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1er Foro de Arqueología, Antropología e Historia de Colima
Juan Carlos Reyes G. (ed.)
D.R. © 2005
Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura
EL ESPACIO DOMÉSTICO Notas sobre las unidades habitacionales del Posclásico
en el valle de Colima.
Mtra. Ma. Ángeles Olay Barrientos Centro INAH, Colima
Arqlgo. Samuel Mata Diosdado Centro INAH, Oaxaca
1) Deraga, Daría y Ro-dolfo Fernández, “Las
Unidades habitacionales en el Occidente”, en Linda Manzanilla (ed.), Unida-
des habitacionales meso-americanas y sus áreas de actividad, México,
UNAM / Instituto de Inves-tigaciones Antropológicas (Serie antropológica 76),
1986, pp. 375-398.
Como la han señalado numerosos estudiosos del Occidente de
México, la región enfrenta un notable rezago en la
investigación relativa al desarrollo de sus pueblos originarios.
Si el rezago alcanza temas fundamentales como el inventario
básico de sus asentamientos prehispánicos y su
comportamiento temporal, debe decirse que el estudio de sus
espacios domésticos es, sin duda, un tema de los menos
favorecidos. Hasta hace relativamente poco tiempo sólo existía
una primera semblanza realizada por Daría Deraga y Rodolfo
Fernández.(1) En ella los autores señalaron, primero que nada,
la disociación existente entre el Occidente y el resto de
Mesoamérica a lo largo del espacio temporal conocido como
Preclásico o Formativo a causa de que ambas macro áreas
tomaron caminos distintos en el desarrollo de sus formas de
organización social. La especie fue enunciada de manera
prudente por la propia Isabel Kelly en sus conclusiones
2
2) Kelly, Isabel, Ceramic sequence in Colima: Capacha an early phase,
Tucson, Anthropological Papers of the University of Arizona Press, 1980,
pp. 29-38.
3) Bernal, Ignacio, El Mundo Olmeca, México,
Ed. Porrúa, 1968, p.192.
4) De cualquier manera es importante señalar el
hecho de que la definición de la Cultura Capacha en Colima por Isabel Kelly
introdujo interesantes ele-mentos en esta discusión. En síntesis, la hipótesis
que deriva de las carac-terísticas de la cultura material de esta cultura
parece indicar que si bien Román Piña Chan reco-noce en lo olmeca un
remoto origen sudame-ricano que habría pene-trado por la costa de
Chiapas para posterior-mente trasladarse a la costa del Golfo, esta mis-
ma influencia habría arri-bado a las costas cocí-dentales marcando a su
vez con su sabor “sud-americano” expresiones tan antiguas como las ol-
mecas -los ejemplos se-rían la cultura material de Capacha, Colima y El
Opeño en Michoacán- pero que, sin embargo, habrían desarrollado otro
tipo de expresiones cultu-rales. Esta por demás se-ñalar que falta documen-
tar con más datos esta hipótesis.
relativas a las características del complejo Capacha y su
evidente originalidad con respecto al resto de las tradiciones
cerámicas del Formativo mesoamericano.(2)
No puede dejar de señalarse que la razón de estas
diferencias se encuentra en el hecho de que el Occidente es
una entidad cultural un tanto diferente al resto de las subáreas
mesoamericanas. Ignacio Bernal habría resumido esa
característica a través de su conocida frase: al no haber tenido
la influencia civilizadora de los olmecas, el Occidente quedó
permanentemente en una posición de atraso.(3) La “influencia
civilizadora” a la que se refería Bernal derivaba del hecho de
que esta cultura habría desarrollado una complejidad social
cuyas expresiones materiales e influencias ideológicas
marcaron de manera determinante a la diversidad de culturas
que le sucedieron. Buena parte de los rasgos mesoamericanos
típicos fueron instrumentados por estos grupos establecidos en
las planicies húmedas y tropicales del Golfo de México hacia el
primer milenio antes de Cristo. Entre los mismos podemos
mencionar la elaboración de estelas y altares y la colocación
de ofrendas a sus pies, la escultura monumental y el tallado en
jade, los atlantes, las cabezas colosales, los sarcófagos de
piedra, los pisos de mosaico enterrados, los espejos cóncavos,
las plataformas construidas sobre terrazas, los montículos de
tierra, la elaboración de centros ceremoniales planificados, la
construcción de edificios alineados astronómicamente y, desde
luego, la idea de registrar fechas importantes en un calendario.
Ciertamente, los rasgos mencionados no son elementos que
puedan ser documentados para el Occidente en etapas tan
tempranas.(4)
Si bien futuras investigaciones darán luz respecto a las
razones por las cuales el esquema de organización social
3
5). Esta percepción se ha venido transformando paulatinamente en la me-
dida en que las investi-gaciones arqueológicas han ido develando pro-
cesos de desarrollo social que no pueden ser ad-jetivados como margi-
nales. Es el caso de los estudios realizados en la región de Etzatlán, Jal.,
así como en Zacapu, Mich.
imperante en el resto de Mesoamérica no alcanzó a
generalizarse con similares características en el Occidente
sino hasta etapas tardías, se debe señalar que una de las
consecuencias más evidentes de esta tardanza fue que en la
región no ocurrió el “fenómeno urbano” que caracterizó, como
elemento fundamental, al período Clásico. Ha sido esta la
razón por la cual al Occidente se le consideró como un área
marginal.(5) De cualquier modo, subsanar el prejuicio contra
las características culturales desarrolladas en el Occidente a
través del largo período que va de Formativo Inferior al Clásico
–lapso que ha sido denominado por algunos investigadores
como el Formativo eterno- requiere, sin embargo, el
incremento de investigaciones enfocadas, precisamente, a
develar los eventos que marcaron la originalidad del devenir
histórico de los diversos pueblos que habitaron sus amplios
territorios.
En todo caso no puede dejar de señalarse que el
período que va del 600 d. C en adelante (del Clásico tardío al
Posclásico tardío) es aceptado por la mayor parte de los
investigadores, como una etapa en la cual la típica tradición
mesoamericana se integra de manera evidente a todo lo largo
y lo ancho de la tradición occidental. Es entonces cuando se
observa un marcado ordenamiento en los asentamientos -
sencillos o complejos-, en las diversas regiones del Occidente.
Este fenómeno fue uno más de los elementos que fueron
configurando sus novedosas expresiones culturales, esas que
surgieron al desplomarse la fortísima y longeva tradición
funeraria de las tumbas de tiro y de la tradición abajeña de
Chupícuaro. Este lapso se encuentra pues, signado por la
“mesoamericanización”.
La índole de estos emplazamientos apenas se
4
6). La investigación ar-
queológica realizada a partir de información ge-nerada por medio de res-
cates y salvamentos ar-queológicos supone una enorme diferencia respec-
to a la investigación reali-zada a través de proyec-tos de investigación espe-
cíficos. En este caso la delimitación del área de estudio y la planeación de
la investigación supone, ante todo, la búsqueda de objetivos claramente plan-
teados. En el caso de los rescates y salvamentos arqueológicos, los obje-
tivos derivan de los pro-pios hallazgos. Es decir, en el primer caso se trata
de la utilización de un método deductivo, en el segundo es inductivo.
7) Manzanilla, Linda (ed.), Unidades habitacionales
mesoamericanas y sus áreas de actividad, Méxi-
co, UNAM / Instituto de
Investigaciones Antropo-lógicas, (serie antropoló-gica 76), 1986.
encuentra siendo recuperada a través de vertientes diversas
de investigación que van, desde estudios integrales de área
(como los trabajos realizados en las cuencas de Sayula,
Zacapu y La Magdalena), a numerosos trabajos de rescate y
salvamento arqueológicos. Esto último sería el caso del valle
de Colima.(6). Es a través de los datos recuperados en algunas
intervenciones realizadas en la zona ubicada al norte de la
ciudad de Colima, como documenté el presente trabajo.
En el conocido texto editado por Linda Manzanilla hacia
1986.(7) la autora llevó a cabo una recopilación de trabajos
efectuados en diversas regiones mesoamericanas realizados
acorde a la metodología característica del patrón de
asentamiento. En este rubro Manzanilla distinguió dos
grandes apartados: los estudios efectuados a partir de la
recuperación de los contextos asociados (las áreas de
actividad) y los encaminados a documentar las formas
mediante las cuales se expresa la unidad espacial básica del
registro arqueológico: la unidad residencial.
Para Manzanilla el modo de vida de las sociedades del
pasado se ha llevado a cabo a través de diversos niveles de
análisis. En el primer nivel se observa al área de actividad
como a la unidad mínima con contenido social, toda vez que
refiere a una o varias actividades estrechamente ligadas a
procesos de trabajo. Un segundo nivel de análisis encuentra
en la unidad habitacional a la unidad básica de producción (la
familia). Este nivel incluye a las diversas áreas de actividad y
es conocido con el nombre de “conjunto doméstico”
(household cluster). El tercer nivel estaría dado por el estudio
relativo a la forma mediante la cual se agrupan las casas, ya a
través de la definición del espacio físico –casas establecidas
alrededor de un patio-, como a través del elemento aglutinador
5
el cual podría ser el parentesco y/o el oficio. El cuarto nivel de
análisis observaría al sitio arqueológico como un todo y sería
comparable a esa unidad que los antropólogos definen como
“comunidad”.
Con relación al área de actividad, Manzanilla señala que
se trata de la unidad básica del análisis del registro
arqueológico, ya que es reflejo de acciones particulares
repetidas de carácter social, con un trasfondo funcional
específico. Las actividades pueden dividirse en varios tipos
según se adhieran a las categorías de: producción, uso o
consumo, almacenamiento o evacuación del espacio. La
unidad residencial junto con las diversas áreas de actividad
permite, por tanto, un acercamiento al grupo doméstico. En
este sentido Manzanilla lo define por medio de la residencia,
las actividades compartidas y el parentesco. A la vez, la unidad
residencial se puede observar a través de tres criterios: uno
social en el cual se puede indagar sobre el número de
miembros y la índole de sus relaciones; uno material que
describe a las viviendas y a sus áreas de actividad y,
finalmente, por medio del comportamiento del espacio el cual
puede estar destinado a la producción, a la distribución, a la
transmisión o a la reproducción.
De la discusión anterior se desprende la necesidad de
realizar una serie de tareas destinadas a configurar una base
de datos que permita avanzar en los diversos niveles de
interpretación esbozados con anterioridad. Toda vez que la
unidad residencial, junto con las diversas áreas de actividad,
permiten un acercamiento al grupo doméstico, el siguiente
trabajo tendrá entre sus objetivos el llevar a cabo una puntual
descripción de las unidades residenciales exploradas así como
algunos señalamientos relativos a su ubicación en relación a
6
los propios asentamientos prehispánicos.
El primer ejemplo que tomamos procede de una
intervención en el área de lo que actualmente se conoce como
fraccionamiento Lomas Verdes. En un área aproximada de 14
ha se encontraban un total de 9 lomas tepetatosas (conocidas
con el nombre de hummuks) ubicadas sobre la margen
izquierda del arroyo Santa Gertrudis y, entre las cuales
discurría también, un arroyo temporal sin nombre. Estos
lomeríos mostraban dimensiones que iban de los 35 por 40
metros a los 120 por 60 metros, sus alturas oscilaban a la vez
entre 2 y 10 metros.
A pesar del enorme grado de afectación de las lomas,
los trabajos de rescate permitieron recuperar información
relativa a 17 cimientos (completos e incompletos). Estos
sistemas se agruparon en función del tamaño de los muros,
del aprovechamiento de grandes afloramientos de rocas que
sobresalían de la superficie del terreno y, por último, del
aprovechamiento de la numerosa escoria volcánica. Esta
pequeña muestra fue organizada en dos grupos, el primero
integró a los elementos completos y el segundo a los
incompletos. El primer grupo (“A”) integró a un total de 11
unidades de tamaños y orientaciones distintas. Se puede
señalar, en todo caso, que las mismas presentaron plantas
generalmente cuadrangulares (sólo hubo una rectangular)
cuyas dimensiones oscilaron entre los 5.50 y los 7 metros de
largo, por anchos de 3.50 a 5.50 metros. La orientación más
constante fue de 15ª NE, aún cuando hubo algunas de hasta
25ª NE. La unidad más relevante consistió en un cimiento de
planta rectangular que integró a las unidades 8, 9 y 10, el cual
tuvo una dimensión total de 15 metros de largo por 3.50
metros. En cuanto al segundo grupo (“B”) el mismo integró a 6
7
unidades consistentes, en alineamientos incompletos que, en
virtud de sus dimensiones y características, asumimos como
parte de lo que fueron otras casas.
Al término de los trabajos realizados en Lomas Verdes
llevamos a cabo las siguientes observaciones: 1) encontramos
un aprovechamiento de las elevaciones naturales del terreno a
partir de rellenos artificiales que tuvieron como fin nivelar sus
partes elevadas, mismas que sirvieron como base a los
cimientos de piedra que sostuvieron materiales más ligeros y
seguramente más sensibles al deterioro causado por el
tiempo. 2) Los sistemas de cimentación fueron construidos a
base muros de piedra de una sola hilada careadas en una o
dos caras, las cuales fueron colocadas en su mayor parte,
hacia fuera de la vivienda. Asimismo se aprovecharon los
grandes bloques que se encontraban diseminados por toda la
superficie del sitio. Estos bloques de piedra no sólo se
utilizaron en las esquinas o en ciertos muros, también se
ubicaron en el interior del recuadro del aposento interno, es
posible que los mismos fueran “adecuados” dentro de las
casas a base de arcilla o cubiertos de esterillas tanto como
“mesas” o “camas”. 3). El agrupamiento de las unidades
residenciales guardaron una cierta distribución intencional,
esto es, se presentaron en grupos que formaban espacios
norte-sur o este-oeste, más o menos amplios. Estos espacios
se encontraban, claramente, en los niveles más bajos del
asentamiento lo cual posiblemente indica que fueron
dedicados a actividades como el cultivo. 4). La cronología del
sitio percibida a través de los materiales recuperados indican
una ocupación Armería, así como algunos elementos Chanal,
esto es, en el sitio se observaron materiales que fueron del
750 al 1,450 dC. Es importante señalar en ese sentido que la,
8
definición puntual de cada etapa fue difícil de calibrar en virtud
de que las muestras de materiales recuperadas fueron pobres
a causa de dos factores: el primero el saqueo y el segundo, la
destrucción causada de la maquinaria en el trazado de la
cuadrícula necesaria al fraccionamiento al cual se estaba
dotando de infraestructura.
Si bien en Lomas Verdes se encontraron materiales
típicos de la fase Armería, debe señalarse que la mayor parte
de las evidencias que se encuentran en la franja ubicada al
norte de la ciudad de Colima son, en su mayor parte,
pertenecientes a la fase Chanal. Al respecto es prudente
señalar que las temporadas de exploración que se han
realizado en el área protegida de esta zona arqueológica, han
permitido recuperar información relativa a las características
del espacio doméstico en el que fue, muy probablemente, uno
de los barrios del gran poblado. Las peculiaridades que
encontramos fueron los siguientes: 1). Las unidades
residenciales al interior del asentamiento fueron edificadas
sobre plataformas de un solo cuerpo de planta rectangular, por
lo que se accedía a su interior por medio de una escalinata. 2)
Generalmente la escalinata definía el frente de la casa, sin
embargo, se encontró una casa a la cual se accedía por medio
de dos accesos, ambos con gradas. 3) Hacia ambos lados de
las escalinatas se encontró, de manera recurrente, unas
pequeñas plataformas de apenas una hilada de piedra y,
ocasionalmente, empedradas. Es posible que estos espacios
hayan sido utilizados como áreas de actividad. 4). Las
plataformas que sostienen las unidades residenciales se
encuentran organizadas alrededor de patios de planta
rectangular o, en su defecto, en largos y anchos pasillos que
sirven, a la vez, como accesos que permitían circular entre los
9
diversos componentes del poblado. 5) Si bien las plataformas y
su organización espacial mantienen como eje rector ortogonal,
el mismo es totalmente asimétrico a diferencia del existente en
otras áreas de Mesoamérica. 6) Se puede señalar que esta
ausencia de simetría es la característica fundamental no sólo
de los espacios domésticos sino, fundamentalmente, de los
espacios colectivos como las plazas a cuya vera se ubicaron
las áreas administrativas y ceremoniales.
Ahora bien, como dijimos al principio de este trabajo, el
mismo pretende enfocarse hacia el estudio de las unidades
residenciales encontradas en lo que podría definirse como la
periferia del gran asentamiento de El Chanal e, incluso, de sus
espacios rurales. En este sentido, puede decirse que la
muestra más representativa que se ha obtenido hasta ahora
procede del rescate arqueológico realizado en la parcela 18 Z-
1 P1/3 del Ejido Villa de Álvarez. En este lugar se exploraron
un total de 13 unidades residenciales, las cuales fueron
designadas con el nombre de “cimientos”.
Todas las casas tuvieron una planta rectangular cuyas
dimensiones fueron desde relativamente pequeñas (5 x 4.25
metros) a grandes (12.50 por 4.80 metros). Los elementos
explorados mostraron, a diferencia de los trabajados en Lomas
Verdes, no sólo mayores dimensiones, sino también una
organización espacial más evidente. Las casas no se
encontraron desplantadas sobre plataformas rectangulares con
accesos a base de escalinatas, sino construidas directamente
sobre el suelo. Si bien existió un predominio de la técnica del
doble muro como sistema constructivo, no puede dejar de
señalarse que en varios casos existió una convivencia entre
muros sencillos de una hilada y los muros dobles. A nivel de
hipótesis se mencionó la factibilidad de que los muros anchos
10
8) Olay, Ma. Ángeles, Las
unidades habitacionales de El Chanal, Colima, Informe final del rescate
arqueológico efectuado en la parcela 18 Z-1 P1/3 del ejido Villa de Álvarez,
Municipio de Colima, junio septiembre 2000, 2 t.,
Colima, Centro INAH
Colima, mecanoescrito, 2003.
(de doble hilada) sostuvieron muros de adobe y de que los
muros angostos (de una hilada) sirvieron para desplantar
muros de bajareque. En cuanto a los materiales asociados a
cada cimiento sobresalió, sin duda, la abundancia de tiestos
presentes en el cimiento 4 –un total de 4,860; tal universo da
cuenta del constante movimiento de objetos utilizados en
actividades que van más allá de lo doméstico, pues una familia
no tendría porqué mantener una vajilla tan abundante para
satisfacer necesidades básicas de alimentación y resguardo de
agua. Si a ello se agrega el gran número de artefactos
elaborados en obsidiana recuperados en la misma casa (108),
así como la presencia de artefactos metálicos como agujas y
un cincel, se puede suponer que de todas las unidades
residenciales exploradas, la casa de dos habitaciones y doble
banqueta que constituyeron al cimiento 4 fue la sede de
personajes dedicados a elaborar o transformar objetos, para lo
cual emplearon herramientas tanto de piedra pulida como de
piedra tallada y que incluyeron, además, objetos de metal
susceptibles de ser empleados para cortar, desbastar o tallar.
Los cimientos 8 y 9 presentaron también elementos relevantes,
tanto en número de tiestos como en diversidad y cantidad de
artefactos.(8)
Se puede hacer notar también que a lo largo de la
excavación realizada en la Parcela 18 se pudieron recuperar
10 entierros asociados de manera directa o indirecta a los
espacios domésticos. Si pensamos que en la única estructura
excavada en las inmediaciones del área ceremonial -la
Estructura 15- se obtuvieron dos entierros, puede concluirse
que el enterramiento al interior del propio espacio doméstico
era una pauta socialmente aceptada.
En síntesis podemos señalar los siguientes aspectos: 1)
11
Dada la ubicación del sitio explorado podemos pensar que el
mismo correspondió a la periferia sur del asentamiento, razón
que explica la convivencia entre construcciones que mantienen
el orden ortogonal y otras que parecen encontrarse aisladas.
2) El conjunto más elaborado fue, en este sentido, el más
cercano al sitio. El mismo mostró evidencia de haber estado
formado por tres grandes recintos, organizados alrededor de
un patio. La casa mayor –cimiento 9- estuvo formada por una
sola habitación de casi 56 m2; las otras casas –cimientos 6/11
y cimiento 10- parecen haber sido casas con dos o tres
cuartos. Lo estrecho de los mismos parece indicar que se
trataba de espacios dedicados más al resguardo de bienes
que a actividades humanas. 3) Las casas que se encontraron
relativamente aisladas mostraron dimensiones y formas poco
convencionales; en el caso del cimiento 4, el mismo estuvo
formado por dos recintos cada uno con acceso propio, uno por
el oriente y otro por el oeste. En el caso del cimiento 5 el
mismo tuvo una planta casi cuadrangular y alejado de
cualquier otro conjunto. 4) Los cimientos 7 y 8, parecen haber
funcionado como espacios de un solo núcleo familiar pues el
C-8 (10 x 5 metros) pudo desempeñarse como área de
habitación y el C-7 (5 x 4.60 metros) como una suerte de
bodega o área de resguardo. No obstante, debe decirse que
en ambos lugares se encontraron sendos enterramientos.
No puedo dejar de señalar, por otro lado, que la
exploración de unidades habitacionales realizadas en otros
lugares parece indicar la existencia de una variada inventiva
que va más allá de las típicas casas de una sola habitación. Lo
anterior se puede ilustrar con las casas excavadas durante el
rescate del Colegio Inglés y El Cortijo. En el caso del primero
se trató de un cuarto de planta rectangular de 6 por 4 metros
12
de ancho, orientado hacia el NE, al cual se encontraron
adosados otros tres cuartos de dimensiones diversas, pero sin
duda angostos. La exploración del interior de cada cuarto, sin
embargo, no arrojó mayor información sobre las actividades a
las cuales se encontraban destinados. En el segundo caso se
trató también de casas con varios cuartos de dimensiones
variables cuyos muros presentaron alineamientos tanto de una
como de doble hilada. La mayor midió un total de 14.50
metros de largo por 8.50 de ancho, en su interior de
recuperaron cinco entierros, algunos de ellos con vasijas como
ofrendas las cuales correspondieron a tipos propios de la fase
Chanal.
Si bien los datos recuperados a través de la exploración
arqueológica permiten ilustrar sobre las dimensiones de los
antiguos aposentos, es a través de otras herramientas como
podemos imaginar las características de sus muros, techos y
acabados. En este sentido son de gran ayuda los elementos
proporcionados por las Relaciones geográficas del siglo XVI
(principalmente la respuesta a la pregunta número 31), pues
en ellas encontramos elementos que permiten avanzar en
cuanto a la interpretación de los datos recuperados. Si bien no
dejaremos de lamentar el que la Relación relativa a Colima se
encuentre extraviada, pasaremos a resaltar la información
proporcionada para regiones colindantes. Al respecto cabe
señalar que las Relaciones de los Motines de Colima, referidas
a las provincias localizadas en la actual Costa Norte
michoacana suelen ser más bien parcas en cuanto a
información de esta índole se refiere. Sin embargo, se aprecia
ya, la huella de la reducción española:
La forma y manera de los pueblos, en esta tierra, es que la iglesia está en medio del pueblo, con sus cementerios cuadrados y cercado enfrente de la puerta
13
9) Acuña, René (ed.),
“Relación de Motines”, Relaciones Geográficas del Siglo XVI. Michoacán,
México, UNAM, Instituto de Investigaciones Antro-pológicas, (serie antropo-
lógica 74), 1987, p. 158.
10) Ibidem, p. 179.
11). “Relación de Aliman-
zi, Cuzcaquahtla y Epa-tlan”, Ibidem, p.153.
12). “Relación de Zaca-tula”, Ibidem, p. 459.
13). “Relación de Zapo-
titlán” Acuña, René (ed), Relaciones geográficas del siglo XVI: Nueva
Galicia, Instituto de Inves-
tigaciones Antropológicas, UNAM, (Serie Antropoló-
gica 65), México, 1988, p. 68.
principal della. Los indios están poblados a la redonda de ella, como que la cercan, sin tener calle ninguna ni plaza ninguna, si no es algún patiecico que hay, adonde hacen tianguis algunas veces, y allí ponen la picota para corregir y castigar a los delincuentes.(9) En estos poblados sencillos y modestos las casas
fueron elaboradas de manera igualmente modesta:
El modo de sus casas, generalmente, son de horcones encima de los cuales arman palos atados con corteza de árboles y otros géneros de cuerdas que tienen y, sobre aquellos palos armados, a los que llaman tijeras, ponen unas varas menudas y, sobre estas varas, atan paja espesa; y, así, quedan armadas, y se meten dentro en ellas a vivir. No tienen otra forma de casas.(10) La forma y edificios de las casas destos dichos pueblos son de unos horcones de madera y, sobre éstos, edifican unas tijeras y otros artificios, todo de madera, y cierran con una varazón, juntándola y echan barro; y hacen las paredes que, con un puntillazo, harán portillo por do quisieren, y los techos cubren de paja; y otras casas hacen de adobes. (11)
Otra mención relativa a las casas ubicadas en lo que
sería la planicie costera michoacana puede reflejar una
respuesta al medio y al comportamiento del suelo:
Las casas que hay en esta provincia son, todas, casas bajas, armadas sobre unos horcones de madera, con unas varas atravesadas y embarradas que hacen pared, y son cubiertas, todas de paja. La tierra no sufre otras casas, a causa de los grandes temblores de la tierra. (12)
Al llevar a cabo una revisión del tipo de construcciones
existentes en los otros valles formados sobre las laderas de los
volcanes de Colima, aparecen datos interesantes, como los de
Zapotitlán:
Hacen sus casas los naturales de adobes, los que pueden y los que no de horcones, cercadas con carrizo, que lo hay a orillas del río; cúbrenlas con una yerba seca, larga a manera de paja de trigo entera.(13)
14
14). “Relación de Tuxca-cuesco”, Ibidem, p. 75.
15). “Relación de la
provincia de Tenamaz-tlán”, Ibidem, p.291.
En la colindante región de Tuxcacuesco, se señala que:
Las casas desta dicha provincia, algunas son de adobes las paredes y, otras, son de caña y embarradas; y los cobertizos que tienen son como las casas de paja de España, salvo que las atan con unos mecates a manera de tomizas de esparto. Dicen que no gastan clavos para clavar las tijeras, porque toda la madera con el dicho mecate la atan.(14)
Las casas, como se observa, estaban fabricadas ya de
adobes –para familias pudientes- ya de “cañas o varas” para el
resto. Estas últimas se elaboraban a partir de horcones de
madera sujetos no por clavos sino por “amarres” de lazos o
mecates. A la consabida información sobre la técnica y los
materiales empleados en la construcción de las viviendas se
agregaron algunas líneas sobre sus habitantes y sus familias,
las cuales nos remite, de algún modo, al funcionamiento de los
espacios residenciales del emplazamiento de El Chanal:
La forma y edificio de las casas en que viven, son labradas de adobe muy mazorral. Hacen unas galeras largas, de un estado muy alto las paredes, las cuales hacen angostas del ancho de un adobe, y allí arman maderos, rollizos y mal labrados, y sobre ellos ponen paja mal puesta para defenderse del agua y del sol. Duermen fuera de sus casas, en los patios que tienen delante, y, si no es cuando llueve, no se sirven de ellas. El frío nunca les da pena, por tierra templada. Viven juntas, tres y cuatro familias; en una galera destas, suelen habitar treinta y cuarenta personas. (15)
Esto es relevante pues da indicios relativos a la
existencia de casas de gran tamaño que servían como refugio
a varias familias nucleares. En otros casos la información
presente en los cuestionarios se extiende a la forma en la cual
las casas se distribuían en los poblados:
Están poblados en pueblo formado y permanentes, y lo han estado de cincuenta años a esta parte, con casas de adobe, que es un género de tapia de tierra y paja,
15
16). “Relación de Ameca”, Ibidem, p.31.
17). Ibidem, p. 47.
18). “Relación de Xiquilpan”, Relaciones geográficas del siglo XVI: Michoacán..., .op.cit p.
416.
más fuerte que tapia, que se hacen en unos moldes cuadrados a manera de ladrillos, de vara de medir en largo y en media de ancho, con cimientos de piedra; la cubierta es de varas de encina y roble, hechas unas tijeras, y con cañas y paja atada, con dos corrientes, y caballete de estado y medio de alto, y de veinte pies, y treinta, de largo, de esta forma; con calles largas de cien pies de ancho y, de casa a casa, por el mismo largo de la calle, setenta pasos, que es el solar que se les midió a cada uno. Pocos dellos tienen cercadas sus casas con adobe, ni tienen patio, sino solas las casas; exentas las calles, con sus encrucijadas como las de las ciudades de españoles.(16)
En las descripciones de las casas de los naturales,
ocasionalmente también suelen mencionarse las posesiones
colocadas al interior de las casas:
La forma de casas y edificios son casas bajas, de poco más de un estado, de adobes y de cimientos de piedra redonda movediza que hay en los cerros de esta comarca: no son nada fuertes. Pocos dellos usan echar puertas a sus casas; los mas dellos, cierran sus puertas con petates, que así llaman a las esteras, y con unas puertas hechas de caña. Duermen en el suelo, todos, sin cama ni barbacoa. Tienen poco aparato en sus casas: lo mas que en ellas se halla, son ollas y escudillas de moler; las mejores casa que hay, son las del rey.(17)
En virtud de que el interés en el presente apartado es
observar si la información presente en las relaciones citadas
pueden ser empalmadas con los datos recuperados a través
de la exploración arqueológica, quisiera resaltar el hecho de
que en diversos documentos se menciona el empleo de
cimientos de piedra y la construcción de muros de adobe o
bajareque (varas cubiertas con lodo):
La forma y edificio de las casas deste dicho pueblo son de adobes y barro; solo los cimientos dellas hacen de piedra; son de poco sostén y cubiertas de paja, y la madera dellas es de pinos monteses.(18) Las casas deste dicho pueblo y sujetos son pequeñas y
16
19). “Relación de Perivan”, Ibidem, p. 434.
20). “Relación de Chocan-diran”, Ibidem, p. 423.
21). “Relación de Cusala-pa”, Relaciones Geogra-
ficas del siglo XVI: Nueva Galicia…, op.cit. p. 81.
22). Relaciones geográfi-cas del siglo XVI: Michoa-cán, p. 388.
de poco sostén y muy bajas; son cubiertas de pajas y, los cimientos, de piedra, y las paredes, de adobes y barro.(19)
En algunos casos la información señala no sólo la
cimentación a base de hiladas de piedra, muros de adobe y
techos de paja, sino también de un proceso de “encalamiento”
de muros y de su decoración a partir de colorantes naturales:
Las casas deste dicho pueblo son pequeñas: los cimientos son de piedras y las paredes de adobes, son cubiertas de paja. Encalan las paredes con un barro que hay en el dicho pueblo muy colorado y añil.(20)
En virtud de que nuestras unidades de excavación
mostraron el empleo simultáneo de muros simples y dobles en
la cimentación, señalamos ya que ello se debía a que el muro
levantado sobre cada uno diferenciaba materiales
constructivos, siendo las varas para el primero y el adobe para
los segundos. Ello supondría que a la habitación se le podría
anexar una suerte de cobertizo. Al respecto se encuentra el
siguiente registro:
A los treinta y un capítulos, respondieron que las casas y edificios dellas, parte dellas son las paredes de adobes y los cobertizos son a manera de las casas de paja de España, y otras casas hay de horcones y carrizo, que es a manera de cañas y embarradas. Y esto declararon. Y los mismos cobertizos, salvo que es diferente el zacate con que cubren dichas casas. (21)
Para terminar este apartado quisiera señalar que la
información sobre a los valles de Zapotlán, Tuxpan y Tamazula
-los cuales compartieron buena parte la cultura material del
Posclásico con el valle de Colima-, es sumamente escueta:
“Relación de Tuchpan” En este pueblo las casas son pequeñas y bajas en general y son de poca fortaleza y cubiertas de paja.(22) “Relación de Zapotlan” En este pueblo las casas son
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23). Ibidem, p. 394.
24). Ibidem, p. 401.
25). Morales, Juan Joseph, Ixtlahuacán y sus pueblos, 1778, México,
Club del libro colimense
núm, 23, 1978.
26). Vergara Santana,
Martha, “Ixtlahuacán a través de la etnobotánica. Siglo XVIII”, Barro Nuevo,
Colima, Ayuntamiento de Colima/INAH, núm.3, octubre-diciembre de
1990, pp. 6-11.
pequeñas y bajas y de adobes y de ninguna fortaleza y son cubiertas de paja.(23) “Relación de Tamazula” Las casas deste pueblo son como las de Zapotlan.(24)
A partir de las citas anteriores, se puede resaltar el
hecho de que la población indígena, a una generación de la
conquista y colonización española, enfrentaba ya la clara
marginalidad rural que habría de caracterizarle los siglos
siguientes. Antes de cerrar este apartado me parece
conveniente referir la excelente información vertida en la
notable Relación de Ixtlahuacán, elaborada por Juan Joseph
Morales en el año de 1778(25) y en la cual, a pesar de no hacer
mayores descripciones sobre la vivienda indígena, proporciona
información esclarecedora respecto al medio físico y sus
productos vegetales y animales. Joseph Morales hace la
relación de hasta 40 plantas con uso maderable, de la cuales
se obtenían “horcones”, “latas”, “vigas”, “armazones de puerta”,
“quicios de puerta” y “coapanoles de casas”:
Cedro, primavera, parota, chico, palo maría, tosquahuite, morado, soloquahuil, pochote, cóbano, moralete, tepeguaje, guizache, tememesquite, tapinzirán, llorasangre, chamizo blanco, guayabillo, Ipaquahil, caña asada, cacahuanantle, mangle cimarrón, majahua, nechquahuil, chiquihuite, guachquilite, chamizo, quillipilalo, palo mulato, platanillo, potoniquahuitl, parotilla, guilolquahuil, quacacahual, tlomochil, istaquahuil, madura plátano, sazonaquahuil, ayle, pudiéndose agregar a este grupo el quaquispalmecal que servía de mecate para amarrar la madera y afianzar y amacizar las casas.(26)
En este punto es preciso señalar un aspecto importante
en relación con la investigación antropológica en la región. No
puede negarse que la información etnográfica generada en
México a lo largo de varias décadas es profusa y diversa,
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permitiendo en muchos casos, llevar a cabo inferencias sólidas
y comparaciones válidas. En el caso de Colima sin embargo,
los estudios de este tipo son en verdad escasos. Si bien los
últimos años dependencias con escasos recursos como la
Dirección de Culturas Populares ha realizado algunas valiosas
investigaciones y aportes, el hecho de que la tradición
indígena mesoamericana enfrenta, particularmente en Colima,
una acelerada destrucción a partir de la fuerza con la cual han
irrumpido pautas culturales acordes a estos tiempos de
globalización, hace imperativa la enorme necesidad que existe
de realizar trabajos de rescate etnográfico de aquellas
persistencias culturales que difícilmente sobrevivirán una
nueva generación.
………………………………….
19
1. Cimiento 1, sitio Chanal
M. Planta y alzadas.
2. Cimiento 4, sitio Chanal
M. Planta y alzadas.
20
3. Cimiento 5, sitio Chanal
M. Planta y alzadas.
4. Cimiento 8, sitio Chanal M. Planta y alzadas.
21
5. Cimiento 9, sitio Chanal
M. Planta y alzadas.
6. Estructuras 1 y 2, sitio Chanal M. Planta y
alzadas.
22
7. Colegio Inglés.
Estructura 1. Planta y cortes de exploración.
8. El Cortijo II. Unidad 2. Planta general.
23
9. Lomas Verdes. Unidades 8, 9 y 10.
Planta general.
24
10. Vista del cimiento 8 del sitio Chanal M., desde
su esquina sureste.
11. Vista de las hiladas
que componen el simiento 6, sitio Chanal M, visto
desde el sur.
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