5
PONENCIA EXCLUSION E INCLUSION Alfredo Molano Bravo 1 (*) Hasta donde he podido entender la idea de inclusión social con carácter psicosocial es una estrategia para reparar los daños causados en las personas y las comunidades por el conflicto armado. Hay daños psicosociales y daños en el tejido social. Se supone que la reparación-reconstrucción permite la inclusión social, es decir, la reincorporación de comunidades e individuos a la sociedad. Aquí me surge un gran interrogante: ¿A qué sociedad nos estamos refiriendo? ¿A la que hoy existe ante nuestros ojos? ¿A una estructura social que ha generado la violencia que vivimos y sufrimos desde mediados de los años cuarenta? Podríamos discutir los métodos, las modalidades, los fines y elaborar una gran teoría psicosocial de la inclusión, que a la larga puede no ser más que un eufemismo para hablar de reinserción. Lo que no nos podemos permitir es no saber hacia dónde vamos; hacia dónde queremos llevar los excluidos, en qué mundo los queremos incluir. Es sobre este aspecto que yo quisiera discutir con ustedes. Quizás algunos de Ustedes estén interesados en que se hiciera un balance de los programas sociales del gobierno actual que tienen como medio la seguridad democrática y como fin la cohesión social. Porque hay un matiz de reinserción en la formulación general que he conocido. Pastoral social adelanta programas dirigidos a la reparación y reconstrucción de estos daños apoyados por Ministerio de la Protección. No quiero caer en la tentación de entrar en una evaluación que tendría que arrancar por los desarrollos que ha tenido la ley de Justicia y Paz. Me aterraría tener que coincidir con las apreciaciones de un Mancuso o de un lguano: al ritmo que se va, los procesos judiciales exigidos por la ley 975 durarían 100 años. Un siglo para que los treinta mil hombres y mujeres que han entregado armas puedan ser recibidos como ciudadanos plenos en la sociedad civil. Cien años para que los victimarios reingresen. Hoy por hoy, hay un solo caso juzgado y cerrado, el de un alias el Loro. ¿Y víctimas? la ley de víctimas no pasó. Como sabemos, el gobierno se le atravesó argumentando que no habría cama para tanta gente; que los presupuestos de la nación son insuficientes para atender la demanda, que el gasto militar es prioritario, que la guerra se sale de madre y nos amenaza ahora desde las fronteras. No quiero meterme en este berenjenal. Quisiera invitarlos a mirar las cosas desde el otro lado, desde la exclusión porque no podemos soslayar la historia de una estructura social tan convulsionada como la nuestra. La que produce cientos de secuestrados y desaparecidos, los miles de muertos, los cuatro millones de desplazados, los ocho millones de indigentes, los 20 millones de pobres. No podemos borrar la condición psicosocial que ha utilizado la motosierra, el horno crematorio y la pira defender privilegios y negocios particulares. Una sociedad que, además, se derrama en rezos, entona dos veces diarias el himno nacional y que para rematar vota caudalosamente por un caudillo. Yo los invito a mirar esa matriz de donde sale tanto dolor durante tantos años para, al final, poder saber en qué recipiente social se hace la inclusión. Mirar las cosas desde la raíz, permite saber dónde están las ramas. No sería justo que un esfuerzo tan extraordinario y sincero como el que realiza Pastoral Social naufrague en las mismas aguas en que estamos hundiéndonos. Trataré de cansarlos lo menos posible. Sé que a muchos el tono y el tema les parecerá pasado moda. No puedo huir de mi generación. No quiero que nos vuelva a pasar lo que nos pasó hace poco: mientras discutíamos si la reforma agraria era un sueño engavetado, los vivos del escuadrón se robaban cinco 1 Ponencia presentada en el Congreso de lnclusión Social con Enfoque Psicosocial (2009) Ministerio de la Protección Social / Secretariado Nacional de Pastoral Social en el marco de la SEMANA POR LA PAZ Pastoral Social. Bogotá, 'l 1 de septiembre de 2009. Publicado en Rehaciendo la vida a través de la palabra. Ministerio de la Protección Social / Secretariado Nacional de Pastoral Social. Programa de Inclusión Social con Enfoque Psicosocial ISEP. Bogotá, 2009. (*)Para el momento en que se hizo esta ponencia (2009), no había sido aprobada la Ley de víctimas, así como tampoco habían avanzado las sentencias de justicia y paz; situaciones que han, en 2012 cambiado hacia, por un lado, la aprobación de la ley de víctimas 1448 en 2011 y más de siete (7) condenas a 2012. Cra. 13 No. 32-76 Bogotá D.C PBX: (57-1) 3305000 - Línea gratuita: 018000-910097 Fax: (57-1) 3305050 www.minsalud.gov.co

1. Ponencia Exclusión e Inclusión. Alfredo Molano Bravo

Embed Size (px)

DESCRIPTION

ponencia

Citation preview

  • PONENCIAEXCLUSION E INCLUSIONAlfredo Molano Bravo1(*)

    Hasta donde he podido entender la idea de inclusin social con carcter psicosocial es una estrategia para reparar los daos causados en las personas y las comunidades por el conflicto armado. Hay daos psicosociales y daos en el tejido social. Se supone que la reparacin-reconstruccin permite la inclusin social, es decir, la reincorporacin de comunidades e individuos a la sociedad. Aqu me surge un gran interrogante: A qu sociedad nos estamos refiriendo? A la que hoy existe ante nuestros ojos? A una estructura social que ha generado la violencia que vivimos y sufrimos desde mediados de los aos cuarenta? Podramos discutir los mtodos, las modalidades, los fines y elaborar una gran teora psicosocial de la inclusin, que a la larga puede no ser ms que un eufemismo para hablar de reinsercin. Lo que no nos podemos permitir es no saber hacia dnde vamos; hacia dnde queremos llevar los excluidos, en qu mundo los queremos incluir. Es sobre este aspecto que yo quisiera discutir con ustedes.

    Quizs algunos de Ustedes estn interesados en que se hiciera un balance de los programas sociales del gobierno actual que tienen como medio la seguridad democrtica y como fin la cohesin social. Porque hay un matiz de reinsercin en la formulacin general que he conocido. Pastoral social adelanta programas dirigidos a la reparacin y reconstruccin de estos daos apoyados por Ministerio de la Proteccin. No quiero caer en la tentacin de entrar en una evaluacin que tendra que arrancar por los desarrollos que ha tenido la ley de Justicia y Paz. Me aterrara tener que coincidir con las apreciaciones de un Mancuso o de un lguano: al ritmo que se va, los procesos judiciales exigidos por la ley 975 duraran 100 aos. Un siglo para que los treinta mil hombres y mujeres que han entregado armas puedan ser recibidos como ciudadanos plenos en la sociedad civil. Cien aos para que los victimarios reingresen. Hoy por hoy, hay un solo caso juzgado y cerrado, el de un alias el Loro. Y vctimas? la ley de vctimas no pas. Como sabemos, el gobierno se le atraves argumentando que no habra cama para tanta gente; que los presupuestos de la nacin son insuficientes para atender la demanda, que el gasto militar es prioritario, que la guerra se sale de madre y nos amenaza ahora desde las fronteras. No quiero meterme en este berenjenal. Quisiera invitarlos a mirar las cosas desde el otro lado, desde la exclusin porque no podemos soslayar la historia de una estructura social tan convulsionada como la nuestra. La que produce cientos de secuestrados y desaparecidos, los miles de muertos, los cuatro millones de desplazados, los ocho millones de indigentes, los 20 millones de pobres. No podemos borrar la condicin psicosocial que ha utilizado la motosierra, el horno crematorio y la pira defender privilegios y negocios particulares.

    Una sociedad que, adems, se derrama en rezos, entona dos veces diarias el himno nacional y que para rematar vota caudalosamente por un caudillo. Yo los invito a mirar esa matriz de donde sale tanto dolor durante tantos aos para, al final, poder saber en qu recipiente social se hace la inclusin. Mirar las cosas desde la raz, permite saber dnde estn las ramas. No sera justo que un esfuerzo tan extraordinario y sincero como el que realiza Pastoral Social naufrague en las mismas aguas en que estamos hundindonos.

    Tratar de cansarlos lo menos posible. S que a muchos el tono y el tema les parecer pasado moda. No puedo huir de mi generacin. No quiero que nos vuelva a pasar lo que nos pas hace poco: mientras discutamos si la reforma agraria era un sueo engavetado, los vivos del escuadrn se robaban cinco

    1 Ponencia presentada en el Congreso de lnclusin Social con Enfoque Psicosocial (2009) Ministerio de la Proteccin Social / Secretariado Nacional de Pastoral Social en el marco de la SEMANA POR LA PAZ Pastoral Social. Bogot, 'l 1 de septiembre de 2009.Publicado en Rehaciendo la vida a travs de la palabra. Ministerio de la Proteccin Social / Secretariado Nacional de Pastoral Social. Programa de Inclusin Social con Enfoque Psicosocial ISEP. Bogot, 2009.(*)Para el momento en que se hizo esta ponencia (2009), no haba sido aprobada la Ley de vctimas, as como tampoco haban avanzado las sentencias de justicia y paz; situaciones que han, en 2012 cambiado hacia, por un lado, la aprobacin de la ley de vctimas 1448 en 2011 y ms de siete (7) condenas a 2012.

    Cra. 13 No. 32-76 Bogot D.C PBX: (57-1) 3305000 - Lnea gratuita: 018000-910097 Fax: (57-1) 3305050 www.minsalud.gov.co

  • millones de hectreas a plena luz. Debo repetir la manida frase de estirpe hegeliana: quien desconoce la historia est condenado a repetirla.

    La exclusin social suele relacionarse con la pobreza y con la injusticia. A veces, algunos altos empleados internacionales, la vinculan con la estrechez del mercado, con las manifestaciones de inconformidad y aun con la violencia, pero pocos anlisis ven en la estructura del poder poltico la real determinacin del fenmeno. Quisiera intentar este enfoque de manera cualitativa.

    1. Comenzar por un hecho tangible: en el siglo XIX hubo una docena de guerras civiles y medio centenar de levantamientos armados; en la a mitad del siglo pasado los intentos insurreccionales y la represin no solo no mermaron sino que condujeron poco a poco a una guerra civil irregular que todava no termina. Mirando en conjunto, se podra decir que la solucin de las grandes contradicciones sociales que nos caracterizan ha sido en el fondo armada. Las constituciones polticas han sido consecuencia de una guerra y prlogo de la siguiente; incluyendo en esta siniestra dialctica la constitucin que nos rige.

    Para entender cabalmente la exclusin social cabalmente la exclusin social vigente y -agregara- creciente partir del ncleo histrico que, creo, la explica: la frustracin del curso que tenan las reformas liberales de los aos treinta y especficamente de las enmiendas constitucionales de la Revolucin en Marcha. La funcin social de la propiedad significaba un cambio radical en la adjudicacin de tierras y por tanto en la distribucin del poder poltico. La concentracin de tierras en pocas manos era -y contina siendo- el eje alrededor del que gira la exclusin tanto econmica como poltica. La miseria en el campo, la migracin a las ciudades, la colonizacin de vastas zonas, son efectos de la tendencia hacia el monopolio sobre la propiedad rstica que las reformas del 36 trataron de evitar. El partido Conservador, envalentonado por el auge del nacional socialismo alemn y el fascismo italiano opt por atravesarse por la fuerza y por el derecho en el camino del viraje que el partido Liberal buscaba. La iglesia y los terratenientes -de todo color- hicieron causa comn y respaldaron las tesis de la dere0cha. Desde los aos cuarenta los enfrentamientos violentos en el campo y en pequeos pueblos anunciaron la tragedia que se consum el 9 de abril. Desde ese da Colombia no ha descansado de enterrar muertos. En el fondo se trataba de defender a sangre y fuego el derecho absoluto de la propiedad privada a excluir a un enorme sector de la poblacin del acceso a la tierra y al trabajo. La reaccin de esas mayoras excluidas, unas veces en forma pasiva y otras en forma muy activa, podran ser entendidas como eslabones de un movimiento de resistencia que abarca desde las guerrillas liberales de los llanos orientales (1949-53) hasta las llamadas Repblicas Independientes (1959-63).

    2. La revolucin socialista en Cuba, la reforma agraria del Frente Nacional y la organizacin de fuerzas guerrilleras (FARC, ELN, EPL) son los grandes hechos que guardan entre s una gran consistencia interna y marcan los aos 60 y 70. No hay duda de que la ley de reforma social agraria estuvo dirigida a darle piso al bipartidismo y a evitar que los campesinos recurrieran a la fuerza para conseguir tierra propia, tal como Cuba haba demostrado que ser posible. El establecimiento tema el contagio insurreccional y las Repblicas independientes representaban el embrin y el gobierno de Valencia (1962-66) decidi extirparlo. El resultado fue contraproducente. Las autodefensas del sur del Tolima se trasformaron en FARC, en el Magdalena Medio se reanudaron las guerrillas liberales y en el Alto Sin ech races el EPL. La reforma agraria fue ante todo una oportunidad para titular tierras baldas, y construir algunas obras de infraestructura que valorizaban las propiedades. En una palabra, para incluir a miles de familias en un medio de vida digno. Al final del Frente Nacional, se firm el Acuerdo de Chicoral entre liberales y conservadores poniendo fin a la tmida reforma. Se apuntalaba de nuevo el monopolio terrateniente y se sancionaba otra vez la exclusin de campesinos. La respuesta no se hizo esperar y una ola de invasiones a predios particulares se desencaden en todo el pas. Su represin tuvo dos efectos predominantes: la colonizacin acelerada y masiva de grandes regiones y la ampliacin de frentes armados. Bien mirados estos procesos son caminos que los excluidos han tomado. Ignorados por el Estado, marginados del mercado, divorciados de la sociedad mayor, los colonos buscaran en las

    Cra. 13 No. 32-76 Bogot D.C PBX: (57-1) 3305000 - Lnea gratuita: 018000-910097 Fax: (57-1) 3305050 www.minsalud.gov.co

  • guerrillas proteccin, direccin y mediacin.

    3. En los aos veintes el cultivo del caf, la apertura de amplios frentes de trabajo en obras pblicas y la condicin miserable del campo crearon una primera gran migracin hacia las ciudades. Casi el 70% del pas era rural; en 1950, slo lo era el 50%. Se inicia en esos aos una segunda migracin masiva. La violencia organizada por los gobiernos conservadores para detener las reformas sociales y mermar el poder del liberalismo, expuls a miles y miles de campesinos que se refugiaron en las ciudades, mientras que abandonadas sus tierras, fueron robadas por gamonales comerciantes y terratenientes de los dos partidos. Entre el 51 y el 62, la poblacin rural disminuye en 10%. Pero en las ciudades la industria era dbil y la demanda de mano obra apenas existente. La poltica de sustitucin de importaciones llegaba a su lmite posible y la integracin econmica de Amrica Latina haba fracasado. Alrededor de las ciudades, los excluidos invadieron predios, levantaron los famosos "cinturones de miseria", y encontraron una nueva especialidad laboral: el rebusque. Las ciudades crecan aceleradamente y el Estado -o lo que as podramos llamar- no poda responder a las demandas de servicios sociales que las poblaciones marginadas exilian. El triunfo de Rojas pinilla al finalizar el ltimo gobierno del Frente Nacional fue la primera seal de que los excluidos existan y emplazaban al establecimiento a buscar soluciones a sus necesidades crecientes. Pero en lugar de abrir la democracia para que la gente las encontrara, se puso en marcha la Operacin Colombia que consisti en acelerar la emigracin para fortalecer el latifundio con la esperanza de volverlo productivo facilitando programas de crdito y construccin de vas, mientras se impulsaba, con el sistema UPAC, la construccin de vivienda y se transformaba en obreros a los campesinos emigrantes. En su conjunto el plan, ideado por la banca internacional condujo fundamentalmente a un crecimiento abultado de la deuda externa, la poltica comenz a hacer aguas a fines de la dcada del setenta, cuando un gran paro cvico nacional dej en las calles de Bogot a un centenar de muertos. Fue un campanazo de alerta que el Estado tambin desoy. Tomarlo en cuenta hubiera significado las reformas sociales que los excluidos pedan a gritos. En lugar de esta solucin que tanto dolor y sangre ha costado-, el establecimiento opt por la represin y el gobierno de Turbay dict el Estatuto de seguridad.

    La poltica represiva que pretenda defender el orden contribuy paradjicamente a desestitucionalizarlo. De un lado los frentes guerrilleros se fortalecieron y cualificaron con la vinculacin de estudiantes, intelectuales y dirigentes obreros y campesinos. De otro lado, la delincuencia comn comenz a afectar considerablemente la seguridad en las ciudades. Las calles se llenaron de ladronzuelos de malandros. El secuestro hizo su trgica aparicin. El desempleo creca y el rebusque desencaden una verdadera invasin de vendedores ambulantes. La exclusin social y econmica, y el monopolio del poder poltico por parte de los partidos tradicionales comenzaban a pasar cuentas de cobro. No es difcil entender que estas condiciones de inconformidad, frustracin y demanda acumulada de consumo de servicios sociales se convirtieran en un semillero del narcotrfico. En las zonas de colonizacin la miseria cerraba todos los caminos. Lo que el colono lograba cultivar y sacar de su mejora no encontraba mercados; no existan escuelas, ni carreteras, ni puestos de salud. La nica autoridad real era la guerrilla. En otros sectores rurales tradicionales el gamonalismo bipartidista negociaba con las necesidades de los campesinos y facilitaba al mismo tiempo la corrupcin local, que se convirti en la alternativa de vida para un sector importante de poblacin que habiendo sido educada con grandes esfuerzos de sus familias, no encontraban empleo calificado en las ciudades. Hay que hacer notar, para entender este fenmeno a cabalidad, que las tasas de retorno de la educacin han sido desde aquellos aos negativas. En las ciudades y pueblos fue creciendo una muchachada ociosa y consumista que el narcotrfico reclut sin dificultad alguna. El clientelismo bipartidista tuvo a s vez otra funcin en el origen del fenmeno: cerr caminos; impidi que la protesta e inconformidad de los excluidos y aun de quienes que por educarse haban gastado su patrimonio- se organizara en partidos polticos nuevos. La lista de movimientos polticos excluidos es grande y trgica: el MRL de Lpez Michelsen; el Frente Unido de Camilo Torres, la ANAPO de Rojas Pinilla; y la Unin Patritica fueron destruidos liquidados bien cooptando a sus miembros y dirigentes, o bien simplemente, asesinndolos.

    Cra. 13 No. 32-76 Bogot D.C PBX: (57-1) 3305000 - Lnea gratuita: 018000-910097 Fax: (57-1) 3305050 www.minsalud.gov.co

  • 4. El panorama en las dcadas del 80 y 90 no poda ser peor. El pas haba dejado de ser rural: solo el 20% de su poblacin viva en el campo, aunque en trminos absolutos la cifra aumentara. La concentracin de la propiedad continuaba arrinconando campesinos, y despojando de sus tierras a indgenas y comunidades negras. La colonizacin se desparramaba empobrecida y el narcotrfico mostraba evidencias tangibles de ser la solucin que el establecimiento haba frustrado. La industria manufacturera continuaba debilitndose; el mercado segua estrecho; los servicios pblicos eran desbordados por las meras tasas de crecimiento demogrfico. Ante este horizonte, la juventud escuchaba los cantos de sirena del comercio ilegal de marihuana, cocana y herona. El camino se fue abriendo con la tolerancia del Estado y la corrupcin alarmante de las autoridades polticas que, hurfanas de organismos de control real, se dedicaron a la acumulacin de capital y a su inversin muchas veces suntuaria. Los gamonales, las autoridades y narcotraficantes sellaron en muchas regiones slidas alianzas. Creada la demanda de estupefacientes en EEUU y Europa, los comerciantes de droga de los pases que podan producirla tanto por razones climticas como sociales y polticas, se multiplicaron en pocos aos. Una poderosa clase emergente compr las mejores tierras, excluyendo de ellas tanto a sectores aristocrticos tradicionales como a sectores campesinos en franca descomposicin. El despojo de tierras fue acompaado de la creacin de cuerpos armados privados con la clara complicidad de autoridades militares, empresarios, polticos. En muchas regiones el silencio de la iglesia no fue menos comprometedor. En las zonas de colonizacin las mejoras pasaban a manos de los narcotraficantes que haban impulsado los cultivos ilcitos para luego comprar la droga. La guerrilla vio que el negocio poda resolver sus afugias logsticas. La guerra era cada da ms intensa y las negociaciones de paz ms esquivas. Los campesinos y rebuscadores urbanos excluidos de medios de trabajo, seguan llegando a las zonas marginadas y reforzando el poder poltico y econmico de la subversin.

    5. Bajo el mismo esquema tradicional de exclusin poltica y econmica, con el aporte muy significativo del narcotrfico, y la participacin del capital extranjero, no hay duda de que el pas se ha desarrollado si se atiende a los indicadores para medir este fenmeno. Pero tampoco hay duda alguna de que la diferenciacin social ha crecido. Dos hechos lo ponen de manifiesto de manera inequvoca: Segn PNUD (2005), Colombia ha logrado mejorar sus indicadores de ingresos, educacin y salud, pero con una gran desigualdad en la distribucin de la riqueza. El coeficiente de Gini (una medida para la distribucin del ingreso en donde 0 significa que todas las personas tienen el mismo ingreso y 100 que un solo individuo concentra toda la riqueza), alcanza 57,6 por ciento para Colombia. En pases como Dinamarca, Japn y Blgica y Suecia el coeficiente de Gini est entre 24 y 25. Si una persona pobre logra ganarse en nuestro pas 400.000 pesos en un mes, una persona rica habr logrado ingresos por 23 millones de pesos. El ingreso del 10 por ciento ms rico es 58 veces superior al ingreso de 10 por ciento ms pobre. EI 60% de las propiedades rurales -afirma el Banco Mundial- est en manos del 0.4% de los propietarios. Y para rematar con ms cifras: el 20 por ciento ms rico de los colombianos consume el 62 por ciento, mientras que el 20 por ciento ms pobre consume apenas el 3 por ciento del total. El citado PNUD constata que el umbral de la Pobreza nacional es del 64 por ciento de la poblacin, de la que un 22,6 por ciento sobrevive con dos dlares diarios y un 8,2 por ciento con un dlar. El 13 por ciento de la poblacin aparece como desnutrida. Los ltimos datos presentados, a pesar de haber sido elaborados con astucia justificativa, continan mostrando el despeadero social al que nos conducen.

    El drama de la exclusin es que el sistema de poder impide a la fuerza una participacin poltica distinta a la tradicional. O para decirlo de otra forma, el monopolio del poder pblico por parte los sectores tradicionales bipartidistas sigue intacto. Maana discutiremos si el presidente ser de la casta Santos o de la casta Lleras. Las modificaciones polticas, a pesar de la constitucin del 91 -hoy estrangulada-, son adjetivas. Por el contrario, en lugar de abrirse, el establecimiento se cierra sobre s mismo. La derecha favorece un nuevo acuerdo entre los sectores ms reaccionarios de los dos partidos y est dispuesta a defender a cualquier precio las banderas neoliberales y de seguridad para los inversionistas. El precio se contabiliza en muertos, desplazados, secuestrados, desaparecidos. Pero

    Cra. 13 No. 32-76 Bogot D.C PBX: (57-1) 3305000 - Lnea gratuita: 018000-910097 Fax: (57-1) 3305050 www.minsalud.gov.co

  • tambin en ganancias del sistema financiero, en las millonarias remesas hechas al exterior por las vidas compaas multinacionales, carentes de todo escrpulo y blindadas con exenciones. Las bases militares norteamericanas que comienzan a construirse nos arrastraran hacia un nueva guerra fra entre naciones hermanas para garantizar las condiciones de reproduccin un gran capital cada da ms excluyente y, a la larga, sedicioso. Si hay una reforma social y econmica incluyente es la que ha forzado el gobierno para darle a los inversionistas todas las de ganar. Uno podra concluir desde el futuro que toda la bestialidad de la que hemos sido objeto, sobre todo durante los ltimos 25 aos, no ha tenido resultado distinto a lo que estamos viendo: la exclusin de la mayora del pas para abultar los portafolios de una pequea pero feroz minora.

    No quisiera terminar mi intervencin sin aludir a otros sectores excluidos y marginales. La discriminacin de los indgenas y las comunidades negras sigue siendo brutal. Los grandes proyectos de desarrollo, el acodamiento del paramilitarismo en sus territorios y la poltica de omisin por parte del Estado de sus obligaciones hacen que est sucediendo ante nuestros ojos un verdadero genocidio tnico. Las comunidades han sido invadidas y desplazadas por la asociacin entre narcotraficantes, compaas extranjeras y paramilitares; sus autoridades desconocidas porque el gobierno considera que la nica modalidad vlida de seguridad es la que impone la fuerza pblica al amparo de los esquemas estratgicos definidos por EE.UU.

    La discriminacin de la mujer es apabullante. Slo en algunos escalones de la alta burocracia pblica y privada, su condicin ha mejorado. En general, la mujer sigue siendo excluida y usada. Su voz no es tomada en cuenta en ninguna de las grandes decisiones nacionales. La violacin es otra evidencia, por si se necesitaran ms, del predominio de la fuerza. Dira algo parecido de la discriminacin y represin contra el homosexualismo y otras formas de conducta sexual.

    Por ltimo, considero que los medios masivos de comunicacin han jugado un papel importantsimo en la banalizacin de la exclusin social y en la justificacin de la represin contra todo aquel esfuerzo que se aparte del estrecho canal del inters de los poderosos. Se ha dicho con razn que los pulpitos han sido substituidos por los canales de televisin y las emisoras de radio. Nuestro mundo es cada vez ms meditico, controlado y a la vez limitado a unos esquemas estereotipados de comprensin. Volver a la biblioteca como lo proponen Borges y Sbato es el gran reto de nuestra generacin porque es en esencia regresar a la libertad de pensamiento. Si vedamos esta mirada del mundo, la lucha contra la exclusin ser imposible.

    Mil gracias.

    Cra. 13 No. 32-76 Bogot D.C PBX: (57-1) 3305000 - Lnea gratuita: 018000-910097 Fax: (57-1) 3305050 www.minsalud.gov.co