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177 Se autoriza la copia, distribución y comunicación pública de la obra, reconociendo la autoría, sin fines comerciales y sin autori- zación para alterar, transformar o generar una obra derivada. Bajo licencia creative commons 2.5 México http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/mx/ EL ORIGEN DE LA RESERVA ECOLÓGICA DE LA UNAM EN CU: HISTORIA DE UN CONFLICTO PATRIMONIAL Y AMBIENTAL Raúl García Barrios Para Andrés García Pérez y Wenceslao Roces Maestros eméritos de la UNAM Uno me introdujo al Quijote El otro, a El Capital 1 El objetivo más inmediato es narrar el origen muy poco conoci- do de la reserva ecológica de la Ciudad Universitaria, decretada en octubre de 1983, en los albores del neoliberalismo. La historia contada es compleja y considera factores locales y translocales que cruzan y rebasan el ámbito nacional. Inicia en 1981 con la intención de la autoridad universitaria de capitalizar el patrimonio territorial universitario, y el surgimiento de varias fuerzas que resistieron esta intención, permitiéndole a nuestra máxima casa de estudios refor- zar su carácter autónomo y público. Del análisis de esta historia se destilan varios factores que explican por qué en lugar de construir ejes viales en CU se decretó la reserva y se mantuvo la integridad de la Ciudad Universitaria. Se destaca el papel de un movimiento estudiantil-ecologista, el primero de su tipo en México, que creó las condiciones para que estos factores coincidieran y se coordinaran de maneras más bien contradictorias y sorprendentes. Este movi- miento, además, adoptó una forma distintiva y más bien extraña para nuestros días, a saber, el de un movimiento ecologista liderado por los estudiantes y maestros del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias. Pero esta forma organizacional político- académica no surgió por generación espontánea. También se relata y analiza su formación. Palabras clave: Ciudad Universitaria, UNAM, 1 Muchas personas contribuyeron con recuerdos, comentarios y documentos a la ela- boración de este texto, aunque me hago plenamente responsable del mismo. Agra- dezco especialmente por su gran apoyo a Emma León, Consuelo Bonfil, Francisco J. Montellano, Raúl Cobhe, Elena Álvarez-Buylla, Eréndira Cohen, Laurel Treviño, Octavio Miramontes, Gabriela Gaxiola, Javier Álvarez, Graciela Zamudio y Luis García Barrios. * Investigador del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.

177 Se autoriza la copia, distribución y comunicación pública de la obra, reconociendo la autoría, sin fines comerciales y sin autori - zación para alterar, transformar o generar

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    Se autoriza la copia, distribucin y comunicacin pblica de la obra, reconociendo la autora, sin fines comerciales y sin autori-zacin para alterar, transformar o generar una obra derivada. Bajo licencia creative commons 2.5 Mxico http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/mx/

    El origEn dE la rEsErva Ecolgica dE la UnaM En cU: historia dE Un conflicto patriMonial y

    aMbiEntal

    Ral Garca Barrios Para Andrs Garca Prez y Wenceslao Roces

    Maestros emritos de la UNAMUno me introdujo al Quijote

    El otro, a El Capital1

    El objetivo ms inmediato es narrar el origen muy poco conoci-do de la reserva ecolgica de la Ciudad Universitaria, decretada en octubre de 1983, en los albores del neoliberalismo. La historia contada es compleja y considera factores locales y translocales que cruzan y rebasan el mbito nacional. Inicia en 1981 con la intencin de la autoridad universitaria de capitalizar el patrimonio territorial universitario, y el surgimiento de varias fuerzas que resistieron esta intencin, permitindole a nuestra mxima casa de estudios refor-zar su carcter autnomo y pblico. Del anlisis de esta historia se destilan varios factores que explican por qu en lugar de construir ejes viales en CU se decret la reserva y se mantuvo la integridad de la Ciudad Universitaria. Se destaca el papel de un movimiento estudiantil-ecologista, el primero de su tipo en Mxico, que cre las condiciones para que estos factores coincidieran y se coordinaran de maneras ms bien contradictorias y sorprendentes. Este movi-miento, adems, adopt una forma distintiva y ms bien extraa para nuestros das, a saber, el de un movimiento ecologista liderado por los estudiantes y maestros del Departamento de Biologa de la Facultad de Ciencias. Pero esta forma organizacional poltico-acadmica no surgi por generacin espontnea. Tambin se relata y analiza su formacin. Palabras clave: Ciudad Universitaria, UNAM,

    1 Muchas personas contribuyeron con recuerdos, comentarios y documentos a la ela-boracin de este texto, aunque me hago plenamente responsable del mismo. Agra-dezco especialmente por su gran apoyo a Emma Len, Consuelo Bonfil, Francisco J. Montellano, Ral Cobhe, Elena lvarez-Buylla, Erndira Cohen, Laurel Trevio, Octavio Miramontes, Gabriela Gaxiola, Javier lvarez, Graciela Zamudio y Luis Garca Barrios.

    * Investigador del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.

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    crisis de la deuda, Facultad de Ciencias, movimiento estudiantil, reserva ecol-gica, Pedregal de San ngel.

    The origin of the UNAMs ecological reserve in CU: history of a patrimonial and environ-mental conflict. The main purpose of this article is to present an account of the origin, not very well known, of the University Campus ecological reserve, decreed in October, 1983, at the beginnings of neoliberalism. The history that is narrated is complex and considers local and foreign factors that intersect and exceed the national area. It initiates in 1981 with the intention of the university authorities to capitalize the territorial university he-ritage, and the emergence of several forces that opposed this intention and allowed our maximum university to reinforce its autonomous and public character. In the analysis of this history several factors are revealed in order to explain why instead of constructing urban motorways in CU the reserve was decreed and the integrity of the University Cam-pus was kept. The role of a student-environmental movement, the first one of its type in Mexico, which created the conditions to make these factors coincide and coordinate in contradictory and surprising ways, is pointed out. In addition, this movement adopted a distinctive and rather new form, namely, that of an environmental movement led by students and teachers from the Department of Biology of the Faculty of Sciences. But this political-academic organization structure did not arise by spontaneous generation. Its creation is also narrated and analyzed. Key words: University City, territorial heritage, debt crisis, Faculty of Science, student movement, ecological Reserve, Pedregal de San Angel.

    Introduccin

    La Ciudad Universitaria (CU) ha jugado un papel fundamental en forjar el carcter de la UNAM. Hace unos treinta aos la comu-nidad universitaria vivi una serie de circunstancias que definieron el destino de esta emblemtica relacin, al ponerse en juego casi la mitad de los terrenos del Pedregal de San ngel donde se erige la CU. Ciertamente los artculos 15 y 16 de la Ley Orgnica2 impiden vender o rentar el patrimonio universitario asignado a proveer los servicios propios de sus funciones: la enseanza, la investigacin y la difusin de la cultura, pero su ms alto rgano administrativo, el Patronato Universitario, puede llegar a la conclusin de que alguno de sus espacios no son o han dejado de ser tiles para estos fines (o que pueden con provecho dejar de serlo); y tiene la autoridad para declararlos e inscribirlos en el Registro Pblico de la Propiedad como propiedad privada de la UNAM. Con esta declaracin tales bienes ya pueden sujetarse a todo tipo de transacciones mercantiles del derecho comn. En palabras llanas, hecho el registro las auto-

    2 La Ley Orgnica de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico puede verse en http://abogadogeneral.unam.mx/PDFS/COMPENDIO/34.pdf

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    Cultura y representaciones sociales

    ridades universitarias pueden vender, rentar, regalar o poner a pro-ducir en asociacin con empresas privadas y pblicas el patrimonio privado de la UNAM.

    Desde una perspectiva econmica convencional esto no tiene nada de especial. La Ley simplemente le ha otorgado a la UNAM un instrumento para capitalizar su patrimonio y optimizar su flujo pre-supuestal, lo que no slo es conveniente sino necesario en las con-diciones de dependencia y dficit financiero crnico que vive la casa de estudios (Dominguez-Martnez, 2000). Lo realmente extrao es que la UNAM se haya negado sistemticamente a aprovechar esta opcin financiera en la escala que le permite su patrimonio fsico, por ello pone en entredicho el principio de eficiencia al que supues-tamente debera sujetarse una magna institucin como la nuestra.

    Los hechos que narraremos y analizaremos ocurrieron entre 1980 y 1982, cuando el rector Dr. Guillermo Sobern Acevedo (1973-1980) y su sucesor, el Dr. Jorge Rivero Serrano (1981-1984), inten-taron valerse de esta posibilidad legal para autorizar el uso de cientos de hectreas universitarias para el desarrollo de varios proyectos que para Hank Gonzlez, entonces regente de la ciudad de Mxico, eran de utilidad pblica, y para el arquitecto Mario Pani, coautor del pro-yecto de la Ciudad Universitaria, seran un beneficio y un don que se le regalaba a los universitarios (Ibarra, 1981). De todos los pro-yectos planteados, slo uno, el de la estacin del Metro Universidad, se llev a cabo en 19 ha cedidas en comodato al Departamento del Distrito Federal por el rector Guillermo Sobern en agosto de 1980. Los dems fracasaron o fueron impedidos, en buena parte debido al movimiento acadmico-estudiantil que enfrent el desarrollo de estos proyectos con una resistencia continua de un ao (1982) y que culmin en la creacin de la Reserva Ecolgica del Pedregal de San ngel dentro de los terrenos de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

    El relato que aqu se presenta es el primer intento de escribir la historia de este movimiento, esclarecer sus causas y componentes y sintetizar sus resultados. Las luchas por defender, utilizar y capita-lizar el territorio patrimonial universitario representan una historia

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    compleja que incorpora factores dinmicos desarrollados en escalas diversas en el tiempo y en el espacio. En ella se intersectan proce-sos de escala global con otros regionales y locales; algunos tienen sus orgenes muchas dcadas antes de lo narrado, otros apenas co-menzaban a surgir en el marco de esta historia y tomaron su for-ma definitiva varios aos despus. A diferencia de algunos registros que slo toman en cuenta uno o dos aspectos, generalmente mal fechados, la narracin apunta a valorarlos conjuntamente, ya que todos contribuyeron decisivamente a la manera como se definieron y articularon los hechos y ninguno es por s mismo suficiente para explicarlos.3

    3 De hecho solamente existen comentarios cortos en varios artculos cientficos y otros documentos fsicos y electrnicos. La mayora de ellos simplifican los hechos y los cubren, consciente o inconscientemente, con un velo que oculta su conflicti-vidad. Por ejemplo, en la pgina de internet de la reserva (http://www.repsa.unam.mx/index.php/historia-repsa, revisada el 15/04/2014) se seala que esta decisin fue tomada gracias al esfuerzo conjunto de acadmicos, estudiantes y autoridades de la UNAM al ver la importancia que adquiran los relictos de Pedregal ubicados dentro del campus universitario ante el escenario de drstica reduccin del Pedregal de San ngel debido al crecimiento urbano de los aos 80. Paradjicamente, para ilustrar tal afirmacin se muestran fotos de estudiantes que, a la fuerza y de mane-ra muy poco cooperativa con la autoridad, detienen camiones que transportaban tierra hacia el interior de los terrenos del Pedregal, para impedir cualquier intento de continuar las obras. Las fotos estn fechadas en 1983 cuando en realidad datan de enero de 1982, un ao antes, como corolario de actividades de defensa iniciadas desde finales de 1981. Esto es crucial, pues significa reconocer que la Reserva Eco-lgica del Pedregal de San ngel, aunque decretada oficialmente en 1983, surgi en funcin de una serie de procesos y actividades de defensa previos. Otra imprecisin comn refiere a los actores principales involucrados en la iniciativa. Por ejemplo, Cano-Santana et. al. (2009), sealan que la Reserva fue iniciativa de un grupo de investigadores y estudiantes de la Facultad de Ciencias, que fueron los primeros en darse cuenta del valor biolgico y ecolgico de estos terrenos. En efecto, un grupo en particular jug un importantsimo papel al sonar el silbato, proponer que los terrenos fueran protegidos y en elaborar un plan para la reserva, pero no fue el nico actor operando en la Facultad de Ciencias. El decreto mismo fue producto de una serie de conflictos ms que una simple iniciativa acadmica bien comprendida por una autoridad debidamente ilustrada. Este grupo particular tampoco fue el primero en darse cuenta del valor biolgico y ecolgico de los terrenos, el gran valor de su papel consisti en que hasta aquel momento haban realizado los estudios biolgicos ms importantes y prepararon un extenso documento para acompaar la propuesta de conservacin del Pedregal. Otros ms como Lot (2008) dejan fuera la trayectoria de lucha de los acadmicos y estudiantes para concentrarse en la preocupacin por por la acelerada destruccin del Pedregal e imbuidos por una nueva conciencia acer-ca de los problemas ambientales, ya que se trataba del ltimo reducto de una de las comunidades vegetales del Pedregal, el matorral de palo loco, que para entonces slo exista en los terrenos de la Universidad. De nuevo se comete el error histrico de fechar los eventos en 1983, un ao despus de los hechos y slo en trminos ambien-tales, sin tomar en cuenta el trasfondo poltico e ideolgico de los actores. Es curioso que sea en la Wikipedia donde se hace alusin general a ese trasfondo cuando seala que el decreto de la Reserva sucedi tras una fuerte movilizacin de estudiantes

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    Cultura y representaciones sociales

    Est claro que lo expresado a continuacin es una versin que no pretende ser neutral u objetiva. Su naturaleza crtica est marcada por mi propia participacin directa en la lucha por establecer la re-serva del Pedregal, al igual que otras personas que hoy realizan acti-vidades acadmicas en la UNAM o que de alguna u otra manera han jugado un papel relevante en la vida poltico-ambiental de este pas. Por ello, debo reconocer que mi relato trasciende la mera curiosidad cientfica. Sus recuentos han obtenido su energa de emociones in-tensas y un fuerte sentido de compromiso que me han animado en movimientos similares por tres dcadas. En descargo de este com-ponente personal debo sealar que no he recurrido nicamente a mi memoria y a la de ms de dos docenas de personas entrevista-das personal o colectivamente; pues en la memoria los hechos y los sentimientos se descomponen y mezclan de maneras confusas que requieren de una importante labor de cotejamiento, filtracin y re-construccin para ser significativas. Para ello he consultado diversos archivos histricos y numerosos documentos primarios y secunda-rios con el fin de reconstruir e interpretar lo mejor posible esta etapa definitoria de nuestra Ciudad Universitaria.

    Actualmente la Reserva Ecolgica de la UNAM es una de las reas de conservacin urbana ms grande del mundo y el valor de su biodiversidad es reconocida en la abundante literatura publicada (Lot Helgueras and Cano-Santana, 2009). Nadie duda de las funcio-nes ambientales que provee a la Ciudad de Mxico, incluida las est-ticas, y la autoridad universitaria ha ido incrementando cada vez ms el presupuesto asignado para su desarrollo. Si esto es motivo de or-gullo para todos los universitarios por qu empaarlo con una his-toria de confrontaciones, muchas de ellas remontadas y olvidadas? Las recupero para situarlas en su momento porque estoy convenci-do que el alma mater que nos identifica solamente puede realizarse si hacemos un esfuerzo para conocernos a nosotros mismos, con todas nuestras luces y sombras. Estoy plenamente consciente que

    agrupados en el Comit de Defensa del Pedregal, quienes se oponan vigorosamente a su destruccin, por parte de las autoridades universitarias, con fines urbansticos y viales. Al inici cont con una extensin de 172.133 hectreas (http://es.wikipedia.org/wiki/Pedregal_de_San_ngel).

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    tratar de escribir una historia coherente de este periodo en el que participaron universitarios que actualmente son autoridades, investi-gadores o profesores de la UNAM (varios de los cuales operaron a veces como rivales) se convierte en una empresa todava ms difcil, y recuperar e interpretar de la mejor manera que podemos el pasado universitario tampoco puede guiarse por una bsqueda de la verdad y el cultivo de la pureza del espritu en s mismos, ya que si bien son propsitos importantes, no son suficientes. Se requiere tam-bin de un esfuerzo para entender los conflictos que hemos vivido y respecto a los cuales tomamos las posiciones que en su momento consideramos como las ms adecuadas. Esto es importante porque la historia es un dilogo del presente con el pasado que permite ima-ginar con mayor potencia y claridad las posibilidades del futuro. La que aqu presento sobre el movimiento del Pedregal demuestra que hay dos aspectos suyos que no hay que olvidar nunca. En primer lu-gar, en este episodio cristalizaron, de manera hasta cierto punto in-esperada, fuerzas histricas fundamentales que intentaban construir espacios de democracia directa (socialista) en la universidad y el pas, y que fueron severamente reprimidas y derrotadas el mismo ao que se decret la reserva. En la medida que esta reserva es producto de esas fuerzas, tambin es su legado. Ciertamente las circunstancias han cambiado pero las razones que impulsan la construccin y de-fensa de espacios sociales reemergen siempre, tal y como lo haran con gran potencia tras una dcada en el movimiento zapatista o como vuelven a parecer con formas y contenidos completamen-te nuevos y originales; este es el caso de organizaciones como la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales, la Red en Defensa del Maz y el movimiento Sin Maz no hay Pas, as como la Unin de Cientficos Comprometidos por la Sociedad. Otra cosa que no hay que olvidar es que la lucha por el Pedregal ocurri justamente en la transicin poltica y econmica de carcter global marcada por la crisis de la deuda de 1982, que frustr las pretensiones de soberana nacional y tambin dio origen al muy desafortunado neoliberalis-mo mexicano. Este inici con el trastabillante y represivo rgimen de Miguel de la Madrid, evolucion hacia el neoliberalismo social y

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    Cultura y representaciones sociales

    corrupto de Carlos Salinas de Gortari, culmin en el neoliberalismo ortodoxo y oligrquico de Zedillo y decay despus en el decadente, estpido y sangriento neoliberalismo de sus sucesores panistas en la presidencia, dando lugar a tres dcadas perdidas para nuestro pas. Esto es fundamental de recuperarse porque a pesar de las mejores intenciones y extraordinarias capacidades de muchas personas que participaron activamente en el desarrollo de las instituciones neoli-berales, casi todos los rganos de reproduccin de la vida comunita-ria mexicana se han derrumbado, y es muy probable que la UNAM tambin hubiera sucumbido de haber decidido tomar el camino de la alienacin y capitalizacin de su patrimonio. La lucha por la reser-va ecolgica fue, en ltima instancia, una lucha por preservar la raz social y el entramado comunitario ni mercantil ni estatal de la universidad pblica autnoma. Ningn rector ha considerado desde entonces hacer un uso extenso del derecho legal a alienar el patrimo-nio fsico universitario, y por ello la UNAM es y podr seguir siendo uno de los crisoles de nuestra nacin.

    Este ensayo est dedicado a dos grandes profesores de nuestra universidad, con quienes tuve la fortuna de compartir parte de la vida y tener relaciones entraables. Ambos jugaron una parte fun-damental en mi formacin personal o profesional. Tambin est de-dicado a los bilogos en formacin, a quienes dirijo al final del texto una amigable advertencia.

    La capitalizacin de la UNAM: contexto global, nacional y decisiones que se transforman en dilemas

    Una decisin se convierte en un dilema con cuernos amenazantes en funcin de quin la toma y de su circunstancia. Hasta hace slo un lustro vivimos bajo la fantasa de que todos los bienes y valo-res son capitales intercambiables y forman una cartera de opciones (mercantiles o no) sobre la que los individuos racionales podemos tomar decisiones para maximizar el valor presente del flujo de sus servicios, y en conjunto construir una situacin social de eficiencia

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    y mximo bienestar. Esta idea neoliberal, al parecer sorprendente y revolucionaria, no es ms que un fantasma muy viejo con nuevo impulso, que sin dejar de ser un muerto viviente recorri todo el mundo en las ltimas tres dcadas. De hecho, y esto es por lo me-nos irnico, Marx sealaba su presencia espectral como un indica-dor de que una gran crisis econmica y civilizatoria se aproximaba. Por su parte, en La gran transformacin, Karl Polanyi (2009) dej bien claro que el proceso de construir un sistema autorregulado de mer-cados estara marcado por las dificultades y conflictos creados por la profunda reaccin de las poblaciones humanas al ver amenazada la sustancia vital de sus comunidades y sociedades. Esto dara lugar a ciclos de capitalizacin y expansin de los mercados seguidos por periodos de descapitalizacin caracterizados por un aumento de la regulacin externa y el proteccionismo social.

    La historia del movimiento estudiantil que aqu relato comienza en un momento en que el desgaste de las fuerzas del Estado mexi-cano estaba muy cerca de alcanzar un mximo, pero tambin en que ciertas circunstancias especiales cegaron a la clase poltica nacional y la convencieron de que una nueva fase de expansin guiada por el Estado estaba en puerta. Despus de la primera crisis de la deuda mexicana (1976) el entonces nuevo presidente, Jos Lpez Portillo, consider necesario quitarse de encima los amarres de austeridad impuestos a la nacin por el Fondo Monetario Internacional, y se lanz a lo que sera el ltimo intento histrico de las autoridades mexicanas de negociar con los Estados Unidos en trminos de igualdad (Lpez Portillo, 1988). La expectativa de xito provena de la nueva base petrolera creada por los descubrimientos en Tabasco y Campeche y de condiciones geopolticas que parecan propicias (Meyer and Morales, 1990). El alza de precios provocada por el em-bargo petrolero de la OPEP en 1973, y luego el de 1979, justificaba la bsqueda desesperada de nuevas fuentes de energa en Estados Unidos y Europa, al tiempo que el aumento de las rentas y ganancias extraordinarias de los pases del medio oriente aceleraba el ahorro colocado en los centros financieros occidentales (los petrodlares), y por lo tanto de los crditos internacionales baratos (Cline, 1985;

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    Cultura y representaciones sociales

    Sachs, 1986; Ewert, 1988). Ambos factores se traduciran en una abundante oferta crediticia que encontr su demanda en la orgullosa estrategia soberana mexicana: el gobierno acept fondos de deuda y el crdito fluy abundantemente (Lustig, 1995).

    Pero esta historia parcial de ofertas y demandas mercantiles es un velo corrido sobre lo que realmente estaba en juego. En buena parte por las desagradables sorpresas que les dieron a las poten-cias mundiales las expropiaciones petroleras unilaterales de Mxico y Bolivia antes de la II Guerra Mundial, al terminar sta las gigantes-cas corporaciones petroleras/financieras norteamericanas, en colu-sin con su gobierno, se dedicaron a construir un sistema de control energtico mundial que descansaba en tres pilares: el podero militar norteamericano, el dlar como medio de pago universal por el pe-trleo, y el control corporativo de las fuentes alternativas de energa (p.ej., la nuclear). Manipulando este sistema, en 1973 estas corpora-ciones lograron aumentar permanentemente los precios de los hi-drocarburos, y con ello sus mrgenes de ganancia, al lograr atar tres factores concurrentes, pero independientes, como si fueran un solo paquete econmico: el aumento de la tasa de impuestos sobre la extraccin de petrleo impuesto por los pases de Medio Oriente, la reduccin de la oferta petrolera de estos mismos pases como medi-da de presin para que el mundo reconociese las demandas palesti-nas, y el sentimiento popular de escasez y vulnerabilidad energtica que inici la publicacin en 1970 del reporte del Club de Roma: Los lmites del crecimiento en los pases desarrollados (Meadows and Club of Rome, 1972; Mitchell 2011). El reciclaje de petrodlares y la penetracin financiera de Latinoamrica fue uno de los resultados de la expansin del sistema petrolero/financiero norteamericano, y se estableci a pesar del dao que provoc a la poblacin de los pases desarrollados (Prins, 2014). Las oportunidades abiertas para Mxico, por lo tanto, eran parte de un campo de negociacin fuer-temente controlado por una coalicin poltico-econmica que bus-caba su expansin en todo el mundo y en especial en Latinoamrica, por lo que resulta paradjico que las autoridades mexicanas hayan credo poder negociar con ventaja y a favor de la independencia

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    nacional justamente en los trminos de un sistema construido para evitar la soberana de los pases productores y defender los intereses corporativos. Muy pronto pagaramos las consecuencias de intentar capitalizar nuestros recursos en los trminos establecidos por nues-tros rivales, y los hechos demostraran tambin que haba acabado la era de los pases no alineados, pues una deuda impagable que afect a ms de 40 pases en vas de desarrollo estableci las condiciones para destruir completamente la soberana mexicana en prcticamen-te todas sus dimensiones.

    Sin embargo, por un breve periodo (1978-1981), Mxico pudo sentirse con mayor autonoma, pues la economa mexicana creci explosivamente, a tasas cercanas al 9% anual (Haber; 2008; Cypher and Delgado Wise, 2010). Estos fueron aos de abundancia de los presupuestos pblicos, incluido el de la UNAM (Dominguez-Mar-tnez, 2000), y de un crecimiento acelerado de las infraestructuras carreteras y urbanas (Aguilar, 1987). El valor econmico de los pe-dregales de la UNAM sin uso aparente (casi 500 ha) aument dra-mticamente. Es cierto que el paisaje que ofrecen es hermossimo y estn cubiertos por una vegetacin nica en su tipo, pero tambin que en su momento esto no les daba prcticamente ningn valor para los desarrollistas que ven, como ahora, en el asfalto y el ace-ro progreso y empleo. En cambio, por su localizacin geogrfica y proximidad a algunas de las zonas residenciales y comerciales ms importantes de la ciudad, su potencial financiero era inmenso. El arquitecto Mario Pani, coautor del diseo de la Ciudad Universitaria, calcul en 1981 que el beneficio al que renunciaba la UNAM por no realizar un manejo financiero adecuado de su patrimonio territorial no ocupado alcanzaba 15,000 millones de pesos de aquel momen-to (Ibarra, 1981).

    Bajo este marco surgieron por consenso mutuo entre autoridades gubernamentales y universitarias una serie de proyectos para desa-rrollar los terrenos del Pedregal a lo largo de la siguiente dcada. Segn el Plan Parcial de Desarrollo de la Delegacin de Coyoacn

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    Cultura y representaciones sociales

    de 1980,4 los proyectos consistan, en lo siguiente: la construccin de la estacin del Metro Universidad con servicios semejantes a la Estacin de Taxquea, incluyendo un paradero de autobuses; la continuacin subterrnea de la lnea 7 del Metro en la zona ponien-te de CU y sobre ella la construccin del Eje Vial 4 Poniente, ambos dirigidos hacia el centro comercial Perisur y la Villa Olmpica; el Eje Vial 11 Sur, que pasara frente de la Facultad de Ciencias, atra-vesara Insurgentes y entroncara con el Eje 4 poniente al inicio del jardn botnico; un tercer eje vial en direccin poniente-oriente que correra entre la Sala Netzahualcyotl y las actuales oficinas admi-nistrativas; la cesin en comodato de terrenos a empresas privadas que colaboraban con la investigacin y desarrollo universitarios; y la renta de terrenos para la construccin de un conjunto de ofici-nas del gobierno federal y capitalino que concentraran los servicios pblicos, mejorando el acceso a la ciudadana y disminuyendo los costos de la burocracia. Como puede verse, este plan de desarrollo hubiera implicado la destruccin completa del ecosistema que hoy se enmarca dentro de la Reserva Ecolgica de la UNAM.

    En su momento tales proyectos parecan una excelente idea, una situacin ganar-ganar para todos. Encontraron, sin embargo, una resistencia feroz en muchos universitarios. Por qu? Qu tipo de agente de decisin es la UNAM y cules son sus circunstancias, que las opciones que a otros les parecen tan racionales y atinadas la su-men en profundos dilemas?

    Para conocer todava mejor a nuestra universidad y contestar es-tas preguntas, conviene retroceder todava ms en el tiempo, has-ta el origen de la Ciudad Universitaria (CU) en el Pedregal de San ngel5. Pues bien, el 11 de septiembre de 1946 el presidente de la Repblica, Manuel vila Camacho, decret la expropiacin de aproximadamente 7.3 millones de metros cuadrados en el Pedregal de San ngel, los que pertenecan originalmente a cinco ejidos.6 Por 4 Al que tuvimos acceso varios de los estudiantes ms activamente involucrados en el

    movimiento, adems se cuenta con diversos artculos publicados en la revista Proceso y con el testimonio de varios entrevistados recientes.

    5 En lo que sigue nos apegaremos a las narraciones de Daz y de Ovando (1979).6 El captulo 4 del Tomo II del libro coordinado por Ral Domnguez (2013) sobre La

    historia General de la Universidad Siglo XX est dedicado a la concepcin y construccin

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    Decreto Presidencial se estableci el 25 del mismo mes que estos terrenos pasaran a manos de la UNAM para construir en ellos la Ciudad Universitaria: fueron entregados en un acto solemne el 28 de noviembre del mismo ao.

    De inmediato comenzaron las discusiones acerca de cmo finan-ciar las obras. Evidentemente, el presupuesto de la UNAM (en ese momento de aproximadamente seis millones de pesos) no alcanzaba ni para iniciar, por lo que el rector Salvador Zubirn lanz una cam-paa de recaudacin por 10 millones pesos. Para sorpresa de todos, el 13 de noviembre un gran potentado mexicano-libans, Simn Naguib, critic la campaa de Zubirn y la llam un acto de humi-llacin por caridad pblica, que adems no contaba con el apoyo de los capitalistas mexicanos. l estaba dispuesto a ofrecer, de manera altruista y con el supuesto beneplcito del presidente de la Rep-blica, 40 millones de pesos para construir la Ciudad Universitaria, pero con una condicin fundamental: sta deba convertirse en una universidad privada, ya que la UNAM era un organismo de ense-anza conservador plagado de demagogia profesional. El magnate argumentaba adems que era necesario garantizar una formacin y manejo financiero adecuado del nuevo patrimonio universitario, que segn sus clculos ascenda a 350 millones de pesos.

    No tardaron en surgir hondsimos y airados comentarios por el gesto de generosidad que vino acompaado de censuras respecto al funcionamiento y efectividad de la Mxima Casa de Estudios. Vale

    de la Ciudad Universitaria. El autor, Emilio Gonzlez (2013), escribe lo siguiente en las pp. 191 y 192: El primer enunciado de uno de estos instrumentos jurdicos acerca de los terrenos sobre los que se erigi la Ciudad Universitaria comienza de la siguien-te manera: Decreto que expropia los terrenos ejidales de los poblados de Tlalpan y Copilco, de la Delegacin Tlalpan, y Padierna y San Jernimo Aculco, de la Delega-cin de La Magdalena Contreras, Distrito Federal [En ese mismo documento] se seala que el total estos terrenos sumaban 723 hectreas... el valor de todos los terre-nos expropiados era de 219,960 pesos, mientras que los bienes races fincados sobre los mismos fueron valuados en 62,221 pesos [De] acuerdo con las ofertas hechas por las autoridades de la universidad los ejidatarios recibirn: a) Una casa habitacin a cambio de la que tendrn que abandonar cada uno de los 43 ejidoatarios de Copilco ms 15 hijos de ejidatarios o avecindados en dicho lugar..., b)Trabajo en las obras y permanente dentro de la universidad a los siguientes 45 ejidatarios de Copilco..., c) educacin gratuita, preparatoria y profesional a los 83 hijos de ejidatarios de Copil-co..., d) La concesin de continuar cultivando sus tierras, mientras no sean requeridas para la construccin de las distintas obras que emprender la universidad, e) importe en efectivo o la reposicin de las obras de carcter comunal. El documento viene firmado por el presidente en turno, General Manuel vila Camacho.

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    Cultura y representaciones sociales

    la pena recoger textualmente partes de la respuesta que dio el mismo rector Zubirn al emprendedor Seguib en el peridico Excelsior, pues expresa con toda fuerza uno de los elementos centrales del carcter persistente de nuestra universidad, que le han impregnado: [] quienes, con su obra fecundada y con su luminoso ejem-

    plo, la han colocado como vital organismo de la patria y baluarte de la cultura nacional; est, por tanto, ms all de las mezquinas ambiciones y audacias de empresarios [] Una Universidad no puede ser producto de millones transformados en piedras y ladrillos, acumulados en edificios, por ostentosos que sean. Antes que nada, La Universidad es espritu, tradicin, cultura, esfuerzo realizado con entusiasmo, con sacrificio, por hombres que consa-gran su vida al saber, a las manifestaciones ms elevadas del espritu y an desprecian la acumulacin de riquezas materiales [] Una universidad no se forja con al riqueza material de un hombre (op. cit. pp. 95-96)

    A esta extraordinaria respuesta del rector Zubirn se sum Agus-tn Arce (pseudnimo de Jos Mara Lujn) con un artculo publi-cado en El Universal el 23 de noviembre de 1946, orientado a des-enmascarar las verdaderas intenciones de Seguib: este generoso capitalista especulaba con los recin adquiridos terrenos, pues una vez construida la Ciudad Universitaria, al menos seis millones de los 7.5 millones de metros cuadrados del Pedregal seran patrimonio disponible para el mercado de bienes races. Era evidente que estos terrenos significaran un fantstico negocio para quien controlara su capitalizacin. Segn el mismo Lujn, las ganancias que se despren-deran de tal acto de filantropa alcanzaran al menos una tasa de 200%.7

    7 Es posible extender estas especulaciones. Si es cierto, y es muy probable que lo sea, que Seguib declar la verdad: el presidente de la repblica conoca y aprobaba su plan, entonces la universidad sirvi de pretexto para despojar por acto de utilidad pblica a los ejidatarios y comuneros de una gran cantidad de tierra con el propsito de comercializarla con gran ganancia privada. Si este fue el plan original, entonces los universitarios nos encargamos, a travs de nuestra resistencia a la privatizacin, de remontar un pecado original de la creacin de la CU y realizar el contenido social de dicha expropiacin.

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    Si en nuestros das la propuesta de Seguib sera relativamente bien recibida por muchos, en ese momento result en un escndalo nacional. El magnate debi retirar su oferta, y el presidente de la Repblica, implicado por las declaraciones del millonario, tuvo que contradecirlo pblicamente y sealar que no aprobaba el proyecto de privatizar la Ciudad Universitaria. Es probable que la mortifica-cin que le provoc este asunto a vila Camacho, al poner en en-tredicho su compromiso y cario por la educacin superior pblica (un sentimiento nacional todava dominante), lo llevara a abandonar cualquier pretensin de expropiar parte del patrimonio universitario para financiar la CU. El hecho es que retir otra propuesta que haba presentado al rector, consistente en comprar por su valor comer-cial algunos de los edificios que posea la UNAM en el centro de la Ciudad de Mxico. El monto total de estos magnficos edificios ascenda a muchos millones de pesos, pues incluan el Palacio de Minera, la Escuela Nacional Preparatoria y las antiguas Escuelas de Medicina, Odontologa, Iniciacin Universitaria y de Bellas Artes, as como iglesias de San Agustn y de San Pedro y San Pablo, entre muchos otros. Esta propuesta de compra-venta estaba apoyada por algunos investigadores como Rafael Garca Granados del Institu-to de Investigaciones Estticas, con el argumento, legtimo en esos aos, de que estos edificios podan dar un extraordinario servicio pblico al pueblo mexicano estando en manos del gobierno. Pero con el cambio de opinin presidencial los edificios no tuvieron que ser vendidos. Fue Miguel Alemn, quien dara la salida financiera al problema, primero con una donacin de 400 mil pesos como nue-vo presidente electo, lo que logr disipar muchas dudas financieras; y luego, ya como presidente en funciones, con su apoyo total a la construccin de la Ciudad Universitaria, que segn una nota perio-dstica del momento pudo alcanzar un costo para el erario pblico de hasta 200 millones de pesos (Gonzlez Gonzlez, 2013).

    Con esta historia en mente, podemos ahora comprender mejor por qu hasta la llegada de Sobern los rectores rechazaron capitali-zar el Pedregal, y por qu existen fuerzas que se oponen tajantemen-

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    te a ello. La historia de la fundacin de la CU nos ensea tres cosas, que dichas en trminos modernos son:

    El patrimonio de la UNAM en el Pedregal de San ngel ha 1. sido objeto de la codicia especulativa econmica y polti-ca desde sus orgenes.Siempre han habido universitarios que opinan que el patri-2. monio universitario puede ser capitalizado con provecho, por motivos de eficiencia privada o pblica.Una parte importante de la comunidad universitaria (que in-3. cluy a rectores que hicieron historia como Zubirn, y antes que l a Baz) ha credo siempre que la capitalizacin de la universidad y el espritu universitario no son, en lo general, compatibles.

    Estas tres corrientes han crecido a travs de las dcadas, compli-cndose extraordinariamente. Pero la UNAM ha sido, es y seguir siendo, mientras exista, uno de esos rganos de la nacin, cada vez ms raros, que mantienen su reserva tica, la definen, la arraigan a su historia y le ofrecen un futuro, si ha de tenerlo. En un pas como Mxico, tan lejos de Dios y tan sometido a las fuerzas imperiales norteamericanas, esta funcin no puede ser ms compleja. Se ha establecido al transitar por la historia del siglo XX por la intersec-cin de procesos muy profundos y contradictorios, que provocan la acumulacin de recursos, poderes, hbitos y prcticas intelectuales y morales dismiles, incluso rivales, pero ntimamente entrelazados. La universidad comenz como el locus liberal y autnomo de una excelencia acadmica positivista, luego se le agreg su condicin de refugio para el gran pensamiento cientfico y humanstico en exi-lio, para despus constituirse en una de las fuerzas principales de construccin de la unidad nacional y el mecanismo casi exclusivo de ascenso social en un pas marcado por la desigualdad; posterior-mente se convirti en un rgano de formacin de profesionales de alta capacidad para la industrializacin y modernizacin del pas y, finalmente, devino una fuerza de crtica y transformacin social y cultural (Guevara Niebla, 1980; Dominguez-Martnez, 2000 y 2013).

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    A esta larga trayectoria debe sumarse ahora el impulso neoliberal y tecno-cientfico de las ltimas tres dcadas, que ha podido aduear-se de espacios y funciones importantes de la vida universitaria, en especial los criterios de evaluacin del desempeo acadmico y la investigacin corporativa en biotecnolgica y energticos (ver por ejemplo, el nfasis de la actual Coordinacin de Vinculacin de la UNAM). Esta ltima etapa ha enfrentado una extraordinaria resis-tencia por parte de amplios sectores de la comunidad y ahora va en retroceso.

    Nuestra universidad es como un espeso y gigantesco entramado poli-especfico de rboles matapalos en competencia, donde cada organismo resume vida y potencia, crece estrechamente abrazado a los dems y trata furiosamente de ahogarlos. Pero ninguno ha teni-do xito, nunca. Paradjicamente, por la arquitectura del todo, los individuos se sostienen e impulsan unos a otros en un mutualismo que da lugar a una extraordinaria fronda que, con claros por aqu y desgarrones por all, da sombra y abrigo a toda la nacin. De este conglomerado extraordinario se espera, desde hace muchas dcadas, no slo que provea a la sociedad mexicana de manera excelente los bienes y servicios de la alta cultura, sino que la determine y la mol-dee como una comunidad nacional, a travs de la educacin gratuita, cientfica, tcnica y humanstica, la accin crtica y el ejemplo tico. Las condiciones de pluralidad conflictiva en las que necesariamente se realizan estas mltiples funciones hacen que lo que en otras con-diciones seran slo simples decisiones, se conviertan, en ocasiones y por fortuna, en dilemas.

    El papel de los bilogos en la defensa del Pedregal

    Bajo la fronda de este gran super-organismo retornemos a nuestra historia original, la lucha de 1982 por el patrimonio universitario en el Pedregal de San ngel. sta adopt una forma distintiva, a saber, el de un movimiento ecologista caracterizado por el liderazgo de los estudiantes y maestros del Departamento de Biologa de la Facultad

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    de Ciencias. Esto no significa dejar fuera a otros actores. En un mo-mento en que apenas se visualizaba con claridad la emergencia de los llamados nuevos movimientos sociales, la reserva fue un logro de un movimiento muy amplio, que abarc en la UNAM a toda la Facultad de Ciencias y a muchsimos estudiantes de otras facultades. Sin embargo, para entender lo que fue un ejercicio de creacin de conciencia socio-ambiental exitoso se requiere comprender la natu-raleza del liderazgo estudiantil que le dio origen y cuya actividad va ms atrs de 1983, ao en que se formaliz el decreto.

    Este liderazgo de los bilogos universitarios fue resultado de la interseccin de tres procesos locales. El primero involucra una larga historia de participacin en el gobierno acadmico y administrativo de la Facultad de Ciencias, a travs de la Asamblea general y los consejos paritarios departamentales e interdepartamentales. Iniciada en 1973, para 1981 tal forma de gobierno haba definido una inte-raccin compleja y hasta cierto punto desgastada de organizaciones de izquierda entre s, por un lado, y de stas con los acadmicos y estudiantes por el otro. El segundo, de carcter ms bien acadmi-co, comprende la forma particular en que se realiz la investigacin biolgica en la Facultad de Ciencias durante la dcada de los 70s e inicios de los 80s, que se distingue en varios sentidos de la llevada a cabo en la dcada anterior o la que se practica en la actualidad. En este segundo proceso jug un papel central el contexto creado por el estrecho pero conflictivo entramado de interacciones entre el academicismo tradicional, la academia crtica y las nuevas prcticas cientficas y tecnolgicas del neoliberalismo emergente. El tercero est relacionado con la expresin local del movimiento ambientalis-ta mundial, que emergi en Mxico a finales de los 70s e inicios de los 80s. A continuacin analizaremos brevemente cada uno de estos factores y su contribucin a la formacin del movimiento de defen-sa del Pedregal y la creacin de la reserva ecolgica.

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    La formacin de la capacidad de lucha de los estudiantes y profesores de Ciencias

    Durante la dcada de los 70s y hasta el inicio de los 80s del siglo pasado la generacin de los profesores y estudiantes (fsicos, mate-mticos y bilogos) de la Facultad de Ciencias combinaba una re-conocida capacidad acadmica con un firme compromiso con la democratizacin y la transformacin socialista de la universidad y el pas. Las causas ms profundas de esta singular combinacin se enmarcan en el anticolonialismo de los 60s y 70s, representado por la revolucin cubana y la guerra de Vietnam, as como por el mo-vimiento del 68 que se expandi en todo el mundo al expresar la profunda frustracin que las nuevas generaciones experimentaban con el fracaso de las polticas de posguerra para avanzar en la demo-cracia, la liberacin de los pueblos y las mejoras sociales prometidas (Fontana i Lazaro, 2011). Para el desarrollo de esta conciencia crtica tambin fueron importantsimos los hechos y efectos de la Gue-rra Sucia en el pas: durante el rgimen de Luis Echeverra lvarez (1971-1976) y Lpez Portillo ms de 500 jvenes ligados a las gue-rrillas urbanas y rurales fueron desaparecidos o muertos como parte de la respuesta de los intereses polticos nacionales a las presiones de la guerra fra en la lucha contra el comunismo(Mendoza Garca, 2005; Morales Hernndez, 2007).8 Ya que la suciedad de esta guerra pudo ocultarse eficazmente a nivel nacional e internacional, Mxico pudo ser conocido como la dictadura perfecta por las caractersticas excepcionales de su ejercicio del poder autoritario,9.10

    8 Ver http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_sucia_en_Mxico. Vase tambin la pgi-na del Tribunal Permanente de los Pueblos Mxico, en particular el resolutivo del Tribunal a la Audiencia transtemtica Represin a los movimientos sociales y los defensores de derechos humanos- 22, 23 y 24 de noviembre de 2013, Ciudad de Mxico. http://www.tppmexico.org/wp-content/uploads/2014/01/Dictamen-Au-diencia-transtemtica-sobre-Represin-a-los-movimientos-sociales.pdf

    9 La popularizacin del trmino se debi a Vargas Llosa, quien lo us en una emisin de Televisa en 1990. Ver http://es.wikipedia.org/wiki/Dictadura_perfecta

    10 La profundidad de las contradicciones fueron extraordinarias, hasta llegar al surrea-lismo. En esta misma dcada Mxico dio apoyo irrestricto a la inmigracin poltica chilena, argentina y uruguaya causada por los golpes militares, se enfrent con Es-tados Unidos al brindar su apoyo a las revoluciones nicaragense y salvadorea, y nunca dio la espalda a Cuba. Simultneamente, Luis Echeverra y Jos Lpez Portillo

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    Cultura y representaciones sociales

    Desde 1967 los estudiantes de la Facultad de Ciencias y su cre-ciente cuerpo de profesores de carrera se entonaron con el espritu crtico de los tiempos y adoptaron posiciones ticas y polticas muy exigentes. Hasta 1972 sus expresiones fueron permitidas, si no que alentadas, por las autoridades de la UNAM. Esto permiti que la idea de democratizar la universidad surgiera no slo en Ciencias, sino tambin en muchas otras instancias como Arquitectura, Me-dicina y Economa (Cepeda Flores, 2006). En 1973, poco despus de comenzar el rectorado de Guillermo Sobern, la idea ya haba madurado en amplios sectores de la academia y del estudiantado, y fue puesta en prctica a pesar de la oposicin de la nueva adminis-tracin. Si bien este proceso democratizador estuvo lejos de vencer tal oposicin y expandirse en toda la universidad, si pudo transfor-mar el modo de gobierno de varias facultades. Tal fue el caso del Autogobierno de la Facultad de Arquitectura que, como veremos, tambin jug un papel relevante en la defensa del Pedregal.

    Concretamente en la Facultad de Ciencias, sobre la estructura formal autoritaria establecida se construy un edificio de gobierno democrtico aceptado por (casi) todos los miembros y sectores de la comunidad (Cepeda Flores, 2006).11 As, desde 1973 la autoridad acadmica y administrativa mxima fue la Asamblea general, apoya-da en una representacin paritaria de estudiantes y profesores en los tres Consejos Departamentales y el Interdepartamental. Directores y coordinadores de departamentos deban tomar sus decisiones en el seno de estos rganos democrticos. Pero para 1980 esta estruc-tura se haba desgastado. Al ser enfrentada sistemticamente por las autoridades universitarias, la comunidad de Ciencias desarroll rasgos paranoides que se expresaron sobre todo en las reuniones de la Asamblea general y la volvieron disfuncional. Este desgaste se

    estuvieron, lo mismo que varios de sus secretarios de estado, en la nmina de la CIA.

    11 El libro de Quico Cepeda Flores (2006) es sin duda la mejor fuente que existe sobre la historia de la Facultad de Ciencias, desde sus orgenes hasta los finales de la dcada de los 80s. Nuestro ensayo recoge muchos elementos de este libro. El texto completo es de inters inmediato para todos los cientficos mexicanos, y en particular para quienes estudiamos en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Puede obtenerse de la red en: http://www.cima.uadec.mx/images/Libros/FranciscoCepeda/prometeo.pdf

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    aliment tambin por la profunda crisis que padecieron las distintas corrientes de izquierda, no slo en la universidad sino en Mxico y el mundo: las tendencias socialistas y eurocomunistas haban plantea-do su inters por dar una salida democrtica a la crisis estructural de la poca y fortalecer la democracia poltica para establecer una hege-mona paulatina del proletariado (Fernndez, 1981). Dada la refor-ma poltica parcial que decidiera impulsar el Partido-Estado mexica-no en esos aos, algunas de estas organizaciones pudieron encontrar un ambiente poltico y legal ms o menos favorable para unificarse y formar el Partido Socialista Unificado de Mxico (PSUM).

    En la Facultad muchos profesores (y pocos estudiantes) simpati-zaban con esas salidas, pero eran relativamente dbiles, por su re-formismo, para imponer sus posiciones en la Asamblea general. Ciertamente en esta instancia todava predominaba una voluntad de lucha de clases/masas inmediata contra el sistema de explotacin capitalista en su conjunto, pero incluso en este sentido el rgano de gobierno se haba debilitado considerablemente. Para finales de 1980 las organizaciones polticas universitarias ms serias (algunas con una presencia importante en la Facultad) tenan sus energas y compromisos colocados en otro lugar. Haban emprendido la ida al pueblo, y se hallaban vinculadas de algn u otro modo con los movimientos nacionales de masas que se agrupaban en torno a cua-tro grandes coordinadoras: la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, la Coordinadora del Movimiento Urbano Popular, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educacin y la Coordinadora Sindi-cal Nacional (Fernndez, 1981; Par 1982). Para tales Coordinado-ras el momento histrico tena un alto potencial revolucionario pues el impulso petrolero comenzaba a mostrar sus contradicciones: el aumento en el dficit de la balanza de pagos, una gigantesca acumu-lacin de deuda, la contraccin del sector industrial y la agudizacin de las tendencias especulativas y la expansin del sector financiero (Fernndez, 1981). Se esperaba en consecuencia otra crisis (que efec-tivamente lleg en 1982) y una profundizacin del horrible rostro de la austeridad, que para entonces comenzaba a generar descontento social, lo que podra desatar la accin de las masas oprimidas si se

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    lograba cumplir con las tareas organizativas necesarias.12 El efecto de estas visiones dentro de la UNAM llev a importantes disputas. En 1981 una gran cantidad de facciones polticas menores debatan en la Facultad de Ciencias un sin fin de diferencias ideolgicas, cuya dinmica qued claramente descrita por Pablo Gonzlez Casanova (1980):

    De qu socialismo hablamos hoy? De qu marxismo? La conciencia y la voluntad del pensamiento socialista contempor-neo operan en una realidad cuyas diferencias son abismales. Cada categora objetiva tiene importancia: el sistema social, la estructura, el Estado, la Civilizacin. Cada una corresponde a luchas decisivas, entre pases socialistas y capitalistas, entre fuerzas imperialistas y de liberacin, entre dictaduras y democracias, entre enajenacin y revolucin cultural. Unas y otras se distinguen y montan, dialogan-do, tribalizndose, chocando. La conciencia y voluntad del pensa-miento socialista varan en prioridades y condicionamientos. Qu luchas dar y cmo darlas, dnde, cundo?

    Sumada a la paranoia imperante, la abundancia de conflictos ideolgicos irresolubles entre las distintas corrientes y grupos polti-cos enfrentados (social-demcratas, leninistas, guevaristas, maostas, trotskistas, anarquistas, etc.) desgast hasta inhabilitarlos tanto en la prctica como en el lenguaje poltico, y caus un enorme ofusca-miento en muchos estudiantes y profesores, que simplemente vieron en la Asamblea un rgano autoreferido y autocomplaciente, muy alejado no solo de sus intereses sino de los problemas universitarios o nacionales ms urgentes y legtimos. Muchos de ellos simplemente 12 El ascenso de una izquierda revolucionaria en Mxico, la Otra Izquierda para Nu-

    ria Fernndez, tuvo algn impacto en la Asamblea de la Facultad de Ciencias en 1982, sobre todo cuando Rosalo Wences Reza retorn a la Facultad tras de ser rector de la Universidad de Guerrero y logr aglutinar junto con sus colaboradores del Programa de Ciencia y Sociedad, entre los que destacaban los hermanos Flavio y Germinal Cocho y el Ing. Francisco (Quico) Cepeda a importantes sectores del profesorado y el estudiantado. Esta presencia, sin embargo, fue corta, y no pudo evitar errores profundos, como fue el rechazo a la reeleccin de la Dra. Ana Mara Cetto a la direccin, acto que en ltima instancia llev a la destruccin del sistema de gobierno democrtico en Ciencias. A nivel nacional, una parte de la izquierda revo-lucionaria sera severamente reprimida en 1983, y otra, la llamada Lnea de Masas, fue cooptada por los poderes que dieron luego origen al salinismo. As se anulara, hasta nuestros das, pues ni el zapatismo chiapaneco pudo recomponerla, la unifica-cin de las fuerzas polticas de izquierda en torno a un proyecto revolucionario.

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    abandonaron todo intento de participar en las Asambleas, otros se enfrentaron sin ningn xito a los grupos polticos establecidos, en ocasiones con altos costos personales morales y psicolgicos.

    Lo anterior no hubiera sido verdaderamente grave para la co-munidad de la Facultad si no hubiera entrado en contradiccin di-recta con las nuevas necesidades acadmicas. Los finales de los 70s e inicios de los 80s, albores del neoliberalismo, fueron momentos en que no slo el marxismo o el anarquismo, sino tambin el pen-samiento social-demcrata de Keynes y Roosevelt estuvo bajo un intenso ataque desde las cpulas del poder (Brown, 2008; Graeber, 2011; Jones, 2012; Piketty, 2014). Esto tuvo impactos inmediatos en los modelos de generacin y educacin de la ciencia y tecnologa en todo el mundo (Cooper, 2008), y provoc un cambio radical en las perspectivas y prcticas de los acadmicos y estudiantes, que en la Facultad obviamente entraron en conflicto directo con las exigen-cias de las organizaciones polticas radicales.

    Dos ejemplos bastan para indicar el tipo de conflictos que enton-ces se desataron, ambos ocurridos durante 1982. El primero surgi cuando la Asamblea general deneg a los profesores de la Facultad la posibilidad de solicitar recursos al CONACYT (creado en 1973), debido a que lo consider, y con cierta razn, como una herramien-ta para conducir la poltica cientfica en favor de los intereses del capital nacional e internacional. Evidentemente esto caus un gran malestar entre los profesores., que en ese momento necesitaban construir mejores condiciones para competir con los investigado-res de los Institutos, estos s volcados completamente a los nue-vos derroteros acadmicos. El segundo ejemplo se refiere al mismo movimiento de defensa del Pedregal, pues muestra las dificultades de algunas organizaciones radicales para entender la naturaleza de los nuevos movimientos sociales: para lograr el apoyo oficial de la Facultad, un grupo de estudiantes acudimos al Consejo Interdepar-tamental para presentar una serie de demandas sobre la defensa de Pedregal. Varios miembros del departamento pertenecan a orga-nizaciones radicales. Uno de ellos, matemtico distinguidsimo, se opuso totalmente pues a su juicio en lugar de resolver problemas

  • 199Conflicto patrimonial y ambiental en la UNAM

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    ambientales los terrenos deban utilizarse para construir preparatorias populares. El argumento era absurdo, no slo por motivos prcticos (no tena posibilidad alguna); en trminos lgicos era igual al plan de construccin la rectora y el gobierno, pero cargado a los inte-reses de la extrema izquierda. Lo interesante, sin embargo, fue la reaccin de rechazo absoluto que esta postura provoc en el grueso de los miembros del consejo interdepartamental, que de inmediato dio su apoyo. De todas maneras el conflicto se volvi patente, y lle-v al nuevo movimiento estudiantil-ecologista a evitar la Asamblea general como un foro para promover la defensa del Pedregal. En respuesta, algunas organizaciones radicales emitieron un panfleto acusando al movimiento de pequeo burgus.

    Algunas organizaciones de izquierda revolucionaria, apartidistas y con claros vnculos con los movimientos de masas externos a la universidad, reaccionaron de una manera distinta ante la confusin ideolgica imperante y el conflicto emergente con las nuevas nece-sidades acadmicas. Algunas pudieron entender el problema y, en la medida de su presencia en la Facultad, decidieron dedicar algn esfuerzo para corregir la situacin. Una de las consecuencias fue que en 1980 el Departamento de Biologa estableciera, por una votacin democrtica masiva, un consejo departamental con una representa-cin estudiantil de alto rendimiento poltico y acadmico. Es decir, la mayora de los estudiantes representantes haban participado en la formacin de las organizaciones de apoyo a los procesos revo-lucionarios de Centroamrica y eran miembros de organizaciones estudiantiles en apoyo a otros movimientos agrarios y urbanos po-pulares; adems eran sobresalientes de los semestres ms avanzados de la carrera. La idea de que la preparacin y la excelencia es una cuestin pequeo burguesa estaba totalmente desechada. Varios se haban formado en los crculos de estudio del Programa de Cien-cia y Sociedad. Estos estudiantes se abocaron a aumentar la parti-cipacin estudiantil en la toma de decisiones y a eliminar las malas prcticas acadmicas y administrativas. No solo se logr convencer a los profesores de carrera que presentaran pblicamente un infor-me anual de sus actividades y justificaran el uso de sus presupues-

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    tos, sino que atacaron el fosilismo al abrir nuevas oportunidades no discriminantes para que los estudiantes atrasados cubrieran sus crditos faltantes. Adems, ampliaron las prcticas de campo y se enfrentaron a todos los grupos acadmicos que medraban con privi-legios excepcionales, permitiendo una mayor racionalizacin de los espacios y presupuestos del departamento.

    Por estas y otras acciones, los representante estudiantiles obtu-vieron el reconocimiento y respeto de la comunidad de Ciencias, y pronto se form en torno a ellos un movimiento estudiantil amplio y persistente, con cientos de participantes unificados por un compro-miso excepcional con el desarrollo del Departamento de Biologa, y por extensin de la Facultad. De este movimiento se desprendi, en agosto de 1981, un grupo de unos 50 estudiantes ms jvenes, for-mado por bilogos, fsicos y matemticos. Herederos del compro-miso acadmico y poltico, pero sin los hbitos de sus antecesores, que gustaban de ponerse nombres serios y reunirse innumerables horas en espacios cerrados llenos de humo de cigarro, se autode-nominaron Los Nsperos, pues realizaban sus juntas y asambleas en los jardines de la Facultad y al pie de varios rboles que ocupa-ban los espacios contiguos al puente de biologa. Los Nsperos se convirti en una organizacin estudiantil menos ideolgica y ms pragmtica, y mantenan una posicin de izquierda no doctrinaria, ms flexible, adaptable y creativa. Con estas caractersticas pudieron aportar mucho al movimiento estudiantil ecologista!

    La vida de Los Nsperos como tal fue corta. A pocos meses de su formacin se integr en masa al Comit Pro-defensa del Pedre-gal de San ngel (el Comit), nombre que en su momento pareci apropiado. En este Comit confluiran, adems de los Nsperos, es-tudiantes, trabajadores y acadmicos dispuestos a enfrentar, con el cuerpo, la emocin y la razn, la destruccin del Pedregal.

  • 201Conflicto patrimonial y ambiental en la UNAM

    Cultura y representaciones sociales

    Estrategias acadmicas en la Facultad de Ciencias

    He narrado de manera sucinta la dinmica poltica que da cuerpo al movimiento del Pedregal y su vinculacin con varias de las transfor-maciones acadmico-administrativas. Es tiempo ahora de tomar el hilo en trminos acadmicos. Al respecto puede decirse que la Fa-cultad de Ciencias y los Institutos de investigacin cientfica nacie-ron prcticamente juntos y se mantuvieron en el mismo derrotero epistemolgico y poltico hasta que los eventos del 68 y posteriores los condujeron a tomar caminos distintos. En trminos muy genera-les, mientras los Institutos mantuvieron un academicismo acendra-do, sobre todo despus del ascenso de Guillermo Sobern, quien apoy sin cortapisas este modelo del quehacer cientfico, la Facultad de Ciencias, en los inicios de los 70s, impuls en buena parte de su comunidad un modelo de ciencia con conciencia (concepto de la poca que otros tambin desarrollaran, incluyendo a Edgar Morin) capaz de retar al investigador en su torre de marfil. Por supuesto que una de las bases para el desarrollo de una ciencia crtica se fincaba en el rechazo de la supuesta neutralidad y objetividad que tiene una ciencia modulada en los pases desarrollados en consonancia con intereses corporativos, a veces incluso por encima de los cognos-citivos y acadmicos, y ajena a la realidad nacional. El propsito de impulsar este modelo con los ms altos estndares llev en su momento a que muchos agregaran en su larga lista de autores a Mar-cuse, Freire, Levy-Leblond y Foucault; se discuti con entusiasmo sobre la unidad de la investigacin, la docencia y el desarrollo de los estudiantes a travs de una formacin menos terica y ms ligada al campo y la prctica. En particular la capacidad de los bilogos de la Facultad para organizar equipos de trabajo se foment activamente en su trabajo cotidiano; se formaban equipos para trabajar en labo-ratorio o campo, y se impuls un mtodo didctico participativo y de dinmica de grupo, Phillips 66, por la cual se disearon las aulas de biologa. Adems se implantaron las biologas de campo como materias obligatorias, as como en la realizacin del experimento del

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    Mirasol, con ocho profesores de carrera (prcticamente todo el De-partamento de biologa del momento!) que unieron sus esfuerzos de investigacin en una sola comunidad rural para afrontar su proble-mtica. En esos aos de gran actividad tambin acontecieron even-tos acadmicos extraordinarios con efectos sin precedentes, como los que ocurrieron durante las visitas de Oparin (en 1975 y 1976) y las de Dobzhansky y Ayala (en 76 y 79), que dieron un gran impulso al estudio de la teora de la evolucin en la Facultad (Cepeda Flores. 2006).

    En medio de esta creciente actividad de estudios y de produccin de proyectos para un futuro ms participativo, la poblacin de la Fa-cultad de Ciencias se multiplicaba por la masificacin general de la Universidad. Una consecuencia inmediata fue el aumento explosivo de la planta de profesores de carrera en todos los departamentos de la Facultad. Se podra decir que el poder adquirido por la de-mocratizacin se expres fundamentalmente en la contratacin de personal de tiempo completo con buenas credenciales acadmicas y, en la mayora de los casos, un fuerte compromiso con el modelo de gobierno alterno. Pero desgraciadamente ese mismo poder no fue suficiente para crear un modelo slido de actividad cientfica alter-nativa. Con una Asamblea general cada vez ms paranoide y volcada a las cuestiones polticas de resistencia, a la comunidad se le dificult mantener la apertura epistemolgica y cognoscitiva necesarias para establecer y mantener un movimiento acadmico alternativo que pudiera competir en efectividad con el modelo academicista. Uno de los efectos ms importantes fue la individualizacin en el ejerci-cio de las actividades de docencia investigacin. La planta de pro-fesores creci sin un plan orgnico de desarrollo, creando huecos y redundancias. Cada quien, amparado en la libertad de ctedra, adop-t y aplic el modelo de investigacin y enseanza que le pareci ms conveniente. Aunque esto es pie fundacional de las libertades acadmicas, el verse obligados a enfrentar los sesgos estructurales a ttulo personal, foment todava ms el individualismo por sobre una respuesta colectiva. Para comprender mejor este fenmeno de-bemos reconocer que la investigacin en las Facultades y Escuelas

  • 203Conflicto patrimonial y ambiental en la UNAM

    Cultura y representaciones sociales

    de la UNAM resulta relativamente ms difcil de desarrollarse en comparacin con los Centros e Institutos. A diferencia de los que tenemos categora acadmica de investigador y que hemos gozado desde hace dcadas de condiciones realmente excepcionales para realizar nuestra funcin dentro de estos ltimos espacios universita-rios, los profesores de carrera de las Facultades, quienes tambin de-ben realizar investigacin bajo los mismos estndares de evaluacin, estn obligados por estatuto a cubrir muchas ms horas pizarrn y dar ms atencin a la educacin estudiantil extra clase.13

    En fin, para 1980 la brecha entre los investigadores de los Ins-titutos de Investigacin Cientfica y los profesores de carrera de la Facultad de Ciencias haba alcanzado su mximo. Recordemos que el rector Sobern emiti en 1979 un acuerdo en que quedan defi-nitivamente separadas las funciones de la investigacin que realizan los Institutos, y las de la docencia, que corresponden a las faculta-des. Desde entonces no son raros los comentarios que atribuyen a los investigadores de Centros e Institutos una capacidad intelectual superior con respecto a la de los de Facultades. En su momento esta jerarqua impuesta por el acuerdo de Sobern oper bajo la conclu-sin de que los acadmicos con categora de profesor podran por fin ser partcipes de una universidad de excelencia claramente di-ferenciada de la llamada universidad de masas. Ya que sta ltima haba crecido al amparo de los movimientos sociales y estudiantiles de los 60s y 70s y era un mal nacional inevitable, deba ser atendida por los profesores de carrera con menores capacidades de investiga-cin. Esta ofensiva y prejuiciosa propuesta fue explosiva, pero pro-pia de la naturaleza contradictoria de nuestra casa de estudios. Caus una enorme controversia y malestar en la comunidad universitaria general, e incluso conflictos personales entre sus miembros.

    En el caso concreto de la Facultad de Ciencias, la mayora de los acadmicos respondi a esta poltica con tres estrategias, ninguna de accin colectiva o institucional: la importancia de sealarlas es

    13 Curiosamente, en el largo plazo esta situacin no ha afectado significativamente el desempeo de muchos profesores de carrera, quienes han sabido construir es-trategias competitivas efectivas que los hacen destacar por sus investigaciones. Sin embargo, s ha vuelto mucho ms complejo y difcil su avance y ascenso.

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    que tuvieron efectos directos sobre el mismo movimiento del Pe-dregal. Algunos comprendieron el carcter sistmicamente injusto del acuerdo y profundizaron su compromiso como cientficos con la democratizacin de la sociedad y la universidad, y en algunos ca-sos con los procesos revolucionarios. Estos todava eran momentos de un profundo cuestionamiento de las relaciones ticas y polticas entre la actividad cientfica, la universidad y la sociedad capitalista. Se cre el grupo de Ciencia y Sociedad que dio impulso al anlisis crticos de estas preocupaciones. Algunos acadmicos, sobre todo del departamento de biologa, se volcaron a estudiar directamente las difciles realidades de Mxico desde la perspectiva del manejo de sus recursos naturales. Siguiendo su ejemplo, algunos estudiantes organizaron sus propias biologas de campo y se insertaron en el mismo proceso.

    La segunda estrategia, ms o menos opuesta a la primera, consis-ti en retornar al academicismo con mayor vigor. Debe compren-derse que en la Facultad de Ciencias, aun en los momentos ms lgidos de la lucha por la democratizacin, nunca fue una opcin abandonar la excelencia acadmica. Por el contrario, sta se cultiv siempre con celo y vehemencia. La construccin de una ciencia al-ternativa, con conciencia, jams busc sacrificar la prctica ms tra-dicional y caracterstica del gremio cientfico. De hecho, al fracasar el intento, fue normal que la mayora de los investigadores se refu-giara en el modelo convencional y tratara de competir en el mismo bajo las reglas imperantes, que en ese momento, con la emergencia neoliberal, volvan a adquirir legitimidad ideolgica y eran apoyadas con cada vez ms recursos.

    La tercera estrategia fue ampliamente adoptada y consisti en apoyarse en la masa estudiantil, que para entonces estaba muy mo-tivada y era acadmicamente entusiasta, para realizar actividades de investigacin y enseanza que por fuerza tenan que ser mucho ms participativas que en el pasado. Es cierto que el mayor acceso relativo que los profesores de carrera tienen a esta masa nunca ha compen-sado el dficit competitivo que mencionamos arriba, pues implica la formacin y capacitacin de un mayor nmero de estudiantes, lo

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    que tambin ocupa mucho tiempo y recursos. Sin embargo, en aque-llos aos el mismo espritu crtico existente y las condiciones pro-piciadas por los distintos esfuerzos de democratizacin permitieron que, aun con todo y las insuficiencias mencionadas, los profesores pudieran (y debieran) organizar la investigacin-enseanza con una buena cantidad de estudiantes preparados para el trabajo de campo y en equipo. Esto fue factible dado el fuerte compromiso social de muchos de ellos junto a su deseo intenso de conocer y dominar la especialidad. En resumen, los investigadores decidieron realizar su trabajo abrindolo a la iniciativa y participacin de los estudiantes, que se volvieron muy activos tanto en la investigacin y la ensean-za, transformando profundamente la relacin entre los profesores y sus estudiantes.

    Estas tres estrategias se combinaron de maneras muy complejas. Fueron aos de bsquedas y experimentos, y de emergencia de una cultura de enseanza e investigacin que afect a toda la comunidad de los bilogos y que todava persiste en la Universidad, incluyendo los Institutos cientficos. Uno de estos experimentos, crucial para nuestra narrativa, refiere a las prcticas de campo que desarrolla-ron las maestras del curso de ecologa vegetal, Patricia Moreno y Julia Carabias, junto con sus estudiantes en varias zonas del pas, entre ellas el Pedregal de San ngel. Este ecosistema haba sido pre-viamente estudiado por Rzedowski (Rzedowski, 1954), quien haba descrito su extraordinaria riqueza y unicidad florstica, pero fueron estas prcticas estudiantiles las que arrojaron la mayora de la infor-macin sobre el ecosistema y demostraron fehacientemente su valor ecolgico. En ese momento se preparaban para participar en el 8 Congreso Mexicano de Botnica en Morelia, donde presentaran su trabajo y propuesta de conservacin para el rea. Las jvenes maes-tras y sus estudiantes, firmemente comprometidos con el estudio acadmico del sitio, detectaron inmediatamente el comienzo de las obras en la zona. Su reaccin, propia de lo que entonces considera-ron adecuado y legtimo, fue alertar sobre los hechos para detener las obras, no en la Asamblea general, sino en una reunin pblica en un Aula Magna. Esta reunin ocurri a finales de 1981, y a ella acu-

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    dieron los miembros de Los Nsperos y muchos otros estudiantes y trabajadores que de manera independiente ya estaban atentos al devenir del Pedregal de San ngel en terrenos universitarios.

    El movimiento ambientalista

    Para entrar de lleno al movimiento aqu relatado cabe recordar que hasta 1976 la Facultad de Ciencias y los Institutos de investigacin estuvieron localizados en el centro de la Ciudad Universitaria, lejos del Pedregal. En aos previos sus instalaciones haban alcanzado los lmites de su capacidad demogrfica y era clara la necesidad de construir nuevas instalaciones para responder a las necesidades de una poblacin creciente de estudiantes, profesores e investigadores. En respuesta a esta demanda surgi la idea de construir la Ciudad de la Investigacin Cientfica, en lo que entonces era la periferia del compacto universitario, que albergara a los Institutos y la Facultad.

    En esta idea hubo un componente geopoltico, ms o menos consciente en los crculos de la autoridad universitaria. Impactados por las continuas luchas democrticas que se desataron en la UNAM desde las jornadas del 68 y persistiran hasta fines de la dcada de los setenta, se consider realizar algunos arreglos urbansticos y arqui-tectnicos que permitieran separar entre s a los estudiantes de las facultades ms combativas del quehacer cientfico en los Centros e Institutos. Con la relocalizacin, la comunidad estudiantil de la Fa-cultad de Ciencias poda ser desplazada a la periferia extrema de la universidad, muy lejos de otras facultades tradicionalmente aguerri-das (Filosofa y Letras, Ciencias Polticas y Economa). Este aspecto poltico de la reubicacin fue ampliamente discutido en la Asamblea general, antes del traslado a las nuevas instalaciones, y si realmente oper en la mente de las autoridades tuvo el impacto esperado: la interaccin poltica entre las facultades y escuelas se volvi tan difcil y compleja que en 1981 qued limitada a los encuentros entre los miembros de los grupos polticos, cuyas actividades se realizaban prcticamente fuera de la Universidad. Pero las acciones humanas siempre dan lugar a paradojas y efectos no previstos o deseados. El

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    traslado de la Facultad a los confines de los terrenos universitarios propici la formacin de otro modelo de accin estudiantil. La tu-multuosa comunidad de Ciencias, y en particular su departamento de biologa, qued precisamente situada como vigilante permanente del Pedregal de San ngel.

    Evidentemente, estos bilogos seran tambin extraordinaria-mente sensibles a la emergencia de un nuevo movimiento social que ms tarde tomara fuerzas sin precedentes: el ambiental. A pesar de que en los inicios de la dcada en cuestin el territorio nacional no sufra el desastre ambiental actual, las tasas de deforestacin, sobre todo en el trpico, eran elevadsimas, junto con la explotacin pe-trolera daran paso a la destruccin sistemtica de los ecosistemas tropicales de Tabasco y Campeche (Tudela and Garca, 1989). Sin embargo, todava persistan grandes masas forestales y, con algunas excepciones importantes, cuerpos de agua en condiciones acepta-bles (Jimnez, Terragrosa et al., 2010). Los problemas ambientales se concentraban en las ciudades, especialmente la ciudad de Mxico, que para entonces ya era una de las ms contaminadas del mundo (Ezcurra, 1990); no es raro, por lo tanto, que se desarrollara una motivacin ambientalista por la proteccin de un rea verde ur-bana como el Pedregal. Pero el sentido de unidad que forj este movimiento, como su propia legitimacin, se debe a que, como se ha dicho, los lderes y participantes activos, cualquiera que fuera su ideologa, eran profesores o estudiantes avanzados de biologa: base slida de autoridad cientfica para argumentar y actuar en favor de un ecosistema en extincin con su flora y fauna especiales por su riqueza y ubicacin biogeogrficas.

    Pero como en todo movimiento social, la confluencia no impidi la aparicin de enfrentamientos y contradicciones entre los mtodos de lucha y resistencia. El primer encuentro a finales de 1981 desa-t convergencias funcionales, pero no simpatas, entre las distintas fuerzas polticas participantes. Uno de los temas centrales de la re-unin del Aula Magna fue el nivel de participacin que deba mo-tivarse entre los estudiantes y el discurso a utilizar para la difusin del problema y la creacin de la reserva. Por un lado encontramos la

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    postura de los maestros y estudiantes del curso de ecologa vegetal, para quienes el lenguaje especializado de la ecologa era el ms ade-cuado; por otro lado tenemos la posicin del Comit (en formacin en esa reunin) de usar un lenguaje radical que motivara la adhesin y participacin activa de la masa estudiantil, aunque reconoca la importancia de los argumentos cientficos. Ciertamente, el sentido de lo radical, haba cambiado en varias formas. Para los entonces to-dava Nsperos, era fundamental la movilizacin y el enfrentamiento para detener las obras en curso, pero tendra que darse en formas no violentas (lo que en ltima instancia fue crucial para el resultado que se alcanz). Al mismo tiempo sus miembros estuvieron dispuestos a aceptar las propuestas de una minora inteligente y persistente del Comit Pro-defensa del Pedregal, la que siempre propugn porque la oposicin fuera acompaada de una profunda disposicin a dia-logar con la autoridad, aunque el tono de dichos encuentros fuera intenso cuando as ameritara la ocasin. Todo esto permiti un flujo continuo de comunicacin entre las partes en conflicto.

    A pesar de los roces y disputas, muchas veces intensos y aca-lorados, es muy importante dejar claro que, en ltima instancia, el conflicto entre estas visiones de lucha no impidi que surgiera una coordinacin involuntaria para salvaguardar el ecosistema del Pedre-gal. De manera espontnea lo que ocurri fue una divisin natural del trabajo: los miembros del curso de ecologa vegetal menos en nmero y ms moderados en sus mtodos y lenguaje profun-dizaran sus investigaciones, atraeran el inters y consenso de nu-merosos investigadores de los Institutos y realizaran encuentros en corto con las autoridades para convencerlos de la racionalidad de la conservacin del rea. El incansable Comit Pro-defensa del Pe-dregal, en cambio, detendra mediante la resistencia no-violenta el avance de cualquier obra amenazante, informara ampliamente so-bre el problema en la Universidad y en la sociedad y pondra presin directa, mediante reuniones pblicas, marchas y otras acciones, so-bre las autoridades universitarias. Si bien despus de ese encuentro inicial los dos grupos no coordinaron sus acciones, en ltima instan-cia tampoco se entorpecieron (demasiado), unos y otros fueron los

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    ingredientes complementarios para alcanzar el objetivo compartido: establecer la reserva universitaria. Estoy convencido de que las dife-rencias polticas o ideolgicas no tuvieron un efecto contundente, ni siquiera importante, en los resultados del movimiento.

    Recuento de acciones hasta agosto de 1982

    He hablado del liderazgo de los bilogos, pero los planes del go-bierno para la universidad fueron dados a conocer inicialmente al pblico no por ellos sino por miembros del Autogobierno de Ar-quitectura. En el artculo publicado por la revista Proceso el 26 de Julio de 1981 (Ibarra, 1981) se describieron las obras que pretendan realizarse en los terrenos no ocupados de la Universidad, incluida la construccin de terminales y lneas del metro y los ejes viales. De acuerdo a los urbanistas de la Facultad de Arquitectura, las obras inundaran los terrenos universitarios de trfico. En cambio, para el Arquitecto Pani los terrenos del Pedregal estaban vacos y al jardn botnico era un lujo; ambos deban intercambiarse favorablemente en costo y beneficio por vialidad y transporte. Es en esas mismas fechas, las maestras y estudiantes del curso de ecologa vegetal estu-diaban el Pedregal y comenzaban a percatarse de varias anomalas.

    Tras su formacin, la primera accin del Comit Pro-defensa del Pedregal fue visitar las oficinas del Departamento del Distri-to Federal (DDF) para confirmar lo declarado por los compaeros de arquitectura a la revista Proceso, y con base en ello determinar la escala de la lucha que deban emprender. En esta reunin se cons-tat que el DDF efectivamente contemplaba realizar las obras. A partir de entonces los estudiantes del Comit iniciaron una intensa campaa de visitas e informacin masiva a estudiantes visitando las aulas estudiantiles de toda la Facultad, utilizando para ello una gran fotografa area (de 2 m cuadrados de rea) de los terrenos univer-sitarios que los mismos ingenieros del gobierno les obsequiaron. La campaa dur hasta las vacaciones de Navidad.

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    Al regreso de estas vacaciones, en enero de 1982, la comunidad de Ciencias se encontr con que se haban iniciado las obras de construccin del eje vial 11 Sur, enfrente de su Facultad. Ante ello, un grupo de aproximadamente cien estudiantes decidieron detener las obras de inmediato. Esperaron a que llegaran los camiones carga-dos de tierra, y obligaron a sus chferes a descargarla para bloquear el camino. Las fotos de esta movilizacin pueden verse en la pgina de historia de la REPSA.14 Despus tomaron una decisin indita en el movimiento estudiantil. Un pequeo grupo se dirigi a la Direc-cin de Obras de la Universidad para presentarse ante su director, Francisco J. Montellano, universitario de excelente carcter y fuerte temperamento espaol. Al llegar a sus oficinas, a unos pasos de la antigua tienda de la UNAM, solicitaron a su secretaria la posibilidad de una entrevista, pero sin darle seal de quines eran. Por su as-pecto, solo se trataba de decentes estudiantes que deseaban ver al director. Se les indic que esperaran, cosa que hicieron con pacien-cia. En el momento de recibirlos, Montellano los recibi con una enorme sonrisa y el ms amable saludo: En qu les puedo ayudar, muchachos?!. Con toda cortesa le contestaron: Muchas gracias, Ingeniero, representamos a los estudiantes que acaban de detener las obras frente a la Facultad de Ciencias. Su estallido de clera fue inmediato y terrible: Cmo se atreven, no saben el costo que representa lo que hicieron para la Universidad?. Efectivamente, el costo debi ser enorme, pero muchsimo menor que la prdida que representaba la destruccin del Pedregal, argumentaron. De alguna manera, tras muchos gritos, los nimos se calmaron, y ah mismo comenz un debate que proseguira al da siguiente en la Facultad de Ciencias (de manera ms terrible, por cierto) y por muchos das ms.

    En esas reuniones iniciales con las autoridades quedaron clara-mente plasmadas dos posiciones en abierto conflicto. Lo interesante es que ambas incluan ya la posibilidad de establecer en CU una re-serva ecolgica. Un bosquejo generado por el Comit Pro-defensa

    14 La direccin electrnica de la REPSA es: http://www.repsa.unam.mx/index.php/historia-repsa

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    posteriormente a este encuentro resume estas posiciones, y por su valor histrico lo mostramos aqu.

    El inters de este documento radica en que confirma otra vez la clara intencin de la autoridad universitaria de permitir, en los pri-meros meses de 1982, la construccin de los ejes viales en terrenos universitarios. Uno de ellos, el Eje Vial 11 Sur, correra en el borde Norte de la propuesta, hasta conectar con el Eje 4 Poniente, que correra de Sur a Norte en los terrenos del jardn botnico, entre la reserva y el borde poniente de la Universidad. Esta propuesta exclua de la reserva ecolgica las reas ms ricas e interesantes de la propuesta de Ecologa Vegetal (zonas I, III y IV), y daba a la reserva

    Figura 1. Propuestas de reservas ecolgicas al inicio del conflicto. La del Comit Pro-defensa del Pedregal incluye las zonas I, III y IV, y todava coincida con la propuesta ms conservadora del curso de Ecologa Vegetal. La presentada por el Arq. Ral Cobhe, jefe de planeacin universitaria, se muestra como un rea rayada. Fuente: Archivo personal de Octavio Miramontes.

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    tractos grandes en los terrenos ecolgicamente ms empobrecidos (zonas II y V). El documento nos recuerda adems que en un pri-mer momento el movimiento estudiantil radical retom la zonifica-cin de ecologa vegetal, enfocndose en las reas ms ricas. Con su desarrollo esto cambiara, y el Comit ampliara su demanda para abarcar todas las zonas como valiosas.

    Esa accin fue seguida por otras que incluyeron trabajos de inte-gracin sobre la riqueza de fauna y floral del Pedregal y las peculiari-dades biogeogrficas y ecolgicas del sitio. Este trabajo culmin en un Seminario en el que se presentaron ponencias sobre estos temas y que fue organizado tambin por miembros estudiantiles del Comit. A esta iniciativa acadmica siguieron muchas otras acciones de resis-tencia, algunas espectaculares, como la desviacin de todo el trfico de la Avenida Insurgentes en direccin Sur-Norte hacia el circuito exterior de Ciudad Universitaria y de ah a los terrenos del Pedregal, o la manifestacin del 4 de marzo de 1982, que recorrera ms de 10 facultades y marcara el inicio de una campaa de informacin en toda la universidad y la generalizacin de la lucha. A partir de ella la discusin sobre el Pedregal adquiri un carcter general en la Uni-versidad: se dieron y organizaron ms conferencias y simposios y se discutieron en las aulas y corredores de toda la Universidad sobre la riqueza biolgica del Pedregal y la importancia de conservarlo. Quien desee conocer ms acerca de estas y muchas otras acciones ocurridas dentro y fuera de la universidad hasta agosto de 1982 pue-de revisar Garca-Barrios, Alvarez-Buylla et al. (2014).

    La crisis de la deuda y los hechos que la siguieron

    En agosto de 1982 ocurri un hecho histrico que frustr el pro-yecto nacional de soberana y transform radicalmente a Mxico. La efervescencia desarrollista mexicana se enfri rpidamente cuando Ronald Reagan decidi cambiar la estrategia petrolera y monetaria de los Estados Unidos, provocando la cada de los precios inter-nacionales del crudo y el aumento de las tasas de inters sobre el

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    servicio de la deuda (Figura 2). Como consecuencia, se precipit una fuga de capitales y la deuda mexicana se volvi impagable, por lo que en agosto de 1982 el gobierno debi declarar una moratoria temporal unilateral. Dej as de ser el cliente consentido y pas a ser un deudor insolvente, un paria internacional que por su conducta irresponsable desat una de las peores crisis econmicas de la his-toria contempornea, que afect a ms de cuarenta pases en desa-rrollo (Sachs, 1986). La deuda mexicana tuvo que ser refinanciada y sostenida con nuevos prstamos, lo que aument permanentemente el servicio de la deuda como proporcin del PIB, a pesar de que las tasas de inters disminuiran eventualmente. A partir de ese momen-to Mxico qued sujeto definitivamente a las polticas de austeridad del FMI, de las que no hemos podido librarnos.15

    15 Ewert (1988, p. 1) expone de la siguiente manera la parbola clsica de este hecho histrico: Once there was a man with a large sum of money. He decided to lend a considerable portion of it to a man from a faraway country who offered him a high rate of return. But the foreigner wasted some of the money in riotous living, he was careless and allowed some of the money to be stolen, and what he did invest soon soured because of his poor investment skills. It wasnt long before he had trouble making the payments on his debt. The lender saw the debtors poor stewardship, but not wanting to admit his own mistake in lending to the man, lent him still more mo-ney in the hopes that the debtor would begin to prosper. But the debtor continued his thriftless ways, and the lender soon found himself in serious financial trouble. This simple story describes, by analogy, what economists call the world debt crisis. In our parable, the lender symbolizes the several large commercial banks (Ameri-can, Japanese, and European) which made substantial international loans during the 1970s and early 1980s, and the debtor represents countries such as Brazil, Mexico, and other less developed countries (LDCs) which borrowed heavily during that pe-riod.

    Evolucin de los ndices de la deuda pblica en Mxico

    Figura 2. Evolucin financiera de Mxico. En verde la evolucin del incremento de la deuda pblica externa (% del PIB), en azul la evolucin de la tasa de inters prome-dio sobre la nueva deuda pblica y en rojo la evolucin del servicio total de la deuda pblica externa (% del PIB). Fuente: World Development Indicators, World Bank (consulta abril, 2014).

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    No solo las autoridades federales vieron mermar sus recursos drsticamente. Desde 1982 el presupuesto universitario, que se ha-ba visto crecer considerablemente, decay en un 4%, lo que provo-c mucho malestar en la comunidad. En febrero de 1982 el rector de la UNAM anunci pblicamente medidas para racionalizar el gasto de la Universidad motivado por la devaluacin del peso ocurrida ese mismo mes, y desde agosto comenz a quedar claro que en 1983 la UNAM experimentara una reduccin calamitosa, que finalmen-te result de alrededor del 25% en su presupuesto real asignado. (Figura 3). Tal vez hubo quien pens que era buen momento para reducir el dficit universitario con los ingresos complementarios de la capitalizacin del patrimonio, pero la contraccin econmica del sector pblico en general desvaneci cualquier posibilidad de hacer-lo a travs de un buen negocio con el gobie