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¿Por qué actuamos de la manera que lo hacemos? Es una pregunta que la psicología lleva años haciéndose.
Mucho de lo que sabemos de la mente humana se descubrió
gracias a experimentos que se hicieron durante el siglo XX, de
los cuales mencionaremos diez, que ayudaron a obtener
información sobre el comportamiento humano.Violinista en la estación del metro
¿Crees que eres capaz de detenerte y apreciar la belleza que
hay a tu alrededor? De acuerdo con un estudio realizado en
2007, la respuesta es no. Para este experimento, el famoso
violinista estadounidense Josh Bell se disfrazó de músico
callejero y tocó en el metro de Washington DC para ver cuánta
gente se detenía a escucharlo. A pesar de que estaba tocando
un violín de casi cuatro millones de dólares, hecho a mano, y
que agota las entradas —de más de cien dólares por lugar—
para cada uno de sus conciertos, muy poca gente se detuvo a
apreciar su música; sólo una persona lo reconoció, y Bell
únicamente, obtuvo 32 dólares en un día.
La teoría de la diversión
De acuerdo con un experimento patrocinado por Volkswagen,
cuando una actividad aburrida y monótona es diferente, el
comportamiento de la gente puede cambiar. Para comprobarlo,
a una escalera del metro de Estocolmo —que había dejado de
usarse al instalarse unas escaleras eléctricas a un lado—, le
pusieron teclas de piano en los escalones para ver si más gente
estaba dispuesta a subirlas. Ese día, 66 por ciento más personas
utilizaron las escaleras convencionales, lo que demuestra que,
cuando una actividad es divertida, la gente está dispuesta a
cambiar su comportamiento.
El experimento Milgram
Desde que somos pequeños se nos acostumbra a obedecer a
figuras de autoridad. Por eso, en 1961, el psicólogo Stanlye
Milgram realizó un experimento en la Universidad de Yale. El fin
de la prueba era medir la disposición de un participante para
obedecer las órdenes de una autoridad aunque entrara en
conflicto con su conciencia personal. Su idea era demostrar que
la obediencia puede ser peligrosa y que una persona podría
lastimar a otra únicamente porque alguien con mayor autoridad
se lo pedía. En el experimento, las personas tenían que jugar el
rol de profesor y administrar choques eléctricos a sus “alumnos”
por cada mala respuesta.
Después de administrar los choques eléctricos, los profesores
podían oír los gritos de dolor —fingidos— provenientes de los
alumnos que estaban del otro lado de la habitación. A pesar de
eso, muchas personas continuaron con el castigo, ya que el
encargado del experimento se los pedía. Muchos estudios
similares se han hecho desde entonces, y todos demuestran que
la mayoría de la gente está dispuesta a hacer a un lado su
moralidad, con tal de obedecer a alguna autoridad.
El efecto espectador
Acostumbramos pensar que cuando nos pase algo que ponga en
riesgo nuestra vida lo mejor es que sea en un lugar lleno de
personas para que alguien nos ayude, ¿pero realmente sería lo
mejor? Un experimento realizado en Londres reveló lo contrario:
estar rodeado de gente no garantiza la ayuda. Se trata de un
fenómeno psicológico llamado Efecto espectador —Bystander
Effect—, que afirma que la gente está más dispuesta a ayudar
cuando hay pocos o ningún testigo. Cuando hay más gente, se
suele creer que alguien más ayudará. Los científicos llaman a
esto difusión de responsabilidad, y comprueba que la mayoría
de las personas suele seguir con su camino a pesar de ver que
alguien está en problemas, esperando que otro se
responsabilice.
La conformidad de Asche
En los años 50, un psicólogo apellidado Asche realizó un
experimento muy simple: en un cuarto juntó a varias personas,
de las cuales algunas eran actores contratados y sólo una era
común y corriente. El ejercicio consistía en mostrarles hojas con
rayas de diferentes tamaños y preguntarles cuál era la más
grande —obvio a simple vista—, pero los actores contestaban
mal a propósito con la intención de confundir a la persona y
analizar su comportamiento. ¿Qué sucedió? El sujeto en cuestión
respondió lo mismo que los actores, sabiendo que era
incorrecto, sólo para estar de acuerdo con el resto de las
personas reunidas. El estudio demuestra que la gente se
conforma con lo que opine un grupo con tal de jugar un rol
dentro del él, cediendo a la presión social para evitar la crítica y
por temor a la equivocación.
El experimento de la prisión de Stanford
Éste es considerado uno de los experimentos más antiéticos de
la historia. La intención de este estudio fue analizar el
comportamiento de las personas en una cárcel simulada, para lo
que, en 1971, se construyó un set de cárcel en el sótano de esta
universidad, en la que 24 personas, previamente seleccionadas,
jugarían el rol de prisioneros o guardias de prisión durante dos
semanas. Los hombres elegidos se adaptaron tan bien a sus
roles que, a los pocos días, se empezaron a torturar
psicológicamente. Incluso el doctor Phillip Zimbardo, director del
experimento, —que además era guardia de prisión—, se dejó
llevar por su rol al permitir los abusos a los prisioneros. Se
ordenó que el experimento se cancelara después de seis días
debido a su intensidad, pero logró probar que cuando se le da
mucho poder a una persona, puede ir en contra de sus
principios.
Experimento social
La cerveza Carlsberg, en un intento por realizar una activación
novedosa, terminó haciendo un experimento psicológico. Este
estudio demuestra cómo la gente se predispone a otros sólo por
su apariencia física. Para comprobarlo, llenaron una sala de cine
con motociclistas, de aspecto físico rudo y poco amigable,
dejando sólo dos butacas vacías al centro de la sala. Las parejas
que entraban al cine podían decidir si irse o quedarse. El
resultado demuestra que, en el siglo XXI, la gente sigue
juzgando a los demás por su apariencia.El niño perdido
Está demostrado que la gente no pone atención sobre lo que
pasa a su alrededor. Para comprobarlo, hace algunos años se
hizo un experimento en Nueva York, EE. UU.: en la entrada y al
interior de una tienda con mucha afluencia se colocaron carteles
con la información y la foto de una niña desaparecida. Algunas
personas se detuvieron a mirarlo, mientras que otras sólo le
echaron un vistazo, y hubo quienes ni siquiera lo vieron. La niña
estaba adentro de la tienda, con un hombre de apariencia
extraña, y aunque la mayoría de la gente no la vio, la que sí la
reconoció no intentó ayudarla, siendo sólo tres personas las que
se comunicaron con la policía. El estudio comprobó que la
mayoría de la gente tiende a pasar por alto muchas de las cosas
que la rodean.Los monos de Harlow
Si hay que agradecerle a alguien por haber tenido una infancia
amorosa y llena de afecto es al científico Harry Harlow, quien,
en la década de los 60, durante una serie de experimentos
controversiales, demostró la importancia que tiene el cariño de
una madre para el desarrollo de un niño. Harlow tomó a un par
de monos de tan sólo horas de nacidos y los separó de sus
madres, dejándolos con madres sustitutas. Una de ellas estaba
hecha de metal, con un bote de comida para que los monos
pudieran comer; la otra estaba hecha de tela de toalla, muy
suave, pero sin alimento. El resultado fue que los monos
pasaron más tiempo con la mamá de tela que con la de metal,
probando que el afecto juega un papel más importante que el
sustento, cuando se trata del desarrollo de un niño.
El accidente automovilístico
Según un estudio realizado en 1974, los recuerdos pueden ser
manipulados a través de las palabras. O al menos así lo
demostraron Loftus y Palmer con su experimento del accidente
automovilístico, en el que a varios sujetos —divididos en dos
grupos— les pasaron imágenes de un choque y les hicieron las
mismas preguntas, pero utilizando distintas palabras. A los dos
grupos se les pidió que contestaran a las interrogantes,
describiendo lo que habían visto como testigos del choque. El
experimento encontró que el uso de diferentes verbos afectaba
los recuerdos del accidente, comprobando que la memoria
puede ser distorsionada.