2.1.2 Hobsbawm - Entre Los Historiadores

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  • 7/21/2019 2.1.2 Hobsbawm - Entre Los Historiadores

    1/8

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    It

    Captulo

    17

    ENTRE

    LOS

    HISTORIADORES

    Cmo

    se ha

    escrito la

    historia en

    mi

    poca?

    El lector

    que

    no

    est

    interesado

    en este tema ms

    o

    menos

    especializado, puede

    saltarse

    este

    captulo,

    aunque

    la-

    mentablemente no

    sea

    tan

    acadmico

    como pueda parecer

    a

    primera

    vista.

    No

    se

    puede

    huir del

    pasado,

    esto

    es,

    de

    los

    que

    recogen,

    interpretan,

    construyen

    ese

    pa-

    sado

    y

    debaten

    en

    torno a

    1.

    Nuestro

    da

    a da,

    los Estados

    en los

    que

    vivimos,

    los Gobiernos

    que nos

    rigen,

    estn

    rodeados por los resultados

    de

    mi profesin,

    o

    mejor dicho

    empapados en

    ellos. Lo

    que

    dicen

    los

    textos

    escolares y los

    discur-

    sos de los

    polticos

    acerca

    del

    pasado,

    el material

    que

    utilizan los

    autores

    de

    fic-

    cin, fabricantes

    de

    programas

    y

    vdeos

    televisivos,

    todo

    procede

    en ltimo

    tr-

    mino

    de

    los historiadores.

    Y

    an

    ms, la

    mayora

    de

    los

    historiadores,

    incluso

    los

    buenos, saben

    que

    al investigar

    el

    pasado,

    hasta

    el ms

    remoto

    de

    los

    pasados,

    tambin

    piensan y

    expresan

    opiniones

    por

    lo que

    se refiere

    y

    concierne

    al

    pre-

    sente

    y

    a

    sus

    intereses.

    Comprender

    la

    historia

    es

    importante

    tanto

    para

    los

    ciu-

    dadanos de

    a

    pie

    como

    para

    los expertos,

    y

    Gran

    Bretaa

    tiene la suerte

    de contar

    con una

    poderosa

    tradicin

    de

    expefos que

    han

    escrito

    con seriedad, pero

    con

    simplicidad

    para que

    resultara accesible

    a un

    pblico

    ms

    amplio:

    Adam

    Smith,

    Edward Gibbon,

    Charles

    Darwin,

    Maynard

    Keynes

    constituyen vlidos

    ejem-

    plos. Los historiadores no deberan

    escribir

    exclusivamente para

    sus colegas.

    En mi

    generacin,

    lo

    que

    Marc Bloch

    llamaba

    el

    oficio

    de

    historiador>>

    no

    se

    enseaba de

    forma

    sistemtica

    en ningn

    lugar

    de

    Gran Bretaa.

    Lo

    aprendimos

    tan bien como

    pudimos.

    Dependi

    mucho

    de con

    quin

    nos encontramos

    durante

    nuestros

    aos de

    carrera.

    Durante

    mis

    primeros

    tiempos

    en Cambridge

    slo

    hubo

    un

    profesor

    a cuyas

    clases,

    a

    pesar

    de

    que

    empezaban

    a las nueve

    de

    la

    maana,

    asist con

    regularidad,

    junto

    con la

    mayora

    de los

    mejores

    jvenes

    radicales

    es-

    tudiantes de historia

    de

    entonces.r

    El

    asombroso

    M. M.

    (Mounia)

    Postan,

    recin

    llegado

    a Cambridge

    procedente

    de

    la London

    School

    of Economics,

    era

    un

    peli-

    rrojo con el aspecto

    de un chimpanc

    viviente

    o

    de

    un

    superviviente

    del

    Nean-

    derthal,

    cosa

    que

    no le

    impeda

    tener un

    xito

    extraordinario

    entre

    las

    mujeres, y

    daba clases de

    historia econmica

    con un

    fuerte

    acento

    ruso. Dicha

    asignatura

    constitua

    entonces

    la

    nica rama

    en

    el

    programa

    de

    Cambridge

    sobre la

    materia

    que resultaba

    importante para los

    intereses

    de

    los

    marxistas,

    pero

    las

    clases

    de

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    262

    AOS INTERESANTES

    Postan,

    con

    aquel

    aire de

    resurgimjento

    intelectual,

    atrajeron

    incluso

    a algunos

    como

    el

    joven

    Artbur

    M.

    Schlesinger,

    que

    no

    tena

    ningn

    reparo

    en

    manifestar

    su

    *falta

    de

    capacidad

    (y

    de

    inters)

    en

    materia

    de

    historia

    econmica,

    por

    no

    ci-

    tar su

    total

    desinters

    por el marxismo. Cada

    una

    de

    aquellas

    clases

    -autnticas

    representaciones

    retrico-intelectuales

    en

    las

    que al

    principio

    se

    expona una te-

    sis

    histrica

    que

    poco

    a

    poco iba

    desarmndose

    para

    ser

    finalmente

    sustituida

    por

    la

    versin

    personal

    de

    Postan-

    constitua una verdadera

    liberacin

    de

    la insula-

    ridad

    britnica

    del

    perodo de entreguerras,

    del

    que

    la

    Facultad

    de Historia

    de

    Cambridge

    representaba

    un ejemplo

    particularmente

    satisfecho

    de

    s mismo.

    Qu

    otro

    profesor

    nos

    hubiera dicho

    en 1936

    que leyramos

    los nuevos Arinl.s

    d'histoire

    conornique

    et

    sociale lranceses

    cuando

    todava

    no eran ni siquiera

    fa-

    mosos

    en

    su

    propio

    pas,

    y que

    invitramos

    al

    maravilloso

    Marc

    Bloch a dar una

    clase

    magistral

    en Cambridge,

    presentndonoslo,

    con

    razn,

    como

    el

    medievalis-

    ta

    vivo ms

    importante

    del

    mundo?

    (Por

    desgracia,

    no recuerdo

    nada de su clase

    salvo

    la

    imagen de

    un hombre

    bajito

    y gordinfln.)

    Aunque

    profundamente anti-

    comunista,

    Postan

    era

    el nico

    de

    Cambridge

    que

    conoca

    a Marx,

    Weber, Som-

    bart

    y

    a los

    dems

    grandes pensadores de la

    Europa

    central

    y

    del

    este,

    y que

    se to-

    maba

    la obra

    de

    stos

    lo

    suficientemente

    en

    serio

    para

    exponerlas

    y

    emitir sus

    criticas

    al respecto.

    Saba,

    no

    obstante,

    que atraa

    a

    los

    marxistasjvenes

    y,

    aun-

    que

    estaba

    en

    contra

    de su

    creencia

    en el bolchevismo

    ruso,

    los consideraba

    alia-

    dos en

    la lucha

    contra

    el conservadurismo

    histrico.2

    Durante

    la

    Guerra

    Fra,

    cuando

    dependa

    de sus

    referencias

    por

    ser

    el

    director

    de

    mi

    tesis doctoral, impi-

    di

    que

    accediera

    a determinados

    puestos, al

    indicar

    a alguna

    de

    las

    personas

    re-

    lacionadas

    con los

    mismos

    que

    yo

    era un

    comunista.

    No

    puedo

    decir

    con exacti-

    tud

    que

    fuera

    mi

    maestro,

    ni en realidad

    el de

    nadie

    -no

    cre escuela

    y

    no

    tuvo

    ningn

    discpulo

    que

    continuara

    su

    labor-,

    pero me sirvi

    de

    puente

    hacia

    el

    mundo de la

    historia

    en

    sentido

    lato. Y sin

    lugar

    a dudas

    fue el

    personaje ms sor-

    prendente

    que pudiera

    haber

    ocupado

    una ctedra

    de

    Historia en

    Gran Bretaa,

    o

    probablemente

    en cualquier

    lugar del

    mundo,

    durante

    el peodo de

    entreguerras:

    una figura

    impresionante,

    encantadora

    y

    absurda.

    Pues Mounia

    Postan fue

    durante toda su

    vida

    una

    persona fantasiosa

    y

    pinto-

    resca,

    caractersticas poco probables

    de

    encontrar en un

    historiador. No

    se

    poda

    hacer

    caso de

    1o

    que

    deca.sin corroborarlo

    antes.

    Cuando

    no

    conoca la

    respues-

    ta a

    una

    pregunta

    -tanto

    daba si

    era sobre

    la

    Edad

    Media

    o sobre

    los amoos

    de

    sus

    alumnos-,

    se

    la

    inventaba. Como adems

    resultaba

    muy

    evidente

    que

    era un

    extranjero

    en

    la Gran

    Bretaa

    de

    entreguefras

    y

    su

    mxima

    aspiracin

    consista

    en

    convertirse

    en

    un britnico

    ms, su

    imaginacin

    tena

    un vasto

    alcance.

    Por

    otra

    parte,

    menta

    con una

    desvergenza

    o chutZpah

    absolutamente

    encantadora.

    Muchos

    aos ms

    tarde,

    cuando tuvo

    que retirarse

    de

    su

    ctedra de

    Cambridge

    contra

    su

    voluntad,

    dijo

    a

    la

    universidad

    que tena

    un

    ao menos

    de lo

    que

    reza-

    ba

    en

    su

    documentacin,

    afirmando

    que

    el

    archivo

    donde

    constaba

    su

    partida

    de

    nacimiento

    en

    lo

    que haba sido Rusia

    y

    ahora

    era

    Rumana

    haba

    desaparecido.

    Como

    era

    habitual,

    nadie

    lo

    crey,

    y

    como

    siempre,

    sacudieron

    la

    cabeza

    en

    se-

    al

    de

    desaprobacin, sonrieron y exclamaron: Este

    Mounia '

    En cierto

    sentido su

    fantasa

    ms

    fabulosa

    fue

    la construccin

    de una

    nueva

    ENTRE Los HlsroRrADoREs

    263

    identidad

    en Gran

    Bretaa,

    adonde

    lleg

    procedente

    de Ia

    Unin

    Sovitica va

    Rumana

    en 1921.

    La

    primera

    parte

    de su

    vida

    se

    corresponda mucho

    a la

    que

    cualquiera

    haba imaginado

    que

    fuera la

    de un

    joven

    judo

    de clase

    media

    naci.

    do

    en la frontera sudoccidental

    de

    la Rusia zarista.

    Haba cursado

    sus

    estudios en

    la

    Universidad de

    Odesa

    hasta el estallido de la Revolucin, que

    recibi

    con

    agra-

    do

    unindose a un

    grupo

    marxista-sionista radical, dividido

    slo entre aquellos

    que

    quean

    marchar

    a

    Palestina para

    construir all

    inmediatamente una sociedad

    socialista

    y

    los

    que preferan

    organizar

    primero

    la revolucin mundial. Mounia

    perteneca

    a

    la segunda

    tendencia.

    Cuando

    el

    poder

    sovitico,

    receloso

    del sio-

    nismo,

    qued

    firmemente

    institucionalizado

    en

    Ucrania

    tras

    la

    guerra

    civil, fue

    encarcelado

    -segn

    l

    varios meses-

    y

    luego

    puesto

    en libertad.

    (Durante

    la

    Segunda

    Guerra Mundial

    este

    hecho supuso

    el veto de las

    autoridades soviticas

    a

    su

    candidatura como delegado del

    Ministerio

    britnico

    de Economa de Guerra.)

    Luego

    vino a Inglaterra, donde,

    empezando

    sus estudios a tiempo

    parcial,

    finali-

    z

    su carrera en la

    London School

    of Economics

    como especialista en historia

    de

    la

    agricultura medieval. Ms

    que

    ocultar su

    pasado, permiti que

    el

    mundo

    eli-

    giera

    entre

    una serie de

    historias de diversas

    aventuras

    en

    el continente

    que

    en su

    gran

    mayora no dejaban entrever

    sus races

    judas,

    aunque no

    consigui engaar

    ni

    por

    un

    momento

    a

    ningn

    hebreo

    que

    lo

    conociera,

    e

    incluso

    en la

    Gran Breta-

    a de entreguerras a unos cuantos que no

    lo

    eran.

    Y

    sin embargo,

    logr,

    gracias

    a

    su

    gran genialidad,

    a lo

    absurdo de su encanto,

    a la determinacin tpica del in-

    migrante

    y

    sobre todo a la ayuda

    de

    su maestra

    y primera

    esposa,

    la especialista

    en

    historia

    econmica

    de la Edad Media Eileen

    Power

    (1889-1940),

    escalar los

    puestos

    ms altos de su nuevo entorno, acabando

    sus das

    como sir

    Michael Pos-

    tan, esposo de

    lady Cynthia Keppel,

    hermana

    del

    conde de

    Albemarle.

    En ese as-

    pecto

    tuvo

    mucha ms suerte

    que

    la

    otra importacin historiogrfica

    tan

    poco

    convincente

    como

    intelectualmente brillante

    de

    la

    Europa del este, L. B.

    (sir

    Le-

    wis) Namier, un

    judo

    muy

    consciente de

    s mismo

    que

    obtuvo el ttulo de caba-

    llero,

    pero

    no consigui una

    ctedra

    en

    su amada Oxford.

    Una diferencia clara

    entre los dos era

    que

    uno

    era una

    figura internacional

    de-

    dicada a

    un

    campo

    global,

    mientras

    que

    los

    principales

    intereses

    histricos

    del

    otro

    se

    concentraban

    en

    Gran Bretaa.

    Durante

    una

    de nuestras

    primeras

    reunio-

    nes,

    Fernand Braudel me

    pregunt:

    S

    que

    en Inglaterra

    se

    habla

    mucho acerca

    de un historiador llamado

    Namier

    y

    de

    su escuela.

    Puede

    decirme algo

    sobre

    l?.

    Ni

    Braudel

    ni

    ningn

    otro

    historiador

    especializado

    en

    historia

    econmica

    habra hecho esa

    pregunta

    refirindose a

    Postan,

    aunque

    slo fuera

    por

    el hecho

    de

    que

    desde 1934

    fue editor de una revista

    sobre

    este

    materia

    conocida interna-

    cionalmente, la Economic

    History

    Review. Adems,

    mientras

    que

    a

    nadie fuera

    de

    Inglaterra, salvo contados especialistas, le import

    mucho

    que

    Namier hubie-

    ra

    (as

    se

    crea entonces)

    revolucionado el

    enfoque del

    tema sumamente esotri-

    co

    de Ia

    historia

    parlamentaria

    inglesa

    del siglo

    xvur, todos Ios especialistas en

    historia econmica del universo acadmico

    de

    peso

    reconocan lo importantes

    que

    eran los estudios de Postan sobre Ia historia

    de

    la

    agricultura medieval;

    se

    preocuparon

    de

    conocerlos

    y

    se

    prepararon

    para

    entablar

    un debate en

    torno

    a

    los

    mismos

    ms

    all

    de

    cualquier

    frontera

    poltica

    o ideolgica, desde Harvard hasta

  • 7/21/2019 2.1.2 Hobsbawm - Entre Los Historiadores

    3/8

    264 AOS INTERESANTES

    Tokio.

    A

    diferencia

    de la

    investigacin

    en

    materia

    de

    polticas

    nacionales

    del pa-

    sado,

    la

    historia

    econmica

    en

    aquellos

    tiempos

    gozaba

    de

    un universo

    discursivo

    admitido

    por

    todos,

    incluso

    de

    una

    estructura

    reconocida

    mediante

    Ia cual

    juzgar

    el inters

    de

    las

    cuestiones planteadas, fuera

    cul

    fuese

    el

    desacuerdo

    suscitado

    por

    las

    respuestas

    que

    se les dieran.

    En

    cierto

    sentido

    el

    contraste entre

    Postan

    y

    Namier simbolizaba

    el conflicto

    ms importante

    que

    divida la profesin

    de

    la

    historia,

    y

    Ia tendencia principal

    del

    desarrollo

    de

    dicha actividad

    desde la dcada

    de

    1890

    a los

    aos

    setenta del

    siglo

    xx.

    Se trataba de la batalla entre

    el supuesto convencional

    de

    que

    la

    historia

    es la

    po-

    ltica del

    pasado,

    tanto

    en el

    seno de

    las

    naciones-Estado como

    en

    sus

    relaciones

    entre

    ellas,

    y

    una

    historia

    de las

    estructuras

    y

    cambios

    de las sociedades

    y

    cultu-

    ras,

    entre la historia como

    narracin

    y

    la historia como anlisis

    y

    sntesis, entre

    aquellos

    que

    consideraban

    imposible

    generalizar

    sobre los

    asuntos

    del

    hombre

    en

    el

    pasado

    y

    los

    que

    eran

    de la opinin de

    que

    ese

    punto

    era esencial.

    La batalla

    haba comenzado en Alemania

    durante

    la

    dcada

    de

    1890,

    pero

    en

    mi

    poca de

    estudiante los mximos

    exponentes

    de la rebelin,

    aparte de los

    marxistas,

    se

    en-

    contraban

    en

    Francia:

    Marc Bloch

    y

    Lucien Febvre

    con

    su

    revista

    Annales.Para-

    djicamente, la

    especialidad

    de Bloch

    y

    Postan

    en

    historia

    medieval,

    que

    cual-

    quiera

    habra

    considerado

    ms

    pertinente

    para

    un historiador

    de

    talante

    conservador,

    en realidad fomentaba un pensamiento

    original

    acerca

    del

    pasado.

    Inclusda los

    profesionales

    ms

    convencionales les resultaba imposible

    dividir

    la

    vida de la Edad Media

    en

    secciones

    claras y

    definidas,

    ya

    fuera la vida

    poltica,

    la

    econmica, la

    religiosa,

    o

    la

    que

    fuese. Prcticamente

    exiga

    una

    serie de

    com-

    paraciones

    y

    una revisin

    de

    los

    presupuestos

    de

    la poca

    y,

    de

    paso,

    rebasar

    las

    fronteras de los Estados modernos,

    de las

    naciones

    y

    de las culturas.

    Como

    la

    his-

    toria antigua,

    y

    quiz

    por

    razones

    similares,

    la medieval constituye

    una

    materia

    que

    ha

    atrado

    a

    algunas

    de

    las

    mejores mentes,

    as

    como a

    las de

    miras ms es-

    trechas,

    de

    mis

    tiempos, aunque

    a

    menos

    eruditos

    marxistas brillantes que

    la

    pri-

    mera.

    Por

    otro

    lado,

    era un campo

    en

    el

    que

    trabajaba un

    gran

    nmero

    de

    figuras,

    como

    por

    ejemplo mi

    jefe

    en

    el

    Birkbeck

    College,

    el difunto

    R. R.

    Darlington,

    cuya mixima aspiracin

    en la

    vida fue

    producir

    una edicin

    exhaustiva

    de un cro-

    nista

    menor del siglo

    xll,

    y

    que pareci sentirse

    verdaderamente

    horrorizado

    cuando

    yo,

    un

    joven

    profesor,

    suge

    que

    un seminario

    dado

    por

    un

    profesor

    de

    antropologa social sudafricano,

    por

    aquel entonces

    agregado al

    college,

    poda

    ser de

    gran

    inters

    para

    los

    estudiantes

    del

    curso

    especial

    que

    daba

    sobre

    la

    In-

    glaterra

    anglosajona.

    En

    qu

    archivos habra trabajado?

    Los marxistas

    jvenes

    como

    yo,

    en los

    primeros

    pasos

    de

    su carrera

    profesio-

    nal como

    historiadores,

    se vean

    precipitados

    a esa batalla

    entre la

    historia vieja

    y

    la nueva

    ahora

    que

    entraban

    a

    formar parte

    de lo

    que

    todava

    era un

    campo

    reduci-

    do,

    tanto

    por

    el nmero

    de

    sus cultivadores como

    por

    la

    produccin

    de los mismos.

    La tremenda expansin

    de

    las universidades antiguas

    y

    nuevas,

    y

    el

    aumento ex-

    traordinario

    de

    la

    bibliografa, no

    se

    puso

    en marcha hasta los

    aos

    sesenta.

    Hasta en

    pases

    como

    Gran Bretaa y Francia,

    o

    en campos acadmicos

    mucho

    ms

    amplios

    como la historia

    econmica en todo el

    mundo,

    prcticamente

    todos

    se conocan

    entre s,

    o

    podan

    llegar a conocerse. Por suerte el

    primer

    congreso

    intemacional

    de

    las

    ciencias

    histricas

    que

    se celebr

    tras

    la Segunda

    Guerra

    Mundial

    tuvo

    lugar

    en

    Pars

    en 1950. Con

    anterioridad a

    la

    guerra

    la elite histri-

    ca

    haba

    ejercido

    su

    dominio

    sin

    ninguna oposicin

    (pues

    al

    obligar a emigrar

    a

    los

    mejores

    especialistas

    en

    ciencias

    sociales,

    el fascismo

    supuso, en

    todo caso,

    un

    refuerzo

    de

    su

    poder). Los

    innovadores,

    a

    lo

    sumo,

    haban

    conseguido

    esta-

    blecer

    una avanzadilla

    en

    el terreno

    vagamente

    definido

    de

    la

    historia

    econmi-

    ca

    y

    social,

    como

    por

    ejemplo

    en

    Francia

    y

    en Gran

    Bretaa'

    Sin embargo,

    la

    guerra

    haba

    destruido

    hasta tal punto las viejas estructuras,

    que

    durante un breve

    peodo de

    tiempo

    los

    rebeldes

    se

    hicieron de hecho

    con

    el

    poder.

    El

    congreso, or-

    ganizado

    por

    un

    hombre

    de Annales,

    Charles Moraz,

    que poco

    despus,

    aunque

    de forma

    perfectamente

    civilizada,

    sea eliminado

    del

    poder

    en

    la revista

    por el

    nuevo astro

    ascendente,

    Femand

    Braudel,

    fue

    concebido

    segn

    las lneas hetero-

    doxas,

    esencialmente

    por

    los

    franceses,

    con alguna aportacin

    de los italianos

    y

    de los

    holandeses

    y

    escandinavos,

    adems de unos cuantos

    anglosajones

    poco

    ca-

    ractesticos:

    el

    propio

    Postan,

    el

    profesor

    de

    estadstica

    histrica

    australiano

    Co-

    lin Clark,

    y

    un

    marxista

    especializado

    en

    historia

    antigua.

    Los alemanes,

    como

    cabe

    suponer,

    estaban

    prcticamente ausentes, aun cuando

    por

    aquel

    entonces no

    se saba

    hasta

    qu

    punto

    los

    historiadores

    ms

    eminentes de

    ese

    pas

    haban

    esta-

    do involucrados

    en

    el

    sistema

    nazi. Los norteamericanos

    acudieron

    al

    congreso

    en tropel

    -cuindo

    no

    se

    han

    entusiasmado ante

    la

    posibilidad

    de

    visitar

    Pa-

    rs?-,

    pero

    evidentemente

    apenas

    haban sido consultados

    acerca

    del

    programa.

    Aparte

    de

    un trabajo

    sobre

    historia

    antigua,

    y

    una disertacin

    en el ltimo

    minu-

    to

    de un

    tejano

    acerca

    de

    la historia universal

    entendida como

    historia de las

    fron-

    teras,

    fueron

    mantenidos

    al

    margen

    de

    las

    secciones

    principales

    programadas.

    La

    Unin

    Sovitica

    y

    todos sus

    satlites

    estuvieron

    ausentes,

    con

    la nica excepcin

    de

    Polonia.

    Volveran

    a aparecer

    con

    toda su fuerza en

    1955,

    tras

    la

    muerte

    de

    Stalin,

    en

    el siguiente

    congreso

    internacional

    de

    Roma. Se

    viva

    una

    gran

    tensin

    durante

    aquellos

    meses

    inmediatamente

    posteriores

    al estallido

    de

    la

    guerra

    de

    Corea

    cuando

    el

    presidente

    (francs)

    del Comit Internacional

    dijo

    en tono

    pesi-

    mista

    que

  • 7/21/2019 2.1.2 Hobsbawm - Entre Los Historiadores

    4/8

    lI-

    .)

    261

    66

    AoS

    INTERESANTES

    ENTRE

    LOS

    HISTORIADORES

    .t,

    vista

    especializada,

    fui

    nombrado

    presidente

    oficial

    de Ia

    sesin

    Contempor_

    nea,

    fido

    el informe

    esplndido

    de un

    erudito

    marxista

    tullido

    acerca

    de

    Polonia

    durante

    los

    siglos.xv

    y

    xvr.

    Supongo que

    fue

    postan

    quien

    me propuso

    para

    el

    cargo,

    pues

    no

    poda

    ser

    otro.

    A mi

    sesin

    asisti

    una

    coleccin

    vanopin-

    ta de

    historiadores

    poco

    comunes

    que

    no

    formaban

    parte

    de

    la

    elite

    establecida,

    y

    que

    pronto

    se

    vean

    obligados

    a

    acercarse

    ar ncreo

    der mundo

    histrico.

    All

    es-

    taba

    J.

    vicens

    vives,

    nico

    llegado

    de ra

    Barcelona de Franco

    en busca de

    con-tactos

    intelectuales,

    que

    se

    convertira

    en

    el

    inspirador

    de

    los

    historiadores

    de

    su

    pas.

    All

    estaba

    Paul

    Leuillot,

    secretario

    de

    Annales,que

    se vio

    haciendo

    de

    por-

    tavoz

    de

    Marc

    Bloch

    y

    Fernand

    Brauder,

    y yo

    mismo,

    a

    punto

    de

    convertirme

    en

    cofundador

    de

    Past

    &

    present.

    Estaban

    ros

    investigadoies

    franceses,

    a

    menudo

    excelentes,

    con

    sus incompretas

    pero

    extensas

    tesis,

    como

    pierre

    vilar y

    Jean

    Meuvret, y

    por

    lo

    tanto

    todava

    no integrados

    en

    el

    sistema

    universitarit,

    que

    pronto

    entraran

    a

    formar

    parte

    de

    ra

    nueva

    rival

    dera

    sorbona

    creada

    por

    Brau-

    del,

    la

    vI

    seccin

    de ra

    core

    pratique

    des

    Haures

    tudes

    (actualment

    ru .oi.

    des

    Hautes

    tudes

    en sciences

    sociales).

    y

    tambin

    estaban

    los

    marxistas

    y

    sus

    crticos.

    En

    resumen,

    el rostro

    de la

    historiog

    rafa

    de

    los

    aos

    cincuenta

    y

    sesen-

    ta iba

    hacindose

    visible.

    -

    _

    _El

    factor

    crucial

    que

    debe

    destacarse

    es

    que,

    a

    pesar

    de

    las

    diferencias

    ideo-

    lgicas

    patentes

    y

    la

    polarizacin

    de la Guerra

    Fra,

    las

    distintas

    escuelas

    de

    los

    modernizadores

    de

    la historiografa

    tomaban

    un

    mismo

    camino

    y

    luchaban

    con-

    tra los

    mismos

    adversarios;

    y

    eran

    conscientes

    de eilo.

    principarmente

    estaban

    en

    contra

    del positivismo,

    de la

    creencia

    en

    que

    si

    se

    toman

    los

    hechos

    correc_

    tamente,

    las

    conclusiones

    saldrn

    por

    s

    solas,

    y

    contra

    la tendenciosidad

    tradi_

    cional

    de

    los

    historiadores

    convencionales

    a favor

    de los

    reyes,

    los

    ministros,

    las

    batallas

    y

    los

    tratados,

    esto

    es,

    a favor

    de

    todos

    aqueilos que

    tomaban

    las decisio-

    nes de

    alto

    nivel

    en las

    esferas

    militar

    y

    poltica.

    En otras

    palabras,

    deseaban

    un

    mbito

    de

    la

    historia

    mucho

    ms

    ampliado

    o

    democratizado,

    as

    como

    mucho

    ms

    elaborado

    metodolgicamente.

    Estaban

    a favor

    de

    una

    historia

    fertilizada

    por

    Ias

    ciencias

    sociales (sobre

    todo por

    ra

    antropologa

    social),

    que

    es

    por

    ro que

    Annales

    ampli

    el

    mbito

    de

    la

    historia

    econmica

    y

    social

    incruyendo

    el

    subt-

    fulo

    conomies,

    socits,

    Civilisations.cuando quince

    aos oespues de

    la

    desa-

    paricin

    de

    Hitler,

    una generacin

    de

    posguerra

    de

    modernizadores

    empez

    a de-

    jar

    su

    huella

    en

    la

    historia

    de

    Alemania,

    en

    la Repbrica

    Federar

    Aremana

    ese

    fenmeno

    tom

    el

    nombre

    de

    Ciencia

    Social

    Histrica.

    Como

    ya

    he

    dejado

    entrever

    anteriormente,

    los

    modernizadores

    de

    la

    historia,

    aunque

    se mantuvieran

    unidos

    contra

    los

    defensores

    de

    un

    concepto

    conservador

    de la

    misma,

    no

    eran

    homogneos

    ni ideolgica

    ni

    polticamente.

    ia

    inspiracin

    de

    los

    franceses

    no

    era

    en modo

    arguno

    marxista,

    ,uiro

    .,

    ro

    referente

    a

    ia

    historio-

    grafa

    de

    la

    Revolucin

    francesa,

    la

    cual,

    ar

    estar

    bien protegida

    y

    anclada

    en el

    puerto

    ideolgico

    de la

    sorbona,

    no

    tena

    nada

    que

    ver

    con

    ra

    escuela

    de

    Annares.

    (Braudel

    una

    vez

    me

    coment

    con

    tono

    apesadumbrado

    que

    er

    problema

    que

    ha-

    ba

    con la

    historia

    francesa

    en

    su

    poca

    consista

    en

    el hecho

    d que

    sus dls

    m-

    ximos

    exponentes,

    Emest

    Labrousse

    de la

    sorbona y

    l

    mismo,

    eran

    como

    dos

    hermanos que nunca

    lograran

    entenderse.)

    En

    Gran Bretaa,

    por

    otro

    lado.

    los

    marxistas

    ocupaban

    un

    lugar

    singularmente

    destacado,

    y la revista

    Past &

    Pre'

    senl,

    surgida

    e

    los

    debates

    de la

    Agrupacin

    de Historiadores

    del

    Partido Co-

    munista,ie

    convirti

    en

    el

    medio

    principal

    de

    los

    modernizadores.

    Los

    alemanes

    rebeldes,

    una

    generacin

    de

    la

    posguerra,

    se

    haban

    formado

    en

    gran medida

    gracias

    a

    los

    estudios

    que haban

    realizado

    en

    Gran

    Bretaa

    y

    en

    Es-

    iados

    Unidosly

    eran

    ms

    proclives

    a Max

    Weber

    que

    a

    Marx,

    y

    contrarios

    al mar-

    xismo

    de

    .or..hu

    propia

    de

    la Agrupacin

    de

    Historiadores

    del

    Partido

    Comu-

    nista

    britnico.

    sin

    embargo,

    todos

    nos

    reconocamos

    como

    aliados.

    Past &

    PresentagradecilainspiracindeAnnalesenelprimerpnafodesuprimern-

    mero.

    En-cuan

    to

    a Annales,Jacques

    Le

    Goff

    (un

    lector

    desde

    sus

    inicios,

    un

    ad-

    mirador,

    un

    amigo,

    casi

    [si

    se

    me

    permite decirlo]

    un amante

    secreto)5

    compa-

    raba

    Past

    &

    Present

    con

    su

    revista,

    mientras

    que el

    lder

    de

    los

    nuevos

    alemanes

    f*e""

    .onsioerar

    que

    el

    efecto

    sorprendente

    de

    la

    generacin

    de

    historiadores

    'marxistas,

    es

    el factor

    principal

    que

    se

    esconde

    tras

    el

    impacto

    global de

    la

    his-

    toriografa

    inglesa

    a

    partir

    de

    los

    aos

    sesenta"'6

    E"n

    ese

    printo la

    istoria

    en

    Estados

    Unidos

    (a

    diferencia

    de

    las

    ciencias

    so-

    ciales

    en

    dicho

    pas)

    segua

    desempeando

    un

    papel

    intemacional

    relativamente

    menor.

    De

    hecho,

    sus

    contactos

    con

    el

    viejo

    mundo

    eran

    realmente

    pobres'

    ex-

    ..p,o

    .n

    campos

    de

    inters

    tradicional

    para

    los

    europestas

    norteamericanos,

    co.rro et de la

    Revolucin

    francesa,

    y

    en

    los

    campos que los

    exiliados

    alemanes

    haban

    llevado

    a

    Amrica

    desde

    Europa

    despus

    de 1933.

    Pero

    los

    europestas

    constituan

    una

    minora,

    mirados

    con

    recelo

    y

    calicados

    de

    Ivy Leaguers>>

    por

    la

    inmensa

    mayora

    de

    historiadores

    generalmente

    monolinges

    cuya

    especiali-

    dad

    era

    la

    historia

    de

    Estados

    Unidos,

    una

    materia

    que,

    por

    el

    modo

    en

    que

    era

    tra-

    tada

    por

    casi

    todos

    ellos,

    tena

    muy

    pocas

    cosas

    en

    comn

    con

    el trabajo

    que

    rea-

    lizaban

    los

    dems

    historiadores

    del

    mundo.

    S1o

    la esclavitud

    era

    un

    tema

    que

    suscitaba

    inters

    internacional,

    pero

    los historiadores

    ms

    jvenes

    especializados

    en

    ella,

    los

    que

    supuestamente

    deban

    marcar

    sus

    pautas

    en

    el extranjero,

    eran

    muy

    distintos

    de

    sui

    colegas

    en

    los aos

    cincuenta

    y

    sesenta.

    Entre

    ellos

    haba

    va-

    rios

    militantes

    jvenes

    de

    posguerra

    del

    Partido

    comunista

    americano:

    Herb

    Gut-

    man,

    el

    genial Gene

    Genovese

    y

    el

    increblemente

    ingenioso

    Bob

    Fogel,

    antiguo

    secretari-o

    nacional

    de

    la

    Liga

    de

    las Juventudes

    comunistas,

    que

    posteriormente

    sera

    galardonado

    con

    un

    Premio

    Nobel'

    Rlsulta

    bastante

    curioso

    que

    sucediera

    lo mismo

    incluso

    en

    materias

    tan

    evi-

    dentemente

    globales

    como

    la

    historia

    econmica,

    lo

    que

    quizs

    explique

    p9r

    qu'

    cuando

    se

    fund

    una

    asociacin

    internacional

    en este

    campo,

    fue

    dirigida

    bsica-

    mente

    como

    si

    fuera

    una

    propiedad

    anglofrancesa

    de

    Braudel

    y Postan'

    A las

    innovaciones

    histricas

    .n

    Ettudot

    Unidos

    -la

    historia

    econmica

    segn

    los

    hombresdenegocios(historiaempresarial)delosaoscincuenta,lapsi-

    cohistoria

    (esto

    es,

    interpretaciones

    freudianas

    de

    personajes

    histricos)

    y

    la

    mu-

    cho

    ms

    espectacular

    ,,cliometa,

    (la

    historia

    como

    econometra

    contemplada

    retrospectivamente

    y

    a

    menudo

    imaginaria)

    en

    los

    sesenta-

    les

    cost

    trabajo

    cru-

    zar

    el

    Atlntico.

    En

    1975

    se

    celebr

    por

    primera

    vez en

    Estados

    unidos,

    proba-

    blementeporrazonesdiplomticas,elCongresoMundial-quinquenal-de

    CienciasHistricasparacompensarelllevadoacaboenMoscen1970.

  • 7/21/2019 2.1.2 Hobsbawm - Entre Los Historiadores

    5/8

    268

    AoS

    INTERESANTES

    En

    general,

    durante los

    treinta

    aos

    siguientes a la

    Segunda

    Guerra

    Mundial

    los tradicionalistas

    histricos

    libraron

    en

    la retaguardia

    una

    batalla

    perdida

    con-

    tra

    el

    avance

    de los

    modernizadores

    en la

    mayoa

    de los

    pases

    occidentales

    en

    los

    que

    se cultivaba

    la

    historia

    en libertad.

    Quizs

    haban conseguido

    defender-

    se mejor

    si

    la

    guarnicin

    de

    la

    principal

    fortaleza

    de

    los estudios

    histricos

    tradi-

    cionales,

    Alemania,

    no

    hubiera

    sido

    apartada de

    la

    accin

    por

    su asociacin

    con

    el nacionalsocialismo.

    (La

    situacin

    de los historiadores

    de los

    pases

    comunisras

    no

    era

    comparable

    a

    la

    de

    sus

    homlogos

    en

    Occidente, pero,

    en

    realidad, el

    mar_

    xismo

    con el

    que

    estaban

    oficialmente,

    y

    a veces incluso

    sinceramente,

    compro-

    metidos,

    encajaba

    mejor

    con los

    modernizadores

    occidentales

    que

    con

    la

    historia

    tradicionalista,

    y

    sobre todo

    nacionalista,

    de

    sus

    propios pases.)

    En 1970

    la

    re-

    vista

    norteamericana

    Daedalus

    organiz

    una conferencia

    bastante

    optimista,

    por

    no decir triunfalista,

    con el

    fin de

    examinar

    la situacin de la

    historia.

    con la

    ex-

    cepcin de los

    portavoces

    (a

    la defensiva)

    de

    historia

    poltica

    y

    militar, la

    reunin

    estuvo dominada por

    los modernizadores:

    britnicos, franceses y,

    entre

    los que

    no

    superaban

    los

    cuarenta

    aos,

    americanos.T

    Por aquella

    poca

    se haba

    encon-

    trado una

    bandera

    comn

    para

    el

    frente

    popular

    -que

    de

    homogneo

    no

    tena

    nada- de

    los innovadores:

    la

    historia

    social.

    Era un concepto

    que

    encajaba

    bien

    con la

    radicalizacin

    poltica

    de

    la

    poblacin

    estudiantil

    de los

    aos

    sesenta

    espectacularmente numerosa.

    El

    trmino

    resultaba

    vago

    y

    a veces

    induca

    a

    la

    confusin,

    pero

    como

    escrib

    entonces, haciendo

    hincapi

    en el

    estado

    notable-

    mente

    prspero

    de ese

    campo:

    Es

    un

    buen

    momento

    para

    ser

    un

    historiador

    so-

    cial.

    Incluso

    aquellos

    que

    nunca

    nos

    planteamos

    llamamos

    por

    este nombre

    no

    querremos

    renunciar

    a

    l.8

    Haba motivos para

    sentirse

    satisfechos. Entre

    otras

    cosas

    porque,

    de

    una

    ma-

    nera

    en

    cierto

    modo

    inesperada,

    la Guerra

    Fra no haba

    interferido

    de forma

    sus-

    tancial en las

    evoluciones

    de la

    historia.

    De

    hecho, resulta

    sorprendente

    la

    poca

    influencia

    que

    ejerci

    en

    el mbito

    de

    la historiografa,

    excepto,

    como

    es

    lgico,

    en

    lo referente

    a

    temas como la

    historia

    de Rusia

    y

    de

    la

    URSS.

    capa

    lism

    and

    the Historians,

    un

    libro

    publicado

    en los

    aos

    cuarenta bajo los

    auspicios

    de

    Frie-

    drich von Hayek,

    defenda

    que

    los

    historiadores que

    sealaban los

    efectos

    nega-

    tivos de la

    revolucin

    industrial

    sobre los

    pobres

    eran sistemticamente

    proclives

    a

    ir

    contra

    los beneficios

    del

    sistema

    de la libre

    empresa. Esto

    dio

    pie

    a

    una

    viva

    polmica

    que

    mantuvo

    entretenidos

    a

    los

    estudiantes,

    el llamado

    Debate

    sobre

    el

    nivel

    de

    vida,

    cuando

    la izquierda

    (esto

    es,

    yo

    mismo, hablando

    en

    nombre

    de

    los historiadores

    comunistas)

    respondi,

    pero

    no

    puede

    decirse que

    dicho

    debate,

    que

    ha

    seguido

    sostenindose

    a intervalos

    desde entonces,

    siguiera

    posteriormen-

    te

    unas

    lneas ideolgicas.

    Temas

    tan

    explosivos

    como Rusia,

    sobre todo

    en el

    si-

    glo

    xx,

    y

    la

    historia

    del comunismo

    fueron, por

    supuesto, campos

    de batalla

    ide-

    olgicos, aunque

    el debate

    era

    desequilibrado, pues

    las ortodoxias

    de obligada

    observancia

    en el

    imperio

    sovitico

    perjudicaron

    tanto a sus historiadores

    como

    a

    sus interpretaciones.

    Lo

    mejor

    que

    poda

    hacer

    un

    historiador

    sovitico

    serio

    era

    aferrarse

    a

    la

    historia

    del

    antiguo

    oriente

    y

    la

    Edad Media,

    aunque

    resultaba

    con-

    movedor

    comprobar

    cmo

    los

    modernizadores

    se apresuraban

    a decir

    (dentro

    de

    los

    lmites

    de

    lo

    permisible) lo

    que

    saban

    que

    era

    verdad cadavez

    que la venta-

    ENTRE LOS HISTORIADORES

    na

    pareca

    que

    se

    aba

    un

    poco

    (como

    en

    1956

    y

    a

    comienzos de

    los aos sesen-

    ta).

    Yo mismo

    me

    convert

    esencialmente

    en

    un historiador

    del

    siglo

    xlx,

    porque

    no

    tard

    mucho

    en

    descubrir

    -en

    realidad

    durante los

    preparativos del

    proyecto

    abortado

    de

    la

    Agrupacjn

    de Historiadores

    del Partido

    Comunista

    de escribir

    una

    historia

    del

    movimiento

    obrero

    britinico-

    que,

    dados

    los firmes

    criterios

    oficiales

    que tenan

    el Partido

    y

    la Unin

    Sovitica

    acerca

    del siglo

    xx,

    no

    se

    po-

    da

    escribir

    sobre

    ningn

    hecho

    posterior

    a 1917 sin

    corer el

    riesgo

    de ser

    acusa-

    do

    de

    hereje

    polco.

    Estaba

    dispuesto

    a

    escribi

    sobre

    el siglo

    desde

    mi posicin

    poltica

    o

    pblica,

    pero no en

    mi calidad

    de historiador

    profesional.

    Mi historia

    terminaba

    en

    Sarajevo

    en

    junio

    de

    1914.

    Por suerte

    me abstuve

    de

    escribir sobre

    la

    historia

    del siglo

    xx

    hasta

    que

    ste

    prcticamente

    haba

    acabado,

    pero

    semejante

    actitud

    iba en contra

    del movi-

    miento

    historiogrfico

    al uso,

    alejado

    del

    pasado

    remoto

    y proclive al estudio

    del

    presente. Hasta

    despus

    de

    1945

    la historia

    de verdad

    acababa,

    como

    muy tar-

    de,

    en

    1914,

    fecha

    a

    partir de

    la cual

    el

    pasado

    inmediato

    formaba

    ya parte

    de

    la

    crnica,

    el

    periodismo o

    el comentario

    contemporneo.

    De

    hecho, como

    los ar-

    chivos

    permanecieron

    cerrados

    en Gran

    Bretaa durante

    varias dcadas,

    no

    pudo

    escribirse

    sobre

    el tema

    segn

    los

    parmetros de los historiadores

    tradicionales'

    En

    la mayora

    de los

    pases, ni

    siquiera

    el siglo

    xtx

    haba

    sido

    asumido

    plena-

    mente

    po.r

    los departamentos

    de

    historia

    de

    las universidades, excepto por los

    de

    historia

    econmica.

    Los

    grandes debates

    historiogrficos

    no haban

    tratado

    de esa

    poca,

    aunque

    el radicalismo

    poltico,

    cuando

    menos

    en la modalidad

    que puso

    de

    moda la

    pasin

    por la

    historia

    del

    movimiento

    obrero, atrajo

    la

    atencin

    hacia

    un

    perodo que

    haba

    sido

    gravemente descuidado

    por

    los historiadores

    en nume-

    rosos

    pases. Incluso

    en

    Gran

    Bretaa,

    hasta

    los

    aos

    sesenta

    los encargados

    de

    escribir

    las

    biografas

    de

    las

    grandes guras

    de

    la

    poca

    victoriana

    fueron

    los

    po-

    lticos,

    los

    periodistas serios,

    los

    parientes

    de los

    protagonistas

    y los

    ensayistas,

    no los

    acadmicos.

    No obstante,

    el

    abismo

    que

    separaba

    el

    pasado

    y

    el

    presente

    se

    estrech,

    quiz

    debido

    a

    que

    muchos

    historiadores

    profesionales

    se

    vieron

    im-

    plicados en la Segunda

    Guerra

    Mundial.

    Al

    mismo

    tiempo,

    la

    historia

    acadmica

    en el

    sentido

    occidental

    del trmino

    se

    hallaba todava

    limitada

    en

    gran medida al Primer

    y

    al Segundo

    Mundo

    y a

    Ja-

    pn.

    A

    grandes

    rasgos,

    fuera

    de

    estas

    regiones los

    estudios histricos

    no existan,

    no se

    cultivaban

    o

    seguan

    las

    lneas

    tradicionales, salvo

    entre

    las minoras

    mar-

    xistas

    y

    a

    excepcin

    de

    algunas

    parcelas

    influidas

    por

    los modernismos

    de Pars

    (como

    ocurra

    en

    algunos

    rincones

    de

    la Amrica

    Latina). Adems,

    casi

    toda

    la

    historia

    acadmica

    era

    fundamentalmente

    eurocntrica

    o

    -segn

    la expresin

    utilizada

    habitualmente

    en

    Estados Unidos-

    se

    interesaba slo

    por

    la

    civiliza-

    cin

    occidental.

    El

    resto del

    planeta entraba

    en

    la historia

    de

    cambridge

    nica-

    mente

    en

    los captulos

    relativos

    a

    La

    expansin de

    Europa. Salvo

    raras

    excep-

    ciones,

    como,

    por

    ejernplo,

    Charles

    Boxer, no

    eran los

    historiadores,

    sino

    los

    gegrafos, los antroplogos

    y

    los

    lingistas,

    as

    como

    por

    supuesto

    los adminis-

    tradores

    del imperio,

    los

    que

    se ocupaban

    de

    los asuntos

    no

    occidentales.

    An-

    tes

    de

    la

    guerra,

    la

    historia

    extraeuropea

    como

    tal interes

    a

    muy

    pocos

    historia-

    dores excepto

    (debido

    a su

    antiimperialismo)

    a

    los

    de

    ideologa marxista

    y

    a

    los

    269

  • 7/21/2019 2.1.2 Hobsbawm - Entre Los Historiadores

    6/8

    270

    Aos

    TNTERESANTES

    no

    europeos,

    como,

    por

    ejemplo,

    los

    japoneses,

    que por

    aquel

    entonces

    suflan

    una fuerte influencia del

    marxismo.

    En

    Cambridge, una serie de historiadores

    convocaron

    a

    la

    llamada

    agrupacin

    colonial integrada en la

    seccin

    estudian-

    til

    del

    Partido

    Comunista

    (fundamentalmente

    jvenes

    originarios del

    sur de

    Asia). Primero fue

    el

    canadiense

    E.

    H. Norman,

    que

    ms tarde

    se

    dedicara

    a la

    diplomacia

    y

    sera uno

    de

    los

    primeros

    especialistas

    en

    historia del

    Japn

    moder-

    no, hasta

    que

    se

    suicid en

    1957

    debido a las

    presiones

    dela

    caza de

    brujas de-

    sencadenada en

    Estados

    Unidos, y

    tras

    l

    vendran

    mi

    viejo

    amigo

    V. G.

    (Victor)

    Kiernan, hombre

    de un

    atractivo

    encantador y

    una erudicin universal y

    elegan-

    tsima

    acerca

    de todos los

    continentes,

    que public

    libros sobre la

    poesa

    de Ho-

    racio,

    entre

    otros temas,

    y que

    tradujo

    la

    poesa

    urdu, el

    canadiense

    Harry

    Ferns,

    especialista

    en Argentina, que

    ms

    tade se volvi

    extremadamente

    conservador,

    y

    el

    brillante, original

    y

    autodestructivo

    Jack

    Gallagher,

    que

    no se levantaba

    nun-

    ca antes de

    medioda

    y

    que

    luego

    ocup las ctedras de

    historia

    del Imperio

    en

    Oxford

    y

    Cambridge.

    Mi

    propio

    inters

    por

    la historia extraeuropea

    deriva

    tam-

    bin

    de

    mis relaciones

    con

    este

    grupo.

    La historia

    extraoccidental

    se emancip con la

    colonizacin

    de los

    viejos

    im-

    perios

    y

    con

    el

    auge

    que

    conocieron por

    esa misma

    poca Estados Unidos

    como

    potencia

    mundial. La historia

    universal

    entendida como historia

    de todo

    el

    plane-

    ta

    apareci

    en

    los

    aos sesenta, con

    el evidente progreso

    de

    la

    globalizacin.

    Los

    historiadores

    del Tercer

    Mundo,

    especialmente un

    grupo

    de brillantes

    profesores

    hindes,

    surgidos de las escuelas

    locales

    de debate marxista,

    alcanzron

    el reco-

    nocimiento mundial

    durante

    los aos

    noventa. Los intereses

    del imperio

    mundial,

    as

    como los

    extraordinarios

    recursos

    de

    que

    disponen las universidades

    america-

    nas, hicieron de Estados

    Unidos

    el

    centro de la nueva historia

    universal

    poseuro-

    cntrjca

    y,

    de

    paso,

    transformaron

    sus

    manuales

    y

    revistas

    de

    historia.

    Cmo

    po-

    dan seguir

    siendo las mismas

    las perspectivas

    histricas?

    Fidel

    Castro

    dio lugar

    al desarrollo sistemtico

    de

    los

    estudios

    latinoamericanos en

    Gran Bretaa

    a co-

    mienzos

    de

    los aos

    sesenta. En

    realidad

    creamos en aquella poca

    que

    esa

    cir

    cunstancia

    se deba a las

    indicaciones

    realizadas

    por

    el Gobierno del

    presidente

    Kennedy

    en el sentido de

    que

    era

    conveniente

    disponer

    de

    expertos europeos

    en

    esa

    regin

    -considerados

    ms

    aceptables-

    para

    complementar la labor

    de los

    especialistas

    norteamericanos

    de

    los

    que

    su

    propio

    pas

    desconfiaba.

    (De

    haber

    sido

    as, el

    proyecto

    habra

    fracasado.

    La historia

    de Latinoamrica

    atrajo

    funda-

    mentalmente

    a

    jvenes

    radicales.)

    Sin

    embargo,

    las

    historias de Europa,

    de

    Esta-

    dos Unidos

    y del

    resto del

    mundo

    siguieron

    separadas unas de otras:

    sus respec-

    tivos

    pblicos

    coexistan,

    pero

    apenas

    se rozaban. La historia sigue

    siendo,

    por

    desgracia,

    principalmente

    una

    serie

    de

    nichos

    para

    los

    que

    la escriben

    y

    para

    su

    pblico

    lector.

    En mi

    generacin

    slo

    un

    puado

    de

    historiadores

    ha

    intentado

    in-

    tegrarlos

    en una

    historia

    universal

    de mximo

    alcance.

    Ello

    fue debido

    en

    parte

    a

    que

    la

    historia

    no

    supo

    prcticamente

    emanciparse

    -en

    gran

    medida por

    motivos

    institucionales

    y

    lingsticos-

    del marco

    de la nacin-Estado. Volviendo

    la vis-

    ta atrs,

    este

    provincianismo

    probablemente

    fuera el

    principal

    punto

    dbil

    de la

    materia en mi poca.

    No

    obstante,

    a

    finales

    de

    los

    sesenta

    y

    comienzos

    de

    los

    setenta

    parecarazo-

    ENTRE LOS

    HISTORIADORES

    27I

    nable

    suponer

    que

    se

    haba

    ganado

    la

    guerra

    por

    la

    modernizacin

    de

    la histo-

    riografa

    iniciada

    en

    la dcada

    de 1890.

    La lnea ferroviaria

    principal

    por

    la

    que

    los trenes

    de

    la historiografa

    deban discurrir

    ya

    haba sido

    construida.

    No era

    que

    los modemizadores,

    al menos

    fuera de los enemigos

    franceses

    de la

    historia

    de

    los acontecimientos,

    propusieran

    necesariamente

    una

    hegemona de

    la histo-

    ria

    econmica

    y

    social,

    o incluso

    una

    relegacin de

    la historia

    poltica,

    por

    no

    ha-

    blar

    de

    la

    historia

    de

    las

    ideas

    y

    la cultura.

    Los

    modernizadores

    no eran

    en abso-

    luto

    reduccionistas.

    Aunque

    creyeran que

    la

    historia

    deba

    explicar y

    generalizar,

    saban

    perfectamente

    que

    no

    era

    como

    las ciencias

    naturales.

    Sin

    embargo,

    tenan

    el

    firme

    convencimiento

    de

    que

    la

    historia tena

    un

    proyecto

    de

    gran

    alcance,

    bien

    fuera

    el de

    historia

    global

    o

  • 7/21/2019 2.1.2 Hobsbawm - Entre Los Historiadores

    7/8

    t

    t;

    ,

    ,i

    ir

    i

    212

    Aos

    TNTERESANTES

    medida

    que

    el

    siglo

    se acercaba

    a su fin.

    No

    es

    que pueda

    apreciarse

    entre

    los

    aca-

    dmicos

    un abandono

    de la

    historia

    estructural

    y

    una vuelta

    a la historia

    narrati-

    va,

    o

    a

    la

    historia

    poltica

    a la

    vieja

    usanza.

    En

    cualquier

    caso,

    por

    lo

    que

    yo

    s,

    los

    historiadores

    de

    las

    jvenes

    generaciones

    durante

    los ltimos treinta

    aos

    no

    han

    producido

    ninguna

    obra

    maestra

    de

    historia

    narrativa

    no analtica

    compara-

    ble

    con

    ese hito de la

    erudicin

    tradicional

    en este

    gnero

    que

    es

    el

    libro

    de

    Ste-

    ven

    Runciman

    titulado

    Las

    cruzadas

    (1951-1954).

    No

    obstante,

    precisamente

    el

    hecho

    de

    que materias

    a

    todas

    luces importantes hayan sido preteridas o

    pasadas

    por

    alto

    en

    una medida

    tan considerable

    durante el

    medio

    siglo transcurrido

    des-

    de 1945, ha

    dejado

    un amplio

    margen

    a la

    labor

    de

    llenar

    directamente

    las

    lagu-

    nas

    existentes

    a partir

    de

    los

    archivos

    disponibles,

    esto es,

    a la

    historia

    de

    los

    acontecimientos.

    No

    hay

    ms

    que

    pensar

    en el

    contenido

    oculto de

    los

    archivos

    soviticos que

    se hicieron pblicos

    en

    los

    aos noventa,

    en

    la

    historia

    de

    la

    Guerra

    Fra

    o en

    los

    largos

    silencios

    oficiales y

    en los mitos pblicos

    relacionados

    con la

    Francia

    de

    la ocupacin

    alemana,

    o con

    la fundacin y

    los

    primeros

    aos del

    Es-

    tado

    de

    Israel.

    Aunque

    los abanderados

    de la

    modemizacin

    de la historiografa

    que

    logra-

    ron

    imponerse

    a

    los

    partidarios

    del

    modelo

    antiguo a

    finales

    de

    los

    aos

    sesenta

    constituan

    una alianza

    de

    la

    que

    formaban

    parte

    los marxistas,

    su

    supremaca

    no

    sera puesta en

    entredicho

    desde

    la

    derecha

    ideolgica.

    El

    hecho

    de

    que

    mi

    gene-

    racin

    de

    historiadores

    marxistas,

    formada

    entre

    1933

    y

    1956,

    no

    tuviera

    verda-

    deros

    sucesores,

    se debi

    no

    a

    que

    los

    paladines

    de la

    Guerra Fra

    ganaran

    terre-

    no

    en

    las

    escuelas

    y

    facultades

    de

    historia

    -probablemente

    caba decir

    ms

    bien

    lo

    contrario-,

    sino a

    que

    las

    generaciones

    de la

    izquierda posterior

    a los

    aos

    se-

    senta

    deseaban

    en su

    mayoa

    otra

    cosa.

    pero

    una vez

    ms

    no

    se

    trataa

    de una

    reaccin

    especfica

    frente

    al

    marxismo.

    En

    Francia

    Ia

    virtual hegemona

    de

    la his-

    toria

    braudeliana y

    de

    larevistaAnnaleslleg

    a

    su

    fin

    despus

    de

    196g,

    y

    la

    in-

    fluencia

    internacional

    de la

    publicacin

    fue disminuyendo

    a

    pasos

    agigantados.

    Pate,

    cuando

    menos,

    del

    cambio

    experimentado por

    la

    historia

    era

    un reflejo

    de

    la extraordinaria

    revolucin

    cultural

    que

    se

    produjo

    a finales

    de los

    sesenta y

    cuyo

    epicentro

    se

    situ

    en

    las

    universidades,

    y

    ms

    particularmente

    en

    las facul-

    tades

    de

    letras

    y

    humanidades.

    No

    fue tanto

    un

    desafo

    intelectual

    cuanto

    un

    cam-

    bio

    de

    talante. En Gran Bretaa

    el

    movimiento Taller

    de

    Historia

    (History

    works-

    ftop)

    supuso la

    expresin

    ms

    caacterstica

    de la

    nueva

    izquierda

    histrica

    posterior

    a 1968.

    su

    objetivo

    no

    era

    tanto

    el descubrimiento

    histrico,

    la

    explica-

    cin

    o

    incluso la

    exposicin

    de

    la

    historia,

    cuanto

    la inspiracin,

    la

    empat y

    la

    democratizacin.

    vena

    a

    reflejar

    asimismo

    el desarrollo,

    tan notable

    como

    ines-

    perado,

    de un inters

    masivo

    del

    pblico

    por

    el

    pasado que

    ha

    dado

    a Ia

    historia

    un

    auge

    sorprendente

    en

    la literatura

    y

    en

    el cine. Las

    reuniones

    del raller

    de His-

    toria,

    en las

    que participaban

    aficionados

    y profesionales,

    intelectuales

    y

    obreros,

    as

    como

    gran

    nmero dejvenes

    en

    pantalones

    vaqueros,

    rodeados

    de

    sacos

    de

    dormir

    y

    guarderas

    improvisadas,

    se

    parecan

    a sesiones

    de gosper,

    especial-

    mente

    cuando los

    actores

    estrella

    lanzaban

    el

    hwyl

    de rigor,

    por

    ejemplo

    el mara-

    villoso

    especialista

    en historia

    de

    Gales

    Gwyn Alf williams,

    hombre

    moreno,

    achaparrado,

    cuyo

    soberbio

    dominio

    de

    la

    tartamudez

    serva

    para subrayar

    su

    elo-

    ENTRE

    LOS

    HISTORIADORES

    213

    cuencia

    escnica.

    Es sintomtico que

    el

    primer

    congreso

    por

    la

    Liberacin

    de la

    Mujer de Gran Bretaa

    (al

    que

    llevaron

    a Marlene

    nuestras

    amigas

    de la

    Nueva

    Izquierda) fuera

    fruto de

    una

    propuesta

    del

    raller

    de Historia

    a finales

    de los

    aos sesenta. El histrico

    manifiesto

    del

    feminismo

    de

    Sheila

    Rowboam que

    apareci inmediatamente

    despus

    se llamaba

    con

    razn

    Hidden

    from

    History.

    Aqulla era

    una

    gente para

    la

    que

    la

    historia

    no

    era

    tanto un

    modo de interpretar

    el mundo cuanto

    un medio

    de

    autodescubrimiento

    colectivo

    o, a lo sumo,

    de ob-

    tener un

    reconocimiento colectivo.

    EI

    peligro

    que

    entraaba

    esta

    posicin

    era

    y

    sigue siendo

    que

    echa

    por

    tierra

    la universalidad

    del universo discursivo

    que

    es la

    esencia

    de

    toda la

    historia

    en-

    tendida

    como

    disciplina erudita

    e intelectual,

    como

    wsserzschaft

    en el sentido

    alemn del

    trmino

    o en

    el

    ms

    estricto

    que

    tiene

    en ingls.13

    Echa

    asimismo por

    tierra lo

    que

    los

    antiguos

    y

    los modernos

    tenan

    en

    comn,

    a

    saber, la

    creencia

    en

    que

    las investigaciones

    de los

    historiadores,

    realizadas

    siguiendo

    las

    normas

    aceptadas

    por

    todos de

    la lgica

    y

    la

    prueba,

    distinguen

    entre

    el

    hecho

    y

    la c-

    cin, entre lo

    que

    puede

    ser

    determinado

    como hecho y

    lo

    que

    no, entre lo

    que

    es

    y

    lo

    que

    nos

    gustara

    que

    fuera.

    Pero

    esto

    es

    ahora

    cadavez

    ms

    peligroso.

    Las

    presiones polticas

    que

    sufre la

    historia

    a manos

    de

    los

    Estados

    y

    los regmenes

    nuevos

    y

    antiguos,

    de

    los

    grupos

    de identidad, y

    de

    una

    serie de

    fuerzas

    escondi-

    das

    bajo la glida

    capa de

    hielo

    de

    la

    Guerra

    Fra,

    son en

    la actualidad

    ms

    fuer-

    tes

    que

    nunca,

    y

    la

    sociedad meditica

    moderna

    ha

    dado

    al

    pasado

    una

    preemi-

    nencia

    y

    un

    potencial

    mercantil

    sin

    precedentes.

    La

    historia

    est siendo revisada

    o inventada hoy

    ms

    que

    nunca por personas

    que

    no

    desean conocer

    el verdade-

    ro

    pasado,

    sino

    slo aquel

    que

    se acomoda

    a

    sus

    objetivos.

    La

    actual

    es la

    gran

    era

    de

    la mitologa

    histrica.

    La defensa

    de la

    historia por

    sus

    profesionales

    es

    en la

    actualidad

    ms

    urgente

    en

    la

    poltica

    que

    nunca.

    Nos

    necesitan.

    Tenemos

    adems

    mucho

    que

    hacer.

    Mientras que

    los

    asuntos

    de

    la humani-

    dad se

    guan

    hoy

    da sobre

    todo

    por

    los

    criterios

    de los

    tecnlogos

    especializados

    en

    resolver

    problemas,

    segn los cuales

    es

    casi irrelevante,

    la

    historia

    tiene ahora

    ms

    importancia que

    nunca

    a la hora

    de

    entender

    el mundo.

    silenciosamente,

    en

    medio

    de

    las

    discusiones

    en

    torno a la

    existencia

    objetiva

    del

    pasado,

    el cambio

    histrico

    se

    ha

    convertido

    en

    componente fundamental

    de las

    ciencias

    de

    la natu-

    raleza, desde

    la cosmogona

    hasta

    el darwinismo

    redivivo.

    De hecho, gracias

    a la

    biologa molecular y

    evolutiva,

    a la

    paleontologa

    y

    a

    la

    arqueologa,

    la

    propia

    historia

    humana

    se

    est

    transformando.

    Ha

    sido reinsertada

    en la

    estructura

    de

    Ia

    evolucin

    global,

    o si se

    quiere

    csmica.

    El ADN

    la ha revolucionado.

    As, por

    ejemplo, ahora

    sabemos

    cuin extraordinariamente

    joven

    es

    Homo

    sapiens

    en

    cuanto especie.

    salimos

    de frica

    hace

    100.000

    aos.

    En total,

    lo

    que

    se llama

    historia,

    desde la

    invencin

    de la agricultura

    y

    las

    ciudades,

    equivale

    apenas

    a

    400 generaciones

    humanas

    o lo

    que

    es lo mismo

    a 10.000

    aos,

    prcticamente

    un

    parpadeo

    en

    trminos

    dle tiempo

    geolgico.

    Teniendo

    en cuenta

    la espectacular

    aceleracin

    del

    ritmo

    al

    que

    el hombre

    ha

    controlado

    la

    naturaleza

    en

    este

    breve

    perodo,

    especialmente

    durante

    las

    ltimas

    diez

    o veinte

    generaciones,

    cabe

    pen-

    sar

    que

    toda

    la historia

    hasta

    la

    fecha ha

    sido

    una

    explosin

    de

    nuestra

    especie,

    una

    supernova

    biosocial

    lanzada

    hacia un

    futuro

    desconocido.

    Esperemos

    que

    no

  • 7/21/2019 2.1.2 Hobsbawm - Entre Los Historiadores

    8/8

    274

    AoS

    INTERESANTES

    tenga

    consecuencias

    catastrficas.

    Mientras

    tanto,

    y por

    primera

    vez'

    disponemos

    de

    una

    estructura

    adecuada

    para

    una

    historia

    verdaderamente

    universal,

    a

    la

    que

    se

    ha

    devuelto

    el

    protagonismo

    que le corresponda,

    no

    ya

    entre

    las

    humanidades

    ni

    entre

    las

    ciencias

    naturales

    o

    las matemticas,

    ni tampoco

    al margen

    de

    ellas,

    sino

    como

    algo

    esencial

    para todas.

    Me

    gustara

    ser

    lo bastante

    joven

    para

    contri-

    buir

    a escribir

    esa

    historia.

    Pese

    a

    todo,

    estaba

    bien

    ser

    historiador incluso

    en

    mi

    generacin. Por lo

    pron-

    to,

    resultaba

    agradable.

    En

    una

    conversacin

    en

    torno

    a Su

    evolucin

    intelectual

    mi

    amigo,

    el difunto

    Pierre

    Bourdieu,

    dijo:

    creo

    que

    la

    vida

    intelectual

    est

    ms

    prxima

    a

    la

    vida

    del

    artista

    que

    a

    la

    ruti-

    na

    de

    la

    academia

    ...

    De todas

    las

    modalidades

    de

    trabajo

    intelectual,

    la labor

    del

    so-

    cilogo

    es sin

    duda

    aquella

    cuya

    prctica

    me

    ha

    procurado

    ms

    felicidad,

    en

    toda

    la

    extensin

    de

    la

    Palabra.la

    crmbiese

    historiador

    por

    socilogo,

    y

    estoy

    dispuesto

    a firmarlo.

    Captulo

    18

    EN EL

    MI-]NDO DE

    LA

    GLOBALIZACIN

    Cmo

    puede el autor

    de

    una

    autobiografa

    que

    ha sido

    profesor

    universitario

    y

    escritor

    acadmico toda su

    vida escribir acerca

    de

    su

    vida

    profesional?

    Lo

    que

    sucede

    al

    escribir

    tiene

    lugar fundamentalmente

    en

    la

    soledad

    ante una

    pantalla

    o

    una

    hoja

    de

    papel.

    Cuando el escritor

    est

    inmerso

    en

    cualquier

    otra actividad, no

    escribe,

    aunque est

    acumulando

    materiales

    para

    luego

    escribir. Y esto cabe afir-

    marlo incluso

    a

    propsito

    de

    la actividad literaria

    de los hombres (o mujeres)

    de

    accin,

    por

    ejemplo de

    Julio Csar.

    Hay muchsimo

    que

    contar

    acerca

    de

    la con-

    quista

    de

    las

    Galias

    y,

    como saban

    muy bien en otro tiempo los alumnos

    de las

    escuelas secundarias,

    Csar

    lo cont

    muy bien,

    pero

    en cambio

    es

    muy

    poco

    1o

    que

    se

    puede

    decir

    acerca

    del

    proceso

    de

    redaccin

    delos

    Comentarios sobre

    la

    guerra de las

    Galias,

    excepto

    quiz que

    el

    gran

    Julio

    se

    los

    dict

    a

    algn esclavo

    amanuense

    en los intervalos

    que

    le

    permita

    la realizacin

    de

    cosas ms impor-

    tantes.

    A

    su

    vez,

    los

    acadmicos

    pasan

    la mayor

    parte

    del tiempo

    realizando las la-

    bores rutinarias

    de

    la

    docencia,

    la investigacin, las reuniones

    y

    los

    exmenes.

    Todas

    ellas

    son

    tareas anodinas

    y

    carecen

    de

    las

    sorpresas

    habituales

    en

    otros ti-

    pos

    de

    vida

    ms

    animados.

    Los acadmicos adems

    pasan gran parte

    de su tiem-

    po libre en la sociedad dc otros

    acadmicos, especie

    quc, por

    interesantes que

    puedan

    resultar

    los individuos

    que

    la

    componen, no

    representa

    una

    compaa

    muy

    atractiva

    en

    conjunto.

    Hace un siglo habra cabido

    sostener

    que

    una

    reunin

    de

    historiadores, como

    las

    que podan

    tener lugar en las

    asambleas

    plenarias

    de

    sus

    respectivas asociaciones,

    poda

    diferenciarse menos

    de una

    reunin

    de

    ejecu-

    tivos

    de una

    compaa de seguros

    que

    de

    otra asamblea de

    profesores

    universita-

    rios,

    pues

    desde

    que

    entr en la universidad

    la

    generacin

    de

    1968,

    quiz ya

    no

    sea as.

    En cuanto a

    los estudiantes, en

    grupo

    son sin duda

    ms interesantes

    para

    al-

    guien

    a

    quien

    Ie

    guste

    ensear,

    pero

    ms

    por

    su

    juventud

    y

    todos los

    rasgos

    que

    suelen acompaar a

    sta,

    tales como el entusiasmo, la

    pasin,

    la esperanza, la ig-

    norancia

    y

    la inmadurez,

    que

    porque

    quepa

    esperar mucho de ellos vistos en con-

    junto.

    Por regla

    general,

    esto

    no

    es

    exactamente

    as

    por

    lo

    que

    respecta

    a las

    dos

    instituciones

    en las que he

    pasado la mayor parte

    de

    mi

    carrera

    docente,

    el

    Birk-