivera eran tres: la guerra de Marruecos que era una sangría continua y no acababa, la gravísima situación social que se vivía: huelgas, cierres patronales, atenta- dos anarquistas, manifestaciones, nacimiento del Partido Comunista (1920), inestabilidad laboral, etc. la corrupción total del sistema del turnismo unida a la ineficacia, casi inepti- tud, de los políticos profesionales. En definitiva, si recordáis los presupuestos del regeneracionismo, Primo de Rivera se presentaba para muchos como el cirujano de hierro que necesitaba España para volver las cosas, todas, a su situación normal. Por ello recibió el apoyo de muchos, tanto milita- res como civiles, que vieron en él la solución para España y una luz de esperanza en medio del caos de los años 20 (el trienio bolchevique). II.- El Directorio militar 1923 - 1925 Una vez presentada la dimisión por el gobierno liberal, el rey nombró a Primo de Rivera jefe del gobierno. Primo no formó un gobierno en el sentido que damos a esta palabra, sino un Directo- rio constituido, exclusivamente, por militares (de ahí lo de Directorio militar); fue el

1 La Dictadura de Primo de Rivera

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La Dictadura de Primo de Rivera. 1923 - 1930

I .- Introducción

La dictadura de Primo de Rivera comienza en septiembre de 1923 y termina en ene-

ro del 30 al nombrar Alfonso XIII un sustituto al dictador.

La llegada al poder de Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, marqués de Estella y

Capitán General de Cataluña en 1923 se produce mediante un golpe de Estado “blando”

(no hubo derramamiento de sangre) al poner este militar al Rey en la disyuntiva de

nombrarle jefe de gobierno con poderes absolutos (dictador) o poco menos que la guerra

en España. Contó con el apoyo del ejército, de amplios sectores de la sociedad civil, con

algunos políticos (aunque luego se desmarcaron) y, quizá, con el de Alfonso XIII que, a

tenor de lo sucedido, parecía que estaba esperando que algún militar llevara a cabo una

acción de este tipo para solucionar todos los problemas de su reinado (de todas formas,

este supuesto se basa en las apariencias, en declaraciones de políticos de la oposición, en

la creencia popular de que la monarquía fue la causante de todas las desgracias ocurridas

en España, etc.; no hay un sólo documento —y se han buscado hasta la saciedad— que

demuestre esta afirmación).

El nombramiento de Primo de Rivera como jefe de gobierno no supuso ni la abdica-

ción del rey, ni su exilio, pues, como se ha dicho antes, Alfonso XIII asumió la intentona

militar. Nos encontramos con una situación política casi idéntica a la de Italia con Mus-

solini: Alfonso XIII es el jefe del Estado y Primo de Rivera el jefe de gobierno, aunque

en la práctica era el que mandaba en España, de ahí el nombre de dictador y dictadura.

Las causas que explican esta situación, es decir, la primera intervención directa del

ejército en la política durante el siglo XX, hay que buscarlas en los conocidos problemas

del reinado de Alfonso XIII: los más importantes para Primo de Rivera eran tres:

la guerra de Marruecos que era una sangría continua y no acababa,

la gravísima situación social que se vivía: huelgas, cierres patronales, atenta-

dos anarquistas, manifestaciones, nacimiento del Partido Comunista (1920),

inestabilidad laboral, etc.

la corrupción total del sistema del turnismo unida a la ineficacia, casi inepti-

tud, de los políticos profesionales.

En definitiva, si recordáis los presupuestos del regeneracionismo, Primo de Rivera se

presentaba para muchos como el cirujano de hierro que necesitaba España para volver

las cosas, todas, a su situación normal. Por ello recibió el apoyo de muchos, tanto milita-

res como civiles, que vieron en él la solución para España y una luz de esperanza en

medio del caos de los años 20 (el trienio bolchevique).

II.- El Directorio militar 1923 - 1925

Una vez presentada la dimisión por el gobierno liberal, el rey nombró a Primo de

Rivera jefe del gobierno.

Primo no formó un gobierno en el sentido que damos a esta palabra, sino un Directo-

rio constituido, exclusivamente, por militares (de ahí lo de Directorio militar); fue el

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primer gobierno exclusivamente militar de la historia de España. Su programa de go-

bierno estaba muy claro: actuar de forma contundente para solucionar el caos de España:

Medidas tomadas

1. Caos político

se clausuraron las sedes de los partidos políticos

se sustituyen los gobernadores civiles por gobernadores militares

se comienza la lucha para deshacer el caciquismo(descuajar, es la palabra que

empleaban)

Se disolvieron todos los ayuntamientos y diputaciones provinciales y

sus miembros fueron sustituidos por los mayores contribuyentes y per-

sonas más votadas en anteriores elecciones.

Los gobernadores de cada provincia llevaron a cabo una labor de in-

vestigación en los pequeños municipios para detectar las irregularida-

des y casos de inmoralidad política. En algunos casos consta que hubo

militares que sustituyeron a los antiguos políticos corruptos emplean-

do las mismas artimañas.

Creación de los delegados gubernativos que investigaban los casos de

caciquismo; entraron en enfrentamientos con las autoridades judiciales

que no aprobaban que ni ellos ni el dictador se saltaran las leyes a la

torera, lo que provocó un enfrentamiento de la Dictadura con el Poder

Judicial.

Se funda la Unión Patriótica, “partido político” a la medida del régi-

men (1924). Era un partido ni de derechas, ni de izquierdas, ni de cen-

tro, ni monárquico, ni republicano. Abogaba por una nueva constitu-

ción, con una sola cámara y que dicha constitución se aprobara me-

diante un plebiscito. No llegó a ser un partido único porque, aunque

con limitaciones, hubo más y porque no tuvo en absoluto voluntad de

monopolio (según relatan quienes vivieron en aquella época, la U.P.

no tuvo éxito, y las buenas gentes se lo tomaron a guasa)

2. Caos social

se suspendió la Constitución; según otros solamente se suspendieron las ga-

rantías constitucionales; el hecho es que las Cortes no se reunieron.

se proclamó la Ley Marcial

se acabaron los asaltos a los bancos, fenómeno a la orden del día, aplicando la

ley arriba mencionada

se creó el somatén integrado por honrados y leales ciudadanos a los que se

concedía armas para mantener el orden público y evitar cualquier desafuero.

Este cuerpo, de origen catalán, se extendió a toda España

aplicación de la tristemente famosa ley de fugas (todo preso que se intentara

fugar - especialmente anarquistas - era tiroteado por la policía que le custo-

diaba; como comprenderéis, al principio alguno lo intentó, pero al ver los re-

sultados los intentos de fuga se acabaron).

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3. Caos obrero (movimiento obrero)

no se prohibieron los sindicatos al considerar que los obreros debían ser “los

primeros colaboradores de la reconstrucción de España”.

Se procuró evitar el paro, cosa difícil en momentos de crisis económica( se-

cuelas del fin de la I G.M., irrupción de EE.UU. en la economía europea),

y de evitar el descenso del poder adquisitivo de los salarios (política de man-

tenimiento de los precios de productos básicos)

hubo que esperar algunos años hasta que se llevó a cabo una política realmen-

te efectiva.

Creación del Consejo de Economía Nacional - 1924 -; el socialismo se

negó a participar en él.

4. Caos regionalista

se propuso una ley de administración local y otra de administración provincial

que venían a establecer un triple equilibrio entre el municipio, el territorio, y

el Estado.

Se “olvidó” la Ley de Mancomunidades (de la autonomía de la región como

tal)

se protegió de forma descarada el empleo del castellano como lengua, prohi-

biéndose el catalán en los actos oficiales

en marzo del 25 se publica el Estatuto Provincial y se produce la ruptura entre

la Dictadura y el presidente de la Mancomunidad. El Estatuto tenía un carác-

ter bastante restrictivo en los que respecta a la constitución de las regiones

hasta el punto de hacerla inviable. Ante las protestas de los catalanes

la Lliga vio clausuradas algunas de sus entidades, cerrado su diario, y deteni-

dos, por poco tiempo, algunos de sus miembros

se prohibió al catalanismo cualquier tipo de propaganda; incluso se intentó

presiona a la Iglesia para que los sermones no fueran en catalán

en resumen y conclusión, los catalanes que habían puesto muchas esperanzas

en Primo, le retiraron su apoyo, y Cambó, que tardó en reaccionar ante los

sucesos se vio desbordado por Maciá y su Estat Catalá que comenzó a tomar

fuerza creciente.

En otras regiones, se produjeron desacuerdos similares, lo que llevó a una

profundización en sus culturas y tradiciones autóctonas - Valencia, Galicia,

Andalucía - lo que dará lugar, andando el tiempo, al nacimiento de partidos

como la ORGA

4. Caos militar. Marruecos.

Solucionar la guerra de Marruecos fue un objetivo irrenunciable de la Dicta-

dura (debe pensarse que varios miembros directos de la familia del dictador

protagonizaron actos heroicos allí, y además no se podía permitir que, des-

pués de tanta sangre y dinero, además quedara por tierra el prestigio del Ejér-

cito de Tierra; la Armada, desde Cuba, estaba casi para el arrastre).

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Antes de llegar al poder se había mostrado partidario del abandono de la gue-

rra, ya que era consciente de la impopularidad del conflicto, pero tras su nom-

bramiento decidió continuar con la guerra para no enfrentarse a los militares

continuistas.

Sus primeras gestiones fueron para lograr una solución negociada con Abd el

Krim, el líder rifeño, ofreciéndole la autonomía y unas fuerzas militares pro-

pias, pero lo único que consiguió fue irritar a los militares africanistas, mien-

tras que los rifeños se extendían hacia la zona Oeste del protectorado.

A partir del 24 las negociaciones se hicieron imposibles, por lo que se produjo

un cambio radical en la política marroquí, y se pensó en la solución de la reti-

rada a las fronteras del año 18 manteniéndose en ellas con menos militares y,

lógicamente, con un coste menor. Pero la presión militar de Abd-el-Krim

llevó a que Primo asumiera personalmente el Alto Comisariado en Marruecos

y, tras restablecer la disciplina entre la oficialidad, se ordenó la retirada desde

Xauen. Hubo numerosas bajas, pero se evitó una masacre ya que los rifeños

se situaron a una distancia de 10 Km de la capital del Protectorado, contaban

con un ejército de 100.000 hombres y 200 cañones apresados a los españoles

además del respaldo de la III Internacional o Internacional Comunista que los

consideraba como ejemplo de luchadores anticolonialistas.

En abril de 1925 los rifeños decidieron atacar el Protectorado francés causan-

do graves pérdidas económicas y de vidas humanas.

Este hecho, supuso el principio del fin del líder rifeño y de la guerra: Francia

y España entablaron conversaciones tendentes a realizar una operación militar

conjunta que acabara de una vez por todas con el peligro y la insumisión de

las kabilas.

El 8 de septiembre de 1925 se produjo el desembarco de Alhucemas, una

operación casi exclusivamente española que constituyó un éxito rotundo y que

sólo costó 16 bajas. Fue la primera operación militar de la Historia en la que

actuaron conjuntamente los tres ejércitos Tierra, Mar y Aire, que dio cobertu-

ra a los combatientes. La cabeza del desembarco la llevó la Legión o Tercio

de Extranjeros, fundado por Millán Astray años antes; Francisco Franco,

estaba al mando de ella en aquel momento (cuéntase, a saber si es cierto, que

había mucho miedo a la reacción de los legionarios ya que desde los barcos a

la playa había que nadar un trecho y la mayoría no sabían; el problema se so-

lucionó en el instante preciso cuando se oyó el hispánico grito de ¡maricón el

último!; se ignora quién fue el último porque desembarcaron todos y estable-

cieron la cabeza de puente en la playa de Alhucemas. En el libro Historia de

una Bandera escrito por Franco narrando los primeros años de la Legión, no

se alude para nada a si se gritó o no la mencionada frase). Con este desembar-

co por sorpresa se pudo atacar al enemigo por la retaguardia y se logró dividir

en dos la zona dominada por los rifeños.

A finales de 1926 tuvieron lugar los últimos combates importantes, y se pro-

dujo la rendición de Abd-el-Krim a los franceses pues temía por su vida si ca-

ía en manos españolas y, la verdad, no le faltaba razón.

Así acabó una guerra y don Miguel Primo de Rivera alcanzó una cota de po-

pularidad increíble.

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III .- El Directorio Civil - 1925 (3 de diciembre) - 1930 (28 de enero)

Una vez solucionado el problema de Marruecos, se empezó a pensar en la posible

vuelta a la normalidad y Primo de Rivera constituyó lo que se ha dado en llamar el Di-

rectorio civil ya que de él formaban parte una mayoría de civiles. La idea que se tenía

era que estuviera en el poder un tiempo prudencial, el suficiente para, sin convocar elec-

ciones y manteniendo la censura existente, se “regenerara” el país y se volviera a la

normalidad.

Junto con el general Martínez Anido, ministro de Gobernación, entre otros ocupa-

ron puestos relevantes: José Calvo Sotelo, encargado de Hacienda, Eduardo Aunós,

ministro de Trabajo, Rafael Benjumea, conde de Guadalhorce, ingeniero de elevado

prestigio (acordaos de la frase de Costa “gobernar es regar”) al frente de la cartera de

Fomento. Excepto Martínez Anido todos fueron civiles.

El intento de este gobierno, que así fue llamado muchas veces, fue la creación de un

“Estado Nuevo” basado en las grandes propuestas del regeneracionismo. El problema

fundamental fue que Primo no recibió el apoyo de los intelectuales, más bien su despre-

cio (recuérdese la deportación de Unamuno, por ejemplo) y quienes colaboraron con él

fueron excelentes administradores que, aliados a una coyuntura económica favorable,

llevaron a España por caminos de una prosperidad nunca imaginada. Pero fracasaron en

la construcción de ese “estado”; supieron hacer política para “hoy” no para “mañana” y

menos para “pasado mañana”.

1 . Aspectos políticos

Aproximadamente unos seis meses después de constituido el nuevo gobierno, se

anunció el propósito de convocar una Asamblea Consultiva, que tendría como mi-

sión encaminar al país hacia la legalidad y elaboraría una nueva constitución.

La oposición a la Dictadura: republicanos, conservadores, liberales, militares, etc

estaba muy desorganizada pero el 24 de junio del 26 se alzan en la llamada “San-

juanada” a consecuencia de la que fueron detenidos y multados militares prestigio-

sos como Weyler, políticos como el conde de Romanones - Álvaro de Figueroa -, o

republicanos como Melquíades Álvarez

En septiembre del 26 se convoca una especie de plebiscito para demostrar la ad-

hesión a su régimen, y por ende a sus propuestas y gobierno. Aquello pareció una

broma: había que firmar en unos pliegos y se acabó. ¿Para qué se hizo? Para que la

oposición viera el apoyo del dictador y porque éste de vez en cuando, como cualquier

persona, necesitaba justificar los porqués de sus actos (son famosas las “notas oficio-

sas” escritas por la noche y publicadas en la prensa de España; os podéis encontrar de

todo: desde loas a la lactancia materna, explicaciones de los beneficios del agua para

los campos, hasta encendidos elogios a la mujer española, madre, esposa, hija y her-

mana, de los muertos en Marruecos - me pregunto por qué las cuñadas, tías, primas,

sobrinas, suegras, y demás féminas de la parentela no eran mencionadas -)

Se paraliza el nuevo proyecto de constitución, así como la Asamblea Consultiva, ante

la reticencia del rey y de numerosos políticos que veían lo que era aquello: una nueva

violación de la Constitución del 76. Fijaos bien que lo que Primo quería era una

asamblea consultiva, es decir una cámara a la que podía, si quería, consultar, no

un poder legislativo.

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En septiembre de 1927 se reúne por fin la Asamblea Consultiva; sus miembros pro-

cedían de la Unión Patriótica y , en uso del incipiente principio corporativo, de las

más diversas fuerzas vivas: municipios, diputaciones provinciales, representaciones

de: cada cuerpo de funcionarios, de los intereses económicos, de las organizaciones

obreras, de ¡las mujeres! (las primeras “parlamentarias” por que aquello no era un

“parlamento”), de la magistratura, de la Iglesia, del Ejército, de asociaciones cultura-

les, etc. Bien, si os dais cuenta, nada de elecciones generales; aquello fue una repre-

sentación de todos los estamentos socio-políticos de España (recuerda mucho a las

Cortes de Franco y al régimen de Mussolini ya que están basados en el mismo princi-

pio: nada de democracia, representación corporativa).

Bien, y qué es el corporativismo. Pues es un sistema de concentración económico-

social basado en el acuerdo de las distintas fuerzas productivas organizadas en confe-

deraciones, en orden a su debida armonización. ¿Se entiende? No, claro, pero es

clarísimo son sindicatos verticales en los que se integran todos los trabajadores de

un determinado campo: los funcionarios, los de la construcción, los agricultores, los

ganaderos, los de la sanidad, etc, desde el último peón hasta el director general o mi-

nistro, o general, o lo que sea. Así nunca hay huelgas, ni conflictos salariales, ni de

horarios, ni discriminaciones, ni nada de nada. Se parecen a los gremios de la Edad

Media, pero parece que se copiaron del sistema corporativo fascista; en la época de

Franco a este invento se le llamó Organización Sindical. El corporativismo tiene un

aspecto político: de su seno salen los representantes de las distintas profesiones, y

otro económico social que se verá en su momento.

Hubo una colaboración del PSOE con el gobierno hecho que, periódicamente, se en-

cargaba Primo de recordar. De hecho, consideraba que el PSOE era el único partido

honesto de la etapa anterior (no le faltaba razón). De todas formas, en el seno del

PSOE hubo corrientes contrarias a la colaboración con el gobierno - los republicanos

de Prieto, o los humanistas de Fernando de los Ríos -, pero esta colaboración el parti-

do siempre la vio como conveniente para mejorar la situación de los obreros y

además consideraban que aquello era algo transitorio hasta la desaparición de la Dic-

tadura; era más útil colaborar con Primo en lo que se pudiera, que oponerse a él.

2 . Aspectos sociales (movimiento obrero)

la tranquilidad social fue la nota dominante durante los años de la Dictadura.

Esto no quiere decir que no hubiera oposición al régimen: políticos, intelec-

tuales, obreros, que manifestaban su rechazo con huelgas (pocas, pero hubo),

artículos, actitudes, etc.

Aumentó el número de estudiantes y ¡estudiantas! universitarias; causas: la

mejora en la situación económica, la preocupación por adquirir más y mejor

educación, el acceso de la mujer al mundo laboral

El corporativismo en materia social estuvo en manos del ministro de Trabajo

Eduardo Aunós(el Estado toma medidas para mejorar la situación de los más

débiles, desprotegidos o necesitados):

promulgación del Código de Trabajo (1926)

fundación del Instituto de Reformas Sociales

creación de escuelas para trabajadores, disminuyendo así la tasa de

analfabetismo. También se construyeron Institutos de Enseñanza Me-

dia (25) y los estudiantes de Magisterio aumentaron notablemente:

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había puestos de trabajo, niños para educar y mejores sueldos - los

maestros ya no se morían de hambre -.

construcción de viviendas populares: Plan Nacional de Casas Baratas;

eran (y son porque muchas se conservan) viviendas unifamiliares y en

zonas ajardinadas, eso sí, en el extrarradio, pero hoy están en medio de

Madrid.

protección a los emigrantes

fundación de los comités paritarios, las comisiones mixtas provin-

ciales y los consejos de corporación - órgano superior de cada oficio

-. En cada escalón existía el mismo número de representantes de obre-

ros y empresarios. El presidente de cada corporación era nombrado por

el gobierno.

se criticó que UGT, en concreto Largo Caballero, colaborara con el

sistema, pero si no lo hacen, los sindicatos católicos, con muy poca re-

presentación, hubieran sido la única organización obrera presente, ya

que CNT estaba en la semicladestinidad.

Se consiguió la estabilidad en el empleo

se extendió el sistema de seguridad social

a partir del 27 las críticas del PSOE y UGT fueron crecientes y en el congreso

del 28 venció la línea anticolaboracionista con el gobierno y las instituciones

dictatoriales

la CNT estuvo en la semiclandestinidad desde septiembre del 23. Desapareció

el periódico Solidaridad Obrera ( ¡la Soli, ha salido la Soli!)

la actitud represiva del gobierno a corto plazo provocó el nacimiento de FAI

la Federación Anarquista Ibérica que actuó a favor de una estrategia insurrec-

cional dentro del sindicalismo anarquista. (Se puede decir que CNT era el

sindicato anarquista y FAI el brazo “político” del mismo, pero ojo, los anar-

quistas no pertenecen a ningún partido político.)

3. Aspectos económicos

Quizá, junto la paz social y el final de la guerra, sea lo más conocido de la Dictadura.

Se dio un gran impulso a las obras públicas (guasas a un lado, es un fenómeno carac-

terístico de todos los regímenes o políticos que se ha perpetuado durante mucho

tiempo en la Historia - Egipto, Roma, Mussolini, Roosevelt, Hitler, Stalin, De Gau-

lle, Franco -)

plan de regadíos con la construcción de pantanos, canales para el regadío, etc

fundación de las Confederaciones Hidrográficas destinadas al aprovechamien-

to integral de las cuencas fluviales, tanto para el regadío como para la obten-

ción de energía

construcción de carreteras ¡pavimentadas!: en 1926 se funda el Circuito Na-

cional de Firmes especiales que gestionó la construcción de 7.000 Km.

Intervencionismo en la red de ferrocarriles que concluirá con su nacionaliza-

ción con Franco. (Anécdota: en 1927 y 28, los trenes ¡llegaban a su hora!; las

buenas costumbres se olvidaron pronto)

Esta política de obras públicas tiene aparejada la creación de numerosos puestos de

trabajo: deducción, disminuye el paro, mayor felicidad social.

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La política de obras públicas relanzó las industrias cementera, siderúrgica y la fabri-

cación de lingotes de hierro.

Fue una política intervencionista; a pesar de todo, el crecimiento industrial - los feli-

ces veinte- fue increíble: en 1923 el índice de producción industrial/individuo activo

era de 95’6, en 1929 era de 132.

Se funda CAMPSA, el monopolio estatal del petróleo, en el momento en que se co-

mienza a vislumbrar el gran futuro de los automóviles. En 1922 13.000 vehículos, en

1929 37.300

La emisión de Deuda Pública fue el gran motor de la expansión industrial, pero no se

llevó a cabo una política fiscal avanzada de forma que los gastos aumentaron sin que

los ingresos lo hicieran en la misma proporción: conclusión una maravillosa infla-

ción.

Se intentó la reforma de la fiscalidad ¡otra vez! Y otra vez se quedó en eso, intento,

porque los grupos más opulentos se opusieron con todas sus fuerzas.

Se funda el Banco de Crédito Industrial con la finalidad de financiar las nuevas ini-

ciativas industriales.

Se crea el Banco de Crédito Agrícola para ayudar a los agricultoras modestos , y para

impulsar la repoblación forestal y las obras hidráulicas

Su funda el Patronato Nacional de Turismo (futura red de paradores nacionales): Es-

paña siempre ha tenido sol barato, buena comida y lugares maravillosos para los visi-

tantes; la pena es que nosotros mismos casi desconocemos una buen número de ellos.

III.- La crisis de la Dictadura

La crisis se adivina desde los primeros momentos al fracasar el intento de reformas

políticas; si el régimen se mantuvo fue debido a sus éxitos en la guerra de Marruecos,

aspectos sociales y económicos.

Dicho esto, hacer notar que la oposición al régimen existió desde el primer momen-

to. Los opositores no fueron solamente personas que estaban contra la dictadura, sino

intelectuales, militares, políticos tradicionales, empresarios, sindicatos etc. Si la oposi-

ción, durante aquellos años no fue más visible se debió a las medidas tomadas contra los

disidentes; políticos conservadores como Sánchez Guerra optaron por el exilio.

Opositores al régimen

Políticos miembros de los partidos tradicionales.

En los primeros momentos mantuvieron una actitud expectante nacida de su

convencimiento de lo inevitable del golpe de Estado. Poco a poco la disidencia

con los métodos dudosamente constitucionales empleados por el dictador, así

como sus intentos para terminar con el caciquismo, forzó a los políticos a tomar

postura. En la mayor parte de los casos se limitaron a manifestar su descontento

en discursos pronunciados en banquetes, a la publicación de críticas, más o me-

nos veladas en los periódicos de la oposición, a suplicar audiencias al rey para

manifestar su descontento, etc. A esto se llamó “la política de gestos”, su efecti-

vidad, como se ha visto, nula. Los hechos más llamativos, el exilio de Sánchez

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Guerra, jefe del Partido Conservador, y la participación de personajes como Ro-

manones en la Sanjuanada.

Políticos republicanos

No todos actuaron unidos, véase en páginas anteriores la actitud del PSOE y su

problemática interna.

En febrero del 26 nació Alianza Republicana; presunto pacto de partidos repu-

blicanos, cada uno andaba a la greña con los demás: Azaña criticaba a Blasco

Ibáñez y a Lerroux, nadie entendía la postura del PSOE, y el PCE, todavía en

mantillas, no podía hacer mucho. De todas formas, tengo la impresión de que

además de la falta de unidad, muchos no se quisieron arriesgar a terminar con un

régimen que estaba solucionando algunos problemas obreros sin que los republi-

canos se desgastasen desde el punto de vista político; sencillamente, estaban es-

perando su hora.

La oposición militar

Parece increíble pero existió. Causas, varias, pero fundamentalmente dos:

1. el intento de abandonar Marruecos, que aunque luego fue des-

echado, nunca se perdonó

2. el favoritismo y toma de partido hacia los africanistas mante-

niendo a toda costa la política de ascenso por méritos de guerra

que perjudicaba a bastantes militares (véase problema militar

en Alfonso XIII), lo que provocó un enfrentamiento directo con

el Arma de Artillería - una de las más elitistas dentro del Ejér-

cito de Tierra -, ya que la oficialidad artillería se había negado

sistemáticamente a los ascensos por méritos de guerra. La opo-

sición fue tan fuerte que se tuvo que llegar a la disolución del

Arma y Primo, forzó al rey a firmar un decreto por el que se

obligaba a los artilleros a jurar fidelidad al gobierno (los milita-

res juran defender a España, a las leyes, jamás a un gobierno

concreto) para lograr su reingreso en el ejército. Muchos mili-

tares ante aquella “cacicada” por no decir otra cosa, volvieron

la espalda al rey y se declararon prorrepublicanos.

La oposición de los intelectuales

Evidentemente hubo quienes estaban a favor del régimen: D’Ors, Ramiro de

Maeztu, y pocos más. La mayoría se desmarcaron muy pronto. Unamuno en el

24 fue suspendido de empleo y sueldo y desterrado a Fuerteventura, después se

exilió a Francia; Blasco Ibáñez se dedicó a publicar panfletos contra el rey; etc.

Al final de la Dictadura profesores, intelectuales y estudiantes se unieron con-

tra el régimen: los incidentes provocaron que en marzo del 28 se cerraran las

universidades de Madrid y Barcelona, se sustituyó a los Rectores y los estudian-

tes perdieron la matrícula. Otros catedráticos como Ortega y Gasset, Fernando de

los Ríos y Luis Jiménez de Asúa abandonaron la docencia debido a las críticas

del dictador contra la universidad. Las dictaduras nunca se han llevado bien con

los intelectuales porque éstos suelen pensar por libre, algo muy mal visto por los

dictadores, incluso el hecho de pensar y expresar lo que se piensa (libertad de

expresión, libertad de cátedra, etc) parece que les está reservado a ellos.

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IV .- La caída de la Dictadura

Los acontecimientos se fueron acelerando de forma que a finales del 29, coincidien-

do también con la crisis de la Bolsa de Nueva York (aunque sus efectos se vieran mejor

en años posteriores) la situación del Primo de Rivera era insostenible : la coyuntura

económica era claramente desfavorable, las huelgas y manifestaciones obreras aumenta-

ron, y las conspiraciones contra el régimen, en las que participaban políticos de la vieja

escuela, algunos militares de Tierra, y otros cuantos del recién nacido Ejército del Aire,

fueron cada vez más frecuentes e incluso conocidas sin que las fuerzas del orden hicie-

ran nada por detener a los conspiradores.

Por fin, el 28 de enero de 1930, después de mantener conversaciones con algunos

capitanes generales para ver el apoyo con el que contaba, Primo presentó su dimisión al

rey que fue aceptada en el acto.

El general marchó a París donde, de forma bastante imprevista (sin pensar mal; esta-

ba diabético y su vida privada no fue un ejemplo de cuidados para su enfermedad), fa-

lleció al poco tiempo.

Cotilleo: cuéntase que en su dimisión influyó el repentino enriquecimiento de cierta

señorita apodada la Caoba, que mantenía una enorme amistad con el dictador; el trabajo

de este señorita era de canzonetista, trabajaba en un cabaret y era muy conocida en los

ambientes noctámbulos de la capital; bien, pues cierto día, después de una ajetreada

noche, dicha señorita ordenó comprar acciones en Bolsa de un empresa que iba fatal, y

¡miren qué casualidad! a los pocos días la empresa comenzó a subir como la espuma.

Hoy eso se llama empleo de información reservada ¿dónde consiguió saberlo? Se igno-

ra, pero si ustedes echan cuentas ...

V.- Los últimos gobiernos de la monarquía 1930 - 1931

El rey encargó al general Dámaso Berenguer, antiguo conocido nuestro en Marrue-

cos, la formación de un nuevo gobierno.

La gente, tan genial como siempre, bautizó a este gobierno como la “dictablanda”.

Se trabajó muy lentamente, se intentó volver a la normalidad constitucional, pero de

elecciones nada, porque no estaba el horno para bollos. Los catedráticos expulsados,

volvieron a sus clases, etc.

El gran problema, lo que provocó la caída de su gobierno fue lo que Ortega y Gasset,

en un artículo publicado en el diario El Sol llamó el error Berenguer : su error no fue

hacerlo mal, seguir como Primo a tiros, no, su equivocación fue llegar al gobierno como

si no hubiera pasado nada en España, y continuamos viviendo como si fuera enero de

1924 y no enero - febrero de 1930.

El cambio que había experimentado España era notable: los republicanos había proli-

ferado como setas, lógico; la opinión pública ya no se callaba ni en la prensa, ni en la

recién nacida radio, ni en las calles; el ejército andaba dividido, y encima apareció un

fenómeno nuevo que quizá extrañe a muchos: el republicanismo de derechas o conser-

vador representado por Niceto Alcalá Zamora y Gabriel Maura.

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En agosto de 1930, un grupo de políticos y sindicalistas reunidos en San Sebastián,

firmaron el llamado Pacto de San Sebastián por el que se comprometían a emplear to-

das sus fuerzas en la proclamación de la república con la mayor brevedad posible; de

que aquello no fue una conspiración da fe la publicación en la prensa de dicha reunión

incluyendo el nombre de los asistentes, y si los representantes de la oposición española

se reúnen, teniendo en cuenta la situación existente, no va a ser para jugar un mus. A

partir de ese momento, existió un gobierno republicano “in pectore” (a escondidas) pre-

parado para cuando llegara el día de la proclamación.

Los intelectuales se unieron en torno a Ortega en la Agrupación al Servicio de la

República.

El gobierno siguió a lo suyo y sin enterarse, oficialmente, de nada, de forma que en

diciembre de 1930 parte de la guarnición de Jaca, harta de esperar, se pronuncia al

mando de Galán y Hernández a favor de la República. Fracasaron; procesados y ejecu-

tados se convirtieron en los mártires de la República; el follón os lo imagináis.

En febrero de 1931, el rey cesó a Berenguer y nombró primer ministro al almirante

Aznar; en este gobierno estaban representados políticos de las tendencias que seguían

fieles al rey. La misión que recibió fue convocar elecciones; con buen sentido, se convo-

caron primero las municipales que se celebrarían en el mes de abril y más adelante, pro-

bablemente después del verano, se llevaría a cabo las elecciones a Cortes.

Lo que sucedió lo sabéis, las municipales se realizaron el 12 de abril de 1931. Cuan-

do se escrutaron los votos se vio que en las grandes ciudades habían ganado los candida-

tos republicanos, mientras que en las pequeñas ciudades y zonas rurales los monárqui-

cos.

Aunque hecho el recuento total ganaban los monárquicos de forma clara y evidente,

el rey, a medida que se fueron conociendo los resultados y teniendo conocimiento de la

actitud de instituciones militares tan significativas como la Guardia Civil, aceptó su de-

rrota y suspendió el ejercicio de sus derechos y deberes como rey hasta que los españo-

les decidieran volver a llamarle o no llamarle nunca, y así, empezó la II República.

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