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Tomado de: http://ocarm.org/es/content/ocarm/¿qué-es-
lectio-divina; www.lectionautas.com. y Zevini, Giorgio y
otr. Lectio Divina para la vida diaria. 13 Domingos del
Tiempo Ordinario (ciclo A). pp. 317-319. Ed. Verbo divino.
Para uso de las comunidades de las Parroquias de santa Ro-
sa de Lima y de san Juan Bautista. PP. Somascos.
LECTIO DIVINA
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO a
16 de NOVIEMBRE de 2014
A Jesucristo sea la gloria por los siglos
JESÚS SE IDENTIFICA CON SUS HERMANOS MÁS
PEQUEÑOS.
LA PALABRA DE HOY
Ezequiel 34, 11-12.15-17: Yo juzgaré entre oveja y oveja.
Salmo 22, 1-6: El Señor es mi pastor, nada me falta.
1Corintios 15, 20-26ª.28: Cuando Cristo entregue el Reino a Dios Padre.
Mateo 25, 31-46: Todas laS naciones se reunirán delante de Él,
y Él separará unos de otros.
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EL CRITERIO PARA ENTRAR EN EL REINO.
o ORACIÓN INICIAL
Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad toda
entera, abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Tú, que descen-
diendo sobre María de Nazareth, la convertiste en tierra buena donde el Ver-
bo de Dios pudo germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que opone
resistencia a la Palabra. Haz que aprendamos como Ella a escuchar con cora-
zón bueno y perfecto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura,
para custodiarla y producir fruto con nuestra perseverancia. Amén.
I Lectura ¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Contexto:
Nuestro texto forma parte de un discurso escatológico (24, 1-25, 46) pro-
nunciado por Jesús en el monte de los Olivos a sus discípulos aparte (24, 3). El
discurso parte del anuncio de la destrucción de Jerusalén para hablar del fin
del mundo. Los dos sucesos se confunden como si fuesen uno solo. Esta parte
del discurso termina con la venida del Hijo del hombre con gran poder y glo-
ria. El enviará a sus ángeles a reunir a todos sus elegidos (24, 30-31). En este
punto el flujo cronológico de los hechos anunciados se interrumpe con la in-
serción de algunas parábolas sobre la necesidad de vigilar para no ser sor-
prendidos a la llegada del Hijo del hombre (24, 24-31). El discurso escatológi-
co encuentra su culmen literario y teológico en nuestro texto que, reanudán-
dolo en 24, 30-31, vuelve a hablar de la venida del Hijo del hombre acompa-
ñado de los ángeles. La reunión de los elegidos toma aquí la forma de un jui-
cio final.
El texto
† Del santo Evangelio según san Mateo (25, 31-46)
Gloria a ti, Señor.
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Sería deseable que tu grupo o comunidad realizara alguna de las
obras de misericordia propuesta por el Señor en el evangelio de
hoy. Podemos visitar enfermos, ayudar en algún comedor comuni-
tario proveyendo el alimento de algún día, fruto de nuestro ayuno o
esfuerzo personal, o alguna otra obra que nos ayude como discípu-
los de Jesús a poner en práctica su Palabra.
6 ORACIÓN FINAL
Señor Dios, tú has constituido a tu Hijo Jesús rey y juez universal. Él vendrá
al final de los tiempos para juzgar a todas las naciones. Él viene cada día a
nosotros de mil formas y nos pide que lo acojamos. Lo encontramos en la Pa-
labra y en el partir del pan. Y lo encontramos también en los hermanos parti-
dos y desfigurados por el hambre, la opresión, la injusticia, la enfermedad, el
rechazo de la sociedad. Abre nuestros corazones para saber acogerlo en el
hoy de nuestra vida, para ser por Él acogidos en la eternidad del cielo. Te lo
pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.
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por su pobreza. Haznos comprender con todas sus consecuencias que ellos
son el lugar privilegiado de tu presencia y del Padre celestial..
4 CONTEMPLACIÓN
¿QUÉ CONVERSIÓN DE LA MENTE, DEL CORAZÓN Y DE LA VIDA ME Ó NOS PIDE EL SEÑOR?
Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, Padre santo y justo, Señor
rey de cielo y tierra (cf Mt 11,25), te damos gracias por ti mismo, pues por tu
santa voluntad, y por medio de tu único Hijo con el Espíritu Santo, creaste
todas las cosas espirituales y corporales, y a nosotros, hechos a tu imagen y
semejanza, nos colocaste en el paraíso (cf. Gn 1,26; 2,15). Y nosotros caímos
por nuestra culpa.
Y te damos gracias porque, al igual que nos creaste por tu Hijo, así, por el
santo amor con que nos amaste {cf. Jn 17,26), quisiste que él, verdadero Dios
y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima Santa
María, y quisiste que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz, y
sangre, y muerte.
(Francisco de Asís, «Reglas para los hermanos menores», XXIII, 2-3, en San Fran-
cisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época, Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid 1978, 109-110)
5 ACCIÓN
¿A QUÉ ME COMPROMETO? ¿A QUÉ NOS COMPRO-METEMOS?
Propuestas personales
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra; «El Señor es mi pas-
tor, nada me falta» (Sal 23,1).
Trataré de descubrir a mi lado a quien está necesitado de algo,
para expresarle mi amor y solidaridad durante toda esta semana,
para ir formando en mí un hábito permanente de amar igual que
Cristo lo hizo por nosotros
Propuestas comunitarias
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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 31“Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de
su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se
sentará en su trono de gloria. 32Entonces serán
congregadas ante él todas las naciones, y él
apartará a los unos de los otros, como aparta el
pastor a las ovejas de los cabritos, y 33pondrá
a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su
izquierda.
34Entonces dirá el rey a los de su derecha:
‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión
del Reino preparado para ustedes desde la crea-
ción del mundo; 35porque estuve hambriento y me
dieron de comer, sediento y me dieron de beber,
era forastero y me hospedaron, 36estuve desnudo
y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarce-
lado y fueron a verme’. 37Los justos le contes-
tarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos ham-
briento y te dimos de comer, sediento y te dimos
de beber? 38¿Cuándo te vimos de forastero y te
hospedamos, o desnudo y te vestimos? 39¿Cuándo
te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a
ver?’ 40Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que,
cuando lo hicieron con el más insignificante de
mis hermanos, conmigo lo hicieron’.
41Entonces dirá también a los de la izquier-
da: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego
eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; 42porque estuve hambriento y no me dieron de co-
mer, sediento y no me dieron de beber, 43era fo-
rastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no
me vistieron, enfermo y encarcelado y no me vi-
sitaron’.
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44Entonces ellos le responderán: ‘Señor,
¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de fo-
rastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te
asistimos?’ 45Y él les replicará: ‘Yo les asegu-
ro que, cuando no lo hicieron con uno de aque-
llos más insignificantes, tampoco lo hicieron
conmigo. 46Entonces irán éstos al castigo eterno
y los justos a la vida eterna’ ”. Palabra del
Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar
en nosotros e iluminar nuestra vida. Algunas preguntas para ayudarnos en la
reflexión personal.
a) ¿Cuál es el criterio de separación que usa Jesús?
b) ¿Quiénes son los hermanos más pequeños con los que Jesús se identifica?
c) ¿Cómo ha demostrado Jesús en su vida su predilección por los últimos?
d) ¿Cuáles son los hermanos más pequeños de Jesús que yo encuentro?
e) ¿Soy capaz de ver, amar y servir a Jesús en ellos?
La palabra se ilumina:
Una clave de lectura para aquéllos que quieran profundizar más en el
tema.
● El Hijo del hombre:
Hijo del hombre es una expresión semítica que significa simplemente un
ser humano ( ver por ejemplo el paralelismo entre "hombre" e "hijo del hom-
bre" en Sal 8,5). Así la usa frecuentemente el libro de Ezequiel donde Dios se
dirige al profeta como "hijo del hombre" (2,1.3.6.8; 1.2.4.10.16+) para resaltar
la distancia entre Dios que es transcendente y el profeta que es un simple
hombre. Sin embargo en Daniel 7,13-14 la expresión adquiere un significado
particular. El profeta ve " aparecer sobre las nubes del cielo uno semejante a
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quienes vivimos, de glorificación a Dios en Cristo, hacia donde convergen
como meta todas las actividades de la Iglesia. Y debemos planteamos más
cosas, a la luz de la Palabra de Dios, en esta fiesta de Cristo Rey: ¿cómo esta-
mos viviendo la vida presente?, ¿tenemos presente la vida futura?
Nuestra vida tiene dos tiempos. El primero es terrenal: el «tiempo propi-
cio» que estamos viviendo, el de la salvación (cf. 2 Cor 6,2), donde contamos
con Cristo como «buen pastor» y decidimos, porque está en nuestras manos,
si nos salvamos. Y después vendrá «aquel día», cuando Cristo como juez se
siente en su trono de gloria y nada quede impune ante él. La Escritura nos
invita en este día a reflexionar austeramente. La fiesta de Cristo Rey nos ayu-
da a reconsiderar que todavía estamos en el tiempo favorable de la salvación,
donde todo depende de la disponibilidad para acoger la invitación de Dios. El,
buen pastor, nos invita a no endurecer el corazón para no ser seducidos por
el pecado. Merece la pena repetir convencidamente: «El Señor es mi pastor,
nada me falta ».
3 ORACIÓN ¿QUÉ NOS HACE DECIRLE A DIOS?
La Palabra se convierte en oración
Señor, con la palabra, tajante y auténtica, que nos has dirigido hoy hemos
comprendido que lo esencial en la vida no es, ni mucho menos, confesarte
con palabras, sino practicar el amor con los pobres y desfavorecidos. En esto
consiste la voluntad del Padre, en vivir de ti y como tú, incluso de parte de
quienes no te conocen bien. Señor, Jesús, tú te identificaste con los persegui-
dos, con los pobres, con los débiles. Nos has mostrado un claro ejemplo de
vida, contenido en el evangelio y condensado en las bienaventuranzas.
La señal de que ha llegado tu Reino se encuentra en que en ti el amor
concreto de Dios alcanza a los pobres y los marginados, y no por sus méritos,
sino por su condición de excluidos y oprimidos, porque tú eres Dios y porque
los «últimos» son los primeros «clientes» tuyos y del Padre.
A yúdanos, Señor, a entender que descuidar este amor concreto por
los pobres, los forasteros, los prisioneros, los desnudos o los hambrientos,
significa no vivir según la fe del Reino, sino apartarnos de su lógica. Faltar al
amor es negarte, porque los pobres son tus hermanos, y lo son justamente
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1) Acciones de solidaridad para con quien necesita lo básico para no
morir (dar de beber, dar de comer, asistir al enfermo)
2) Acciones de asistencia a quien no puede abastecerse (vestir al
desnudo y alojar al peregrino que está de paso)
3) Acciones de cercanía a los que están indefensos o son víctimas
de las injusticias (como lo pueden ser los presos)
Ahora sí, nosotros sabemos cuál ha de ser la materia del examen
del Señor, cuáles serán las preguntas que El nos hará y cuál es el ca-
mino de discipulado que hoy se nos está proponiendo.
Para tener presente
No olvidarnos de aquella sentencia del Señor, como ayuda para
comprender mejor esta página evangélica: “…este pueblo me alaba
con sus labios, pero su corazón está lejos de mí…” Que lo que expre-
san nuestros corazones en la oración, sea lo que en verdad vivamos…
Otros textos bíblicos para confrontar
Les recomiendo leer la primera lectura de este domingo de Cristo
Rey, donde el profeta Ezequiel presenta el encuentro del rebaño con
su Pastor, que viene a separar lo bueno de lo malo. Asimismo, la se-
gunda lectura del Apóstol San Pablo a los Corintios nos habla de la vic-
toria del Reino de Dios como victoria del bien sobre el mal, de la vida
sobre la muerte, para poner todo bajo la mano poderosa de Dios.
2 MEDITACIÓN ¿QUÉ NOS DICE EL TEXTO?
La Palabra me ilumina
Estamos concluyendo otro año litúrgico con toda la Iglesia. Es bueno que
hagamos un balance personal -y comunitario, también- y nos preguntemos si
durante el tiempo transcurrido hemos realizado una coherente acción evan-
gelizadora, de promoción humana, de santificación personal y fraterna con
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un "hijo de hombre" que recibe de Dios "poder, gloria, y reino". Se trata sin
duda de un ser humano, que no obstante esto, es introducido en la esfera de
Dios. El texto ha sido interpretado siempre en sentido mesiánico, sea en senti-
do personal como colectivo. Por tanto, se trate de una persona o se trate del
Pueblo de Dios en su conjunto, el Hijo del hombre es el Mesías que inaugura
el Reino de Dios, eterno y universal.
La aplicación del título "Hijo del hombre" a Jesús teniendo de fondo a Da-
niel 7, 13-14 es difundidísima en los evangelios. Se encuentra también en las
Actas 7, 56 y en el Apocalipsis 1, 13 y 14,14. Los especialistas piensan que ha
sido el mismo Jesús quien se ha dado a sí mismo este título. En el evangelio de
Mateo se ha puesto en boca de Jesús particularmente cuando Él habla de su
pasión (17, 12.22; 20, 18.28), de su resurrección como suceso escatológico
( 17, 19; 26,64) y de su venida gloriosa (24, 30; y 25, 31, inicio de nuestro tex-
to).
● Jesús rey, juez y pastor:
Mateo da también a Jesús el título de rey (1,23; 13, 41; 16, 28; 20, 2). La
realeza de Dios es un tema muy querido en la Biblia. Porque es el Hijo de Dios,
Jesús reina junto al Padre. En nuestro texto el rey es Jesús, pero Él ejercita su
realeza en estrecha relación con el Padre. Los elegidos son los "benditos de mi
Padre" y el reino al cual son invitados a entrar, es un reino preparado para
ellos por Dios, como indica la forma pasiva del verbo. Esta forma verbal, dicha
pasiva divina, se encuentra a menudo en la Biblia y tiene siempre a Dios como
sujeto implícito. En este texto el reino viene a indicar la vida eterna.
Como en Daniel, 7 (ver en particular los versículos 22, 26 y 27), también en
nuestro texto la realeza del Hijo del hombre está ligada al juicio. El rey, espe-
cialmente en la antigüedad, ha sido siempre considerado como el juez supre-
mo. El juicio que hace Jesús es un juicio universal, un juicio que compromete a
todas las gentes (ver v. 32). Sin embargo, no es un juicio colectivo. No son los
pueblos los que serán juzgados, sino las personas particulares.
Igualmente unida a la realeza está el simbolismo pastoral. En la antigüe-
dad el rey se presentaba a menudo como pastor de su pueblo. También el
Antiguo Testamento habla de Dios, rey de Israel, como pastor (ver por ejem-
plo Sal 23; Is 40, 11; Ez 34) y el Nuevo Testamento aplica el título también a
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Jesús (Mt 9, 36; 26, 31; Jn 10). Los pastores de Tierra Santa en los tiempos de
Jesús llevaban a pastar rebaños mixtos, compuestos de ovejas y cabras. Al
atardecer los separaban porque las ovejas duermen al sereno, mientras las
cabras prefieren ponerse bajo cobijo. En nuestro texto las ovejas representan
a los elegidos porque son de mayor valor económico que las cabras y también
por su color blanco que a veces en la Biblia significa la salvación.
● "Mis hermanos más pequeños":
Tradicionalmente se interpretaba este pasaje evangélico como la identifi-
cación de Jesús con los pobres y los marginados. Jesús juzgaría a todos y parti-
cularmente a aquéllos que no han tenido la oportunidad de conocer su evan-
gelio, en base a la misericordia que han demostrado por los pobres. Todos
tienen la oportunidad de aceptarlo o rechazarlo, si no personalmente, al me-
nos, en la persona del indigente con el que se identifica.
La exégesis contemporánea tiende a leer el texto en sentido más eclesioló-
gico. Poniéndolo en estrecha relación con Mateo 10, 40-42, los exegetas insis-
ten que aquí no se trataría de filantropía, sino de la respuesta al evangelio del
reino que es llevado por los hermanos de Jesús, no sólo los jefes de la Iglesia
sino de todo hermano, aun el más significante.
Las naciones, es decir los paganos, son por tanto invitados a acoger a los
discípulos de Jesús que predican el evangelio y sufren por él, como si estuvie-
sen acogiendo al mismo Jesús en persona. Los cristianos, por su parte, están
invitados a la hospitalidad generosa con sus hermanos que se hacen predica-
dores itinerantes por causa del evangelio, sufriendo persecuciones (ver 2Jn 5-
8). Así demostrarían la autenticidad de su propio empeño de discipulado.
En el contexto del evangelio de Mateo esta segunda interpretación es pro-
bablemente la más precisa. Sin embargo en el contexto de la Biblia entera
(ver por ejemplo Is 58, 7; Sant 2, 1-9; Jn 3, 16-19) no se puede descartar com-
pletamente la primera.
● El último domingo del año litúrgico:
Todos los domingos de este año que hoy llega a su fin en la liturgia,
nos ha venido marcando un camino de coherencia y de seguimiento de
Jesús. Escuchamos al comienzo de este año una sentencia muy fuerte
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en labios de Cristo: No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará al
Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre (Mt 7,
21).
La fiesta de Cristo Rey que hoy celebramos es el momento de pre-
guntarnos si hemos sido coherentes o no con esta afirmación del Se-
ñor, si lo hemos seguido con fidelidad en el cumplimiento de su man-
damiento supremo de amar como El nos ha amado, o si hemos caído
en la superficialidad de tomar a la ligera nuestro ser discípulos de Je-
sús.
Las lecturas de este domingo nos hablan del examen que el Señor
hará de sus discípulos cuando llegue a nosotros en su venida gloriosa,
al final del tiempo. Nos dice Mateo en su evangelio que el Hijo del
Hombre se sentará en su trono para juzgar, es decir, para confrontar
nuestra vida con su mandamiento de amar como El lo hizo.
No es la intención del evangelista presentar un final del mundo ca-
tastrófico, que nos provoque miedo. Quiere mostrarnos de manera
anticipada cuál será el examen al que seremos sometidos en esa veni-
da final del Señor.
Es provechoso mirar el escenario en el cual se desarrolla ese “juicio-
examen”. Nos dice el texto que el Señor está en el centro y que sus
discípulos (ovejas y cabritos) están a su derecha e izquierda. La figura
de Cristo como centro nos muestra cual es la medida con la cual sere-
mos juzgados: es el mismo Señor, porque el Reinado de Cristo se defi-
ne por aquel que ha tenido el amor más grande, tal como nos dice el
evangelio de Juan (Jn 13,1: los amó hasta el extremo)
Este amor del Señor es, para sus discípulos, su máxima norma de
vida y se hace concreto en las relaciones con el prójimo. Es tal la im-
portancia de cumplir estas acciones de amor para con el prójimo, que
el hacerlas o no hacerlas, conlleva el salvarse o el perderse.
Miremos en detalle cuales son las acciones detalladas por el Señor
en el texto: