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2, 13-17
Domingo 3º de Cuaresma – Ciclo BDomingo 3º de Cuaresma – Ciclo B
…y a los que vendían palomas les dijo:
-Quitad esto de aquí: No convirtáis en un mercado la
casa de mi Padre.
Jn. 2, 13-17
“Jesús sube al Templo para destruir el Templo…;
es el Evangelio frente a la Torah, el Futuro frente al Pasado.
El Fuego del Amor frente a la Ceniza de la Letra.
Ha llegado el día del choque y del golpe”.
Giovanni Papini en su “Historia de Cristo” describe con gran fuerza los gritos de los
mercaderes, las estridencias de las mujeres, el
tintineo de dracmas y siclos”.
¡Las monedas!
Nunca se han escrito frases tan duras contra el Templo de Jerusalén y el
mercado que albergaba.El dinero era el signo de la corrupción
del lugar santo.
Jesús acude al Templo y lo limpia de traficantes.
Los antiguos corderos son sustituidos por el Cordero de Dios que quita los pecados del
mundo.
“Destruid este templo y en tres días lo levantaré”.
Jesús hablaba del templo de su cuerpo. Su acción era un “signo” profético que
anunciaba su resurrección.
El gesto de limpiar el Templo señala el momento del gran discernimiento.
“Muchos creyeron en su nombre”.Pero otros muchos se vuelven contra él.
Jesús conoce a todos y escudriña la verdad y la falsía que se agazapan en sus corazones.
Tres puntos para meditar en este itinerario cuaresmal:
La proclamación de su resurrección
La entrega pascual de Jesús.
La sinceridad de nuestra fe.
“ El celo de tu casa me devora”
Así oraba un piadoso israelita que había sufrido desprecios por mantenerse fiel a Dios y a su causa. Solo deseaba que su conducta no sirviera de escándalo a los
que buscaban a Dios.
“ El celo de tu casa me devora”
Hoy, esa ha de ser también la oración de la Iglesia.
Su interés está en la causa de Dios. Pero esa dedicación no indica
fanatismo. Porque la causa de Dios es la
dignidad de sus hijos.
“ El celo de tu casa me devora”
Esa confesión, valiente y sincera, ridiculiza la mediocridad
y el “pasotismo” de tantos creyentes avergonzados de su poca creencia.
El miedo a parecer fundamentalistas los ha convertido en apóstatas.
No es posible la fe sin osadía.
Señor Jesús, limpia tú de sucios intereses el espacio y el tiempo que decimos dedicar a la gloria de Dios y ayúdanos a aceptarte, entregado y resucitado como nuestro profeta y Señor.Amén.
Autor: José Román FlechaTexto: PALABRA DEL SEÑOREdit. Secretariado Trinitario. Salamanca 2007