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2 || CLARIN || EDUCACION || MIERCOLES 24 DE AGOSTO DE 2011 N o toda agrupación es un equipo. Hay individuos que se agrupan por la fatalidad (o la for- tuna) de compar- tir un espacio, de estar sentados cerca unos de otros, o sólo por tener apellidos que empiezan con la misma letra. En un equipo, en cambio, hay objetivos comunes, hay responsabilidad por el otro, hay líderes y miembros con habili- dades diferentes. Un equipo tiene una personalidad propia, y sería muy distinto si faltara alguna de las personas que lo integran. Aho- ra bien, ¿cómo es un buen equipo en el aula? Será, indudablemente, aquel que permita a sus miembros aprender mejor. Los especialistas aseguran que trabajar con los otros genera nuevas maneras de adquirir habili- dades y conocimientos. Estas diná- micas transforman el clima en el aula y tienen un nombre preciso: aprendizaje cooperativo. Los hermanos David y Roger Johnson son dos de los principa- les referentes de este tema. Ellos mencionan cinco elementos clave para definir una experiencia de aprendizaje como “cooperativa”: Interdependencia positiva. “Los miembros del grupo tienen la convicción de que habrán de irse a pique o bien salir a flote todos juntos. Si uno de ellos fracasa, fra- casan todos”, dicen los Johnson. Responsabilidad individual y grupal. Trabajar en equipo no sig- nifica que los integrantes “diluyen” su responsabilidad. El éxito grupal exige un compromiso individual. Interacción estimuladora. “Cada uno promueve el buen rendimien- to de los demás, por la vía de ayu- dar, compartir, alentar y explicarse e e e unos a otros”, dicen los autores. Aprendizaje de habilidades so- ciales. A los miembros del equipo se les debe enseñar competencias para las relaciones interpersonales: cómo liderar, tomar decisiones y resolver conflictos, entre otras. Evaluación grupal. Escriben los Johnson: “Los grupos analizan con qué eficacia están logrando sus ob- jetivos y en qué medida los miem- bros están trabajando juntos para mejorar su aprendizaje”. No siempre los equipos generan las condiciones necesarias para co- operar: dentro de un grupo puede haber desconfianza o incluso com- petencia. En esos casos, los miem- bros trabajarían mejor de manera individual. También puede haber grupos en lo que no hay verdadera coopera- ción; son la suma de los esfuerzos individuales de algunos miembros. Es el clásico: los más responsables se cargan la tarea sobre sus espal- e e das, mientras los otros aprovechan para no hacer nada. El resultado: los “buenos” alumnos se frustran y los más “vagos” no aprenden. El rol del docente Por eso, a la hora de impulsar actividades de aprendizaje coope- rativo (también denominado “cola- borativo”) resulta crucial el rol del docente: él es el encargado de dise- ñar propuestas que promuevan un verdadero trabajo de equipo. Patri- cia Glinz, especialista del Instituto Tecnológico de Monterrey , explicó a Clarín Educación que “el papel del profesor en el trabajo colabo- rativo es el de facilitador , mientras el alumno tiene una participación más activa. El profesor tiene que estar dispuesto a clarificar las du- das que se presenten durante la ac- tividad, y promover el desarrollo de habilidades sociales en los alum- nos”. Cuando propone un trabajo cooperativo, el docente enfrenta un Trabajar con el otro genera nuevas maneras de aprender y contribuye a mejorar el clima en el aula Alfredo Dillon [email protected] Los alumnos de Matemática del primer año de Veterinaria en la Universidad Nacional del Litoral son evaluados no sólo por sus conocimientos, sino también por sus habilidades sociales. Condiciones para trabajar en equipo, liderazgo, habilidades comunicativas... son algunas de las demandas laborales actuales. ¿Cómo promover estas capacidades desde la escuela? Docentes y especialistas comparten sus ideas. >> INFORME PARA DOCENTES Y PADRES

2 || Clarin || eduCaCion || MIERCOLES 24 dE agOStO dE 2011 ... · el Manual de zonceras argentinas de Arturo Jauretche. Les doy con-signas y los divido en grupos para que discutan

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2 || Clarin || eduCaCion || MIERCOLES 24 dE agOStO dE 2011

no toda agrupación es un equipo. Hay individuos que se agrupan por la fatalidad (o la for-tuna) de compar-

tir un espacio, de estar sentados cerca unos de otros, o sólo por tener apellidos que empiezan con la misma letra. En un equipo, en cambio, hay objetivos comunes, hay responsabilidad por el otro, hay líderes y miembros con habili-dades diferentes. Un equipo tiene una personalidad propia, y sería muy distinto si faltara alguna de las personas que lo integran. Aho-ra bien, ¿cómo es un buen equipo en el aula?

Será, indudablemente, aquel que permita a sus miembros aprender mejor. Los especialistas aseguran que trabajar con los otros genera

nuevas maneras de adquirir habili-dades y conocimientos. Estas diná-micas transforman el clima en el aula y tienen un nombre preciso: aprendizaje cooperativo.

Los hermanos David y Roger Johnson son dos de los principa-les referentes de este tema. Ellos mencionan cinco elementos clave para definir una experiencia de aprendizaje como “cooperativa”:

Interdependencia positiva. “Los miembros del grupo tienen la convicción de que habrán de irse a pique o bien salir a flote todos juntos. Si uno de ellos fracasa, fra-casan todos”, dicen los Johnson.

Responsabilidad individual y grupal. Trabajar en equipo no sig-nifica que los integrantes “diluyen” su responsabilidad. El éxito grupal exige un compromiso individual.

Interacción estimuladora. “Cada uno promueve el buen rendimien-to de los demás, por la vía de ayu-dar, compartir, alentar y explicarse

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unos a otros”, dicen los autores. Aprendizaje de habilidades so-

ciales. A los miembros del equipo se les debe enseñar competencias para las relaciones interpersonales: cómo liderar, tomar decisiones y resolver conflictos, entre otras.

Evaluación grupal. Escriben los Johnson: “Los grupos analizan con qué eficacia están logrando sus ob-jetivos y en qué medida los miem-bros están trabajando juntos para mejorar su aprendizaje”.

No siempre los equipos generan las condiciones necesarias para co-operar: dentro de un grupo puede haber desconfianza o incluso com-petencia. En esos casos, los miem-bros trabajarían mejor de manera individual.

También puede haber grupos en lo que no hay verdadera coopera-ción; son la suma de los esfuerzos individuales de algunos miembros. Es el clásico: los más responsables se cargan la tarea sobre sus espal-

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das, mientras los otros aprovechan para no hacer nada. El resultado: los “buenos” alumnos se frustran y los más “vagos” no aprenden.

El rol del docentePor eso, a la hora de impulsar

actividades de aprendizaje coope-rativo (también denominado “cola-borativo”) resulta crucial el rol del docente: él es el encargado de dise-ñar propuestas que promuevan un verdadero trabajo de equipo. Patri-cia Glinz, especialista del Instituto Tecnológico de Monterrey, explicó a Clarín Educación que “el papel del profesor en el trabajo colabo-rativo es el de facilitador, mientras el alumno tiene una participación más activa. El profesor tiene que estar dispuesto a clarificar las du-das que se presenten durante la ac-tividad, y promover el desarrollo de habilidades sociales en los alum-nos”. Cuando propone un trabajo cooperativo, el docente enfrenta un

trabajar con el otro genera nuevas maneras de aprender y contribuye a mejorar el clima en el aula

alfredo [email protected]

Los alumnos de Matemática del primer año de Veterinaria en la Universidad Nacional del Litoral son evaluados no sólo por sus conocimientos, sino también por sus habilidades sociales.

Condiciones para trabajar en equipo, liderazgo, habilidades comunicativas... son algunas de las demandas laborales actuales. ¿Cómo promover estas capacidades desde la escuela? Docentes y especialistas comparten sus ideas.

>> informe para docentes y padres

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doble desafío: no sólo transmitir los contenidos, sino también dar a sus estudiantes herramientas para las relaciones interpersonales.

Glinz señala que es muy impor-tante el rol motivador. Y que es necesario generar en cada curso una “cultura de la cooperación”. Si los grupos no funcionan bien, probablemente no sea porque los chicos “son difíciles”, sino porque nadie les enseñó a trabajar juntos. “El profesor deberá intervenir más cuando los alumnos se inician en el trabajo colaborativo. Al volverse expertos en esta técnica, lo necesi-tarán menos, porque habrán desa-rrollado la capacidad de trabajar de manera autónoma”, asegura.

Enseñarles a los chicos a traba-jar juntos requiere inculcarles la capacidad de dialogar con el que piensa distinto, resolver conflictos, respetar los ritmos de cada uno, valorar los aportes del otro: habili-dades que a los estudiantes les ser-

virán también fuera de la escuela. ¿Cuántas búsquedas laborales pi-den “condiciones para trabajar en equipo, capacidad de liderazgo, habilidades comunicativas”?

Por otro lado, Marcela Chiarani, investigadora de la Universidad Nacional de San Luis, explicó a Clarín Educación que el paso final debe ser “autoevaluar el desarrollo de la actividad y la colaboración de cada integrante del grupo”. Chia-rani agrega que la evaluación es continua, porque “el docente debe poder ver en cada etapa cómo el grupo está trabajando, para hacer los aportes que le permitan avan-zar”. En estos casos, el proceso y las habilidades interpersonales que se pongan en juego serán más importantes que el resultado.

La lectura como encuentroLas docentes Graciela Simari y

Mónica Torneiro, que hasta hace poco eran compañeras en la Es-

cuela N° 14 del distrito 7 de Bue-nos Aires, están convencidas de que la mejor manera de promover el aprendizaje cooperativo es, pre-cisamente, trabajando en equipo. “Los educadores solemos trabajar solos. Pero a nosotras siempre nos gustó generar proyectos en común. Los chicos nos veían dis-frutar al trabajar juntas. Eso es clave para que se entusiasmen con estas propuestas”, sostienen.

Graciela y Mónica impulsaron juntas en el aula un proyecto de aprendizaje cooperativo aplicado a la lectura. A partir de El Negro de París, de Osvaldo Soriano, di-vidieron a los chicos en grupos para que leyeran juntos y discu-tieran las escenas que más les habían gustado. Como cierre, el curso se dividió por habilidades: algunos fueron narradores, otros ilustradores, y otros investigaron el contexto histórico del autor. Después, cada grupo expuso su

MaURICIO NIEVaS

daniela Leiva utiliza distintas estrategias en sus clases: aprovecha los blogs y a veces toma pruebas grupales.

PASO A PASO

tEStIMONIO 1

1 Especificar los objetivos académicos (¿qué vamos a aprender?) y los objeti-

vos de la tarea (¿qué vamos a hacer juntos?).

2 Decidir el tamaño de los grupos (se recomienda hasta cuatro miembros) y

el criterio con que se armarán (aleatorio, por elección o a cri-terio del docente).

3 Organizar el aula para que facilite la cooperación (suele ayudar trabajar en círculos).

No temerle al “bullicio”, siempre que esté justificado.

4 Explicar la tarea aclarando especialmente cómo será evaluada la cooperación, y

qué se espera de cada miembro. Dejar en claro que hay responsabi-lidades individuales y grupales.

5 Asignar roles: ¿quién se encargará de cada tarea, quién coordinará? En un

equipo, todos dependemos de todos para cumplir con la meta.

6 Decidir el tipo de reconoci-miento que recibirá la tarea, considerando que ese reco-

nocimiento debe valorar de mane-ra explícita la colaboración como requisito para resolver la consigna.

7 Monitorear la conducta de los estudiantes, obser-var las dinámicas de tra-

bajo en el grupo y brindar asis-tencia si la necesitan. Es valiosa toda intervención que enseñe habilidades de colaboración.

8 Al final, proponer una autoevaluación: ¿cómo funcionamos como

grupo? ¿qué aportó cada uno?

daniela leiva15 añOS dE dOCENCIapROfESORa dE HIStORIa y pOLítICa y CIUdadaNía EN LOS COLEgIOS nuestra señora de lourdes y san Cayetano - La pLata

Conecto el aprendizaje colabo-rativo con el uso de las nuevas tecnologías. Cuando terminamos de tratar un tema en clase, uso el blog para que los chicos suban sus reflexiones finales. Ahí todos opi-nan y debaten entre sí.

Ahora estamos trabajando con el Manual de zonceras argentinas de Arturo Jauretche. Les doy con-signas y los divido en grupos para que discutan. Yo los voy guiando pero me pongo “a un costado”, los que trabajan son ellos. Con estas estrategias, los chicos se vuelven más partícipes, aprenden mejor y aprueban más.

Estas propuestas llevan más tiempo para resolverlas. Sobre todo cuando los que participan son adolescentes: ellos se enganchan, son idealistas y se entusiasman defendiendo sus puntos de vista.

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Enseñarles a los chicos a colaborar entre sí requiere inculcarles la capacidad de dialogar y superar conflictos

>>

ricardo [email protected]

formación para la sociedad del futuroEs muy común escuchar que los argentinos somos muy talentosos individualmente, pero funciona-mos mal en forma colectiva, es decir, en equipo. Si bien es una generalización, hay mucho de cier-to en esta frase. Y es que armar buenos equipos no es nada sencillo. Y mucho menos si no hay una cultura en el país que –por distintos motivos históricos y sociales– estimule este tipo de prácticas. Quien alguna vez haya formado parte de un buen equipo sabe que, con esta fórmula, todos ponen, pero también todos ganan. Se desarrollan valores como la capa-cidad de diálogo con el que piensa distinto, la de resolver conflictos o el respeto al ritmo de los demás, entre otros. El crecimiento es colectivo, pero también personal. Estas habilidades tienden a ser cada vez más valoradas en el mundo laboral, en una era de pro-fundos cambios globales, provoca-dos principalmente por las nuevas tecnologías digitales. El acceso masivo a las redes de información y comunicación está modificando radicalmente a las organizaciones, de todo tipo. La toma de decisio-nes son cada vez más horizontales y los buenos trabajos colaborati-vos suelen imponerse. Por eso, formarse para la sociedad del futuro implica tener en cuenta especialmente la capacidad de interactuar con otros. Hoy estudiar en grupo suele ser una práctica más en las escuelas. Pero la realidad le impone un rol más relevante. Para el futuro, será tan importante aprender los contenidos como el proceso de interacción puesto en marcha para llegar a ese conocimiento. En esto, los argentinos partimos rezagados. Habrá que pisar el acelerador si no queremos seguir mirando la pelí-cula que sólo otros protagonizan.

Tres especialistas contribuyen a definir los temas y el enfoque de las notas en Clarín educación.

Consejo asesor

rebeca anijovichEspecialista y Magister en formación de formadores (UBa). docente en UBa y Univ. San andrés. asesora en escuelas argentinas y latinoamericanas.

Guillermo Jaim etcheverryMédico y doctor en Medicina (UBa). Ex rector de la UBa. Miembro de la academia Nacional de Educación.

Juan José llachLicenciado en Sociología (UCa) y en Economía (UBa).Ex ministro de Educación de la Nación.

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trabajo ante toda la escuela.Aunque la lectura parezca

una actividad individual, estas docentes afirman que el aprendi-zaje cooperativo permite inculcar el placer de leer. “Sociabilizar la lectura es compartir sentimientos, emociones, valores, conocimien-tos. Si se habla sobre lo leído, se aprende más y hay más oportu-nidades para que todos puedan leer”, afirma Mónica.

También en la universidadLa escuela no es el único ámbito

donde trabajar estas habilidades. Así lo cree Lilian Cadoche, profe-

sora de Matemática en el primer año de la carrera de Veterinaria en la Universidad Nacional del Lito-ral. La facultad está en Esperanza, ciudad que cada año recibe una oleada de estudiantes. Lilian expli-ca: “A este nuevo entorno, se agre-ga el hecho de que muy pocos de los alumnos han vivido antes so-los y ahora deben adquirir no sólo hábitos de estudio –muchas veces ausentes–, sino también aprender tareas domésticas”. Estos cambios se hacen sentir especialmente para los alumnos del primer año de la carrera. Lilian enumera “situacio-nes de desorientación, apatía, falta

de compromiso con la tarea aca-démica, sentimientos de soledad y desprotección, dificultades para la comunicación, aislamiento”.

Para evitar que estas actitudes impactasen en el rendimiento, esta docente decidió implementar en sus clases estrategias de apren-dizaje cooperativo: dividió a los alumnos en grupos y les repartió guías con problemas. Previamente les avisó que serían evaluados no sólo por la resolución de los ejerci-cios, sino también por su manera de trabajar en equipo. “Los alum-nos no esperan que en la clase de Matemática los evalúes en sus ha-

bilidades de líderes”, cuenta. “El aprendizaje cooperativo tiene

el valor agregado de que los chicos adquieren otras habilidades. Por ejemplo, el que más sabe le expli-ca al que no entiende. Yo evalúo cómo lo explicó, la responsabilidad con que encaró su trabajo. Cada uno habla con sus códigos. Para ellos es más fácil ponerse en el lu-gar del otro; cuando te explica un par, es más probable que entien-das”, sostiene Cadoche.

Tecnologías colaborativasLas habilidades cooperativas se

vuelven aun más relevantes en la

Las experiencias cooperativas tienen el valor agregado de que los estudiantes adquieren otras habilidades

1. El rompecabezas: cada uno sabe algo que debe compartir

el profesor divide un tema en tantos subtemas como miembros integren el equipo de trabajo. Cada alum-no se encarga de leer la parte que le corresponde, y luego se reúne con los otros “expertos” que hayan leído lo mismo, para compartir información. al final, vuelven a su grupo original para completar el tema.

2. El grupo de investigación

3. Discusión en pares: mi respuesta, la tuya, la nuestra

el docente propone varios temas que no se hayan dado en clase y deban ser indagados por los alumnos. los estudiantes se reúnen por temas: se forman gru-pos en función de sus intereses.

antes de abordar un nuevo contenido, el docente puede sondear cuánto saben los chicos. Con ese fin, distribuye un breve cuestionario entre los estudian-tes, para que lo respondan de manera individual. luego los reúne en pares y les pide que cada pareja elabore una respuesta conjunta y más completa.

EStRatEgIaS paRa EL aULa

lilian CadoChe30 añOS dE dOCENCIapROfESORa dE MatEMátICa EN 1° añO dE CIENCIaS VEtERINaRIaS dE La universidad naCional del litoral - ESpERaNza (SaNta fE)

Desde 2001 implementamos el aprendizaje cooperativo en las cla-ses prácticas de Matemática de primer año de Veterinaria.

Dividimos a los alumnos en gru-pos y les repartimos guías de ejer-cicios y problemas de los distintos temas de la materia. Y los alenta-mos a participar activamente en las tareas tanto individual como colectivamente, a preocuparse por el avance de todos, a ser respetuo-sos de las opiniones ajenas, etc.

En la autoevaluación, la mayoría de los estudiantes reconoce que trabajar junto a sus compañeros facilitó su aprendizaje pero tam-bién su adaptación a la facultad.

Al final de la cursada algunos vienen y me dicen: “La verdad, me encantó la materia porque me hice amigos”. El entramado cooperativo hace que los alumnos se sientan mejor, más relajados frente a la materia y los profesores, y con más confianza en sí mismos.

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“Los estudiantes no se esperan que en la clase de Matemática los evalúes en sus habilidades de líderes”, reconoce la profesora Lilian Cadoche.

tEStIMONIO 2

>> informe para docentes y padres

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denominada “era 2.0”, caracteriza-da por una “cultura colaborativa”. Marcela Chiarani asegura: “Las re-des como Internet proponen una cultura de trabajo colaborativo, co-mo bien refleja Wikipedia. Tam-bién es el caso de las herramientas de la web 2.0 como Slideshared, en la que los docentes producen material educativo que puede ser reutilizado por otros docentes. El mayor desafío que tiene un educa-dor es apropiarse de estas redes”.

Las nuevas tecnologías pueden ser aliadas del aprendizaje coope-rativo. Daniela Leiva, profesora de Historia de La Plata, suele utilizar

los blogs como herramientas de intercambio entre los estudiantes. “Cuando terminamos de tratar un tema clase, uso el blog para que los chicos suban sus reflexiones fina-les. Ahí todos ponen sus opiniones en común y debaten, se preguntan cosas entre ellos”, relata.

Por convicción y por resultados, Daniela recomienda implementar propuestas de aprendizaje coope-rativo en el aula. Y agrega que lo mejor es ofrecerles a los estudian-tes distintas estrategias de trabajo: “Las pruebas suelen ser individua-les, pero también les tomo prue-bas grupales, de a tres. Les doy una

frase y les pido que den su opinión y justifiquen. En esos casos, puede haber disenso. Pero eso es enri-quecedor, porque debaten”.

Las palabras de Daniela señalan un aspecto del trabajo cooperativo que puede generar resquemores: el conflicto. Necesariamente, tra-bajar con otros implica lidiar con diferencias de opiniones, discusio-nes, disidencias. El desafío parece ser revalorizar el conflicto: no es negativo que los chicos tengan desacuerdos. Y es muy positivo que aprendan a dialogar, para que esas diferencias los enriquezcan en lugar de dividirlos.

SU OpINIóN

Muchas veces, los trabajos en grupo –mal planteados– sirven para que algunos alumnos hagan el trabajo de los otros. ¿Cómo pro-mover entre los chicos la coopera-ción? Las nuevas tecnologías y las redes sociales, ¿los vuelven más comunicativos o los aíslan más?Invitamos a los lectores a compar-tir sus experiencias y enviar sus opiniones sobre este tema a nues-tra dirección de correo electrónico:[email protected]

4. La galería: una exhibición de lo que todos aprendieron

Como cierre de un trabajo en grupo, puede pedirse a cada equipo que escriba las principales conclu-siones en un afiche, dejando espacio para que otros equipos hagan sus aportes. luego se cuelgan todos los afiches en el aula y se le da un tiempo a cada equipo para circulen, lean y sumen sus ideas.

6. El club de los talentos: las diversas habilidades

las múltiples inteligencias suponen distintas habi-lidades. un modo de reconocer la diversidad es proponer, para abordar un mismo tema, actividades en las que los alumnos se agrupen en función de aquello en lo que se destacan: el dibujo, la escritura, la búsqueda de información, el uso de la PC, etc.

5. Debate 2.0

Los blogs pueden funcionar como foros. El docente sube un post, invita a los estudiantes a opinar a favor y en contra y, como cierre, les pide una conclusión individual.

Las docentes Mónica torneiro y graciela Simari, rodeadas de libros en la Escuela N° 1 de Villa Crespo, donde ahora Mónica da clases en 5° grado.

NéStOR SIEIRa

GraCiela siMari y MóniCa torneirodOCENtES dE pRIMaRIa; Ex COMpañERaS dE tRaBajO EN La esCuela 14 del dto. 7 - CaBaLLItO

Impulsamos juntas en el aula un proyecto de aprendizaje coopera-tivo aplicado a la lectura. A partir de El Negro de París, de Osvaldo Soriano, dividimos a los chicos en grupos para que leyeran juntos y discutieran las escenas del relato que más les habían gustado.

La lectura no tiene por qué ser algo individual, sino que permite un encuentro. A los chicos les quedó claro que hay distintas maneras de leer, vieron coinci-dencias y disidencias con sus compañeros. Cada uno tenía que fundamentar su posición.

Trabajaron habilidades y acti-tudes como el respeto, escuchar a un compañero, llegar a un acuerdo, compartir opiniones.

En estas propuestas es muy importante la autoevaluación. Cada grupo tiene metas comunes, y cada miembro es responsable de alguna tarea. Los chicos son obje-tivos cuando hablan de su trabajo, reconocen en qué fallan.

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Las nuevas tecnologías proponen una cultura de trabajo colaborativo, como lo muestra Wikipedia

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