7
DIOS OFRECE RESTAURACIÓN Estudio 19 10 de Mayo 2015 CONTEXTO: Amós 8:4 a 9:15 TEXTO BÁSICO : Amós 8: 4-10; 9:2-4, 11-15 VERDAD CENTRAL: El castigo y la restauración de Israel nos enseñan que Dios castiga a los que desobedecen con el propósito de llamarlos a la obediencia y así restaurarlos. VERSÍCULO CLAVE: Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo. Amós 9:15 ESTUDIO PANORÁMICO DEL CONTEXTO Este sermón es muy semejante a otros que comienzan con un llamado a oír la Palabra de Dios. Es dirigido a los que explotan a los pobres. La sociedad de Israel había dejado de ser una comunidad que vivía de la agricultura y había llegado a ser una que vivía del comercio. Era un cambio radical para todos, muy semejante a la revolución industrial que cambió totalmente la economía de Inglaterra a principios del siglo XIX. En este sermón Amós toca de nuevo los temas que destacó en el capítulo dos del libro. Los versículos 4-8, sirven para ilustrar las actitudes con que los israelitas celebraban sus fiestas religiosas: mucha puntualidad y mucho escrúpulo para celebrarlas, pero sin que ello les indujera a un cambio de comportamiento respecto a la justicia. Convierten el tiempo de la fiesta en ocasión para maquinar la manera de obtener más y más a expensas del menos favorecido. El versículo 6 es como el clímax del engaño, el fraude y la especulación con los precios del mercado: el pobre se tiene que vender por cualquier cosa. ¿No es éste el signo más claro de que una sociedad ha tocado ya el techo de la injusticia? Solemnemente, el Señor jura no olvidar esto que están haciendo. 1. MENSAJE CONTRA LA INJUSTICIA SOCIAL, Amós 8: 4-6 4 Escuchad esto los que aplastáis al pobre y aniquiláis a los desgraciados del país, 5 diciendo: ¿Cuándo pasará el novilunio para que vendamos el trigo, y el sábado para que abramos los graneros, achicaremos el “efá,” y agrandaremos el siclo, y falsearemos fraudulentamente las balanzas, 6 compraremos por dinero a los débiles, y a los pobres por un par de sandalias, y venderemos hasta las ahechaduras del trigo? El profeta vuelve de nuevo a la carga contra las injusticias sociales, como en los primeros capítulos, y presenta a los ricos insaciables de Israel nerviosos por adquirir nuevas ganancias. En su impaciencia por acumular riquezas, se les hacen largos los días feriados del novilunio (primero de mes) y del sábado, en que estaban prohibidas las transacciones. Además, procuraban hacer todos los fraudes posibles: achicaremos el efá(medida equivalente a unos 39 litros), para dar menos de lo debido, y agrandaremos el siclo (unos 13 gramos), para exigir más a los compradores (dar menos cantidad a más precio); además se proponen falsear las balanzas. No se puede reflejar mejor la avaricia sin conciencia de las clases pudientes. Abusando de su situación privilegiada, trafican con las conciencias de los pobres,

19.-Dios Ofrece Restauración

Embed Size (px)

DESCRIPTION

CLASE DOMINICAL

Citation preview

Page 1: 19.-Dios Ofrece Restauración

DIOS OFRECE RESTAURACIÓNEstudio 19

10 de Mayo 2015

CONTEXTO: Amós 8:4 a 9:15

TEXTO BÁSICO: Amós 8: 4-10; 9:2-4, 11-15

VERDAD CENTRAL: El castigo y la restauración de Israel nos enseñan que Dios castiga a los que desobedecen con el propósito de llamarlos a la obediencia y así restaurarlos.

VERSÍCULO CLAVE: Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo. Amós 9:15

ESTUDIO PANORÁMICO DEL CONTEXTO

Este sermón es muy semejante a otros que comienzan con un llamado a oír la Palabra de Dios. Es dirigido a los que explotan a los pobres. La sociedad de Israel había dejado de ser una comunidad que vivía de la agricultura y había llegado a ser una que vivía del comercio. Era un cambio radical para todos, muy semejante a la revolución industrial que cambió totalmente la economía de Inglaterra a principios del siglo XIX. En este sermón Amós toca de nuevo los temas que destacó en el capítulo dos del libro.

Los versículos 4-8, sirven para ilustrar las actitudes con que los israelitas celebraban sus fiestas religiosas: mucha puntualidad y mucho escrúpulo para celebrarlas, pero sin que ello les indujera a un cambio de comportamiento respecto a la justicia. Convierten el tiempo de la fiesta en ocasión para maquinar la manera de obtener más y más a expensas del menos favorecido. El versículo 6 es como el clímax del engaño, el fraude y la especulación con los precios del mercado: el pobre se tiene que vender por cualquier cosa. ¿No es éste el signo más claro de que una sociedad ha tocado ya el techo de la injusticia? Solemnemente, el Señor jura no olvidar esto que están haciendo.

1. MENSAJE CONTRA LA INJUSTICIA SOCIAL, Amós 8: 4-64 Escuchad esto los que aplastáis al pobre y aniquiláis a los desgraciados del país, 5 diciendo: ¿Cuándo pasará el novilunio para que vendamos el trigo, y el sábado para que abramos los graneros, achicaremos el “efá,” y agrandaremos el siclo, y falsearemos fraudulentamente las balanzas, 6 compraremos por dinero a los débiles, y a los pobres por un par de sandalias, y venderemos hasta las ahechaduras del trigo?

El profeta vuelve de nuevo a la carga contra las injusticias sociales, como en los primeros capítulos, y presenta a los ricos insaciables de Israel nerviosos por adquirir nuevas ganancias. En su impaciencia por acumular riquezas, se les hacen largos los días feriados del novilunio (primero de mes) y del sábado, en que estaban prohibidas las transacciones. Además, procuraban hacer todos los fraudes posibles: achicaremos el “efá” (medida equivalente a unos 39 litros), para dar menos de lo debido, y agrandaremos el siclo (unos 13 gramos), para exigir más a los compradores (dar menos cantidad a más precio); además se proponen falsear las balanzas.

No se puede reflejar mejor la avaricia sin conciencia de las clases pudientes. Abusando de su situación privilegiada, trafican con las conciencias de los pobres, comprándoles por un par de sandalias (v.6). Aprovechándose de la situación angustiosa de los desheredados por deudas mínimas, les embargan los pocos bienes que tienen y aun los someten a la esclavitud: compraremos por dinero a los débiles. En contraste con este crimen de pisar la personalidad de los demás comprándola al precio mínimo, se atreven a vender hasta las ahechaduras del trigo. Todo esto está clamando por la intervención de la mano justiciera de Dios. Por eso ha jurado por el orgullo de Jacob, es decir, a causa de la insolencia y obstinación pecadora de Israel, que no echará en olvido sus obras pecaminosas. Su paciencia se está agotando, y aunque aparentemente parece que olvida las transgresiones de Jacob-Israel, sin embargo, todo, es tenido en cuenta “ para el día de la ira”.

Estos mercaderes cumplían con las fiestas religiosas, pero no en espíritu. Su interés real era hacer dinero, incluso si eso significaba engañar a la gente. ¿Toma usted al menos un día a la semana para descansar y adorar a Dios o hacer dinero es más importante que ninguna otra cosa? Cuando le dedica tiempo a Dios, ¿lo adora de verdad? O ¿es su religión una cortina que cubre sus acciones sin ética?

2. MENSAJE DE LA INMINENCIA DEL CASTIGO, Amós 8: 7-10

Page 2: 19.-Dios Ofrece Restauración

7 Yahvé ha jurado por el orgullo de Jacob: ¡No olvidaré jamás vuestras obras! 8 ¿No ha de estremecerse por esto la tierra? En duelo quedarán cuantos la habitan. Alzaráse toda ella como el Nilo, temblará y se abajará como el río de Egipto. 9 Aquel día, dice el Señor, Yahvé, haré que se ponga el sol al mediodía, y en pleno día tenderé tinieblas sobre la tierra. 10 Tornaré en duelo vuestras solemnidades y en elegías vuestros cantos; haré que todos cubran de saco sus riñones y se rapen las cabezas. Será duelo como el duelo por unigénito, y su remate será un día amargo.

Los crímenes de Samaria están clamando justicia, y por eso no puede estar lejano el día de Yahvé en que se manifieste la ira divina: ¿No ha de estremecerse por esto la tierra? (v.8). Antes había aludido a un terremoto, y ahora afirma que esto es lo menos que puede suceder por tanta iniquidad. El profeta compara a la tierra conmocionada por el terremoto a las ondulaciones del Nilo, que sube y baja en tiempo de las crecidas anuales. Estas convulsiones de la tierra irán acompañadas de otras conmociones cósmicas, como eclipses de sol. Los autores recuerdan a este propósito un eclipse total de sol visible en Palestina en el 784 a.C., poco antes de la predicación de Amós, que pudo sugerir la descripción del profeta. Según Driver, hubo también un eclipse de sol visible en Jerusalén en 763 a.C.

En todo caso, la descripción de Amós puede ser meramente literaria, presentando las cosas al estilo apocalíptico, sin que ello suponga necesariamente alusión a hechos reales históricos. El profeta lo que quiere destacar es el duelo general, del que participará hasta la misma naturaleza. Desaparecerán las solemnidades o fiestas bullangueras y todos los signos de alegría, que serán sustituidos por externas manifestaciones de duelo: todos se vestirán de saco y se rasurarán la cabeza, ritos externos tradicionales expresivos de máximo dolor. Todos los habitantes se sentirán abandonados de Yahvé en medio de una orfandad glacial, y, al verse solos, andarán ansiosos buscando a su Dios: habrá no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra de Yahvé (v.11). Ahora rehúsan escuchar a los mensajeros de Dios, los profetas; pero llegarán días que andarán en busca de un enviado de Yahvé que les comunique algo en su, nombre, y no lo encontrarán.

Es la hora de la invasión del ejército asirio, escogido por Dios como instrumento de castigo sobre el reino infiel de Israel. Sobre todo, los pecados de idolatría reclaman el castigo divino; es el anuncio de la ruina total a los habitantes de Israel.

El pueblo no deseaba la Palabra de Dios cuando los profetas como Amós la proclamaban. Debido a su apatía, Dios dijo que quitaría hasta la oportunidad de que escucharan su Palabra. Nosotros tenemos la Palabra de Dios, la Biblia. Pero muchos todavía siguen buscando la respuesta para los problemas de la vida en otras partes excepto en las Escrituras. Usted puede ayudar dirigiéndolos a la Biblia, mostrándoles donde hablan de sus necesidades y dudas en especial. La Palabra de Dios está a nuestro alcance. Ayudemos a la gente a conocerla antes de que llegue el tiempo cuando no podrán encontrarla.

3. VANOS RECURSOS PARA ESCAPAR DE DIOS, Amós 9: 2-42 Aunque se oculten en el “seol,” de allí los tomará mi mano; aunque subiesen hasta los cielos, de allí los haría bajar. 3 Aunque se escondieran en la cumbre del Carmelo, allí los buscaría y los tomaría; aunque se ocultaran a mis ojos en el fondo del mar, allí mandaría a la serpiente para que los mordiera. 4 Y aunque marcharen en cautiverio ante sus enemigos, daría a la espada la orden de asesinarlos; y tendré puestos mis ojos sobre ellos para mal, no para bien.

El profeta describe la realización del castigo divino. Ve a Yahvé junto al altar (v.1), dispuesto a dar la orden de destrucción del templo de Betel mientras los adoradores de los ídolos están reunidos en su recinto. Yahvé da la orden de destrucción: Rompe los capiteles. y abátelos sobre las cabezas de todos ellos. ¿Quién recibe la orden destructora? ¿Un ángel, o agente de Yahvé, o el mismo profeta? En este caso, Amos sería el instrumento de la destrucción como mensajero de la voluntad divina, que decide traer la ruina sobre el lugar de culto idolátrico. Nadie podrá salvarse de la catástrofe, pues los que se libren en el primer momento caerán a la espada del invasor asirio.

Es inútil que quieran buscar refugio, pues aunque se vayan a los lugares más lejanos y recónditos, como el seol, morada subterránea de los muertos, o suban a los cielos, allí los alcanzaría la mano vengadora de Yahvé. La hipérbole es expresiva para indicar la imposibilidad de salvación. Ni la cumbre del Carmelo, con sus numerosas cavernas frente al mar, podría dar asilo a los escapados, pues hasta allí llegaría la mirada inquisidora de Yahvé. Ni siquiera el fondo del mar (en contraste con la cima del Carmelo, que se destaca sobre el Mediterráneo) podría dar albergue tranquilo a los fugitivos, ya que allí mismo mandaría Yahvé a la serpiente que les mordiera (v.3). Sin duda que el profeta alude aquí al monstruo marino Leviatán, el cual, según la imaginación popular, se paseaba en las profundidades del abismo. Amós, pues, como Isaías se acomoda aquí al folklore mitológico del ambiente para expresar la imposibilidad de salvación para los fugitivos.

Tampoco la última alternativa del cautiverio podrá librarlos de la persecución divina, ya que Yahvé pondrá sobre los cautivos

Page 3: 19.-Dios Ofrece Restauración

sus ojos para mal y no para bien (v.4); es decir, en lugar de mirarlos con ojos benevolentes y protectores, los perseguirá hasta hacerlos morir a la espada. Naturalmente, en todas estas expresiones hay mucho de hipérbole, y, por tanto, no han de entenderse en el radicalismo en que aparecen, sino que simplemente quieren encarecer la universalidad de la ruina.

La razón de ello es la omnipotencia y majestad divina; nadie puede enfrentarse con Yahvé, que es el Rey majestuoso, a cuyo paso tiembla la tierra, se disuelve como cera y se conmueve como el Nilo en sus crecidas y resacas (v.5). Yahvé tiene su morada en lo alto de los cielos, y domina majestuosamente la tierra, sobre cuya bóveda o firmamento extiende su trono (v.6). Esta doxología, similar a la de 4:13, no tiene otra finalidad que encarecer la indefectible acción punitiva de Dios sobre los pecadores como Señor del universo: Yahvé es su nombre. Es la gran garantía de todo lo que el profeta anuncia. Su palabra no se basa en cálculos humanos, sino en la del que dirige el curso de los elementos de la naturaleza: llama las aguas y las derrama sobre la faz de la tierra.

Los versículos 9:8-10 son unos de los más fuertes del libro. Los ojos de Dios están sobre el reino pecador y él ha tomado la determinación de borrarlo de la faz de la tierra. Esto ocurrió al pie de la letra en el 722 a. de J.C. cuando Samaria fue destruida después de un largo sitio de los asirios y deportados 27,290 de sus habitantes a otras partes de su reino. Después trajeron gente de otros pueblos conquistados a vivir en Samaria. El mito de las diez tribus perdidas no es más que un mito. Los habitantes del norte fueron asimilados entre otros pueblos conquistados por Asiria y desaparecieron de la historia. Unas pocas familias lograron sobrevivir y han mantenido su apellido hasta hoy, pero nada como nación.

4. PROMESA DE RESTAURACIÓN DE JUDÁ Y DE ISRAEL, Amós 9: 11-1511 Aquel día levantaré el tugurio caído de David, repararé sus brechas y alzaré sus ruinas y le reedificaré como en los días antiguos, 12 para que conquisten los restos de Edom y los de todas las naciones sobre las cuales sea invocado mi nombre, dice Yahvé, que cumplirá todo esto, 13 He aquí que vienen días — oráculo de Yahvé — en que sin interrupción seguirá al que ara el que siega, el que vendimia al que siembra. Los montes destilarán mosto, y se derretirán todos los collados. 14 Yo haré retornar a los cautivos de mi pueblo, Israel; reedificarán las ciudades devastadas y las habitarán, plantarán viñas y beberán su vino, harán huertos y comerán sus frutos. 15 Los plantaré en su tierra y no serán ya más arrancados de la tierra que yo les he dado, dice Yahvé, tu Dios.

Después de anunciar que en la catástrofe perecerán sólo los pecadores, el profeta se proyecta directamente hacia la realidad del futuro venturoso de los tiempos mesiánicos. Después de la destrucción de Israel vendrá la restauración, vinculada al resurgimiento de la casa de David, que ha sido convertida en un tugurio o choza de campaña, expuesto a todas las rapiñas. Volverán los días gloriosos de la dinastía davídica y de nuevo las doce tribus se reunirán en torno a la colina de Sión. Oseas, profeta oriundo del reino del norte, anunció la restauración de Israel (reino del norte), retornando a David. Amos había dicho que Yahvé ruge como un león desde Sión, y ahora termina con la atención puesta de nuevo en la colina de Sión, donde debía asentarse de nuevo el futuro trono de David.

Algunos autores creen que la frase restauraré las brechas y ruinas del tugurio de David alude a la derrota infligida a Judá por Joás de Israel; pero es mejor suponer que el profeta, conociendo por revelación la ruina futura del reino de Judá (casi dos siglos más tarde), la asociara a la de su hermano Israel, que había de perecer pronto bajo la invasión asiría, para resurgir ambos reinos, unificados de nuevo, bajo la égida de un descendiente de David. Será entonces cuando el pueblo elegido tomará la revancha sobre las naciones paganas, particularmente Edom, que se aprovecharon de su ruina. Todas las naciones serán patrimonio de Yahvé (sobre las cuales sea invocado mi nombre), y el pueblo israelita, como representante de los derechos de su Dios, tendrá el dominio sobre todas ellas.

Los últimos versos nos presentan el idilio de los tiempos mesiánicos conforme a la desbordada imaginación oriental. Será tal la fertilidad de la tierra, que el que siega seguirá al que ara, y el que vendimia al que siembra.; los montes destilarán mosto. (V.15). Son las expresiones de abundancia y prosperidad material que encontramos en otros profetas de los cuales, para levantar los ánimos de los oyentes en tiempos de tribulación, presentan la felicidad de los tiempos mesiánicos con los colores más vivos. De hecho, todas estas descripciones se han quedado cortas al querer reflejar la realidad de la felicidad espiritual del nuevo Israel de los tiempos mesiánicos. Las realidades de la vida de la gracia, vividas con la intensidad que exige la vocación cristiana, superan a todo lo que podían soñar los profetas del A.T.

Amós aseguró a los israelitas que el castigo de Dios no sería permanente. Dios quiere redimir, no castigar. Pero cuando el castigo es necesario no lo detiene. Al igual que un padre amoroso, Dios disciplina a los que ama para poder corregirlos. Si El lo disciplina a usted, acéptelo como un signo de su amor.

Page 4: 19.-Dios Ofrece Restauración

APARTADO.

Tras la muerte de Salomón su reino fue dividido en dos: al sur el Reino de Judá, formado por las tribus de Judá y Benjamín (los judíos), y al norte el Reino de Israel, formado por el resto de las tribus. Con el tiempo el pueblo cayó una y otra vez en la idolatría, hasta que Yahvé, no pudiéndolo soportar más, decide castigarles como única manera de ayudarles.

En torno al año 722 a.C., los asirios del rey Sargón conquistan el reino de Israel y todo el pueblo es deportado a Asiria. El reino de Judá aguanta unos 50 años más, pero finalmente cae en manos de los babilonios, quienes también los deportan y arrasan Jerusalén y el Templo. Ya todo el Pueblo Elegido está en el exilio, pero si tenemos dos exilios diferentes, también tenemos dos maneras diferentes de reaccionar ante un mismo hecho: una lleva a la destrucción, la otra a la redención.

Los antiguos hebreos consideraban que sólo en el Templo de Jerusalén se podía adorar a Dios. Allí, los sacerdotes eran los encargados del culto, el pueblo no podía relacionarse directamente con Dios y se limitaba a entregar a los sacerdotes las ofrendas para que ellos hicieran el sacrificio. Era una religión alejada del pueblo. Y al perder el Templo, se quedaron sin la posibilidad de relacionarse con Dios, ni siquiera indirectamente.

Es necesario imaginar lo que para los hebreos supuso la destrucción del Templo: en cierto modo supuso la pérdida de su Dios, o al menos de su relación con él. Esta desesperación se refleja muy bien en el Salmo 137, donde los hebreos, llorando la pérdida del Templo a orillas del río en Babilonia, cuelgan sus cítaras de los árboles y se niegan a cantar canciones a Dios en tierra extraña. Así pues, se han quedado sin Dios, que era lo que daba sentido a toda su historia como individuos y como nación. Tras el terrible dolor inicial se producen, como dijimos, dos reacciones diferentes que nos enseñan una gran lección:

REACCIÓN DE ISRAEL: Los exiliados de Israel en Asiria caen en la desesperación, la alienación y por tanto su gradual pérdida de identidad. Sin el Dios que les define como pueblo, sintiéndose abandonados e incluso traicionados, acaban asimilándose a las poblaciones en las que se encuentran. Pierden su fe y con ella su identidad, y las tribus que formaban el reino de Israel desaparecerán de la historia. Son las llamadas “tribus perdidas de Israel”.

REACCIÓN DE JUDÁ: Los exiliados de Judá en Babilonia, tras la desesperación inicial, terminan encontrando un sentido a lo que ha ocurrido. Consideran que su situación es un justo castigo por la idolatría que repetidamente se adueñó de su reino y que su exilio, lejos de ser el final de Judá, es un necesario período de purificación. Surgen así profetas que animan al pueblo, que dan sentido a su dolor, que prometen un fin a sus tribulaciones y refuerzan las creencias en un futuro Mesías libertador. Estas esperanzas, y el hecho de encontrar sentido a su situación, hacen que no se sientan abandonados por Dios, sino en sus manos. Con este nuevo vigor, los exiliados de Judá, en lugar de abandonar su fe y asimilarse, la renuevan y fortalecen más aún de lo que era antes del exilio. Los profetas dan un cuerpo de mayor moralidad al judaísmo y surge algo que tendrá importancia decisiva hasta hoy en día: la sinagoga.

La sinagoga no es un templo, porque en ella no se hacen sacrificios (sólo en Jerusalén podrían hacerlos). Es sólo una habitación donde los fieles se reúnen para leer textos de la Biblia y alabar a Dios (nuestras iglesias se basan en el Templo pero también en la sinagoga). A partir de este momento surge un fenómeno nuevo: el pueblo participa activamente del culto. Ya no se limitan a ver lo que hacen los sacerdotes, sino que ellos mismos participan de la relación con Dios. Cuando finalice el exilio y reconstruyan el Templo de Jerusalén, el antiguo culto será restaurado, pero la Sinagoga sigue funcionando. Así, cuando en el año 70 Roma destruya de nuevo el Templo y los judíos sean definitivamente deportados (hasta el siglo XX), el pueblo judío no tiene que temer ya por su disolución, pues gracias al concepto de Sinagoga, a la creencia en el Mesías y a la lección aprendida en Babilonia, son capaces de mantener su fe y mantener su identidad de nación incluso lejos de su tierra y de su Templo… durante 2000 años, aunque siempre con la esperanza de que algún día podrían regresar y reconstruir su amado Templo una vez más (cosa que ha sido imposible).

Esto nos enseña una cosa: cuando somos capaces de ver nuestra historia como individuo y como humanidad de manera que le encontramos un significado, como siguiendo un plan de Dios, tendremos la suficiente fuerza para seguir adelante con ánimo y fe. Cuando no le damos a la historia ningún significado, entonces todo parece absurdo y un golpe fuerte puede hacernos perder la fe en Dios, en la vida y en nosotros mismos, cayendo en el vacío y en la desesperación fácilmente. Si cada cosa que nos sucede en la vida la vemos como una oportunidad que nos envía Dios para ayudarnos en nuestro crecimiento espiritual, en lugar de caer en la desesperación la aceptaremos con agradecimiento e intentaremos reaccionar de la mejor forma posible y aprender la lección que encierra. De esa forma, además, en lugar de ver nuestra vida como un camino lleno de piedras seremos capaces de abrir más los ojos y descubrir que cada una de esas piedras son, en realidad, diamantes puestos allí para enriquecernos. Corresponde a nosotros la elección de usarlos en nuestro provecho o, simplemente, tropezar con ellos y caer heridos. Estamos en esta vida para aprender y crecer, no de vacaciones, y Dios actúa como un buen maestro: a veces nos explica la teoría (revelación), pero sobre todo nos proporciona la práctica necesaria para aprender bien por nosotros mismos (la única manera realmente eficaz). Los hebreos pensaban que todo proviene de Dios, y nada de lo que Él envía puede ser malo.

Cuando pasamos por una gran tragedia personal, nos planteamos la misma pregunta. Pero ante situaciones semejantes (y la Biblia muestra muchas de ellas) los israelitas se preguntaron ¿POR QUÉ?, y cayeron en la desesperación. Los judíos se preguntaron ¿PARA QUÉ?, y encontraron una razón para seguir adelante.