2º Concurso LiterarioA.P.A. Sagrado Corazón Rosales 2012

Con la colaboración de

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Índice

Presentación 4

Cuento y Poesía

Categoría: A (1º a 3º de Primaria) 5

Categoría: B (4º a 6º de Primaria) 6

Categoría: C (ESO) 9

Categoría: E (Familiar) 14

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Presentación

El Día del Libro es la gran fiesta de todos los que creemos en la importancia que tiene el libro en

nuestras vidas. Y para celebrarlo, invitamos a todos los alumnos a participar en el II Concurso Literario

APA Sagrado Corazón. Este año el reto consistía en escribir un cuento de tema libre. Los alumnos podían

escribir de forma individual participando en las categorías A (1º a 3º Ed. Primaria), B (4º a 6º Ed. Primaria),

C (ESO) y D (Bachillerato) o escribir un cuento en familia y participar en la categoría E (Familiar).

Nuestra intención ha sido proponer la escritura como un juego, para que el alumno se familiarice con

la escritura y se divierta a la vez que desarrolla su creatividad. Este interés lo hemos compartimos con

nuestros amigos de la librería El Dragón Lector, un entrañable lugar en el que habita un dragón al que

expulsaron del País de los Dragones porque no paraba de leer. Un dragón que busca acercar a los niños

libros muy divertidos y sugerentes a través de los cuales reciban toda la sabiduría del apasionante mundo

que encierran los libros.

A lo largo de estas páginas os presentamos los cuentos que el jurado de la librería El Dragón Lector ha

considerado de mayor calidad siendo, por tanto, los cuentos finalistas del II Concurso Literario APA Sagrado

Corazón.

Enhorabuena a todos los participantes de esta segunda edición.

APA Sagrado Corazón de Rosales

Cuento

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El murCiélago sin amigos

Había una vez un murciélago distinto, que dormía de noche y vivía de día. se llamaba gazpacho.gazpacho vivía en una casa pequeña y solitaria, con un solo amigo, el mosquito Quito. Juntos jugaban a cosas inventadas superchulis.Pero aún así se sentía solo, muy solo, demasiado solo.Quito sabía por qué gazpacho estaba tan serio.¡Porque no era como los de su especie!.a Quito se le ocurrió ir a ver al búho Cuco, el más sabio de todo el bosque.El les diría la solución.a gazpacho le pareció una buena idea.Volando iban por el bosque cuando se toparon con la murciélaga y la mosquita más guapas del mun-do: se cuentan las historias y da la casualidad que son las mismas.se ponen en camino hacia la casa del búho Cuco.al llegar, su mujer les dijo que Cuco se había ido a la antártida porque una foca estaba malita.se fueron a la antártida en busca de Cuco. Cuando lo encontraron le dijeron sus problemas y el les dijo la solución.-Dormiros una siesta y luego no podréis dormir, mañana por la mañana tendréis sueño, etc.lo probaron ¡Y funcionó!Y desde ese momento tienen amigos.

Jimena González Huerta 3º Ed. Primaria

Categoría: a (1º a 3º de Ed. Primaria)

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Cuento

El PrínCiPE sin nombrE

Erase una vez…….un príncipe encerrado en un castillo, de donde no podría salir nunca, si nadie lo salvaba. Este príncipe llevaba allí toda su vida, desde su nacimiento hasta su ya avanzada adolescencia. nadie sabía de su existencia, así que su desesperanza se acumulaba en el fondo de su corazón. allí tenía comida y refugio, pero no cariño, lo que él necesitaba.

En otro reino muy distinto al suyo, vivía una princesa muy fuerte y valiente, la mejor guerrera del ejército de su padre. Ella descubría y conquistaba muchos sitios distintos, pero al igual que el prínci-pe, no encontraba el amor y el cariño que necesitaba. Cen, como ella se llamaba, se ocultaba en las sombras de las guerras en las que participaba, en las que conseguía una falsa sensación de victoria y alegría.

un día, Cen pasaba por un bosque de abetos que acababa en un gran prado con un castillo de piedra granate. si, si, granate. Ese castillo debía de estar abandonado o eso era lo que creía. El castillo estaba cubierto por una espesa capa de polvo, a la que se añadía un gran número de telarañas. Cen, con su curioso afán conquistador, sabía que había algo especial en ese castillo.

al entrar al castillo, Cen oyó varios sonidos, entre los que percibió un triste sollozo. intentó averi-guar su origen pero no lo encontró. Entonces decidió rastrear el castillo para ver si encontraba algo interesante. mientras caminaba por el viejo mármol, se decía a sí misma: “ahora que lo pienso, me he imaginado lo del sollozo, porque si hubiera alguien, el castillo no estaría así”.

Cen era muy coqueta y muy limpia, así que trataba de quitar el polvo o por lo menos, amontonarlo en un rincón. Pero no podía, ya que no se movía a la primera. necesitaría más personas para poder moverlo, pero los soldados se habían quedado fuera. subió la escalera de caracol, que condujo a una escalera muy luminosa donde se encontró con un chico de unos veinte años, como ella, que era el

Categoría: b (4º a 6º de Primaria)

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Cuento

príncipe. Él estaba sentado en una cama, asomándose por la ventana, con la mirada fija, inexpresiva, mientras jugaba con las cortinas. al oír el príncipe los pasos de Cen, dijo:

-¡ahhh!! baah! Peerr-ssoona-.-si, si, soy una persona ¿Hola?- respondió Cen.-Per-sona.Dándose cuenta Cen del mediocre lenguaje del príncipe, le cogió de la mano y le arrastró fuera del castillo. Todos los soldados la estaban esperando allí.-sabio, ¿Dónde estás?- preguntó Cen.Entre la multitud salió un hombre bajito con barba que se acercó a ellos.-Por favor, sabio ¿le podrías decir a este “analfabeto”- como no, el príncipe no se percató de nada de lo que dijo- ¿si nos podría explicar el origen de tanto polvo en el castillo?.

El sabio hizo lo propio, volvió a arrastrar al príncipe hacia el castillo, donde a base de signos y señales, le preguntó la causa de tanto polvo. Cinco o diez minutos después, el suficiente tiempo después para que Cen se aburriera, sabio y el príncipe volvieron. sabio les explicó que el príncipe, ya que poseía sangre azul, llevaba allí toda su vida, sin que nadie se preocupara de él o le acompañara. muy dentro de su ser, Cen le dio pena y se entristeció un poco.¿Cómo una persona podía haber vivido toda su vida en un castillo abandonado en medio del bosque?.

Entonces, Cen decidió que quería conocer más a fondo a ese extraño personaje. se iba a quedar allí varios días así que les pidió a varios soldados si podían volver al reino a coger algo para poder quitar ese asqueroso y pesado polvo. ahora que se daba cuenta, no conocía el nombre del príncipe. Debería asignarle alguno. “El príncipe sin nombre”, no ese no, demasiado largo y sin gracia. algo sencillo y fácil de pronunciar. En el prado que rodeaba nuestro castillo granate, se alzaba un pequeño arroyo, de aguas cristalinas, llamado sil. sil,…eso le quedará bien.Entonces ella se acercó al “príncipe sin nombre” y le dijo:

-Tú- y le puso en el pecho- eres sil.-Yo, siii ¡bien!- y sonreía felizmente el ahora sil.

Cuento

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Tiempo después, la paciencia de Cen dio resultado y el equipo de limpieza vino con varios cubos de agua y unas esponjas. Cen cogió una esponja y empezó a limpiar. El polvo no se quitaba, sino que cada vez que lo trataban de quitar, aumentaba. Ya viendo eso, todos desistieron en la tarea. mientras uno de los soldados trataba de limpiar, encontró un pergamino enrollado en un agujero perforado en la pared. En él decía así:

Quien remueva al príncipe de sus sueñosse arrepentirá de sus malos hechos,Y quien quite el polvo del castilloConseguirá un bonito corazoncito

al verlo el soldado se lo enseñó inmediatamente a Cen. Después de leerlo varias veces, Cen no terminaba de entender tan estrafalario poema. Pero si estaba ahí, debía de ser por algo. Ella sabía que el príncipe estaba triste. Pero, ¿Quién se tendría que arrepentir de sus malos hechos?. lo único que le faltaba a Cen era un misterio sin resolver. Pero sus subconsciente lo empezaba a resolver….”Tengo fallos de los que arrepentirme? Puede que si intento ser más amable, ayudaré al príncipe.” Cen se quedó muy sorprendida de la capacidad de su mente para resolver ese tipo de enigmas. mientras, sil se estaba acercando a ella. sil era gracioso y no parecía estar tan solo como aparentaba. muchas gra-cias eran del tipo: “estaba tan aburrido que me planteé hacer una carrera de cucarachas”. ahora que lo pienso, era más asqueroso que divertido. los dos se convirtieron en amigos inseparables. Entonces dijeron:

-no crees que el castillo se parece a un corazón?- preguntó Cen.-ahora que lo dices, tienes razón.

Luis Rouco Férriz 6º Ed. Primaria

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Cuento

CHuki

Había una vez un elefanteque poseía trompa muy grandey estaba decepcionadoporque sus amigos le habían marginado.

“¡ay, mamita, ayúdameamigos quiero tener”Y su madre despistada,preparando una tostadale dijo tranquilamenteque eran cosas de su mentepues conocía a todos los chicosque le parecían simpáticos.

Categoría: C (Eso)

Por eso ella no creíaen tanta palabreríamás todos en el colegiole esperaban al acecho.Estaba atemorizadocomo de los leones, asustado; sumergido en las tinieblasdonde se encuentran las hienasa las que espanta a trompazos(son como latigazos)y aunque a veces le mordierany tristeza le metieranél salía hacia delantepensando siempre en sus padres.

Perdido por la sabanaentrando en la selva africanase topó a aquel mono sabioque no vivía en su barrio, y le contó a duras penascasi todos sus problemasde los que estaba asustadoy con todos enfadado.

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Cuento

El mono le recomendó:“siempre subido a un balcónde un árbol especial,que habita en madagascar,vive mi amigo el graciosoque es un oso perezoso.él te dará la respuestapor la que harás una fiesta”

Hasta el verano esperó para no perder “colegio”Y se fue de vacacionescon sus padres en aviones;Pero, ¿te imaginas dónde?a madagascar, claro hombre.Y así todo sucedió:al oso se le buscó, el elefante se presentó(resultó que Chuki se llamó);el oso no despertó(dormido se lo encontró)y tumbado así bocarriba, se pasaba todo el díamenos tres o cuatro horasque se daba comilonas.a los quince-diez minutosle tiraron a lo bruto,al suelo cayó rodandohaciendo un sonido muy extraño,y tras tambalearse acabó de presentarse.

se llamaba margaritoy tenía voz de pito.él así (decepcionado)les mandó para otro ladoal no saber la respuestade esta pequeña encuestaque había sido formuladapor una tonta chorrada.En Chuki (no muy contento)empezaba el desalientohasta que un loro le dijo:“no llores tanto, hijo,Dile a bird lo que ha pasado“¡no te pongas colorado!”“Tengo la trompa muy grande-dijo el señor elefante-Y se burlan mis amigossiempre metiéndome en líos”“Yo te daré la respuesta:no subas tantas cuestas.la preciada soluciónsólo está en tu corazón.

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Cuento

Tú decides lo que hacesplantar cara o ser cobarde.¡Ánimo, ánimo, elefantito!¡sé que puedes tú solito!”Tras agradecerle al lorotodo este gran tesorovolvió otra vez con sus padres a pasar un rato agradabley luego volver a su ciudad¡Quería la felicidad!

una cosa tenía clara,la respuesta era acertada.una vez en el lugar a la pelota fueron a jugarmarginando a elefantito(un apodo muy bonito)y se les coló el balón en un árbol bien grandón.Vino Chuki con su trompa y les bajó la pelota.

Por fin le agradecieron todo lo que había hechono fueron sus enemigos pues no había algún motivoY al final Chuki el elefantede sus amigos fue el más grandese casó con trompetitay tuvieron una hijita,trabajó como bombero, ¡qué bien apaga los fuegos!

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado,ConTEnTos Y FEliCEs ComiEron mu-CHas PErDiCEs.

Miguel Moreno Galiano, 2º ESO

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la HisToria

la casa de campo estaba habitada por el abuelo Fred y su nieto Timmy.al pequeño Timmy le encantaba pasarse los días de verano leyendo los libros de la biblioteca de su abuelo.uno de esos días, Timmy encontró un libro en blanco, sobresaltado se puso a ojear las hojas. Quería leer, pasaba las hojas una tras otra, pero el libro estaba en blanco.El pequeño corrió con el libro bajo el brazo buscando a su abuelo.-abuelo-dijo Timmy- ¿Por qué este libro está vacío?El abuelo Fred sonrió- Vaya, lo has encontrado--sí, pero está en blanco- insistía Timmy-mira Timmy- empezó a explicar- mi biblioteca es mágica, hay que estar leyendo los libros para que se acuerden de la historia que cuentan, este es su caso. Hace mucho tiempo que no lo leía, ahora este “libro” no sirve- dijo.-no- dijo Timmy- no puede ser inservible- dijo asustado.Entonces cogió un bolígrafo- aún podemos escribir otra historia- y empezó a escribir, pero la tinta no se impregnaba en el papel, caía como agua hasta el suelo.-Te lo dije- dijo su abuelo- no sirve.-Pero- dijo Timmy, las lágrimas empezaron a brotarle de los ojos- todos los libros tienen una función.-no- dijo su abuelo- no todos.Pero Timmy encontró una nota pegada en la última hoja del libro.-¿Qué es esto?- preguntó al abuelo.-mmm- creo que es un índice de lo que pasaba en el cuento- dijo.Entonces Timmy leyó la nota.-uno, niños en el bosque, dos, casa de caramelo, tres, bruja mala y cuatro….-

CuentoCategoría: C (Eso)

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Cuento

-Final feliz- terminó el abuelo- creo que me acuerdo del cuento de este libro- y empezó a contar mientras, Timmy se sentó en el suelo para escuchar la historia.-según leían, las hojas adquirían letras, dibujos y colores.-¡Qué bonito!- exclamó Timmy al terminar- me gustaría que un día mis hijos pudieran leer esta histo-ria-.al oír estas palabras, su abuelo cerró el libro y se lo puso delante.- Toma- dijo- para que tus hijos lo lean, y los hijos de tus hijos, y así eternamente-. Y así fue, a cada generación le pasaba el libro su padre y éstos lo leían una y otra vez para que no se borrasen las letras, hasta la hora de pasar el libro a su hijo.

Ignacio Galiano Gordillo 3º ESO

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Cuento

El PEQuEño sum

En un pueblo muy muy lejano de una bonita isla de indonesia, llamada bali, vivía un niño feliz llamado sum. Tenía una casa pequeña, con un jardín delante, a pocos metros de la playa, poblado de árboles frutales y uno, en especial, que era el favorito de sum, un pequeño santol, cuyos frutos pequeños y sabrosos hacían las delicias del pequeño.

sum acudía cada mañana a la escuela del pueblo, un cobertizo de caña con algunos pupitres en el suelo de tierra, empeñado en aprender a leer y así poder descifrar los viejos libros escondidos en un baúl de su casa. nadie de la familia recordaba de dónde ni cuándo habían llegado hasta allí aquellos libros, pero todos los cuidaban como el tesoro más preciado de la casa. a la salida de la escuela, sum jugaba un rato con sus amigos en la playa y después pasaba el resto de la tarde en su jardín, cuidando sus árboles, barriendo sus hojas secas, regando y recogiendo los higos maduros, las bananas y los santol, que al día siguiente su madre vendería en su puesto de la plaza.

una mañana, cuando se encontraban en la escuela, de repente, un ruido ensordecedor advirtió a los niños y a su profesora Tiana, de que algo iba mal. solo tuvieron el tiempo justo, a indicación de su maestra, de salir rápidamente de la escuela y correr colina arriba, sin mirar hacia atrás y sin saber muy bien de qué huían. Cuando llegaron a lo más alto de la colina, exhaustos por la carrera, nerviosos y asustados de sus propios gritos y de los que oían provenientes del pueblo, pudieron ver lo que mo-tivaba el pánico de la gente. una gigantesca ola había abandonado la playa y se internaba tierra aden-tro, arrastrando todo lo que encontraba a su paso, casas, bicicletas, árboles, trozos de tejado, hojas y barro, formando una masa negruzca que avanzaba a gran velocidad hacia donde ellos se encontraban. Por un momento cesaron los gritos, y el ruido creció hasta hacerse insoportable. En ese momento, la maestra Tiana, aprovechó para llamar la atención de los niños, e intentar tranquilizarlos haciéndoles ver que la ola no llegaría hasta allí arriba, sino que se desviaría bordeando la colina. insistió en que los niños permanecieran unidos, abrazados unos a otros sin soltarse, hasta que la gigantesca ola se alejara de ellos.

Categoría: E (Familiar)

Cuento

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sum no recuerda bien cuánto tiempo transcurrió de este modo, desde que salieran de la escuela. a él le parecieron horas de angustia, pero todo fue tan rápido que no duró más de unos minutos, desde que la ola irrumpiera en la playa, hasta que la vieron alejarse y desaparecer, al tiempo que desaparecía también de su vista lo que hasta ahora había sido su pueblo.

siguieron una horas de incertidumbre, sin saber qué hacer, ni dónde ir. se miraban unos a otros y to-dos, a la vez, a su maestra, esperando que les dijera algo, que les explicara qué había pasado, qué había sido de sus casas, de sus familias, de todo lo que, hasta hacía unos momentos, era su hogar, su pueblo.

Poco a poco y con mucho miedo por lo que había pasado, fueron bajando la colina y acercándose al pueblo, o lo que quedaba de él. a medida que avanzaban comenzaron a oír algunas voces aisladas, que provenían de alguna otra colina, de algunos árboles grandes que habían sobrevivido a la catástrofe y de entre las ruinas y escombros de algunas casas. los que pudieron esquivar el efecto de la ola, se fueron acercando al camino por el que bajaban los niños hasta encontrarse con ellos. abrazos, besos, lágrimas, pocas palabras en un momento tan confuso y desconcertante.

Pasado el primer el momento, sum, como el resto de los niños, comenzó a buscar a sus padres entre la gente que se iba sumando al grupo, proveniente de todas partes. Pasaron horas y su búsqueda fue en vano. Deambuló de un lado a otro del pueblo hasta que llegó al lugar donde, no hacía mucho, estaba su casa. ni rastro de sus cosas, su cama, su mesa, sus sillas, su ropa. nada, ni el baúl de los libros. Todo había desaparecido. salió al jardín, que ahora parecía más bien un lodazal, y solo encontró algunos trozos de ramas rotas, semienterradas en el barro. ni el fuerte tronco de su santol había soportado la fuerza brutal de la gran ola. se sentó abatido en el suelo mojado y sucio y sus lágrimas salieron, despacio, bañando su rostro, sin que de su boca saliera un solo sollozo.

Pasaron horas sin moverse del sitio, sin darse ni cuenta de lo que pasaba a su lado. El trajín de la gen-te, yendo y viniendo buscando a sus seres queridos, sus gritos, sus llantos de tristeza o alegría, nada llamaba su atención, su mente solo veía una imagen fija, su madre en el puesto de la plaza y su padre detrás de ella cuidando las cestas que contenían la fruta.

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Cuento

El sol se fue escondiendo, entre nubarrones rojos y la maestra Tiana, junto con algunos mayores, comenzaron a llamar a los niños intentando reagruparlos y organizar un lugar donde pasar la noche. Todos estuvieron de acuerdo en recoger cualquier cosa que pudiera serles útil y dirigirse a lo alto de la colina, el único lugar que había podido protegerles de los efectos de la ola. allí pasaron la noche, arropándose con las pocas ropas que pudieron encontrar, abrazados unos a otros, rendidos por la angustia de las horas pasadas.

En los días sucesivos fueron llegando ayudas del interior del país, que no había sido tan afectado por el tsunami, máquinas que comenzaron a remover escombros, intentando despejar los caminos y carreteras, camiones con mantas, tiendas de campaña, agua, algo de comida,. Pasada una semana, co-menzaron a organizar la evacuación de los supervivientes del pueblo. los llevaron a un polideportivo de un pueblo cercano, donde habían habilitado colchones en el suelo. allí permanecieron bastantes días, hasta que los que tenían familia en otros lugares del país, fueron abandonando el polideportivo. los demás siguieron allí, a la espera de una solución, de momento incierta, pues el caos se había apo-derado de toda esa zona del país.

mientras tanto, en un lugar muy cercano, en un pueblo de la costa gallega, muy cerca de Portugal, un niño feliz, llamado antón, acudía cada mañana a la escuela con sus amigos, para aprender a leer y po-der descifrar los cuentos que desde que tenía un año, su abuelo le compraba cada semana y, a veces, le leía sentados en una gran roca mirando al mar. Cada tarde, después de las clases, iban a jugar a la playa, a veces con la pelota, a veces a recoger conchas o pescar cangrejos.

una día, de esos que dedicaban a perseguir a los cangrejos entre las piedras, antón vio algo que pa-recía un árbol, entre las rocas. un tronco machacado, con algunas ramas lacias y rotas. se acercó para verlo más de cerca y pudo comprobar que, en efecto, era un árbol desconocido para él. En el tronco había unas letras grabadas, s,u,m. Tiró con todas sus fuerzas para sacarlo de las rocas y en ese force-jeo algo llamó su atención. Enganchado a una de las ramas había un trozo de papel, que parecía cartón

Cuento

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mojado con algunas palabras. al sacarlo pudo comprobar que era un trozo de la pasta de algún libro, que, si ya supiera leer, podría entender su significado.

apartó el tronco lo más que pudo del empuje de las olas, y se llevó el trozo de papel. Cuando llegó a la casa, buscó impaciente al abuelo y le contó lo que había encontrado. El abuelo cogió con cuidado el resto del libro, que antón le dio y leyó en voz alta: “Historia del archipiélago, parte iV, bali”. El niño no entendía a qué historia se refería, pero su abuelo le explicó que esa isla estaba en indonesia, ese lugar del que tanto habían hablado las noticias en los meses pasados, debido al terrible tsunami.

Cuando su padre llegó de trabajar, insistió para que le acompañara hasta la playa. llegaron a las rocas y su padre sacó el tronco, observó el árbol con detenimiento, vio el nombre grabado y le comentó a su hijo que aquello era un santol, un frutal nada común en la zona y que, inexplicablemente, habría sido arrastrado por las corrientes desde algún lugar muy lejano. Eso, unido al fragmento de libro que aludía a la historia de bali en indonesia, puso a los tres, padre, abuelo y el propio antón, a formular todo tipo de teorías y elucubraciones sobre el origen del árbol y el significado de las letras grabadas en él. lo llevaron a casa y el padre preparó un hoyo en la parte trasera de jardín con la esperanza de que el tronco malherido, renaciera en la tierra húmeda. Después comenzaron en la casa una búsqueda intensa, con la ayuda de internet, del lugar exacto del globo donde se encontraba indonesia y concretamente la región de bali. Con las letras del tronco no tuvieron mucho éxito y llegaron a la conclusión de que tendría que ser un nombre propio de una persona, mascota o lugar desconocido para ellos.

a la mañana siguiente antón, nada más levantarse, salió corriendo a ver el árbol al jardín. su padre ya se le había adelantado y se encontraba allí, regando el hoyo y enderezando el tronco, que no tenía un aspecto demasiado saludable. antón tuvo que ir a la escuela y su padre a trabajar, pero los dos no dejaron de darle vueltas, durante todo el día, a la procedencia del árbol arrastrado por las corrientes y su fragmento de libro, pegado a él como si de un mensaje se tratara.

De nuevo en casa, el padre de antón, le explicó las averiguaciones que había hecho respecto del árbol y todo indicaba que podría haber sido arrastrado por el tsunami que arrasó la región, aunque le cos-

Cuento

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taba creer que las corrientes marinas le hubieran llevado hasta allí. no contento con eso, padre e hijo, pasaron gran parte de la tarde y de la noche, revisando toda la documentación que había en internet sobre el tsunami y las zonas afectadas. Desde luego había hecho grandes destrozos en bali, pero no tenían más datos sobre el lugar concreto donde podía haber estado plantado el árbol o quien pudo ser su dueño, así como el origen del libro, cuya portada había cruzado, seguramente, miles de millas siguiendo un camino caprichoso, para llegar hasta allí.

Como última pesquisa pusieron las letras grabadas en el tronco, sum, para ver si daban algún resul-tado. Cuál no sería su sorpresa al aparecer unas cuantas referencias, que parecían indicar que sum era un nombre propio, común en algunas zonas de indonesia y australia. buscaron si en algún artículo referente al tsunami, aparecía alguien con ese nombre, sin ningún resultado. Probaron si existía algún listado de afectados, desaparecidos o víctimas del tsunami, y por ahí se abrió otra línea de esperanza. Existían multitud de entradas con listados por zonas devastadas. Eso les llevó bastante tiempo, pero las horas pasaban a toda velocidad, enfrascados como estaban en la búsqueda. En una lista de refu-giados de bali, aparecieron tres personas que se llamaban o apellidaban sum, uno de sesenta y cinco años, una señora de treinta y siete y un niño de cuatro. los tres provenían de la misma zona y habían ido a parar a un polideportivo de un pueblo cercano. ahí terminaba la pista.

lo dejaron hasta el día siguiente, pero no contentos con haber llegado hasta ahí, el padre de antón se puso en contacto con un amigo suyo de la Cruz roja, que a su vez llamó a otro amigo de la ayuda para el sudeste asiático y entre todos localizaron a los tres sum, que aparecían en la lista. El señor mayor había regresado a su pueblo natal, la señora había ido a vivir con unos familiares en la isla de Java y el pequeño sum vivía en un centro de acogida, abierto por el gobierno de la isla para los niños que habían quedado sin familia.

se pusieron manos a la obra y contactaron con los responsables del centro, para invitar al pequeño sum a pasar el verano en la costa de un lugar muy, muy lejano llamado España y poder olvidar por un tiempo, al menos, las imágenes de su pueblo y su costa arrasadas por la gran ola.

Cuento

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Resultó bastante engorroso arreglar todos los trámites, para que pudiera viajar, pero finalmente llegó el día esperado. antón y su familia fueron hasta el aeropuerto para recibir a sum, un tanto sorpren-dido por todo lo que veía, el viaje en avión y una familia con cara sonriente que le saludaba desde detrás de las puertas de llegadas del aeropuerto, como si le conocieran de toda la vida. sum cruzó la puerta, con su cartelito colgado del cuello, acompañado por una azafata y ambos se dirigieron hacia la familia de antón, que también portaba un cartelito con el nombre. le abrazaron uno por uno y, acto seguido, antón le enseñó el trozo de papel del libro que había llegado con el árbol. a sum se le humedecieron los ojos y supo desde ese mismo momento, que ese encuentro iba a tener un significa-do muy especial. recogieron sus cosas y se fueron hacia el pueblo. Cuando llegaron a la casa, todos intentaban explicarle algo en un lenguaje demasiado difícil para él, pero antón cogió su mano y le llevó al patio. allí se encontró de frente a su árbol favorito, que ya había prendido y estaba frondoso y con unas flores que pronto darían sus frutos.

su nombre seguía allí grabado en el tronco, como cuando aún daba su exquisito santol en el patio de su casa.

De las pocas palabras que había aprendido durante el viaje, solo una le parecía que podía expresar lo que sentía en ese momento: “grazciars”, pronunció con un acento que a todos hizo reir.

sum pasó un verano feliz, jugando con antón y sus amigos, pescando, nadando y….regando su árbol. Cuando se acercaba el final del verano, pensó en cortar una pequeña rama del santol para llevársela a su país y plantarla en lo que fuera su nuevo hogar allí.

¿o tal vez, ya había encontrado su hogar?

Pablo de la Cruz Rodríguez, Javier de la Cruz Rodríguez,Maribel Rodríguez Hernández y Jacinto de la Cruz García.