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Trabalenguas 1. Poquito a poquito Paquito empaca poquitas copitas en pocos paquetes. 2. Ñoño Yáñez come ñame en las mañanas con el niño. 3. Pepe puso un peso en el piso del pozo. En el piso del pozo Pepe puso un peso. 4. ¡Esmerílemelo! 5. ¡Qué triste estás, Tristán, con tan tétrica trama teatral! 6. Una cacatrepa trepa tiene tres cacatrepitos. Cuando la cacatrepa trepa trepan los tres cacatrepitos. 7. Busco al vasco bizco brusco. 8. El niño está sosegado. ¿Quién lo desasosegará? El desasosegador que lo desasosiegue, buen desasosegador será. 9. Si don Curro ahorra ahora, ahora ahorra don Curro. 10. Pepe Peña pela papa, pica piña, pita un pito, pica piña, pela papa, Pepe Peña. 11. El suelo está enladrillado. ¿Quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrillare un buen desenladrillador será. 12. En la población de Puebla, pueblo muy poblado, hay una plaza pública poblada de pueblerinos. 13. Como poco coco como, poco coco compro. 14. ¿Usted no nada nada? No, no traje traje. 15. Hay chicas chachareras que chacotean con chicos chazos. Y un chico mete al chillón de la chepa un chichón por chirrichote, y el chiste, y lo chocante, es que la chepa se le ha chafado con la hinchazón del chirlo. 16. Tengo un tío cajonero que hace cajas y calajas y cajitas y cajones. Y al tirar de los cordones salen cajas y calajas y cajitas y cajones. 17. El vino vino, pero el vino no vino vino. El vino vino vinagre. 18. Tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal en tres tristes trastos. En tres tristes trastos tragaban trigo tres tristes tigres. 19. La pícara pájara pica la típica jícara; a la típica jícara, pica la pícara pájara. 20. Chango chino rechiflado que a la changa china chiflas: ¿Porque chiflas a la changa china chango chino rechiflado? Refranes 1. A Abril alabo, si no vuelve el rabo. 2. A balazos de plata y bombas de oro, rindio la plaza el moro. 3. A bicho que no conozcas, no le pises la cola.

20 Trabalenguas 75 Refranes y Adivinazas

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Trabalenguas

1. Poquito a poquito Paquito empaca poquitas copitas en pocos paquetes.

2. Ñoño Yáñez come ñame en las mañanas con el niño.

3. Pepe puso un peso en el piso del pozo. En el piso del pozo Pepe puso un

peso.

4. ¡Esmerílemelo!

5. ¡Qué triste estás, Tristán, con tan tétrica trama teatral!

6. Una cacatrepa trepa tiene tres cacatrepitos. Cuando la cacatrepa trepa

trepan los tres cacatrepitos.

7. Busco al vasco bizco brusco.

8. El niño está sosegado. ¿Quién lo desasosegará? El desasosegador que lo

desasosiegue, buen desasosegador será.

9. Si don Curro ahorra ahora, ahora ahorra don Curro.

10. Pepe Peña pela papa, pica piña, pita un pito, pica piña, pela papa, Pepe

Peña.

11. El suelo está enladrillado. ¿Quién lo desenladrillará? El desenladrillador que

lo desenladrillare un buen desenladrillador será.

12. En la población de Puebla, pueblo muy poblado, hay una plaza pública

poblada de pueblerinos.

13. Como poco coco como, poco coco compro.

14. ¿Usted no nada nada? No, no traje traje.

15. Hay chicas chachareras que chacotean con chicos chazos. Y un chico mete

al chillón de la chepa un chichón por chirrichote, y el chiste, y lo chocante,

es que la chepa se le ha chafado con la hinchazón del chirlo.

16. Tengo un tío cajonero que hace cajas y calajas y cajitas y cajones. Y al tirar

de los cordones salen cajas y calajas y cajitas y cajones.

17. El vino vino, pero el vino no vino vino. El vino vino vinagre.

18. Tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal en tres tristes trastos. En tres

tristes trastos tragaban trigo tres tristes tigres.

19. La pícara pájara pica la típica jícara; a la típica jícara, pica la pícara pájara.

20. Chango chino rechiflado que a la changa china chiflas: ¿Porque chiflas a la

changa china chango chino rechiflado?

Refranes

1. A Abril alabo, si no vuelve el rabo.

2. A balazos de plata y bombas de oro, rindio la plaza el moro.

3. A bicho que no conozcas, no le pises la cola.

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4. A bien obrar, bien pagar.

5. A boda ni bautizado, no vayas sin ser llamando.

6. A borracho o mujeriego, no des a guardar dinero.

7. A buen amigo, buen abrigo.

8. A buen bosque vas por leña! también funciona con: A buen puerto vas por

agua.

9. A buen entendedor, pocas palabras.

10. A buen hambre, no hay pan malo. también funciona con: A buen sueño, no

hay mala cama.

11. A buen juez, mejor pastor.

12. A buenas horas, mangas verdes.

13. A burro viejo, poco verde.

14. A caballo comedor, cabestro corto.

15. A caballo regalado, no se le miran los dientes.

16. A cada cerdo, le llega su sabado.

17. A cada pajarillo, le gusta su nidillo.

18. A cada santo le llega su dia.

19. A cada uno lo toca escoger, la cuchara con la que ha de comer.

20. A canas honradas no ha de haber puertas cerradas.

21. A caracoles picantes, vino abundante.

22. A casa de tu tia, mas no cada dia.

23. A casa lleve un amigo; El se quedo de amo y yo despedido.

24. A cualquier dolor, paciencia es lo mejor.

25. A cualquiera se le muere un tio.

26. A cucharon grande pa' quitar el hambre.

27. A Dios rogando y con el mazo dando.

28. A donde ira el buey que no are? A donde te quieran mucho, no vayas a

menudo.

29. A embestida de hombre fiero, pies para que los quiero!

30. A enemigo que huye, puente de plata.

31. A falta de caballos, que troten los asnos.

32. A falta de manos, buenos son los pies.

33. A falta de pan, buenas son las tortas.

34. A grandes males, grandes remedios.

35. A jugar y perder, ganar y callar.

36. A la cama no te iras sin saber una cosa mas.

37. A la cena y a la cama, solo una vez se llama.

38. A la gallina no les pesan sus plumas.

39. A la gallina y a la mujer, le sobran nidos donde poner.

40. A la hora mala, no ladran los canes.

41. A la iglesia no voy porque estoy cojo, y a la taberna, poquito a poco.

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42. A la larga, todo se arregla.

43. A la larga, todo se sabe.

44. A la mejor dama se le escapa un ped*.

45. A la mesa de San Francisco, donde comen cuatro, comen cinco.

46. A la mujer bigotuda, de lejos se la saluda.

47. Beber por lo ancho y dar de beber por lo estrecho.

48. Beber y comer, son cosas que hay que hacer.

49. Besos y abrazos no hacen chiquillos pero tocan a visperas.

50. Bicho malo, nunca muere.

51. Bien ama quien nunca olvida.

52. Bien esta San Pedro en Roma.

53. Bien guisa la moza, pero mejor la bolsa.

54. Bien haya quien a los suyos se parece.

55. Bien juega quien mira.Bien sabe el asno en que casa rebuzna.

56. Bien se disculpa el picar, por el gusto de rascar.

57. Blanco y mojado, sopas de leche.

58. Boda y mortaja, del cielo baja.

59. Boda, en igualdad, hasta en la edad.

60. Bollo de monja, costal de trigo.

61. Borregos al anochecer, charcos al amanecer.

62. Botellita de Jerez: todo lo que me digas sera al reves.

63. Boticario sin botica, nada significa.

64. Bragueta abierta pajaro muerto.

65. Buen alimento, mejor pensamiento.

66. Buen amigo es el gato cuando no araña.

67. Buen porte y buenos modales, abren puertas principales.

68. Burro que gran hambre siente, a todo le mete el diente.

69. Buscar aguja en un pajar, es naufragar.

70. Caballo de regalo, tenlo por bueno aunque sea malo.

71. Caballo que alcanza, pasar quiere.

72. Caballo que vuela, no necesita espuela.

73. Caballo sin espuela, barco sin remos ni vela.

74. Caballo viejo, no aprende trote nuevo.

75. Cabeza casposa, poco piojosa.

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Adivinanzas

1. En verdes ramas nací,

en molino me estrujaron,

en un pozo me metí,

y del pozo me sacaron

a la cocina a freír. (El aceite)

2. De verde me volví negra

y me molieron con tino,

hasta que al final del todo,

de mí hicieron oro fino.

(La aceituna)

3. Negra por dentro,

negra por fuera,

es mi corazón

negra madera.

(La aceituna)

4. Tengo cabeza redonda,

sin nariz, ojos ni frente,

y mi cuerpo se compone

tan sólo de blancos dientes. (El ajo)

5. Ave me llaman a veces

y es llana mi condición. (La avellana)

6. Ave soy, pero no vuelo;

mi nombre es cosa muy llana:

soy una simple serrana,

hija de un hijo del suelo. (La avellana)

7. Soy ave y soy llana,

pero no tengo pico ni alas.

(La avellana)

8. Blanquilla es mi nombre

y endulzo la vida al hombre.

(El azúcar)

9. Blanco soy como la nieve,

me sacan de una caña,

y aunque soy del otro mundo,

ahora ya nazco en España. (El azúcar)

10. Una señora muy enseñorada,

con el sombrero verde

y la falda morada

(La berenjena)

11. Ver, ver, ver,

cierra la puerta y ¡zas!

(Las berzas)

12. Con el dinero lo compro,

con los dedos lo deslío,

por la cara me lo como. (El caramelo)

13. Son de color chocolate, 14. Me abrigo con paños blancos

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se ablandan con el calor

y si se meten al horno

explotan con gran furor.

(Las castañas)

luzco blanca cabellera

y por causa mía llora,

hasta la misma cocinera. (La cebolla)

15. En el campo me crié,

atada con verdes lazos,

y aquel que llora por mí

me está partiendo en pedazos. (La cebolla)

16. Fui a la plaza

y las compré bellas,

llegué a mi casa

y lloré con ellas.

(Las cebollas)

17. Vive bajo tierra,

muere en la sartén,

sus diez camisitas

llorando se ven.

(La cebolla)

18. Tengo duro cascarón,

pulpa blanca

y líquido dulce en mi interior. (El coco)

19. Col es parte de mi nombre,

mi apellido es floral,

más si lo quieres saber

a la huerta has de marchar.

(La coliflor)

20. Col, col, colera;

flor, flor, florera:

si estamos juntas,

¿Qué planta apuntas? (La coliflor)

21. Somos blancos, larguiruchos,

nos fríen en las verbenas,

y dorados, calentitos,

nos comen nenes y nenas. (Los churros)

22. Soy un viejo arrugadito

que si me echan al agua

me pongo gordito.

(El garbanzo)

23. Entre col y col lechuga,

entre lechuga, una flor,

que al sol siempre está mirando,

dorándose a su calor.

(El girasol)

24. Bonita planta,

con una flor

que gira y gira

buscando el sol. (El girasol)

25. Dentro de una vaina voy

y ni espada ni sable soy. (El guisante)

26. Blanca soy

y, como dice mi vecina,

útil siempre soy

en la cocina. (La harina)

27. Fríos, muy fríos estamos

y con nuestros sabores

28. Una cajita chiquita,

blanca como la cal:

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a los niños animamos.

(Los helados) todos la saben abrir,

nadie la sabe cerrar. (El huevo)

29. Blanco es,

la gallina lo pone,

con aceite se fríe

y con pan se come. (El huevo)

30. De bello he de presumir:

soy blanco como la cal,

todos me saben abrir,

nadie me sabe cerrar.

(El huevo)

31. Mi madre es tartamuda,

mi padre es "cantaor",

tengo blanco mi vestido,

amarillo el corazón.

(El huevo)

32. Lentes chiquitas,

jóvenes o viejas:

si quieres nos tomas

y si no nos dejas.

(Las lentejas)

33. Si quieres las tomas y si no las dejas,

aunque suelen decir que son comida de

viejas.

(Las lentejas)

34. Con el pelo rojo,

la cara amarilla

y llena de granos,

soy rico alimento

si estoy cocinado.

(El maíz)

35. No soy ave

pero de mis huevos

se hacen palomitas

para los niños buenos.

(El maíz)

36. Yo soy el diminutivo

de una fruta muy hermosa,

tengo virtud provechosa,

en el campo siempre vivo

y mi cabeza es vistosa. (La manzanilla)

37. Del nogal vengo

y en el cuello del hombre me

cuelgo.

(La nuez)

38. Arca, monarca,

llena de placer;

ningún carpintero

te ha sabido hacer.

(La nuez)

39. Cuanto más caliente,

más fresco y crujiente. (El pan)

40. Una vieja arrugadita

que de joven daba vino

y ahora es una frutita.

(La pasa)

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41. Blanca por dentro,

verde por fuera.

Si quieres que te lo diga,

espera. (La pera)

42. Negra y minúscula bola

que la boca te atormenta

aunque muerdas una sola.

(La pimienta)

43. Oro parece,

plata no es,

el que no lo sepa

un tonto es. (El plátano)

44. Soy blanco, soy tinto,

de color todo lo pinto,

estoy en la buena mesa

y me subo a la cabeza.

(El vino)

45. De leche me hacen

de ovejas y cabras que pacen.

(El queso)

46. Se hace con leche de vaca,

de oveja y de cabra

y sabe a beso

¿Qué es eso?

(El queso)

47. Quiere leche

y no es lechera

¿Qué será?

(La quesera)

48. La mujer del quesero,

¿qué será?

(La quesera)

49. Y la casa del quesero,

¿qué sería?

(La quesería)

50. Soy el jugo de la uva,

de la copa el contenido,

de la mesa el gran señor,

de todos apetecido. (El vino)

51. Junto a la jara y el tomillo

en el monte me arrodillo.

(El romero)

52. En el agua se hace

y en ella se deshace.

(La sal)

53. Blanquita soy,

hija del mar;

en tu bautizo,

tuve que estar. (La sal)

54. Es santa y no bautizada,

y trae consigo el día,

gorda es y colorada

y tiene la sangre fría. (La sandía)

55. Un palito muy derechito

y en su cabeza un sombrerito. (La seta)

56. Te digo y te repito

que si no lo adivinas

no vales un pito. (El té)

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57. Te lo digo y te repito

y te lo debo avisar,

que por más que te lo diga

no lo vas a adivinar. (El té)

58. No toma té, ni toma café,

y está colorado,

dime ¿quién es?

(El tomate)

59. Verde nací,

amarillo me cortaron,

en el molino me molieron

y blanco me amasaron.

(El trigo)

60. Sin mí no tendrías pan,

ni pasteles, ni empanada.

Nazco verde y estoy dorada

por los días de San Juan.

(El trigal / el trigo)

61. Si la dejamos se pasa;

si la vendemos se pesa;

63. si se hace vino se pisa;

si la dejamos se posa. (La uva)

62. Soy redonda como el mundo

al morir me despedazan,

64. me reducen a pellejo

y todo el jugo me sacan (La uva)

Por fuera, naranja,

por dentro, gas sólo;

pero con mi ayuda

se calienta todo. (La bombona de butano)

Diminuta astillita

de cabecita roja,

capaz de hacer cenizas

a la encina más gorda. (La cerilla)

65. Cabecita fría

la noche haces día

cuando te restriego,

cabeza de fuego.

(La cerilla)

66. Cabezón y muy delgado

que se pone siempre negro,

después de haber sido frotado.

(La cerilla/el fósforo)

67. Hay un hijo

que hace nacer

a la madre

que le dio el ser. (El hielo)

68. De mi madre nací yo,

sin fundamento de padre;

y luego me he muerto yo

y de mi nació mi madre.

(El hielo)

69. Yo tengo calor y frío

y no frío sin calor

y sin ser ni mar ni río

peces en mí he visto yo. (La sartén)

70. Dicen que quien lo tiene

es muy gracioso,

se sacude en la mesa

contra lo soso.

(El salero)

71. Aunque al dormir me consultan

nunca suelo contestar. (La almohada)

Una señorita

72. de carnes muy blandas,

que sin ser enferma

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siempre está en la cama.

(La almohada)

73. Cuatro patas tiene

y no puede andar

también cabecera

sin saber hablar.

(La cama)

74. De nada me sirven

estas cuatro patas,

que quieta estoy siempre,

sobre mí, el durmiente.

(La cama)

76. ¿Quién será la desvelada,

lo puedes tú discurrir?

día y noche está acostada

y no se puede dormir.

(La cama)

Metáforas

1. Eso me levantó el ánimo.

2. Al salir de casa, tomé mucho frío.

3. Salté una página del libro.

4. Me armé de coraje.

5. Su corazón está en llamas.

6. He invertido mucho tiempo en esto.

7. Marcelo está ciego ante esa situación.

8. Mi tío es un pozo de sabiduría.

9. Esta tarde llega Andrea con sus retoños.

10. El tiempo es oro.

11. No hay que perder el tiempo.

12. Ella está en la flor de la edad.

13. Es una luz de la ciencia.

14. Su dolor todavía no ha cicatrizado.

15. Hay que mirar las adversidades de frente.

16. El FBI tiene a mi vecino bajo la lupa.

17. Toqué el cielo con las manos.

18. Ese hombre está medio caído.

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19. Me iluminó con sus consejos.

20. El invierno de la vida.

Fabulas

1.- El cuervo y el zorro por Samaniego

En la rama de un árbol, bien ufano y contento, con un queso en el pico, estaba un señor Cuervo. Del olor atraído, un Zorro muy maestro le dijo estas palabras un poco más o menos: “¡Tenga usted buenos días, señor Cuervo, mi dueño! ¡Vaya que estáis donosos, mono, lindo en extremo! Yo no gasto lisonjas, y digo lo que siento; que si a tu bella traza corresponde el gorjeo, juro a la diosa Ceres, siendo testigo el cielo, que tu serás el Fénix de sus vastos imperios”. Al oír un discurso tan dulce y halagüeño, de vanidad llevado, quiso cantar el Cuervo. Abrió su negro pico, dejó caer el queso. El muy astuto Zorro, después de haberle preso, le dijo: “Señor bobo, pues sin otro alimento, quedáis con alabanzas tan hinchado y repleto, digerid las lisonjas mientras yo digiero el queso” (Moraleja) Quien oye aduladores nunca espere otro premio.

2.- La zorra y el leñador

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra. El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido. Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra. La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada. Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió: --Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo. (Moraleja) No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.

3.- La gallina de los huevos de oro por Samaniego:

Érase una gallina que ponía un huevo de oro al dueño cada día. Aun con tanta ganancia, mal contento, quiso el rico avariento descubrir de una vez la mina de oro, y hallar en menos tiempo más tesoro. Matóla; abrióla el vientre de contado; pero después de haberla registrado ¿qué sucedió? Que, muerta la gallina perdió su huevo de oro, y no halló la mina. (Moraleja) ¡Cuántos hay que teniendo lo bastante, enriquecerse quieren al instante, abrazando proyectos a veces de tan

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rápidos efectos, que solo en pocos meses, cuando se contemplaban ya marqueses, contando sus millones, se vieron en la calle sin calzones!

4.- La zorra y la liebre

La zorra y la liebre Dijo un día una liebre a una zorra: --¿Podrías decirme si realmente es cierto que tienes muchas ganancias, y por qué te llaman la “ganadora”? Si quieres saberlo –contestó la zorra--, te invito a cenar conmigo. Aceptó la liebre y la siguió; pero al llegar a casa de doña zorra, vio que no había más cena que la misma liebre. Entonces dijo la liebre: ¡Al fin comprendo para mi desgracia de donde viene tu nombre: no es de tus trabajos, sino de tus engaños! (Moraleja) Nunca le pidas lecciones a los tramposos, pues tú mismo serás el tema de la lección.

5.- Fábula de la perla y el diamante por Antonio Narváez:

Dijo la perla al diamante: --"Valgo mucho más que tú; de negro carbón naciste, y yo de la mar azul." Y le contestó el diamante: --"Tu mérito es muy común ¡Siempre fuiste y serás blanca!, ¡Yo fui negro y vierto luz!" (Moraleja) Nunca juzgues a la ligera los meritos llegan a superar a la virtud.

6.- El león y el ratón:

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reír y lo dejó marchar. Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre. Días atrás le dijo, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos. (Moraleja) Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.

7. La cigarra y la hormiga

Cantando la Cigarra pasó el verano entero, sin hacer provisiones allá para el invierno; los fríos la obligaron a guardar el silencio y a acogerse al abrigo de su estrecho aposento. Viose desproveída del preciso sustento: sin mosca, sin gusano, sin trigo y sin centeno. Habitaba la Hormiga allí tabique en medio, y con mil expresiones de atención y respeto le dijo: “Doña hormiga, pues que en vuestro granero sobran las provisiones para vuestro alimento, prestad alguna cosa con que viva este invierno esta triste Cigarra, que, alegre en otro tiempo, nunca conoció el daño, nunca supo temerlo. No dudeís en prestarme, que fielmente prometo pagaros con ganancias, por el nombre que tengo”. La codiciosa Hormiga respondió con denuedo, ocultando a la espalda las llaves del granero: “¡Yo prestar

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lo que gano con un trabajo inmenso! Dime, pues, holgazana, ¿qué has hecho en el buen tiempo?” “Yo, dijo la Cigarra, a todo pasajero cantaba alegremente, sin cesar ni un momento” “¡Hala! ¿Con que cantabas cuando yo andaba al remo? Pues ahora, que yo como, baila, pese a tu cuerpo”.

8. El asno y la perrita faldera

Un granjero fue un día a sus establos a revisar sus bestias de carga: entre ellas se encontraba su asno favorito, el cual siempre estaba bien alimentado y era quien cargaba a su amo. Junto con el granjero venía también su perrita faldera, la cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba alegremente lo mejor que podía. El granjero reviso su bolso y dio a su perrita un delicioso bocado, y se sentó a dar órdenes a sus empleados. La perrita entonces saltó al regazo de su amo y se quedó ahí, parpadeando sus ojos mientras el amo le acariciaba sus orejas. El asno celoso de ver aquello, se soltó de su jáquima y comenzó a pararse en dos patas tratando de imitar el baile de la perrita. El amo no podía aguantar la risa, y el asno arrimándose a él, puso sus patas sobre los hombros del granjero intentando subirse a su regazo. Los empleados del granjero corrieron inmediatamente con palos y horcas, enseñándole al asno que las toscas actuaciones no son cosa de broma. (Moraleja) No nos dejemos llevar del mal consejo que siempre dan los celos injustificados.

9. La rana del pantano y la del camino

Vivía una rana felizmente en un pantano profundo, alejado del camino, mientras su vecina vivía muy orgullosa en una charca al centro del camino. La del pantano le insistía a su amiga que se fuera a vivir al lado de ella, alejada del camino; que allí estaría mejor y más segura. Pero no se dejó convencer, diciendo que le era muy difícil abandonar una morada donde ya estaba establecida y satisfecha. Y sucedió que un día pasó por el camino, sobre la charca, un carretón, y aplastó a la pobre rana que no quiso aceptar el mudarse. (Moraleja) Si tienes la oportunidad de mejorar tu posición, no la rechaces

10. El águila y el escarabajo

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda

a un escarabajo, suplicándole que le salvara. Le pidió el escarabajo al águila que

perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando la insignificancia del

escarabajo, devoró a la liebre en su presencia. Desde entonces, buscando

vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila ponía sus huevos,

y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila echada del lugar a

donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar

sus futuros pequeñuelos. Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el

escarabajo, viendo la táctica escapatoria, hizo una bolita de barro, voló y la dejó

caer sobre el regazo de Zeus. Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella

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suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces,

las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los escarabajos.

Leyendas

1. La Leyenda Del Jilguerillo

Cuenta la leyenda que hace cientos de años una tribu indígena se estableció en la

zona Atlántica de nuestras tierras. Entre ellos había un guerrero muy cruel llamado

Batsu. Un buen día Batsu decidió buscar esposa y escogió a Jilgue, una hermosa

joven que acostumbraba pasear por el bosque cantando como un pajarillo.

Cuando Jilgue se enteró de las intenciones de Batsu huyó a esconderse en el

bosque.

Batsu estalló en cólera cuando supo que la joven había desaparecido y mandó a

sus guerreros a buscarla. Al poco andar escucharon el canto de Jilgue. Pero cada

vez que se acercaban al sitio de dónde venía el canto, Jilgue había desapareció.

Entonces Batsu mandó a quemar el bosque. Cuando las llamas comenzaban a

levantarse le gritó a Jilgue que si salía podía salvarse. Ella le respondió que

prefería la muerte. El fuego se hacía cada vez más fuerte. De pronto vieron como

Jilgue cayó al cuelo u agonizó. Pero un pajarillo color ceniza, con el pico y las

patas rojas, comenzó a cantar sobre sus cabezas. No era el canto de un pájaro,

era la voz de Jilgue, que desde entonces se sigue escuchando en el canto de los

jilgueros que hoy pueblan los bosques de nuestras tierras.

2. La Leyenda Del Mico Brujo

En todo Centroamérica se conoce la leyenda del “Mico Brujo”. En algunas partes

también le dicen la Mona.

Decían nuestros antepasados que había unas mujeres que a las once de la noche

se daban tres volantines para atrás y luego tres para adelante; que esta mujeres

tenían un guacal blanco y que a la última voltereta vomitaban el alma en el guacal.

Ya sin alma, tomaban figura de monos o micos y se dedicaban a hacer “diabluras”.

Y así, estas brujas, acompañadas de la oscuridad de la noche, se trepaban a los

árboles y tiraban frutas a la gente. Se subían a los techos de las casas, saltando

de un lugar a otro y arrojando pedradas contra las piedras de la calle. Muchas

personas han tratado de agarrar y matar a la mona o al mico, pero de nada les

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sirve, pues cuando ya están cerca y creen tenerlo acorralado se les esfuma como

por encanto.

También contaban nuestros antepasados que estas mujeres podían convertirse en

chanchas grandes, negras y llenas de lodo.

Apenas veían a la persona “señalada”, aligeraban su trote y comenzaban a gruñir.

Embestían furiosamente a la persona y le daban trompadas y mordiscos en las

piernas hasta derribarla y hacerle perder el conocimiento. Al día siguiente, la

víctima amanecía molida y mordida, y con los bolsillos vacíos.

3. La Leyenda de la Segua

Es una joven muy linda, que persigue a los hombres mujeriegos para castigarlos.

Se aparece de pronto en el camino pidiendo que el jinete la lleve en su caballo,

pues va para el pueblo más cercano. Y dicen que ningún hombre se resiste a su

ruego. Hay quienes le ofrecen la delantera de la montura y otros la llevan a la

polca. Para ella es lo mismo. Pero a medio camino, si va adelante vuelve la

cabeza y si va atrás hace que el jinete la vuelva. Entonces aquella hermosa mujer

ya no es ella. Su cara es como la calavera de un caballo, sus ojos echan fuego y

enseña unos dientes muy grandes, al mismo tiempo que se sujeta como un fierro

al jinete. Y el caballo, como si se diera cuenta de lo que lleva encima, arranca a

correr como loco, sin que nada lo pueda detener.

Otras leyendas cuentan que las Seguas son varias. Y no faltan ancianos que

aseguren que cuando ellos eran jóvenes atraparon a una Segua. Pero que una

vez atrapada y echa prisionera se les murió de vergüenza. Y que al día siguiente

no encontraron el cadáver, sino solamente un montón de hojas de guarumo,

mechas de cabuya y cáscaras de plátano.

4. EL DUEÑO DEL LAGO

Resulta que un amigo de Pedro que sabía , y vivió la historia de la época de Colón

y cuando Alvarado vino a Guatemala y pidió mucho oro y los que poblaban el

hermoso municipio de Atitlán prefirieron tirarlo al lago. El amigo de Pedro se puso

a pensar acerca de su vida, ya que era el más pobre en Atitlán. Y luego de pensar

y haberse recordado del oro que atiteca habían tirado en el lago, decidió bucear y

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buscar esos tesoros, pero cuando entró al agua se topó con el dueño del lago que

lo agarró y le dijo que se regresara hacia fuera. Resulta que ese hombre tiene una

casa enorme y perfecta con columnas. Ese señor tiene una señora y en realidad

es ella quien tiene importancia y resulta que para dejar salir al amigo de Pedro, le

pidieron que mandara tres cabezas en recompensas de mucho oro que el

deseaba, y el amigo de Pedro dijo que cumpliría y cumplió matando a tres,

cortándoles la cabeza y mandándolos al lago, el siguiente día su casa estaba llena

de oro y fue el millonario de Atitlán.

5. EL GATO Y EL RATÓN

Una vez un gato que cuidaba la casa y que la dueña de la casa no queria quie en la casa entraran ratones ni mucho menos ratas y un dia la señora se fue al mercado y dejo a su gato en la cocina y que si el gato el guardian de la casa tenia mucho sueño y el gato se durmió y un raton estaba atento a que entrara en la casa y que tenia mucha hambre y en tro en la casa y escarbo un hoyo para los demas ratones y el gato no sintio cuando llego el raton y la señora no se habia dado cuenta que ya habia entrado un raton en la casa pasaron 3 dias cuando la señora se dio cuenta que entro un raton en la casa y le enseñaron al gato donde escarbo el raton y el raton ya no podia salir de su casa que habia escarbado y fue asi que el raton yano tenia salida escarbo otro hoyo para salir a la calle y fue asi cuando el raton nunca volvio a esa casa.

6. EL ECLIPSE

Dicen que cuando se daban los eclipses de luna, la gente se tomaba el trabajo de sonar ollas, sartenes, latas y otros objetos ruidosa, con el fin de que se alejara y ya no se dieran tales eclipses. La luna siempre provocaba eclipses, a veces parecía que solo por molestar a la gente, pero las personas del pueblo no se cansaban de sonar los objetos para que se quitara del sol. Dicen que una vez se produjo otro eclipse de sol y la gente, como de costumbre, empezó a sonar ollas, sartenes y trastos, pro la luna no hizo caso y en lugar de hacerse a un lado, se fue directamente con el sol a darle queja. Bueno empezó a decirle al sol estas gentes son muy desobedientes. No agradecen para nada la luz que les doy de noche el sol, luego de escuchar todo esto ya estaba para responder a la luna, cuando de pronto, la planta de la hierva espinosa respondió a la luna de esta manera: no sea mentirosa, porque la gente de la tierra es muy obediente como no te va a respetar y como no van a agradecerte la luz que les brinda de noche? Si lo haces con migo si soy espinosa y me besa cuando me encuentra en el campo como es que t quejas así?.

7. ESPANTO

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Don Luis González Chavajay, cuando era joven comerciaba mucho, salía y entraba a otros municipios , en esa época transitaba mucho sobre el lago de Atitlan . Una vez el referido señor González, se levantó de muy noche para ir de viaje, tenía que ir a traer a otro señor quien era encargado de transportar la venta en un cayuco, en eso vio un personaje blanco, tenía una altura como de ocho brazadas y sus pies posaban sobre los muros de cada uno de los lados del camino. Entonces al ver esto don Luis se asusto mucho, pero al rato se le vino en mente lo que le habían contado sus compañeros cuando eran niños, que cuando vieran algún espanto. Lo primero que debían hacer era coger cuatro cigarros y cuatro cerillos entrelazadas y tirarlos encima del espanto. Esto era suficiente para liberarse y entonces el inmediatamente recogió cuatro cigarros, los entrelazo y los echo encima del espanto este al rato cayo como si se hubiera derrumbado el muro de piedra y al instante desapareció, de allí don Luis continuó su camino. Al llegar con el señor su compañero de viaje, le preguntaron porque había tardado, entonces contó lo sucedido en la calle. Don Luis actualmente tiene 71 años, confirma la existencia de los espantos y que estos no son ninguna mentira ni broma, porque el mismo lo ha vivido.

8. PEDRO EL CAZADOR

Salió de su casa junto a su perro llamado sultán ,se dirigen hacia la montaña en busca de animales . Estando dentro del bosque ,ven una manada de conejos, sultán empieza a perseguir a los conejos ,corre y corre para ver si es posible apresar a alguno de ellos.

De proto Pedro y sultán se encuentran en un lugar muy hermoso ,quisieran salir pero ya no encuentran ningún camino, están perdidos . Don Pedro escucha una voz extraña que le dice : por que quieren matar a los conejos estos animales me pertenecen ,ustedes no pueden llevarse a ninguno . tres días permanecen encerrados en ese precioso lugar después encuentran el camino para regresar a casa sin haber logrado el propósito.

9. EL CASAMIENTO

Una vez , hubo una gran fiesta en la playa era el casamiento del escarabajo y la escarabaja . invitan a todos los animales pequeños , los gusanitos ,los grillos, las abejas , las polillas y las mariposas . cada uno llevaron canciones como regalo para ador nos , los sapitos y grillos cantaron canciones mientras los demás animalitos bailaban contentos , la cucaracha lleva las tortas y manzanas . todos comieron pero las picaras comilonas polillas tenían hambre , se enojaron por que no había mas tortas y comenzaron agujerar los adornos que esta sobre la mesa ,pobres adornos que feas estaban todos los animalitos querían pegar los

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pedacitos caídos ,llego la mariposa hizo una mágica enseguida aparare ció atrás adornos mas hermosos y de muchos colores . los animalitos comenzaron nuevamente el baile y al mismo tiempo hicieron una ronda para que los recién casados estuvieran contentos al terminar la boda y la fiesta de los animalitos .-

10. EL NIÑO LEÑADOR

Un día un niño fue a buscar leña al bosque caminaba con su lazo , su mecapal y su machete.

El niño pensó contar a cuantos animales encontrar en el camino ,contraria a los que caminan y a los que vuelan , y las plantas eran un mapache que había pasado por el lugar a penas vio la cola del animal. Por fin el niño leñador llego muy dentro del bosque descanso un rato luego empezó a hacer su leña , hizo su leña con ramas caídas y con ramas secas colgadas en los árboles . cuando José termino de a hacer su leña regreso a su casa le contó a su mama que vio muchos animales en el bosque.

Cuentos

1. La Bobina Maravillosa

Erase un principito que no quería estudiar. Cierta noche, después de haber recibido una buena regañina por su pereza, suspiro tristemente, diciendo: ¡Ay! ¿Cuándo seré mayor para hacer lo que me apetezca? Y he aquí que, a la mañana siguiente, descubrió sobre su cama una bobina de hilo de oro de la que salió una débil voz: Trátame con cuidado, príncipe. Este hilo representa la sucesión de tus días. Conforme vayan pasando, el hilo se ira soltando. No ignoro que deseas crecer pronto... Pues bien, te concedo el don de desenrollar el hilo a tu antojo, pero todo aquello que hayas desenrollado no podrás ovillarlo de nuevo, pues los días pasados no vuelven. El príncipe, para cerciorarse, tiro con ímpetu del hilo y se encontró convertido en un apuesto príncipe. Tiro un poco mas y se vio llevando la corona de su padre. ¡Era rey! Con un nuevo tironcito, inquirió:

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Dime bobina ¿Cómo serán mi esposa y mis hijos? En el mismo instante, una bellísima joven, y cuatro niños rubios surgieron a su lado. Sin pararse a pensar, su curiosidad se iba apoderando de él y siguió soltando mas hilo para saber como serian sus hijos de mayores. De pronto se miro al espejo y vio la imagen de un anciano decrépito, de escasos cabellos nevados. Se asusto de sí mismo y del poco hilo que quedaba en la bobina. ¡Los instantes de su vida estaban contados! Desesperadamente, intento enrollar el hilo en el carrete, pero sin lograrlo. Entonces la débil vocecilla que ya conocía, hablo así: Has desperdiciado tontamente tu existencia. Ahora ya sabes que los días perdidos no pueden recuperarse. Has sido un perezoso al pretender pasar por la vida sin molestarte en hacer el trabajo de todos los días. Sufre, pues tu castigo. El rey, tras un grito de pánico, cayó muerto: había consumido la existencia sin hacer nada de provecho.

2. El cedro vanidoso

Erase una vez un cedro satisfecho de su hermosura. Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro. Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro. Si con lo hermoso que soy diera además fruto, se dijo, ningún árbol del mundo podría compararse conmigo. Y decidió observar a los otros árboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo alto de su erguida copa, apunto un bellísimo fruto. Tendré que alimentarlo bien para que crezca mucho, se dijo. Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del cedro, no pudiendo sostenerlo, se fue doblando; y cuando el fruto maduro, la copa, que era el orgullo y la gloria del árbol, empezó a tambalearse hasta que se troncho pesadamente.

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¡A cuantos hombres, como el cedro, su demasiada ambición les arruina!

3. El Caballo Amaestrado Un ladrón que rondaba en torno a un campamento militar, robo un hermoso caballo aprovechando la oscuridad de la noche. Por la mañana, cuando se dirigía a la ciudad, paso por el camino un batallón de dragones que estaba de maniobras. Al escuchar los tambores, el caballo escapo y, junto a los de las tropa, fue realizando los fabulosos ejercicios para los que había sido amaestrado. ¡Este caballo es nuestro! Exclamo el capitán de dragones. De lo contrario no sabría realizar los ejercicios. ¿Lo has robado tu? Le pregunto al ladrón. ¡Oh, yo...! Lo compre en la feria a un tratante... Entonces, dime como se llama inmediatamente ese individuo para ir en su busca, pues ya no hay duda que ha sido robado. El ladrón se puso nervioso y no acertaba a articular palabra. Al fin, viéndose descubierto, confeso la verdad. ¡Ya me parecía a mí exclamo el capitán Que este noble animal no podía pertenecer a un rufián como tu! El ladrón fue detenido, con lo que se demuestra que el robo y el engaño rara vez quedan sin castigo.

4. El Emir caprichoso Hubo una vez en un lugar de la Arabia un emir sumamente rico y muy caprichoso en el comer. Los mejores cocineros de la región trabajaban para él, forzando cada día su imaginación para satisfacer sus exigencias. Harto ya de tiernos faisanes y pescados raros, un día llamó a su cocinero jefe y le dijo: -Ahmed, voy a pedirte que me busques algún manjar que no haya probado nunca, porque mi apetito va decayendo. Si quieres seguir a mi servicio, tendrás que ingeniarte cómo hacerlo. -Si me ingenio y logro sorprenderos, ¿qué me daréis? Aquel gran glotón, repuso:

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-La mano de mi bellísima hija Al día siguiente, el propio Ahmed sirvió al Emir en una bandeja de oro, el nuevo manjar. Parecían muslos de ave adornados con una artística guarnición. Comió el Emir y gritó entusiasmado: -¡Bravo, Ahmed! Esto es lo más exquisito que he comido nunca. ¿Puedes decirme qué es? -El loro viejo que conservabais en su jaula de plata, señor. -Tunante! Me has engañado. ¡No te casarás con mi hija! El Gran Visir intervino en el pleito. Y puesto que el Emir había proclamado que el manjar era exquisito, sentenció a favor del cocinero, que fue dichosísimo con su hermosa princesa.

5. La Verdadera Justicia

Hubo una vez un califa en Bagdad que deseaba sobre todas las cosas ser un soberano justo. Indagó entre los cortesanos y sus súbditos y todos aseguraron que no existía califa más justo que él. -¿Se expresarán así por temor? -se preguntó el califa. Entonces se dedicó a recorrer las ciudades disfrazado de pastor y jamás escuchó la menor murmuración contra él. Y sucedió que también el califa de Ranchipur sentía los mismos temores y realizó las mismas averiguaciones, sin encontrar a nadie que criticase su justicia. -Puede que me alaben por temor -se dijo-. Tendré que indagar lejos de mi reino. Quiso el destino que los lujosos carruajes de ambos califas fueran a encontrarse en un estrecho camino. -Paso al califa de Bagdad! -pidió el visir de éste. -Paso al califa de Ranchipur! .-exigió el del segundo. Como ninguno quisiera ceder, los visires de los dos soberanos trataron de encontrar una fórmula para salir del paso. -Demos preferencia al de más edad -acordaron.

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Pero los califas tenían los mismos años, igual amplitud de posesiones e idénticos ejércitos. Para zanjar la cuestión, el visir del califa de Bagdad preguntó al otro: -¿Cómo es de justo tu amo? -Con los buenos es bondadoso -replicó el visir de Ranchipur-, justo con los que aman la justicia e inflexible con los duros de corazón. -Pues mi amo es suave con los inflexibles, bondadoso con los malos, con los injustos es justo, y con los buenos aún más bondadoso -replicó el otro visir. Oyendo esto el califa de Ranchipur, ordenó a su cochero apartarse humilde-mente, porque el de Bagdad era más digno de cruzar el primero, especialmente por la lección que le había dado de lo que era la verdadera justicia.

6. La venta del asno Erase un chicuelo astuto que salió un día de casa dispuesto a vender a buen precio un asno astroso. Con las tijeras le hizo caprichosos dibujos en ancas y cabeza y luego le cubrió con una albarda recamada de oro. Dorados cascabeles pendían de los adornos, poniendo música a su paso. Viendo pasar el animal tan ricamente enjaezado, el alfarero llamó a su dueño: -Qué quieres por tu asno muchacho? -iAh, señor, no está en venta! Es como de la familia y no podría separarme de él, aunque siento disgustaros... Tan buena maña se dio el chicuelo, que consiguió el alto precio que se había propuesto. Soltó el borrico, tomó el dinero y puso tierra por medio. La gente del pueblo se fue arremolinando en torno al elegante asnito. ¡Que elegancia! ¡Qué lujo! -decían las mujeres. -El caso es... -opuso tímidamente el panadero-, que lo importante no es el traje, sino lo que va dentro. -insinúas que el borrico no es bueno? -preguntó molesto el alfarero.

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Y para demostrar su buen ojo en materia de adquisiciones, arrancó de golpe la albarda del animal. Los vecinos estallaron en carcajadas. Al carnicero, que era muy gordo, la barriga se le bamboleaba de tanto reír. Porque debajo de tanto adorno, cascabel y lazo no aparecieron más que cicatrices y la agrietada piel de un jumento que se caía de viejo. El alfarero, avergonzado, reconoció: -Para borrico, yo!

7. Secreto a voces Gretel, la hija del Alcalde, era muy curiosa. Quería saberlo todo, pero no sabía guardar un secreto. -Qué hablabas con el Gobernador? -le preguntó a su padre, después de observar una larga conversación entre los dos hombres. -Estábamos tratando del gran reloj que mañana, a las doce, vamos a colocar en el Ayuntamiento. Pero es un secreto y no debes divulgarlo. Gretel prometió callar, pero a las doce del día siguiente estaba en la plaza con todas sus compañeras de la escuela para ver colocar el reloj en el ayuntamiento. ¡Ay!, el tal reloj no existía. El Alcalde quiso dar una lección a su hija y en verdad que fue dura, pues las niñas del pueblo estuvieron mofándose de ella durante varios años. Eso sí, le sirvió para saber callar a tiempo.

8. El Granjero Bondadoso Un anciano rey tuvo que huir de su país asolado por la guerra. Sin escolta alguna, cansado y hambriento, llegó a una granja solitaria, en medio del país enemigo, donde solicitó asilo. A pesar de su aspecto andrajoso y sucio, el granjero se lo concedió de la mejor gana. No contento con ofrecer una opípara cena al caminante, le proporcionó un baño y ropa limpia, además de una confortable habitación para pasar la noche. Y sucedió que, en medio de la oscuridad, el granjero escuchó una plegaria musitada en la habitación del desconocido y pudo distinguir sus palabras: -Gracias, Señor, porque has dado a este pobre rey destronado el consuelo de hallar refugio. Te ruego ampares a este caritativo granjero y haz que no sea perseguido por haberme ayudado.

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El generoso granjero preparó un espléndido desayuno para su huésped y cuando éste se marchaba, hasta le entregó una bolsa con monedas de oro para sus gastos. Profundamente emocionado por tanta generosidad, el anciano monarca se prometió recompensar al hombre si algún día recobraba el trono. Algunos meses después estaba de nuevo en su palacio y entonces hizo llamar al caritativo labriego, al que concedió un título de nobleza y colmó de honores. Además, fiando en la nobleza de sus sentimientos, le consultó en todos los asuntos delicados del reino.

9. La Aventura del Agua

Un día que el agua se encontraba en su elemento, es decir, en el soberbio mar sintió el caprichoso deseo de subir al cielo. Entonces se dirigió al fuego: -Podrías tú ayudarme a subir mas, alto? El fuego aceptó y con su calor, la volvió más ligera que el aire, transformándola en sutil vapor. El vapor subió más y más en el cielo, voló muy alto, hasta los estratos más ligeros y fríos del aire, donde ya el fuego no podía seguirlo. Entonces las partículas de vapor, ateridas de frío, se vieron obligadas a juntarse apretadamente, volviéndose más pesados que el aire y cayendo en forma de lluvia. Habían subido al cielo invadidas de soberbia y fueron inmediatamente puestas en fuga. La tierra sedienta absorbió la lluvia y, de esta forma, el agua estuvo durante mucho, tiempo prisionera del suelo y purgó su pecado con una larga penitencia.

10. Nuez de oro

La linda Maria, hija de los guardabosques, encontró un día una nuez de oro en medio del sendero. -Veo que has encontrado mi nuez. Devuélvemela -dijo una voz a su espalda. María se volvió en redondo y fue a encontrarse frente a un ser diminuto, flaco, vestido con jubón carmesí y un puntia-gudo gorro. Podría haber sido un niño por el tamaño, pero por la astucia de su rostro comprendió la niña que se trataba de un duendecillo. -Vamos, devuelve la nuez a su dueño, el Duende de la Floresta -insistió, inclinándose con burla.

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-Te la devolveré si sabes cuantos pliegues tiene en la corteza. De lo contrario me la quedaré, la venderé y podré comprar ropas para los niños pobres, porque el invierno es muy crudo. -Déjame pensar..., ¡tiene mil ciento y un pliegues! María los contó. ¡El duendecillo no se había equivocado! Con lágrimas en los ojos, le alargó la nuez. -Guárdala -le dijo entonces el duende-: tu generosidad me ha conmovido. Cuando necesites algo, pídeselo a la nuez de oro. Sin más, el duendecillo desapareció. Misteriosamente, la nuez de oro procuraba ropas y alimentos para todos los pobres de la comarca. Y como María nunca se separaba de ella, en adelante la llamaron con el encantador nombre de 'Nuez de Oro".