1966-04-102

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    iDesaparecer N.,

    la Universidad

    espaola?

    Las reivindicaciones universitarias iniciadas en

    febrero de 1965 en todos los distritos espaoles

    obligaron al gobierno a promulgar un nuevo

    Decreto Ordenador del Sindicato Espaol

    Universitario que supona un cambio notable

    con respecto a la legislacin anterior sobre la

    materia, con el nacimiento de las Asociaciones

    de Estudiantes de una misma carrera y la

    admisin de Presidentes Nacionales electos.

    Este hecho, junto con el reconocimiento

    temporal de los delegados de los estudiantes,

    elegidos legalmente o no, permiti ganar el

    tiempo necesario y = aguantar > la situacin

    hasta los exmenes del mes de junio.

    Durante el verano se dispona prcticamente de

    cuatro meses para montar un mecanismo

    suficientemente rgido que garantizase no slo

    el restablecimiento del orden en la Univer-

    sidad -sin huelgas, manifestaciones callejeras

    ni nuevas reivindicaciones- sino tambin la

    creacin de un nuevo cauce IP por el que

    hacer discurrir, y por lo tanto dominar, al

    estudiante universitario.

    Y, de este modo, se public -antes del 15 de

    septiembre- el Reglamento del Decreto promul-

    gado durante el curso, as como disposiciones

    sobre la prensa estudiantil y otras posibilitando

    al rector de cada Universidad la expulsin de

    cualquier alumno sin ms tramite que la

    audiencia del interesado. Tambikn durante el

    verano se dieron a conocer las sanciones contra

    los profesores Aranguren, Tierno Gal n, Garca

    Calvo, Aguilar Navarro y Garca Vercher que,

    como se sabe, supusieron para los tres primeros

    la expulsin definitiva de la Universidad.

    Todas estas medidas, acompaadas de una bien

    llevada campaa de prensa en la que se

    utilizaron con ms intensidad que otras veces

    las palabras n democracia u y dilogo n cons-

    tituyeron el marco legal y psicolgico montado

    por el gobierno antes de iniciarse el curso

    acadmico 19654966.

    Bsicamente, ste contaba con tres factores

    con los cuales confiaba mantener la situaci6n

    en una tranquilidad relativa :

    1) Reduccin del numero de representantes. En

    vez de 10 consejeros por curso, con el nuevo

    Decreto existan ~610 2, por lo que la Cmara

    de cada Facultad o Escuela pasaba de 50 o ms

    miembros a tan slo 10. Es evidente que, con

    esta medida, se facilitaba enormemente el

    control de los representantes estudiantiles.

    2) Reduccin del nmero de alumnos, impidien-

    do a los alumnos libres la asistencia a clase

    otorgando unos nuevos carnets universitar ios

    y controlando las entradas de las Facultades y

    Escuelas. De este modo, se imposibilitaban las

    manifestaciones masivas (tngase en cuenta que

    en facultades como la de Ciencias Econ6micas.

    el nmero de alumnos matriculados en Enss

    anza Libre supera ampliamente el de alumnos

    oficiales, y que en todas las dems el porcentaje

    de alumnos libres es muy elevado).

    3) Posibilidad de sanciones discriminadas

    (castigar a cabezas de turco B) e inmediatas

    (eliminaci6n del procedimiento anterior que

    supona el nombramiento de un juez instructor

    y dems trmites).

    Ante esta situacin, el alumnado se encontraba

    con unos cuadros sindicales de gente que-

    mada y, como sucede siempre en los inic ios

    de curso, por organizar. Estaba, por tanto, en

    malas condiciones para mantener desde un

    princip io una lucha abierta general. Si bien

    era de vital importancia celebrar elecciones

    antes de continuar la labor reivind icativa del

    pasado ao, stas no podan celebrarse dentro

    del marco del nuevo Decreto Ordenador, puesto

    que la existencia de 10 consejeros por curso era

    imprescindible dado el nivel de actividad y la

    probabilidad de sanciones.

    El primer paso era, pues, celebrar elecciones

    con toda normalidad al margen del ordena-

    miento vigente, objetivo que debe considerarse

    plenamente logrado en Barcelona y, en menor

    escala, en Madrid y dems Distritos Universi-

    talios.

    Una vez elegidos ilegalmente los nuevos repre-

    sentantes (sin ninguna reaccin por parte del

    gobierno), la situacin ha cambiado de forma

    radical. El segundo paso ha consistido en hacer

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    fracasar las elecciones legales =, en previsin

    de lo cual el Reglamento estableca la obligacin

    de votar, con la sanci6n, en caso de incumpli-

    miento, de la perdida de la condicin de alumno

    oficial. No obstante, se calculaba que, en caso

    de lograr una abstencin general, a la autoridad

    acadmica le resultarfa imposible imponer

    ningn tipo de sanciones. Por otra parte stas,

    si se producan, seran una buena base sobre

    la cual continuar las acciones de masas del

    curso anterior.

    El bloqueo de las elecciones 4 legales 1>ha sido

    casi total en Barcelona (la nica excepcin la

    han constituido dos cursos de la Facultad de

    Farmacia), distrito en el que la oposicin

    universitaria est consiguiendo una mayor

    adhesin y coherencia, actuando, por tanto, con

    ms eficacia.

    Hasta el momento, la actitud del gobierno es

    utilizar, por un lado, la autoridad acadmica

    (en verano se cambiaron los pocos rectores de

    universidad que no se consideraban suficiente

    mente a duros B), para amedrentar a los repre-

    sentantes universitarios con discursos y cita-

    ciones personales, y, por otro, dar a travs de

    dadprensa una sensacin de absoluta normah-

    Esta postura se ha visto favorecida por la

    relativa pasividad del profesorado, incluso el

    de la oposicin. Si exceptuamos la carta que

    firmaron en Madrid 42 catedrticos

    como

    pro

    testa por las sanciones impuestas a los profe.

    sores de su Universidad, y la firmada

    200 profesores encargados de ctedra y ayu

    Cr

    or

    an-

    tes de la Universidad de Barcelona ante la

    exclusin del Dr. Sacristn del Claustro de la

    Facultad de Ciencias Econmicas, no se han

    producido, por el momento, ms adhesiones

    externas a las reivindicaciones estudiantiles. En

    todo ello ha influido, sin duda, el hecho de que

    la mayora de los catedrticos espaoles tienen

    algn cargo en la Administracin.

    Sin embargo, tanto la espera como la sensacin

    de normahdad parecen improrrogables. A nadie

    le cabe la menor duda de que, durante el curso

    19651966, la actividad universitaria no dis-

    currir por los cauces legales tan cuidadosa-

    mente preparados el pasado verano. Es ms,

    tanto la actitud psicolgica del universitario

    medio como la fuerza de los consejos y de las

    camaras creados al margen de la ley, hacen

    prever que una actitud rgida del gobierno

    provocara manifestaciones y huelgas, al menos

    en la misma medida que el pasado curso.

    El camino a seguir hacia el sindicato represen-

    tativo y democrtico parece claro y, aunque

    no fcil, promueve la adhesin de la mayora

    de los universitarios. Esto ha provocado un

    cambio fundamental, ya que la oposicin ha

    pasado, en la Universidad, de la utilizaci6n

    forzosa de tcticas oportunistas a obligar al

    gobierno a utilizarlas l como nico modo de

    evitar, a corto plazo, claro esta, una derrota

    que podrfa tener inesperadas consecuencias

    polticas. La prueba mas evidente de la utrhza-

    cin de tctmas oportunistas se halla en la

    convocatoria de examenes extraordinarios en

    el mes de febrero, anunciada por e l rector de

    la Universidad de Madrid, intento desesperado

    de mantener la normalidad durante el fatdico

    mes de febrero, en el que se iniciaron tanto

    los sucesos de 1962 como los 1965. A la larga,

    el gobierno tendr que elegir, como en los

    dems problemas polticos, entre el ~1 i fdOg B

    y la represi6n.

    La eleccin es difci l porque el universitario

    sabe demasiado bien lo que quiere y, en este

    caso, para el gobierno dialogo I> significa

    ceder. Por otra parte, la represin en este sector

    siempre trae malas consecuencias sobre todo

    porque, en general, el universitario es .miembro

    de la clase privilegiada.

    Probablemente se intentar una yugulacin de

    cualquier movimiento en la Universidad median-

    te el pen ms adecuado en este momento: el

    rector, que pasara, sin duda, a tener un papel

    decis ivo. Con ello, la represin se disfrazar

    con la toga acadmica, aunque es poco probable

    que esta sola medida sea suficiente.

    En todo caso,

    r

    sea cual fuere la conducta que

    ante este prob ema adopte el gobierno, a largo

    plazo la actual situacin de la oposicin en

    la Universidad no puede menos que afianzarse.

    Sin embargo, debe tenerse bien presente que el

    gobierno, con tal de vencer en la Universidad,

    est dispuesto incluso a destruirla, y de hecho

    lo est haciendo ya en buena medida.

    x. v.

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