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DIANA OBREGON TORRES* SOCIOLOGÍA: DE LA PALABRA AL CONCEPTO (UNA HIPÓTESIS SOBRE LA CONSTITUCIÓN DE LA SOCIOLOGÍA COMO CIENCIA EN COLOMBIA)' k * * INTRODUCCIÓN Este ensayo no pretende ser una historia de la sociolog ía en Colombia. Existen ya algu- nos trabajos en este sentido que, aunque parciales, en su conjunto ofrecen un panorama general de los principales hitos que han marcado la historia de estas disciplina. Tampoco pretende ser una crítica sistemática de esos trabajos, aunque se distancie de ellos tanto en el estado de la exposición como en el contenido. Ellos coinciden en el establecimiento de las "etapas de desarrollo" de la sociología en Colombia, que podrían resumirse así: una primera etapa (la de los "precursores") de 1882 a 1959, que tendría sus raíces en la sociología europea y estaría "centrada en esfuerzos de institucionalización en la cátedra universitaria, especialmente en facultades de derecho y educación" (Parra 1985: 177). Una segunda etapa (la de la institucionalización) de 1959 a 1968 que estaría marcada por la fundación de facultades de sociología (la de la Universidad Nacional entre otras) y por la aparición de la profesión y el oficio de sociólogo. En esta etapa la sociología habría pasa- do de la "influencia" europea a la "influencia" norteamericana. Una tercera etapa de 1968 en adelante que para algunos (Parra: 178) es la etapa de la "desinstitucionalización" (por- que significó la "fragmentación de orientaciones teóricas", un "agudo proceso de enclaus- tramiento de la actividad sociológica universitaria" y un conflicto cada vez mayor de la so- ciología con el estado). Para otros (Hernández 1983:117) esta etapa se caracteriza por la redefinición de las relaciones entre sociología y política. La sociología será entendida como un "elemento de soberanía nacional", por contraposición al momento anterior en que era concebida como un mero instrumento de una transformación social pensada y de- finida por centros de poder situados fuera del país. Otro grupo de trabajos coincide con una sola excepción (Hernández 1982:69) (1), en la designación de una serie de nombres ilustres como precursores de la disciplina. Estos precursores van desde Manuel Ancízar de la Comisión Corográfica (1849-1859) hasta Luis López de Mesa (médico y ministro de educación nacional en 1934) pasando por Sal- vador Camacho Roldan y Rafael Núñez a finales del siglo pasado. * Colciencias ** Seminario internacional sobre la dinámica de las disciplinas científicas en la periferia. (1) Miguel Ángel Hernández examina la breve irrupción de la sociología en el ámbito nacional en 1882 para señalar que ésta fue una "ocasión perdida" y que "no posibilitó continuidad ni tradi- ción". 71

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  • DIANA OBREGON TORRES*

    SOCIOLOGA: DE LA PALABRA AL CONCEPTO

    (UNA HIPTESIS SOBRE LA CONSTITUCIN DE LA S O C I O L O G A COMO CIENCIA

    EN COLOMBIA)' k * *

    INTRODUCCIN

    Este ensayo no pretende ser una historia de la sociolog a en Colombia. Existen ya algu-nos trabajos en este sentido que, aunque parciales, en su conjunto ofrecen un panorama general de los principales hitos que han marcado la historia de estas disciplina. Tampoco pretende ser una crtica sistemtica de esos trabajos, aunque se distancie de ellos tanto en el estado de la exposicin como en el contenido. Ellos coinciden en el establecimiento de las "etapas de desarrollo" de la sociologa en Colombia, que podran resumirse as: una primera etapa (la de los "precursores") de 1882 a 1959, que tendra sus races en la sociologa europea y estara "centrada en esfuerzos de institucionalizacin en la ctedra universitaria, especialmente en facultades de derecho y educacin" (Parra 1985: 177). Una segunda etapa (la de la institucionalizacin) de 1959 a 1968 que estara marcada por la fundacin de facultades de sociologa (la de la Universidad Nacional entre otras) y por la aparicin de la profesin y el oficio de socilogo. En esta etapa la sociologa habra pasa-do de la "influencia" europea a la "influencia" norteamericana. Una tercera etapa de 1968 en adelante que para algunos (Parra: 178) es la etapa de la "desinstitucionalizacin" (por-que signific la "fragmentacin de orientaciones tericas", un "agudo proceso de enclaus-tramiento de la actividad sociolgica universitaria" y un conflicto cada vez mayor de la so-ciologa con el estado). Para otros (Hernndez 1983:117) esta etapa se caracteriza por la redefinicin de las relaciones entre sociologa y poltica. La sociologa ser entendida como un "elemento de soberana nacional", por contraposicin al momento anterior en que era concebida como un mero instrumento de una transformacin social pensada y de-finida por centros de poder situados fuera del pas.

    Otro grupo de trabajos coincide con una sola excepcin (Hernndez 1982:69) (1), en la designacin de una serie de nombres ilustres como precursores de la disciplina. Estos precursores van desde Manuel Anczar de la Comisin Corogrfica (1849-1859) hasta Luis Lpez de Mesa (mdico y ministro de educacin nacional en 1934) pasando por Sal-vador Camacho Roldan y Rafael Nez a finales del siglo pasado.

    * Colciencias ** Seminario internacional sobre la dinmica de las disciplinas cientficas en la periferia.

    (1) Miguel ngel Hernndez examina la breve irrupcin de la sociologa en el mbito nacional en 1882 para sealar que sta fue una "ocasin perdida" y que "no posibilit continuidad ni tradi-cin".

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  • La mayora de estos trabajos (tanto los del primer grupo, como los del segundo) ha colo-cado su atencin en aspectos externos a la misma ciencia sociolgica. Hernndez Lara se interesa por las relaciones entre sociologa y sociedad, destacando la existencia o no de un "ambiente favorable" para el surgimiento y desarrollo de la disciplina. Catao se ocupa de las relaciones entre la sociologa y el estado y Restrepo hace una historia del Departa-mento de Sociologa de la Universidad Nacional; Parra intenta develar el proceso de insti-tucionalizacin y de formacin de una "comunidad cientfica". Pero lo que no se ha exami-nado son las caractersticas de ese discurso sociolgico que se abre paso hacia 1959. Se ha descuidado el hecho de que los trabajos que inauguran el perodo de la sociologa po-sitiva en Colombia (La violencia en Colombia, la proletarizacin de Bogot, Campesinos de los Andes) tienen una y slo una relacin con la tradicin llamada "Sociolgica": criticar esa tradicin, diferenciarse de ella. Hacia 1959 con el comienzo de la institucionalizacin de la sociologa se hace evidente un proceso de ruptura con todo el conjunto de discursos pretendida y presuntuosamente sociolgicos, encarnados en "la obra" de Luis Lpez de Mesa.

    Esta es, en resumen, la hiptesis que esbozar en este trabajo. Con ello, he pretendido interpretar el espritu de este seminario. En primer lugar, evitando la sola referencia a he-chos de orden externo, intento hacer una crtica a lo que dentro de nuestra cultura teco-crtica se ha denominado "transferencia de conocimiento". En segundo lugar, examinan-do en su contenido algunos textos significativos para buscar relaciones conceptuales en-tre unos y otros, pretendo criticar, de paso, ciertas tradiciones de historia de las ideas dedi-cadas a la bsqueda de "influencias" de un autor en otro.

    Aparicin de un nombre

    La palabra "sociologa" circula en Colombia desde finales del siglo XIX. Efectivamente, el discurso de Salvador Camacho Roldan ledo en la sesin solemne de la Universidad Nacional, para la distribucin de premios a los alumnos, el 10 de diciembre de 1882 intro-duce tal palabra en el vocabulario poltico y acadmico de la poca.

    "En esta vez, el Consejo Acadmico (...) ha querido que desde la tribuna de la Universi-dad Nacional, y por conducto de este distinguido auditorio, a toda la nacin se hable de una nueva ciencia cuyo estudio ha empezado entre nosotros en este mismo ao; la que se refiere a las leyes que, por medio de las tendencias sociales del hombre, presiden el desa-rrollo histrico de los seres colectivos llamados naciones; de la sociologa, esa nueva rama de la filosofa (...)" (Camacho 1882:1).

    Este hecho, revestido de una solemnidad inaugural, ha permitido establecer con toda nitidez, la fecha y hora del nacimiento de la disciplina sociolgica en nuestro pas. Hom-bres como Camacho Roldan o Rafael Nez, quienes iniciaron entonces lo que se llam un "debate cientfico", son considerados precursores. Se estudian sus textos para encon-trar en ellos la prefiguracin de los conceptos que maneja la sociologa contempornea (Uribe 1982: 37) y se traza una lnea de continuidad que va de ellos a nosotros sin distin-cin de planos. Los problemas que entonces se planteaban son vistos como "los proble-mas que, en todo momento, aborda la sociologa" (Henao 1982: 66).

    Sin embargo, para una historia clnica, que se ocupe tanto de los contenidos como d-los hechos formales, el problema no resulta tan sencillo. La aparicin de la palabra "socio-loga" no necesariamente significa que nos encontremos ante el nacimiento de la sociolo-ga como disciplina cientfica. Es preciso examinar detenidamente tanto el contenido de esta nocin como la funcin que cumple en el conjunto de discursos en el que se ubica.

    Detengmonos en algunos elementos del contenido. La sociologa se define como el estudio de las "leyes fisiolgicas que presiden eternamente a la vida de los eres colectivos como a la de los seres individuales". El "teatro de los estudios sociolgicos" consiste en la

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  • investigacin de las costumbres que se forman "por un procedimiento semejante al de la precipitacin inconsciente de las molculas slidas al fondo de los lquidos" (Camacho 1882:2). Las naciones se designan como "organismos" que, como todos los organismos vivos, crecen, se multiplican, llegan a la virilidad y luego se descomponen y mueren. Esta es la ley de la evolucin que "impera del mismo modo sobre los individuos y sobre la socie-dad, compuesta de una aglomeracin de los primeros" (Camacho 1882:8). Este es un len-guaje que no tiene nada que ver con el lenguaje de la sociologa contempornea. La me-tfora biolgica sirve como imagen recurrente. Los ecos de las ciencias naturales son evi-dentes. Tanto el concepto de sociologa como el de sociedad se extraen, a travs del evo-lucionismo de Spencer, de las ciencias naturales. Ahora bien, este contagio de cientifici-dad, de ciencias ya constituidas o en vas de constitucin, se busca con fines de orden prctico. La "nueva ciencia" constituye un argumento poltico para legitimar la libre empre-sa, la organizacin de milicias nacionales, la propiedad privada, la concurrencia. A partir de 1882, la palabra sociologa pasar a formar parte del lenguaje poltico y acadmico de una lite intelectual que es al mismo tiempo una clase burguesa terrateniente que maneja el pas. En este momento, el lenguaje de la academia es el lenguaje de la poltica y el len-guaje poltico es un lenguaje acadmico. No existe ninguna diferencia. Para estos pro-hombres liberales, radicales o conservadores del siglo XIX empeados en el proyecto de construccin de un estado nacional, la sociologa forma parte desu arsenal ideolgico, forma parte de esa "gran cultura europea" que se toma en prstamo y sirve como repre-sentacin y explicacin de una serie de sucesos y experiencias que les son contempor-neas. Esta es la funcin que cumple entonces la sociologa: legitimar una prctica poltica que conducir a la conformacin de un estado. Se invoca a la "nueva ciencia" como un ar-gumento poltico. Se acude al prestigio de Spencer o de Comte de Rousseau o de Mon-tesquieu para legitimar una accin. Qu mejor argumento que una accin poltica basada en razonamientos pretendidamente cientficos! La ciencia y la tcnica, el progreso y la in-dustria, el capital y el estado son los grandes sueos de estos hombres del siglo XIX. La sociologa no es ms que un pretexto en manos de aquellos publicistas de la ciencia. Han asumido la ideologa de la ciencia, pero desconocen sus mtodos y sus normas de verifi-cacin.

    Las preguntas que se formula esta sociologa son preguntas que hoy no se formulan. El problema del "orden" es una obsesin. Se espera que la sociologa de una respuesta a la pregunta de por qu el pas no ha podido "fundar un orden" (Nez 1882:31). Pero tam-bin se espera de ella que ensee el "espritu de tolerancia" y que ayude a "reformar el cri-terio predominante" en poltica, a saber, el dogmatismo. Pero, de dnde ha surgido esta nocin de orden? Desde la historia natural se supone que existe un "orden" en la naturale-za. Si la naturaleza tiene un orden (lo que hace posible la clasificacin en gneros y espe-cies) tambin la sociedad debe tener un "orden natural". Es preciso construir ese orden. De nuevo la metfora, esta vez la metfora naturalista. No hay diferencia entre naturaleza y sociedad. Es ms, el concepto de sociedad no existe. Si se puede hablar de la sociologa como de una "historia natural" de las sociedades (Nez 1882:24) es porque la sociedad no es ms que una prolongacin de la naturaleza. Las relaciones especficamente socia-les no existen: "lo social" es lo natural en el hombre y al contrario. Por ello, la "evolucin" de los "seres colectivos llamados naciones" forma parte de la general evolucin de todas las cosas de la naturaleza. Esta es una ideologa que, como dira Canguilhem (1982) no tiene uno sino muchos ejes. Toma elementos de diversas tradiciones de edad diferente: la his-toria natural y la mecnica del siglo XVIIl, la biologa del siglo XIX.

    Ahora bien, la pregunta que hay que responder es la siguiente: puede este conjunto de discursos formados por conceptos y nociones de origen tan diverso y tan equvoco y que cumplen una funcin ideolgica precisa, considerarse prefiguraciones de la sociologa de hoy? La respuesta es no. Sus nociones y conceptos pertenecen a otro sistema de concep-tos que no es el de la sociologa contempornea. Aunque a veces empleen palabras que no son familiares, el significado de las mismas resulta diferente. Ni Camacho Roldan, ni Rafael Nez son precursores de la sociologa de hoy. Ellos son hombres de su tiempo y no nos est permitido extraerios de su contexto histrico para forzarlos a hablar un len-

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  • guaje que no era el suyo. De tal manera que, a este respecto, el siglo XIX nos ha dejado un legado de orden verbal: la palabra sociologa.

    De la disertacin a la sociologa

    Durante la primera mitad del siglo XX esta palabra tendr los ms diversos contenidos segn las ms diversas interpretaciones: desde una suerte de "sociologa jurdica" ense-ada por abogados en las facultades de derecho, hasta la llamada "sociologa catlica" que trata de poner en prctica la "doctrina social catlica" de la Iglesia. Pero durante este tiempo, alguien -ms que ningn otro (Uribe 1985:191)- reclamaba para si el nombre de socilogo: Luis Lpez de Mesa. Este mdico produjo durante cincuenta aos (1915-1965) un gran conjunto de discursos que circularon con el nombre de sociologa: Disertacin so-ciolgica (1939), Escrutinio Sociolgico de la historia colombiana (1955), Sociolog a y filo-sofa de la historia (1963). Ms adelante volver sobre las caractersticas de esta presun-ta sociologa.

    A finales de los aos cincuenta se producen acontecimientos que marcan la ruptura y que conducirn a la fundacin de la facultad de Sociologa de la Universidad Nacional y a la institucionalizacin de la sociologa como profesin y como oficio. Aqu no me interesa seguir esta recorrido institucional sino ms bien develar el proceso de orden conceptual que hizo posible tal institucionalizacin. La ruptura se produce con el trabajo "Campesinos de los Andes" (1955) de Criando Fals Borda, texto que resultar completamente revolu-cionario en el contexto intelectual de la poca y que no tiene antecedentes ms all del tra-bajo realizado por Lynn Smith, Justo Daz y Roberto Garca en 1945: "Tabio, estudio de la organizacin social rural" (2). Si se relaciona con esa tradicin supuestamente sociolgi-ca, encarnada en Lpez de Mesa, es slo para debatir con ella: su contenido, sus mto-dos, su lenguaje lo ubican en un sistema conceptual completamente diferente. En adelan-te, me propongo esbozar una hiptesis acerca del proceso interno de constitucin de la sociologa como ciencia que es al mismo tiempo el proceso de destitucin de una ideolo-ga: la sociologa presunta y presuntuosa de Lpez de Mesa.

    Para comenzar, dir que en "Campesinos de los Andes" aparecen unos lmites estable-cidos claramente desde el subttulo: se trata del "estudio sociolgico de Sauco". En el prlogo a la edicin castellana (1961) se lee: "slo un afn me llevaba al trabajo en el terre-no: el descubrir al campesino, el palpar sus problemas y necesidades, (...) el estudiarte sin parcialidad ni prejuicio, tal como es realmente". Aqu no se tiene la pretensin de enten-derlo todo y de abarcado todo como en la "Disertacin Sociolgica". Una sola mirada a los "temas" que interesan a Lpez de Mesa (la antigedad del Nuevo Mundo; estructura, magnitudes y distancias del universo; gnesis y dinmica de nuestro sistema solar; apari-cin de las especies vivas) nos indica su total carencia de lmites. La inmensidad del mun-do aparece contenida en ese peculiar lenguaje. Es un saber amplio y extenso que consi-dera perfectamente legtimo incluir el debate sobre el origen de la vida como un problema sociolgico. Lpez de Mesa busca un acceso directo a la totalidad. Fals Borda, por el con-trario, delimita un campo de validez. Sus afirmaciones no sern ciertas de una vez y para siempre: "es indudable que Sauco ya no es el mismo que describ en las pginas de este libro".

    (2) Lynn Smith, profesor de la Universidad de Florida, asesor del departmento de Estado de los Es-tados Unidos para asuntos rurales latinoamericanos, fue profesor del departamento de Sociolo-ga en su primera etapa y constituye uno de los ejemplos de cmo la investigacin para el control de los procesos sociales latinoamericanos era de inters estratgico para los Estados Unidos. Desde el tiempo de la revolucin china (1949) la preocupacin por el problema rural en los pa-ses llamados "subdesarrollados" obedeca a necesidades de prevencin y de control social. Ms adelante volver sobre este aspecto.

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  • Lo que interesa a Lpez de Mesa es, justamente, lo que Fals descuida. Una ciencia ja-ms aparece en el eje de la ideologa que suplanta, ni responde las preguntas que la ideo-loga se haca (Canguilhem 1982). Lpez de Mesa se plantea problemas que no existen para Fals: qu tipo de imaginacin europea es la ms adecuada para mejorar las caracte-rsticas de la raza; cul es el destino de la repblica; de qu manera las caractersticas del territorio determinan la "ndole psicolgica" de los habitantes. Mientras en "Campesinos de los Andes" tenemos solamente dos pginas dedicadas a describir la "Composicin ra-cial" de la poblacin, limitndose a una descripcin f'sica, en Lpez de Mesa el tema de la raza es recurrente (3). Le obsesiona el problema de la "fusin de razas". Ciertas combina-ciones raciales no las considera deseables, en cambio suea con la inmigracin europea (aria, escandinava o inglesa) y llega a establecer las proporciones en que la mezcla con el indio y el negro sera conveniente (Lpez de Mesa 1934: 96-99) (4).

    El discurso cientfico resulta de la puesta en prctica de una serie de normas de verifica-cin. El punto de partida es la crtica de las primeras impresiones. La ciencia se construye como una crtica de lo anteriormente dicho y no por la va de la acumulacin de conoci-mientos. En "Campesinos de los Andes" ello se hace explcito. Se trataba de "constatar si lo que se deca del hombre rural colombiano era cierto", de verificar la validez de nociones como la del "fondo taciturno de la raza" o la de la "debilidad del indio y su atvica tristeza" (5). Fals se desprende de ese determinismo para pensar lo social en trminos sociales. La aparente "estupidez del campesino" no es sino la propia ignorancia de las "clases altas" y las actitudes del hombre rural son tanto el producto de su interaccin y experiencia con di-chas clases, como la resultante de "factores culturales", son valores preservados por la fa-milia y no "herencias atvicas" que inevitablemente se transmitiran en la sangre (264). El estudio de Sauco es el resultado de la puesta en accin de un mtodo: "La observacin y la medicin directa de los fenmenos sociales sobre el terreno" (307). El objeto de investi-gacin se construye, no est dado de antemano: "reunir de manera objetiva toda la infor-macin (...) posible acerca de este vecindario (...) analizar los resultados y formar con ellos un estudio (...)" (309).

    Adems, existe la conviccin de que el trabajo cientfico constituye un proceso: "es po-sible que en el curso de los aos pueda ofrecer (...) las conclusiones a que logre llegar en cuanto a los principios causales de los cambios socio-culturales en nuestro medio" (Prlo-go). Existe, por dems, una clara conciencia -caracterstica de la etnologa moderna-acerca de que toda investigacin de orden social se basa en el reconocimiento de la dife-rencia cultural. Una de las tareas del investigador es "construir puentes culturales entre el campesino y el grupo educado". En este trabajo hay bsqueda explcita de formas de po-sitividad. Hay una nueva manera de mirar, de observar, de describir, de utilizar archivos y documentos. Porque no es un trabajo solamente sociolgico. Es tambin antropolgico, lingu stico, histrico. En la medida en que se aplica en profundidad sobre un problema, las fronteras entre las ciencias sociales, siempre artificales, se borran. Su cientificidad provie-ne de la confianza en un mtodo de observacin y de indagacin documental. Es un mto-do que se basta a s mismo. En cambio, la supuesta sociologa de Lpez de Mesa busca

    (3) Este es, por dems, un tema que fascin a toda una poca. Prcticamente todos los intelectua-les de los aos veinte a cincuenta tuvieron algo que decir acerca de l.

    (4) Por dems, en el estudio de Sauco la referencia a la "raza" es completamente marginal: se usa como parte de las nociones de la antropologa fsica pero no tiene ninguna otra importancia. Est enmarcado dentro de la descripcin de la poblacin que indica adems distribucin en el territorio, composicin por edades y por sexos, estado civil, condicin educativa, situacin ocu-pacional, fertilidad, mortalidad y migracin. (59-78).

    (5) Una de las "explicaciones" de esta tristeza sera la pobreza de Amrica meridional en grandes mamferos y "muy principalmente de los cuadrumanos o simios superiores" (!) (Lpez de Mesa 1934:40).

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  • su cientificidad fuera de s misma. Se nutre de ciencias laterales que le prestan -no unos conceptos, no unos mtodos- sino un lenguaje. Compara a las" masas aborgenes" con "cuerpos fsiles, no animalmente activos, no vegetales siquiera, pero mineralizados, en una esttica moral sin rumbo". Tambin las asemeja a "organismos protozoarios" que "en-durecen su exoplasma" para defenderse de un "enquistamiento" (1970:406) y considera que la "dinmica social" tiene similitudes con el "paralelogramo de las fuerzas fsicas" (81).

    Levi-Strauss (1972:323) dice que el pensamiento salvaje no distingue el momento de la observacin y el de la interpretacin. Pues bien, esta distincin, elemental para todo saber positivo, no existe para Lpez de Mesa. En su "breve interpretacin del territorio de Co-lombia" (1934:37-38) mezcla la descripcin del territorio con la "emocin del paisaje" ("sel-va y magia se confunden"); el hombre est condenado a ser un "elemento dbil" en medio de una naturaleza que lo aprisiona. La naturaleza es "enemiga", "diablica".

    Ideologa y Ciencia

    El problema que queda finalmente por resolver es el siguiente: es leg timo incluir dentro de una historia de la sociologa a ese conjunto de discursos que reclamaban para si el nombre de ciencia? Si la historia de la ciencia ha de concebirse como una historia de "he-chos de verdad", desde luego esta ideologa no debera incluirse. Pero si la historia de la ciencia se entiende como una historia crtica, las ideologas han de incluirse. Slo que esta inclusin debe hacerse sobre planos diferentes. No se trata de oponer ingenuamente ideologa y ciencia. Por el contrario. Podemos muy bien designar los trabajos de Lpez de Mesa con el concepto de "ideologa cientfica" descrito por Canguilhem (1982:5-10). La ideologa cientfica cumple la funcin de la ciencia porque no existe una ciencia que ocupe su lugar. La ideologa cientfica toma prestada su supuesta cientificidad de otras ciencias ya constituidas. Ella se nutre del prestigio de la ciencia, por eso adopta su lenguaje. Ahora bien, la aparicin de un discurso cientfico como "Campesinos de los Andes" convierte au-tomticamente los trabajos de Lpez de Mesa en ideologa. Es en su desaparicin como supuesta ciencia cuando cabe designarlos como ideologa.

    En el establecimiento del proceso histrico de constitucin de una ciencia es necesario efectuar una doble operacin: hay que separar ideolog a y ciencia, pero tambin hay que unirlas. Al separar se est evitando buscar en una ciencia elementos, aparentemente con-servados, de la ideologa desplazada por ella; (no resulta legtimo colocar en la misma l-nea de continuidad el trabajo de Lpez de Mesa y el de Fals Borda). Al unirse acepta el he-cho de que la constitucin de una ciencia se produce por oposicin a una ideologa que la ha suplantado, ideolog ia que anteriormente ocupaba su lugar. Ahora bien, si de la historia de la sociolog a se omite esa tradicin en contra de la cual se constituy como ciencia, se corre el peligro de concebir la ciencia como una construccin definitiva y acabada desde siempre. La ciencia sera aquella verdad que brota entera, rompiendo las ataduras de la ignorancia. En una palbra, la sociologa no tendra una historia. Y esta manera de enten-der la ciencia constituye hoy una ideologa corriente. De esta manera, el discurso preten-didamente cientfico de Lpez de Mesa ocupa un lugar en la historia de las ciencias socia-les en Colombia: no en un plano de cientificidad sino en el nivel de las ideologas cientfi-cas.

    La Sociologa como tcnicas

    Finalmente, nada de lo anterior debe hacer pensar que la sociologa positiva que nace hacia 1959 est desprovista de intereses por contraposicin a la "sociologa ideolgica" del siglo XIX o la "ideologa sociolgica" de Lpez de Mesa. Por el contrario. Esta sociolo-ga positiva se pertila claramente como una tcnica de control social. De la ideologa del "orden social" en el siglo pasado se ha pasado a la ideologa del "cambio social" en los aos cincuenta. En el primer caso se trataba de construir estructuras estables. En el se-

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  • gundo, se trata de trarisformar las estructuras existentes. De una manera aparentemente sbita la sociologa aparece como "el remedio" que el pas necesita. Pero en esta ideolo-ga del "cambio social" confluyen muchos intereses diversos: el estado colombiano, la iglesia catlica, el departamento de estado norteamericano.

    La fundacin de la facultad de sociologa es impulsada por el estado; fundaciones nor-teamericanas aportan dinero y profesores; obispos, monseores y ministros de estado asisten a la inauguracin del primer congreso de sociologa. El socilogo se percibe a s mismo como "tcnico" que pondr su saber cientfico al servicio de la transformacin so-cial. (Fals Borda asesora al Ministerio de Agricultura y contribuye a trazar los primeros pla-nes de reforma agraria; Camilo Torres, quien despus sera el "cura guerrillero", concibe la estrategia de la "accin comunal"). La sociologa garantizar que estas transformacio-nes se hagan sin mayores traumatismos. La accin del socilogo ser una "accin tcni-ca" basada en conocimiento cientfico; por tanto estar al servicio de la "pura objetividad". La sociologa entonces se parece ms a la ingeniera o la medicina que a la filosofa. Est muy lejos el sueo de Lpez de Mesa y sus preguntas por el "destino de Iberoamrica", Esta sociologa que se ufana de haber limpiado todas las "impurezas ideolgicas" del pa-sado, no ha hecho ms que separar dos momentos: el momento de la observacin y el de la accin (el momento de la ciencia y el momento de la tcnica). Por ello es una sociologa estrictamente positiva. Cree que la poltica no es sino una tcnica, pero se inscribe dentro de una ideologa ms amplia, de la cual ella no es ms que un instrumento.

    Este sueo positivista no durara mucho. Pronto, esta concepcin y esta prctica de la sociologa entrara en crisis. La "accin ilustrada" encontrara demasiados obstculos. ("Qu hacer con las clases dirigentes en Colombia?" se preguntaba Fals en 1961 para responderse cinco aos despus que no haba nada que hacer). Los socilogos ya no es-taban dispuestos a jugar un papel subordinado en unas estrategias investigativas y polti-cas trazadas por fuera del pas. La crisis se resuelve en 1968 cuando se produce una nue-va ruptura: esta vez con el modelo positivo. En adelante, la sociolog a ya no ser un instru-mento de la dominacin neocolonial. Se redefinen las relaciones entre la sociologa y la poltica para concebir a aquella como un elemento de la soberana nacional. La accin ahora se concibe en forma terica y las tareas tericas se asumen con sus implicaciones pol ticas, Pero el examen de esta nueva discontinuidad no es el propsito del presente tra-bajo.

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