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2 Fundamentos de la democracia deliberativa
Múltiples han sido los intentos por fundamentar la ética y la moral. Sin duda la
Crítica de la Razón Práctica, es piedra de toque en esta tarea, pues el ingente esfuerzo
realizado por Kant en esta obra la ha convertido en referencia obligada en el tema. El reto
de fundamentar la moral es en sí mismo considerable, pero además el resultado debe dar
respuesta cabal a los escépticos y a los relativistas que afirman la imposibilidad de precisar
fundamentos estables en este campo. No obstante, la labor de echar los fundamentos de la
razón práctica se ha emprendido en reiteradas ocasiones. John Rawls, Ernst Tugendhat,
Kart-Otto Apel, entre otros, han estado en estos tiempos trabajando en ésta tarea. En esta
corriente está también Jürgen Habermas, quien a lo largo de su carrera intelectual, pero
explícitamente en Teoría de la Acción Comunicativa se ha dado a la tarea de establecer de
nuevo los fundamentos de la moral. Hay otro elemento adicional, pero que también es
fundamental en ese retorno al pensamiento ético y es el recurso a la filosofía del lenguaje:
“Otro rasgo común de esa rehabilitación del pensamiento ético consiste en la remisión al
lenguaje como primer objeto de reflexión: prácticamente todos los empeños –y muchos de
ellos representan contribuciones sumamente innovadoras- parten del supuesto de que la
propiedad más singular del ser humano es el lenguaje y de que debe ser ese medio esencial
de la comunicación y del pensamiento –no la razón abstracta- la realidad fundante de la
ética. También Habermas, con sus propios matices, se encuentra en esa nómina de
neokantianos y filósofos del lenguaje moral.”1
En este capítulo se hace un repaso por los fundamentos de la democracia
deliberativa. Primero se aborda a grandes rasgos la descripción de la transición de
paradigma que supone la acción comunicativa, enseguida se aborda la noción de sociedad
en que asienta Habermas su proyecto, para concluir con un aspecto central que es el vínculo
interno entre la ley y la democracia. Estos tres aspectos no son la totalidad ni de la acción
comunicativa, ni de la democracia deliberativa, simplemente son aspectos que se han
elegido porque representan aspectos fundamentales necesarios para la comprensión de este
proyecto, aspectos que forman un todo con la descripción de las sociedades
contemporáneas y la formulación del proyecto de democracia deliberativa.
1 Velasco, Juan Carlos, Para leer a Habermas, Alianza Editorial, Madrid, 2003. p. 52.
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2 1 De la actividad teleológica a la acción comunicativa
Para dar cuenta de los contenidos del cambio de paradigma de la filosofía de la
conciencia a la acción comunicativa, se hace un repaso por el planteamiento del giro
lingüístico desde los aportes de la filosofía analítica de Wittgenstein y de la filosofía
hermenéutica de Heidegger (1), en este talante se explica el procedimiento desarrollado por
Mead para tratar el tránsito de la conciencia al acto, como una concreción para abordar la
interacción regulada por normas y mediada a través del lenguaje (2), el punto dejado por
Mead de lado, pues al explicar la estructura individual del comportamiento no identifica las
fuentes de la cohesión social, se aborda con la recuperación de los orígenes sacrales de lo
normativo que realiza Durkheim (3), finalmente se describe el proceso que ha conducido a
la racionalización de las imágenes del mundo, que lleva a transitar de la fuerza normativa
de lo sacro a categorías que permitan la misma función al actuar como fuerzas articuladoras
de la sociedad (4). Del engarce de estos hilos se origina la acción comunicativa, de donde
se deriva la propuesta de democracia deliberativa.
2 1 1 El giro lingüístico
El giro lingüístico ha sido presentado por la filosofía del lenguaje y en concreto los
desarrollos realizados que tiene como punto más logrado, pero a la vez que se realizan a
partir de Wittgenstein. Este aborde vivido por la filosofía es un verdadero punto de
inflexión en la forma de abordar los problemas filosóficos, pues constituye un nuevo
horizonte desde el cual se perciben aspectos que habían pasado desapercibidos y es
particular también su modo de abordarlos, por supuesto, y no podía ser de otra manera, las
conclusiones que surgen del empleo de estos procedimientos también son diferentes. En
una formulación sintética de este proceso Habermas afirma: “El modelo sujeto-objeto de la
filosofía de la conciencia se ve atacado a principios de este siglo por dos frentes: por parte
de la filosofía analítica del lenguaje y por parte de la teoría psicológica del
comportamiento. Ambos renuncian a un acceso directo a los fenómenos de conciencia y
sustituyen el saber-se intuitivo, la reflexión o la introspección, por procedimientos que no
apelan a la intuición. Proponen un análisis que parte de las expresiones lingüísticas o del
comportamiento observable y que quedan abiertos a una comprobación intersubjetiva. El
análisis del lenguaje hace suyos los procedimientos usuales en lógica y en lingüística de
reconstrucción racional de la capacidad que tienen los sujetos para hacer uso de ciertas
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reglas, y la psicología del comportamiento adopta los métodos de observación y las
estrategias interpretativas de la investigación etológica.”2
El giro lingüístico3 tiene ya su historia. Humboldt4 es el pensador que puede ser
considerado como su primer antecedente explícito, es quien básicamente en la obra ‘Sobre
las diferencias de la Construcción del Lenguaje Humano’, establece las bases para una
comprensión del ser humano desde el lenguaje, antecedente originario del giro lingüístico.
Más adelante, la filosofía hermenéutica de Heidegger5 y la filosofía analítica de
Wittgenstein6 son desarrollos que actúan como sus dos formas complementarias. Por un
lado, el acercamiento hermenéutico al Dasein que realiza Heidegger en ‘Ser y Tiempo’ y
por otro la filosofía del lenguaje que desarrolla Wittgenstein en el ‘Tractatus’, son los
desarrollos que van a acabar de configurar este nuevo modelo de expresión de los
desarrollos en la filosofía. Heidegger parte del seguimiento de la veta semántica de la
filosofía del lenguaje de Humboldt, pero bajo la clave de la exposición de la función que
tiene el lenguaje para posibilitar la apertura del mundo, por esto va a asumir como centrales
las estructuras conceptuales y las intersecciones de sentido que son inherentes a la forma
del lenguaje en sí mismo.
Para Humboldt: “…entendemos una expresión lingüística cuando sabemos bajo qué
circunstancias podemos servirnos de ella para entendernos acerca de algo en el mundo.”7
Pero una expresión desnuda no es de mucha utilidad, porque para que tenga sentido se debe
justificar como verdadera. Es decir, una proposición tiene sentido únicamente cuando están
dadas las condiciones en las cuales esa proposición es verdadera o existen las condiciones
que la hacen verdadera. Una palabra aislada en sí misma no significa nada en términos de
verdad o falsedad, por el contrario, las condiciones de verdad o falsedad únicamente se van
a presentar en una proposición completa, donde las palabras cobran sentido y validez en el
conjunto de la proposición, llevando a extremo esta proposición se entiende porque una
2 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Taurus, México, 2002. p. 9. 3 En Verdad y Justificación, Habermas da cuenta del uso que hace del giro lingüístico a lo largo de su carrera y en su propuesta de la Teoría de la Acción comunicativa, como un cambio de paradigma en la filosofía. Este volumen es una recopilación de trabajos de filosofía teorética realizados entre 1996 y 1998, tema que no había sido abordado de manera sistemática desde Conocimiento e Interés en 1968. Habermas, Jürgen, Verdad y
Justificación, 1999. Trotta. Madrid. 2002. 4 Humboldt, Guillermo de, Sobre las diferencias de la construcción del lenguaje humano, 1836. 5 Heidegger, Martin, Ser y Tiempo, 1927. 6 Wittgenstein, Ludwig, Tractatus logico-philosophicus, 1921. 7 Habermas, Jürgen, Verdad y Justificación, Op. Cit. p. 77.
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misma palabra puede tener significados contrarios en dos afirmaciones o expresiones
diferentes. Es necesario tener presente que no es lo mismo el ‘sentido de’ que ‘la referencia
a’, que pueden tener las palabras, porque no es lo mismo el contenido que tiene una
afirmación que la referencia al objeto al que se está aludiendo. Estos matices son necesarios
de aclarar, pues de otro modo enfrentaríamos la situación de que no se podría reconocer al
mismo objeto en diferentes afirmaciones. Si esto fuera así, dicho en sentido heideggeriano,
no sería posible la ‘apertura del mundo’ que tiene el lenguaje, pero más aún, el
conocimiento mismo no sería posible.
Por esto, considerar que el lenguaje es constituidor del mundo, es la tesis de
Wittgenstein que funciona como piedra de toque en su planteamiento: “Los límites del
lenguaje ‘significan los límites de mi mundo’, las proposiciones de la semántica lógica nos
dejan ver la ‘estructura del mundo’.”8 Wittgenstein considera que al hacer una proposición,
se da sentido a toda una descripción y definitivamente se da sentido al mundo todo y en
esto reside la fuerza de una expresión: representar la esencia del mundo. Por supuesto que
la referencia no es simplemente un análisis gramatical, se trata de un análisis de las formas
del lenguaje, porque esto puede hacerse sin tocar toda una concepción fundamentada en la
conciencia, que únicamente se ve afectada ante el presupuesto fijo que la estructura de los
enunciados determina por completo la estructura de los hechos. Con este postulado se
rompen en definitiva los presupuestos que fundan un acceso introspectivo en el mundo,
para ponernos en el lugar de la acción reflejada en el lenguaje, esto es, porque saber el
funcionamiento de una afirmación o enunciado es un asunto eminentemente práctico, que
no hace referencia a un estado mental específico o una capacidad determinada de la psique.
Siguiendo con el postulado sintético de Humboldt que sólo hay mundo donde hay
lenguaje, como telón de fondo, se procede ahora a recorrer la perspectiva heideggeriana de
‘apertura del mundo’ que realiza el lenguaje. Tomando como antecedente unas
aproximaciones hermenéuticas de textos, del esfuerzo por comprender lo que ellos
contienen, pasa a través de una radicalización extrema a afirmar que el Dasein humano
intenta en cada momento justamente esto, comprender. Aquí hay que señalar que cuando se
8 El planteamiento de Witgenstein ratifica en un planteamiento sistemático el giro lingüístico introducido por Frege: ‘Dar la esencia de la proposición significa dar la esencia de toda la descripción, o sea, la esencia del mundo.’ L. Wittgenstein, Tractatus Logicus-Philosophicus, cit (5.4711), p. 119 en: Habermas, Jürgen, Verdad
y Justificación, Op. Cit. p. 79.
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da una emisión, de una expresión o afirmación, el ‘esfuerzo por comprender’ no se
concentra precisamente en la expresión, sino en el contexto en que se da tal expresión, más
aún que comprender, Heidegger señala que siempre hay una comprensión previa del mundo
y de la situación concreta a la que nos enfrentamos, esto sería algo así como que siempre
tenemos una pre-comprensión del mundo todo y de las situaciones concretas a las que
hacemos frente. Es en este sentido que se habla del lenguaje como abridor del sentido en el
mundo, que además hace que se dé la verdad, hace ‘acontecer’ a la verdad. Esta manera de
entender la verdad como ‘apertura del mundo’ que es ‘acontecer de la verdad’ hace que ya
no sea posible considerar la posibilidad de una verdad eterna e inmutable, permanente,
universalista. Esta concepción es radical y extrema, porque al entender la dimensión de
interpretación del humano, deja de lado la posibilidad que también brinda el lenguaje de
conocer el mundo.
Así pues y dicho de manera sintética: “Con su acceso descriptivo al uso del lenguaje
tal como funciona de hecho, Wittgenstein difumina y neutraliza simultáneamente la
dimensión cognitiva del lenguaje. Tan pronto como las condiciones de verdad que deben
ser conocidas para poder usar correctamente oraciones asertóricas pueden obtenerse tan
sólo a partir de la praxis cotidiana del lenguaje, desaparece la diferencia entre validez y
vigencia social. Aquello por lo que estamos justificados se asimila a aquello a lo que
meramente nos hemos acostumbrado. En la medida en que Wittgenstein transfiere la
espontaneidad constituidora del mundo a la diversidad de los juegos del lenguaje y las
formas históricas de vida, confirma el primado del sentido a priori sobre la constatación de
los hechos… Wittgenstein, al igual que Heidegger, cuenta con el trasfondo de una
comprensión del mundo que, sin ser por sí misma verdadera o falsa, establece de antemano
los criterios para los enunciados verdaderos o falsos.”9
2 1 2 De la conciencia al acto
El planteamiento de George Herbert Mead10 es el siguiente paso para fundamentar
la Acción Comunicativa. Sus postulados llevan a recuperar el análisis del mecanismo que
explica los modos en que se produce la interacción regulada por normas y mediada a través
del lenguaje. Así pues, el aparato conceptual de Mead parte de una acceso oblicuo a la
9 Habermas, Jürgen, Verdad y Justificación, Op. Cit. p. 84. 10 Entre las obras más importantes de George Herbert Mead (1863-1931) se encuentra: La filosofía del
presente, 1932, Mente, yo y sociedad, 1934 y La filosofía del acto, 1938.
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conciencia, pues lo hace desde los modos como se estructura la interacción entre los
sujetos, vía el lenguaje o vía símbolos. El lenguaje produce una manera muy particular de
estructurar no sólo al individuo porque también hay un impacto que resulta decisivo en el
modo de relacionarse con otro, es decir, y éste sería su origen más radical, en el modo de
estructurar la sociedad. Tres raíces son evidentes sobre las que Mead realiza el análisis por
el cual hace su planteamiento: el conductismo, el pragmatismo y la dialéctica hegeliana.
En primer lugar se retoma el conductismo, pues es un aborde surgido y empleado
principalmente en la psicología social y se refiere al estudio de la experiencia de las
personas desde el punto de vista de su conducta, entendida ésta como su comportamiento,
lo que resulta exteriormente observable. Mead tenía la fuerte convicción que aún las
experiencias internas podrían ser observables a partir de lo registrado desde el exterior. Es
este el origen de asumir al acto como punto de partida de sus observaciones y de su teoría
en general. El acto que es lo exteriormente observable o registrable, tiene su origen en el
interior del individuo. Sin embargo “…Mead es consciente de que la mente no puede
reducirse simplemente a conductas, pero afirma que sí es posible explicarla en términos de
conducta sin negar su existencia.”11
La segunda influencia de Mead es el pragmatismo. De manera tal vez muy
simplificada se puede decir que algunas de las ideas del pragmatismo que están más cerca
de los presupuestos de Mead son las siguiente: “Primera, para los pragmatistas la verdad y
la realidad no existen ‘fuera’ del mundo real; se ‘crean activamente cuando actuamos en el
mundo y nos proyectamos hacia él’ (Hewitt, 1984: 8; véase también Shalin 1986). Segunda,
la gente recuerda el pasado y basa su conocimiento del mundo en lo que se ha revelado útil.
Suele modificar lo que ya no ‘funciona’. Tercera, las personas definen los ‘objetos’ sociales
y físicos que encuentran en el mundo de acuerdo con el uso que hacen de ellos. Finalmente,
si queremos comprender a los actos, debemos basar nuestra comprensión en lo que
realmente hacen en el mundo.”12
El tercer y último rasgo que se puede observar en la obra de Mead es la dialéctica
hegeliana. Se encuentra presente más que en contenidos, en el modo de articular su teoría.
Es casi imposible abordar algunas de sus ideas por separado debido a la relación dialéctica
11 Ritzer, George, Teoría Sociológica Clásica, Mc Graw Hill. México. 2005. p. 471. 12 Ritzer, George, Teoría Sociológica Clásica, Op. Cit. p. 472.
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que las une. Con todo, hay un esfuerzo por distinguir las categorías para ganar en claridad,
sin embargo siempre hay que tomar esta dimensión en cuenta.
Así pues, estas tres posturas: el conductismo, el pragmatismo y la dialéctica
hegeliana constituyen la perspectiva, el enfoque y el planteamiento básico a partir del cual
Mead va a realizar sus postulados.
En la pretensión de dar cuenta del orden social, se llega a identificar como un punto
fundamental la comunicación entre individuos. Este hecho sólo es posible a través del
lenguaje, por esta razón se usan los desarrollos de la filosofía del lenguaje en el análisis de
la sociedad. En principio, el lenguaje no ha surgido por generación espontánea, sino que ha
transitado por diferentes etapas, ha cobrado diversos matices, tiene una larga carrera
evolutiva, en definitiva, ha recorrido un proceso a través del cual se ha complejizado. Así
pues, se analizan las etapas por las que ha transitado el lenguaje hasta constituirse en lo que
conocemos, para ello se hace un aborde genealógico, pues para tener una comprensión
cabal del proceso es necesario determinar cuáles son los procesos que se han desarrollado
hasta darle la forma compleja que tiene.
Mead establece las bases de la psicología social, para explicar de manera conceptual
los mecanismos que posee la comunicación racional entre los individuos en una sociedad,
esto es, explica cómo es posible el lenguaje en sentido amplio, es decir, cómo es posible la
interacción mediada por símbolos y normas.
El punto inicial de la propuesta teórica de Mead es el acto, pues el acto es la
categoría más elemental del comportamiento humano. Cuando el acto se desarrolla entre
más de un actor, es el germen del acto social y entonces se le llama gesto. Los gestos son
los rudimentos de un proceso de comunicación que se ha dado entre los primeros
organismos vertebrados, el tipo de interacción que se va a dar entre los actores se realiza a
través de gestos y está regulado básicamente por el instinto, los gestos son símbolos
utilizables con idéntico significado, símbolos simples sin reglas que permitan hacer juegos
diferenciados de acomodo, además en contextos que resultan parecidos en una y otra
ocasión, posibilitan ya una forma totalmente nueva de comunicación, Mead le va a llamar
lenguaje de gestos y es el punto de partida de un lenguaje que hace posible, aunque en
términos incipientes, la comunicación. El gesto es el mecanismo básico del acto social y del
proceso social en general. Lo importante y decisivo es que los gestos de un individuo van a
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actuar como estímulos para un segundo individuo. Mead va a ejemplificar esto con la idea
de un encuentro entre animales, pues en ellos la acción de uno va a provocar la reacción en
el otro y así sucesivamente, con la precisión evidente que no se da ninguna clase de proceso
mental entre los animales. “…Mead trata de explicar el nacimiento del lenguaje suponiendo
que el potencial semántico que las interacciones mediadas por gestos comportan queda
convertido, mediante internalización del lenguaje de ademanes, en símbolos utilizables por
los propios participantes en la interacción.”13
Al evolucionar este proceso, se hace patente que los gestos se han transformado
hasta llegar a ser símbolos significantes, pues la interacción se estructura mediada por un
lenguaje de señales que se constituyen en un sistema de símbolos que se ha complejizado
de tal manera que la interpretación de ellos depende del contexto en que se encuentren los
actores y del historial que les antecede, es decir, se trata ya de un sistema completo de
lenguaje. Esto es, cuando un gesto surgido de un individuo provoca la misma respuesta, no
necesariamente idéntica, a la que se supone debe provocar en aquellos a quienes se dirige.
Para hacer posible este tránsito Mead supone que el individuo posee la capacidad de asumir
la actitud del otro, lo cual provocará este brinco cualitativo altamente diferenciado. Este
salto hace que ahora el primer organismo asuma al otro como un objeto social y que su
respuesta no sea una simple reacción, sino que ahora, después de un proceso de
interpretación de comportamiento observado, aparece una reacción. La situación igual le
ocurre al segundo organismo, por lo que es notable que el gesto no se ‘hace’ simplemente,
sino que se hace con intención de ser captado por el otro, en otros términos, se trata ya un
proceso comunicativo complejizado, pues hay interacción. Por el símbolo significante es
que se hace posible la interacción simbólica, cuestión sobre la que se abunda más adelante.
La capacidad de concebirse a sí mismo como objeto va a ser una noción muy
importante en Mead, por eso se va a encargar de explicar y de hacer uso de ella, la va a
denominar self. El self tiene la capacidad de considerarse a sí mismo como sujeto y como
objeto. Sin embargo la capacidad de considerarse a sí mismo como otro únicamente va a
surgir en el contacto y la relación con otros, más aún al asumir el papel de otros va
emergiendo la capacidad del individuo de encontrarse consigo mismo.
13 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 17.
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Todo esto es un proceso que se va gradualmente complejizando. Al observar el
comportamiento de un niño se ve que es capaz de asumir el papel de ‘otro’, por ello va a
asumir el papel de un indio, de padre o madre, etc., la evolución cronológica y emocional
de este proceso conduce hasta hacer posible que un individuo sea capaz de asumir en sí
mismo todo los roles que hay en un juego, en esto nos dice Mead que el individuo es capaz
de observar e intentar predecir el comportamiento de los otros, se dice que asume pues la
identidad del ‘otro generalizado’. Todo este proceso es un recorrido con resonancias
altamente significativas y para decirlo esquemáticamente ha ocurrido un desplazamiento
desde el juego al deporte, del play al game, que son los términos usados por Mead.
El conjunto de los postulados de Mead apuntan a reconocer la prioridad de lo social,
“…la teoría de Mead asigna primacía y prioridad al mundo social. Es decir, la conciencia,
la mente y el self se derivan sólo del mundo social y emergen de él.”14. Esto es, para Mead
los procesos sociales preceden a los procesos individuales, esta afirmación puede sintetizar
toda la propuesta de Mead: en sentido estructural y no cronológico, primero es la sociedad
y luego el individuo.
Del conductismo como punto de partida del análisis, al centrarse en el acto, el
aborde se hace funcionalista y toma distancia del idealismo, pues el acto es más que un
fenómeno subjetivo trascendental. Es algo más que un artificio metodológico, pues el
aborde de la mente en última instancia se hace a partir de sus efectos, pues “… lo que
ocurre en el sistema nervioso central es, en realidad, inseparable del acto; constituye un
aparte constituyente del acto. Así Mead se negó a pensar la mente en términos subjetivos y
la estudió como algo que forma parte de un proceso objetivo.”15
Un postulado que no conviene perder de vista, porque va a estructurar el conjunto
de la presente argumentación es que la racionalidad ha cobrado una cualidad comunicativa,
como ha quedado de manifiesto tras el recorrido realizado por la argumentación de Mead.
Por ello, es necesario anotar que la propuesta comunicativa de Mead ha explicitado los
mecanismos operados para hacer posible el desplazamiento de la interacción sub-humana
mediada por gestos a la interacción mediada por símbolos. Aquí es necesario explicar con
ayuda del concepto desarrollado por Wittgenstein de ‘seguir una regla’, cómo es posible la
socialización, para éste autor, el mecanismo a través del cual la interacción humana se hace 14 Ritzer, George, Teoría Sociológica Clásica, Op. Cit. p. 496-497. 15 Ritzer, George, Teoría Sociológica Clásica, Op. Cit. p. 471.
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posible a través del seguimiento de reglas. Así que el comportamiento se va desarrollando a
través de reglas que son ejecutadas por el sujeto, pero que sin embargo para demostrar el
seguimiento eficaz, es necesario que sea atestiguado por otro sujeto, él es quien habrá de
verificar éste seguimiento y por ello afirma Wittgenstein que no han reglas privadas, pues
desde éste enfoque carecerían completamente de sentido. Más aún, éste comportamiento
hace evidente que ha habido una internalización de la actitud del otro y este punto es
precisamente que hace posible este tránsito.
Todavía, se tiene que explicitar los tres elementos que van a hacer posible el
desplazamiento de una interacción mediada por símbolos a una interacción mediada por
normas, estos son en primer lugar las funciones de entendimiento como la percepción que
se tiene de las cosas, enseguida está la integración social, que es la formación que se va
haciendo el sujeto de las expectativas del comportamiento de los otros y finalmente la
socialización, que es la formación de una identidad propia van a constituir de manera
complementaria e imposible de sustituir el mundo social y el mundo subjetivo.
Hasta aquí el planteamiento de Mead que explica las fuentes de la comunicación, sin
embargo, según observa Habermas, Mead ha sido incapaz de explicar cómo las normas han
llegado a ocupar un lugar preponderante y decisorio en los grupos sociales. Esta laguna la
llena acudiendo al aparato conceptual propuesto por Durkheim, pues éste autor va a
explicar el modo en que la solidaridad social tiene un antecedente remoto en el rito, o sea
en las comprensiones arcaicas de lo religioso, pues hay un sustento sacro en las
comprensiones morales que aseguran la cohesión social. El planteamiento básico de todo
este apartado es que el acuerdo normativo básico como trasfondo de la cohesión social
tienen un origen remoto en lo sacro, pero que un proceso evolutivo lo ha lingüistizado,
porque ha dado lugar a una visión racional del mundo y es justamente ahí donde se pueden
distinguir las estructuras simbólicas de la cohesión social.
2 1 3 Los orígenes sacrales de lo normativo
La teoría de Mead da cuenta del desarrollo evolutivo del lenguaje en los individuos,
que es justamente el medio de comunicación en un grupo, sin embargo no asume la
estructura de la comunicación en la sociedad. Buscando llenar este hueco, Habermas dirige
su atención a los postulados de la teoría de la religión que propone Durkheim. A las
formaciones conceptuales que no corresponden exclusivamente a un individuo, sino a un
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grupo social, Durkheim va a denominar la conciencia colectiva. En ella identifica
Habermas una forma de razón, que es previa a las consideraciones sobre el lenguaje, es
razón prelingüística, esto es posible porque su constitución es de carácter simbólico y es en
ella donde se pueden encontrar indicios remotos de la acción regida por normas. “El
individuo debe su identidad como persona exclusivamente a la identificación con, o a la
interiorización de, características de la identidad colectiva; la identidad personal es reflejo
de la colectiva…”16 En el grupo social se van a desarrollar ritos, creados como prácticas
religiosas, que van a derivar en un acuerdo social articulado a través del lenguaje. Este
origen estructural de las motivaciones sociales se va a constituir en fundamento de la
propuesta de Habermas, pues en él la evolución del origen de lo sacral en una sociedad
hasta derivar en práctica lingüística está la explicación del origen de lo social que faltaba en
Mead y que completa adecuadamente los postulados realizados por Durkheim. El postulado
básico se puede enunciar como sigue: “A medida que queda libre el potencial de
racionalidad que la acción comunicativa comporta, el núcleo arcaico de lo normativo se
disuelve y da paso a la racionalización de las imágenes del mundo, a la universalización del
derecho y de la moral y a la aceleración de los procesos de individuación. Finalmente, en
este tendencia evolutiva basa Mead su proyección idealista de una sociedad integralmente
racionalizada en términos comunicativos.”17
Durkheim, al fundamentar la sociología, hace énfasis en un aborde empírico de lo
social y toma distancia de lo que pareciera simplemente una variante o tipo de filosofía.
Esta toma de distancia es la que hace ver que los hechos sociales han de ser tratados como
cosas, que han de ser tratados empírica y no filosóficamente, si se entiende que el puro
aborde introspectivo de las ideas constituye un acercamiento estrictamente filosófico, esto
es insuficiente, este conjunto es lo que hace de los hechos sociales el punto de partida
fundamental. Con fines de estructuración de su aparato conceptual Durkheim va a
distinguir ‘hechos sociales materiales’, como la arquitectura y el derecho y ‘hechos sociales
no materiales’, como son las normas y los valores, esto es, la cultura. Los hechos sociales
son externos.
En la tarea de fundamentar la sociología, Durkheim asume en términos
metodológicos la necesidad de apoyarse en las manifestaciones materiales de los hechos 16 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 86. 17 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 70.
80
sociales inmateriales. Ese es el sentido que explica que Durkheim haga un aborde al tema
de la religión, la obra que da cuenta de sus planteamiento es básicamente el libro ‘Las
formas elementales de la vida religiosa’, porque la religión es el hecho social inmaterial
por excelencia acerca del cual podrían hacerse acercamientos amplios. Durkheim se
empeñó en un aborde de la religión en las sociedades primitivas, pues creía que las formas
religiosas ‘aparecían desnudas’ en la sociedad primitiva, y se requería ‘sólo un pequeño
esfuerzo para entenderlas y exponerlas.’18 Una segunda gran ventaja que tiene ese aborde,
es que el acercamiento a las sociedades primitivas no presenta la complejidad con que
aparece en las sociedades modernas. Se centró en el estudio de la religión primitiva, no
porque lo considerara valioso de por sí, sino porque la naturaleza religiosa es un aspecto
fundamental y esencial de la humanidad.
Durkheim se pregunta por la factibilidad del orden social, pero ahora desde la
perspectiva de la capacidad de cohesión que se manifiesta en lo normativo. Habermas,
siguiendo a Durkheim articula los modos como el hombre primitivo fue capaz de otorgar a
fenómenos para él inexplicables o complejos una fuerza capaz de establecer un orden de
comportamiento para la comunidad. Durkheim realizó esta tarea en su intento por
establecer el acercamiento empírico de la sociedad en que está fundamentada la sociología
como disciplina. Así pues, según Durkheim, son las sociedades primitivas las que nos
muestran de manera más clara esta interrelación entre lo sacral y lo normativo. En los
análisis desarrollados por Durkheim se va dibujando una comprensión de la religión
netamente como creación social, aparece también el modo como se fue trazando esta
comprensión, una parte importante del proceso es la distinción que se fue dando entre los
elementos considerados como sagrados y otros que se manejaban como profanos. “Los
aspectos de la realidad social que entran en la definición de lo sagrado –es decir, los que se
apartan y se considera prohibidos- forman la esencia de la religión. El resto constituye lo
profano – los aspectos mundanos, cotidianos, comunes y útiles de la vida-. Lo sagrado
infunde obediencia, respeto, misterio, temor y honor. El respeto a ciertos fenómenos
profanos los transforma en sagrados… La diferencia entre lo sagrado y lo profano y la
elevación de ciertos aspectos de la vida social a la categoría de sagrado son condiciones
18 Ritzer, George, Teoría Sociológica Clásica, Op. Cit. p. 244.
81
necesarias pero no suficientes para la creación de la religión…”,19 para ello hacen falta
también las creencias religiosas, es decir, las representaciones de las cosas sagradas y las
relaciones que sostiene entre sí y con lo profano, los ritos, que son reglas de conducta
respecto al manejo de las cosas sagradas y una iglesia o comunidad, espacio donde tienen
vigencia estas consideraciones.
De esta manera Durkheim traza el modo en que se estructura lo normativo a partir
de sus remotos orígenes sagrados. El individuo orienta sus actos por la autoridad libre de
sanción que le viene de algún lado y es de alguna manera contundente. Ésta fuerza es la
misma a la que Mead denomina como ‘el otro generalizado’. En efecto, en sus análisis, al
centrarse en el proceso como se estructura el individuo no es capaz de explicar el
mecanismo mediante el cual se dan las identidades grupales, cómo se estructura la
presencia del ‘otro generalizado’, que es lo mismo que Durkheim denomina de la
‘conciencia colectiva’. Guiados únicamente por el análisis de Mead las identidades
colectivas no quedarían completamente explicadas. “…El concepto de conciencia colectiva
experimenta un desplazamiento correspondiente. Mientras que inicialmente Durkheim
había entendido la conciencia colectiva como la totalidad de las representaciones dotadas
de autoridad social que son compartidas por todos los miembros de la sociedad, en el
contexto del análisis del rito esa expresión se refiere no tanto a los contenidos como a la
estructura de una identidad grupal creada y renovada mediante la común identificación con
lo santo. La identidad colectiva se constituye en forma de un consenso alcanzado, puesto
que la identidad de los miembros del grupo se constituye cooriginariamente con la
identidad del grupo. Pues lo que convierte al individuo en persona es aquello en que
coinciden con todos los demás miembros de su grupo social. Es, en términos de Mead, el
Me, que representa en el adulto socializado la autoridad del otro generalizado. Durkheim
adopta aquí una posición parecida a la de Mead: ‘Cabe pues,…decir desde este punto de
vista que lo que convierte al hombre en una persona es aquello que lo confunde con los
otros hombres, aquello que hace de él un hombre y no tal hombre. El sentido, el cuerpo, en
una palabra, todo aquello que individualiza es, por el contrario, considerado por Kant como
antagonista de la personalidad. Esto es así porque la individuación no es en modo alguno la
característica esencial de la persona.’ (Durkheim (1968), 388) La identidad de la persona
19 Ritzer, George, Teoría Sociológica Clásica, Op. Cit. p. 244.
82
sólo es, por de pronto, el reflejo de la identidad colectiva; ésta asegura la solidaridad social,
por así decirlo, ‘mecánicamente’… Esta teoría permite colmar el hueco filogenético que
presentaba la construcción de Mead…”20
Como se ha explicado, el interés que Durkheim tiene en la religión no es por su
valor en sí mismo, sino como la forma en que se expresa genéticamente el vínculo de
cohesión en la sociedad. En síntesis, Durkheim plantea la cuestión de que el individuo que
vive en comunidad únicamente lo va a hacer, si es capaz de aprender a socializar, esto es:
“Teniendo en cuenta sus ideas sobre las pasiones humanas innatas y la necesidad de
controlarlas mediante una moralidad común, no es sorprendente que Durkheim se interesara
enormemente por la internalización de las costumbres sociales a través de la educación y,
en términos más generales, de la socialización. La moralidad social existe
fundamentalmente en el nivel cultural, pero también es internalizada por el individuo. En
palabras de de Durkheim, la moralidad común ‘penetra en nosotros’ y ‘forma parte de
nosotros’.”21
Así pues, lo religioso aparece y se desarrolla como el trasfondo normativo que
posibilita la integración de la comunidad. “El núcleo de la conciencia colectiva lo
constituye un consenso normativo que se produce y regenera en la práctica ritual de una
comunidad de fe. En ese consenso, los miembros del grupo se orientan por símbolos
religiosos; la unidad intersubjetiva del colectivo les aparece como categorías de lo santo.
Esta identidad colectiva define el círculo de aquellos que pueden entenderse a sí mismos
como miembros del mismo grupo social y hablar de sí bajo la categoría de primera persona
del plural. Las acciones simbólicas del rito pueden entenderse como residuos de una etapa
de comunicación, ya superada en el ámbito de la cooperación social profana. El desnivel
evolutivo existente entre la interacción mediada por símbolos y la interacción regida por
normas permite el encapsulamiento de un ámbito sagrado en el seno de la práctica
cotidiana. Esta, incluso en las sociedades más primitivas, se mueve ya en la etapa de la
acción regida por normas, etapa en la que se han formado un sistema de instituciones, por
un lado y, por otro, la estructura propia de los individuos socializados; el nacimiento de
20 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 80. 21 Ritzer, George, Teoría Sociológica Clásica, Op. Cit. p. 253.
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instituciones y la formación de identidades constituyen los correlatos filogenéticos de la
formación del mundo social y del mundo objetivo, que Mead estudia ontogenéticamente.”22
El proceso del desarrollo evolutivo, muestra ahora la siguiente fase, lo sacral puede
ser dimensionado como el trasfondo de lo normativo y las imágenes religiosas pueden
llegar a transformarse hasta hacerse imágenes del mundo, de manera que en su construcción
contribuyen los participantes de la sociedad: “…Por determinados que estén
lingüísticamente nuestro conocimiento y las expresiones de nuestras vivencias, lo cierto es
que en su reconstrucción podemos remontarnos a la inteligencia animal y a los gestos
expresivos de los animales. Por el contrario, la conciencia normativa carece de una
referencia extralingüística igual de trivial; para las obligaciones, a diferencia de lo que
acontece con las impresiones sensoriales y con las necesidades, la historia natural no nos
ofrece correlatos tan inequívocos. Pese a lo cual, la conciencia colectiva, es decir, el
consenso normativo basado en paleosímbolos y la identidad colectiva a que ese consenso
sirve de sostén, aseguran a los sentimientos de obligación un contacto con una realidad que,
si no es a-simbólica, si que es prelingüística –son “mas viejos” que la interacción mediada
lingüísticamente… Parto del supuesto de que el habla gramatical se distingue del lenguaje
de señales por la diferenciación y ensamble, a un nivel superior, de aquellos componentes
asertivos, apelativos y expresivos que inicialmente constituyen una unidad difusa…”23. Es
así como se ha llegado al punto de dar cuenta de la relación entre la sacralidad y el lenguaje
como ejes estructuradores y posibilitadores del orden social, para ello hay que dar cuenta
del engarce y el mecanismo en que aparece éste.
2 1 4 Lenguaje, sacralidad y norma
El trayecto recorrido permite ahora explicar el modo en que se realiza el traslado
desde la fuerza que posee lo normativo hasta lo puramente lingüístico, este desplazamiento
es un cambio cualitativo altamente significativo. En éste último apartado se va a exponer
este proceso, primero se recuperan los planteamientos del desplazamiento de lo sacro a lo
puramente normativo, luego se hace frente a dos potenciales cuestionamientos que puede
tener el presente planteamiento: su talante idealista y formalista, de ahí se avanza hacia el
planteamiento de la necesaria formación social de la conciencia individual, y así explicitar
22 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 90. 23 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 91.
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la función normativa que tiene lo sacral como fuerza cohesiva de la sociedad en términos
completamente inmanentes, esto se realiza a través de la racionalización de las imágenes
del mundo.
Lo sacro tiene una fuerza inherente que produce horror, que impacta, que seduce,
pero que al hacerse cotidiana, esta fuerza se transforma en el impulso que mantiene unida a
una comunidad. En los términos planteados por Durkheim, lo normativo va determinando
de diferentes maneras la integración del grupo social. En este punto, se retoman las
consideraciones que hace Mead del lenguaje y del discurso, porque a partir de ellas es
posible notar el modo en que se dan los procesos de socialización y se pueden contrastar
con los procesos de individuación.
Es necesario abordar los dos cuestionamientos que normalmente se le hacen a los
planteamientos de Mead e indagar cómo se podrían remontar para poder aprovecharlos en
el contexto de una teoría de la acción comunicativa. El planteamiento de Mead es a la vez
que idealista, también formalista. Entonces, Mead plantea una comunidad ideal de
comunicación, pero esto no significa que esté planteando una filosofía de la historia por la
que la humanidad necesariamente ha de conducirse hacia ese estado, entendido como meta,
esto sería otorgarle un sobrepeso al sentido metodológico con que se realiza está propuesta,
antes bien, el planteamiento de una sociedad donde se de la comunicación sin restricciones
ni limitaciones, en un planteamiento que se hace en términos contrafácticos, es decir, se
sabe con toda claridad que ese no es un hecho empírico, sino una imagen contra la cual se
contrasta la situación que se da en las sociedades conocidas, ya que de esta manera se
patentizan las fronteras borrosas que dibujan las tendencias evolutivas.
La segunda crítica tiene que ver con el formalismo de la propuesta. Se cuestiona si
no se están sustantivando o haciendo estructurales elementos que no son sino formas
culturales de determinado espacio y tiempo, o por el contrario, si el seguimiento de este
formalismo no deja demasiado generales los modos en que se concretiza la vida de una
sociedad, si la disciplina metodológica de este formalismo ha dejado escapar cualquier tipo
de contenido. Una postura bien clara es necesaria ante las concreciones que pueda presentar
una sociedad, porque únicamente desde ahí es posible hacer una valoración con valor
metodológico suficiente, sin embargo ha de privar un respeto también metodológico para
evaluar las formas concretas como un individuo decide plantear su trayectoria vital. “El
85
enjuiciamiento moral presupone una actitud hipotética, es decir, la posibilidad de
considerar las normas como algo a lo que podemos otorgar o negar validez social. Pero no
tendría sentido supone, análogamente, que podríamos elegir de la misma manera formas de
vida. Nadie puede asentir a la forma de vida en que ha sido socializado con la misma
flexibilidad con que puede asentir a una norma de cuya validez se ha convencido.”24
El objetivo último de esta tarea es fundamentar la acción comunicativa que
estructura la integración en una sociedad, puesto que recordemos una vez más que la
pregunta que orienta es la que inquiere por la posibilidad del orden social. El proceso que
hace Kant para fundamentar la ‘razón práctica’, es el soporte que guía esta argumentación.
En la ‘Crítica de la Razón Práctica’ se ocupa de lo que concierne al ‘yo’ y en la
‘Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres’, establece las bases de la razón
práctica para el ‘nosotros’. Hay pues un desplazamiento en el que no es necesario abundar
ahora, sino simplemente dejar constancia que metodológicamente sería un exceso dar por
presupuesto este trayecto. El mismo Kant no realiza de manera explícita este recorrido, sin
embargo una lectura atenta y sistemática de su obra puede hacer patente el trayecto.
Las estructuras normativas sociales y los modos de vida son introyectados en los
individuos, el sujeto no tiene otra posibilidad al pertenecer necesariamente a un grupo
social.25 La conciencia personal es el punto de partida, Kant sostiene que la conciencia
moral es un elemento constitutivo del ser humano, más aún, por más que trate de huir de
ella, no podrá hacerlo, de ninguna manera puede el ser humano hacer caso omiso a la voz
de la conciencia: “Se podría pensar que exageraba (Kant) al sostener tal cosa ya que,
después de todo, no deja de resultar dudoso que la voz de una conciencia moralmente
ineducada consiga no digo hacerse oír, sino ni tan siquiera romper a hablar, de la misma
manera que –sin la educación moral que habitúa al hombre a prestarle oídos- parece harto
improbable que éste se sienta alguna vez interpelado por la voz de su conciencia (y todo
24 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 157. 25 Los vínculos las estructuras normativas sociales y la conciencia personal son analizados por Javier Muguerza, en un planteamiento que sostiene que la conciencia personal no puede ser eliminada. Explica el proceso a través del cual se constituye la conciencia de un individuo que vive en sociedad, que en un tejido de argumentos por rescatar el lugar de la conciencia individual en la historia de la humanidad y ante el desplazamiento que ésta sufre en el planteamiento de Habermas, establece de manera contundente que no va a ser otro, sino aquello que se denomina como interiorización o introyección de los fenómenos sociales en un individuo concreto. Ver. Javier Muguerza, De la conciencia al discurso: ¿Un viaje de ida y vuelta? En Gimbernat, José Antonio (Ed.), La filosofía moral y política de Jürgen Habermas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1997, 79.
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ello por no hablar de la compleja estratificación e interconexión de los diversos registros de
esa voz con los que estamos bien familiarizados desde Freud). Lo que describe Kant como
un rasgo de la naturaleza humana quizá no pase, pues, de reducirse a una contingencia de la
constitución del hombre como un sujeto moral, con anterioridad a la cual haya que
conceder la posibilidad de la mudez y la sordera de, y ante, la voz de la conciencia, tal y
como con posterioridad habría que conceder que la voz de la conciencia permanece
frecuentemente sumida en la afonía y que solemos hacer, con no menos frecuencia, oídos
sordos a su llamado.”26
Hablar simplemente de moral puede causar confusión, porque todavía hay que
distinguir entre la moral como estructura, la moral como contenido y la moral como actitud,
pues se trata de diferentes dimensiones que además son específicas del ser humano, esto es,
el hecho mismo de ser moral es parte constitutiva del ser humano, esta es la moral como
estructura; los contextos de espacio y tiempo van a ir determinando los contenidos propios
que asuma en cada caso, finalmente, al individuo le queda siempre la posibilidad de aceptar
apropiarse para realizar o no tales planteamientos, moral como actitud. Así pues, aunque la
pretensión era mostrar la primacía de la conciencia, estos argumentos han ayudado para
establecer los modos como ésta se configura en la vida de los individuos, este es el proceso
que se denomina interiorización de lo social, punto que aquí interesa.
Argumentando sobre la posibilidad de un orden social, Durkheim recurre a la
imagen del contrato de trabajo para afirmar “…los contratos tienen carácter obligatorio en
virtud de la legitimidad de las regulaciones legales que les subyacen; y estos sólo pueden
reputarse legítimas en la medida en que sean expresión de un interés general. Lo cual puede
a su vez determinarse viendo si los contratos a que esas regulaciones dan autoridad
significan, en efecto, una conciliación de intereses o violan en realidad los intereses de una
de las partes, aun cuando ésta haya prestado un asentimiento formal libre…”27
Así pues, el recorrido realizado explica como lo sacro tuvo un papel fundamental de
la consecución del orden social, éste fue evolucionando para construir imágenes de mundo
que sirvieran para mantener los vínculos en una sociedad y finalmente éstas imágenes se
han tornado en discurso para ejercer la misma función que siempre les ha pertenecido,
dicho de manera sucinta y esquemática: “La racionalización de las imágenes del mundo se 26 Javier Muguerza, De la conciencia al discurso: ¿Un viaje de ida y vuelta? Op. Cit. p. 79. 27 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 116.
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expresa en un proceso de abstracción que sublima a los poderes míticos convirtiéndolos en
dioses trascendentes y, finalmente, en ideas y conceptos, y que a costa de una contracción
del ámbito de lo sacro da lugar a una naturaleza desendiosada. (…) Finalmente, las
imágenes del mundo racionalizadas tienen que competir con la autoridad de una ciencia
integralmente secularizada. (…) La abstracción de la idea de Dios va acompañada de una
generalización de los valores…”28 En efecto, lo sacro es cada vez menos la fuerza de
cohesión de la sociedad, porque esta ahora ésta se encuentra en el esfuerzo de entenderse y
de establecer acuerdos entre los integrantes de una sociedad, lo sacro se ha hecho lenguaje,
comunicación y acuerdo.
Con la exposición del remoto origen sacral de lo normativo y del cambio de
paradigma realizado, se ha avanzado en la tarea de establecer los fundamentos sobre los
cuales se asiente una propuesta que considere a la acción comunicativa como sustento en la
vida de las sociedades. Antes de indagar en la relación entre las formas de justicia y la vida
de las sociedades, materia del último capítulo, se aborda una perspectiva de sociedad que
considere tanto el punto de vista del actor, como el del participante, además se considera el
papel de la ley en la vida de las sociedades.
2 2 La noción bi-dimensional de la sociedad
Mundo de la vida y Sistema son dos categorías centrales en el aparato teórico
expuesto por Habermas. ‘Mundo de la vida’ ha sido básicamente una noción extraída de la
tradición fenomenológica (Husserl), mientras que ‘Sistema’ la ha asumido de Parsons y
luego de Luhmann. Como es habitual, Habermas toma los conceptos, los analiza, los
depura y asume de ellos aspectos fundamentales para incorporarlos a su propio
planteamiento. Se trata de dos aspectos de una misma realidad, que según su propuesta no
han de ser disociados, a riesgo de obtener un análisis inadecuado, sin embargo cada uno de
ellos va a tematizar porciones precisas en su estructura conceptual. La diferencia básica está
trazada por la perspectiva desde la cual se hace el aborde de la realidad social, en efecto, el
mundo de la vida se refiere a la perspectiva interna de los sujetos involucrados, así pues, se
trata del punto de vista de los sujetos que actúan, mientras que el sistema se refiere a la
perspectiva externa, es el punto de vista de un observador, es decir, se conceptualiza por
28 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 120.
88
este medio a la sociedad como una estructura sistémica, además Habermas señala que es el
derecho civil que va a actuar regularmente como engarce entre estas perspectivas.
Se abordan en primer término las categorías ‘mundo de la vida’ y ‘sistema’ a partir
de establecer una comprensión inicial de cada una de ellas, así se construye una definición
provisional de lo que en adelante se va a entender por cada una de estas nociones. Se
entiende que "la perspectiva de mundo de la vida es la propia del participante y, en este
sentido, es hermenéutica e internalista, mientras que la perspectiva del sistema es la del
observador y, por tanto, objetivadora y externalista"29. Aún antes de abordar sus
contenidos, se ve que es posible verificar cómo las realidades que representan estas
categorías son determinantes en un análisis de la sociedad y por ello mismo no se puede
prescindir de las mismas.
El mundo de la vida corresponde a un trasfondo de experiencias y vivencias a partir
de las cuales se otorga sentido a todo cuanto se hace o se dice, experiencias que permancen
en el ámbito prerreflexivo, justo incluso antes de su formulación en lenguaje discursivo.
Entonces, en esta categoría, que Habermas "... adopta de la tradición fenomenologica
iniciada por Edmund Husserl, se hace referencia al entorno inmediato del agente individual,
un entorno simbólico y cultural configurado por aquella capa profunda de evidencias,
certezas y realidades que habitualmente no son puestas en cuestión."30
Por otro lado está el sistema como un concepto o categoría que ha sido usado por
Parsons y luego por Luhmann, extraído de las ciencias naturales y la cibernética. Sirve
ahora para referirse a ese mismo mundo de vida, pero vista desde la óptica del observador
externo. Es el mismo entramado social "que tiende al equilibrio autorregulatívo por medio
de la especificación funcional de los diferentes subsistemas."31 Mas aún, el sistema mismo
está formado de mecanismos anónimos que cuentan con una lógica propia y que en las
sociedades avanzadas se presenta en forma de subsistema administrativo-estatal y del
subsistema económico, entre otros.
2 2 1 El mundo de vida y el sistema
Para precisar la noción de mundo de la vida Habermas reconoce y distingue los
elementos que le integran, a estos ha llamado los componentes estructurales del mundo de
29 Velasco, Juan Carlos. Para leer a Habermas, Alianza Editorial, Madrid, 2003, p. 49. 30 Velasco, Juan Carlos, Op. Cit. p. 47. 31 Velasco, Juan Carlos, Op. Cit. p. 48.
89
la vida, por ser parte de su fundamento y lo que lo hace tomar cuerpo. En un análisis
sustantivo de la sociedad reconoce tres diferentes procesos que la caracterizan y la
constituyen, primero están los procesos de la tradición y la renovación del saber cultural,
luego el proceso que va integrando la sociedad y la creación de la solidaridad y finalmente
los procesos que van formando las identidades personales de los sujetos que a ella
pertenecen, este cuadro conforma los componentes estructurales del mundo de la vida que
son la cultura, la sociedad y la personalidad.
Antes de tematizarlos como componentes estructurales, se nota que pertenecen a los
modos de empleo del lenguaje, puesto que analizando lo que ocurre en un acto promedio de
habla, se observa que el hablante entabla una relación en los hechos en una triple
dimensión: por una parte está el mundo objetivo, es decir, el referirse siempre a algo, a la
posibilidad de enunciar sobre una u otra entidad algo verdadero, luego está ese algo que es
dicho a alguien, es decir, se aborda la totalidad de las relaciones personales posibles que el
hablante puede propiamente entablar y finalmente el hablante se relaciona de igual manera
a partir de su propio mundo, es decir, a partir de la totalidad de vivencias personales y el
modo como han sido asumidas y por supuesto la referencia es aquí el modo como esas
vivencia son expresadas con pretensión de verdad. Por esto: "...La acción comunicativa se
basa en un proceso cooperativo de interpretación en que los participantes se refieren
simultáneamente a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo
aun cuando en su manifestación sólo subrayen temáticamente uno de estos tres
componentes. Hablantes y oyentes emplean el sistema de referencia que constituyen los tres
mundos como marco de interpretación dentro del cual elaboran las definiciones comunes de
su situación de acción. No hacen referencia sin más a algo en un mundo, sino que
relativizan su manifestación contando con la posibilidad de que su validez quede puesta en
tela de juicio por otro actor."32
Así pues, persona, cultura y sociedad son los componentes estructurales del mundo
de la vida y están plenamente arraigados en la estructura humana individual y colectiva.
Ahora si ha quedado establecido un piso firme para trazar de manera explícita lo que se
entiende por cada uno de estos elementos: "Llamo cultura al acervo de saber, en que los
participantes en la comunicación se abastecen de interpretaciones para entenderse sobre
32 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 171.
90
algo en el mundo. Llamo sociedad a las ordenaciones legítimas a través de las cuales los
participantes en la interacción regulan sus pertenencias a grupos sociales, asegurando con
ello la solidaridad. Y por personalidad entiendo las competencias que convierten a un sujeto
en capaz de lenguaje y de acción, esto es, que lo capacitan para tomar parte en procesos de
entendimiento y para afirmar en ellos su propia identidad. El campo semántico de los
contenidos simbólicos, el espacio social y el tiempo histórico constituyen las dimensiones
que las acciones comunicativas comprenden. El entretejimiento de interacciones de que
resulta la red de la práctica comunicativa cotidiana constituye el medio a través del que se
reproduce la cultura, la sociedad y la persona."33
Regresando al punto de partida: las perspectivas externa, de observador, e interna,
de participante, es decir, al sistema y al mundo de la vida, corresponden a la misma
realidad, esto es, corresponden por igual a la sociedad, pero en afán de precisión deben
distinguirse, porque se refieren a perspectivas completamente diferentes, pero igualmente
necesarias para un análisis que tiene la pretensión de construirse como revelador de lógicas
que de otro modo pasan desapercibidas.
Es justamente en la distinción de estas dos lógicas sobre las que descansan los
postulados críticos de la sociedad que realiza Habermas. Ambas dimensiones corresponden
a la misma realidad, pero como se ha dicho, con diferencia de enfoque o perspectiva, de
modo que ellas se necesitan, complementan e interactúan. "El mundo de la vida, en tanto
que trasfondo, es la fuente de donde se obtienen las definiciones de la situación que los
implicados presuponen como aproblemáticas. En sus operaciones interpretativas los
miembros de una comunidad de comunicación deslinda el mundo objetivo y el mundo
social que intersubjetivamente comparten, frente los mundos subjetivos de cada uno y
frente a otros colectivos. Los conceptos de mundo y las correspondientes pretensiones de
validez constituyen el armazón formal de que los agentes se sirven en su acción
comunicativa para afrontar en su mundo de la vida las situaciones que en cada caso se ha
tornado problemáticas, es decir, aquellas sobre las que se hace menester llegar a un
acuerdo."34
Así el mundo de la vida es la perspectiva interna y es el ámbito donde se da la
acción comunicativa: "...la tradición cultural compartida por una comunidad es constitutiva 33 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 196. 34 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa I, Op. Cit. p. 104.
91
del mundo de la vida que los miembros individuales encuentra ya interpretando en lo que
atañe a su contenido. Este mundo de la vida íntersubjetivamente compartido constituye el
trasfondo de la acción comunicativa."35
El engarce de la acción comunicativa con el mundo de la vida, se tiene que
establecer la relación que se da con los componentes estructurales que se han abordado con
anterioridad, por ello: “El concepto de acción comunicativa fuerza u obliga a considerar
también a los actores como hablantes u oyentes que se refieren a algo en el mundo objetivo,
en el mundo social y en el mundo subjetivo, y se entablan recíprocamente a este respecto
pretensiones de validez que pueden ser aceptadas o ponerse en tela de juicio. Los actores no
se refieren sin más intentione recta a algo en el mundo objetivo, en el mundo social o en el
mundo subjetivo, sino que relativizan sus emisiones sobre algo en el mundo teniendo
presente la posibilidad de que la validez de ellas pueda ser puestas en cuestión por otros
actores."36
Sin embargo en términos de acción comunicativa es necesario evidenciar el lugar
fundamental que tiene el mundo de la vida ante el sistema, pues este es justamente el lugar
donde se pueden trazar los elementos necesarios que hacen posible un acuerdo o
entendimiento, en términos llanos, es el mundo de la vida el lugar donde se puede
establecer la comunicación: “El mundo de la vida es, por así decirlo, el lugar trascendental
en que hablante y oyente salen al encuentro; en que pueden plantearse recíprocamente la
pretensión de que sus emisiones concuerdan con el mundo (con el mundo objetivo, con el
mundo subjetivo y con el mundo social), y en que pueden criticar y exhibir los fundamentos
de esas pretensiones de validez, resolver sus disentimientos y llegar a un acuerdo. En una
palabra: respecto al lenguaje y la cultura los participantes no pueden adoptar in actu la
misma distancia que respecto a la totalidad de los hechos, de las normas o de las vivencias,
sobre que es posible el entendimiento.”37 De ahí la necesidad de enfatizar el lugar del
mundo de la vida en estos procesos y el imperativo de hacer patente los elementos que
resultan coactivos a la acción comunicativa que proceden del sistema.
En resumen, son tres los ámbitos donde se da la acción comunicativa de manera
diferenciada, además es posible explorar los modos como se da la acción comunicativa,
35 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 119. 36 Habermas, Jürgen, TAC: complementos y estudios previos, Madrid, Cátedra, 1983, p. 493. 37 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 179.
92
teniendo como contexto esos ámbitos del mundo de la vida a partir de una reflexión sobre
la categoría de conciencia colectiva y finalmente, la racionalización del mundo de la vida
es la que permite la continuidad en estructuras diferenciadas.
Por otro lado y en una posición equidistante está el sistema. Se trata pues de esos
mismos elementos que se han abordado y que constituyen el mundo de la vida, pero ahora
la perspectiva de un observador externo, por ello la sociedad aparece como un sistema, con
diferentes acomodos estructurales, por ejemplo la familia, el estado, la economía, etc., Es
decir, si "...entendemos la integración de la sociedad exclusivamente como integración
sistémica estamos optando por una estrategia conceptual que presenta a la sociedad según
el modelo de un sistema autorregulado. Vincula el análisis a la perspectiva externa de un
observador y nos pone ante el problema de interpretar el concepto de sistema en términos
que pueden aplicarse a los plexos de acción."38
Sin embargo esta articulación no es inocua, puesto que en las sociedades se va
dando un proceso gradual de racionalización que va alejando al sistema del mundo de la
vida, para hacer esto evidente entonces es necesario no dejar de lado en el análisis una u
otra perspectiva, aunque en la práctica esto se pueda hacer, los resultados serían parciales.
Es por eso que se ha considerado imprescindible contar con ambos elementos. Estas
consideraciones son las que han llevado a Habermas a establecer lo fundamental que es
contar con ambas perspectivas en los análisis, dice: "La concepción de la sociedad como
mundo de la vida, que es la que más obvia resulta desde la perspectiva conceptual de la
acción orientada al entendimiento, sólo tiene un alcance limitado para la teoría de la
sociedad. Por eso voy a proponer que entendamos las sociedades simultáneamente como
sistema y como mundo de la vida."39
2 2 2 Colonización del mundo de vida
Se ha insistido en el señalamiento que mundo de la vida y sistema son dos
perspectivas de la misma realidad. La insistencia es pues doble, se trata de la misma
realidad, pero se refiere a dos perspectivas diferentes. Esta unidad tiene sus matices, que
han de explicitarse.
38 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 214. 39 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 168
93
La teoría de los sistemas tiende a subsumir los componentes estructurales del mundo
de la vida como si se tratase simplemente de subsistemas. Esta comprensión provoca en
ciertas concreciones sociales una separación que alcanza límites demoledores, puesto que la
lógica del sistema llega a invadir, a imponer su lógica, llega, en términos habermasianos, a
"colonizar" el mundo de la vida, porque los ámbitos y lógicas del mundo de la vida, quedan
cooptados por lógicas completamente extrañas al ámbito donde se están generando, esto es,
las lógicas del mundo de la vida quedan atrapadas en las lógicas del poder y del dinero, que
de esta manera de erigen en vertebradores de la comunicación entre los sujetos, cuando
originariamente no pertenecen ni tienen cabida en estos ámbitos. "Con los subsistemas
diferenciados a través de los medios de control, los mecanismos sistémicos se crean sus
propias estructuras sociales exentas de contenido normativo, que se yerguen por encima del
mundo de la vida. Ciertamente que éstas quedan conectadas retroalimentativamente con la
práctica comunicativa cotidiana a través de la institución básica que es el derecho civil. (...)
Podemos representarnos las cosas de las dos maneras: las instituciones mediante las que
quedan anclados en el mundo de la vida mecanismos de control tales como el dinero o el
poder canalizan, o bien la influencia del mundo de la vida sobre los ámbitos de acción
formalmente organizados, o, a la inversa, la influencia del sistema sobre los plexos de
acción estructurados comunicativamente. En un caso actuarían como marco institucional
que somete el mantenimiento del sistema a la restricciones normativas del mundo de la
vida; en el otro, como la ‘base’ (en el sentido de Marx) que subordina el mundo de la vida a
las coacciones sistémicas de la reproducción material y que de este modo lo mediatiza."40
En los procesos de comunicación se hace transparente que el poder y el dinero
pueden llegar a ocupar un lugar determinado e incluso determinante de las lógicas de
acción, aunque esto no se perciba en la comunicación, más aún, pasan desapercibidos es
una característica que se va haciendo fundamental en la práctica. Al poner en competencia
las lógicas de integración social con las lógicas de integración sistémica se hace más visible
esta presencia disimulada. Es decir, los mecanismos sistémicos acaban imponiendo su
lógica a las formas de integración social hasta el punto de aniquilarlos. Todo este proceso
es lo que se denomina mediatización del mundo de la vida, que por estos mecanismos ha
llegado a constituirse como una forma de colonización de la lógica de los sistemas al
40 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 261.
94
mundo de la vida. "La suposición de una mediatización del mundo de la vida se refiere a
fenómenos de interferencia que se presentan cuando sistema y mundo de la vida se han
diferenciado entre sí hasta el punto de que pueden reobrar el uno sobre el otro. La
mediatización del mundo de la vida se efectúa en y con las estructuras del mundo de la
vida; no pertenece a los procesos tematizables dentro del mundo de la vida; de ahí que no
pueda inferirse ni de los componentes de la tradición ni de los contenidos de la
comunicación, es decir, del saber intuitivo de los miembros del mundo de la vida."41
El presente análisis ha hecho evidente algo desde otras opciones pasa desapercibido,
por eso ha sido largo y en momentos hasta complicado el camino de desentrañar lo que ahí
se ha mostrado, porque este fenómeno incluso provoca resquebrajamientos en los análisis
sociales. El recorrido que se ha realizado para hacer evidente que ciertos fenómenos
desestabilizadores, perturbadores, turbulentos ocurren, a éstos se les ha denominado en
diferentes acercamiento ‘alienación’, ‘colonización’, ‘enajenación’, porque en efecto,
desarticulan al individuo para el funcionamiento de la sociedad. En conclusión, tenemos
que "...la no percepción subjetiva de las coacciones sistemáticas que instrumentalizan la
estructura comunicativa del mundo de la vida cobra el carácter de una ilusión, de una
conciencia objetivamente falsa. Los ataques del sistema al mundo de la vida, que alteran la
estructura de los plexos de acción de los grupos socialmente integrados, tienen que
permanecer ocultos. (...) El resultado de ellos es una violencia estructural que, sin hacerse
manifiesta como tal, se apodera de la forma de la intersubjetividad del entendimiento
posible. La violencia estructural se ejerce a través de una restricción sistemática de la
comunicación; quedando anclada de tal modo en las condiciones formales de acción
comunicativa, que para los participantes en la comunicación la conexión de mundo
objetivo, mundo social y mundo subjetivo queda prejuzgada de forma típica."42
En resumen, se ha mostrado que la comprensión de la democracia deliberativa como
forma de justicia política es la concreción política de la teoría de la acción comunicativa y
un elemento fundamental es la comprensión de sociedad, que a la vez que mundo de la vida
es sistema, dimensiones que no se pueden escindir, pero que tiene la necesidad de ser
diferenciadas, como se entiende con toda claridad ahora al final de los desarrollos
realizados. 41 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 263. 42 Habermas, Jürgen, Teoría de la Acción Comunicativa II, Op. Cit. p. 264.
95
2 3 El vínculo interno entre la ley y la democracia
En las sociedades contemporáneas se ha hecho de sentido común considerar que la
vida democrática es independiente del estado de derecho que las rige, que las prácticas del
desarrollo representativo y toma de decisiones no tienen relación particular con el sistema
legal a que está sujeta esa sociedad, en definitiva, que pueden convivir en perfecta armonía
una y otra sin especial referencia entre sí. A esta situación ha contribuido de manera
significativa el hecho que la academia acentúe tal separación, pues considera a estas
dimensiones, la ley y la democracia, como los campos de dos disciplinas diferentes: las
ciencias jurídicas y las ciencias políticas, una enfatiza la perspectiva jurídica – normativa y
la otra lo hace desde el punto de vista empírico.
Habermas ha reaccionado decididamente en contra de esta comprensión, pues desde
su marco explicativo no es posible hablar de la una sin la otra, es decir, no hay sistema legal
con plenitud de validez sin democracia, ni democracia sin un sistema legal pleno.
Presupone que hay un vínculo intrínseco existente entre la ley y la democracia. A lo largo
de su trabajo ha intentado por varios caminos hacer evidentes los vínculos que existen entre
ellas, explicita de manera contundente su reacción a este mal entendido43, y señala como el
Estado de derecho y la democracia son dos objetos necesariamente complementarios,
señala que el hecho que haya dos elaboraciones teóricas independientes es de carácter
metodológico y no sustantivo. El énfasis de la unidad interna de estos dos campos ha sido
una constante a lo largo de su carrera académica, si bien en diferentes momentos ha hecho
diferentes énfasis y matices, pero no ha dejado de señalar y explicitar los nexos internos
que hay entre ambas dimensiones. Dicho de manea sintética: desde un punto de vista
normativo, no hay Estado de derecho sin democracia, ni democracia sin Estado de
derecho.44
Es un rasgo destacado el lugar que la democracia liberal tiene en el proyecto
habermasiano. La escuela de Frankfurt, donde tiene su orígenes Habermas, no tuvo una
43 En 1992, en la obra Facticidad y Validez señala básicamente el lugar de las instituciones y lo jurídico como no sólo complemente, sino como la parte inescindible de una sociedad vigente, al señalar la tensión implícita de toda sociedad entre lo que de hecho se da y lo que es válido en términos normativos, puesto que la deliberación se encuentra plenamente acotada por las instituciones vigentes, cuestión en la que no había hecho suficiente insistencia. Habermas, Jürgen, Facticidad y Validez, Trotta. España. 1999. 44 Habermas, Jürgen, La inclusión del otro, Paidós Básica, Barcelona, 1999. Cap. 8, p. 247 y ss.
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postura optimista acerca de la democracia liberal por considerarla instrumento del poder
para mantener el orden establecido, una perspectiva similar es la que sostiene el
pensamiento post-socialista. Habermas toma distancia de ambas postura y apuesta
fuertemente por la democracia liberal, complementada necesariamente con la activación
permanentemente los espacios de discusión en las sociedades. De ordinario se refiere a una
versión fuerte de la misma, a la que llama ‘democracia radical’, que es la que ha de privar
normalmente en las sociedades. Ya desde 1962 en su estudio sobre el espacio público habla
del uso de la razón en este ámbito, y así, a lo largo de su carrera, Habermas se ha esforzado
“…en demostrar que los principios emancipadores de una sociedad basada en un libre
acuerdo entre sus miembros ya están incorporados en las instituciones democrática
existentes, aunque, eso sí, de un modo incompleto y distorsionado, por lo que sólo cabe
hacer una crítica inmanente de ellas.”45
Por otro lado, el capitalismo, al privatizar la dimensión pública de la vida social,
elimina la dimensión crítica que pudiera tener la democracia. En 1973, en ‘Problemas de
legitimación del capitalismo tardío’46, vuelve a plantear el tema de la democracia y en
concreto el tema de la dimensión de su vigencia, para hacer una descripción y análisis de
las instituciones y los procesos democráticos, ahí se hace evidente el progresivo deterioro
de la democracia.
Desde esta perspectiva crítica, es posible contar con una definición de democracia
que atienda a las observaciones anotadas, entonces, democracia es: “…aquel modelo
político en que la legitimidad de las normas jurídicas y de las decisiones públicas radicaría
en haber sido adoptadas con la participación de los potencialmente afectados por ellas.”47
Con esta definición Habermas hace frente a la crítica de Hegel al formalismo moral de
Kant, que es el que ha adoptado Habermas como plataforma, por las carencias
institucionales, pues es indiscutible que estas son mediaciones entre la teoría de la acción y
la realidad de las instituciones.
El origen de la separación entre ley y democracia es muy remoto, para ilustrarlo se
retoma un análisis que hace Foucault de la génesis de este tratamiento48, retomando un
45 Velasco, Juan Carlos, Para leer a Habermas, Op. Cit. p. 100. 46 Habermas, Jürgen, Problemas de legitimación del capitalismo tardío, Amorrortu, Buenos Aires, 1973. 47 Velasco, Juan Carlos, Para leer a Habermas, Op. Cit. 106. 48 Palti, Elías José. Ley, Los funerales de Patroclo y la sentencia de Habermas. Una reseña crítica de
Facticidad y Validez, p. 243. En: Aporías. Tiempo, Modernidad, Historia, Sujeto, Nación, Ley, Alianza
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episodio de la Iliada dice: “En ella, Antíloco comete una irregularidad y gana.
Naturalmente, Menelao, su adversario, protesta; pero lo que sorprende a Foucault es que, en
vez de recurrir a los testigos para zanjar la disputa, Menelao desafía a Antíloco a jurar ante
los dioses que no realizó ninguna acción irregular, Antíloco reconoce entonces su falta y el
premio se entrega a su rival. La idea implícita aquí es que, si Antíloco hubiera jurado en
falso, el deber de castigarlo habría recaído sobre los dioses; el mismo Zeus habría hecho
sentir su poder y su ira arrojándole su temible rayo.”49
Este relato muestra como hay una relación originaria entre verdad y poder, quién
tiene el poder ha sido provisto con los elementos necesarios para su ejercicio. Así era en los
orígenes, sin embargo gradualmente la ley, el derecho, la justicia se volvieron objetivos y
se hizo la separación entre una y otra, “Ésta (la justicia) se la identificaría ahora con la
comunidad en su conjunto, perdiendo así su naturaleza subjetiva: en lo sucesivo, un
transgresor de la ley ya no cometería meramente una ofensa personal, sino que desafiaría el
orden social (lo que exigiría la restauración de la justicia, dike.)”.50 La justicia deja de ser
subjetiva, se traslada a la comunidad y se hace objetiva. Transgredir la ley no es ya sólo una
ofensa personal, es una ruptura del orden social, que exige ser restaurado. La
administración de la ley es humana, la ley misma es objetiva, única, universal. Esto es una
gran transformación, pues se ha hecho que el ciudadano quede por arriba y por debajo de la
ley, es subjectum y subjectus, el pueblo es soberano y al mismo tiempo es su propio
súbdito.
2 3 1 Relación entre derecho y moral
La relación entre derecho y moral, desde un punto de vista de teoría de la sociedad
también es de mutua complementariedad. En cierta medida el derecho ofrece la
oportunidad de reducir la enorme complejidad que se presenta en un sistema moral a los
individuos en particular. Dentro de los límites establecidos por un marco jurídico se reduce
la complejidad y se promueven el proceso de integración de la sociedad, pues un marco
jurídico establecido ofrece la cualidad de fijar estándares determinados en multiplicidad de
situaciones.
Editorial, Buenos Aires, 2001. En esta parte, el autor presenta una recuperación del sugerente análisis de Foucault. 49 Palti, Elías José, Los funerales de Patroclo y la sentencia de Habermas… Op. Cit. p. 244. 50 Palti, Elías José, Los funerales de Patroclo y la sentencia de Habermas… Op. Cit. p. 243.
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Una comprensión de lo normativo entendida en términos jurídicos tiene por lo
menos tres ventajas sobre una comprensión expresada meramente en términos morales.51
Primero se elimina el problema de la indeterminación cognitiva, puesto que un sistema
moral proporciona a los individuos que pretenden guiarse únicamente por criterios
racionales un margen muy abierto de posibilidades, por ello han de de asumir en cada
ocasión muy variados y complicados esquemas de fundamentación para la aplicación de
normas en cada caso particular, en cambio, contar con una norma sancionada positivamente
permite al individuo sentirse y posicionarse con libertad ante lo que tiene que ver con la
formación de su propio juicio moral. Segundo, se supera también la incertidumbre
motivacional, pues la formulación imperativa que tienen las sentencias en el derecho, más
la fuerza impositiva que tiene su dimensión coercitiva, no permite la formulación de
vacilaciones ante lo que se tiene que hacer en casos particularmente determinados, por la
formulación precisa de su prescripción. Finalmente se evitan los problemas de exigibilidad,
pues en las situaciones particulares los sujetos tienen como un presupuesto básico y bien
establecido que las normas van a ser seguidas por todos, que haya un seguimiento
generalizado de las disposiciones, estos presupuestos tienen como fundamento la dimensión
coercitiva de las leyes, así que su imposición está por demás entendida.
Así pues, el derecho es capaz de hacer que cada individuo particular pueda superar
la falibilidad, contingencia y concreción sobre la que ha de ejercerse el juicio moral en cada
ocasión, además de estandarizar un seguimiento determinado, independientemente de la
multitud de motivaciones específicas que pueden surgir en la compleja red de estructuras e
interacciones sociales. Esto es, que ante la complejidad de posibilidades que se presentan
en las decisiones de un individuo inserto en una trama social la conexión entre derecho y
moral: “…apunta a la naturaleza del derecho como mecanismo encargado de la función de
reducir la complejidad y de favorecer los procesos de integración social. Aquí la idea básica
consiste en subrayar la enorme capacidad del derecho para ‘aliviar’ a sus destinatarios de
las cargas cognitivas, motivacionales y organizativas que sobre ellos impone o puede llegar
a imponer la moral individual.”52 Al asumir esta última consideración, la teoría discursiva
51 Velasco, Juan Carlos, Para leer… Op. Cit. p. 84 y ss. Este esquema de la ‘triple ventaja’ de lo jurídico frente a lo puramente moral, es muy sugerente, básicamente aquí se asume ese esquema. 52 Vallespín, F. ¿Reconciliación a través del derecho? Apostillas a Facticidad y Validez de Jürgen Habermas, p. 215. En Gimbernat, José Antonio (Ed.) La Filosofía Moral y Política de Jürgen Habermas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1997.
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toma distancia de los presupuestos de la moral kantiana, dado que, en lugar de apelar a la
noción del deber como móvil de la acción, sitúa a consideraciones estratégicas en el centro
mismo de la moralidad.
Quizá la diferencia más decisiva que se pueda observar entre ambas comprensiones,
sea que la moral, por razones estructurales nunca exonera a los individuos de la tarea de
fundamentar las normas y principios que guíen su conducta, mientras que el derecho libera
a los destinatarios de las normas de la ardua y problemática tarea de elaborar las normas,
fundamentarlas y en ocasiones se da hasta la situación en que el individuo se ve liberado de
la aplicación, recayendo dicho ejercicio en instancias que ex profeso se han diseñado y así
funcionan en situaciones incluso que requerirían un peritaje especializado. Con todo, de
facto, el problema más agudo que enfrentan los órganos encargados de administrar la
justicia en las sociedades es precisamente determinar en cada caso particular la
aplicabilidad o no de determinada norma que ha sido diseñada con criterios de evidente
generalidad.
2 3 2 Relación entre la soberanía popular y los derechos humanos
Los sistemas jurídicos se han fundamentado ordinariamente en la soberanía popular
o en los derechos humanos, por lo que la legitimidad de que se han revestido para su
funcionamiento ordinario obedece a dos lógicas bien diferenciadas.
La soberanía popular es una categoría que hace referencia a la posibilidad y
capacidad del conjunto social de ser la última instancia de decisión sobre los asuntos de la
colectividad, de esta manera se garantizar la autonomía pública de los integrantes de la
sociedad. Los derechos humanos son la garantía que tiene cada individuo de poder ejercer
su liberad dentro del marco de determinados derechos fundamentales, son el medio para
garantizar la autonomía privada de los ciudadanos. “La autonomía política de los
ciudadanos debe tomar cuerpo en la autoorganización de una comunidad que se dé a sí
misma sus leyes a través de la voluntad soberana del pueblo. Por su parte, la autonomía
privada de los ciudadanos debe tomar cuerpo en derechos fundamentales que garanticen el
imperio anónimo de la ley.”53
Al entender así ambas fuentes, como generadoras, una de la autonomía privada, la
otra de la autonomía pública, es posible establecer el carácter simultáneo de ambas
53 Velasco, Juan Carlos, Para leer a Habermas, Op. Cit. p. 252.
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dimensiones, no se puede aceptar una sin la otra. “Los llamados derechos individuales, en
definitiva, no preexisten a su sanción legal: la ley (positividad) y los derechos (idealidad)
son, según afirma, equiprimordiales (gleichursprünglich). Pero, por otro lado, la evidencia
del sustrato ineliminable de facticidad presente en todo código legal condujo a los
sociólogos (en este caso el blanco preferido de Habermas es la teoría de los sistemas de
Luhmann) a adoptar una concepción objetivista que ignora la dimensión de validez
universal (esto es, trascendente a cualquier contexto particular) inherente a todo código
legal que pretenda ser legítimo).”54
2 3 3 Relación entre autonomía pública y privada.
Los ciudadanos son suficientemente autónomos solo si tienen garantizada su
autonomía pública. Pues “Aunque los derechos humanos pudieran ser fundamentados en
términos morales sin ningún problema, no pueden imponerse a un soberano, por así decir,
de manera paternalista. La idea de la autonomía jurídica de los ciudadanos exige que los
destinatarios del derecho puedan comprenderse al mismo tiempo como los autores del
mismo.”55
La autonomía privada concede a las personas jurídicas los derechos de que son
portadores. Esto es muy significativo, pues precisamente de aquí se entiende que los
derechos fundamentales que pueden tener los ciudadanos en particular son el fundamento
sobre el cual se colocan las instituciones jurídicas que hacen posible que los ciudadanos
hagan uso de su autonomía publica.
Este razonamiento da la posibilidad de entender el motivo por el cual la autonomía
privada no puede ser ni el antecedente, ni la competencia, ni la contraposición de la
autonomía pública, antes al contrario, cada una de ellas supone el establecimiento sólido y
bien definido de la otra, de tal manea que ninguna de las dos puede reclamar para sí la
primacía, el origen, la fundamentalidad sobre la otra.
Ahora bien, si se atiende este señalamiento como presupuesto, es posible entender
porque en una sociedad un ciudadano en particular sólo puede hacer uso adecuado y
absoluto de su autonomía privada únicamente si se ha asegurado y se puede garantizar una
54 Palti, Elías José, Los funerales de Patroclo y la sentencia de Habermas… Op. Cit. 236. 55 Habermas, Jürgen, La inclusión del otro, Op. Cit. p. 254.
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autonomía pública por el contrario y de manera equidistantes, únicamente podrá hacer de la
autonomía pública en el caso que se garantice la capacidad de ejercer su soberanía privada.
2 3 4 La desobediencia civil en un marco democrático
El planteamiento de Habermas ha sido definitivamente influenciado por
movimientos sociales, en particular él mismo ha remarcado el impacto de las revueltas del
68, que se configuraron como un movimiento capaz modificar radicalmente el orden
establecido a través del ejercicio de la protesta. Por otro lado, sus planteamiento han tenido
también que hacer frente a críticas que se le han hecho de defender el orden establecido,
puesto que se le ha señalado que muchas veces es necesario que los afectados por
determinadas disposiciones hagan oír su voz obligando a los que detentan el poder y el
control a reconsiderar posturas iniciales únicamente y por efecto de la presión que
necesariamente ha de ejercerse. De ahí que el disenso siempre ha de contemplarse como
posibilidad legítima. En el extremo opuesto, Habermas ha recibido críticas de sectores
conservadores de la sociedad y de la academia de se provocadores de revueltas, sin
embargo a éstos también ha respondido.
La justificación de la violencia se torna problemática, sea cual sea el origen que ésta
tenga. Por ello se entiende porque la cuestión de la desobediencia civil es primordial, ya
que la respuesta que se plantea remitirá siempre a la cuestión de los fundamentos políticos
de la sociedad. Por un lado, el tema del origen de la legitimidad de un código legal, sea cual
sea la fuente y la naturaleza de éste, y por otro, el tema de la violencia en las sociedades son
aspectos de los que no se puede prescindir en los análisis. Estas dos cuestiones son
fundamentales a la hora de hacer planteamientos de una teoría social, porque la resistencia
puede estar respondiendo a ciertos códigos normativos establecidos que o bien han perdido
vigencia o bien obedecen a lógicas que se remiten a la protección de sectores específicos de
esa sociedad en detrimento del conjunto. Hay pues un énfasis en la reflexión sobre las
posibilidades morales de tal abordaje, sin embargo se tiene presente los que corresponden al
ejercicio y vivencia de la organización social.
Entonces, ante críticas de cuño conservador, pero con oído atento Habermas ha
querido responder al delimitar la desobediencia civil a los marcos constitucionales. En
Facticidad y Validez, expresa ya una postura mas reposada, pero inequívoca. “Estas actos
de trasgresión simbólica de las reglas, exentas de violencia, se entienden como expresión de
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la protesta contra decisiones vinculantes que, según entienden los actores, pese a haberse
tomado legalmente, son ilegítimas a la luz de los principios constitucionales vigentes.”56
Pero también ha hecho la opción por considerar el conjunto de la trayectoria social como
una proceso y de ahí concebir necesariamente al documento constitucional como un
proyecto inacabado, es decir, hay una clara concepción dinámica de la sociedad, donde la
Constitución es necesariamente un proyecto inconcluso, abierto, perfectible y necesitado de
revisión. “La constitución de una Estado democrático es una ‘obra abierta’ con un carácter
necesariamente falible y, por tanto, revisable. No es un mero ‘documento histórico’ muerto,
sino un proyecto d sociedad justa que señala el ‘horizonte de expectativas’ de una
comunidad política y que sus miembros mediante sus diferentes lecturas deben ir adaptando
a los cambios sociales.”57
La tesis básica del presente desarrollo se ha manifestado desde el título, se ha
indagado sobre los vínculos existentes entre la ley y la democracia, a partir del presupuesto
de este vínculo no es evidente en la práctica ordinaria, más aún, el discurso e incluso la
misma práctica académica, han contribuido a que la comprensión de ambos sea autónoma
por pertenecer a campos de disciplinas diferentes, sin embargo, y esta tarea le ha llevado
grandes esfuerzos, Habermas ha desarrollado la labor de demostrar que más allá de un mero
postulado, la comprensión vinculada de ambas figuras es inherente a las mismas categorías,
más aún, que ya incluso, aunque manera velada, así está dada en la práctica ordinaria.
La exposición de este punto cierra el apartado que establece los fundamentos de la
democracia deliberativa, contamos ahora con los elementos necesarios para explicitar los
contenidos de la democracia deliberativa en el marco de las sociedades contemporáneas.
56 Habermas, Jürgen, Facticidad y Validez, Op. Cit. p. 646. 57 Velasco, Juan Carlos, Para leer a Habermas, Op. Cit. p. 119.