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1 PEDRO 3 Pedro continúa el tema de la sumisión (3.1, 5, 22) y muestra que el cristiano debe estar sujeto en tres áreas de la vida. I. Sumisión en el hogar (3.1–7) A. El esposo no salvo. Pedro se refiere a un hogar dividido. Después de casada, la mujer llega a confiar en Cristo, pero el esposo no es creyente. Pedro describe cómo la esposa puede ganar al marido para el Señor. B. La esposa cristiana. Debe estar sujeta a su marido y mostrarle honor y respeto (Ef 5.22; Col 3.18). No debe hostigarlo ni predicarle, sino vivir una vida tan devota que su esposo pueda ser ganado para Cristo «sin palabra», o sea, sin predicación ni alegatos. Los seres queridos no salvos observan nuestra vida; si reflejamos a Cristo, podemos ganarlos. Su conducta debe ser pura (casta) y su atención debe centrarse en la persona interior y no en la apariencia externa. Pedro no prohíbe que las mujeres usen joyas; lo que prohíbe es ir a extremos mundanos simplemente para «andar a la moda». Véase 1 Timoteo 2.9–12. «Peinados ostentosos» (v. 3) quiere decir los peinados exagerados, entretejiendo decoraciones de oro y cosas por el estilo. «Vestidos» (v. 3) se refiere a ropas decorativas en particular, las «cosas adicionales extravagantes» que llaman la atención. Las mujeres cristianas pueden ser atractivas sin ser mundanas. Es más, las modas ostentosas que el mundo acostumbra mucho a vestir, abochornaría a la mujer cristiana devota y haría difícil su testimonio. La verdadera belleza viene desde adentro (v. 4). Pedro usó a Sara, la esposa de Abraham, como ejemplo. Ella era una

1 PEDRO 3-4

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Resumen de la primera carta de pedro

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1 PEDRO 3Pedro continúa el tema de la sumisión (3.1, 5, 22) y muestra que el cristiano debe estar sujeto en tres áreas de la vida.I. Sumisión en el hogar (3.1–7)A. El esposo no salvo.Pedro se refiere a un hogar dividido. Después de casada, la mujer llega a confiar en Cristo, pero el esposo no es creyente. Pedro describe cómo la esposa puede ganar al marido para el Señor.B. La esposa cristiana.Debe estar sujeta a su marido y mostrarle honor y respeto (Ef 5.22; Col 3.18). No debe hostigarlo ni predicarle, sino vivir una vida tan devota que su esposo pueda ser ganado para Cristo «sin palabra», o sea, sin predicación ni alegatos. Los seres queridos no salvos observan nuestra vida; si reflejamos a Cristo, podemos ganarlos.

Su conducta debe ser pura (casta) y su atención debe centrarse en la persona interior y no en la apariencia externa. Pedro no prohíbe que las mujeres usen joyas; lo que prohíbe es ir a extremos mundanos simplemente para «andar a la moda». Véase 1 Timoteo 2.9–12. «Peinados ostentosos» (v. 3) quiere decir los peinados exagerados, entretejiendo decoraciones de oro y cosas por el estilo.

«Vestidos» (v. 3) se refiere a ropas decorativas en particular, las «cosas adicionales extravagantes» que llaman la atención. Las mujeres cristianas pueden ser atractivas sin ser mundanas. Es más, las modas ostentosas que el mundo acostumbra mucho a vestir, abochornaría a la mujer cristiana devota y haría difícil su testimonio.

La verdadera belleza viene desde adentro (v. 4). Pedro usó a Sara, la esposa de Abraham, como ejemplo. Ella era una mujer hermosa, por cuanto varios reyes trataron de quitársela a su marido; sin embargo, fue devota al Señor y a su esposo. Génesis 18.12 indica que incluso llamaba a Abraham mi «señor». No era esclava, por supuesto; más bien, estaba expresando su sumisión basada en el amor.

Cuando una cristiana es fiel al Señor y a su esposo nunca tendrá temor de lo que pudiera pasar, porque Dios gobernará e invalidará las amenazas. La palabra «amenazas» en el versículo 6 significa «terror».)Por supuesto, una mujer cristiana nunca debe casarse con un hombre que no es digno de su amor y respeto.

C. Vivir como un esposo cristiano.«Igualmente» (v. 7) indica una actitud similar de amor y respeto de parte del esposo. El matrimonio es una relación mutua. Los esposos no deben quedarse en la ignorancia, sino que deben crecer en el conocimiento del Señor y de su cónyuge. El esposo debe honrar a

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su esposa. Ellas son coherederas de la gracia de la vida, lo que sugiere que los hijos son herencia del Señor. Si hay disparidades entre los cónyuges cristianos, serán estorbadas sus oraciones; provocarán problemas en el hogar. Pedro da por sentado que los cónyuges no sólo viven juntos; ¡también oran juntos!

II. Sumisión bajo el sufrimiento (3.8–14)El versículo 8 describe el amor entre cristianos en la iglesia; lo contrasta con el conflicto que se encuentra en Santiago 4. En los versículos 9–14, Pedro se refiere a los cristianos que sufren en el mundo. Este es el sufrimiento que día tras día soportamos, no la «prueba de fuego» del sufrimiento especial que aparece más tarde (4.12ss). ¿Cómo deben los cristianos actuar cuando el mundo los persigue?

A. Deben ser una bendición (v. 9).Lea Lucas 6.22–28. Vencemos el odio al mostrar amor. La mejor manera de enfrentar alcalumniador y al perseguidor es con paciencia y gracia. ¡Deje que el Señor haga el resto!

B. Deben mantenerse limpios (vv. 10–11).Se refiere al Salmo 34.12–16. «El que quiere amar la vida» es una excelente traducción del versículo 10. «Apartarse» significa «evadir» y «seguir» significa «procurar alcanzarla».C. Deben recordar que Dios está vigilando (vv. 12–14).Dios ve los problemas y oye nuestros clamores. Sabe cómo enfrentarse a quienes nos persiguen por su causa. En lugar de quejarnos debemos regocijarnos de que sufrimos por su causa (Mt 5.11, 12; Hch. 5.41).

III. Sujeción a Cristo (3.15–22)«Santificad a Dios como Señor» es una traducción mejor del versículo 15. Póngalo en el trono de su corazón. Si Él controla nuestras vidas, siempre tendremos una respuesta cuando nos pregunten respecto a la esperanza que tenemos en Él (Mc 13.11). Un corazón rendido y una buena conciencia, nos darán paz cuando nos acusen falsamente.

Los pecadores pueden acusarnos, pero Dios conoce el corazón; y nosotros tememos a Dios, no a los hombres (Is 8.12, 13). De nuevo Pedro les recuerda los sufrimientos de Cristo, que fue acusado falsamente y sin embargo dejó el asunto en las manos del Padre.

El misterio de los «espíritus encarcelados» (vv. 19–20) ha dejado perplejos a los estudiosos por muchos años, y no todos los intérpretes concuerdan sobre lo que significa. Sólo tenga presente la lección principal de este pasaje: Cristo sufrió injustamente, pero Dios le honró y le dio gloria (v. 22). El resto de este pasaje describe principalmente la buena conciencia del creyente delante de Dios. En cuanto a los problemas que surgen de las otras partes del pasaje, se han dado varias explicaciones.

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Algunos sugieren que Cristo dio a los muertos en el infierno una segunda oportunidad de salvación, pero esto es contrario a lo que enseña el resto de la Biblia. Otros sugieren que Pedro sólo dice que el mismo Espíritu Santo que levantó a Cristo de los muertos (v. 18) predicó mediante Noé y que Cristo, entre su muerte y su resurrección, visitó los espíritus de estas personas perdidas en prisión (el mundo de los muertos) y anunció su victoria. No se explica por qué Jesús visitó a estos hombres y no a otros.

Una buena explicación, sin embargo, es que los «espíritus encarcelados» son los ángeles caídos de Génesis 6, que convivieron con las hijas de los hombres yendo «en pos de vicios contra naturaleza» como lo explica Judas 6–7. La palabra «encarcelados» en el versículo 19 hace referencia al lugar de juicio mencionado en 2 Pedro 2.4: «prisiones de oscuridad». Fue esta violación de la orden de Dios lo que contribuyó a que viniera el diluvio, lo cual explica por qué Pedro menciona a Noé. Nótese también que el tema de Pedro es la sujeción de los ángeles a Cristo (v. 22). Estos ángeles caídos no estuvieronsujetos a Él y por consiguiente fueron juzgados.

Entre su muerte y resurrección Cristo visitó a estos ángeles en prisión y anunció su victoria sobre Satanás. La palabra «predicó» en 3.19 significa «anunciar» y no «predicar el evangelio». Jesús anunció la condenación de ellos y la victoria que tenía sobre todos los ángeles y autoridades. Es muy probable que en este tiempo Cristo «llevó cautiva la cautividad» (Ef 4.8), rescató las almas piadosas que moraban en el Hades (véase Lc 16.19–31) y las llevó al cielo consigo. No hay ningún indicio aquí de que alguien haya tenido una segunda oportunidad de ser salvo después de la muerte.

Pedro entonces liga a Noé al tema del bautismo. El diluvio fue en realidad un bautismo global de agua; el mundo está ahora reservado para un bautismo global de fuego (2 P 3.5–7). Pedro no dice que el bautismo nos salva ni que el agua lave pecados. Es más, deja en claro que el bautismo no puede quitar la inmundicia de la carne. La sumisión al Señor en el bautismo es una cuestión interna, la respuesta de una buena conciencia delante de Dios. El bautismo es un cuadro de muerte, sepultura y resurrección. El bautismo de Cristo en agua que realizó Juan el Bautista fue un símbolo del bautismo del Señor en su sufrimiento en la cruz (Lc 3.21, 22; 12.50). Cristo mismo designó a Jonás como señalde su muerte, sepultura y resurrección. El agua que sepultó al mundo perverso condujo a Noé a la seguridad. El agua no lo salvó; lo hizo el arco iris. De esta manera Noé mostró de antemano la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Nótese también que Noé envió una paloma; y cuando Cristo fue bautizado, una paloma vino y se posó sobre Él.

Este es un pasaje complejo, de modo que tenga presente las lecciones principales: (1) Cristo es Señor de todos y debemos someternos a Él; (2) una buena conciencia nos fortalece en la prueba;

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(3) el bautismo cristiano, ilustrado por el diluvio, es un cuadro de la muerte, sepultura y resurrección, pero no salva el alma. El bautismo es importante porque indica nuestra sumisión al Señor.

1 PEDRO 4Los capítulos 4 y 5 analizan la gracia de Dios en el sufrimiento. Pedro ya se ha referido al sufrimiento cotidiano que enfrenta el cristiano (por ejemplo: reproche, acusaciones); pero ahora les dice a sus lectores que el «fuego de prueba» de la persecución oficial está a punto de caerles encima. En este capítulo da tres maravillosos y benditos beneficios que pueden venir a los cristianos cuando estos atraviesan sufrimiento en la voluntad de Dios.

I. El sufrimiento purifica al santo (4.1–6)Cuando la vida es fácil nos deslizamos y caemos en el descuido y el pecado; pero el sufrimiento cambia nuestros valores y metas. El «fuego de prueba» es un horno que purifica el oro y permite que Dios elimine la escoria (Sal 66.10). Esto es lo que hace el sufrimiento por nosotros:A. Nos identifica con Cristo (v. 1).Él sufrió por nosotros para poder salvarnos del pecado. Cuando nosotros sufrimos por Él y con Él, aprendemos a detestar el pecado y a amarle más. Pedro les anima a tener «el pensamiento de Cristo» y a que se den cuenta de que su identificación con Cristo significa victoria sobre el pecado. Esta es la versión de Pedro de Romanos 6.B. Nos recuerda que la vida es corta (vv. 2–3).Damos la vida por sentado hasta que tenemos que sufrir, y entonces nuestros valores cambian. ¡Qué necio es que el cristiano desperdicie «el tiempo que resta» corriendo con el mundo y pecando! Hay una mejor manera. Antes que vivir en la voluntad de hombres pecadores, debemos vivir en la voluntad de Dios.C. Enfoca el juicio divino (vv. 4–6).El cristiano vive de acuerdo al juicio de los hombres o por el juicio de Dios. El mundo piensa que es extraño que ya no nos unamos a ellos en el pecado y hablan mal de nosotros. Pero su ultraje no nos perturba; Dios los juzgará algún día. Ellos darán cuenta a Dios. El versículo 6 pudiera parafrasearse de la siguiente manera: «Hay personas muertas físicamente ahora, pero vivas con Dios en el espíritu con que fueron juzgadas por el mundo. Pero oyeron el evangelio antes de morir y creyeron. Sufrieron y murieron debido a su fe, ¡pero están vivos con Dios! Es mejor sufrir por Cristo e ir a estar con Dios, que seguir al mundo y estar perdido». No hay conexión entre 4.6 y 3.19–20, ni tampoco hay aquí ninguna sugerencia de una segunda oportunidad para el perdido después de la muerte.

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Para los cristianos es importante «armarse» de la misma actitud hacia el mundo, el pecado y el sufrimiento que Jesús tuvo mientras estaba en la tierra. Si enfrentamos el sufrimiento sin una actitud espiritual, en lugar de purificarnos nos amargará.

II. El sufrimiento unifica a la iglesia (4.7–11)Pedro repite la exhortación: «Sed, pues, sobrios» (véanse 1.13 y 5.8). Les recuerda que Cristo viene pronto (5.4) y que, en medio del sufrimiento, los santos tienen responsabilidades el uno hacia el otro.Orar es una de ellas; lo mismo que el ferviente amor; la palabra «ferviente» aquí significa «extendido».

El amor cristiano nunca llega al punto de romperse. Ya es demasiado malo cuando el mundo acusa a los santos; así que estos no deben acusarse los unos a los otros. El amor ayudará a cubrir los pecados de los santos. El amor no limpia el pecado, pero sí cubre el pecado siempre que no ande por todas partes hablando de los pecados de otros.Pedro exhorta a estos cristianos tanto a abrir sus hogares como sus corazones. La hospitalidad cristiana es una bendición olvidada en la iglesia moderna y necesitamos restaurarla.

Por último, los cristianos necesitan servir al Señor a pesar de la persecución, ministrando sus dones como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. La palabra que se traduce «multiforme» también significa «multicolor, variada». La gracia de Dios puede satisfacer cualquier necesidad o combinarse con cualquier «color» que pudiera venir a la vida. Dios nos da los dones y la fuerza para usarlo todo para su gloria.

III. El sufrimiento glorifica al Señor (4.12–19)A. Esperen pruebas (v. 12).Las pruebas no son extrañas en la vida cristiana; debe esperárselas. Las pruebas que son parte de la voluntad de Dios no son advertencias de que estamos desobedeciéndole; son las herramientas de Dios para perfeccionar a los suyos.B. Regocíjense en las pruebas (vv. 13–14).Cuando las pruebas vienen, sufrimos por su causa y participamos del sufrimiento con Él. Véanse Filipenses 1.29 y 3.10. El sufrimiento que soportamos ahora no es sino un preludio de la gloria que disfrutaremos en su venida. Todavía más, el Espíritu de Dios «reposa con poder refrescante» (traducción literal del versículo 14) sobre el creyente que sufre. Cuando echaron a los tres jóvenes hebreos en el horno ardiendo, tenían fe de que Dios podía librarlos (Dn 3.19–30). No sólo los libró, sino que anduvo con ellos.C. No se avergüencen en las pruebas (vv. 15–16).La ley romana exigía que cada ciudadano jurara su lealtad al emperador. Una vez al año el ciudadano echaba un puñado de incienso en el altar apropiado y decía: «¡César es Señor!» Pero el cristiano confesaba que «¡Jesucristo es Señor!» (véase 3.15). Los creyentes rehusaban inclinarse ante César. Algunas veces el oficial romano escribía el

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nombre de Cristo en la tierra o en la pared y le pedía al cristiano que escupiera sobre este nombre. Si el cristiano se negaba, lo arrestaban, juzgaban y tal vez mataban. Al llevar el nombre de Cristo (cristiano) eran puestos en vergüenza ante sus amigos. ¡Pero qué glorioso nombre para llevar! Es el nombre sobre todo nombre.D. Testigos en las pruebas (vv. 17–18).Si Dios envía pruebas a la iglesia hoy, es evidencia de que un día juzgará a los perdidos. Nosotros tenemos pruebas ahora y gloria más tarde; los perdidos tienen su gloria ahora y su sufrimiento más tarde. ¡El único cielo que el pecador perdido conocerá está aquí en la tierra ahora! Dios empieza su juicio en su casa (la Iglesia); véase Ezequiel 9.6. Si la persecución por el nombre de Cristo no es sino el principio de las pruebas, ¿qué ocurrirá cuando llegue el tiempo para que los perdidos sean juzgados?Los justos (creyentes) se salvan «con dificultad» (v. 18); ¿qué esperanza hay para el incrédulo? Véase Proverbios 11.31.E. Encomiéndense a Dios (v. 19).La palabra «encomendarse» que se usa aquí es un término bancario; se refiere al acto de dejar una cantidad en depósito para que sea guardada con seguridad. Encaja hermosamente con la ilustración del «oro» en 1.7. Dios envía el fuego de prueba para quemar la escoria y nosotros nos encomendamos a Él para que nos guarde con seguridad, sabiendo que no puede fallarnos. Podemos estar seguros de que Dios «pagará interés» sobre nuestro depósito. Pero nótese que nos encomendamos a hacer el bien; esto es, nos encomendamos a Dios según obedecemos su Palabra. Esta es una rendición diaria y a toda hora, viviendo para complacer a Dios y servir a otros.Los cristianos atravesarán el fuego de la prueba antes de que Cristo vuelva. La situación mundial no mejorará. Las actitudes hacia los cristianos no mejorarán. El mundo siempre ha aborrecido el nombre de Cristo y continuará detestándolo. Si nos identificamos con el nombre de Cristo, el mundo nos aborrecerá (Jn 15.18–21). Si hacemos componendas, escaparemos de la persecución, pero también nos perderemos la bendición y la gloria de participar de los sufrimientos de Cristo.