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1. LENGUAJE Y COMUNICACIÓN. COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y COMPETENCIA COMUNICATIVA. 0. INTRODUCCIÓN 1. EL LENGUAJE Acotación del término El origen del lenguaje Definición de lenguaje Tipos de lenguaje La naturaleza del lenguaje 2. LA LENGUA COMO SISTEMA Y COMO PROCESO DE COMUNICACIÓN 2.1 LA LENGUA COMO SISTEMA EL SIGNO LINGÜÍSTICO 1. Semiótica y semiología 2. Tipología 3. Definición 4. Formas de representar el signo 5. Elementos 6. Características COMBINACIÓN Y SELECCIÓN LA LENGUA COMO PROCESO DE COMUNICACIÓN TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN 1. Orígenes y evolución de la teoría de la comunicación 2. El concepto de comunicación ELEMENTOS DE LA COMUNICACIÓN FUNCIONES DEL LENGUAJE 3. COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y COMPETENCIA COMUNICATIVA 1

1. Lenguaje y Comunicación

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Page 1: 1. Lenguaje y Comunicación

1. LENGUAJE Y COMUNICACIÓN. COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y COMPETENCIA

COMUNICATIVA.

0. INTRODUCCIÓN

1. EL LENGUAJE

Acotación del término

El origen del lenguaje

Definición de lenguaje

Tipos de lenguaje

La naturaleza del lenguaje

2. LA LENGUA COMO SISTEMA Y COMO PROCESO DE COMUNICACIÓN

2.1 LA LENGUA COMO SISTEMA

EL SIGNO LINGÜÍSTICO

1. Semiótica y semiología

2. Tipología

3. Definición

4. Formas de representar el signo

5. Elementos

6. Características

COMBINACIÓN Y SELECCIÓN

LA LENGUA COMO PROCESO DE COMUNICACIÓN

TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN

1. Orígenes y evolución de la teoría de la comunicación

2. El concepto de comunicación

ELEMENTOS DE LA COMUNICACIÓN

FUNCIONES DEL LENGUAJE

3. COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y COMPETENCIA COMUNICATIVA

COMPETENCIA LINGÜÍSTICA

COMPETENCIA COMUNICATIVA

4. CONCLUSIÓN

5. BIBLIOGRAFÍA

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0. INTRODUCCIÓN

Se ha avanzado mucho desde las primeras teorías del lenguaje hasta los últimos estudios, centrados en la comunicación de las máquinas. La complejidad de los procesos de comunicación exige que se delimiten con mayor rigor todos los elementos que participan en el proceso comunicativo.

Los comienzos del análisis del signo, llevados a cabo por Saussure en los inicios del siglo XX, pronto quedaron superados por la eclosión de los medios de comunicación social en los años 50. Así, las primeras conclusiones quedaron obsoletas y los avances en otras ciencias, como la biología o la medicina, hicieron replantearse a los semiólogos los esquemas anteriores, obligándolos a abrir mucho más su campo de estudio y a dar nuevas clasificaciones de los tipos de signos.

No se trata, pues, de un campo cerrado, ya que ciencias tan consolidadas como la semiótica y la semiología no están en absoluto delimitadas. Hoy más que nunca sigue siendo un tema sugerente, abierto a la crítica y en constante innovación.

Los avances informáticos y los nuevos medios de comunicación e interacción, hacen obligada la creación de “lenguajes universales” acordes con la nueva realidad social. Sin embargo, y a pesar de la dificultad que esto conlleva, es preciso delimitar conceptos y precisar interpretaciones sobre el lenguaje y la comunicación. Así pues, en este tema se realizará un recorrido comentado sobre los elementos que constituyen el sistema de la lengua atendiendo a los principales enfoques de la lingüística moderna, y se estudiarán, además, los conceptos básicos que atañen al mismo concepto de lengua.

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1. EL LENGUAJE.

El lenguaje está constituido por un conjunto de sistemas de comunicación y no por un sistema único y uniforme. Esta diversificación o multiplicidad del sistema ha propiciado que el estudio del signo rebase los límites de la lingüística, surgiendo así disciplinas como la semiótica o la semiología.

a. Acotación del término

Tradicionalmente se entendía el lenguaje como una facultad humana para comunicar ideas, sentimientos… en referencia al aparato psíquico, fisiológico y anatómico. Desde los estudios de Saussure, el concepto se amplió considerablemente y pasó a entenderse como un sistema de signos capaces de transmitir información.

b. El origen del lenguaje

En la Antigüedad Platón, Pitágoras y los Estoicos defendían que el lenguaje no era más que una necesidad innata del ser humano. Demócrito, Aristóteles y los epicúreos hablan del lenguaje como una convención y Quintiliano va más allá y lo considera como un “don divino”. Ya en la época moderna Darwin lo define como la mímica bucal que intentaba, inconscientemente, imitar el movimiento de las manos. Humbolt, por su parte, defiende que es un prototipo existente en la razón humana.

c. Definición de lenguaje

A lo largo de la historia son varias las definiciones que se han dado acerca del lenguaje y también son numerosos los rasgos citados para caracterizarlo. Sin embargo, el hecho de servir como instrumento de comunicación y vehículo del pensamiento es, sin duda, uno de los rasgos más significativos de esa facultad humana.

d. Tipos de lenguaje

Atendiendo a la naturaleza del signo se distingue entre:

- Lenguaje natural (no lingüístico). Lo constituyen el gesto y la mímica y está ligado íntimamente a la expresión de sentimientos.

- Lenguaje convencional, fundamentado en el signo lingüístico y que puede ser oral u escritoe. La naturaleza del lenguaje.

Para delimitar la naturaleza del lenguaje, se tendrán en cuenta dos puntos de vista:

- Desde un enfoque funcional-pragmático se parte de la concepción del lenguaje como una actividad social cuya función es satisfacer las necesidades de comunicación que surgen en los procesos de interacción. Esto implica que el conocimiento lingüístico no solo abarca el conocimiento del sistema, sino también el conocimiento de sus usos y de las convenciones pragmáticas que determinan el proceso.

- Según la dimensión social del lenguaje, y siguiendo a Halliday, la base del sistema lingüístico es su potencial significativo. En este sentido, el lenguaje sería un aprendizaje de significados cuyas unidades mínimas serían los actos de habla.

2. LA LENGUA COMO SISTEMA Y COMO INSTRUMENTO DE COMUNICACIÓN

La condición sistémica d la lengua es la base de toda la lingüística contemporánea, y su dimensión comunicativa va más allá de la descripción de las funciones lingüísticas, y es el

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fundamento de buena parte de la lingüística textual, la semiología y, en un sentido más amplio, del análisis científico de los procesos de comunicación.

El Curso de lingüística general (1916) de Ferdinand de Saussure1 supuso el punto de arranque de los estudios científicos de la lengua. Se aleja de la lingüística normativa y de las tendencias comparativistas del siglo XIX y sienta las bases de lo que será la lingüística moderna. Además, no prescribe cómo debiera ser la lengua, sino que describe su funcionamiento a partir de ciertas premisas:

- Establece la diferencia entre lengua (código sistémico) y habla (realizaciones efectivas o variantes concretas del repertorio de la lengua)

- Afirma la interrelación necesaria entre los elementos del sistema- Defiende la articulación del sistema en dos ejes: el eje sintagmático y el eje paradigmático.

Saussure parte de considerar el signo lingüístico como eje central del sistema y establece su existencia como una entidad psíquica de dos planos simultáneos (significante/ significado). Además, esboza su papel como una entidad organizadora del pensamiento.

a. LA LENGUA COMO SISTEMA.

La lengua podría definirse, de forma general, como un conjunto de unidades interrelacionadas entre sí donde cada una de sus partes se define por el valor que adquieren en relación con otras y con respecto a la totalidad del conjunto.

La importancia del Curso radica en haber entendido el estudio de la lengua en tanto que sistema, atendiendo no solo a cada una de sus partes constituyentes, sino, sobre todo, a la relación entre ellas.

Hasta entonces los estudios lingüísticos daban preminencia a una perspectiva histórica que hacía hincapié en la comparación entre lenguas y sus raíces. Pero Saussure propone una visión sincrónica capaz de describir las reglas que organizan las relaciones entre los elementos, sentando así las bases de lo que posteriormente será el estructuralismo.

Muchos de los preceptos del Curso han sido modificados o ampliados, aunque en el fondo puede decirse que el estudio de la lengua actual responde a una visión saussuriana.

i. EL SIGNO LINGÜÍSTICO.

El hombre vive rodeado de diferentes unidades (estímulos, señales, símbolos…) capaces de transmitir información. Se trata de signos naturales o artificiales que emiten un mensaje. El signo, por tanto, es un concepto complejo que abarca distintos fenómenos, pero todos ellos tienen en común ser portadores de un valor significativo.

1. Semiótica y semiología

La ciencia que estudia los procesos de simbolización por los que el hombre construye mensajes es la semiótica o semiología. En principio, ambos términos suelen utilizarse como sinónimos, si bien cada uno de ellos se vincula con corrientes de pensamiento diferentes.

El término Semiótica se halla más vinculado a la tradición anglosajona, cuyo principal representante es Pierce, un filósofo pragmatista (además de matemático, geólogo, periodista, etc.)

1 SAUSSURE, F. (1983): Curso de lingüística general. Madrid: Alianza.

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que elabora una compleja teoría que incluye miles de páginas y que sienta sus bases en la tradición filosófica más antigua. Para él, la semiótica es la “doctrina casi necesaria o formal de los signos” y “la lógica, en su sentido general, no es sino otro nombre de la semiótica”. La semiología no tiene conexiones con la psicología ni con la sociología, sino que es una forma de la lógica con estrechas relaciones con la fenomenología.

Por otro lado, el término Semiología se vincula a la tradición europea, ligada a Saussure, quien es, ante todo, un lingüista, y no dedica a la semiología más que unos breves párrafos (unas quince alusiones en total). En ellos, se limita a señalar la necesidad de “una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social”. Esta ciencia, por tanto, formaría parte de la psicología social, y dentro de ella se situaría la lingüística.

De estas dos concepciones se derivan una serie de diferencias que dan lugar a dos teorías distintas. Mientras que los estructuralistas hacen hincapié en las diferencias que separan al lenguaje de otros modos de comunicar, desde la semiótica peirciana se recalca, en cambio, sus semejanzas. Las diferencias en el punto de partida tienen consecuencias importantes en el desarrollo de ambas teorías. Así, la semiótica estructuralista que se derivó de Saussure es una ciencia, ante todo, verbocentrista. En otras palabras, sus reflexiones sobre la semiosis en general se ven muy condicionadas por sus reflexiones sobre la comunicación verbal en concreto, de modo que, por ejemplo, la concepción saussuriana del signo es producto directo de la concepción del signo lingüístico. La semiótica peirciana, en cambio, pretende hacer una reflexión más general sobre los procesos de semiotización, que, posteriormente, podrá ser aplicada a la lengua.

Aun dentro del estructuralismo, los estudiosos más preocupados por la semiótica se percataron de que la definición saussuriana de signo, la unión de significante y significado como “las dos caras de una moneda”, dejaba mucho que desear. La función semiótica cuando una expresión y un contenido (un significante y un significado, hubiera dicho Saussure) están en correlación. De este planteamiento de partida se desprenden dos consecuencias de capital importancia: en primer lugar, que, como ya señaló Morris en Foundations of a theory of signs, la función semiótica viene producida por el intérprete; y, en segundo lugar, que es necesario renunciar a la identificación entre signo y unidad gramaticalizada y ampliar, en cambio, la definición de signo a cualquier tipo de correlación que instituya relación entre dos functivos.

Esta crítica es la base para separar radicalmente el lenguaje verbal de otros tipos de comunicación, ya que ambos tipos de actividades resultarían de procesos mentales completamente diferentes. El lenguaje verbal sería un proceso deductivo que establecería equivalencias, mientras que otros tipos de comunicación (la música, la pintura, la actividad detectivesca, el cine, etc.) serían procesos inferenciales que unen significantes y significados sin sistematicidad ni automaticidad.

2. Tipos de signos

En La Structure, H. Eco2 establece los distintos campos sobre los que investigan los estudiosos de la comunicación (semiología animal, olfativa, táctil, paralingüística, icónica…). Pero las tipologías más extendidas son las de Peirce y Shaff.

Peirce3 se fundamenta en la relación o vínculo que une al signo con su referente

2 ECO, U. (1975). La estructura ausente. Barcelona: Lumen.3 PEIRCE, CH.S. (1988). El hombre, un signo. Barcelona: Crítica

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Tipo de signo Relación con el referente Tipo de conexiónÍNDICE Conexión física con el objeto denotado Proximidad, causa-efecto… (huellas,

humo…)ICONO Semejanza (cuestión de grado) (+) imágenes

Diagrama(-) metáfora

SÍMBOLO Convención No tiene por qué parecerse ni guardar relación (signo lingüístico)

Schaff4, sin embargo, divide los signos en dos tipos: los signos naturales, donde estarían los índices; y los signos artificiales. Estos últimos a su vez pueden dividirse en lingüísticos, que podrían ser verbales (lenguaje articulado) y no verbales (morse, braille, escritura…); y signos no lingüísticos, que incluirían las señales, los símbolos y los iconos.

3. El signo lingüístico

Reiznikov5 define el signo, de manera general, como un vehículo de significado, esto es, un soporte de información respecto de un objeto determinado (relación relativamente constante, aunque arbitraria e inmotivada). El signo lingüístico, sin embargo, tiene características propias que lo diferencian sustancialmente de otros tipos de signos, características además directamente relacionadas con la condición sistémica de la lengua y que se desarrollarán en los siguientes apartados.

4. Formas de representar el signo lingüístico

Saussure lo define como una entidad psíquica de dos caras: significante (imagen física que representa el signo. Es perceptible, físico y concreto) y significado (idea o concepto que evoca. Es algo nocional, abstracto).

Si bien K. Bühler subraya la función referencial del lenguaje, fueron Odgen y Richards en 1923 los primeros en concretar lo que se conoce como triángulo semiótico, una visión triangular del signo que muestra la relación de significación compuesta por el “symbol” (símbolo), el “thougth or reference” (el pensamiento o referencia) y el “referent” (el referente).

También Peirce, desde la semiótica, estudiará el signo lingüístico de forma triádica e incluyendo su dimensión social. El signo lingüístico implicaría, desde esta perspectiva, la cooperación de tres elementos: el signo o representamen (que coincidiría con el significante), el objeto (que incluiría tanto el concepto como el objeto al que se refiere) y el interpretante (receptor que percibe e interpreta el signo).

La diferencia entre ambas representaciones es la inclusión o no del referente. Los partidarios de la no inclusión argumentan que hay signos carentes de referente. Por el contrario, los partidarios de la inclusión contra-argumentan defendiendo que hay dos clases de signos: los que se refieren a cosas concretas y los que se refieren a nociones abstractas.

5. Partes del signo lingüístico

4 SCHAFF, A. (1966). Introducción a la semántica. México: F.C.E.5 REZNIKOV (1970). Semiótica y teoría del conocimiento. Madrid: Comunicación

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Para Saussure el signo lingüístico consta de una parte material (significante) y de otra parte inmaterial (significado), ambas unidas recíprocamente. Así pues, lo define como una entidad psíquica de dos caras:

- Significante: constituido por la sucesión de sonidos que lo conforman - Significado: lo que el significante evoca

La visión saussuriana del signo lingüístico fue revisada por estudiosos posteriores con nuevas aportaciones.

Hjelmslev6 propone un esquema alternativo: una asociación solidaria de una forma de contenido (significado) a una forma de expresión (significante)

Pero mientras Hjelmslev solo habla de forma, Coseriu defiende la existencia de forma y de sustancia en ambos planos. En este sentido la forma será siempre lingüística, mientras que la sustancia puede ser lingüística o no.

El signo lingüístico

Saussure Significante Significado

Hjelmslev Forma de expresión Forma de contenido

Coseriu

Plano de la expresión Plano del contenido

Forma (siempre lingüística)

Fonología Morfosintaxis

Sustancia

Lingüística Fonética Lexicografía

No lingüística Física acústica filosofía

Martinet7 expuso su teoría de la doble articulación del lenguaje, basándose precisamente en el carácter biplánico del signo lingüístico. Esta doble articulación del lenguaje humano es precisamente la que sirve para diferenciarlo de cualquier otro sistema comunicativo.

6. Características del signo lingüístico

Como conclusión a los puntos anteriormente expuestos, puede decirse que las características del signo lingüístico son las siguientes:

- Arbitrariedad: ya Saussure hizo hincapié en el carácter arbitrario del signo lingüístico, de manera que el lazo que une significante y significado es convencional, resultado de un acuerdo tácito entre los hablantes (como muestra el hecho de que un mismo significado se realice con distintos significantes en diferentes lenguas, o el hecho de que un mismo significante pueda tener varios significados).

- Linealidad: el significante se desarrolla de forma lineal en el tiempo y espacio: ya sea de forma hablada o escrita, los signos aparecen en sucesión, nunca simultáneamente (se presentan sucesivamente formando una cadena)

- Mutabilidad/ inmutabilidad: desde una perspectiva sincrónica, el signo lingüístico es inmutable ya que es arbitrario, y no depende de ningún hablante (no se puede alterar la relación significante/ significado sin que ello origine incomunicación). Sin embargo, desde una perspectiva diacrónica, el signo lingüístico es mutable, puede variar o alterarse. Así, la relación

6 HJELMSLEV, L. (1968): El lenguaje. Madrid. Gredos7 MARTINET, A. (1968). La lingüística sincrónica. Estudios e investigaciones. Madrid: Gredos

(1974) Elementos de lingüística general. Madrid: Gredos

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significante/significado, aceptada por una comunidad durante un período considerable de tiempo, puede verse modificada o, incluso, desaparecer.

- El signo lingüístico está doblemente articulado: la posibilidad de subdividir el signo lingüístico se basa en el carácter biplánico del mismo. Cada unidad se puede dividir en distintas unidades de significado:

o I Articulación: la cadena hablada o escrita se puede analizar en unidades mínimas de significación, llamadas “monemas”, que aparecen en un orden lineal y se combinan según la elección del hablante y de acuerdo con las reglas del sistema en unidades superiores, tales como la oración o el enunciado.

o II Articulación: es aquella según la cual cada unidad mínima significativa, o monema, está articulada en una serie de unidades mínimas indivisibles y carentes de significación: los fonemas.

- El signo lingüístico es connotativo y denotativo. Connotativo porque tiene una significación objetiva que expresa los valores universales comunes a todos los hablantes (valores significativos), y denotativo porque tiene una significación subjetiva, un valor sobreañadido que el significado tiene para ciertos hablantes (valores virtuales). Se dice que el significante connota el concepto y denota el referente, es decir, que informa de las notas o rasgos que integran el significado (con-notar) y que señala, remite a la realidad externa o a un mundo posible.

- El signo lingüístico es discreto y continuo: los signos lingüísticos están delimitados entre sí con precisión y funcionan por presencia o ausencia global, es decir: como una unidad cuyos límites están definidos por los límites de otros signos. El signo lingüístico, pues, no se define por lo que es, sino por lo que no es (por oposición)

ii. COMBINACIÓN Y SELECCIÓN

Cada uno de los elementos que componen el sistema adquiere valor en relación con otros y en relación con el conjunto que conforman entre todos. En este sentido, el método estructural pretende delimitar el valor de cada uno de los elementos del sistema y determinar la organización de dicho sistema.

Al delimitar las unidades lingüísticas mediante la conmutación de un elemento por otro se ponen de manifiesto los rasgos distintivos de la oposición, esto es: el rasgo diferencial y pertinente para definir el valor de esos elementos.

El sistema de la lengua se organiza, pues, en dos ejes:

- Eje de la combinación/eje sintagmático. Dentro del sintagma la combinación de signos tiene como base la extensión: cada término adquiere su valor por contraste con el término que le precede y que le sigue. Se establece, pues, una relación “in praesentia”. Se habla de relaciones sintagmáticas para referirse a aquellas que se establecen entre elementos efectivamente presentes en el discurso, siempre y cuando sean unidades del mismo nivel.

- Eje de la asociación o selección/eje paradigmático. En este caso la relación que se establece entre los términos es “in absentia”. Las relaciones paradigmáticas son aquellas que se establecen entre un elemento efectivamente presente en el discurso y otro(s) ausente(s) pero que pudiesen estar en el lugar del presente, siempre y cuando sean unidades del mismo nivel.

b. LA LENGUA COMO PROCESO DE COMUNICACIÓN

La relación entre la lengua como instrumento de comunicación y su condición sistémica es esencial: la doble articulación del lenguaje permite formular todo tipo de enunciados y garantiza un

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número infinito de mensajes posibles. La lengua es, pues, un sistema complejo encaminado a un fin concreto: la comunicación. Esta requiere un contacto entre individuos que compartan un mismo código y, a su vez, una carga informativa que, por lo general, responde a distintas finalidades que suelen entremezclarse: transmisión de información, intento de influir, manifestar estados o pensamientos propios, realización de actos.

i. TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN

Cuando se define el concepto de lengua siempre se alude, directa o indirectamente a la comunicación, término que a su vez participa de cierta polisemia.

1. Orígenes y evolución de la teoría de la comunicación

La teoría de la comunicación nace en los años 50 como una necesidad de aplicar unos estudios sistematizados ante la avalancha de información en los diferentes campos de la sociedad. El punto de arranque se sitúa en la “Teoría matemática de la información” de Shannon y Weaber (1948), un estudio ligado a las investigaciones de los centros técnicos de telefonía y comunicación mediante aparatos físicos en pos de una mejora en el rendimiento, la fiabilidad y la economía. Esta teoría se extendió a otros campos (biología, física, ciencias del lenguaje…) y, en este sentido, todas las disciplinas que estudian el lenguaje verbal son tributarias de la misma.

2. El concepto de comunicación

En la teoría de comunicación, esta se entiende como una transferencia de información: el paso de información de un emisor a un receptor. Se trata de una visión muy general que abarca todos los campos y prescinde de cuestiones como las de si emisor es humano o no, o si existe intencionalidad en la transmisión (solo así se puede hablar de comunicación en campos como la bioquímica o la cibernética).

Las ciencias del lenguaje que estudian la comunicación restringen mucho el concepto, pues presuponen que en todo mensaje no solo hay un contenido informativo, sino que se da también una intención por parte del emisor.

Todos los estudios de comunicación actuales giran en torno a una o varias preguntas con las que Laswell, en “Estructura y Función de la Comunicación de Masas” (1948), sintetiza el proceso de comunicación: ¿quién dice qué?, ¿en qué canal?, ¿a quién?, ¿con qué efectos?

P

ii. ELEMENTOS DE LA COMUNICACIÓN

Jackobson, a partir del modelo de Shannon y Weaber, elaboró su propio circuito de la comunicación verbal. Pero en su planteamiento hay que matizar dos aspectos: en su modelo inicial no se incluye el concepto de referente; y, por otro lado, una de las mayores críticas a su planteamiento es el hecho de que no se trata de un circuito, sino que es un planteamiento eminentemente unidireccional, pues Jackobson no habla en ningún momento del “feedback”.

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En el proceso de comunicación intervienen los siguientes elementos: Una realidad extralingüística o REFERENTE acerca de la cual un EMISOR, recurriendo a un CÓDIGO (conjunto o sistema de signos compartido por los participantes), selecciona y codifica la información para formalizar un MENSAJE que exterioriza o transmite a través de un CANAL (medio físico: ondas sonoras, escrituras, impulsos eléctricos…) para que un RECEPTOR sintonice el canal, descodifique el mensaje y reciba el contenido informativo. Todo este proceso se enmarca en una situación o CONTEXTO (conjunto de factores y circunstancias que rodean el acto comunicativo). El contexto puede ser de varios tipos: lingüístico (lo que precede o sigue al enunciado), situacional (circunstancias espaciales y temporales en que se produce el acto comunicativo) o sociohistórico (relativo a aspectos relacionados con la época en que se produce el acto).

Ahora bien, en la comunicación humana se pueden producir perturbaciones, por lo general no previsibles, que pueden dificultar la recepción completa del mensaje. A este conjunto de errores u obstáculos se los conoce como RUIDO, que no debe confundirse con una simple molestia sonora. Para evitar la pérdida de información que pueden ocasionar los ruidos, los hablantes disponen de un conjunto de unidades de defensa o elementos de repetición, que, aunque son innecesarios desde un punto de vista informativo, resultan útiles para minimizar la pérdida informativa: es lo que se denomina REDUNDANCIA.

iii. FUNCIONES DEL LENGUAJE

Karl Bühler, en el siglo XIX y siguiendo a Platón, definió el lenguaje como un órganon o sistema que sirve para comunicar algo sobre las cosas a través de un fenómeno perceptible por los sentidos. Este fenómeno es, para él, la enunciación o emisión lingüística y propone un esquema en el que las funciones del lenguaje vienen determinadas por los elementos que intervienen en el proceso comunicativo.

- función expresiva el emisor manifiesta subjetivamente su interioridad (relación entre emisor y signo).

- función apelativa se pretende actuar sobre el receptor (relación entre signo y receptor).- función representativa lo que se pretende es informar sobre el referente (relación entre signo y

objeto).

Si bien esta clasificación es insuficiente para ser aplicada a todo tipo de acto comunicativo, sentó las bases para la lingüística posterior y postuló un concepto de suma transcendencia: las funciones del lenguaje aparecen ordenadas jerárquicamente y relacionadas con los elementos que participan del acto comunicativo.

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Partiendo del modelo de Bühler, Jackobson advierte que las funciones del lenguaje no pueden ser solo tres, y sostiene, además, que cada factor o elemento determina una función, que ninguna función existe en estado puro, y que hay un orden jerárquico entre las distintas funciones.

Otra manera de clasificar las funciones es la que propone Halliday, que las reduce a tres metafunciones.

a- Función ideativa: representa la relación entre el hablante y el mundo que lo rodea. Este expresa su experiencia, pero también estructura y determina la manera en que ve el mundo.

b- Función interpersonal: se trata de una función interactiva en la que se establecen las relaciones sociales y se expresan los roles de las mismas.

c- Función textual: a través de la cual la lengua establece una relación entre ella misma y la situación en que se emplea. Se trataría de una relación de cohesión entre las partes del texto y su adecuación a la realidad concreta en que se produce.

Las dos primeras manifiestan los objetivos básicos del lenguaje: entender el mundo y actuar sobre él. Sin embargo, la tercera metafunción es posee un carácter más bien instrumental y es necesaria para poner en funcionamiento las otras dos.

3. COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y COMPETENCIA COMUNICATIVA

Se atribuye a Chomsky el haber introducido el concepto de competencia en la ciencia lingüística. Este concepto, formulado por él, tenía un marcado carácter lingüístico. Sin embargo, autores posteriores, partiendo de su propuesta, han ido reformulando ese concepto, matizándolo y ampliándolo desde distintas perspectivas, que se desarrollarán a continuación. Los conceptos de competencia lingüística y competencia comunicativa se refieren al conjunto de conocimientos y habilidades que permiten a un hablante usar la lengua. El objeto de estudio, si bien sigue siendo la lengua, se desplaza a los hablantes y a su capacidad para comunicarse.

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a. COMPETENCIA LINGÜÍSTICA

El concepto, aunque desarrollado en extenso en la década de los 60 y 70, que fue propuesto por Chomsky8 en Estructuras sintácticas (1957) y ampliado posteriormente en Aspectos de la teoría de la sintaxis (1965), constituye un concepto fundamental en la gramática generativa.

La lingüística estructural constituye una descripción de los componentes de la lengua, desde lo más complejo o general a lo más simple. Sin embargo, era necesario formular una teoría que atendiera a la posible combinación de esos elementos lingüísticos que nunca han existido en el corpus de habla, pero que pueden existir. A raíz de esta necesidad Chomsky desarrolla lo que denominó “competencia lingüística” y que puede entenderse, de forma general, como el conocimiento de la lengua por parte de un hablante.

Chomsky desarrolla este concepto a través de la dicotomía competencia (“competence”) / actuación (“performance”). La competencia sería el conocimiento lingüístico que permite como hablante generar y como oyente valorar cualquier cadena lingüística, y la actuación sería la manifestación concreta de esa competencia.

En ocasiones se ha intentado establecer una equivalencia entre la dicotomía lengua/habla de Saussure, y la de competencia/actuación de Chomsky, sin embargo, estas dos parejas no tienen ninguna relación entre sí.

Por un lado, lengua y habla son aspectos dependientes el uno del otro, mientras que competencia y actuación pueden existir con relativa independencia (la actuación de un hablante puede verse afectada sin que ello afecte a su competencia). Por otro lado, la lengua es un resultado social, un código compartido, mientras que la competencia es algo individual que posee el hablante.

Se puede decir, pues, que un hablante goza de competencia lingüística cuando es capaz de entender un mensaje nunca antes oído, y emitir, haciéndose comprender, un mensaje no aprendido.

A partir de Chomsky, el concepto de competencia en lingüística ha tenido mucho éxito y han sido numerosas las reformulaciones que distintos autores han realizado desde distintas perspectivas.

Coseriu en Competencia lingüística (1992) amplía el concepto y distingue en la lengua tres niveles, cada uno de los cuales se identifica con un saber lingüístico:

a- Nivel universal = saber elocucional. Se trata del saber hablar en generalb- Nivel histórico = saber idiomático. Tiene que ver con una competencia lingüística particular

que incluye el conocimiento de los signos y de los procedimientos para llevar a cabo un determinado acto comunicativo.

c- Nivel individual = saber expresivo. Se relaciona con la competencia textual y los textos en general.

En el Marco común europeo de referencia para las lenguas9 se establece que la competencia lingüística es la suma de seis competencias.

8 CHOMSKY. N. (1970) Aspectos de la teoría de la sintaxis. Madrid: Aguilar(1974) Estructuras sintácticas. Madrid. Gredos

9 CONSEJO DE EUROPA (2001, versión española de 2002). Marco común europeo de referencia para las lenguas: aprendizaje, enseñanza, evaluación. Madrid: MECD y Anaya. Disponible en la página web del instituto Cervantes: http://cvc.cervantes.es/ obref/marco/.

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1- Competencia léxica: “conocimiento del vocabulario de una lengua y su capacidad para utilizarlo”. Estaría formada tanto por elementos léxicos como gramaticales.

2- Competencia gramatical: “conocimiento de los recursos gramaticales de una lengua y su capacidad para utilizarlos” (en castellano la Nueva gramática de la lengua española (2009) y la versión adaptada al contexto escolar Nueva gramática básica de la lengua española (2011))

3- Competencia semántica: “comprende la conciencia y el control de la organización del significado”. Se divide a su vez en semántica léxica (que atiende al significado de las palabras en relación con un contexto general y a las relaciones semánticas), la semántica gramatical (que comprende el significado de los elementos, las categorías, estructuras y procedimientos gramaticales) y la semántica pragmática (que atiende a las relaciones lógicas)

4- Competencia fonológica: “supone el conocimiento y la destreza en la percepción y producción de unidades de sonido de la lengua (fonemas) y su realización en contextos concretos (alófonos); los rasgos fonéticos distintivos (sonoridad, nasalidad, oclusión…); la composición fonética de las palabras (estructura silábica); la fonética de las oraciones (entonación, acento, ritmo…); y, finalmente, la reducción fonética (reducción vocálica, asimilación…)

5- Competencia ortográfica: “supone el conocimiento y la destreza en la percepción y producción de símbolos que componen los textos escritos” (en castellano la Ortografía de la lengua española, 2010)

6- Competencia ortoépica: supondría “saber articular una pronunciación correcta partiendo de una forma escrita” e implicaría: el conocimiento de las convenciones ortográficas; la capacidad de consultar un diccionario y las convenciones utilizadas en ellos para representar la pronunciación; el conocimiento de la repercusión que las formas escritas, sobre todo signos de puntuación, tienen en la expresión y la entonación; y, finalmente, la capacidad de resolver la ambigüedad en función del contexto.

En resumen, puede decirse que la competencia lingüística es el conocimiento que un hablante posee sobre su propia lengua, el cual le permite no solo codificar mensajes que respeten las reglas de la gramática, sino también comprenderlos y emitir juicios de valor sobre su gramaticalidad.

El concepto, de indudable trascendencia, es criticado porque solo contempla el conocimiento de unas reglas fónicas, gramaticales y lexicosemánticas; es por ello que surge el concepto de “competencia comunicativa”.

b. COMPETENCIA COMUNICATIVA

El concepto fue acuñado por el etnolingüista norteamericano Dell Hymes en la década de los 70 como reacción al concepto de “competencia lingüística” de la gramática generativa. Hymes entiende que el concepto de “competencia lingüística” pasa por alto la dimensión social y cultural de los actos de habla en una situación de uso concreta y propone una noción más englobadora.

La capacidad de formar enunciados gramaticalmente correctos es necesaria pero no suficiente: una comunicación plena requiere también la capacidad de formular e interactuar en enunciados socialmente apropiados. La competencia comunicativa se entiende, pues, como el conjunto de habilidades y capacidades de un hablante para conducirse de manera eficaz y apropiada en una determinada comunidad, o lo que es lo mismo: la capacidad de interpretar y usar apropiadamente el significado social de las variedades lingüísticas.

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Ello implica que el hablante no solo debe respetar las reglas gramaticales, fonéticas o léxico-semánticas, sino también las reglas de uso relacionadas con el contexto socio-histórico y cultural en que tiene lugar el acto comunicativo. La definición que da Hymes es la siguiente: “La competencia comunicativa es el término más general para la capacidad comunicativa de una persona, capacidad que abarca tanto el conocimiento de la lengua como la habilidad para utilizarla. La adquisición de tal competencia está mediada por la experiencia social, las necesidades, motivaciones, y la acción, que es a la vez una fuente renovada de motivaciones, necesidades y experiencias”.

Buscando una síntesis entre teoría lingüística y teoría de la comunicación de la cultura, Hymes propone cuatro criterios para describir las formas de comunicación:

1- Es formalmente posible si sigue las reglas de la gramática (la competencia lingüística correspondería a este primer criterio y quedaría englobada dentro de una competencia más amplia)

2- Es factible atendiendo a los medios de actuación disponibles (si las condiciones del hablante le permiten emitir, recibir y procesar el acto comunicativo satisfactoriamente)

3- Es apropiada en la situación en que se utiliza si se adapta a las variables que puedan darse en distintas situaciones de comunicación

4- Se da en la realidad si una expresión posible formalmente, factible y apropiada es usada por los miembros de una comunidad. (“puede que algo que resulte posible, factible y apropiado y que no llegue a ocurrir” Hymes)

Otras aportaciones de gran interés y relevancia en torno al concepto de “competencia comunicativa” son las de los siguientes lingüistas:

- Fishman se acerca más al término al postular que todo acto comunicativo entre dos personas está regido por las reglas de interacción social (¿quién habla a quién), ¿qué lengua?, ¿dónde?, ¿con qué intenciones?, ¿con qué consecuencias?). Esta definición incluye elementos lingüísticos, psicológicos y pragmáticos que permiten una aproximación del término a otras disciplinas.

- Coseriu sitúa la competencia comunicativa dentro del saber expresivo- Austin aplica el concepto a la pragmática y en sus investigaciones, expuestas en sus clases en la

década de los 40, concluye que al producir un acto de habla se activan simultáneamente tres dimensiones:

Un acto locutivo (el acto físico de emitir el enunciado, como decir, pronunciar, etc.). Este acto es, en sí mismo, una actividad compleja, que comprende, a su vez, tres tipos de actos diferentes: acto fónico: el acto de emitir ciertos sonidos; el acto fático: el acto de emitir palabras en una secuencia gramatical estructurada; y el acto rético: el acto de emitir las secuencias gramaticales con un sentido determinado.

Un acto ilocutivo o intención (la realización de una función comunicativa, como afirmar, prometer, etc.)

Un acto perlocutivo o efecto (la (re)acción que provoca dicha emisión en el interlocutor, como convencer, interesar, calmar, etc.)

De este modo, al emitir un enunciado como [te prometo que lo haré] estamos, por un lado, diciendo algo (acto locutivo); prometiendo una acción (acto ilocutivo) y provocando un efecto (convencer de la promesa al interlocutor).

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- La teoría de los actos de habla fue ampliada posteriormente por un discípulo de Austin, el filósofo J. Searle, quien perfeccionó y consolidó dicha teoría. Searle se centra en el estudio del acto y locutivo y agrupa las emisiones en cinco categorías: 1. los actos de habla asertivos dicen algo acerca de la realidad: [el teatro estaba lleno]; 2. los directivos pretenden influir en la conducta del interlocutor: [no te olvides de cerrar con llave]; 3. los compromisivos condicionan la ulterior conducta del hablante: [si tengo tiempo pasaré a saludarte]; 4. en los expresivos el hablante manifiesta sus sentimientos o sus actitudes: [lo siento mucho, no quería molestarle]; 5. y los declarativos modifican la realidad [queda rescindido este contrato].

A partir de ahí, el concepto de competencia lingüística se ha desarrollado, reformulado y utilizado en la práctica en el marco de la enseñanza de segundas lenguas y lenguas extranjeras. Destaca, entre otras, la propuesta de Canale y Swaim (1980), quienes señalan que la competencia comunicativa está integrada por otras cuatro competencias: lingüística, sociolingüística, estratégica y discursiva. De ellas, la competencia lingüística se centraría en los aspectos formales de la lengua, la competencia sociolingüística tiene que ver con la adecuación del enunciado a una situación comunicativa concreta; la competencia estratégica alude a la capacidad de recurrir a elementos de naturaleza verbal y no verbal con el fin de garantizar la efectividad de la comunicación; por último, la competencia discursiva se refiere a la capacidad para formar textos dotados de coherencia y cohesión y adecuados a las características textuales propias de cada tipo. De entre todas ellas, manifiestan la importancia de la competencia discursiva, ya que engloba el dominio de las habilidades y estrategias que permiten a los interlocutores producir e interpretar textos, así como el de los rasgos propios de los géneros discursivos de la comunidad de habla en la que se encuentra un hablante determinado.

Posteriormente, Van Ek (1986) suma otras dos competencias a esa lista: la competencia social y la competencia sociocultural, ambas diferentes de la competencia sociolingüística. Ambas competencias se relacionarían con la necesidad de que el aprendiz reconociera la validez de otras formas diferentes de conceptualizar y expresar la experiencia que rodea a un individuo. En definitiva, el autor pone el acento en la importancia de la cultura para el aprendizaje de una lengua extranjera o segunda. En dicha competencia entraría en juego las diferencias culturales causantes de fenómenos como la falta de correspondencia para determinados ele

Puede concluirse que la competencia comunicativa resulta ser una suma de competencias, que incluye la competencia lingüística, la competencia sociolingüística, la competencia pragmática y la psicolingüística. A su vez, cada una de estas competencias se compone de "subcompetencias". El siguiente esquema, que resume e incluye elementos lingüísticos, sociolingüísticos, pragmáticos y psicolingüísticos, quiere ser una puesta al día de lo que en este momento entendemos por competencia comunicativa.

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1. LA COMPETENCIA LINGÜÍSTICA es lo que siempre se ha conocido como gramática tradicional, con sus planos del lenguaje: morfología, sintaxis, fonética y fonología, y semántica.

2. LA COMPETENCIA SOCIOLINGÜÍSTICA incluye, al menos, las reglas de interacción social, el modelo speaking de Hymes, la competencia interaccional y la competencia cultural.

2.1. Reglas de interacción social. La competencia sociolingüística, o etnografía del habla, como la denominó Hymes (1971), es una descripción en términos culturales de los usos pautados de la lengua y el habla, o sea, las reglas de interacción social de un grupo, institución, comunidad o sociedad particular. Esta definición hace que debamos ocuparnos, a lo menos, de las siguientes cuestiones para entenderla:

1. Los recursos sociolingüísticos de una comunidad particular, incluyendo no solamente los gramaticales, sino más bien un conjunto de potenciales lingüísticos para el uso y significado social.

2. Las interrelaciones y organizaciones pautadas de los diversos tipos de discurso e interacción social en la comunidad,

3. Las relaciones de dichas pautas de habla con otros aspectos de la cultura de la comunidad tales como: organización social, religión, política, etc.

4. El uso y explotación de los recursos en el discurso: situación de habla, evento de habla y acto de habla. Dentro de una comunidad lingüística se pueden detectar muchas situaciones de habla que se asocian con el uso del lenguaje o que están marcadas por su ausencia, como por ejemplo: fiestas, comidas, clases, ceremonias. Un evento de habla, según Hymes, es la actividad o aspectos de la misma que está regido por reglas o normas para el uso lingüístico, por ejemplo, una conversación privada, una discusión o una prédica. Cuando los eventos de habla son analizados en segmentos de discursos más pequeños constituyen un acto de habla, tales como una pregunta, una orden o una recriminación durante una discusión. Así como un mismo tipo de acto de habla puede

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ocurrir en diferentes eventos de habla, también un mismo tipo de evento de habla puede verificarse en distintas situaciones de habla.

2.2. Modelo SPEAKING. Hymes pone de relieve el concepto de la situación social a través del modelo SPEAKING, donde cada letra representa un concepto de análisis:

Estos ocho elementos corresponden a las reglas de interacción social, las que deben responder a las siguientes preguntas: ¿dónde y cuándo?, ¿quién y a quién?, ¿para qué?, ¿qué?, ¿cómo?, ¿de qué manera?, ¿creencias?, ¿qué tipo de discurso? Estas se pueden detallar de la siguiente manera:

S = Situación. Responde a la pregunta ¿dónde y cuándo? y comprende la situación de habla, lugar,

tiempo y todo lo que la caracteriza desde un punto de vista material: una fiesta, un discurso, una clase. También incluye el evento de habla como parte menor de la situación de habla.

P = Participantes. Responde a las preguntas ¿quién y a quién?, e incluye a las personas que interactúan lingüísticamente: emisor e interlocutor, como asimismo a las personas que participan en el evento de habla e influyen en su desarrollo debido a su presencia.

E = Finalidades (ends). Responde a la pregunta ¿para qué? Este punto, según mi criterio, podría también ser incluido dentro de la denominada competencia pragmática, ya que tiene que ver con las intenciones del hablante al decir algo y con los resultados que espera obtener como consecuencia de ese "decir algo".

A = Actos. Responde a la pregunta ¿qué?, y se expresa a la vez como contenido del mensaje (tópico o tema abordado) y su forma, esto es, el estilo de expresión.

K = Tono (key). Responde a la pregunta ¿cómo? y expresa la forma o espíritu con que se ejecuta el acto. Un mismo enunciado, desde el punto de vista gramatical, puede variar su significado si se lo quiere expresar en serio, como una broma o como un sarcasmo. En este último caso anulando su significado semántico original.

I = Instrumentos. Responde a la pregunta ¿de qué manera?, y tiene dos componentes: los canales y las formas de las palabras. El canal puede ser oral (canto, discurso, silbido, el llanto...), la escritura, el lenguaje no verbal. En cuanto a la forma de las palabras, se toma en consideración su diacronía, �botica � por �farmacia �, por ejemplo; su especialización o uso.

N = Normas. Responde a la pregunta ¿qué creencias?, y comprende las normas de interacción y las de interpretación. Las primeras tienen que ver con los mecanismos de regulación interaccional, o rituales: cuándo dirigir la palabra, cuándo interrumpir a alguien, duración de los turnos. Las segundas involucran todo el sistema de creencias de una comunidad, que son transmitidas y recibidas ajustándose al sistema de representaciones y costumbres socioculturales.

G = Género. Responde a la pregunta ¿qué tipo de discurso? y se aplica a categorías tales como poemas, proverbios, mitos, discurso solemne, rezos, editoriales, cartas al Director...

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2.3. Competencia interaccional. Involucra el conocimiento y el uso de reglas no escritas de interacción en diversas situaciones de comunicación en una comunidad sociocultural-lingüística dada. Incluye, entre otras cosas, saber cómo iniciar, continuar y manejar las conversaciones y negociar el significado con otras personas; el tipo de lenguaje corporal apropiado; el contacto visual y la proximidad entre los hablantes y el actuar en consonancia con esas reglas. Un ejemplo: la conversación entre un cliente y la cajera en un supermercado se supone que no es personal, sino que se refiere a una transacción comercial, por lo que sería inapropiado hacer esperar a la otra gente que desea ser atendida si estas dos personas se involucraran en una conversación personal. Hay que hacer notar que las reglas que regulan estas transacciones están culturalmente determinadas y varían de cultura a cultura y, dentro de ésta, de una comunidad a otra.

La cuestión que debe preocuparnos es cómo manejan los individuos la interacción social y tratar de resolver interrogantes tales como los procesos discursivos que favorecen o dificultan la producción y comprensión del dominio de la interacción; cómo resuelven los hablantes el uso y defensa de su turno; qué tipos de interacción se pueden distinguir; cuál es el comportamiento sociolingüístico empleado para ejercer el rol de autoridad en un intercambio; qué estrategias se usan para desafiar dicha autoridad.

2.4. Competencia cultural. Es la capacidad para comprender las normas de comportamiento desde el punto de vista de los miembros de una cultura, y actuar de modo que pueda ser entendido por dichos miembros y en que se espera que dichas normas sean entendidas. La competencia cultural, por lo tanto, involucra la comprensión de todos los aspectos de la cultura, especialmente la estructura social, los valores y creencias de la gente y el modo en que asumen que se deben hacer las cosas.

3. COMPETENCIA PRAGMÁTICA. Un avance importante en el análisis del discurso fueron las contribuciones hechas por Austin, Searle y Grice con la discusión de los actos de habla. Mientras que la sociolingüística daba énfasis al rol de la variación de la lengua y al contexto social, esta visión desde la filosofía consideraba los enunciados verbales no como oraciones, sino como formas específicas de acción social. En este acápite incluimos tres aspectos: la competencia funcional (actos de habla incluidos), la implicatura y la presuposición.

3.1. Competencia funcional. Se refiere a la capacidad para lograr los propósitos de comunicación en una lengua. Existe una serie de propósitos por los cuales se usa la lengua: para especular, rechazar, retractarse, negar, clasificar, preguntar, perdonar, felicitar, saludar, agradecer, etc. Todos estos son actos de habla, esto es, cómo hacemos cosas con las palabras. Los actos de habla pueden variar de una cultura a otra ya que son el reflejo de diferentes sistemas de valores.

3.2. Implicatura. La implicatura es un tipo especial de inferencia pragmática, que no puede considerarse como una inferencia semántica ya que no tiene que ver con los significados "de diccionario" de las palabras, frases u oraciones, sino más bien con ciertas presunciones contextuales vinculadas con la "cooperación" de los participantes en una conversación. La noción de implicatura (Grice, 1975) se basa en la distinción entre lo que se dice y lo que se implica al decir lo que se dice, o lo que no se dice. Grice distingue dos tipos de implicaturas: convencionales y conversacionales, aunque la diferencia no siempre es nítida. En principio, parece ser que la implicatura convencional depende de algo adicional al significado normal de las palabras, en tanto

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que la implicatura conversacional se deriva de condiciones más generales que determinan la conducta adecuada en la conversación (Levinson, 1985).

La teoría de la implicatura de Grice se sustenta esencialmente en cómo la gente usa la lengua. Grice identifica cuatro máximas de conversación, que, según él, son los principios subyacentes sobre los cuales se basa el uso cooperativo eficiente de la lengua. Estas máximas expresan el PRINCIPIO COOPERATIVO y son las siguientes:

3.3. La presuposición. Es otro tipo de inferencia pragmática, que parece estar unida más estrechamente con la estructura lingüística de las oraciones. Las presuposiciones no pueden considerarse como semánticas, en el sentido literal del término, sino que son muy sensibles a factores contextuales, y sus significados están implícitos en ciertas expresiones y sirven para evaluar la verdad de la oración. Por ejemplo, la expresión acabar de + infinitivo lleva una presuposición, como en el ejemplo: Acaba de terminar el partido, donde la presuposición es que el partido ya no se está jugando. Otro ejemplo: Lamento que te haya ido mal, donde la presuposición es "te fue mal" (Reyes 1998).

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4. COMPETENCIA PSICOLINGÜÍSTICA. Incluye la personalidad del hablante, la sociocognición y el condicionamiento afectivo. Estos dos últimos puntos son difíciles de separar de la competencia pragmalingüística, y podrían incluirse en ésta, aunque por una mera cuestión metodológica se mantienen aparte.

4.1. La personalidad del hablante y de los interlocutores incluye sus "cajas negras", cada uno con su nivel intelectual y cultural, su sistema de motivaciones, además del sexo, edad, estrato social, prejuicios, educación, estado emocional, etc. Todos estos elementos constituyen su identidad. A través del lenguaje los seres no sólo comunicamos información, sino que también intercambiamos significaciones, teñidas de nuestros estados de ánimo.

4.2. Sociocognición. Sobre la base de una caracterización sociocognitiva de la ideología (Van Dijk 1995), esto es, el hecho de que los esquemas mentales, las actitudes y los valores no son sólo fenómenos individuales sino que están presentes en las mentes de los integrantes de una comunidad, se puede señalar que las representaciones mentales, junto a las actitudes con que los hablantes entran en una interacción y visualizan al otro, afectan la estrategia discursiva por usar y la evaluación de cómo (se) desarrollará dicho intercambio. Al compartir ciertos modelos de representación mental, los miembros de una comunidad cuentan con una base común para conceptuar situaciones, eventos y actos de habla y también interpretar la ausencia de los mismos.

4.3. Condicionamiento afectivo. La sociocognición es un elemento compartido por los integrantes de una comunidad, lo que no quiere decir que se anule la individualidad. Así, los rasgos constantes de una persona, su personalidad, como sus estados de ánimo, son factores esporádicos que afectan la cantidad y la calidad de su interacción en eventos específicos, a lo que hay que agregar aquellos elementos contextuales que le dan un marco al evento de habla: el espacio social, el momento, el contexto institucional, las normas de interacción que deben aplicarse y la interpretación. De todas estas condicionantes depende la caracterización del ambiente psicológico en que se enmarcan la situación, el evento de habla y el acto de habla.

Resumiendo, la competencia comunicativa es un conjunto de habilidades y conocimientos que poseen los hablantes de una lengua, que les permiten comunicarse en ésta, pudiendo hacer uso de dicha lengua en situaciones de habla, eventos de habla y actos de habla. Lo que decimos y hacemos tiene significado dentro de un marco de conocimiento cultural. El modo en que usamos la lengua está enraizado en la sociognición colectiva, por medio de la cual le damos sentido a nuestra experiencia. La competencia comunicativa está formada, pues, por las competencias lingüística, sociolingüística, pragmática y psicolingüística, con sus respectivas estructuras y funciones. Es precisamente el dominio de estas estructuras y funciones lo que constituye nuestro conocimiento de la lengua.

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4. CONCLUSIÓN

A lo largo del tema se han desarrollado los aspectos más significativos que constituyen la base de los estudios lingüísticos contemporáneos, no solo atendiendo a la concepción científica del lenguaje, sino también atendiendo a las diversas corrientes a la hora de abordar el estudio del signo y de la comunicación.

Tras Saussure la noción de la lengua como sistema cambió radicalmente y también la percepción del fenómeno lingüístico. Hoy por hoy es imposible estudiar la lengua de una manera que ignore su condición sistémica.

A su vez la dimensión comunicativa del lenguaje, en sus múltiples facetas, es la que organiza disciplinas tan distintas como la semiótica, la hermenéutica, la psicología, los estudios culturales o el análisis textual.

En la enseñanza de lenguas, el concepto de competencia comunicativa ha tenido una influencia muy amplia y muy profunda, tanto en lo que atañe a la fijación de objetivos de los programas como a las prácticas de enseñanza en el aula, así como en la concepción y elaboración de exámenes. La enseñanza de la primera lengua ha experimentado igualmente el influjo de los estudios sobre la competencia comunicativa; para el caso del español pueden consultarse los trabajos de Lomas, Osoro y Tusón.

5. BIBLIOGRAFÍA ROBBINS, R. H. (1992): Breve historia de la lingüística. Madrid. Paraninfo. MOUNIN, G. (1992): La lingüística del s XX. Madrid. Gredos. LEPSCHY, G.C.(1966): La lingüística estructural. Madrid. Anagrama.

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