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Puedes transformar en oración tu reflexión. Pídele al Padre, agradécele lo que te da, intercede por los otros,… Ayer nos marcamos la cabeza con ceniza, recordando nuestro camino de conversión. Hoy lo vamos a hacer con perfume, que no se ve, pero se sien- te. Símbolo de que nuestra conversión tampoco se ve, pero si que se debe notar. Queremos rezar a tu gran bondad Sintiéndonos hoy tus hijos. Ayúdanos Tú a sentir tu amor que quiere llenar vacíos. Compartimos hoy el pan que nos das, la fuerza de andar unidos, para construir un reino de paz donde todos son tus hijos. PADRE, QUE NOS LLENAS DE TUS DONES Y CARICIAS, QUE NOS QUIERES ARRIESGADOS Y PROFETAS, ESCUCHANOS. Vengo ante ti lleno de dudas. Me olvidé que un día Tú llenaste mi existencia y mi vivir. Voy preocupado en mis cosas, buscando mi comodidad. He andado mi camino sin tu amor, buscando solo mi felicidad. Dame más fe, buen Dios, despierta todo mi ser, quiero estar junto a ti cada día. Quiero seguirte hoy, hacer tu voluntad, si ves que no te sigo, vuelve a por mí. Tú sabes bien toda mi historia, conoces bien mi caminar, hoy quiero darte todo lo que soy. Dame la mano si tropiezo, conoces mi fragilidad. Que sea solidario ante el dolor de quien vive en la necesidad. Que tu amor, buen Dios, transforme todo mi ser, que me haga más humilde y sencillo. Dame la fuerza Tú, al seguir tu caminar, si ves que no te sigo, vuelve a por mí. Tiempo de autenticidad, tiempo de revisar lo que no funciona bien y re- parar la pieza que falla con la ayuda del Mecánico por excelencia. La invi- tación para esta hora de oración, para este encuentro, es dejarse acompañar por Jesús, por su Palabra, en estas primeras etapas de camino de la Cuares- ma. Así que, a continuación encontrarás los textos de estos dos primeros días de cuaresma para poderlos leer, meditar, dejarse impregnar por Jesús pre- sente… Esto sólo es material de apoyo, y no es necesario que lo utilices todos. Porque en este momento, lo más importante es que te comuniques con Él.

110310 Hora Santa

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Puedes transformar en oración tu reflexión. Pídele al Padre, agradécele lo que te da, intercede por los otros,…

Ayer nos marcamos la cabeza con ceniza, recordando nuestro camino de conversión. Hoy lo vamos a hacer con perfume, que no se ve, pero se sien-te. Símbolo de que nuestra conversión tampoco se ve, pero si que se debe notar.

Queremos rezar a tu gran bondad Sintiéndonos hoy tus hijos.

Ayúdanos Tú a sentir tu amor que quiere llenar vacíos.

Compartimos hoy el pan que nos das,

la fuerza de andar unidos, para construir un reino de paz

donde todos son tus hijos.

PADRE, QUE NOS LLENAS DE TUS DONES Y CARICIAS,

QUE NOS QUIERES ARRIESGADOS Y PROFETAS, ESCUCHANOS.

Vengo ante ti lleno de dudas. Me olvidé que un día Tú llenaste mi existencia y mi vivir. Voy preocupado en mis cosas, buscando mi comodidad. He andado mi camino sin tu amor, buscando solo mi felicidad. Dame más fe, buen Dios, despierta todo mi ser, quiero estar junto a ti cada día. Quiero seguirte hoy, hacer tu voluntad, si ves que no te sigo, vuelve a por mí.

Tú sabes bien toda mi historia, conoces bien mi caminar, hoy quiero darte todo lo que soy. Dame la mano si tropiezo, conoces mi fragilidad. Que sea solidario ante el dolor de quien vive en la necesidad. Que tu amor, buen Dios, transforme todo mi ser, que me haga más humilde y sencillo. Dame la fuerza Tú, al seguir tu caminar, si ves que no te sigo, vuelve a por mí.

Tiempo de autenticidad, tiempo de revisar lo que no funciona bien y re-parar la pieza que falla con la ayuda del Mecánico por excelencia. La invi-tación para esta hora de oración, para este encuentro, es dejarse acompañar por Jesús, por su Palabra, en estas primeras etapas de camino de la Cuares-ma.

Así que, a continuación encontrarás los textos de estos dos primeros días de cuaresma para poderlos leer, meditar, dejarse impregnar por Jesús pre-sente…

Esto sólo es material de apoyo, y no es necesario que lo utilices todos. Porque en este momento, lo más importante es que te comuniques con Él.

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Mt 6, 1-6. 16-18 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípu-los: Cuidad de no practicar vuestra "justicia" para que os vean los hombres, porque entonces vuestro Padre celestial no os recompensará. Por eso, cuando des limosna, no vayas pregonándolo, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los alaben los hombres. Os aseguro que ya han recibido su recompensa. Tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. Así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. Cuando oréis, no seáis como los hipócri-tas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su recompensa. Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cie-rra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secre-to, te premiará. Cuando ayunéis, no andéis cariaconteci-dos como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que la gente vea que ayu-nan. Os aseguro que ya han recibido su recompensa. Tú, cuando ayunes, perfú-mate la cabeza y lávate la cara, de modo que nadie note tu ayuno, excepto tu Pa-dre, que ve en lo escondido. Y tu Padre, que ve hasta lo más escondido, te pre-miará.

Al igual que para la mayoría de las religiones de la tierra, la limosna, la oración y el ayuno eran los tres pilares de la práctica religiosa judía. Pero cuando estas prácticas se instituciona-lizan y se legalizan corren el riesgo de convertirse en mera rutina, superficia-lidad e hipocresía. Así ocurría en el contexto religioso judío donde vivían las pequeñas comunidades de Mateo que buscaban definir su identidad como cristianos. Mateo, a través de las palabras de Jesús, les invita a purificar toda práctica religiosa a partir del espíritu evangéli-co como criterio de discernimiento, como hizo antes con respecto a la Ley. Y establece un principio general: las obras de piedad no deben practicarse para ganar prestigio ante los demás, posición de poder o privilegios. Llama comediantes, hipócritas, charla-tanes, a los que exhibían sus rezos y sus ofrendas al son de trompetas en las esquinas y en las plazas o desfiguraban «la cara para hacer ver a la gente que ayunan» (16). Es una crítica mordaz al eterno problema del fariseísmo, enfer-medad que puede atacar a todos, pero que se ceba especialmente en las gentes de Iglesia, «personas en riesgo», como los fariseos de su tiempo. Con razón, una de las críticas históricas a la Iglesia como institución y a sus representantes ha sido precisamente la de la ostenta-ción, el boato, la apariencia, el culto a la imagen.

Lc 9, 22-25 Dijo Jesús: - Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maes-tros de la ley, que lo maten y que resucite al tercer día. Entonces se puso a decir a todo el pueblo: - El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde o se arruina a sí mismo?

Jesús pasa de inmediato a exponer el destino que le espera y las implicacio-nes que ello tiene para la vida de sus discípulos. Quien quiera seguirlo no puede evadir el camino que Él mismo está trazando, el verdadero discípulo tiene que asumir como propio el pro-yecto y el camino del Maestro: se niega a sí mismo, es decir, no actúa por capricho ni acomoda la realidad a sus propios intereses.