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Revista de Geografía Norte Grande, 42: 21-40 (2009) Artículos La transición entre dos ciclos y sus efectos sociales en un territorio argentino. Conflictos de convivencia en el Chaco ante una nueva etapa colonizadora (1920-1940) 1 Óscar Ernesto Mari 2 RESUMEN Los años que transcurren desde 1920 a 1940 representan un período clave para entender al espacio territorial conocido como “Chaco” –en el norte de Argenti- na–, particularmente en lo concerniente a su evolución socioeconómica. Du- rante esa época se configuró el perfil productivo que habría de caracterizar a esta jurisdicción por varias décadas, consolidándose como la principal región algodonera del país y la receptora por excelencia de inmigrantes internos y externos. Este proceso, que se conoció como el ciclo algodonero en distinción al inmediatamente anterior modelo de explotación denominado ciclo forestal, se caracterizó por la incorporación de fuertes contingentes humanos destinados a la colonización y a las tareas manuales que demandaba el cultivo y cosecha del textil. La problemática social derivada de esta afluencia; los conflictos de convivencia en los ámbitos rurales y las respuestas del Estado y la sociedad ante la cuestión, son materia de estudio en este artículo. Palabras clave: Conflictos de convivencia, espacio rural, Chaco. ABSTRACT The years that pass from 1920 to 1940 represent an essential period to unders- tand the territorial space known as “Chaco” –in the north of Argentina–, particu- larly for their socioeconomic evolution. During that time its productive profile was formed characterize this jurisdiction by several decades, consolidating itself like the main cotton region of the country, and receiving internal and external immigrants. This process, known as the cotton cycle in distinction to the previo- us model denominated forest cycle, was characterized by the incorporation of human contingent destined to the colonization and manual tasks that the crops demanded and harvests of the textile. Social problems derived from this affluen- ce; the conflicts of coexistence in the rural scopes; and the answers of the State and the society, are the field of study of this article. Key words: Conflicts of coexistence, rural space, Chaco. 1 Artículo recibido el 3 de abril de 2008 y aceptado el 30 de octubre de 2008. 2 Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI- CONICET), Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) (Argentina). E-mail: [email protected]

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21LA TRANSICIÓN ENTRE DOS CICLOS Y SUS EFECTOS SOCIALES EN UN TERRITORIO ARGENTINO.CONFLICTOS DE CONVIVENCIA EN EL CHACO ANTE UNA NUEVA ETAPA COLONIZADORA (1920-1940)

Revista de Geografía Norte Grande, 42: 21-40 (2009)Artículos

La transición entre dos ciclos y sus efectossociales en un territorio argentino.

Conflictos de convivencia en el Chacoante una nueva etapa colonizadora

(1920-1940)1

Óscar Ernesto Mari2

RESUMENLos años que transcurren desde 1920 a 1940 representan un período clave paraentender al espacio territorial conocido como “Chaco” –en el norte de Argenti-na–, particularmente en lo concerniente a su evolución socioeconómica. Du-rante esa época se configuró el perfil productivo que habría de caracterizar aesta jurisdicción por varias décadas, consolidándose como la principal regiónalgodonera del país y la receptora por excelencia de inmigrantes internos yexternos. Este proceso, que se conoció como el ciclo algodonero en distinciónal inmediatamente anterior modelo de explotación denominado ciclo forestal,se caracterizó por la incorporación de fuertes contingentes humanos destinadosa la colonización y a las tareas manuales que demandaba el cultivo y cosechadel textil. La problemática social derivada de esta afluencia; los conflictos deconvivencia en los ámbitos rurales y las respuestas del Estado y la sociedad antela cuestión, son materia de estudio en este artículo.

Palabras clave: Conflictos de convivencia, espacio rural, Chaco.

ABSTRACTThe years that pass from 1920 to 1940 represent an essential period to unders-tand the territorial space known as “Chaco” –in the north of Argentina–, particu-larly for their socioeconomic evolution. During that time its productive profilewas formed characterize this jurisdiction by several decades, consolidating itselflike the main cotton region of the country, and receiving internal and externalimmigrants. This process, known as the cotton cycle in distinction to the previo-us model denominated forest cycle, was characterized by the incorporation ofhuman contingent destined to the colonization and manual tasks that the cropsdemanded and harvests of the textile. Social problems derived from this affluen-ce; the conflicts of coexistence in the rural scopes; and the answers of the Stateand the society, are the field of study of this article.

Key words: Conflicts of coexistence, rural space, Chaco.

1 Artículo recibido el 3 de abril de 2008 y aceptadoel 30 de octubre de 2008.

2 Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI-CONICET), Universidad Nacional del Nordeste(UNNE) (Argentina). E-mail: [email protected]

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El espacio territorial conocido comoChaco, denominación que identifica a unaprovincia argentina ubicada en el norte delpaís, ya era conocido con este nombre porlos naturales al momento de la llegada delos españoles, y originalmente involucraba auna región mucho más amplia que la com-prendida en la actualidad, abarcaba lo quehoy son las provincias de Chaco, Formosa;importantes secciones de Salta, Santiago ySanta Fe; y a buena parte del Paraguay y eleste boliviano.

La incorporación de este espacio al do-minio del hombre blanco debió pasar porun largo proceso en el que se alternaron di-versos intentos de ocupación desde la épocahispánica; y en lo que concierne a la Argen-tina, campañas militares, sucesivas modifi-caciones limítrofes y diferentes encuadresinstitucionales entre finales del siglo XIX yprimera mitad del XX.

De esta forma se sucedieron tres épocas,si es que se atiende a este último aspecto: laetapa de la Gobernación (1872-1884); el Te-rritorio Nacional (1884-1951) y la etapa Pro-vincial, desde este último año en adelante.

Durante la etapa como Territorio Nacio-nal, período en el que rige un novedosomarco institucional, el Chaco mereció lamisma organización política adoptada paraotras jurisdicciones de frontera creadas si-multáneamente mediante la sanción de laLey 1.532 de 1884. La originalidad de lamisma consistía en que estos espacios no seconstituían como provincias, sino como Te-rritorios Nacionales, lo cual suponía unanueva categoría que los ubicaba bajo un ce-ñido tutelazgo del Estado, con las restriccio-nes del caso.

Esta condición implicaba que sus autori-dades eran designadas por el Poder Ejecuti-vo Nacional y que sus habitantes tenían de-rechos civi les pero no polí t icos, salvoaquellos que podían ejercerse en los muni-cipios constituidos.

De esta forma, durante esta etapa institu-cional, la administración del Chaco descan-só sobre un gobernador que dependió direc-tamente del Ministerio del Interior y durabatres años en el ejercicio de sus funciones.

Era nombrado por el Poder Ejecutivo conacuerdo del Senado y estaba encargado,como autoridad superior del Territorio, develar por el cumplimiento de las leyes y dis-posiciones nacionales.

A las órdenes del gobernador se hallabala policía territorial y un limitado plantel ad-ministrativo que se incrementó o disminuyósegún la época, o bien de acuerdo a las ca-racterísticas de gestión de cada gobernante.De todos modos, en general las funcionesde los gobernadores fueron más de gestiónque de resolución y sus decisiones estuvie-ron casi siempre sujetas a la aprobación delMinisterio del Interior.

Si bien en la Ley 1.532 estuvieron pre-vistas modificaciones a este restrictivo régi-men a medida que se fueran dando ciertosprogresos económicos y sociodemográficos,las mismas no pudieron hacerse efectivas, ysolo se cambió este esquema recién cuandose produjo la provincialización de estos Te-rritorios en la década del cincuenta.

De manera, entonces, que durante lamayor parte del período Territoriano, los ha-bitantes de estas jurisdicciones estuvieronreducidos a una condición de ciudadanosde segunda categoría, lo cual en la prácticasignificó desatenciones, omisiones o indo-lencia por parte del Estado Nacional frente alos distintos problemas que aquejaron a es-tas sociedades nuevas.

En el caso específico del Chaco, su parti-cular proceso productivo y de poblamientodurante esta época, ofrece amplias posibili-dades de graficar algunos de los aspectosmás salientes de la problemática en la vidacotidiana en estas comunidades y, a la vez,exhibir como un modelo representativo larelación de estas sociedades periféricas conel Estado y el resto de la sociedad nacional.

En las páginas siguientes se describirán,en primer término, las diferentes etapas eco-nómico-sociales por las que atravesó el Cha-co desde su incorporación efectiva al Estadohasta la época de la consolidación del culti-vo algodonero; se analizarán luego algunosde los problemas sociales derivados de estefenómeno productivo, en particular los re-gistrados en el ámbito rural debido a los sú-

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bitos cambios demográficos y a las condi-ciones de trabajo; y finalmente se explicaránlas percepciones y reacciones de la socie-dad y el gobierno ante la cuestión en susdistintos momentos.

Los ciclos representativos delChaco desde la etapa

fundacional hasta el apogeo delos años treinta

Desde su organización como TerritorioNacional y durante el tiempo en que perma-neció en esta condición, el Chaco tuvo tresmomentos más o menos definidos en suevolución socioeconómica. Los tres ciclosoportunamente propuestos por el historiadorchaqueño Guido Miranda en su obra Tres ci-clos chaqueños (fundación, tanino, algo-dón), han tenido amplia aceptación y son yaclásicos en la periodización de la historiadel Chaco, aunque cabe señalar que cadauno de ellos consta de momentos super-puestos, de manera que es imposible esta-blecer límites temporales exactos que los se-paren.

Cada una de estas etapas han tenido susparticularidades en cuanto al ritmo econó-mico, la ocupación del espacio y la proyec-ción de lo humano.

La primera de ellas comienza hacia finesdel siglo XIX y primeras décadas del XX,época en la cual la conquista militar dejó li-bre la vía para la penetración y explotaciónde bosques y tierras. Con la creación de lasllamadas colonias perimetrales se logró va-lorizar la ribera derecha de los ríos Paraguayy Paraná, y hasta principios del siglo XXconstituyó el único intento oficial de instala-ción, y aunque estas colonias periféricas notuvieron un auge inmediato, serían la puntade lanza para un nuevo tipo de ampliaciónde la frontera económica y valorización delas tierras de sus cercanías.

Cada nueva extensión de la frontera fueacompañada de un movimiento colonizadory de un reparto, arrendamiento o venta detierras no siempre juicioso. En este períodose adjudicaron 15 millones de hectáreas engrandes fracciones cuya extensión no era in-ferior a las 8.000 hectáreas, mencionándose

como ejemplo extremo el de la CompañíaLa Forestal, a la que le fueron adjudicadas1.800.000 hectáreas.

Como resultado de esta política de ocu-pación, se constituyó en la región una coro-na de latifundios que rodeó a los inicialesemplazamientos de colonización y queabarcó el sur y sudeste del Chaco, norte deSanta Fe, parte del este de Santiago del Este-ro, oriente de Salta y parte de Formosa.

De manera que a principios del siglo XXlas tierras húmedas del oriente, sur y occi-dente del Gran Chaco eran de propiedadprivada, y el incipiente interés económicode la explotación del quebracho coloradoque comenzaba a concentrarse en ellas parala obtención del tanino, contribuyó a afir-mar el latifundio, que se presentaba comoúnico atractivo para la ocupación particularde tierras en un medio virgen e inhóspito.

En estos latifundios operaron unas pocasempresas que paulatinamente fueron acapa-rando el control de la actividad extractiva.Mediante enclaves (obrajes y fábricas de ta-nino) situados en el interior profundo y ais-lado de los controles estatales llegaron aconcentrar casi todos los rubros de explota-ción y comercialización de la actividad fo-restal, efectuando acuerdos sobre precios odirectamente absorbiendo a pequeñas em-presas competidoras. Algunos casos, comopor ejemplo La Forestal o Las Palmas, seconstituyeron en verdaderos núcleos indus-triales diversificados que propiciaron asien-tos poblacionales en sus inmediaciones, to-dos ellos directamente dependientes deestas empresas, y en donde no era posibleresidir ni comerciar sin autorización de lasmismas.

El auge del ciclo forestal comenzó su de-clinación –con intermitencias– hacia la se-gunda mitad de la década del veinte, por di-versos factores concurrentes: la disminuciónde la demanda mundial por sustitución deltanino con otros curtientes, el progresivo re-emplazo del cuero con materiales sintéticos,y a escala regional, el crecimiento de los cos-tos de producción por agotamiento de bos-ques, la mayor distancia entre los obrajes ylas fábricas y otras causas que se agregaríanmás tarde en desmedro de las ganancias.

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El resultado de ello fue el cierre de fábri-cas, la clausura de obrajes, con la conse-cuente desocupación de la mano de obra yel ocaso de pueblos ligados a la actividad.

Estos latifundios despojados de su rique-za forestal no recibieron reinversiones, aun-que acogieron, sin embargo, a una ganade-ría primit iva en campos de bajareceptividad, y si bien la actividad forestalcontinuó desarrollándose en el Territorio du-rante las décadas siguientes, ya no tendría elmismo impacto en la dinamización econó-

mica y demográfica en la región. Dicho rollo cumpliría desde este momento un nuevociclo vinculado a la producción algodonera,en otra área geográfica y con particularida-des distintas al proceso anterior.

El avance de la colonización hacia el in-terior del Chaco se había incentivado desde1908 luego de la sanción de la Ley 5.559 deFomento de los Territorios Nacionales. Me-diante la venta de tierras que autorizaba lamisma, se planificó sufragar los costos delos ramales ferroviarios troncales que contri-

Figura Nº 1Evolución de la ocupación de tierras en el Chaco 1900-1921

Fuente: Schaller, 1986.

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buirían a integrar el Territorio de sureste anoroeste, y con ello también a ampliar lafrontera agrícola.

Esta segunda avanzada de ocupación diri-gida por el Estado implicó a partir de enton-ces la creación de numerosas colonias agrí-colas, pastoriles y mixtas en el Territorio, lasque agregadas a las iniciales colonias del si-glo anterior irían acogiendo a la masa inmi-gratoria que arribaría en los años sucesivos.

Entre 1905 y 1912 la población del Cha-co pasó de 21.000 a 43.000 habitantes me-diante un frente pionero que en tal períodofue netamente nacional, compuesto en estecaso mayoritariamente por correntinos3. Lalimitada capacidad de las colonias creadashasta entonces y la propensión a la ocupa-ción espontánea de tierras, obligó a dictar el

decreto del 11 de julio de 1921 por el cualse agregaron 512.113 hectáreas a las134.363 que hasta entonces se habían entre-gado para la colonización (Figura Nº 1 y Fi-gura Nº 2).

Para esta época se presentaban condicio-nes inmejorables para el poblamiento exito-so del Chaco: la culminación de los ramalesferroviarios y, sobre todo, el aumento delprecio del algodón en los mercados interna-cionales, principalmente a raíz de la dismi-nución de la producción norteamericanapor el ataque del picudo (boll weevil) en1922.

Si bien los incentivos oficiales para pro-ducir algodón en el Chaco habían comenza-do en 1904 con la distribución gratuita desemillas y folletos explicativos, la actividadno había arraigado lo suficiente por el ma-yor interés que generaban las actividades fo-restales y por la falta de estímulos en losprecios del textil.

Figura Nº 2Colonias y pueblos fundados en el Chaco por decreto 11/7/1921

Fuente: Schaller, 1986.

3 Se llama así a los nativos de la vecina provincia deCorrientes, separada del Chaco por el río Paraná.

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Los factores anteriormente enunciados,más la liberación de mano de obra comoconsecuencia de la declinación de la activi-dad forestal propiciarían en este momentolas condiciones necesarias para un cambioen el ciclo económico.

Una acertada política inmigratoria incen-tivó la entrada de contingentes –esta vez ex-tranjeros, principalmente de la Europa delEste– que reforzaron el precedente frentepionero argentino. Ingresaron al Chaco16.000 inmigrantes de este origen entre1923 y 1930 y 4.118 entre 1931 y 1936, sinolvidar desde luego a las decenas de milesque lo hicieron desde países vecinos, comoParaguay por ejemplo.

En este período, y a diferencia del cicloforestal, el minifundio acompañó la ocupa-ción del espacio fiscal del interior del Cha-co. Se expandieron las chacras algodonerasprincipalmente en el centro y oeste del Te-rritorio con extensiones promedio de 50hectáreas, tamaño entonces suficiente paraexplotaciones de tipo familiar (Figura Nº 3).

El apogeo del cultivo ocurrido entre lasegunda mitad de la década del veinte y latotalidad de la siguiente generó un paisajeagrario muy peculiar donde todo giraba entorno al algodón. La periódica afluencia debraceros para carpida y cosecha dinamizabael comercio, y por su propia lógica, la acti-vidad demandó distintos servicios y propicióa su vez un proceso de industrialización pri-maria que se concentró básicamente en eldesmotado del textil y la fabricación deaceite con su semilla. La instalación de des-motadoras, empresas de acopio, industriasaceiteras y casas comerciales multirrubrofue exponencial y la cadena de servicios enfunción de esta producción se multiplicóconsiderablemente.

Los 14 años transcurridos desde 1920hasta 1934 cambiarían la fisonomía econó-mica y demográfica del Chaco. De 60.500habitantes se pasa a 214.000 en este perío-do y para 1936 se calculaban ya en314.000, registrándose así el crecimientopoblacional más alto de todas las jurisdic-ciones argentinas en la época.

Figura Nº 3Colonización en los territorios de Chaco y Formosa 1903-1930

Fuente: Universidad Nacional del Nordeste, 1995.

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De este modo, y en pocos años, el llama-do “oro blanco” convirtió al Chaco en unade las jurisdicciones más prósperas de la Ar-gentina, atrayendo con su dinámica a milesde inmigrantes internos y externos y a em-prendedores de diversos oficios (Figura Nº 4)que deseaban encontrar un futuro promisorioen este paraíso productivo. A raíz del cicloalgodonero, el Chaco se convirtió en princi-pal productor del textil a nivel nacional y ad-quirió una identidad distintiva que preserva-ría a lo largo de varias décadas4.

El fulgor y sus sombras

Presentado de esta forma, podría imagi-narse que el ciclo algodonero fue un perío-do esplendoroso, de expectativas ilimita-das , de expansión homogénea y conbeneficios equitativos. A primera vista esposible pensar que el mismo fue acompa-ñado por una adecuada adaptación de lainfraestructura pública y privada, que lasutilidades de este formidable proceso llega-ron proporcionalmente a todos los segmen-tos sociales y que los mecanismos de asis-tencia o cobertura estatal ( f inancieros,educativos, sanitarios y de seguridad) cum-plían adecuadamente en número y funcio-nes los requerimientos de esta cambiante yvertiginosa realidad.

Figura Nº 4Localidades más importantes del Chaco 1920-1940 y red ferroviaria

Fuente: Elaboración propia.

4 La bibliografía que alude a la génesis y transiciónde estos tres ciclos en el Chaco es suficientementeconocida y coincidente en términos generales ental periodización. Entre las referenciales al respec-to pueden mencionarse las de Miranda, 1980 yBruniard, 1975-1978.

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Si bien lo que antecede así parece presu-ponerlo, no deberían, sin embargo, dejar demarcarse las sombras de este fulgor del de-sierto verde5. La efervescencia del mismo noha podido ocultar las máculas propias deri-vadas de una afluencia masiva de inmigran-tes nacionales y extranjeros que desbordóreiteradamente la administración territorianay las previsiones mejor calculadas por lasautoridades centrales.

La historiografía mundial demuestra consuficiencia las consecuencias de los abrup-

tos procesos de colonización masiva en tor-no a la incorporación de nuevos territorios,hallazgos de yacimientos o explotacionestemporalmente muy rentables: falta de infra-estructura o su desborde en caso de que lahubiera, ausencia o imposibilidad de aplicarregulaciones, desapego a la ley, violencia,abusos y, consecuentemente, conflictos sec-toriales o de convivencia. Los propios, enfin, de la presión humana de frentes pione-ros que procuran su espacio vital en el ám-bito a explotar; los inherentes, al cabo, a so-ciedades en vías de formación.

Tal vez los más conocidos ejemplos eneste sentido sean –por la difusión de la lite-ratura y la cinematografía– los procesos ocu-rridos en el oeste de Estados Unidos y Alas-ka, o en Brasil, durante las fiebres delcaucho y del oro.

En el caso del Territorio del Chaco, laetapa de ocupación del espacio agrícola yaun la que transcurre durante la consolida-ción del ciclo algodonero, ofrece algunas si-militudes con los procesos antes señalados,aunque, desde luego, con las particularida-des propias de un ámbito geográfico distin-to, de una colonización dirigida y de com-ponente mult iétnico, y obviamente enfunción de una explotación renovable quepermitía un afincamiento poblacional dura-dero.

La nómina de consecuencias no desea-das o problemas derivados de este vertigino-so proceso productivo es suficientementeamplia como para ser abordada en el estre-cho marco de un artículo. En el caso especí-fico de este Territorio, los repentinos estalli-dos sociales, que fueron la manifestaciónmás visible de los conflictos de diverso ori-gen que caracterizaron la vida en el Chacoen las primeras décadas del siglo XX, son enparte conocidos por la repercusión que hantenido en su momento.

La literatura y hasta la cinematografíahan abordado oportunamente el tratamientode algunos sucesos que por su magnitud, re-petición y/o permanencia terminaron tras-cendiendo el espacio regional.

Independientemente del ciclo productivoo la actividad económica a la que estuvie-

5 Desierto verde: frase acuñada por monseñor JoséAlumni para nombrar al Territorio del Chaco. Ful-gor del desierto verde ha sido una frase usada porel historiador chaqueño Guido Miranda, aunqueen este caso, para definir un floreciente períodocultural del Chaco en esta misma época. La mismase impone como título en una de sus obras (Miran-da, 1985: 8). En diciembre de 1919 hubo un paroexitoso en el que los trabajadores consiguieronacortar la jornada laboral y el cobro de haberes enmoneda nacional. Sin embargo, en mayo de 1920la Cía. inició una contraofensiva de control obrerocon ayuda de miembros de la entonces Liga Patrió-tica. Luego de varios incidentes (huelgas y enfren-tamientos aislados) el conflicto se agudizó produ-ciéndose un sangriento choque entre obreros yfuerzas de la empresa y la Liga entre el 9 y el 10de agosto de ese año, con decenas de víctimas. Elconflicto culminó el 20 de agosto, luego de la in-tervención del Ejército. Posteriormente, a comien-zos de 1921, se repitieron similares incidentes,casi por los mismos motivos, en otra de las gran-des Cías. enclavadas en el Chaco, La Forestal, decapitales británicos, monopolizadora de la activi-dad taninera en Chaco y norte de Santa Fe y conuna estructura productiva y laboral similar a la deLas Palmas. Precisamente en los pueblos del nortede esta provincia, ligados a la actividad de la em-presa, se produjeron huelgas y enfrentamientosentre obreros con la policía privada de la Cía. yagentes de la Liga Patriótica. Dichos conflictosfueron descritos por la literatura histórica y recrea-dos en el filme Quebracho, entre otras muestras.Entre 1924 y 1925 se produjeron –por motivosesencialmente laborales– enfrentamientos aisladosentre indígenas de la Reducción de Napalpí concolonos inicialmente, y policías luego, en el inte-rior de Chaco. Los sucesos conocidos como Lamatanza de Napalpí culminaron con cerca de dos-cientos aborígenes ejecutados por parte de lasfuerzas policiales, en un hecho que hasta la actua-lidad continúa siendo debatido. Con respecto a losconflictos agrarios de la década del 30, tambiénde fuerte repercusión extrarregional, se hará unabreve alusión en notas posteriores. (La bibliografíasobre estos temas es bastante amplia y variada,pero una buena síntesis de estos conflictos puedehallarse en: Mc Gee Deutsch, 2003; Cordeu y Si-ffredi, 1971).

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ron asociados, pueden recordarse entre losmás virulentos los ocurridos en la localidadde Las Palmas (agosto de 1920); los de LaForestal, a comienzos de 1921, que aunqueacontecidos en el extremo norte de la pro-vincia de Santa Fe, por distintas razones re-percutieron fuertemente en este Territorio;los de Napalpí en 1925 (todos ellos con nu-merosas víctimas en los enfrentamientos);los conflictos agrarios de 1934 y 1936; ymenos graves, aunque también de larga du-ración, los conflictos de los obreros indus-triales en el Gran Resistencia a principios dela década del cuarenta6.

Podrían añadirse, además, aunque porotros motivos –y por lo general desarrolla-dos con sordina–, aquellos vinculados a laposesión de la tierra en áreas asignadas a lacolonización; o los derivados de la ausenciao deficiencias del control estatal, como porejemplo los producidos por la inseguridad(en su amplio espectro) o los conflictos deconvivencia entre la masa laboral en obrajesy algodonales7.

De toda esta nómina, precisamente estosúltimos son tal vez los que menor atenciónhan recibido pese a que el caudal informati-vo ofrece posibilidades de encarar un análi-sis, por ejemplo, respecto a las consecuen-cias que producía, en términos de agitaciónsocial, la masiva incorporación de trabaja-dores temporarios y el particular frenesí dela cosecha algodonera durante los mesesque transcurrían desde enero a julio. Sinduda este tema constituye una parte insosla-yable de la problemática social del Chacoen esta época y por ello amerita una pesqui-sa que, al tiempo en que se describe el con-texto económico y demográfico de este es-pacio, posibilita explicar los problemaspuntuales que surgieron, especialmente enel ámbito rural, en determinados estratos deesta sociedad en formación.

Desde luego, los problemas específicosque en cierta forma se han preanunciadofueron derivados directamente del modo enque se realizaban las tareas relacionadascon el cultivo y recolección del algodón y,ya por ese entonces, se suscitaron distintasopiniones entre los representantes de la diri-gencia local respecto a los criterios con quedebía encararse el control o solución de losmismos.

Como es de suponer, las labores inheren-tes al cultivo (carpida) y recolección del al-godón en el Chaco fueron íntegramente ma-nuales hasta años recientes. Ello requeríaperiódicamente la incorporación de fuertescontingentes de braceros para ser destinadosa estas faenas, que, por ejemplo, para lacampaña 1935-36 involucró a 129.639 tra-bajadores (Ministerio de Agricultura, 1936:88). Inicialmente, esta demanda se cubriócon mano de obra local –en buena medidaindígenas pacificados–, pero la insuficiencianumérica de los nativos y la casi continuaampliación de la superficie cultivada exigióel complemento de trabajadores que provi-nieron, espontáneamente o incentivados porlos gobiernos locales o nacionales, de pro-vincias como Corrientes, Santa Fe, Salta oSantiago, o de países vecinos como Para-guay.

Solo a título de ejemplo, para 1935 losrequerimientos extraordinarios (es decir, ex-tralocales) calculados por el gobierno terri-

6 Entre fines de 1919 y la mayor parte de 1920 huboun fuerte estado de conflictividad entre los obrerosy la parte patronal del Ingenio Las Palmas, ubica-do en la localidad homónima de Chaco. Este Inge-nio, y tal como han coincidido varios autores, eraun Estado dentro del Estado, una Compañía de ca-pitales británico-argentinos con 2.000 trabajadoresen donde las condiciones laborales eran tan exten-sas como opresivas, donde se pagaban bajos suel-dos en vales y no era posible comprar mercaderíasfuera de la propiedad, ni ejercer el comercio sinautorización de la empresa.

7 Si bien, como se ha dicho al comienzo, la coloni-zación del interior del Chaco tuvo un carácter di-reccional, la acción del Estado en materia de dis-tribución de tierras fue deficiente e inconstante. Lalentitud en mensurar y conceder la tierra públicahizo que vastas extensiones fuesen ocupadas “dehecho” por los colonos pioneros. Tal precariedad,que en buena parte de los casos se mantuvo poraños, ocasionó no pocas disputas entre los colo-nos; entre estos con ganaderos provenientes deprovincias limítrofes –también intrusos– y obvia-mente con las comunidades indígenas originariasque intentaban frenar el avance de los blancos so-bre su espacio vital. Por otra parte, debe anticipar-se que durante la década del treinta, y a conse-cuencia de la intensa circulación de capitales, ladeficiente estructura de seguridad y de vías de co-municación y, un medio geográfico propiciante, seregistró en el Chaco un fenómeno conocido comobandolerismo rural, que se mantuvo vigente porvarios años y llegó a hacer colapsar el sistema deseguridad del Territorio.

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torial para la cosecha de ese año hablabande unas 30.000 personas y, en efecto, ingre-saron para la zafra 29.407 braceros (Gober-nación del Territorio del Chaco, 1937: 93).Teniendo en cuenta que la población per-manente del Territorio ascendía entonces a276.343 habitantes, esta afluencia significa-ba elevar repentinamente en casi un 11% elnúmero de personas residentes en el Chaco.

Pero no solo llegaban braceros en talesperíodos; temporalmente arribaba tambiénlo que el historiador Guido Miranda catalo-gó como un ejército de viajantes, comisio-nistas, vendedores y pagadores de todos losrubros que buscaban tomar su porción eneste tiempo de bonanza.

El movimiento y alternancia que provo-caba el auge algodonero ha sido cuantifica-do a través de registros portuarios y ferrovia-rios especialmente, y al margen de lasdiferencias que pueden discutirse, se ha es-timado, por ejemplo, para los años 1934,1935 y 1936 en 122.000, 165.000 y299.000, respectivamente, y en cifras redon-das, el número de personas que transitaronpor este Territorio, es decir, los números to-tales de ingresos y egresos. Debe advertirseque en cada uno de estos movimientos pe-riódicos siempre quedaba un remanente depersonas que aquí se afincaban8.

Estos bruscos cambios demográficos pro-vocaban naturalmente el desborde de la ad-ministración territorial, lo cual se evidencia-ba de manera más nítida en la incapacidaddel Estado para ejercer un adecuado controlsocial. El componente medio que integrabala masa de cosecheros golondrina y sus pre-carias condiciones de residencia, consti-tuían el germen de conflictos de conviven-cia en los que la fuerza pública –pordistancia, insuficiencia o incompetencia–pocas veces podía mediar9 (Cuadro Nº 1).

El período de cosecha algodonera impli-caba, entonces, especialmente en las áreasligadas a esta producción, una efervescenciaeconómica y social difícilmente observable–al menos en esta época– en otras regionesdel país. La frenética actividad, la circula-ción de dinero y el trajín humano otorgabana pueblos y colonias la imagen de bullicio-sas colmenas en las que transacciones, rega-teos y disputas formaban parte de la postal.

El relato fidedigno de un historiador cha-queño contemporáneo a la época ha ilustra-do elocuentemente el ritmo febril de esteproceso al comentar sus circunstancias den-tro de uno de los núcleos urbanos más di-rectamente vinculados a la producción algo-donera, postal esta que se repetía aunque enotra escala, en los demás pueblos ligados altextil10.

8 Por ejemplo, en el año 1936 entraron al Territoriopor distintas vías 299.414 pasajeros y salieron267.613, quedando por lo tanto un saldo favorablede 31.801 personas en el Chaco (Gobernación delTerritorio del Chaco, 1937: 84).

9 La policía del Chaco fue creada en 1885 durantela gestión del gobernador Obligado. La instituciónestuvo condicionada desde sus inicios por caren-cias presupuestarias y de formación que nunca

fueron subsanadas durante la época del Territorio.El número de agentes fue normalmente muy redu-cido y siempre estuvo en una relación despropor-cionada frente al incremento de la población. Suscomponentes carecieron de estabilidad, escalafónestable, cobertura social, escuelas de formación ycódigos de procedimientos permanentes durantela mayor parte del período territoriano, con lo cualel accionar de sus miembros y el concepto generalde la fuerza fueron motivo de permanentes cues-tionamientos por parte de la opinión pública. Alasumir sus funciones y en su primer discurso, elgobernador Castells supo sintetizar la opinión ge-neral sobre la institución en esta época: “a la mo-ralización de la policía dedicaré mi acción inme-diata. Trataré de hacer de ella por lo menos, unacosa anodina; hasta ahora esta institución ha sidoinútil, cuando no peligrosa...” (Diario La Razón deBuenos Aires. Transcrito por el diario La Voz delChaco, Resistencia, 2 de octubre de 1933). Las de-ficiencias de la policía fueron subsanadas en va-rias ocasiones por cuerpos de seguridad adiciona-les y de efímera duración, conformados paracontener la expansión de los súbitos conflictos so-ciales o el recrudecimiento del delito rural. Fun-cionaron así, temporalmente, varias brigadas de“policías volantes”, “fronterizas” o de “gendarme-rías de línea ” dispuestas por el gobierno nacional,las cuales fueron disueltas una vez neutralizadaslas amenazas que motivaron sus creaciones (Mari,1994).

10 Decía el historiador Guido Miranda (1980) al co-mentar los efectos de la cosecha en la vida coti-diana de Sáenz Peña, la ciudad más allegada alcultivo algodonero por aquel entonces: “En tiem-pos de cosecha, la estación del ferrocarril se haci-na de “cosecheros” santiagueños y correntinos,que acampan en la “playa” convertida en una bol-sa de colocaciones, a cargo de colonos que tratan

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Sin embargo, y como directa consecuen-cia de este movimiento y de la masivaafluencia humana, se elevaban también y,exponencialmente, los porcentajes de plei-tos entre las personas. La fricción cotidianaen los espacios laborales, el hacinamientoen los sitios de alojamiento, las frecuentesdisputas por los precios de las provistas y enlos pesajes del algodón11, la disponibilidad

de dinero, la proliferación de lugares y es-pontáneas formas de esparcimiento, la cir-culación de bebidas alcohólicas, el cansan-cio acumulado de extenuantes jornadas ylas limitaciones institucionales para ejercerun adecuado control social, eran factorescombinados que potenciaban los conflictosde convivencia12.

Los mismos, seguramente conteniblesdentro de un adecuado marco de control so-cial, se desarrollaban, sin embargo, en en-tornos rurales, lejos de las autoridades y/ode voluntades mediadoras (Cuadro Nº 2). El

Cuadro Nº 1El presupuesto del territorio y la policía con relación a la población

y a la cantidad de hectáreas a vigilar (1926, 1936)

Años Presupuesto ($) Población Policías Habitantes Hectáreaspor plaza por plaza

1926 1.501.700 133.488 721 185,00 307,37

1927 1.501.700 145.642 721 202,00 267,51

1928 1.501.700 157.796 721 218,85 285,70

1929 1.301.700 169.950 657 258,67 356,01

1930 1.360.140 182.110 642 286,77 385,24

1931 1.347.740 190.122 602 315,81 449,19

1932 1.321.020 198.134 467 416,28 584,98

1933 1.212.000 206.146 467 441,42 712,70

1934 1.212.000 251.343 467 538,21 810,67

1935 1.212.000 276.295 467 591,64 859,27

1936 1.431.127 314.328 522 602,16 814,00

Fuente: Gobernación del Chaco, 1936.

de obtener el concurso de los braceros y de llevar-los de inmediato a la chacra. Es pintoresca ladisputa cuando escasea la mano de obra, entre lostratantes de parla tan difícil... (se refería a las dife-rencias idiomáticas de los colonos). Las calles seatestan de camiones, volantas, sulkys, caballos, enlos alrededores del Banco, las cooperativas y lascasas de ramos generales; los carruajes deben co-locarse en varias hileras, entre las cuales han demoverse con prolijidad de hormigas por impercep-tibles hilillos de espacio. En las fondas, una huma-reda olorosa de frituras, tabaco y alcohol se mez-cla con el tumulto de voces, fanfarronadas, risas ypendencias, como en las posadas de madera del“Far-West” cinematográfico... Los almacenes y lastiendas deben cerrar sus puertas varias veces aldía, para atender la clientela que en ciertos mo-mentos colma las dependencias, y renovar de horaen hora el público...” (Miranda, 1980: 253-254).

11 La provista era el conjunto de mercaderías –gene-ralmente comestibles– que el propietario de lachacra suministraba semanal o quincenalmente a

los braceros luego de comprarlas en el pueblo oparaje más cercano. El valor de las mismas –sobre-cargados normalmente en un 25% o 30%– se des-contaba en el momento en que el cosechero entre-gaba su recolección para el pesaje, también enbásculas del propietario del algodonal.

12 En el informe elaborado entre 1939 y 1940 por losingenieros agrónomos Rafael García Mata y Rómu-lo Franchelli como representantes de la Junta Na-cional del Algodón, uno de los argumentos usadospara promover el desarrollo de la mecanizaciónde la cosecha algodonera residió en que ello“…evitaría la explotación del bracero adventicio,germen permanente de disturbios sociales comoconsecuencia de su lamentable condición econó-mica…” (Ministerio de Agricultura, 1942: 12).

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brazo “protector” del Estado no llegaba has-ta los lugares más apartados del interior pro-fundo del Territorio.

De esta forma, mínimos roces o diferen-cias de opinión en estos ámbitos aislados,transitaban casi inexorablemente el caminohacia un desenlace violento: las lesiones ola muerte de las personas implicadas en unacontienda.

De allí que entre los problemas más co-munes que se dieron en el ámbito rural enlo referido a conflictos de convivencia, sedestaquen, dentro de los primeros lugares,las agresiones físicas con lesiones y los ho-micidios (Cuadro Nº 3); sin desestimar des-de luego al abuso sexual, que aunque fre-cuente, es difícilmente evaluable ya queaunque existen registros, sus datos no pue-den ser concluyentes por ser este un delitono siempre denunciado, y menos en esaépoca con la carga de prejuicios que supo-nía para las víctimas.

En cuanto a los principales motivos pro-piciantes de estos problemas, independien-temente de sus resultados finales y teniendoen cuenta los factores anteriormente descri-tos, deben añadirse además tres elementosadicionales: la naturaleza del componentesocial involucrado, el entorno laboral y lapermisividad existente en el libre porte dearmas.

El componente medio de jornaleros,agricultores y braceros estaba integrado,como es de suponer, por las clases más ba-jas de la escala social. En el caso de los bra-ceros, aun el “profesional” de la recolec-ción, llamado golondrina porque alternabaen las zafras de diferentes regiones del país,era normalmente analfabeto o semianalfabe-to13, sin instrucción adecuada respecto alconocimiento de las leyes, y cuyo respeto alorden se basaba más bien en el temor queinspiraba una autoridad visible, que al auto-control. Eran personas curtidas, acostumbra-das a las privaciones de la vida itinerante ysin hogar fijo.

No obstante, el grueso de esta masa hu-mana no venía al Chaco a buscar pleitos,sino una posibilidad de supervivencia por unplazo de cuatro o cinco meses. Usufructuabade los pasajes en ferrocarril costeados por elgobierno, alquilaba su fuerza laboral y la desu familia al mejor postor y luego alternabade chacra en chacra, levantando los capullos.En estas se alojaba donde podía, en el mejorde los casos en un galpón o granero en elque se hacinaba con otras familias, con la in-timidad preservada únicamente mediante di-visorias hechas con bolsas arpilleras14. Estapromiscuidad constituía el germen de con-flictos que estallaban a la primera ocasión yesta se presentaba generalmente los fines desemana, días feriados o festivos.

Cuadro Nº 2Delitos contra las personas según el sector

donde se produjo

Especificación Homicidios Lesiones

Casas de comercioy fábrica 12 9

Casas particulares 21 24

Casas de hospedaje 7 18

Vía pública 54 58

Zona rural 136 132

Sin especificación 8 68

Fuente: Gobernación del Chaco, 1936.

13 Según el informe Mata-Franchelli (1942) “el 60%de los cosecheros era analfabeto, no habiendo pa-sado el tercer grado los alfabetos…” (Ministerio deAgricultura, 1942: 15).

14 Bolsa de yute comúnmente usada en el campo ar-gentino para almacenamiento. Debe señalarse res-pecto a este tema que recién en 1935 se creó a nivelterritorial una Comisión de Braceros, a iniciativa delgobernador Castells. La misma fue constituida paraasegurar el flujo, distribución y atención de los bra-ceros que llegaban al Chaco desde otros sitios. Fuesubdividida en Subcomisiones conformadas por per-sonalidades notables de las localidades vinculadas alcultivo algodonero, gran parte de las cuales integra-ban la cadena de comercialización del textil, comodueños de desmotadoras, acopiadoras, o casas de ra-mos generales. Si bien esta Comisión fue de utilidadpara garantizar el arribo y distribución de los brace-ros en temporada, su tarea no tuvo mayor relevanciaen cuanto a la atención de las necesidades de estoscontingentes, puesto que el alojamiento, las provis-tas, y sobre todo la asistencia sanitaria, quedaron li-bradas a la buena voluntad de los propietarios de losalgodonales, tal como lo prueba Lestani (1935) en sutrabajo publicado en ese mismo año.

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33LA TRANSICIÓN ENTRE DOS CICLOS Y SUS EFECTOS SOCIALES EN UN TERRITORIO ARGENTINO.CONFLICTOS DE CONVIVENCIA EN EL CHACO ANTE UNA NUEVA ETAPA COLONIZADORA (1920-1940)

Cuadro Nº 3Delitos contra las personas 1926-1936

Años Homicidios Lesiones

1926 100 248

1927 68 208

1928 110 338

1929 126 429

1930 132 396

1931 102 264

1932 878 266

1933 128 325

1934 167 282

1935 230 357

1936 238 309

Fuente: Gobernación del Chaco, 1936.

La concurrencia a bailes, kermeses, jue-gos o reuniones espontáneas en algún patioo paraje cercano, el consumo de alcohol yla alteración de las emociones propiciabaninexorablemente pendencias y ejecución devenganzas.

Una mirada provocadora o la menor di-ferencia de opiniones derivaba en un pleito,y este desembocaba casi siempre en la agre-sión física. Las discusiones, riñas por ebrie-dad, juego o disputas sentimentales fueronmoneda corriente en el contorno semicivili-zado del Chaco rural, y así lo testimonianlos partes diarios policiales de la época(Cuadro Nº 4).

Las lesiones y homicidios eran en la ma-yoría de los casos una consecuencia naturalde estas escaramuzas, ya que la mayoría delas personas portaba armas blancas o defuego. El Código Rural lo autorizaba explíci-tamente en su artículo Nº 253, lo que facili-tó sin dudas la comisión de delitos de san-gre15.

Cuadro Nº 4Delitos contra las personas, según la causa

impulsiva, 1936

Especificación Homi- Lesionescidios

Amores contrariados 3 6

Bromas 0 4

Cobro de pesos 0 2

Discusiones 27 26

Disgustos de familia 2 7

Deudas 0 3

Ebriedad 36 33

Impulso de perversidad 1 0

Incidentes 43 46

Legítima defensa 2 0

Provocación y riña 67 55

Resentimientos 6 15

Rivalidades 1 6

Venganza 4 1

Otras causas 38 37

Sin especificación 8 68

Fuente: Gobernación del Chaco, 1936.

Este hábito, normalizado a través de lasletras del cancionero popular regional16, semantenía vivo además por la inducción pu-blicitaria ejercida desde los periódicos loca-

15 El Código Rural establecía en su artículo Nº 253:“...La policía no podrá prohibir o restringir el de-recho de llevar armas y, en consecuencia, ningunapersona será registrada con el objeto de averiguarsi lleva armas consigo...”. Pero aclaraba en elartículo 254: “…Es prohibido, sin embargo, hacer

ostentación de armas o llevarlas a la vista, bajopena de 10 pesos de multa…” (Ministerio del Inte-rior, 1923). En 1918 se intentó reformar el CódigoRural y se ponía especial énfasis en la reconside-ración de estos artículos. En el proyecto de refor-ma se explicaba que: “...Dado el despoblamientoque existe en los territorios nacionales, no nos haparecido prudente prohibir la portación de armasen la campaña, pero sí en los lugares poblados. Elcódigo actual no hace diferencia alguna sobre elparticular, sin duda porque cuando se sancionó,había un número muy reducido de pueblos en losterritorios...” (Ministerio del Interior, 1923: 338).

16 La música popular denominada “litoraleña”, en ra-zón de que su ámbito de difusión (y nacimiento)es el litoral argentino (espacio lindante a los gran-des ríos Paraná y Uruguay) y cuya máxima expre-sión es el ritmo bailable en pareja llamado chama-mé, penetró rápidamente entre las clases bajas delChaco por la periódica afluencia de jornalerosprovenientes de la vecina provincia de Corrientes.

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les, en donde aparecían regularmente avisosilustrados de armas de fuego en los que seincitaba a su adquisición para resguardar laintegridad personal.

Las cuestiones de honor se lavaban consangre y, en este sentido, cabe destacar quelas venganzas por conflictos previos fueroncausa de un importante porcentaje de homi-cidios. Los partes policiales de entonces re-feridos a homicidios suelen comúnmenteencabezar la información diciendo: “...Porresentimientos anteriores se enfrentaron... y,en el hecho se produjo la muerte de uno delos contendientes...”, lo cual reflejaba que laantigua práctica de los duelos por honor semantenía vigente, aunque en los ámbitos ru-rales la acción era espontánea y sin las for-malidades de rigor.

De hecho, y si cabe el ejemplo, pese alas prohibiciones, esta práctica se mantuvoesporádicamente en el Chaco –y en los ám-bitos urbanos– hasta principios de la décadadel cuarenta y entre personas que no eranprecisamente faltas de instrucción17.

La permisividad en la libre portación dearmas constituyó sin duda el principal factordesencadenante de hechos de sangre, a talpunto que en las estadísticas oficiales, entrelas principales causas de muerte por motivosconstatables, figuran en primer lugar labronconeumonía, seguida de la tuberculo-sis, en tercer lugar la muerte producida porarmas de fuego, y en quinto lugar la produ-cida por heridas de arma blanca18.

El problema alcanzó tal gravedad en de-terminado momento, que el gobernador JoséCastells (1933-1938) se propuso limitar elderecho de portar armas, por cuanto enten-día que para los tiempos que corrían eraninnecesarias las licencias que concedía elCódigo Rural, y estaba probado que esto im-plicaba excesos que terminaban casi siem-pre en hechos de sangre19.

Esta música se halla hoy muy vigente –sobre todoen los ámbitos rurales– y a menudo sus letras secentran en la defensa del honor y la dignidad, loscuales deben preservarse –según los dictados–,poniendo en juego la propia vida en la satisfac-ción de una ofensa. El culto nacional al coraje,oportuna y certeramente identificado por JuanAgustín García en su libro La ciudad indiana, sehalla perfectamente expuesto en este género musi-cal de la Argentina.

17 El Código de policía de 1908 había legislado so-bre este punto. En su artículo Nº 270 estipulaba:“...Luego que se tuviere noticias de estarse concre-tando un duelo, el funcionario que corresponda,procederá a la detención del provocador y a la delretado, si éste hubiere aceptado el desafío y, noserán puestos en libertad, hasta que bajo palabrade honor, ofrezcan desistir de su propósito...” (Ca-rrasco, 1908: 49). Sin embargo, existen constan-cias de que esta práctica continuó en vigencia almenos hasta bien entrada la década del cuarenta,tanto a nivel local como nacional. De hecho, de-ben recordarse los comentados duelos de armas(con padrinos) entre el general Baldasarre y el co-ronel Pilotto en el campo de aviación de El Palo-mar, en abril de 1932; el de Pinedo y Lisandro dela Torre, en julio de 1935; y el de los doctores Ál-varez Ahumada y Agustín Dillón, en Resistencia,en abril de 1939, sin víctimas en todos los casos.(Archivo Histórico de la Provincia del Chaco, LaVoz del Chaco, 11 de abril de 1932, 18 de juliode 1935 y 13 de abril de 1939). Fuentes del año1942, registran a nivel local la permanencia de

esta práctica, como puede observarse en el inci-dente ocurrido entre el secretario de la Goberna-ción del Chaco, Dr. Carlos Franco, y el periodistasdel periódico Norte, a quienes el primero desafióa una “reparación por las armas” por una denun-cia en su contra publicada en este medio (ArchivoHistórico de la Provincia del Chaco, La Voz delChaco y El Territorio, del 8 de octubre de 1942).

18 En 1934, de 2.544 decesos totales en el Chaco,excluyendo el renglón señalado como sin asisten-cia médica, puede observarse la siguiente escalaen cuanto a las causas principales: Bronconeumo-nía 233 casos; Tuberculosis pulmonar, 171 casos.Los fallecidos por herida de armas de fuego (inclu-yendo los accidentes) fueron 156, mientras que losfallecidos por heridas de arma blanca fueron 64.Entre estas dos últimas causales se encuentra elsíncope cardíaco, con 132 casos (Gobernación delTerritorio del Chaco, 1937: 150). En 1935, entre3.213 decesos, excluyendo los 525 consignadoscomo sin asistencia médica, los fallecidos a con-secuencia de heridas de armas de fuego pasan alsegundo lugar, con 165 casos, luego la Bronco-neumonía que causó 246 muertes. En este año losfallecimientos por heridas de arma blanca suman79 casos (Gobernación del Territorio del Chaco,1937: 50-51). En 1936, entre 3.309 defunciones,aunque no se detallan específicamente las causasde muerte, en la Memoria de Gobierno de esteaño figuran 370 casos producidos por causas ex-ternas, es decir –y según el propio documento–,decesos producidos mayoritariamente por heridasde armas de fuego y blancas (Gobernación del Te-rritorio del Chaco, 1937: 77).

19 En vista de las alarmantes estadísticas, el goberna-dor Castells se dirigió al jefe de la policía de la ca-pital federal en estos términos: “...La gobernacióndel Territorio Nacional del Chaco se propone soli-citar del Poder Ejecutivo, la adopción de medidasdestinadas a restringir el abuso que importa la por-

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35LA TRANSICIÓN ENTRE DOS CICLOS Y SUS EFECTOS SOCIALES EN UN TERRITORIO ARGENTINO.CONFLICTOS DE CONVIVENCIA EN EL CHACO ANTE UNA NUEVA ETAPA COLONIZADORA (1920-1940)

Este gobernador se concentró además enotro punto, que consistía en tratar de preve-nir los desórdenes y riñas en el interior delTerritorio, sin tener que aumentar por ellolos recursos policiales.

Desde años anteriores se observaba enlas estadísticas que casi la totalidad de laspeleas y homicidios se producían los sába-dos en los boliches y bailes del interior, es-pecialmente como consecuencia del desen-freno en el consumo de bebidas alcohólicas.

Por ello se puso en marcha una campañaen donde se impondría el sistema del sába-do inglés, por el cual se prohibía la aperturade locales ese día, como así también el ex-pendio de bebidas alcohólicas en kermeses,bailes y clubes20. Estas medidas se comple-mentaban además con la prohibición de ca-rreras de caballos, riñas de gallos, juegos detaba y naipes.

Pero esto no podía ser más que unabuena intención, sencillamente porque elChaco no contaba con infraestructura poli-

cial para ejercer estos controles y porque,además, los mismos agentes transgredíanlas normas, como puede comprobarse en ladocumentación oficial y periódicos de laépoca.

Remarcando el análisis del entorno labo-ral, la observación de los registros ofrece da-tos reveladores respecto a los ámbitos endonde se producían estos hechos, comotambién acerca de las categorías sociales in-volucradas.

Por ejemplo, para 1934, en que por pri-mera vez se realizan estadísticas confiables alrespecto, se contabilizan 167 homicidios enel Chaco (Cuadro Nº 3) sobre un total generalde 533 delitos contra las personas en eseaño. Las cifras revelan que la mayoría de loscasos se produjeron entre los meses de eneroa julio, es decir, el período de zafra algodo-nera, donde la afluencia de cosecheros eramayor. Allí se tienen los picos más altos, con26 muertes en el mes de mayo, mientras queen septiembre ocurrieron solo 4.

En 1935 el total de homicidios se eleva a230, y en 1936 alcanza su máximo con 238casos (Cuadro Nº 3)21. De ellos, 186 y 194hechos, respectivamente, fueron cometidospor trabajadores rurales (Cuadro Nº 4).

De la misma manera, el mapa de los ho-micidios revela que los mismos se cometie-ron en las áreas circundantes a los centrosalgodoneros más importantes, como SáenzPeña y Quitilipi, por ejemplo. A su vez, el82% de estos homicidios (en promedio re-dondeado de estos tres años) fue cometidopor jornaleros y peones (Cuadro Nº 5), locual confirma que este tipo de delito se pro-ducía como directa consecuencia del tumul-tuoso frenesí de la cosecha y de la friccióncotidiana de la masa humana involucradaen esta actividad.

tación de armas que autoriza el Código Rural san-cionado en 1894, y que ya no responde a las ne-cesidades de los mismos... A fin de documentarampliamente las medidas que habrán de proponer-se y con el propósito de estudiar las reglamenta-ciones existentes al respecto en la capital federal,es que me permito solicitar a ud., todas las dispo-siciones vigentes sobre portación de armas, rogan-do por razones de premura sirva ordenar que elenvío se lleve a cabo a la mayor brevedad...” (Ar-chivo Histórico de la Provincia del Chaco, 1934).

20 El 1 de diciembre de 1933, el gobernador Castellsse dirigió al ministro del Interior don LeopoldoMelo a los fines de solicitarle “...se disponga ex-tender en los territorios nacionales los beneficiosde la ley 11.640 (Sábado Inglés)...”. Motiva esta“...que habiéndose aplicado con anterioridad enbreves períodos(*), además de las ventajas genera-les que evidenció, tiene el excepcional efecto deprovocar una enorme disminución de los delitosde sangre en el territorio. Corresponde remarcaraquí que la estadística demuestra que en el Chacolos hechos de sangre se han venido produciendoespecialmente los días sábados en los boliches delinterior, como se demuestra con las planillas agre-gadas; la clausura de éstos negocios los días sába-dos ha impedido las reuniones que terminan casisiempre en pendencias cuchilleras, con la consi-guiente alteración del orden...” (Archivo Históricode la Provincia del Chaco, 1933: 113). (*) Se apli-có durante la gestión del gobernador Vrillaud en1932 (Archivo Histórico de la Provincia del Cha-co, 1932).

21 Para este año (1936) la población permanente delChaco estaba calculada en 314.000 habitantes.Solo para brindar una referencia en las cifras,debe decirse que en la actualidad (2007) el Chacoposee un millón de habitantes; un homicidio deuna persona común, aunque acontezca en el ám-bito rural, sale titulado casi indefectiblemente enla primera plana de los diarios locales debido a sucarácter casi excepcional.

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36 R E V I S TA D E G E O G R A F Í A N O R T E G R A N D E

Cuadro Nº 5Delitos contra las personas por profesiones y

medios de vida, 1935

Profesión Homicidios Lesiones

Agentes depolicía 5 2

Albañiles 2 17

Choferes 3 8

Cocheros 1 4

Comerciantes 9 12

Empleados engeneral 20 35

Jornaleros 84 107

Peones 102 157

Sirvientes 4 4

Sin profesión 0 1

Total 230 347

Fuente: Gobernación del Chaco, 1935.

Cabe preguntarse en este momento enqué medida esta problemática constituíauna real preocupación para la sociedad lo-cal y el gobierno.

En primer lugar debe señalarse que el es-tado de conflictividad social en los ámbitosrurales, concretamente en lo que desembo-caba en delitos contra las personas, no teníapor entonces la trascendencia que en la ac-tualidad le otorgan a estos episodios los me-dios de difusión. De hecho, los medios grá-ficos del Chaco no contaban en aquellaépoca con un apartado destinado específica-mente a lo que hoy se conoce como secciónpolicial. La información sobre hechos delic-tuosos aparecía indistintamente en cualquie-ra de las páginas de los periódicos, mezcla-da con noticias de otra índole, y en talescasos, refiriéndose preferentemente a los de-litos cometidos contra la propiedad (cuatre-rismo, hurtos, robos individuales o en ban-da, etc.).

Pocas referencias existían respecto a de-litos contra las personas (hechos de sangre,violaciones, incestos, raptos, estupros, etc.),

y cuando se aludía a este tipo de delitos, lainformación generalmente se circunscribía aepisodios ocurridos en ámbitos urbanos,siempre y cuando su relevancia o la de losprotagonistas involucrados ameritase su pu-blicación. Solo en raras oportunidades po-dían encontrarse noticias de esta índole re-feridas a los ámbitos rurales, y en estoscasos se las presentaba de manera general yescueta, sin individualizaciones ni caracteri-zación de los hechos, con un lenguaje deeufemismos, y casi siempre apelando a laimaginación del lector cuando se trataba dedelitos aberrantes. Aún no se practicaba elamarillismo y parecía ser de mal gusto ha-blar de la sordidez de la vida cotidiana enlas clases más bajas.

De manera tal que la precariedad socialen los ámbitos rurales, si bien era suficiente-mente supuesta entre la población urbana,no tenía por entonces difusión periodística.Salvo la denuncia o el reclamo humanitarioque se hacía siempre en términos generalespor algunos periodistas que escribían enmedios de orientación socialista, poca aten-ción se prestaba, por ejemplo, a los altos ín-dices de homicidios registrados en el Chacode aquella época. De hecho, estos datos,aunque presumibles, eran desconocidos ensu real magnitud por el conjunto de la so-ciedad.

De todos modos, con mayor o menorgrado de conocimiento sobre esta realidad,tanto para el gobierno como para la socie-dad en general no parecía representar unproblema demasiado preocupante, puestoque entonces se asumía casi como algo na-tural que estos episodios ocurriesen dentrodel componente social y el contexto en quese producían.

De allí que a nivel gubernamental lasmedidas supuestamente correctivas a esta si-tuación carecieron del impulso necesario,de sentido común y, por lo tanto, de efecti-vidad. Las disposiciones restrictivas, comolas del sábado inglés, o las prohibiciones dealgunos entretenimientos potencialmente in-ductores de conflictos, no podían ser másque pretensiones idealistas, ya que no secontaba con una estructura policial capazde implementar estos controles en los ámbi-tos rurales.

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37LA TRANSICIÓN ENTRE DOS CICLOS Y SUS EFECTOS SOCIALES EN UN TERRITORIO ARGENTINO.CONFLICTOS DE CONVIVENCIA EN EL CHACO ANTE UNA NUEVA ETAPA COLONIZADORA (1920-1940)

Por otro lado, y tal vez en parte por losmotivos expuestos, desde el gobierno localhubo una fuerte tendencia a minimizar o re-lativizar las altas tasas de delitos contra laspersonas publicadas por la propia goberna-ción, apelando al atenuante de que frente alcontinuo incremento poblacional, estas ci-fras no aumentaban, sino que en realidad,decrecían.

Pero, paradójicamente, al mismo tiempoen que desde el gobierno se naturalizabanestos elevados índices y se presentaba unaficticia imagen de la situación social delChaco en Memorias de Gobierno y discur-sos, por vía administrativa se clamaba antelos poderes centrales por un aumento enlas plazas policiales. Como otra paradojacabe señalar que entre los argumentos demayor peso que se utilizaron para justificarestos pedidos, prevalecían más los que alu-dían a la falta de garantías para la propie-dad particular, que aquellos que evidencia-ban la vulnerabi l idad personal de loshabitantes rurales.

De todas formas, el despertador de la di-rigencia nacional sobre algunos aspectos dela cuestión social en el Chaco sonaría reciéna partir de los sucesos del llamado movi-miento agrario de 193622, el cual, por su vi-rulencia y repercusión extrarregional, obligóa los poderes centrales a colocar entre lasprioridades la búsqueda de soluciones de

fondo para mejorar el control social en esteTerritorio.

Dichos sucesos, combinados con las no-ticias de un alarmante incremento de las ac-tividades delictivas en esta jurisdicción23,reimpulsarían precisamente en este año elreiteradamente postergado debate sobre lacreación de una fuerza especial de seguri-dad para los Territorios Nacionales. La dis-cusión sobre el tema se prolongaría durantelos meses subsiguientes, hallando resultadosconcretos a mediados de 1938 cuando sedispuso la organización de una nueva insti-tución de control estatal destinada específi-camente a estos espacios territoriales24.

22 El movimiento agrario de 1936 fue la continuaciónde un conflicto iniciado en el interior del Chacoen 1934 y liderado por una asociación que tuvoactuación en otras regiones del país y que se auto-denominó Junta de defensa de la producción y dela tierra. Esta agrupación, que inicialmente tuvo elpropósito de mejorar los precios que se pagabanal colono por el algodón, promovió las huelgasmás conflictivas de esta década en el Chaco. Para1936, las motivaciones de esta Junta adquirieronun tinte fuertemente político y la metodología deintimidación puesta en práctica la convirtieron enuna agrupación radicalizada y resistida por sus su-puestos seguidores y por la comunidad en general.Sus acciones violentas, que llegaron a hacer peli-grar la campaña algodonera de ese año, termina-ron cuando el gobierno local ordenó la represióndel movimiento y la detención de sus principalesdirigentes. No obstante, la efervescencia laboralproducida por el conflicto sirvió de aliciente –en-tre otros motivos– para que los poderes centralesreimpulsaran proyectos de creación de nuevas ins-tituciones de control social.

23 Durante el primer tercio de la década del treintacomenzó a difundirse en el Chaco el fenómenodel bandolerismo rural. El mismo, que se presentótambién en otros Territorios Nacionales de la Ar-gentina por la misma época, tuvo como caracterís-tica especial en el Chaco una vigencia que semantuvo durante toda esa década, la espectacula-ridad de los asaltos y secuestros y los montos re-caudados por bandoleros, que a consecuencia desus correrías terminaron convirtiéndose en verda-deros mitos hasta el día de hoy.

24 El 23 de julio de 1938 se sancionó la ley de crea-ción de la actual Gendarmería Nacional. Entre losargumentos más recurrentes que se esgrimieron enlos debates, sobresalieron los que aludían a la in-seguridad e indefensión de los pobladores ruralesde los Territorios Nacionales, particularmente enel Chaco. Entre los párrafos más salientes del pro-yecto presentado por el Poder Ejecutivo, se decía:“La vida, el comercio y la producción hacen indis-pensable la existencia de este órgano de seguridaden los Territorios Nacionales, pues no es posiblevigilar y atender sus grandes extensiones con lasactuales policías, cuya acción se ve limitada a laszonas inmediatamente circundantes a las pobla-ciones, sin poder atender los parajes alejados... Enla actualidad los pobladores de las zonas ruralesde los Territorios Nacionales están virtualmente li-brados a sus propios medios y, es unánime la afir-mación de falta de seguridad para sus vidas y ha-ciendas por la insuficiencia policial, por lo quedebe verse en ello una de las causales determinan-tes de la despoblación que se viene produciendoen los mismos...” (Congreso Nacional, 1936). Unavez organizada, la Gendarmería Nacional instalósu primer regimiento en el Chaco, Territorio quepor entonces era considerado el menos seguro delpaís, y fue en el área rural de Sáenz Peña (centroalgodonero chaqueño) donde comenzó a realizarsus primeras operaciones. Controlado el auge de-lictivo de esos años en este Territorio, esta Gendar-mería fue reorganizada en reglamentos y funcio-nes, y dest inada a las zonas l imítrofes,manteniéndose desde ese entonces como la prin-cipal policía fronteriza de Argentina.

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38 R E V I S TA D E G E O G R A F Í A N O R T E G R A N D E

Consideraciones finales

Durante varias décadas, uno de los ras-gos identitarios del Chaco ante el conjuntode la sociedad argentina fue precisamentesu condición de espacio hostil a la civiliza-ción blanca. Una desafiante geografía, concerrados bosques, esteros e insectos acobar-dantes; un clima tórrido, muy seco o muyhúmedo según las zonas; y sobre todo, par-cialidades indígenas guerreras y resistentes alos intentos civilizatorios, se habían combi-nado para forjar esa imagen y demorar entérminos prácticos la incorporación de esteespacio a la vida nacional.

A la sazón, este vasto territorio fue el úl-timo en ser integrado al Estado argentinoluego de sucesivas campañas militares quesometieron a los naturales y efectivizaron laconquista recién entre la primera y segundadécada del siglo XX.

De modo que para el imaginario colecti-vo de la sociedad nacional, por los motivosexpuestos, el Chaco había quedado registra-do como sinónimo de peligro, precariedad yadversidad.

Esta idea, sostenida durante el ciclo fo-restal debido a las pésimas condiciones la-borales que supuso el permisivo sistema deexplotación, se mantuvo viva incluso cuan-do durante la segunda etapa de poblamien-to, el ingreso inmigratorio y el éxito en elcultivo algodonero convirtieron al Chaco enun polo de atracción pleno de oportunida-des para el progreso.

Si bien los tiempos habían cambiado y elChaco se perfilaba como una jurisdiccióncon una aparentemente ilimitada prosperi-dad, la tumultuosa colonización duranteeste lapso, sus máculas indeseables y las li-mitaciones del Estado en la atención delproceso, contribuyeron a mantener talesprejuicios.

Es que la propia dinámica del ciclo algo-donero desbordó la estructura funcional delTerritorio creada para épocas anteriores, im-posibilitando la adaptación en tiempo y for-ma de un adecuado esquema reemplazanteque permitiera ciertas garantías básicas aesta sociedad en proceso de formación.

De allí que a través de repentinos espas-mos de disconformidad y/o incremento delos índices delictivos, se manifestaran conclara evidencia las deficiencias del Estadoen la atención de esta sociedad nueva. A lasazón, algunos de los problemas sociales deesta etapa trascendieron el marco regional,y cuando ciertos episodios virulentos co-menzaron a alimentar las páginas de laprensa nacional, se consolidó la idea delChaco como un sitio lejano, hostil y al mar-gen de los controles estatales.

Pero al margen de algunas distorsionesentre el imaginario nacional y la realidad lo-cal, lo concreto es que los registros estadís-ticos, los testimonios orales y la informaciónoficial y periodística ofrecen pruebas irrefu-tables de la situación de precariedad en laque se desenvolvió al menos una parte deesta sociedad aluvional.

Esta vulnerabilidad se evidenciaba conparticular claridad en los espacios rurales,donde la distancia, el componente humanoinvolucrado en las tareas propias del campoy otros condicionantes antes comentados,hacían dificultosos los intentos de un con-trol social acorde a la masa humana aflu-yente como consecuencia del fenómeno al-godonero.

Las acciones del Estado para mitigar estaproblemática consistieron durante variosaños en implementar medidas coyunturales,y al efecto (como la creación de cuerpos deseguridad adicionales –tan efímeros comoineficaces–, comisiones presuntamente regu-ladoras y protectoras –como la Comisión deBraceros–, o esporádicas transferencias delpoder de policía a asociaciones civiles opropietarios notables) cumplieron temporal-mente funciones de entidades de contralorsocial. Mientras pudo, el Estado Nacional sedesligó de ciertas responsabilidades comogarante del orden, la seguridad y la justicia,o en su defecto las transfirió de hecho, entanto ciertas situaciones conflictivas no sedesbordaran y el aporte rentístico del Chacoal erario público y los dividendos de lasmultinacionales aquí instaladas no estuvie-sen en riesgo.

Esta actitud se modificaría, sin embargo,hacia la segunda mitad de la década del

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treinta, cuando ante la repetición o incan-descencia de ciertos conflictos laborales y laescalada en los índices de delitos contra lapropiedad y las personas, los poderes cen-trales se vieron urgidos a considerar la crea-ción de otras instituciones reguladoras e im-plementar nuevas formas de control socialpara estos espacios periféricos.

A partir de entonces comenzaron a ci-mentarse las bases de una modificación ins-titucional de fondo para los Territorios Na-cionales de la Argentina. Laprovincialización posterior de algunos deellos sería la resultante de los debates gene-rados precisamente en este momento, losque a la sazón habrían de servir para com-pletar en un plazo relativamente breve la in-serción definitiva y con plenos derechos deestas jurisdicciones y sus sociedades a la na-ción organizada. La experiencia colonizado-ra en el Chaco contribuiría de esta forma in-directa a la regularización institucional deestos espacios al promediar la década delcincuenta.

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