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Fue Gaylord Nelson, el senador estadounidense quien promovió la celebración del Día de la Tierra, según él para crear una conciencia común sobre los problemas de la superpoblación, la producción de contaminación y la conservación de la biodiversidad para proteger la tierra. Dos años más tarde, en 1972 se celebró la Primera Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente: la Conferencia de Estocolmo, cuyo objetivo fue sensibilizar a los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales y que se instituyeran las políticas necesarias para erradicarlos. Cuarenta años han transcurrido desde entonces, con mucha pena y con menos gloria, la contaminación ha alcanzado niveles descomunales y son millones de toneladas de gases de efecto invernadero que han provocado el calentamiento global, colocando al planeta tierra en peligro de desaparecer toda forma de vida. La vida es una de las motivaciones más importantes para hablar del planeta azul, algunos la consideran como un regalo, otros una casualidad, sin embargo cuando uno conoce la génesis de esta, independientemente de su ideología no puede menos que admirarse de tanta complejidad que se mueve en su esencia. Una complejidad que ha sido el centro de la mercantilización del actual modelo económico y que ha vulnerado el esplendor de la vida. El planeta tierra o “azul” en su continua evolución fue llenándose de multiplicidad de colores, aromas y sabores, y fue creando una y otra especie con mayor complejidad, llegando a coronarse en la más grande y más peligrosa de todas: la especie humana. Los hombres y mujeres desde África se extendieron a lo largo y ancho del planeta y pasaron después de un par de miles de años a poblar toda la tierra. En su devenir histórico, cambiaron su destino de ser devorados a ser devoradores de todo lo que se le puso al paso, cambiando constantemente el paisaje; primero lo hicieron con la producción de alimentos en el desarrollo de la agricultura, luego la minería, la construcción, el asentamiento en ciudades y la explotación de toda la naturaleza. Asumiendo que los recursos naturales estaban para su servicio, desarrollándose un pensamiento etnocentrista que se mantiene hasta la fecha. Esta forma de pensar, hasta hace unos años se consideraba como algo natural y válido, sobre todo por la ideología dominante, sin embargo en los ultimo 50 años ha empezado a reflexionarse si esto es sostenible o no, las contradicciones se multiplican y se profundizan y un nuevo planteamiento empieza a tomar fuerza desde las voces de diferentes comunidades de la sociedad humana. www.ceicom.org.sv Artículo de Opinión No. 05 Coyuntura Nacional 2012 Reflexiones en el Día del planeta Tierra ¿Tiempo para celebrar o protestar ?

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Fue Gaylord Nelson, el senador estadounidense quien promovió la celebración del Día de la Tierra, según él para crear una conciencia común sobre los problemas de la superpoblación, la producción de contaminación y la conservación de la biodiversidad para proteger la tierra. Dos años más tarde, en 1972 se celebró la Primera Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente: la Conferencia de Estocolmo, cuyo objetivo fue sensibilizar a los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales y que se instituyeran las políticas necesarias para erradicarlos. Cuarenta años han transcurrido desde entonces, con mucha pena y con menos gloria, la contaminación ha alcanzado niveles descomunales y son millones de toneladas de gases de efecto invernadero que han provocado el calentamiento global, colocando al planeta tierra en peligro de desaparecer toda forma de vida. La vida es una de las motivaciones más importantes para hablar del planeta azul,

algunos la consideran como un regalo, otros una casualidad, sin embargo cuando uno conoce la génesis de esta, independientemente de su ideología no puede menos que admirarse de tanta complejidad que se mueve en su esencia. Una complejidad que ha sido el centro de la mercantilización del actual modelo económico y que ha vulnerado el esplendor de la vida. El planeta tierra o “azul” en su continua evolución fue llenándose de multiplicidad de colores, aromas y sabores, y fue creando una y otra especie con mayor complejidad, llegando a coronarse en la más grande y más peligrosa de todas: la especie humana. Los hombres y mujeres desde África se extendieron a lo largo y ancho del planeta y pasaron después de un par de miles de años a poblar toda la tierra. En su devenir histórico, cambiaron su destino de ser devorados a ser devoradores de todo lo que se le puso al paso, cambiando constantemente el paisaje; primero lo hicieron con la producción de alimentos en el desarrollo de la agricultura, luego la minería, la construcción, el asentamiento en ciudades y la explotación de toda la naturaleza. Asumiendo que los recursos naturales estaban para su servicio, desarrollándose un pensamiento etnocentrista que se mantiene hasta la fecha. Esta forma de pensar, hasta hace unos años se consideraba como algo natural y válido, sobre todo por la ideología dominante, sin embargo en los ultimo 50 años ha empezado a reflexionarse si esto es sostenible o no, las contradicciones se multiplican y se profundizan y un nuevo planteamiento empieza a tomar fuerza desde las voces de diferentes comunidades de la sociedad humana.

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Artículo de Opinión No. 05

Coyuntura Nacional 2012

Reflexiones en el Día del planeta Tierra

¿Tiempo para celebrar o protestar?

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Cabe en este momento, analizar sobre la realidad del planeta dado que hay tanta inquietud de los movimientos ecologistas, quienes con justa y probada razón se atreven a sentenciar que la vida de la humanidad y de otras especies está en riesgo de desaparecer. Y esto se dice con aseveración, ya hemos planteado en párrafos anteriores que la vida para que se desarrolle necesita de algunas condiciones básicas: el agua, el oxígeno, el clima, la alimentación, y para el ser humano, además, la socialización, si falla alguna de estas muere. En la actualidad todas estas variables están seriamente modificadas, al grado de colocar en amenaza la vida del ser humano. En la actualidad hay grandes desigualdades en el acceso al agua, por ejemplo, las actividades productivas en manos del capitalismo se apropian del 50% del agua dulce líquida del mundo, sin ocultar la cifra irónica de casi mil millones de personas que no tienen acceso al agua para cubrir sus necesidades básicas. Esto demuestra la enorme desigualdad que hay en la distribución de los beneficios. Las demandas de agua son dominadas por la urbanidad, el sistema agroalimentario y la industrialización capitalista. En reiteradas ocasiones se ha manifestado que cerca de 4,500 niñas y niños mueren cada día por la escases de agua, mientras es apreciable como se despilfarra el agua en los sectores élites que la usan de manera irracional para todo tipo de actividades que van desde las grandes y lujosas piscinas residenciales hasta para lavar las calles. Es inaudito que mientras miles de salvadoreños y salvadoreñas que viven en las colonias populosas de Soyapango y Apopa no tienen agua, el alcalde de San Salvador promete la construcción de un lago artificial en el parque centenario ubicado en la finca de los pericos, último pulmón de la ciudad de San Salvador.

En esta ocasión también es oportuno y no menos importante, señalar el fenómeno acelerado de contaminación del agua por causas múltiples, pero para muestra, destaquemos el sistema agroalimentario basado en el uso intensivo de agro tóxico y del que nadie conoce y dice nada. Otro ejemplo clásico es el extractivismo cada vez más voraz en busca de metales y materias primas para el desarrollo de tecnologías que activan el consumismo en todas sus expresiones, el cual consume descomunales cantidades de agua e igualmente contamina los cuerpos hidrológicos. Todo lo anterior provocado por un sistema brutalizante y consumista, que lejos de llevarnos hacia el crecimiento económico sin fin, el progreso, el desarrollo y el confort como lo han propagandizado sus defensores; nos ha sumido en la peor de las crisis conocida desde el surgimiento de la especie humana, grandes sectores de la sociedad se mueren de hambre, no tienen techo, ni vestido con que cobijarse, ni esperanza de salir de la situación. Una realidad que se presenta en todos los espacios del planeta, incluyendo las grandes ciudades capitalistas desarrolladas del primerísimo mundo.

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Una clase social se ha apropiado de todo cuanto existe, hegemoniza en todos los espacios de poder social, económico, político, mediático, militar, entre otras y somete prácticamente a toda la humanidad, a quien mantiene idiotizada consumiendo cuanto mercancía producen, produciendo en un circuito lineal altamente contaminante e inviable para la continuidad del planeta tal como lo conocemos en la actualidad. La salida a esta situación no se presenta fácil, algunas corrientes ambientalistas plantean que la solución pasa por el uso de tecnologías más eficientes como vehículos eléctricos o solares, generación de energía solar o eólica, y otras soluciones que lo que buscan es continuar con el estilo de vida consumista. De igual manera estos ambientalistas celebran el Earth Day en el parque, en el zoológico, o realizando actividades como reciclar, cuidar el jardín o uniéndose a otros vecinos y vecinas para hacer trabajo en beneficio de la comunidad, ya sea para limpiar el lecho del río o para plantar árboles. Pero estas soluciones no son suficientes, es necesario pensar en soluciones que partan de la imposibilidad de salir de esta crisis capitalista mundial, sino no tocamos al sistema y a nuestro estilo de vida; cuestionando a fondo dogmas económicos como: el crecimiento económico, la inversión extranjera directa, el mercado como rector de la economía, pero también valores enquistados en las personas como el ser competitivos, el “sálvese quien pueda”, el “cuanto tienes cuanto vales”, que le están haciendo tanto daño a la sociedad y la tienen al borde de una crisis existencial. La apuesta entonces es la construcción de la alternativa desde las fuerzas propias de cada persona liberadas del yugo hegemónico capitalista y construyendo entendimientos con otras que estén dispuestos a unirse en comunidades con valores más solidarios, y construyendo un proyecto de país y sociedad incluyente, justa, sustentable y solidaria. Comprometidos con la democracia participativa y centrados en la defensa de la vida como el valor más elevado.