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5/20/2018 130851548CarlosReisFundamentosYTecnicasDelAnalisisLiterarioEditorial ... http://slidepdf.com/reader/full/130851548-carlos-reis-fundamentos-y-tecnicas-del-analisis-litera CARLOS REÍS FUNDAMENTOS Y TÉCNICAS DEL ANÁLISIS LITERARIO VERSIÓN ESPAÑOLA DE ÁNGEL MARCOS DE DIOS BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA EDITORIAL  GREDOS MADRID

130851548 Carlos Reis Fundamentos Y Tecnicas Del Analisis Literario Editorial Gredos

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  • CARLOS RES

    FUNDAMENTOS Y TCNICAS DEL ANLISIS LITERARIO VERSIN ESPAOLA DE

    NGEL MARCOS DE DIOS

    BIBLIOTECA ROMNICA HISPNICA EDITORIAL , GREDOS MADRID

  • CARLOS RES

    FUNDAMENTOS Y TCNICAS DEL ANLISIS LITERARIO

    En este manual se ofrecen al lector todos aquellos saberes e instrumentos necesarios para poder enfrentarse con una obra literaria, leerla crticamente, interpretarla y valorarla. Habr ha bido otra poca ms lcidamente pre-ocupada por la literatura y sus proble-mas que la nuestra, aunque tambin ms dada a oscuros escepticismos? Carlos Reis acrecienta nuestra confian-za: su palabra es fcil, persuasiva, in-teligente. A las modernas teoras, m-todos y tcnicas del anlisis literario no olvida agregar las copiosas aporta-ciones tradas por la lingstica gran seora, la comunicacin, el psicoan-lisis, la sociologa, etc. Por si an no bastase el libro tiene una decidida orientacin prctica, demuestra sobre muy variados textos cmo se realizan tales ejercicios.

    Lo que ms importa en el anlisis debe ser la obra literaria misma: sus valores estticos y el sentido ltimo. La indagacin afecta, pues, tanto a lo formal como a lo extraformal. De ah que Reis establezca varios niveles de anlisis. Dos hay que, pese a su indu-dable utilidad, no alcanzan sino los aledaos de la obra literaria: el pre-

    (Pasa a la solapa siguiente)

  • FUNDAMENTOS Y TCNICAS DEL ANLISIS LITERARIO

  • BIBLIOTECA ROMNICA HISPNICA DIRIGIDA POR DMASO ALONSO

    III. MANUALES, 50

    CARLOS RES

    FUNDAMENTOS Y TCNICAS DEL ANLISIS LITERARIO VERSIN ESPAOLA DE NGEL MARCOS DE DIOS

    & BIBLIOTECA ROMNICA HISPNICA EDITORIAL GREDOS MADRID

  • CARLOS RES, 1985.

    EDITORIAL GREDOS, S. A.

    Snchez Pacheco, 81, Madrid. Espaa.

    Ttulo original: TCNICAS DE ANLISE TEXTUAL, INTRODUCO A LEITURA CRTICA DO TEXTO LITERARIO.

    PRIMERA EDICIN, diciembre de 1981. 1.a Reimpresin, octubre de 1985.

    Depsito Legal: M. 32928-1985.

    ISBN 84-249-0147-9. Rstica. ISBN 84-249-0148-7. Guaflex. Impreso en Espaa. Printed in Spain. Grficas Cndor, S. A., Snchez Pacheco, 81, Madrid, 1985. 5919.

    PRLOGO A LA EDICIN ESPAOLA

    Preocupndose fundamentalmente por todo lector interesado en una lectura crtica del fenmeno literario, el trabajo que ahora presentamos al pblico de lengua espaola representa una ver-sin alterada y desarrollada con relacin al texto primitivo. Eso no obsta, sin embargo, a que se mantengan intactos sus ob-jetivos primordiales: por un lado, facultar determinados prin-cipios operatorios genricos capaces de orientar el anlisis del texto literario; por otro lado, reflexionar sobre la propia litera-tura, a dos niveles: en primer lugar, al nivel de la literariedad, esto es, de la especificidad del lenguaje literario, con el fin de conocer rigurosamente los meandros de su funcionamiento; en segundo lugar, por lo que dice respecto a las relaciones de la literatura con metodologas, corrientes de pensamiento y disci-plinas cientficas que con ella establecen lazos muy estrechos.

    De este modo, lo que con este trabajo se busca alcanzar fundamentalmente es rellenar un espacio: el que une la teora a la prctica o, en otras palabras, el que conduce de la abstraccin de las formulaciones tericas a la diversidad multmoda del dis-curso literario, sin fronteras de cualquier tipo. De ah que sea necesario recurrir muchas veces, en trminos operatorios, al soporte de determinadas elaboraciones que, reflexionando sobre la esencia de la literatura, permiten el esclarecimiento de las caractersticas estticas de las ms variadas prcticas literarias. De ah tambin que la teorizacin no nos ocupe como fin en s misma, sino solamente en la condicin de soporte metodolgico capaz de sustentar el enfrentamiento con el texto literario.

  • Fundamentos del anlisis literario

    Justamente por eso rechazamos toda forma de especulacin terica que no auxilie de modo eficaz la aproximacin a la obra literaria. Susceptible de evidenciar una forma de raciocinio cier-tamente loable, ese tipo de actividad acaba por revelar, al menos en el dominio en que se inscribe este libro, limitaciones y caren-cias tan naturales como inevitables.

    No basta, sin embargo, el acceso a construcciones tericas que asienten en bases epistemolgicas slidas para recorrer con xito el espacio al que antes nos referamos. Como en otras cir-cunstancias hemos dejado claro ya, adems de eso, es necesa-rio poseer cualidades de penetracin, sensibilidad y sutileza, sin las cuales el texto literario permanece mudo e incapaz de desve-lar las virtualidades semnticas y estticas de que se encuentra dotado. Es en la ausencia de esas cualidades donde comienza normalmente la frustracin de la relacin crtica con el texto; y es ah tambin, como es obvio, donde se agota la misin de este libro.

    INTRODUCCIN

    El problema del ejercicio del anlisis literario, por lo que tiene de complejo y controvertido, no puede ser debidamente dilucidado sin la previa aclaracin de ciertas premisas relaciona-das no slo con las caractersticas especficas del objeto de su atencin, sino tambin con el propio proceso prctico que l implica. Por lo que se refiere al primer aspecto, nos gustara comenzar por mostrar que no juzgamos viable cualquier modali-dad de anlisis literario que no conceda un papel de gran impor-tancia al conocimiento, lo ms exhaustivo posible, de las condi-ciones de existencia del texto literario. En efecto, no nos parece legtimo, de ningn modo, aspirar al manejo consciente de cual-quier proceso de lectura crtica, si anteriormente no se ha lle-vado a cabo una reflexin, en trminos tericos, sobre el objeto de lectura. Quiere esto decir que la teora literaria ser aqu utilizada sistemticamente como disciplina auxiliar de incuestio-nable importancia, instrumentando necesariamente todo intento de analizar y valorar cualitativamente la obra literaria; lo que no significa, sin embargo, que el reconocimiento de esta necesidad deba ser un pretexto para tentativas de teorizacin que en este libro y en nosotros no tendran cabida.

    Pero adems de recurrir al auxilio insustituible de la teora, ningn anlisis literario se consumar en condiciones satisfacto-rias si no se reconoce la existencia de corrientes metodolgicas que condicionan una actividad crtica que se pretenda mnima-mente disciplinada. Manifestndose, muchas veces de modo irre-futable, vinculadas a concepciones bien definidas de las motiva-ciones creativas del texto literario, esas corrientes crticas se

  • 10 Fundamentos del anlisis literario

    afirman sobre todo como espacio de confluencia, cruce o re-chazo de ideologas y disciplinas bien diferenciadas: desde la histo-ria literaria a la crtica psicoanaltica, desde la sociologa de la literatura a la estilstica y al estructuralismo, se insina muchas veces, de manera variablemente intensa, la presencia del positi-vismo o del marxismo, del psicoanlisis, de la sociologa o de la lingstica, aunque no siempre necesariamente de modo exclu-sivo. Y tampoco en este caso el anlisis literario podr eximirse de considerar las contribuciones especficas de unas y otras, as como las consecuencias operatorias que se deducen de esas contribuciones.

    Pero si el anlisis literario no puede ignorar el impacto que en su efectivacin se debe a los presupuestos hasta ahora tratados, debe tener presente otro hecho: que su ejercicio se concretiza teniendo en cuenta finalidades esencialmente prcticas. Ahora bien, esta nocin remite forzosamente a la necesidad de valori-zar, en las distintas modalidades metodolgicas que el anlisis literario comprende, una cierta tcnica de ejecucin de la elabo-racin crtica; lo que, desde luego, evoca la idea de que al anlisis literario, adems de la instrumentacin terica a que ya nos hemos referido, se le impone la ejecucin de operaciones bien definidas y condicionadoras de los resultados concretos alcanzados.

    Ntese, sin embargo, que no deseamos aqu sugerir, a travs de la referencia a los instrumentos del anlisis y a las operacio-nes de su concretizacin, que el estudio riguroso de un texto literario deba someterse a la imposicin intransigente de un es-quema de lectura inflexible. En este momento nos gustara sub-rayar solamente (porque la cuestin ser abordada en un con-texto ms apropiado) que no estamos de acuerdo aqu, de ningn modo, con la actitud adoptada por algunos autores que piensan encontrar en el establecimiento de un plano nico de anlisis la solucin ideal para resolver los complejos problemas que suscita el anlisis literario: consltese, a este respecto (y slo como ejemplo destacado entre otros muchos que podramos citar), el esquema de lectura propuesto por Ral Castagnino ' en una obra

    1 Cf. Anlise literaria, Sao Paulo, Editora Mestre Jou, 1968, pgs. 337-342.

    Introduccin 11

    que, considerndose introductoria a una estilstica integral, ter-mina por exceder ampliamente las fronteras que se haba im-puesto. En este esquema, adems de la obligatoriedad de anlisis de caractersticas tcnicas (p. ej., las estructuras narrativas y la caracterizacin de los personajes), difcilmente imputables al m-bito de la estilstica tal como la entendemos, parece que se impone la idea de que los textos literarios son genricamente idnticos y por tanto susceptibles de ser sometidos a un nico modelo de lectura. Ahora bien, adems de que sabemos que las obras literarias son irrepetibles y por eso no sometidas por natu-raleza a un anlisis nico, no parece difcil admitir que la rigidez de un esquema analtico, como el propuesto, puede llevar (y, de hecho, muchas veces lleva) a un anlisis literario mecnico, cuya consecuencia es casi siempre la desvalorizacin de las caracters-ticas estticas del texto literario.

    Una tendencia afn, en cierto modo, al tipo de anlisis a que acabamos de referirnos es la englobada en la designacin poco caracterstica de explicacin de textos. Denotando tambin un cierto esquematismo en el estudio del texto literario, la explica-cin de textos (que tiene todava en Francia, sobre todo en los medios escolares, una divulgacin considerable) se apoya casi siempre en premisas metodolgicas propias: la tendencia a sepa-rar artificialmente forma y contenido, un inters muy vivo por la llamada intencin del autor, el privilegio de factores histrico-literarios, normalmente de connotaciones de carcter biogrfico, etctera. Todo envuelto en una terminologa sumamente impreci-sa, en la que trminos como composicin, nfasis, inspira-cin, imagen y otros ocupan un lugar preferente 2.

    2 A ttulo de ejemplo indicamos algunas obras de esta naturaleza: P. Brunel,

    L. R. Plazolles y P. Sellier, Le commentaire compos, Pars, Fernand Nathan diteur, 1967, 2 volmenes; Serge y Hlne Auffret, Le commentaire compos, Pars, Hachette, 1968 (2.a ed., 1974); G. Delaisement, Les techniques de l'expli-cation de textes, Pars, Didier, 1968; F. Germain, L'art de commenter un texte, Pars, Foucher, 1968; P. Theveau y J. Lecomte, La dissertation littraire par iexemple, Pars, H. Roudil diteur, 1972; id. e id., Pratique de l'explication littraire par l'exemple, 2.a ed., Pars, Roudil, 1972; J. Thoraval y M. Leo, Le commentaire de textes. littraires, Pars, Bordas, 1973; R. Baniol, Le commen-taire de texte compos, Pars, Delagrave, 1974.

  • 12 Fundamentos del anlisis literario

    Significa todo esto que este libro va a proponer un sistema anrquico de anlisis literario? De ningn modo. Justamente porque pensamos que hay que respetar determinadas operacio-nes e instrumentos de anlisis que introduzcan en la lectura cierta disciplina, no proponemos aqu esquemas rgidos, sino el necesario relieve del que, conforme a la metodologa adoptada, son merecedoras determinadas facetas del texto literario as como los procesos especficos de anlisis que, en cada caso concreto, se manifiestan ms aptos para valorizar debidamente estas facetas. Y si aqu nos fijamos sobre todo en tres modalida-des de anlisis de textos (el estilstico, el estructural y el semi-tico) no es porque desconozcamos el relieve que eventualmente pueden tener, por ejemplo, mtodos crticos de fundamentacin sociolgica o psicoanaltica, sino porque pensamos que es sobre todo en los tipos de anlisis de textos citados en los que con ms precisin se pueden definir los aludidos procesos de interpreta-cin, teniendo en cuenta, de modo significativo, los factores rigurosamente estticos del texto literario.

    Por otra parte, nos gustara destacar todava que la demarca-cin de los tres modelos de anlisis de textos de que aqu se trata ms detenidamente no pretende inculcar la idea de que entre las diversas metodologas de aproximacin al texto literario deban levantarse fronteras infranqueables: si hubiera dudas a este respecto, bastara observar la elaboracin crtica de autores como Auerbach o Lucien Goldmann, cuyos procesos de lectura se vinculan no slo a la sociologa de la literatura, sino tambin a las contribuciones respectivamente de la estilstica y del estruc-turalismo. Lo que prueba que, en muchos casos, las permutas metodolgicas pueden auxiliar decisivamente al anlisis literario.

    Nos parece, sin embargo, que no pueden abordarse, con cierto margen de seguridad, las modalidades de anlisis de textos que se van a describir y practicar en este libro, sin que recorra-mos con detenimiento ciertas sendas preliminares: justamente las que intentan esclarecer lo que hay de especfico en la lectura crtica y, despus, las que clarifican los niveles de aproximacin al texto literario y las disciplinas crticas que se integran en esos niveles.

    PARTE I

    DE LA LECTURA A LA CRTICA

  • I

    LECTURA CRTICA

    1. LECTURA

    Una reflexin previa que pretenda estudiar, aunque sea slo de modo sumario, un conjunto de problemas que se definen como introductorios con relacin a los procesos de anlisis de textos que este libro va a abordar, no puede dejar de iniciarse con una definicin del concepto de lectura. Ntese, sin embargo, que la lectura a que aqu nos referimos no es la que, en una perspectiva lingstica, se concibe como reconstitucin, por parte del destinatario, del mensaje textual elaborado por el emi-sor, sea este mensaje de carcter literario, sea de carcter pre-dominantemente informativo. Tampoco se trata ahora de analizar una acepcin ms vasta que tambin se le atribuye; en este sentido traslaticio el concepto lectura rebasa con mucho el relativamente restringido de la descodificacin de un texto es-crito, y abarca todo mensaje dirigido a un receptor: es al abrigo de ese enriquecimiento semntico del trmino que ahora nos ocupa cuando es lcito hablar de lectura de mensajes de caracte-rsticas tan dispares como el filme, los comics, el anuncio publicitario o el lienzo pintado '.

    1 Conviene subrayar que el enriquecimiento semntico a que aqu hemos

    aludido se encuentra relacionado, de modo ntimo, con lo que paralelamente se denomina texto, igualmente susceptible de empleo en sentido traslaticio (p. ej. texto flmico).

  • 16 Fundamentos del anlisis literario

    Todo esto no obsta, sin embargo, para que sea posible de-terminar un elemento comn al acto de leer, sea ste concebido en el sentido riguroso que inicialmente le hemos atribuido, sea en aquel que hemos abordado ltimamente, sea, finalmente, en el que vamos a definir a continuacin: nos referimos a la impres-cindible labor de un sujeto que, considerndose receptor del mensaje emitido, se afirma como trmino indispensable del acto de comunicacin.

    Sintomticamente (y por lo que se refiere ahora a la lectura de textos literarios), los mismos escritores manifiestan muchas ve-ces una conciencia ntida del importante papel desempeado por los lectores; an recientemente, un novelista espaol, Gonzalo Torrente Ballester, afirmaba que, escrita la novela, es como una partitura sin ejecutante, aadiendo a continuacin: La novela la ejecuta el lector, y la operacin de leer consiste en verificar ntimamente el contenido de la palabra, es decir, en repetir mental, imaginativamente, el mundo que el novelista ha creado para nosotros.

    En efecto, el acto de lectura, sobre todo por lo que respecta a la ficcin narrativa, consiste verdaderamente en (re)construir un universo imaginario cuyas coordenadas muchas veces estn slo esbozadas en el texto que se aborda. No por casualidad se habla, a este respecto, de lectura como construccin 2, sobre todo si se piensa que leer una novela es, en cierto modo, (reor-ganizar el tiempo de la historia, la orquestacin de los puntos de vista, el proceso de narracin, etc. . Lo que nos permite afirmar que, en cierto sentido, todo texto es ledo con referencia a mltiples textos que lo preceden; o, con otras palabras, que el acto de lectura tampoco ignora el amplio espacio intertextual en que se inserta todo discurso literario.

    De esta manera, podemos concluir que la capacidad construc-tiva de la lectura, contando con los mrgenes de libertad que cada texto permite, sigue tambin cierta lgica (correlativa de aquello que en narratologa se llama lgica narrativa); es esa

    2 Cf. T. Todorov, La lecture comme construction, en Potique, 24, Pars,

    1975. pgs. 417-425.

    Lectura crtica 17

    lgica la que aparece como difusamente condicionada por premi-sas como las reglas de los gneros literarios, las dominantes de los perodos, los sistemas ideolgicos y temticos propios de cada poca, referencias culturales diversas, etc., etc. Por eso mismo, una obra como Bolor, del novelista portugus Augusto Abelaira, no abdica de la transcripcin, en epgrafe, de un poema homnimo de Carlos de Oliveira: y es que entre los dos textos existe una relacin de dependencia tan ntima que el acto de lectura no puede cabalmente aprehender la obra de Abelaira sin tener en cuenta el epgrafe referido 3.

    Son precisamente los atributos especficos de cierto tipo de lector (cuyas caractersticas consideraremos ms adelante) los que en parte justifican la definicin que aqu proponemos para la lectura crtica del texto literario: una actividad sistemtica que, partiendo del nivel de la expresin lingstica, es asumida como proceso de comprensin y valoracin esttica del discurso litera-rio. Distinta de la lectura, en cierto modo superficial, propia del lector comn que encara la obra de arte literaria fundamental-mente como objeto ldico, la lectura del crtico se enriquece y se especializa en funcin de las cualidades inherentes a su sujeto; dotado ante todo de un perfecto dominio del cdigo lingstico, el lector instruido, que es el crtico, debe completar ese dominio

    3 Curiosamente, en otro libro de A. Abelaira (Quatro paredes nuas), en la

    llamada Advertencia escrita en 1982, se explcita la preocupacin del escritor con relacin al destinatario, cuando aqul pregunta: Sabrn los lectores optar por la lectura que ms les convenga, ser ellos mismos (en caso de que les interese) los que suplan las lagunas entre los diversos cuentos, los que inventen las hiptesis que los hagan, a todos ellos, coherentes unos con otros? (Op. cir., Amadora, Bertrand, 1972, pg. 201). Es interesante comprobar que, en una obra recientemente aparecida y dedicada a la problemtica de la lectura, nos encon-tramos con una especie de respuesta a la interrogacin de Abelaira: Le texte agit sur le lecteur et le lecteur sur le texte, ou plutt dans le texte. Cette trange opration, prise comme telle, pose quelque problme dans la mesure o elle fait intervenir un grand nombre de variables. Une rhtorique de l'effet peut (ne peut que) tenter de dterminer les modalits de cette opration. Elle ne prtend pas dcrire le contenu des lectures possibles, mais les procdures textuelles qui rendent ees lectures possibles, ce qu'on pourrait appeler par mtaphore les ou-vertures du texte. (Michel Charles, Rhtorique de la lecture, Pars, Seuil, 1977, pg. 63.) A. LITERARIO, _ 2

  • 18 Fundamentos del anlisis literario

    con el conocimiento, lo ms exhaustivo posible, de los cdigos retricos, estilsticos, temticos, ideolgicos, etc., que estructu-ran el texto literario.

    No se piense, sin embargo, que lo que acabamos de exponer pretende delinear una imagen elitista del crtico literario, rele-gando a un lugar subalterno al lector comn; se trata slo de definir, con relacin al lector crtico, las cualidades especficas que su estatuto exige, sin que se desee sustraer el relieve de que se reviste el papel conferido al lector comn, sobre todo cuando se considera bajo una perspectiva sociolgica, como sucede con estudios como los de Robert Escarpit, Giovanni Ricciardi y, en cierto modo, Umberto Eco 4, interesados por las condiciones y motivaciones de recepcin de la obra literaria.

    Todo lo que hasta ahora hemos dicho no debe llevar a pensar que las caractersticas especficas y, en cierto modo, tcnicas de que se reviste la lectura crtica constituyen garanta incuestiona-ble de que es posible una comprensin unvoca y completa del texto literario. Justamente porque est estructurado a partir de la articulacin ms o menos equilibrada de una pluralidad de cdi-gos diversamente valorizables, el texto literario, ambiguo por naturaleza, permite mltiples lecturas; lo que no debe inducir a pensar que esta circunstancia pretenda instaurar una especie de anarqua de efectos negativos en la existencia de la obra de arte literaria: al contrario, es la idea de que puede haber lecturas sumamente discordantes de un mismo texto la que garantiza la perennidad de la lectura s. Negando desde luego el carcter defi-

    4 Vid., a este respecto, R. Escarpit, Sociologa da literatura, Lisboa, Arcadia,

    1969, caps. VII y VIII, y Escritura y comunicacin, Madrid, Castalia. 1975, pgs. 70-83; G. Ricciardi, Sociologa da literatura, Lisboa, Pub. Europa-Amri-ca, 1971, pgs. 96-100; U. Eco, James Bond: une combinatoire narrative, in Communications, 8, Pars, 1966.

    5 Es interesante sealar que esta idea sustenta un instrumento operativo fun-

    damental en el anlisis estilstico practicado por Michael Riffaterre: nos referimos al concepto de archilector, concebido como une somme de lectures, et non une moyenne. C'est un outil relever les stimuli d'un texte, ni plus ni moins (Essais de stylistique structurale, Pars, Flammarion, 1971, pg. 46). (Traduccin espa-ola, Seix Barral, 1975.) De este modo, es todava el principio de que cada

    Lectura crtica 19

    nitivo de cualquier crtica, es la posibilidad de llevar a cabo distintas lecturas (pero no cualesquiera lecturas) lo que explica cabalmente, por un lado, las oscilaciones de valoracin a que han estado sujetos ciertos escritores 6, y, por otro, las diversas perspectivas crticas a que episdicamente se someten determi-nadas obras literarias 7. Lo que inevitablemente nos lleva a con-siderar las coordenadas fundamentales que, a partir de la lectura instrumentada a que antes nos hemos referido, orientan el acto crtico.

    2. CRTICA

    Despus de lo que hemos dicho acerca del concepto de cr-tica y teniendo en cuenta los objetivos que inspiran este trabajo, suponemos que no nos compete, en este momento, intentar en-contrar una frmula (una ms...) que se proponga definir el referido concepto. Nuestra actitud no significa, sin embargo, que despreciemos en absoluto una cuestin que indudablemente en-globa problemas tan importantes como el de determinar los lmi-tes, las funciones y las responsabilidades del acto crtico; mucho menos quiere decir que seamos apologistas de posturas que, en

    lectura puede ser ms o menos distinta de la anterior lo que apoya, en la concepcin de Riffaterre, el acopio de informaciones estilsticas presentes en un texto literario.

    6 Significativo a este propsito es el caso de un escritor como Stendhal,

    incomprendido por la lectura de Sainte-Beuve y ms tarde recuperado por lecturas ms ricas, como la de Georges Blin (Stendhal et les problmes du romn, Pars, Jos Corti, 1954).

    7 Entre otros muchos ejemplos que podramos citar, nos parece un modelo,

    en el mbito de la literatura portuguesa, el caso de Ega de Queirs y las diferentes lecturas a que se ha sometido su obra, tratada desde una perspectiva biogrfica por Joo Gaspar Simes (Vida e obra de Eqa de Queirs, Amadora, Bertrand, 1973), estilstica por Ernesto Guerra da Cal (Lengua y estilo de Eqa de Queiroz, Coimbra, Acta Universitatis Conimbricensis, 1954) y semitico-estruc-tural por nosotros (Estatuto e perspectivas do narrador na ficqao de Eqa de Queirs, 2.a ed., Coimbra, Liv. Almedina, 1980).

  • 20 Fundamentos del anlisis literario

    este mbito, no hacen ms que, por medio de definiciones vagas y generalizantes, esquivar hbilmente las dificultades 8.

    De todos modos, e independientemente de cualquier defini-cin, no se pueden dejar de considerar dos grandes atributos cuando se pretenden clarificar las condiciones de existencia de la crtica literaria. El primero de esos atributos implcito en la definicin de Doubrovsky se identifica con la actividad de desciframiento que el acto crtico implica; enfrentndose con un discurso esttico complejo y plurisignificativo, le compete a la crtica literaria desvelar sentidos ocultos (y no necesariamente todos los sentidos) por la red de relaciones textuales que la obra literaria concretiza. Pero le compete tambin instituirse como actividad doblemente comunicativa, lo que constituye un se-gundo gran atributo dependiente del primero. Relacin de comu-nicacin establecida, ante todo, con el objeto esttico que la ocupa, pero tambin con el(los) destinatario(s) del discurso pro-ducido por el acto crtico: lo que confiere a la crtica literaria un interesante estatuto de intermediario activo. En esa condicin, la crtica literaria, a travs de la criba de la individualidad de quien la practica y de su propensin pedaggica, aspira a reforzar (cuando no incluso a transformar) los lazos que unen al sujeto de la enunciacin literaria con receptores normalmente enriquecidos en virtud de la comunicacin establecida (tambin) con el sujeto crtico.

    En el contexto en que ahora nos encontramos, creemos que es tambin pertinente atribuir el debido relieve a temas directa-mente implicados en la esfera de intereses de cualquier modali-dad de crtica literaria: nos referimos a las relaciones entre obje-tividad y acto crtico y, por derivacin, a la cuestin de la eventual valoracin que nace de la lectura crtica.

    8 As procede, por ejemplo, un autor como Wayne Shumaker al escribir que

    critica es cualquier examen inteligente sobre literatura (Elementos de teora crtica, Madrid, Ediciones Ctedra, 1974, pg. 27). Innegablemente es ms con-vincente la definicin propuesta por Serge Doubrovsky: Puisque toute expres-sion est la fois manifestation et dissimulation, la critique consistera a rvler ce qui se cache et a raccorder ce qui se donne ce qui se drobe, dans un effort pour dgager la totalit de l'expression (Pourquoi la nouvelle critique, Pars, Denol/Gonthier, 1972, pg. 207).

    Lectura crtica 21 Abordar las conexiones entre objetividad y acto crtico pre-

    supone, de modo inmediato, la certeza de que deber ser tenida en cuenta la expresin normalmente escrita de ese acto, o sea, el discurso critico. Reservando para ocasin ms oportuna conside-raciones diversas que juzgamos necesarias acerca de tal dis-curso, nos basta, por ahora, retener la nocin de que ste co-rresponde a la elaboracin de un enunciado que exprese los resultados de la lectura crtica. Se sabe hoy (en gran parte como consecuencia de los estudios de mile Benveniste) 9 que cual-quier acto de lenguaje difcilmente consigue liberarse de un grado ms o menos elevado de subjetividad, que, proyectndose en el enunciado por procedimientos distintos, reenva directamente al estatuto de existencia ideolgica y afectiva del sujeto enuncia-dos Pero esa subjetividad depende tambin de la propia capaci-dad de adhesin del crtico a las sugerencias que la obra le suscita, adhesin que, en el caso de una crtica de identifica-cin como la que propone Georges Poulet, puede llegar al punto de afirmar que en raison de l'trange envahissement de ma personne par les penses d'autrui, je suis un moi qui il est donn de penser une pense qui me reste trangre. Je suis le sujet d'autres penses que les miennes. Ma conscience se com-porte comme conscience d'un autre que moi 10.

    Llegados a este punto y anulada, casi por absurda, la posibi-lidad de procesamiento de un acto crtico rigurosamente obje-tivo, consideramos oportuno alertar a los ms incautos de los peligros de que se reviste la manifestacin de la subjetividad del crtico, cuando no est controlada por la madurez y por el talento que presiden, por ejemplo, la actividad del citado Geor-ges Poulet. Desprovista de cualquier regla disciplinadora, igno-rando radicalmente cualquier principio metodolgico que tienda a orientar su actuacin, una crtica que se deje guiar exclusiva-mente por la subjetividad no puede aspirar sino a la enunciacin de meras reacciones personales ante el fenmeno literario, que

    9 Cf. el ensayo De la subjectivit dans le langage, en Problemes de linguis-

    tique genrale, Pars, ditions Gallimard, 1966, pgs. 258-266. 10

    G. Poulet, La conscience critique, Pars, Jos Corti, 1971. pg. 280.

  • 22 Fundamentos del anlisis literario

    invariablemente ensean ms sobre aquel que critica que sobre el objeto de la crtica; tpico de esta actitud es el principio enunciado por Anatole France, que, a la par de la actividad de mile Faguet y Jules Lemaitre, se impuso como inspirador prin-cipal de la llamada crtica impresionista: Le bon critique est celui qui raconte les aventures de son ame au milieu des chefs-d'oeuvre ".

    Deducida, por tanto, la imposibilidad, por parte del crtico, de huir de un juicio, por disfrazado que sea, de la obra que aborda, nos interesa ahora definir las circunstancias y las moti-vaciones que presiden el acto de valoracin. Si es verdad que al crtico tambin le compete comprometerse a favor de o en contra de, es igualmente cierto que este compromiso no debe operarse teniendo en cuenta sistemas axiolgicos meramente per-sonales, ya que el acto crtico no debe ser, en nuestra opinin, un acto ensimismado y alejado de la realidad circundante. Para que esto no suceda, es indispensable que el crtico acepte regular su procedimiento prioritariamente por un conocimiento lo ms ex-haustivo posible de los cdigos estticos que estructuran la obra de arte literaria; tal condicin, aunque primordial y rigurosa-mente necesaria, no es, sin embargo, suficiente para que el proceso de valoracin se produzca en trminos aceptables, en virtud de dos razones distintas. En primer lugar, porque la creacin litera-ria opera, muchas veces, en conflicto abierto con los cdigos estticos vigentes en determinada poca: sirvan, como ejemplo, movimientos esttico-literarios como los Modernismos portugus y brasileo, que, cuando surgieron, dominados respectivamente por escritores como Fernando Pessoa y Mario de S-Carneiro, Mario y Oswald de Andrade, constituyeron verdaderos (y delibe-rados) escndalos, por el modo como derogaban los cdigos

    " Apud A. Chassang y Ch. Senninger, Les textes littraires gnraux, Pars, Hachette, 1964, pg. 481. Confirmando el innegable diletantismo que se oculta bajo la afirmacin citada, Anatole France escribe ms adelante: La critique est la dernire en date de toutes les formes littraires; elle finir peut-tre par les absorber toutes. Elle convient admirablement une socit tres civilise dont les souvenirs sont riches et les traditions dj longues. Elle est particulirement approprie une humanit curieuse, savante et polie (op cit., pg. 482).

    Lectura crtica 23

    literarios instituidos y, hasta entonces, dcilmente acatados. Pero el conocimiento profundo de los cdigos estticos puede no ser suficiente para fundamentar el juicio crtico, por una segunda razn: y es que el texto literario, que responde a estmulos creativos de diversa naturaleza y que existe en un contexto sociocultural que se proyecta en l en grado y modo variados, obliga episdicamente a tener en cuenta ese conjunto de circuns-tancias, no rigurosamente estticas, que ayudan a su elabora-cin.

    Ahora bien, es justamente en funcin de las distintas propor-ciones de atencin que han valorizado, ya el texto literario en s mismo, ya el referido conjunto de factores circunstanciales, como se han sucedido y confrontado mltiples corrientes crti-cas. Motivadas por el grado de inters que en sus impulsores despiertan las diversas facetas implicadas en las condiciones de existencia de la obra literaria, tales corrientes oscilan sistemti-camente entre dos extremos: por un lado, el exclusivo e incon-secuente privilegio de meros constituyentes formales; por otro, el desprecio sistemtico de las caractersticas estrictamente est-ticas del texto literario, en beneficio de la explotacin de porme-nores, a veces anecdticos, situados en la periferia del objeto de la crtica.

    No cabe, ciertamente, dentro de los horizontes que circuns-criben este trabajo, hacer historia de los caminos que la crtica literaria ha trillado, sobre todo desde que, con Mme. de Stal, se instituy como actividad razonablemente sistemtica 12; nos pa-rece, sin embargo, importante dejar aqu muy claras dos obser-vaciones que en este momento se justifican por lo que antes hemos escrito. En primer lugar, debemos tener en cuenta que las diversas lecturas a que puede someterse un texto literario pri-vilegiando, por ejemplo, un mtodo crtico de raz sociolgica o

    12 Dentro de este objetivo est la monumental obra de Rene Wellek, A

    History of Modern Criticism: 1750-1950 (traduccin en lengua espaola: Historia de la crtica moderna (1750-1950), Madrid, Gredos, 1969-1972, 3 volmenes publicados), as como (de modo menos sistemtico) el tratado de William K. Wimsatt y Cleanth Brooks, Literary Criticism. A Short History, New York, Alfred A. Knopf, 1957.

  • 24 Fundamentos del anlisis literario

    de inspiracin psicoanaltica, un anlisis estructural o una ptica histrico-literaria radican, ante todo, en la opcin metodolgica del crtico, cuando confiere prioridad a determinados aspectos de la existencia esttico-cultural de la obra que estudia; en segundo lugar, es importante resaltar que la citada opcin no debe ser considerada como motivo de obligatoria mutilacin del texto literario; sta se afirma ante todo como deliberada y, en tanto en cuanto posible, como opcin independiente de un camino espec-fico que es necesario recorrer, en el sentido de conseguir apurar, de modo disciplinado, las potencialidades que, en el mbito de estudios privilegiados, ese texto faculte. Una crtica totalizante que pretenda agotar definitivamente las diversas posibilidades y vas de introduccin en la obra literaria debe ser concebida slo como ideal inalcanzable 13.

    De tal modo se han sucedido y confrontado, a lo largo de los aos, las varias metodologas crticas y, por extensin, los distin-tos lenguajes arrastrados por ellas, que es posible pensar en una criticologa, esto es, en una metacrtica que, como el nombre indica, asume como objeto de estudio no el texto literario, sino el metalenguaje que resulta de su cometido y los principios operatorios en que asienta ese cometido. Ntese que la criticolo-ga a que aqu aludimos no debe confundirse con una eventual historia de la crtica que se limite a referir, segn un criterio diacrnico poco ms que enumerativo, diversas corrientes y sus ms destacados representantes; al contrario, se trata de una disciplina que aspira a reflexiones de carcter epistemolgico, que se pregunta acerca de la esencia, finalidades y funciones de la crtica literaria. Como ejemplo bien elucidativo de una contri-

    13 Esta es precisamente la actitud asumida por un estudioso como Stanley

    Edgar Hyman, que, despus de analizar mtodos crticos de tendencias divergen-tes, concluye: In our ideal critic we would assume not only the use of all the fruitful methods of modern criticism on sOme organizing base, but necessarily all the abilities and special aptitudes behind them, a fearful assumption of personal capacity, as well as the requisite learning in all the reas, and the requisite flexibility of focus. Our ideal critic would not only have to do more than any actual critic, he would have to know more, range farther, and be more (as well as write better, certainly) (S. E. Hyman, The armed visin, New York, Vintage Books, 1955, pg. 390).

    Lectura crtica 25

    bucin considerable para la constitucin de la criticologa, po-demos enumerar las obras ms importantes de la ya clebre querella de la nouvelle critique 14, que, ms que a crticos literarios, opona, en el fondo, opciones metodolgicas y lengua-jes crticos antagnicos.

    Curiosamente es Roland Barthes, uno de los protagonistas de esta polmica, quien apunta un problema que consideramos de fundamental importancia para la correcta delimitacin del mbito de competencia de la crtica: el de la distincin clara entre sta (considerada como lenguaje segundo, portador de un sentido engendrado a partir de una obra particular) 15 y aquello que Barthes designa como ciencia de la literatura, que ser une science des conditions du contenu, c'est--dire des formes [...]; en un mot, son objet ne sera plus les sens pleins de l'oeuvre, mais au contraire le sens vide qui les supporte tous 16. En sus fines rigurosamente teorizadores, la ciencia de la literatura se cie, por tanto, a un papel que, remontndose a las reflexiones de Platn acerca de las funciones de la literatura, a la Potica de Aristteles y a los preceptos de Horacio, y pasando por las Poticas renacentistas y neoclsicas, encontr modernamente al-gunos de sus ms perspicuos intrpretes en estudiosos como Ro-mn Ingarden 17, Wolfgang Kayser 18, Rene Wellek y Austin Wa-rren 19, autores de obras ya hoy consideradas clsicas, pero todava de lectura innegablemente til por lo que contienen de esclarecedor acerca de la esencia del fenmeno literario. Curio-samente, sin embargo, la ciencia de la literatura no es objeto

    14 Raymond Picard, Nouvelle critique ou nouvelle imposture, Pars, Jean-Jac-

    ques Pauvert, 1965; Roland Barthes, Critique et vrit, Pars, ditions du Seuil, 1966; Serge Doubrovsky, Pourqui la nouvelle critique, Pars, Mercure de France, 1966; Jean-Paul Weber, No-critique et palo-critique ou contre Picard, Pars, Jean-Jacques Pauvert, 1966.

    ls Cf. Critique et vrit, ed. cit., pg, 64.

    16 Op. cit., pg. 57.

    17 Das literarische Kunstwerk, Halle, 1931; 3.a ed., Tbingen, Max Niemeyer

    Verlag, 1965. 18

    Interpretacin y anlisis de la obra literaria, 4.a ed. revisada, Madrid, Gredos, 1965.

    ' Theory of literature, New Haven, 1948. (Traduccin espaola: Teora litera-ria, 1.a ed., Madrid, Gredos, 1969).

  • 26 Fundamentos del anlisis literario

    exclusivo de la ponderacin de aquellos que, de modo ms o menos sistemtico e invariablemente enfeudados en coordenadas ideolgicas particulares, intentan escudriar la mdula de la lite-ratura o las finalidades socioculturales que la produccin literaria debe observar. A lo largo de los tiempos y bajo el influjo de los ms diversos movimientos esttico-literarios, tambin los mismos escritores se han preocupado de definir las condiciones de con-tenido del lenguaje que generan, como si al sentido engen-drado (que es tambin el de la obra) le fuese permitido buscar el sentido vaco de la teora que la sustenta, pero no otros sentidos particulares (y tambin engendrados) resultantes de la reflexin crtica sobre otras obras. Cuando Cames proclama que la razn / de alguno no ser en versos excelente / Es no verse preciado el verso y rima, / Porque quien no sabe arte, no lo estima; cuando Verlaine se bate por una poesa que sea de la musique avant toute chose; cuando el poeta brasileo Manuel Bandeira se anuncia harto del lirismo comedido/ Del lirismo bien comportado y declara que el poema debe ser como la mancha en el lienzo, es todava sobre las condiciones medulares de existencia de la obra literaria donde se precipitan las reflexio-nes de aquellos que la concretizan. Y si es cierto que esas refle-xiones, en virtud de las coacciones que las circunstancias de cada poca imponen, se manifiestan parciales y desprovistas del carcter sistemtico que debe presidir la elaboracin del teoriza-dor de la literatura, tambin es cierto que estudiarlas cuidadosa-mente implica casi siempre un innegable enriquecimiento de la comprensin del fenmeno literario 20.

    3. DISCURSO CRTICO

    Pero si el acto crtico impone, adems de la lectura instru-mentada a que anteriormente nos hemos referido, una sistemati-

    20 Lo que hemos dicho no obsta para que, como es obvio, el escritor asuma

    integralmente el estatuto de teorizador (sirvindose incluso de su experiencia de creador), como ocurre, por ejemplo, con Henry James (The Art of the Novel, New York, Charles Scribner's, 1962) y Virginia Woolf (L'art du Romn, Pars, Seuil, 1963).

    Lectura crtica 27

    zacin que nace de la observancia de los principios operatorios sugeridos por el mtodo elegido, la verdad es que tal acto no se consumar cabalmente sin la formulacin de un discurso crtico; es esa formulacin la que permite la comunicacin de los resul-tados de una actividad que, de otro modo, permanecera circuns-crita al mbito personal de su autor 21. ltima etapa de un proceso largamente elaborado, las responsabilidades que, en el conjunto de la actividad crtica, se imputan al discurso crtico justifican que nos detengamos ahora en l, intentando fijar sus caractersticas fundamentales as como los riesgos que acarrea el menosprecio a que, no raramente, es relegada esta faceta de la crtica literaria.

    Quede, ante todo, bien grabada la idea de que el discurso crtico no debe procurar constituirse en tentativa de imitacin del discurso particular en que se inserta 22 y mucho menos aspirar a cumplir las funciones que le son inherentes; justamente porque, al revestir finalidades ntidamente distintas de las que son pro-pias del lenguaje literario, pensamos que el vicio primero que el discurso crtico debe evitar es el de transformarse en parfrasis de la obra criticada. Este es, adems, el error en que invariable-mente incurre la actividad incipiente del estudiante que, colo-cado ante un texto que debe analizar, se limita, en ltima instan-cia, a reproducir, de modo ms o menos simulado, ese texto; y lo hace a costa de un lenguaje que, aunque casi siempre va prolijamente adornado, slo consigue ofrecer una imagen plida del objeto de estudio. Ntese, sin embargo, que esta modalidad

    21 Debe subrayarse que cuando aqu empleamos la expresin discurso critico

    no tenemos en cuenta exclusivamente su concretizacin habitual, que es la escritura, sino tambin la formulacin oral de la conferencia (sin soporte de enunciado escrito), de la mesa redonda y (de modo menos sistemtico) de la tertulia literaria.

    22 Tngase en cuenta, de pasada, que no cabe obviamente en el mbito de

    estas consideraciones el pastiche, de ningn modo aceptado en el campo de la crtica, sino en el de la creacin literaria: en Pastiches el mlanges, Proust demostr cabalmente a qu filigranas de ejecucin tcnico-formal puede llegar tal modalidad de discurso literario, sirvindose de la recreacin del estilo, situacio-nes y contextos de referencia preferidos por escritores como Flaubert, Balzac, Michelet y otros, hipotticamente interesados en un mismo acontecimiento.

  • 28 Fundamentos del anlisis literario

    de discurso crtico no se confunde, de ningn modo, con la que surge de una actitud que, ante el texto, se pretende deliberada-mente esttica. Es justamente a este tipo especial de crtica que tiene en Maurice Blanchot uno de sus exponentes ms destacados a la que Grard Genette confiere una funcin lite-raria, explicitando que un livre de critique comme Port-Royal ou L'Espace littraire est entre autres choses un livre, et son auteur est sa maniere et au moins dans une certaine mesure ce que Roland Barthes appelle un crivain (par opposition au simple crivant) c'est--dire l'auteur d'un message qui tend partielle-ment a se resorber en spectale 23.

    Si la inclinacin a la parfrasis escolar es un error que hay que evitar por lo que contiene de aleatorio e inconsecuente, no lo es menos, ciertamente, otra tendencia: la que lucha por un discurso que pretende mantenerse escrupulosamente dentro de los lmites del lenguaje corriente; casi siempre derivada de una concepcin diletante de la crtica literaria, tal tendencia no con-sigue ms que trivializar y empobrecer irremediablemente la ac-tividad crtica. De ninguna manera somos apologistas de la ela-boracin de un lenguaje que, pensando slo por ello conseguir su estatuto de dignidad, se fundamente en terminologas intenciona-damente abstrusas que, cuando no son retorcidas, al menos se revelan hermticas. Pensamos, sin embargo, que una crtica que se pretenda consciente de su condicin de disciplina cientfica debe aspirar legtimamente a la utilizacin equilibrada de instru-mentos que le permitan concretizar cabalmente y sin ambigeda-des su misin.

    Los instrumentos a que nos referimos estn constituidos fun-damentalmente por el conjunto de nociones tericas que, diversi-ficndose conforme a las metodologas crticas, se encuentran fijados a travs de la terminologa que informa cada discurso crtico especfico. En este orden de ideas no debemos extraar-nos, por ejemplo, de que las lecturas de cariz psicoanaltico em-prendidas por el anlisis temtico de Jean-Paul Weber manipulen

    23 G. Genette, Structuralisme et critique littraire, en Figures, Pars, Seuil,

    1966, pg. 146.

    Lectura crtica 29

    trminos como tema y smbolo a la luz de concepciones bien definidas; del mismo modo, cualquier anlisis estructural presu-pone, en el momento de la enunciacin del discurso crtico, que el trmino estructura sea utilizado con funciones precisas y en una acepcin que refleje de modo cristalino las operaciones ana-lticas efectuadas. Ms que pretenciosa ostentacin, el recurso a terminologas razonablemente reconocidas representa, en ltimo anlisis, la sntesis de pormenorizadas elaboraciones tericas, a veces (como en el caso de Jean-Paul Weber)2 4 preliminarmente explicitadas y justificadas.

    Que existe efectivamente una distancia abismal en separar la capacidad operatoria del proceso crtico cuando se sirve de len-guajes cualitativamente diferentes, lo prueba, de modo elo-cuente, la comparacin de dos fragmentos transcritos a conti-nuacin, que no contiene (sealmoslo de paso) una apreciacin genrica sobre los crticos citados:

    Superficial, restringida en sus valores humanos, tendr la obra de Eca de Queirs, en la literatura portuguesa, otra menos superficial y ms ampliamente humana con la que se pueda comparar? Hemos visto que no se conoce novela ms completa que Os Malas. Habr algn ejemplo ms ampliamente humano? Habr otros menos superficiales?

    He aqu el punto al que pretendamos llegar. S: la obra novelesca de Eca de Queirs, cuando se compara con los altos padrones de la novela universal, es limitada 25.

    Otra de las vas de impropiedad adjetiva que Eca utiliza sistemtica-mente, consiste en expresar por medio de esta categora gramatical, con-ceptos de relacin que la lengua habitualmente canaliza a travs de una locucin prepositiva con de. La transposicin del adjetivo, que el uso tolera a veces, particularmente en la lengua cientfica, Ega la convierte en un recurso habitual, para dar novedad a la expresin, y personalidad a las comparaciones ms banales 26.

    24 Cf. Jean-Paul Weber, Genese de l'aeuvre potique, Pars, ditions Galli-

    mard. 1960, pgs. 13-18. 25

    Joo Gaspar Simes, Ega de Queirs, romancista superficial?, en Lucia Miguel Pereira y Cmara Reys (eds.), Livro do Centenario de Eqa de Queiroz, Lisboa-Ro de Janeiro, Edices Dois Mundos, 1945, pg. 579.

    26 Ernesto Guerra da Cal, Lengua y estilo de Eqa de Queiroz, Coimbra, Acta

    Universitatis Conimbricensis, 1954, pg. 129.

  • 30 Fundamentos del anlisis literario

    Como fcilmente se nota, en el primer caso nos encontramos con el recurso a una adjetivacin extremadamente vaga y difusa (superficial, humana, etc.) que, aliada a conceptos impreci-sos (los altos padrones de la novela universal), contamina indeleblemente el propio juicio crtico emitido, que no consigue ms que ser una mera opinin personal, ciertamente respetable, pero por completo desprovista de un mnimo de rigor. Al contra-rio, el segundo fragmento (que intencionadamente hemos selec-cionado tambin en el mbito de la crtica queirosiana), situado en un campo de estudios bien definido la Estilstica y, den-tro de ste, en el rea especfica de la morfosintaxis, se sirve de trminos predominantemente reconocidos por la metodologa elegida, los cuales confieren a la afirmacin emitida una preci-sin que sobresala por su ausencia en el primer caso.

    II

    ANLISIS E INTERPRETACIN

    r. ANLISIS

    Pensamos que esta primera parte no acabara en trminos satisfactorios si no nos ocupsemos ahora de una ltima faceta inherente a toda lectura crtica y a la subsecuente constitucin del discurso crtico. Nos referimos a la necesidad de establecer una distincin ntida entre los conceptos de anlisis e interpreta-cin, de cuya clarificacin depende, en cierto modo, la continua-cin de este trabajo.

    Por anlisis se entiende, ante todo por una cuestin de cohe-rencia etimolgica, la descomposicin de un todo en sus elemen-tos constitutivos. Siendo este todo un texto literario de variable extensin, el anlisis se concebir entonces como actitud des-criptiva que asume individualmente cada una de sus partes, in-tentando esclarecer despus las relaciones que se establecen entre esas distintas partes; desde otra perspectiva, se podr observar an que la elaboracin de un anlisis literario se debe ceir, por parte del crtico, a una toma de posicin racional, a una actitud objetivamente cientfica en la que los elementos textuales deben predominar sobre la subjetividad del sujeto re-ceptor.

    Estas nociones preliminares se comprendern ciertamente mejor si adelantamos algunos ejemplos. De acuerdo con lo que

  • 32 Fundamentos del anlisis literario

    se ha dicho, desarrollar la fase de anlisis, en la lectura crtica de una novela realista, puede llevar a fijarse sobre todo en el sis-tema de relaciones por el que se rigen sus personajes; lo que obliga a considerarlos individualmente, a definir su jerarquiza-cin relativa (personajes principales, secundarios, comparsas), los procesos de caracterizacin en que se apoya su existencia en el universo novelesco en cuestin, etc. Del mismo modo, aplicar el anlisis, por ejemplo, a un soneto renacentista o barroco puede consistir en identificar e inventariar las figuras de retrica que lo integran, de acuerdo con una ptica que, dgase desde ahora, encuadrara la operacin de anlisis en el mbito de una lectura de naturaleza estilstica.

    Como es obvio, estas afirmaciones no pueden inculcar la idea de que una lectura analtica se somete invariablemente a las mismas reglas o que tal lectura consigue superar, de modo ine-quvoco, las contaminaciones de la subjetividad del crtico a que anteriormente nos hemos referido. No sucede as, en primer lugar, porque no es posible proponer un esquema nico de anli-sis aplicable de modo indiferenciado a cualquier texto. Por ello, nos oponemos radicalmente a lo que muchas veces se escribe en ciertos manuales donde, de modo peligrosamente simplista y tantas veces mutilante, nos encontramos con un esquema anal-tico nico, especie de panacea apta para resolver toda y cual-quier manifestacin de mediocridad crtica. Si as pensamos es porque estamos convencidos de que un anlisis que se precie de riguroso debe subordinarse, ante todo, a una perspectiva crtica definida; y esa perspectiva (sea de raz sociolgica o psicoanal-tica, estilstica o estructural) implica necesariamente diferentes operaciones, como implica tambin diversa valoracin de los elementos constitutivos del texto literario.

    Justamente porque se impone una opcin metodolgica disci-plinadora del anlisis literario, afirmbamos antes que la lectura analtica no consigue evitar tampoco la insinuacin (sutil o atre-vida) de la subjetividad del crtico; de hecho, la circunstancia de concretizar forzosamente esa opcin metodolgica, deja suponer desde luego una no disimulada preferencia por determinadas facetas del modo de existencia del fenmeno literario, que se ven

    Anlisis e interpretacin 33

    privilegiadas en detrimento de otras, circunstancialmente muy desfavorecidas, cuando no incluso eliminadas.

    No se piense, sin embargo, que con el proceso de anlisis a que se somete el texto literario se completa su valoracin crtica o que el simple desmontaje de sus elementos constitutivos satis-face las legtimas ambiciones de una lectura crtica mnimamente vlida. De hecho, la descripcin de personajes o la mera enu-meracin de figuras retricas (para aludir a los ejemplos antes tratados) no puede aspirar a conseguir la riqueza y la profundi-dad semntica del texto literario. A este respecto nos parece elucidativo evocar aqu las limitaciones a que desde luego se someten ciertos anlisis puramente mecanicistas, demasiado arraigados a una concepcin excesivamente substancialista del texto literario: es a deficiencias de esta naturaleza a lo que justamente se debe el fracaso de determinados anlisis de carc-ter estilstico, cuando estn estrechamente ceidos al inventario y manipulacin estadstica de los elementos lingsticos que inte-gran el texto '.

    Porque pensamos que es necesario abordar la obra literaria a un nivel que supere la sola enumeracin y descripcin de las partes en que aqulla se descompone, perfilamos la idea de que cualquier lectura crtica que se pretenda satisfactoria debe pasar de la fase analtica a otra fase predominantemente sinttica que es la de la interpretacin.

    2. INTERPRETACIN

    La interpretacin se entiende, por tanto, como la investiga-cin, fundamentada de modo ms o menos explcito en un pro-ceso de anlisis, de un sentido que hay que atribuir al texto literario; tal sentido tiene en cuenta principalmente la posicin de posterioridad de que, con relacin a la produccin del texto, se beneficia su receptor. Es esa posterioridad la que permite afir-

    1 C. a este respecto el trabajo de Marcel Cressot, La phrase et le vocabu-

    laire de J. K. Huysmans, Pars, Librairie E. Droz, 1938, al que en otro contexto nos referiremos con ms detenimiento. A. LITERARIO, 3

  • 34 Fundamentos del anlisis literario

    mar que il [le rcepteur] a en main tout ce qu'a produit la source qui ne se rduit pas au sujet parlant, mais qui implique toutes les instances qui concourent au sens, les institutions, les circonstances qui relvent du texte et du locuteur, etc. 2. De donde fcilmente se deduce la idea de que cualquier anlisis que no desemboque en una semntica del texto analizado se definir siempre como introduccin incompleta y mutilante de la obra literaria.

    De este modo, si el anlisis se concibe, de acuerdo con lo que antes hemos dicho, como operacin en cierto sentido siste-mtica porque est orientada por principios sintonizados con la metodologa crtica elegida, la interpretacin es esencialmente hermenutica; como tal, procura, en ltima instancia, concretizar una penetracin que se propone pasar de la mera comprobacin de los elementos constitutivos del texto literario y revelar el sentido que esos elementos (as como el sistema de relaciones establecidas entre ellos) sustentan.

    Esto quiere decir que la sntesis interpretativa se basa funda-mentalmente en una nocin terica de considerable importancia: la nocin de que el texto literario funciona como un signo est-tico dotado de significado(s) global(es) cuya relacin con el(los) elemento(s) significante(s) de que se ocupa sobre todo el anlisis no se rige necesariamente por el estatuto de convencionalidad propio del signo lingstico. Justamente porque la relacin significante/significado es en este caso generalmente de naturaleza motivada y necesaria (y ms adelante tendremos oportunidad de comprobarlo), la interpretacin se dirige, de modo prioritario, al descubrimiento de sentidos coherentes y no de todos los sentidos con relacin a los elementos revela-dos por el anlisis. Por eso, la interpretacin ha de tener en cuenta necesariamente la problemtica de los gneros y los con-dicionalismos impuestos por los perodos literarios, como facto-res susceptibles de inculcar al texto una cierta tendencia ideol-gica y determinados ncleos temticos. En este orden de ideas,

    2 J. Sumpf y J. Dubois, Problmes de l'analyse du discours, en Langages,

    13, Pars, 1969, pg. 4.

    Anlisis e interpretacin 35

    la hipottica lectura crtica de una novela realista, a que hemos aludido anteriormente, podra desvelar una cierta relacin de coherencia entre la orquestacin de los personajes descrita por el anlisis y una ideologa de carcter materialista propia del pe-rodo referido.

    De cualquier modo, lo que importa aclarar es que la bs-queda de sentidos se beneficia (o es confirmada) normalmente del compendio gradual y localizado de las caractersticas textua-les, compendio procesado por el anlisis. Lo cual no es de ningn modo secundario sino slo el reconocimiento de que cada una de las grandes fases de introduccin crtica en el texto literario es determinada por funciones y finalidades especficas.

    De lo que acabamos de afirmar nos parece legtimo concluir que a la interpretacin le faltar invariablemente el rigor cient-fico y la precisin operatoria sustentada por un anlisis razona-blemente elaborado; precisamente porque no puede ceirse a la existencia concreta de componentes textuales (por ejemplo: los personajes, las figuras de retrica o las cadencias rtmicas), la interpretacin, al sobrepasar los lmites del texto, constituye por excelencia el dominio de vigencia de la subjetividad del crtico. Quiz por saberse consciente de los riesgos de privilegiar la subjetividad, riesgos que amenazan su crtica interpretativa (de cuo eminentemente cerebralista, subryese desde ahora), Geor-ges Poulet alude a la exploracin de los temas constantes en las obras de los autores estudiados como un tmoignage objectif par lequel il m'est donn de croire qu'il y a vritablement itin-raire et pas simplement une espce de chaos 3.

    Abierta por naturaleza a la penetracin e influencia de la subjetividad, la interpretacin acaba, por eso mismo, por mani-festarse particularmente apta para permitir la transmisin de la ideologa (entendida como visin colectivizada del mundo) del crtico. En efecto, si en la fase de anlisis se detecta fcilmente, a travs del conjunto de operaciones formuladas, la metodologa que preside el acto crtico, es sobre todo en el momento de la

    3 Georges Poulet (ed.). Les chemins actuis de la critique, Pars, Union

    Genrale d'ditions, 1968, pgs. 29-30. La cursiva es nuestra.

  • 36 Fundamentos del anlisis literario

    interpretacin, de la bsqueda de ese sentido simultneamente (y tambin paradjicamente) insinuado y ocultado por el texto, cuando se explcita el estatuto ideolgico que orienta el proceso crtico.

    Subryese, finalmente, que la distincin de los conceptos de anlisis e interpretacin que acabamos de concretar no implica, en el plano de la elaboracin crtica, una separacin radical de aquellas que consideramos las dos etapas fundamentales de la lectura crtica; en el fondo, una y otra no son ms que fases complementarias (y susceptibles de surgir profundamente entre-lazadas) de la lectura crtica. Lo que permite que, a partir de ahora, designemos slo como anlisis literario la actividad crtica en su totalidad, sobreentendindose necesariamente la interpre-tacin, sin la que esa actividad no se completar.

    Pero ms que las consideraciones emitidas desde un punto de vista predominantemente terico acerca de los conceptos de an-lisis e interpretacin, creemos que la propia aplicacin prctica de tales conceptos facilitar, con ms amplio margen de seguri-dad, una cabal comprensin de su importancia operatoria.

    3. EXCURSO

    Como en esta fase de nuestro trabajo nos encontramos toda-va integrados en el campo de las consideraciones de orden general, pensamos que la ejemplificacin que se impone no exige todava el privilegio de una metodologa crtica definida. Lo que no quiere decir que, en esta materia, defendamos una neutralidad ciertamente cmoda (y slo concebible como lmite), pero indudablemente poco esclarecedora; cuando llegue el mo-mento oportuno, procuraremos elegir nuestras opciones meto-dolgicas y, lo que es ms importante, no dejaremos de justifi-carlas.

    Para el anlisis de un texto de Baudelaire (concretizado por ahora de modo intencionalmente esquemtico y ntidamente de-marcado en sus diversas etapas) recurrimos, por tanto, al es-quema de anlisis que se deduce de las consideraciones de Wolf-

    Anlisis e interpretacin 37

    gang Kayser acerca de los conceptos fundamentales del conte-nido 4; esta actitud no significa, sin embargo, que aceptemos la distincin entre forma y contenido que en la obra de Kayser parece justificarse slo por razones de carcter expositivo.

    LE DSESPOIR DE LA VIEILLE

    La petite vieille ratatine se sentit toute rjouie en voyant ce joli enfant qui chacun faisait fte, a qui tout le monde voulait plaire; ce joli tre, si frage comme elle, la petite vieille, et, comme elle aussi, sans dents et sans cheveux.

    Et elle s'approcha de Iui voulant lui faire des risettes et des mines agrables.

    Mais l'enfant pouvant se dbattait sous les caresses de la bonne femme decrepite, et remplissait la maison de ses glapissements.

    Alors la bonne vieille se retira dans sa solitude ternelle, et elle pleurait dans un coin, se disant: Ah!, pour nous, malheureuses vieilles femelles, l'ge est pass de plaire, mme aux innocents; et nous faisons horreur aux petits enfants que nous voulons aimer! s.

    /. ANLISIS

    a) Asunto: ante el texto transcrito se nos presenta, en primer lugar, la necesidad de establecer aquello que vive en una tradi-cin propia, ajena a la obra literaria, y va a influenciar su con-tenido 6. Se trata en este caso de un asunto que, por lo que podemos saber, no inspirndose directamente en cualquier fuente literaria, podra perfectamente fundamentarse en la observacin directa de la realidad; la circunstancia de referir un hecho a primera vista corriente la desesperacin y la desilusin de una mujer que llega al ocaso de la vida y potencialmente al alcance de la experiencia vivida por el comn de los mortales, consti-

    4 Interpretacin y anlisis de la obra literaria, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1958,

    pgs. 81 y ss. 5 Baudelaire, Petits pomes en prose, Pars, Garnier-Flammarion, 1967,

    pg. 65. 6 W. Kayser, op. cit., pg. 83.

  • 38 Fundamentos del anlisis literario

    tuye, como se va a ver, un dato relevante para la atribucin de un sentido al texto.

    b) Motivo: la definicin del motivo central que inspira Le dsespoir de la vieille y la de los submotivos que lo apoyan nos sitan todava, en cierto modo, en el exterior del texto, o sea, ms ac de su existencia concreta y particular. Concebido como una situacin tpica que se repite, como algo que slo [...] captamos cuando prescindimos de cualquier fijacin indivi-dual 7, el motivo central del texto transcrito es la oposicin vejez-infancia; esa oposicin no se concretiza, sin embargo, sin el auxilio de submotivos coherentes con el central y subordina-dos a ste; nos referimos, por un lado, al carcter repulsivo que es propio de la decadencia fsica y, por otro, a la fragilidad.

    c) Fbula: si estamos de acuerdo en que la fbula repre-senta, como afirma Kayser, la fijacin esquemtica del fluir de la accin, reducida, de este modo, a sus momentos fundamentales 8, se comprobar fcilmente que esta fase del anlisis no pretende resumir arbitrariamente el texto y mucho menos parafrasearlo. Vinculado a una representacin de tipo narrativo, Le dsespoir de la vieille se adeca perfectamente a la demarcacin de los elementos constitutivos de la fbula, ya que stos se distribuyen de modo equilibrado a lo largo de los cuatro prrafos que forman el texto. Contacto de la anciana con el nio aproximacin afectiva > repudio por parte del nio conclusin desilusio-nada de la anciana, sern, en definitiva, los momentos centrales del desarrollo de la accin, determinados no segn un criterio aleatorio, sino porque sucesivamente se encadenan, de acuerdo con una relacin de causalidad fcilmente comprobable; por otra parte, hay que subrayar que esos mismos momentos son asu-midos como centrales, sobre todo porque sern ellos los guas que orientarn la bsqueda de sentido que cabe a la interpreta-cin.

    7 Ibidem, pgs. 90 y 89.

    8 Cf. Ibidem, pg. 115.

    Anlisis e interpretacin 39

    / / . INTERPRETACIN

    Confirmando lo que antes implcita o explcitamente se ha es-tablecido, la fase de la interpretacin del texto en cuestin no pue-de ignorar las etapas dominantes del anlisis. Y es ah donde, bus-cando un sentido al texto, debemos atender, en primer lugar, al carcter potencialmente universal del asunto tratado, as como el inters supraindividual que caracteriza el motivo de la oposicin vejez/infancia.

    De esta manera, estamos preparados para desvelar el sentido del texto no en una perspectiva forzosamente restrictiva y limi-tada, sino entendiendo el hecho concreto de que l es portador slo como punto de partida para la consideracin de un tema que interesa a todo destinatario: el carcter cclico de la existencia humana y lo que de inexorable se encierra en ese ciclo. Subr-yese, sin embargo, que al aludir a un carcter cclico estamos desde luego justificando plenamente la formulacin narrativa de Le dsespoir de la vieille, objetivada en la exposicin de la fbula: constituida por hechos estrictamente encadenados, la f-bula sustenta, en el fondo, una curiosa relacin de analoga con la vida misma, por lo que en ella existe de sumisin al fluir de una temporalidad imposible de frenar.

    Por otra parte, el devenir de la existencia (representado en el texto, en cierto sentido estticamente, por los dos personajes que son el nio y la anciana) nos conduce desde luego a la demarcacin de una primera idea, que nos parece solamente introductoria con relacin al sentido ltimo contenido en el texto: la idea de que la vida, en lo que tiene de comn a todo ser humano, se presenta como algo destinado, en la aceptacin de irremediablemente determinado, fijado; el nio que ahora repudia a la mujer decrpita ha de llegar a este estado ms tarde, como tambin llegar (si es que no ha llegado...) el mismo escritor, as como los propios lectores del texto.

    De esta manera, en el conflicto de la ilusin afectiva con la desilusin causada por el repudio del nio (nous faisons horreur aux petits enfants que nous voulons aimer) se contiene ese sentido ltimo del texto a que anteriormente nos referamos: el

  • 40 Fundamentos del anlisis literario

    sentido de que circunstancias exteriores (la decadencia, el as-pecto repulsivo) condicionan la expresin de un sentimiento esencialmente sincero y desinteresado, o el sentido (an ms amplio) de que la afectividad, la devocin a una causa, el mismo amor, invariablemente dependen de lo que de efmero y frgil se manifiesta en las condiciones materiales de la existencia humana.

    La problemtica de la articulacin de dos grandes movimien-tos operatorios como el anlisis y la interpretacin se puede ejemplificar tambin a travs de un tipo de lectura crtica vincu-lada ya a una metodologa especfica. Debe decirse, entre tanto y antes de continuar, que la demostracin que sigue no debe con-siderarse como tentativa de anlisis totalmente asumida; por una parte, porque sirve a objetivos meramente ejemplificativos, por otra, porque los instrumentos tericos que proclama no estn an suficientemente expuestos y descritos. Por eso mismo, slo en el captulo dedicado al anlisis semitico (porque es en su mbito donde en definitiva nos situaremos) sern explotadas las funciones operatorias que ataen a los referidos instrumentos. Consideremos, pues, un texto de Eca de Queirs:

    El padre Natario era una criaturilla biliosa, seca, con dos ojos hun-didos, muy malignos, la piel picada de viruelas y extremadamente irritable. Llambanle el Hurn. Era agudo y cuestionador; tena fama de ser gran latinista y de tener una lgica de hierro; y se deca de l: Es una lengua de vbora! Viva con dos sobrinas hurfanas, se declaraba extremoso con ellas, ponderaba siempre sus virtudes y acostumbraba a llamarlas las dos rosas de su cantero. El padre Brito era el cura ms estpido y ms corpulento de la dicesis; tena el aspecto, los modos, la fuerte vida de un robusto beirano que maneja bien el cayado, traga de una vez un almud de vino, coge alegremente la mancera del arado, hace de albail para reparar un cobertizo, y en las siestas calientes de junio lanza brutalmente a las muchachas sobre las parvas de maz. El seor chantre, siempre correcto en sus comparaciones mitolgicas, le llamaba el len de Nemeya. Su cabeza era enorme, con cabello langero que le llegaba a las cejas: la piel curtida tena un tono azulado, del esfuerzo de la navaja de afeitar; y en sus brutales carcajadas, mostraba unos dientecitos menudos y muy blancos de comer borona .

    9 E?a de Queirs, O crime do padre Amaro, 6.a ed., Lisboa, Livros do

    Brasil, s/a., pgs. 110-111.

    Anlisis e interpretacin 41

    Ante el fragmento textual transcrito, el trabajo de anlisis podra ejercerse sobre los elementos que, al reflejar manifesta-ciones de la subjetividad del narrador, fluyen de un subcdigo estilstico: el de los registros del discurso 10. En este sentido, interesara al anlisis estudiar linealmente el fragmento en cues-tin; esto nos llevara a la enumeracin de expresiones como las que a continuacin citamos esquemticamente, distinguiendo, en-tre tanto, los personajes a los que estas expresiones se refieren, lo que constituira otra actitud operatoria de tipo analtico.

    a) Discurso connotativo

    b) Discurso valorativo

    c) Discurso abstracto

    d) Discurso figurado

    [criaturilla ] biliosa traga de una vez un almud de vino dientecitos [menudos 1

    [criaturilla ] seca [dos ojos ] muy malignos [criaturilla ] extremadamente irritable [Era] agudo

    [el cura] ms estpido [... ] de la dicesis [lanza] brutalmente a las muchachas [Su cabeza era ] enorme

    [un robusto beirano que ] maneja bien el [cayado

    traga de una vez un almud de vino coge alegremente la mancera del arado hace de albail lanza brutalmente a las muchachas sobre

    [las parvas de maz

    tena el aspecto [...] de un robusto bei-[rano (comparacin)

    cabello langero (metfora) piel curtida (metfora)

    el padre Natario

    el padre Brito

    el padre Natario

    el padre Brito

    el padre Brito

    el padre Brito

    Antes de tratar la fase de interpretacin es conveniente notar que en este inventario no constan expresiones tambin de ca-rcter subjetivo, sino que fluyen de otras entidades y no del

    10 Cf. infra, captulo III de la III parte, prrafo dedicado a los cdigos

    estilsticos.

  • 42 Fundamentos del anlisis literario

    narrador; as sucede, por ejemplo, cuando se dice que el padre Natario tena fama de ser gran latinista, y de tener una lgica de hierro (opinin pblica), o cuando se narra el juicio del chantre acerca del padre Brito. Del mismo modo, la formulacin subjetiva del narrador a propsito de la correccin de las com-paraciones mitolgicas del chantre escapa, como veremos, a la captacin de los sentidos fundamentales que el fragmento encie-rra.

    Establecido esto, se puede considerar que la fase de interpre-tacin se encontrara en condiciones de descubrir sentidos garan-tizados por los elementos detectados en el anlisis y derivados del subcdigo de los registros del discurso. Esos sentidos que una lectura ms elaborada relacionara con cdigos especficos, tales como el ideolgico y el temtico comienzan a esbozarse desde las connotaciones de evocacin clnico-cientfica que en-vuelven: tcriaturilla] biliosa; asociadas al carcter eminente-mente descriptivo del fragmento en anlisis y a la prioridad conferida a caractersticas psicosomticas, las connotaciones ci-tadas evocan una orientacin ideolgica evidente de parte del narrador: el inters por los factores materiales y concretos de la existencia humana, tratada desde una ptica eminentemente bio-lgica, factores esos encuadrados en el contexto del movimiento naturalista en que genricamente se integra O crime do padre Amaro.

    Y de aqu podramos partir para la revelacin de otros vecto-res semnticos que dominan el texto: como la actitud despectiva asumida por el narrador, que depende, en cierto modo, de la actitud ideolgica citada. Ese desprecio comienza por localizarse (como el anlisis evidenci) en los diversos tipos de discurso referidos; pero ste se comprende mejor en funcin del estatuto ideolgico del narrador naturalista, preferentemente interesado en privilegiar una temtica de naturaleza anticlerical. Es curioso observar, adems, que las breves apreciaciones de signo positivo dedicadas a uno de los personajes ([el padre Natario] tena fama de ser gran latinista y de tener una lgica de hierro) no son, como ya se dijo, de la responsabilidad del narrador, que se desvincula claramente de ellas; y tal comportamiento es extre-

    Anlisis e interpretacin 43

    mmente significativo " . Por otra parte, las connotaciones apa-rentemente cariosas que envuelven una caracterstica fsica del padre Brito (dientecitos menudos) terminan por concurrir en sentido opuesto: contrastando con toda una complexin desme-surada, el diminutivo refuerza al fin el sentido de desequilibrio (fsico y psicolgico...) propio del personaje en cuestin, en el fondo muy poco dotado para el ejercicio de una actividad que se deseaba eminentemente espiritual y ponderada.

    De este modo, conjugando la vinculacin del narrador a los procedimientos e intereses del naturalismo con el empeo des-preciativo que caracteriza la descripcin de los personajes, se consuma otra forma de afirmacin ideolgica y afectiva: la que se define en trminos de distanciamiento con relacin a todo el universo mental, econmico, poltico y cultural que envuelve (y condiciona) a los personajes en causa.

    " A la subjetividad del narrador hay que imputar ciertamente el juicio que califica al padre Natario como agudo (siendo cuestionador un atributo de tipo factual, y, por tanto, predominantemente objetivo). Sin embargo, atendiendo al contexto en que se encuentra y los sentidos literarios son sobre todo contextales y no forzosamente literales, se ve que la agudeza del personaje funciona ms como defecto que como cualidad.

  • 44 Fundamentos del anlisis literario

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    PARTE II

    NIVELES DE ANLISIS

    A. LITERARIO, 4

  • I

    PRE-TEXTO: HISTORIA LITERARIA

    1. NIVELES

    Lo que antes hemos dicho no puede dejar de condicionar el desarrollo que, en esta segunda fase de nuestro trabajo, preten-demos conferir a la lectura crtica del texto literario: por eso, entendemos que la misin a la que ahora interesa atribuir la prioridad debe ser la de intentar delimitar los niveles de anlisis de la obra literaria. Como es obvio, tal misin no puede olvidar determinadas facetas de la existencia del fenmeno literario: por ejemplo, su creacin, las circunstancias que la explican o las caractersticas tcnico-formales que definen el texto producido; se debe subrayar, sin embargo, que la importancia de estas facetas es aqu slo relativa, no aspirando su delimitacin a la elaboracin de la teorizacin literaria que surgira, adems, en cierto modo desplazada del contexto de este estudio. Los princi-pios de carcter terico a que inevitablemente tendremos que recurrir van a desempear slo un papel instrumental en el anlisis del texto literario.

    El intento de delimitar determinados caminos de acceso (va-riablemente coronados por el xito, como se va a ver) corres-ponde, ante todo, a la confirmacin de la idea anteriormente ex-puesta: de acuerdo con esta idea, no es posible concebir una lectura que agote totalmente las virtualidades significativas de la

  • 52 Fundamentos del anlisis literario

    obra literaria; adems de esto, la delimitacin a que nos hemos referido se va a revelar sumamente til porque se podr forjar, a partir de ella, una idea ms justa y cabal de la capacidad opera-toria de las distintas metodologas crticas aqu estudiadas.

    De este modo, proponemos encarar la lectura crtica del texto literario a partir de la concepcin de tres niveles diferentes: un nivel pre-textual, al que interesan primordialmente las circuns-tancias externas que, comprendiendo la existencia de la obra literaria, no explican forzosamente su creacin; un nivel subtex-tual efectivamente responsable de la gestacin de la obra litera-ria, y un nivel textual objeto, en este trabajo, de particular atencin en el que se encuentra comprometido prioritariamente (pero no exclusivamente) el mismo texto literario.

    2. NIVEL PRE-TEXTUAL

    Si hay alguna disciplina que haya sido fuertemente alterada en sus cimientos y en sus convicciones por modernas corrientes crticas que todava aqu analizaremos, esa disciplina es, sin duda, la historia literaria. Que as es lo prueban bien las palabras de un estudioso como Hans Robert Jauss que, a este respecto y despus de comprobar que la historia de la literatura desapa-rece como asignatura de los programas de las Universidades, afirma: Constituye un orgullo para los profesores de mi genera-cin sustituirla por cursos monogrficos, a veces metodolgi-cos '.

    Ms que como malintencionado o infundamentado, tal movi-miento de contestacin se explica mejor como toma de concien-

    1 Hans Robert Jauss, Historia literaria como desafio a ciencia literaria. Litera-

    tura medieval e teora dos gneros, Vila Nova de Gaia, Jos Soares Martins, 1974, pg. 10. No nos parece, sin embargo, que las soluciones propuestas por Jauss (fundadas en la valoracin de lo que llama esttica recepcional; cf. op. cit., pg. 39 y passim) como revitalizadoras de la historia literaria se encuadren en el mbito de esta disciplina, sino en el de la sociologa de la literatura y, ms especficamente, en el captulo de la sociologa de la recepcin de la obra literaria.

    Niveles de anlisis: pre-texto 53 cia de las innegables carencias que padecen algunos de los as-pectos ms sobresalientes de la historia literaria; esas carencias se hicieron ms visibles, como ya hemos sugerido, con la venida de procesos de valoracin crtica rigurosamente textuales, en parte coincidentes con lo que Jorge de Sena llam crtica ontol-gica: O sea, las crticas de sentido o las de observacin estils-tica 2.

    No se piense, sin embargo, que pretendemos con estas pala-bras consumar la condensacin de la historia literaria en bloque, a partir de la errnea nocin de que, por un acto de abstraccin difcilmente concebible, sera posible enfocar el texto literario desde una perspectiva histricamente neutra; hacerlo sera adop-tar una actitud que ni los formalistas rusos, tan severamente antipositivistas, asumieron, prefiriendo, al contrario, someter la idea de la evolucin literaria al principio de la sustitucin de sistemas, de acuerdo con el carcter dinmicamente diferencial que conferan al fenmeno literario 3. Deseamos slo distinguir cierta tendencia de estudios que, tomando el texto literario como mero pretexto y de ah que hablemos de nivel pre-textual, ignoran u ocultan las caractersticas estticas de ese texto, de otra, que tambin dentro de los lmites de la historia literaria, todava hoy (y creemos que siempre) es merecedora de confianza y aprecio. Por ello, analizaremos separadamente las implicacio-nes que, en el mbito de una valoracin cualitativa de los diver-sos procesos de lectura crtica, se deducen del privilegio even-tualmente concedido a los tres grandes vectores de la historia literaria: el biografismo, la erudicin de informacin positivista y el estudio de cuestiones que de cualquier modo se relacionan con la gnesis y autora del texto literario.

    2 J. de Sena, Crtica ontolgica e crtica histrico-sociolgica, en Urna

    canqo de Cames, Lisboa, Portuglia, 1966, pg. 26. 3 Cf. s