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2002. Cuenca Nazarena

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Revista Cuenca Nazarena 2002. Edita la Junta de Cofradías de Cuenca.

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Cuenca Nazarena 1

2 0 0 2Cuenca NazarenaPublicación Oficial de la Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca

S U M A R I O

E D I T O R I A L

S A L U D A S

E N T R E V I S TA S

INVESTIGACIÓN

O P I N I Ó N

N O T I C I A S

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L E Y E N D A

Comisión de Publicaciones de la Junta de Cofradías:

Antonio Abarca Contreras

Juan Carlos García Recuenco

Julián Recuenco Pérez

Diseño y Maquetación:

Z O O M - 3000, S.L.

Publicidad:

Editorial MIC

Imprime:

Editorial MIC

Edita:

Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca

C/ Solera, 2 16001 CUENCA Telf.: 969 228 050

Textos:

Fotografías:

Fotografía cubierta:

Fotografía contraportada:

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E D I T O R I A L

Mucho se ha escrito y hablado sobre la gran reconstrucción de la Semana Santa de cuenca que

se produjo en los años posteriores a la Guerra Civil. Bastante también, aunque relativamente menos, del

gran impulso que había recibido la celebración en los años del cambio de siglo, y que alcanzó su momento

más importante cuando, en 1902, las hermandades del Cristo de la Luz, Cristo de la Salud y Cristo de la

Agonía, firmaban la concordia que daba inicio a la procesión llamada “En el Calvario”, procesión de la que

ahora se cumple su primer centenario. No podía faltar, por lo tanto, una mención a este hecho que ha pasado

demasiado desapercibido por las hermandades directamente implicadas en la procesión aludida.

Y si la procesión de la mañana del Viernes Santo, ahora del mediodía, significó en su día la configuración,

casi definitiva, de la Semana Santa actual, impulsada tres años más tarde con la creación de otro desfile para

el Miércoles Santo, lo mismo significó para la restauración posterior la creación, cincuenta años más tarde,

de las procesiones de los dos domingos, el alfa y el omega cronológicos de la Semana Santa de Cuenca,

procesiones que pasaron por momentos muy difíciles, incluso por suspensiones temporales, hasta que, en

ambos casos, fuera creada, hacia los años setenta, la hermandad respectva, la de Jesús Entrando en Jeru-

salén y Nuestro Señor Jesucristo Resucitado. Estas hermandades están representadas, en el cincuentenario

de sus respectivos desfiles procesionales, de manera directa en esta edición de Cuenca Nazarena, como lo

están también otras que han atendido a la oferta del consejo de redacción y han enviado textos más o menos

institucionales: María Santísima de la Esperanza, La Negación y el Descendimiento.

Como viene ocurriendo desde hace algunos años, una parte importante de la publicación está dedicada a los

artículos de investigación. Todavía existen muchos campos abiertos para trabajar a favor de un conocimiento

más adecuado de los diferentes aspectos que conforman la Semana Santa de Cuenca. En los últimos años,

algo se ha hecho en los campos de la historia y la historia del arte, pero aún hay materias de conocimiento

completamente vírgenes en este sentido. Por lo que respecta a este año, continúa abierta la línea de la res-

tauración, y otra vez Elena Suay Vara y Marta Díaz Martínez, que tanto están trabajando en los últimos años

para solucionar los problemas causados en nuestras imágenes por el paso del tiempo, y por el agua que,

todos lo recordamos, sufrieron no hace muchos años, nos presentan su informe de la restauración que han

realizado a la imagen de la Virgen de la Esperanza, de Leonardo Martínez Bueno.

Por su parte el pregonero del año pasado, Enrique Buendía, nos realiza un estudio pormenorizado, pero al

mismo tiempo muy resumido, de cómo es la Semana Santa de nuestros pueblos, tan olvidada por los nazare-

nos de la capital a pesar de que también tiene algunos aspectos de gran interés. Los campos de la fotografía

y de la música también están representados este año con sendos trabajos de Laura Rodríguez Martín y

Fernando J. Cabañas Alamán. La primera, especialista en Imagen y Sonido, hace una aproximación a la

figura del fotógrafo hispano-húngaro Nicolas Muller, y a los encuadres que en los años cincuenta realizó para

la Semana Santa; el segundo, director del Conservatorio, nos acerca por su parte a Santiago de Pradas, a

quien se ha atribuido el tradicional Miserere de Cuenca, y desmonta definitivamente la leyenda de esta atri-

bución tradicional, sin base histórica alguna. La sección se cierra con la transcripción de algunos documentos

históricos que son importantes para nuestras cofradías, y que proceden del Archivo Diocesano de Cuenca,

transcripción que ha sido realizada por Julián Recuenco.

El esquema de la revista es, como decimos, continuista con la línea mantenida desde hace dos años. Por

ello, a la investigación se añaden también algunos artículos de opinión. Junto a algunos textos rescatados

de programas antiguos, la opinión está firmada esta vez por Juan Carlos García Recuenco y Carlos Calvo.

El primero, que últimamente ha diseñado la página web de la hermandad de la Santa Cena, nos acerca su

opinión contrastada sobre lo que las nuevas tecnologías pueden aportar, y están aportando, a la Semana

Santa de Cuenca. El segundo realiza una inmersión personal e intimista en los desfiles del año pasado. Todo

ello se complementa con las tradicionales entrevistas al cartelista y al pregonero de la Semana Santa de este

año, realizadas en esta ocasión por Alejandro de la Cruz y Julián Recuenco, y con un poema, muy sentido,

inédito, escrito en 1978 por Leonor Álvarez Arribas.

Finalmente, algunos de vosotros echaréis de menos una sección ya tradicional de la revista: las noticias. Hay

que dejar constancia que no es por falta de éstas por lo que no aparecen aquí, sino realmente por falta de

espacio. La comisión quiere, por ello, dar las gracias a todos los que han colaborado, y que han provocado

esta situación enormemente bella (que también existió el año pasado) de tener que eliminar material incluso

cuando ya estaba montado, y se despide remitiendo al lector al último párrafo de la editorial del año anterior:

la revista que tienes en las manos, lector y nazareno, es desde ahora mismo, solamente tuya.

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JAVIER CARUDA DE JUANAS

Presidente de la Junta de Cofradías

Queridos Nazarenos Conquenses:

Un año más la Junta de Cofradías de Semana Santa cumple su primer encuentro con vosotros. La

edición de Cuenca Nazarena posibilita que las hermandades y la propia Junta de Cofradías se aproximen un

poquito más a los conquenses, nazarenos o no, para mostrarles el trabajo silencioso que, desde la Semana

Santa anterior, se ha venido realizando.

Hemos intentado preparar un programa de actividades que nos acorten estos días que faltan hasta el

tan ansiado Pregón de Semana Santa, que en esta ocasión, estará dictado por D. Antonio Pérez Valero.

Todos tenemos presentes en cada momento, los recuerdos que en años pasados hemos vivido alre-

dedor de nuestra hermandad o cofradía, están todos nuestros sentidos predispuestos, pero todavía nos tene-

mos que conformar con evocar dichos momentos.

Al menos, espero que estos actos cuaresmales sirvan para magnificar el verdadero sentido de la

celebración. No podemos olvidar que estamos recordando la Pasión, Muerte y, sobre todo, la Resurrección de

Nuestro Señor Jesucristo.

Varios van a ser los momentos emotivos que vamos a vivir a lo largo de los próximos días, pero quiero

destacar dos especialmente; la inauguración del monumento al nazareno, con motivo del III centenario de

la fundación de la V.H. de San Juan Apóstol Evangelista y la celebración, con una solemne eucaristía, del I

centenario de la Concordia de la procesión “En el Calvario”.

No obstante, debemos recordar todos también otras dos fechas igualmente significativas el CL Ani-

versario Fundacional de la V.H. de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna y el LX aniversario de la

llegada a Cuenca de la Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno (del Puente), obra genial del no menos

genial José Capuz.

Es importante el recordar, año a año, con mayor solemnidad las fechas fundacionales o de singular

importancia, recordando y agradeciendo su esfuerzo en todo momento a aquellos que nos precedieron y

ayudaron. Por eso este año va a ser especial, creo que a todos se nos pondrá un nudo en la garganta cuando

los próximos días nos acerquemos hasta la Casa de Todos, hasta la Junta de Cofradías y no veamos allí a

Julio. Pero el pasado mes de Mayo, Nuestro Padre Jesús necesitaba un guardés para su Junta Celeste y no

había otro mejo que Julio. Vaya para él nuestro cariño y respeto.

A lo largo de estos días, vamos a disfrutar de charlas, foros, encuentros, conciertos, todas estas

actividades van a contribuir a nuestra preparación. Pero no debemos obviar algo que, quizá, en los últimos

años vamos relajando. Me refiero a la actitud. No podemos permitir quedarnos solamente en lo previo, hay

que incidir también en lo externo. No debemos permitir, ni un momento más, a nadie, nazareno de tulipa, de

capa o nazareno que desarrolla su rol como espectador, un mal comportamiento, gesto o actitud. Aquellos

que hicieron posible nuestra Semana Santa tal y como hoy la concebimos no se la merecen. Aquellos que

llegan a Cuenca reclamados por nuestra Semana Santa no deben llevarse una imagen errónea.

Pero decía antes que atrás han quedado infinidad de fechas, de reuniones, de debates...quisiera,

finalmente, que el ambiente distendido y relajado que ha presidido el trabajo de hermandades y Junta a lo

largo de este año confluya en la celebración que todos deseamos.

A todos los que habéis colaborado de una u otra manera GRACIAS DE TODO CORAZÓN.

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Todos queremos ver a Jesús. Cuenca es nuestra Jerusalén cercana, abierta al peregrino de toda raza, cultura y religión.

Nosotros. nazarenos de Cuenca, no sólo nos movemos por Cristo, sino que desamos ser “los primeros contempladores de su rostro”, y hacerlo muy cercano a los que, en silencio, aguardan “el Paso”, su mensaje y la mirada de todo un Dios, entregado a la muerte por AMOR.

Ser testigo del amor de Cristo quiere decir vivir sin cobardía las actitudes formales del cre-yente nazareno que, con túnica o sin ella, expande en todas las realidades temporales la buena noticia del Crucificado y Resucitado.

NUESTRA SEMANA SANTA del 2002 nos recuerda que debemos caminar siempre desde Cristo, haciendo que ÉL sea la fuerza inspiradora de nuestros pasos, siendo “buenos cirineos y verónicas en el mundo tan complejo, inseguro y vulnerable, que sigue esperando un nuevo orden, basado sólo en el poder y la fuerza, la tecnología y el dinero. NOSOTROS creemos en la “Civiliza-ción del Amor”, porque Jesús de Nazaret nos sigue diciendo: “amaos los unos a los otros como Yo os he amado” (jn. 13,34).

Potenciemos, en estos días santos la capacidad de ver en el prójimo “al hermano que per-manece, acogiéndolo y valorándolo como regalo de Dios (TMI 43).

Que nuestro ejemplo nazareno ayude a TODOS a contemplar los LOS PASOS con espíritu reflexivo y esperanzador.

NAZARENOS DE CUENCA

“TESTIGOS DEL AMOR DE CRISTO”

ÁNGEL HORCAJADA

Delegado Episcopal en la Junata de Cofradías.

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E N T R E V I S T A

D . A U R E L I O C A B A Ñ A S C A B E Z A

AUTOR DEL CARTEL ANUNCIADOR DE LA SEMANA

SANTA DE CUENCA 2002

Los nazarenos son el auténtico pilar que sostiene a la Semana Santa, por eso he querido rendirles un

homenaje en mi cartel, al nazareno impersonal, al naza-reno anónimo, de ahí ese blanco sin ningún signo o emblema”. Aunque el todo blanco nos sitúe en una par-cela del corazón de Aurelio; nada seríamos si nuestros afectos no estuvieran reflejados en nuestras obras.Mientras esto me cuenta estamos viendo el cartel en su casa del Parque de San Julián. Me fijo en que el paso del tiempo ha teñido de blanco su pelo y su poblado bigote, pero lo que no ha hecho ha sido suavizar sus opinio-nes forjadas hace tiempo. No es la primera vez que le oigo que Cuenca ha de estar explícitamente represen-tada cuando el tema sea la Semana Santa; tal vez por eso el otro elemento definitorio del cartel es precisa-mente Cuenca, la ciudad donde se desarrolla el drama, la ciudad cuyas vetustas piedras sirven de camino al flujo que une a generaciones de conquenses trans-mitiéndose sentimientos, costumbres y fe, sobre todo fe. Ha escogido el autor un anochecer del transito del invierno a la primavera conquense; unas pinceladas

fuertes marcan la silueta de la Cuenca acostada en las laderas de los cerros que le guardan las espaldas de los fríos vientos del norte, los ocres de la tierra helada se andan escondiendo en el negro que es sombra de la anochecida, y un tenue azul envuelve el escenario.

Arropados por unas marchas procesionales que tenuemente arroja al salón un aparato de música, Aurelio, como tratando de justificar algo que maldita falta que hace -una obra de encargo no debe aspirar a más que a reflejar el concepto que el artista tiene del tema encargado-, me dice que ha analizado los sesenta carteles que se llevan publicados, que en ellos ha visto mucha Virgen y mucho Cristo, imágenes procesionales en ocasiones repetidas, fotografías simples o montajes fotográficos de las mismas imágenes, algún que otro trabajo de ordenador, y que él ha huido de todo ello, fundamentalmente porque son técnicas que no maneja y porque se siente un artista (lo de artista es añadido mío) tradicional y sencillo.

Nuestro personaje, Aurelio Cabañas Cabeza, nació en Cuenca el día en que se conmemora a los santos Marino y Asterio del mes de marzo de 1920. Finalizó los estudios de Magisterio, pero no llegó a ejercer tan bella profesión al ingresar como funcionario en el Ministerio de Comercio, ahora goza de su jubilación junto a su mujer y recordando a sus tres hijos, dos mujeres y un varón, que por motivos profesionales no residen en Cuenca.

Como buen conquense, su vinculación a la Semana Santa se remonta a un buen puñado de años atrás. Me dice que desfiló representando al hermano mayor de la hermandad del Prendi-miento de Nuestro Padre Jesús (Beso de Judas), que era su hermano Alfonso, en la procesión del Santo Entierro de 1936. Posteriormente, en 1940, inscribió su nombre en esa hermandad y al día de

Texto: ALEJANDRO DE LA CRUZ

Foto:

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Si hiciéramos tres grandes bloques cronológicos en tu vida nazarena, el primero tu juventud y madurez antes de llegar a la Junta de Cofradías, el segundo el tiempo en el que desempeñaste cargos en la Junta, y por último desde tu salida de ésta hasta ahora. Destácame lo más signifi-cativo, lo mejor y lo peor de cada uno de ellos. Recuerdo especialmente los trabajos rea-lizados para la incorporación de la hermandad de “El Prendimiento” a la Semana Santa con la nueva imagen de Marco Pérez, que le fue entre-gada en 1941, así como que ante la escasez de hermanos y de banceros hubo que recurrir a la improvisación. Se desfiló con túnicas y capuces morados este año, por la ayuda recibida de la hermandad de “Nuestro Padre Jesús Nazareno” del Salvador. Fui testigo del esfuerzo de aque-llos conquenses por reorganizar nuestra Semana Santa que, aún con los precarios recursos con que contaban, la fueron engrandeciendo al ritmo que los escultores iban entregando las imáge-nes. Más tarde hubo años, no muchos, en los que a la euforia de los primeros momentos siguió un tiempo de indiferencia, comprobándose una disminución de participantes, objeto de gran pre-ocupación en la Junta. Había dificultades eco-nómicas generalizadas y hasta la tela blanca para las túnicas nos era concedida con autoriza-ción oficial por estar intervenida por el Gobierno. Resultaba caro hacerse hábitos y esto se hacía notar en el número de nazarenos. Escaseaban los banceros y las filas se cubrían pobremente a pesar de las desaparecidas túnicas de cola. Los últimos tiempos han traído una importante proliferación de actos en torno a la Semana Santa, algunos con escaso seguimiento. ¿Hay que seguir con una oferta amplia o es preferible seleccionar y potenciar?

Efectivamente, en los últimos tiempos las hermandades rivalizan en la organización de actos en torno a la Semana de Pasión. Alguno resultó brillante, pero otros no llegaron a intere-sar. En mi opinión creo que sería prudente estu-diar bien aquellos acontecimientos a organizar, que deberían producirse con un buen entendi-miento entre hermandades y Junta, entidad ésta que no debiera estar nunca al margen de las ini-ciativas de aquellas.

¿Conoces el proyecto del museo?. ¿Qué te parece?. ¿Crees viable un museo de la Semana Santa en Cuenca? Conozco poco del proyecto del museo de la Semana Santa. Solo vi unos planos y poco más. Mis dudas están en qué vamos a mostrar ¿Imágenes? No creo que las herman-dades saquen los pasos de las iglesias tradi-cionales. Los demás enseres, cruces alzadas, estandartes, guiones, faroles, todos de reciente adquisición, no creo que alcancen el interés del visitante. No obstante, como digo, no tengo sufi-ciente información.

Las distintas hermandades parecen tocadas por la fiebre de las innovaciones. ¿Cómo ves el final de esta carrera innovadora? En este punto yo, que soy muy tradicio-nal, no puedo ser partidario del progresismo en este tema. Los ordenadores, las hermandades en páginas de Internet, es algo que no entiendo. A este respecto no sé quien se atrevió a sustituir en algunas publicaciones e incluso en documen-tos oficiales de la Junta, el escudo tradicional que todos conocemos, por otro de ordenador de bastante mal gusto. Estamos conservando a capa y espada una tradición y no tenemos dere-cho a modificarla para ponerla al día.Me viene a la memoria en mis visitas a encuentros en Valla-

hoy luce con orgullo su condición de ser el número uno de dicha cofradía, en la que ha ostentado multitud de cargos, vocal, secretario y representante ante la Junta durante muchos años. Durante los veinte años siguien-tes fue bancero y después, como representante, presi-dió la Procesión del Silencio durante otros tantos años, privilegio que se concede a la hermandad más antigua en ese desfile.

Su otra hermandad es la de La Cruz Desnuda, donde no ha ostentado cargo directivo pero si tuvo la satisfacción de ser bancero en la procesión del Sábado Santo en la que también desfiló la “Dolorosa” de Pedro de Mena. Para la Junta de Cofradías fue captado por Manuel Sáiz Abad, entró como vocal y más tarde en Secretario en sustitución de Ángel Martínez Soriano, cargo que ocupó hasta su dimisión que cree recordar que fue en 1995.

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dolid y al congreso de Semana Santa en Zamora el exquisito respeto con que cuidan sus tradicio-nes.

Nacer en el seno de tu familia debió llevar implí-cito una especial sensibilidad para las bellas artes, la música, la pintura. ¿Cómo era aquel ambiente familiar? Me preguntas por el ambiente familiar en que viví. La música siempre estuvo presente. El piano que presidía la sala de mi casa de Carrete-ría; en el que aprendieron mis hermanos Adela y Alfonso, del que se ayudaba mi padre para com-poner, y que por extrañas razones ha ido a parar a otras manos, fue un símbolo para nuestra fami-lia. Allí se formaron orquestas, rondallas y pasa-ron músicos de todas clases, alguno creo que de tu familia, y se componía, se ensayaba en aque-lla época en que la música no se servia en lata sino que había que hacerla en vivo.La pintura y el dibujo vinieron después. Mi her-mano Alfonso fue alumno de don Luis Marco Pérez y él hasta su muerte y yo, hemos conti-nuado tocando esta materia. Ahora mi hijo varón es profesor de Bellas Artes y ha sido músico en algunas bandas de música, como la de Cuenca.

En varias ocasiones has abordado la Semana Santa como tema de tu obra pictórica. ¿Qué le encuentras para llevarla al lienzo o al papel? Como consecuencia de mi afición por la pintura, he ilustrado publicaciones, folletos, etc. Sin que ello haya representado para mí trabajo alguno.

Si pudieras hacer la abstracción de escoger un solo color que identificara la Semana Santa con-quense. ¿Cuál sería y porqué? Es difícil escoger. Cada día de la Semana Santa tiene el color que debe tener. Nuestros antepasados nos lo dieron todo hecho, ¿quién cambiaría los blancos en las noches procesio-nales?, ¿quién los morados del Jueves?, ¿quién el verde de la madrugada? El color en nuestra Semana Santa es el acertado en cada día.

El recorrido procesional es repetitivo hasta la saciedad. ¿Sigues encontrando lugares especia-les para ver los desfiles o para perpetuarlos en una imagen? Yo he visto las procesiones en cada rincón o pasaje del recorrido y siempre descubres algún ángulo nuevo que no habías visto antes. Hasta en Carretería, con mayor perspectiva, se ve la grandiosidad que ha alcanzado nuestra Semana Santa.

Un elemento que en los últimos tiempos parece tener una importancia tremenda, a raíz de las confrontaciones que provoca entre las herman-dades, es la música. ¿Cómo ves este asunto?. ¿Se valora justamente o es el simple prurito de que “mi hermandad lleva banda”?. A mí me da la sensación que si sacas al conquense de tres

o cuatro marchas procesionales, el “San Juan” de tu padre, “Nuestro Padre Jesús” de Cebrián o “Mater Mea” de Dorado, se acaba el interés musical. Efectivamente, todas las hermandades querrían llevar detrás una banda de música. Aquellas hermandades que por su colocación en el desfile tienen el privilegio de llevarla, deben saber que la banda no es de su propiedad y que el abuso no conduciría más que a la ordinariez.Yo si creo que nuestros paisanos se interesan por la renovación de marchas procesionales. Hoces Nazarenas ha hecho dos concursos y ha editado tres CDs de gran aceptación. Los conciertos en el Auditorio y en la iglesia de San Esteban son ejemplo de ello.Yo espero que sigan interesán-dose por las novedades, pero hay que recono-cer que hay marchas que no podrán olvidarse nunca.

En una ciudad de relevante importancia en el tema pictórico como es Cuenca ¿no te parece que el cartel como obra de encargo resta posibi-lidades de acceso a pintores en formación?. Que yo recuerde, desde que se tomó la decisión de encargar el cartel de cada año, tan solo Torner utilizó la fotografía. ¿Crees viable la técnica foto-gráfica para el cartel de la Semana Santa? He visto a lo largo de los años buenos y malos carteles, tanto dibujados como en foto-grafía. Yo prefiero el cartel manual. Para hacer un buen cartel o decir un buen pregón de nues-tra Semana Santa, no sirve solo contar con apti-tudes creativas o literarias. Hay que amarla de verdad y expresarse más con el corazón que con la técnica. Yo con el cartel casi he terminado mi misión, y digo casi, porque me falta componer una marcha fúnebre. Todo se andará.

La mañana se perdía adentrándose en el centro del día, Aurelio sigue desgranando recuerdos de sus muchos años ligados a la Semana de Pasión de su tierra, aquel encuentro, aquella visita, aquel viaje, en fin, vivencias que forman parte inte-grante de nuestro discurrir por este mundo.

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E N T R E V I S T AA N T O N I O P É R E Z V A L E R O

CONSEGUIR UNAS

HEMANDADES VIVAS,

UNAS HERMANDADES QUE

SIRVAN DE ALGO, CREO QUE

ES EL PRINCIPAL MOTIVO DE

LA SEMANA SANTA. ASÍ DE

CLARO.

Por Julián Recuenco Pérez

PREGONERO DE LA SEMANA

SANTA 2002

La primera pregunta en una entrevista de estas características no puede ser otra. ¿Quién es Antonio Pérez Valero, como per-sona, como conquense y como nazareno? Yo creo que es difícil separar cualquiera de las tres cosas, y sobre todo, pienso que es una pregunta que quizás debería contestar otra persona que no fuera Antonio Pérez Valero, para realizar un examen real de mí tanto como per-sona como conquense o como nazareno. Yo creo que como nazareno lo único que pretendo es ser consecuente conmigo mismo, y por lo tanto soy un poco “cabezota” con mis propios pensamien-tos, con mis propios ideales, y en ese aspecto, sí, soy difícil de convencer. Pero son tres cosas que van unidas, y no creo que sean fáciles de separar.

¿Qué significa para ti Cuenca y su Semana Santa? Indudablemente, aunque no podemos decir que lo sean todo, porque tenemos otras muchas cosas, Cuenca y su Semana Santa son una parte indivisible de mi propia vida. Aquí nací, aquí he vivido, por convicción además (es decir, ya no sólo por eso de que aquí has nacido y aquí vives), sino que me encuentro a gusto aquí. Y vivir en Cuenca y vivir la Semana Santa son dos cosas que yo creo que van también totalmente de la mano, y más cuando tus primeros recuer-dos y tus primeras enseñanzas, tus primeras tra-diciones te las han enseñado también vestido de nazareno. En consecuencia, cada día es más difícil separar una cosa de la otra. Yo por eso soy de los que siempre he dicho que la Semana

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Santa de Cuenca hay que vivirla todo el año, porque creo que Cuenca es a la Semana Santa lo mismo que la Semana Santa de Cuenca es a Cuenca, que ambas forman una simbiosis, algo totalmente imposible de separar, porque creo que así lo hemos decidido desde hace muchos siglos los conquenses.

Hace algunos años, cuando la Semana Santa necesitaba de una clara regeneración, de un nuevo impulso que la alejara definitivamente de un periodo concreto de la historia de España y de la Iglesia católica, recordemos en ese sentido el papel desempeñado por el nacional-catolicismo y, en sentido contrario, el concilio Vaticano II, que tan tarde llegó a la Semana Santa, tú fuiste el primer presidente laico de la Junta de Cofradías. ¿Qué significó para ti esa experiencia? ¿Cómo la ves ahora desde la distancia? La experiencia fue difícil, fue un reto, fue algo distinto y fue algo inesperado. Lo primero inesperado, porque en aquel momento, pese a que éramos muchos los que estábamos solici-tando un cambio en la Junta, realmente no pen-sábamos que iba a llegar tan rápido, que nuestro obispo, don José Guerra Campos, iba a impul-sar de golpe un cambio tan profundo, incluso ya

antes de que se produjera un cambio de estatu-tos. Quizá hubiese sido lógico primero hacer un cambio de estatutos y después, basándose en la nueva legislación, haber escogido la Junta y el presidente, puesto que los estatutos que esta-ban en aquel momento en vigor establecían un presidente sacerdote elegido por el obispo. Nos sorprendió a todos y yo fui el primer sorpren-dido. Significó quizá un encuentro real con la Semana Santa, con sus problemas, un encuentro real con algo más que la estética de la Semana Santa, con el vivirla día a día. Aunque llevaba muchos años como directivo de San Juan, no es lo mismo estar en la platea que estar arriba, teniendo que tomar decisiones todo el año, y decisiones muchas veces duras, importantes, que sabes que van a sentar mal. Significó mucho también porque además, en contra de lo que muchos nos dijeron en aquellos momentos, que era que dejásemos correr el tiempo hasta unos nuevos estatutos, los que entonces estábamos en la Junta de Cofradías decidimos que no, que había que pasar, y puesto que era la ocasión, teníamos que complicarnos la vida y aceptar. Nos llevamos muchos berrinches, nos llevamos muchos desengaños y también muchas ale-grías.

Fue una etapa desde el año 1993 prácti-camente hasta 1996, desde junio de 1993 hasta después de la Semana Santa de 1996. Fue, en definitiva una etapa distinta, una etapa que vivi-mos trescientos sesenta y cinco días al año y veinticuatro horas todos los días por y para cam-biar o intentar cambiar la Semana Santa. Luego, unas cosas se han cimentado, otras cosas se han cambiado. Yo creo que el espíritu perma-nece, y significó una época de realización, una época de estímulo contra los inconvenientes, una época muy bonita, muy nazarena que indudable-mente es buena. En la distancia, ya ahora lo veo de forma distinta a como lo veía antes de 1993, pese a ser ya directivo. Quizá en lo que más se cambia des-pués de esa responsabilidad es que de alguna manera te das cuenta de que las hermandades, o de que tu hermandad, o de que cada herman-dad sola no es nada, y cuando estas en esos puntos de lucha diaria, de un quehacer completo, de un trabajar para que de domingo a domingo todo, sin excepción, salga bien, es cuando te das cuenta de que si la Semana Santa existe es per-maneciendo todos de la mano. En consecuen-cia, quizás para tener lo que la Semana Santa que Cuenca se merece, no digo que no estemos trabajando para ello, todos los nazarenos con-

quenses deberíamos pasar por puestos de res-ponsabilidad, y después quizás tendremos esa Semana Santa que la ciudad se merece.

La pregunta anterior hace referencia, aunque sólo sea de pasada, a la historia de la Semana Santa. Tú y yo sabemos que este es un tema, por poco tratado con seriedad, demasiado mitificado por los nazarenos conquenses. ¿Por qué es para ti importante el conoci-miento del pasado? ¿Cómo afecta ese pasado al presente de la Semana Santa? ¿Qué desta-carías de esa historia? ¿Por qué es importante para mí el estu-dio del pasado? Lo primero porque si lo conozco no volveré a caer en los mismos errores, y lo segundo porque si lo conozco me va a servir para tener más claro el futuro. Porque siempre, y quizás también es una de las consecuencias de la presidencia de la Junta de Cofradías, yo siem-pre he mirado mucho el pasado de la Semana Santa, o he intentado mirarlo, y después me he dado cuenta de que lo importante no es el pasado, sino el futuro. El pasado nos tiene que servir simplemente como trampolín para cons-truir el futuro. Tenemos que conocer entonces en que trampolín estamos. No nos tiene que servir para dormirnos en él, sino como impulso para que la Semana Santa siga creciendo. Real-

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mente, el presente siempre está a caballo, es decir, quizá lo más irreal sea el presente porque no cabe la menor duda que ya es pasado o empieza a ser futuro. Recuerdo una homilía de un amigo que me quedo grabado. Decía en rela-ción a cómo trabajan los escultores: Cogen un trozo de madera y empiezan a dar golpes de gubia quitando, y casi nunca añaden. Siempre quitan, hasta que consiguen la imagen, la perfec-ción que ellos han ido haciendo. Quizá el pasado tenga que ser esa gran mole del escultor, y lo añadido tenga que ser lo menos posible hasta que esté para pulirlo, o hasta que, como escul-tores de la Semana Santa que debemos ser, lo veamos real. Así creo que afecta el pasado al pre-sente, e indudablemente al futuro. Le afecta más porque de alguna manera en la Semana Santa, durante generaciones hemos sido demasiado inmovilistas. Creo que esa es una herencia que hemos recibido, y que espero que las generacio-nes que vienen detrás y la vayan afectando de otra manera. En consecuencia, el futuro puede ser muy distinto, porque quizá haya un conoci-miento más real del pasado. Se están poniendo piedras para conseguir que haya menos leyenda y más realidad. Ese es el gran esfuerzo que se está haciendo, vamos a decir la última década y a lo mejor exagero, porque hasta ahora creo que nos hemos dedicado más al lirismo que a la propia realidad de cómo se ha llegado aquí. No cabe la menor duda que las nuevas generacio-nes van a conocer mejor el pasado, y en conse-cuencia van a tener una base mejor para juzgar cómo quieren que sea el futuro. En cuanto a qué destacar de esta histo-ria, yo creo que precisamente porque es pasado, hay que juzgarlo con la imparcialidad de pensar que el que en su día lo hizo, lo hizo pensando que estaba haciendo lo que mejor convenía en ese momento. Sería difícil destacar algo por un lado, y por otro lado sería muy bonito destacar tantas cosas, precisamente para que no se olvi-den, y para que se pueda juzgar ese pasado desde el gran sacrificio que ha supuesto para muchos conquenses y para muchos nazarenos. Yo creo que la Semana Santa se ha hecho a base de sacrificio; se ha idealizado el sacrificio del bancero, pero yo creo que el sacrificio se ha hecho durante el resto del año, no bajo el banzo precisamente, y que la Semana Santa ha ido mucho más allá de lo que es el desfile procesio-nal, afortunadamente, y que si la tenemos aquí es por eso. No ha sido un Viernes Santo ni ha sido un Jueves Santo, sino todo un año traba-jando por ella, tanto en agosto como en la propia Semana Santa.

Es cierto que uno de los problemas que los estudiosos de la Semana Santa nos encontra-mos, al menos desde mi experiencia perso-nal, es la cantidad de documentación que se nos hurta porque, demasiadas veces, ésta se encuentra en manos particulares y no de las

hermandades. ¿Te has encontrado tú también con ese problema? ¿Qué piensas de ello? Siempre que he podido, yo he sido un defensor de ese gran archivo de Semana Santa añadido a un museo del que yo también me con-sidero defensor. Debo decir que en casi todas las puertas a las que he llamado no se me han puesto pegas. En unas he hecho una fotocopia; en otras me han invitado, he pasado, he leído la documentación, he tomado notas,... Lo que pasa es que muchas veces, por lo menos hasta hace poco, desgraciadamente nos encontrába-mos esos mismos problemas en los archivos oficiales. De alguna manera no se estaba facili-tando precisamente la labor de una investigación de la Semana Santa en los archivos, en unos casos por el horario, y en otros casos porque los archivoeros se consideraban propietarios de un archivo, del que no dejan de ser sino meros administradores, meros cuidadores, meros divul-gadores. A mí por lo menos, se me han puesto pegas; afortunadamente eso es algo también que va pasando, que se va facilitando también nuestra tarea. Pero sí, no cabe la menor duda que al igual que se ha dicho muchas veces que cada conquense tiene su Semana Santa, igual que cada conquense tiene su hermandad, también hemos sido muy proclives a esto es mío, esto me lo dejó mi abuelo, independientemente de que luego acabe en la basura. Lo cierto es que para mí es muy triste, creo que ahora ya existe menos, pero en un tiempo era más fácil encon-

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trar cosas de Semana Santa en el “rastro” de Madrid que aquí.

Esta entrevista se ha hecho, por razones pura-mente logísticas, con dos meses por delante, antes de encontrarnos en la ansiada cita de San Miguel ¿Te resulta difícil reflexionar en la Semana Santa, en la pasión y muerte de Cristo, ahora, cuando acaba de nacer en el portal de Belén? No, porque como ya te he dicho antes, yo creo que vivimos la Semana Santa todo el año. Entonces, como precisamente la vives todo el año, no voy a decir a diario, pero sí reflexionas sobre ella a menudo. Indudablemente, el caldo de cultivo empieza en Cuaresma, y no cabe la menor duda de que entonces es mucho más fácil integrarte y reflexionar en la Semana Santa.

Para mí, cuando mejor se reflexiona en Semana Santa es cuando llevas el capuz puesto, porque de alguna manera es cuando estás solo., lo cual no quiere decir que el resto del año no puedas reflexionar sobre la Semana Santa Santa. A mí no me resulta difícil pensar en ella durante todo el año.

No quiero tratar demasiado en profundidad el tema del pregón. Sin embargo, ¿qué es para ti un pregón de Semana Santa? ¿Cómo se debe elegir desde tu punto de vista al prego-nero, desde el intimismo del que ha vivido la Semana Santa, o desde el punto de vista meramente literario y externo? Eso es cuestión de prisma y de visión. Y pienso que no se debe seguir una línea uniforme; es decir, ni podemos tener todo sentimiento ni

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podemos tener todo literatura. Podemos ir per-fectamente alternando ( y esto no quiere decir este año toca esto y este año toca lo otro). Nunca me han gustado las líneas marcadas. Yo creo que en Semana Santa cabe todo y, ¿por qué no?, en el pregón también. No sólo debemos escuchar nuestras voces. Muchas veces pode-mos aprender mucho más de voces que no sean las nuestras. El pregón, entendido como tal, y seamos claros, lo hacemos para los conquenses, lo hacemos para los nazarenos de Cuenca, no lo hacemos para los de fuera, y en consecuen-cia creo que muchas veces para que nos digan como somos es mejor que nos lo diga alguien que no nos conozca demasiado.

Para finalizar, hay un debate abierto entre la idoneidad de las actividades culturales y sociales que desde hace algún tiempo se vienen organizando en torno a la Semana Santa. Tu hermandad es una de las más acti-vas en este sentido, y buena prueba de ello es el monumento al nazareno y el hospital que se va a abrir en Brasil. ¿Cómo van estos temas? ¿Tenéis pensado seguir con esta intensa acti-vidad cultural? Indudablemente, claro que tenemos pen-sado seguir, más con la social que con la cultu-ral, aunque las dos van de la mano. Creo que las hermandades formamos parte de Cuenca y for-mamos parte de su cultura, porque la Semana Santa condensa en ella una serie muy impor-tante de sentimientos. Desde mi punto de vista, claro que si hay que mantener las dos. La cultura siempre va a enriquecernos. Además, no es un invento nuestro. La Semana Santa, si miramos a principios de siglo, ya organizaba actos cultura-les, y ya no sólo para su financiación. Es claro que las sesiones de teatro, más allá de su finan-ciación, consiguieron también activar la cultura conquense. Si cogemos los propios programas de Semana Santa, no han sido sino una forma de cultura. Si cogemos toda la difusión de las hermandades ahora mismo, constituyen también una parte viva de nuestra sociedad. Si ahora mismo cogemos un programa de 1929, por ejem-plo, desde los propios anuncios a la fotografía, si se hiciese un estudio detallado de cómo han evo-lucionado esos programas, estaríamos viendo también cómo ha evolucionado Cuenca. Lo que ocurre es que en cada momento habrá que ir adaptándose a la necesidad o a lo que en cada momento nos esté demandando la sociedad. En los últimos años ha habido congresos que se han celebrado en Cuenca que nos han llevado a un enriquecimiento con el conocimiento de otras Semanas Santas y que nos ha permi-tido aprender algo, y pienso que en otros luga-res habrá ocurrido lo mismo. Yo recuerdo ahora mismo que el año pasado la hermandad de San Juan Evangelista de la cofradía marraja de Car-tagena celebró su setenta y cinco aniversario. Tuve la suerte de ir representando a la herman-dad conquense de San Juan Evangelista, parti-

cipaban diversas hermandades de San Juan a nivel nacional, y una de las cosas que me chocó fue la tensión que existe en Cartagena con el “San Juan” de Cabañas. Lo habían escuchado aquí, les había gustado, se habían llevado la par-titura, y estaban tocando el “San Juan”. Y una parte de la cofradía estaba en contra y otra a favor. Eso no deja de ser cultura, y para mi fue motivo de satisfacción poder escuchar allí nues-tra música de Semana Santa En cuanto a la actividad social, la herman-dad de San Juan está ahora mismo construyendo la casa de acogida de San Juan Evangelista en el barrio de Gama, en Brasilia. Nos llena de orgu-llo que allí un grupo de adolescentes puedan tener acogida, cobijo y las condiciones de vida necesarias. Creo que es así, que entre hacer un manto y hacer una casa de acogida prefiero una casa de acogida. Veo que nuestra función como hermandad debe ir más hacia esa casa de aco-gida que hacia ese manto, porque creo que la realidad de nuestras hermandades debe ir más hacia su vida social que hacia su vida externa. Quizá el culto a lo externo lo hemos incre-mentado precisamente cuando en las herman-dades ha empezando a existir una economía más saneada, y en consecuencia se ha empe-zado a pensar en otras cosas, desgraciadamente muchas veces para sobresalir por encima de la de al lado. Vuelvo a la primera pregunta que me hacías, y pienso que es en este apecto en uno de los que la presidencia de la Junta de Cofradías me hizo ver distinto. Efectivamente, mi hermandad es mi hermandad; sigue siendo mi hermandad pese a haber sido presidente de la Junta de Cofradías, pero me gusta que vaya donde va, y que la de delante vaya bien y la de atrás también vaya bien. Conseguir unas hermandades vivas, unas hermandades que sirvan de algo, creo que real-mente es el principal motivo de la Semana Santa. Así de claro.

La entrevista llega a su final cerrando el ciclo sobre sí misma, volviendo otra vez sobre la primera pregunta, como la propia Semana Santa vuelve a cerrar cada año sobre sí misma el ciclo de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Dos amantes de la Semana Santa, dos investigadores de su pasado (siempre mirando hacia el presente y, sobre todo, hacia el futuro, como el pregonero de este año ha dicho a lo largo del diálogo), han reflexionado en lo que este ciclo significa en realidad, y que no es sólo un simple desfile de cara a la galería, sino una actividad íntima, religiosa, pero también, desde luego, cultural y, sobre todo, social.

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I N V E S T I G A C I Ó N

ELENA SUAY VARA

MARTA MARÍA DÍAZ MARTÍNEZ

Informe de la restauración de la imagen de Ntra. Sra. de la Esperanza.

JULIÁN RECUENCO PÉREZ

Roles masculinos y roles femeninos en la Semana Santa de Cuenca.

D. SERAFÍN LATÓN GOÑI,

Presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa.

D. SERAFÍN LATÓN GOÑI,

Presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa.

D. SERAFÍN LATÓN GOÑI,

Presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa.

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INFORME DE LA RESTAURACIÓN DE LA IMAGEN DE

NTRA. SEÑORA DE LA ESPERANZA

ELENA SUAY VARA

MARTA MARÍA DÍAZ MARTÍNEZ.

DESCRIPCIÓN

NOMBRE: Ntra. Sra. de la Esperanza

MATERIAL: Madera policromada

TÉCNICA DE EJECUCIÓN: Talla con gubias y escofinas. Policromía realizada con óleo sobre una preparación de sulfato cálcico y cola de conejo.

FECHA DE REALIZACIÓN: 1951.

PROPIEDAD: Venerable Hermandad de María Santísima de la Esperanza.

UBICACIÓN: Convento de San Pedro de las Reverendas Madres Justinianas.

Talla que desfila por primera vez en la Semana Santa conquense en 1952, habiendo sido su autor el imaginero conquense Leonardo Martínez Bueno.

Se trata de una imagen de talla com-pleta, a pesar de haberse realizado para ser vestida, con brazos articulados en hombros y codos. Lleva el cabello suelto hacia atrás, sobre los hombros.

Como aditamentos, junto a los ropajes

de muy buena factura, anillo, broche y ojos de cristal con pestañas postizas. ESTADO DE CONSERVACIÓN

El estado general de la imagen no era alarmante, aunque presentaba algunas altera-ciones puntuales:

- Grietas:• De pequeñas dimensiones en el lado izquierdo del rostro, dedo meñique de la mano izquierda y pierna adelantada.• De grandes dimensiones en el pedestal y en el torso.

- Pérdidas de policromía en manos y pies debido a los roces de la manipulación, y en todo el cuerpo, especialmente el pecho, por incisión de alfileres en el acto de vestir la imagen.

- Orificios por insectos xilófagos (anobium punc-tatum), en el pie derecho y el pedestal.

- Tornillos de hierro.

- Espárrago de hierro roscado que sale de una pletina sujeta con cuatro tornillos en la parte alta de la cabeza (para sujetar la corona).

- Suciedad general, con presencia de repintes parciales y barnices excesivamente brillantes.

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TRATAMIENTO REALIZADO

TRATAMIENTO DESINSECTANTEPREVENTIVO-CURATIVO

Tenemos constancia de la realización de un tratamiento curativo por la empresa del Sr. Navarrete hace unos años. No obstante, y teniendo en cuenta la duración limitada de todo tratamiento anti-xilófagos, consideramos opor-tuno la realización de un nuevo tratamiento mediante la impregnación del pedestal e inyec-ción en los orificios con Xilamón Fondo, y el man-tenimiento de la imagen en atmósfera saturada de Paradiclorobenceno durante el tiempo opor-tuno.

SELLADO DE GRIETAS Y ORIFICIOS

Se llevó a cabo con cola de conejo y estopa en las grietas pequeñas, madera de cedro en los orificios grandes, y Araldit Madera en las grietas mayores y orificios de xilófagos.

Las grietas del torso, bajo los brazos, parecían en principio ser más pequeñas de lo que resultaron al ser saneadas, pues habían sido anteriormente selladas con estuco que hubo de ser eliminado, y se comprobó así tanto su lon-gitud, de unos 20 cm., como su profundidad y grosor, ambos considerables.

La grieta del rostro se selló, previa aper-tura mecánica, solamente en su parte superior, ya que en la zona que cruza la mejilla, la grietas eran tan finas que su apertura podía dañar más a la policromía circundante de lo que distorsiona en la actualidad, apenas visible a una muy corta distancia.

La policromía en torno a las grietas se protegió con gasa y cola de conejo para este proceso.

LIMPIEZA SUPERFICIAL

Se limpiaron barnices, repintes, y sucie-dad general con una mezcla de alcohol etílico y acetona, aplicados con hisopos de algodón

hidrófilo, insistiendo donde era necesario con bisturí.

Los barnices brillantes aplicados en torno a los ojos y en los labios hubieron de ser elimi-nados exclusivamente a punta de bisturí.

Se optó por eliminar también las pesta-ñas, puesto que habían sido añadidas con poste-rioridad, y distorsionaban considerablemente el aspecto general del rostro. La imagen presenta ahora una mirada mucho más limpia y despe-jada tras la eliminación.

ESTUCADO

Se estucaron las lagunas con cola de conejo y sulfato cálcico, a la manera tradicional.

REINTEGRACIÓN CROMÁTICA

Se reintegró el color con acuarelas sobre una base de témpera, de forma totalmente rever-sible. Las reintegraciones se protegieron con gomalaca.

SUSTITUCIÓN DE TORNILLOS Y PLETINA DE HIERRO

La pletina de la cabeza fue sustituída por un tubo metálico roscado tanto por el interior como por el exterior. Este sistema es menos apa-ratoso que el anterior, y se elimina con facilidad.

Los tornillos de las articulaciones fueron sustituidos por un sistema que recubre la espiga del brazo con un tubo metálico, evitando así tanto los movimientos no deseados como la futura hol-gura del orificio. Lo llevó a cabo el miembro de la hermandad Ricardo Montero.

PROTECCIÓN FINAL

Se barnizó la imagen con Paraloid B-72, al que se añadió cera microcristalina, hasta con-seguir un aspecto totalmente mate, mucho más natural que el anterior acharolado.

Cuenca, diciembre de 2001

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La tradición popular más arraigada en las

celebraciones semanasanteras conquenses ha con-

vertido a Santiago de Pradas, el que hace casi dos

siglos rigiese los destinos de la música catedralicia

conquense, en poco menos que un mito, en algo

parecido a un ídolo, en un referente incuestionable de

la buena música.

Cuando hace más de ciento cuarenta años D.

Trifón Muñoz y Soliva sacaba a la luz su episcopolo-

gio conquense, éste ya se hacía eco de las leyendas

y notoriedades que en torno a Pradas empezó a tejer

la sociedad conquense. Y es que dicha colectividad,

posiblemente necesitada en aquellos momentos de

construir en torno a sí misma inalterables símbolos,

levantó, sobre un pedestal de cartón-piedra, una efigie

cuya fragilidad radicaba precisamente en los mate-

riales en que se sustentaba. Así, el rigor y la vero-

similitud sobre unos hechos y una vida que, lejos

de pasar inadvertidos en el tiempo en que le tocó

vivir a Pradas, tampoco despertaron los desvelos que

años después éstos alentaron, estuvieron ausentes

del sentir popular conquense creado en torno a él.

Toda esta situación conoció límites no imagi-

nados ni siquiera por el propio Santiago de Pradas

cuando “su” Miserere, aquél que un día alguien le atri-

buyó, empezó a convertirse en un símbolo ya estre-

chamente vinculado de por vida a la Semana Santa

conquense.

Sirvan las líneas que a continuación tiñen los

pliegos siguientes para, al tiempo que dar a conocer

un poco más de la vida de este célebre Maestro con-

quense, hacer justicia a todo lo que se ha tejido en

torno a él, su obra y su vida… aunque ello traiga con-

sigo la más que probable desmitificación de alguien

que, con razón o sin ella, lleva gozando de dicho reco-

nocimiento durante más de siglo y medio.

INFANCIA E INICIOS MUSICALES.

A pesar de haber transcurrido doscientos vein-

ticinco años, aproximadamente, desde el momento

en que supuestamente Santiago de Pradas vino a

este mundo, todavía no ha sido localizado documento

alguno en el que, de manera exacta, pueda certifi-

carse ni su fecha de nacimiento, ni la de su bautizo1,

así como tampoco el lugar en que vio la luz por pri-

mera vez. Sin embargo, por diversa documentación

originada con posterioridad a su nacimiento, y de la

que a continuación nos haremos eco, todo parece

apuntar a que vino a este mundo en la ciudad de

Cuenca a principios del año 1777.

Tampoco ha sido localizado expediente alguno

que nos dé información en torno a los acontecimientos

y hechos que acaecieron en la infancia del pequeño

Pradas; pero sí hay noticias sobre cómo, con quién y

dónde se desarrollaron sus inicios musicales.

ABUNDANDO EN EL CONOCIMIENTO DE

SANTIAGO DE PRADAS (1777-ca 1821)

Se le atribuye, sin base alguna, la autoría del celebérrimo

MISERERE

FERNANDO J. CABAÑAS ALAMÁN

Casi toda su obra musical se conserva en el Archivo de la Catedral de Cuenca.

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Así, tenemos conocimiento de que el pequeño

Santiago, en los primeros años de 1788, ingresó en

calidad de Infante de Coro en el Colegio San José2

que, anejo a la Catedral, se dedicaba a la formación

de los niños que habrían de servir como tales en

el primer templo conquense. Era la época en que el

Magisterio de Capilla de dicha Catedral estaba bajo

la sólida autoridad musical de Pedro Aranaz y Vides,

mientras que la Organistía Mayor era ocupada por

Juan Manuel del Barrio.

Y es precisamente a raíz de su ingreso en el

Colegio de San José cuando encontramos el primer

documento que hace referencia a él. Se trata del

informe elaborado con motivo de la Visita anual que,

coincidente con la festividad de San Lucas, se cele-

braba todos los años sobre el 18 de octubre. Así, en

la girada en 1788, encontramos las siguientes obser-

vaciones en torno a nuestro protagonista:

11º3.- Santiago de Pradas, natural de esta

ciudad, de edad de 11 años y de Colegio nueve

meses. Es útil y adelanta mucho4.

Los años venideros acumulan nuevos infor-

mes en torno al pequeño Pradas que vendrán a dar,

regularmente, información actualizada sobre los pro-

gresos musicales experimentados por el niño. Así, en

la Visita correspondiente al año 1789, se nos dice

que:

9º.- Santiago de Pradas, natural de esta

ciudad, de edad de 12 años y nueve meses y de

Colegio un año y 9 meses: mediana voz y aplicado5.

En términos similares se redacta la Visita de

1790:

8º.- Santiago de Pradas, natural de Cuenca,

de edad 13 años y 9 meses y de Colegio 2 y 9 meses.

Útil.

Y la de 1791:

6º.- Santiago de Pradas, natural de Cuenca,

de edad 14 años y 9 meses y de Colegio 3 y 9 meses.

Útil para primer coro y aplicado.

Será en 1792, siendo Santiago el tercer

niño en antigüedad en el Colegio, cuando empiecen

-¡cosas de la edad!- a matizarse sus cualidades musi-

cales, tanto por perder la voz como consecuencia de

la mudanza que ésta experimenta, como por produ-

cirse un mayor interés, por su parte, sobre el mundo

de la Composición:

3º.- Santiago de Pradas, natural de Cuenca,

de edad 15 años y 9 meses y de Colegio 5 no cumpli-

dos. Perdió la voz de tiple. Aprovecha conocidamente

en la Composición y es útil para el manejo de los

Libros de Coro.

Por fin, cumpliendo con lo preceptuado en

las Constituciones del Colegio, que establecían una

estancia máxima de cinco años en el Colegio, en

1793 Santiago será “despedido” del Colegio:

3º.- Santiago de Pradas, natural de esta

ciudad, de edad de 16 años y 9 meses, de Colegio

6: inútil por lo mismo que los antecedentes, y aprove-

chado, y el más adelantado en la Composición. Cum-

plido y despedido6.

AL SERVICIO CATEDRALICIO

A primeros de 1794, una vez fuera del Colegio

y ante la incuestionable atracción que por el mundo

de la música experimenta Santiago, unida ésta a la

precaria situación económica que atraviesa su fami-

lia, el joven se dirige por escrito al Cabildo de la Cate-

dral conquense a fin de solicitar que se le conceda

una plaza de Acólito, o de Contrabajista, con la que

poder, al tiempo que seguir en contacto con esta ins-

titución religiosa, tener un medio de supervivencia.

El acuerdo adoptado al respecto por el Cabildo, en

fecha 17 de enero de 1794, fue el que sigue:

Memorial de Santiago de Pradas, Infante de

Coro.

Leyóse memorial de Santiago de Pradas,

natural de esta ciudad, Infante de Coro de esta Santa

Iglesia, en que expone que habiendo cumplido el

tiempo de Colegio, se ha declarado vacante su beca

y mandado fijar edictos para proveerla, y en atención

a que sus padres se hallan pobres y que por lo mismo

no pueden mantenerlo ni ponerlo en carrera que

pueda asegurarle su mejor estar, suplica al Cabildo

se digne conferirle la primera vacante de Acólito que

ocurra o una plaza de contrabajo para las ausencias

y enfermedades de D. Aquilino Peñalver, por hallarse

suficiente para desempeñarla y aun servir de Pasante

a los demás Infantes. Se acordó que se tenga pre-

sente este memorial cuando se cumplan los edictos

que hay fijados para la provisión de dos becas, que

siendo una respectiva a la fundación que dejó el sr.

prior [Vicente] Trigueros [y Monroy], se fijen sólo en el

arcedianato de Alarcón y lugares que la vez anterior,

teniendo presente esto y demás puntos que se han

tocado en el día de la provisión.7

Pero el asunto no se resolvió tan rápidamente

como a Santiago le hubiese gustado ya que, el 14

de febrero de ese mismo año, una vez cubiertas las

vacantes de Infantes de Coro surgidas a raíz de las

salidas del Colegio, tanto de Juan Antonio González

como de él mismo, el Cabildo decidió someter a repo-

sado estudio el tema de las plazas de Acólito.

A este respecto, no hay que olvidar que en la

Catedral conquense, frecuentemente y durante mucho

tiempo, el Cabildo nunca puso reparo alguno para

conceder las plazas de Acólito a aquellos jóvenes

que, con manifiestas cualidades musicales, aunque

menguadas éstas momentáneamente por la inevita-

ble muda de voz que se experimenta en la pubertad,

se presumía que podrían hacer un gran servicio en el

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futuro. Así, siendo plazas totalmente alejadas de cual-

quier actividad musical, curiosamente casi siempre

fueron ocupadas por jóvenes que habrían de dedi-

carse de lleno, y en un futuro más o menos próximo,

al arte de la música.

Y como comentábamos, el Cabildo, antes de

adoptar resolución alguna en relación a la solicitud de

Pradas, quiso someter a estudio y revisión la situa-

ción creada:

Cómo se volvió a ver el memorial de Santiago

de Pradas.

En este estado se leyó el memorial del refe-

rido Santiago de Pradas que se vio en el Cabildo de

17 de enero próximo pasado y mantener presente

para cuando cumpliesen los edictos y fijados sobre la

provisión de las dichas becas, en que suplica se le

confiera la primera vacante de Acólito que ocurra o

una plaza de contrabajo para la ausencias y enferme-

dades de D. Aquilino Peñalver; y habiéndose confe-

rido y tratado sobre el tiempo que los Acólitos deben

permanecer en ese empleo con arreglo al plan que

se hizo últimamente, y aprobó por el Cabildo de la

enfermedad que padece el llamado Jávaga [Jábaga]

y por cuya causa se sirve su plaza por sustituto,

con lo demás que se tuvo por conveniente, habiendo

votado, se acordó que el Colegialito llamado Tarazona

salga del Colegio con el destino de sustituir al Acó-

lito Jábaga, en la conformidad que el sr. magistral lo

acomodase y con derecho a esta plaza de Acólito

si se llegase a verificar vacante por dicho Jábaga; y

para resolver sobre el acomodamiento del Colegiali-

llo Pradas, bájese el plan de Acólitos, y razón de los

años que cada uno lleva, para el lunes. 8

Y fue por fin el 17 de febrero de 1794 cuando

el Cabildo, una vez analizado el asunto, acordó con-

ceder, aunque con carácter de “futura”, plaza de Acó-

lito a Santiago de Pradas de manera que éste la

tomase en posesión llegado el momento de abando-

narla por parte del, en ese momento, ocupante de la

misma: un tal Tragacete:

Cómo se leyó el plan de Acólitos según lo

resuelto en el Cabildo anterior y lo que se resolvió.

Y habiendo pasado a tratar sobre el punto de

la vacante de la plaza de Acólito que quedó pendiente

en el anterior Cabildo, habiendo leído previamente el

plan de estas plazas y que resulta aprobado en el

acuerdo de 14 de agosto de 1789 y la razón de los

años de servicio que llevan los actuales Acólitos, se

acordó que respecto tener cumplido el tiempo estable-

cido el Acólito Tragacete y que ya podría buscar des-

tino con su habilidad y proporcionar por este medio

no se cause atraso en la regular salida que siempre

han tenido a estas plazas los niños Infantes de Coro,

y más habiendo en el día el Colegial [Santiago de]

Pradas, cuyo talento informan tener acreditado, sin

embargo, usando el Cabildo de la equidad que siem-

pre ha practicado con los dependientes de la iglesia,

prorroga por otros seis meses, contados desde hoy,

al predicho Tragacete en su plaza, que cumplidos

entrará a servirla el Colegial Pradas, permaneciendo

en el ínterin en el destino de Infante y Colegial de San

José. 9

Resulta curioso, aunque quizá también com-

prensible, que, una vez abandonadas por Pradas las

instalaciones del Colegio de San José en octubre

de 1793, éste tardase cuatro meses en solicitar al

Cabildo, tal y como era costumbre en la época, una

ayuda de costa con la que afrontar los gastos que

solían sobrevenir a los niños que abandonaban el

Colegio. Posiblemente, Pradas no quiso presionar al

Cabildo ya que esperaba que, de manera más o

menos inmediata, le nombrase Acólito. Pero es pro-

bable que, viendo que dicho hipotético nombramiento

se demoraba demasiado, finalmente optase por tra-

mitar la solicitud.

Memorial de dos Colegiales de San José.

Asimismo se leyó memorial de Juan Antonio

[Ángel] González y Santiago de Pradas, Colegiales

más antiguo y tercero del de San José, en que expo-

nen que por haberles faltado la voz y cumplido el

tiempo han sido despedidos, y necesitando de algu-

nas ropas para salir del Colegio, suplican al Cabildo

se digne concederles alguna ayuda de costa para

soportar estos gastos. Se acordó se libre a cada uno

50 reales en Fábrica y 50 reales en el Arca de la

Limosna, según estilo. 10

Una información que encontramos en el libro

de acuerdos capitulares correspondiente al año 1794,

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

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y que aparece fechada el 21 de marzo del mismo,

viene a matizar ligeramente las noticias hasta aquí

mostradas ya que, según ésta, Santiago de Pradas,

a pesar de haber causado baja como Infante de Coro

en el mes de octubre de 1793, habría gozado de la

benignidad del Cabildo y éste le podría haber autori-

zado a seguir residiendo en el mismo por algún tiempo

más, tras su “oficial” salida del Colegio. Y es que

esta situación, no regular ni frecuente, aunque tam-

poco extraña, se dio en contadas ocasiones, durante

los más de 250 años en que permaneció abierto el

Colegio de San José, en aquellos casos en que los

Infantes “expulsados” quedaban desamparados y sin

sustento alguno fuera de esta institución, gozando al

mismo tiempo del favor del Cabildo por tener éste pen-

sado, muy probablemente, destinarlos en un futuro

más o menos cercano a su servicio musical.

Así, no sería arriesgado pensar que el joven

Santiago siguió residiendo en el Colegio de San José,

a fin de servir de Pasante de los Infantes que en él

residían y, de paso, seguir ampliando su formación en

materia de Composición musical.

Estas deducciones emanan del siguiente

acuerdo capitular según el cual, el 21 de marzo de

1794, Santiago de Pradas habría alcanzado final-

mente el tan codiciado puesto de Acólito… aunque

bien es cierto que con carácter interino:

Sobre haberse ido un sustituto de Acólito.

El sr. Deán hizo presente se había ido a su

lugar el sustituto de Acólito Tarazona, y faltando un

sirviente para este ministerio, se aliviaba a la Fábrica

si para él saliese el Colegial [Santiago de] Pradas,

ínterin se cumplía el término que se señaló al Acólito

[Agustín] García [Peñalver], en cuyo caso como ya

tiene acordado el Cabildo deberá entrar en la plaza

que éste deje. Se acordó salga del Colegio Pradas a

servir esta sustitución por dicho tiempo con los acos-

tumbrados emolumentos. 11

Pero el caso es que el joven Santiago, lo que

realmente deseaba en ese momento no era si no

la concesión de la plaza de Acólito pero “en propie-

dad”. Y con dicha pretensión se dirigió nuevamente al

Cabildo. Y he aquí que, tras haberse tratado el asunto,

tanto el 18 como el 22 de agosto de 1794, los canó-

nigos conquenses decidieron finalmente conceder la

plaza vacante de Acólito, surgida ante la repentina

muerte del titular que la ocupaba, pero ¡a Francisco

José Olivares… y también con carácter interino!

Las cosas empezaban a no salirle tan bien al

joven Pradas como él hubiese deseado, llevándose

en esta ocasión el primero de los diversos reveses

con que, en su no longeva vida, habría de toparse.

Dan cuenta las actas capitulares conquenses

de que en octubre de ese mismo año de 1794, el

Cabildo tuvo conocimiento de un informe que, refe-

rido a Pradas, elaboró el entonces Maestro de Capi-

lla Pedro Aranaz. Pero ni del contenido del aludido

informe ni de las opiniones vertidas al respecto por los

canónigos queda hoy recuerdo alguno por haberse

tratado el asunto con la discreción propia de este

órgano de gobierno catedralicio. 12

El hecho cierto y concreto es que todo siguió

igual y que Santiago, en ese momento, empezó a

acostumbrase a que la suerte no le acompañase.

EL DESEO FRUSTRADO DE SER

ORGANISTA SEGUNDO

Pero no habría de pasar mucho tiempo, a

decir verdad tan solo unos cuantos meses, para que

Santiago de Pradas se diese de bruces nuevamente

al ver cómo sus aspiraciones en nada coincidían con

la voluntad y pretensiones del Cabildo.

Así, el hecho del que a continuación se da

cuenta tuvo lugar cuando ante la muerte del viejo

Organista Primero, Juan Manuel del Barrio13, el Orga-

nista Segundo, Alfonso Humana, ocupó la vacante de

Barrio, quedando por tanto vacante dicho puesto de

Organista Segundo o Menor14. Como era de espe-

rar, el Cabildo puso en marcha el mecanismo que

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

Page 27: 2002. Cuenca Nazarena

Cuenca Nazarena 26

en estos casos tenía por norma dicha institución, a

fin de que, mediante una oposición y a la mayor bre-

vedad posible, se contase con un nuevo Organista

Segundo.15

Hay que hacer notar que dichas oposiciones

no estuvieron carentes de situaciones a las que til-

daremos de “curiosas”, por no hacerlo de “irregula-

res”. Lógicamente, este no es el lugar apropiado para

hacer mención, con profusión, de las solicitudes -¡y

recomendaciones!- que, incluso antes de ser convo-

cada esta oposición, llegaron a la Catedral. Tampoco

lo es para profundizar en las razones que impulsaron

a algún opositor a, mediante documento escrito, diri-

girse al Cabildo a fin de preguntar, directamente y sin

rodeos, si en el proceso que en breve se iniciaría se

contaba con algún candidato que partiese, de ante-

mano, “con crédito y alguna hechura”. Y puestos a

dejar de lado aspectos llamativos, haremos lo propio

con el hecho de que, cerrado el plazo de admisión de

solicitudes para concurrir al proceso selectivo convo-

cado, se admitiesen dos una vez

expirado éste.

Lo cierto es que, al Edicto

convocatorio de las oposiciones,

respondieron ocho aspirantes pro-

cedentes de Zaragoza (1), Burgo

de Osma (1), Piedrahita (1), Toledo

(1), Córdoba (1) y Cuenca (3),

siendo Santiago de Pradas, por

supuesto, uno de ellos.

Será a partir de aquí

cuando empiece a adquirir tintes

peculiares la relación que entre

Pradas, el Cabildo y estas opo-

siciones, se dé. Si inicialmente

todo parecía apuntar a que Pradas

podría ser uno de los opositores

que de partida concurriese a ellas

con mayores posibilidades -una de

las dos solicitudes admitidas fuera

de plazo fue la suya-, pronto la

cruda realidad demostró que nada

más lejos podría haber en relación

a un hipotético trato de favor hacia él por parte de

los jueces de la oposición o del Cabildo catedralicio.

De hecho, el jurado, del que formaba parte su que-

rido y admirado Aranaz, no tardó en llegar a la con-

clusión de que Santiago no era, en ese momento,

un Organista lo suficientemente maduro, llegando a

escribir de él, su viejo maestro, que era “una planta,

que empieza a brotar, y que bien presto dará razona-

dos frutos”.

La conclusión no pudo ser más desa-

zonadora para Pradas ya que, llegado el momento de

la votación, de los cuarenta miembros presentes en

la reunión del Cabildo en la que se había de elegir

al nuevo Organista Segundo, vistos los informes emi-

tidos por los jueces, ni uno solo de los capitulares

dio su confianza a Pradas, … a ese mismo Pradas

que siglos después conocería un prestigio y recono-

cimiento que, sin duda, mejor le habrían venido de

haberlos tenido en vida.

Para cerrar este aspecto, baste decir que, a

pesar de que los jueces dieron los mejores avales al

opositor, también conquense, Pedro José Blanco, fue

el toledano Fernando Gil de Úbeda el que, el 20 de

abril de 1795, se alzó con la codiciada plaza de Orga-

nista Segundo.16

Pero como no hay dos sin tres, nuestro pro-

tagonista pronto cosechó un nuevo fracaso, aunque

esta vez en tierras más cálidas. Así, recibido el pre-

ceptivo permiso del Cabildo conquense para concu-

rrir a las oposiciones que, a fin de cubrir la plaza de

Organista Segundo, había convocado la Catedral de

Orihuela17, un nuevo resultado negativo pronto vino

a hacerle ver que sus pretensiones deberían cambiar

de orientación pues, por ese camino, poco o nada

conseguiría.

De esta manera, pocos meses después y lle-

vado por la desesperación de encontrarse desempe-

ñando una acolituría con casi veinte años de edad,

se dirigía al Cabildo del primer templo conquense a

fin de solicitar que se le admitiese en plaza de Sal-

mista, “u otra que gustase el Cabildo”, la que se ofre-

cía a desempeñar “con puntualidad, y asimismo otro

cualquier ejercicio de que esté instruido y haya nece-

sidad”.18

Hubieron de transcurrir escasamente 72 horas

para que el Cabildo diese contestación a esta nueva

pretensión de su servidor, siendo ésta aquélla por la

cual le permitía que “por ahora asista en el coro y en

la capilla cumpliendo con los ministerios que en su

memorial ofrece, servir a disposición del sr. Deán y

Maestros con el salario de 150 ducados”… aunque

sin conseguir puesto alguno como Salmista.19

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

Calle de “La Torre de las campanas” que unía el Colegio de San José y la Catedral. .

Page 28: 2002. Cuenca Nazarena

Cuenca Nazarena 27

Y es en este momento cuando procede dar

definitivamente carpetazo a un bulo que, centrándose

en las supuestas e “insuperables” cualidades y forma-

ción musical de un Santiago de Pradas de 17 años

aproximadamente, lleva décadas circulando de boca

en boca sin base alguna en que apoyarse. Según

dicho comentario, a la edad de 17 años, Santiago de

Pradas habría ganado en unas oposiciones la plaza

de Organista de la Catedral de Salamanca, habiendo

decidido rechazarla a fin de quedarse a residir en

Cuenca. Algo debe fallar en esta historia pues, a la

vista de lo vivido en el acontecer diario de Santiago,

cuando éste rondaba la edad aludida, estamos segu-

ros de que si realmente hubiese obtenido aquella

plaza, dada la precaria vida que llevaba en Cuenca,

seguro que no habría dudado ni un segundo en

marcharse a Salamanca… máxime cuando por esas

fechas intentó sin fruto, como hemos visto, plazas

análogas en Cuenca y Orihuela. Además, todo apunta

a que en el Archivo salmantino no hay constancia

documental alguna de este hecho.

MAESTRO DE CAPILLA INTERINO

Pero su vida habría de empezar a cambiar,

aunque bien es cierto que no en demasía, poco

tiempo después y coincidiendo con el momento en

que el Maestro de Capilla, Pedro Aranaz, alcanzó la

edad de jubilación.

El caso es que su oportunidad, que no “gran

oportunidad” como veremos, le llegó a Santiago de

Pradas el 23 de octubre de 1797 cuando, jubilado

Aranaz, el Cabildo decidió nombrarle Maestro de

Capilla interino. Pero he aquí una nueva muestra

del poco reconocimiento que hacia Pradas siempre

demostró el Cabildo. Así pues, tras retirarle el salario

-150 ducados- que cobraba por las funciones que

desarrollaba en el coro hasta ese día, le asignó como

salario propio de su cargo de Maestro de Capilla

interino, ¡aquel que quedase tras descontar, al que

estaba asignado a la plaza de Maestro de Capilla, la

cantidad concedida a Aranaz en virtud de su nueva

condición de Maestro de Capilla jubilado! 20 Y, como

no podía ser de otra manera, el pobre Santiago tuvo

que conformarse con lo que le daban.21

Los primeros tiempos de su etapa al frente de

la capilla de música catedralicia no fueron cómodos

ni fáciles pues, una señalada parte de los músicos, ni

seguían sus indicaciones ni -¡peor aun!- lo tomaban

en serio. Posiblemente, los músicos conquenses qui-

sieron así, ante un Maestro de 20 años de edad, adop-

tar ciertas posiciones de rebeldía que habían sido

cortadas de raíz por su antecesor, el viejo Aranaz.

Son múltiples, por tanto, las ocasiones en que los

libros de actas capitulares se hacen eco de las insu-

bordinaciones de los músicos que, además y posi-

blemente ante el buen talante del joven Maestro, se

prolongaron en demasía.

A modo de ejemplo, reproduciremos un

acuerdo capitular de principios de 1798, en el que

se da buena cuenta de la delicada situación que por

aquel entonces le tocó lidiar a Santiago de Pradas en

calidad de Maestro de Capilla:

El racionero [Juan] Herrero, como comisario

de música, hizo presente que algunos individuos de la

capilla de ella, y especialmente dos, no quieren obe-

decer al Maestro [Santiago de Pradas] que actual-

mente desempeña este cargo por nombramiento del

Cabildo, en la que dispone para las funciones de esta

Santa Iglesia con el fin sin duda de deslucirse, pues

ha advertido además que se echan fuera del compás

y de los papeles que les pone, tocando a su arbitrio

lo que les parece; y que habiéndolos reconvenido el

citado Maestro de dichos efectos, sólo ha sacado el

que se mofen de él y le insulten de palabra y respecto

de que en desobedecerle, lo hacen al Cabildo, lo hace

presente para que lo remedie; y habiendo entendido

que el sr. Deán ha tomado conocimiento de este par-

ticular, se acordó que continúe el sr. Deán en poner

remedio en este asunto.22

Pero a pesar de que su ajetreada vida como

rector de las tareas musicales catedralicias le tenían

frecuentemente atareado, él no se resignaba a ver

truncado su deseo de, un día y a poder ser no dema-

siado lejano, dejar el Magisterio de Capilla y alcanzar

un puesto de Organista. Y es que, su mucho trabajo,

bien haciendo informes para el Cabildo, bien compo-

niendo, o si no juzgando aspirantes a Infantes de Coro,

Salmistas o músicos, tenía que compaginarlo con

los malos tragos que regularmente debía aguantar

al enfrentarse, con una personalidad aparentemente

ajena al inflexible carácter que tal puesto requería, a

personas que continuamente daban muestras de falta

de respeto y de carencia absoluta de sentido común

o principios morales.

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

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Cuenca Nazarena 28

De ahí que, en 1804 y tras la muerte del

Organista Primero, Alfonso Humana, habiendo con-

vocado el Cabildo oposiciones para cubrir la vacante,

Pradas optase por presentar nuevamente su solicitud

para concurrir a un proceso selectivo pues, entre otras

penurias, seguía compartiendo el salario de Maestro

de Capilla -interino, recordemos- con Pedro Aranaz,

aunque llevándose el joven Santiago la peor parte.

Pero he aquí una nueva situación un tanto

curiosa. Resulta que, habiendo concurrido a dicha

convocatoria tan solo Pradas y Pedro José Blanco

-en ese momento Blanco era el Organista Segundo

de la Catedral de Cuenca-, ninguno de los dos se pre-

sentó llegado el momento de iniciar las pruebas. Así,

el Cabildo, sin estar en su ánimo el alargar más el

proceso, optó por proceder a una votación en la que,

por 29 votos contra 4, Blanco obtuvo la plaza el 23 de

julio de 1804 ¡sin ni siquiera haberse presentado a las

pruebas convocadas! 23

A este respecto se plantea la duda sobre

¿cuál hubiera sido el futuro de Pradas si, finalmente,

hubiese concurrido? Por supuesto que nunca se

sabrá; pero lo que sí queda claro a estas alturas de

nuestro estudio es que, ni Pradas gozó nunca del

reconocimiento o favor de los canónigos catedralicios

conquenses ni, aparentemente, tampoco contaba con

esa sólida formación que le podría haber abierto las

puertas de una vida mucho más prometedora de la

que le tocó vivir.

Aunque el tiempo pasaba, las penurias lamen-

tablemente continuaban. Así que el 19 de agosto de

1805, viendo que cada vez eran más y mayores los

obstáculos que encontraba en su camino para un día

poder dejar el Magisterio de Capilla y dedicarse de

lleno a su verdadera pasión, la de tocar el órgano,

Pradas, no sin falta de razón, se dirigió al Cabildo

a fin de que reconsiderase la interinidad con la que

desempeñaba su cargo y le concediese el puesto con

carácter de titularidad:

Memorial de D. Santiago de Pradas, Maestro

interino de Capilla de esta Santa Iglesia, exponiendo

que hace cerca de ocho años se halla sirviendo dicho

Magisterio, en los que le parece haber desempeñado

las obligaciones de su encargo. Y deseoso de conti-

nuar sus servicios en honor de esta dicha Santa Igle-

sia, suplica al Cabildo se sirva hacerle la gracia del

citado Magisterio en propiedad, o como fuere de su

superior agrado.

Se acordó cédula con los antecedentes.24

Y he aquí que con la admisión por parte del

Cabildo de la pretensión manifestada por Pradas en

su memorial, todo parecía apuntar a que, por fin, se

reconsideraría seriamente su situación y todo empe-

zaría a cambiar. Pero eso sería soñar… y no eran

aquellos tiempos en los que uno se pudiese permitir

esos lujos. Y es que, lo que parecía un primer detalle

por parte del Cabildo, se quedo en eso, en un primer

y único detalle. Claro que se le concedió el puesto

en propiedad de Maestro de Capilla… ¡pero con el

mismo sueldo que recibía desde que ocho años atrás

lo consiguiese de manera interina! ¡Mi gozo en un

pozo!, debió pensar Santiago de Pradas:

Memorial que se vio en el Cabildo de 19 de

agosto próximo pasado de D. Santiago de Pradas,

Maestro de Capilla interino de esta Santa Iglesia,

suplicando se le confiera esta plaza en propiedad. Y

habiendo leído los acuerdos de 16 y 23 octubre del

año pasado de 1797, en que consta la jubilación de

D. Pedro Aranaz, Maestro de Capilla que era de esta

referida Santa Iglesia, con la pensión de doscientos

ducados, sobre los seis mil reales en que está dotada

esta plaza y nombramiento de Maestro interino que se

hizo en dicho Pradas, con el salario que de ella que-

daba sobrante, conferido y votado, se acordó nom-

brarle para Maestro de Capilla en propiedad de esta

Santa Iglesia a D. Santiago de Pradas con el sueldo

por ahora que disfruta, levantando y cumpliendo las

obligaciones de este Magisterio según está estable-

cido por el Cabildo en los planes de los años de 1769

y 1776, con derecho a percibir todo el sueldo que

tiene de dotación esta plaza cuando por cualquier

motivo que faltase D. Pedro Aranaz.25

No finalizan aquí los desaires que, por esta

época, Santiago de Pradas tuvo que soportar por parte

del Cabildo conquense ya que Pedro Aranaz, que tras

haberse jubilado en 1797 había marchado a Zaragoza,

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

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Cuenca Nazarena 29

desde algunos años atrás ya se encontraba de vuelta

en Cuenca y desempeñando el cargo, especialmente

diseñado y creado para él, de Maestro de Estilo y

Melodía. Pero es más, lo que realmente se ocultaba

tras este regreso y el nombramiento comentado, era

el hecho de que, sin lugar a dudas, era el propio

Aranaz el que realmente regía los destinos musica-

les de la Catedral incluso por encima del Maestro de

Capilla, de Santiago de Pradas. De hecho, tras su

regreso a Cuenca, a él recurrió siempre el Cabildo a

fin de contar con opiniones o informes más o menos

trascendentales que viniesen a versar en torno a

asuntos de verdadera relevancia.

Pocas jornadas después de conseguir ese

peculiar nombramiento de Maestro de Capilla titular,

Santiago de Pradas se dirigía nuevamente al Cabildo

para solicitar, en esta ocasión, autorización para con-

traer matrimonio. Hay que hacer notar que, si bien no

fue frecuente que la Catedral conquense contase a su

servicio, de manera regular, con Maestros de Capilla

seglares y casados, tampoco el caso de Pradas fue

excepcional ni singular.

Memorial de D. Santiago de Pradas, Maestro

de Capilla de esta Santa Iglesia, en que dice que des-

pués de haber consultado todos los medios cristia-

nos para elegir estado, se ha decidido, con acuerdo

a su conciencia y director espiritual, por el del matri-

monio, en el cual le parece agradará más a Dios que

en otro, por lo que suplica al Cabildo le permita poner

en ejecución esta determinación, como la que más

le conviene para servir a Dios, y así lo espera de su

justificación. Y oído, quedó enterado el Cabildo de su

contenido.26

Lógicamente, los gastos a los que tuvo que

hacer frente Pradas a partir de ese momento se acre-

centaron, viéndose en la obligación de, posiblemente

en contra de su voluntad, dirigirse de nuevo al Cabildo

a fin de solicitar aumento de salario. De dicha solici-

tudes queda constancia en el acuerdo capitular adop-

tado el seis de marzo de 1807, igual que la hay de su

no concesión en el que se alcanzó el 24 de abril de

1807.

Conveniente será nuevamente proceder a

corregir un error, en este caso de Felipe Rubio Pique-

ras27, cometido al convertir, sin base alguna, a San-

tiago de Pradas en Rector del Colegio de San José

de la Catedral de Cuenca. Si bien es cierto que buena

parte de los Maestros de Capilla conquenses rigie-

ron a su vez los destinos del mencionado centro edu-

cativo -ambos cargos fueron asumidos a un mismo

tiempo por varios músicos-, este nunca fue el caso

de Santiago de Pradas al que, a la vista de las penu-

rias que tuvo que soportar, ¡sólo le habría faltado,

además, ser Rector del Colegio!

POR FIN ORGANISTA

Ante la incorporación del Organista Segundo,

Julián Pajarón, al ejército, el Cabildo decide encargar

interinamente a su Maestro de Capilla, esto es Pradas,

las responsabilidades de dicho cargo asignándole por

ello 150 ducados28. Pero este ligero apoyo económico

no viene a mitigar en notable medida sus penurias. Y

es que pocos años después se encontrará, al margen

de desempeñando las funciones propias del Magis-

terio de Capilla y de sustituir al Organista Segundo,

¡cumpliendo con las obligaciones propias del Orga-

nista Primero!, por enfermedad de éste.

Y quizá fue este cúmulo de razones el que,

llegado el momento de solicitar nuevamente en 1811

un aumento de salario,…

Solicitud de aumento de sueldo o una ayuda

de costa.

Memorial de D. Santiago de Pradas, Maestro

de Capilla de esta Santa Iglesia, en que expone hace

23 años está sirviendo al Cabildo en los ministerios

de Infante de Coro, Acólito y Salmista, ejerciendo en

la actualidad dicho Magisterio con el salario de 3800

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió suformación musical.

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Cuenca Nazarena 30

reales, y que sin haber faltado a su total desempeño

está supliendo más de dos años la plaza de Segundo

Organista con el estipendio de ciento y cincuenta

ducados, recayendo en él la carga inherente de dar

lección de órgano a cinco niños del Colegio, desem-

peñando todas las funciones del Organista Primero

en su dilatada enfermedad; y suplica que con consi-

deración a lo referido se le conceda una gratificación

remuneratoria del remanente de la dotación del Orga-

nista Segundo, suficiente para remediar en parte las

muchas necesidades que está padeciendo a causa

de las repetidas retiradas que ha hecho y destrozos

que ha sufrido. Se acordó cédula.29

…motivase que el Cabildo finalmente accediese a

reconsiderar la situación económica de Pradas. ¡Más

vale tarde que nunca!, debió pensar el pobre Maestro

de Capilla:

Cédula ante diem.

Leyóse la Cédula dada ante diem para ver el

memorial presentado en el Cabildo de 17 del corriente

por el Maestro de Capilla D. Santiago [de] Pradas

pidiendo una gratificación remuneratoria a los traba-

jos extraordinarios que ha prestado en esta Santa

Iglesia… y leído seguidamente el citado memorial,

conferenciado, tratado y votado, se acordó que en

atención a su mérito se le complete la dotación del

Organista Segundo salvo los cuatro reales que tiene

el propietario (Julián Pajarón) contándole desde pri-

mero del corriente.30

Pradas continua en estas condiciones de “plu-

riempleo”, a todas luces en exceso mal retribuido,

hasta el 23 de diciembre de 1811 en que, lejos de

suavizarse esta agobiante situación, conocerá nuevos

niveles de acrecentamiento. Y es que, precisamente

en esa fecha fallecería Pedro José Blanco, Organista

Primero. Por ello, y ante esta desgracia, Pradas asu-

mirá ya de lleno las obligaciones de este puesto… por

supuesto sin olvidar las de Organista Segundo ni las

de Maestro de Capilla que desde años atrás servía…

a pesar de que, en ocasiones, contará con la ayuda

de su hermano Victoriano.

Así seguirá Santiago hasta que en 1814,

cansado de esta situación, se dirija nuevamente al

Cabildo a fin de solicitar que, alejándolo de las obli-

gaciones del Magisterio de Capilla y de la Organistía

Menor, le limite su campo de maniobra al desempeño

de las funciones propias del puesto de Organista Pri-

mero.

Se leyó Memorial de D. Santiago de Pradas,

Maestro de Capilla de esta Santa Iglesia, en que

expone que hace cinco años y tres meses que de

orden del Cabildo, [lleva] ejerciendo el ministerio del

órgano, supliendo los tres las dos plazas con la del

Magisterio, cuya carga insoportable le ha causado en

su salud notable decadencia, y que sólo ha abrazado

tan excesivo trabajo con el mayor gusto por la gratitud

que debe al Cabildo; y suplica se le haga la gracia

de Organista Primero de esta Santa Iglesia, con el

salario que se estime conveniente con dimisión del

Magisterio de Capilla, por no permitirle su salud abra-

zar y continuar con tanto trabajo. Se acordó cédula

para el primer Cabildo. 31

Y aunque aun tuvo que esperar mes y medio

para encontrar una respuesta a sus pretensiones, en

esta ocasión bien mereció la pena la espera ya que,

por fin y tras largos años de espera, el 1 de agosto de

1814, Santiago de Pradas se convertía en el nuevo

Organista Primero de la Catedral de Cuenca sin nin-

guna matización al margen de la de conseguir dicha

plaza, directamente y sin oposición, en calidad de

titular con un salario de 6450 reales.

… se leyó el memorial del Maestro de Capi-

lla D. Santiago [de] Pradas, y votado, se acordó nom-

brar por Organista Primero en propiedad al referido D.

Santiago de Pradas con el mismo salario y obligacio-

nes que tenía esta plaza en tiempo de su antecesor,

y que por ahora, en atención a la escasez de fondos

en que se halla la Fábrica de esta Santa Iglesia, no se

provea en propiedad el Magisterio de Capilla, y sólo

se nombrará un sustituto temporal y amovible para

que bajo de la dirección del Maestro [Pedro] Aranaz

supla todas las obligaciones del Magisterio, no exce-

diendo la gratificación que se le señale más que de

200 ducados, y para nombrarlo, cédula. 32

La documentación consultada sobre esta

época da a entender que, a partir de ese ansiado

nombramiento, la vida de Santiago de Pradas fue sus-

tancialmente más tranquila que la vivida hasta enton-

ces. No obstante, a sus funciones de Organista, en

numerosas ocasiones tuvo que añadir las de Orga-

nero provisional merced a las continuas salidas que,

durante largos periodos de tiempo, el titular de esta

plaza, Simón García, regularmente hacía fuera de la

ciudad. Hay constancia documental de que, en estos

años, García se desplazó a Uclés33, Tomelloso34 y

Molina35, entre otras localidades. Era esta una cos-

tumbre, la de que el Organista se encargase de la

revisión de los órganos en ausencia del Organero, de

la que Santiago de Pradas no se apartó. Es más, su

estrecha colaboración con Simón García le llevó a ser

requerido por éste, en varias ocasiones, a fin de que

certificase con su autoridad la hechura o reparación

de algún órgano.

Pero de los requerimientos a los que, como

Organista, tuvo que hacer frente Santiago de Pradas,

ninguno posiblemente fue tan trascendental ni levantó

tantas fabulaciones o leyendas, como aquél que le

llevó en 1816 hasta Sacedón, con motivo de la visita

realizada a los baños de Isabela, ubicados en dicha

localidad alcarreña, por el Rey Fernando VII:

Carta del Ilmo. Sr. Obispo de esta Santa Igle-

sia, fecha en Huete a 7 del corriente, dirigida al Sr.

Deán manifestando que acaba de saber que S. M.

(que Dios guarde) viene a Sacedón en compañía de

su tío y que siendo regular que S. M. quiera asistir a

la parroquia de dicho pueblo, le parece conveniente

el hacer por su parte y la del Cabildo todo cuanto se

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Cuenca Nazarena 31

pueda para obsequiarlo, pero que no habiendo voces

ni Organista que puedan desempeñar cualquiera fun-

ción correspondiente al decoro de S. M., le parece

muy del caso que el Cabildo acuerde bajen a dicho

Sacedón el Organista Mayor [Santiago de Pradas],

Sochantre [Magín Lluch] y demás voces e instrumen-

tos que juzgue conveniente para manifestar al Rey

Ntro. Sr. que la Santa Iglesia de Cuenca sabe prestarle

todo el obsequio que está a su alcance. Se acordó

cédula para después de Maitines esta tarde. 36

Posiblemente en dicha localidad dio muestras

de esa gran habilidad, propia de los grandes Organis-

tas, que es la improvisación. La tradición también ha

hecho merecedor a Pradas de un destacado lugar de

honor en relación a esta práctica musical y de tal se

hacen eco diversos cronistas.

Santiago de Pradas consumió los últimos

años de su vida sin mayores sobresaltos, aunque sin

alejarse un ápice del agobio económico que le acom-

pañó desde su más tierna infancia. Nuevamente, en

la recta final de su vida y concretamente en abril de

1819, sinceramente avergonzado por la manera en

que había de presentarse diariamente ante aquéllos

que a la Catedral conquense acudían para sentirse

agasajados o simplemente atendidos con su música,

se vio nuevamente en la perentoria necesidad de soli-

citar una ayuda económica:

Memorial de D. Santiago de Pradas, Orga-

nista Mayor de esta Santa Iglesia, exponiendo se

halla lleno de miseria, desnudo y también su familia,

e indecente para presentarse delante de gentes y

mucho menos en el templo, por lo que suplica se le

favorezca poniéndole corrientes sus pagas mensua-

les para poder desahogarse algún tanto de la infelici-

dad en que se halla. Se acordó que pase al Teniente

Obrero para que le pague del dinero primero que obre

en su poder, perteneciente a rentas de Fábrica, pro-

curando llevar corrientes a los ministros dependientes

de la Santa Iglesia llevando a debido efecto lo acor-

dado tantas veces por el Cabildo, su Comisionado, el

Sr. Cortés presentando los estados mensuales con

la debida claridad en la Junta de Hacienda desde

el último que presentó y especialmente los de 1819

principiando con los de enero de dicho año sin perjui-

cio de los antecedentes a esta fecha.37

Fue en 1821, año en el que previsiblemente

Santiago de Pradas abandonó este mundo, cuando

nuevamente se dirigió al Cabildo, aunque en esta

ocasión no para solicitar dinero si no para que, en

virtud de su delicada salud, se le concediese un cierta

reducción o receso en las obligaciones propias de su

puesto.

Memoria de D. Santiago de Pradas, Organista

primero de esta Santa Iglesia relacionando que en el

tiempo de 33 años que sirve en ella ha procurado su

exacto cumplimiento hasta que ha perdido su robus-

tez y salud, como consta de la certificación jurada del

Médico de su asistencia, que presenta; y que nece-

sitando para si puede recobrar su restablecimiento

pasearse y procurarse buenos alimentos, suplica se

le conceda al efecto pasear el tiempo que fuere del

agrado del Cabildo; y que usando de su notoria cali-

dad lo socorra en el conflicto de miseria a que se

halla reducido. Se acordó concederle licencia por un

mes con aviso a Pitancería, y que pase por lo demás

al Sr. Obrero para que lo atienda en el pago de sus

salarios retrasados. 38

Hoy, transcurridos ciento ochenta años, por

lo menos, desde su fallecimiento, todavía no se ha

encontrado documento alguno en el que quede cla-

rificada la fecha exacta en que Santiago de Pradas

falleció. Sin embargo, todo apunta a que su muerte se

produjo en 1821.

Un acuerdo capitular de la Catedral de

Cuenca, de fecha 17 de mayo de 1822 39, menciona

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

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por última vez al que fue un músico “todo terreno” de

su Catedral, llegado el momento de hacer mención de

un documento que, enviado por el Ayuntamiento capi-

talino, habla de diversos deudores al mismo. Entre

ellos relaciona a nuestro Maestro, haciendo asimismo

mención de que, al no haber dejado bienes para

sus herederos, habría que adoptar decisiones al res-

pecto.

Fatídico y triste final, sin duda, para este

músico que sufrió una lamentable situación de

pobreza, no sólo en vida, sino incluso después de

muerto.

SANTIAGO DE PRADAS,

EL MITO Y LA FÁBULA

A la vista de la leyenda que en torno a él se

generó, no es aventurado sentenciar que Santiago

de Pradas fue un músico tan querido y respetado

en Cuenca que no tardaron en surgir las historias o

leyendas que lo colocaron de protagonista y de las

que, tanto Felipe Rubio Piqueras como Trifón Muñoz

y Soliva, dan cuenta en sus crónicas. El respeto que

Cuenca siempre rindió a Pradas llegó hasta incluso

el siglo XX cuando, a la sombra de las internacio-

nalmente conocidas Semanas de Música Religiosa,

surgió una asociación de amigos de las mismas que

llevaba, en su honor, el nombre de “Maestro Pradas”.

Y como no podía ser de otra manera, el Ayunta-

miento de su ciudad natal pronto concedió su nombre

-“Maestro Pradas”- a una de las calles ubicadas en la

zona más céntrica de ésta.

Pero los “dimes y diretes” cabalgaron en todas

direcciones, y así, por ejemplo, pronto se difundió la

idea de que, llegado el momento de componer su

Salve Magna -hoy desaparecida-, no se le ocurrió a

Pradas más que encerrar a Leocadia, su mujer, en

una habitación y buscar la inspiración en los des-

esperados sollozos que ésta emitía como inevitable

“respuesta” a la soberana paliza que él le estaba pro-

pinando a fin de obtener, a partir de los mismos, la

inspiración que no encontraba de manera natural.

Muchas más “historietas” sobre Pradas

podríamos traer a colación, pero por alejarse éstas,

exageradamente, de la realidad, así como por haber

sido ya narradas en otras publicaciones, optamos por

obviarlas voluntariamente siguiendo con la narración

de hechos y situaciones asentadas rigurosamente en

la escasa documentación que sobre él tenemos.40

EL MISERERE

A pesar del mucho tiempo transcurrido, una

incógnita se cierne sobre Pradas sin haber sido

resuelta todavía. ¿Es él, realmente, el autor del Mise-

rere que, año tras año, suena contra viento y marea

en la Semana Santa conquense?

Desde luego nada hay, salvo el comentario

popular transmitido de boca en boca, que venga a

certificar o documentar esta creencia. Es más, todo

apunta a que es prácticamente imposible que él lo

compusiese ya que la estructura polifónica en que se

sustenta el Miserere, no es en absoluto compaginable

con la falta de dedicación de Pradas a esta práctica

compositiva41. Pero lo cierto es que, desde siempre,

la sociedad conquense, de manera desmesurada, ha

dado por cierta la tan traída historia de que Pradas

compuso ciertamente este Miserere y que con él hizo

las delicias de la reina Victoria de Inglaterra, habiendo

quedado en aquellas tierras la partitura, ¡razón por la

cual ahora no se encuentra en Cuenca!

Y lo que resulta más curioso todavía es que

cronistas de la talla de Muñoz y Soliva y Rubio Pique-

ras, sin base sólida alguna en la que apoyarse, hicie-

ran suya tan arriesgada afirmación.

De hecho, puestos a exagerar, Rubio Pique-

ras no se quedó corto al escribir que:

“A la vista tenemos en los momentos en

que trazamos estas líneas una copia-partitura de su

famoso Miserere a 4 y 8 voces con pequeña orquesta

(Archivo de Cuenca), composición del segundo dece-

nio del siglo XIX; pudieran firmarla sin desdoro Mozart,

Haydn, Beethoven en su primer estilo… dentro de la

“manera de hacer” en el primer tercio del siglo XIX, es

de lo mejor que puede encontrarse en los composito-

res españoles, aún más, recuerda remotamente a los

polifonistas del clasicismo un verso a voces solas que

es un verdadero encanto”. 42 (¡¡¡!!!)

SU OBRA COMPOSITIVA

Santiago de Pradas dejó una tímida herencia

compositiva centrada toda ella, sin excepción, en el

género religioso. A pesar de que todo apunta a que

podrían conservarse dos obras suyas en los Archi-

vos de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada

-Rosario- y de Guadalupe -O quam suavis est-, hay

que hacer notar que el resto de su legado se con-

serva, íntegro, en el Archivo de Música de la Catedral

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su for-mación musical.

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de Cuenca. Interminable, a la par que innecesario,

resultaría el esfuerzo de detallar aquí los títulos, plan-

tillas, años de composición y características porme-

norizadas de las casi sesenta obras que se guardan

en los anaqueles del Archivo de Música de la Cate-

dral de Cuenca.

Sin embargo, sí que no nos resignamos a

hacer mención de algunos detalles de diversas obras

que integran una producción musical que, a juicio de

Rubio Piqueras, parece querer mostrarse como total-

mente desligada del pasado musical eclesiástico y

presentar, sin embargo, un bagaje nuevo de formas y

de procedimientos técnicos, vocales e instrumentales

diferentes a los de finales del siglo XVIII.

Por supuesto que la partitura original del

famoso Miserere por todos escuchado se encuentra

en paradero desconocido, aunque sí que en Cuenca

se guardan otras dos partituras que responden al

mismo título. Tampoco hay conocimiento alguno en

torno al paradero de la Salve magna supuestamente

inspirada en los chillos emitidos por su mujer; eso

sí, cinco obras distintas responden al título genérico

de Salve. Y si Rubio Piqueras tampoco tuvo reparo

alguno en afirmar que, a pesar de ser Organista,

jamás compuso ninguna obra para órgano solo, esto

se aleja totalmente de la verdad ya que, en fechas

recientes, el que suscribe localizó su Grande con-

cierto para dos órganos alentado por la corriente que

los compositores conquenses siguieron en el siglo

XIX a fin de dotar a su Catedral de obras escritas

para los dos órganos que construyó en el siglo XVIII

el Organero Julián de la Orden.

Cabe también señalar que recientemente, un

motete suyo dedicado a San Julián -Pone thesaurum

tuum-, compuesto en 1798 para Tenor, coro (SATB),

flautas, violines y bajo, conoció el mundo de la dis-

cografía merced al patrocinio del Instituto de Música

Religiosa de la Diputación conquense, formando parte

de un disco compacto dedicado con carácter mono-

gráfico al patrón de Cuenca.

Aunque posiblemente podríamos profundizar

mucho más en torno a este músico conquense que

Rubio Piqueras definió como “huraño, taciturno, ogro,

misántropo, raro, excéntrico,...”, optamos por dar aquí

por finalizado nuestro estudio, dejando para mejor

situación la posibilidad de seguir ahondando en la

vida y la obra de este músico, conquense no sólo de

nacimiento sino también de formación y voluntad, tan

lamentablemente desconocido como alabado por la

sociedad de la ciudad que le vio nacer, vivir y morir.

Enmarcado de lleno en el momento en que la

decadencia de la música religiosa empezaba a hacer

mella en la tradición de siglos, Santiago de Pradas

debe ser considerado como el último gran maestro

compositor de la Catedral de Cuenca de la época

dorada de ésta.

BIBLIOGRAFÍA

Cabañas Alamán, Fernando J.:

---: “La jubilación de Pedro Aranaz”, en Revista Portu-

guesa de Musicologia, vol. 1, Lisboa, 1991.

---: “Fernando Gil de Úbeda, Organista toledano al

servicio de la Catedral de Cuenca (1795-1797)”, en

Docencia e investigación, año XX, Toledo, julio-diciem-

bre de 1795.

---: “El deseo frustrado del Maestro Pradas (1795)”,

en El Día de Cuenca, Cuenca, 29 de diciembre de

1995.

---: “El segundo descalabro del Maestro Pradas”, en

El Día de Cuenca, Cuenca, 5 de mayo de 1996.

---: “Pradas. 1. Santiago”, en Diccionario de la música

española e hispanoamericana, Madrid, 2001.

Martínez Millán, Miguel: “Santiago Pradas: Organista

Mayor de la Catedral (1777-1821)”, en Diario de

Cuenca, Cuenca, 23 de marzo de 1975.

---: Historia musical de la Catedral de Cuenca, Cuenca, 1988.

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su for-mación musical.

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

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Muñoz y Soliva, Trifón: Noticias de todos los Ilmos. Seño-

res Obispos que han regido la Diócesis de Cuenca,

aumentadas con los sucesos más notables acaecidos

en sus pontificados y con muchas curiosidades referen-

tes a la Santa Iglesia Catedral y su Cabildo y a esta

ciudad y su provincia, Cuenca, 1860.

Navarro Gonzalo, Restituto: Catálogo musical del

archivo de la Santa Iglesia Catedral Basílica de

Cuenca, Cuenca, 1965.

Rubio Piqueras, Felipe: “Los antiguos Colegios de

Infantes de Coro, el de San José, de la Catedral

de Cuenca”, en Tesoro Sacro Musical,

Madrid, 1931.

---: “Santiago Pradas, compositor y Orga-

nista de la Catedral de Cuenca. I”, en

Tesoro Sacro Musical, Madrid, 1932.

---: “Santiago Pradas, compositor y Orga-

nista de la Catedral de Cuenca. II”, en

Tesoro Sacro Musical, Madrid, 1932.

---: “Pradas, Organista de la Catedral de

Cuenca. (III y último)”, en Tesoro Sacro

Musical, Madrid, 1932.

Vallejo y Guijarro, María Luisa: Glorias

conquenses, 3ª edición, Cuenca, 1977.

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

1 .- La partida de bautismo es el documento que, regularmente y con un mayor índice de fidelidad, suele utilizarse para datar los orígenes de una persona de la época que nos ocupa. 2 .- Para más información sobre el Colegio de San José véase Cabañas Alamán, Fernando J.: “El Colegio de San José y los Infantes de Coro de la Catedral de Cuenca”, en Ciudad de Cuenca, núm. 95, Cuenca, 1992.3 .- En los informes elaborados con motivo de las Visitas cursadas al Colegio, se numeraba a los niños en virtud de la antigüedad en dicha institución. Así, en el año que nos ocupa, Santiago de Pradas era el undécimo en antigüedad en el mismo.4 .- Es precisamente a raíz de lo indicado en este primer informe, que se conserva en los Libros de Visita del Colegio de San José, cuando podemos deducir el año (1777) y lugar (Cuenca) de nacimiento de Santiago de Pradas.5 .- Esta información nos lleva a concretar un poco más la fecha de nacimiento de Santiago, estando muy probablemente ubicada en el mes de febrero de 1777.6 .- El informe se refiere a Juan Antonio González y a Francisco José Olivares que, por haber perdido la voz, también fueron propuestos en 1793 para ser “despedidos” del Colegio. Sin embargo, el Cabildo sólo decidió la expulsión del primero de ellos… así como la de Santiago de Pradas.7 .- Actas Capitulares de la Catedral de Cuenca (ACCU) de 17 de enero de 1794 (fols. 7 vº. y 8).8 .- ACCU de 14 de febrero de 1794 (fols. 15 y 15 vº.).9 .- ACCU de 17 de febrero de 1794 (fol. 17 vº.).10 .- ACCU de 21 de febrero de 1794 (fols. 18 y 18 vº.).11 .- ACCU de 21 de marzo de 1794 (fol. 27).12 .- ACCU de 20 de octubre de 1794 (fol. 91).13 .- Juan Manuel del Barrio falleció el 24 de diciembre de 1794.14 .- ACCU de 9 de enero de 1795 (fol. 4 vº.).15 .- Todo lo relativo a estas oposiciones se encuentra en el Expediente 42/1076 B, Serie de Personal, Sección de Secretaría del Archivo de la Catedral de Cuenca.16 .- ACCU de 20 de abril de 1795 (fols. 30 vº. y 31).17 .- ACCU de 20 de junio de 1796 (fols. s/n).18 .- ACCU de 25 de noviembre de 1796 (fols. 176 vº. y 177).19 .- ACCU de 28 de noviembre de 1796 (fols. 180 y 180 vº.).20 .- ACCU de 23 de octubre de 1797 (fols. s/n).21 .- ACCU de 3 de noviembre de 1797 (fols. s/n).22 .- ACCU de 8 de enero de 1798 (fol. 2). De estas insubordinaciones y faltas de respeto dan buena cuenta, además y entre otras muchas, las ACCU de 16 de abril de 1798 (fol. 22 vº.), 9 de enero de 1801 (fol. s/n), etc.23 .- ACCU de 23 de julio de 1804 (fol. s/n).24 .- ACCU de 19 de agosto de 1805 (fol. s/n).25 .- ACCU de 18 de septiembre de 1805 (fol. s/n).26 .- ACCU de 14 de octubre de 1805 (fol. s/n).27 .- Rubio Piqueras, Felipe: “Los antiguos Colegios de Infantes de Coro, el de San José, de la Catedral de Cuenca”, en Tesoro Sacro Musical, Madrid, 1931.28 .- ACCU de 20 de febrero de 1809 (fol. s/n).29 .- ACCU de 17 de mayo de 1811 (fol. s/n).30 .- ACCU de 17 de mayo de 1811 (fol. s/n).31 .- ACCU de 17 de junio de 1814 (fol. s/n).32 .- ACCU de 1 de agosto de 1814 (fol. s/n).33 .- ACCU de 6 de mayo de 1816 (fol. s/n).34 .- ACCU de 12 de septiembre de 1817 (fol. s/n).35 .- ACCU de 23 de abril de 1819 (fol. s/n).36 .- ACCU de 8 de julio de 1816 (fol. s/n).37 .- ACCU de 23 de abril de 1819 (fol. s/n).38 .- ACCU de 8 de junio de 1821 (fol. s/n).39 .- ACCU de 17 de mayo de 1822 (fol. s/n).40 .- Varias de estas “historias” se relatan en Muñoz y Soliva, Trifón: Noticias de todos los Ilmos. Señores Obispos que han regido la Diócesis de Cuenca…, Cuenca, 1860, págs. 498-501.41 .- Miguel Martínez Millán siempre pensó que la autoría del Miserere que nos ocupa bien pudo deberse a Pedro Aranaz. 42 .- Rubio Piqueras, Felipe: “Los antiguos Colegios de Infantes de Coro, el de San José, de la Catedral de Cuenca”, en Tesoro Sacro Musical, Madrid, 1931.

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NICOLÁS MULLER Y LA SEMANA SANTA

DE CUENCA

LAURA RODRÍGUEZ MARTÍN

Muchos son los extranjeros que se quedan sorprendidos y cautivados por lo carac-terístico de estas tierras y lo místico de sus tradiciones y costumbres. Uno de ellos fue el fotógrafo Nicolás Muller, que tras vivir en países tan diferentes como Hungría, Portugal o Marrue-cos, eligió el nuestro para pasar la mayor parte de su vida.

Nicolás Muller nació en Orosháza, Hun-gría, en 1913. De familia judía, su padre era abo-gado de profesión y presidente de la comunidad judía de la localidad, en su fiesta Bar Mitzva reci-bió como regalo una cámara fotográfica. Seguro que no pensó en ese momento lo importante que sería para él ese regalo, que le acompa-ñaría como fiel amigo durante el resto de sus días, personalizando su visión más realista de la Europa del siglo XX.

Ya a temprana edad, sus primeros tra-bajos registrados datan de los años treinta, comenzó a mostrar interés por su entorno. Se doctoró en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad de Szeged, y recién terminados sus estudios formó un grupo de jóvenes sociólogos y etnólogos autodenominados “Descubridores de aldeas”. El grupo publicó dos libros, Vida de nues-tros campesinos y Rincón de tormentas, ambos en 1937. Su visión social del entorno queda gra-bada en estos trabajos, característica que man-tendrá a lo largo de toda su carrera profesional.Pero no podría desarrollar su trabajo en Hungría durante mucho tiempo. La ocupación alemana de Austria, en 1938, le obligó a alejarse de su ciudad y amigos para instalarse en París. Allí conoce a Brassaï y a Capa, y pasa dos años colabo-rando con revistas como París Match, Regards y France Magazine. Durante esa época plasma

En el Colegio de San José S En el Colegio de San José Santiago

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principalmente su estilo puro y realista en los negativos dedicados a los pobladores del puerto de Marsella.

El estallido de la Segunda Guerra Mun-dial y las leyes antijudías instauradas por toda Centroeuropa le obligan a trasladarse a Portu-gal, donde comienza a trabajar para la revista Marianne Magazine. Sus continuas huidas no consiguen evitar que en 1939 sea detenido por la policía salazarista. Tras conseguir un visado para abandonar el país, se instala en Tanger. Él mismo indicaría años más tarde que vivió en la ciudad marroquí los años más felices de su vida. El estar a salvo de todas las persecuciones ori-ginadas en Europa por el nazismo le permitiría trabajar con una total y desconocida libertad. No sólo se dedicó al trabajo de campo, sino que abrió su primer estudio, donde consiguió desnu-dos inauditos para la época, mostrando un estilo y una fuerza poco comunes.

Fue en Targer donde conoció a la espa-ñola Angelina Lasa, con la que se casó en 1944, y a través de la cual trató al escritor y filósofo Fernando Vela. Este jugaría un papel muy impor-tante en su vida, al ser quién le sumerge en la sociedad intelectual de nuestro país, donde, en ese mismo año, realizó la primera exposición en Madrid, en una sala del Hotel Palace. En 1947 abandona definitivamente Marruecos, quedando totalmente unido a nuestro país, y de forma muy particular a Llanes, población asturiana a donde volvería cada año. Fernando Vela le introduce en la Revista de Occidente, auspiciada en ese momento por Ortega y Gasset, de la que Nicolás Muller será el fotógrafo por excelencia. Por aquel entonces ya había abierto su propio gabinete en Madrid. Hombre de carácter culto y refinado, alterna su trabajo entre la realidad de la sociedad más profunda española y el retrato del intelectual y el artista. Puede que sea una instantánea de don Pío Baroja en El Retiro de Madrid, paseando por los jardines próximos al Observatorio, la foto-grafía más conocida de Muller. A parte de éste, Vicente Aleixandre, Antoni Tapies, Andrés Sego-via, Joaquín Rodrigo, Gregorio Marañón o Cela fueron algunos de los personajes cuya imagen pasó a través de su objetivo para quedar plas-mada en la posteridad.

Durante 35 años más, Nicolás Muller recorre nuestro país retratando su lento desarro-llo tras la guerra, y capturando las miradas de las capas menos favorecidas de la sociedad para permitir que su esfuerzo quede reflejado para siempre en la historia de nuestro país.

En su periplo se acerca en los años cin-cuenta a la ciudad de Cuenca donde, acom-pañado por Federico Muelas, queda totalmente fascinado por la pasión del pueblo conquense hacia sus tradiciones religiosas, y de cómo

observa con auténtico fervor la lenta marcha de los pasos a hombros de nazarenos encapucha-dos por calles y callejuelas cargadas de histo-ria. Asombrado por las solemnes procesiones y los rostros emocionados de los espectadores, no tarda en dejar registro de las situaciones más conmovedoras, mirándolo todo con el ojo con el que miraba el mundo, su cámara fotográfica. De esas jornadas vividas en nuestra ciudad nos dejó unas muestras no sólo de las tradiciones y cele-braciones conquenses, sino de su arte y técnica delicada.

Donde otros verían fotografías imposi-bles, Muller pintaba con la luz como un pintor

con sus óleos, dominando el claro-oscuro como podemos observar en fotografías como La agonía en la que no sólo es capaz de reflejar el sufri-miento de Jesucristo sino igualmente el de sus fieles costaleros que vencen el cansancio y la extenuación para que la Imagen marche en pro-cesión. También dejó plasmadas situaciones con-movedoras, como podemos contemplar en la imagen de Judas, donde los más pequeños reci-ben las enseñanzas y tradiciones de sus mayo-res. De nuevo vemos en esta fotografía como Nicolás Muller parece manejar la luz a su antojo,

En el Colegio de San José Santiago de Pradas adquirió su formación musical.

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atrayendo toda nuestra atención hacia el naza-reno que instruye al pequeño. El lado más mís-tico de la tradición asoma en imágenes como El amarrao o aquella en la que El nazareno nos muestra su mirada perdida.

En los sesenta, colabora con autores como Azorín y Julio Caro Baroja, en distintos libros de divulgación sobre la geografía espa-ñola.

Continuó realizando viajes y trabajando en su estudio hasta 1982, año en el que se retira a Andarín (Asturias), donde permaneció hasta que falleció el 3 de enero del año 2000. Un excepcional reflejo de la sociedad española quedó retratado en la obra de Nicolás Muller, el húngaro que encontró en nuestro país el amparo, el amor y el mundo que siempre deseó plasmar en sus negativos.

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