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2020
1 Nothing without you, nothing without us
ACTIVIDADES PREVIAS AL MIÉRCOLES
Para nuestra próxima clase DE ZOOM vamos a leer acerca de cómo era la vida de las mujeres en
estas tierras en la época Colonial. Observen estas litografías y pinturas. Allí aparecen distintas mujeres en los
tiempos que estamos estudiando. ¿Qué diferencias encuentran entre ellas? Presten atención a sus ropas, a sus
posturas y a qué está haciendo cada una.
Contenidos de Educación Sexual para abordar desde las Ciencias Sociales
El conocimiento de las transformaciones de las familias. Los cambios de
estructura y dinámica familiar a lo largo de la historia. La organización
familiar según las diversas culturas y contextos sociales.
El reconocimiento y valoración de las diferentes formas en que mujeres y
varones aportaron y aportan a la construcción de la sociedad (en la sociedad
colonial, en las guerras de independencia).
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2 Nothing without you, nothing without us
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3 Nothing without you, nothing without us
Carmen Ezcurra
Carmen nació en Buenos Aires, en 1792. Su padre era un importante comerciante muy reconocido en la
sociedad porteña, que vendía distintas mercancías que hacía traer desde España. Su madre era una criolla
heredera de muchas haciendas en los alrededores de la ciudad. Carmen vivía con su familia en
una gran casa con varias habitaciones en las cercanías del Cabildo. En un barracón que estaba en el fondo
del patio, dormían los seis esclavos de la casa
Carmen iba a misa todas las semanas junto a toda su familia. No tenía muchos otros paseos, por lo que
disfrutaba mucho del sermón del sacerdote. También participaba de las tertulias que se organizaban en su
casa, a las que asistían los jóvenes de las familias más reconocidas de la Ciudad. Algunas veces, Carmen
tocaba un vals con el arpa. Otras, se sentaba junto a las demás jóvenes, esperando que algún muchacho la
invitara a bailar. Sus hermanos participaban con poco entusiasmo. Preferían las reuniones a las que sólo
podían asistir los hombres. A Carmen le daba mucha curiosidad saber de qué hablarían, pero jamás se
atrevió a preguntarlo. Una tarde de 1806, Carmen se sorprendió al ver a las esclavas de la casa tirar agua
hirviente a unos soldados por orden de su padre. Se divirtió viendo a las esclavas subir y bajar al balcón con
baldes. Aunque no podía ver las caras de los soldados ingleses, sí oía sus gritos. Repetía lo mismo que sus
hermanos: “¡Que se vayan los ingleses!”, pero no entendía muy bien qué hacían allí ni de dónde tenían que
irse. La madre de Carmen deseaba que su hija se ordenara en un convento de clausura. Pero su padre decidió
que, para beneficio de los negocios de la familia, Carmen tendría que casarse con un funcionario del
Virreinato. Por eso, a los dieciséis años, la casaron con Ignacio Delgado, un secretario del Virrey. En su
nuevo hogar, Carmen empezó a hacer cosas muy parecidas a las que recordaba que hacía su madre. Daba
órdenes a las esclavas para que cocinaran, limpiaran y mantuvieran la casa en orden, especialmente cuando
llegaban de visita los amigos de su marido y se encerraban largas horas a conversar sobre política en la
biblioteca. Cuando llegó a Buenos Aires la noticia de que el rey Fernando VII estaba preso en España,
Carmen vio a su marido cada vez más preocupado. Sus reuniones eran cada vez más largas. Siempre
recordaría que el 22 de Mayo de 1810, él la obligó a cerrar las puertas y celosías y se fue al Cabildo diciendo
“Vamos a defender lo que nos corresponde”.
Durante sus primeros años, Carmen se crió entre las
esclavas de la casa. Allí aprendió algunos secretos de la
cocina. Su madre era una mujer severa que sólo se
acercaba a ella para indicarle lo que debía hacer o cómo
debía comportarse. Siempre ordenaba a las esclavas qué
cocinar o cómo poner la mesa. Cuando Carmen cumplió
seis años, empezó a ir a la escuela de Doña Francisca
López, a la que habían asistido sus hermanos mayores.
Allí, aprendió a leer, escribir y a calcular. Cuando cumplió
doce años, sus padres decidieron que ya era suficiente y
reemplazaron la escuela por una maestra que concurría
todas las tardes a su casa para enseñarle a coser y a tocar el
piano. Por más de que Carmen insistió, no hubo marcha
atrás.
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4 Nothing without you, nothing without us
El padre de Hortensia siempre se quejaba por las trabas al comercio que imponía el rey y lo complicado
que le resultaba traer las telas de contrabando. Por eso, cuando en 1806, las tropas inglesas ocuparon la
Ciudad, no vio la invasión con malos ojos y se apresuró a tratar de hacer negocios.
Cuando las tropas al mando de Liniers expulsaron a los invasores, muchos hombres poderosos
comenzaron a mirarlo mal y el negocio comenzó a decaer. Entonces, el señor Sánchez de Loria debió
despedir a los dos dependientes que tenía y aceptar a regañadientes que su hija lo ayudara con las tareas
del negocio. Trabajando para su padre, Hortensia conoció a Pedro Udaondo, un joven que estudiaba
abogacía en la Universidad de Córdoba. A finales de 1809, Hortensia y Pedro se casaron en Buenos Aires.
Los padres de la muchacha se entusiasmaron con un yerno que tenía un futuro promisorio como abogado.
Para Hortensia, el casamiento fue el inicio de una vida distinta: se mudó a una nueva casa, empezó a tener
una criada a su cargo y conoció mucha gente que asistía a las reuniones políticas que se realizaban en su
casa. Aunque Hortensia no participara de las discusiones, le gustaba ver su casa llena de gente y pasaba
largas horas en la cocina preparando masas dulces para ofrecer a sus invitados. Pedro era amigo de
Domingo French y era habitual que él y otros hombres se reunieran seguido en su casa, aprovechando que
estaba casi en las afueras de Buenos Aires y había pocas miradas indiscretas que pudieran enterarse de
estos encuentros. A veces, Hortensia se preocupaba por su marido. Temía que esas reuniones pudieran
traerle problema. Pero Pedro le explicaba que no tenía sentido que se siguiera obedeciendo a un rey y a un
país que no hacían nada por sus colonias y que los vecinos de Buenos Aires y el virreinato ya estaban
grandes para decidir por sí mismos. Una fría mañana a finales de Mayo de 1810, Hortensia se enteró a
través de la criada que su marido había salido antes del amanecer y le había dejado una nota. Hortensia
leyó: Lunes 21 de mayo de 1810 Amada mía, Son éstos días agitados. Hemos dado un ultimátum al virrey
y, de un momento a otro, formaremos nuestro propio gobierno. Tal vez no pueda volver a casa por unos
días. Es tiempo de apresurar el cambio, y será mejor que me quede en casa de Domingo. A la brevedad te
mandaré un mensajero con noticias. Siempre tuyo, Pedro Esa tarde, al regresar del mercado, la criada le
contó que la Ciudad estaba revuelta; se veían hombres con armas yendo para el cabildo y se oían rumores
que decían que iban a sacar al virrey. Cinco días más tarde, en la mañana del 26 de mayo, Pedro entró
corriendo y gritando. ¡Ahora empieza todo! – dijo – Seremos un país. Habrá miles de cosas que hacer.
Seguramente desde España intentarán recuperar el Virreinato, pero no lo permitiremos.
Hortensia Sánchez de Loria
Hortensia nació en Buenos Aires en el año 1785. Su madre era una criolla,
hija de comerciantes y su padre, un próspero comerciante español. Desde
que era niña su madre se preocupó porque tuviera una buena formación
para que cuando creciera fuera una buena esposa y madre. Con una
maestra que iba a su casa, aprendió a leer, escribir, a realizar algunas
operaciones matemáticas y a tocar el piano. Su madre le enseñó a bordar y
a tratar amable pero firmemente a las dos esclavas que tenían en la casa.
Cuando las calles no eran un lodazal, iba con sus hermanas y sus padres a
misa en la catedral de la Ciudad. Cuando era pequeña, le gustaba jugar en
el depósito de su padre y mirar los rollos de tela que allí se guardaban. A
veces, encontraba entre las telas tarjetas escritas en un idioma que no
podía entender.
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5 Nothing without you, nothing without us
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6 Nothing without you, nothing without us
Una vez en Buenos Aires, la madre de Joaquina se casó con Tomás, otro esclavo que trabajaba en la
misma casa. Después de unos años nació Joaquina. A los nueve años, la niña ya trabajaba junto a sus
padres. En esos tiempos, fue dama de compañía de la señorita de la casa, una niña criolla de su misma
edad. Su trabajo era peinar, vestir, servir, acompañar, divertir y hasta tolerar los golpes que le daba su
amita cuando estaba enojada. A diferencia de su ama, a Joaquina nadie le enseñó a leer ni a escribir. En
su compañía pasó algunos días alegres, pero muchos otros tristes, especialmente después de que sus
padres murieran de tuberculosis. Cuando creció, Joaquina empezó a encargarse de realizar las tareas de
la casa y servir lo que sus amos le mandaran. Durante el almuerzo o la cena, a Joaquina no le estaba
permitido sentarse a la mesa con los señores de la casa. Debía comer rápidamente en la cocina, junto a
las demás esclavas, una vez que los señores estuvieran servidos, y antes de que necesitaran algo más. La
mayoría de las veces comía un caldo sencillo y un trozo de pan. Sabía que, si llegaba a comer la comida
que cocinaba para los amos, podía ser castigada. Además de trabajar en la casa, los amos procuraron que
Joaquina aprendiera un oficio: era lavandera y pasaba sus tardes junto a otras mujeres muy fuertes, que
soportaban las peores inclemencias del invierno. Con sus manos, las mujeres cavaban su pileta [a3] y
lavaban, fregaban y sacudían las ropas de sus amos. En esos momentos, Joaquina conversaba en voz
baja con otras esclavas mezclando palabras en castellano con otras en lengua bantú, la que hablaban sus
padres. Del dinero que ganaba como lavandera, Joaquina tenía que entregar la mayor parte al amo. El
resto lo guardaba, centavo a centavo, con la esperanza de, algún día, poder comprar su libertad. Una
tarde de 1813, Joaquina escuchó hablar a otros esclavos. Decían que los criollos habían decidido liberar
a los hijos de los esclavos que nacieran de ahí en más. Un año más tarde, también se enteró de que
muchos esclavos se presentaban voluntariamente para pelear en el ejército contra los realistas. Los
rumores decían que el mismísimo San Martín había prometido la libertad a los esclavos que lucharan en
el bando de los criollos.
Joaquina
Joaquina nació en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la
Plata, en el año 1795. Sus padres, como millones de africanos, habían
sido capturados en su tierra, forzados a viajar a América y vendidos en
una plaza pública en Buenos Aires. Joaquina siempre recordaba lo que
su madre contaba sobre el temible viaje en barco desde África: el
amontonamiento, los olores, la suciedad, el mareo, los grilletes, las
enfermedades, la muerte. En el Virreinato, la madre de Joaquina fue
trasladada hacia Mendoza y vendida a una familia. Durante un tiempo
trabajó en una finca, cocinando para los demás esclavos y para los
señores de la casa. Luego fue vendida a una familia adinerada de Buenos
Aires en la que se ocupó de tareas domésticas.
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7 Nothing without you, nothing without us
A los quince años, Manuela se casó con José Quiroga, hijo de criollos de una buena posición económica.
Durante cinco años vivieron tranquilos en una estancia de la familia José que quedaba en las afueras de
Buenos Aires. Pero todo cambió a partir del año 1810: por un lado, los hechos de mayo, alborotaron la
tranquilidad familiar. Pero, sobre todo, la vida de Manuela empezó a cambiar de rumbo cuando su marido
murió a causa del paludismo. Tras la muerte de su marido, Manuela decidió trasladarse a la estancia que
su familia tenía en Salta. Allí entró en contacto con las ideas de Tupac Amarú, uno de los líderes
indígenas más importantes, que había encabezado grandes rebeliones contra los españoles en 1780. En
ese lugar también Manuela empezó a padecer las consecuencias de las guerras de la Independencia. Si
bien Manuela había amado mucho a su esposo, su muerte le posibilitó hacer cosas que no podría haber
hecho mientras él estaba vivo. Ella quería estar en el frente de batalla. Sabía que la única forma de que la
aceptaran en el ejército era presentándose disfrazada de hombre y eso fue lo que hizo. Rápidamente,
Manuela se destacó como jinete: sabía cabalgar desde muy chica y además era diestra con la espada. En
poco tiempo ganó el respeto de los hombres por su inteligencia y valentía. En 1812 conoció al caudillo
salteño Martín Miguel de Güemes, quien la sumó a las filas de los ejércitos que enfrentarían a los
realistas en las Guerras Gauchas del norte de nuestro actual territorio, y en poco tiempo, la nombró
coronela. Al mando de Manuela, las tropas que comandaba ganaron muchas batallas. El número de
soldados y el armamento de su ejército era menor que el del enemigo. Pero, como a ella misma le gustaba
decir, sabían por lo que peleaban y estaban convencidos de lo que hacían y era eso lo que les permitiría
ganar la guerra.
Manuela Sánchez Manuela nació en Buenos Aires en 1790. Sus padres,
criollos ambos, vivían de los honorarios que el padre cobraba como
abogado y de las ganancias que les dejaba una estancia que tenían en
Salta. Cuando Manuela tenía siete años, su madre le enseñó a leer y a
escribir. La niña aprendió a hacerlo muy rápidamente y se interesó por
todos los libros que su padre guardaba en la biblioteca de la casa. Manuela
también aprendió a andar a caballo y, desde pequeña, se transformó en una
experta jinete.
A la edad de diez años, los padres enviaron a Manuela a un convento. Sin
embargo, su estadía no duró demasiado: antes de cumplir los trece años,
las monjas la expulsaron por desobedecer continuamente las normas.
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8 Nothing without you, nothing without us
1. Leé al menos dos veces cada relato teniendo en mente diferenciar las siguientes premisas:
- Información sobre lo que pasaba en el Virreinato del Río de la Plata.
-Información sobre la vida de las mujeres en esa época.
REALIZÁ UN PENSAMIENTO CRÍTICO ACERCA DE LO QUE LEISTE (ACORDATE:
“pensamiento”: la facultad de pensar, y “crítico”: la capacidad de analizar un tema bajo un criterio propio.)
¡Y VAMOS A INTERCAMBIAR CUANDO NOS ENCONTREMOS!
ACTIVIDAD POSTERIOR A LA CLASE DE ZOOM
En la carpeta:
1- Dibujá una tabla y Completala con los siguientes datos
Nombre de la mujer ¿Qué información sobre
lo que pasaba en el
Virreinato del Río de la
Plata aporta?
¿Qué información sobre
la vida de las mujeres en
esa época aporta?
¿Qué preguntas te
quedaron pendientes?
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9 Nothing without you, nothing without us
2- Explicá qué tuvo que hacer Manuela para poder pelear en la guerra. ¿Por qué creés que habrá
tenido que hacer esto?
3. Volvé a leer las partes del relato de Manuela que hablan de su niñez. ¿Cómo se divertía? ¿Cuáles
de estos juegos se siguen jugando en estos días?
4.Buscá en el relato de Joaquina qué cosas no podían hacer las mujeres esclavas. ¿Creés que todas las
mujeres de esa época tenían los mismos derechos? ¿Por qué?
¿Creés que hoy sigue habiendo cosas que los hombres pueden hacer, pero no las mujeres? ¿Y cosas
que pueden hacer las mujeres y no los hombres? ¿Cuáles?
5. Explicá por qué se suele decir que en esa época “los matrimonios eran por conveniencia”.
¿Conveniencia para quién?
En el relato de Carmen se cuenta que “Cuando cumplió doce años, sus padres decidieron que ya era
suficiente y reemplazaron la escuela por una maestra que concurría todas las tardes a su casa para
enseñarle a coser y a tocar el piano.”
Con la información que aporta el texto, explicá por qué los padres de Carmen decidieron que “ya era
suficiente” de escuela.