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1975 234 LNB200.115.157.117/RevistasLoteria/234.pdf · 2015. 10. 27. · rias de magia negra, selvas que se mueven y feroces guerreros negros que aparecían no se sabe de dónde,

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    ARMANDO FORTUNE

    "De LO. iniiente que la Hiri ha ooiio, ¡cunta. pági brilltCl! ; per deli,. que duen en LO. w1 de lo dClClnod, ¡cuta intitud! jUlo e., pue.,remver LO. elcombro. del tiem que leuha a uno de cito. héroCl de ind1ldableorina, pa da nuev vi a quien te Uam6'''_ BAYANO.

    Leovio Váluez Cru.

    Con la muerte de Felipillo ysus principales jefes a comienzosde la segunda mitad del sigloXVI, poco es lo que se ha logra-do en cuanto a acabar con elcimarronaje en el Istmo dePanamá. Los esclavos negros se-guían escapando de los rigoresde la esclavitud, ahora con ar-

    mas españolas y el conocimientodel manejo de las mismas,uniéndose a los cÍmarrones que

    se han trasladado a las inaccesi-bles montañas de Chepo y Paco-ra, a lo largo del Camino Real,

    en donde establecen sus aldeas ypalenques y le era difícil a los

    españoles penetrar. Desde allí,atacan, emboscados y con las ar-mas a su disposición, las carava-nas de pasajeros y los convoyes

    o recuas de mulas que por allítenían que transitar. Estos pros-critos se hicieron tan temerarios

    y era tal la inquietud que causa-

    ban a los colonos, que el Gober-nador de Panamá "...escribió alEmperador el 7 de junio de1552, que en la poblaci6n deAcla ya no quedaban sino tres ocuatro vecinos casados pobres, y

    por temor a los negros alzados

    le pedían licencia para desampa-rar la tierra". (1) El abandono

    (1) José Antonio Saco. Hiltori de la ciclvitud de la ra afca en el Nuevo Mundo yen e.pedal en LO. paíle Améco-hipao.. La Habana: Cultural, S. A., 1938, 11, pág.30.

    1

  • de ciertos lugares y pueblos acausa de las incursiones de losnegos alzados en las fértiles tie-rras istmeñas, rápidamente se

    convertía en una espesa selva, lacual brindaba un refugio muchomejor a personas que, comoellos, estaban acostumbrados avivi en los montes.

    Unidos ahora en cuadrilas yen un país ideal para la lucha deguerrllas, tal como ellos lo reali-zaban en su tierra de origen,gran pare del Istmo lleg6 a con-vertirse en objeto de sus incur-

    siones y ataques. Incendios, ase-

    sinatos, secuestros, destrucción,

    dejaban a su paso, y el español

    que caía en sus manos sufría laspenas y torturas no imaginables.

    Tal era el terror que inspiraban

    que los amos no se atrevían acastigar a sus esclavos puesto

    que éstos podían escapar y unir-se a los cimarones, teniendos6lo en mente vengarse oportu-

    namente.Como los negros fueron cap-

    turados en lugares diferentes deAfrica y pertenecían a grposétnicos y sociales distintos, deentre ellos debieron llegar anuestras tierras dirigentes capa-

    ces de organizar a sus hermanosde infortunio. "Africa tenía, nos

    recuerda Herskovits, (2) exper-tos militares y, no menos impor-tante, contaba con aquelloshombres cuya misión era velarpor que a las fuerzas sobre-naturales se les siriera favora-

    blemente antes de iniciar una

    campaña". De este tipo debi6ser Bayano.

    Habiendo sido caudilo en sutierra y viéndose ahora encade-nado con otros compañeros en

    el bodeg6n de uno de los in-mundos barcos negreros, endonde permaneci6 confinadodurante el largo viaje trasatlánti-co de tres meses mientras veía

    morir mujeres, niños y hombresa su alrededor, los cuales eran

    arrojados al mar y devoradospor los tiburones que siempre

    seguían a estas naves, no pensóen otra cosa que en la venganza.

    No estaba dispuesto, después dehaber gozado de cierta grandezasalvaje, a que se le tratara comoesclavo. Para él, la esclavitud eraun estado de guerra, un reto asu dignidad de hombre. Aque-llos que capturaban y encadena-

    ban a gente inocente con el pro-p6sito de arrebatarle su libertad,simplemente estaban invitando aesas víctimas a que trataran de

    salvarse en la mejor forma quepudieran. Así, a su llegada anuestras playas, escap6 con algu-nos de sus hermanos que se en-contraban en condiciones simila-res y conglutin6 y organiz6 a

    los numerosos esclavos huidos alos montes, quienes juraron aca-

    tar sus órdenes y lo eligieronrey.

    Constituidos ahora en un po-deroso núcleo y hábilmente diri-gidos, los cimarrones inician lalucha contra el enemigo blanco,

    tomando como teatro de sus

    (2) Melvile 1. Herskovits. The Myth of the Neg Past, New York: Harer Bros.,Publishers, 1941, pág. 105.

    2

  • operaciones las ciudades de Pa-

    namá y Nombre de Dios, el pue-blo de Venta Cru, cuyos.. . . . h a b i tantes, observa Mase-field, (3) tenían que mantenersedentro de los linderos del pue.blo, porque el bosque se encon-

    traba s6lo a unos pasos de lascasas, y los caminantes solitariosestaban seguros de ser apuñalea-dos por cimarrones escondidos o

    llevados por los jagares", el Ca-

    mino Real y regiones circunveci-nas. Desde ese momento cesótoda se~ridad en esas regiones,pues los fugitivos negros no s6-

    lamente asaltaban las caravansde vijeros que realizaban la tra-vesía transístmica, robaban lasbarcas del río Chagres y le ha-cían frente a las tropas regulares

    enviadas para custodiar los con-voyes de tesoro y mercaderías,

    sino que atacaban las plantacio-nes, minas, vilas y pequeñas po-blaciones y hacían incursionesen las ciudades terminales, en

    donde se mantenían en constan-te contacto con los esclavos, in-citándolos a rebelarse, reclutan-do esclavos para sus tropas quecrecían como alud que baja delas montañas, y procurarse allílas mujeres de que carecían, ver-dadero rapto de sabinas, comolo han hecho notar los historia-dores. "Tal era el espantoso te-

    rror que inspiraban, escribe JuanB. Sosa, (4) que los patronos no

    osaban castigar a sus esclavos, nihabía comerciate que se atre-viera a viajar por el CaminoReal, excepto en compañía deveinte o má personas previa-mente predispuestas a las con-tingencias de un encuentro conlos negos, cuyas filas engrosa-ban cada día y se armaban me-

    jor" .

    La situaci6n en el Istmo eratal y la audacia de los rebeldes

    lleg6 a tales extremos que pororden del nuevo virrey del Perú,Andrés Hurtado de Mendoza, 11Marqués de Cañate, quien pasa-ba por Panmá rumbo al Per,se resolvi6 seriamente empren-

    der una campaña formal contra.. ...los palenques de negos cima-rrones, fugitivos de sus dueños,levantados en las asperezas de lamontaña que tenían hostilizadaslas haciendas del contorno y encontinuo sobresalto a los veci-nos de Panamá", (5) Y cortar deraíz un mal de tanta gravedad.

    Con ese fin, el Gobernadordon Alvaro de Sosa, organiz6 yequipó una fuerza bajo las órde-nes del capitán Gil SánchezMorcillo, quien con un regimien-

    to de a pie y de a caballo yballesterQs, cuya insignia era unlagaro, sali6 en busca de los ne-

    gros internados en los montes,encargándosele no retornar sinantes haberlos exterminado.

    (3) John Masefield, On the Spih Mai London; Mathuen & Co., 1906, pág. 72.

    (4) Juan B. Sosa. "Los indios y los negos en el Istmo de Yanmá". E_ayoi Y DilcurlOl.Panrn 1952, págs. 99 y sigo

    (S) Dioniio de Alcedo y Heirera. Avi Hitórico. En Diego Luis Molinar. La trta de

    iis. Buenos Aies; Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Econ6mi-cas, 1944, pág. 47.

    3

  • Dándose cuenta Bayano delas intenciones de los españoles

    por medio de los espías y agen-tes secretos que mantenía den-tro de las ciudades terminales y

    sus alrededores, ordenó a algu-nos de sus capitanes, con la gen-te necesaria, a que bajaran delas montañas que ocupaban en-

    tre el Play6n y Pacora. Estos se

    retiraron a la cabecera del río

    que baja por Chepo y Terrable,ocultándose entre la maleza. Supropósito era el de fustigar y fa-tigar a los españoles en conti-

    nuos y sorpresivo s encuentros.

    Por meses, los soldados del

    capitán Morcillo, que poco co-

    nocían las montañas, recorrieronla densa espesura en busca del

    enemigo negro sin obtener nadamás que un lisiado prisioneroocasionalmente para recompen-

    sarlos por sus sacrificios y fa-tiga. Uno de los oficiales se la-mentaba en carta al gobernadorde "...que no existe forma algu-

    na de capturarlos a causa de laincreíble impenetrabilidad y loescabroso del país, cuyo acceso

    está grandemente impedido porlas grandes malezas y los tupi-dos montes, a través de los cua-les los negros pasan sin recibirdaño alguno, porque se untan elcuerpo con cierta clase de resinaque los protege contra las espi-nas". (6)

    Una noche dicho regimientoacampó en la pare baja del

    Chagres, en una pequeña aldeaabandonada de indios un pocomás allá del Lago Gatún. Los ci-marones rodearon el campa-mento y atacaron en "...formaferoz y verdaderamente africa-na....., como diría Restrepo Ca-nal, (7) gritando "Ahorca lagar-to". Tan rápida y furiosa fue laacometida, que de nada valierona los españoles sus ballestas y

    arcabuces. Los negros peleaban

    con desesperaci6n y mucha bra-vura, y su movilidad hacía im-

    posible que los soldados españo-

    les, con aquella absurda indu-

    mentaria impropia para la luchaen las espesas selvas tropicales,

    pudieran atacar lo s en batallas acampo abierto en las que la dis-ciplina y los recursos de éstos

    podían emplearse con toda efi-cacia. Conociendo bien el terre-no y las tácticas a usar en losmontes, obligáronlos a luchar enla forma que ellos deseaban. Talfue el destrozo que cometieron

    dentro de las filas del enemigo

    que s610 retornaron a Panamá,

    de donde salieron con tantobrío y esperanza, cuatro solda-dos, famélicos y presos de te-rror, únicos sobrevivientes de es-

    ta infortunada expedición.

    El Gobernador Sosa orden6dos entradas más contra los ne-gros alzados, las cuales sufren lamisma suerte. Las tropas envia-das para sojuzgar a los cimarro-nes, después de recorrer las tupi-das selvas y atravesar las inter-

    (6) John Easter Minster. The Chaei; River of Westwa Passae. New York: RinehardCo., 1948, pág. 116.

    (7) Calos Restepo Canal. Leyes de maumiiión, En Eduardo Posada. La esclavitud enColombia Bogotá: Imprenta Naciona, 1933, l". 121.

    4

  • minables llanuras, veÍanse obli-gados a retornar, o por lo me-

    nos los pocos sobrevivientes, ytras sufrir irreparables pérdidas,

    cansados y avergonzados, y mu-chas veces sin haber visto siquie-ra al enemigo ni logrado gran

    cosa, refiriendo extrañas histo-rias de magia negra, selvas que

    se mueven y feroces guerrerosnegros que aparecían no se sabede dónde, causando su destruc-ción y desapareciendo misterio-samente entre la espesura de losmontes. "Deplorable era seme-

    jante estado, escribe Saco, (8) y

    como empeoraba cada día, Alva-ro de Sosa escribi6 al Empera-

    dor el 4 de abril de 1555, di-

    ciéndole que había hecho tresentradas contra los negros cima-

    rrones, pero con algunas desgra-

    cias, pues habían matado al ca-pitán de la primera, y padecien-

    do su gente por falta de comida.

    Pensaba poblar cerca de ellosponiendo cincuenta o sesentahombres, la mitad negros deconfianza, a quienes se daría lalibertad según sirviesen, y así seles podía hacer continua guerra

    hasta exterminados". Pero estaidea no dio resultado.

    Se organiza otra expedici6n

    contra los cimarrones bajo la di-recci6n de Francisco Careño,vencedor de Felipillo, quien sor-prende el palenque de los negrosy toma prisionero a Bayano ysus principales oficiales y los lle-va a Nombre de Dios en donde

    se encontraba en ese momentoéi gobernador Sosa. Este, des-pués de las promesas del rey ne-gro de suspender sus ataques yde que se enmendaría, le dio li-bertad. Burlando lo pactado, Ba-

    yano reanuda su lucha con másbrío y se llega a la situaci6n deque no se podía andar por aque-

    llas tierras sino en grpos demás de veinte hombres bien ar-mados.

    Una nueva expedición, ahorabajo el mando de Francisco Lo-zano, emprende la campaña con-tra los negros fugitivos y tomaprisionero a Bayano. Este lograescaparse, se une a su gente yataca con furia a las tropas deLozano obligándolos a salir enprecipitada fuga y retornar a Pa-

    namá después de sufrir una pér-dida de cuarenta hombres.

    Por aquel entonces arribó aPanamá el capitán Pedro deUrsúa, soldado valiente, hombresumamente sagaz, que hab ía he-cho muchas conquistas y pobla-do una ciudad llamada Pamplo-na en el Nuevo Reino de Grana-

    da, a quien "...se le dio, diceel Inca Garcilaso de la Vega, (9)

    comisi6n para que se dieseorden y traça para remediar yprohibir los daños que los ne-gros fugitivos, que llaman Cima-rrones y viven en las montañas,

    hazÍan por los caminos, saltean-do los mercaderes y caminantes,

    robándoles cuanto llevavan, conmuerte de muchos dellos, queera intolerable".

    (8) Saco, opus cit., 11, págs. 31 y sigo(9) 1nca Garci1aso de la Vega. Historia general elel Perú. (Segunda parte de los Comen-

    tarios Real"s d" lOS Incasl. Buenos Aires: Emecé Editores, S. A., 1944,111, págs. 190y sigo

    5

  • Pasó de inmediato Ursúa aNombre de Dios en donde sedio a la tarea de reunir a los

    hombres que irían a luchar con-tra los cimarones. Allí pudo re-clutar doscientos soldados que

    habían llegado al Istmo la ma-yor parte desterrados o se ha-

    bían huido del Perú por su par-ticipaci6n en la guerra civil queun año antes había acaudilado

    Francisco Fernández Gir6n yque el virrey, Andrés Hurtadode Mendoza, perdonó por lapromesa de tomar parte enaquella jornada contra los ne.gros.

    En esos días, un mercader deesta ciudad de nombre Pedro deMazuela envió a la ciudad dePanamá dos recuas con mercan-cías cuyo valor se estimaba encuatro mil pesos. Cerca de Capi-

    ra, una cuadrila de negros atacó

    con flechas, machetes, lanzas,trabucos, hachas, mosquetes,martilos y otras armas a los que

    guiaban las mulas, despojándolosde las mercancías que llevaban.Era la intención de la mayoría

    darle muerte a los arrieros y re-gar sus cuerpos por el Camino

    Real para causar pánico y terrora los que por él tenían que tran-sitar. Pero este acto fue impedi-do por el jefe del grupo quien,no s6lo dio libertad a los espa-ñoles, sino que les devolvi6 par-te de las mulas y de la cargaque para ellos no tenía valor al-guno. Con ese botín retornaronlos cimarones a su pueblo.

    Conocida la noticia en Nom-bre de Dios, los españoles allí

    6

    residentes, alarmados y asusta-dos ahora ante tal situaci6n, exi-gieron a las autoridades se toma-ra acci6n inmediata para acabar

    de una vez por todas con estossalteadores, ya que subconscien-temente lo que en verdad te-mían era las torturas a que po-dían ser sometidos los hombres,las violaciones y abusos que po-drían sufrir sus esposas e hijas yla destrucci6n de sus haberes.

    Escogió Pedro de Ursúa alçapitán Pedro de la Fuente, yéste con quince soldados sali6de Nombre de Dios con el pro-pósito de tratar de recuperar elbotín que había perdido el mer-cader Mazuelos y de tomar pri-sioneros a alguos negros para lo-grar informaci6n del lugar endonde se encontraba el palenquede los cimarrones. Llegado de la

    Fuente y sus hombres, a quienes

    les servían de guía algunos delos arrieros de Mazuelos, al ríocerca de las sierras de Capira endonde los negros atacaron las re-cuas, encontraron parte de lasmercancías. Minutos después es-cucharon ruido por los bosques

    cercanos. Ordenó de la Fuente asu gente emboscarse en esperade que salieran al campo rasoaquellos que por allí andaban.

    Aparecieron diez negros, arreme-tiendo de inmediato contra elloslos españoles con ballestas, arca-buces y otras armas, pero a losnegros "...les era muy favorableel tiempo y la tierra, porque ha-ciendo un día muy blando ypardo, dejábase caer una menu-da agua que mojando la tierraque allí era asperísima y acom-

  • pañada de grandes y revalosospeñascos, hacía que los negroscon liberaldad y ligereza sal-tasen de peña en peña y de unapare a otra, lo cual les era muydificultoso )' pesado a los nues-tros, y así no podían juntarse

    con los enemigos a pelear comoni quando qu erian , con lo cual

    los negros de los mas altos que

    siempre señoreaban, disparauan

    la flechería que tenían muy a susalvo, y tirauan con más firmezay fuerza los dardos y piedras

    que contra los nuestros arroja-ban y ultra desto, los arcabuz esque los españoles lleuauan o te-nían, era casi de todo puntoinútiles, porque con la menudaaga que caia, el polvorin semojaua en los fogones y noprendia el fuego en ellos". (10)No obstante ello, éstos pudierondar muerte al jefe del grupo denegros, lo que oblig6 al resto aretirarse, cayendo uno de ellosprisionero. Interrogado acerca

    del lugar en donde residían, éstesólo les respondi6 que cerca sehallaban muchos otros al mandode un capitán muy valiente yque con el aviso de los que seescaparon pronto les caerían en-cima y serían exterminados siseguían permaneciendo en eselugar.

    Pronto más de veinte negros. 1 1 "aparecieron en e ugar ...congrandes muestras de alaridos deplacer" ..., (11) contentos de ver-

    se frente al enemigo. En la lu-cha murieron el capitán cima-rrón y tres de sus hombres, ca-

    yendo prisioneros cinco de ellos.De regreso el capitán de laFuente y sus hombres a Nombrede Dios, los negros fueron ape-

    dreados y luego ahorcados.

    Pocos días después del castigode los cimarrones capturados,

    con excepci6n de uno, una cua-

    drilla de ellos, en pleno día

    cuando los habitantes del lugarreposaban por el calor existente,entraron sigilosamente en Nom-bre de Dios y atacaron la huertade Alonso Pérez, llevándose al-gunas negras y la mayor parede la ropa que éstas lavaban. Al

    conocerse la noticia, se tañeronlas campanas anunciando el peli-gro, armándose asustados y so-bresaltados los residentes para

    combatir al enemigo. Los negros

    rápidamente desaparecieron en-tre los espesos matorrales. Ante

    tal situación, las autoridades or-denaron montar guardia y ron-das permanentes, tanto de a piecomo de a caballo, para evitarque cosa similar se repitiera, Noobstante ello, ". ..era tanta ladesvergüenza y osadía de los ne-gros, que por partes no acos-

    tumbradas ni pensadas salían de

    las montañas y con ligereza ypresteza yncreible hacían el da-no que podían con la gente fla-ca que toparan y se volvían a

    meter y guareser con la monta-

    ña". (12)

    (11)

    (12)

    Fray Pedro de Aguado. HI.torll de Venezuel.. Madrid: Establecimiento Tipográficode Jaie Ratés, 1918-9,11, págs. 188 y sigo

    Ibld,lI, pág. 192.

    Ibld,lI, pág. 199.

    (lO)

  • El negro que habían retenido

    los españoles fue forzado a con-

    fesar el lugar en donde residían

    los cimarones y dio otros infor-mes sobre los mismos. Les noti-ficó que los negros alzados su-

    maban más de trescientos y es-taban bajo un dirigente suma-

    mente capaz "...de buen disposi-ción y fuerça muy ladino y es-paño lado en la lengua a quien

    llamaron el rey Bayano.... (13)

    y a quien éstos rendían todaclase de respeto y veneración.

    En su desesperaci6n por mu-

    jeres, la gente de Bayano some-tió a la esclavitud a los habitan-

    tes de un pueblo indio cercano,

    los Caricua, arebatándoles sus

    mujeres e hijas, lo que dio porresultado un nuevo tipo en tie-rras panameñas: el zambo. A és-tas se les designó, despectiva-

    mente, zambahigos, esto es, queno merecían siquiera el nombrede mulatos, ni ser tratados co-mo a éstos.

    En conocimiento ahora Pedrode Ursúa en dónde se encontra-ba alojado Bayano y su gente,en tierras difíciles y sumamenteásperas y cerradas, envió a sumaestre de campo Francisco Gu-tiérrez con treinta hombres conel equipo de guerra pesado y vi-tuallas suficientes a un lugar nomuy lejano del pueblo de Raya-no, a donde él y la gente que

    podía reunir se les unirían mástarde. En el mes de Octubre de1555 partió por tierra Ursúa

    (13) Ibld, 1I, pág. 200.

    (14) lbld, 11, pág. 203.

    8

    con cuarenta hombres "...dandoguiñadas a unas y otras partes,por ver si cerca de do cami-nauan y pasauan, halraría juntaó cueva de aquellos ladronesquestuuiesen divididos de los de-más..... (14) y destruirlos; perono dio con ninguno de ellos.Además, deseaba reunirse con lagente de Gutiérrez,

    Después de la reunión, envi6Ursúa al capitán Pedro de laFuente con veinticinco hombresa que reconocieran el terreno.Cerca de una ciénaga se encon-traron con una patrulla de ne-gros, entablándose de inmediatola lucha. Lost negros por varios

    días mantuvieron a los españolesde día y de noche con las armasen las manos pues nunca se sa-bía cuándo, cómo y por d6ndelos iban a atacar.

    Ante la tardanza del regreso

    del capitán de la Fuente y sus

    soldados, envi6 Ursúa al capitánFrancisco Díaz con veinticincohombres bien armados para quetrataran de encontrarlos y lesprestaran ayuda si ello era nece-sario. Apartándose Díaz del ca-mino seguido por de la Fuente,llegaron a una estancia de losnegros, rodeada de plátanos, endonde escucharon tiros de arca-buces. Encaminándose a dicholugar, pudieron sorprender a unacuadrila de negros, de los cuales

    mataron a algunos, retirándoseel resto para rehacer sus fuerzas.

    Los hombres de de la Fuente,

  • sumamente debiltados por la lu-cha continua a que eran someti-

    dos por pare de los cimarones,

    y en conocimiento de que leshabía llegado refuerzos, trataronde acabar con el enemigo, pero

    éstos los rechazaron. J untáronsela gente de de la Fuente y Díaz

    y atacarn nuevamente a los ne-, " tabgros, pero estos ...mos r an...

    tener tan buenos ánimos, queno voluieron jamás el rostro, si-no allí se estuvieron peleando

    los unos con los otros hasta quela noche les puso tregua, con loque los negros sin ser ofendidosni seguidos de nadie, se retira-ron".., (15) internándose en la

    espesura de las montañas. Antela ausencia de éstos, los españo-

    les se retiraron y unieron a lasfuerzas de Ursúa.

    Sobre la forma como este ca-pitán pudo someter y capturar aBayano, el Padre Aguado nos hadejado una extensa Relación.

    D e acuerdo con el PadreAguado, dándose cuenta Ursúade lo infructuoso que le sería

    luchar con tra los métodos deguerra de los cimarones y de laimposibildad de someterlos por

    medio de las armas, buscó lamanera de mantener trata y co-mercio con Bayano y su gente,quienes se encontraban alojadosen una fortaleza en la cumbre

    de un alto y espinado cerro, for-tificado por la naturaleza y ro-

    deado de profundos despeñade-ros.

    (15) Ibld, II, pág. 207.(16) Saco, OPUI cit., II, pág. 34.

    (17) Aguado, opus cit., n, pág. 415 Y si.

    Creyendo Bayano en las bue-nas intenciones del capitánUrsúa, quien le prometió are-

    glar pacíficamente las diferen-cias entre los castellanos y los

    negros alzados "...para que nose hiciesen más daños los unos alos ~otros, ni se persiguiesen ni

    robasen", acept6 la amistad de

    los españoles.

    Pero Ursúa tenía en menteotros planes. Envió a Francisco

    Gutiérrez a Nombre de Dios enbusca de refuerzos, alimentos,municiones y de vars botijasde vino mezclado con ponzoñas,además de otras cosas de Españaque sabía les podrían interesar alos negros. De regreso Gu tiérezcon lo que se le había encomen-dado, pone Ursúa de inmediatosu plan en acción, plan "..abo-minble en hombres investido s

    de su carácter"... como apuntaSaco. (16) Pero escuchemos quénos tiene que decir sobre esteparicular el Padre Aguado. (17)

    "Cerca del morro o cerrodonde los negros tenían su alo-jamiento o casi al pie del estauaun pedazo de llano o playa muymedranosa o arenosa dondeBayano acord6 y concert6 queel general Orzua se pasase con

    su gente, para el qual efecto elmesmo Bayano hizo a sus ne-gros que hiciesen ciertas casas ybuhyos donde los españoles sealojaron y pasaron, y fue el tra-to de los unos y los otros más

    frecuentado y comun de suerte,

    9

  • que cas todos los días se es-tauan muchos negros con los es-pañoles exercitándose los unos

    con los otros en saltar correr yen tirar barra y en otros apaci-

    bles pasatiempos y siempre avia

    que beber, y nunca faltauaquien se embriagase y fuese bo-

    rracho a su casa, en el cualtiempo fue menester que Fran-

    cisco Gutiérrez voluiese al Nom-bre de Dios por mas regalos pa-ra los negros y vino y por más

    fino tósiqo, porque el que antesauia traido se auia yntiuiado yen alguna manera perdido lafuerça y en la tornauelta de

    Gutiérrez, así los negros, comolos españoles se regocijarongrandemente, porque les pareciaque todos eran o auian de serparicipan tes de las cosas y re-frescos que traiia, y así siempre

    hasta el dia del convite nunca

    faltaron pariculares almuerços ybeueres, que algunos soldadosde industria y consentimiento

    de su capitan hacian a los ne-gros que bajauan del pueblo alalojamiento de los españoles, y

    asi mesmo suuian algunos espa-ñoles a la fortaleza y ranchería

    de los negros con color de amis-

    tad a uer y reconocer lo quedentro auia. Otras ueces se ybanalgunos soldados y negros todos

    juntos a monterías de puercos y

    fieras que hay por aquellosmontes, más por ver y recono-

    cer la tierra, que por la recrea-

    ción que en ello se podía tomar,con los quales entretenimientos

    se acord6 el día del convite, alqual uajaron de lo alto el reyBayano con hasta quarente ne-

    10

    gros de los mas pricipales ymejores que en su compañia te-nía. Toda la canalla de negros sequedaron en sus casas casi rece-losamente por la mucha amistadde los españoles auia de redun-

    dar en daño suyo. Las cosas ne-

    cesarias para la comida estauanya prouenidas y las mesas pues-

    tas y algunos arcabuceros y ro-

    deleros puestos a punto escon-

    didamente en la recámara queOrsua en su Buhyo tenia desuerte, que ni podían ser uistosni eran echados de menos por-

    que todos los demas soldados se

    andauan por el alojamiento alparecer de los negros con mues-

    tras de descuidados, pero en lo

    ynterior andauan ya carcomien-

    dose y deshaciendo se, porque lacomida fuese ya acabada poruerse ya rebueltos y a las manoscon los esclavos y quitalles algu-nas riquezas si los tenían.

    "El capitan Orsua con algu-nos de sus principales se sentó ala mesa, y con ellos el Bayano ytodos los negros que con el ve-nian, y allí les fue dado de co-mer según lo tenian aderezadolo mejor que en aquel lugar sepudo hacer. Andaban dos es can-ciadores dando de beber a lagente; el uno tenia un frascocon vino limpio para los españo-

    les, y el otro un pichel con lootosiqado para los negros; pero

    de tal manera se seruia esto queni se echaua de ver el engaño, nicon el t6siqo se hizo daño algu-

    nos a los españoles, ni menos

    obo en el ynterin que a la mesaestuvieron, ninguna turbacion niaccidente por donde fuesen sen-

  • tidos m descubiertos los nues-tros.

    "Fue pues la conclusion ydeshecha desta obra, que des-

    pues de auer comido Orsúa, fin-xio querer dar alguna dávas atodos aquellos negros que con élauIan comido, y despues deauerse levantado FranciscoGutiérez y Francisco Díaz de la

    mesa, se entraron en la recaiarade P.o de Orsua, donde tenianla cantidad de caiisas y bonetesy machetes y otras cosas destasuerte que eran menester; alí

    entrauan los negros uno a uno yrecebian de mano des tos dos ca-

    pi tanes una camisa y un mache-te o lo que el negro pedia, y

    con esto le daban en señal de

    mayor amistad una buena tazade vino mezclado con t6siqo oponzoña, y como todos se le-vantaban embriagados de la me-

    sa, y la embriagez sea cosa quele acreciente demasiadamente lasequía, bebían los desventuradostodo lo que les dauan sin echar

    de ver lo que era, y así uno sali-do de la recámara con este re-caudo en el cuerpo y otro en-trando, fueron desta manera dis-pidiendo a todos, hasta que so-

    lamente quedaron con Bayanotres capitanes y otros tres o

    quatro negros, uno de los qualesentró por su porcion como losdemás auian hecho; pero suce-di6le peor, porque yendoleFrancisco Gu tiérrez a dar una

    camisa en la quall lleuaba escon-dido o cuuierta una daga, se lametió por el lado izquierdo yatrauesandole con ella el cara-zon, no le dio lugar a que se

    quexa ni hablae palabra ni-guna, más mudaiente cayo enel suelo y muriendo fue todouno; y disimulado con esto lla-marn otro yndio o nego delos que con Bayano sobre mesa

    auIa quedao, el qual comofuese entrado y quisiese hacer

    con él lo mesmo que con el deantes, sinti6 o vio la celada y

    los demás negros que con el es-tauan oyendo esto, quisieron le-vantarse dando las mesmas vo-

    ces, pero hallaron sobre sí a lagente que Orsúa tenia prevenida,por los quales fue preso y cons-

    triñido el y todos los demas quealli estauan, a estarse quedos, yasí fueron aprisionados todos.

    "Los demás soldados que es-taban a punto esperando, al oyrpricipio de este alboroto, alm omento tomaron las arasque tenian al punto yjuntando se la mayor pare delloscon sus capitanes, con toda lapresteza del mundo acdieron atomar el fuerte y alojaiiento delos negros y lo subieron y entra-ron sin ninguna resistencia, por-que los que en él auIa queda-

    do, viendo desde lo alto el tu-multo que en improviso se auiamovido en lo auajo, y presu-miendo el daño que dello le po-dia venir, se turbaron de talsuerte, que de todo punto lesfaltó el brio y ánimo para tomarlas armas y resistir la subida alos nuestros, lo qual por pocos

    que fueran, lo pudieron muybien hacer por ser puestos tanen su favor todas las cosas de

    aquel alojamiento y tan ásperala suuida, pero como la turba-

    11

  • ción de los casos repentinosquita con su aceleración toda

    consideraci6n y prudencia y sus-penda todas las más vezes todoslos efectos del ánimo por vigo-roso que sea, hizo tales efectosen todos estos negros, que dan-

    dose a huir por las partes con-trarias de donde los españoles

    subian, les dejaron franco todoel alojamiento y fuerte sin que-

    dar en él persona ninguna de lasque tenían disposici6n parahuir, por que algunos negros de

    los que se auian hallado en el

    convite, aviendo ya subido en loalto y juntamente con su subida

    llegados los efectos de la ponço-ña al corazón, se hallaban por

    aquel suelo tendidos rasqueandoy meneando se de una parte aotra con rabia y dolor a punto

    de espirar, y allí los soldados losacauaban de quitar la vida congrandes cuchiladas y estocadasque les daban. Otros destos ne-gros eran por los mesmos solda-dos hallados por el camino y

    començados a tocar y turbaraunque no del todo caidos, perode tal suerte, lastimados, que ni

    podian huir, ni desuiarse del ca-mino, a los quales los soldados

    como yban pasando, los ybanpicando con las espadas sin de-tenerse con algunos, pero estaspicaduras hacían o daban talsuerte, que muchos metian susespadas hasta la cruz por loscuerpos de los negros atosigadosque alcançaban, y así los ybandejando atrás atrauesados loscuerpos de una pare a otra, he-ridas cierto mortales y que sintener los cueros la ponzoña

    12

    L.

    que tenían, bastauan a dalles lamuerte de todo punto.

    "Despues de tomado el alto yapoderados los españoles en elpueblo y fuerte, el capitan P.ode Lafuente con hasta beyntesoldados se dieron a seguir el al-cance de los negros que casi jun-tos yban de huida. Halláronlosembarazados en pasar un rioque por ir crecido, les ympedia

    el pasaje, donde los negros volu-iendo los rostros atrás cons-

    treñidos del ympedimento quedelante tenian que no los dejaba

    pasar, comenzaron a defenderse

    y a pelear como aquellos que yajuzgando acercarse!es la muerte,querian cambiar o vender las vi-das bien vendidas, o conservallas

    con las armas; y así peleaban te-rriblemente defendiendose; pero

    los españoles con los arcabuzes

    que lleuaban, derribaron ochonegros con que ater,orizaron yaflxieron grandemente a los de-más, que por reparo y guarda de

    los demás de sus espaldas te-nianla creciente del rio donde

    estauan arrimados, en el qual sefueron retirando y metiendo po-co a poco, hasta que todos jun-tos y de tropel asidos unos de

    otros, con grandísima presteza

    se metieron en la corriente y ca-nal del río, y en un punto se

    hallaron de la otra banda dondese pusieron con más seguridad a

    estoruar y defender el pasaje alos nuestros, los cuales despues

    de haber hecho su posible y de-ber se volvieron a retirar al fuer-te o alojamiento de los negros,

    donde era ya subido el General

    P.o de Orsua con el rey Bayano

  • y los demás prisioneros. Avien-dose así mesmo recoxido y vuel-to al propio fuerte muchos ne-

    gros y negras viejos que por ladebelidad de su naturaleza no seatreuian a seguir el camino quelos demás y otra chusma de gen-te menuda. Los soldados acom-

    pañandose los unos a los otrosse dieron a recorrer las estancias

    y cortixos de labor que por allícerca tenian los negros, donde

    hallaron y prendieron los estan-cieros que los guardaban otros

    negros y negras que estaban y

    hallaban muy descuidados destesuceso. Eran grandísimas las la-branzas de plátanos questos es-clavos tenian hechas y sazonadaspara sus sustento sin maiz, yuca,batatas y otras legumbres que

    cultivaban y sembraban para sucomer. El despojo que los solda-dos ovieran aqui, no fue de mu-cho valor, y así fue poca la me-

    dra que los soldados sacarondesta guerra.

    "Orsua viendo que era trauajoinútil y muy vano el andar sugente y él con ellos por aquellasmontañas y sierras a monteríade negros, y que después demuy cansados y trauajados lossoldados no habrian hecho cosa

    alguna que aprouechase por lascausas poco ha referidas, tratóen gran puridad aunque cautelo-samente con Bayano que diesehorden como toda su gente ynegros que andauan diuididos,se juntasen y congregasen allí

    con él, y que juntos se irían a

    Nombre de Dios, donde de con-sentimiento de aquella ciudad yde la de Panamá se poblaría un

    asiento en comarca convinienteen el rio que dicen de francisco,

    que es lugar pasajero y acomo-

    dado para la vivienda de los ne-gros, con tal' aditamiento que

    todos los negros que de Panamáy Nombre de Dios se huyesende allí adelante, fuesen obliga-

    dos dentro del tercero dia el reyBayano y sus negros y ciudada-nos a volvello a su dueño; yademás desto que tuviese cargode proveher a los pasajeros yarrieros de lo necesario para ély para sus jumentos pagando-les cierto y moderado precio; ypor aquí le fue entremetiendo

    otras cautelosas palabras que lequedaron y asentaron muy mu-cho a Bayano y a los que con élestauan presos, y les parecia quevendria en efecto y se cumpliria

    a la letra, por lo cual començoluego a enviar a llamar por to-das partes el resto de los negros

    que auian quedado vivos, losquales començaron a juntarsepor el llamamiento de su Rey y

    venir poco a poco de tal suerte,que dentro de cinquenta días vi-nieron a estar todos los más jun-tos en el fuerte, con los quales

    asimesmo se comunic6 el nego-cio y les pareci6 muy bien ycosa muy acertada y se asegura-ron mucho con esta cautela; conlos quales se parti6. P.o de Or-

    sua despues de haber reposado

    dentro en el fuerte dos meses, yen el camino quitó las prisionesa Bayano por hacer dél ladronfiel; pero luego que llegaron aNombre de Dios fue preso el ne-gro rey Bayano y algunos de suscapitanes.

    13

  • "De allí fue con todo recau-do de guardas e presiones envia-do a Pir a la ciudad de Lima,

    donde estaua el Visorey paraque lo viese e hiciese dél lo quequisiése. El Visorey recibi6 ale-gremente a Bayano y lo honr6dandole algunas dádivas y tra-tando bien a su persona, y den-

    de allí lo ynvió a España. Todoslos negros fueron asÍmesmo pre-

    sos y dados por esclauos delRey y enviados a vender fuerade aquella tierra a diuersas par-

    tes para que allí no oviese nue-

    vas juntas ni quedase rastro de

    tan mala semila.

    "Los vezinos y mercaderesdesta ciudad solemnizaron con

    grandes fiestas y regocijos públi-cos el desbarate y prendimientode estos esclavos dando grandes

    muestras de agradecimiento aPedro de Orsua y haciéndolegrandes ofrecimientos de dinero

    por la mucha y buena diligenciaque en esta guerra avia puesto,y por la obra tan señalada que

    les hizo en limpialles la tierra deuna tan crecida quadrila de la-drones y salteadores quales estoseran; y después acá no ha auidootra junta de negros de esta tie-rra que engendrase sospecha ni

    temor en estos pueblos, tal co-mo el que de los que he dicho,se tuvo".

    Como vemos, por la descrip-cion que nos hace el PadreAguado, Bayano fue capturadoalevosamente por quien lo había

    invitado a negociar un tratadode paz, y luego fue enviado a

    España en donde finalmenteacab6 sus días en una miserablemazmorra española.

    No obstante el triste fin deBayano, su muerte fue unavictoria para el género humanoen su larga y paciente lucha por

    la libertad e igualdad de todos

    los hombres, ya que Bayano hasido elogiado y admirado por al-gunos de los más grandes escri-tores e historiadores, y sus haza-

    ñas inspiraron a Juan de Mira-

    montes Zuázola a escribir aque-llos versos que, aunque pococonocidos, aún se encuentranvívidos y llenos de significadocomo documento histórico-po-ético y que aparece en su obra

    Armas Antárticas: (18)

    "Salió, en tiempos atrás, de cabo Verde,cargado de quinientos un navío,

    que, para que ganásemos, Se pierde,tocando, en csta playa en un bajío.

    Fuerza será que Panamá se acuerdede cuál fue de éstos el gallardo brío,pues, (habiendo) arribado a nado en tierra,a mover la, empezaron cruda guerra."Su Capitán lIamábase Ballano,que fue de quien tomó la tierra el nombre,cuyo valiente pecho y diestra manohazaii.as intentó de inmortal hombrc;plllS hizo en Panamá que el castellano,dc su atrevido osar tal vcz se asombre;porque, cual rayo raudo, abrasaba

    las estancias campestres que robaba."Era de formidable aspecto fiero,corpulento, feroz, basto, membrudo,de traza, talle y hábito grosero,de lenguaje bozal, de ingenio rudo;pero de esfuerzo y ánimo guerrero,tan ágil, denodado, pronto, agudo,que, al claro día ni a la noche oscurano estaba en parte de él cOsa segura".

    (18) Juan de Miramontes Zuázola. Arma antáicu. Quito: Editada por G. Gir6n y1921, 1, pág. 126 y sigo

    14

  • "Fueron Bayano y Palmares

    (la primera república negra quese estableci6 en América), apun-ta el afro-negr6logo Burghar W.

    E. Dubois, (19) quienes le abrie-ron el camino al primer sultán

    nego que tuvo éxito en el Occi.dente: Toussait L'Ouverture".

    (19) B~ghart W. E. Dubois. Tbe Worlc aod Afri New York: The Vikig Presa, 1947,pago 195.

    15

  • MiGUEL ANGEL MARTiN

    Deseo antes de iniciar la lectu-ra de mi discurso dedicar unas

    breves palabras a exaltar la desta-cada personalidad y brilante la-bor del doctor José de la Cruz

    Herrera, ya que se me ha conferi-do el alto honor de reemplazarlo

    como Miembro de Número de laAcademia Panameña de la Histo-ria. El Dr. J osé de la Cruz Herre-ra fue verdaderamente una "raraavis" en nuestro medio, un hu-

    manista que en su trayectoria in-telectual estableci6 en Panamá latradici6n por el culto reverente a

    lo más selecto del espíritu clásicoque un día glorificara un Co-luccio Salutati, un Leonardo Bru-ni, un Le6n Battista Alberti o unPico de la Mirandola. Como ellos,el Dr, Herrera complementó el

    amor a la literatura clásica conun profundo interés por los es-tudios históricos.

    16

    Cabe destacar que el Dr. He-rrera fue siempre un humanista

    de acendrado fervor cristiano y,contrario a muchos humanstasdel pasado, jamás considerócomo negativo el aporte cristianoa la cultura occidental. Un ejem-plo de esta aseveración lo tene-

    mos en su magnífico ensayo titu-lado Influencia del cristianismo

    en la Literatura Española, dondeexalta el impacto de las ideas ylos valores cristianos sobre las le-tras españolas. Amor por lo clási-co junto a un feroroso cristianis-mo constituyen para muchos unaambivalencia, que en el caso delDr. Herrera no sería la única ensu vida.

    A través de su selecta obra lite-raria se vislumbra siempre un

    profundo amor a la Madre PatriaEspaña, sin embargo su más im-

  • portante aporte histórico es, sinduda alguna, su trilogía de obrassobre Bolívar donde se nos pre-senta como un entusiasta, devotoe inteligente admirador de la epo-peya independentista del gran Li-bertador. Los títulos de estos tra-bajos: Don Simón Bolívar o laFormación de un Libertador; Bo-lívar Forjador de la Libertad yBolívar en el Tabor de la Cruz, elúltimo de los cuales permanece

    inédito, nos dan una idea de lapreocupación e interés del autorpor la obra libertaria de Bolívar.

    Como un justo reconocimien-to a sus dotes de historiador, laAcademia Panameña de la Histo-ria lo incorpor6 como Miembrode Número de dicha corporaciónen diciembre de 1930 y continuócomo miembro de la misma hastasu muerte acaecida en el año1961 en la ciudad de Buenos Ai-res. Un humanista y literato de lacategoría del Dr. Herrera recibi6muchos otros honores durante suexistencia. Uno de los más im-portantes fue su aceptación co-

    mo Miembro de Número de laAcademia Panameña de la Len-gua en el año 1926 y luego suelección como Secretario Perpe-tuo de la misma.

    La razón principal por la cualno hago un recuento pormenori-

    zado de toda la labor intelectualy académica del Dr. Herrera estri-ba en el hecho de que el académi-co de la Lengua, Dr. IsmaelGarcía, hizo un exhaustivo análi-sis de su obra donde elogia yaprecia en su justo valor la grancontribución erudita hecha por el

    Dr: Herrera a la educación, a lacultura, a la historia y a las letraspanmeñas y continentales, por-que es bueno señalar que la esta-tura intelectual del Dr. Herrera

    alcanzó dimensiones continental-es y recibió la admiraci6n de to-do el mundo de habla hispana.

    Es a la memoria del Dr. Joséde la Cruz Herrera como historia-dor, que deseo dedicar mi discur-so de esta noche, que es el requi-si to de ingreso a la Academia dela Historia y que he titulado "LaHistoria como Disciplina Profe-sional".

    Aun cuando algunas personas,haciendo un análisis superficial,piensen que no es muy difícildescubrir cuáles son los métodosy objetivos de la Historia, quiense adentra en el proceloso mar

    de los estudios históricos, y sobretodo en el de la historiografía,se dará cuenta de que la reali-dad es muy otra y descubrirá queexisten casi tantas teorías al res-pecto como expositores y teóri-cos que se han interesaOo por es-tos asuntos,

    Porque la Historia representamuchas cosas para los múltiplesadoradores de ClÍo. Para algunos,su objetivo primordial debe cir-cunscribirse a fomentar los inte-reses de la naci6n a la cual perte-nece el historiador y el resultadoes la elaboración de pseudo.histo-rias nacionalistas viciadas por sucarencia de objetividad y de vera-

    cidad, pues si los que las escribenconsideran que es necesario em-

    plear métodos antihistóricos para

    17

  • demostrar que la posici6n de supaís en cualquier querella inter-nacional es la correcta, no vacilanen emplear tales métodos.

    Para otros, la Historia es una

    pitonisa o un oráculo ya que, deacuerdo con su criterio, siemprese repite. Por tanto, su estudio

    resulta de gran utilidad al capaci-tamos para predecir el futuro, Enlas primeras décadas de nuestrosiglo, la creencia en este papelprofético de la Historia se acre-centó. Ello fue consecuencia de

    la labor y los falsos escritos de

    pseudo historiadores y charlata-nes de la Historia como OswaldSpengler y sus seguidores, ya quecon sus artificiales teorías logra-ron engañar a muchos y el resul-tado fue que se aumentó en for-ma considerable el número de losque creían en esos curanderos de

    la Historia. Es de todos conocidoque el objetivo de Spenglcr en su

    famosa obra La Decadencia deOccidente, un libro exagerada-

    mente elogiado por méritos queno poseía, era, además de prede-cir el futuro, justificar lo injusti-ficable, la derrota y posición mo-ral de su patria, Alemania, a la

    terminación de la Primera GuerraMundiaL.

    Es muy sintomático queSpengler se especializara durantesus año,s de estudiante universi-tario en los estudios de Matemá-ticas y Ciencias Narurales. Esto

    explica quizás sus fríos y lúgu-

    bres cálculos hist6ricos. Es bue-

    no notar, sin embargo, que la

    aclamación casi universal de sulibro no fue compartida por his-

    18

    toriadores profesionales y fióso-fos que, en términos generales,

    rechazaron su tesis, escandaliza-dos por su ignorancia del méto-do histórico y por sus muchos

    errores de hechos. Su obra, se-gún ciertos críticos, constituyeuna valiosa contribuci6n en elcampo de la teoría social, pero,digo yo, teoría social no esexactamente Historia, a pesar dela afinidad. que existe entre am-bas. Hay todavía muchas perso-nas, no obstante, que consideranque la interpretación históricade Spenglcr es la correcta.

    Aun para otros, el estudio dela Historia nos enseña a ser bue-

    nos ýa que nos presenta edifi-cantes ejemplos que todos debe-

    mos imitar. Y hay quienes con-sideran que la Historia constitu-ye la más vívida demostración

    de la grandeza de Dios. En opi-nión de otros grupos, es sólo

    una amena narración de hechosinteresantes, y otros la utilizan

    para llegar a las más absurdas eilógicas conclusiones.

    y como el número de perso-nas que se consideran historia-dores por el sÓlo hecho de ha-

    ber estudiado disciplinas afines,o por su inclinaci6n "amateur"

    hacia la materia, va en aumentocada día, las err6neas interpreta-ciones y conclusiones que obtie-nen atiborran el firmamento his-tÓrico. Filó sofos, novelistas,

    poetas, sociólogos, economistas,

    psicólogos, geógrafos, artistas,médicos, albañiles, obreros, etc.,todo el mundo, llegado el mo-

    mento, se considera un historia-

  • doro No es de extrañar entoncesla ilimitada cantidad de interpre-taciones históricas "sui generis"

    como consecuencia de la faltade debida preparación por quie-nes las hacen.

    Pero no quiero que se pienseque yo sostengo que, fuera de lafraternidad de los profesionales

    universitaros de la Historia, no

    se pueda encontrar verdaderoshistoriadores; lo son tambiénaquellos que saben describir yanalizar. las fuerzas que le danforma a una era, y no los que selimitan a ser meros cronistas ynarradores. A Petrarca se le con-sidera el primer historiador mo-derno, a pesar de que era esen-

    cialmente un poeta humanista.Winston Churchil, cuya famadescansa en sus dotes de estadis-ta, nos muestra el método histó-rico en sus más altos niveles ensu inmortal biografía de su ante-pasado el Duque de Marlbo-rough. Y en nuestro medio, para

    solo citar un ejemplo, tenemos

    que el Dr. Ricardo J. Alfaro,

    cuya preparaciÓn era jurídica,escribió en su juventud una bio-grafía de Tomás Herrera dondenos ofrece un enfoque que envi-diaría cualq uier historiador pro-

    fesionaL. Y estos son sólo tresde muchísimos ejemplos que po-dría citar.

    En nuestro país en general yen nuestra Academia en particu-lar hemos contado siempre conun número importante de histo-riadores profesionales que no os-tentan títulos académicos con

    especialización en Historia. Y

    me complace reafirmar esto POT-que jamás he simpatizado con lateoría nihilista de algunos deque en Panamá no hemos tenidoverdaderos historiadores. Quizássea cierto que todavía no se haescrito una historia completa,

    integral, exhaustiva de Panmá,pero ello se debe a que todavía

    faltan muchísimas monografías

    sobre diversos aspectos de nues-

    tra sociedad y desarrollo histó-rico. Monografías que resultanindispebsables para que un his-toriador con la debida visión

    pueda hacer una labor de sínte-sis en torno a ellas. Pero vale lapena señalar que otros países

    con un mayor nivel cultural queel nuestro, también registran esaanomalía.

    Los estudios académicos dealgunos de nuestroshistoriadores se orientan a otras

    disciplinas afines a la Historia, y

    otros, debido a las limitacioneseducativas y docentes en nuestranación en los albores del perío-do republicano, ni siquiera os-tentaron títulos univesitarios.Creo firmemente que mayor mé-rito le corresponde a estos pro-

    fesionales, de la Historia quecontaron con la capacidad y lainteligencia para auto-educarse,

    auto-prepararse y auto-orientarseen sus estudios históricos. Por-que, a pesar de la ausencia de

    una formación académica, ensus innumerables trabajo~ siem-pre se han ceñido al método his-tÓrico, condici6n "sine quanon" para ser catalogado como

    un historiador profesional. Yello es aSÍ, ya que el método

    19 J

  • histórico representa los propí-

    leos que nos conducen al acr6-polis de la historiografía profe-

    sionaL.

    Al respecto hago mías las ob-servaciones del Dr. Rafael E.

    Moscote cuando en sus PágnasNacionales elogia a Ernesto J.Castilero Reyes, Rubén D. Car-

    Ies, Juan Antonio Susto "y, engeneral muchos de los que hanlogrado el rango de académicos

    de la historia por sus trabajos

    que versan sobre los más varia-dos temas", relacionados con"acontecimientos importantesde la vida nacional". Al igual

    que a estos, el Dr. Moscote re-

    conoce con admiración la laborde Diógenes de la Rosa "al pe-netrar en las instituciones políti-cas, sociales y económicas delIstmo a través de interesantesensayos y conferencias". Igualreconocimiento y admiración lemerecieron las contribuciones deErnesto Castilero Pimentel, Car-

    los Manuel Gasteazoro, Rodrigo

    Mir6 y otros.y esta justa valoración de dis-

    tinguidos miembros de nuestraAcademia no se limita a escrito-res y críticos nacionales. Hace

    unos días cuando leía la estu-penda historia de nuestra indc-pendencia magistralmente escritapor Don Catalino ArrochaGraell encontré, para mi gran sa-tisfacción, que en la última edi-ción de dicha obra se encuentra

    una serie de elogiosas críticashecha por historiadores forá-neos, entre ellos una certera

    aprec'iación de Luis Martínez

    Delgado.

    20

    Quiero dejar constancia de to-do esto para proclamar, algoque he expresado en múltiplesocasiones, el orgullo que desde

    mi aceptación he sentido como

    Miembro de esta Academia, unorgullo que se basa en la calidadintelectual de mis compañerosacadémicos. Es una verdaderalástima que la obligada limita-ción de esta disertación no mepermita hacer una justa aprecia-ción de los trabajos históricosde cada uno de los Miembros dela Academia y, por tanto, pidoexcusas a aquellos que por estarazón no he mencionado.

    Pero junto a los magníficos

    historiadores que encontramos

    en Panamá, dentro y fuera de laAcademia, hay un ejército deiliteratos, en lo que concierne ala disciplina de la Historia, que

    insisten en extraviarse en sus

    innumerables vericueto s sin lamás mínima esperanza de lograrsalir porque, desafortunadamen-te para ellos, es también imposi-ble emerger de este laberinto sinel hilo de Ariadna representado

    por el método histÓrico. Algu-nos de ellos han seguido, o si-guen, una carrera universitariacon especialización en esta disci-plina, pero sus únicos objetivos

    son los de obtener un título,asegurarse una posición remune-rada o escalar posiciones buro-

    cráticas, pues no cucntan ni si-quiera con la más elemental in-tuición histórica.

    Pero ¿qué es exactamentc elmétodo hist6rico y cuáles sonlos objetivos de esta disciplina?

    Como dije al principio, la tarea

  • de encontrarle respuesta a estasÌnterrogantes no resulta nada

    fáciL. La explicaci6n tradicionaly la que a primera vista es acep-tada en forma casi universal esrelativamente simple. Según ella,la tarea del historiador es reco-

    pilar hechos históricos, sobre to~

    do mediante la investigación do-cumental, analizar hechos y do-cumentos, interpretarlos y llegara las conclusiones lógicas que és-

    te adecuado proceso permita.No obstante, la tarea no resultatan sencila como parece a pri-mera vista. y para corroborar es-ta aserción me permitiré hacer

    algunas consideraciones sobre di-versos aspectos de la Historia.

    En el siglo xix el hecho his-

    tórico, escueto y frío, se convir-tió en el elemento favorito entrelos historiadores profesionales.

    No cabe duda de que el máximoexponente de esta corriente ytendencia fue el magn ífico his-

    toriador germano Leopoldo vonRanke, quien a principios de esacenturia exclamÓ, como protestacontra quienes intentaban utili-zar el estudio de la Historia parallegar a conclusiones moraliza-

    doras, que la tarea del historia.dor era simplemente enseñar có-

    mo ocurrieron en realidad loshechos pasados. Por eso en elprólogo de su primer libro escri-bió lo siguiente: "A la historiase le ha asignado la tarea de juz-gar el pasado, de instruir elpresente en beneficio de edades

    futuras. Este trabajo no aspira a

    'umplir tan altas funciones. Su

    objeto es sólo mostrar lo que dehecho ocurrió".

    Con Ranke, debido a su pa-sión por reconstruir el pasado

    en forma exacta utilizando mé-todos que por lo general asocia-

    mos con los estudios de cien ciarnace la llamada historia cientí-fica. Y el sistema estructurado

    por Ranke contó desde sus ini-cios con muchos admiradores y

    seguidores. Pero hoy esta admi-ración no es compartida por losmiembros de la fraternidad his-tórica,

    Todos los críticos de la Histo-ria reconocen el mérito de Ran-ke en sus esfuerzos por reprodu-

    cir el pasado tal cual ocurrió.

    Pero algunos consideran que su

    preocupación exagerada por laexactitud y su desmedido afánpor estudiar sólo los hechos po-

    líticos le restan interés y ampli-tud a sus obras. lIugh Trevor-

    Roper, el afamado historiadorde Oxford, establece una com-paración entre Ranke y el más

    conocido de sus discípulos, elsuizo Jacob Burckhardt, quienal morir en 1897 estaba conside-

    rado como un historiador de se-gunda categoría, mientras quetodos reconocían la grandeza deRanke. Burckhardt, quien estu-dió en Berlín bajo la tutela deRanke y de Droysen, otro famo-so historiador germano, retorn6

    a Suiza al terminar sus estudios

    y regentó una cátedra de Histo-ria en la Universidad de Basilea.

    Años más tarde fue invitado aocupar la cátedra de su maestro

    Ranke en Berlín, pero prefirió

    21

  • quedarse en Suiza y dedicarse aescribir su brilante estudio so-

    bre el Renacimiento italiano.

    Según Trevor-Roper, hoy lacomparaciÓn entre Ranke yBurckhardt no es tan desventa-

    josa para el último, pues a pesar

    de la enorme contribución deRanke al desarrollo de los estu-dios histÓricos su obra se puedecatalogar como obsoIeta, lo cualera de esperar, La exactitudsiempre es reemplazada por unmayor grado de exactitud, estees el destino de cualquier cien-

    cia. Por otro lado, la historia

    que escribió Burkhardt es más

    amplia, más personal, no obstan-te sus fallas representadas por suobsesifm por la cultura europea,lo que le hace despreciar a las

    masas, y su ideología conserva-

    dora. Burckhardt no es un histo-riador científico como Ranke ysu pro fesionalismo no es tancompleto como el de éste, perosu perspectiva histórica es más

    amplia y su visión mucho másclara. Debido a estas cualidades

    se le pueden perdonar su inexac-titud en los hechos y sus f,ùlasinterpretativas.

    Quizás la permanente atrac-ción de las obras de Burckhardt

    y su amplitud de miras se deban

    a que el genial historiador suizono circunscribe su interés a losdesarrollos políticos. Ello es

    con s ecucncia, indudablemente,de su interés por el Arte y de supreocupaciÓn por todas las crea-ciones del espíritu humano, Eljamás separó- las actividades po-líticas de las creadoras en la his-toria del hombre. Es verdad que

    22

    su historia se puede llamar anti-científica cultural, pero muchosla prefieren asÍ. La magnitud dela obra de Ranke, por otro lado,nadie osaría negarla. El fue elfundador, el precursor de la his-toria científica moderna, pero

    con frecuencia su historia cientí-fica, su historia de hechos, es

    demasiado árida, demasiado secay exenta de vida y calor huma-

    no.No es de extrañar entonces

    que el eminente historiador ycrítico G. B. Gooch hubiese es-crito, en su brilante estudio so-

    bre Historia e Historiadores en

    el Siglo xix, lo siguiente sobre

    los libros de Ranke: "Nos hablamenos del pueblo que de suspríncipes, de las condiciones

    que de los hechos" y por otrolado: "No había nada nuevo ensus máximas de que el testigomás cercano de un aconteci-miento era el mejor y las cartasde los actores de más valor que

    las anécdotas del cronista. Lanovedad de su método residíaen su empeño de captar la per-sonalidad del escritor y en averi-guar de dÓnde procedía su in-f ""ormaClOn . Este es el puntoclave, allí se encontraba el méri-to de Ranke para sus admirado-

    res, En ello y en su afán de con-signar los hechos tal como fue-ron, Su famoso "Wie es eigen-tlich gewesen".

    De acuerdo con otro historia-dor moderno, Edward H. Can,tres generaciones de historiado-res germano s, británicos y fran-

    ceses marchaban hacia sus bata-llas históricas entonando las pa-

  • labras mágicas: "Wie ese igentlich gewesen", como siconstituyesen un encantamiento,con el propósito, que es el de lamayoría de los hechizos, de li-brarse de las fatigantes obliga-ciones de pensa por sí mismos.

    Y, por otro lado, los positivis-tas, ávidos de reclamar para la

    historia la categoría de ciencia,

    apoyaron de manera entusiastaeste culto al hecho histórico.Primero comprueba el hecho,solían decir, y luego saca lasconclusiones del mismo, Era na-tural que en la Gran Bretaña es.

    te enfoque de la Historia tuviesemuchos adeptos, ya que coinci-de con una tradición empírica

    que domina su Filosofía desdeLocke hasta Bertrand Russell.

    Muchos historiadores son deopinión que éste era un esfuerzohistórico basado en el sentido

    común. Para ellos la Historia esun conjunto de hechos determi-

    nados que están a la disposicióndel historiador, ya sea en docu-mentos, inscripciones, monedas,estatuas, etc. El historiador en-

    tonces los recoge, analiza y llegaa ciertas conclusiones, luego de

    vadear las peligrosísimas arenas

    movedizas de la interpretaciónhistórica.

    Pero, desgraciadamente, este

    procedimiento tampoco estáexento de errores y peligros, porla elemental raz6n de que no to-dos los hechos se pueden catalo-gar como históricos. Es el histo-riador quien decide cuál es un

    hecho histórico. Esta es una

    aseveración a la cual nunca se lepodrá dar el debido énfasis. To-

    dos conocemos la frase que dice"los hechos hablan por sí so-los". Mas a pesar de su popula-

    ridad, esta frase no refleja total-mente la verdad en el campo dela Historia, ya que allí los he-chos hablan cuando el historia-dor así lo decide. Y por ello lacapacidad y honradez del histo-riador resultan de fundamental

    importancia. Es él quien selec-ciona los hechos, quien los esco-ge y si falta a su vocación puededescartar los más importantes ypertinentes.

    Me imagino que en la historiade nuestro país se han presenta-

    do muchos casos de disputaspor el precio o falta de pago de

    una tajada de sandía, Mas sólo

    uno de esos casos reviste unaimportancia histórica, pues así

    lo han decidido los historiadorespanameños. El historiador espor naturaleza selectivo y porello su calidad depende de su in-teligente y honrada objetividad.Sin él no hay Historia. La teo-ría, nos dice Carr, de que hayun cúmulo de hechos hist6ricosque existen en forma indepen-

    diente y abstracta de la inter-pretación del historiador es unafalacia, a pesar de lo que pue-dan creer los legos en la mate-

    nao

    No hay que olvidar tampocoque los hechos del pasado que

    un historiador moderno tiene asu disposición son muy limita-dos, Ello es el resultado de ese

    proceso de selección llevado acabo por historiadores y cronis-tas de otras épocas, quienes, co-

    mo es natural, únicamente ha-

    23

  • dan énfasis en aquellas faseshistóricas que despertaban su in-terés porque consideraban im-

    portantes. Y esta limitación es-

    trecha y oscurece la visión de

    un investigador moderno. Penní-taseme una iluminadora expe-riencia personaL.

    Por varios años he regentado

    la cátedra de Historia de laEdad Media Europea en diferen-tes universidades. Debido a miinterés por este período he ad-

    quirido una cantidad apreciable

    de libros sobre la era medieval yen mi biblioteca cuento con va-

    rios cientos de ellos, escritos pormedievalistas de reconocidoprestigio. En cierta ocasión mepuse a pensar que quizás poseía

    obras fundamentales sobre todoslos hechos históricos del susodi-

    cho milenio. Pero bien prontoreconocí mi error al percatarmede que los hechos ocurridos du-rante la primera parte de esta

    er a fueron seleccionados por

    cronistas que pertenecían a laIglesia Cristiana de Occidente.

    Son ellos los que nos han incul-cado el firme convencimiento deque la Edad Media fue una erade acentuado fervor religioso.

    Pero, digo yo, ¿fue ello así?

    Es difícil dar una respuesta ade-

    cuada, ya que es muy poco loque han escrito los nobles, cam-pesinos, siervos y otros elemen-

    tos de esa sociedad y menos aúnlo que ha llegado hasta nosotros

    de esos escritos. Y estas defi-ciencias han perpetuado, quizás,muchos errores. Hasta hacepoco se creía que los habitantes

    24

    de la Europa del siglo X veían

    aproximarse con terror el año1000, pues de acuerdo con sus

    creencias el mundo se acabaría

    en esa fecha. lIoy sabemos que

    esto es una falsedad histórica.Minuciosas investigaciones hanrevelado que los que escribierona fines del siglo X no mostraronningún temor acerca del año1000, ya que en realidad noexistía ninguna razón para iden-tificar cronológicamente las pro-fecías del Apocalipsis con ese

    año en particular. Mas cabe pre-guntamos, ¿cuántas otras fala-cias no se mantienen todavía en

    los libros de texto de todos lospaíses? Todavía hay escritoresserios que nos dicen que Isabella Católica vendió sus joyas para

    sufragar los gastos de la expedi-

    ción colombina y que Monsieur

    Guilotin pereció víctima de la

    máquina popularizada por él yla cual recibiÚ su nombre. Dosmentiras histÚricas entre muchasque propalan por allí individuossin el debido conocimiento his-tÚrico.

    y hay muchos otros ejem-plos. Nuestras ideas y opiniones

    sobre la civilizaciÚn helénica, a

    cuyo estudio le dedicó tantos

    años el ilustre humanista que

    me honro en reemplazar en estaAcademia, están condicionadas

    por el hecho de que las obrasque poseemos sobre esa civiliza-ción, y especialmente en tomoal siglo de Peric1es, fueron escri-

    tas por un pequeño grupo depersonas de la ciudad de Atenas.

    Poco es lo que sabemos de laforma como pensaba un habi-

  • tante de Tebas, Corinto, Megara,

    Espara, Calcis, Farsala, o cual-quiera otra ciudad grega, o loque pensaban los esclavos de losciudadanos atenienses.

    Con razón decía Lord Actonque un historiador estaba desti-nado a convertirse en un compi-lador de enciclopedias por ese

    pruito de acumular hechos his-

    tóricos. y este culto exagerado

    al hecho durante la pasada cen-

    turia fue complementado por loque podemos llamar un fetichis-mo documental: la ciega idola-tría y veneraci6n por el docu-

    mento. Para los historiadores eldocumento constituía el Arcade la Alianza en el Templo delos Hechos. Era como una reve-lación en el camino a Damasco.Los historiadores que no le ren-dían este culto al documentoperdían rápidamente todo suprestigio profesional, algo quetraería, en más de una ocasión,negativas consecuencias.

    No deseo que se me interpre-te mal. El documento esesencial para el historiador, aligual que el hecho histórico. Ha-

    ce unos meses escribíamos, en elprólogo de un libro que publica-mos, que sentíamos una granadmiración por los tres primerosmandamientos que el distingui-do historiador francés Francois

    Aulard imponía a los estudian-tes que tenían el honor de asis-tir por primera vez a sus clases

    sobre la Revolución Francesa:

    "Siempre acudan a la fuente do-cumental; nunca digan nada que

    no esté basado en una fuente

    original; nunca escriban nada sin.presentar referencia documen-

    tal". Pero no hay que convertir

    los documentos en panaceas uni-versales. Ellos, "per se", noconstituyen historia. Es el histo-riador quien los convierte, des-

    pués de someterlos a un riguo-so análisis histórico.

    Mas con frecuencia el histo-riador cae en excesos en su ve-

    neración y acatamiento al docu-mento y critica injusta y cruel-mente al colega que no adopta

    la misma actitud. El propioAulard mostró tal ferocidad yanimadversión al atacar el méto-do empleado por Hip6lito Taineen sus escritos sobre la Revolu-

    ción Francesa, sobre todo suinexactitud y el hecho de quesu investigaci6n documental es

    incompleta, que despert6 unaola de simpatía por Taine.Albert Mathiez, otro de losgrandes especialistas francesessobre el período revolucionario,quien a pesar de oponerse a lo

    que consideraba mentalidadreaccionaria de Taine, había va~

    lorado en forma más equitativay generosa su obra, no pudomenos de declarar en una críticaal libro de Aulard, al hacer unasarcástica advertencia a lectoresingenuos, que no debían imagi-

    narse que un escritor es un granhistoriador por el mero hechode no cometer errores sobre re-ferencias documentales.

    Uno de los más serios retoslanzados contra los seguidores

    de Ranke a principios de este si-glo fue el resultado de las ideas

    25

  • y escritos del gran historiador

    italiano Benedetto Croce. Todahistoria es historia contemporá-nea, sostenía Croce, significandocon ello que la historia consisteen ver el pasado con ojos delpresente y a la luz de sus pro-

    blemas y, por tanto, la tarea delhistoriador no consiste en regis-trar hechos sino evaluarlos, pnes

    si no los evalúa, ¿c6mo puede

    saber cuál de ellos merecen re-gistrarse? "Escribir historia",nos dice Croce, "no es imagina-

    ci6n sino pensamiento". Los his-toriadores que usan su imagina-

    ción, continúa Croce, en forma

    excesiva lo que escriben son tra-bajos poéticos. El distinguido in-telectual italiano condena en-tonces ese apego excesivo al pa-sado de Ranke y sus seguidores.

    El historiador de la Univer-

    sidad de Oxford R. G. Collng-wood, también a principiosde este siglo y quien se inspira

    en parte en Croce, era de opi-nión que la Historia no debeconcernirse ni con e! pasado"per se" ni con lo que el histo-riador piensa del mismo "perse", sino con ambas cosas en susrelaciones mutuas. Esta teoría

    refleja, en alto grado, los signifi-cados actuales de la Historia, lainvestigación llevada a cabo porel historiador y la serie de he-

    chos pasados que investiga.

    "El pasado que el historiadorestudia", opina Collngwood,"no es un pasado muerto sinoun pasado que, en cierto senti-do, todavía vive en el presente.Pero un acto pasado es algo

    26

    muerto, es decir sin sentido parael historiador a menos que pue-da entender el pensamiento, la

    idea que lo anima". Por tanto,toda historia es historia de ideasy es también la reconstrucción

    en la mente del historiador delos sucesos históricos que estu-dia. Esta reconstrucción de! pa-

    sado está basada en evidenciasempíricas, pero no constituyeun proceso empírico y no puedeconsistir en una mera recitaciónde hechos históricos.

    No se puede negar, pues, laestrecha relación entre el pasadoy e! presente en la historia. Portodo lo anterior se puede colegir

    que Collngwood le da quizásuna importancia exagerada a lainterpretación histórica, lo quele ha ganado algunas críticas ad-versas de historiadores que con-sideran que niega la existencia

    de una objetiva verdad histórica,ya que existe, según él, sólo enla mente del historiador. Estascríticas se pueden considerar co-mo bien fundadas, Y ello es asípor la razón de que, de acuerdo

    con la tesis de Collingwood, sibien la interpretación desempe-

    ña un papel importante en el es-tablecimiento y ubicación de he-

    chos histÓricos y si es ciertotambién que ninguna interpreta-ción es totalmente objetiva, se-gún esta tesis habría que admitirentonces que la interpretaciónhecha por un historiador es tanbuena como la de cualquier otroy los hechos de la historia enprincipio no están sujetos a in-terpretaciones objetivas. Esto es

    otra indicación de lo peligroso

  • que resulta navegar en aguas ~s-tóricas, aun para excelentes his-

    toriadores como Collngwood.

    Es evidente que la meta detodo historiador debe ser la deencontrar un equilibrio entre es-tas dos teorías hist6ricas que nose pueden sostene~, ni aun. conel respaldo de eminentes histo-riadores. Tales teorías son: lasque aducen que la ta;e~ del his-toriador debe ser unicamentehacer una objetiva compilaciónde hechos ya que el hecho esinfinitamente más importante

    que la interpretación y la que,por otro lado, considera a la

    Historia como el producto sub-jetivo de la mente del historia-dor, quien establece los hechos

    histÓricos y los sumerge en elproceso interpretativo.

    También podemos añadir lasdiscrepancias de puntos de vistaentre los que sostienen que la

    Historia debe tener su centro degravedad en el pasado y los queabogan por el presente. Pero loque descubre cualquier historia-dor tan pronto empieza a domi-

    nar su disciplina es la imposibili-dad de establecer primacía entreel hecho y la interpretación,

    pues constantemente tiene que

    existir una correlaciÓn entre am-bos elementos. Lo mismo ocurreentre el pasado y el presente

    hasta el punto que un historia-dor ha definido la historia comoun permanente diálogo entre elpasado y el presente.

    Pero no cabe la menor duda

    de que el historiador al elaborarsus conclusiones está influido

    enormemente por las corrientesy las fuerzas del presente. Esto

    es inevitable y bajo esa influen-

    cia caen consciente o incons-

    cientemente hasta los historiado-res más objetivos y que más se

    esfuerzan por permanecer inmu-nes a tales influencias. De todoses conocido el hecho de queTeodoro Mommsen, el historia-dor liberal germano, desilusio-nado por el fracaso de las revo-luciones de 1848-1849 en los es-tados germanos, escribió su mo-numental Historia de Romacuando llegó a la convicción deque la unificaciÓn alemana nece-sitaba de un hombre fuerte quela creara.

    Era entonces la época en quese populariz6 el concepto delReal-politik en los estados ger-

    manos y en el resto de Europa.Esto explica los elogios ilimita-dos que le prodiga Mommsen aJulio César en su obra, pues Cé-sar era el hombre fuerte que ha-bía salvado a Roma y cuyo ému-lo necesitaba Alemania, y sus in-justas críticas a Cicer6n, una f~-gura hist6rica que se le ha debi-do parecer a los insulsos repre-sentantes de la Asamblea deFrankfurt. Las condiciones ale-manas de su tiempo influyeronen forma decisiva en el enfoquehistórico de Mommsen al anali-zar la historia de la República

    Romana. Es innecesario decir queel gran historiador liberal jamásimaginó las terribles consecuen-cias, en nuestro siglo, de estabúsqueda alemana por encontrarel hombre fuerte. Y a nadie sele ocurriría dudar de la calidad

    27

  • de la obra de Mommsen, a pesarde estas fallas.

    y como éstos hay muchosotros ejemplos de cómo el me-dio influye sobre el historiador.Uno de mis historiadores favori-tos, el neerlandés Pieter Geyl,

    escribió durante la última gue-

    rra, cuando sufría horribles per-secusiones de los nazis, que in-cluyeron su prisión en el inhu-mano campo de concentraciónde Buchenwald, un brilante tra-bajo sobre Napoleón. Pero suobra no es una biografía de lagran figura histórica que convul-sionó a Europa a fines del siglopasado, sino un análisis de lo es-crito por historiadores franceses,

    desde Chateubriand y Madamede Stael hasta George Lefebvre,sobre Napoleón, En este trabajono sólo analiza la leyenda napo-leónica, sino que nos explica,con la maestría acostumbrada,

    c6mo las cambiantes condicio-nes políticas de la Francia de

    los siglos xix y XX y la posi-ción ideo16gica del historiadorinfluyen en las conclusiones de

    los diferentes escritores.

    En el siglo xix los historia-dores británicos interpretaban eldesarrollo histórico como unademostraci6n del principio delprogreso. Era lógico que le en-contraran este sentido a la His-toria ya que su nación atravesa-

    ba por un período de casi ilimi-tada prosperidad. Eran muy da-dos también a emitir juicios mo-rales sobre el pasado de otrospaíses para demostrar que lapreeminencia británica se deb ía

    28

    a la superioridad moral de la na-ción, sobre todo en lo que con-

    cernía a sus instituciones políti-cas y a sus libertades constitu-cionales. Esta tendencia originólo que se ha dado en llamar lainterpretaci6n "whig" de la his-toria, ya que sus principales ex-

    ponentes pertenecían o simpati-zaban con este partido político.Un historiador de Cambridge,Sir Herbert Butterfield, en unpenetrante estudio publicado en1931, echó por tierra este mitointerpretativo.

    Después de la Primera GuerraMundial, cuando la posici6n deGran Bretaña en el mundo sehabía deteriorado en forma alar-mante, Arnold Toynbee, el emi-nente historiador inglés, intentóeliminar el enfoque lineal de laHistoria y reemplazarlo por unateoría cíclica. Todos sabemosque Toynbee se inspir6 en parteen la obra de Spengler, auncuando hay que reconocer quecomo pensador y erudito,Toynbee es infinitamente supe-rior a Spenglcr. Pero lo impor-

    tante es hacer cnfasis en elhecho de que en el monumentaltrabajo de Toynbee, Estudio de

    la Historia, donde expone susteorías sobre esta disciplina,también se nota la influencia dela nación y de la época en que

    ha vivido.

    Pues no cabe duda de queteorías cíclicas de la historia son

    características de sociedades de-clinantes. Al finalizar la PrimeraGuerra Mundial era evidente queel gran poderío socio-económico

  • y militar de la Gran Bretaña em-pezaba a resquebrajarse, y elloinfluyó en Toynbee, quien a ve-ces se muestra tan pesimistacomo Spengler sobre el futurode Occidente. Este, como ya hedicho, fue influido por la derro-ta alemana en ese conflcto.Pero esto no es nuevo SanAgustín, a principios del sigloV, escribió su Ciudad de Dios,

    en la cual nos presenta una tesisdentro de su contexto histÓrico,parecida a la de Toynbee ySpengler, y no cabe duda deque la decadencia del imperioRomano de Occidente influyósobre su obra. Antes de termi-nar con Toynbee es bueno notarque pocas veces un historiadorha sido víctima de ataques tan

    feroces y continuados como losque ha sufrido Toynbee en lastres últimas décadas.

    Es necesario hacer énfasistambién que entre la gran mayo-ría de profesionales de la Histo-ria, los sistematizadores como

    Toynbee ni siquiera son conside-rados como verdaderos historia-dores. Presentar una tesis pre-concebida y luego seleccionarevidencias históricas para soste-ner algo que ya se ha querido

    aparecer como válido de ante~

    mano, es utilizar un método an-ti-histórico, que excluye a quienlo practica de la fraternidad his-tórica prci-esionaL. A Toynbee ya algunos de sus seguidores se

    les llama mas bien profetas, pro-fetas de la desaparición de la Ci-vilizaciÓn Occidental y de todossus valores.

    y ya que menciono a SanAgustín, Spengler y Toynbee esnecesario analizar una doctrinamuy en boga en nuestro siglo yque se asocia con estos nom-bres. Me refiero a la doctrinadel determinismo histórico, quetanto apasiona a los que se dedi-can a estudiar la filosofía de laHistoria. La Filosofía de la His-

    toria, es un término inventado

    por V oltaire al cual se le handado diferentes significados,Uno de estos significados es quela Filosofía de la Historia inten-ta responder a la pregunta: ¿Quées la Historia? La doctrina del

    determinismo histórico es unade esas doctrinas que se presta

    para crear mitos en la mente dequienes la apoyan.

    De acuerdo con un magiste-rial ensayo sobre la "lnevitabili-dad Histórica", producto de lamente de lsaías Berlin, la doc-trina del determinismo históricodebe su importancia entre histo-riadores modernos al ejemplo delas ciencias naturales y el presti-gio alcanzado por éstas comoconsecuencia del gran éxito lo-grado al clasificar, correlacionary predecir fenÓmenos naturales.Esto ha hecho más atractiva lanoci6n de que se pueden descu-

    brir importantes pautas, o UIla

    predecible regularidad en la con-catenación de hechos históricos.

    y con frecuencia el determi-nismo histórico se origina, deacuerdo con algunos, como con-secuencia de fuerzas metafísicas

    y religiosas, que nada tienen quever con las ciencias Ilaturales. LaCivitas Dei de San Agustín, que

    29

  • ya he mencionado, es uno delos primeros y más importantes

    ejemplos en que la Historia sereduce a un predestinado movi-

    miento de fuerza'J impersonales.y los exponentes de estas teo-rías no son siempre figuras reli-giosas. Las ideas de Hegcl sobrela Historia se asemejan a veces a

    las de un San Agustín seculari-zado y racionalizado. Las teo-rías sobre el Romanticismo de

    Vico y Herder y la tesis en laque Naciones e Ideas son perso-nificadas, o la teoría de que losgrandes hombres son el produc-to de una fuerza sobrehumana,

    que en una forma u otra respal-dan Ranke, Carlyle y Michelet,son otros ejemplos de esta ten-dencia metafísica que es partedc la naturaleza humana y queno se deben siempre al cjemplode las ciencias naturales.

    Sin embargo, es bueno recor-dar que la asociación de los fe-nómenos de las ciencias natura-les con el proceso histórico datade antes de IIegel, pues se mues-tra, tímidamente es verdad, enlos escritos de Montesquieu yCondorcet. Mas no cobra verda-dera fuerza sino un siglo des-p ués cuando Augusto. ComteelaborÓ su filosofía positivista.ISedas Berlin en su ensayo, dedi-

    cado a la memoria de Comte,elogia al filósofo positivista y re-

    conoce lo que la historiografíale debe a los estudios sociolÓé,q-

    cos hechos en tiempos recientes,pero enfatiza que el positivismoreforzó el enfoque detcrminista

    de la Historia.

    30

    Hoy día la inmensa mayoríade profesionales de la llistoriarepudia el determinismo históri-co al considerarlo como una fa-lacia más. El intentar identificarel proceso histórico como unaconcatenación de hechos que sesuceden en forma inevitable,causados por fuerzas sobrehuma-nas o impersonales que operan

    dentro de las sociedades huma-

    nas independientemente de losdeseos y esfuerzos de los miem-bros individuales de esas socie-

    dades, es algo que el historiadorprofesional rechaza de plano. Alas teorías deterministas sus ex-

    ponentes las visten con numero-sos ropajes y entre otros tene-

    mos: teleológico s, metafísicos,

    m ecanicistas, religiosos, estéti-cos, científicos, económicos, yotros afines.

    Isaías Berlin hace una distin-ción entre la escuela optimista

    del determinismo histórico, re-presentada por Comte, quienvislumbra un mundo ordenadocuyos miembros encuentran sufelicidad cumpliendo con susobligaciones y funciones, y unaescuela pesimista en la que in-cluye a Hegel y Marx porque di.chos pensadores consideran lascatástrofes y la destrucción co-

    mo etapas inevitables de progre-so. Pero quizás sería más justo

    reemplazar a Hegel y Marx por

    Spengler y Toynbee como im-portantes representantes de estaescuela pesimista de determinis-mo histÓrico.

    Todos los representantes deesta escuela están de acuerdo enlos aspectos básicos y funda-

  • mentales de la misma. Para ellosel mundo marcha en determina-da dirección y está gobernado

    por leyes. Si se emplean los mé-todos correctos de investigación,piensan los adherentes de estasteorías, esas leyes y esa direc-ción se pueden descubrir. Y lasdescubren quienes se dan cuentaque las vidas, el carácter y losactos de los individuos, tantomcntales como físicos, están re-gidos por el "todo" al cual per-tenecen y que la evolución inde-pendiente de ese "todo ti consti-tuye las llamadas "fuerzas", y

    para analizar la dirección de lasfuerzas sólo una verdadera histo-ria científica o filosófica se pue-

    de formular.

    y ¿cuál es la razón por lacual el historiador profesional

    considera esta teoría como unafalacia más? Es bueno notarque no es el determinismo elque se considera una falacia,sino que su aplicación a la His-toria es, no cabc duda, un méto-do engañoso, falso e imposible.De acuerdo con Berlin la tradi-cional y antigua controversia en-

    tre la librc voluntad y el deter-

    minismo permanece todavía co-mo patrimonio de filósofos yteólogos, pero nunca de historia-dores para quienes el determinis-mo sencilamente no es asuntovital ni serio. Si los asuntos hu-manos obedecen a leyes y se de-sarrollan en forma ordenada enla cual toda acción y todo pen-samicnto humanos son factoresque determinan y son determi-nados a su vez, es SÓlo una fuer-za con características de omnis-

    ciencia la que podría discernruna norma o patrón y asignar acada partícula humana su lugaren ese esquema. El conocimien-

    to del historiador no tiene nin-

    guna conexión con fuerzas om-niscias, ni él está preparado paraanalizarlas.

    Las construcciones determi-nistas que a veces nos presentan

    algunos historiadores, un proce-

    so histórico que nos lleva deuna a otra conclusión inevitablehasta el final, un final que des-

    conocen los actores de este pro-ceso histórico pero que el histo-riador sabe de antemano, no es

    más que algo que existe única-mente en la mente del historia-dor, quien, mcdiante el empleo

    de un arbitrario e impreciso pro-ceso de selección, amolda ese

    pasado impenetrable e indómito

    para conformarlo a sus falsasteorías. Esto es lo que haceToynbee. Yeso no es Historia.

    El determinismo histórico esuna falsedad, pues es inconsis-tente con el sentido común queutilizamos al con tem pIar y cstu-

    diar los asuntos humanos. Unconsistente y estable determinis-

    mo en la Historia es sencilla-mente una imposibilidad. El sen-tido común nos indica que lain evitabilidad y exactitud deuna demostraciÓn algebraica nose puede aplicar a los asuntos

    humanos y los asuntos humanosconstituyen la materia, el tópicoesencial de la Historia.

    Pero además de ser una fala-cia el determinismo histórico

    puede llegar a scr extremada-

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  • mente peligroso, pues nos exo-nera de la responsabilidad indivi-dual por cualquier acto. Engen-

    dra, como es natural, conformi-dad, sumisión, resignación hacia

    las misteriosas e incontrolables

    fuerzas que los deterministas

    presentan a un público sumiso y

    aterrado, como las amas y due-ñas de su destino. Entre los queexponen tan falsas teorías no seencuentran s6lo historiadores yfi16sofos de la Historia; tambiénhay que incluir a los sociólogosde diferentes escuelas, quiencs

    presentan argumentos científicoscn respaldo de un determinismohistórico que pretende excluir laresponsabililidad personal. El

    trabajo de esos sociólogos, útilen ciertos aspectos, ha servido

    para crear una especie de mito-

    logía sociológica repleta de fuer-zas omnipotentes, ya sean delbien o del mal, Para solo citaralgunos ejemplos tomados alazar de algunos de sus escritosmencionaré los siguientes: El Es-píritu Colectivo, el Mito del Si-glo XX; El Colapso Contempo-ráneo de Valores; La Crisis dcFe; La Ultima Etapa del Capita-lismo, etc.

    No resulta difícil imaginar aqué se debe la atracción que lasteorías sobre el determinismo

    histórico ejercen sobre muchas

    personas. El mismo Bcrlin nosexplica cuál es la reacción natu-

    ral de estas personas. En unprincipio se pueden sentir cohi-bidas ante las nuevas divinidades

    deterministas y buscan afanosas

    los libros sagrados y los sacerdo-

    tcs de este nucvo culto quc les

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    ofrezcan la confianza que nece-

    sitan. No cabe duda, también,de que el descubrimiento de es-tas fuerzas terribles e impersona-les estas "deus ex machina", ha-ctn la vida mucho más peligro-sa, pero si no sirven para ningúnotro propósito, al menos liberan

    a sus víctimas del fardo moral

    que los hombres en épocas me-

    nos avanzadas se veían obligadosa llevar.

    Las dudas agonizantes acercade la conducta de individuosapresados en crisis históricas yel sentimiento de culpabilidad,remordimiento y desesperación

    que acompañan a esas reflexio-nes, les son quitadas por las teo-rías dctcrministas, que se con-vierten en el "passe partout" de

    su liberación moral. Se liberande la neurosis quc produce tenerque escoger entre delicadas al-ternativas, pues donde no hayelección no hay ansiedad. Ysicmpre existirán scres humanosque preficran la paz y triinquili-dad dc la prisión, un sentimien-

    to de seguridad y de haberalcanzado por fin su sitial en elcosmos, a tener que enfrentarsea dolorosos conflictos y a lasperplejidades de la desordenada

    libertad de ese mundo que exis-te fuera de los muros de unaprisión. Por todo ello, por el de-seo de abdicar responsabilidadcs,

    de no tener que emitir juicios,es por lo que la interpretación

    cleterminista de la Historia cuen-

    ta con tantos adeptos. Y lo más

    peligroso es que convierte a cs-tos adeptos en fanáticos paraquienes no existen escrúpulos

  • morales de ninguna clase. Debe-mos dar gracias que, por lo me-nos en muchos países de Occi-dente, esos mitos sociológicos

    no han podido sofocar la ener-gía y vitalidad que representan

    la libertad para argumentar y

    dudar, la libertad de crítica y elespíritu científico.

    y para concluir esta extensa

    exposición, por lo cual pido ex-

    cusas, yo diría que el historia-dor de hoy debe recobrar suconfianza y rechazar a aquellos

    que, sin conocer la técnica, losmétodos y los objetivos de laHistoria, pretenden dictamospautas. Algunos fiósofos, quenunca han intentado escribir his-toria, a veces declaran que nopuede existir y que el pasado es-tá más allá de nuestro entendi-miento, pues todo el conoci-

    miento e información que sobre

    él poseemos, son subjetivos. Ensu opini6n, el historiador selec-

    ciona un material documentalincierto y establece patrones de

    acuerdo con prejuicios persona-les. Esto a veces sucede, pues

    historiadores doctrinarios sí

    existen por doquier: liberales,deterministas, 'progresistas, mar-xistas y aquellos otros que dis-torsionan la Historia empleandotécnicas ajenas a esta disciplinao mediante el uso de equivoca-

    das f6rmulas socio16gicas, analo-gías antro