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El Heraldo Hispano 18 de Febrero de 2015 Página 7 UNA PAUSA EN EL CAMINO Camino a mi trabajo, diariamente escucho una estación de radio donde leen libros motivacionales. Cada día tengo la oportunidad de escuchar un capítulo, el cual emotivamente comentan y ejemplifican con casos de la vida real. El punto es que por estos días, el audiolibro trata de cómo la mayoría de los seres humanos vivimos “a cien por hora”, entre tanto compromiso que adquirimos y después no alcanza nuestro valioso tiempo para cumplirlos. Advierte que no somos capaces de mantener por un período muy largo “el acelerador al tope”, porque inevitablemente, más temprano que tarde, traerá consecuencias para nuestra salud física y mental. Todo este mensaje me ha llevado a recordar el 2013. El año había iniciado con buenas expectativas para nuestra familia y con mucho trabajo: enero es generalmente agotador en la oficina contable donde laboraba. En las empresas guatemaltecas en este mes deben dejarse impecables todos los registros financieros del año anterior, para evitar problemas fiscales; sin descuidar la operatoria del mes que transcurre, lo cual demanda un doble esfuerzo. Ese ritmo, en ocasiones, se prolonga hasta principios de febrero. En este segundo mes del año inician las actividades docentes en la Universidad donde imparto clases los días sábados. Circunstancias poco comunes permitieron que ese semestre me fueran asignados cuatro períodos, de dos horas cada uno. Así que mis sábados ya estaban comprometidos en su totalidad a la profesión de enseñar y entre semana debía arreglármelas para, después de la oficina, destinar tiempo a preparar mis clases y calificar tareas de mis alumnos. Pocos días después fui invitado por la municipalidad de mi pueblo a impartir charlas motivacionales y de liderazgo a empleados públicos, líderes comunitarios y jóvenes estudiantes. Dado que era una actividad ocasional, acepté sin titubear, pero con la condición que se me permitiera hacerlo los días domingos, ya que era el único día que tenía disponible. Mi esposa y mis hijos empezaron, con toda razón, a reclamar un espacio en mi saturada agenda, pero a pesar de todo me apoyaban en lo que hacía, porque sabían que no acepto ningún compromiso que no implique algo que me apasione hacer. En medio de este agitado ritmo pasaban los meses rápidamente, pero aquel domingo 21 de abril de 2013 ocurrió algo que me obligó a hacer una pausa obligada. Ese día había recorrido más de 400 kilómetros (aproximadamente 250 millas), en ir y venir a mi pueblo, para impartir una charla y cuando volví, mi esposa preguntó si quería comer algo. Solo quería descansar, para iniciar al siguiente día mi jornada habitual, así que solo le pedí que me preparara una sopa instantánea. Fue en ese momento que mi pequeño hijo jaló sobre él el recipiente con la sopa hirviendo y la derramó sobre su brazo. Salimos angustiados hacia el hospital más cercano, donde pasamos la noche y al día siguiente le practicaron una pequeña cirugía al bebé. Todo salió bien gracias a Dios y no pasaron un par de días, antes que el pequeño José Samuel anduviera nuevamente jugando; llenando de alegría toda nuestra casa con sus risas y ocurrencias. Sacamos el mejor partido de la situación, porque sirvió para unirnos más como familia y para recobrar aquella armonía, que posiblemente se estaba perdiendo, debido a mis múltiples compromisos. Nos enseñó que por muy saturada que esté nuestra agenda, siempre debemos reservar un tiempo para compartir, para celebrar los logros de cada uno y animarnos mutuamente, cuando las cosas no van muy bien. Esa semana me auto receté el descanso de un par de días para estar con mi hermosa familia; y luego, volví al ataque con energías renovadas y muy consiente que no debo esperar a sentirme exhausto para tomarme un pequeño descanso; y que, cuando nos sentimos agotados, es momento de hacer una pausa en el camino. "...no somos capaces de mantener por un período muy largo “el acelerador al tope”, porque inevitablemente, más temprano que tarde, traerá consecuencias para nuestra salud física y mental..."

10 una pausa en el camino

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El Heraldo Hispano 18 de Febrero de 2015 Página 7

UNA PAUSA EN EL CAMINO Camino a mi trabajo, diariamente escucho una estación de radio donde leen libros motivacionales. Cada día tengo la oportunidad de escuchar un capítulo, el cual emotivamente comentan y ejemplifican con casos de la vida real. El punto es que por estos días, el audiolibro trata de cómo la mayoría de los seres humanos vivimos “a cien por hora”, entre tanto compromiso que adquirimos y después no alcanza nuestro valioso tiempo para cumplirlos. Advierte que no somos capaces de mantener por un período muy largo “el acelerador al tope”, porque inevitablemente, más temprano que tarde, traerá consecuencias para nuestra salud física y mental. Todo este mensaje me ha llevado a recordar el 2013. El año había iniciado con buenas expectativas para nuestra familia y con mucho trabajo: enero es generalmente agotador en la oficina contable donde laboraba. En las empresas guatemaltecas en este mes deben dejarse impecables todos los registros financieros del año anterior, para evitar problemas fiscales; sin descuidar la operatoria del mes que transcurre, lo cual demanda un doble esfuerzo. Ese ritmo, en ocasiones, se prolonga hasta principios de febrero. En este segundo mes del año inician las actividades docentes en la Universidad donde imparto clases los días sábados. Circunstancias poco comunes permitieron que ese semestre me fueran asignados cuatro períodos, de dos horas cada uno. Así que mis sábados ya estaban comprometidos en su totalidad a la profesión de enseñar y entre semana debía arreglármelas para, después de la oficina, destinar tiempo a preparar mis clases y calificar tareas de mis alumnos. Pocos días después fui invitado por la municipalidad de mi pueblo a impartir charlas motivacionales y de liderazgo a empleados públicos, líderes comunitarios y jóvenes estudiantes. Dado que era una actividad ocasional, acepté sin titubear, pero con la condición que se me permitiera hacerlo los días domingos, ya que era el único día que tenía disponible.

Mi esposa y mis hijos empezaron, con toda razón, a reclamar un espacio en mi saturada agenda, pero a pesar de todo me apoyaban en lo que hacía, porque sabían que no acepto ningún compromiso que no implique algo que me apasione hacer. En medio de este agitado ritmo pasaban los meses rápidamente, pero aquel domingo 21 de abril de 2013 ocurrió algo que me obligó a hacer una pausa obligada. Ese día había recorrido más de 400 kilómetros (aproximadamente 250 millas), en ir y venir a mi pueblo, para impartir una charla y cuando volví, mi esposa preguntó si quería comer algo. Solo quería descansar, para iniciar

al siguiente día mi jornada habitual, así que solo le pedí que me preparara una sopa instantánea. Fue en ese momento que mi pequeño hijo jaló sobre él el recipiente con la sopa hirviendo y la derramó sobre su brazo. Salimos angustiados hacia el hospital más cercano, donde pasamos la noche y al día siguiente le practicaron una pequeña cirugía al bebé. Todo salió bien gracias a Dios y no pasaron un par de días, antes que el pequeño José Samuel anduviera nuevamente jugando; llenando de alegría toda nuestra casa con sus risas y ocurrencias. Sacamos el

mejor partido de la situación, porque sirvió para unirnos más como familia y para recobrar aquella armonía, que posiblemente se estaba perdiendo, debido a mis múltiples compromisos. Nos enseñó que por muy saturada que esté nuestra agenda, siempre debemos reservar un tiempo para compartir, para celebrar los logros de cada uno y animarnos mutuamente, cuando las cosas no van muy bien. Esa semana me auto receté el descanso de un par de días para estar con mi hermosa familia; y luego, volví al ataque con energías renovadas y muy consiente que no debo esperar a sentirme exhausto para tomarme un pequeño descanso; y que, cuando nos sentimos agotados, es momento de hacer una pausa en el camino.

"...no somos capaces de

mantener por un período

muy largo “el acelerador al tope”, porque

inevitablemente, más temprano

que tarde, traerá consecuencias para nuestra salud física y

mental..."