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 Audición del Presidente José Mujica por M24 10-08-2012 Es un gusto poderlos saludar, amigos, por este espacio con el cual a una parte de la audiencia le damos, cuando nos es posible desde hace muchos años, y como tal le tenemos que reconocer la amable fidelidad de acompañarnos. Como se difunde muy poco -algo que consideramos de enorme importancia, un termómetro real en el bolsillo de buena parte de las multitudes que componen este país: el salario, el primer elemento de distribución que existe en una sociedad de mercado, no el único, desde luego, pero inequívocamente el más importante-, el salario real, es decir el que está más allá de los números coyunturales y que intenta comparar valor real; lo sabemos hoy, entre 2005 y el 2012 ha tenido un incremento, repito, el salario real, del 36%. Si tomamos como punto de comparación algo mucho más cercano, desde que ent est e Gob ier no a hoy , ese salar io real ha aument ado un 7,2 %. Per o además, en el primer semestre de 2012, hoy, los inequívocos números nos di cen que el sa lari o ge nera l de l pa ís aument ó en s de un 5%. Si lo comparamos con el mismo período del año anterior. Y estas cifras, por más que se quieran discutir, están expresando la realidad más profunda que tiene nuestra sociedad. El incremento del salario real ha permitido que en el año 2010, recién en el año 2010, pudiéramos alcanzar el nivel del salario real que tenía antes de la crisis de 2002. Se nos dispararon casi ocho años de vida y de lucha en el país para poder equiparar lo que habíamos perdido como resultado de la crisis de 2002. Pero n hay s. Hay bastante más. Recién ahora, quer idos oy entes, estamos alcanzando el salario real de fines de 1977. Es decir, todo lo que significó la debacle de la dictadura que, en el fondo, aunque fueron muchísimos los sectores que de una forma u otra pagaron el precio de la dictadura, ningún precio es más medible que aquel que significó la baja del salario real para el conju nto de los trabajad ores. Y este hecho habla a las claras de la nece sidad de libertad para, entre otras cosas, que los trabajadores puedan defender el valor de su ingreso, de su salario. Creo que estas cosas que decimos descarnadamente y que merecerían que la prensa las desarrollara con mayor profundidad, son de las noticias, desde el punto de vista real, más importantes para medir la suerte de nuestra gente. En el año 2011, el aumento nominal del salario privado anduvo por el 14 y pico por ciento. Porque una característica se notaba que el salario privado estaba muy rezagado en materia de subas frente al salario público. Por lo menos en términos promedio. Ni por asomo nosotros estamos señalando que estamos tocando el cielo con las manos y que estamos en el mejor reparto que se puede pensar o soñar en una sociedad. Pero estos datos son datos reales, no son inventos del Go bierno. So n ob jetivos. Es n medidos. Al es n. Merecerían alguna consideración por los medios públicos. Debieran de ser parte de los análisis que la politología hace permanente y diariamente. Nos

10-08-2012

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Mujica, uruguay

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  • Audicin del Presidente Jos Mujica por M2410-08-2012

    Es un gusto poderlos saludar, amigos, por este espacio con el cual a una parte de la audiencia le damos, cuando nos es posible desde hace muchos aos, y como tal le tenemos que reconocer la amable fidelidad de acompaarnos.

    Como se difunde muy poco -algo que consideramos de enorme importancia, un termmetro real en el bolsillo de buena parte de las multitudes que componen este pas: el salario, el primer elemento de distribucin que existe en una sociedad de mercado, no el nico, desde luego, pero inequvocamente el ms importante-, el salario real, es decir el que est ms all de los nmeros coyunturales y que intenta comparar valor real; lo sabemos hoy, entre 2005 y el 2012 ha tenido un incremento, repito, el salario real, del 36%.

    Si tomamos como punto de comparacin algo mucho ms cercano, desde que entr este Gobierno a hoy, ese salario real ha aumentado un 7,2%. Pero adems, en el primer semestre de 2012, hoy, los inequvocos nmeros nos dicen que el salario general del pas aument en ms de un 5%. Si lo comparamos con el mismo perodo del ao anterior.

    Y estas cifras, por ms que se quieran discutir, estn expresando la realidad ms profunda que tiene nuestra sociedad. El incremento del salario real ha permitido que en el ao 2010, recin en el ao 2010, pudiramos alcanzar el nivel del salario real que tena antes de la crisis de 2002. Se nos dispararon casi ocho aos de vida y de lucha en el pas para poder equiparar lo que habamos perdido como resultado de la crisis de 2002.

    Pero an hay ms. Hay bastante ms. Recin ahora, queridos oyentes, estamos alcanzando el salario real de fines de 1977. Es decir, todo lo que signific la debacle de la dictadura que, en el fondo, aunque fueron muchsimos los sectores que de una forma u otra pagaron el precio de la dictadura, ningn precio es ms medible que aquel que signific la baja del salario real para el conjunto de los trabajadores. Y este hecho habla a las claras de la necesidad de libertad para, entre otras cosas, que los trabajadores puedan defender el valor de su ingreso, de su salario.

    Creo que estas cosas que decimos descarnadamente y que mereceran que la prensa las desarrollara con mayor profundidad, son de las noticias, desde el punto de vista real, ms importantes para medir la suerte de nuestra gente.

    En el ao 2011, el aumento nominal del salario privado anduvo por el 14 y pico por ciento. Porque una caracterstica se notaba que el salario privado estaba muy rezagado en materia de subas frente al salario pblico. Por lo menos en trminos promedio. Ni por asomo nosotros estamos sealando que estamos tocando el cielo con las manos y que estamos en el mejor reparto que se puede pensar o soar en una sociedad. Pero estos datos son datos reales, no son inventos del Gobierno. Son objetivos. Estn medidos. All estn. Mereceran alguna consideracin por los medios pblicos. Debieran de ser parte de los anlisis que la politologa hace permanente y diariamente. Nos

  • quitamos algunos segundos de este espacio para sealarlo porque consideramos que tienen importancia, pero en todo caso obligan a perseverar en una lnea de conducta y en una lnea de esfuerzo que hasta el momento est demostrando que da, en sus lneas generales, resultados aunque, como decan las viejas maestras, puede y debe rendir ms.

    En otro orden de cosas, queridos oyentes, aunque la Constitucin, esa regla que pretendemos que nos gue, hace algunos sealamientos, lo cierto es que fueron en algunos muy poquitos Entes Autnomos que el primer gobierno del doctor Sanguinetti le dio presencia testimonial a la oposicin. Y eso lo tenemos que recordar y fue en los aos a la salida de la dictadura. Despus el gobierno del doctor Lacalle, el segundo gobierno de Sanguinetti y el gobierno del doctor Batlle ni siquiera intentaron llamar a la oposicin a ocupar algn cargo en forma testimonial. Y por ms que se aduzca hoy el derecho constitucional, o una de de dos: o no rega la Constitucin o estbamos desmemoriados.

    Pero lo que nos interesa sealar, s, es que cuando asume el doctor Vzquez se discuti mucho y se intent, y no se pudo lograr un acuerdo bsico elemental. Esto signific, adems, que la Corte Electoral y otros organismos que requeran mayoras especiales para su designacin permanecieron congelados muchos aos sin expresar, sin reflejar en su composicin los cambios que se haban dado en las ecuaciones electorales de nuestro pas, como hubiera correspondido para cumplir con la Constitucin.

    Fue recin nuestro gobierno que hizo derroches de decidida voluntad poltica y sera bueno que se tuviera memoria, que se logr dar cabal participacin en un montn de lugares a la oposicin. Como nunca haba acontecido en la historia poltica, por lo menos, de los ltimos 40 aos. Esto hay que tenerlo claro. Ms: creo que nunca se reflej en la historia poltica, por lo menos, de los ltimos 50 aos por parte de ningn gobierno en Amrica Latina. Fue una singularidad del Uruguay, una buscada y deliberada singularidad del Uruguay.

    Esa voluntad poltica no pretenda, como algunos dicen hoy, crear polticas de Estado. Categora que nosotros nunca acompaamos y en la cual nunca hemos credo. Creemos s en polticas nacionales pero el concepto de poltica de Estado, en todo caso, es otra historia.

    No. Nunca pretendimos eso. Fueron tres causas fundamentales. La ms importante, la primera que empuj esa voluntad poltica era contribuir a crear una imagen de madurez de todo el sistema poltico visto desde el exterior. Una verdadera imagen de garanta en materia de estabilidad poltica y, con ello, de estabilidad social a quienes miraran al Uruguay desde el exterior. Por qu? Porque, sencillamente, es el taln de Aquiles del Uruguay, durante varias dcadas, haba sido la baja inversin.

    El seguir luchando para aumentar en todo lo posible el tamao de esa inversin requera una poltica de atraer. Y esa poltica de atraer no poda dimanarse de las dimensiones de nuestro mercado. La primera atraccin, no la nica, pero s la primera atraccin debiera ser estabilidad poltica y social.

  • Por eso planteamos y luchamos con nuestros compaeros ms cercanos, por encontrar las formas en que fuera posible que toda la oposicin, en trminos relativamente proporcional a su presencia electoral, estuviera sopesando all donde se tomaban decisiones de gobierno.

    Como segundo factor secundario, perseguamos el contribuir a afinar los controles. Por qu? Porque es elemental. Nadie te va a controlar mejor que tus opositores. Y como nadie est vacunado frente a los errores humanos y a las humanas desviaciones, siempre he pensado y sigo pensando que es muy sensato que la oposicin est all presente. Por qu? Porque contribuye a garantizar la marcha sin novedades penosas para lo que ms interesa: los intereses de la nacin, que han de estar muy por encima de los intereses del partido y de los intereses de los amigos. Primero los intereses del pas y esto se refleja con hechos concretos de este tipo.

    Lo tercero, contribuir a construir un nosotros. A pesar de tener diferencias polticas pertenecemos a la nacin. Y lo que ms siente el conjunto de la gente no son nuestras comunes diatribas, sino nuestros acuerdos para tentar soluciones comunes que empujen al pas hacia adelante. Y obviamente, que esta actitud da oportunidad formativa en la prctica a los cuadros los polticos de los partidos que pueden, hoy o maana, rotar en la accin del gobierno.

    No tenemos ambages en reconocer que pretendamos -y pretendemos- poltica por lo alto como imagen para la madurez del Uruguay del futuro. Y pensbamos, y seguimos pensando, que esto debiera transformarse en una rutina tradicional, cualquiera sean los gobiernos que vengan en el futuro.

    Hemos tenido un doloroso traspi. No podemos aceptar que ha habido parcialmente la retirada de una parte del Partido Colorado por una cuestin de dignidad. Porque semejante argumento equivale, poco menos, a decir que los que se quedan son indignos. Y no es as. Porque adems, los hechos demostraron a cabalidad que se funciona bien en la mayor parte de los lugares y que nadie pierde su identidad, y que esto es til para el pas.

    Pero esta decisin que no podemos darle crdito al argumento esgrimido, por las razones que hemos dicho. Y debera de decirse la verdad, y la verdad es que es una cuestin de perfil poltico, de ubicacin poltica para seguir la competencia natural y elemental en mejores condiciones. Y este es el argumento real. Y nos duele porque vemos que es la poltica chiquita que, en realidad, le hace una zancadilla a la poltica grande a la que procura que el Uruguay se interne en una rutina, no de co-participacin sino de presencia testimonial en las esferas ms importantes de todo el aparato poltico del pas.

    Lo peor que tiene esta decisin es que tiende, en todas partes, al radicalismo. En todas partes existen talibanes y actitudes talibanes. No son pocos los de mi bando que van a decir viste viejo, esto est mal. Esto estuvo mal porque no haba que haberle dado nada. No haba que haber llamado. Y del otro lado, se va a reforzar la actitud radical tambin que, en realidad, para lo nico que sirve es para ir contra la imagen del pas y lo que debiera ser.

  • Creo que se pone en tela de juicio la madurez global del sistema poltico que, naturalmente, tiene que tener gobierno y oposicin. Pero que, por ms oposicin, nunca puede dejar de decir que componemos un nosotros que se llama nacin y que ello debe de estar por encima de cualquier otro tipo de consideracin. De todas maneras, son datos de la vida real.