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XXXXXXX En este trabajo, el destacado profesional nos introduce en las nuevas ideas en cuanto al tratamiento de pacientes psiquiátricos, en donde el acento está puesto hoy en el encuentro interpersonal, dirigiénd ose no solamente al individuo, sino también a grupos de enfermos y a su entorno. Doctor Néstor F. Marchant Director del Hospital Neuropsiquiátrico Braulio A. Moyano. Presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras. I - Introducc ión La psiquiatría trabaja sobre la base del co n- cepto de relación, abandonando a grandes pasos la idea tradicional y s uperada del enfer- mo mental visto como un ser extraño a la socie- dad. El acento está pue sto hoy en el encuentro interpersonal, y por lo tanto el trato se dirige no sólo al individuo, sino también a grupos de enfermos y a su entorno. El enfermo mental, pues, no puede ser con- siderado ya como un ser aislado, como el por- tador solitario de su enfermedad, como el auto- marginado por su dolencia, sino que debe ser visto en su carácter de miembr o de su grupo, del que representa un síntoma y ante el cual debe responder por sus frustraciones y necesi- dades reales. Es sabido, asimismo, que ningún enfermo mental está totalmente enfermo, ya que todos sin excepciones conservan y mantienen núcleos de su personalidad íntegros y sanos. Ahora bien: en tanto que la reclusión y el aislamiento concluyen por dañar esos núcleos indemnes, la puesta en activa movilidad interpersonal los Técnicas de la Comunidad Terapéutica en la rec upe ración de pac iente s psicóticos y drogadependientes. dispone en cambio como fuerzas dinámicas de la mejoría y de la recuperación. La idoneidad y la perspicacia del profesional respon- sable de un paciente deben ser em- peñadas en el esfuerzo por detectar esos núcleos saludables con el mis- mo interés que se pone en la labor de relevar las facetas afectadas por la enfermedad, para trabajar en la con- solidación y el desarrollo de los pri- meros al mismo tiempo que se a- fronta la recuperación de éstas últi- mas. En este contexto, la comunica- ción habrá de poner al desnudo su calidad de vigorosa fuente curativa. II - El hospita l psiquiátrico El hospital psiquiátrico debe encontrarse al servicio de la comu- nidad en la que sirve, siendo de gran utilidad terapéutica para los componentes de ella. Sin embargo, la práctica nos muestra que ese hos- pital por diversos motivos se ha ais- lado de la comunidad, transfor- mándose en un establecimiento cerrado. El objetivo del hospital es y debe ser el restablecimiento de la salud mental, resocializando y rehabili- tando al enfermo en el menor pla- zo posibl e, con el fin de evit ar la aparición de secuelas irremediables.  A tales efectos , el empleo de t odas las terapias y las técnicas terapéut i- cas debe estar enmarcado en un referente que comprenda al hospi- tal todo. Y es a partir de esta premi- sa que -dado que se reconoce que el ambiente social ejerce impactos profundos en la formación y el de- sarrollo de la personalidad e influye marcadamente en la conducta de los sujetos- debemos conformar en el hospital un ambiente cuyo clima emocional produzca efectos tera- péuticos sobre la totalidad de sus miembros, tanto a los pacientes co- mo al personal. Es preciso tener presente de con- tinuo que todo el personal -médi- cos, psicólogos, asistentes sociales, terapistas ocupacionales, enferme- ros, personal administrativo y de mantenimiento- y los colaborado- res voluntarios, reciben el impacto de la enfermedad mental. En con- secuencia resulta imprescindible instrumentar el ambiente hospita- lario propicio para la creación de un clima emocional favorable, evi- tando que aparezcan y se perpetúen las grandes separaciones entre el personal y los pacientes. III - La Comunidad Te rapéutica Dado que en la estructura hospi- talaria la relación y la interrelación con todos es inevitable, llega a for- marse en la realidad una comuni- dad hospitalaria. Pues bien: es nece- sario que esta comunidad así cons- tituida posea índole terapéutica. De ser así, habrá nacido una Comuni- dad Te rapéutica. La Comunidad Terapéutica re- quiere de ciertos principios teórico- prácticos en defecto de los cuales es muy discutible sostener que un establecimiento o servicio funcione como tal. Pero conviene anticipar que los rasgos peculiares a los que se alude no resultan de sencilla im- plementación, en virtud de una explicable resistencia motivada por arcaicas pautas culturales que se hace imprescindible superar para materializarlos. Para conformar esta comunidad de notas distintivas es necesario ins- trumentar una cultura terapéutica cuyo objetivo principal sea la reso- cialización del enfermo.  Abordada conceptu almente , la Comunidad Terapé utica es una téc- nica especial dentro del proceso psi- coterapéutico que tiene como fina- lidad la recuperación del enfermo mental, en un ambiente en cuya estructura se desarrollen las normas adaptativas necesarias para lograr que el paciente asuma un rol desti- nado a facilitar su reinserción en la sociedad. En la práctica se establece un sistema “d emocrático” en cuyo seno las decisiones se adoptan en forma grupal, con la participación activa de los pacientes. La organización sui generis y las características funcionales propias de esta comunidad suelen despertar considerable ansiedad o inquietud entre los profesionales de la mate- ria, como consecuencia de la oposi- ción diametral que guardan aque- llas con las estructuras jerárquicas de nuestras instituciones tradicio- nales. Contradicción que, además de ser profunda, se manifiesta críti- ca, por cuanto apunta a obtener resultados saludables. Los por qué de esos escozores y reservas deben buscarse esencial- mente en el hecho de que la Comu- nidad Terapéutica implica por defi- nición una redistribución del po- der, una reordenación de la autori- dad y una complejidad extrema en los mecanismos de toma de decisio- nes. En el seno del hospital - para insertar el asunto en su marco de referencia - significa atribuir a los pacientes, del mismo modo que a sus familiares y al personal todo, roles de real y creciente responsabi- lidad, configurando un medio so- cial de estructura sustancialmente más igualitaria y participativa que las habituales. Va de suyo que el esqu ema aquí descrito supone la horizontaliza- ción del sistema y su corolario ine- vitable: el liderazgo múltiple. IV - Los pres upuestos de la Comunidad Terapéutica La afirmación de que el estrecha- miento de las distancias jerárquicas conduce a un mayor contacto del paciente con el personal, no recla- ma ninguna aclaración adicional. En esa inteligencia, las consi gnas primordiales en el camino hacia la concreción de una Comunidad Te- rapéutica eficiente deben ser la pro- gresiva reducción de los desniveles en todas las jerarquías del staff, así como la guerra sin cuartel contra la 8 | HABLEMOS HABLEMOS | 9 AGOSTO 2005 AGOSTO 2005

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En este trabajo, el destacado profesional nos

introduce en las nuevas ideas en cuanto al

tratamiento de pacientes psiquiátricos, en

donde el acento está puesto hoy en el

encuentro interpersonal, dirigiéndose no

solamente al individuo, sino también

a grupos de enfermos y a su entorno.

Doctor Néstor F. Marchant

Director del Hospital Neuropsiquiátrico Braulio A. Moyano.

Presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras.

I - Introducción

La psiquiatría trabaja sobre la base del con-cepto de relación, abandonando a grandespasos la idea tradicional y s uperada del enfer-mo mental visto como un ser extraño a la socie-dad. El acento está puesto hoy en el encuentrointerpersonal, y por lo tanto el trato se dirigeno sólo al individuo, sino también a grupos deenfermos y a su entorno.

El enfermo mental, pues, no puede ser con-siderado ya como un ser aislado, como el por-tador solitario de su enfermedad, como el auto-

marginado por su dolencia, sino que debe ser

visto en su carácter de miembro de su grupo,del que representa un síntoma y ante el cualdebe responder por sus frustraciones y necesi-dades reales.

Es sabido, asimismo, que ningún enfermomental está totalmente enfermo, ya que todossin excepciones conservan y mantienen núcleosde su personalidad íntegros y sanos. Ahora bien: en tanto que la reclusión y el aislamientoconcluyen por dañar esos núcleos indemnes, la puesta en activa movilidad interpersonal los

Técnicas de la Comunidad Terapéutica

en la recuperación de pacientespsicóticos y drogadependientes.

dispone en cambio como fuerzasdinámicas de la mejoría y de la recuperación. La idoneidad y la perspicacia del profesional respon-sable de un paciente deben ser em-peñadas en el esfuerzo por detectaresos núcleos saludables con el mis-mo interés que se pone en la labor derelevar las facetas afectadas por la 

enfermedad, para trabajar en la con-solidación y el desarrollo de los pri-meros al mismo tiempo que se a-fronta la recuperación de éstas últi-mas. En este contexto, la comunica-ción habrá de poner al desnudo sucalidad de vigorosa fuente curativa.

II - El hospital psiquiátricoEl hospital psiquiátrico debe

encontrarse al servicio de la comu-nidad en la que sirve, siendo degran utilidad terapéutica para loscomponentes de ella. Sin embargo,la práctica nos muestra que ese hos-pital por diversos motivos se ha ais-

lado de la comunidad, transfor-mándose en un establecimientocerrado.

El objetivo del hospital es y debeser el restablecimiento de la saludmental, resocializando y rehabili-tando al enfermo en el menor pla-zo posible, con el fin de evitar la aparición de secuelas irremediables. A tales efectos , el em pleo de t odaslas terapias y las técnicas terapéuti-cas debe estar enmarcado en unreferente que comprenda al hospi-tal todo. Y es a partir de esta premi-sa que -dado que se reconoce que elambiente social ejerce impactosprofundos en la formación y el de-

sarrollo de la personalidad e influyemarcadamente en la conducta delos sujetos- debemos conformar enel hospital un ambiente cuyo clima emocional produzca efectos tera-péuticos sobre la totalidad de susmiembros, tanto a los pacientes co-mo al personal.

Es preciso tener presente de con-tinuo que todo el personal -médi-cos, psicólogos, asistentes sociales,

terapistas ocupacionales, enferme-ros, personal administrativo y demantenimiento- y los colaborado-res voluntarios, reciben el impactode la enfermedad mental. En con-secuencia resulta imprescindibleinstrumentar el ambiente hospita-lario propicio para la creación deun clima emocional favorable, evi-

tando que aparezcan y se perpetúenlas grandes separaciones entre elpersonal y los pacientes.

III - La Comunidad TerapéuticaDado que en la estructura hospi-

talaria la relación y la interrelacióncon todos es inevitable, llega a for-marse en la realidad una comuni-dad hospitalaria. Pues bien: es nece-sario que esta comunidad así cons-tituida posea índole terapéutica. Deser así, habrá nacido una Comuni-dad Terapéutica.

La Comunidad Terapéutica re-quiere de ciertos principios teórico-

prácticos en defecto de los cuales esmuy discutible sostener que unestablecimiento o servicio funcionecomo tal. Pero conviene anticiparque los rasgos peculiares a los quese alude no resultan de sencilla im-plementación, en virtud de una explicable resistencia motivada porarcaicas pautas culturales que sehace imprescindible superar para materializarlos.

Para conformar esta comunidadde notas distintivas es necesario ins-trumentar una cultura terapéutica cuyo objetivo principal sea la reso-cialización del enfermo. Abordada conceptu almente , la 

Comunidad Terapéutica es una téc-nica especial dentro del proceso psi-coterapéutico que tiene como fina-lidad la recuperación del enfermomental, en un ambiente en cuya estructura se desarrollen las normasadaptativas necesarias para lograrque el paciente asuma un rol desti-nado a facilitar su reinserción en la sociedad. En la práctica se estableceun sistema “democrático” en cuyo

seno las decisiones se adoptan enforma grupal, con la participaciónactiva de los pacientes.

La organización sui generis y lascaracterísticas funcionales propiasde esta comunidad suelen despertarconsiderable ansiedad o inquietudentre los profesionales de la mate-ria, como consecuencia de la oposi-

ción diametral que guardan aque-llas con las estructuras jerárquicasde nuestras instituciones tradicio-nales. Contradicción que, ademásde ser profunda, se manifiesta críti-ca, por cuanto apunta a obtenerresultados saludables.

Los por qué de esos escozores y reservas deben buscarse esencial-mente en el hecho de que la Comu-nidad Terapéutica implica por defi-nición una redistribución del po-der, una reordenación de la autori-dad y una complejidad extrema enlos mecanismos de toma de decisio-nes. En el seno del hospital - para 

insertar el asunto en su marco dereferencia - significa atribuir a lospacientes, del mismo modo que a sus familiares y al personal todo,roles de real y creciente responsabi-lidad, configurando un medio so-cial de estructura sustancialmentemás igualitaria y participativa quelas habituales.

Va de suyo que el esquema aquídescrito supone la horizontaliza-ción del sistema y su corolario ine-vitable: el liderazgo múltiple.

IV - Los presupuestosde la Comunidad Terapéutica

La afirmación de que el estrecha-

miento de las distancias jerárquicasconduce a un mayor contacto delpaciente con el personal, no recla-ma ninguna aclaración adicional.En esa inteligencia, las consignasprimordiales en el camino hacia la concreción de una Comunidad Te-rapéutica eficiente deben ser la pro-gresiva reducción de los desnivelesen todas las jerarquías del staff, asícomo la guerra sin cuartel contra la 

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prestigiosa categorización sano-enfermo que desde el vamos se evi-dencia como el obstáculo más difí-cil de remover.

Estas tácticas se inscriben en elterreno de una estrategia médica dirigida a convertir el hospital psi-quiátrico todo, con la totalidad de

su personal incluido -valga la redundancia-, en un conjunto deelementos terapéuticos. El acerca-miento sanos-enfermos o dicho deotro modo, pacientes-personal,permitirá que todas y cada una delas situaciones vivenciales que a-contezcan en el hospital estén ofre-cidas como fuente de aprendizaje y maduración para los componentes.Esto constituye un principio de la Comunidad Terapéutica.

En otro orden de cosas, cabe des-tacar que cada Comunidad Tera-péutica tiene una singularidad quela diferencia de cualquier otra. Noes posible conformarlas siguiendo

modelos externos a ellas. Lo idealparece ser que cada unidad de tra-tamiento comunitario se estructurey pueda operar según la manera queresulte más adecuada a sus propiascircunstancias, lo que equivale a de-cir que las particularidades de una determinada terapia comunitaria estarán signadas por las especialesinstancias sociales, culturales y eco-nómicas en que se origine y desen-vuelva.

V - La dinámicade la Comunidad Terapéutica

El encuadre institucional, las nor-

mas de convivencia y las reglas deintercambio de mensajes debenestar al servicio del enfermo, en unmarco cultural que le permita sig-nificar, es decir, simbolizar realida-des. Frente a las carencias del psicó-tico para realizar este proceso desimbolización, la organización co-munitaria debe constituirse en unsoporte a ese ser que vive en unmundo de realizaciones imagina-rias, induciéndolo a exponer, dra-

matizar y elaborar problemas deadaptación a la comunidad.

Para viabilizar esa propuesta pri-maria será preciso que las pautas dela convivencia en comunidad po-sean flexibilidad y adaptabilidad a las circunstancias variables.

 Además, deben haberse originado

en el acuerdo mutuo de los inte-grantes del sistema para poseer vali-dez y vigencia indiscutidas entreellos. Estas consignas de conviven-cia, por llamarlas de algún modo,reconocerán formas dirigidas a coordinar expectativas mutuas sinllegar al terreno de las reglamenta-ciones punitivas o represivas, queson altamente desaconsejables.

La dinámica del sistema comuni-tario debe estar fundada sobre basesgenerales de permisión de las con-ductas de los pacientes, y de cons-tante observación de las mismas enprocura de comprender en todomomento los motivos de su com-

portamiento. Ese activo y escasa-mente recordado ejercicio de losroles y del liderazgo que admitirá la comunidad en que se mueve, con-tribuirá a fortalecer la responsabili-dad del enfermo mental y por lomismo le permitirá reconocer y admitir, con gradual facilidad, susdesaciertos y equivocaciones.

De lo que antecede se desprendeque la institución debe fomentarcon todos los medios a su alcance la actividad grupal en sus más varia-das facetas. Adviértase que -comose señalara más arriba- la libre co-municación entre pacientes y entre

éstos y el personal del estableci-miento hospitalario, así como la irreprimida expresión de los senti-mientos, entraña una organizaciónde corte igualitario, bien distinta a la tradicional.

En el fondo subyace la intenciónde lograr una suficiente flexibilidadde la conducta comunitaria, de ma-nera tal que en cualquier momentopueda reflejar colectivamente lasexpectativas y las necesidades tanto

del personal como de los pacientes.

VI - El paciente y la dinámicade la Comunidad Terapéutica

Se dijo ya que el conjunto de losrecursos institucionales debe hallar-

se al servicio de la reinserción delpaciente en el medio social.

Este objetivo supone, por unlado, trabajar con las familias de losenfermos -habida cuenta que noresulta dable operar con sectoressociales más amplios- y por otroproveerlos de experiencias laboralesintra y extra hospitalarias para obviar la marginación de los reha-bilitados en ese campo.

Para facilitar al paciente recupe-rado la adquisición de un espaciolaboral en la sociedad a la queregresará, la Comunidad Terapéuti-ca lo insta a realizar trabajos con-

cretos en el hospital, posibilitándo-le el acceso a quehaceres que en elcaso concreto de las enfermas delHospital “Braulio A. Moyano” es-tán orientados hacia la cocina, la costura y la huerta, por citar sóloalgunos de los más comunes.

El Hospital “Braulio A. Moyano”-es cierto- está colmado de pacien-tes; pero corresponde muy especial-mente la aclaración de que se trata de pacientes atareadas, ocupadas en

actividades que comportan la prác-tica de roles que les posibilitarán, alabandonar el establecimiento, ejer-citarlos en la comunidad externa.

El paciente, en suma, se convier-te en un activo participante de suterapia y de la terapia de los demáspacientes, así como de diversas

facetas propias de las actividadesgenerales del servicio hospitalario.Estas notas, sobre las que se poneparticular énfasis, revelan el marca-do contraste que presentan los rolesindividuales de la Comunidad Te-rapéutica respecto de los roles rela-tivamente pasivos que juegan losenfermos en los regímenes conven-cionales de tratamiento.

VII - Las asambleas comunitariasLa Comunidad Terapéutica ac-

ciona e interacciona a través de lasasambleas comunitarias y de lasactividades grupales. Tras una refe-rencia a las asambleas se incursio-

nará en el tema de las actividadesde grupo.

La asamblea comunitaria es una reunión a la que concurren todoslos pacientes y el equipo terapéuti-co completo.

Una de sus características mássalientes es que en ella no hay dis-tinción entre asistentes y asistidos.

Pero acontece además que losenfermos se transforman, aunquecon intermitencias, en asistentes.De esta manera desempeñan un rolde importancia para la integraciónde los recién llegados a la comuni-dad, ya que son intermediarios en-

tre dos culturas: la normal y la des-viada. Ahora bien: si al mismotiempo el paciente consigue tomarconciencia de los efectos que supropio comportamiento opera enotras personas y se le puede ayudara comprender algunas de las moti-vaciones que están en la base dedeterminadas acciones u omisionessuyas, irá consolidando su propiotratamiento.

Estas reflexiones invitan a ratifi-

car la trascendencia que reviste elanálisis de las comunicaciones detodo tipo, manifiestas y latentes,verbales y no verbales, a través delas cuales el terapeuta procurará facilitar al paciente la comprensióna que se hizo referencia, sin descui-dar a la vez que uno de los objeti-

vos de la Comunidad Terapéutica consiste en establecer relacionesmás congruentes entre los miem-bros de la comunidad.

La asamblea de comunidad no esun grupo de psicoterapia, perotampoco es un parlamento. Es másinteractiva, en términos de situa-ciones reales, que un grupo tera-péutico, pero es mucho más perso-nal que un sistema de representa-ción indirecta.

VIII - El objetivode la asamblea comunitaria

El objetivo genérico de la asam-blea comunitaria está constituido

por la constante apertura de posibi-lidades de locución como forma deromper el monólogo narcisista delpsicótico. Se establece de esa mane-ra un diálogo que tiene eficacia enla resolución de los síntomas. Sefavorece la expresión del deseo delenfermo y se lo induce a decir “yo”,lo que lo introducirá en una rela-ción verbalizada con el mundo.

Es posible aseverar, como pro-ducto de la experiencia habida en la materia, que la mejor psicoterapia practicada en el hospital es aquella que tiene su epicentro en el diálo-go, con el fin de mejorar las relacio-

nes entre los pacientes, ya sea entresí, ya sea en sus interacciones dia-rias con el equipo interdisciplina-rio. De hecho, a través de las asam-bleas comunitarias se favorece nosólo la expresión de los pacientes,sino también la del equipo terapéu-tico, una vez operada la modifica-ción de ciertas pautas y la del con-texto institucional.

La asamblea no está centrada úni-camente en el nivel administrativo.

Por el contrario, se halla funda-mentalmente orientada a obtenerefectos terapéuticos al mejorar lasredes comunicacionales y permitirque cada participante abandone losroles y categorías prefijados para desarrollarse como sujeto-persona.En ese contexto, se trata de ver las

relaciones y actitudes del personalcon el enfermo y también dentrodel equipo.

Este tipo de encuentros permiteque el personal de todos los rangosy especialidades prospere, de mane-ra gradual, en la búsqueda de la mejor forma de conocer, compren-der y reconocer el tratamiento ópti-mo aplicable al enfermo. En ellas setrabaja conjunta y cooperativamen-te, procurando superar las diferen-cias de criterio que se presenten enel personal, ya que, como se sabe,un conflicto en la órbita de unequipo asistencial no sólo es inme-diatamente percibido por los enfer-

mos -cuyo estado se agrava si no sedilucida y verbaliza- sino que, para-lelamente, distorsiona el modelo desalud que el equipo puede brindara éstos. En consecuencia, para ex-tirpar de raíz la producción de esosefectos perniciosos es imprescindi-ble que todo problema de esa natu-raleza se ponga de manifiesto antelos pacientes. En este punto es con-veniente no perder de vista que losenfermos saben y sienten muchomás de lo que se s upone respecto dequienes integran el personal y desus actitudes.

IX - Caracteresde la asamblea comunitaria

La asamblea comunitaria se cons-tituyeen carácter de:

1) Un grupo unido por un fincomún: el tratamiento de la institu-ción y de quienes la integran, y 2)un grupo desjerarquizado, en cuyoseno las decisiones se adoptan decomún acuerdo.

Como es deducible del enuncia-do anterior, están fundidos en la 

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El enfermo mental, pues, no

puede ser considerado ya como

un ser aislado, como el porta-

dor solitario de su enfermedad,

como el automarginado por su

dolencia, sino que debe ser vis-

to en su carácter de miembro

de su grupo, del que representa

un síntoma y ante el cual debe

responder por sus frustraciones

y necesidades reales.

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 A - Población elegidaFue circunscrita al servicio de

pacientes crónicas del Pabellón“Magnan”. Al margen de habersido concebido por la conduccióndel mismo, el programa reconociócomo marco esa área del hospitalen razón de la cronicidad de las

enfermas, ya que ese rasgo presupo-nía una mayor desconexión con laspautas sociales de la comunidad y,por lo mismo, una progresiva atro-fia de las aristas sanas de la perso-nalidad que es posible revigorizarmediante la interrelación comuni-taria. Por otra parte, la constante depermanencia en el establecimientoque registraban esas pacientes ofre-cía posibilidades de materializar untrabajo más intenso y de más alta perdurabilidad.

B - Diagnóstico de situación

El medio era inadecuado en vir-

tud de haber sido construido y organizado más para funcionarcomo reservorio de seres pasivosque como hábitat para la moviliza-ción de sujetos interactivos. El per-sonal se mostraba parcialmente in-teresado pero desconocedor de losfundamentos de la propuesta, conpropensión a oponer en algunoscasos fuerte resistencia al cambio,dado su acostumbramiento previoa la relación autoritaria tradicionaly al rígido esquema de mando y obediencia que ella comporta. Lasenfermas, gravemente viciadas porel aislamiento y el grado de autismoque acarrea la hospitalización pro-

longada en esas condiciones, teníanfamilias detectadas sólo en forma fragmentaria, y en una abrumadora mayoría de casos, absolutamenteinexistentes o desconocidas.

C - Objetivo

Configurar una estructura socialintra hospitalaria con límites en elservicio del Pabellón, que diera marco de referencia a las enfermas

para corregir sus distorsiones de la realidad y para motivar el desarro-llo de su capacidad de expresión y realización personal, revirtiendoparalelamente la frustración delencierro que se adiciona a la pato-logía de la paciente bajo la forma deun “desgaste erosivo” provocado

por el ambiente institucional.

D - Medios

Se dispuso realizar asambleas co-munitarias semanales en las queimperaría la ya comentada norma depermisividad, con asistencia del e-quipo terapéutico en pleno, junta-mente con las pacientes del servicio.

E - Evolución

 y comprobaciones Al comienzo algunos profes iona-

les y muchas de las enfermeras evi-taban concurrir o directamente senegaban a hacerlo. La regularidad

de las reuniones, el derecho a la intervención igualitaria conferido a cada asistente y las evaluaciones deposcomunidad, fueron propagandoel interés hacia los más reticentes,hasta que se obtuvo la espontánea integración y participación de la totalidad del servicio alcanzado porla experiencia.

Las pacientes se fueron mostran-do paulatinamente partícipes acti-vas y fueron volcando en el seno delgrupo sus deseos, inquietudes e in-certidumbres, que se compartíancon fines comunes. Este quehacerfue generando múltiples estímulos

para la interrelación y facilitó la integración de los sujetos que sesumaban al grupo, en una actividadque proporcionó efectos rehabilita-dores de manera inmediata.

De estas reuniones surgió clara-mente determinada la necesidad derestablecer los núcleos sociales pri-marios de las pacientes. La recom-posición familiar - que se fijó comometa básica - debía iniciarse con la presencia de los parientes ubicables

y de grado más próximo, afectiva-mente hablando, a las enfermas.

La labor de detección y convenci-miento de los familiares de lasinternadas constituyó una expe-riencia digna de considerar porseparado. Cabe señalar, a los finesde este acápite, que los componen-

tes del equipo terapéutico afronta-ron aquella labor concurriendo per-sonalmente a los domicilios de losmiembros de cada familia para informarles, escuchar sus vacilacio-nes y miedos y esclarecer las facetasvinculadas con la marginación que,por lo común, habían impuesto a sus familiares enfermos.

En un segundo momento lasfamilias incorporadas al grupo or-ganizaron la búsqueda y capacita-ción de los familiares de otrasenfermas sin descuidar la simultá-nea labor a realizar sobre los miem-bros renuentes de sus propios nú-cleos.

La práctica reiterada y permanen-te de las reuniones y la incorpora-ción de asistentes sociales al equipofue afinando las técnicas y procedi-mientos para lograr la integraciónfamiliar buscada.

Las reuniones familiares se pro-gramaron con frecuencia mensual,pero fueron formándose comisio-nes internas que se reunían quince-nalmente. Los familiares comenza-ron a integrarse al hábitat del Pabe-llón, se preocuparon por conocerlas necesidades comunes de éste y planificaron la satisfacción concre-ta de las mismas con los recursos

que se hallaban a su alcance. El a-fecto -ese otro potente movilizadosde los núcleos sanos de todo enfer-mo-, mediatizó las interrelaciones y confirió inmediata y creciente cali-dez al ambiente en que se cumplía la experiencia.

De allí al aumento del conforthabitacional de las enfermas -otrohito que era imprescindible alcan-zar- medió un solo paso. La organi-zación familiar fue acercando los

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asamblea el poder terapéutico (ofunción psicoterápica) y el poder dedecisión (o función de autoridad).

Esta conjunción de poderes ofunciones conduce a afirmar, sin te-mor a equivocarse, que no hay Co-munidad Terapéutica donde noexista asamblea comunitaria, por-que ésta es el ámbito en donde seventila todo lo que acontece al con-

 junto. De allí se deduce que es reco-mendable celebrarlas semana a se-mana y aun, de resultar viable, conuna frecuencia diaria.

 X - La asamblea comunitariay la horizontalidad del sistema

Paulatinamente la conducción dela asamblea dejará de estar enmanos del médico o del psicólogo.

El rol respectivo podrá ser cum-plido por otros miembros del equi-po -asistentes sociales, enfermeros-y en caso de manifestarse comoposible, por los pacientes, efectivi-zando la horizontalización a que

viene haciéndose referencia. Cuan-do ello ocurre, cuando los enfermosasumen el desempeño de esos rolesde liderazgo, es factible comprobarque la conducta pasivo-dependien-te que los caracteriza en forma habitual comienza a dejar paso pro-gresivamente a una participacióncada vez más activa en la vida delpabellón y a una identificación cada vez más estrecha con las tareas pro-pias del personal.

Por otra parte se advertirá que elgrado de responsabilidad que lospacientes son capaces de asumirútilmente está directamente relacio-nado con el grado de organizacióninterna del pabellón. En efecto: lasexperiencias cumplidas en el Hos-pital Moyano permitieron verificar

que en los períodos en que reinaba una organización relativamente sa-tisfactoria, con líderes positivasdentro de la población de pacientesy con comunicaciones abiertas, elgrado de responsabilidad que podía transferirse a las enfermas sin ries-go alguno era máximo. En las situa-ciones inversas, cuando predomina-ba la desorganización, el personaldebía asumir toda o gran parte de la responsabilidad inherente a la toma de decisiones y a la conducción delas enfermas.

 A esta altura del a nálisis de l tema parece conveniente formular algu-na precisión acerca del alcance de la 

horizontalización implícita en la Comunidad Terapéutica. Esa igua-lación de los elementos que la com-ponen debe entenderse en el senti-do de conferir a los pacientes dosisde responsabilidad compatibles consu capacidad, en un momento de-terminado. En ningún supuesto-claro está- el personal o el médicoencargados del grupo resignan suautoridad última, la que podrá per-manecer latente para ser puesta enacto cuando fuere necesario. Enotras palabras, el miembro del equi-po terapéutico a cargo de la comu-nidad deberá ir cediendo porciones

de autoridad y responsabilidad a fa-vor de los enfermos capaces de asu-mirlas útilmente, en las circunstan-cias adecuadas, haciendo gala deuna ductilidad que reclama granidoneidad y experiencia.

El esfuerzo que se realiza en estesentido -es indispensable subrayarl-recompensa sobradamente al tera-peuta y a la totalidad del equipocomunitario, ya que los frutos de la tarea son apreciables en la gran

mayoría de los casos y en forma máso menos rápida. El compartir res-ponsabilidades serias con el personalse evidencia como una de las formasmás eficaces para que los enfermossuperen la falta de confianza en símismos, la baja autoestima y la exce-siva dependencia que con deplorable

frecuencia han caracterizado al pa-ciente del hospital psiquiátrico.Por lo demás, estas prácticas han

puesto de relieve que las enfermasganan en aptitud para soportar lasperturbaciones graves de sus com-pañeras, en la medida en que lasreuniones de comunidad las hanayudado a comprender el significa-do de tales conductas y les hanposibilitado concebir mejores ideasacerca de cómo relacionarse de ma-nera útil con el miembro alteradodel grupo.

 XI - Las actividades grupales:síntesis de una experiencia

En las actividades grupales elpaciente encuentra campo propiciopara explayarse libremente eninterrelación con el grupo que inte-gra. Esa multiplicidad de los cana-les expresivos, no entorpecidos porli-mitaciones o cortapisas impues-tas desde el exterior, salvo las pro-pias del ámbito y de la temática preconcebida, admite la observa-ción ventajosa de la conducta delenfermo y posibilita explorar endetalle sus capacidades y los obstá-culos que le presentan las tareasque cumple. Este quehacer facilita el encuentro del equilibrio como

producto del contacto activo delpaciente con otros sujetos.

El Hospital Moyano carecía en1975 de programas de esta natura-leza. Ese mismo año pusimos enmarcha una serie de experienciascuyas vicisitudes acaso proporcio-nen al lector más sustancia que losenunciados teóricos que puedenformularse a ese respecto. He aquíuna síntesis de tales trabajos:

El objetivo del hospital es, y

debe ser, el restablecimiento

de la salud mental, resociali-

zando y rehabilitando al

enfermo en el menor plazo

posible, con el fin de evitar 

la aparición de secuelas

irremediables.

7/23/2019 2154OC Técnicas Comunidad Terapéutica

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instrumentos y los recursos para renovar las condiciones de un lugarque empezó a ser identificado co-mo una vivienda propia de susmiembros.

En concreto: las cinco salas que

componen el Pabellón “Magnan”dejaron de ser reductos deteriora-dos y malolientes en donde laspacientes permanecían la mayorparte del día inactivas y sin expec-tativas de cambio y que configura-ban un medio habitacional en elque reinaba la desidia y el abando-no, para pasar a constituirse enlugares donde prevalecían la limpie-za y el orden. Cada una de las salasfue refaccionada y decorada segúnlas predilecciones de las pacientes,perdió la homogeneidad anterior y contribuyó a favorecer la individua-lización de sus moradoras.

F - Grupos sobrevinientesComo consecuencia de la interac-

ción comunitaria y con el propósi-to de sentar bases para la moviliza-ción permanente de las enfermasasí como para afinar y acentuar la observación y el análisis de sus per-sonalidades, comenzaron a funcio-nar grupos de:

1) Tareas compartidas en lassalas: estas tareas fueron encomen-dadas a las enfermas de manera rotativa, a fin de evitar la caída enla estereotipia e impedir la forma-ción del rol “crónico sirviente del

hospital”. Por esta razón se facultóa las pacientes para elegir sus que-haceres, creándose simultáneamen-te fuentes de estímulo para que lasrestantes continuaran con las suyaspropias.

2) Lectura de diarios y revistas.3) Libre expresión (pintura y 

cerámica).4) Recreación.5) Psicodrama.

6) Pre-alta : en este grupo eranincluidas las enfermas próximas a ser dadas de alta, a efectos de queexteriorizaran las expectativas einquietudes de diverso carácter queorigina esa situación, compartién-

dolas y elaborándolas con sus pares.

7) Alta : grupo que se reunía una vez por semana con las pacientesexternadas que debían concurrir a controles ambulatorios. En su senose exponían las vivencias cotidia-nas, dando posibilidad al terapeuta de prevenir o evitar reagudizacioneso recidivas de las patologías.

8) Salida : las enfermas más esta-bilizadas del servicio comenzaron a organizar salidas en grupos que inte-graban, necesariamente, los profe-sionales, y que concurrían a confite-rías, cines y paseos públicos, aumen-

tando considerablemente sus con-tactos con el “afuera” y despertandoel interés de las demás internadas alformular los comentarios relativos a sus vivencias de extramuros.

9) Logros: la actividad cumplida en este sentido durante algo más de10 años, aun en lapsos en los queregían prohibiciones expresas de lasautoridades, obtuvo resultados deimportancia, a saber:

a) Dinamización notable del gru-po humano involucrado que conanterioridad era estático e impre-sionaba como un “autismo grupal”.

b) Reducción del tiempo de in-ternación de muchas pacientes.

c) Alargamiento de los períodos deremisión de patologías recurrentes.

d) Inclusión de la familia en for-ma activa dentro del proceso evolu-tivo de las pacientes, profundizan-do además su relación con ésta.

e) Sensibilización notoria delequipo interdisciplinario en su tra-to con las enfermas, contribuyendoa la humanización efectiva y direc-

ta de la actividad psiquiátrica eneste aspecto.

f ) Manifiesta recuperación de la autoestima y de la autovaloraciónde la condición humana en lospacientes, que abandonaron en alto

número, total o parcialmente, la calificación de marginadas socialesque hacían recaer sobre sí mismas.

 XII - Reglas para eltrato de los pacientes

Las relaciones que el personal delestablecimiento y aun los volunta-rios mantengan con los enfermosdeben hallarse regidas por pautaselementales que las doten de efec-tos terapéuticos al tiempo que lasdespojen de toda consecuencia nociva o traumática para los pa-cientes.

Su observancia, además, habrá decontribuir a evitar situaciones desa-

gradables o ingratas para quienquie-ra que se vincule con los enfermos.

Estas reglas de convivencia hospi-talaria, en gran medida inspiradasen recomendaciones formuladaspor Camino, son de especial im-portancia para el adecuado funcio-namiento de la Comunidad Tera-péutica:

1) Evitar el tuteo de los enfermos,en cualquiera de sus formas, y pro-curar que éstos no tuteen al perso-nal hospitalario.

2) Evitar el uso de todo adjetivoque implique piedad o lástima osubestimación del enfermo, tantoal dirigirse a él cuanto al formularapreciaciones sobre el mismo enpresencia de otro enfermo.

3) Procurar llamar “señor” a lospacientes de edad madura y desig-nar por sus apellidos a los más jóve-nes, salvo expreso y convenientepedido en contrario del enfermo.

4) No emplear voces de mando nitonos imperativos con los enfermosni llamarlos o reprenderlos airada-mente. El tono de la voz y el lengua-

 je que se emplee deb erá correspon-derse con el que se utiliza habitual-mente con las personas sanas.

5) Despertar a los pacientes enforma suave y respetuosa y sugerir-les que abandonen su lecho con

iguales modos y tono de voz.6) No formular ni sugerir burlaso chistes que tengan como destina-tarios a los pacientes ni plantearequívocos respecto de ellos, ni si-quiera en su ausencia.

7) Cuidar la corrección, exactitudy amplitud de detalles de toda información que se brinde a los pa-cientes a su solicitud en lo referidoa los parámetros de tiempo y lugaru otros conectados con éstos.

8) Obviar comentarios sobre la enfermedad de un paciente en supresencia, salvo en la oportunidadadecuada para su participación se-gún la dinámica comunitaria.

9) Evitar todo tipo de contactofísico con los enfermos que tras-cienda lo estrictamente necesariopara su medicación, higienizacióno aseo personal u otra medida espe-cífica de índole terapéutica.

10) Demostrar atención ante laspreguntas, demandas o quejas queformulen los pacientes, orientándo-los a efectos de que las canalicenhacia los integrantes del equipoterapéutico de la Sala respectiva.

11) Llevar a las reuniones de la comunidad los problemas discipli-narios que originen o planteen losenfermos

 XIII - Comentario sobre las reglasParece conveniente realizar un bre-

ve comentario acerca de la naturaleza y características de estas reglas, pormucho que el lector in-formado pue-da considerarlo superfluo.

En primer lugar debe puntuali-zarse que todas y cada una de ellasson de naturaleza flexible. El alcan-ce que debe atribuirse a esta nota esencial es el siguiente: la pauta de

trato rige imperativamente en tan-to y en cuanto no mediare una ra-zón de contenido terapéutico debi-damente fundamentada para dejar-la de lado. Dicho de otro modo: endefecto de la necesidad o conve-

niencia de desoírla habrá que ate-nerse a su mandato. Esa necesidado conveniencia estarán determina-das por el equipo terapéutico, deacuerdo con las normas de funcio-namiento de la comunidad.

Veamos en s egundo término losfundamentos más importantes delas reglas de relación, trazados a grandes rasgos:

1) Mantener una adecuada distan-cia profesional-paciente. Esta sepa-ración no tiene por qué ir más allá de lo imprescindible para infundiren el enfermo el sentimiento de supropia personalidad en la relacióncon quien lo asiste hospitalariamen-

te y el respeto que permita estable-cer una comunicación válida y per-durable del mensaje terapéutico quedebe tenerlo como receptor.

2) Fomentar el incremento de la autoestima del enfermo y su equili-brio emocional. Aun a riesgo de so-breabundar en el tema, debe seña-larse la naturalidad con que la pre-sencia de un enfermo mental deciertas características motiva expre-siones de lástima o conmiseración,que deben desaprobarse. Igual con-tenido suelen conllevar determina-das formas de contacto físico, co-mo palmadas o pellizcos en las meji-llas, tanto o más inconvenientes.

3) Evitar la producción eventualde mensajes perturbadores acerca de la enfermedad. Es especialmentepor este motivo que se recomienda no efectuar comentarios sobre eldiagnóstico o el estado patológicode los enfermos sin la participaciónde éstos.

La experiencia indica que enmuchos casos ese tipo de opinioneso reflexiones puede introducir en el

enfermo el sentimiento de ser obje-to de estudios o investigación.

 A igual resul tado pueden condu -cir la burla o el chiste inadecuadoso inoportunos. En el fondo se ha-brá ocasionado una pérdida o dis-

minución de la estima que elpaciente se tenga.4) Propender a ubicar al enfermo

en sus referentes actuales e históri-cos. Es el fundamento básico de la regla 7 y razón importante de la regla 3. Pero no se agota allí, ya queen ocasiones ciertas formas de con-tacto físico inadecuado puedenprovocar en los enfermos confusio-nes o fantasías relativas a su edad oubicación actuales, cuando no con-tribuir a acentuarlas, con el perjui-cio que ello supone.

5) Proteger a todos los miembros dela Comunidad Terapéutica. Está insi-nuado al comienzo, pero posee una 

relevancia tal, que obliga a ratificarlo.Estas reglas, como en general

ocurre con todos los enunciados del“deber ser”, tienden a beneficiar a la totalidad de los individuos alcan-zados por ellas, lo que incluye a losmiembros del equipo interdiscipli-nario. Por medio de su observancia -por decirlo en pocas palabras-encontrarán significativamente re-ducido el número y la calidad delos obstáculos a remover para con-cretar los objetivos de la Comuni-dad Terapéutica.

Por último nos agrada informarque desde hace más de diez añosvenimos aplicando masivamenteen el Hospital Moyano los princi-pios de la Comunidad Terapéutica,con la cual hemos mejorado nota-blemente la atención, y gracias a la rehabilitación se ha externado un40% de pacientes crónicos, siem-pre dentro de las características de“alta digna”, es decir, una externa-ción que tenga las condiciones ne-cesarias para evitar futuras reinter-naciones.

14 | HABLEMOS HABLEMOS | 15A G O S T O 2 0 0 5 A G O S T O 2 0 0 5

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