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J-JA HUMANIDAD NUEVA Ensayo de Cristología Volumen 1 José Ignacio GonzáIez Faus 4 a edición EAPSA • HI:CHOS y DICHOS. MENSA1LRO RAZON y FE • "SAL TERRAE"

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  • J-JA HUMANIDADNUEVA

    Ensayo de Cristologa

    Volumen 1

    Jos Ignacio GonzIez Faus

    4 a edicin

    EAPSA HI:CHOS y DICHOS. MENSA1LRO

    RAZON y FE "SAL TER RAE"

  • SUMARIO

    VOLUMEN 1

    Pgs.

    Confleor ... .... ... ... . ..

    INTRODUCCION

    EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO DE JESUS

    9

    Captulo I. La cuestin del "Jess histrico" y el "Cristo dela le" , '" 17

    Historia de la cuestin.-El fondo teolgico del pro-blema.-Balance.

    PARTE PRIMERA

    CRISTOLOGIA BIBLICA

    Seccin l. Teologia de los "misterios" de la vida de .Jess

    II. La pretensin de Jess. Lectura "histrica" de lavida de Jess ... ... ... ... ... ... ... .,. ... '" ... 57

    Jess y la Ley.-Jess.y el Templo.-Jess y losmarginados.-Jess y Dios.-(Apndice: los mila-gros de Jess).

    III. Muerte y Resurreccin . '" 123El fracaso de la pretensin de Jess.-La muertesegn las Escrituras: muerte del Profeta, muerte delJusto, muerte del Siervo.-La irrupcin de lo Esca-tolgico.-La Resurreccin como utopia humana.--(Apndice: el retraso de la Parusa y su significacinteolgica).

    IV. Lectura "teolgica" de la vida de Jess... ... ... ... 181Las tentaciones de Jess como destruccin de laimagen religio~a de Dios.-La Transfiguracin como"negacin de la negacin".-El tema de la knosis.-Encarnacin e historia.

    Seccin 11,. Reflexin de la Jirlesia primitiva

    V. La realidad del Hombre Nuevo. Jess. Adn defi-nitivo '" 239

    Jess Segundo Adn.-Jess Hijo del Hombre.-(Apndice: La problemtica exegtica relativa alHijo del Hombre).

    VI. La vigencia del Hombre Nuevo para nosotros... 271Jess Seor.-Jess Primognito.-Jess Recapitula-cin y Plenitud.

    VII. La Humanidad Nueva como revelacin de Dios... 339Jess Palabra.-Jess El Hijo.-(Apndice a la sec-cin II: el problema de los ttulos cristolgicos).

  • VOLUMEN 11

    PARTE SEGUNDA

    LA DOGMATlCA CRISTOLOGICA

    SecCin l. - Hacia la sntesis patrstica Pgs

    Capitulo VIII

    IX

    x

    XI

    Las pnmeras refleXIOnes slstemllcas 375Planteamiento de los problemas -La cnstologla desan JustillO -Ireneo de Lyon -(Apndice un textocnstolglco de Tertuhano)

    Los datos de la dogma(ca cnstologlca 417El camInO hasta Nlcea -Apolinar y san Dmaso-Efeso y Calcedoma -Apndices a Calcedoma

    SentIdo y constantes teoluglcas de la lllstona dc laCr!>tolugla 465

    La problematlca DIOs-hombre -El mtcres soteno-loglco -La forma dialctica del progreso

    Significado y valor de los dogmas crlstologlcos paranosotros 48'

    El consubSlancral de Nlcea -La condena del apoJ-nansmo -Las formulas de Efeso y Calcedoma-El problema de las "dos" voluntades --(Apendlccel problema de la senslblhdad de Cristo)

    Seccin 11. - La ruptura de la sntesis

    661661669

    XII La separacIn cntrc CrstologlQ y SoterlOloglQ 519El mtento de san "Anselmo y su nfluJo --Cntlcasa la exphcaclOn anselmmna -El lenguaJe del Nue-vo Testamento -Elementos para una exp}caclOnde la redenCin

    XIII /nvelSln de perspecllvas en la Edad MedIa 567El mteres doctnnal al margen del mters soteno-loglco -La smtesls de Tomas el /IstrumentumconlUllctum -(Apendlce Sobre algunas cuestIOnesde la cnstologla escolstca la "personalidad" deCn~to, el sUjeto de la EncarnaclOn, el motivo dela Encarnacin, la CienCIa de Cnsto)

    XIV La reaccIn c/lstolglca de Lutero 605La teologla para aprovechar -La cn~tologla demtercamblO y su repercusin en la problemtlc

  • CONFITEOR...

    "Por mi grandsima culpa." Por el desafuero y la audaciade intentar escribir una Cristologa.

    Los clsicos grecolatinos tenan unos magnficos proverbiospara justificar sus fracasos. Ahora, tras el cansancio y la sa-turacin que siguen al remate de una obra larga, absorbente yde elaboracin lenta, sera reconfortante uncirle un prlogoque glosara el antiguo adagio: in magnis voluisse satis estoO evocar la fbula de Faetonte, que quiso conducir el carrodel sol y estuvo a punto de quemar la tierra, pero que, al menos, "cay por haberse atrevido' a algo serio" ...

    Quien tenga una panormica slo mediana del estado ac-tual de la teologa, sabr que es una audacia desmesurada elintentar una obra sistemtica, cuando cada captulo requeriraun especialista para l solo. Puede que haya consideracionespedaggicas o exigencias de reflexin personal capaces de jus-tificar esa audacia. Pero al menos parece honrado dejar cons-tancia de ella: sta no es una obra "cientfica" o de investigacin aunque haya intentado ser seria. El material exegticoo histrico que utiliza es, en muchos casos, de segunda mano.Slo intentan ser de primera mano las respuestas que con lse confeccionan a una serie de cuestiones.

    El especialista sentir comprensiblemente la tentacin deintervenir. Y lo trgico es que la sentir all mismo donde elprofano o el simple interesado quizs sienta ya la tentacin deabandonar. Esta era la segunda gran dificultad de la obra. Du-rante su redaccin he puesto empeo en no olvidar el consejoque una persona amiga me dio en una sobremesa, exactamentela noche antes de poner manos a la mquina: "A ver si haces

  • una cosa que la podamos leer nosotros." El empeo probable-mente ha fracasado. Al final se acaba hablando de "los libe-rales", aun a riesgo de dar la impresin de que ste es un li-bro sobre las elecciones inglesas y no un libro de teologa.O se navega entre expresiones latinas y griegas, que han deser traducidas, pero que, a Ja hora de la verdad, son insustitui-bles porque una vez traducidas ya significan otra cosa. La jergateolgica resulta invencible. Y quizs se hubiese hecho mscmoda la lectura suprimiendo todas las referencias. Pero unspray de erudicin y una cierta agresividad bibliogrfica ayu-dan a vencer la inseguridad. Mea culpa. Y el lector har biensi no les hace demasiado caso ...

    Por si todo eso fuera poco, se repiten algunas cosas ya di-chas por el autor en otras ocasiones. Y la repeticin pasa porser Un signo de caducidad... Pero la obra, que ha nacido apartir de apuntes de clases, deba ser fiel al posible interssistemtico del lector y del estudiante de teologa, a quien sefavorece suministrando totalidades de material y no imponin-dole una dispersin excesiva.

    Esto nos lleva a decir tambin una palabra sobre el mto-do. La obra intenta seguir un mtodo preferentemente hist-rico. El autor est cqnvencido de que las pocas llamadas decrisis son pocas en que se impone estudiar mucho la historia,interrogarla y aprender de ella. Pero esto es precisamente loque no se suele hacer en pocas de crisis, porque stas se ca-racterizan por una desconfianza radical hacia el pasado que sederrumba y por una prdida del crdito y autoridad de la tra-dicin. Y esta desconfianza la acrecientan hoy muchos ancia-nos venerables, que suelen identificar a la tradicin con elmundo camp, con los felices aos veinte o con la poca de suabuelita la pobre qu trajes llevaba. Y van recomendando agritos a los "depravados curas jvenes" una fidelidad a la Tra-dicin que, en realidad, es fidelidad al siglo pasado o, a losumo, en los ms cultos de ellos, fidelidad a la Contrarreforma.Este libro trata de escuchar a la tradicin bblica y patrstica,y cree haber aprendido mucho de ellas. Pero se acaba delibe-nrdamente con la Reforma. Luego de sta vinieron la Contra-rreforma y la Modernidad. La Contrarreforma apenas pudocrear tradicin porque casi slo era defensiva, y hoy se liqui-da. Y la Modernidad pertenece a nuestro presente, desde el

  • que leemos, ms que al pasado que leemos. La tenemos muyen cuenta: pero no para situarla del lado del objeto a estudiaro del interlocutor al que se interroga, sino ms bien de partedel sujeto que estudia y pregunta. Por ~so no se lleva, tem-ticamente hablando, ningn captulo.

    Usar un mtodo histrico no significa estudiar la historiapor simple curiosidad de erudito. Cuando el autor comenz aensear, hace pocos aos, era la poca en que se abandonabael sistema de las tesis escolsticas y en que el positivismo teo-lgico pareca la gran panacea. El gran mtodo haba de serexponer la Biblia y los Santos Padres. Hasta que un buen da,al acabar uno de los primeros cursos, un alumno, que hoy correpor algn lugar de Amrica Latina sorteando dictaduras dederechas, se permiti la siguiente crtica: "Nos has expuestolo que crey san Pablo, y lo que crey san Justino y lo quecreyeron los cristianos de antes. Podas habernos dicho tam-bin qu es lo que hemos de creer los cristianos de hoy." Eramuy fcil dar una respuesta escapista y verdadera: uno notiene la asistencia del Espritu Santo para eso. Pero, sin em-bargo, la crtica tena buena parte de razn y haba puesto eldedo en la llaga. Por ello conviene advertir que el pasado nova a ser ledo en esta obra de manera aspticamente neutralo simplemente erudita. Est ledo "interesadamente", y no hayrecato en confesarlo: porque es grande el inters cn respondera aquella cuestin, con fidelidad al ayer y con lealtad al hoy.Se ha intentado hasta el mximo el leerlo con objetividad.Pero sabiendo que no existen ms objetividades que las pose-das por sujetos; los cuales preguntan y sufren y progresan, in-terpretan, necesitan y dan. Y por ello, mal que bien, al leer seinterroga, se subraya, se selecciona, se aprende y se intentasacar, del en-s del ayer, el para-nosotros del hoy.

    Finalmente, es obligado confesar tambin que la obra in-tenta ser de eso que se llama Teologa Sistemtica o Dogmti-ca. Hace un esfuerzo por dejar de lado todas las cuestionesque, en una divisin clsica de los tratados, se llamaran deTeologa Fundamental o, ms ranciamente, "de Christo Le-gato": fundameIltacin crtica de la pretensin de Jess, desu Resurreccin o de la confesin de su Filiacin Divina. Esteproceder viene impuesto por la presencia de esta obra en unacoleccin de tratados teolgicos. Las cuestiones aludidas han

  • quedado asignadas a otro lugar en la citada coleccin. Se hahecho un esfuerzo por respetar la divisin de tareas y por nopisar terreno ajeno. Ello no siempre era posible, porque todoel mundo est de acuerdo en qua la divisin entre Fundamen-tal y Sistemtica es bastante imperfecta, y en que ambas seentretejen mutuamente. Pero si no se ha conseguido tampocoes demasiado grave. En fin de cuentas, el orden de los factoresno altera el producto ... con tal que se siga multiplicando, claro.

    J. I. G. F.marzo 1974

    NOTA A LA SEGUNDA EDICION

    La necesidad que me plantean los editores de una reim-presin lo ms rpida posible, impide una serie de correccio-nes y reelaboraciones. Pero creo que la obra las necesita hoypor estos dos motivos: porque al cabo de ao y medio dehaberla escrito es uno ms consciente de. sus puntos dbiles,y porque este lapso de tiempo se ha caracterizado precisa-mente por la aparicin de grandes Cristologas (Kasper, Schi-llebeeckx, O. Gonzlez, Bouyer... ).

    Aludir a "la inesperada buena acogida" que ha encontra-do la primera edicin podra sonar a propaganda camuflada,si no fuese ms bien testimonio de una realidad bien seria yexigente y de la que no cabe presumir demasiado: la terri-ble pobreza teolgica de nuestro catolicismo autosatisfecho deantao, y la necesidad alarmante y perentoria en que se de-baten los pocos espaoles que todava conservan algn inte-rs por la fe en Jess, en demanda de unas respuestas paralas que nuestra Iglesia carece hasta de preparacin remota.Pensando en nuestros estudiantes de teologa no puedo menosde aadir: ojal que esta ancdota intrascendente de la re-edicin de un libro pesado y largo sirva para ayudarles acreer en la fecundidad de esa s~milla que se pudre en latierra del estudio lento y a largo plazo, tras la utopa de unaverdad que slo sirve a sus esclavos.

    J. 1. G. F.noviembre 1975

  • INTRODUCCION

    El problema del conocimiento de Jess

  • Ya antes de empezar, la Cristologa se enfrenta con unaobjecin que no puede rehuir: es posible conocer a Jess deNazaret?

    Este problema ha de abordarse. Y no simplemente por ra-zones eruditas o pedaggicas, ni por afn de totalidad siste-mtica. Es un problema con el que nuestra poca se ha encon-trado, y que pone en juego a la Cristologa misma: si no esposible conocer a Jess, qu tipo de reflexin podr hacer lacomunidad creyente sobre El? Se puede argir que se trata deun seudoproblema, o de un problema paralizante 1; se puedehacer de la necesidad virtud y decir que no necesitamos al

    1 Esta objecin viene precisamente de las cristiandades ms revolu-cionarias, como es el caso de buena parte de Amrica Latina, y se inserta en el marco de una crtica despiadada a la concepcin occidental dela ciencia, la cual ha sido domesticada por el sistema en beneficio pro-pio y privada de su "capacidad de sospecha" ("Marx fue llamado unmaestro en sospechas"); y al tomar como critelio de verdad lo verifica-ble, termina siempre en una canonizaCin del stl/tus quo. Cf. vg. J. P. MI-RANDA, Marx y la Biblia (Sgueme-, 1971), pp. 279-82; 296-310; 318 etc.En contra de lo que parece, esta objecin no es nueva. Ya a fines delsiglo pasado, un autor tan poco sospechoso de hacer apologtica comoP. J. PROUDHON, acusaba a toda la crtica histrica sobre Jess de ser"abstracta y unidimensional": "tras haber rechazado las profecas, losmilagros, las apariciones, tras haber puesto en el escaparate las contra-dicciones de los historiadores, tras haber invocado el mito y la supers-ticin, no ha hecho sino hacer ms densas las tinieblas, no ha producidonI una chispa de luz. El Fundador sigue desconocido". Jsus et les origi-nef de la revolution. Pars 1896.

    Y modernamente, mIl imgenes de Jess van apareciendo en los di-versos grupos contestatarios o comprometidos, a travs de lo que se hallamado "la exgesis salvaje" para contraponerla a la exgesis "neutral"y supuestamente asptica de los cientficos. Y lo interesante es que al-guno de stos ha empezado a reconocer que quizs es en dichos gruposdonde, por lo menos, se plantean los verdaderos problemas. Cf. lo quedecimos ms adelante en la nota 30.

  • Jess del pasado para la Cristologa 2. Pero, aun en estos ca-sos, tales posturas debern justificarse; y ello equivaldr a enfrentarse con nuestro problema.

    El hecho es que casi no poseemos documentos sobre Jess.Los Evangelios no son, en realidad, documentos: slo posee-mos testimonios de fe en El 3. Obras, por tanto, de hombresque no estaban interesados en narrar unos hechos desnudos,sino en el significado que haban descubierto en ellos. Serntiles para quienes acepten aquel significado que los primerostestigos predicaban. Pero sigue en pie la pregunta: no debe-ra haber, para nosotros, un acceso puramente neutral a loshechos, que nos permita recorrer el mismo proceso que siguie-ron los primeros testigos: desde los hechos a su significacin?

    Abordar con plenitud el problema histrico de Jess exigi-ra todo el espacio y todo el tiempo de que disponemos. Porotro lado, la literatura sobre l es abundantsima e incesante;y sta no intenta ser una obra ms sobre el problema histricode Jess, sino un tratado de Cristologa. Sin embargo, aunqueslo podemos abordar el problema en cuanto somos deudoresde l y en cuanto nos condiciona, pensamos que no se tratasimplemente de un problema previo a 'la Cristologa y quedeba ser abordado slo por la llamada Cristologa Fundamen-tal. Al revs: una mirada ms profunda a l har que nos encontremos introducidos en el corazn mismo de la Cristologa.

    Generalizando quizs en eJlceso podramos decir que mientras laobjecin anterior es tpica de ambientes catlicos radicales, sta repro-duce una actitud del radicalismo protestante. As insinuamos una proble-mtica relativa a la relacin entre Cristo y el mundo, que volveremos aencontrar en el captulo XIV.

    Para los escasos documentos no cristianos como el clebre de T-cito, el de Suetonio o el del Talmud puede consultarse W. TRILLlNG. Jess)' lo.r problemas de su historicidad. Herder, 1970, pp. 60-72.

  • CAPTULO PRIMERO

    LA CUESTION DEL "JESUS HISTORICO"y EL "CRISTO DE LA FE"

    Para dar a este problema su verdadera dimensin teolgica,no nos interesa tanto el contenido o el rostro concreto quepresenta hoy la cuestin del Jess histrico, sino ms bien susentido y su significacin de conjunto. Por esta razn, vamosa acceder a ella no a travs de los trminos concretos en quese plantea hoy, sino a travs de su propia historia.

    1. HISTORIA DE LA CUESTIN

    Se seala el ao 1778 como fecha del nacimiento de esteproblema. Hermann Samuel Reimarus (1694-1768), profesor delenguas orientales en Hamburgo, dej al morir una serie demanuscritos inditos que, diez aos ms tarde, seran publica-dos por su discpulo G. E. Lessing. El ltimo de ellos se titu-laba La intencin de Jes.s y sus discpulos 4. Este escrito habade hacer famoso a su autor y desatar un proceso que todavano ha concluido ni quizs acabar nunca.

    Reimarus sostiene que el Jess que existi realmente enNazaret y el Cristo que predican _los Evangelios no son lomismo: el primero fue un mesas poltico que fracas (expre-sin de este fracaso es la cuarta palabra de la cruz). El restolo hicieron sus discpulos en una especie de venganza: trans-formaron este fracaso y a su maestro con ello.

    4 Existe una reciente reimpresin inglesa: The goal 01 Jesus and hisdz'sciples, Brill, Leiden 1970.

    LA HUMANIDAD NUEVA. I.-Z

  • No se sabe si las notas de Reimarus iban destinadas a laluz pblica. Estn escritas con fuerza, con innegable resenti-miento y con una gran agudeza crtica (muchos de sus argu-mentos no han sido superados por la crtica posterior, dotadade muchos ms medios de investigacin). "El mundo no esta-ba preparado por nada, para una obra tan violenta como la deReimarus", escribir ms tarde A. Schweitzer. Inmediatamen-te surgieron tomas de posicin contrarias y muy acerbas. Pero,como suele ocurrir tantas veces, conforme se rechazaban lasconclusiones de Reimarus, se van aceptando inconscientementemuchas de sus dudas o de sus presupuestos, y una preguntacomienza a roer secretamente los nimos: fueron realmentelo mismo el Jess de la historia y el Cristo que es objeto dela fe? As naci el problema cuya historia vamos a resear.

    Primera etapa: La investigacin sobre la vida de Jess.La aparicin del problema planteado por Reimarus coincide

    prcticamente con la aparici6n de la historia como ciencia. Porello no es nada extrao el que inconscientemente se piense qu~la naciente ciencia histrica podr ayudar a responder a la pre-gunta de Reimarus. As nace toda una corriente de inwstiga-cin que tratar de descubrir quin haba sido en realidad Je-sus de Nazaret. En ella caben derechas e izquierdas, conser-vadores y demoledores, contradictores de Reimarus y conti-nuadores de sus tesis. Pero todos coinciden en el clebre gritode guerra: zurck zum Menschen Jesu 5; y en el mismo afnde encontrar al verdadero Jess para ponerlo a salvo: a sal-vo de los ataques de Reimarus---ereen unos-y a salvo de lacrcel en que lo tiene metido el dogma y que es la que diopie a los ataques citados-creen todos-o Esta es la corrientede la teologa liberal, que llena prcticamente todo el siglo XIX.

    Al cabo de un siglo, el balance de este esfuerzo ilusionadono puede ser ms desalentador: en nombre de la ciencia hanaparecido las imgenes ms variadas y ms opuestas de Jess:el humanista, el esteta, el romntico, el moralista, el socialis-ta ... Lo que un cientfico cree poder garantizar, lo niega otro.Parece que cada poca o situacin falsea la imagen de Jess

    "j Atrs, a por el hombre Jess 1"

  • de acuerdo con ella misma. Y al final, la pluralidad de "im-genes cientficas" del mismo Jess va haciendo que germine laduda sobre la posibilidad del intento.

    En estos momentos (hacia fines del siglo pasado) tienen lu-gar algunos sucesos que van a dar el polpe de gracia a todaesta corriente:

    Mencionemos entre estos sucesos:a) La aparicin de la llamada Escuela escatolgica (1863-

    1914): J. Weiss, A. Schweitzer, A. Loisy... y especialmente dellibro del primero de ellos: La Predicacin de Jess sobre el Reinode Dios (1892). Esta escuela demuestra lo absurdo de la preten-sin de buscar una imagen humana de Jess; se carga as lo quede algn modo haba sido comn a todos los intentos anteriores.Para la Escuela escatolgica, lo decisivo de la figura de Jess ha-ba sido el anuncio del Reino de Dios, que implica el fin de lostiempos (hasta el punto de que el propio Jess crey que el findel mundo e;taba prximo).

    b) En 1901 aparece la famosa obra de W. Wrede (1859-1906): El secreto mesinico en los Evangelios. Prescindiendo delvalor de la obra, sigue en pie la tesis del autor de que el evan-gelio de Marcos no es una obra espontnea e ingenua, sino unlibro muy construido teolgicamente. Pero con ello desaparecela fuente que los liberales consideraban como histricamente m~segura: Marcos, por comparacin con los otros tres, daba laimpresin de ser mucho ms primitivo y ms cerCano a los he-chos. Pero ahora resulta que Marcos tampoco es simple docu-mento, sino testimonio de fe.

    e) En este estado de cosas, ya no es de extraar que la Intro-duccin a los tres primeros evangelios, que publicar J. Well-hausen en Berln, en 1905, establezca la tesis de que es imposibleconocer a Jess independientemente de la imagen que de El se hizola fe. Esto supone que se le cierran tOGOS lOS caminos a b :nves-tigacin liberal: Jess est tan empotrado en su crcel que esimposible extraerle de ella.

    Por eso, y visto ahora con la distancia que dan los aos,resulta perfectamente lgico el que en 1906 publique A. Schweit-zer la famosa Historia de la investigacin sobre la vida de Je-ss, que hoy est considerada como la partida de defuncinJel movimiento liberal. Schweitzer procede de este movimien-to, est incluso convencido de la necesidad de su intento, pero,tras el pso por las tesis de la escuela escatolgica, su obra

  • resulta ms bIen una amarga constatacin de fracaso. Vale lapena escucharle:

    "A la lllveshgacln sobre la vIda de Jesus le ha ocurndo unacosa cunosa Nacl6 con el mmo de encontrar al Jess hlst6nco} creyo que podna restItUirlo a nuestro tiempo como El tuecomo maestro y salvador De~ato los lazos que le ligaban desdehacia siglos a la rOCd de la doctnna de la IgleSia, y se alegro cuan-do su figura volvlO a cobrar mOVimiento y Vida mientras parecaque el Jess hlstonco se le acercaba Pero este Jess no se de-tuvo, SIOO que paso de largo por nuestra poca y volvlO a lasuya Se perdlO en las sombras de la anllguedad y hoy nosaparece tal como se presento en el lago a aquellos hombres queno sablan qUIen era como el Desconocido e Innommado quedice Slgueme" 6

    Ya no puede extraar el que, aos despus, A. HarnackintItule aSI su teSIS de habilitaCIn en Berln: Vzta Iesu scrzblneqmt 7. Este ttulo resulta ternble SI se pIensa que es el ba-lance de todo un esfuerzo l1usionado y enorme 8. SchweitzerdeJO la teologa y marcho al Afnca a trabajar entre los lepro-sos. Y puede que con ello dIese su mejor leCCIn de teologa

    Segunda etapa: La reaccin ftdesta de M. Kahler (1835-1912)

    Pero la hlstona nunca se detIene aunque se detengan loshombres Slo ocurre que no avanza de manera ltneal, recta,smo de manera dIalctlca, pendular, a travs de reaccIOnes quevan al extremo opuesto y encuentran all, en la olvidada ver-dad de la anttesIs, la fuerza con que sobreVIVIr a la liquidacIn

    6 A SCHWEITZER. Geschlchte der Leben-Jesu-Fonchung, Slebenstern,Hamburg 1966, pp 620630

    1 "Es ImpOSIble escnblr la Vida de Jess"8 Como balance de la etapa hberal, suele sealarse esta doble tesIs

    a) La esencia del cnshamsmo no es la dogmatlca hlstonca sobre Cns-to, SIOO el mensaje histricamente traldo por Jesus del "valor Inflmto"del alma humana y de la paternidad de DIOS (A Harnack) Y b) no haylmea diVISO na entre el cnshamsmo pnmltlvo y su mundo relIgIOSO am-biental

    La segunda tesIs est hoy superada en cuanto al SimplIsmo con quela afirmaba la teologla hberal En la primera hay una intuiCin vlidaPero la predlcaclOn cnstJana solo afirma eso a partir de la IrrupclOn dela Escatologla y, por tanto, a traves del hecho de que el predicadorJesu~ pasa a ser el predicado

  • de la tesis. Y de hecho, cuando la corriente liberal daba losltimos pasos de su carrera, ya estaba en marcha a su lado elmovimiento que haba de tomarle el relevo.

    Generalmente, se seala como fecha de nacimiento de estareaccin el ao 1892, ao en que Martin Kahler pronunci sufamosa conferencia Der sogennante historische lesus und dergeschichtliche, biblisehe Christus, que de momento no tuvodemasiada resonancia, y que despus ha sido mil veces citaday reimp?esa.

    El simple ttulo, por las contraposiciones que contiene (Jesus- Christus; sogennante - biblisehe; historisch - gesehicht-lieh), es suficientemente expresivo de la actitud de Kahler:Jess (el hombre que vivi en Nazaret) pertenece a la as lla-mada historiografa; pero Cristo (lo que la Biblia confiesa deJess) constituye la verdadera historia 9. El ataque de Kahlerse dirige en realidad contra los presupuestos de la investiga-cin que le ha precedido: ella no puede aspirar ms que a dar-nos unos hechos, pretendidamente desnudos, cientficamenteprobados en su desnudez, per do en su verdadera realidad.Pues la verdadera realidad de estos hechos la constituye susignificado, y ste es inaccesible a la investigacin histrica.Esta podr decirme que un hombre muri en cruz hace milnovecientos aos. Pero que en aquella muerte "Dios reconci-liara al mundo consigo" (2 Cor 5, 19), eso s610 me lo dice lapalabra de la comunidad de fe: la Biblia.

    En consecuencia, Kahler tiene por intil toda la investiga-cin histrica. Su fe' en Jess se fundamenta a s misma de

    La distincin que se hace entre los dos vocablos con que la len-gua alemana designa a la historia (Historie y Geschichte), y que es cl-sica en algunos filsofos alemanes, resulta muy difcil de traducir alcastellano. En este caso hemos optado por hablar de historiografa ehistoria. Para comprender la distincin puede ayudarnos parar mientesen el doble sentido de la expresin castellana "hacer historia". Significahacer una investigacin cientfica sobre hechos pasados (lo que corres-pondera a lo historisch); y significa tambin realizar cosas que abrenun futuro, que son significantes para el futuro, etc. (que correspondera alo geschichtlich).

    En cuanto al ttulo de la conferencia de Kiihler, para no quitarle sufuerza quizs podra traducirse as: El Jess que llaman histrico, y elCristo de la verdadera historia: el bblico.

  • manera totalmente fidesta 10, Los 'esfuerzos de los telogos liberales por recobrar la verdadera fe en Jess desde la cienciahistrica, desconocen lo que Pablo considera fundamental enla predicacin y en la fe: que Dios no ha querido valerse de"las persuasivas palabras de la sabidura humana" (1 Cor 2, 4).La investigacin liberal no ha fracasado por casualidad: tenaque fracasar necesariamente porque los Evangelios slo puedenser proclamacin de la cruz ("historias de la pasin con unaintroduccin detallada" segn la clebre frase acuada porKahler). El Cristo que en ellos encontramos es el nico acce-sible y el nico de importancia para el hombre.

    Tercera etapa: Bultmann y la Historia de las formas.Bultmann es uno de los mayores telogos de nuestro siglo,

    pero ahora slo nos interesa por el papel que le toca jugar enla historia que estamos narrando: personifica una nueva acti-tud que slo puede entenderse a partir de las dos etapas anti-tticas que hemos comentado. Bultmann est condicionado porellas y trata de ser una superacin de ambas. Sus presupuestospueden esquematizarse as; a) desde el punto de vista histricola tarea de la investigacin sobre la vida de Jess es estpida,puesto que faltan fuentes; b) desde el punto de vista teolgicoes innecesaria: pues la fe no tiene que ver con lo que Jesshizo o dijo (en la historia) sino con lo que afirma la predica-cin que obr Dios a partir de l (y fuera de la historia); ye) desde un punto de vista exegtico tampoco cabe abordar losEvangelios como documentos cuyo grado de veracidad hayaque dilucidar y comprobar, pues no son documentos unitarios,sino un conjunto de unidades de la predicacin primera, frutode una tradicin viva y obra de una comunidad creyente:"En el principio exista la predicacin" es la frase de M. Di-

    ID "Slo hay un punto-escribe Pannenberg-en el que Ka~ler tengarazn: que la reconstruccin histrica de la figura y de la predicacinde Jess est obligada a explicar cmo, a partir del fracaso de Jess,pudo nacer la predicacin primera del Cristo. La afirmacin de una opo-sicin entre Jess y el primitivo Kerygma cristiano sobre l, es insatis-factoria precisamente desde el punto de vista hi~trico. La continuidadentre ambos tiene que resultar comprensible. Es, por tanto, posible pasarms all de la predicacin de los apstoles hasta el mismo Jess hist-rico. Y adems es necesario." (Fundamentos de Cristologa, Sgueme,Salamanca 1974, p. 32).

  • belius que sirve para e"plicar el nuevo mtodo exegtico queahora aparece: si slo podemos llegar a la predicacin primera,la tarea de la exgesis no puede ser ms que hacer la historiade esa predicacin. Por tanto, no se trata de reencontrar alJess real, que es inaccesible y que no interesa, sino de encon-trar esas unidades primeras independientes (formas) para sa-carlas el texto y situarlas en el conte"to vital en que nacie-ron, y as poder entenderlas. Este es el famoso mtodo llama-do de historia de las formas (o unidades primeras).

    De este modo, frente al ya citado 'ZuTck zum MenschenIesu de los telogos liberales, aparece ahora un nuevo grito deguerra: zUTck zum Kerygma! 11. El mensaje lo absorbe todoy "Jess se convierte en una figura totalmente irrelevante: in-cluso, propiamente, no pertenece al cristianismo sino al judas-mo. La relevancia la tiene el mensaje paulino del perdn de lospecados y la llamada a una nueva existencia que a propsitode Jess se nos predica. En esa predicacin del kerygma, Diosvuelve a interpelarme a m, ofreciendo su perdn y llamndo-me a una existencia nueva 12. Es evidente que de esta forma

    11 "j Atrs. A por el mensaje!"L2 J. JEREMIAS (op. cit. en nota 14, p. 17), caricaturiza as a esta po-

    sicin: "la Revelacin no es un hecho histrico. No la encontramoscomo un acontecimiento perteneciente a la historia; no puede delimitarsey circunscribirse a los aos 1-30 de nuestra era, sino que tiene lugarcada vez que el kerygma eS predicado. En el acontecimiento de la fees donde ocurre la Revelacin". Y al hacer esta descripcin, con la quepolemizar el texto que citamos en nota 14, remite a G. EBELING, DieGeschichtlichkeit der Kirche und ihrer Verkndigung als theologischeProblem. Mohr, TIibingen 1954, pp. 59 ss.

    Pero esta referencia a Ebeling nos parece desafortunada y ambigua.La intencin de Ebeling cuando escribe que la Revelacin no es un hislorisches Faklum (op. cit., 59), es contraponer esta frase, dialcticamente,a la anterior que acaba de negar: la Revelacin tampoco es una "doc-trina revelada" que se contenga en un libro, el cual lleva este sello devehculo de la Revelacin gracias al milagro de la inspiracin. Tampocoes la Revelacin-contina Ebeling-un acontecimiento histrico quelleve el sello de su carcter "suprahistrico" gracias a algo milagroso.Sino que, aun teniendo una dimensin doctrinal y una dimensin hist-rica, la Revelacin no hace que la Biblia y la historia de Jess sean, alos ojos del historiador. distintas de todo el resto de la historia y de laliteratura, y queden fuera de su mbito de competencia. El carcter re-velatorio de la Escritura y la historia de Jess no es accesible a la purahistoriografa: la Revelacin es revelacin in abscondito. Y por eso,adems de Biblia e historia, implica un tercer elemento en que tambinacta Dios: la fe que brota cuando el hombre, puesto en contacto con

  • se hace posible desmitificar el Evangelio para quedarnos consu esencia.

    Cuarta etapa: La "nueva bsqueda" del Jess histrico(1956).

    Como si la sntesis de Bultmann fuera una sntesis inesta-ble, el hecho es que se va a romper en cada uno de los frentesen que la hemos presentado.

    Desde el punto de vista teolgico se realizar una crticadel presupuesto fidesta de Kiihler y Bultmann (aqu juega unpapel la tmida entrada en escena de la exgesis catlica; peroesta crtica es detectable tambin en una cristologa protestan-te como la de W. Pannenberg): si la le ha de afirmar lo con-trario de lo que la historia dice, la esquizofrenia o el absentis-mo del creyente sern inevitables 13. Y sobre 'todo, se realizauna crtica de la concepcin que tiene Bultmann del kerygma:lo que importa en el cristianismo no es la pura predicacinsino aquello que ha hecho posible la predicacin 14.

    Desde el punto de vista exegtico debe consignarse la en-

    ambas, descubre como pecadores todos sus intentos de justificacin porlas propias obras y en ese descubrimiento de la propia pecaminosidadqueda desarbolado y halla su propia justificacin slo en la aceptacincreyente de la justificacin que Dios le da en Cristo.

    13 "Si la fe en Cristo no quiere caer en el riesgo de apoyarse en smisma y a la vez agotarse en una reflexin esotrica sobre la estructurade la propia comprensin de s, necesita poder dar informacin de quinera Jess, quin es el Resucitado y qu es lo que aporta la experienciade El como Seor." P. STVHLMACHER, Kritische Marginalien zum gegen-wartigen Stand der Frage nach Jesl/s, en Fides et Comuncato. Fests-chrft M. Doerne. Vandenhoeck, Gottingen 1970, p. 341.

    14 "Lo que est en juego-escribe J. JEREMIAs-en nUestra protestacontra esa nivelacin de Evangelio y Kerygma, es el concepto mismo derevelacin. Segn los testigos del Nuevo Testamento, la Revelacin deDios es la Palabra hecha carne y slo El. La predicacin de la Iglesiaprimera, por el contrario, slo es el testimonio de esa Revelacin, susci-tado por el Espritu. Si se me permite una formulacin exagerada: Re-velacin no es una cosa que sucede todos los domingos de 10 a 11. ElGlgota no est en todas partes, sino que slo hay un Glgota que esta las puertas de Jerusaln. La doctrina de la revelato continua es unadoctrina gnstica errnea. No: la predicacin de la Iglesia, ya desde elcomienzo, no es la Revelacin sino el camino hacia ella. Al menos asientendi Pablo la tarea del Kerygma, cuando resume el contenido de susprdicas en Galacia con la frase: "poner ante los ojos al Cristo cruci-ficado". El significado central del Jess histrico. En el volumen en co-

  • trada en escena de la exgesis sajona 15. La historia de las for-mas no tuvo demasiado buena acogida en el mundo sajn, quese muestra positivista y escptico, frente a lo que consideracomo precipitadas construcciones germanas. Prescindiendo aqude las tpicas ironas del humor ingls (como la ya famosa .deque resultaba un mtodo muy apto para demostrar que la rei-na Victoria no haba existido), se objeta que el mtodo da a laprimitiva comunidad un poder creador enorme e inslito, queno puede conciliarse con la imagen que las mismas fuentes dande esa comunidad (la cual, lejos de ser una especie de masaannima y en trance, aparece como muy unida bajo los aps-toles: d. Hch 2, 42). Esta lnea se continuar despus con laaparicin de la Historia de la Redaccin y con lo qu~ dire-mos de la exgesis escandinava, o de los aspectos sociolgicosde la Tradicin.

    La reaccin teolgica y exegtica tiene su repercusin enel campo histrico. Y aunque todo tiene lugar de manera muyabigarrada y muy poco sistematizable, el hecho es que hacialos aos cincuenta asistimos a una especie de frente unido, enel que los mejores discpulos de Bultmann parecen levantarsecontra el maestro y, aunque con mil prudencias y mil titubeos,van declarando que s que podemos saber algo de Jess, y queeste algo, por poco que sea, no carece en absoluto de inters 16.y as, tras el escepticismo de comienzos de siglo, aparece aho-ra un nuevo inters-relativo y madurado-por el Jess his-trico. Su caracterstica es que se trata de un inters contrarioal de los liberales: un inters, si se quiere, ms bien "conser-vador", no heterodoxo sino ortodoxo, no para liberar a Jessdel dogma sino para devolverlo a l. El resultado es la flora-cin de libros sobre Jess que tuvo lugar a partir de 1956: yano tratan de ser, con la ingenuidad liberal, "vidas de Jess".

    laboracin: Der historische Jesus und der kerygmatische Christlls. Evangelische VesJagsanstalt, Berln 1962, p. 25.l. Vase vg. la obra de V. TAYLOR, The formation of the CospelTradition. Macmillan, Londres 1933.

    16 P. ALTHAUS, Del' sogennante Kerygma und del' historische JCq,~.Bertelsmann, Otersloh 1958; E. KASEMANN, Das Problem des historischenJesus, ZTK 51 (1954) 125-53; E. FUCHS, Die Frage nach dem historisc/enJes/ls, ibid., 53 (1956) 210-29; G. EBELING. Die Frage nach dem his/orischelllesus und dap Problem der Christologie, ibid. 56 (1959) 14-30. Todos esto1autores han completado su posicin en escritos posteriores.

  • y en este sentido permanece en pie la afirmacin de Harnack:no es posible escribir la vida de Jess. Pero s que intentanser esbozos sobre la figura de Jess, su personalidad, sus ac-titudes, etc. Desiguales en valor, estn emparentados al menospor una gran proximidad cronolgica 17. J. Robinson acua laexpresin "nueva bsqueda del Jess histrico" para dar cartade ciudadana a este cambio de la situacin.

    Conforme la investigacin histrica crea pisar terreno fir-me, se irn elaborando tambin unos criterios de historicidadque ya no nos toca exponer a nosotros 18. En cambio s quedebemos subrayar un rasgo comn a casi todos estos autoresy que, de alguna manera, viene a constituir el balance de todaesta larga historia: el descubrimiento de lo que se ha llamadola "singular pretensin de poder" del hombre Jess. Existe unaserie de conductas, palabras y actitudes, que pertenecen indis-cutiblemente al Jess de la historia; y todas ellas revelan unainaudita concepcin de su misin y de sus posibilidades (y delas posibilidades del hombre, aadiremos nosotros) 19. Tene-mos un moderado acceso al hombre Jess, a travs de su con

    11 G. BORNKAMM, Jesus von Nazaret, Kohlhammer, Stuttgart 1956.R. FULLER, The rnission and achievernent 01 Jesus, SCM, Londres 1954.W. GRUNDMANN, Die Geschichte Jesu Christi, Evang. Verlagsanstalt, Ber-ln 1956. E. STAUFFER, Jesus, Gestalt und Geschichte, A, Francke, Bern1957. V. TAYLOR, The lile and rninistry 01 Jesus, Macmillan, Londres 1954.

    Muy poco despus realiza el balance de esta nueva situacin J. M. Ro-BINSON. A new quest 01 historical Jesus, SCM, Londres 1959.

    1s Sobre los criterios de historicidad cf. N. PERRIN, Rediscovering theteaching 01 Jesus, SCM, Londres 1967, pp. 15-53, l. DE LA POTTERJE, Co'me imrostcre oggi il problema del Gesu storico?, en Civ. Cat., 120(1969, JI), 447,63; Y J. JEREMIAS, Kennzeichen der ipsissima vox JeslI.En A bba Stlldien zur neut. Theologie und Zeitgeschichte, Vandenhoeck,Gottingen 1966, pp. 145-52. Estos criterios son de innegable utilidad, perono ira mal completarlos con esta observacin ms global de M. DIBELJUS:"La discusin sobre si una frase aislada es 'autntica' resulta a menudo ago-tadora porque las razones en pro o en contra no son definitivas. Por logeneral, el historiador har bien en atender al conjunto de la tradicin,y' no construir mucho sobre una sola palabra, caso de que se aparte delas dems tradiciones." Jesus, W. de Gruyter, Berln 1960, p. 21.

    lO Escribe JE.RE.M1AS resumiendo este proceso: "Cuando, protegidos conlos medios de la investigacin moderna, llegamos a Jess, tropezamossiempre con el mismo resultado: una pretensin de grandeza nica e irre-petible que rompe los lmites del Antiguo Testamento y del judasmo y queno es ms que la pretensin y tigencia de fe ante la que nos sita elkerygma." Op. cit. (en nota 14), p. 23.

  • ducta, sus actitudes y el significado de su predicacin. Valela pena notar cmo con ello la interpelacin que Bultmannpona como acaecida en la predicacin del kerygma se trasladaahora radicalmente a la persona de Jess.

    Los ltimos aos.

    As como es posible distinguir las cuatro etapas previas conuna cierta dosis de exactitud. en cambio lo ocurrido en los ltI-mos quince aos es demasiado denso y demasiado cercano comopara que podamos intentar ninguna clasificacin. La teologa de-bera empearse en no perder ni volver a olvidar ninguna de lasadquisiciones definitivas de las etapas anteriores. Pero esto estremendamente difcil para el espritu humano, condicionado comovive por la particularidad de su circunstancia. La unilateralidadde las reacciones y el vigor de las verdades redescubiertas impi-den muchas veces la totalidad. Y de hecho, quizs hoy estemosentrando insensiblemente en un nueve' y peligroso momento deconfianza teolgica en la ciencia, actitud que pareci definitiva-mente superada tras la amarga experiencia liberal.

    Pero lodo juicio global es prematuro. Lo nico que podemoshacer es enumerar algunos factores que se han producido lti-mamente y que parecen llamados a incidir, quizs con cierta es-pectacularidad, sobre el problema que nos ocupa.

    1. El ms importante parece ser la aparicin de la que lla-maramos exgesis escandinava, representada principalmente; porlas obras de H. Riesenfeld 20 y B. Gerhardson 21. Esta corriente

    He aqu, entre muchos otros. un par de ejemplos concretos de esapretensin:

    "La conducta de Jess es la de un hombre que se atreve a actuar enlugar de Dios atrayendo a s a los pecadores ... El que lee la parboladel hijo prdigo, que pertenece al estrato ms antiguo de la tradicin,y tiene en cuenta que con ella pretende Jess jmtificar su comida conlos publicanos y pecadores describiendo la incomprensible bondad per-donadora de Dios, se encuentra situado otra vez ante la pretensin deJess de actuar como representante y plenipotenciario de Dios", E. FUCHS,op. cit. (en nota 16), pp. 210-19.

    "Aquel que solamente reconozca el hecho-que yo no veo cmo pue-de negarse-de que la voz Abba es una ipsissima vox Jem, se encuentraya-si entiende rectamente esta palabra y no la trivializa-colocado fren-te a la pretensin de supremaca de Jess ... Este es el hecho nico delque las fuentes dan testimonio: ha aparecido un hombre y los que oyeronsu mensaje estaban ciertos de or la palabra de Dios" (J. JEREMIAS, op. cit,.pp. 23-24).

    20 H. RlEsBNFELD, The Gospel Tradition and its beginnings, A. R.Mowbray, Londres 1957.

    21 B. GERHARDSON, Memory and Manuscript. Oral tradition and writ-

  • quizs puede enmarcarse en un mOVimiento mucho ms ampliode vuelta al judasmo (en vez del helenismo) como clave de lec-tura del Nuevo Testamento. Lo caracterstico de los escandinavosha sido un estudio muy minucioso de la tradicin oral juda y susformas de transmisin. La historia de las formas-arguyen-noha sabido ver que la tradicin evanglici es una tradicin SlIi ge-neris, que no tiene punto de comparacin ms que con un tipo detradicin juda (el que origin los comentarios llamados ''Tradicinde los Padres"). Se trata de una tradicin que no est en manosde cualquier miembro de la comunidad, sino slo de algunoscualificados para ello. No basta conocerla: hay que tener eloficio de transmitirla y son muy pocos los que 10 tienen (cosaque coincide con la mjsin de los apstoles) 22. Riesenfeld sostie-ne que se dan dos tipos de tradicin: la llamada tradicin misio-nera (ms libre e interpretadora) y la tradicin recitadora (trans-misora) que es la que ms influy en la labor transmisora de losapstoles. Podemos, pues, determinar qu es lo que predicaronlos apstoles. Y de la enseanza de los apstoles podemos, por elmismo camino, pasar a Jess. Este debi ensear segn los m-todos nemotcnicos de los rabinos.

    La importancia de esta corriente es innegable 23. Sus autoresparecen andar sobre seguro en 10 que toca a la tradicin rabnica.La pregunta que queda es hasta qu punto influye dicha tradi-

    ten transmission in rabnic Judaism and early christianity, E. T. E. Shar-pe, Copenhague 1961. .

    22 A modo de ejemplo vase el texto que aduce Gerhardson sobrelas formas de aprender y la seriedad con que se previenen las negli-gencias: en varios pasajes del Talmud en los que un estudiante consultaa su maestro o a algn responsable de la tradicin, se nos dice a pro-psito de la respuesta: "y la aprendi de l cuarenta veces y se le hizotan familiar como si la llevara en el bolsillo" (Op. cit., p. 119). Y con-tra los simples olvidos: "a todo 'aquel que olvide una sola palabra deesta enseanza, la Escritura se lo tendr en cuenta como si hubiese ol-vidado su propia alma" (Op. cit., p. 168).

    23 Esta corriente fue valorada as por la revista Concilium en un n-mero dedicado a la Cristologa:

    "Durante algunos aos, especialistas escandinavos y de otros paiseshan investigado las tcnicas que han servido para preservar- y transmitirla tradicin en los ambientes rabnicos y judos. Las tradiciones sobreJess que contiene el Nuevo Testamento-afirman estos investigadores-se preservaron y transmitieron de formas semejantes. En este sentido susconclusiones distan mucho de las conseguidas por la crtica de las for-mas. La magistral obra de B. GERHARDSON sobre la materia, publicadahace slo unos aos, representa el ms poderoso desafo a que ha debidohacer frente la crtica de las formas. Las conclusiones ms interesantesde GERHARDSON se refieren a la fiel preservacin de la tora oral por opo-sicin a la tora escrita-el texto bblico-cuya pureza fue custodiadacon extremo cuidado. Al estudiar la tora oral, GERHARDSON define pri-mero las categoras de exposicin oficial ... y demuestra cmo no slo

  • cin en la formacin de los Evangelios. Y quizs hay que decirque no tanto como ellos pretenden! dada la espera escatolgicainminente en que vive la comunidad; pero s que influy ms delo que pensaba la Historia de las Formas l4. La innegable diver-sidad teolgica de los distintos evangelios, hace ver que no selos puede reducir a productos de una transmisin mecnica yneutra. Y, hoy por hoy, resultan exageradas las afirmaciones deque Jess determin ya los grandes rasgos de lo que haba quetransmitir, o de que Juan es histricamente fidedigno cuando reproduce meditaciones de Jess en la intimidad con los suyos

    2. A una conclusin cercana a la de los escandinavos, hallegado G. Theissen por camino diverso: el de la sociologa.Theissen no se ha preocupado slo por la tJ;ansmisin del texto,sino por la conducta y las condiciones sociolgicas que la hacenposible. Y cree ver en ellas la posibilidad de un acceso a Jess,que no encontraba la Historia de las Formas. "El radicalismotico de las palabras de Jess hace que sean intiles para regularuna conducta cotidiana. Y esto agudiza el problema: quin pudotransmitir esas palabras oralmente, durante ms de treinta aos?,quin pudo tomarlas en serio?" Al socilogo, que analiza lasconductas, le resulta imposible aceptar que palabras de un radiocalismo como las de Lc 14, 26 ("si alguien no aborrece a su pa-dre y su madre y su mujer y sus hijos... no puede ser mi discpulo")hayan nacido y se hayan transmitido en una comunidad queciertamente no las practicaba. De este tipo de 'datos concluye elautor la existencia de unos "radicalistas peregrinos", verdaderosrganos de transmisin de la tradicin primera 25.

    la tradicin bsica, sino tambin la explicacin y discusin que naclO entomo a ella fue conservada con fidelidad escrupulosa, tanto si fue elmismo rabb o sus discpulos inmediatos o generaciones posteriores, quese enfrentaban con problemas nuevos, quien determin qu elementosoe sus palabras o acciones era esencial retener." J. BOURKE en Conc. n-mero 11 (1966) p. 38.

    24 En este sentido nos parece muy importante el intento del exegetade la Alemania Oriental H. SCHURMANN quien, valindose de la Historiade las Formas, ha intentado rastrear una transmisin de palabras deJess ya ante de la muerte de ste. Die vorosterliche Anfinge der Lo-gien Tradition. Versuch eines formgeschichtlichen Zugangs zum LebenJesll, en la obra colectiva citada en la nota 14, pp. 342-370. Ahora bien,con este intento se da en realidad una superacin parcial de la Historia delas Formas: En el principio ya no est slo la predicacin; sino que esta-mos ante otro principio ms semejante a la tradicin oral juda de que'~hl11n los escandinavo~. Y la Historia de las Formas ya no da su pasoatrs hacia el kerygma, sino hasta la vida de Jess.

    25 Cf. G. TREISSEN, "Wanderradikalismus. Lileralursoziologische As-pekle der Uberlieferung von Worlen JeSll in Urchristenlum", en Zeits-chrift fr Theologie und Kirche, 70 (1973) 245-71. No ha habido todavatiempo suficiente para constatar la aceptacin de las ideas de G. THEIS-SEN, las cuales es posible que abran algn camino nuevo. En una lnea

  • 3. En los ltimos aos hemos asistido a una floracin delibros sobre Jess, procedentes de autores judos 26. Aparte uncomprensible ~nters por reganar a Jess para el judasmo, y porliberar a su raza de toda complicidad en el asesinato del rabinode Nazaret, varios de estos autores coinciden en una inacalladadesconfianza ante los presupuestos de la Historia de las Formas,a la que acusan de falta de comprensin de la realidad y de lamentalidad juda. No cabe excluir el que, en un futuro no muyremoto, el dilogo con el judasmo moderno proporcione puntosde mira privilegiados, para abordar la realidad de los Evangelios.

    4. Merece mencin especial la reciente obra de J. Roloff 27que ha puesto de relieve un detalle bien aceptado por la crtica:el verdadero papel, el verdadero contexto vital (Sitz im Leben)de muchas percopas evanglicas en la comunidad primitiva, no

    paralela, cabra pensar en la utilidad de una aplicacin del mtodo dela Historia de las Formas a los evangelios apcrifos, donde sin dudaexisten ejemplos mucho ms puros de unidades o formas nacidas en elseno de una comunidad. La comparacin de estas unidades con algunasnarraciones evanglicas parece poner de relieve que estas ltimas no re-sultan "popularmente satisfactorias" y con ello, que es difcil explicarsu origen-tal cual-exclusivamente en la comunidad. As vg. la faltade concrecin de algunas narraciones evanglicas parece ser lo contra-rio de una forma annima: en los apcrifos se precisa que el hombrede la mano seca (Me 3, 1 ss.) era un albail que haba ganado su vidacon sus inanos y las necesitaba para trabajar; que la hemorrosa se lla-maba Vernica, etc. Frente a este comprensible afn de concrecin, lacrtica debera explicar la insatisfactoria indeterminacin de algunas na-rraciones evanglicas.

    2. He aqu algunos ejemplos, adems de la obra ya antigua deJ. KLAUSNER (Jesus 01 Nazareth. His lile, time and teaching. GeorgeAllen, Londres 1925): J. CARMICHAEL, Leben und Tod des Jesus von Na-zareth, Mnchen 1965; SCHALOM BEN CHORIM, Bruder Jesus, Der Nazare-ner in jdischer Sicht, List, Mnchen 1967. Del mismo: Jesus in Juden-tumo Brockhaus, Wuppertal 1970; D. FLussER, Jesus in Sebstzeugnissenund Bilddokumenten dargestellt, Rowohlt, Hamburg 1968; GEZA VER-MES, Jesus the jew, Collins, Londres 1973.

    Un autor tambin judo, tras un laborioso intento de retraduccinde los Evangelios al hebreo, que le ha llevado a una nueva teora sobreel origen de los sinpticos, basada en las relaciones de su lenguaje conel hebreo, se atreve a escribir esta conclusin tan dura: "todo esto (esdecir: la narrativa de los Evangelios) es perfectamente biografa hebreavlida. No hay ne-::esidad de disculpar a los EvangelioS presentndoloscomo predicacin prolongada. Eso es exactamente lo que no son"R. L. LINDSEY, A new approach to the synoptic gospels, Dugith Pu-blishers, Jerusalem 1971, p. 15. Tales afirmaciones son francamente du-ras y cuesta aceptarlas; pero quizs sera simple chovinismo occidental,si desautorizramos a sus autores pensando que no podemos aprendernada de ellos.

    .. Das Kerygma und der irdische Jesus. Historische Motive i1' denJesus-Erziihlungen der Evangelien. Vandenhoeck, G5ttingen 1970.

  • es, como pensara Bultmann, el resolver discusiones o problemasnacidos en el seno de la comunidad, sino el dar una explicacinhistrica y facilitar una comprensin histrica del escndalo dela ejecucin de Jess y de cmo su camino haba de terminarall 28. Escenas como las del sbado, del Templo, etc., cobran ungran relieve dentro de este marco; y quizs quepa establecer unnuevo criterio de autenticidad en la explicacin del conflicto Je-ss-fariseos. _Se trata de una intuicin que pareca flotar en elambiente, puesto que poco antes el exegeta de Regensburg F. Muss-ner haba aplicado un criterio parecido a los milagros de Jess,creyendo poder encontrar los ipsissima facla Iesu all donde sedaba un frente antifariseo 29.

    Cabra citar otros datos, pero no podemos perdernos enlos detalles del anlisis. Es hora ya de retomar, para tratarde entenderla, esa historia cuyas etapas hemos venido siguien-do. La que empez con un grito iluso y eufrico (vamos a sa-berlo todo sobre jess!); se encontr con una negativa desco-razonadora (ya lo sabemos todo sobre Jess, al menos lo quehemos de saber); logr sobrevivir gracias a la resignacin bult-maniana (no necesitamos saber nada de Jess) y se ha ido le-vantando desde ah para constatar tmidamente, pero con msmadurez, que podemos saber algo de jess. Historia que qui-zs, hacia el ao 1968, a partir de las revueltas de la juventudque se aparta del existencialismo y busca un compromiso so-cial radical, ha entrado en una fase nueva cuyo slogan podraser: necesitamos saber algo de jess; con tal que se entiendaesta frase no como una decisin de manipular la ciencia deacuerdo con nuestros deseos, sino como una constatacin deque el Jess terreno no es irrelevante para la vida de fe y parala teologa (en contra de Bultmann) y, por tanto, como un nue-vo inters por la pregunta sobre el Jess de la historia 30.

    28 Es por lo dems muy comprensible, que tras una primera expli-cacin teolgica (la muerte de Jess como querida por Dios, conformea las Escrituras etc.) esto resultara todava insuEiciente yse-pase ~ ~~plicar cmo los hechos mismos en su red caUSal, haban de I1evar aesa muerte.

    29 ef. F. MussNER, Los milagros de Jess, Verbo Divino, EsteBa1970. En contra de la argumentacin de Mussner, R. PESCH, ]eS1 urei'f-ne Talen? Herder, 1970.

    3. El dato ms sorprendente del momento actual, ha hecho notarltimamente J. ROLOFF, es el hecho de que, tras la tajante negativa dada

  • 2. EL FONDO TEOLGICO INEXPLICITADO DEL PROBLEMA

    Cuando el problema que hemos tratado de resear se abor-da de manera inmediatista, perdindose en la serie de argu-mentaciones positivas y en la necesidad de resolver cuestionesconcretas, el telogo puede quedarse con la seguridad inex-presa de que se trata pura y simplemente de un problema deciencia histrica, de un problema, por tanto, que es previo ala teologa, aun cuando quizs sea necesario para ella. Acasono fue el nacimiento de la historiografa lo que de hecho plan-te con urgencia y con empuje el problema del Jess histri-co? No son argumentos de ciencia histrica los argumentosque se barajan en l?

    Pero una visin que sea, a la vez, menos aislante y menosaislada (es decir: que no desligue el problema de la totalidadde la vida y de la obra de quienes lo abordaron, y que tratede contemplarlo en su conjunto y no en momentos o pasosconcretos), descubre inmediatamente que no se trataba de un

    por A. Schweitzer a los intentos de llegar al Jess histrico, y tras laliquidacin defjnitiva de las esperanzas llevada a cabo por Bultmann(definitiva porque se converta en principio teolgico), ha vuelto a sur-gir con vitalidad impresionante la bsqueda de Imgenes concretas deJess a travs de la llamada "exgesis salvaje" es decir: no realizadapor tcnicos competentes. Roloff ve en la aparicin de esas exgesissalvajes una muestra clara de que las verdaderas preguntas no estabanen la crtica histrica y, por eso, han sido recogidas por todos esosgrupos. Por ello avisa a la crtica histrica del peligro serio de dege-nerar en "escolstica", es decir: "una pseudociencia que se agota ensu propia tradicin, y lo mide todo segn se adapte o no a los cnonesmetdicos que le han sido dados" (p. 564). Nuestro autor cree, no obs-tante, que, sin volver a caer en el positivismo teolgico de los liberales,es posible afrontar las preguntas de esa "exgesis salvaje", y que hoyla exgesis cientfica cuenta con bazas suficientes para ello como son:cierta desescatologizacin del mensaje de Jess que se manifiesta vg. enla originalidad de su lenguaje; datos suficientes sobre su conducta, yla superacin de la imagen individualista de Jess. Cf. J. ROLOFF. Aufder Suche nach einem neuen Jesusbild, en Theol. Lit. Zeitung 98 (1973)561-72.

    En este contexto es inevitable evocar los esfuerzos actuales por de-limitar la relacin exacta de Jess con los zelotes, el movimiento gue-rrillero de su tiempo. Aunque en seguida se han dejado sentir los pe-ligros que tanto tema Bultmann de una sustitucin del kerygma porla historiografll: parece como si el que Jess (no) hubiese sido zelote, v:,decide sobre la (i)legitimidad de la guerrilla ...

  • simple problema de ciencia histrica, sino que en su fondoestaba debatindose inconscientemente un problema teolgicoestricto 31. En el siglo XIX y en Occidente ocurra a sus prota-gonistas lo mismo que ellos echaban en cara a los autores delos Evangelios: el objeto de su investigacin no era neutralpara ellos. Creyentes o incrdulos, el tema que trataban po-sea una especial relacin con sus vidas, de la que no se po-dan desligar. As como no haba sido posible escribir docu-mentos neutrales sobre less, no era posible para ellos abor-dar el problema histrico de Jess como cualquier otro: comosi se tratase de la amante misteriosa de Ovidio, o de la parti-cipacin de Alfonso VI en la muerte de su hermano. Lo quela filosofa ha hecho notar tantas veces: que las afirmacioneshumanas estn condicionadas por posiciones previas, volva acumplirse en ellos y de manera privilegiada 32.

    Esto har que el problema de fondo en la historia que he-mos narrado no sea un simple problema histrico, sino una::uestin teolgica. Por eso-ms que por una simple coinci-dencia temtica-la cuestin del Jess histrico tiene su lugarpropio en el senQ de la teologa. En ella late toda una proble-mtica que es mucho ms honda y ms vital para el telogoque los simples resultados de la historiografa. Y las posturas

    ., Cf. para lo que sigue R. SLENCZKA, Geschichtlichkeit und PersonJesu Christi. Studien zur christologischen Problematik der historischenJesusfrage, Vandenhoeck, GOttingen 1967.

    32 Con ello no queremos decir que las afirmaciones humanas siempresean falsas y de ninguna manera capten la realidad, pero s que nuncaconsiguen una total identificacin con ella, porque la realidad que cap-tan est siempre mediada por el sujeto. El conocimiento puro, aquelque de ninguna manera estuviese mediado por el sujeto, que se interpo-ne como pantalla y se lee o se busca asmismo en el objeto, sera aquelen que el sujeto fuese el amor puro, el puro agape: j felices los limpiosde corazn porque ellos vern las cosas!

    Hemos de aceptar que no existe ese conocimiento puro, sino quesiempre lo que vemos est mediado por la forma como nos abrimosa las cosas. Y a la vez, no hay que prescindir del empeo continuo poruna mayor objetividad y por una mayor inmediatez puesto que siem-pre, a travs de esa i~pureza. de nuestro conocer, alcanzamos algo dela realidad o la alcanzamos de alguna forma: a la vez que la desfi-guramos la poseemos. Quizs tampoco existe ningn amor en que elhombre no se ame a s mismo. Pero si por eso renunciara el hombrea intentar amar, perdera todas sus posibilidades de realizacin y desalida de s.

    LA HUMANIDAD NUEVA. 1.-3

  • que ah se tomen condicionarn las respuestas que se den a laspreguntas histricas.

    Con una cierta aproximacin podemos plasmar toda esaproblemtica ms honda y menos formulada, de la manera si-guiente: hasta qu punto es necesario Jess de Nazaret parael cristianismo y para la teologa? 33, Que esa pregunta afloraen cuanto se trata de hacer una aproximacin al fenmenocristiano, es cosa que veremos en seguida. Ahora anticpemosque vamos a encontrar una curiosa coincidencia entre posturasteolgicas y respuestas histricas: quienes crean que Jess deNazaret no es necesario para el cristianismo, encontrarn quela crtica histrica les imposibilita el saber algo de Jess. Quie-nes creen que Jess es indispensable para el cristiani

  • ducido por Strauss fUese menor que el de un Renn, que noera creyente, pero que era mucho menos radical en el manejode la crtica histrica.

    Aun a riesgo de simplificaciones excesivas, tratemos de situar-nos en un universo hegeliano, donde aquello que existe verdade-ramente no es la multiplicidad aparente de las cosas sino el UnoAbsoluto, la Idea a la que Hegel denomina el Espritu. Y dondeeste Absoluto no es concebido como inmutable, sino como "his-trico", es decir: como sometido a un proceso de "absolutiza-cin", de posesin de s mismo y de autoconciencia. En este des-pliegue puede integrar Hegel la aparente multiplicidad de todo loque existe: todo son momentos en el proceso de evolucin y deautoconquista del Absoluto. Algo as como meros rganos a tra-vs de los cuales va el Espritu llegando hasta s mismo. Demodo que toda la historia que se da es ya historia del Ab6olutoy, por tanto, no puede vincularse este a un solo punto de ella.

    Aceptemos tambin la tesis hegeliana que ve- en el cristianismoel momento cumbre en la evolucin del Espritu, el momento enque el Espritu cobra conciencia de s en los particulares, cuandola Humanidad descubre su dimensin absoluta, etc.

    Qu se sigue de aqu si el Absoluto, la Idea, son inconcilia-bles con un individuo concreto y contingente? Est claro quela nica manera de salvar al cristianismo es eliminar su vincula-cin a una persona concreta. La Idea no puede encarnarse en unhecho particular, sino en la totalidad de la historia: la encar-nacin ser as algo transindividua1. Y consiguientemente, el sabercristiano, si dependiera de hechos histricos, contingentes, no po-dra ser "verdad" (es decir: no podra ser "saber absoluto" o sa-ber del Absoluto sobre s): "verdades histricas, contingentes, nopueden convertirse en prueba de verdades de razn, necesarias".

    Hegel haba luchado toda su vida entre estos dos extremos:dar relieve a Jess o evaporarlo en una idea; y oscil constante-mente 36, En Strauss nos parece que la opcin por la segunda al-ternativa est ya clara. Una vez aceptado que ninguna idea puederealizarse plenamente en los hechos contingentes de la Historia,lo que importa ya no es investigar hasta qu punto la idea deEncarnacin se realiz en Jess, sino el hecho de que con Jessha entrado en la conciencia de los suyos y de la Humanidad ]aidea de la unidad de Dios y el hombre. Vaya la crtica histricatan lejos como quiera, no podr destruir este hecho.

    En conclusin: trasladada la unin de natura divina y hu-mana a la encarnacin de Dios en la humanidad universal, etc.,

    a. Esto ha sido puesto muy bien de relieve por H. KNG, en su obrasobre la cristologa de Hegel: Menschwerdung Gottes, Herder, 1970.

  • el cnstlanismo elimina su vinculacin a una figura concreta,singular, para convertirse en religin de la autoconciencia, dela razn y de la humanidad universal. No necesita en verdadde la historia 37.

    Para apoyar esta posicin es para lo que Strauss se valdrde la crtica histrica, la cual, por eso, se hace para negar eliminar a Jess que pasa a ser un mero smbolo, una ejempli-ficacin de la conciencia del espritu humano. Y, entrando yaen el terreno histrico, resulta coherente el que-entre las doshiptesis que entonces se debatan: la del Urevangelium y laTraditionshypothese 38-Strauss acepte la segunda que es laque menos parece favorecer la existencia de un ncleo hist-rico previo en los Evangelios.

    La postura que acabamos de exponer se apoya en razonespreferentemente filosficas. Pero existe una. actitud similar quederiva de motivos teolgicos profundos. Cabra tipificarla estavez con palabras de Pablo: la fe viene por la predicacin(Rom 10, 17), Y la predicacin slo conoce a Jess crucificado(l Cor 1, passim), escndalo y locura para el que no cree.

    Esto supone que la fe de ninguna manera puede venir delos hechos, de una especie de claridad, de luz o fuerza epif-nica que stos posean: j la cruz no es un hecho que haga creera nadie! Slo la palabra de la predicacin interpreta aquel he-cho y me dice que es un acto de obediencia absoluta y de re-conciliacin con Dios. Pero es claro que obediencia o recon-ciliacin son dos tipos de realidades que ninguna ciencia niningn testigo inmediato pueden descubrir en los hechos his-tricos.

    La Cruz fundamento y medida de la Teologa es precisa-mente el ttulo de la obra ms famosa de M. Kiihler, quiensera el ejemplo ms hiriente de esta postura. "En la cruz esDios verdaderamente Dios y ~l hombre verdaderamente hom-bre." Si el saber humano-en el caso que nos ocupa: la cien-

    31 Es hora de evocar la clebre expresin de Hegel sobre el "viernessanto especulativo": tarea del verdadero saber es registrar no el viernessanto histrico y contingente. sino el dolor infinito como momento cons-titutivo de la Idea Suprema.

    38 Es decir, la que explica la aparicin de los evangelios por mediode la existencia de un evangelio original, anterior a ellos, o por mediode la simple tradicin oral.

  • ca histrica-llegara a fundamentar la fe, esto no se cumpli-ra. En cambio en la debilidad o inseguridad que pueda crearla ciencia histrica, triunfa el poder de Dios y. se muestra quela fe es obra exclusivamente suya.

    Esta postura, que tiene a nuestro entender una gran dosis derazn, deriva muy directamente de la theologia crucis luterana (dela cual habremos de hablar todava). No es extrao pues que, conms o menos variantes, sea comn a casi todo el protestantismo.Por eso tampoco es casualidad que haya sido en el seno del pro-testantismo donde naci y creci el problema del Jess histrico(el catolicismo, exacerbado adems por la concentracin contra-rreformista, estaba literalmente impedido, p:\fa hacer frente aese problema).

    Vale la pena recorrer algunos ejemplos de autores protestan-tes en los que se ve hasta qu punto pueden identificarse una cr-tica histrica radical y una postura teolgica:

    "La teologa de la cruz y la teologa de la palabra se pertene-cen mutuamente y atacar la una es atacar la otra", escribe Kase-mann contraponiendo la teologa de la palabra a otra teologa"epifnica" de los hechos 39.

    "Una teologa que se deba a la theologia crucis y a la inves-tigacin histrico-crtica, habr de luchar siempre contra otra teo-loga, etc." Ntese la identificacin entre teologa de la cruz ycrtica histrica (el contexto no deja dudas de 'que se trata de unacrtica histrica destructiva) 40.

    D. Bonhoeffer, a pesar de que admite la historicidad del se-pulcro vaco, lo considera como un escndalo para la fe por elgrado de "evidencia" que parece tener 41.

    Es sabido que Bultmann no vacila en considerar como fatalpara la fe, la forma en que habla Pablo de la Resurreccin deJess en 1 Cor 15, precisamente porque la intencin de Pablo esaducir un testimonio objetivo de la realidad del hecho. Bultmannapelar frente a ello a la afirmacin paulina de no querer cono-cer al Jess segn la carne (2 Cor 5, 16). Lo que importa es elDios presente en la predicacin y que llama al oyente 42.

    y finalmente mencionemos toda la reaccin que se produjo enel campo protestante contra la Cristologa de Pannenberg. por

    3. Die Heilsbedeutung des Todes Jesu nach Paulus, en.la obra colec-tiva: Zur Bedeutung des Todes Jesu, G. Mohn, Gtersloh 1968, p. 27.4. W. ScHRAGE, Das Verstiindnis des Todes Christi im nellem Tes-tament, en la obra colectiva: Das Kreuz Jesu als Grund des Heiles,G. Mohn, Gtersloh 1969, p. 53.

    4' Cf. Quin es y quin era Jesucristo, Ariel, Barna. 1971, pp. 85-88.... Ci. entre otros: Glauben und Verstehen, Mohr, Tbingen 1954,

    PP. 54-55. Theologie des neuen Testamentes, Mohr, 1961, pp. 295 ss.

  • su empeo en probar la historicidad de la Resurreccin de Jess:se le acus de eliminar el escndalo de la fe. Y sin negar que laterminologa de Pannenberg es peligrosa y ambigua, me parececlaro que tal reaccin no se habra producido en un ambiente ca-tlico. i Ms bien se le habran dado las gracias!

    Creo que estos ejemplos son suficientemente expresivos.Pensemos en conclusin cun natural es que posturas que bro-tan de zonas tan ntimas de la persona (como ocurre con la fe)lleguen a condicionar conclusiones como las histricas, en lasque la estimativa juega un papel preponderante. Igual que en-tre los catlicos ha ocurrido al revs: los resultados de la cr-tica histrica pareci que demolan la razonabilidad de la fe,los signos de la revelacin (Jn 15, 24: si no hubiese hecho lasobras que hice no tendran pecado) y la relacin personal delcreyente con Jess. Slo de una sensibilidad catlica poda bro-tar la aplcacin que hizo en algn momento Lon-Dufour deuna frase de Juan, al problema del Jess histrico: "Se hanllevado a mi Seor y no s dnde le han puesto" Un 20, 2) 43.

    b) Inmanencia total de la Cristologa en la investigacinhistrica. .

    Esta actitud proviene siempre de una' exageracin: unaexacerbacin de los elementos encarnacionistas ms propiosdel catolicismo o del calvinismo; o la inevitable reaccin ra-cionalista que puede producir un fidesmo de tipo protestante.Es la postura de un buen grupo de los telogos lberales.

    Para los representantes de este grupo, lo histrico tienevigencia teolgica. Sern partidarios de la hiptesis del Ure-vangelium para explicar la formacin de los Evangelios. La pre-sencia del Absoluto en un individuo histrico no parece cons-tituir problema para ellos. Por eso la fe, ms que como unsaber, puede aparecer como ligada constitutivamente a unapersona histrica.

    En el grado extremo en que la formula nuestro subttulo(es decir: como inmanencia total de la cristoroga en la inves-

    43 Sobre este punto y con aplicacin a algn ejemplo concretocf. nuestro boletn bibliogrfico Problemtica en torno a la muerte deJess, en Actualidad bibliogrfica (Se!. de L.), 9 (1972) pp. 333-56, es-pecialmente 338-41 y 354-56.

  • tigacin histrica) esta postura no es aceptable: acabar im-pidiendo la fe o traicionando a la investigacin histrica. Peroprimero nos interesa sealar su justificacin: tienen el mritode haber visto (y haber intentado salvar) la necesidad de lapersona de Jess para el cristianismo, y, por tanto, los aspectos"contingentes" de ste: el cristianismo no puede reducirse auna doctrina, o un sistema, as fuera un sistema de verdadeseternas. Su error es no haber cado en la cuenta de que si elAbsoluto entra de veras en la trama de la historia, no ser sinoa costa de que su carcter absoluto quede inaccesible y nopueda ser conocido en cuanto Absoluto. Que el Cristo sea deveras histrico implica, para nosotros, que todas las experien-cias, tradiciones, interpretaciones, confesiones ... que El mismodesat, sern siempre mediaciones en nuestro conocimiento deEl: no es casualidad si los Evangelios son predicacin: nopodan ser otra cosa.

    y sobre todo,' los liberales no han visto lo valioso de la teo-loga de la cruz y de la negativa del propio Jess a "dar unaseal", a sacar de la duda a sus contemporneos (Jn 10, 24).Por. haber erigido a una ciencia contingente en criterio y juezde lo Absoluto, han de acabar negando la Absolutez de Jess,y han de ir a dar en la multitud de imgenes "cientficas" enque acab la investigacin liberal.

    e) Ocasionalismo de Jess de Nazaret respecto de la Cris-tologa.

    Toda esta problemtica que estamos tratando de hacer aflo-rar, se halla latente tambin en Bultmann, aunque en contex-tos diversos y en grados de evolucin distintos. Tambin suscouc1usiones histricas se vinculan a posiciones teolgicas.Bultmann ya no vive en la poca de Hegel sino en la del exis-tencialismo. Todas las cuestiones sobre la posibilidad de lapresencia objetiva del Absoluto en un individuo particularresultan en cierto modo superfluas. Hay una cuestin anteriorque las hace vanas: la imposibilidad de conocer en s al Ab-soluto. (Bultmann es antiliberal con razn, aun cuando hayaquien le objete que no ha logrado superar el liberalismo.)

    Por consiguiente, y ya a priori, el cristianismo no puedetener que ver con el conocimiento del Absoluto-en-s, sino slo

  • con lo que ese Incognoscible puede suponer para mi vida y miexistencia concreta. Bultmann plantea la famosa cuestin:Jess es Hijo de Dios y por eso me salva, o soy salvado porEl y por eso es Hijo de Dos?

    Para l es evidente que la segunda alternativa es la nicaformulacin viable para el hombre moderno, inserto en unmundo postkantiano y consciente de lo que es la Trascenden-cia. Lo cual no significa que niegue la primera: lo que intentaes prescindir por completo de ella. De ah s~ seguir que elcristianismo no puede ser para el hombre de hoy un cuerpoobjetivo, sino la salvacin de su vida aislada. Por tanto, noconsiste en un hecho pasado de la historia de Jess, sino quees la confrontacin actual de mi existencia con la predicacinde Cristo, en la cual Dios me interpela y me llama a una exis-tencia autntica. No est en juego un suceso histrico (cargadode Absoluto), sino una realizacin concreta de mi vida. SegnBultmann, el seguimiento no lo entiende el Nuevo Testam:ntoen relacin con la persona de Jess (es decir: de un ser con-creto que justifica una vinculacin tan absoluta), sino en r~lacin a la doctrina de la cruz. Por tanto, si alguien quiere hacerreconstrUCCIOnes de la vida de Jess, que las haga. Pero noSon vinculantes para la fe. No tiene sentido que los telogoshagan "trabajos de salvacin" frente a la crtica histrica, por-que en ella "lo que se quema son slo las fantasas de la in-vestigacin sobre la vida de Jess, es el Jess segn la carne.Ahora bien: el Christs kata sarka no nos importa. Qu pa-saba en el corazn de Jess no lo s, ni tampoco quiero sa-berlo" 44. Cualquier hecho del pasado no puede ganar signifi-cado en el presente o convertirse en experiencia actual a basede reconstrucciones histricas. "Jess, en el sentido de unhombre con quien tratar (Mitmensch) se nos ha ido definiti-vamente, como desaparece cualquier otro 't' al morir el hom-bre" 45. La confianza en El no es posible, a menos que se re-caiga en el error liberal, y se quiera ver en los puros hechosdel pasado, una "vida interior" que inspire esa confianza. Sloqueda "esa escucha obediente de la Palabra pronunciada: que

    Glauben und Verstehen (ed. cit.) 1, p. 101.

  • soy un pecador y que Dios, en Cristo, me perdona los pe-cados" 46.

    Supone esto la total eliminacin de Jess? Veamos la res-puesta de Bultmann.

    Ciertamente, contesta Bultmann, el kerygma mantiene unavinculacin con el concreto Jess de Nazaret. En este puntoBultmann difiere de Strauss. Pero el lector se queda can la.impresin de que esta vinculacin es puramente ocasional. Conpalabras de Bultmann: slo presupone el Dass, pero no el Wieni el Was. Es decir, slo presupone el hecho de que ... perono la cualidad de ese hecho. S6lo presupone que ha ocurridoalgo, que Jess ha vivido y muerto, pero na la cualidad de loque era esa vida y esa muerte. Con otras palabras: en la his-toria de Jess, en su muerte, etc. Dios reconci:i al mundoconsigo; pero no podemos decir que esa historia o esa muerteera reconciliadora ni cmo lo era.

    Con esto ya se ve que lo que hayan sido esa hIstoria y esamuerte de Jess no le importa nada a la fe. Se ve, por consi-guiente, cmo la fe es independiente de la historia. La cienciahistrica slo puede llegar a unos hechos, pero no al signifi.cado que ve en ellos la fe, y que constituye el nico objeto de~sta (y an diramos mejor: el objeto de la fe no son situa-dones histricas, sino la situacin existencial del hombre:'>lo ha} fe cristiana cuando hay predicacin de Cristo, esdecir: del significado de su muerte como intervenci6n esca-tolgica de Dios). Este significado slo lo creemos porque senos predica. De ah que, con absoluta coherencia, Bultmann,en el campo histrico, sustituir las hiptesis del Evangelioprimitivo, o de la Tradicin, por la hiptesis de la Predicacin("en el principio exista la predicacin", frmula ya citada yque est en el punto de arranque del mtodo de Historia delas Formas).

    A la vez que Bultmann se diferencia de Strauss en que sus-tituye el "saber absoluto" o las verdades absolutas per la re-ferencia a la situacin existencial del hombre, tambin se di-ferencia de M. Kahler en que no tiene por intil la investiga-cin histrica: prescindir de ella sera incapacitarse para des-

    lbd. p. 101.

  • mitificar al Evangelio, y desvincularse del hombre moderno alque debe dirigirse la predicacin. La inseguridad radcal quepuede crear la ciencia histrca es la que garantiza la autenti-cidad de la fe, la cual no depende de las pruebas, ni las nece-sita: en todo caso triunfa en la falta de ellas 47. Esto le per-mite incorporar tambin a su trabajo la tarea histqrica de losliberales. De este modo parece ser una sntesis de todos losprecedentes.

    El punto dbi~ de la posicin bultmaniana, lo pondrn de re-lieve no tanto sus detractores cuanto las consecuencias sacadaspor algunos de sus continuadores. Y quizs podramos formularloas: su aparente neutralidad entitativa (o respecto de lo que Je-ss era en s, y de cmo acta Dios en E) 110 puede perdurar:termina suponiendo afirmaciones tambin entitativas pero de sig-no contrario. Porque aUn cuando las afirmaciones ontolgicassern siempre mucho ms falsas que verdaderas 48, las afirmacio-nes funcionales (o "para m") no pueden prescindir de ellas.

    De ah que Bultmann se encuentre con que de su teologa sesacan unas consecuencias que l no esperaba. En efecto, tomemoscomo ejemplo la siguiente afirmacin, que ha sido central en todaesta problemtica de historia y fe: en la muerte de Jeslis, Diosreconcilia al hombre consigo y me ofrece a m la posibiliJaddeuna existencia autntica. Es inevitable que surja a la larga estaotra cuestin: supone eso que aquella muerte era por s mismar.econciliadora, a diferencia de otras muertes humanas? Ms alin:si se hubiese tratado de otra ml!erte cualquiera (tambin, p. ej., lamuerte de un Hitler) podra valer la misma afirmacin? Bult-mann se negara a dar respuesta a esa pregunta: slo puedo decirque Jess es Hijo de Dios porque me salva, no al revs. Peroparece que si de alguna forma no se da una respuesta afirmativaa la pregunta por el carcter salvador de la muerte de Jess, sur-gir inevitablemente la objecin siguiente: qu necesidad tengoyo de aquella muerte del pasado para mi existencja autntica ac-

    47 As Bultmann acoger con entusiasmo la tesis de Wrede-hoysuperada-de quc la vida de Jess no fUe en absoluto mesinica. M~tarde corregir esta tesis hablando de una "cristologa implcita" o cris-tologa indirecta en el Jess terreno.

    48 Tmese el ejemplo que se quiera y aun de las afirmaciones msdecisivas: Vg. en la afirmacin: Jess es el Hijo de Dios, el trminohijo est tomado de una experiencia humana que no vale en Dios; ysobre Dios--son palabras de Toms de Aquino--Io ltimo que llegamosa saber es que no sabemos nada de El. Qu queda entonces del pre-dicado dado a Jcss? Pero sin esta afirmacin como apoyo, la afirma-c:n de que Jess me salva, se convierte en puro subjetivismo o no seagtlanta.

  • tual? El hecho de que Bultmann se empee en vmcularla~ pareceun dogmatIsmo particular suyo del que es posIble prescmdlr Msan un afn desmltlflcador consecuente, aconsejara hacer esopues es mitIficar a DIOs el lIgarlo a aque! suceso del pasado Yeste paso es el que ha dado la llamada "IzqUIerda bultmanlana"acusando a Bultmann de no haber Sido sufICientemente radical,llevar e! proceso desmltIfIcador hasta elIminar a Jesus de la pre-dicaCin cnstlana Esta no necesita de l 49 Viendo este pelIgro,los llamados "teologos de la muerte de DIOS", que estan empeados en mantener a Jess a toda costa y comparten el presu-puesto bultmamano de la ImposibilIdad de "fmnaclOnes entItatIvassobre DIOS, lo que hacen es buscar algn slgmfIcado reconcJlIadormmanente a aquella muerte (en el sentido de una pura eJempla-ndad humana) con lo que tampoco consiguen eVitar que Je L
  • Pero lo que nos interesa ahora no son las posibles objecio-nes a la postura bultmaniana, sino el llegar a descubrir cmo,otra vez, la posicin histrico-crtica ante Je~s no es mera'consecuencia del planteamiento histrico de las cosas, sino quees ya consecuencia de la misma problemtica cristolgica. Deah la acusacin que haca J. Jeremias: se est cayendo en un'!especie de docetismo, en una idea de Cristo 52. En vez de decirque la Palabra se hizo carne, decimos que la Palabra se hizo ...palabra. De ah que cuando Bultmann, polemizando con Barth

    > Y Gogarten, declaraba que l no se siente nada incmodo consu radicalidad sino muy cmodo, y que son sus colegas menosradicales los que parecen sentirse incmodos 53, el lector dehoy puede tener la sospecha de si esa incomodidad no es in-trnseca al tema; y si la comodidad de Bultmann no provienede haber deshecho el nudo gordiano tan olmpicamente comoAlejandro.

    De este modo resulta que nuestra introduccin no se limitaa resolver un problema simplemente previo, sino que, en ella,nos encontramos ya en el corazn mismo de la Cristologa.

    d) "Encarnacin" de la Cristologa en Jess de Nazaret 54.La reaccin de los discpulos de Bultmann contra el maes-

    tro tampoco se apoya en presupuestos de ciencia histrica 55.

    52 Op. cit. (en nota 14), p. 18.53 Op. cit., I, p. 101.54 La palabra encarnacin es, despus de mucho buscar, la ms

    apta que hemos encontrado para denominar a esta posicin. Pero tieneel inconveniente de sus resonancias teolgicas que parecen prejuzgar elproblema antes de resolverlo. Por eso la entrecomillamos para aludira un uso ms amplio de la palabra, con el que se describe una relacindialctica que es, a la vez, de relevancia e irrelevancia, de trascendenciae inmanencia, una relacin semejante a la que hay entre respuesta ypregunta o entre la persona y su cuerpo, etc.

    5' J. Jeremias trat, no obstante, de encontrarlos, para esti\blecerque nuestro tiempo est definitivamente mejor capacitado para encontraral Jess histrico. Tales presupuestos seran, segn l: el perfecciona-miento de la crtica literaria, la historia de las formas, el conocimientode la literatura rabnica y apocalptica, el conocimiento del arameolengua original de Jess y el redescubrimiento del carcter escatolgicode su mensaje. Con ellos estaramos infinitamente mejor equipados quenuestros mayores. Sin embargo, E. Kasemann se mostr escptico anteese optimismo y coloc el intento de Jeremias entre los que l llama"callejones sin salida". Sackgassen im Streit um den /istorisc/ell (,SI/S,

  • Arranca ms bien de unos presupuestos cristolgicos, a saber:Bultmann ha dado tanta importancia al kerygma que ha os-curecido y ha. quitado importancia al fundamento de ese men-saje. No es el acto de la fe (el acto por el que yo me decido auna existencia autntica) sino el contenido de la fe lo que exi-ge al Jess de la historia 56. Porque la fe no apunta slo a unaactitud en mi existencia personal, sino que apunta a ser unapalabra de salvacin para la historia. En Bultmann no hay lu-gar para la "memoria subversiva" de J. B. Metz. Y es sinto-mtica la crtica que le hace el patriarca marxista E. Bloch:mientras el Nuevo Testamento, con su lenguaje de los eones,habla del mundo entero, Bultmann se encierra en una buhar-dilla religiosa donde el Cristo subversivo se elimina en favordel dios burgus 57. Ante eso quizs dira D. Bon~oeffer que lafe no es decidirse a vivir autnticamente la vida y la historiapropias, sino decidirse a participar en la vida e historia deCristo 58.

    Ahora bien: cul es ese fundamento del kerygma a quehemos aludido? o cmo es posible esa participacin en lavida de Cristo? La respuesta a esta pregunta nos lleva a la ex-periencia apostlica de que el mismo Jess de entonces viveahora, resucitado por el Padre 59. Cuando la comunidad, des-

    en el tomo II de Exegetische Versllche 1I1ld Besillll/tIlgcn, Vandenhoeck,Gottingen 1964, pp. 31-41.

    .< Quizs un catlico aadira que tambin el acto de fe exige aJess en cuanto implica una relacin de tipo personal con l, como unencuentro y una confianza en Jess.

    57 ef. Atheismlls im Christelltllm, Suhrkamp, Frankfurt 1968, pgi-.nas 69-72.

    5. Sobre la necesidad de la historia ef. adems, I. ELLAcuRIA, Carc-ter poltico de la misin de Jess; ejemplar cicfostilado por ServiciosUniversitarios Latinoamericanos, Madrid, sin fecha, p. 3.

    59 W. KNNETH, que en otros momentos puede haber malentendidoa determinados autores, ha juzgado con profundidad que la abstraccinde la Pascua, era el gran error de toda la crtica histrica sobre Jess:"frente a este estado de cosas (alude a los resultados de la Historia delas Formas) hay que preguntar: no ser que han equivocado total-mente el punto de partida en la reflexin sobre el Nuevo Testamento:Si sus presupuestos eran insostenibles es comprensible que sus conclu-siones sean cuestionables. En efecto: el fundamento de todas estas in-vestigaciones es la abstraccin de la Resurreccin, la idea de que, apartir de los evangelios, puede reconstruirse el estado de cosas anteriora Pascua. Este presupuesto es totalmente inadecuado: es una ilusinpretender entrar en los evangelios hasta ms all de la Pascua y cons-

  • pus de una poca de predIcaclOn del kerygma, se decIde a es-cnblr unos Evangelios (j que son tambIn predIcacin del ke-rygma!) Y sm embargo lo hace en forma de narraCIn blOgr-{lca, est dando testimomo de que la vmculacln de su men-saJe a aquella persona concreta y a aquella historia concretaes algo esencIal para ella Cuando la IglesIa llama evangellO(que es un trmmo que desIgna exactamente lo mIsmo que lapalabra kerygma. la buena noticIa a transmitir) a escntos quetienen la forma de un relato hIstnco biogrfico est presupo-menda que la referencIa a la hIstona concreta y pasada de Je-ss de Nazaret pertenece mtnnsecamente a la buena noticIaque ella predIca. Y cuando, SIll embargo, no escnbe esos Evan-gelIos como puro mforme documental, est dando testlmonio desu fe en que el Jess terreno segua presente en ella, y de que,en ese Jess, no se trata de un simple personaje, profeta otaumaturgo, smo del Seor que afecta a mi propia existencIay a qUIen estoy obhgado. Ciertamente, no interesa la persona-[dad de Jess, en el sentldo de aquellas descnpcIOnes poticas

    trUlr una Vida de Jesus que no e!">te afectada por la expenencla pascualLa postura fundamental de los SInOptlcos esta condICIOnada por la feen la Resurreccin, Igual que la comumdad palestma-no menos quela gnega-se halla baJO este pnsma de la ResurrecclOn SI el mJsmoBultmann ieconoce que 'la comumdad nene conCienCia de que debe sueXistenCia a la obra de Jesus' y que la Jmagen de Jesus esta mediatizadapor la comumdad, y SI ademas es claro que 'la narracin no est de-termInada por el mteres por la hlstona, SInO por las necesidades de lapredJcaclOn y vJda cnstlana', y que 'todo el acento recae sobre la con-cluslOn de los Evangelios, sobre la Iustona de la PaslOn y de Pas-cua' todos estos datos no pueden cOI\slderarse como accidentales Porello hay que preguntar cual ha SJdo el pnnclplO de confJgurac,on de laVIda de Jesus Y ste fUe IndIscutiblemente la te en la ResurreccinSlo a partir de ella es posJble una comprenslOn vlida de la vJda deJess y un trabajo de construcclOn que sustituya al actual de dernboLos evangelistas slo se Interesan en la Vida de Jess porque se mte-resan en su ResurrecclOn La proyeccin de expenencJas postpascualesa la Vida blstonca de Jess no se puede qUitar de en medIO como SIse tratara de leyendas o mvenClOnes de la fantas a piadosa, silla queresponde plenamente a la esencia del Evangelio, en la medida en quesea CIerto el mensaje de la ResurrecclOn Lo que se puede determInarcon los mtodos neutrales de la hIstona de las relIgIOnes y de la hlstO-na de las formas, es totalmente mesenclal para el asunto de la Vida deJess y carece de ImportanCIa para el problema La Vida de Jessslo la conocemos en su v,nculacln a la Resurreccin la cual, a suvez, libera de toda vmculacIn a lo Iustncotemporal, a lo relatIvo ya lo prepascual en la Vida del Seor" Theologle der Aufelstehung,Claudms, Munchen 1951, pp 129-30

  • y entusiastas que hacan de El los liberales (y en este sentidose mantiene el desinters de Bultmann y la crtica que ste leshace); pero s que interesa la persona de Jess como pertene-ciente intrnsecamente al kerygma y no como mera ocasinpara ste.

    En este contexto, mantener la investigacin histrica sobreJess, como hacen los discpulos de Bultmann, a pesar de susescasas posibilidades de xito, no significa crear un campa deinseguridad que posibilite la fe autntica (aun cuando estopueda ocurrir, no hay que hacer de la necesidad virtud), sinoque es la manera de dar testimonio de que mantenemos laidentidad entre el Seor actual y el Jess terreno, que es nor-mativa para la fe 60. La diferencia con los liberales a que alu-damos en el apartado b, es que ahora se es plenamente cons-ciente de que eso que hemos llamado el significado absolutono puede ser ledo por la ciencia histrica en el hecho con-tingente 61, pero esto no significa que ambos no se pertenezcanintrnsecamente 62. Por el hecho de haber obtenido petrificadala historia de lo fctico, no llega sta a convertirse en historiaviva que me afecte a m. O con palabras de Kasemann: "Porel hecho de. destacar a Jess como taumaturgo no se ha pues-to a nadie, en sentido estricto, ante la decisin entre fe e in-credulidad" 63. Pero esto no quiere decir que si en el Jess dela historia hay eso que Bultmann llama una "cristologa impl-cita", ste sea un dato puramente casual y carente de relevan-cia teolgica 64,

    Como expresaban las primeras profesiones de fe: Kyrios leslIs;lesus Christl