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BOLETÍN DE LA SOCIEDAD DE AMIGOS DE LA CULTURA DE VÉLEZ-MÁLAGA • 2008/ 7 25 Cuando el próximo Domingo de Ramos se inicien los desfiles procesionales en nuestra ciudad, miles de personas, forasteras y veleñas participarán de toda la brillantez de la fiesta cofrade, que transforma la ciu- dad cada primavera. Pocos caerán en la cuenta de que esta tradi- ción que tenemos tan arraigada, es muy nueva, aunque se le presuman siglos. Su esplendor y modos actuales son un tanto ajenos a nuestra historia, pues fueron construidas e inventadas recientemente, a raíz de las cenizas que prendieron hace hoy setenta años, en 1936. Nos parecía importante recordar aquel momento, pues esa efeméride marca más que ningu- na, un antes y un después en la historia de la Semana Santa veleña. Ni epidemias, pestes o las calamidades del Barroco, ni los franceses, ni los liberales decimo- nónicos, o la Ilustración del XVIII, borraron con tanta intensidad la tradición, personalidad o historia como aquel año. Hoy vivimos suficientemente distantes en el tiempo, y alejados del foco del conflicto, que se nos despersonaliza y suaviza la crudeza de ese atroz cho- que fratricida. Esa lejanía permite a los historiadores acercarse a los sucesos sin condicionamientos tergi- versadores, facilitando la objetividad imprescindible. De todas formas, aun quedan protagonistas supervivientes de la época. Sus recuerdos son valiosos documentos orales directos que deben recopilarse, porque desaparecerán en breve y nos servirían para complementar la escasa documentación bibliográfica y documental que conservamos para nuestra localidad. En los últimos años hemos asistido a una pro- liferación de publicaciones y estudios sobre la II República y la Guerra Civil Española desde ópticas variadas. Se une esta corriente investigadora a otra encaminada a restituir la memoria histórica de las víc- timas que produjeron, devolviéndoles a todos, al menos, la dignidad de protagonistas de la historia más reciente de España. La actualidad nacional pone en la palestra las reivindicaciones de asociaciones y entidades políticas al respecto de esta conmemoración para celebrarlas y recordarlas por la importancia que tuvieron. En el campo concreto de la religiosidad y de las cofradías, es fundamental volver sobre su memoria. En semejante contexto englobamos este tra- bajo, que pretende en definitiva abrir un marco nuevo de investigación de la historia local y de las cofradías en particular, buscando un relato cercano a la realidad de lo que ocurrió en Vélez durante aquel año, apuntan- do las causas y circunstancias que confluyeron para provocarlo. Aprovechando la significación del aniversario podemos intentar aclarar en lo que podamos alguna laguna, o aportar y recopilar datos e información que más tarde puedan interesar, y finalmente desmitificar igualmente determinados clichés ya muy arraigados que se repiten sin rigor y plantear interrogantes. En definitiva, esto no es más que una pincelada inicial y preparatoria que pretende llamar la atención sobre tan cruciales momentos abriendo el camino a estudios más amplios. Hasta el momento actual, las cofradías vele- ñas y los estudiosos o historiadores de nuestra Semana Santa, han recelado y saltado el período de la Guerra Civil en el que desapareció aquella antiquísima tradición cofrade que disfrutaba nuestra ciudad, como si de un mal sueño se tratase, con temor a tratar aque- llos sucesos como si no fueran parte consustancial de tan larga historia cofrade. También, porque en general, La II República y La Guerra son una etapa poco estu- diada del ámbito local. 1936. LA ÚLTIMA SEMANA SANTA* Antonio Manuel Peña Méndez * Artículo publicado en El Guión, 2006, 3ª Época nº 70, 90-104. Archivo Municipal de Vélez-Málaga

1936. LA ÚLTIMA SEMANA SANTA* · 2012. 6. 18. · Semana Santa, han recelado y saltado el período de la Guerra Civil en el que desapareció aquella antiquísima tradición cofrade

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    Cuando el próximo Domingo de Ramos se inicien losdesfiles procesionales en nuestra ciudad, miles depersonas, forasteras y veleñas participarán de toda labrillantez de la fiesta cofrade, que transforma la ciu-dad cada primavera.

    Pocos caerán en la cuenta de que esta tradi-ción que tenemos tan arraigada, es muy nueva, aunquese le presuman siglos. Su esplendor y modos actualesson un tanto ajenos a nuestra historia, pues fueronconstruidas e inventadas recientemente, a raíz de lascenizas que prendieron hace hoy setenta años, en1936.

    Nos parecía importante recordar aquelmomento, pues esa efeméride marca más que ningu-na, un antes y un después en la historia de la SemanaSanta veleña. Ni epidemias, pestes o las calamidadesdel Barroco, ni los franceses, ni los liberales decimo-nónicos, o la Ilustración del XVIII, borraron con tantaintensidad la tradición, personalidad o historia comoaquel año.

    Hoy vivimos suficientemente distantes en eltiempo, y alejados del foco del conflicto, que se nosdespersonaliza y suaviza la crudeza de ese atroz cho-que fratricida. Esa lejanía permite a los historiadoresacercarse a los sucesos sin condicionamientos tergi-versadores, facilitando la objetividad imprescindible.

    De todas formas, aun quedan protagonistassupervivientes de la época. Sus recuerdos son valiososdocumentos orales directos que deben recopilarse,porque desaparecerán en breve y nos servirían paracomplementar la escasa documentación bibliográficay documental que conservamos para nuestra localidad.

    En los últimos años hemos asistido a una pro-liferación de publicaciones y estudios sobre la IIRepública y la Guerra Civil Española desde ópticasvariadas. Se une esta corriente investigadora a otraencaminada a restituir la memoria histórica de las víc-timas que produjeron, devolviéndoles a todos, almenos, la dignidad de protagonistas de la historia másreciente de España.

    La actualidad nacional pone en la palestra lasreivindicaciones de asociaciones y entidades políticasal respecto de esta conmemoración para celebrarlas yrecordarlas por la importancia que tuvieron. En elcampo concreto de la religiosidad y de las cofradías, esfundamental volver sobre su memoria.

    En semejante contexto englobamos este tra-bajo, que pretende en definitiva abrir un marco nuevode investigación de la historia local y de las cofradíasen particular, buscando un relato cercano a la realidadde lo que ocurrió en Vélez durante aquel año, apuntan-do las causas y circunstancias que confluyeron paraprovocarlo.

    Aprovechando la significación del aniversariopodemos intentar aclarar en lo que podamos algunalaguna, o aportar y recopilar datos e información quemás tarde puedan interesar, y finalmente desmitificarigualmente determinados clichés ya muy arraigadosque se repiten sin rigor y plantear interrogantes. Endefinitiva, esto no es más que una pincelada inicial ypreparatoria que pretende llamar la atención sobre tancruciales momentos abriendo el camino a estudiosmás amplios.

    Hasta el momento actual, las cofradías vele-ñas y los estudiosos o historiadores de nuestraSemana Santa, han recelado y saltado el período de laGuerra Civil en el que desapareció aquella antiquísimatradición cofrade que disfrutaba nuestra ciudad, comosi de un mal sueño se tratase, con temor a tratar aque-llos sucesos como si no fueran parte consustancial detan larga historia cofrade. También, porque en general,La II República y La Guerra son una etapa poco estu-diada del ámbito local.

    1936. LA ÚLTIMA SEMANA SANTA*Antonio Manuel Peña Méndez

    * Artículo publicado en El Guión, 2006, 3ª Época nº 70, 90-104.

    Archivo Municipal de Vélez-Málaga

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    Y así nos parece como si estuvieran aún máslejanos los tiempos pasados, anteriores décadas osiglos del conflicto civil, del que además nos separauna especie de agujero negro insondable. Pero la his-toria no se para, por mucho que el 36 fuera un hitogigantesco en el transcurso histórico de las cofradías,sino que forma parte de tal relato, y conociendo lo ocu-rrido aquellos años encontraremos las pistas que nosenlazan lo que precedió a la Guerra y la Semana Santaque salió de ella y llegó a nosotros.

    Aquel año en que se perdió todo, forma parteconsustancial de una época de la historia de Españaque debemos rescatar y analizar para comprender elestallido de la tragedia nacional, detonada con el alza-miento del Ejército de África. La Segunda RepúblicaEspañola fue una compleja época en la que el país seesforzó en muy poco tiempo en transformarse paraalcanzar la modernidad de los países de su entorno1.Así semejante aceleración implicó todos los compo-nentes políticos, sociales, económicos, ideológicos,religiosos y culturales que hacen comprensible su con-secuencia histórica, la Guerra Civil, y para los cofradesla destrucción casi sistemática de su legado patrimo-nial, histórico e incluso humano. Y Vélez participó en eldiscurso de los acontecimientos generales y condicio-nados por las connotaciones de particularidad de lasituación local durante dichos años.

    En el presente trabajo no podemos abordar elanálisis de todo el período republicano en la localidad,ni por tanto sus conexiones con la actividad cofradierade nuestros antepasados, por desbordar el espacio deque disponemos y que tenemos en vías de elaboración.Por ello, nos ceñimos exclusivamente a los meses delaño 1936 que precedieron al final ya mencionado delpatrimonio cofrade, apuntando, aunque en gran medi-da muchos postulados quedan por confirmar, el desa-rrollo de los momentos finales de la vida de las cofra-días veleñas de los años treinta y las circunstanciaslocales y generales que contribuyeron al final queconocemos.

    Después de la lectura de una variada biblio-grafía provincial o regional andaluza así como de índo-le nacional de los variados aspectos que se sucedieronen el lustro que abarcó nuestra segunda república, y alcontrastar las conclusiones de los especialistas con laescasa documentación local, reducida casi exclusiva-mente a la actas plenarias de la institución municipal,conjugada con los recuerdos personales de un ampliogrupo de veleños que aun mantienen en su memorialos acontecimientos, me aventuro a plantear que son,fundamentalmente, dos, los componentes primordia-les que se pusieron en conjunción en aquellos mesesque antecedieron al verano del 36.

    Ambos, no son cosa nueva de aquel año, sinoque arrastran su origen desde tiempo atrás. Nos refe-rimos a la situación sociolaboral explosiva secular delcampo veleño y por ampliación del andaluz, agudizadapor la gran crisis de los años treinta2. En segundolugar, conectada con esta primera circunstancia decarácter económico-social, debemos introducir el con-flicto religioso desencadenado en España con la pro-mulgación del régimen republicano, culmen de un pro-ceso mucho más profundo y viejo de anticlericalismo,enfrentado a un clericalismo, ambos muy arraigadosen amplios sectores de la ciudadanía. Conflictividadrural y anticlericalismo son las claves que nos pondránen la pista para desvelar el panorama que se conjugóen Vélez en el año 1936, y por medio de ellas analiza-remos los acontecimientos.

    El período republicano está influido por losefectos de la coyuntura de crisis económica mundial ypor el progresivo, pero alto, crecimiento poblacionaldel país. El Vélez-Málaga de la década de los treintaseguía siendo una pequeña ciudad provinciana bastan-te supeditada en general a la capital malagueña, comohabía sido su tónica de los últimos siglos, pero queejerce una total dirección capitalizadora de su espaciocomarcal circundante, lo que hoy llamamos Axarquía.Un amplio territorio de naturaleza rural que basculaeconómica, comercial, demográfica, cultural y social-mente en torno a nuestra ciudad. Así que las circuns-tancias de ésta no son exclusivas, sino que el panora-ma que se vive en la comarca determina el desarrollode los acontecimientos y procesos que influyeron enVélez.

    La evolución demográfica comarcal habíaremontado levemente el trauma que supuso la crisisde la epidemia filoxérica que asoló las viñas malague-ñas en las décadas finales de la centuria del XIX.Aquella coyuntura económica arrastrará a la provinciay especialmente a nuestra zona, abocando a la pobla-ción de los pueblos axárquicos, dependientes en exclu-sividad del monocultivo vitivinícola, a una irremediableemigración, que llevó a muchos de ellos a dejar lospueblos y trasladarse al extranjero o a las poblacionesdel litoral, a la vega, tierra de cultivos de riego y decaña de azúcar sobre todo. Vélez fue destino preferen-te, manteniendo su crecimiento poblacional.

    La década de los años 20 hasta la etapa repu-blicana, fue un período de gran crecimiento de lademografía3, en una tónica similar al conjunto nacio-nal, donde se apunta el índice de aumento mayor delos últimos setenta años, sobre todo de la población enedad de trabajar4. Toda esta dinámica poblacional de lacomarca va a continuar en las décadas siguientes conidéntica trayectoria, perdiendo cada vez más población

    1. TUÑÓN DE LARA, M.: La Segunda República. Cuadernos de Historia 16. Madrid, 1995.2. ARÓSTEGUI, J.: La guerra civil. Cuadernos de Historia 16. Madrid, 1985.3. OROZCO REDONDO, M., FERNÁNDEZ LAVANDERA, E. y FERNANDEZ RODRÍGUEZ, C.:Estudios de ecogeografía comarcal. La Axarquía. Cuadernos de Puertanueva.Málaga, 1993, 56.4. SECO SERRANO, C.: Nuestro tiempo. 1931-1995. Historia Ilustrada de España, Vol. 10. Barcelona, 1998.12.

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    las localidades del interior que tenían como casi exclu-sivo sector económico el viñedo, mientras que el atrac-tivo de las zonas costeras hace aumentar sus efectivoshumanos, tanto por su dinámica natural demográficacomo por el aluvión migratorio del que se nutren y queademás son de las capas más jóvenes y dinámicas5.

    De ese modo, nuestra ciudad, en el tiempo quetratamos, estaba sufriendo un crecimiento destacadode sus habitantes, en gran parte de origen comarcalque engrosaban las capas medias o inferiores de lapoblación, arribando a la localidad en busca de mejo-ras laborales y nuevas oportunidades de vida quepudieran encontrarse en su ciudad más cercana. Enesto tendremos en cuenta, así mismo el retorno de laemigración que sacó deEspaña y de la comarca atantos españoles a fines delsiglo XIX e inicios del XX,que desde el estallido de laGran Guerra del 14 y laconsiguiente etapa de pos-guerra en que se vio inmer-so el mundo occidental trasel conflicto, impedía a losantiguos países receptoresde emigrantes hispanosabsorberlos, cuando enrealidad padecían un exce-so de mano de obra queincentivaba su retorno, porlo que en la década de laRepública estaban regre-sando a nuestros pueblos.Afirman los especialistasque estas condiciones de-mográficas aunadas con ladepresión económica gene-ral, se conectan con la des-bordante convulsión socialque vivía el país y que estacomarca refleja con bas-tante fidelidad6.

    Siguiendo al profe-sor Vicens Vives, en nues-tro país las repercusionesde la gran crisis económicamundial tomaron un talan-te propio, pero indudablemente es evidente que dadoslos engranajes particulares de nuestra economía enaquellos años, debió de influir bastante en el desarro-llo de los acontecimientos. De modo que si bien otrossectores no se vieron afectados en demasía, no suce-dió lo mismo con aquellos dedicados a la exportación,que tanto habían crecido con el incentivo de la Guerra

    Mundial, y de los que la economía veleña dependía muyespecialmente.

    La región andaluza durante los tres primeroscuartos del siglo XX fue un territorio dedicado en sumayor parte a la explotación de la tierra. En los añostreinta, cerca del 60% de los andaluces, por encima dela media del país, se ganaban la vida en actividadesdel sector primario fundamentalmente en laboresagropecuarias7. La imagen de la Andalucía caciquil ylatifundista no era una ilusión literaria, todo lo contra-rio. Aún así, en nuestra región se había ido desarro-llando a lo largo de los decenios anteriores una agri-cultura burguesa de corte exportador, liderada porsectores aceiteros, vinícolas o en torno a industrias

    agroalimentarias que, co-mo están poniendo demanifiesto los estudios alrespecto, ponen en duda larealidad de aquellas visio-nes de atraso y subdesa-rrollo con que se tildabanal campo andaluz8.

    En la comarca veleñapodemos encontrar estossignos de agricultura decorte capitalista, puesdesde tiempos medievalesorientó el grueso de sueconomía a la exportaciónde sus cultivos, situándosela producción pasera juntoa los cítricos en los pilaresdel fuerte desarrollo eco-nómico del siglo XVIII9, unaimpresionante proyecciónque se alargó durante elXIX, hasta la convulsiónque generó la filoxera.

    Agustín Justicia Sego-via analiza la evolución dela agricultura comarcal10

    buscando el origen de suactual configuración y enese proceso advierte comotras la crisis que se avinocon la pérdida de la viña y,por tanto, de su exclusivo

    monocultivo el campesino de nuestra tierra fue aboca-do a buscar otros cultivos de sustitución de las cepasperdidas. Se hace hincapié en que la filoxera fuemucho más que una crisis coyuntural, sus tentáculosse prolongaron hasta varias décadas después, entran-do en el siglo XX, y fue el final del modelo agrariocomarcal. Esto produjo una gran transformación, que

    5. YUS, R. y MARTÍN, M. T.: Itinerarios para el conocimiento del medio natural y social de la Axarquía. Cuadernos de Puertanueva. Málaga, 1988, 71-73.6. BARRAGÁN, A., GONZALEZ, M. y SEVILLA, E.: Revueltas campesinas en Andalucía. Cuadernos de Historia 16, nº 294, 1985.7. AA.VV.: Historia contemporánea de Andalucía (nuevos contenidos para su estudio), Granada, 2000, 232.8. Ibidem, 342 y ss.9. PEZZI CRISTOBAL, P.: Pasa y limón para los países del Norte. Economía y fiscalidad en Vélez-Málaga. Málaga, 2003.10. JUSTICIA SEGOVIA, A.: La Axarquía malagueña y la costa oriental. Dos espacios agrarios contrapuestos. Arguval. Málaga, 1988.

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    llega al día de hoy y que, en los años treinta, se estabagestando con no pocos problemas y tensiones.

    La replantación del viñedo que se intentó y queal final fue un fracaso, en realidad afectó fundamental-mente a los municipios del sector de la Axarquía inte-rior, pueblos de la montaña axárquica, de orografíacompleja, muy fragmentada y suelos pizarrosos, queno consentían en buena medida la dedicación a otroscultivos. Cuando en estas localidades el terreno seapreció favorable a ello el agricultor introdujo enmayor medida el olivar, junto a los almendros o higue-ras, evitando la viña. Por el contrario en las demászonas de la tierra comarcal no se volvió al cultivo de lavid, intensificándose todo lo posible la agricultura deregadío allí donde fue factible y, en el secano, olivo yalmendro.

    De este modo, los municipios costeros o en losinteriores todas las márgenes fluviales de ríos y arro-yos, se acondicionan para el cultivo de riego, siendo lacaña de azúcar, que ya era un cultivo histórico en estaslatitudes, pero disfrutó de un meteórico ascenso desdemediados del XIX, su abanderado. Sin embargo, en elporcentaje de superficie cultivada no fue la que máscreció, como si lo hicieron los cítricos, fundamental-

    mente el limón, o cultivos de corte igualmente indus-trial ejemplo el algodón, remolacha o maíz, junto asementeras hortícola como patatas, leguminosas(habas y habichuelas) o la batata entre otros. Todosestos cultivos son propios de una agricultura mercan-tilista orientada al mercado y por tanto condicionadapor las fluctuaciones de precios y coyunturas externas,en un mundo debilitado y en recesión por la críticadinámica internacional, lo que afectaría a los empresa-rios rurales. Se está gestando por tanto, con la ruinadel viñedo, una verdadera desarticulación de las baseseconómicas de esta zona, pasándose a un sector decultivos más diversificado, el policultivo y que está enel trasfondo de la complicada situación socioeconómi-ca que se dibujaba en aquel inicio de 1936.

    Junto a estas transformaciones de los espa-cios agrarios debemos abordar la estructura de la pro-piedad que sustentaba estos aprovechamientos delpaisaje, pues en la combinación de ambos podremoscomprender la situación que se vivía en los meses pre-cedentes del estallido del enfrentamiento nacional.

    A diferencia de lo común en la gran mayoría delas comarcas agrarias andaluzas y en espacial de laDepresión del Guadalquivir, el gran latifundio no es lo

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    Nuestro territorio municipal ocupado en granparte por muy fértiles tierras en la amplia vega del ríoVélez y las llanuras litorales que flanqueaban la anti-gua carretera Málaga-Almería, reproducía en aquellaépoca parecida estructura minifundista de la propie-dad. Pero junto a ella encontramos la gran propiedad,auténtico latifundio de la comarca formado por la fami-lia Larios, que desde la segunda mitad de la centuriadecimonónica fue concentrando en su poder las tierrasdel litoral con el fin de asegurarse el control de la pro-ducción de caña de azúcar que abastecería su fábricade Torre del Mar, o las otras de la comarca11.

    “La Casa Larios” fue en los años dorados de laindustria azucarera un elemento modernizador ypotenciador de una agricultura intensiva y avanzada,pero a través de la parcelación de sus propiedades y laexplotación en régimen de arrendamiento en manos desu ejército de colonos dependientes de sus directri-ces12. Ejercieron mucho tiempo una posición de controlpolítico de tintes caciquiles sobre nuestra ciudad queen los años treinta con los cambios de la política repu-blicana se intentaron remover.

    Junto a esta propiedad latifundista, única en ellugar y por ello tan influyente en la época, en esta ciu-dad controlaban el sector agrario un grupo más ampliode familias poseedoras de propiedades que en puridadson minifundios, en torno a las cinco hectáreas, peroque por los altos rendimientos de sus parcelas eranafrontadas con mentalidad capitalista. Además, deten-taban la propiedad de numerosas parcelas en laszonas de secano, bien del municipio o en los pueblosvecinos, y estamos en realidad ante los grandes pro-pietarios que formarían la oligarquía local y, comotales, eran considerados por sus coetáneos, cuya vin-culación al mundo cofrade es evidente y relevante.

    Es importante destacar, cómo una amplia pro-porción de esas propiedades oligárquicas eran explo-

    tadas por medio de pequeños arrendatarios, procesoiniciado según parece en los años inmediatamenteanteriores a la dictadura primoriverista y que continuótras la caída de la Monarquía13, pues en estos años desituación general tan compleja para la economía, losdueños de las fincas se aseguraban unos beneficiosmás altos o seguros en rentas con menor riesgo.

    El paisaje de la agricultura veleña de aquelaño, mantenía unas enormes masas de poblaciónagraria desposeída de tierra o dueña de ínfimas suer-tes, insuficientes para el sustento, por lo que depen-dían de la contratación en las labores temporales delos mencionados grupos propietarios, por los Larios osus colonos. Esta desposeída población jornalera,junto a tantos minúsculos propietarios abocados a laestacionalidad de los cultivos y en su defecto al paro,fueron engrosando a lo largo del siglo las filas de lasasociaciones sindicales o partidos obreros. En el casode las comarcas agrícolas de las provincias orientalescomo la nuestra, estuvieron dominadas por el sindica-to socialista, la UGT en su sección para el campesina-do, denominado Federación Española de Trabajadoresde la Tierra-FETT. En menor medida, aunque bien pre-sentes, las colectividades de índole anarquista quetanta fuerza tuvieron antaño en el campo andaluz,estaban más implantadas en los ámbitos urbanos,pues habían sido muy desgastadas por las huelgas y larepresión con la que se les combatió desde el gobierno14.

    Semejante situación, perpetuada desde lasdécadas de las desamortizaciones decimonónicas yque había hecho del mundo rural de nuestra región uncaldo de cultivo propicio para la conflictividad social yel enfrentamiento patrón-obrero, había visto enrare-cerse aún más la convulsión reinante en el ambiente apartir de las iniciativas legislativas emanadas desdelos primeros decretos en los albores del régimen repu-blicano. Gracias a las cuales los grupos más desfavo-recidos del campo creyeron verse ante el final de suspaupérrimas situaciones de vida y trabajo, pasando auna acción cada vez más intensa y organizada en sulucha por salir de la miseria y opresión.

    Los gobiernos republicano-socialista del pri-mer bienio de la Segunda República, pusieron en mar-cha una batería de medidas encauzadas a reparar lasituación del campesinado, como la Ley del LaboreoForzoso, la regulación de salarios o de accidentes paralas labores agrícolas, la puesta en marcha de losJurados Mixtos o la jornada laboral de ocho horas. Lascuales culminaron con la Ley de Reforma Agraria, quedio un impulso fenomenal al movimiento campesino, ypropició infinidad de huelgas, manifestaciones y todotipo de acciones reivindicativas. Pero esta políticasocial agraria no consiguió equilibrar tan enmarañada

    11. SANTIAGO RAMOS, A., BONILLA ESTÉBANEZ, I., GUZMÁN VALDIVIA, A.: Cien años de historia de las fábricas malagueñas (1830-1930). Málaga, 2001.12. GUZMÁN VALDIVIA, A., SANTIAGO RAMOS, A., BONILLA ESTÉBANEZ, I.: “La caña de azúcar, un referente cultural en la Axarquía”. Ballix, nº 2, Vélez-Málaga,diciembre 2005.13. LARA SANCHEZ, F.: Población y sector primario en la Andalucía franquista. Málaga. 1984, 33-34.14. FERNÁNDEZ PÉREZ, A.: Luchas y revoluciones obreras en la España Contemporánea. Akal, Madrid. 1995.

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    situación, dada la lentitud en su aplicación y los retro-cesos efectuados por los gobiernos del llamado BienioRadical-cedista, tras el ascenso al poder de las dere-chas en el 33.

    A finales de 1935 y en los primeros días deenero de 1936, el país se aprestaba a clausurar los dosaños de gobierno de centro-derecha, en los que sehabían revisado o transformado todos aquellos temassociales y económicos, acelerados por los primerosdirigentes republicanos desde la instauración del régi-men. Ya se planteaba con claridad el enconamiento delas dos concepciones enfrentadas y antagónicas enque se debatían los españoles. Tras el nombramientopor el Presidente de la República del nuevo gabinete,encabezado por Manuel Portela Valladares, se convoca-ban para el día 16 de febrero las elecciones generales.

    Mientras en la capital se van fraguando estosepisodios de política nacional, a través del seguimien-to de las actas de los plenos del Ayuntamiento denuestra ciudad podemos bucear en el devenir de losderroteros del país desde el rincón cercano de estalocalidad, Vélez-Málaga.

    El mismo día que en Madrid se clausuran lasCortes y se anuncian los comicios, por orden delGobernador Civil de la provincia Valeriano del Castillo,se suspendía la corporación municipal veleña que pre-sidía como alcalde Enrique Montoro Martín desde1934, cuando dimitió su predecesor y primer alcalde dela República Fernando Bustamante15. En la mismamañana siguiente, 8 de enero, se personan en el salóncapitular del Palacio de Beniel, entonces CasaConsistorial, los señores que formarán la ComisiónGestora, nombrada por la autoridad provincial parahacerse cargo del municipio. Semejante disposición nodeja de ser llamativa, pues no aparecen en las actasrazones algunas, máxime cuando en los últimos díasdel año la corporación destituida finalizó el ejerciciocon aparente normalidad, aprobando incluso los pre-supuestos municipales para el ejercicio de 1936.

    Podríamos aventurar las motivaciones delgobierno, que quería situar al frente de la ciudad, enunos momentos sumamente delicados con una cam-paña electoral tan fundamental como la que se aveci-naba, a personajes de reconocido prestigio y experien-cia política. Más aún, cuando tenemos la impresión deque los munícipes cesados no habían estado a la altu-ra de las circunstancias y el Ayuntamiento manifesta-ba graves fisuras económicas y de gestión, que sedeberán estudiar en otros trabajos. Fueron frecuentesdurante los años 34 y 35, cuando gobernó el centro-derecha presidido por Alejandro Lerroux, las suspen-siones de infinidad de corporaciones municipales portoda España, y con mucha asiduidad en Andalucía,

    especialmente con alcaldías en manos socialistas ocon fuerte presencia e influencia de izquierda.

    La gestora nombrada estuvo presidida porManuel Martel Gallardo, conocido e influyente miem-bro de la “buena sociedad” veleña, con amplia expe-riencia municipal pues, había ocupado la alcaldía envarias ocasiones, con la Monarquía y la Dictadura dePrimo de Rivera. Por tanto, en espera del resultado delas urnas, se ponía el gobierno local en manos de sec-tores reaccionarios. En el duelo electoral del 16 defebrero se proclamó vencedor el Frente Popular,amplia coalición de los partidos burgueses de izquier-da (la Izquierda Republicana de Manuel Azaña y el par-tido liderado por Martínez Barrio Unión Republicana)con el partido Socialista y los comunistas, para acome-ter la restauración de las iniciativas del Primer Bienio:reforma agraria, secularización, legislación social,impulso a la educación pública y laica, amnistía de lospresos políticos, etc.16.

    Con apenas dos meses al frente del municipio,la gestora de Manuel Martel solo consigue emprenderun intento de sanear la gestión del Cabildo, para ellosmuy abandonado “en su deseo de ir organizando lavida municipal ”17 y, como medida muy significativa desus inclinaciones ideológicas, acuerdan designar díasfestivos locales el 9 de Abril (Jueves Santo), el 11 deJunio (Día del Corpus) y el 28 de Septiembre (vísperade San Miguel Arcángel), todo un ejemplo de su ads-cripción política e ideología. La prensa de la épocamuestra con toda rotundidad la convulsión, los extre-mismos y lo enconado de las posturas contrapuestasque se manifestaban por todo el país de cara a la con-sulta electoral, y ponían de evidencia la división de losespañoles. Escribe Gabriel Jackson que por un ladovotarían a los partidos de centro derecha los ciudada-nos que pensaban que el Tercio de la Legión en laAsturias de 1934 había “salvado a España de una san-grienta insurrección comunista”y en el extremoopuesto votarían a la coalición izquierdista los queveían al gobierno como unos fascistas clericales quehabían “arrastrado a las izquierdas a la desespera-ción”18.

    Por su parte, la Iglesia, tremendamente preo-cupada del resultado de estas legislativas por el temorde volver, como en verdad ocurrió, al panorama anti-clerical y de pseudo persecución que padeció antes delos dos años de relativa tranquilidad y apoyo del bieniopasado, movilizó sus efectivos para participar en laselecciones postulando el voto hacia aquellas opcionesque defendían claramente sus intereses. En el BoletínOficial Eclesiástico de Málaga el 2 de Febrero se publi-caba lo siguiente: “Ante la gravedad indiscutible de losmomentos actuales para nuestra Patria y la trascen-

    15. Ambos eran miembros del Partido Radical de centro-derecha que lideraba Lerroux, y no deja de sorprender, como se comenta, el cese del segundo con su cor-poración y más aun el nombramiento de una gestora integrada por miembros reconocidos conservadores.16. JACKSON, G. La República Española y la Guerra Civil. Biblioteca Historia de España. Barcelona, 2005, 174 y ss.17. Archivo Municipal de Vélez-Málaga (AMVM), Actas Capitulares, 27 enero 1936.18. JACKSON, G. La República Española y la Guerra Civil. Biblioteca Historia de España. Barcelona, 2005, 180.

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    dencia de los intereses que van a ventilarse con moti-vo de la convocatoria de un nuevo Parlamento legisla-tivo...”, refiriendo a continuación las directrices quediferentes obispos y autoridades eclesiásticas estabandivulgando en semejantes circunstancias. El episcopa-do apremia a los católicos a ejercitar sus derechos deciudadanía, recomendándoles “subordinen al biencomún de la Patria y la Religión todos los otros idea-les, unirse todos con grandes disciplina en la defensade la fe para alejar el mal que amenaza a la mismasociedad civil”19.

    Encontramos, en la misma línea, las informa-ciones de los periódicos católicos provinciales, con lareferencia al Cursillo Diocesano de Acción Católicadonde se reunió la gran mayoría del clero de la provin-cia, entre ellos los padres franciscanos del conventoveleño, que presidió el obispo Balbino Santos Oliveraen la Iglesia de la Victoria de Málaga, concluyendo conla siguiente reflexión, que nos indica el sentir de aque-llos creyentes: “Mientras en la calle hay luchas y dis-paros y carteles con gritos chillones de la policromíapero más con los gritos de odios fratricidas, mientrasen la calle se lanzan mil manifiestos y se planea parael porvenir, aquí, ante Dios, Señor y Dueño del Futuro,el padre y los hijos hemos levantado nuestras manossuplicantes a El para pedirle porque el terrible inte-rrogante del mañana no deje caer sobre nosotroszozobras, intranquilidades y pesadumbres”. El preladomalagueño dispuso, entre otras cosas, una serie deplegarias en los cultos en todas las iglesias para pedir

    al Ángel Custodio de España y a Santiago Apóstol “porlas necesidades de la Iglesia y del Estado” al menoshasta el día de la constitución de las nuevas Cortesgenerales20.

    Pero las elecciones del día 16 las ganaron lasizquierdas, agrupadas en el Frente Popular. La partici-pación ciudadana fue masiva, siendo una de las elec-ciones más concurridas, cercana a las tres cuartaspartes del censo electoral y se desarrolló la jornadacon bastante calma. El miércoles 19 de febrero seforma el nuevo gobierno en Madrid presidido porAzaña, aunque los resultados definitivos salieron el día20 y fueron aceptados por todas las partes. Para afron-tar la nueva situación, ese día el Cardenal Primado ensu sede de Toledo, Monseñor Gomá y Tomás publicasus recomendaciones al clero y feligreses, que enMálaga asumirá íntegramente el obispo SantosOlivera. Insiste la jerarquía en la necesidad de actuarde forma ejemplar por todos sus ministros, haciendoevidente la Santidad de la vida sacerdotal ante los ojosde sus detractores. Animan a continuar los actos deculto, sin que cesen las prácticas piadosas ni las tradi-ciones religiosas del pueblo, proclaman la importanciacapital de la enseñanza y difusión de la doctrina pormedio de la catequesis, que se debe llevar a todas lasgentes de cualquier edad pues dicen “…ved con cuan-to ardor propagan sus doctrinas perniciosas los ene-migos de nuestra Fe…,” y además prohíben terminan-temente a los sacerdotes inmiscuirse en asuntos polí-ticos o tratar, desde el púlpito, tales temas, aunque les

    19. Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Málaga. Málaga, 1936, 2 febrero.20. Ibidem. Febrero 1936.

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    encomiendan: “Sed corteses yatentos con las autoridadesciviles, mostrando que deseáisla concordia y sois amadoresde la paz, pero defended losintereses de la Iglesia con celoy entereza, pero discretamen-te, sin violencias…”21.

    Con motivo de la cele-bración del triunfo por elnuevo gobierno, en Vélez seconvoca una manifestaciónese mismo día 20 por la tarde,que acaba concentrando a lamultitud ante las puertas delconvento franciscano. Estelugar, en momentos de con-vulsiones o reuniones multitu-dinarias desde el inicio de laRepública, venía siendo utili-zado como foro para las pro-testas y centro congregacionalde las masas, pues entre otrasconsideraciones era el espaciopúblico principal sobre el quegiraba la vida ciudadana delVélez de principios del sigloXX: aquella plaza de SanFrancisco, donde se concen-traban las principales institu-ciones de la ciudad (PalacioMunicipal, juzgados, mercadopúblico y plaza de abastos,etc.). Los frailes, avisados porla mañana, se desplazaronunos días a Málaga con lo queevitaron posibles problemas,los cuales si se dieron en laplaza de las Carmelitas cuan-do la manifestación apedreó lacasa del, en aquellos momentos presidente de laGestora Municipal, Martel Gallardo.

    Con semejante panorama comenzaba laCuaresma, el Miércoles de Ceniza día 26 y por la nochehabrían regresado los frailes a su convento, que aban-donarán dos veces más, en las semanas próximas. Seva a constituir una corporación nueva en elAyuntamiento, nombrada por el gobernador en lamañana del viernes 28 y en la que toman posesióncomo concejales, los miembros de aquellos partidosintegrantes del Frente Popular. Éstos eligen alcaldepor unanimidad a Amadeo Téllez Jiménez, correctocaballero, muy conocido especialmente por su fre-cuente aportación, antes y después de la Guerra Civil,en las publicaciones de Feria o Semana Santa con sus

    poesías y ocurrentes trabajosliterarios22.

    En aquella primerasesión inaugural, los edilessolicitaron del gobernadorprovincial una inspección de laHacienda municipal de las cor-poraciones anteriores y envia-ron a Madrid telegramas deadhesión al Régimen de laRepública, a su Presidente,Jefe del Gobierno y demásautoridades “…dándoles cuentade la constitución del Ayunta-miento popular de esta pobla-ción y haciendo votos deinquebrantable adhesión a supersona y a la República”23.

    Durante el mes si-guiente, la Corporación sereúne con una extraordinariafrecuencia, semanalmente,contrastando con la escasaactividad corporativa de losayuntamientos anteriores ycon una masiva participaciónde los nuevos munícipes, apre-ciándose por tanto gran activi-dad en los plenos con numero-sas mociones y amplios debates sobre los problemasde la población. Los gruposmás diligentes y luchadoresson la minoría socialista y losdel partido comunista, segui-dos por la Izquierda Republi-cana, que continuamente presentan propuestas y mocio-nes, o reclaman soluciones,denuncian irregularidades o

    injusticias que sufren los trabajadores. Dos son loscaballos de batalla en esta corporación, el asfixiante ydemoledor paro obrero y la educación.

    En el largo pleno del 9 de marzo se debatesobre las escuelas, y también se trató sobre el cierrede “las escuelas privadas de carácter confesional yreligioso que existen en el pueblo”, siguiendo unamoción de los socialistas. Recordemos que por aquelentonces existía el Colegio de San Antonio en el con-vento franciscano para niños y en la calle de lasMonjas, el Colegio de la Presentación para niñas,regentado por Madres Agustinas. En la misma sesión,se decide hacer efectiva la decisión de suspender a ungran número de empleados administrativos delAyuntamiento entre ellos los guardias municipales,

    21. Ibidem. Febrero 1936.22. MONTORO FERNÄNDEZ, F.: Cien Veleños Notables. Vélez-Málaga, 1982.23. AMVM. Actas Capitulares. 28 febrero 1936.

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    barrenderos, al maestro de obras, Depositario, oficia-les y auxiliares de intervención y secretaría, ordenan-zas, etc.24.

    Reunido nuevamente el pleno la noche dellunes 16, se comienza la sesión con la propuesta delsocialista José Ruiz Molina de clausurar las clases enlos colegios de las congregaciones religiosas segúnmanifiesta “por contravenir la ley en vigor y por consi-derarlas atentatorias a la conciencia popular y quepueden ser causa de perturbación de la paz pública”.Del mismo modo se intenta organizar una comisióninvestigadora para abrir diligencias a los frailes y fis-calizar su sistema de enseñanza, sancionándolos si nocumplían con las prescripciones legales, aunque elSeñor Alcalde consigue desestimar el tema y mientrasse informa al ministerio. No satisfechos con lo ante-rior, la corporación continua abordando el asunto delos religiosos, pues los concejales del grupo socialistaquieren expulsarlos de Vélez y los acusan de agitado-res, atacándolos así: “que los frailes no solo por lo quese refiere a la enseñanza si no a los demás actos querealizan es una constante provocación a los sentimien-tos laicos del pueblo”. Continuando en estos términosla sesión, deciden se quiten de las fachadas de los edi-ficios las imágenes religiosas “pues esos símbolosdeben guardarse con lo cual se respetaría la libertadreligiosa” y para que lo hagan, mandan se les comuni-que la orden a los párrocos. Curiosa interpretación delprincipio democrático de libertad el que esgrimenaquellos concejales25.

    Según nos cuenta el Padre Aracil, la nochesiguiente pandillas de jóvenes siguiendo instruccionesdel Presidente del Frente Popular, arrancaron y des-trozaron varias cruces y emblemas religiosos de lascalles, entre ellas una gran cruz de madera que habíaen la puerta de la parroquial de San Juan Bautista.Durante esos días se celebró en la iglesia franciscanaun triduo dedicado a San José y el jueves, día de sufiesta, se repicaron las campanas como era habitualpara avisar a la misa mayor de la mañana y en especialpara las grandes solemnidades. El templo, a pesar deque llovía bastante y de la incertidumbre o temor conque vivían los católicos, estuvo lleno de fieles por elarraigo que en España tiene este santo y, siguiendo lasdirectrices de los obispos, para seguir ejerciendo suderecho de culto y orar por medio del BienaventuradoPatriarca San José, que es Protector de la IglesiaUniversal, por la defensa de sus fieles26.

    Las campanas y la solemnidad de la liturgia,como ya veíamos en el pleno, sirvieron para sublevar alos grupos anticlericales que se sintieron provocados,congregándose en la plaza de la iglesia una muche-dumbre que apedreó la torre y rompió cristales, entre

    improperios y abucheos, aunque no se atrevieron ainterrumpir el culto por la gran cantidad de gente queestaba en misa. Sí consiguieron coaccionar al alcalde,acaudillados por el concejal Ramírez López del partidosocialista, para que hiciera salir a los religiosos delpueblo. Por la tarde la muchedumbre se vuelve a con-centrar ante San Francisco, arreciando las pedradascontra el convento, hasta que la Guardia Civil losdisuelve y lo custodia toda la noche.

    Los franciscanos se refugian en casa de lasseñoras María Josefa Guerrero y Amalia Martín y, enlugar de esperar a la mañana siguiente para marchara Málaga como acordaron con el alcalde, en el auto deun chofer de su confianza escapan de noche bajo unafenomenal tormenta. Cuando amanece la jornadasiguiente, 20 de marzo, con el gentío congregado paraver la expulsión de los odiados clérigos, y éste conoz-ca su escapada nocturna, se producirán graves distur-bios. Unos jóvenes saltaron las tapias del recinto con-ventual y recorrieron el interior, destrozando especial-mente las aulas del colegio y celdas, prendiendo unpequeño incendio en la sacristía y causando variadosdestrozos. Algunos de los asaltantes se encaraman alcampanario para tocar las campanas, alertando delasalto a la Guardia Civil que desde su cercano cuartelal principio de la Carrera de San Francisco, intervienedesalojando a los insurgentes y evitando la profanaciónde la iglesia o los destrozos en el coro o la biblioteca,que en esta ocasión se salvan. Los desperfectos fueronvalorados en 935 pesetas27.

    A lo largo de toda la jornada las masas alboro-tadas recorren la población en contra de la Iglesia,acudiendo primero desde San Francisco a desalojar alas monjas Carmelitas de su convento, donde los des-trozos fueron mayores pues rompieron puertas, venta-nas y la reja que custodiaba la entrada a la iglesia.Igualmente se subieron a la portada del templo carme-litano y arrojaron al suelo la Sagrada Familia que pre-sidía la fachada, cuando desde la plaza de SanFrancisco efectivos a caballo de la Benemérita, congran contundencia y sable en mano, como recordabaun testigo presencial que siendo un niño observaba eltumulto desde la esquina de la farmacia de Martel (hoyde Don Hipólito), dispersaba a mandoble y con carga decaballería a las turbas28. Se valoró después, en el jui-cio, en 1.135 pesetas el atentado en las Carmelitas.

    De las diligencias abiertas para el juicio que secelebró por los hechos, dos meses después, en mayo,conocemos que en el mismo día derribaron la imagende San Cristóbal de la fachada de la ermita del Cerro,destrozaron las imágenes de las capillas del SantoChiquito y la del Santo Cristo del Portal, en las salidasdel pueblo, más otros actos vandálicos en las puertas

    24. AMVM. Actas Capitulares. 9 marzo 1936.25. AMVM. Actas Capitulares. 16 marzo 1936.26. ARACIL, A.: Dolor y Triunfo. Héroes y Mártires en pueblos de Andalucía durante el Movimiento Nacional. Barcelona. 1944,147-150.27. Las valoraciones económicas de los daños en los templos veleños aparecen en la prensa al informar del juicio celebrado en Málaga contra varios de los asaltan-tes. Diario ABC de Sevilla, 20 mayo 1936, 25.28. Versión de los sucesos narrada por D. Pablo Jiménez, estimado maestro de EGB en el Colegio José Luis Villar Palasí de Vélez-Málaga, con quien tuvimos la suer-te de iniciarnos en el conocimiento de la Historia.

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    de San Juan y destrozos más graves en la parroquia deTorre del Mar, donde se perdieron muchas imágenes yobjetos religiosos29.

    Estas jornadas de marzo fueron el anticipo delo que, a principios del verano en los mismos días 19 y20, pero ya en julio, se produciría al arrasar sistemáti-camente los templos para borrar así de la ciudad cual-quier vestigio religioso. A diferencia del frenesí incen-diario del verano, en marzo aún quedaba cierto ordenen la ciudad, y las fuerzas de seguridad actuaron conpresteza. Además, en nuestra opinión, los poderespúblicos republicanos no estaban todavía desbordadospor los grupos más izquierdistas, los cuales seguíanactuando, en cierto modo, dentro del engranaje muni-cipal, guardando las reglas del juego y no habían dadoel salto al poder, como sucederá en los primeros ins-tantes tras el alzamiento de las tropas rebeldes deÁfrica en julio.

    En esta línea, en la sesión plenaria del lunes23, en medio de los amplios debates y proposicionessobre los temas sociales y las escuelas públicas, elalcalde Amadeo Téllez propone y así se acuerda sinque se profundice en el tema, “conste en acta el desa-grado con que la Corporación ha visto los sucesos deldía veinte en esta población y el desarrollo de los mis-mos”. Trascurrido el largo pleno, en los ruegos y pre-guntas, el líder socialista Francisco Ramírez pide quese retiren las fuerzas de la Guardia Civil que desde losdisturbios tenían controladas las calles, “pues en pue-blo pacífico como éste no tiene objeto” semejante des-pliegue de seguridad. El Alcalde le responde y recrimi-na no haber controlado la situación, como le prometiósi se iban los frailes, y se producen acusaciones contralos sectores conservadores porque “fue la reacciónquien pagó a unos cuantos que hicieran esos desma-nes al objeto de desprestigiar a la clase proletaria”. Elconcejal Heredia Rodríguez pide conste en acta la“actitud tranquila y correcta de la clase trabajadora deVélez”30.

    No fue Vélez el único escenario de sucesosviolentos contra el culto o la religión, en el breve lapsotemporal que se avino tras los comicios de febrero fue-ron frecuentes por todo el país. En nuestra diócesis, eldía de la manifestación contra los franciscanos vele-ños, se incendiaba la iglesia de la localidad deCampanillas cercana a Málaga, pero desde el mismofebrero sufrieron asaltos y quemaron los templos de Montejaque y Benaoján en la Serranía rondeña,comarca especialmente virulenta durante la prima-vera31. Las cifras generales de muertes por enfrenta-mientos políticos, el pistolerismo, los saqueos de edificios religiosos o de sedes de partidos, entidades yperiódicos en aquellos meses se conocen bien, pues

    en las Cortes fueron aireadas por los líderes conserva-dores Gil Robles y Calvo Sotelo, rondaron las 142 igle-sias víctimas de semejante violencia anticlerical32.

    Este anticlericalismo que recorrió la Repúblicadesde casi su instauración, recordemos el mes demayo malagueño del 31, no surgía de la nada. Losespecialistas han trabajado ampliamente el tema,analizando los precedentes en los sucesos barcelone-ses de la Semana Trágica del año 9 o durante la crisisde 1917. Coinciden además, en retrotraer los orígenesde tales planteamientos al siglo XIX, cuando el libera-lismo, emanado de las revoluciones burguesas y lailustración de la centuria anterior, concibió la idea deque lo clerical, la religión, eran contrapuestas o ene-migas del progreso, propias más de sociedades atra-sadas o primitivas y no de países modernos y científi-cos. Por ello se atacó a la Iglesia desde los gobiernosdecimonónicos especialmente con la desamortizacióny con una copiosa literatura de la que podemos comoejemplo entresacar la pieza teatral Electra de Galdós ola Regenta de Leopoldo Alas Clarín33.

    Los elementos anticlericales eran un fenóme-no aún más antiguo, venían grabados en el subcons-ciente colectivo de las masas populares ya desde fina-les de la Edad Media, denostando principalmente larelajación de las costumbres de los eclesiásticos, susvicios o hipocresías, presentando como claro ejemplode estas corrientes la crítica del Arcipreste de Hita enel Libro del Buen Amor. También se aprecia, con igualclaridad, en el refranero popular o en las letrillas inci-sivas que entonaban las gentes en estos días, comoaquella que decía: “Si los curas comieran piedras derío, no estarían tan gordos, los tíos jodíos” o la letracon que coreaban el himno oficial republicano, Himnode Riego: “Si los frailes y monjas supieran, la palizaque les vamos a dar. Correrían, cantando y bailando:Libertad, Libertad, Libertad”.

    Pero es el Carnaval la mejor muestra de laexpresión libre del pueblo en aquellos años, de lamano de las chispeantes y ocurrentes letras de mur-gas y comparsas que en nuestro pueblo tuvieron ungran arraigo. Lamentablemente, no conservamos unarecopilación de las mismas, pero si un buen compen-dio de las que se cantaban en el cercano pueblo deBenagalbón, recogidas por Natividad Díaz Paniagua,que trasmiten con claridad meridiana las ideas delmomento en numerosos sectores sociales, sin necesi-dad de comentario 34:

    “En un cine vimos a Cristoque de los Cielos bajóa recorrer todo el mundoy asombrado se quedó.

    29. Diario ABC de Sevilla, 20 de mayo 1936, 25.30. AMVM. Actas Capitulares. 23 marzo 1936.31. MOLTÓ GARCÍA, R.: “Destrucción del Patrimonio Artístico en la provincia de Málaga.” En La Cruceta de Málaga. Nº 4, Málaga, Julio 2005.32. MATEO AVILÉS, M. de: “La Iglesia en Málaga durante la Guerra Civil Española (1936-1939).” En La Cruceta de Málaga. Nº 4, Málaga, Julio 2005.33. CUEVA MERINO, J. de la: “Si los curas y frailes supieran… La violencia anticlerical.” En Violencia política en la España del Siglo XX , dirigido por SANTOS JULIÁ.Taurus, Madrid. 2000.34. DIAZ PANIAGUA, N. y otros: Benagalbón: Cosas de antaño y hogaño. El Carnaval. Benagalbón, 1990.

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    Y vio a los representantesde su religión divinahabitando en los palaciosdeshonrando a su doctrina.A santos de yeso y palovestidos de terciopeloy aguantando hambre y fríoa muchos miles de obreros.A su figura en la cruzcon brillantes de buen precioy la Iglesia convertidaen asqueroso comercio.Cuando a los Cielos se fuecogió al Demonio de un cuernoy mandó que todos los curaslos quemara en el Infierno”

    Con esta mentalidad incardinada en los áni-mos de las clases trabajadoras y su desesperadasituación laboral, amén de la miseria general en la quevivían, podemos imaginar las reacciones que protago-nizaron y con los ánimos y circunstancias con que sellegó aquella primavera a los días de la Semana Santa.El Domingo de Ramos fue el 5 de abril y, aunque aúnno tenemos constancia documental directa, nos aven-turamos a afirmar que en este año en Vélez las cofra-días no realizaron sus desfiles. Después de lo vistomás arriba, la conflictividad social y las penurias quevenían sufriendo los trabajadores, unidas a la concien-cia antirreligiosa descrita, plantear una manifestaciónde culto público en semejantes circunstancias debiópersuadir a los cofrades y a las autoridades eclesiásti-cas locales de sacar las imágenes a la calle.

    Desde los poderes públicos no se advierte nin-guna disposición, ni a favor ni en contra, salvo unareferencia marginal al respecto de los tronos, en lasesión del día 6 de marzo, último lunes de Cuaresma.Varias de las andas procesionales se guardaban en losbajos de las escuelas nacionales en la plaza de SanRoque y se decidió desalojarlos para usar el espaciocon fines educativos, por lo que la alcaldía pasó la dis-posición acordada a los cofrades responsables paraque dejaran libre el local.

    Si podemos constatar en los debates plenariosel caldeadísimo clima social que imperaba en esosdías, fundamentalmente por la enorme magnitud delparo obrero, no solo campesinos que esperaban desdehacía un mes el inicio de la monda de la caña de azú-car, que los responsables de la Fábrica Larios de Torredel Mar retrasaban y disponían a su conveniencia, sinoen diversos gremios laborales como la construcción yotros. Vemos en las actas continuas quejas y denun-cias de los trabajadores por la actitud y métodos de lospatronos, los cuales, tengámoslo en cuenta, tambiénsoportaban la depresión económica y el derrumbe de

    los precios y mercados de los que dependían sus nego-cios, además de los perjuicios de las medidas legisla-tivas impulsadas en el primer gobierno azañista del 31y nuevamente restauradas por el ejecutivo de Madrid,que contribuían a su enfrentamiento mutuo.

    El Lunes Santo, las sociedades obreras recla-man en el ayuntamiento la estricta aplicación de losdecretos y leyes laborales y de la Reforma Agraria (losJurados Mixtos de Trabajo, el Laboreo Forzoso,Comisión de Policía Rural, cumplimiento de horarios,legalidad de los jornales, etc.) y que se persiga y san-cione a los propietarios y empresarios que estabanboicoteando las resoluciones, para mitigar el desem-pleo reinante. Se acusa concretamente a los Larios.Analizan, especialmente desde los ediles obreristas,que la situación “contribuye, no solo a que no seresuelva el ya angustioso paro obrero, sino a que seaumente en unas proporciones que no sabemos adonde va a llegar y por eso prever el conflicto que seavecina, el cual hay que atajar y ponerle remedio pro-porcionando trabajo a los obreros sea como sea, obli-gando a esos patronos desaprensivos a que labren susfincas, porque con el hambre de los trabajadores no sepuede jugar”35.

    ¿Sería prudente por tanto organizar la tarde-noche siguiente las procesiones del Martes Santo?

    En esa jornada abría los desfiles la Cofradíadel Señor del Huerto que congregaba entre sus filascomo mayordomos y hermanos, a un importante sec-tor de empresarios propietarios agrícolas o vinculadosa él, por dedicarse a las exportaciones agrarias, alma-cenistas, asentadores de frutos como los Ramos, due-ños de un importante almacén a la entrada de la ciudad junto al Paseo o con molinos harineros y alma-zaras. Por lo tanto, el corte ideológico de sus dirigen-tes y figuras representativas sería manifiestamenteburgués y capitalista, a pesar de lo cual se recuerda elfervor que muchas gentes del campo profesaban a suSagrado Titular36.

    Pero con más claridad aún, la siguienteCofradía del Martes, la Humildad, estaba encabezada

    35. AMVM. Actas Capitulares. 6 abril 1936.36. Debemos gran parte de estas referencias sobre personas, lugares y otros detalles, a los recuerdos de numerosos veleños y veleñas a quienes hemos podido entre-vistar, entre ellos: D. José Fernández Ramos, Dña. Isabel Peña Zaragoza, D. Antonio Rodríguez, etc. Nuestro enorme agradecimiento y recuerdo a todos ellos.

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    por personas pudientes y bien acomodadas, muy iden-tificadas por su clara ideología conservadora, católicay monárquica. Eran poderosos propietarios terrate-nientes y empresarios varios de ellos, o profesionalesliberales (abogados, farmacéuticos) de amplia influen-cia durante muchos años en la vida local y que habíanejercido cargos públicos sobre todo en el régimenanterior. No en balde se la conocía como la cofradía delos “Señoritos”. Destacaba la procesión de la Cofradíade Jesús de la Humildad por su riqueza, esplendor ysolemnidad37.

    Creemos que estos dos ejemplos son suficien-temente ilustrativos para ver que las cofradías veleñasde los años treinta, sobretodo en aquella SemanaSanta, estaban ante una de sus encrucijadas más peli-grosas de su larga historia de siglos, porque los pode-res imperantes y la oleada que se abatía sobre lanación les era totalmente hostil. De las restantescatorce hermandades que existían por entonces, porlas referencias que tenemos, solo una, la de San Pedroque salía el Miércoles Santo en primer lugar, en losaños previos a la República estaba dirigida por unobrero, en este caso por un albañil que con su modes-to esfuerzo y la ayuda de sus compañeros de profesióncosteaban el desfile cada año38.

    Las cofradías de este primer tercio del siglopasado que llegaron a la época que estudiamos, prove-nían como tales fundamentalmente del XVIII, aunquecon frecuencia tuvieran su origen siglos atrás.Ninguna se fundó en el XIX aunque fue en esa centuriacuando tomaron su carta de naturaleza, pues debieronadaptarse al devenir de aquellos convulsos tiempos enlos que unas subieron y otras por el contrario perdie-ron pujanza e incluso su antigua identidad. Las formascon que las encontramos ya en el siglo XX son el resul-tado de dicho proceso, por lo que en los años veinte ytreinta, encontraremos unas hermandades muy patri-monializadas por exclusivos grupos familiares, conreducidas nóminas de hermanos contribuyentes ydirectivos, aunque no de seguidores y devotos.

    A pesar de la popularidad que despertaban losdesfiles, renombrados en la provincia y que atraíanmuchísimos visitantes mayoritariamente comarcanos,la mitad de estas corporaciones eran casi de la propie-dad de sus mayordomos, que casi en solitario, corríancon los gastos del culto y sobretodo de la procesión,pagando de su bolsillo, no teniendo más hermanos niotras actividades anuales. Tanto los nazarenos (hache-ros en aquellos días), como los horquilleros y otrosfigurantes del cortejo (guardia romana, apóstoles, etc.)eran remunerados económicamente o, con frecuencia,sencillamente gratificados con el popular ajobacalao yunas alpargatas, con lo que numerosos jornaleros opersonal más desfavorecido de la sociedad, redimían

    algo su penuria con estas ocupaciones. También erafrecuente que estuvieran vinculados laboralmente conlos mayordomos, que ampliaban su control de patro-nos sobre sus empleados, arrendatarios y peones,usándolos como parte de su red de clientelaje en lascofradías. Por eso las clases sociales se manifestabanen aquellos desfiles con toda claridad, pues en generallos directivos, miembros de la oligarquía terratenienteo empresarial y con posiciones acomodadas, ocupabandestacados sitios de preferencia en la comitiva, dandoademás señal de esta situación por sus ropas o ense-res lujosos que detentaban, mientras sus protegidos ysubalternos ocupaban los demás puestos.

    Junto a las dos ya citadas, otras cincoCofradías se repartían, por encima del resto, la pre-ponderancia y pujanza económica, sobretodo tras larevitalización que se vivió en la década de los FelicesVeinte: La Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores deSan Francisco era la cofradía del Sindicato AgrícolaUnión de Labradores de Vélez-Málaga, que agrupaba anumerosos propietarios de fincas de la ciudad cuyopresidente lo era igualmente de la cofradía, con lo cualtenía bastantes recursos. La Cofradía de Ntra. Sra. delas Angustias congregaba al colectivo de comerciantesy pequeños empresarios asentados en su mayoría enla próspera zona comercial de la actual calle de lasTiendas. La Cofradía del Stmo. Cristo del Mar poseíaun gran número de hermanos, para los que inclusointentó levantar en el Cementerio un panteón y la deJesús el Pobre estaba en manos de varios industrialesy empleados públicos. Posiblemente junto a laHumildad era la más rica y en alza, de ella contabaRafael Mesa, de reciente memoria, que sus responsa-bles eran de adscripción republicana.

    La última gran cofradía era la del SantoSepulcro, que arrastraba una ingente manifestación defieles alumbrando tras el trono, procedentes de pue-blos de toda la Axarquía y era considerada el emblemade nuestra Semana Santa por su riqueza, patrimonio ysolemnidad. Entre sus mayordomos más significadosse encontraba el farmacéutico Pedro Luis FenechPoey, distinguido y severo caballero, quien además erael líder local del partido de derechas Acción Popularinscrito en la católica CEDA de José María Gil Robles.Estas cofradías eran incompatibles con la realidad deaquel tiempo pseudo revolucionario e inmerso en unaauténtica lucha de clases, pues representaban a losestamentos sociales contra los que los sindicatos ypartidos obreros luchaban. Simbolizaban la proclama-ción pública más evidente del dominio que el “oscu-rantista y manipulador” clero católico ejercía sobre lasmentes del inocente pueblo, para mantenerlo sumiso ysujeto, inculto y pobre con el fin de mantener en elpoder a los explotadores y señoritos, los cuales inva-

    37. RODRIGUEZ RUIZ, J. M.: “Primer tercio del siglo XX. 1901-1936” y JURADO SIMÓN, J. J. “La Guerra Civil. Reconstrucción y decadencia.” En AAVV. La Cofradía dela Humildad en el Tiempo. Vélez-Málaga, 2003.38. Periódico “La Monarquía” número del 21 de marzo de 1921. Vélez-Málaga.

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    dían el espacio público de la ciudad con manifestacio-nes que se debían realizar solo en privado39.

    Desde aquellos partidos políticos de izquierda,las cofradías y las procesiones, que en general teníanun fuerte arraigo popular y eran seguidas por granparte del pueblo, fueron muy atacadas, para romper,destruyendo toda esta religiosidad popular andaluza,el nexo que aun unía fuerte al proletariado, especial-mente rural, con la Iglesia. En esta línea se apuntanlas maniobras de dirigentes del Partido Comunista,dirigidos desde Moscú, para socavar el tirón popularde las hermandades sevillanas40, y semejante líneapolítica bien pudieron aplicarla los comunistas veleñosque en este año, desde sus sillones capitulares semostraban tan activos.

    En los templos parroquiales debieron cele-brarse los oficios de la Pasión y Muerte del Señor concierta normalidad, pero sin hacer alarde de los mis-mos. San Francisco por contra, la sede donde se ren-día culto a la mayoría de las imágenes de las herman-dades estuvo cerrada, hasta que el padre RaimundoCodesal a primeros de mayo volviera para restituir elculto, aunque no se alojó en al convento.

    Mientras tanto, en Málaga el Lunes Santo, día6, el padre Romero, Superior de Vélez escribe al PadreProvincial a Cádiz relatándole todo lo sucedido y leindica su intención de viajar con frecuencia a nuestropueblo para abrir la iglesia con periodicidad, pero sinmencionar si una de esas ocasiones fue en los oficios

    del Jueves, Viernes o el Sábado de Gloria. Por tanto, nocreemos siquiera que los cofrades levantaran altaresde culto interno y prepararan especialmente susTitulares como ocurrió, por ejemplo, en Sevilla.

    También en Málaga y tantos sitios más, se vivióla Semana con esta intensidad, pues el pueblo creyen-te asistió multitudinariamente, con gran fervor y reco-gimiento, a las solemnidades litúrgicas, convencidoscon toda firmeza que solo “con la oración, con el arre-pentimiento y la penitencia, se aplacará la justa iradivina, se alcanzará su misericordia y celestialesdones, para que todos merezcamos ser hijos de Dios,los Hijos de Dios fuerte y robusto, capaz de resistir alas impugnaciones del espíritu sectario, hoy desenca-denado entre nosotros”. La Carta Pastoral del ObispoBalbino a sus diocesanos por la Cuaresma, sigue conese lenguaje de raigambre tan milenarista y tintesapocalípticos, proclamando: “Entretanto, levantemosnuestro espíritu y esperemos con filial confianza en elSeñor. La persecución que padecemos no es sino unepisodio de la lucha eterna entre el bien y el mal, entrela luz y las tinieblas”41.

    Terminó así aquella última Semana de Pasión,en espera de tiempos mejores que tardarían en llegar.Quedaban aun unos tres meses de inestabilidad, queexplotarían en Julio, cuando en plena Veladilla delCarmen lleguen a Vélez los primeros rumores delalzamiento y se desate la tragedia final.

    39. MATEO AVILES, E. de: Anticlericalismo en Málaga, 1874-1923, Córdoba, 1990.40. SALAS, N.: Sevilla en tiempos de los Anti-Dios. Edt. Castillejo, Sevilla. 1999.41. Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Málaga. Málaga. Abril 1936.