2006 Sobre Bloor Reglas e Instituciones y Lenguaje

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    Resumen: H-001

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    Prácticas lingüísticas, reglas e instituciones:una respuesta posible a la paradoja escéptica

    Alegre, Javier R.

     Instituto de Filosofía – Facultad de Humanidades – UNNE

     Las Heras 727. C.P.: 3500. Resistencia, Chaco, Argentina E-mail: [email protected] - TE: (03722)437906

    * ANTECEDENTES

    Lo desarrollado en esta comunicación forma parte del proyecto de investigación “Lenguaje e instituciones en lascorrientes pragmáticas del lenguaje contemporáneas”, que cuenta con la subvención de la Secretaría General de Cienciay Técnica (UNNE) y se encuentra en pleno proceso de ejecución.La consideración del lenguaje como una institución social tiene sus orígenes en las reflexiones del segundo períodofilosófico de Wittgenstein.1  La apropiación y utilización de un lenguaje se realiza mediante la participación endeterminados juegos de lenguaje (Sprachspiele), a través de los cuales se aprende el uso que una comunidad hace de los

    términos, la gramática y las conductas asociadas a las emisiones. Los  juegos de lenguaje  se caracterizan por elentrelazamiento entre las conductas lingüísticas y no-lingüísticas de sus participantes, el cual es posible debido a quecomparten una  forma de vida  ( Lebensform)  común y se refleja en el modo semejante en que siguen las reglasestablecidas por su comunidad. El seguimiento de reglas ( Regeln folgen) no puede darse según un modelo privado,independiente de la posible comprensión de los demás integrantes (de aquí se desprende el argumento de Wittgensteinen contra de los lenguajes privados), sino que es una cuestión comunal, una práctica social. El seguimiento de reglas

     presente necesariamente en el uso del lenguaje convierte a éste en una institución que es posible gracias a –y en la quese condensan– las actitudes, costumbres y hábitos propios de cada juego de lenguaje.2 La naturaleza del seguimiento de reglas en Wittgenstein dio lugar a dos tipos de interpretaciones: individualista ycolectivista. El individualismo sostiene, básicamente, que las reglas dependen de las intenciones o disposicionesinternas de carácter duradero, estable, que posee cada individuo; en tanto que el colectivismo hace de este asunto unacuestión de convenciones y de instituciones compartidas socialmente. Entre aquellos que defienden la posturacolectivista se encuentran David Bloor 3, quien partiendo del pensamiento del vienés se opone a ciertos puntos de las

    elaboraciones de Saul Kripke4

    , y John Searle5

    , quien en su abordaje de los hechos institucionales esgrime una defensadel colectivismo sin remitirse a los conceptos wittgensteinianos pero en estrecha relación con ellos.

    * MÉTODOS Y TÉCNICAS EMPLEADAS

    a) Métodos:-  Analítico comprensivo y crítico comparativo de los textos y corrientes estudiadas.-  Examen de los conceptos principales inherentes a la investigación.-  Análisis, comprensión y comparación explicativa de los temas abordados.-  Definición conceptual y metodológica pertinentes.

    b) Técnicas:

    -  Búsqueda y revisión bibliográfica.-  Selección del material bibliográfico.-  Fichaje bibliográfico.-  Lectura comprensiva y análisis de las obras.-  Fichaje temático.-  Realización de síntesis y cuadros sinópticos acerca de los ejes temáticos.-  Estructuración del marco teórico.

    1 Esta concepción queda reflejada especialmente en parágrafos pertenecientes a las  Investigaciones Filosóficas (IF) [Trad. AlfonsoGarcía Suárez y Ulises Moulines. Instituto de Investigaciones Filosóficas-UNAM/Crítica, Barcelona, 2004], las Observaciones sobrelos Fundamentos de la Matemática (OFM) [Trad. Isidro Reguera. Alianza, Madrid, 1987] y Sobre la Certeza (SC) [Trad. JosepLluís Prades y Vicent Raga. Gedisa, Barcelona, 1991].2 Cfr. principalmente: IF: §§ 185-242 - OFM: VI y VII - SC: §§ 26-65.3

     Bloor, David. Wittgenstein, Rules and Institutions. Routledge, London, 1997.4  Kripke, Saul. Wittgenstein on Rules and Private Language. Blackwell, Oxford, 1982. [Wittgenstein: reglas y lenguaje privado.Trad. Alejandro Tomasini Bassols. México, UNAM, 1989].5 Searle, John. The Social Construction of Reality. Penguin, Hardmondsworth, 1995. [ La construcción de la realidad social. Trad.Antoni Doménech. Barcelona, Paidós, 1997]. 

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    * DISCUSIÓN DE RESULTADOS

    El segmento de mi investigación que expongo aquí tiene por principal objetivo confrontar la visión institucional dellenguaje -que tiene por trasfondo las reflexiones wittgensteinianas antedichas- de los otros tres autores mencionados enlos Antecedentes (Bloor, Kripke y Searle) con el propósito de esclarecer si las prácticas lingüísticas institucionales sonnecesariamente auto-referenciales y circulares, o bien poseen la capacidad de interactuar e incorporar conceptos y

    significados de otros juegos de lenguaje y, por lo tanto, pueden constituirse en parte mediante la apelación a instanciasque van más allá del propio juego. La respuesta a este interrogante, a su vez, implica fijar postura en la discusión entrela visión relativista de los  juegos de lenguaje  y la perspectiva que afirma que la diversidad no implicainconmensurabilidad.Bloor se apoya en Wittgenstein para realizar una defensa del  finitismo del significado en lo concerniente al seguimientode reglas, en contraposición al determinismo del significado; por lo que se opone a la noción de que preexiste algúnsignificado de la regla que una vez captado determina nuestra conducta. La acción de seguir una regla no consiste endesarrollar una idea que poseamos con anterioridad, sino que respondemos de forma espontánea de acuerdo con nuestradotación biológica que adquiere regularidad-objetividad, a su vez, mediante el monitoreo, control y sanción colectivos

     basados en el consenso generado por la interacción social: “al seguir una regla nos movemos automáticamente de uncaso a otro, guiados por nuestro sentido instintivo (pero socialmente educado) de igualdad ”.6 El seguimiento de reglas

     posee, entonces, tres rasgos fundamentales: a)  finitismo del significado: en oposición a un significado o interpretaciónque determine por adelantado la regla; b) aspecto biológico dado por las respuestas instintivas; y c) aspecto sociológicoo colectivo para organizar las tendencias individuales. Esta tercer característica es la que convierte a las reglas eninstituciones y al seguir una regla en participar de una institución establecida.El punto importante en las instituciones, según Bloor, es que existe una circularidad en ellas debido a que se basan enacuerdos colectivos y el contenido y los objetos de dichos acuerdos se implican mutuamente, no son independientes, sedefinen unos por otros. La práctica grupal de llamar a cierto objeto de una determinada manera convierte a ese objeto enlo que es denominado, esta circularidad en el proceso de conformación de las instituciones se debe a que consisten enactividades auto-poiéticas que se bastan a sí mismas: “este círculo lógico deriva del hecho que el discurso entero (...) esuna práctica auto-referencial. En virtud de ser una práctica auto-referencial es también una práctica auto-creativa”. 7 Ladefensa de esta visión circular, cerrada sobre sí misma, de los discursos y prácticas institucionales tiene por correlato, enun nivel más amplio, la afirmación de que la teoría social no tiene recursos para explicar cómo un colectivo social

     puede estar en lo cierto o errado, no existen parámetros fuera del mismo con los que pueda ser juzgado, es una totalidadautosuficiente.A través de esta solución auto-referencial , Bloor considera que resuelve la paradoja escéptica en el seguimiento reglaselaborada por Kripke. En el planteamiento de dicha paradoja –al cual sí otorga validez Bloor–, Kripke sostiene

     básicamente que no sólo es imposible seguir privadamente una regla y que la regla no determina por sí misma el modoen que debe ser cumplida, sino que también carecemos individualmente de un indicador externo (hecho, prueba, etc.) ointerno (sensación, recuerdo, etc.) que nos sirva de reaseguro o de justificativo para sostener que la estamoscumplimentando correctamente. Esta paradoja puede recibir una  solución directa, que descarta lo propuesto por elescéptico y postula la correspondencia con una realidad independiente que sirve de referencia, o bien una  solución escéptica, que da por buena la inexistencia de algo en el mundo interno o externo que nos sirva de referencia y nos“proporciona las condiciones bajo las cuales estamos justificados en atribuir conceptos a otros y da cuenta de la utilidadde este juego en nuestras vidas”.8  Para Kripke esta segunda alternativa, que se funda en las condiciones deaseverabilidad , es la correcta ya que amplía la mirada a la interacción con los otros integrantes de la comunidad y dacuenta de los procesos por los cuales los individuos son aceptados, o no, como miembros competentes en las prácticasgrupales según sus respuestas y conductas concuerden con, o se desvíen de, las de los demás. Bloor, por el contrario,afirma que limitar la posibilidad de respuesta a la dicotomía entre la  solución directa  que acepta la referenciaindependiente y la escéptica que la niega es erróneo pues excluye la respuesta auto-referencial que hace “referencia auna realidad, pero una realidad que depende de los propios actos de referencia que les son dirigidos”.9 Considero que esincorrecto asumir la solución auto-referencial  de Bloor como superadora de los planteos kripkeanos por dos motivos: a)recurrir a una instancia circular no constituye una respuesta satisfactoria a la paradoja escéptica pues se toman los actosreferenciales del propio grupo como vía exclusiva de escape a la problemática que suscita la complejidad de lasinteracciones regladas, y b) está incluida dentro de los argumentos que Kripke desecha.10 El tercer autor seleccionado aquí, John Searle, en su teoría de los hechos institucionales sostiene que este tipo de hechosnecesitan de elementos lingüísticos para su existencia, pues no pueden tener lugar sin mecanismos simbólicos quesignifiquen o representen algo más allá de ellos mismos de un modo públicamente comprensible. La función

    6 Bloor, David. op. cit. p. 17 (traducción propia).7 Ibíd. p. 31.8

     Kripke, Saul. Wittgenstein: reglas y lenguaje privado. op. cit. p. 92.9 Bloor, David. op. cit. p. 68.10  Para profundizar estos puntos, ver: Pineda, David. “El programa fuerte para la sociología de la ciencia y la soluciónautorreferencial a la paradoja wittgensteiniana de seguir una regla”, en: Cabanchik, Samuel, Penelas, Federico y Tozzi, Verónica(comp.). El giro pragmático en filosofía. Gedisa, Barcelona, 2003.

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    simbolizadora del lenguaje es la que permite que los hechos brutos adquieran propiedades deónticas que no están en sus propiedades físicas y logren así el  status  de hechos institucionales, proceso que se resume en la fórmula “X cuentacomo Y en el contexto C” (ej.: pedazo de papel con el rostro de Belgrano cuenta como billete de 10 pesos en el sistemamonetario argentino); pero va más allá aún: “el lenguaje mismo es un estructura institucional, porque entraña laimposición de un tipo especial de función a entidades físicas brutas que no guardan relación natural con esa función.Ciertos tipos de sonidos o de marcas cuentan como palabras y sentencias, y ciertos tipos de expresiones cuenta como actos de habla”.11 Searle se opone al individualismo metodológico y defiende, al igual que Bloor, el carácter colectivo

    de los procesos lingüísticos institucionales, aunque lo hace mediante un argumento diferente: el de la intencionalidadcolectiva. Esta intencionalidad significa que los participantes “no sólo se comprometen en una conducta cooperativa,sino que comparten también estados tales como creencias, deseos e intenciones” 12, toma la forma de un “nosotrosintentamos” primitivo, compartido por todos los integrantes, del cual se deriva cualquier intencionalidad individual

     presente en los fenómenos sociales (mi intento se basa y es parte de nuestro intento de hacer algo). Para que un objeto ohecho adquiera una propiedad institucional Y, debe ser usado, entendido, visto como Y por los componentes de lacomunidad, con lo cual, además de colectivo, el proceso posee un claro carácter auto-referencial. Pero para Searle, adiferencia de Bloor, la auto-referencialidad no implica circularidad ni regreso infinito, aquí la utilización de un mismoconcepto para nombrar distintas funciones o usos es sólo una cuestión de comodidad, de ahorrarnos energía, de noextender en demasía nuestro vocabulario cotidiano; puede ser evitada a través de la definición de ese concepto medianteotros conceptos institucionales. El círculo lógico se rompe por la inclusión de términos que hacen referencia a las

     prácticas institucionales que generalmente se compendian por medio del término en cuestión pero que no se reducen aél (ej.: para comprender qué es dinero no necesitaríamos inevitablemente recurrir a la palabra dinero, podríamosexplicarlo como el soporte de las prácticas de compra, venta, pago, salarios, etc.).

    * CONCLUSIONES

    Procedo aquí a evaluar los puntos salientes de los autores expuestos, señalando los aspectos en que coincido con ellos yfijando postura sobre el tema tratado.Por el lado de las coincidencias, concuerdo en trazos generales con el finitismo del significado defendido explícitamente

     por Bloor –pero el cual estimo que Kripke y Searle también aceptarían– pues ubica el seguimiento de reglas al nivel delas prácticas sociales y no en un estrato externo o anterior a ellas. Asimismo, me sumo a los tres autores en señalar: a)que el carácter institucional de seguir una regla y del lenguaje no depende de una intención individual previa, sino queesta última se forma a partir, es subsidiaria, de la interacción con los demás, y b) que estas interacciones no deben serentendidas de modo conductista, ya que no resultan de la suma de las estados y conductas exteriores sino que tambiéntoman en cuenta las circunstancias y los aspectos no físicos (deseos, intenciones, etc.) que acompañan dichasmanifestaciones.En lo que respecta al tema abordado, considero que las acciones lingüístico-institucionales no son meramente auto-referenciales y circulares. Por lo tanto, me resulta insuficiente la respuesta que da Bloor a la paradoja escéptica deKripke y reconozco mayor acierto en la defensa de Searle de la no circularidad completa de las prácticas institucionales(aunque su abordaje intencionalista de las acciones colectivas merece ser analizado en detalle). Si bien las prácticaslingüísticas se comprenden y definen en gran parte por los usos y hábitos que se hacen puertas adentro de un  juego delenguaje, un juego puede entrar en relación y adoptar términos, significados, instituciones, de otros juegos. En estos

     préstamos, no exentos de sometimiento y violencia simbólica, se evidencia que los  juegos de lenguaje, más allá de serauto-suficientes, no son prácticas completamente cerradas sobre sí mismas, están abiertas a nuevas significaciones y alos intercambios.Como colofón, considero acertada una visión no inconmensurable de los  juegos de lenguaje, su diversidad no implicanecesariamente relatividad. Los argumentos presentados aquí en favor de las interconexiones parciales entre ellos sirvende fundamento para sostener esta postura, pero también está guiada por la convicción de que una perspectiva como en laque se ha basado este trabajo no puede desembocar en la resignación pasiva de negar o no poder comprender lasinteracciones entre diferentes  juegos de lenguaje, pues es exactamente lo contrario lo que sucede en las prácticassociales. Y son estas prácticas las que no se deben perder de vista, las que constituyen la principal prioridad del enfoque

     pragmático-institucional, las que –parafraseando a Austin– deben tener siempre la primera palabra.

    * BIBLIOGRAFÍA 

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    1985.

    11 Searle, John. La construcción de la realidad social. Op. cit., p. 232.12 Ibíd. p. 41.

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