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LA FRONTER A Rocio Perez Serrano, Cristina Pla Segura, Blanca Vera González, Gabriel Tormo Soler

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LA FRONTERA

Rocio Perez Serrano, Cristina Pla Segura, Blanca Vera González, Gabriel Tormo Soler

Contenido1. EL ESTADO DE LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA ALTA EDAD MEDIA. ANTECEDENTES A LA CONQUISTA MUSULMANA (409 - 711). Autor/a: Cristina Pla Segura........................................................................................................................2

1.1. PRIMERAS OLEADAS GERMÁNICAS......................................................................................................2

1.2 EL REINO VISIGODO...............................................................................................................................3

2. LA FRONTERA DURANTE LA CONQUISTA MUSULMANA (711 – 797). Autor/a: Blanca Vera González ..................................................................................................................6

2.1 ANTECEDENTES:.....................................................................................................................................6

2.2 LA PRIMERA ACCIÓN MUSULMANA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA:.........................................................7

2.3 LA INVASIÓN DEL 711, LA BATALLA DE GUADALETE:............................................................................7

2.4 SIGUEN LAS CONQUISTAS:.....................................................................................................................8

2.5 DOS MANERAS DE SOMETER LA PENÍNSULA IBÉRICA, MODOS DE REPARTO Y ASENTAMIENTOS:.....9

3. LA FRONTERA DURANTE LA RECONQUISTA. “LOS CINCO REINOS DE ESPAÑA” (797 – 1482). Autor/a: Rocío Pérez Serrano....................................................................................................................10

3.1 INTRODUCCIÓN....................................................................................................................................10

3.2 LA APARICIÓN DE LOS NÚCLEOS CRISTIANOS DE RESISTENCIA..........................................................11

3.2.1 EL REINO ASTUR O ASTUR-LEONÉS...............................................................................................11

3.2.2 REINO DE PAMPLONA O REINO DE NAVARRA.............................................................................12

3.2.3 PROGRESOS EN EL ALTO EBRO Y CATALUÑA................................................................................13

3.2.4 LA CUENCA DEL DUERO................................................................................................................13

3.3 LA RECONQUISTA CRISTIANA ENTRE LOS SIGLOS XI y XIII..................................................................13

3.3.1 LA CONQUISTA DE TOLEDO..........................................................................................................14

3.3.2 EL FRENO DE LOS ALMORÁVIDES.................................................................................................14

3.3.3 LA OCUPACIÓN DE ZARAGOZA.....................................................................................................15

3.3.4 NUEVOS AVANCES CRISTIANOS HACIA EL SUR DE LA PENÍNSULA IBÉRICA.................................15

3.3.5 EL REINO DE LOS ALMOHADES.....................................................................................................16

3.4 LOS GRANDES PROGRESOS CRISTIANOS DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIII...............................16

3.5 EL SIGLO XIV: UNA CENTURIA COMPLICADA.......................................................................................17

3.5.1 FRENO EN EL AVANCE HACIA AL-ANDALUS..................................................................................17

3.6 EL SIGLO XV. HACIA LA UNIDAD DE LOS REINOS HISPÁNICOS............................................................17

4. TOMA DE GRANADA. FIN DE LA RECONQUISTA Autor/a: Gabriel Tormo Soler....................................................................................................................17

4.1 SITUACIÓN DEL REINO DE GRANADA ANTES DE LA CONQUISTA........................................................17

4.2 GUERRA DE GRANADA.........................................................................................................................19

BIBLIOGRAFÍA................................................................................................................................................24

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PÁGINAS WEB:...............................................................................................................................................24

1. EL ESTADO DE LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA ALTA EDAD MEDIA. ANTECEDENTES A LA CONQUISTA MUSULMANA (409 - 711)1.1. PRIMERAS OLEADAS GERMÁNICAS. El imperio sufre una primera división en el siglo IV con la muerte de Teodosio que genera la división final entre ambas partes del imperio, una división que tiene que hacer frente a una serie de amenazas calificadas como invasiones bárbaras, una serie de invasiones que a partir del 409 afectan a la actual Hispania. En época de Diocleciano, Hispania, gobernada por los romanos, no era una realidad política autónoma, reconocible, unitaria y central. Como es sabido, la reforma de Diocleciano estableció las prefecturas, dirigidas por un pretorio militar, como las unidades administrativas y directivas básicas. En este caso los asuntos de Hispania, como los de Britania dependía de la prefectura de la Galia.

En este momento el ejército romano en Hispania estaba destacado en León, Zamora, Galicia e Iruña, cerca de Vitoria. No se trataba de un ejército para contener invasiones, sino para defender distritos mineros y controlar las incursiones de las tribus cántabras. Esto se debe a que gran parte de Hispania había gozado paz durante dos siglos. Además que Hispania no tuviera un amplio ejército operativo, se debe también a que no tenía ceca propia para pagar a las tropas. Hacia el 409-410, esta situación es aprovechada por las tribus germanas que entran por los Pirineos, por el puerto de Roncesvalles donde gran número de alanos se desplazaron hacia la Lusitania. Los vándalos silingos su quedan con la Bética occidental. Los vándalos asdingos, con la Tierra de

campos (actual Galicia) y los suevos que ocupan el noroeste de la península (la actual Galicia). De esta forma, los pueblos germanos dejan solo vinculadas a la prefectura gala las provincias Tarraconenses y Cartaginenses. Aliados del emperador, estos pueblos asumían los derechos que los señores habían usurpado. La base étnica de estas poblaciones no era muy cohesionada, y la cantidad de sus elementos humanos, no muy numerosa. Apenas serian doscientos mil. Y su eficacia militar parecía mayor

que la propia de los ejércitos señoriales de campesinos.

La alianza entre Honorio el hispano, que era el entonces Emperador del Imperio Romano de Occidente desde el 395, y los pueblos que presionaban desde el norte de los pirineos hacia Barcelona, los visigodos en 416-417, permitió que Honorio ya repuesto en el poder, dirigiera al caudillo godo Walia contra los anteriores pueblos germánicos, ya instalados en el occidente ibérico, en un intento de recuperar el control de Hispania. A cambio de esto, Honorio les enviaría suministros. Así, los visigodos acaban con los vándalos silingos de la Bética y los alanos de la

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Lusitania, pero Honorio cambia de planes y vuelve a instalar a los visigodos en la Galia en el 418, otorgándoles en rango de milites sometidos a las reglas de los hospitalitas. Los godos se instalarían en la Aquitania y en la narbonense.

Los suevos, hacia el 430, lograron una integración bajo la forma de un cierto catolicismo, que les permitió ocupar entonces buena parte de la península, con capital en Mérida donde son derrotados por los vándalos, pero éstos hacia 429 pasan a África donde se establecen. Los alanos ocuparon el centro y el este de la Península y acabaron siendo absorbidos por la población hispanorromana.

Parece que entonces el Imperio romano de Occidente recupera el dominio de la Península, salvo la zona dominada por los suevos, que afianzados en el occidente peninsular emprenden en el 438 una decidida actividad de conquista del resto de Hispania, adueñándose de la Lusitania, la Carthaginense, la Bética y avanzando hacia Zaragoza y Lérida. Estas acciones impulsan al Imperio romano a pedir de nuevo ayuda a los visigodos para controlar Hispania, por lo que las tropas visigodas cruzan los Pirineos y en el 456 capturan al rey Requiario, quedando el resto de los suevos en el territorio comprendido en las actuales Galicia y mitad norte de Portugal, con parte de Asturias y León, donde se mantuvieron independientes hasta finales del siglo VI. Hacia el año 461 los soldados imperiales habían desaparecido de la Tarraconense. Las oleadas de conquista se sucederán con posterioridad, pero ahora para ocupar espacios donde domina todavía el Imperio romano. El resto de la península queda en manos visigodas, pasando a formar parte del Reino visigodo de Tolosa, con capitalidad en esta ciudad, la actual Toulouse en Francia, ya que en el 472 se consiguió el control de la Tarraconense, la última región fiel a Roma. En el año 476, los visigodos ya se habían asentado en la península Ibérica y en el 490 termina el grueso de las migraciones desde el norte.

1.2 EL REINO VISIGODO.Después del saqueo de Roma por parte de los visigodos en el año 410 este pueblo se establece en la Galia Narbonense con un acuerdo con el emperador de Roma, pero el imperio pacta con los burgundios y trata de bloquear a los visigodos para privarles de alimento, ante esta situación, los visigodos deciden pasar los Pirineos y llegan a un nuevo acuerdo con el Imperio Romano, un foedus o acuerdo de federación por el que se da una hospitalitas, se da una tercera parte de las tierras para cultivarlas en Aquitania aunque la capital Touluse se encuentra en la Narbonense, aquí fundaran el reino visigodo tolosano. Mientras tanto en la Península Ibérica y concretamente en Gallaecia se produce un enfrentamiento entre los vándalos y los suevos y parece ser que Roma apoya a los suevos lo que nos da a entender que estos tenían otro foedus, como consecuencia de esto los vándalos asdingos se trasladan a la Bética, un movimiento migratorio mal visto por Roma porque no querían que se establecieran cerca del Mediterráneo, Roma envía un ejército que es derrotado por los vándalos abriéndose un nuevo proceso de saqueo, lo que sorprende es que los vándalos, un pueblo germano con nula tradición marinera, se habituó muy fácilmente al mar realizando incluso expediciones de saqueo a las islas Baleares. Poco después, en el año 429, los vándalos, unos 80000 aproximadamente se trasladan al norte de Africadonde van a establecer el reino vándalo hasta la llegada de Justiniano.

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En el año 472, Eurico, rey de los visigodos desde 466, cruzo los Pirineos y como consecuencia de la caída de Roma, destruyó el ejército romano de la provincia de Tarragona. Eurico que también convertirá al rey visigodo no solo en un jefe militar sino en un verdadero monarca con capacidad para legislar. Esta extensión de los godos hacia el sudeste hispano coincide con la presión de los Francos desde el norte, deseosos de hacerse con Narbona. Pero los godos no quisieron abandonar sus territorios de la Galia sureña. El sucesor de Eurico será Alarico II, que en el año 507 es derrotado por los francos en la batalla de Vouillé, acaban con casi toda la aristocracia militar visigoda y también el propio Alarico II con lo cual el reino visigodo queda temporalmente descabezado, los francos ocupan casi toda la Galia y los visigodos que ya se habían introducido en la Península Ibérica se trasladan definitivamente a Hispania. Los ostrogodos controlan el reino visigodo hasta el año 549.

En el año 511 el rey ostrogodo Teodorico el Grande, comenzará la regencia del reino visigodo de Amalarico, que comenzará a gobernar con la muerte de Teodorico el Grande en el año 526. Este rey firmara un tratado con el rey ostrogodo Atalarico, por el que el reino visigodo quedaba exento del pago del tributo anual y recuperaba el tesoro real que estaba en manos de los ostrogodos desde que éstos ocuparan Carcasona tras la derrota visigoda en la batalla de Vouillé. Asimismo quedó fijada la frontera entre los dos reinos en la desembocadura del río Ródano, por lo que se confirmó que la parte occidental de la provincia Galia Narbonense, pertenecía al reino visigodo, y así permaneció hasta el fin del mismo en 711.

La frontera del reino visigodo siguió moviéndose debido a que en el año 549, bajo el gobierno de Agila I, los bizantinos cruzaron el estrecho de Gibraltar y ocuparon parte de la provincia de la Bética y de la Cartaginense, fundando la provincia bizantina de Spania, en el sur y sureste de la península. Los bizantinos ya habían intentado invadir la zona bajo el reina de Teudis, pero en está ocasión la conquista tuvo existo debido a las luchas internas del reino visigodo. En 550 se inició la primera rebelión que tuvo en su epicentro en la ciudad de Córdoba, y que consiguió derrotar al ejército de Agila. Mientras tanto en Sevilla hubo otra rebelión bajo el mando de Atanagildo, que fue un noble visigodo, este pidió los bizantinos situados al otro lado del estrecho. Así en junio o julio de 552 un ejército bizantino desembarcaba en el sur de Hispania. Tres años más tarde Antanagildo, es nombrado rey por los seguidores de Agila para que expulse a los bizantinos. Pero Antanagildo y sus sucesores fracasaran en ese propósito, por lo que la provincia bizantina de Spania se consolida. Además en este momento también preocupaba la frontera norte, debido a la presión de los Francos. De este asunto se hizo cargo Liuva I (568-572), sucesor de Atanagildo, ya que la frontera de la Septimania seguía amenazada por los francos.

Luvia I, asoció al trono a su hermano Leovigildo, que quedó encargado de los asuntos de Hispania. Cuando murió en 572, Leovilgo quedó como gobernante único del reino. Conocemos este reinado gracias a la crónica de Juan de Biclaro. Este rey aprovecho la estabilidad con los francos para

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realizar la guerra. La primera exigencia con la que se encontró Leovigildo, de la nueva situación es la de implantar un dominio político efectivo sobre la totalidad del territorio peninsular. Por esta razón se explica toda la actividad tanto interior como exterior.

La afirmación de una hegemonía goda en la Península exige la actuación inmediata en el frente exterior (bizantinos, suevos, cántabros, vascones). Tras unas primas campañas de tanteo realizadas el año 570, los años siguientes emprende una serie de acciones enérgicas. Comenzó en 570 con el ataque a la provincia bizantina de Spania, en un momento en que las preocupaciones del emperador estaban centradas en las amenazas que provenían del otro extremo del Imperio. Devastó la región de Bastetania. Luego se enfrentó a los cántabros, entre los años 573 y 575, en este territorio se daban situaciones de conflicto por ello tuvo que realizar una campaña rápida para implantar su domino efectivo sobre estas regiones. Su siguiente objetivo fue poner fin a la rebelión de Córdoba que había comenzado en tiempos de Agila y que Atanagildo no había conseguido reprimir. Al mismo tiempo tuvo que hacer frente a una revuelta campesina que se desarrolló cerca de allí. Años más tarde, en 577, también tuvo que acabar con una segunda revuelta de campesinos que se produjo en Orospeda.

La frontera durante la época de Leovigildo siguió cambiando, ya que al noroeste de la cuenca del Duero se halla el territorio de los leoneses de muy débil romanización. Este territorio es el fronterizo con el reino de los suevos y Leovigildo logró establecer su dominio sobre este territorio fronterizo tras una serie de campañas entre los años 573 y 576, incluso penetró en el espacio político suevo y obligo a Miro a pedir la paz. Pero la anexión del reino suevo no se produciría hasta el año 585 tras la victoria de Leovigildo sobre el hijo de Mirón. Este

acontecimiento se produjo tras la muerte del rey Miro en el 583, al que sucedió su hijo Eborico. La derrota ante los visigodos, que quebrantó la fortaleza militar del reino suevo, y el malestar creado entre la aristocracia del reino por la renovación por el nuevo rey de la fidelidad a Leovigildo jurada por su padre, pudieron ser las causas de que al año siguiente Eborico fuera destronado por su cuñado Andeca y relegado a un convento. Así que Leovigildo encabezó un ejército en 585 que penetró en el reino suevo y se apoderó de él. El rey Audeca fue recluido en un monasterio y Leovigildo se hizo con el tesoro real. Así dejó de existir el reino suevo que quedó convertido en una provincia del reino visigodo de Toledo.

En conclusión la figura de Leovigildo fu clave, ya que emprende con mucho éxito una serie de campañas militares. Sus tropas acaban con el reino de los suevos al noroeste y con la colonia bizantina que se encontraba al sur de la península. Bajo su mandato la península alcanza su unidad territorial que ya había tenido en tiempos romanos. Además sus decisiones políticas ayudan a reforzar la institución monárquica. En su reinado embellece las ciudades y se acuña un tipo de moneda con su nombre, una política que es decisiva para la imagen y la afirmación del Reino

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Toledano. Además, a partir de Leovigildo godos e Hispano romanos mezclan su sangre, atreves de matrimonios mixtos anteriormente prohibidos.

Años después del reinado de Leovigildo, se produjo la caída del Regnum Visigotorum, debido a que el poder de los reinos visigodos era de naturaleza personal y estaba basado en el éxito de las guerras. Los nobles más distinguidos elegían al heredero del trono entre sus iguales. Esta monarquía electiva de los visigodos propició todo tipo ambiciones por el poder, ya que más de la mitad de los treintaicinco monarcas de la famosa lista de los reyes godos, mueren asesinados o son destronados. Con la muerte de cada rey surgen peleas entre las facciones rivales. Una disputa sucesoria es la causante de la caída visigoda a principio del siglo VIII.

En el 710 Rodrigo es coronado rey de los visigodos con la oposición de un alto sector de la alta nobleza. Esto provoca una situación de gran inestabilidad política. A esto hay que añadir el desgaste de una sociedad aglutinada entorno a la personalidad de un rey y una profunda crisis económica y social. Todos estos factores van facilitar la penetración de los musulmanes en la península. En cuatro años se derrumba el reino visigodo y los musulmanes se hacen dueños de la península. Los territorios ocupados por los musulmanes de las tierras visigodas pasaran a llamarse Al-Ándalus. Los musulmanes traen consigo una nueva fe, la musulmana, un nuevo idioma y una cultura que será asimilada por los conquistados, al igual que lo fueron antes la cultura romana y la germana.

2. LA FRONTERA DURANTE LA CONQUISTA MUSULMANA (711 – 797)

La historia militar de la conquista de España por parte de los musulmanas es difícil de estudiar. Apenas conocemos una fuente fiable y aun así se considera como problemática. Es la Crónica mozárabe del 754 escrita por un clérigo que pudo oír en primera persona a muchos de los que participaron y estuvieron durante la conquista musulmana del año 711. El problema de esta crónica es que abunda más en desarrollos retóricos que en precisiones topográficas y cronológicas. Aparte de esto, hay diversas historias andalusíes como las de ibn Jaldún, la Crónica seudoisidoriana o el anónimo manuscrito de la biblioteca tunecina de Raq-qada. Pero hay una problemática a la hora de basarse en estas fuentes pues no siempre tienen un claro rigor histórico ya que al ser escritas por árabes siempre intentan magnificar la fuerza de las tropas visigodas para así aumentar el valor de la conquista musulmana.

2.1 ANTECEDENTES:La llegada y asentamiento de los árabes a la Península Ibérica no fue un hecho casual o golpe de suerte. Este establecimiento por la parte musulmana estuvo favorecida por una serie de factores que estaban ocurriendo en la península desde hacía centenas de años. En lo que hoy conocemos como España, gobernada en su momento por los visigodos, podemos hablar sin duda de un claro aislamiento con el resto del mundo conocido, sólo en algunas fechas específicas habría concretas

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fases de febriles casos de modernización. Había diferentes causas de este aislamiento, pero la que empareja directamente con el tema que vamos a tratar, es sin duda, la amenaza árabe, que creó una mentalidad de fortaleza sobretodo en el siglo VII. A esto debemos añadir que en el momento había malas relaciones con el papado de Roma y con el Imperio Bizantino lo que volvió más vulnerable el reino visigodo de la península.

2.2 LA PRIMERA ACCIÓN MUSULMANA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA:En el 694, ya la España visigoda se había dado cuenta de la amenaza árabe. Urbano había intentado conquistar algunas plazas de la península pero fracasó. Aun así se extendió una mentalidad de alianza entre los visigodos y Urbano, para consolidar estos pactos éste se convirtió en el Conde Juliano y controlará Ceuta, la bahía de Algeciras y territorios hispanos colindantes. Con esta alianza lograron diferentes victorias ante los jeques bereberes. Se mantiene así la situación hasta que en el 707 los musulmanes avanzan en el extremo occidental africano. Principal protagonista es Taric ibn Ziyad, lugarteniente y liberto del nuevo gobernador islámico de Ifriqiya, el tabi Muza ibn Nusayr. En una situación cada vez más peligrosa, los apoyos bereberes se iban perdiendo y los jeques iban convirtiéndose sucesivamente al Islam.

Mientras en Toledo, ante la muerte de Witiza, a finales del 709 o principios del 710. Se crea una dificultad para poder encontrar un sucesor de consenso entre los nobles visigodos. La sucesión enfrentaba particularmente a dos grupos de nobles; por un lado los que propugnaban como sucesor a un hijo del difunto, Agila y los que apoyaban a Rodrigo. Este tuvo el apoyo de la nobleza cordobesa entre otros, pero con un gran problema, más de un noble tenía unas segundas intenciones, las de suplantarlo si se presentaba la oportunidad. Coetáneamente a todo esto, las tropas musulmanas seguían avanzando ya cada vez más cerca del estrecho de Gibraltar. Es en Junio del 710 cuando se producen los primeros desembarcos musulmanes en la Baja Andalucía. El más destacable fue el comandado por Taric Abuzara y no se sabe si en solitario o con la ayuda de Urbano (probablemente sí) pero participaron más de 500 hombres en su mayoría de infantería, muchos de ellos pertenecían a la clientela y milicias de Urbano, el resto eran bereberes. Parece ser que el primer desembarco se produce en la isla que está enfrente de la actual Tarifa. El hecho duro pocas semanas, pero aun así saquearon buena parte de la zona aunque los invasores no tomaron ninguna ciudad pero la acción provocó el interés de los mandos islámicos a repetir la expedición al año siguiente en un número mucho mayor.

2.3 LA INVASIÓN DEL 711, LA BATALLA DE GUADALETE:La segunda invasión musulmana estuvo apoyada por nobles visigodos que querían el trono. Estos pensaban en un repartimiento de las riquezas con los árabes, pero lo que ellos no sabían era varios de los presupuestos ideológicos de la expansión islámica. Especialmente dos, la yihad y la extensión del territorio y de los miembros de la umma.

En la primavera del 711 los musulmanes desembarcan en Algeciras y se hacen fuertes en Gibraltar y en Carteya, (territorios estaban vinculados patrimonialmente a la familia política del conde Urbano). Con los últimos refuerzos mandados por Muza, la fuerza llegaría a tener unos doce mil guerreros, en su mayor parte bereberes. A ellos luego se unirían una serie de jinetes judíos, que habían sido expulsados de España por la acción de los visigodos y que querían volver a sus

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antiguos territorios. Teodomiro (jefe visigodo en el sur) fue quién se enteró de estos acontecimientos, quiso enfrentarse a ellos pero dada a la inferioridad de las fuerzas fue rechazado. Es así que envió emisarios a Pamplona para informar de lo ocurrido (Rodrigo se encontraba en Navarra ante una lucha con los levantamientos vascones). Rodrigo envió a su sobrino Iñigo con unas tropas, pero este terminó muerto y derrotado. Esta derrota fue clave. Las tropas de infantería musulmanas se convirtieron de caballería (tomándolas del ejército derrotado) y de esta forma podrían enfrentarse al ejército real godo. Rodrigo tuvo que acudir rápidamente ante su nuevo enemigo. El ejército visigodo era mayor en número y más cualificado. El encuentro de los dos grupos tuvo lugar entre mediados y finales de julio del 711, a lo largo de varios días. En verdad, se trató de una serie de escaramuzas y combates formales entre los montes que separan las actuales Algeciras y Tarifa. El combate principal tuvo lugar cerca de la laguna de la Janda, sobre el río Guadalete, entre las actuales localidades de Jerez y Sidonia.

El 31 de Julio del 711 las tropas de Rodrigo no respondieron y se retiraron del campo de batalla. Los hermanos de Witza habían pactado con os árabes traicionando a Rodrigo. Los hermanos de Witza obtendrían mantener sus derechos al trono y sus propiedades, algo que los musulmanes nunca cumplieron.

2.4 SIGUEN LAS CONQUISTAS:Tras la Batalla de Guadalete, el ejército de Rodrigo no fue completamente aniquilado. Aun quedaban nobles que huyeron de la batalla con la esperanza de poder conseguir el trono. Tras este hecho, Tariq mandó seguir a los huidos aprovechando los pasos de las calzadas romanas. Esto fue peligroso, ya que Tariq dejaba al descubierto plazas fuertes como Medina Sidonia y Sevilla. En Écija, las fuerzas godas que huyen consiguen frenar a Tariq. Pero pronto vuelve a avanzar gracias al apoyo de las fuerzas de Urbano y de algunos nobles godos, estos refuerzos se pueden considerar fundamentales, así como la información proporcionada por Urbano a los invasores. Por consejo de éste, Tariq divide el ejército en tres; Uno de los ejércitos marcha a Córdoba, otro se dirige sobre Málaga, Granada y Orihuela, y el tercero bajo el mando de Tariq se dirige a Toledo.

Una vez muerto Rodrigo y todos los nobles que querían el poder los hispanos quedan desnudos sin nadie que les represente y luche por ellos. Para que la nobleza goda no pueda reorganizarse, Tariq tiene claro que tiene que tomar rápidamente Córdoba y Toledo por su enorme valor simbólico, político y administrativo. Así que Córdoba cae a finales de año, tras una numantina defensa de varios meses por parte de la élite visigoda. El caso de Toledo será distinto, mucho más terrible. Los nobles de Toledo serán pasados por armas y los musulmanes conquistando el Tesoro Regio. Una vez llegados a este punto se planteará un problema moral en el que Muza tiene que intervenir pues el concepto de yihad corría peligro. Se estaba pasando de una simple expedición en busca de un botín a un claro concepto de conquista, una conquista ayudada por tropas no musulmanas, lo que ponía en riesgo la justificación del yihad. A comienzos de la primavera del 712 Muza desembarcaba en Algeciras, rodeado de bereberes y con una significativa presencia de árabes, incluidos algunos tabies. La presencia de estos prestigiosos “discípulos de un compañero del Profeta” legitimaba la conquista en términos islámicos. Su presencia sería decisiva para el reparto del botín, y para realizar el asentamiento de los combatientes islámicos según las precisas normas coránicas. A Muza se debe la conversión de la conquista en estrictamente islámica, con la toma de

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los confines del Reino de Toledo. Muza estuvo en la península durante 15 meses, tras la conquista de Toledo y antes de reunirse de nuevo con Tariq decide acabar con la resistencia que aún seguía en el sur. Va de Medina Sidonia a Sevilla y de ésta a Mérida, con la ayuda de su hijo Abdelaziz. Una vez se reúnen Muza y Tariq en Talavera deciden mandar tropas hacia Burgos y Astroga iniciando

así la conquista por el noreste, a finales del 712 principios del 713 ya se había tomado Zaragoza. En el mismo año hay un levantamiento en Orihuela pero en abril del 713 llegan a un pacto que les será muy favorable. En el 719 se tomarían los últimos reductos godos del nordeste de la península.

Pero Tariq y Muza no fueron los únicos en llevar a cabo la conquista, posteriormente llegaron otros sucesores para seguir con las conquistas. A modo resumen podemos decir que En 712 se inicia

la conquista sistemática. Muza pasa a Hispania con más contingentes y va tomando las principales ciudades Sevilla, Carmona, Mérida, Toledo, Zaragoza, Pamplona, donde llegaron en el 714 . Tariq y Muza en ese año se dirigieron hacia Damasco para dar cuenta de su actuación y al frente del gobierno quedaba Abd al-Aziz que aumentó las conquistas peninsulares hasta Zaragoza y Coimbra. Sus sucesores llegaron a Barcelona en 718 y a Toulouse en 721. Abd al-Aziz 713-714 llegó a las regiones de la actual Andalucía oriental (Málaga, Granada y, probablemente, Jaén), Al Hurr y Al-Samh 716-721, Zaragoza, Huesca, Lleida, Tarragona, Barcelona, Girona, Narbona y Tolosa.

2.5 DOS MANERAS DE SOMETER LA PENÍNSULA IBÉRICA, MODOS DE REPARTO Y ASENTAMIENTOS:Cuando hablamos de conquistas, de ampliar la frontera, no sólo lo podemos entender como un capítulo de batallas tomadas por armas, sino que hay que mirar el otro lado, y es que la España Visigoda no sólo fue sometida por las armas, también por pactos.

En el caso de Mérida, Sevilla y Córdoba entre otras ciudades podemos hablar de pactos. Las ciudades conservaron sus leyes, su organización política y su religión, a cambio eran sometidas al pago de impuestos a los no musulmanes. Por lo tanto, la mayor parte de la sociedad acabó bajo en mandato árabe pues la mayoría de la nobleza pactó con los musulmanes quienes quisieron proteger sus dominios. (Lo que explica la rápida asimilación de la cultura y forma de vida musulmana).

En lo que respecta a las tierras tomadas por armas, estas fueron repartidas. Un quinto (jums) pasó a manos del estado y el resto se repartió entre los conquistadores siguiendo dos modalidades; en

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pleno dominio o una cesión por parte del estado que implicaba el beneficio de éstas (IQTA territorial).

En lo que se refiere a la frontera física durante los primeros años de conquista, en el siglo VIII, encontramos una línea fronteriza precisa y delimitada en torno al valle del Duero. Sánchez Albornoz lo definió como “Desierto estratégico del Duero”. Que se trataba de un espacio poblado tanto por cristianos como musulmanes formando una frontera imprecisa y móvil.

La frontera hispano-cristiana se organiza en base a fines defensivos mientras que en estas fechas los musulmanes intentaban controlar las fronteras con expediciones militares denominadas aceifas, eran una o dos anuales.

Por otro lado, no se conoce bien el modelo de asentamiento de los musulmanes, aunque si parece que hubo una unidad geográfica. Tenemos diferentes casos:

- Los árabes (baladiyum) venidos con Muza se instalaron en zonas de llanura, en torno a los valles de los grandes ríos y en lugares próximos a las costas mediterráneas andaluzas y en las huertas levantinas. Cogieron las mejores tierras.

- Los bereberes se quedaron en lugares más afines con su antiguo hábitat marroquí, ocuparon zonas de elevada orografía, tanto en el centro (sistema Central, Extremadura) como en Andalucía (Serranía de Ronda, Cordillra Penibética, el Algarve...)

- Los sirios procedentes de los "yund" (acantonamientos militares de Siria o Egipto) que pasaron a la península para ayudar a reprimir la sublevación de los bereberes del 741, fueron asentados en zonas del sureste de Andalucía, de forma muy similar a la situación que anteriormente tenían en sus países de origen.

3. LA FRONTERA DURANTE LA RECONQUISTA. “LOS CINCO REINOS DE ESPAÑA” (797 – 1482)3.1 INTRODUCCIÓN. En primer lugar hay que destacar que la cristiandad y en general la cultura de la Península Ibérica en este período se articuló en unos Estados con una gran personalidad, de ahí que Rodrigo Jiménez de Rada en el siglo XIII hablase de los Cinco Reinos, expresión que todavía hoy podemos tomar como punto de inicio para saber hasta qué puno las distintas entidades políticas y culturales en la península llegaron a tener conciencia de su poder individual.

De este modo cuando hablamos de la Reconquista de la península Ibérica estamos refiriéndonos a “la actividad militar desarrollada por los combatientes cristianos a lo largo de los diversos siglos de la Edad Media, con la finalidad de recuperar todos aquellos territorios que cayeron, durante las primeras décadas del siglo VIII, en poder de los invasores musulmanes procedentes de las tierras occidentales del norte de África”1. Estos territorios se extendían por gran parte de la península exceptuando de su total superficie, los territorios situados al otro lado de la Cordillera Cantábrica y los Pirineos; e incluyendo bajo el poder musulmán las islas Baleares.1 Valdeón Baruque, Julio. La Reconquista. El concepto de España: unidad y diversidad. Espasa Calpe, 2006.

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A pesar de algunos triunfos cristianos anteriores al año 1000 en La Rioja, Barcelona y Gerona; el proceso de reconquista se puso realmente en marcha durante los años centrales del siglo XI; fecha que coincidió con desaparición del califato de Córdoba. La superioridad del bando cristiano a partir de ese momento fue visible aunque fueron frenados en diferentes ocasiones tanto por almorávides como por almohades.

Como primer éxito cristiano cabe destacar la ocupación de la ciudad de Toledo, además de su entorno territorial, en el año 1085; este hecho fue perpetrado por los combatientes castellano-leoneses que habían constituido una marca fronteriza islámica. En el año 1118 se ocupó también la ciudad de Zaragoza, que había actuado como cabeza de una de las marcas fronterizas de al-Andalus. A continuación de estos hechos se produjo el importante triunfo militar de las Navas de Tolosa en el 1212, por lo que el avance reconquistador aumentó, traducido a unos progresos espectaculares en el territorio, a saber: al reino de Aragón se añadieron las islas Baleares y el reino de Valencia, a los reinos de Castilla y León se sumaron el valle del Guadalquivir, antiguo corazón de al-Andalus, y el reino de Murcia.

Sin embargo este avance cristiano fue frenado desde finales del siglo XI por la aparición en la península de almorávides y en el siglo XIII, de los almohades. Hubo por lo tanto un gran parón en cuanto a la reconquista peninsular en la fase comprendida entre la mitad del siglo XIII y finales del siglo XV. Una de las principales causas de este freno en la potencia militar cristiana fueron las dificultades internas que sufrieron los reinos hispánicos en este período, destacando el caso de la Corona de Castilla, núcleo cristiano al que correspondía terminar con la Reconquista del territorio musulmán. Esto debilitó el progreso militar cristiano hacia el reino nazarí de Granada entre los siglos XIV y XV produciéndose algunas luchas fronterizas entre cristianos y nazaríes; finalmente en los últimos años del siglo XV cayó en poder cristiano, más concretamente en poder de los Reyes Católicos, dicho reino, cayendo de este modo la totalidad del islam peninsular.

Por último cabe destacar que en estos momentos de época medieval se confiaba en el logro de reunificación cristiana, de modo que se constituiría el “conjunto de España”; esto está atestiguado por los cronistas contemporáneos al período como Jiménez de Rada o Ramón Muntaner.

3.2 LA APARICIÓN DE LOS NÚCLEOS CRISTIANOS DE RESISTENCIA3.2.1 EL REINO ASTUR O ASTUR-LEONÉS.Los primeros núcleos cristianos con carácter político surgieron en la parte septentrional de la península. En primer lugar se formó el Reino Astur como causa del triunfo militar cristiano obtenido en la batalla de Covadonga en el año 722; algunos autores apuntan a que este triunfo fue debido al nulo o escaso interés de esa zona para los musulmanes.

Las tropas de Alfonso I, rey asturiano desde el 739 al 757, recorrieron casi toda la meseta norte,

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Primeros núcleos cristianos de resistencia en el 790. Extraído de: http://www.zonu.com/Europe/Spain/Historical_en.html

además de la región de Galicia y el territorio vecino del norte de Portugal; de este modo la cuenca del Duero pasó a ser una zona intermedia entre el territorio de al-Andalus y el Reino Astur. Se convirtió en una tierra de nadie, sin ningún control político particular. Entre los años 757 y 774 el Reino Astur se extendió hacia el Este (actual País Vasco) y el Oeste (actual Galicia). Un acontecimiento clave para este reino será el descubrimiento de los restos del apóstol Santiago en la diócesis de Iria Flavia (Galicia) durante el reinado de Alfonso II.

Posteriormente en el siglo IX los astures llegaron hasta León, y Ordoño I restauró sus murallas y estableció allí una sede episcopal y su palacio real; además a partir de este momento se comenzará a utilizar un nuevo término, el de monarca astur-leonés. El sucesor de Ordoño, Alfonso III consiguió que la repoblación del Reino Astur-leonés llegara al río Duero, gracias a la entrada de sus tropas o soldados astures en Oporto, Coimbra, Zamora, Simancas y Toro entre el 868 y el 900. A partir de este momento y hasta 14 años despúes el poder se trasladó desde la zona asturiana a la ciudad de León, y tras la escisión del territorio de Galicia, ésta contaría con un rey propio, Sancho Ordoñez, entre los años 925 y 929. Es a partir de los años 30 del siglo X cuando el reino astur-leonés vive momentos duros, excepto el periodo de reinado de Ramiro II que lograría la victoria militar en el año 939 sobre las tropas de Abderramán III en Simancas; lo que hizo posible una actividad repobladora del rio Duero.

Por otra parte en este mismo siglo la zona oriental del Duero sufrió un cambio político administrativo, puesto que los diferentes condados que habían ido surgiendo a lo largo de los años de reconquista: Álava, Lantarón, Burgos, Castilla, etc., terminaron unificándose bajo el nombre de Castilla. Además durante el siglo X el reino de León sufrió numerosas disputas internas que se sumaron a las razzias realizadas por Almanzor en los territorios fronterizos.

3.2.2 REINO DE PAMPLONA O REINO DE NAVARRAEl segundo núcleo político constituido en tierras cristianas fue, en el norte, el reino de Pamplona, posteriormente de Navarra. En la zona occidental de los Pirineos vivían los pueblos vascones que en el 778 habían derrotado en Roncesvalles a las tropas carolingias tras el regreso de éstas desde Zaragoza a Francia. En el siglo IX aparecieron los normandos en las tierras de Navarra, y en el siglo X García Sánchez I, monarca del reino de Pamplona, tomo como mujer a la heredera del condado de Aragón, de modo que éste quedó unido al reino de Pamplona, hecho que se desharía en el siglo XI.

Al igual que pasaba con el reino de León, las campañas de Almanzor debilitaron este reino durante el siglo X, de modo que los monarcas de ambos reinos emprendieron acciones de acercamiento. Fue poco tiempo después que surgió el condado de Aragón de forma diferenciada del reino de Pamplona en el este del mismo, además de los condados de la zona nororiental de la península Ibérica; de hecho “los condados más orientales del Pirineo fueron el elemento constitutivo de un supuesto distrito administrativo franco: la Marca Hispánica”2.

2 Mitre, Emilio. La España medieval. Ediciones Istmo, 1979, 1999.

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Por otro lado en el noreste de la Península Ibérica los musulmanes conquistaron la costa mediterránea y se enfrentaron a los carolingios que apoyaron a los habitantes originales del territorio, de este modo los cristianos recuperaron dos plazas, la de Gerona en el 785 y la de Barcelona en el 801. En ese lugar se crearon condados dirigidos tanto por condes cristianos como de origen franco, destacando entre estos condados de la Marca Hispánica, el que tenía como centro Barcelona, al que se unirían posteriormente territorios como los condados de Gerona, Besalú, Cerdaña, Urgel y Conflent, aunque estos se dispersarían poco después del 898.

3.2.3 PROGRESOS EN EL ALTO EBRO Y CATALUÑAEn los siglos IX y X los cristianos obtuvieron sus principales conquistas en la comarca de la Rioja; en este momento los pamploneses ocuparon la zona riojana comprendida entre los valles de los ríos Najerilla e Iregua lo que supuso que este reino que se había gestado principalmente en los Pirineos se estaba proyectando hacia la ribera del río Ebro. Por otro lado hubo también progresos en la frontera y territorios de la futura Cataluña, ya que éstos se habían expandido de forma notable hacia tierras meridionales, situándose a lo largo de los cursos de los ríos Llobregat, Cardoner y el Segre medio. Los condes de Barcelona durante el siglo XI progresaron hacia zonas más meridionales, avanzando incluso hasta el Camp de Tarragona.

3.2.4 LA CUENCA DEL DUEROEste territorio fue desde el siglo VIII un territorio que ni formaba parte de al-Andalus ni, al menos en un primer momento, se encontraba incluido en los reinos cristianos del momento. En este sentido hay que decir que los musulmanes rara vez pasaron a territorios más al norte del Sistema Central, de hecho las fuentes musulmanas se refieren a la cuenca del Duero como el “desierto”. Los ataques islamistas contra los cristianos del Norte se hacían generalmente a partir de la zona del alto Ebro, penetrando así en la actual comarca de La Rioja o por la zona norte de la actual provincia de Burgos.

3.3 LA RECONQUISTA CRISTIANA ENTRE LOS SIGLOS XI y XIII. Durante el siglo XI se dieron numerosos cambios en la Península Ibérica; en primer lugar el califato de Córdoba desapareció en el año 1301, a partir de ese momento la España musulmana se fragmentó en numerosos reinos de taifas, de los cuales los más significativos fueron, en el siglo XI, los de Zaragoza, Toledo, Badajoz y Sevilla; cabe destacar que muchas de las taifas que aparecieron decidieron entregar fondos a los dirigentes de la España cristiana a modo de protección.

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En cuanto a esos reinos cristianos, hay que mencionar, como monarca más importante de las tres primeras décadas del siglo, al pamplonés Sancho Garcés III El Mayor, conde de Aragón por herencia; y que posteriormente incorporaría a sus dominios los terrtorios de Sobrarbe y Ribagorza, además de casarse con la duquesa de Castilla. Poco antes de fallecer éste se hizo además con la ciudad de León, proclamándose Imperator Hispaniae. De sus hijos, el primogénito recibió el reino de Pamplona, mientras que sus otros dos hijos gobernaron Castilla y Aragón, a partir de ahora reinos; que se unificarían en el 1037 a manos de Fernando I de Castilla.

3.3.1 LA CONQUISTA DE TOLEDOEn este período “el primer gran éxito de los cristianos fue la ocupación de la ciudad de Toledo y de su entorno, que habían constituido en el pasado una marca fronteriza islámica y, posteriormente, un reino de Taifa”3; esto fue logrado en el año 1085 por el rey castellano-leonés Alfonso VI. De este modo en las últimas décadas del siglo XI los castellano-leoneses habían incorporado a sus dominios el territorio de la zona situada entre el río Duero al norte y el Sistema Central al sur. Este territorio de Extremadura desempeñaba un importante papel, ya que confinaba con la marca fronteriza musulmana de Toledo, lo que explica la aparición de grandes murallas. En el año 1101 Alfonso VI otorgó un fuero propio a los mozárabes de Toledo, ganando así éstos ciertos privilegios.

En el territorio de Extremadura en general se otorgaron importantes fueros; destacando el concedido a la villa de Sepúlveda en 1076, ya que era un fuero que se adaptaba perfectamente a una ciudad de indudable carácter fronterizo. En dicho fuero se diferenciaron los caballeros que constituían el sector dirigente de la ciudad y la masa popular; de este modo solo los caballeros estaban obligados a acompañar al rey en ciertos momentos, mientras que si éste establecía una batalla campal contra los islamistas o se hallaba cercado por enemigos, todos, tanto caballeros como pueblo llano debían acudir a la lucha junto a él.

3.3.2 EL FRENO DE LOS ALMORÁVIDESLos almorávides llegaron a Al-Andalus en el siglo XI, tras haber constituido un extenso y sólido imperio en el Magreb (zona noroccidental del continente africano). Su dirigente del momento, Yusuf ibn Tasfin llegó con el fin de unificar Al-Andalus a la península, de modo que se añadieron a los dominios almorávides diversos reinos de taifas, como Sevilla, Granada y Badajoz; posteriormente también se hicieron con el control de Zaragoza (1110) y las Baleares (1115), además de la ciudad de Valencia. La presencia de los

3 Valdeón Baruque, Julio. La Reconquista. El concepto de España: unidad y diversidad. Espasa Calpe, 2006.

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Situación peninsular durante la reconquista en el año 900. Extraído de: http://www.zonu.com/Europe/Spain/Historical_en.html

Extraído de: http://iris.cnice.mec.es/kairos/mediateca/cartoteca/pagsmapas/almoravides.html

almorávides supuso la parada en el avance cristiano, sin embargo, a mediados del siglo XII este imperio comenzó a desintegrarse.

3.3.3 LA OCUPACIÓN DE ZARAGOZABajo el mando del monarca Sancho Ramírez, los aragoneses organizaron una especie de cruzada, apoyados militarmente desde el otro lado de los Pirineos; este movimiento dio como resultado la toma de la localidad de Barbastro en el 1604, aunque un año más tarde sería recuperada por los musulmanes. A pesar de esto Sancho Ramírez continuó con su viaje hacia el sur, situándose en el 1091 en El Castellar, población a solo 20 km de Zaragoza.

Con mucha posterioridad, en el siglo XIII, Alfonso I decidió atacar a la taifa zaragozana, ocupando en su campaña las ciudades de Ejea y de Litera; el principal objetivo del monarca era tomar Zaragoza, en primer lugar, con ayuda de un cuerpo francés de apoyo dio el primer paso hacia la conquista de la ciudad y posteriormente el propio monarca se unió con sus huestes de barones y caballeros; de este modo consiguieron que la ciudad se rindiera, tras un largo asedio, en el año 1118.

3.3.4 NUEVOS AVANCES CRISTIANOS HACIA EL SUR DE LA PENÍNSULA IBÉRICALa anteriormente comentada caída del imperio almorávide dio paso a los conocidos como segundos reinos de taifas en la España musulmana, lo que hizo más fácil que los reyes cristianos avanzaran hacia tierras más meridionales. En este contexto, en el año 1151, los reyes de Castilla y León y Aragón firmaron el tratado de Tudillén en el que se establecía el modo en que ambos reinos se distribuirían los dominios andalusíes según sus tropas avanzasen hacia dichas tierras.

Unos años antes de la firma del tratado de Tudillén, el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, contrajo matrimonio con la heredera del reino de Aragón. Se había producido la unión del reino de Aragón con el condado de Barcelona, sin duda el más importante de todos los condados existentes en la Marca Hispánica. Ramón Berenguer IV dio importantes pasos en su progreso hacia las zonas meridionales de sus dominios.

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La Península en el año 1150. Extraído de: http://www.zonu.com/Europe/Spain/Historical_en.html

Por otro lado en los reinos de Castilla y León se incorporaron en el siglo XII Oreja, entre otras localidades, ésta había sido un enclave musulmán fuerte situado sobre un paso del Tajo. Estas conquistas contribuyeron a reforzar la defensa de dicho río. Ta

En la segunda mitad del siglo XII el mundo de al-Andalus se encontraba de nuevo unificado, por obra de los almohades, procedentes del norte de África; y en la batalla cristiana contra este nuevo poder estacaron las órdenes militares como las de Calatrava, Alcántara y Santiago.

3.3.5 EL REINO DE LOS ALMOHADESA finales el siglo XII desembarcaron en suelo hispano los almohades. Cuando éstos cruzaron el estrecho de Gibraltar, los diversos reinos de taifas, excepto los territorios de Valencia y Murcia hasta 1272, fueron unificados. La capital se estableció en Sevilla, en el Valle del Guadalquivir.

En el enfrentamiento contra los Almohades participaron cristianos de todas las tierras hispánicas excepto el reino de León, cuyo monarca mantenía en esa época duros roces con el vecino reino de Castilla.

La conclusión se dio en la decisiva batalla de Las Navas de Tolosa en 1212. Los cristianos lograron un rotundo éxito, lo que se tradujo en el hundimiento casi definitivo del imperio almohade. El territorio de Al-Andalus se fragmentó en un nuevo mosaico de reinos de taifas, aquella victoria abrió a los cristianos las puertas del valle del Guadalquivir, al tiempo que consolidaba su dominio en la meseta sur.

3.4 LOS GRANDES PROGRESOS CRISTIANOS DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIIIDurante la primera mitad del siglo XIII tuvo lugar la incorporación a los reinos cristianos de una buena parte de lo que había constituido Al-Andalus, estos progresos territoriales se llevaron a cabo por Castilla y León y Aragón, además Portugal, tras su independencia en el siglo XII también progresó hacia zonas meridionales.

La corona de Aragón siguió su camino sureño y dio lugar a la conquista del reino musulmán de Valencia por parte de Jaime I, rindiéndose la ciudad en 1238 tras dos años de guerra. La última fase militar de los catalano-aragoneses se dirigió a la zona meridional del reino valenciano.

En cuanto a Castilla y León cabe destacar que ambos se unificaron bajo el monarca Fernando III, que desarrolló los territorios hacia la región de Andalucía y hacía las tierras del reino de Murcia. El

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Extraído de: http://historiadebachillerato.wikispaces.com/3.+El+Imperio+almohade.

monarca leonés Alfonso IX aunque no había intervenido en la batalla de las Navas de Tolosa si se hizo con algunas localidades que extendieron su territorio hacia la actual Extremadura.

En 1236 un grupo de combatientes castellano-leoneses conquistaron sin resistencia la ciudad de Córdoba, antigua capital del califato de los Omeyas. En Córdoba se estaban produciendo fuertes disputas entre los propios habitantes islamistas, por lo que el monarca castellano acudió a ella en febrero de dicho año, derrotó a los islamistas y ocupó la antigua capital del califato. Después de aquel éxito las tropas castellano-leonesas continuaron su actividad militar por la campiña cordobesa.

Los soldados de los reinos de Castilla y León fueron avanzando, la ocupación de la ciudad de Sevilla exigió un cerco en el que participó la Orden Militar de Santiago y la marina castellano-leonés. La ciudad cayó en diciembre de 1248.

A continuación se seguían produciendo con bastante frecuencia pugnas militares con los musulmanes, instalados en el vecino reino nazarí de Granada, puesto que las tierras recién ocupadas suponían la nueva y última frontera meridional del reino de Castilla. Los últimos territorios del valle del Guadalquivir tomados por los cristianos fueron durante el reinado de Alfonso X: la plaza de Jerez, el denominado reino de la Niebla (Huelva) y la ciudad de Cádiz en 1262.

3.5 EL SIGLO XIV: UNA CENTURIA COMPLICADA. 3.5.1 FRENO EN EL AVANCE HACIA AL-ANDALUS.

El reino nazarí de Granada, último de los reinos taifas tras la desaparición del imperio almohade, subsistió hasta finales del siglo XV. Esto se debió a las enormes dificultades por las que pasaban los reinos cristianos en este periodo. El reino nazarí de Granada estaba protegido además en su frontera norte por la consistente Cordillera Penibética.

La conquista del reino nazarí le correspondía a la Corona de Castilla pues se hallaba situado al sur de sus dominios de la meseta meridional, línea divisoria establecida en los pactos de Tudillén Cazorla, etc;

Además en el año 1344 pasó al ámbito de Castilla y León la importante localidad de Algeciras, uno de los puertos clave de la zona meridional de la península Ibérica; permitiendo la comunicación entre el océano Atlántico y el mar mediterráneo.

3.6 EL SIGLO XV. HACIA LA UNIDAD DE LOS REINOS HISPÁNICOSEl siglo XV conoció la definitiva unificación de los dos núcleos políticos más extensos y poblados de cuantos existían en la península Ibérica, es decir, las Coronas de Castilla y de Aragón. La Corona de Castilla ocupaba la mayor parte de la península Ibérica, ya que se extendía dese la costa atlántica

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La Península en el siglo XIV. Extraído de: http://www.zonu.com/Europe/Spain/Historical_en.html

de Galicia hasta la frontera con Francia, y desde el golfo de Cádiz hasta Cartagena. Poco después pasó al poder de los cristianos de España el último núcleo que quedaba del Islam peninsular, el reino nazarí de Granada.

4. TOMA DE GRANADA. FIN DE LA RECONQUISTA4.1 SITUACIÓN DEL REINO DE GRANADA ANTES DE LA CONQUISTA.En la España del siglo XV, además de la diversidad política peninsular, coexistían gentes de tres razas y tres religiones distintas, cristianos, judíos y musulmanes. Todo el ángulo sureste de la Península Ibérica estaba ocupado por el sultanato musulmán de Granada, opuesto por religión y por cultura a la cristiandad occidental, y en contacto con el mundo islámico, de las capitales culturales del cual dependía. El contacto, tanto pacífico como guerrero, con los cristianos se refleja en las costumbres, en las modas y en el arte de las clases más elevadas. El alma musulmana, tan diferente al de la cristiandad, persistía en Granada con la misma intensidad que en Fez o en Bagdad, sobreviviendo incluso después de la conquista cristiana.

Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, los que por antonomasia serían conocidos posteriormente como “Reyes Católicos”, creyeron que no sería posible el establecimiento de un estado fuerte bajo su monarquía mientras perviviese en la península la convivencia de tres razas y tres religiones distintas, y en tanto que el reino de Granada supusiese una puerta de entrada del mundo islámico al territorio peninsular. Los Reyes Católicos recogen así el legado de sus antecesores en el proceso de ocupación cristiana de la península conocido como Reconquista (Marqués de Lozoya, 1977).

Por ello, la labor más importante para estos reyes era acabar con el último vestigio del poder musulmán en España, el sultanato de Granada, el cual había resistido las acometidas tanto de Fernando III y Alfonso X de Castilla, como de Jaime I de Aragón en la mitad sur peninsular durante el siglo XIII, que daban casi por finalizada la Reconquista, sobreviviendo gracias a la actuación de Muhammad ibn Yusuf ibn Nasr, primer rey del reino nazarí de Granada, el cual convirtió en vasallo de Castilla. Gracias a su posición geográfica y a las circunstancias históricas, el reino de Granada se mantendrá vigente hasta finales del siglo XV (Marqués de Lozoya, 1977).

Fueron importantes para la defensa de este reino su condición orográfica abrupta y montañosa, protegido por las sierras de la Alpujarra, Sierra Nevada y Ronda, con sus elevados picachos, sus laderas y valles cubiertos de bosques, y sus desfiladeros y cañadas. Castillos roqueros dominaban todas las alturas que defendían los pasos y las ciudades importantes estaban fortificadas según los sistemas de la ingeniería oriental. Entre las montañas que resguardaban este reino se incluían las vegas más fértiles de toda la península, y si caía una ciudad o un castillo nada suponía para la estabilidad del reino, cuyo régimen económico perfecto aseguraba la subsistencia de la población. Para la conquista de Granada, era necesario apoderarse una por una de sus plazas y fortalezas. Además, los puertos de Málaga y Almería eran grandes centros del comercio con África y Oriente, y también puerta de acceso a contingentes africanos en caso de necesidad. Todos estos factores hacían del reino nazarí de Granada un territorio inexpugnable (Soldevila, 1952).

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Los sultanes nazaríes supieron aprovechar muy bien estas condiciones naturales. Encajonados entre Castilla y África, solicitaban la ayuda de los gobernantes del norte de África cuando la presión castellana era insostenible, y no tenían perjuicio alguno de acatar de nuevo el reconocimiento del tributo a Castilla cuando los africanos eran demasiado molestos. Esta política llevada a cabo por los reyes de Granada, sobre todo durante el siglo XIV, es conocida como “política del Estrecho”. La frontera entre Granada y Castilla era un telón de acero detrás del cual la situación de los cautivos cristianos cazados en algaradas fronterizas era durísima, aprovechando los sultanes cualquier descuido de los cristianos para obtener alguna ventaja. Los tratados firmados entre Aragón y Castilla favorecieron el robustecimiento del reino granadino, ya que dejaron para Castilla la conquista de dicho reino, desentendiéndose la Corona de Aragón, que ya había consumado su reconquista, dedicándose en ese momento a la expansión mediterránea. La conquista del reino de Granada no se produjo hasta tiempos tardíos debido a las crisis internas que sufrió Castilla a partir del siglo XIV, crisis de las que no se libró tampoco el propio sultanato de Granada, atacado del “morbo hispánico” de la dispersión y la anarquía. A esto se une el hecho de que después de la victoria cristiana en la batalla del Salado, los musulmanes dejan de ser una amenaza, por tanto la conquista del reino de Granada se convierte en una ocasión de hazañas o de lucro para concejos y caballeros fronterizos (Soldevila, 1952).

Fue necesaria la unión dinástica entre las coronas de Castilla y Aragón para concentrar contra Granada el esfuerzo de ambas monarquías, además de la continuidad que pusieron los Reyes Católicos en esta empresa, aprovechando así la contingencia de las guerras civiles de Granada.

El reino de Granada todavía recordaba el tiempo en el que gran parte de la península estaba en manos del Islam, acudiendo los príncipes cristianos a pedir órdenes a la corte de los califas. Se sabe poco de las postrimerías del sultanato granadino, transcurriendo entre rebeliones el reinado del usurpador Muhammed X de Granada, que en una de estas revueltas fue destronado por Saad, conocido en las crónicas cristianas como Muley Cad o Ciriza, siendo destronado éste por su hijo Abu al-Hasan, o Muley Hacén según las crónicas cristianas, que estaba casado con su prima Aixa, llamada la Horra, de la cual había tenido dos hijos, siendo el mayor Abu Abd Al·lah, el Boabdil de las crónicas cristianas. En una algarada fronteriza fue cautivada Isabel de Solís, hija del comendador Sancho Jiménez de Solís, alcaide de Martos. La pasión de Abu al-Hasan por la cautiva causó un drama en el harem. Aixa fue expulsada de la Alhambra, reinando Isabel de Solís con el nombre de Zoraida. Aixa no se resignó, y desde su palacio del Albaicín conspiró para colocar en el trono a su hijo Boabdil. Según las fuentes cristianas, la nobleza granadina se dividió en dos facciones políticas, los Abencerrajes, partidarios de Aixa, y los Zegríes, partidarios de Zoraida. Ambos bandos luchaban en las calles de Granada, y vencidos los abencerrajes, fueron decapitados sus jefes en la Alhambra. Venía a complicar esta difícil situación la ambición de otro personaje de la familia de los nazaríes, el hermano de Abu al-Hasan, Abu Abd Allah, citado en las crónicas cristianas como El Zagal, que aspiraba a la creación de un sultanato independiente en la comarca de Málaga, de la que era gobernador (Soldevila, 1952).

4.2 GUERRA DE GRANADA.Habiéndose desentendido Enrique IV de la reconquista, le suceden en el trono castellano Fernando e Isabel, cuyo objetivo principal era la unificación religiosa de la Península Ibérica. No

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era posible hacer nada al respecto en los años en que los grandes señores peninsulares seguían el partido del rey de Portugal, y cuando Andalucía estaba dividida en los bandos de Ponces y Guzmanes, y Córdobas y Aguijares. En 1478, estando en Sevilla los Reyes Católicos, Abu al-Hasan, a quien convenía la paz por el estado de su reino, envió una embajada para solicitar la renovación de la treguas. Los reyes accedieron con la condición de que se pagase el antiguo tributo, pero cuando el comendador Juan de Vera acudió a Granada a reclamar la señal de vasallaje, se le contestó que en las fábricas de Granada ya no se labraba ni oro ni plata, sino lanzas, saetas y alfanjes contra sus enemigos, repuesta que originó ciertos incidentes fronterizos.

La agresión que dio comienzo a la guerra se originó en Granada, en un momento en que, Fernando e Isabel, después de las paces con Portugal y de la sumisión de la nobleza, señoreaban pacíficamente los estados de las coronas de Castilla y Aragón. La situación del sultán era insostenible, ya que una parte de los caballeros y del pueblo apoyaba la causa de la sultana Aixa y su hijo Boabdil, y los alcaides de varias fortalezas mostraban su apoyo a El Zagal. Abu al-Hasan y sus partidarios creyeron que una hazaña victoriosa podría robustecerle. Así, el 26 de diciembre de 1481, el sultán, al frente de un gran ejército, asaltó de noche la fortaleza de Zahara, situada en la cumbre de un monte cercano a la frontera de Ronda, y desguarnecida por la confianza de un largo período de paz, pasó la población cristiana a cuchillo. La afrenta de Zahara reavivó el prestigio del rey granadino y exaltó las cualidades guerreras de los caballeros fronterizos, que se apoderaron de Alhama, ciudad situada en el corazón del sultanato granadino, el 28 de febrero de 1482, con posteriores intentos fracasados de recuperarla por parte del sultán (Ladero Quesada, 2002).

Alhama no era una ciudad fronteriza agregada a Castilla sin más que una leve rectificación de fronteras fácilmente aceptada, sino que debido a su situación, muy cercana a la capital, suponía su posesión una guerra sin tregua, debatiendo el consejo su abandono. Isabel decidió que la ciudad fuera reparada y fortificada, y el propio Fernando entró en ella al frente de la nobleza de Andalucía. El desastre de Alhama y las correrías realizadas por el rey Fernando en la vega de Granada habían hecho estallar en el reino nazarí la guerra civil, iniciándose un tumulto popular contra el sultán. Boabdil, encerrado por su padre en una torre de la Alhambra, consiguió escapar, y junto a los abencerrajes, se apoderó de la capital, después de un violento combate en las calles. Abu al-Hasan pudo refugiarse en el castillo de Mondújar, y tras un intento fracasado de recuperar Granada, buscó, en Málaga, el amparo de El Zagal. El sultanato musulmán quedó dividido en dos facciones que se profesaban más odio entre sí que hacia los cristianos. Esta situación, que dio pie a la conquista cristiana del reino, no fue todavía aprovechada debidamente. Durante los dos siguientes años, la guerra conservaba todavía el carácter medieval de las campañas fronteras, es decir, que consistía en golpes de mano planeados, un tanto anárquicamente, por un grupo de caballeros expuestos tanto a la fortuna como al desastre. El intento de Fernando por apoderarse de la ciudad de Loja (14 de julio de 1482), con el fin de aprovisionar la avanzada de Alhama desde Córdoba y Écija, constituyó un fracaso, ya que el rey no pudo contener la desbandada de su desmoralizada tropa. Volvió el rey a socorrer a Alhama, recorriendo victorioso la vega granadina, decidiendo en este momento el rey el propósito de conquistar todo el reino de Granada (Ladero Quesada, 2002).

En tanto que en la mente del rey, después de la gran lección de Loja, se iba concretando el plan para la sistematización de la guerra, todavía los caballeros fronterizos quisieron realizar una

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algarada por la vega de Málaga (marzo de 1483), en busca de botín y de ganados, tal y como se hacía en el siglo XII. El desastre de los cristianos fue total, ya que acabaron rodeados en el barranco de la Ajarquía por las tropas de El Zagal, que estaba advertido de su presencia.

El desastre de la Ajarquía consternó a las ciudades fronterizas, haciendo renacer entre los musulmanes la esperanza. Con esta victoria, la figura de El Zagal adquirió en Granada un gran prestigio. Esto supuso para Boabdil un grave peligro, creyendo sus consejeros que era necesario reforzar su autoridad con una expedición victoriosa, aprovechando el desconcierto cristiano. Así, los ejércitos de Boabdil siguieron las orillas del río Genil para sorprender la ciudad de Lucena, que resistió valerosamente, siendo hecho prisionero el mismo Boabdil, y muerto Aliatar, defensor de Loja, por un caballero cristiano.

Desde Madrid, el rey Fernando acudió a Córdoba el 8 de mayo de 1483, llevando desde entonces la dirección diplomática de la guerra. A la ciudad llegaban los embajadores de la reina madre, Aixa, y de Abu al-Hasan para gestionar el rescate de Boabdil. La intención de la corte castellana era que Boabdil recobrara la libertad, pero convirtiéndose éste en aliado de los reyes de Castilla en la lucha contra Abu al-Hasan y El Zagal. Reconocería el antiguo vasallaje, acudiría a Cortes, pagaría el tributo y pondría en libertad a un gran número de cautivos. La derrota de Boabdil había robustecido el partido de Abu al-Hasan, que era tenido por los alfaquíes como el mantenedor de la guerra santa, en tanto que Boabdil era visto como un traidor entregado a los cristianos. Pero el “Rey Chico” contaba con la protección de los reyes de Castilla, ayudando éstos al más débil para contrapesar las fuerzas y evitar que ninguno de los partidos prevaleciera a fin de que se restableciese la unidad. Abu al-Hasan reinaba en la Alhambra, y sólo la comarca de Almería seguía fiel a Boabdil. Los partidarios de Boabdil se sublevaron en el Albaicín, y durante siete días se combatió en las calles de Granada. Jeques y alfaquíes lograron una tregua en virtud de la cual Abu al-Hasan reinaría desde la Alhambra y Boabdil desde el Albaicín sobre las ciudades que seguían su partido, aunque ninguno de los dos podía hacer nada por contener el avance de los cristianos, recuperándose Zahara para éstos en octubre de 1483 (Ladero Quesada, 2002).

Los Reyes Católicos estaban ante una ocasión única para llevar la guerra hasta el fin, a pesar de que todavía se alargaría ocho años más. Para ello, precisaron de un ejército permanente que cubriera periódicamente los objetivos propuestos, acudiendo para su financiación a los fondos de Cruzada, al subsidio de clerecía, a las penas impuestas por la Inquisición, a los bienes confiscados a herejes y judaizantes, etc., acudiendo a veces a préstamos particulares.

A pesar de que este ejército era un ejemplo ya de ejército moderno, la tropa se había reclutado según el sistema medieval, formado con las huestes de los ricos-hombres y de los Concejos, como también caballeros e hidalgos pobres del norte de la península que buscaban fortuna en las tierras fértiles del sur. Había entre los caballeros muchos venidos de otros países, armados al estilo de sus tierras y atraídos a la guerra de Granada por fervor de cruzados o por codicia del botín.

El gran hallazgo de esta guerra fue la creación de una administración militar, requerida por las circunstancias. Los pequeños ejércitos medievales, en sus algaradas de primavera, podían vivir sobre el país, pero esto no era posible cuando había que sostener indefinidamente en un territorio reducido un gran ejército. Para aprovisionar a este ejército fue necesario establecer una cadena constante de recuas, que desde Castilla llevasen a Córdoba y Jaén trigo, ganado, conservas y todo

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género de bastimentos. Nació también en esta campaña, como organización sistemática, la Sanidad Militar.

Esta organización no fue lo más brillante de la guerra de Granada, pero constituyó el instrumento principal del triunfo. No era todavía un ejército permanente, ya que fue parcialmente disuelto y congregado diversas veces a lo largo de la guerra, aunque alcanzando sus campañas una gran prolongación, durando hasta siete o más meses. Toda esta organización caía sobre cada una de las comarcas del reino granadino y ya no se alzaba hasta apoderarse de ellas. Se tomó primero la comarca de Málaga, dominada por Abu al-Hasan y su hermano El Zagal, que no podían acudir eficazmente a su defensa por la guerra civil interna. La conquista de las tierras malagueñas fue una serie de asedios de plazas y de golpes de mano en los cuales los alcaides musulmanes se defendían tenazmente. Se tomaron las plazas de Alora y Setenil en 1484, y en la primavera de 1485, Fernando organizaba una poderosa máquina de guerra contra la fortísima plaza de Ronda. El rey, al frente de una tropa de 11.000 lanzas, 25.000 peones y no menos de 1.100 carros de artillería, entró por el valle de Cártama y se apoderó fácilmente de Cártama, Coín, Benamejí, Alhaurín, Churriana y otras villas, tomando finalmente la ciudad de Ronda el 22 de mayo de 1485. El 15 de junio se rendía Marbella, aunque el rey tuvo que retirarse a Córdoba enfermo, posiblemente fatigado por la guerra. El ejército cristiano sufrió después una gran derrota en Moclín, entre el 3 y el 4 de septiembre, compensada por la toma de Cambil (Ladero Quesada, 2002).

Los desastres militares recrudecieron entre los musulmanes el espíritu de dispersión y exaltaban los odios de la guerra civil. Los faquíes propusieron a la plebe la deposición de Abu al-Hasan y de Boabdil, llevando al trono a El Zagal, el príncipe más prestigioso entre los nazaríes, hecho que aceptó Abu al-Hasan, que abdicó en favor de su hermano. Cuando el nuevo rey venía de Málaga a Granada a hacerse cargo del poder, la fortuna le deparó el encuentro con un grupo de caballeros de Alcántara, a los que degolló, llevando sus jinetes sujetas de los arzones las cabezas de los cristianos en su entrada triunfal en la Alhambra. El rey Abu al-Hasan murió en su retiro de Mondújar, y la sultana Aixa hizo correr la voz que había sido envenenado por El Zagal. El nuevo rey intentó a toda costa apoderarse de Boabdil y de su hermano Yusuf, que se encontraban en Almería. Boabdil pudo escapar con un grupo de jinetes, pero Yusuf fue asesinado. El “Rey Chico” encontró refugio en Córdoba, en la corte de los Reyes Católicos, los cuales le dieron tropas para que intentase recobrar Granada, corriendo otra vez ríos de sangre por las calles de la ciudad. Los alfaquíes intervinieron para conseguir una tregua, acordando una nueva división del reino, quedando para El Zagal la Alhambra y el dominio sobre Almería, Málaga, Vélez-Málaga y la Alpujarra, y para Boabdil las ciudades fronterizas, que se suponía serían respetadas por los reyes de Castilla (Ladero Quesada, 2002).

Este acuerdo fue inútil, ya que Fernando e Isabel querían a toda costa terminar con la conquista del reino de Granada. En la primavera de 1486, el rey, con una gran hueste invadió la vega de Loja, campaña en la que participó Gonzalo de Córdoba, el posteriormente conocido como Gran Capitán, y fue apresado de nuevo Boabdil. Fernando pactó con Boabdil que éste dejaría de llamarse rey de Granada para pasar a ser duque y marqués de Guadix, y se rindieron las ciudades de Illora, Moclín, Colomera y Montefrío. El 15 de septiembre entraba Boabdil en Granada y con la ayuda de tropas castellanas conseguía establecerse en el Albaicín.

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En la primavera de 1487, el rey había congregado en Córdoba una hueste numerosa con el fin de consumar la parte más difícil de la guerra. En abril, el ejército, ayudado por naves catalanas, atacó Vélez-Málaga. El Zagal propuso a Boabdil que dejaría el título de rey para servir a sus órdenes en el socorro de Vélez-Málaga, no aceptando Boabdil. Sin embargo, El Zagal, emprendió la expedición por su cuenta, aunque finalmente cayó la ciudad el 17 de abril. En mayo de 1487 daba comienzo el sitio de Málaga, defendida por Hamet Zegrí, durando hasta el mes de agosto, habiendo los sitiados de entregarse sin condiciones el 18 de agosto.

Con la rendición de Málaga terminó la parte militar de la campaña. El rey Fernando atacó desde Murcia Guadix, Baza y Almería, siendo solamente paseos militares en los que se recogió el fruto de negociaciones secretas. Vera se rindió el 7 de julio de 1488 y a mediados de este mes se entregaron Huéscar y otros lugares. En la primavera de 1489 la corte y el cuartel general se situaron en Jaén, para organizar la campaña contra Baza. A principios de junio se conquistó Zújar, y hacia el 15 de junio dio comienzo el asedio de Baza, resistiendo dicha ciudad heroicamente, la cual estaba muy abastecida de víveres, pasando más necesidad los sitiadores que los sitiados. A pesar de esto, Baza se rindió inesperadamente, aceptando una capitulación honrosa. El Zagal hubo de entregar Almería y Guadix, a pesar de que conservaría el título real y se le entregarían los valles de Lecrín y Andara, en la Alpujarra, además de 2.000 vasallos y una importante renta anual. El 30 de diciembre de 1489, los Reyes Católicos se aposentaban en Guadix, organizando su rendición (Caro Baroja, 1957).

Con la rendición de El Zagal debería de haber terminado la guerra, ya que, según las capitulaciones de Loja, Boabdil subordinaba a este hecho el mantenimiento de su precaria soberanía sobre Granada. Probablemente, el “Rey Chico” se vio imposibilitado a cumplir su palabra, concentrándose ahora en la ciudad de Granada aquellos musulmanes que no aceptaban bajo ningún pretexto la rendición. La acumulación en Granada de estas gentes hizo posible algunos éxitos militares, como la toma de Alhendín. Esto puso en difícil situación a El Zagal ante sus mal sometidos vasallos de la Alpujarra, vendiendo sus estados al Rey Católico y trasladándose a Tremecén, donde fue despojado de sus riquezas por el rey de Fez. El plan del rey en la ciudad de Granada era, como en Baza, dar al cerco un carácter de continuidad que desalentase a los sitiados y facilitase las negociaciones. A este propósito respondía la fundación de Santa Fe, campamento fortificado a la manera romana que se edificó para deprimir la moral de los vencidos (Caro Baroja, 1957).

Hernando de Zafra, secretario de los Reyes Católicos, exigió a Abul Kasim el Muleh, personaje importante en la corte granadina, la rendición de la ciudad de Granada, de acuerdo con lo capitulado en Loja. Abul Kasim expresó su adhesión a los reyes de Castilla, pero fue dilatando la entrega, buscando una reacción del pueblo en contra de la situación. Finalmente, los Reyes Católicos escribieron a Boabdil, disculpándose el rey de Granada por la actitud del pueblo. Para acabar con la situación, Hernando de Zafra penetró secretamente en Granada, y así, consiguió que se firmase la capitulación el 25 de noviembre de 1491, en la que se consignaban las cláusulas favorables a la familia de Boabdil y al pueblo de Granada. El 29 de noviembre Fernando e Isabel dirigieron una carta a las autoridades granadinas anunciando la intención de mantener el asedio hasta que la ciudad se rindiese. Las grandes nevadas de ese invierno hicieron el momento preciso, y los Reyes Católicos acordaron con Abul Kasim la entrega de la ciudad y las fortalezas por parte de

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Boabdil a los reyes de Castilla en un plazo de sesenta y cinco días, asegurando los vencedores a los rendidos vidas y haciendas, como también el respeto a su religión y a sus leyes, siendo el gobernador un caballero cristiano. Boabdil y su familia recibieron una importante compensación económica y las tropas cristianas entraban triunfantes el 2 de enero de 1492, ocupando los puntos vitales de la ciudad (Caro Baroja, 1957).

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BIBLIOGRAFÍA

CARO BAROJA, J. Los moriscos del reino de Granada. Madrid, Istmo. 1957. COLLINS, Roger. La conquista árabe 710-797, Historia de España, III. Editorial Crítica LADERO QUESADA, M. A. Las guerras de Granada en el siglo XV. Ariel. Barcelona. 2002. MACKAY, ANGUS. La España de la Edad Media: desde la frontera hasta el Imperio (1000-

1500). MARQUÉS DE LOZOYA, Historia de España. Tomo III. Editorial Salvat. Barcelona. 1977. MITRE, EMILIO. La España medieval: sociedades, estados, culturas. Ediciones Istmo, 1979,

1999. REYNA PASTOR DE TOGNERI, Del islam al cristianismo, en las fronteras de dos formaciones

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