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La(s) muerte(s) de Atahualpa: de la crónica al mito y su reescritura contemporánea
Herminia T. de Bellomo, Florencia R. Angulo y Ma. José Bautista.
La fuerza que surge de la propia muerte (delInka) podría mover el mundo, voltearlo,hacerlo de nuevo.
José María Arguedas
Quisiéramos iniciar esta ponencia trayendo a la memoria la idea bajtiniana de que
todo enunciado plantea “surcos que representan ecos lejanos y apenas perceptibles”1 que
son siempre una respuesta a otros enunciados anteriores, eslabones en la cadena de
comunicación discursiva que aluden, necesariamente, a la esfera de la cultura y por lo tantoa una visión particular del mundo.
Nuestro objetivo es realizar una lectura del mito de Inkariy2, eco narrativo de
resistencia, que se reproduce una y otra vez, refractándose, como se verá, en distintos
géneros discursivos a lo largo del tiempo. Esta “voz reiterada” configura, en primer lugar,
un espacio semiótico de la alteridad, en tanto, sirve como vehículo conductor de las voces
de los otros, de sujetos marginados o ubicados en las fron teras de la “historia.” Pero sobre
todo, es configuración de la noción andina de “ pachakutiy3” (revolución cósmico-social)
que, convoca, como observa W. Mignolo el momento fundacional de la herida del mundo
moderno/colonial , manifestación y certeza de que “Los pueblos indígenas del continente
americano no han dejado de luchar con esa herida inicial y hoy hacen sentir su presencia”4
Un viaje a través del tiempo nos sitúa frente a un primer relato del Inka Rey: el que
registra – y dibuja- Guamán Poma de Ayala en su Nueva Coronica y Buen Gobierno, entre
1 Bajtín, M.: Estética de la Creación Verbal, 1998, S.XXI, p.283.2 Adoptamos la grafía Inkariy utilizada por M. Lienhard en su artículo “Ya a los españoles se les acabó sutiempo. El levantamiento de Juan Santos Atahualpa”. Actas JALLA3 Adoptamos la grafía pachakutiy, utilizada por M. Lienhard en “Ya a los españoles…” op. cit. 4 Mignolo, W.: La idea de América Latina. La Heridad colonial y la opción decolonial, 2007, GedisaEditorial, p. 77.
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1580 y 1610. Como observa Valko “la decapitación ya se había instalado en el
imaginario”.5
Otros cronistas españoles y un mestizo, el Inca Garcilaso de la Vega, también
registran este hecho histórico y en la variedad discursiva que cada uno emplea, conforman
el ámbito adecuado para que se inicie una serie de relatos que se transmitirán en forma oral,
hasta conformar – recién en el siglo XVIII-un ciclo, al que se conoce como “Ciclo del Rey
Inka o Inkariy” y que se registra aún en nuestros días6.
Nuestro objetivo, entonces será realizar un recorrido por la urdimbre del texto, que
conforma el entramado discursivo de imágenes que se han ido desarrollando por más de
500 años y que reaparecen nuevamente en la novela Abril Rojo7 del escritor peruanoSantiago Roncagliolo.
1.
La muerte de Atahualpa: Gestación del mito
La figura de Atahualpa estaba destinada desde su nacimiento a tener una relevancia
que lo distinguiría de sus antepasados en la cadena monárquica. Su nacimiento, considerado
por algunos como “ilegítimo”, su educación para llegar al máximo cargo o estamento de la
dinastía, su consagración como Rey Inka, también comprendida por otros como una
usurpación de los derechos de su hermano Huáscar, como así también su imponente figura,
hacen que su imagen esté rodeada de un halo de contravenciones y violencia que lo
destacan entre sus pares. Paradójicamente, no será su vida, sino su muerte (su modo de
morir) lo que dará inicio al mito, considerado como “mito de origen y utopía mesiánica”.
5 Valko, M.: “La representación que no cesa. Actos del imaginario andino”, en CuadernosHispanoamericanos, N° 664, octubre 2005, p.61-72.6 Si bien estos relatos orales pueden ser observados como la “saga moderna del mito de Incarry” (Valko),
existen textos (“enunciados”) anteriores que reinstalan una y otra vez la imagen del rey decapitado: 1) Unaelegía anónima del siglo XVII “Apu Inka Atawuallpaman”. 2) Un óleo de fines del siglo XVII o principiosdel XVIII, “Degollación de Don Juan Atahualpa en Cajamarca” que se encuentra en el Museo Arqueológicode la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco. 3) Una obra que dataría de los primeros decenios dela conquista y que el investigador boliviano Jesús Lara publica en 1957, “Tragedia del Fin de Atahualpa” o“Texto de Chayanta”. A partir de estos registros iniciales, la representación continúa su camino por vía oral y en 1955 se recoge elrelato por primera vez en la comunidad cuzqueña de Q‟ero. También Arguedas, en la misma época recogeversiones del mito en Puquio (Perú).7 Roncagliolo, S.: Abril Rojo, 2006, Alfaguara.
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El relato de su muerte, que es la materia que constituye el mito, toma la forma de
“crónica” en el texto que Guamán Poma incluye en su libro. El cronista peruano narra el
hecho como un suceso histórico, pero siguiendo las pautas de la crónica, según lo considera
Rolena Adorno8: “Cuando los elementos del campo histórico están ordenados de tal manera
que los acontecimientos que hay que narrar se organizan conforme a la cronología de su
acontecimiento, lo que se obtiene es una crónica” y más adelante “la crónica es abierta en
sus extremos, sin que presente inauguraciones, culminaciones o resoluciones”. Desde este
punto de vista, el texto numerado “391 [393] / Conquista / es una crónica.
De modo tal, el rastreo nos lleva a asegurar que el primer texto escrito sobre la
muerte de Atahualpa, es el capítulo 391 de Nueva coronica y buen gobierno del cronistaindio Guamán Poma, que cierra la serie iniciada en el capítulo 385 del mismo libro,
conocido como “El encuentro de Cajamarca”, aunque, como se verá más adelante, no es el
que inicia el mito de Inkariy.
Recordemos que Atahualpa habiendo sido apresado por Pizarro, le ofreció a cambio
de su libertad entregarle una pieza llena de oro, plata y piedras preciosas, y que, aunque el
Inka cumplió con lo prometido, Pizarro decidió matarlo. El capítulo escrito por Guamán se
inicia con las disputas que esta decisión provoca entre los mismos españoles, y pone
nuevamente en oposición la voz y la letra. Pizarro escribe y lee la sentencia a muerte,
probablemente para un público letrado o tal vez, para enviársela al Rey. “Diego de Almagro
ni los demás”9 quieren firmarla, puesto que la consideran injusta, ya que el Inka cumplió
con su palabra. Pero este escrito “no significa nada” para Atahualpa y su gente, por eso
Pizarro “notifica” a la víctima oralmente valiéndose de los oficios de un lenguaraz. Pero la
sentencia, al volverse una versión oral, por su mismo carácter, no es transmitida en forma
idéntica, no sólo por el efecto de la traducción, sino por la aviesa intención del “lengua
Felipe” quien pretende sacar provecho con la muerte de Atahualpa.
8 Adorno, Rolena: 1991, Guamán Poma. Literatura de resistencia en el Perú colonial,Edit. Siglo XXI, México, p. 779 Poma de Ayala, Guamán: 1583,n Nueva corónica y buen gobierno, cito por la edición de 1992, SigloXXI,México, pág.363 Todas las citas son por esta edición-
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Felipe se transforma en ese mismo instante en el narrador de la primera versión del
hecho; la tergiversación del mensaje es una variante del texto original (escrito), de manera
que su relato (versión) es el primer eslabón de la cadena de versiones que a través de más
de 500 años fue conformando el mito, texto múltiple que reside en la memoria del hombre
andino de las sucesivas generaciones y que se actualiza cada vez que alguien la narra.
Como dice Lienhard10 “estos textos se renuevan constantemente y son siempre otros
en cada performance”. En este caso, no se trata sólo de renovación, sino que otras muertes
sucedieron a la del último Inka: Le sigue la de “Topa Amaro Ynga, ynfante rrey”, descripta
en el capítulo 450 – 452 del libro de Guamán, cometida para evitar que los sucesores del
Inka quisieran reconstruir el imperio. A mediados del siglo XVIII muere el líder mesiánicoJuan Santos Guaynacapac Apuynga. Otro movimiento en el mismo siglo (1770-72)
protagonizado por otro miembro de la nobleza incaica, José Gabriel Condorcanqui Túpac
Amaru, también terminó su vida descuartizado y degollado en 1781. De manera que estos
tristes y cruentos hechos van acrecentando el mito iniciado con la muerte de Atahualpa, que
aun persiste en la zona andina. Relato conformado a partir de hechos históricos, que el
hombre andino considera que se trata de “una historia que nos ha sucedido a nosotros”
como dice Guamán Poma.
Volviendo al capítulo 391 de la Nueva coronica, notamos que vuelve a aparecer la
dicotomía aquí / allá: los que desobedecen quieren que mande “allá” al emperador Ink a
para que “rrestituyese toda la riquiesa deste rreyno”, -“deste” con valor de “este de acá”. El
conocimiento de las riquezas del imperio es lo que provoca, según el cronista, que el rey de
España mande su gente, junto a sacerdotes y mercaderes y así comenzó el despojo.
Luego el cronista dice en una sola oración la terrible decisión de Pizarro,
insistiendo en la acción más cruel: “fue degollado” y “le mandó cortar la cabeza”.
Expresión que se repetirá a lo largo del capítulo.
10 Lienhard, Martín: “ Pachakutiy taki. Canto y poesía quechua de la transformación del mundo” , en RevistaAllpanchis, N° 10, Lima , Perú. Falta fecha
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Según versiones que otros cronistas también registran, (como veremos más
adelante), el problema surge a causa de la traición que el lenguaraz Felipe realiza y que está
relacionado con lo que Cornejo Polar llamó “el diálogo imposible” entre las dos culturas, la
incapacidad de comprender al “otro” lleva a Pizarro a pedir los servicios de Felipe (indio),
quien “le enformó mal” y “no le dio a entender la justicia que pedía y merced Atagualpa
Inga, por tener ennamorado de la coya, muger lexítima”. Continúa el relato del despojo de
las riquezas del Inka, mostrando la avaricia de los españoles. Así se crea una visión del
mundo moral que se genera con la llegada de los primeros españoles y que culmina con la
muerte del último Inka. De esta manera se origina una nueva oposición: la codicia de los
españoles contra la buena fe de los andinos. Esta oposición, sumada a las anteriormente
mencionadas, son representativas del pensamiento andino, que concibe el mundo desde unsistema binario y que, como corresponde, está presente en toda la obra de Guamán Poma.
La muerte del Atahualpa y la pérdida de sus riquezas, hacen del hombre andino un
sujeto “descentrado”11 presa fácil para la explotación que seguirá a este hecho histórico,
que será guardado en la memoria del pueblo a través de múltiples versiones que luego
conformarán el mito.
Sin embargo, este episodio histórico si bien otorga significado trascendental a la
muerte del Inka, no será el que constituirá el mito, aunque establece el primer antecedente
de una serie de eventos de similar crueldad y de dispar significación según las fechas en
que sucede. Siguiendo con los registros de Guamán Poma, en el capítulo 452[454] el
cronista relata la muerte de “Topa Amaro Ynga” que “(fue degollado) por la sentencia que
dio don Francisco de Toledo. Le dio la dicha sentencia al ynfante rrey Ynga y murió
bautizado cristianamente a edad de quinze años”12. También como en el caso anterior, el
Infante ofrece grandes riquezas a cambio de su vida, “fue sentenciado, executado a cortar la
cauesa del Infante Topa Amaro Ynga”. El dibujo que acompaña a este texto, e s más
11 El término pertenece a Castro Klarén en “Identidad, literatura y transnacionalidad:Las transgresiones quesupimos conseguir”, en Memorias de JALLA, Tucumán (Argentina) 1995, Vol. II, pgs. 235243.
12 Poma de Ayala, Guamán, ob.cit. p.419
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elocuente y conmovedor que el anterior, tal vez debido a la juventud del Inka: en la parte
superior se representa el acto del degüello en forma muy parecida al de Atahualpa, pero se
agrega en la parte inferior del dibujo tres hombres y dos mujeres llorando y en actitud de
súplica, con una leyenda en quechua:”Inka Wana Qawri, ¿aónde te has ido? ¿Es que
nuestro enemigo perverso te va a cortar el cuello a ti, que eres inocente? / en el Cuzco/.
El texto es una aguda crítica a los derechos sobre la vida de los otros que toma
Pizarro sin que le correspondan, clausurando el episodio con el registro de una afrenta al
Incario, pues “un yndio pobre y tributario” es designado en lugar del Infante, lo que lleva al
cronista a escribir una frase lapidaria: “Y ancí se a echado a deuaratarse la tierra y
menospreciarse y el rrey pierde su hazienda”.
En la actualidad, el relato que se considera como base del mito de Inkariy, puesto
que las lógicas variantes que aportan las distintas versiones lo amplían con secuencias que
complican el texto, puede sintetizarse de la siguiente manera: “El Ink a Atahualpa fue
descuartizado por “Españarri” , “Pizarro”, “el Inka español” o “el Presidente” (según los
distintos informantes y los distintos momentos históricos) , y diferentes partes de su cuerpo
están enterradas en diversos lugares; su cabeza está creciendo y, cuando llegue a
recomponerse todo el cuerpo, se producirá de nuevo el pachakutiy o inversión del mundo y
volverá a imperar el orden inca”13.
La diversidad de versiones recogidas de este relato mítico revelan la importancia
que el pueblo descendiente de la comunidad incaica otorga a esta figura fundamental, a la
que cargan semántica y esperanzadamente de una restitución de la condición privilegiada
perdida a partir de la muerte de su Rey que, dicho en otros términos, esa “pérdida” radica
no sólo en el despojo de tierras y riquezas, sino también en el sentir la identidad borrada,
producto de la cosmovisión que la conquista trató de imponer.
II. Representación de la muerte de Atahualpa en las crónicas españolas
13 Cfr. Giménez Mico, José A.,Escrituras y oralidades.Una dinámica histórica de tensión, interferencias yapropiaciones mutuas, Concordia University, p.44, sin fecha.
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La muerte de Atahualpa no sólo significó un antes y un después para el pueblo
andino, sino que se transformó en símbolo de triunfo o derrota para unos y una nueva
esperanza de reivindicación para otros. Es por eso que, siguiendo con la modalidad de
análisis, hemos querido revisar distintas versiones de la muerte de Atahualpa en Cajamarca,
registradas principalmente en las crónicas del período colonial. Resulta significativo hallar
referencias a este hecho en casi todos los textos de este tipo, como por ejemplo la ya
mencionada crónica de Guamán Poma, así como también en la del Inca Garcilaso, en la de
Cieza de León y en la del controversial14 Gómara, siendo solamente la del Inca Garcilaso la
seleccionada para este estudio.
En este apartado nos ocuparemos de mencionar algunas divergencias respecto a las
versiones de la muerte de Atahualpa, las cuales hacen resaltar la imposibilidad de lacomunicación entre estas civilizaciones. Dicha incomunicación salta a la vista en todos los
aspectos de expresión, haciendo hincapié, sobre todo, en la clara intencionalidad de los
conquistadores: imponerse, hacerse con las riquezas y buscar desesperada y
avasalladoramente más oro y plata. Si bien las crónicas de la época se afanan, de modo
incansable, por justificar sus modos de obrar a través de un pobre y poco esmerado intento
de evangelización, dan por sentado siempre la imposibilidad de llegar al otro. Pero esta
tentativa no posee asideros concretos, ya que la comunicación está mal encarada desde un
principio, y es aquí donde surge la figura que será declarada por los cronistas españoles
como la culpable eterna de esta incomunicación: Felipe, el traductor. Personaje que luego
será pintado como traidor, por diversos motivos, que nada tienen que ver con el verdadero
problema del desencuentro: el choque de dos cosmovisiones totalmente dispares.
Si fijamos nuestra atención en la versión del Inca Garcilaso15 podemos observar
una gran carga de subjetividad en su relato, ya que su perspectiva, involucra de manera
personal a los antepasados del cronista. Él se halla dividido y condicionado, como es bien
14 Decimos que las crónicas de Gómara poseen un carácter controversial puesto que muchos cronistas lodescalifican por no haber pisado tierras americanas, aunque muchos otros lo toman como fuente indiscutida.Respecto a este tema se puede ver las referencias que hace Bernal Díaz y el Inca Gracilazo sobre el autor. VerPrólogo de Bernal Díaz y cap…..: de Historia del Perú de Garcilaso de la Vega.15 Cronista mestizo, cuya adaptación de la muerte de Atahualpa será considerada más española que Incaica
por repetir en muchos partes las interpretaciones de Gómara y Cieza de León
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sabido, por dos miradas, la andina de su madre y la española de su padre. Es notable cómo
toma este hecho en particular, para tratar de conciliar ambas partes, acomodando los
sucesos de tal manera que, estos no ofendan, ni enfrenten de modo directo a ninguna de las
partes. Pero resaltando de forma significativa la repetición de discurso colonial, religioso y
europeizado, que no se condice con la mirada andina. A este respecto, la versión de
Guamán Poma se distingue significativamente de la de Garcilaso, ya que la postura del
desencuentro e incomprensión se halla claramente explicada en el primero, contrariamente
a lo que ocurre en el segundo. ¿Pero qué es lo que narra Garcilaso…? Su versión de la
muerte de Atahualpa16 comienza con la narración del encuentro en Cajamarca. El suceso
desde un principio se halla intermediado por mensajeros, deslindando de este modo las
culpas de los “malos entendidos” a los traductores y mensajeros de la empresa española.
Afirmando que al no transmitir el mensaje de manera apropiada y completa, eldesencuentro es inevitable y desata la lucha sin sentido. Cito:
“Pero que muchas y muchas veces lloraría la desdicha de aquel Imperio, que porla torpeza del intérprete pudiesen los primeros conquistadores y los sacerdotes,que con ellos fueron, a echar a Filipillo la culpa de tantos males como se causaronde su ignorancia, para disculparse de ellos y quedar libres, de manera que no sóloafligió al Inca, más enfadó a los oyentes, porque apocó y deshizo la majestad de laembajada…” (Garcilaso, 1617-2009, p: 68.)
Aquí se presenta nuevamente la dualidad, Inkariy- Españarri, intermediada por un
traductor al que no se le reconoce como integrante de ninguna de las partes, pero ambas
quieren ser reivindicadas. El Inca Garcilaso intenta por un lado conciliar y hasta
homogeneizar torpemente a ambos polos culturales, situándolos en una igualdad de
condiciones que no poseían, ya que el pueblo inca será descripto como subyugado y manso
ante el accionar aparentemente “justo” de los españoles.
Y este comentario sobre Felipillo no resulta aislado y mucho menos desinteresado,
ya que se encarga en repetidas ocasiones de que este quede claro y no haya dudas de que su
intervención causará la caída del imperio y por ende la muerte de Atahuallpa. Como
16 O como él mismo lo llama: Atahuallpa y Atabáliba siguiendo con este último las crónicas de Gómara yCieza de León
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veremos, Garcilaso no busca solamente la reivindicación del pueblo andino, su intención es
conciliar y disculpar las atrocidades de una sociedad sobre otra por medio de un único
argumento, el equívoco y traición de uno de los personajes. Y es este personaje Felipillo 17
al cual se le atribuyen las tramas y ardides que ocasionarán de la muerte del Inka. Según la
versión de Gacilaso, Felipillo es el culpable de ese “desencuentro”, ya que se le atribuye el
haber urdido la muerte de Atahualpa por intereses personales, desligando de la culpa a los
ejecutores de la sentencia. Esta evasión del verdadero problema comunicacional entre las
partes que intervienen en el encuentro, se halla velada. La dualidad oralidad- escritura es
ignorada por completo. Al parecer Garcilaso conoce las implicancias del “libro” dentro del
relato, y esto se deduce de su negación del hecho, cuando dice:
“Al padre Fray Vicente de Valverde levantan testimonio los que escriben que dioarma, pidiendo a los españoles justicia y venganza por haber echado el Rey por el suelo ellibro, que dicen que pidió al fraile; y también levantan testimonio al Rey, como alreligioso, porque ni echó el libro, ni le tomó en las manos…” (Garcilaso, 1617-2009, p: 80)
En esta versión se desecha la posibilidad de un desencuentro cultural, ya que niega
la incomprensión mutua por medio de la tergiversación de los sucesos. El libro juega un
papel fundamental en el encuentro de Cajamarca, ya que entran en relación no sólo
experiencias culturales diferentes, sino también registros diferentes: el oral y el escrito. Al
tratar de eliminar dicha diferencia se banaliza el choque de ambas culturas, minimizando suimplicación a un mero malentendido entre las partes. Pero al no hallar asidero ni
justificación a las acciones de los españoles (a los que trataba de “disculpar”) vuelve al
chivo expiatorio planteado de un principio: Felipillo.
“Urdiose la muerte de Atabáliba por donde menos pensaban: ca Filipillo, lengua, se
enamoró y amigó de una de sus mujeres, para casarse con ella, si él moría.” 18 De esta
manera no sólo se lo culpa de la caída del Imperio, sino que se lo convierte en el único
17 Sin embargo, se sabe por otros cronistas, que ni siquiera estuvo en Cajamarca Ver las crónicas de PedroPizarro y Miguel Estete, los cuales afirmaron, como testigos del suceso, que quién acompañó a Valverdedurante el encuentro con el Inca en la Plaza de Cajamarca era un muchacho tallán llamado Martinillo.Garcilaso sigue al respecto el error perpetrado por los cronistas Cieza y Herrera. (Inca Garcilaso, HistoriaGeneral del Perú, Edición digital, Lima SCG, 2009- Pag:74).18 Garcilaso, 1617-2009, p:99
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artífice, enarbolándolo como la figura del traidor por excelencia. Mostrando la clara
intención de congraciarse con el lector español. Este fragmento es tomado de las crónicas
de Gómara, pero es exagerado, brindándole mayor carga emotiva y haciendo más patente la
traición del traductor.
La figura de Atahualpa también se presenta ambigua en el relato. Es a la vez
culpable y víctima, dictador cruel y manso anfitrión. No queda claro si los aspectos feroces
que se describen sobre Atahualpa son producto de las lecturas del autor (de otras crónicas
españolas) o si fue un legado de su familia materna, ya que sus antepasados pertenecen a la
línea consanguínea de Huascar. Muchas son las copias y citas de otros cronistas incluidas
por Garcilaso, pero éstas son suavizadas o exageradas según conveniencia, en la mayoría de
los casos con argumentos poco sólidos. La figura de Atahualpa queda reducida, muchasveces, a un símbolo de mansedumbre y nobleza perdida, pero siempre se recalca la
grandeza y majestad de la cultura que éste representa.
A partir de este punto, la versión de Garcilaso tergiversa y confunde el hilo del
relato, Atahualpa es mostrado como el culpable de la muerte de Huascar, el cuál, sí es
degollado y cortado en partes por sus propios compatriotas:
“Matáronle crudelísimamente haciéndole cuartos y tasajos, y no se sabe donde loecharon; créese entre los indios que se lo comieron de rabia…” (Garcilaso, 1617-2009, p: 94).
Aquí nuevamente se adultera la muerte del Inka, nos dice que Atahualpa fue
ahogado, atado a un madero. Quitándole de esta manera el lugar del Inka heredero del
trono, ya que consideraba a Huascar como el legítimo regente. Esta ambivalencia al parecer
trata de desmitificar la muerte de Atahualpa mostrando una clara intencionalidad a favor de
la versión española.
Si bien el mito del Inkariy se inicia en el S XVIII, como dice Lienhard, con la
sublevación de Tupac Amaru II, tomamos la figura de Atahualpa pues esta representa a la
cabeza del imperio Inca, es el primero en morir en manos de los españoles (o Españarri) y
será el primero de otros Incas en morir decapitado. El mito del Inkariy representa “…una
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`utopía andina´, la cual tuvo por función prestigiar lo indígena, despertar un orgullo por lo
incaico, criticar al conquistador y construir una identidad india cuando aún no existía la
noción de peruano…”19. Garcilaso trata de borrar esta diferencia de lo inca con lo español,
homogeneizando las partes, haciéndolas ver como polos paralelos engañados por un
intermediario. Pues la repentina conversión del Inca antes de su muerte y la negación de su
cultura y su pueblo, dejan sin posibilidad de reivindicación, ya que a la manera de Judas, el
único traidor resulta ser Filipillo.
Por último, un aporte significativo de Garcilaso es la mención de un augurio de
muerte: la aparición de un cometa en el firmamento: una noche, estando Atahualpa preso,
aparece este signo, el cuál le dará la pauta de que su muerte está próxima. Signando de esta
manera su predestinación divina a la muerte, disculpando nuevamente el accionar de losconquistadores. Este modelo pertenece al paradigma de los principios epistemológicos
europeos de fines de la Edad Media y principios del Renacimiento, condicionados por los
conocimientos astrológicos de la época. Resulta significativa su mención, ya que este
augurio permite al cronista (más español que americano) dictar la sentencia de muerte (de
origen casi divina) de Atahualpa.
Este hecho, resalta el carácter mítico que signará al encuentro de Cajamarca, el cual
dará como resultado el comienzo de un futuro relato mítico. El cometa no es sólo un
fenómeno celeste, sino también un augurio ya confirmado como nefasto, ya que un cometa
anterior auguró la muerte del Inca Manco Capac y esta se cumplió a los pocos días.
Sólo diremos que en definitiva las versiones españolas buscan disipar la posible
formación de otras miradas respecto al primer encuentro entre ambas culturas, tratando así
de evitar la posibilidad de generar esperanza entre el pueblo andino, desmitificando la
figura de Atahualpa y negándole la culpabilidad de los españoles.
III. Las otras muertes: rescritura del mito en la novela contemporánea
19 Giménez Mico, p: 43
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La novela Abril Rojo es un thriller , según las palabras utilizadas por su autor, que
incorpora el mito del Rey Inka como explicación a las distintas muertes que ocurren
durante las festividades de la Semana Santa del 2000 en la región peruana de Ayacucho.
Como resultado de las pesquisas, el fiscal Chacaltana – protagonista del relato- reconoce
que los asesinos siguen un patrón común: a cada cuerpo encontrado se le ha amputado
alguna de las extremidades y la cabeza. Lo que convoca inmediatamente varias imágenes
relacionadas con los distintos movimientos de insurrección y de resistencia de la población
andina ya mencionados.
Una de las imágenes convocadas es la tortura a la que fuera sometido Tupac Amaru
II (José Gabriel Condorcanqui) luego de sublevarse contra el poder español y que según M.
Lienhard, es esta ejecución, ocurrida en el siglo XVIII la que se c onvierte en “modelo” del Inkariy de los relatos míticos20.
Esta imagen del desmembramiento del cuerpo – que es también representación del
desmembramiento del imperio (cfr. J. Estermann, 1998, 188)- actualiza [constantemente]
en la novela la “expresión directa del permanente espíritu de resistencia de la población
andina y remite a la primera imagen del Inkariy que vive fuertemente en la población
campesina”, según ha observado M. Lienhard21.
El relato policial tiene, además del mencionado, otra marco de referencia: la
conciencia de un temor latente: una nueva arremetida terrorista de Sendero Luminoso y por
consiguiente, la persecución, tortura y desaparición de campesinos andinos. Ligado a esta
situación aparecen dos imágenes convocantes:
la primera – relacionada con el mito y su uso “político”, ya que como asegura J.
Estermann el mito fue aprovechado implícitamente por Sendero Luminoso en tanto
20 http://www.lacult.org/docc/oralidad_09_30-41-pachakutiy-taki.pdf, pág. 33 (El artículo es una versióncorregida del capítulo X de La voz y su huella (Lienhard, 1990)21 M. Lienhard, op. cit.
http://www.lacult.org/docc/oralidad_09_30-41-pachakutiy-taki.pdfhttp://www.lacult.org/docc/oralidad_09_30-41-pachakutiy-taki.pdf
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concepción apocalíptica del pachakutiy y la restitución del orden por la venida del
Inkariy, mitologizado y politizado en la figura de Abimael Guzman22.
La segunda convoca la represión antiterrorista que desde comienzos de los 80 se centró
en Ayacucho y que se dirigió contra el “campesinado pobre y como tal
„sospechoso‟”23que padeció la persecución, la tortura y la muerte indiscriminada. M.
Lienhard hace mención a los distintos descubrimientos de fosas comunes de víctimas de
la represión y observa que muchos cantos quechuas de la época refieren o evocan la
cárcel como motivo tradicional que cobra un significado preciso en ese contexto24.
La novela se apropia de cada una de estas huellas instaladas en el imaginario social
peruano. Y va configurando un tiempo /espacio de crisis, donde los hombres representantes
del mundo moderno/colonial no logran sostenerse. La realidad de fiscal Chacaltana – cuya preparación letrada se hace explícita desde el primer capítulo-, la organización militar de
las Fuerzas Armadas Peruanas y las acciones rituales de la Iglesia Católica son infructuosas
ante una comunidad que concibe de manera diferente su relación con el mundo. Si bien, la
novela muestra un sujeto colectivo sometido, desgarrado, herido, no por esto deja de ser un
sujeto de resistencia, que entiende que forma parte de un tiempo que volverá hacia ese
“momento oportuno de cambio radical”25 .Y aquí reside la impotencia estructural a la que
se enfrenta el sujeto de la modernidad/colonialidad que intenta resolver el crimen. Llegado
el momento, el fiscal – maestro de la corrección gramatical y estilística- luego de quedar
enredado en la imposibilidad de resolver los crímenes, se va deshaciendo de la seguridad
que la letra y su cargo le confieren, mientras el narrador observa: “ni siquiera servía para
hacer un informe” …
Chacaltana con su letra, el Ejército Peruano con sus armas, la Iglesia Católica con
sus ritos no pueden operar ante la resistencia andina, resistencia que se sostiene en una
cosmovisión contraria, donde la letra no puede someter la tradición oral, donde la fuerza de
las armas no sirven contra el silencio, y los rituales católicos no pueden empañar las
22 Estermann, Josef: 1998, Filosofía Andina. Estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina, EdicionesAbya – Yala. Confrontar nota número 77, p.18723 Lienhard, op. cit. p. 3424 Cfr. Lienhard, op.cit. p. 34.25 Estermann, J: 1998, op.cit. p. 188
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creencias ancestrales, que como se aprecia en el diálogo entre el fiscal Chacaltana y el
sacerdote de Ayacucho, padre Quiroz, la resistencia también es una experiencia simbólica:
-¿Y entonces qué significado le atribuyen los campesinos a la Semana Santa?
-Supongo que forma parte de su ciclo, simplemente. Es el mito del eterno retorno.Las cosas pasan una vez y luego vuelven a pasar. El tiempo es cíclico. La tierra mueredespués de la cosecha y luego vuelve a nacer para la siembra. Sólo disfrazan a laPachamama con el rostro de Cristo.26
Pues la imagen de Cristo existe como una divinidad de rango intermedio, un apu,
especializada en las quejas por injusticias sufridas, mientras que la imagen de Tupac Amaru
II, es reconocida como una reencarnación andina de Jesucristo. Como dice Liehnard: “Un
Jesucristo que no murió por toda la humanidad sino […] por su gente, por el “nosotros”
exclusivo de la colectividad quechua”27 .
Así, desde esta “contradicción irreductible”28, no es de extrañar que sea un
sacerdote católico que ponga sobre aviso al fiscal acerca de los motivos “míticos” que
rigen las vidas de los campesinos andinos:
“-Los campesinos andinos creen que las partes de Tupac Amaru fueron enterradasen distintos puntos del imperio, para que su cuerpo nunca se volviese a unir. Según ellos,esas partes están creciendo hasta unirse. Y cuando encuentren la cabeza, el inca volverá alevantarse y se cerrará un ciclo. El imperio resurgirá y aplastará a los que lo desangraron.La tierra y el sol se tragarán al Dios que los españoles trajeron de fuera. A veces, cuandoveo a los indios tan sumisos, tan dispuestos a aceptar lo que sea, me pregunto si por dentrono piensan que ese momento llegará, y que algún día nuestros papeles se invertirán. ”29
Este fragmento remite nuevamente a la idea de pachakutiy o inversión, también
entendida como la clausura de un tiempo de opresión, clausura del tiempo de los españoles,
que es también clausura del mundo sustentado sobre las bases de la
modernidad/colonialidad. Es decir, un mundo de dominación, control y explotaciónsostenido sobre el argumento de la salvación, el progreso, la modernización y el bien
26 Roncagliolo, S.: op.cit. p. 19927 Lienhard, M.: op.cit. pág 3628 Edmond Cros: 1994, El indio, nacimiento y evolución de una instancia discursiva, CERS UFR VI, p.148.29 Roncagliolo, S.: op.cit., p. 240-241.
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común. Discurso, que el sujeto oprimido de la novela desintegra desde su posicionamiento
oral.
Así, el mundo narrativo se divide en dos espacios: el de la letra y el de la oralidad.
Uno construido por un narrador letrado (el narrador en 3ra persona o el propio Chacaltana)
y otro, sostenido por una voz no identificable a nivel de la historia pues se le plantea al
lector la siguiente conjetura ¿quién habla? ¿es algún líder de Sendero Luminoso? ¿es uno
de los tantos muertos en la guerrilla, un espíritu vengador? ¿es el propio Inkariy? La única
certidumbre es que habla o escribe, pero lo hace también desde la resistencia del saber pues
descompone las normas ortográficas y gramaticales – bases del conocimiento moderno-
produciendo un texto legible en mínimo grado. No vamos a decir que es expresión de un
sujeto analfabeto, porque sería ubicarnos dentro del paradigma letrado, sino manifestaciónde un sujeto de la resistencia desintegrando normativas y reglas, burlándose de Nebrija y de
su “instrumento del Imperio”.
No solamente la resistencia se impone desde la presencia contundente de la
oralidad, sino también – y como parte de esta- desde el silencio. El silencio, que es
estrategia fundamental del género policial, se convierte en esta novela en “materia
significante”, como observa Flora Guzmán30, pues es una herramienta deliberadamente
usada con la finalidad de resistir a las imposiciones compulsivas de ese Otro, diferente.
Observemos los traspiés que da el fiscal Chacaltana para averiguar el paradero de uno de
los sospechosos buscados:
“[…] Le preguntó a una vendedora: -Mamacita. Estoy buscando a Justino Mayta Carazo. ¿Lo has visto?La vendedora no quitó la vista de sus retablos y telares. Dijo:-¿Quién será, pues?
-¿No conoces a Justino? ¿No vives en el pueblo, tú?-¿Cómo será, pues?-¿Sabes dónde está esta dirección?-Aquicito nomás, por ahí.
30 Guzmán, F.: “Callar para decir”, en El lenguaje es memoria, 1997. UILL/UNJu, pág. 114.
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Luego masculló varias frases en quechua. El fiscal […] Recordó lo difícil queresulta interrogar a un quechuahablante, sobre todo si, además, no le da la gana de hablar. Ynunca les da la gana. Siempre temen lo que pueda pasar. No confían.”
31(65)
La observación del narrador en tercera persona permite reconocer distintos
discursos que se entrecruzan: el discurso del poder que proviene del espacio dominante, delespacio de la letra y de las instituciones jurídicas, en este caso. La falta de voluntad, la
aparente inacción y el miedo son las constantes con que el Otro caracteriza al habitante de
la región andina. Observa Flora Guzmán en un estudio realizado a través de entrevistas a
personas que viven en la ciudad, que son “afuereños” , que el silencio de los norteños los
habilita a juzgar y desautorizar, desde una actitud de velada discriminación. Sin embargo,
mirado desde otra perspectiva, el silencio es un arma de resistencia, que se convierte en un
valor 32 y en un arma de defensa.
Si repasamos las distintas imágenes que hablan de “las muertes de Atahualpa”
presentadas en este análisis podemos observar que ante ese “desencuentro inevitable” se
producen varios momentos: 1) un primer momento de DENUNCIA, en la que el decir – y el
dibujar- son las herramientas de lucha contra la opresión del poder español; 2) un segundo
momento de OCULTAMIENTO o intento de transformación de ese discurso de resistencia
ya gestado y que evidentemente circulaba en boca del pueblo y un 3) tercer momento: de
SILENCIO, en el que el mito (la imagen del Inkariy como símbolo de resistencia y cambio)
ya no necesita ser ni construido ni dicho. El silencio aquí, en la novela y en el mundo, es
“materia” y es “significante” y a través de él sigue en circulación aquella primera puesta en
texto de la muerte de Atahualpa.
El silencio, como estrategia de la oralidad, representa la otra cara de una forma de
poder. De este modo, las distintas representaciones del Inka Rey que hemos venido
analizando, aparecen en distintos géneros discursivos, orales o escritos, como imagen del poder, utilizada por distintos enunciadores con las finalidades más diversas: el uso político,
el uso personal para el reconocimiento social, el uso literario en una novela policial, además
31 Roncagliolo, S.: op.cit., p. 6532 Guzmán, F.: op.cit, p 120
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de la función reivindicatoria que tiene para las comunidades andinas desde la apertura de
esa herida colonial que sigue inquietándonos aún hoy.
Nuevamente la oposición oralidad / escritura se instala en este conflictivo
entramado discursivo que hace al sujeto andino de hoy y de hace 500 años y que nos
permite unir el mito como relato fundacional y de vigencia actual, con las sucesivas
rescrituras pasadas y presentes, como esos eslabones en la cadena de la comunicación a los
que aludía Bajtín en nuestra primera cita.