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nica de intervención sino, al contrario, combinar diferentes técnicas y procedimientos, algunos de ellos provinientes de tra- diciones distintas. Pese a ello, en muchos trabajos se puede identificar una técnica como básica, aún en el caso de que se utilicen complementariamente otras. Otros, por el contrario, aportan un paquete de intervención en el que la combinación de las distintas técnicas es indivisible. Atendiendo a esas consideraciones y a la lamentable cons- tatación de la escasez de precisiones de muchos de los trabajos publicados, vamos a presentar una revisión de algunos estu- dios realizados en los últimos años sobre el tema, distinguien- do entre los que utilizan prioritariamente la desensibilización sistemática, aquéllos que enfatizan la exposición en vivo, los que recurren a la hipnosis y/o a técnicas de relajación, los que se basan en técnicas cognitivas muy variadas y, por último, aquellos programas multicomponente que combinan distintas estrategias de intervención. 2.1. ESTUDIOS QUE UTILIZAN LA DESENSIBILIZACIÓN SISTEMÁTICA PRIORITARIAMENTE La técnica de la desensibilización sistemática (DS) ha sido la de mayor aplicación en el campo de las fobias en general y del miedo a volar en particular. De hecho, como se señalará en su momento, muchas de las intervenciones que vamos a revisar en los siguientes apartados utilizan, aunque en segundo térmi- no, la DS entre sus procedimientos terapéuticos. La DS, como técnica de aproximación gradual a los estímu- los y situaciones fóbicas frente a las que los individuos inter- ponen una respuesta incompatible con la ansiedad —la relaja- ción, habitualmente—, proporciona mucha versatilidad de cara a su aplicación al miedo a volar. Asimismo, la posibilidad de utilizar diferentes formatos de presentación de los estímulos fóbicos —en vivo, en imaginario, mediante medios audiovisua- les, por procedimientos pictográficos— permite un buen ajus- te a las características del estímulo fóbico. Un ejemplo de esa versatilidad lo aportan Denholtz y cola- boradores (Denholtz y Mann, 1974; Denholtz, Hall y Mann, 1978), quienes diseñaron y evaluaron, tras un seguimiento a tres años, un programa de miedo a volar basado en DS con 46

2.1. ESTUDIO QUE UTILIZASN LA …galeon.com/germanottamonster/cuarto.pdf · nica de intervención sino al contrario , , combinar diferentes técnicas y procedimientos, algunos de

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nica de intervención sino, al contrario, combinar diferentestécnicas y procedimientos, algunos de ellos provinientes de tra-diciones distintas. Pese a ello, en muchos trabajos se puedeidentificar una técnica como básica, aún en el caso de que seutilicen complementariamente otras. Otros, por el contrario,aportan un paquete de intervención en el que la combinaciónde las distintas técnicas es indivisible.

Atendiendo a esas consideraciones y a la lamentable cons-tatación de la escasez de precisiones de muchos de los trabajospublicados, vamos a presentar una revisión de algunos estu-dios realizados en los últimos años sobre el tema, distinguien-do entre los que utilizan prioritariamente la desensibilizaciónsistemática, aquéllos que enfatizan la exposición en vivo, losque recurren a la hipnosis y/o a técnicas de relajación, los quese basan en técnicas cognitivas muy variadas y, por último,aquellos programas multicomponente que combinan distintasestrategias de intervención.

2.1. ESTUDIOS QUE UTILIZAN LA DESENSIBILIZACIÓNSISTEMÁTICA PRIORITARIAMENTE

La técnica de la desensibilización sistemática (DS) ha sidola de mayor aplicación en el campo de las fobias en general ydel miedo a volar en particular. De hecho, como se señalará ensu momento, muchas de las intervenciones que vamos a revisaren los siguientes apartados utilizan, aunque en segundo térmi-no, la DS entre sus procedimientos terapéuticos.

La DS, como técnica de aproximación gradual a los estímu-los y situaciones fóbicas frente a las que los individuos inter-ponen una respuesta incompatible con la ansiedad —la relaja-ción, habitualmente—, proporciona mucha versatilidad decara a su aplicación al miedo a volar. Asimismo, la posibilidadde utilizar diferentes formatos de presentación de los estímulosfóbicos —en vivo, en imaginario, mediante medios audiovisua-les, por procedimientos pictográficos— permite un buen ajus-te a las características del estímulo fóbico.

Un ejemplo de esa versatilidad lo aportan Denholtz y cola-boradores (Denholtz y Mann, 1974; Denholtz, Hall y Mann,1978), quienes diseñaron y evaluaron, tras un seguimiento atres años, un programa de miedo a volar basado en DS con

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presentación audiovisual de los estímulos. El programa consis-tía en una filmación en 16 mm de veintisiete pares de escenasseleccionadas mediante un procedimiento empírico entre cien-to sesenta, de las que ochenta fueron escogidas para elicitaransiedad en las personas que tenían miedo a volar y las otrasochenta se esperaba que suscitasen respuestas de agrado. Lasveintisiete escenas ansiógenas iban en progresión de menor amayor nivel de ansiedad generado. La filmación iba acompa-ñada de una grabación que inducía inicialmente la relajación yservía de guía instruccional a todo el procedimiento.

El programa fue diseñado para ser llevado a la práctica porno profesionales, aplicándose bajo tres condiciones: un grupocon relajación previa y durante seis sesiones de media horacada una; otro al que tras la relajación se le mostraba la pelí-cula completa; el tercero al que se le aplicaba el tratamientopero sin la relajación previa. Se completaba la investigacióncon un grupo al que, tras ser relajado, se le presentaba unapelícula no relacionada con el volar en avión, también duranteseis sesiones.

Los resultados ofrecidos eran muy llamativos, teniendo encuenta que los propios autores reconocían la elevadísima mor-tandad experimental que se había producido en los grupos decontrol, interpretada en términos de la frustración que sentíanlas personas por no reducir su miedo. Según Denholtz y cola-boradores, el 78,4 por 100 de los sujetos que rechazaban pre-viamente volar (cuarenta de cincuenta y uno) se mostrabantras el tratamiento capaces de llevar a cabo un vuelo. Al mar-gen de la condición en la que la película se presentase, los quela veían reducían notablemente su resistencia a volar. Los auto-res señalan también cambios significativos en distintas escalasdel MMPI antes y después del tratamiento.

En el seguimiento telefónico efectuado tres años y mediodespués de la intervención aparecían resultados muy positivosa las preguntas de si habían sido capaces de volar después deltratamiento y cuánto tiempo habían necesitado para hacerlo.En concreto, el 88,5 por 100 de los sujetos del grupo experi-mental habían volado con una mediana de cinco viajes y unrango de uno a ochenta, manifestando un cambio de actitudfrente al volar en avión. Como se observa, los resultados sonmuy positivos y sustentan la conclusión de los autores sobre laefectividad de una intervención de estas características sobre el

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miedo a volar, si bien hay que tener en cuenta que la evaluaciónrealizada, tanto en cuanto a los indicadores como en cuanto alas técnicas de análisis es bastante burda. Igualmente, estosinvestigadores utilizaban a sujetos (la mitad de la muestraaproximadamente) que habían servido previamente para se-leccionar los veintisiete pares de escenas de las ciento sesentainiciales.

Ejemplos de estudio de casos presentes en la literatura quehayan hecho uso de la DS los hay en mayor medida. Por ejem-plo, Cantón-Dutari (1974) presenta un caso de aplicación deesta técnica en una mujer de veintisiete años con fobia a volar,haciendo uso de estímulos auditivos que facilitaban la imagi-nación de las situaciones relativas al vuelo. Dos meses despuésde finalizar el tratamiento la paciente voló sin manifestar lasrespuestas fóbicas.

Levitt (1975), igualmente en un estudio de n = 1, muestratambién la eficacia de un tratamiento basado en DS con unamujer de veintiocho años que presentaba miedo a volar. Losestímulos, tras la elaboración de la jerarquía por parte de lamujer y el entrenamiento en relajación muscular progresiva,fueron presentados en fotografías para facilitar la visuali-zación. El programa finalizó con la realización de un vuelo encompañía del terapeuta. Además del comportamiento de la pa-ciente durante la realización del vuelo, Levitt aporta los resul-tados de los perfiles del MMPI antes y después del tratamientopara avalar la efectividad del mismo.

También como estudio de caso único presenta Timm (1977)su trabajo utilizando la DS para tratar la fobia a volar. En esteejemplo se dan dos particularidades. En primer lugar, que elsujeto de tratamiento es un jefe de tripulación de helicópterode la Marina de los EEUU. Este tipo de circunstancias pareceser mucho más común de lo que se reconoce, tanto por los pro-pios interesados como por las compañías aéreas, que, sinembargo, detectan casos de absentismo laboral elevado, depre-siones, ingesta de sustancias psicotrópicas, etc. entre los miem-bros de sus tripulaciones (M. Marks, Yule y de Silva, 1995).Por otra parte, a la DS en imaginario se le combinó la suges-tión hipnótica para que el sujeto experimentara deseos de en-trar en el helicóptero y de volar en él.

El programa de Timm finalizó con un seguimiento a los seismeses en el que el paciente voló en el helicóptero junto con el

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terapeuta, mostrando (parece ser que ambos) relajación y unaansiedad manejable. Ello le sirve al autor para ensalzar las vir-tudes de la sugestión como procedimiento que facilita la pro-gresión rápida en la jerarquía de la DS.

Con dos casos, el de un piloto de misiones sanitarias y el deun tripulante de cabina de pasajeros, ilustra la utilización de ladesensibilización sistemática Agathon (1977) y sus resultados.En ambos casos, tras el entrenamiento en relajación, se vanpresentando los elementos de la jerarquía determinada paracada caso mediante la evocación imaginada de los mismos. Eltratamiento finalizaría con actividades de vuelo.

Abundando en la comparación entre la DS y otras técnicas,Howard, Murphy y Clarke (1983) realizaron un estudio en elque contrastaban la eficacia de un tratamiento de estas carac-terísticas en imaginario al que le precedía un entrenamiento enrelajación, un tratamiento de implosión con siete situacionesrelacionadas con el volar que incorporaban consecuenciascatastróficas, un tratamiento de inundación en el que las situa-ciones (siete) no iban seguidas de esas consecuencias catastró-ficas y un tratamiento de relajación muscular progresiva. Paraello recurrieron a un grupo de cincuenta y seis voluntarios quepadecían el trastorno y que fueron asignados aleatoriamente acada uno de esos grupos o a un quinto de no tratamiento.

Los resultados de estos autores pusieron de manifiesto, enprimer lugar, la superioridad de los grupos que habían recibidoalgún tipo de tratamiento frente al que no había recibido nin-guno. En segundo lugar, la inexistencia de diferencias entre losgrupos de tratamiento; dicho de otra forma, no mostraban nin-guno de ellos una eficacia diferencial para dar cuenta del mie-do a volar, si bien aquellos sujetos que habían recibido el tra-tamiento de inundación se mantenían con puntuaciones másbajas durante el seguimiento en el autoinforme utilizado, asícomo presentaban un porcentaje mayor de vuelos realizadosque los sujetos de cualquier otro grupo.

Más reciente y de nuestro entorno es el trabajo que presen-tan Bados y Genis (1988), de la Unidad de Terapia de Con-ducta de la Universidad de Barcelona, sobre el tratamiento deun caso de un hombre de treinta años que manifestaba unintenso miedo a volar en interferencia con sus necesidadeslaborales. Estos autores diseñaron un procedimiento de desen-sibilización sistemática utilizando la visualización imaginaria

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de situaciones relacionadas con el vuelo que se facilitaban me-diante grabaciones magnetofónicas de estímulos reales. Previoa la desensibilización, se le entrenó al sujeto en relajación y enestrategias cognitivas consistentes en identificar los pensa-mientos negativos relacionados con las situaciones temidas ysustituirlos por pensamientos positivos que se utilizaban comoautodeclaraciones de afrontamiento.

Tras la finalización de la jerarquía simbólica, se procedió aexponer en vivo a los estímulos fóbicos, iniciando por la escu-cha de la música del boletín meteorológico de las noticias de laTV hasta llevar a cabo vuelos con gradientes progresivamentesuperiores de aversión (según duración del viaje, acompaña-miento y climatología).

Los resultados obtenidos por Bados y Genis fueron exitososen cuanto a la reducción de los niveles de ansiedad anticipa-toria del sujeto, así como demás alteraciones somáticas rela-cionadas. Durante los primeros vuelos efectuados el sujeto ma-nifestó una ansiedad elevada que fue disminuyendo hastadesaparecer. En general, esta persona se mostraba capaz deafrontar la ansiedad mediante las técnicas en las que le habíaninstruido. El seguimiento al mes, tres meses y nueve mesesmostró que la persona podía volar sin dificultad.

Otros autores que han utilizado la DS para el tratamien-to del miedo a volar son Capafons y colaboradores (Capa-fons, Sosa y Herrero, 1992; Sosa, Capafons y Viña, 1992; Ave-ro, Capafons y López, 1993; Sosa, Bastarrica, Herrero, Viña yCapafons, 1993), de la Universidad de la Laguna, también conresultados positivos.

2.2. ESTUDIOS QUE UTILIZAN PRIORITARIAMENTELA EXPOSICIÓN EN VIVO

La utilización de la exposición en vivo a los estímulos fóbi-cos no tiene que ser contradictoria con un formato de DS. Pesea que algunos autores (Izquierdo, 1988) han cifrado las dife-rencias entre la DS y otras técnicas que utilizan la exposición—en concreto, la inundación— en el carácter imaginario de lapresentación de los estímulos de la primera frente a presenciafísica de éstos en la segunda, en rigor tal distinción no puederealizarse.

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No puede realizarse porque si convenimos que los princi-pios que sustentan cada una de las técnicas son diferentesl: lainhibición recíproca para la DS, la habituación para la inunda-ción, el hecho de que una utilice un procedimiento encubiertoo no, no debiera alterar el funcionamiento de esos distintosmecanismos. De hecho, la praxis muestra que tanto en la inun-dación como en la DS —tanto aquellos formatos de presenta-ción inescapable del estímulo fóbico generador de una res-puesta muy intensa de miedo, como en aquellos otros en losque la presentación es gradual y se contrapone una respuestasupuestamente incompatible con la de la ansiedad— se utilizanestímulos con presencia física o imaginaria.

Es esa praxis, más bien, la determinadora de la toma dedecisión con respecto al carácter de los estímulos y situacionesfóbicas: no resulta extremadamente complejo en una perso-na fóbica a los perros establecer una jerarquía que se puedaaplicar haciendo uso de perros de carne y hueso (más peque-ños o más grandes, más cercanos o más alejados, atados o suel-tos, etc.); por el contrario, es intrínsecamente imposible gene-rar una condición de presentación en vivo de los estímulos enel que el despegue del avión se interrumpa a los diez segundosde haberse inciado para introducir la respuesta de relajacióndurante otros tantos segundos, reiniciar el despegue, esta vezdurante quince segundos y así hasta lograr que la ansiedadsubjetiva de la persona esté en cero o próxima a cero.

En términos generales, podemos decir que la exposición envivo a los estímulos temidos facilita la generalización de lasganancias a situaciones naturales (Echeburúa y de Corral,1993). De hecho, cada vez es más frecuente, recurriendo denuevo a la praxis, que se combine la presentación de estímulosen imaginario y en vivo, siendo esto un gradiente de dificultadsuperior en el abordaje clínico del problema. Incluso, se utilizatambién una exposición autodirigida por el propio sujeto, tan-to en imaginario como en vivo, como parte de las actividadesque planifican la generalización y el mantenimiento de los nue-vos aprendizajes.

Pues bien, hechas estas observaciones, los trabajos que semencionan dentro de este apartado vienen a utilizar, como téc-

1 La existencia de dos mecanismos diferentes es más que discutible y, de hecho,en la actualidad se coincide en denominar a ambas técnicas de exposición.

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nica básica, la exposición en vivo, a veces gradual, otras en inun-dación, de los estímulos relacionados con el volar en avión.

Dos de los pioneros en la utilización de este procedimientofueron Meldman y Hatch en el año 69 y Bernstein y Beaty en el71, estos últimos combinando la técnica con la administraciónde un relajante muscular2.

Uno de los trabajos en el que de forma más pormenorizadase presenta el programa de tratamiento seguido, así como en elque la evaluación realizada sobre la eficacia es más completa,es el de Roberts (1989). Este autor, psicólogo de la Clínica deMiedo a Volar de Sidney, Australia, presenta el programa queen esa institución se lleva a cabo. Este programa, en realidad,viene a combinar un número amplio de técnicas: lo que deno-mina técnicas conductuales (relajación, desensibilización siste-mática, reestructuración cognitiva), lo que llama educación(información acerca de cómo y por qué vuelan los aviones, asícomo normas de seguridad, entrenamiento del personal, etc.),apoyo del grupo (formato en el que se aplican la mayor partede las técnicas) y, por último, exposición en vivo. Pese a esacombinación, incluimos este trabajo dentro de este apartadopor el énfasis que realiza el propio autor en la efectividad deesta última.

El programa se realiza en grupos de entre trece y veinte par-ticipantes, en sesiones de tres horas semanales durante ochosemanas. El componente fundamental del programa, la ex-posición en vivo, se inicia con una visita a las instalacionesaeroportuarias que incluye hangares, zonas de control, el simu-lador de vuelo... de forma que las personas se vayan familiari-zando con los ruidos y olores de un aeropuerto internacional,como es el de Sidney. Por la tarde visitan un 747 que seencuentra estacionado y, en pequeños grupos, son instruidospor el comandante, el director de vuelo y el ingeniero; mien-tras, se realizan pequeños ejercicios de relajación. Por fin, lossujetos son conducidos a una de las salas VIP del aeropuertodonde se realizan ejercicios de relajación y se dan de nuevo lasconsignas relevantes para llevar a cabo un vuelo de, aproxima-damente, una hora. La ida se realiza con luz diurna y la vueltaya anochecido; en ambos casos se les induce a visitar la cabina

Citados por Karoly (1974).

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de mando, así como a practicar conductas que antes no reali-zaban, como pasear por los pasillos, mirar por las ventanillas oacudir al servicio.

Los resultados de este programa han sido evaluados con unseguimiento de cinco años. Para ello se ha utilizado una medidade la ansiedad subjetiva asociada a volar en avión. Estas medi-das eran obtenidas al requerir la persona tratamiento, inmedia-tamente después de finalizar el programa y en el seguimientoestablecido de cinco años. El programa presenta reduccionesestadísticamente significativas de los niveles de temor a volarantes y después del programa. Igualmente, aparecen diferenciassignificativas antes del programa y en el seguimiento a cincoaños, si bien en este caso aparecía un porcentaje del 10 por 100de los sujetos que no habían vuelto a volar desde la exposiciónen vivo. Es importante señalar que la evaluación de este pro-grama se ha realizado con una muestra muy extensa (ciento cin-cuenta y ocho individuos), si bien no sobre todos se han efec-tuado las comparaciones antes-después ni con el seguimiento.

Otro ejemplo que debe ser señalado dentro de este epígrafe,si bien con algunas características propias, es el de Hytten yHerlofsen (1989). Estos autores plantean la exposición comotécnica para combatir el miedo presente en pilotos que hansufrido accidentes. En concreto, los autores trabajaron sobre elcaso de un tripulante de helicópteros que se había visto envuel-to en un siniestro en el que su helicóptero colisionó con unalínea de alta tensión cayendo a un lago y hundiéndose rápi-damente y del que uno de los seis ocupantes falleció. Tras elaccidente, el piloto comenzó a mostrar sentimientos de culpa,pesadillas nocturnas y temor a no ser capaz de volver a volar.

Los autores diseñaron un procedimiento de exposición en elque utilizaban el simulador de entrenamiento de pilotos dehelicóptero. Inicialmente, la intervención consistía en informa-ción sobre aspectos relativos a la seguridad general de las per-sonas, para pasar a realizar maniobras prácticas de evacuaciónbajo el agua. Para ello, utilizando el simulador, se hacía giraraa éste 180°, dando cuenta de lo que sería el accidente. Cuandola rotación había finalizado, el sillón era sumergido en aguacon movimientos de desorientación. Con la consigna de queesperase a que el rotor se hubiera detenido, el sujeto tenía queproceder a desabrocharse el arnés y buscar el camino hacia lasuperficie.

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Este entrenamiento se llevó a cabo nueve días después delaccidente. Junto con la exposición al accidente, se daban con-signas para controlar los sentimientos negativos. Las evalua-ciones mediante distintos procedimientos de autoinforme, conuna progresiva reducción de las puntuaciones en todos los uti-lizados entre el segundo día tras el accidente (medida pre-tra-tamiento) y cinco y nueve semanas después de éste (medidaspost-tratamiento), y mediante la constatación de la vuelta avolar: cuatro semanas después del accidente se encontraba denuevo a los mandos de un helicóptero, hablan de la eficacia deeste curioso programa.

2.3. ESTUDIOS QUE EMPLEAN LA HIPNOSIS Y/O TÉCNICASDE RELAJACIÓN

La hipnosis es una técnica que va progresivamente hacién-dose un hueco dentro de la terapia de conducta, como lo ponede manifiesto su incipiente presencia en manuales recientes dela disciplina —tres de los últimamente publicados en nuestrogaís la recogen: el de Vicente Caballo de 1991, el de MiguelÁngel Vallejo y M.a Ángeles Ruiz de 1993 y el de FranciscoLabrador, Juan Antonio Cruzado y Manuel Muñoz, tambiénde 1993—, así como su afianzamiento para la intervención so-bre determinados tipos de problemas —rehabilitación neuro-muscular (Barber, 1984), trastornos inmunitarios (Zachariaeet al., 1989, 1990), dolor (Healy y Dowd, 1986; Van der Doesy Van Dyck, 1989), etc.—. En realidad, el interés por ella nuncaha dejado de estar presente en la Psicología y, en particular, den-tro de los teóricos de la terapia de conducta. Así, Wolpe (1958)utilizaba la hipnosis para generar la respuesta incompatiblecon la ansiedad que produciría la "inhibición recíproca" delmiedo y Krasner y Ullman (1965) la recogen en su libro sobreavances en modificación de conducta.

En general, los autores señalan que la hipnosis debe utili-zarse como una técnica que facilita el modo de operar de otrastécnicas conductuales (Vallejo, 1993) y siempre debe quedarsubordinada a éstas. Así la utilizaban Deyoub y Epstein(1977), uno de los primeros trabajos de los que tengamos noti-cia en el tema que nos ocupa, incorporándola al procedimien-to de desensibilización sistemática que era aplicado a un caso

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individual en condiciones de hipnosis, mostrando considerableeficacia.

Sin embargo, Diment (1981) presenta un caso en el que uti-liza la hipnosis exclusivamente, sin que en ningún momento sehaga mención a la fobia a volar durante el trance, con resulta-dos positivos que, según el autor, cinco meses después de fina-lizado el tratamiento le permitían constatar la utilización porparte del paciente del trance como estrategia de afrontamientoa la ansiedad. El carácter de estudio de caso único al que se leañade la escasa información sobre la fobia presentada y sobrela evaluación del miedo a volar en avión realizada, tanto antescomo después del tratamiento, nos obligan a poner este resul-tado entre paréntesis.

Spiegel y colaboradores (1981) realizaron un estudio conciento setenta y ocho pacientes con fobia a volar que fueron tra-tados mediante una única sesión de entrenamiento hipnótico enla que se inducía a las personas a concebir al aeroplano comouna extensión de su cuerpo mientras mantenían una sensaciónde flotabilidad y relajación física. Tras el seguimiento a seis, diezy dieciocho meses, el 52 por 100 de la muestra manifestabaalgún grado de control sobre el miedo, señalándose que aquéllosque se habían manifestado más refractarios a la sugestión eranlos que presentaban peores resultados. La falta de control sobrelas características de los sujetos y la poca precisión en las medi-das no permite avanzar ninguna conclusión al respecto.

De forma más controlada pero, de nuevo, en aplicación den = 1, es el trabajo de Mellinger (1992). Este autor compruebala eficacia de la hipnosis en el tratamiento de los problemasagorafóbicos de una persona que presenta también miedo avolar, si bien su utilización se realiza como complemento deotras técnicas. En concreto, para Mellinger la hipnosis puedeser muy útil en aquellos casos en los que la ansiedad anticipa-toria resta éxito a otras técnicas.

Con respecto a la relajación, tenemos que mencionar queésta ha sido, probablemente, la técnica más utilizada en el tra-tamiento del miedo a volar. Sin embargo, la mayor parte de lasocasiones aparece en combinación con o como complementode otras técnicas (la DS principalmente). Un pequeño númerode estudios, por el contrario, han enfatizado la utilización de larelajación como técnica básica para actuar sobre el miedo avolar. En concreto, el ya antiguo de Reeves y Mealiea (1975),

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quienes utilizaban, sobre tres sujetos que padecían este tras-torno, un procedimiento de DS que se apoyaba en una relaja-ción mediante biofeedback. El biofeedback que recibían lossujetos era electromiográfico sobre el músculo frontal. Duran-te cinco sesiones se entrenaba en la relajación mediante esteprocedimiento, asociando un estímulo discriminativo genera-do por la propia persona —verbalización encubierta de la pala-bra relax— a la inducción de relajación. Las siguientes sesionesse dedicaban a aplicar la DS imaginada con el procedimientode relajación inducido que habían aprendido. Los resultadosúnicamente recogen la realización de vuelos comerciales poresas personas, sin aportar más datos.

Dentro de este grupo de trabajos podemos citar también elde Rebman (1983). De nuevo, la relajación es una técnica quese usa en combinación con otras. En esta ocasión, sobre unamujer de treinta y tres años con fobia a volar que presentabatambién vómitos y desmayos condicionados, la relajación apa-rece junto con DS autoadministrada por la paciente. Tambiénaquí la relajación adopta un formato de control mediante unestímulo discriminativo (la verbalización encubierta de "pesa-do y caliente") y también aquí desempeña un papel funda-mental para la posterior aplicación de la DS. Este estudio sípresenta una evaluación más completa de la eficacia de la in-tervención, llevada a cabo efectuando un vuelo a los cinco díasde finalizar el tratamiento, midiéndose parámetros tales comola aparición del vómito condicionado, los desmayos y el repor-te verbal. A los doce y dieciocho meses de seguimiento, losefectos positivos se mantenían.

2.4. ESTUDIOS QUE HACEN uso DE TÉCNICAS COGNITIVAS

Bajo el epígrafe de técnicas cognitivas se incluyen un núme-ro muy extenso y variado de procedimientos terapéuticos naci-dos al amparo del despegue del paradigma cognitivo y cuyosprincipios y fundamentos son, cuanto menos, heterodoxos.Esta heterodoxia, sin embargo, no les ha restado un ápice deaceptación; bien al contrario, son técnicas que han ido logran-do un progresivo reconocimiento y aplicación.

Entre los trabajos que, aplicados a este problema, han utili-zado este tipo de técnicas destacan, en primer lugar, el de

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Hayes y colaboradores (1983), quienes estudiaron el papel delas autoafirmaciones positivas aplicadas en el tratamiento condesensibilización sistemática. Los autores muestran una seriede trabajos de caso único entre los que se incluye el tratamien-to de una fobia a volar en avión. El análisis de esos trabajosindican que el uso de autoafirmaciones positivas logra unareducción de la ansiedad en las medidas de autoinforme. Asi-mismo, las autoafirmaciones positivas parecen producirganancias conductuales fuera de las sesiones de tratamiento ysu uso se generaliza entre estímulos, obteniéndose efectos quevan más allá de aquéllos debidos a la distracción o expectativasgenerales. Con todo, hay que aceptar estos resultados con cier-ta precaución, ya que los datos se obtienen exclusivamente através de autoinformes sobre la ansiedad que les provoca larepresentación de las distintas escenas de la jerarquía.

Girodo y Rohel (1987) han protagonizado uno de los esca-sos estudios de estrategia experimental que se han realizado enel campo de la fobia a volar. En concreto, investigaron la efec-tividad de dos estrategias cognitivas de afrontamiento al mie-do, utilizadas éstas individual o combinadamente.

Los cincuenta y seis sujetos aerofóbicos (mujeres estudian-tes) que formaron parte de la muestra fueron asignados a cua-tro grupos terapéuticos. Uno recibía entrenamiento en infor-mación sobre la preparación de los pilotos, la seguridad delmedio de transporte, los procedimientos de despegue y aterri-zaje, etc. Otro, entrenamiento en autoinstrucciones. Un terce-ro, la información preparatoria combinada con autoinstruccio-nes y un cuarto de pseudotratamiento (control placebo). Trasello, los sujetos llevaron a cabo un vuelo en una avioneta, lamitad de ellos volaron con la puerta de la cabina de mandosabierta, la otra mitad voló con la puerta cerrada. En el viaje devuelta se dio un simulacro de aterrizaje fallido, añadiéndoseeste hecho al programa como estresor adicional. Se tomaronmedidas subjetivas de ansiedad, antes del despegue, durante elvuelo y después del aterrizaje.

Los resultados que obtuvieron fueron los siguientes: a) noaparecen diferencias significativas entre las distintas estrategiasterapéuticas, 6) el hecho de mantener la puerta abierta incre-menta el nivel de activación en todos los casos, c] la habituaciónse produce más rápidamente en sujetos con la puerta cerrada,d) el simulacro de aterrizaje fallido produce un incremento dife-

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rencial de la ansiedad cuando la puerta está abierta: aquellossujetos entrenados en autoinstrucciones responden mejor quelos grupos en los que no se incluía este entrenamiento.

Los autores partían de la hipótesis de que los sujetos querecibiesen información sobre los pilotos como agentes contro-ladores del peligro tendrían menor ansiedad si pueden ir vien-do la cabina del piloto que aquéllos que no la ven y, por otraparte, que los sujetos que recibiesen entrenamiento en inocula-ción de estrés pero no información serían menos susceptiblesal hecho de ver o no la cabina.

La conclusión de su investigación les lleva a proponer que,si bien las estrategias cognitivas del tipo inoculación de estrésno mostraron diferencias significativas en efectividad a la horade reducir la ansiedad, podría existir una mayor adecuación delas terapias semánticas del tipo Beck o Ellis, cuyo objetivo esinducir nuevas creencias o corregir distorsiones cognitivas,para así producir cambios emocionales.

El estudio de Beckham y colaboradores (1990) es otro delos que han utilizado técnicas cognitivas para el tratamientodel miedo a volar, específicamente, mediante entrenamiento eninoculación de estrés con mínima intervención por parte delterapeuta.

En concreto, estos investigadores diseñaron un entrena-miento en inoculación de estrés a ser presentado en un manualde autoayuda, con una evaluación previa y contactos telefóni-cos periódicos con el terapeuta. El estudio fue llevado a cabocon veintiocho voluntarios que, habiendo volado en algunaocasión, manifestaban miedo intenso. Ese colectivo fue dividi-do aleatoriamente en dos, un grupo que recibía el programa yotro que servía de grupo de control y que recibiría el programauna vez finalizado el experimento. Todos los sujetos fueronevaluados mediante medidas de autoinforme, en relación ahaber efectuado algún vuelo o no tras el período de tratamien-to y la actitud hacia la realización del vuelo programadopost-tratamiento, así como las estrategias de afrontamientodesplegadas, la ansiedad y la tasa cardíaca durante este vueloprogramado, a lo largo de cinco momentos del mismo: a la lle-gada al aeropuerto, sentado en el avión antes de despegar, cin-co minutos después del despegue, cinco minutos antes de ate-rrizar y tras el aterrizaje aún en el avión.

Los resultados de esta investigación señalan que los pacien-

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