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Mujeres, carisma y castidad en el cristianismo primitivo M. JosÉ HIDALGO DE LA VEGA Universidad de Salamanca RESUMEN.—Este artículo trata de explicar el papel que desempeñé en el cris- tianismo primitivo la castidad de las mujeres cristianas como acto, en principio, li- berador y emancipador para la misma. Al mismo tiempo, la castidad así vivida se erigía como ataque directo a los objetivos clásicos de la ciudad antigua. Sin em- bargo, al organizarse la Iglesia ortodoxa las funciones de las mujeres quedarán so- metidas a la de los hombres, con lo que se consiguió de forma sutil pero contun- dente el silencio de las mujeres en la Iglesia. SUMMARY.—This paper treats to explain the role that the christian women’s chastity performed in the early Christianity like emancipator action in a principie. In the same way, the chastity raised as a straight attack to the classical objectives of the ancient society. However the constitution of the orthodox Church suposed that the womeñ’s functions would remain subjected to those of the man. The re- sult was the women’s silence in the Church finely but permanently. El título de este trabajo pretende resumir en tres elementos uno de los fenómenos más importantes y más insistentemente resaltado por los auto- res cristianos, como es el de la configuración de un modelo de mujer cris- tiana, altamente valorado por su libre opción a mantener una abstinencia sexual más o menos perpetua, ya sea en la versión de la continencia o de la virginidad, como gradación superior en la valoración de la naturaleza de la sexualidad, de la relación hombre-mujer y, en definitiva, del concepto que el cristianismo tiene del cuerpo. Estos conceptos afectan tanto a hombres como a mujeres, pero de manera desigual, ya que para el pensamiento an- tiguo, incluido el cristianismo, la desigualdad entre los sexos era el punto Gerión, 11. 1993-Editorial Complutense de Madrid.

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  • Mujeres, carisma y castidad en el cristianismoprimitivo

    M. Jos HIDALGO DE LA VEGAUniversidad de Salamanca

    RESUMEN.Este artculo trata de explicar el papel que desempe en el cris-tianismo primitivo la castidad de las mujeres cristianas como acto, en principio, li-berador y emancipador para la misma. Al mismo tiempo, la castidad as vivida seeriga como ataque directo a los objetivos clsicos de la ciudad antigua. Sin em-bargo, al organizarse la Iglesia ortodoxa las funciones de las mujeres quedarn so-metidas a la de los hombres, con lo que se consigui de forma sutil pero contun-dente el silencio de las mujeres en la Iglesia.

    SUMMARY.This paper treats to explain the role that the christian womenschastity performed in the early Christianity like emancipator action in a principie.In the same way, the chastity raised as a straight attack to the classical objectivesof the ancient society. However the constitution of the orthodox Church suposedthat the womes functions would remain subjected to those of the man. The re-sult was the womens silence in the Church finely but permanently.

    El ttulo de este trabajo pretende resumir en tres elementos uno de losfenmenos ms importantes y ms insistentemente resaltado por los auto-res cristianos, como es el de la configuracin de un modelo de mujer cris-tiana, altamente valorado por su libre opcin a mantener una abstinenciasexual ms o menos perpetua, ya sea en la versin de la continencia o de lavirginidad, como gradacin superior en lavaloracin de la naturaleza de lasexualidad, de la relacin hombre-mujer y, en definitiva, del concepto queel cristianismo tiene del cuerpo. Estos conceptos afectan tanto a hombrescomo a mujeres, pero de manera desigual, ya que para el pensamiento an-tiguo, incluido el cristianismo, la desigualdad entre los sexos era el punto

    Gerin, 11. 1993-Editorial Complutense deMadrid.

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    de partida para la elaboracin de todo un discurso terico y doctrinal so-bre el rol que la mujer deba desempear en la familia y en la sociedad.

    Una de las advertencias que hay que haceres que la documentacin queposeemos es casi exclusivamente escrita por hombres, y, por ello, partimosde una gran mediatizacin a la hora de valorar y verificar lo que las muje-res cristianas han podido representar en las comunidades cristianas en suprctica efectiva. Adems, las fuentes literarias proyectan una serie de ca-tegoras ideolgicas que tienen su valor en el universo de lo simblico y delo imaginario, pero que no se adecan con la realidad concreta, presen-tando por ello un corte, una tensin entre ambos I De esta forma, los ma-teriales que utilizaremos slo permitirn una aproximacin indirecta, mar-ginal, fragmentaria y sesgada de la cuestin que queremos analizar sobrelos modos y las formas con que la mujer cristiana afrontaba su papel y re-presentacin en las comunidades cristianas, despus de suconversin y re-chazo de la sexualidad en un contexto histrico concreto como era el delcristianismo de los primeros siglos. Sin embargo, la ausencia de voces fe-meninas en la mayor parte de la documentacin que poseemos, no necesa-riamente implica, como veremos, el silencio absoluto de las mujeres en elCristianismo de los primeros siglos.

    En lineas generales, la conversin al cristinismo a travs de la f sig-nific para la mujer una confirmacin de su igualdad con el hombre y deuna idntica dignidad. En este sentido la mujer cristiana toma concienciade si misma y de su capacidad para poder salir del marco impuesto por losvalores culturales y sociales de ser esposa y madre, sometida exclusiva-mente a los deseos del marido y del padre. Por todo ello, la abstinenciasexual y laconsiguiente renuncia al matrimonio y a lamaternidad tiene pa-ra la mujer una dimensin que va ms all de la consideracin de la virgi-nidad como modelo de vida a seguir Expresa mucho ms, expresa la posi-bilidad de disponer libremente de su cuerpo, y de elegir una forma de vidaal margen de los patrones socio-culturales que el paganismo le ofreca co-mo algo obligatorio.

    Ahora bien, para entender el desprecio y la valoracin negativa que elcristianismo desarroll sobre la sexualidad, es imprescindible resaltar suvisin del cuerpo humano, causa de su discurso moral sobre la virginidady el ascetismo como modelo de vida para la cristiana. La tradicin filosfi-

    E. SCIVISSLER FIoRENZA, World, Spirit, and Power. Womnen in Early Christian Comu-nities en Women of Spirit. Female Leadership itt tite Jewish and Christian Traditions, R.RUETHER-E. MCLAUOI-ILIN

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    ca pagana haba desarrollado una concepcin cuyo objetivo fundamentalera conseguir una simbiosis entre elalma y el cuerpo, de forma que el cuer-po ocupaba un puesto digno y legtimo en ese horizonte que una al hom-bre con los dioses por un lado, y a los animales por otro ~. De esta manera,la imagen del cuerpo poda estar rodeada de una sensualidad y sexualidadconsideradas como respuestas naturales a estmulos diversos. Sin embar-go, este discurso terico fue asumiendo una serie de matizaciones con elobjetivo de limitar la capacidad de actuacin libre de las mujeres en estecampo de la sensualidad y de la sexualidad, configurndose as dos mode-los de comportamientos, basados en la relacin de gneros. Ahora bien, latransgresin de estas normas no implicaba ninguna consecuencia negativaen la integridad fsica del cuerpo, ya que todava ste no haba asumido lascategoras simblicas que tendr en el pensamiento cristiano5.A pesar de esa simbiosis que, segn el pensamiento pagano, se produ-ca entre el cuerpo, materia eterna, y alma; el cuerpo deba ser instruido ygobernado por el alma, pero de ninguna manera poda ser cambiado. Enese proceso de paideja del alma sobre el cuerpo, los filsofos paganos de-fendan una forma de vida austera para los hombres, en la que poda estarrepresentada la continencia sexual como instrumento para combatir el ries-go de que el cuerpo pudiera quedar esclavizado por el universo de los de-seos y placeres 6

    En elcaso del cristianismo el cuerpo est separado del alma y habita enl como si estuviese en un espacio oscuro y sucio, al que hay que limpiarcontinuamente para no contaminarse. De ah que la renuncia a la sexuali-dad y a la maternidad llegaba a ser una eleccin decisiva para poder con-servar una virginidad inmaculada, situacin que implicaba adems la pri-vacin de comer carne, beber vino y de todo aquello que se relacionara conla oralidad ~. Clemente de Alejandra deca que la continencia para noso-tros (los cristianos) quiere decir que no hay deseos, no porque uno ante eldeseo se domine, sino porque se hace dominador del (acto) de desear (Strom.,3. 7, 57). De esta manera, se poda llegar al objetivo ms importante delpensamiento cristiano sobre el cuerpo, que fue no slo su dominacin sino

    P. BROWN, The Body and Society. Men, Women and Sexual Renunciation itt Em/y Cris-tianity, New York, 1988, p. 22.

    O. Ssst~, Una virginit sans hymen : le corps fmenin en Grce ancienne, AnualesESC 39, 1984, p. 1132 Ss. Estas ideas tienen su explicacin en el sentido de que el cuerpo esvisionado como una categora histrica poseda por lo imaginario y que tiene diversas ma-nifestaciones segn las funciones y formas que asuma en uncontexto cultural concreto. Cfr.J.P. VERNANT, Cuerpo oscuro, cuerpo resplandeciente en Historia del cuerpo itumano vol.1, Madrid, 1990, p. 20; P. BROWN, op. cit., p. 24.

    Plut., Praec. coniug., 33.142E, es un claro representante de estas ideas ; Clem. Alex.,Stromt., 3, 7, 57, resume de forma expresiva la visin que los filsofos paganos tenan delcuerpo.

    A. Gunucc, Perdute nella storia, Firenze, 1989, p. 109; E. CLARK, Tite Life of Me/a-nia Younger, New York-Toronto, 1984, p. 163.

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    su transformacin, accin que no se contemplaba en el pensamiento paga-no y que tiene su explicacin en la visin del cuerpo como enemigo por par-te de los autores cristianos.

    La abstinencia sexual, entendida en un sentido amplio como supresindel cuerpo y de la oralidad, es el medio por el que los cristianos lograbancambiar su cuerpo, para que dejara de ser su enemigo. Estatransformacinconllevaba, como lcidamente apunta E Brown 8, una ruptura con la disci-plina y necesidades impuestas por la ciudad antigua, como lareproduccinde los hijos en el seno del matrimonio. Es, pues, en este contexto en el quela abstinencia sexual representa una alternativa no slo a unas prcticasmorales, sino fundamentalmente a un orden social y familiar que hasta en-tonces no haba sido cuestionado a ningn nivel.

    En las comunidades cristianas las relaciones individuales y familiarestradicionales sern sustituidas por relaciones recprocas entre compaeros,considerados hermanos y hermanas en Cristo, de forma quese generan unasrelaciones familiares nuevas, ms amplias, cuya clula bsica es la mismacomunidad, y donde las relaciones humanas se hacen ms igualitarias en-tre los sexos y entre los distintos sectores sociales, sean libres o esclavos;quedando subsumidas las relaciones de dependencia de gnero y de clasesen una condicin colectiva en la que todos se sienten y son siervos o sier-vas de Dios y esclavos o esclavas de Cristo. En la literatura cristiana de laprimera poca se ponede manifiesto que las enseanzas doctrinales y lasprcticas comunitarias recalan en hombres y mujeres indistintsmente, co-mo hermanos y hermanas de Cristo lO

    De igual forma se constata la presencia relevante de la mujer no slodesde el punto de vista cuantitativo sino por la autoridad e influencia questa haba logrado conseguir en algunas comunidades. En este sentido sepuede observar una cierta continuacin con el papel que la mujer desem2peaba en los cultos paganos y, sobre todo, en los cultos mistricos.

    Desde el principio, pues, la mujer fue muy sensible almensaje evang-lico, por medio del cual tomaba conciencia de su igualdad con el hombre,de su condicin de persona que libremente poda elegir un modelo de vi-da, al margen de las costumbres paganas que le ofrecan como nica alter-nativa un matrimonio, en la mayora de los casos, no querido, ni elegido;

    s Op.cit , p. 26.CL. MAzzucco, op.civ, p. 109; R. LANE Fox, Pagans and Chrisrians, London. 1986, p.

    342 ss.; P. BROWN, op. cit., p. 119 ss.lO Clemente Romano, Epist, II a los Corintios; Hip6lito, Coment a Daniel 1,22, 3-3; Ta-

    ciano, Disc., 34,4; 32,3; 32,1 ; 33,2.ti Ross 5. KRAEMER, Ecstasy and Possession: The Attraction of Women to the Cult of

    Dionysius, Harvard Theo/ogica/ Review, 72, 1979, p. 55-80 ; SARAH B. POMERoY, Diosas,rameras, esposas y esclavas, Madrid, 1987, p. 229-49; SHAYE J.D. COHEN, Women in the Sy-nagogues of Antiquity, Conservative Judaism, 34, 1980, p. 23-29; SUARON K. HEVOR, TiteCu/t of/sis Among Women itt tite Graeco-Roman World, Leiden, 1975.

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    unas relaciones sexuales no deseadas, pero de obligado cumplimiento; laafrenta del adulterio masculino y del repudio; y, por ltimo, en caso de que-darse viuda, una situacin de indigencia y de desproteccin social, si no te-na patrimonio familiar. Ante este horizonte de difcil transformacin, laabstinencia sexual, la castidad, se le manifestaba como una nueva forma deautonoma en su vida, aunque tuviese que renunciar a los deseos y las ne-

    12cesidades propias de la naturaleza humanaLas Actas Apcrifas configuran una documentacin muy expresiva co-mo testimonio fehaciente, al margen de su doctrina no cannica, de la sen-sibilidad y entusiasmo femenino por la predicacin apostlica y la evange-lizacin, hasta el punto de que algunos investigadores piensan que algunasde estas Actas fueron escritas por mujeres, que a su vez seran las narra-doras de estos relatos de castidad, originados como historias de mujeresy presentadas desde el punto de vista de una mujer ~. Autores paganos tam-bin constatan este mismo fenmeno e incluso atacaban al cristianismo deser una religin de mujeres e incultos I4~ En todas las Actas se produce elabandono por parte de la mujer de su esposo e hijos, despus de su con-versin, optando por una vida de castidad, que le permitiera acceder a unmximo conocimiento de las enseanzas evanglicas y le permitir una ple-na dedicacin al apostolado y a Dios. Este discurso en torno a la castidadque se propagaba en estas obras era bien entendido y tena gran difusin,porque la castidad era uno de los valores que en la sociedad pagana tam-bin se promova y se admiraba, siendo sus historias perfectamente cre-bles para la mente pagana.

    Se puede considerar que el papel que desempea la mujer en estos tex-tos literarios representa la verdadera posicin que las mujeres iban asu-miendo en las comunidades cristianas de esta poca; pero, a su vez, estosmateriales permiten verificar de qu modo los hombres cristianos partici-paban de la tendencia a usar a las mujeres como objetos de simbolizacin 15,por medio de una manipulacin de imgenes convencionales. Es obvio, quelas mujeres ocupaban un puesto destacado en el imaginario cristiano y, co-mo han puesto de manifiesto diversos investigadores, su presencia recor-

    2A. GuADuCC, op. civ, p. 26-32; V. BURRUS, op. civ, p. 93, 109,117; E. ScHOssLen Fo-RENZA, itt Memory of Her... p. 151.

    >A P Tecla 7; 9; 15; AP, 17 (papiro de Hamburgo 2); Al 59.2; AA 23,1;AT9; APe 3,1;30.1; 33.1; 34.1. Cfr., V. BURRUs, op. cit.,p., 67-80 esta obra presenta un interesante anlisissobre el papel de la mujer en las Actas y un intento lcido y razonado de explicar las histo~rias de castidad que aparecen en ellas como documentos histricos para ser incorporados alestudio del cristianismo primitivo, demostrando que las mujeres forman parte de la historiay herencia de todos los cristianos; S.L. DAVIEs, Tite Revo/ts of tite Widows. Tite Social Worldof the Apocrypital Acts, Illinois Univ. Press,1980 sostiene que mujeres virgenes o viudas fue-ron las autoras de las Actas apcrifas.

    E. SCI-IOSSLER FIORENZA, In Memory of Her... p. 245; CL. MAZZUCCO, op. cii., p. 2.P. BROWN, op. cit., p. 140; S. C. HUMPHREY5, Tite Family, Women and Death: Compa-

    rativeStudies, London, 1983, p. 33.

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    daba las relaciones mundanas e impuras de la sociedad pagana 16, focali-zando en su imagen todo lo que de negativo se contena en la cultura gre-co-romana. En las Actas se observa una clara hostilidad hacia el matrimo-nio y, sobre todo, hacia el matrimonio de mujeres cristianas con paganos.Estas esposas al rechazar a sus maridos algunos de ellos ocupaban pues-tos relevantes en las ciudades, generan un conflicto no slamente con-yugal sino adems paterno, ya que su actitud es entendida como un acto dedesobediencia a la autoridad del pater familias, cuestionando el orden pa-triarcal greco-romano .

    En este sentido es de gran expresividad la figura de Tecla y su actua-cin representada en las Actas de Pablo y Tecla. Pablo es considerado porsus adversarios como un personaje que trastoca y arruina los matrimonios,porque al convertir fundamentalmente a mujeres a la doctrina cristiana,predicndolesla castidad; las aparta de los proyectos matrimoniales o lasaleja de los maridos (A Ray Tecla 12; 15). El prometido de la joven Tecla,Tamiris,ataca y denuncia al apstol ante el gobernador de Iconium de pre-dicar en pblico la virginidad permanente y, por tanto, el rechazo del ma-trimonio, diciendo: Este hombre ha introducido una nueva y absurda ense-anza que amenaza laextincin de la raza humana. Denigra el matrimonio:si, aquel matrimonio mismo que puede definirse como el origen, la raz, lafuente natural de la que surgen los padres, las madres, los hijos y las fami-lias. Por su virtud la ciudad, las aldeas y los cultivos se exhiben. Gracias al existen la agricultura, la navegacin de los mares y todas las artes de esteestado; los tribunales de justicia, el ejrcito, el gobierno, la filosofa, la ret-rica... Pero, incluso an ms importante, del matrimonio dependen los tem-pos y los santuarios de nuestra tierra, lossacrificios, los ritos, las iniciacio-nes, las splicas y los solemnes das del veto de los tribunos . La importanciade este texto radica en que de forma sinttica pero muy lcida, explica losproblemas ms importantes de las sociedades antiguas, en este caso de laromana, en torno a la reproduccin de la especie humana, dado el altsimoindice de mortalidad y la baja esperanza de vida ; pero, adems, esta pro-blemtica bsica le sirve para defender la presin que el Estado, como m-xmo responsable de la sociedad, debe ejercer sobre las mujeres de los sec-tores dominantes para que sus cuerpos sean usados con fines reproductivos

    6 R. MACMULLEN, Citristianizing tite Roma.i Empire, New Haven, 1984, p. 39-40; id.,Woman in Public in the Roman Empire, Historia, 29, 1981, p. 208-18.

    E. SCHsSLER FIORENZA, Iii Memoryof Her p. 265; W. SCHFKE, FruhchristlicherWiderstand, ANRW II, 23, 1, Berln-New York, 1979,460-723; V. BURRUS, op. cit.. p. 59ss.

    3/ha Theclae, 76 en O. DACRON, Vie et miracles de Saint Titcle, texto griego, traducc.y comentario, Subsidia Hagiographica 62, Bruselas, 1978, p. 190-92.

    KEITII HopKNs, On the Probable Age Strucrure of the Roman Population en Popu-lation Studes, 20,1966, p. 245-64 ; B.W. FRtER, Roman Life Expectancy: Ulpians Eviden-ce, H.S. in CI.Pit., 86, 1982, p. 213-51; B. RAwSON, The Roman Family en Tite Family ittAncient Rome: New Perspectives, New York, 1986, p. 9-10; E. PATLACEAN, Sur la limitationde la fcondit dans la haute-poque byzantine, Annales ESC, 1969, p. 1353-69.

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    y en aras a participar en el proyecto colectivo impuesto por la propia so-ciedad romana. En este contexto la mujer ser mera espectadora y poste-riormente sufridora, recayendo sobre ella la responsabilidad fundamentalde la continuidad y de la cohesin de la organizacin social, materializadaen el matrimonio, la reproduccin y el cuidado de los hijos.

    La castidad predicada por el apstol Pablo a Tecla y que ella eligi li-bremente 20, se manifestaba como un ataque directo contra los objetivos b-sicos de la organizacin de la ciudad antigua, que se resuman en la repro-duccin de nuevos ciudadanos, lgicamente a travs de sus mujeres. Peroadems, en un contexto socio-cultural en el que la mujer est destinadanor-malmente al esposo elegido por su padre, segn un derecho familiar com-pletamente discriminatorio para las romanas, la abstinencia sexual per-manente, que predicaba elcristianismo como la condicin ms perfecta delcuerpo humano y el ms cercano a la divinidad de jesucristo, se le mani-festaba a lamujer, aspecto antes ya expresado, como una situacin a la quellegaba por una decisin autnoma sobre su persona y por la que rescata-ba a sucuerpo de una posible sexualidad no deseada 21 En este acto de ele-gir la mujer se converta en el universo cristiano en igual al hombre, desdeel momento que la doctrina cristiana le permita disponer de su cuerpo se-gn sus creencias religiosas. A pesar de ello, este modelo de vida de casti-dad y de ascetismo le privaba de todos los actos y deseos sensoriales que elmismo cuerpo demandaba, y, por ello, como el propio apstol adverta, ha-ba que evitar los peligros de laporneia, derivada de una frustracin sexualpor acogerse a una vida de castidad sin haber recibido el don divino, pormedio del cual sus cuerpos se convertan en el templo de Dios . En esoscasos era mejor que los impulsos y deseos sensuales y sexuales se recon-dujeran en el seno del matrimonio donde podan asumir una funcin social

    23benefactoraLa preocupacin de las Actas apcrifas por la vocacin cristiana y porla castidad, la de las mujeres, es casi obsesiva; aunque no todas son de un

    20 Esta eleccin libre que llevan a cabo las vrgenes cristianas las separa radicalmente delas vrgenes paganas. En el paganismo las vrgenes vestales de Roma, al igual que las sacer-dotisas y vrgenes de la Grecia clsica son reclutadas oficialmente por la ciudad y. en estesentido, desarrollan un papel comunitario y cvico fundamental, pero no representaban sim-blicamente la naturaleza humana al nivel ms elevado; cfr., P. BRoWN, op. cit., p. 7; R. LA-NE Fox, op. cit, 347 Ss.; M. BEARD,

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    carcter tan rigorista, incluso encratista, como las Actas de Toms. Algu-nas estan abiertas a interpretaciones diversas que podan ser elaboradas degeneracin en generacin 24 En las Actas de Pablo y Tecla, que pueden ser-virnos de modelo para nuestro estudio, se observa que las relaciones entrelos sexos tenan una importancia fundamental. La joven Tecla, prometidapor su padre a Tamiris, estaba en su casa en Iconium y al ver por la venta-na que muchas mujeres acudan a la casa vecina para escuchar y ver al aps-tol, anhelaba poder ser tambin ella digna de estar en presencia de Pablo(A P Tecla 7>. El apstol estaba en el jardn hablando sobre la virginidad yla resurreccin, cuando Tecla dej su casa para unirse a los seguidores dePablo, no abandonndole nunca y ayudndole en su misin evanglica. Sevisti de hombre y se cort el pelo para poder viajar con l y evitar los re-proches y crticaspor esta accin, verdaderamente inconcebible en el mun-do pagano (A P Tecla 40). Lo sigui hasta la crcel, cuando fue encarcela-do, y su relacin con l cada vez era ms intensa, hasta el punto de que suspropios padres atribuan el comportamiento de su hija a un dominio sexualdebido a encantamientos mgicos realizados por el apstol y por los cua-les fue denunciado al gobernador y llevado a prisin ~, y por los que, co-mo, se dice en un pasaje, ha corrompido a todas nuestras mujeres (A P Te-cIa 75).

    Tecla en su constante peregrinacin se ve expuesta a diversos peligros.En Antioqua fue acosada sexualmente por el noble Alejandro, sacerdo-te del culto imperial, al que rechaza y zarandea con tal mpetu que tir desu cabeza la corona dorada, suceso que provoc un escndalo . Por ello,la joven virgen es presentada ante los antioquenos como destructora delos valores sagrados (AP Tecla 16-18), e incluso de la autoridad imperial,representada en esa corona como expresin de la imagen imperial, echan-do sobre s toda la hostilidad de esta ciudad. Pero para el pensamientocristiano todo riesgo y sufrimiento por los que tienen que pasar los con-versos son incluso la mejor prueba y significacin del poder de Jesucrs-to 27

    En otra ocasin, Tecla es llevada al anfiteatro de la ciudad para ser de-vorada por las fieras. La joven es salvada milagrosamente de los ataquesde un oso y de un len por una leona, que, malherida en la lucha tambinmuere. A continuacin Tecla, despus de rezar a Dios, se introdujo en unapileta con agua llena de focas, que estaba en el ruedo del anfiteatro, y ex-clam: Ahora es el tiempo preciso para bautizarme a m misma, y aade es-

    ~ Y. Tissor, Encratisme et Actes Apocryphes en Les Actes Apocryphes des Apotres,F. Bovon (cd.), Genve, 1981, p. 108-19.

    ~ POUPON, Lacusation de magie dans les Actes Apocryphes en Les Actes pp. 71-93; P. BRoWN, The Making of Late ntiquity, Cambridge, 1978, pp. 24ss.

    6S.R.F. PRICE, Ritua/s and Power: Tite Roman Imperial Cult itt Asia Menor, Cambridge,

    1984, p. 170 a. 1.P. BROWN, op. cit., p. 144.

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    tas palabras: En el nombre de Jesucristo, yo me bautizo en este ltimo da(A R Tecla 34), al mismo tiempo una nube de fuego la rodea de manera quenadie pudiera tocarla ni verla desnuda. En este pasaje hay que destacar al-gunas cuestiones importantes para nuestro anlisis. Por un lado, hay queentender la importancia del bautismo como proteccin suprema de cara alas tentaciones y dudas que elcristiano poda sufrir durante la prctica delterrible martirio 21; por ello, todo cristiano que iba a ser martirizado pedael bautismo de forma inminente, para poder soportar hericamente las tor-turas antes da la muerte. Sin embargo, lo que ms nos interesa destacaraqu, es la iniciativa de Tecla de conferirse a s misma el bautismo, acto queestar reservado exclusivamente a los hombres en el seno de las comuni-dades cristianas ortodoxas, quedando prohibida esta funcin a las mujeres,incluidas las diaconisas. Estosmateriales, considerados no cannicos, ex-presan unos contenidos y prcticas doctrinales ms participativas e iguali-tarias para las mujeres cristianas, pudiendo desempear, segn su proyec-to doctrinal, las funciones de bautizar y evangelizar, acciones que en todasu magnitud desempea Tecla y que la ortodoxia cristiana reservar a loshombres en exclusiva.

    La funcin evangelizadora de Tecla se verifica en un pasaje de las Ac-tas en el que la joven, despus de haber sido liberada por el gobernador deAntioqua, que queda maravillado por sus repetidas salvaciones milagro-sas, durante ocho das permanece en casa de la reina Trifena y durante esetiempo ensea el mundo de Dios a ella y a los siervos de la casa y todos seconvirtieron a la fe cristiana (A R Tecla 39). Incluso posteriormente Pablole insta a que regrese a Iconium y ensee la doctrina de Dios; ella obede-ci al apstol y convirti a muchos ciudadanos de lconium y Seleucia pormedio de su palabra divina (A P Tecla 39-42).

    Estos mismos planteamientos se constatan en movimientos cristianosque van quedando marginados de laIglesia oficial y sern considerados he-rticos, no slo por su rigorismo y diferencia doctrinal, sino adems por elpapel activo e independiente que las mujeres tenan en estas sectas, ocu-pando y desempeando los mismos puestos y funciones que los hombres.Nos referimos a las sectas gnsticas, a los valentinianos, al montanismo ya los marcionitas fundamentalmente ~.

    Una caracterstica relevante entre algunas mujeres cristianas fue el ca-risma proftico, don concedido por el Espritu Santo tanto a hombres co-mo a mujeres, segn la expresin de Pablo al decir: Todo varn que ora oprofetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Ms toda mujer que ora

    A P Tecla 25, cfr. P. BRoWN, op. cit., p. 144.EA. CLARK, Women in rite Ear/y Church, Wilmington, Delaware, 1983, pp. 172 Ss.; M.

    GUERRA GMEZ, El sacerdocio femenino, Toledo, 1987, p. 420-40.A. Guuucci, op. ciL, pp. 63 Ss.; CL. MAzzucco,op. cit., pp. 75-80; R. LANE Fox, op.

    ch., pp. 439 ss.; 352 Ss.; 388.

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    o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza;pues es una mismacosa con la mujer rapada (Corint., 111,4-5). El profetismo fue el carismams importante despus del hecho de ser apstol y, por tanto, un vehculofundamental para conseguir conversiones. Desde los tiempos apostlicosmujeres profetisas acompaaban a los apstoles y desarrollaban un papelmuy til y eficaz en la propagacin de la doctrina evanglica y en las con-versiones de mujeres paganas 3I Su profetismo les acarreaba una gran au-toridad sobre sus oyentes que eran testigos del xtasis, durante el que lan-zaban las profecas ms diversas teidas casi siempre de un tonoapocalptico, y en este sentido presentaba una concurrencia con la autori-dad del obispo en aquellas comunidades, en las que ya hubiese cristaliza-do el poder del mismo.

    En el caso de nuestra tecla su carisma se pone de manifiesto en variasescenas. En un pasaje se describe la detencin de la joven en Iconium y sucondena a ser quemada viva. Tecla esconducida desnuda ante la presenciadel gobernador; ste llora y se maravilla del poder y carisma emanado porella (A R Tecla 22). A continuacin hizo la seal de la cruz y se lanz a lasllamas, pero el fuego no la toc siquiera, pues Dios compadecindose deella, provoc una terrible tormenta, que logr apagar el fuego y salvar aTecla ~ Despus de este rescate milagroso, lajoven virgen encuentra a Pa-blo y le pide el bautismo, pero ste le dice que debe ser paciente y esperarun tiempo;

    Posteriormente en Antioqua Tecla ser de nuevo salvada milagrosa-mente de ser devorada por las fieras. En esta ocasin, toda la ciudad, pe-ro, sobretodo, sus mujeres, estaban conmocionadas por los actos milagro-sos producidos en torno a la joven. Las mujeres se sintieron atradas por elcartsma que emanaba de la joven, que pblicamente se consideraba comoserva del Dios viviente y es por ello, por lo que las fieras no se atrevierona tocarla (A R Tecla 36). El gobernador libera a la sierva de Dios y las mu-jeres antioquenas al unsoo elevaron splicas a Dios diciendo: El Dios queha salvado a Tecla es uno (A P Tecla 38).

    Los elementos que se resumen en el titulo del trabajo y que se repre-sentan en la vida de Tecla contribuirn a proyectarla como modelo de san-ta cristiana, a pesar de su dudosa historicidad y quizs precisamente debi-do a ello, ya que su leyenda resuma, mejor que ninguna otra, la idea de laintegridad humana aprisionada en el mundo, una integridad que aunque es-t en elmundo no es de este mun doy siempre decidida a evitar el nico

    CL. MAZZUCCO, op. cit, pp. 7lss.; E. SCHO55LER, Itt Memory of Her pp. 297-99; M.GUERRA GMEZ, op. cit., pp. 411 ss.

    ~ La salvacin milagrosa de Tecla en este pasaje es muy semejante a la de Cariclea, quegracias a la piedra pantarba es salvadade ser quemada viva (Etiop., VIII, 6-9); dr. Mi. Hi-DALGO DE LA VEGA, La funcin de los milagros en el Imperio Romano, Homenaje al ProfAbilio Barbero, S. XXI (en prensa); Id., Los misterios y la magia en Las Etipicas de He-liodoro, Siudia Historica. Historia Antigua, VI, 1988, 180.

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    destino peor que la muerte: la anulacin de la propia identidad, como lci-damente ha expresado N. Frye .

    La leyenda de esta imaginaria virgen inviolada se extender rpida-mente y la figura de Tecla, al igual que la de otras santas cristianas, comolas montanistas Perpetua, Blandina, etc., configurarn un modelo de en-tender la castidad cristiana, en el que se relaciona el herosmo con una for-ma especfica de entender la abstinencia sexual como utilizacin libre delpropio cuerpo, fenmeno que se aadir al ya complejo y diverso discursoterico en torno a este punto. En este sentido, la virginidad de Tecla, co-mo la de otras figuras femeninas de las que tenemos constancia en otrasActas apcrifas, en las Actas de los mrtires y en otros textos de autorescristianos, alcanzaba una dimensin realmente extraordinaria y se erigaadems en smbolo de una identidad individual asentada en el cuerpo y ex-presada por la integridad fsica preservada desde el nacimiento

    El culto de esta herona legendaria, convertida en virgen santa, se de-sarrollar durante el siglo v en Seleucia, en el santuario que llevaba sunombre, sobre la costa meridional de Turqua, y al que acudan mujeres deorigen diverso para consultar a la santa sobre cuestiones de todo tipo, sien-do objeto de splicas mundanas y religiosas t As Tecla, de modelo de pu-reza total y de anhelos sublimes a imitar por todas las mujeres cristianas,pudo representar ideas muy diversas, que recogan las distintas aspiracio-nes de las mujeres que le rendan culto, y adems solucionaba milagrosa-mente los problemas que le consultaban. Esta Tecla de la versin escritapor un sacerdote del mismo santuario a mitad del siglo y d.C.,era ms co-tidiana y humana que la etrea y sublime de las Actas, hasta el punto deque ayudaba a las mujeres, engaadas por sus maridos, facilitndoles el ja-bn del santuario, para que lo usaran como filtro amoroso

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    tan convencer a sus esposos para que acaten tambin la misma doctrina,como sucede en las Actas de Juan (63); en las de Pedro (34, 1-2); en las deToms (89-90); y en las de Andrs (35, 1). En las Actas de Toms (11-13)Migdonia renuncia al sexo en su primera noche de matrimonio, a instanciadel Seor, que sentndose sobre el lecho bajo la apariencia del apstol, leorden abstenerse de satisfacer los bajos deseos sexuales. Ms adelante, sumarido Carisio vuelve al lecho conyugal e intenta tener relaciones sexua-les con Migdonia, pero sta comenz a gritar muy enfadada diciendo: Tuya no tienes ningn derecho sobre m. Mi Seor Jess, al que estoy unida yest siempre conmigo, es superior a ti (98). Carisio ofendido y celoso por elrechazo de su esposa le increpa para convencerla y dominarla: Yo soy Ca-risio tu esposo desde la niez; yo soy tu verdadero esposo, alque todo elpue-blo honra y reverencia.~. Levanta los ojos y mrame, soy superior y ms be-llo que aquel impostor Yo tengo riqueza y honor, y todos saben que no hayun linaje como el mo (98). Al no conseguir cambiar la actitud de su espo-sa, denuncia al apstol al rey Misde, amigo suyo. Como se observa, Cari-sio, humillado por la negativa de Migdonia, reivindica ante ella la autori-dad y el dominio que sobre ella le reconoce el derecho matrimonial romano,cuestionado por el comportamiento de la joven, que, antes de ceder a lasexigencias de su esposo, suplica a Dios morir pronto para ir all donde nohay pobre ni rico, hombre ni mujer libre o esclavo (129). A su vez, Migdo-nia convierte a la f cristiana y a una vida de

    continencia a la reina Tertia, esposa de Misde, que, despus de escu-char las enseanzas del apstol Toms, pide rpidamente el sello bautis-mal, para que su esposo decline las esperanzas que tena de su vuelta a l(ATh. 152). El rey enfurecido yairado vuelve a encarcelar al apstol y su-fre el martirio definitivo (ATh. 82-171).

    En las Actas de Andrs Maximila, mujer del procnsul Egates, se con-vierte al cristianismo, rechaza a su marido y se hace reemplazar por unasierva. El sbterfugio es descubierto despus de ocho meses y el apstol esencarcelado. Egates propone a Maximila soltarlo si ella vuelve a l, peroel apstol le exhorta a permanecer firme en su castidad, provocando l mis-mo su propio martirio o. As Maximila, habiendo obtenido el conocimien-to de su verdadera naturaleza, elige vivir una vida en castidad absoluta yde espaldas a todo lo mundano,y su figura se convierte en modelo de aque-llas mujeres destinadas a recibir la salvacin de mano del apstol.

    De igual manera, en las Actas de Juan, de contenido gnstico ~ Dru-siana, que se ha acogido a la castidad despus de su conversin al cristia-nismo, es encerrada en una tumba por su marido Andrnico, ante el re-

    Y. TssoT, Encratisme et Actes Apocryphes en Les Actes..., p. 115.~ F. BovoN, La Vie des Apbrres. Traditions bibliques et Narrations Apocryphes en

    Les Actes Pp. 150-158; Y. TssoT, op. cit, pp.,llO-2O; M.J. HIDALGO, La funcin de losmilagros (en prensa).

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    chazo de sta a tener relaciones sexuales con l y con la idea de que asabandone sus votos de castidad. Posteriormente ser salvada milagrosa-mente junto con el apstol Juan; accin milagrera que consigue la conver-sin del marido. En otro pasaje es acosada sexualmente por Calimaco, y nosoportando esta accin, muere. Calmaco profana la sepultura de la jovencon la ayuda de Fortunato, el vigilante, e intenta violar su cuerpo exangle,acto que es evitado por intervencin divina que, de forma milagrosa pormedio de una serpiente provoca la muerte del sacrlego, antes de que con-suma su nefasta accin, y posteriormente el apstol resucita a Drusiana mi-lagrosamente, y ella, a su vez, resucita a Fortunato, que al no aceptar la ten Cristo se ver avocado a una muerte definitiva. Por ltimo, Juan, An-drnico, Calmaco y Drusiana celebraron juntos la eucarista con gran ju-bilo ~

    A partir del anlisis de estos materiales hemos constatado de qu mo-do los maridos paganos de estas protagonistas cristianas, al ser rechazadospor ellas con una actitud firme y autnoma, llenos de ira y celos, optan porla venganza y las denuncian a las autoridades como cristianas. Estos ejem-pos que pertenecen al universo literario

    reproducen en el imaginario lo que suceda en el universo real. Justino,contemporneo de las Actas, cuenta el caso de una mujer, que viva con sumarido y ambos llevaban una vida licenciosa. La mujer se hizo cristiana eintent intilmente convencer a su marido para que abrazase tambin lanueva religin y abandonase su vida disoluta, al no conseguirlo, y despusde un tiempo largo de espera, durante el cual se sinti fuertemente vio-lentada a todos los niveles, opt por el divorcio, y su marido despechadopor esta actitud y, a modo de venganza, la denunci ante los tribunales co-mo cristiana. Al no poder conseguir que se la acusara, se volvi contra untal Ptolomeo, por haber sido quien le ense las enseanzas de Cristo y lodenunci por llevar el nombre de cristiano; fue conducido ante el tribunalde Urbico que lo sentenci a ser condenado al suplicio, y as muri (Apol.,II, 2,1-9) .

    De forma similar, la mujer del gobernador de Capadocia Claudio Lu-cio Erminiano, que se convirti al cristianismo, fue maltratada en primerlugar por su marido, junto con otros compaeros de t y posteriormente seconvirti (Ter., Ad. Scap.,3,4). Otros prefieren estarcasados con prostitu-tas que con mujeres cristianas (Ter., Ad nat., 1,4,12), a las que repudiaran.

    En el caso de la montanista Perpetua, el enfrentamiento tendr lugarcon su padre, expresin del pater familias pagano, que se opone por todos

    AJ 62-115, cfr. F. NEIRYNcK. The Miracle Stories in Acts, Pp. 183 Ss.; E.A. CLARK,op. ch., pp. 78ss.; A. RoUsSELLE, op. ch.; M. ALEXANDRE, Imgenes de las mujeres en losinicios de la Cristiandad en Historia de las mujeres 1, Madrid, 1991, Pp. 468-70; MI. Hi-DALGO, La funcin de los milagros (en prensa).

    Padres apologistas griegos (s. it>, Introd., texto griego y trad., DANIEL RUIZ BUENO,BAC, Madrid, 1954, Pp. 262-3.

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    los medios a la decisin que ha tomado su hija y quiere imponerle su auto-ridad intilmente, pues lajoven Perpetua ya ha tomado conciencia de sulibertad al hacerse cristiana y de ninguna forma renunciar asu vida de san-tidad libremente elegida y que, al mismo tiempo, le proporciona la posibi-lidad de sustraerse de las prevaricaciones del dominio masculino, sea delesposo, del padre o de ambos ~.

    De estosejemplos se verifica que la situacin de las cristianas casadascon hombres paganos no debi ser muy llevadera para la mujer, sino msbien arriesgada, dado el contexto socio-cultural en el que se produca. Es-tas mujeres deban tener una gran capaidad de decisin y una gran firme-za en sus creencias religiosas, como para intentar convertir a sus esposostambin ~. Esta firmeza, incluso, es puesta de manifiesto por los propiosescritores paganos, de forma indirecta y crtica. Porfirio en un pasaje de suFilosofa de los orculos, citadopor 5. Agustn (De Civ. Dei XIX, 23), cuen-ta que un hombre fue a ver a Apolo para que le aconsejara de qu formapoda actuar con su mujer para que renunciase a la f cristiana. Apolo lerespondi en verso con estas palabras: Quiz te sera ms fcil escribir enel agua letras impresas o volar por el aire como desplegando tus ligerasplu-mas que desviar el sentido manchado de tu impa esposa. Djala, pues, en suridculo error cantar con voz lgubre y ficticia a un Dios muerto a quien,condenado por jueces justos, quit la vida a la fuerza una muerte pblica eignominiosa.

    Los autores cristianos tratan de presentar la vida de castidad perma-nente como un estado de superioridad con respecto a la situacin matri-monial y tratan de convencer a las mujeres de la bondad de esta virginidad,que le proporcionar efectos emancipadores con respecto a la autoridadmasculina, sustrayndola de la esclavitud del matrimonio, de una repro-duccin forzosa y del cuidado de los hijos y del marido, sin ms horizonteque las paredes de su casa. Por ello, instan a las viudas a no casarse de nue-yo, para no caer una vez ms en una relacin de sometimiento al hombrey, en cambio, opten por la virginidad que les ofrece nuevos frutos espiri-tuales (Tert. Ad ux., 1,7,2). Cipriano, al dirigirse a las vrgenes, es de idn-tica opinin.y les dice: Conservad, vrgenes, conservad lo que empezsteisa ser Os est reservado magnfico galardn, el gran premio de la virtud,el mayor don de la castidad. Quereis saber de qu males os libra y qu be-neficios os reporta la virtud de la castidad?. Multiplicar, dice a la mujerDios, tus congojas y gemidos, y parirs a tus hijos con dolor te sujetars atu marido y l tendr dominio sobre ti (Gen. 3,16). Vosotras estais libres deesta sentencia, no teneis que temer las congojas y gemidos de las mujeres;ningn temor alparto de los hijos, ni al dominio del marido (De hab. vtrg.,

    Passio SS. Perpetuae et Felicitatis II y V, cfr. Actas de/os mrtires. Introd., texto y tra-ducc., O. Ruz BUENO, BAC, 1968, Pp. 419-40; CL. MAZZUCCO, op. cit., Pp. 115-39.

    ~ CL. MAZZUCCO, op. cit., p. 39.

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    22)t Con palabras parecidas se expresa Novaciano recordndole alas mu-jeres que la virginidad no est sometida a las normas jurdicas del matri-monio, ni tiene al marido como amo y est libre de cualquier ligamen, nosiendo ms que libertad sana (De bono pudicitia 7,4).

    Todo este discurso terico de los autores cristianos, que a nivel espe-culativo y conceptual presenta la opcin de la castidad como un acto eman-cipatorio y liberador para la mujer, tiene su justificacin y su explicacinen el hecho de que la superioridad de esta condicin, que hace a las muje-res iguales a los ngeles de Dios (Cipr, De hab. virg.,22), se legitima en re-lacin con la completa dedicacin a Dios y con la idea de llegar a ser la es-posa de Cristo. Pero ah termina este acto en principio emancipador, puesdentro de la Iglesia ortodoxa la funcin de la mujer estar siempre some-tida a la de los hombres, ser subsidiaria de la de ellos, ya que no se le per-mitir evangelizar, ni bautizar ni administrar, en definitiva, los sacramen-tos. Presentndose as en la actividad y en la funcin real de las mujeres lamayor contradiccin y tensin entre ese discurso terico y la prctica con-creta, que margina a las mujeres. Esta marginacin se intenta legitimar doc-trinalmente por medio del mito de Eva, las prohibiciones paulinas y la mal-dicin del Gnesis: Tu deseo se volver al hombre y dominar sobre ti (3,16); Si el hombre es cabeza de la mujer (Cor., 1,11,3) no es justo que el res-to del cuerpo mande sobre la cabeza (Const. Apost., III, 6,1-2). Para to-dos los cristianos ortodoxos Eva fue la causa de todos los males que acae-cen a la humanidad, fue ella la que transgredi las normas y prob del rbolprohibido y, por ello, todas las mujeres son Eva, como expresa el mismoTertuliano: Mujer.... t eres Eva, no lo sabes?. T eres la puerta del diablo,t has violado aquel rbol (De cultu foem., 1,1,1 -2). En la Epstola 1 a losCorintios en un pasaje Pablo dice: Como en todas las iglesias de los santos,las mujeres en las iglesias callen, pues no les es permitido hablar; antes mues-tren sujecin, como tambin la ley lo dice (Gn., 3,16). Que si algo deseanaprender pregunten en casa a sus propios maridos, porque es indecorosopara la mujer hablar en la iglesia (14, 34-36). En la Epstola 1 a Timoteo (2,11-15) atribuida dudosamente a Pablo, se dice: La mujer oyendo en silen-cio, aprenda con toda sumisin; a la mujer no le consiento ensear ni arro-garse autoridad sobre el varn, sino que ha de estarse tranquila en su casa.Porque Adn fue formado el primero, luego Eva. YAdn no fue engaado,sino la mujer fue quien, seducida, se hizo culpable de la transgresin; peropodr salvarse teniendo hijos. Estos pasajes parecen estar escritos contralos grupos cristianos rivales que en su seno si permitan a las mujeres de-sempear funciones similares a las de los hombres, como eran, bautizar,evangelizar y administrar, en definitiva, los sacramentos.

    De esta manera, como explica M. Alexandre ~, la jerarqua eclesisti-PL. GATIER, op. ch., pp. 168 ss.; A. ROLISSELLE, op. cii?, p. 170.

    Op. cii?, p. 485.

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    ca, la domstica y la social se unieron en la lucha contra una participacinigualitaria de lamujer en la Iglesia, confinndola a actividades subalternasy sometida a la autoridad masculina, propias de su naturaleza inferior, se-gn el discurso masculino y misgino de los autores cristianos. En defini-tiva, la Iglesia ortodoxa consigui de forma ms o menos sutil, pero con-tundente, el silencio de las mujeres y su cabeza cubierta con el veloen sealde sumisin, en la Iglesia t

    P. LABRIOLLE, Mulleses in eccesia taceant. Un aspect de la lutte antiniontaniste, Bu-lletin dancinne littrarure el darcitologie chrtienne, 1, 1911, Pp. 3-24; 102-22 ; 290-98 ; J.DONALD5ON, Woman. Her poshion and Influence itt Ancien Greece and Rome, and amongtite Early Christians, Franffurt, 1984, Pp. 182-84; M. CAVEZ, La silence des femmes danslEglise (1 Cor., 14, 33b-36) en itt necessariis unitas, Melanges J.L. Leuba. Paris, 1984, Pp.55-68; E. ScHESSLER FIORENZA, Women in the Pre-pauline and Pauline Churchs, Semi-nary Quarzely Revie, 33, 1978, Pp. 160 Ss.