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F ue en los A ños c incuenta F ue en los A ños c incuenta 3 40 40 Aniversario TAJAMAR Aniversario TAJAMAR

3 Fue en los Años cincuenta - Tajamar · letras de Pepe Marchena, Juanito Valderrama, Antoñita More no, Manolo Caracol, Carmen Morell, Antonio Molina, Luisa Ortega… Tiempos en

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Fue en los Años cincuentaFue en los Años cincuenta

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de siglo, cuando Pío Barojahacía circular a sus personajes“entre los tejares del barrio deDoña Carlota”, desde donde, alanochecer, “Madrid brotabapor encima de las frondas delRetiro”, mientras “sonaban lasesquilas de algunos rebaños”,hasta los años veintitantos, enque el joven sacerdoteJosemaría Escrivá de Ba la guerafincaba los cimientos delOpus Dei entre los pobres y losenfermos de la periferia madri-leña, Vallecas apenas habíacambiado, no se puede decir lomismo de lo ocurrido en esteúltimo medio siglo, en el que latransformación, por susdimensiones urbanas y socioló-gicas, más se parece a unarevolución que a un simplecambio. Y Tajamar, plantadoen el corazón de Vallecas, estáprecisamente en el núcleo cen-tral de ese cambio revoluciona-rio, que también protagoniza.

Para “Vallecas City, ciu-

dad fronteriza”, como denomi-naban los castizos al territoriomarcado por el puente deladrillo de los Tres Ojos, losaños cincuenta eran duros,pero esperanzadores. Tiemposen los que, mientras desapa-recían las cartillas de raciona-

miento y las tarjetas de fuma-dor, se salía adelante con sema-nas de seis días laborales y jor-nadas de ocho horas largas,menos el sábado, que era decuatro. Tiempos de alpargata y

de pasión por el fútbol, cuandomayores y pequeños corríantodos tras un balón por solares,desmontes y descampados,soñaban con las proezas deKubala y Di Stefano y no para-ban de recordar el mítico gol deZarra a la pérfida Albión en el

estadio brasileño de Maracaná.Tiempos en los que una tardede felicidad en pandilla costa-ba tres pesetas por cabeza enun bar: dos cincuenta el boca-dillo de calamares y cincuenta

En la recta final de sumedio siglo de existen-cia Tajamar sigue sien-

do, como decía un veterano dela primera promoción, “unasiembra de paz y de alegría,larga y ancha hasta perderla devista”.

La transformación deVallecas en este medio siglo hasido tan espectacular que,incluso a aquellos que hanvivido “los años cincuenta”como niños o adolescentes, lesresulta difícil rememorarlos. Yno digamos ya a sus hijos y asus nietos, dispuestos siemprea cortar el rollo en cuantoalguien les viene con la nostal-gia de una memoria evocado-ra y costumbrista. “Puesbueno, pues vale” suelen decirpara pasar página.

Pero es verdad: el cam-bio fue vertiginoso, y salta a lavista en cualquier recorridofotográfico. Si desde primeros

Tajamar está en el epicentro

del cambio espectacular de

Vallecas, que también ha

protagonizado… Pocos

entendían en el Madrid de

los años cincuenta la

creación de un centro

educativo en una

altiplanicie periférica,

rodeada únicamente de

descampados y chabolas,

donde malvivían familias

enteras sin disfrutar de

servicios básicos como la

luz, el agua corriente o el

alcantarillado.

F u e e n l o s a ñ o s c i n c u e n t aF u e e n l o s a ñ o s c i n c u e n t a 4040AniversarioT A J A M A RAniversarioT A J A M A R

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Los años cincuenta, duros pero esperanzadores.

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pitante, parte esencial deVallecas y expresión cuajadade las ilusiones y esfuerzos devarias generaciones de alum-nos, de profesores y de fami-lias, que no dejan de cuidar susraíces para que Tajamar –unvalioso fondo común– se sigamanteniendo como hilo con-ductor permanente en la evo-lución marcada por los cam-bios. Porque, como escribíaaquel cronista del diario“Marca”, que el 19 de octubrede 1957 sacó por vez primeraen los papeles a Tajamar–entonces casi un ente de fic-ción– sus horizontes son“muy amplios”.

Superado geográfica-mente por el desbordamientourbano de calles y avenidas ypor el trazado de las másmodernas vías de comunica-ción, hoy el Tajamar soñadoprimero en unos planos yluego en una maqueta que a lolargo de los cursos tomaba

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céntimos para rondas de vino ygaseosa. Tiempos de comuni-caciones lentas y difíciles, enlos que la Puerta del Sol estabacasi en la Patagonia e “ir al cen-tro” era casi una expedición, yen los que los billetes reduci-dos de ida y vuelta se despa-chaban en el metro sólo hastalas diez de la mañana. Tiempos

de radio a todo gas, con mediaEspaña pendiente del fútbol y

las quinielas, la otra media delos concursos y los seriales, yunos y otros de las voces y lasletras de Pepe Marchena,Juanito Valderrama, AntoñitaMore no, Manolo Caracol,Carmen Morell , AntonioMolina, Luisa Ortega…Tiempos en los que la geo-grafía de Europa se conocía por

los desplazamientos del RealMadrid y las declaraciones de

don Santiago Bernabéu, y enlos que los periódicos empeza-ban a hablar de las huelgascomo “desórdenes socialespúblicos”, se producían pelícu-las como “Surcos”, sobre unMadrid suburbial y miserable,y el dibujante Mingote sem-braba la inquietud entre losGun di salvos graníticos…

En este Vallecas, queentonces se acercaba a los tres-cientos mil habitantes y queacabaría por llegar al mediomillón, y en estos años, viene almundo Tajamar, primero comoun sueño agradecido; después,como una realidad que se hacecamino al andar, a derecha y aizquierda de la Avenida de laAlbufera, en plena calle odonde se encuentra el cobijoindispensable; luego como unafuerza de la Naturaleza, con elepicentro en el cerro del tíoFelipe o de Pío Felipe, algo másque una calle; y desde enton-ces, un organismo vivo y pal-

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Un Madrid suburbial y miserable, donde una tarde de felicidad en pandilla costaba pocas pese-tas.

Los contrastes: frente al Madrid pujante, Vallecas era un submundo que no contaba aún para lasestadísticas ni la planificación.

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Una Ilusiónde FamiliaUna Ilusiónde Familia

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cuerpo en la imaginación detodos antes de convertirse enrealidad tangible de construc-ciones y espacios libres, alritmo de unas fases impuestaspor las necesidades y los recur-sos, sigue siendo el mismo. Susecreto, como nadie ignora enVallecas, está en sus hondasraíces. Un secreto que vio a lasprimeras de cambio el directordel Insti tuto TécnicoArgentino, de religión judía,que, por indicación de unosconocidos de la OIT(Organización Internacionaldel Trabajo), llegó a Vallecas enbúsqueda de las últimas expe-riencias didácticas europeas, ydejó escritas estas palabras enel Libro de Honor de Tajamar:“Mis mejores deseos de éxito alprimer centro con alma que hetenido la suerte de conocer”.

Que Tajamar era un cen-tro con alma lo supo todoVallecas desde el principio.Pocos entendían en el Madrid

de los años cincuenta la crea-ción de un centro educativo enuna altiplanicie periférica,rodeada únicamente de des-campados y chabolas, dondemalvivían familias enteras sindisfrutar de servicios tan bási-cos como la luz, el aguacorriente o el alcantarillado.Hoy el panorama ha cambiadogracias a una poderosa iniciati-va social llevada a término conmedios privados y públicospor gentes cuyo nivel culturaly profesional fue subiendo

paulatinamente a costa de suesfuerzo y también del sacrifi-cio de unos cuantos que estu-vieron allí, como quería el fun-dador del Opus Dei, para queel dolor se llevase con alegría,para que la pobreza desapare-ciese, para que no faltase tra-bajo, para que los hombres semirasen de tú a tú…

Tajamar –como decíauno de los primeros alumnos–es afirmación, alegría, ánimopara seguir adelante por enci-ma de dificultades y fracasos.

“En Tajamar se trabaja agusto, se nos escucha, se noscomprende, se nos quiere.Nunca se duda de la palabraque damos. Se nos cree. Aquíno tenemos reglamento, hace-mos lo que nos da la gana, perohacemos lo que tenemos quehacer. Sentimos la im presiónde haber pa sa do aquí los mejo-res años de nuestra vida”.

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Los periódicos empezaban a hablar de las huel-gas como “desórdenes sociales públicos”.

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El joven sacerdote aragonés setraslada a la capital de España,con el permiso del Arzobispode Zaragoza, para doctorarseen Derecho Civil, y desde elprimer momento no sólo pre-para esos estudios, sino que daclases de derecho en una aca-demia universitaria, se hacecargo de la capellanía delPatronato de Enfermos de laCalle Santa Engracia (disponi-ble día y noche para lo quehaga falta en cualquier centroasistencial) y recorre sin pararen verano y en invierno lossuburbios del Madrid deentonces, considerados porPeter Berglar como “el sótano”de la sociedad española, infe-rior a la “planta baja” de lospueblos misérrimos, un sub-mundo muerto incluso paralas estadísticas y la planifica-ción, en el que se manifestaba“la miseria extrema del hombreen su totalidad, el oscureci-miento y degradación del hom-bre”.

“Terminó su aprendizaje comosacerdote –concluía el historia-dor alemán– cuando empezó adescubrir, entre los que mal-vivían y morían en los tuguriosde los barrios extremos y en lassalas y pasillos de los hospita-les de Madrid, a Jesucristo en laCruz. Al arrodillarse junto a losenfermos y los moribundos seestaba arrodillando sobre elfundamento del Opus Dei,cuyos cimientos tienen ya, paratodos los tiempos, forma decruz.”

También Andrés Váz quez dePrada, otro biógrafo, le vecaminar rápido, “yendo de unlado para otro —las más de lasveces a pie, porque no teníapara el tranvía— el cuerpo des-hecho y el alma rezumandocaridad”, y nos da una precisavisión panorámica de sus reco-rridos:

“Por los contornos de la capitalpululaba un cerco proletario,

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La gente del Opus Deisabía, por oírselo decirmás de una vez a su

fundador, que la Obra habíanacido entre los pobres y losenfermos de las barriadas másextremas y de los hospitales deMadrid. Es lógico, como ocurreen cualquier familia, que loshijos traten de anticiparse a losdeseos de los padres y deganarles por la mano en losarranques de agradecimiento.Por eso en los años cincuentaera una ilusión de familia llevarcuanto antes el espíritu delOpus Dei, con iniciativas esta-bles y extensas, a aquellasbarriadas frecuentadas por elPadre desde su llegada aMadrid en 1927.

Todos los biógrafos deJosemaría Escrivá de Ba laguercoinciden en manifestar su sor-presa, gracias a datos y testi-monios obtenidos con pacien-cia, ante su formidable activi-dad apostólica en este período.

La apasionante aventura de

Tajamar tuvo su prehistoria

en los recorridos apostólicos

del Fundador del Opus Dei

por los barrios más pobres

de Madrid, y en la ilusión

de sus hijos por dar vida a

una iniciativa social, estable

y extensa, donde fuese más

necesario.

U n a i l u s i ó n d e f a m i l i aU n a i l u s i ó n d e f a m i l i a

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El Madrid de “los felices años veinte”, dondenace el Opus Dei entre sus pobres, enfermosy niños desamparados.

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ejemplo de Jesús que, durantetreinta años, permaneció enNazaret trabajando, desem-peñando un oficio. En manosde Jesús el trabajo, y un traba-jo profesional similar al quedesarrollan millones de hom-

bres en el mundo, se convierteen tarea divina, en labor reden-tora, en camino de salvación”.

“El espíritu del Opus Dei reco-

ge la realidad hermosísima–olvidada durante siglos pormuchos cristianos– de quecualquier trabajo digno y nobleen lo humano puede convertir-se en un quehacer divino. En elservicio de Dios no hay oficios

de poca categoría: todos son demucha im portancia”.

“Para amar a Dios y servirle noes necesario hacer cosas raras.

A todos los hombres sin excep-ción, Cristo les pide que seanperfectos como su Padre celes-tial es perfecto. Para la granmayoría de los hombres sersantos supone santificar el pro-pio trabajo, santificarse en sutrabajo y santificar a los demáscon el trabajo, y encontrar así aDios en el camino de susvidas.”

Entre 1928 y julio de 1936,cuando se desencadena la tre-menda guerra civil, la activi-dad apostólica de aquel jovensacerdote se mantiene almismo ritmo, si acaso más pro-nunciada todavía. Dentro yfuera del casco urbano, sonmuchos los rincones de Madridque saben de su oración y sufatiga. Era capaz de distinguirunos azulejos con la imagen dela Virgen en lo alto de un edi-ficio de la calle Atocha y salu-darla cuando pasaba. “Fui abuscar fortaleza –recordaba–en los barrios más pobres de

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que desbordaba famélico porlos cuatro costados de Madrid.De Vallecas a Tetuán: por lasPeñuelas, por las Injurias, porla ribera del Manzanares abajo,por las Ventas y los andurriales

del Este, se hacinaban miseria ypiojería entre desmontes,albañales infectos, vertederosde escombros y corralizas debasura”.

“Fue un gran beneficio paranosotras –comentaría muchosaños más tarde AsunciónMuñoz– tener como capellándel Patronato a Don JosemaríaEscrivá de Ba laguer… No

tenía, por razón de su cargo,que ocuparse de atender laextraordinaria labor que sehacía entre los pobres y enfer-mos. Sin embargo aprovechó lacircunstancia para darse gene-

rosamente… En 1927 visita-mos entre cuatro y cinco milenfermos, se hicieron más de3000 confesiones y se dieronotras tantas comuniones; seadministraron casi 5000 extre-maunciones, se hicieron entre700 y 800 matrimonios y seconfirieron más de 100 bautis-mos. Don Josemaría ibaademás a los colegios queteníamos en los barrios madri-leños, que en aquel tiempoeran 58, que daban educación a12000 niños y niñas.”

Y fue en plena faena de cate-quesis y de apostolado entrelos más menesterosos cuandoel Opus Dei entró en la historia.

“El Señor suscitó el Opus Deien 1928 —observaría su funda-dor— para ayudar a recordar alos cristianos que, como cuen-ta el libro del Génesis, Dioscreó al hombre para trabajar.Hemos venido a llamar denuevo la atención sobre el

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“No hay oficios de poca categoría: todos son de mucha importancia” J. Escrivá de Balaguer.

Tiempos de comunicaciones difíciles. “Ir al centro” era una expedición y la Puerta del Sol estabaen la Patagonia.

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Un Club Deportivoy CulturalUn Club Deportivoy Cultural

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Madrid. Horas y horas portodos los lados, a pie de unaparte a otra, entre pobres ver-gonzantes y pobres miserables,que no tenían nada de nada;entre niños con los mocos en laboca, sucios, pero niños, quequiere decir almas agradables aDios. ¡Qué indignación sientemi alma de sacerdote, cuandodicen ahora que los niños nodeben confesarse mientras sonpequeños! ¡No es verdad!Tienen que hacer su confesiónpersonal, auricular y secreta,como los demás. ¡Y qué bien,qué alegría! Fueron muchashoras en aquella labor, perosiento que no hayan sido más.Y en los hospitales, y en lascasas donde había enfermos, sise pueden llamar casas aque-llos tugurios… Eran gentedesamparada y enferma; algu-nos con una enfermedad queentonces era incurable, latuberculosis.”

María Ignacia García Escobar

le recordaba en 1931 “rodeadosiempre de chicos jóvenes, quele acompañaban a explicar elcatecismo en los suburbios, enlos rastrojos y en los barrios dechabolas. Hacía falta unainmensa fe para hacer aquelloentonces. Y una gran valentía.Todavía recuerdo las caras de

odio y el inmenso recelo quedemostraban hacia los sacer-dotes y sus acompañantes loshombres de aquellos barrios.”

“En aquellos años –señala Salvador Bernal– sufriómucho por el desamparo enque se vivía –y se moría– en lossuburbios madrileños por su ambiente sórdido –in -frahumano– que también con-tribuía a alejar a muchos deDios. Conoció situaciones tre-mendas, sólo comparables a lasde los hospitales a los que donJosemaría hacía que le acompa -ñasen los chicos que trataba…”

Con esta “prehistoria” no esextraño que la sugerencia delFundador del Opus Dei de quese hiciese una obra social enuno de los barrios necesitadosde Madrid, diese lugar a laapasionante aventura deTajamar.

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No es de extrañar que se hiciese una obrasocial en uno de los barrios más necesitadosde Madrid.

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sus empresas. En ese lado deMadrid, cerca de CuatroCaminos, cae, pues, la semillade lo que se pretende hacer: elClub Albatros para fútbol ysalidas al campo los fines desemana, con sede social en casade Rafa Poveda, quien, además,

suele recordar que también él,siendo niño, asistió antes de laguerra a la catequesis que elFundador del Opus Dei dabaen la Colonia de los Pinos, enTetuán. Parecía lógico quehacia esa zona, orientada tam-

bién hacia el Hospital del Rey,apuntasen los tiros de la inicia-tiva.

Sin embargo, no fue así.Después de escuchar a todo elmundo —cada cual hablaba desu barrio como el más indica-

do— y de recorrer a pie o en lavespa o el seiscientos de unamigo los suburbios de la capi-tal, la elección cayó en Vallecaspor ser el barrio más populoso,por la urgencia y magnitud desus necesidades y por lo abier-

to de su geografía. Su poblaciónse acercaba ya efectivamente alos trescientos mil habitantes,en su mayoría inmigrantesandaluces y extremeños, que sehacinaban en viviendas escasa-mente equipadas, en chabolas yhasta en cuevas. Según losdatos oficiales delAyuntamiento madrileño eranmás de 12.800 los niños de labarriada que carecían de cual-quier clase de escolarización,pero la realidad, teniendo encuenta la cantidad de familiassin empadronar, doblaba conholgura esa cifra. Y si estoocurría en el nivel más bajo,tampoco el mediano ofrecíamejores perspectivas, por noexistir allí ningún centro deEnseñanza Media o deEnseñanzas Téc nicas, y porresultar prácticamente inacce-sibles para la gran mayoría delos vallecanos los centros deotros distritos madrileños,debido a las dificultades econó-micas y a la precariedad y

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¿Por qué en Vallecas?…

Entre los que a finales de1956 empiezan a reunir-se para poner en mar-

cha esa obra social anheladahay de todo: manchegos,valencianos, catalanes, asturia-nos, aragoneses, andaluces… ypor supuesto, madrileños detodos los barrios. Son trabaja-dores, empleados, graduadosen busca de empleo, la mayoríamuy jóvenes. Curiosamente sucentro de reuniones está al finalde Bravo Murillo, donde hanmontado un equipo de fútbolque juega contra quien seponga delante en los descam-pados del viejo cementerio, enlos que se levanta actualmentela estación de Chamartín, yotro de montañismo sin másequipamiento que dos modes-tas tiendas de campaña, adqui-ridas, al igual que el instru-mental futbolístico, con las diezmil pesetas del anticipo quealgunos de ellos pidieron en

La elección cayó en Vallecas

por ser el barrio más

populoso, por la vigencia y

magnitud de sus

necesidades y por lo abierto

de su geografía. Y se

empezó en plena calle, en

torno a la Avda. de la

Albufera, con partidos de

fútbol, excursiones a la

Sierra, el “chateo” de los

domingos, tertulias con

canciones…

U n c l u b d e p o r t i v o y c u l t u r a lU n c l u b d e p o r t i v o y c u l t u r a l

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Nada mejor que el deporte para dar los primeros pasos. Media España vivía pendiente del fútbol.

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una iniciativa cultural, era pre-ciso conocer y tratar a las gen-tes, para comprender bien sus

problemas y necesidades. Ynada mejor que el deporte paradar los primeros pasos.Antonio del Moral, uno delgrupo de Bravo Murillo, eravallecano y otro, Paco Uceda,trabajaba como practicante(hoy ATS) en la Casa deSocorro del Puente de Vallecas,donde tenía cantidad de ami-gos de todas las edades, entreellos el director de la academiaSúper y el conserje del juzgado.

Algunos agregados del OpusDei, que no son de Madrid ydisfrutan de gran movilidad al

vivir en pensiones o casas par-ticulares –como hacían todoslos que llegaban a la capital enesos años–, se trasladan a lazona sin abandonar sus puestosde trabajo. Como la únicaforma de conectar con la cha-valería en la calle es el fútbol,dos de ellos han organizado elequipo de “Los Diablillos” conchicos de la calle MelquíadesBiencinto (como acabarállamándose), que se fusiona,

después de andar a la grescaentre ellos, con el “Súper”, queentrena Paco Uceda y cuentacon un par de jugadores declase (uno procedente del“Cuatro Ca minos” y otro quellegó a ser probado por el“Rayo Valle cano”). Los parti-dos se juegan en un campo delPozo del Tío Raimundo, o en“las Cali fornias”, junto alPuente de los Tres Ojos, o en elcampo de los Alemanes, dondeahora está la IBM, y los puntosde reunión previa son la acade-mia o el juzgado, si es domingoo festivo, los bares de las cer-canías, casas particulares o lamisma calle.

Todo se va complicando amedida que aumenta la cama-radería, el número de colegas yla amistad. Aquello —los parti-dos de fútbol, las excursiones ala Sierra, el “chateo” de losdomingos y las agradables ter-tulias que acaban con cancionescomo “La llorona”, “Rosita” o

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carestía de los transportes.¿Qué vallecano no recuerda,por ejemplo, “la fiesta de lacesta”, cuando las mujeresacudían con sus capachos a laboca del metro del Puente(Nueva Numancia y Portazgo,las demás estaciones fueronmuy posteriores) los sábadospor la tarde a esperar a susmaridos para coger al vuelo elsobre del sueldo antes de que semermase en los bares y correral mercado de Vallecas a hacerla compra de la semana?…

No se trataba de un más difíciltodavía, sino de la libertad deelección que da el empezar decero y el deseo de no hacer demenos a nadie. Puesto queVallecas pedía a gritos aquellaobra social estable y extensa,era necesario concentrar allí losesfuerzos para ponerla en mar-cha y así se hizo, implicandodesde el principio a los propiosvallecanos. El nombre deTajamar (pieza metálica curva,

que sirve para hender el aguaen la proa de los barcos, y parteangular que se adiciona a lospilares de los puentes para cor-tar el agua de las corrientes) sele ocurrió a Pedro Zarandona,un marino cántabro, y el escu-do nació también en otra reu-nión previa: un ángulo, unagaviota, un cierre clásico y trescolores. No hacía falta más paraabrir camino al andar. La ima-ginación podía poner delantedel barco en marcha el hori-zonte infinito del océano. Y

hasta los de Tetuán y CuatroCaminos orientaron entoncessus esfuerzos en la dirección deVallecas, dando facilidadespara que el Albatros entrase enliza con otros equipos de fútbolcomo el Súper (de la academiaSúper) y el Biencinto (de la calledel mismo nombre), y entretodos, diesen vida a lo que ibaa ser el Club Deportivo yCultural Tajamar.

Pero la cosa no fue tan rápidacomo se dice. Antes de abordar

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La hinchada nunca falló, aunque los resultados no siempre fueran buenos.

Paco Uceda trabajaba como practicante en la Casa de Socorro del Puente de Vallecas, dondetenía muchos amigos.

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de deportes adecuado para lasprimeras pruebas de atletismo(salto, carreras y lanzamientos)y los partidos de fútbol, y sealquila el que está anejo (des-pués se construyó allí un cole-gio) a la parroquia de SanDiego, de los padres francisca-nos. Hasta ese campo hay quellevar los fines de semanadesde “Los Faroles” los cesto-nes con el vestuario y el mate-rial, lo cual significa un esfor-zado paseo para quienes, porturno o voluntariamente, lestoca hacer el transporte.

En las mismas fechas en que sefundaba Tajamar se alquilabatambién un pequeño piso detres o cuatro habitaciones en lacalle Eduardo Requena (2ºDerecha, al que hubo que aña-dir muy pronto el 1º y 2ºIzquierda), en un modesto edi-ficio construido por un italianocon materiales de escasa cali-dad. El precio de alquiler es de500 pesetas al mes y hay que

hacer equilibrios para pagarlo.Pero la necesidad manda. Conel número creciente de socios yla ampliación de las especiali-dades deportivas y culturalesno se podía depender para lasreuniones de los locales de laacademia y de los bares, nosiempre disponibles. Urgía unasede fija del Club para reunirse,hacer planes y guardar papeles.Y se tuvo.

Naturalmente en la instalacióndel piso de Requena intervienetodo el mundo. Como contabauno de los protagonistas, lascosas procedían de todas par-tes, principalmente de las casasde los primeros socios: un cua-dro, un jarrón, una lámpara,esteras, una mesa, una estan-tería, un aplique… Se aceptabatodo lo que llegaba, porque enVallecas no sobraba nada.Había sillas de cocina de dis-

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“Solamente una vez”— necesi-ta una estructuración mínima,una base organizativa. El 22 deabril de 1957, en un local con-seguido por Paco Uceda sefunda Tajamar, y las palabrasde Alfredo Castro, su primerpresidente, no pueden ser másconcisas: “Hoy nace el ClubDeportivo y Cultural Tajamar,para la formación deportiva yhumana en general de los jóve-nes”. En ese mismo acto es pre-sentado el director técnico delClub, Mariano SánchezVillacañas, más conocido comoMarianón, un atleta profesionalya maduro, que ha practicadovarios deportes y que se con-vertirá muy pronto en una ins-titución para toda la barriada.Los estatutos se aprobarán cua-tro meses después, cuando yala afición a los ejercicios atléti-cos se está imponiendo demodo indirecto. Como el fútbolrequiere preparación física, loschavales se reúnen tres tardes ala semana para hacer sus tablas

de gimnasia y sus pinitos deatletismo, en la terraza del bar“Los Amigos”, en la callePuerto de Monasterio. Pero ellocal deja mucho que desear,entre otras cosas, porque tienedos columnas que no se lassalta un torero. De allí se pasaentonces a “Los Faroles”, otro

establecimiento de vinos ycomidas en una semiesquina dela Avenida de la Albufera, cuyosalón para bodas y bautizos esmás amplio y tiene además unamanguera, que se utiliza paralavar el suelo y sirve comoducha después de los ejercicios.También hace falta un campo

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Tres tardes a la semana se improvisa el gimnasio en el salón de bodas de un bar. La manguerasirve de ducha al terminar el deporte.

Aquel garaje pareció de perlas. Requena ya era un lujo. Se disponía de un lugar de encuentropara reuniones, entrenamientos y actos diversos. Por la izquierda, Santiago García, AlfredoCastro, Pelegrín Muñoz y Pepe Guayart ).

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El Gimnasioque Hacía FaltaEl Gimnasioque Hacía Falta

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tintos colores, sillas barnizadas,sillas con asiento de enea, sillasde contrachapado, taburetes,banquetas, etc. Y aun así, en lasreuniones masivas había quecontar con los dos grandes ban-cos del juzgado que el conserjeprestaba con la condición deque se devolviesen nada másacabar. Y todo el mundo cola-boraba cuando había que colo-car un cuadro o una bombilla,mover un mueble, cambiar unenchufe o repintar una esquina.Pero en cualquier caso Requena

era ya un lujo: podían reunirselos directivos (presidentes,secretarios, tesoreros y entre-nadores) de los equipos y lossocios de cada deporte; se dis-ponía de un lugar de encuentroy de información siempreabierto y seguro; podían darseallí mismo y no en los bares oen los entrenamientos las char-las sobre virtudes deportivas yhumanas, las charlas de cultu-ra general para socios o parapadres, y también las charlas dedoctrina cristiana, tan necesa-

rias entre el personal comoagua de mayo; y además cual-quier socio o amigo podíahablar, si lo deseaba, con elsacerdote que estaba allí unrato todas las tardes.

La mejoría llegó también, no sesabe cómo, para los atletas,porque hay quien recuerdatodavía que fue precisamenteen esa primavera del 57 cuandoel equipo de fútbol estrenócamisetas y el primer chándall.Aquel domingo daba gusto vera los once titulares (los reservasy los animadores iban de pai-sano) con su flamante atuendocamino del campo de SanDiego… aunque su regreso fueya menos vistoso, después dehaber sucumbido por no sécuantos a cero ante unos rivalesde camisetas raídas y con agu-jeros, como las que ellos habíanllevado hasta la víspera. Buenaanécdota para recordar y buenaexperiencia para no presumirde nada.

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El montañismo comienza con dos modestas tiendas de camapaña adquiridas con anticipos delsueldo.

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detenerse y seguir avanzando.

Aun a costa de compli-carse la vida, porque el deporteocupaba en Requena cada vez amás personas y exigía muchotiempo a todo el mundo, losdirectivos del Club buscaronsin pausas un nuevo local espa-cioso y estable que mejorase lopresente. Y lo encontraron, des-pués de dar muchas vueltas portoda la zona y cuando ya deses-peraban de lograrlo, dondemenos habían pensado: debajode su propio piso, porque el pre-visor propietario italiano habíareservado en la planta baja deledificio una nave amplia y diá-fana, con vistas a convertirla engaraje en cuanto los inquilinosde los pisos se motorizasen.

Aquel garaje les parecióde perlas a todos. El suelo era decemento y las paredes de ladri-llo enyesado, y en la techumbrede teja plana había unas abertu-ras sobre bastidores de hierro

que parecieron ideales para laventilación (y para el frío, comose comprobó después). Se llegórápidamente a un acuerdo conel propietario. Se hicieron lasobras indispensables para dis-poner de vestuarios, duchas,almacén de material y conser-

jería, se sujetaron unas espalde-ras en la pared del fondo y unascanastas de baloncesto en lasesquinas… El traslado de lo quehabía en “Los Faroles” lo hicie-ron entre todos, con ayuda delos chicos. Se adecentó un pocotodo el conjunto y a primeros de

noviembre de 1957 el Club pudodisponer de un Gimnasio enplena regla, que, cuando seinauguró oficialmente el ochode diciembre, con un partido defútbol en San Diego y unamerienda (actos a los que acu-dieron muchos padres), contabaya con cerca de doscientossocios que no eran sólo deVallecas, sino también deTetuán y otros distritos madri-leños. Tajamar empezaba a saliren los periódicos como escuelade futuros campeones.

Fue un periodista depor-tivo quien afirmó en un artícu-lo, como ya se ha dicho, que los“horizontes del Club Tajamar,por ser muy amplios, provocannuestra admiración y nuestroaplauso importante”.

Las actividades se diver-sificaron. Había reuniones declub a las que asistían los res-pectivos socios, secretario,entrenador y presidente para

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Aquello crecía en todaslas direcciones comouna bola de nieve

rodando en un paisaje blanco deinvierno. Los padres queríanver a sus hijos en las espalderas,saltando el plinto o cayendo sinhacerse daño sobre las colcho-netas, siempre a las órdenes deldirector técnico, y cuando se lesinvitó a acercarse al improvisa-do gimnasio pudieron compro-bar que los chavales metidos enla harina gimnástica pasaban yade ochenta y no lo hacían nadamal. Pero advirtieron tambiénque el local de “Los Faroles”,además de ser precario, se que-daba corto. Resultaba insufi-ciente para los entrenamientosde entre semana y no dabaopción a todos los muchachosque se acercaban a ingresar en elClub y practicar la de especiali-dad deseada. Y por otra parte,era mucho el trajín entre lugarestan distantes como “LosFaroles”, Requena y San Diego.Tres buenas razones para no

Cuando se inauguró el

gimnasio de Requena los

socios eran casi doscientos,

Tajamar empezaba a salir

en los periódicos como

escuela de futuros

campeones y su ideario

cuajaba entre los chavales y

sus familias, con gran

sentido esperanzador.

E l g i m n a s i o q u e h a c í a f a l t aE l g i m n a s i o q u e h a c í a f a l t a

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Tajamar comienza a salir en los periódicoscomo escuela de futuros campeones.

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también en unas pautas de com-portamiento que poco a pocoiban dando cuerpo a un estiloinconfundible. Los carnets desocio distribuidos en enero de1958 marcaban ya algunascaracterísticas de ese estilo,como: ser buen compañeronoble y leal, ser generoso con losdemás, trabajar y destacar en eloficio o empleo, superarse antela dificultad, ser constante paraser algo en la vida, ser el mejoren tu familia, porque siéndolo tehonras a ti mismo y honras aTajamar, y ser siempre alegre yoptimista…

El ideario cuajaba entrelos chavales que sólo hacíandeporte, entre los que estudia-ban todavía y trabajaban y“volaban” a Requena apenasconcluida su tarea, y entremuchas familias, que juzgabanpor lo que veían y tenían crite-rio para vislumbrar el sentidoesperanzador de todo aquello.

Allí todo el mundoaprendía y si no, que se lo pre-gunten a aquel pequeñajo rubioprocedente de Tetuán, que jugóde defensa en el equipo deTajamar y a quien llamaban“Cuchillín” por lo enérgico desus cortes en el terreno de juego:amante de la pintura fina, fuepintor de brocha gorda conotros dos asociados, estudiante

por libre, campeón de halterofi-lia, maestro de gimnasia y atle-tismo, montañero apasionado,viajero y buen conocedor deldeporte internacional, una auto-ridad reconocida y… que alcabo de los años sigue enTajamar formando a prepara-dores, a chavales y a gentes querondan la tercera edad y, porsupuesto, tan aficionado comoentonces a la pintura fina, quesigue casi sin practicar por faltade tiempo. Nos referimos aLázaro Linares, bien conocidopor todas las generaciones quehan pasado por Tajamar. A PacoUceda, el practicante de la Casade Socorro del Puente, que fuemiembro del cuadro sanitario,entrenador del equipo de fútbol,y entusiasta animador de todolo que Tajamar significaba,habrá que preguntarle, en cam-bio, de otro modo –porque yano está entre nosotros– lo quesentía en su corazón cuandodecía con falso enfado apequeños y a mayores: “Sois

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programar y organizar de acti-vidades, competiciones y entre-namientos. Había formacióndeportiva técnica, que daban losentrenadores en el piso, a pie depista o durante los entrena-mientos. Había preparación físi-ca sistemática con ejercicioscomunes. Había charlas de for-mación humana y cultural, quecompletaban la formación físicarecibida y que corrían a cargo delos presidentes de los clubes. Yperiódicamente había tambiénclases o cursos de asistenciavoluntaria y siempre numerosasobre doctrina práctica cristiana.

Aquel engranaje diolugar a una expansión casi ver-tiginosa. Aumentaron los clubsdeportivos: fútbol (en cuartaregional), baloncesto, natación(se utilizaba para entrenamien-tos la piscina del GimnasioMoscardó), gimnasia deportivay predeportiva, montaña, ciclis-mo, hockey sobre patines (eninstalaciones ajenas), halterofi-

lia… Marianón, el director téc-nico, procedente de laFederación de Atletismo, hubode dedicar horas extraordinariase intensísimas para sacar de lapropia cantera a los preparado-res de los diferentes clubs, algu-no de los cuales llegó tambiénde fuera, como aquel portori-queño (ex–jugador retirado por

lesión) que vino a enseñarbaloncesto y que fue prontosustituido por un español de laselección nacional.

Con la expansión aumen-taba también el prestigio deTajamar, basado no sólo en laprofesionalidad con que seavanzaba en lo deportivo, sino

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El estilo se marca con pautas claras: ser buen compañero, noble y leal, generoso con los demás...

El ideario cuajaba entre los chavales que “vola-ban” a Requena apenas concluida su tarea.

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Comienzo del InstitutoComienzo del Instituto

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capaces de sacrificaros porlevantar dos kilos más de pesaso por ganar un par de segundosen una carrera y no hacéis porDios, que os ha creado, la cho-rrada que os pide en cualquiermomento”…o cuando comenta-ba medio en broma: “Si os dije-ran que si rezáis seréis campeo-nes, lo haríais a cuatro manos,pero si os dicen que recéis para

agradecer a Dios todo lo que nosda, os quedáis tan frescos”…

Aquellos vallecanos degran corazón y escasa formaciónfueron rápidos en comprenderque lo que era de todos merecíael cuidado personal de cadauno como si fuera sólo suyo. Lalimpieza y el orden en el piso yel gimnasio de Requena corrían

por cuenta de todos y los máspequeños aprendían sobre lamarcha, viendo actuar a losdirectivos y a los mayores. ¿Porqué aquellos tíos, alguno de loscuales vivían o trabajaban en elquinto pino, acudían allí des-pués de su trabajo y estabansiempre alegres y disponiblespara dar el callo y resolver pro-blemas? ¿Dónde estaba el “busi-lis” de tanta dedicación?… Lapregunta, planteada espontá-neamente a sí mismos pormuchos chavales y por mu chospadres era un buen comienzopara la reflexión y el diálogoabierto. Porque lo que estabaclaro era que vistiendo y com-portándose con decoro, no eranpijos de piso, como llamabanentonces a los madrileños bienvestidos, ni iban mirando a losdemás como si les hubiesetocado el seis doble en la vida.Para empezar, allí todos eraniguales, cada uno en su sitio, ytodos merecían un respeto.

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Aquel engranaje dio lugar a una expansión casi vertiginosa y aumentaron los clubes deportivos.Los más pequeños aprendían sobre la marcha, viendo actuar a los directivos y mayores. Allítodos eran iguales.

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resultan muy claras cuando secomprueba que, en la mente detodos, Tajamar supone la roturade unos moldes que impiden elacceso a la Universidad de quie-nes carecen de medios econó-micos. En aquella época habíaefectivamente como dos siste-mas estancos que determinabanel futuro de los jóvenes: por unlado, la enseñanza primaria has -ta los 14 años en escuelas y cole-gios para quienes entrarán a esaedad en el mercado laboral sinposibilidad alguna de alcanzarestudios superiores; y por otro,el bachillerato (de los 10 a los 17años), que se hacía en colegiosde religiosos y en los pocos ins-titutos que había entonces enEspaña, y daba luz verde paratodas las carreras. Con estosmoldes chocan de inmediatoquienes desde Requena y Picosaspiran a todas las oportunida-des (sin excluir ninguna) paraaquellos muchachos vallecanosque tan bien están respondien-do tanto ellos como sus familias,

al reclamo deportivo y culturalde Tajamar. ¿Cómo hablar deuna “obra social” seria, si todova a seguir como está, con fron-teras difícilmente franquea-bles?... ¿Cómo plantear enVallecas, además de la necesariay urgente escolarización, unapromoción humana de enver-gadura con una enseñanzamedia que ponga la

Universidad y las EscuelasSuperiores al alcance de todohijo de vecino?…

El objetivo no era fácil

con la legislación entoncesvigente, pero los protagonistasde esta historia no paraban dedarle vueltas en sus incesantesgestiones con amigos y coope-radores a todos los niveles, lomismo privados que oficiales.Es más: con la perspectiva quepermite el casi medio siglotranscurrido, se puede apreciarque los pasos que daba la gentede Tajamar iban dirigidos, sin elmenor titubeo, hacia ese objeti-vo, cuya accesibilidad definitivasólo podía llegar por la vía legis-lativa.

Por esas fechas laDirección General de EnseñanzaSecundaria puso en marcha pre-cisamente las llamadasSecciones Filiales de Institutosde Enseñanza Media con elpropósito de acercar el bachille-rato a las zonas de ensanche delas grandes poblaciones, subur-bios y barriadas populares, y deproporcionar a los hijos de lostrabajadores una capacitación

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La complejidad del tin-glado deportivo, que seestaba disparando a

plena satisfacción y por encimade todas las previsiones, habíaaconsejado que otro grupo demiembros del Opus Dei acudie-se al foco de aquella revolución,como refuerzo importante.Tampoco se trataba de ningúndesembarco, sino que todosellos añadiesen a su trabajo pro-fesional en distintos puntos deMadrid la dedicación aTajamar, y para ello nada mejorque vivir en Vallecas, a pie deobra. Fue así como se planteó lavivienda de la calle Picos deEuropa (muy pronto “Picos”,para todo Tajamar), que aca-baría convirtiéndose en la pri-mera residencia de profesores yque, en cuestión de meses o desemanas, fue el epicentro deaquella iniciativa social, a raízde las complicaciones añadi-das.

Estas complicaciones

Las clases, diurnas y

nocturnas, empezaron en

unos bajos de la Colonia

Erillas, con setenta y seis

alumnos y algunos pupitres

biplaza adquiridos de fiado

en una empresa de material

escolar. La tiza de la pizarra

se reponía entre todos,

como los pequeños gastos

para arreglos.

C o m i e n z o d e l I n s t i t u t oC o m i e n z o d e l I n s t i t u t o

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¿Cómo conseguir la urgente escolarización yfacilitar el acceso a estudios superiores?

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en Picos y en todo Madrid parallegar a tiempo y bien a lasmetas inmediatas marcadas.Gente bien situada profesional-mente fue llamada con urgenciae invitada a meterse de hoz ycoz en esta aventura vallecanaque se prometía apasionante.Con toda paz, sólo era cuestiónde aceptar o no el reto libre-mente. Y la respuesta fue al cienpor cien positiva.

Sin pérdida de tiempo sepublicó un anuncio en un perió-dico madrileño de difusiónnacional y en un diario deporti-vo, informando del inmediatocomienzo de las clases en elInstituto Tajamar, primera sec-ción filial del Ramiro de Maeztu:más datos se podrían conseguirdirigiéndose a la sede del ClubDeportivo y Cultural Tajamar,en la calle Eduardo Requena, 19.Al reclamo acudieron, solos o encompañía de sus padres unosdiez alumnos, que se enteraronde todo y dejaron sus direccio-

nes para que se les tuviese alcorriente del lugar y fecha deexámenes y comienzo de curso.Entre ellos había un empleadode la EMT —cobrador deautobús— que se interesómucho por todos los detalles delproyecto y no paraba de hacerpreguntas.

— ¿Qué edad tiene suchico? (se le interrumpió en cier-to momento).

— No. Es para mí. Soysoltero, he leído el anuncio en laprensa y quiero estudiar bachi-

ller. Creo que podré asistir a lasclases nocturnas.

(Efectivamente asistió.Tenía ventisiete años. Hizotodos los cursos en Tajamar, secasó y emigró a Australia).

Mientras se buscan loslocales y se cumplimentan todoslos trámites, Bernardo Perea,director del futuro Instituto –uncatedrático de Griego que hadejado el Instituto de Cádizpara venir a Tajamar– recorretodo Vallecas y habla con quie-nes puedan tener algo que ver

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más adecuada, humana y profe-sional. Se requería en esa fór-mula que el director fuese uncatedrático adscrito a unInstituto nacional y los profeso-res, titulados universitarios,seleccionados y nombrados porel Ministerio de Educación apropuesta de la entidad colabo-radora. Estas Secciones Filialesimpartirían el ciclo completo deenseñanza, que comprendía dosfases –Bachillerato y FormaciónTécnico Profesional–, exigirían alos alumnos una cuota mensualmodesta, ofrecerían una bonifi-cación del cincuenta por cien enlas tasas oficiales y facilitaríanun régimen de protección esco-lar en forma de becas, matrícu-las gratuitas, bolsas de estudio,etc. Los alumnos tenían la con-sideración de alumnos oficialesde los respectivos Institutos.

No era la solución ideal,pero inmediatamente se dieronlos pasos necesarios para queTajamar pudiera considerarse la

primera Sección Filial del pres-tigioso Instituto Ramiro deMaeztu, firmando los acuerdosrequeridos y haciendo todo loposible para aprovechar el cursoque iba casi por la mitad.Estábamos a comienzos de 1958y a esas alturas había que pro-poner al director y al cuadro de

profesores, encontrar alumnos ylocales para impartir las clases,celebrar exámenes de ingreso,establecer canales directos con elRamiro en el orden académico yadministrativo, y cumplimentarla complicadísima burocraciaexigida en estos casos. Por eso laactividad fue febril en Requena,

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Inmediatamente se dieron los pasos para que Tajamar pudiera ser la primera Sección Filial delInstituto Ramiro de Maeztu.

A la primera convocatoria acudieron la friolera de... 10 alumnos. A los pocos años, 300.

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conjunto de viviendas familia-res modestas fomentadas parasus asociados, en régimen decooperativa, por el Hogar delEmpleado. Era de una sola plan-ta en forma de ele y estaba en unpequeño solar rodeado de edifi-caciones. No significaba grancosa, pero bastaba para empe-zar: la no coincidencia de hora-rios permitía también su utiliza-ción para los estudios noctur-nos. En el brazo largo se dispu-sieron dos aulas y en el corto,dos pequeños despachos —unopara la Dirección y otro paraSecretaría—, situando en el cen-tro los servicios y un pequeñovestíbulo. Y todo estuvo a apun-to en la fecha prevista gracias ala amenaza lanzada sobre losalbañiles de tener que acabar sutrabajo rodeados de chavalespor todas partes.

Los exámenes de ingreso,previamente anunciados, secelebraron el 6 de febrero en uncolegio céntrico de Vallecas lla-

mado Grupo Escolar SanRamón, mejor conocido por “LaAcacia”. Con gran sorpresa deltribunal –constituido por eldirector de Tajamar, un profesoruniversitario y dos licenciados–se presentaron muchos más

alumnos de los previstos, que,después de la prueba oral yescrita, quedaron distribuidosen dos grupos distintos de trein-ta y veintiocho alumnos cadauno, y otro nocturno de diecio-cho. Algunos eran del Puente deVallecas, pero la mayoría pro-

cedían de Palomeras, Alto delArenal, Californias, Entrevías yPozo del Tío Raimundo, lo quesignificaba para bastantes deellos una hora larga de caminoa pie hasta el Instituto. De laColonia Erillas, habitada pormatrimonios jóvenes, sólo habíaun alumno. Los miembros deltribunal sintieron mucho nopoder admitir a un chaval muybien preparado que no cumplíael requisito de la edad y hubo deesperar al nuevo curso, igualque el hijo del director llegadode Cádiz, que sólo tenía nueveaños.

Pocos días después –el 13de febrero de 1958– se inaugu-raba el curso con una misa cele-brada en la cercana iglesia de lacalle Monte Igueldo y un desa-yuno por todo lo grande en “LosFaroles”. En las clases estabandispuestos ya los cuarenta pupi-tres biplaza, prácticos y resis-tentes, adquiridos de fiado enuna empresa de material esco-

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directa o indirectamente con laformación de los chicos –direc-tores y profesores de academiasparticulares, escuelas, colegios,etc.–, y se distribuye por todaspartes un folleto con el escudo

de Tajamar, descripción de estu-dios a que se puede acceder conel bachillerato elemental, lugar yhoras de más información paraquienes estén interesados y, enel reverso, una explícita des-

cripción: “Tajamar, Centro deEnseñanza Media y Profesionalpromovido por miembros delOpus Dei en Puente de Vallecas,“ofrece la posibilidad de cursarlos estudios de Bachi llerato ele-mental y la preparación parauna profesión técnica, en unambiente que asegura una com-pleta formación humana ymoral. Con el Centro deEnseñanza Media y Profesionalcolabora el Club DeportivoTajamar. Sus instalaciones, pro-fesores de gimnasia, entrenado-res deportivos, etcétera, contri-buyen a lograr la más completaformación de los alumnos”.Parecía mucho decir, pero todoello era verdad, aunque demomento no abarcase al com-pleto el objetivo final.

Una serie de coinciden-cias permitieron disponer inme-diatamente (aunque sólo hastael mes de junio) de una pequeñaconstrucción levantada paraguardería en la Colonia Erillas,

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Todo estuvo a punto gracias a la amenaza lanzada sobre los albañiles de tener que acabar rodea-dos de chicos por todas partes.

El primer grupo nocturno contaba con 18alumnos.

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El Curso en la Colonia ErillasEl Curso en la Colonia Erillas

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lar. Un buen plantel de profeso-res de distintas procedencias,pero con idéntica ilusión, se dis-ponían a dedicar tiempo yesfuerzo a aquella labor, codo acodo con aquel catedrático deGriego cuya formidable talla demaestro, educador y organiza-dor cuajaría en seguida en la for-mación de escuela. Entre losprofesores del grupo nocturnohabía un ingeniero de caminosque trabajaba de día en unaempresa constructora, uncatedrático del Maeztu dispues-to a alargar su horario y D.Rodrigo Fernández Salas, unabogado recién ordenado sacer-dote, buen jugador de fútbol einventor como árbitro único del“penalty” en baloncesto, quetodavía sigue en Tajamar.

— Aquel curso – comen-taba el Secretario del Instituto,Manolo Plaza, recientementefallecido– no tuvimos proble-mas económicos por la sencillarazón de que no teníamos dine-

ro y los acreedores nos fiaban.

Tanto los pupitres bipla-za como el resto del mobiliario(mesas y sillas para los dos des-pachos y para los profesores,una pequeña estantería conarmario y una máquina de escri-bir) se pagarían hacia junio, cua-tro meses después. El criterioera dar precedencia absoluta en

los pagos al personal de limpie-za y a los profesores (casi todoscobraban muy poco, por impar-tir una sola clase al día). La tizade la pizarra se reponía entretodos, como los pequeños gas-tos de arreglos. Es verdad que,según el acuerdo firmado, elMinisterio de Educación se com-prometía a pagar a los profeso-res y a dar una pequeña canti-dad para gastos de manteni-miento, pero los trámitesrequeridos para los pagos y lasecular lenti tud de laAdministración obligaron asolicitar de un banco un crédi-to-colchón para cumplir con lomás urgente, y a una solicitudcasi diaria con el habilitado delMinisterio, excelente personaaunque algo distraído, quien,en cierta ocasión y acosado porel apremio de sus interlocuto-res de Tajamar, llegó a decir:“Hoy es lunes, esta tarde esmartes, mañana miércolestendrán ustedes la cantidad yalibrada”.

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Manolo Plaza, que fue Secretario de Tajamar,dedicó toda su vida a la docencia y es el artí-fice de la Agrupación de Antiguos Alumnos.

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aunque sea muy pronto para elorgullo de grupo colegial, no escuestión de andar siempre a lagreña o de quedar mal con losvecinos. Bastante trabajo tienenya los de Requena y los dePicos con quienes –afortunada-mente pocos– se han empeña-do en no entender a Tajamar enVallecas y en inventar fabula-ciones.

Tanto las clases del díacomo las de la noche transcu-rren a plena satisfacción. Losalumnos diurnos frecuentantambién el Gimnasio deRequena y Marianón se mues-tra tan satisfecho de sus pro-gresos que, al cabo de un mesescaso y con motivo de la festi-vidad de Sto. Tomás deAquino, se invita a los padrespara que asistan a una compe-tición interna, con entrega decopas y de medallas a los gana-dores, en la que participantodos. A estas alturas nadiesabe que la relación de esta pri-mera promoción de Tajamar yde la siguiente con el Gimnasio

va a ser más intensa de lo quetodos se imaginan… y no pre-cisamente por motivos depor-tivos.

Desde el principio el diá-logo con los padres es abierto.Se les puso enseguida alcorriente del horario de visitasal director, y poco después fueel director quien tomó la ini-ciativa de citar a los que noiban a verle porque les dabacorte o por lo que fuese. Era

muy importante para su for-mación conocer las circunstan-cias familiares de cada alumno.Saber de éste que tenía cincohermanos y que su padre eraalbañil y su madre asistenta; deaquél, que su madre estabaenferma y cuidaban de él susabuelos; de aquél otro, que supadre estaba en paro y vivía delas chapuzas que iban salien-do…, y de todos, que teníanunos padres dispuestos a lossacrificios que hicieran falta

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Ya estamos en plenocurso de 1958 en laGuardería de Erillas.

Los chavales acuden contentosa las clases y se van familiari-zando con los profesores. Enlos ratos de recreo no paran dejugar al fútbol o a lo que seapor los espacios libres de laColonia, produciendo el inevi-table alboroto callejero, algúnpequeño desperfecto en losarbolilllos recién plantados ylas molestias lógicas de unachiquillería al abierto, que, gra-cias a la buena índole y a lacomprensión del presidente dela comunidad de vecinos y a lamediación permanente deldirector y de los profesores, sereducen con el paso de losdías. Por otra parte, son tres lospreceptores que atienden indi-vidualmente a los alumnos —dos a los del curso diurno yotro al del nocturno— y, quie-ras que no, la formación a basede atención personal se acabapor notar. Todos tienen con-ciencia de estar en Erillas pro-visionalmente y de prestado, y,

Había tres preceptores y la

convivencia con los

alumnos y el entorno iban

dando a los profesores que

venían de lejos un cierto

aire vallecano. El diálogo

con los padres era muy

abierto. Para ellos se

organizaron conferencias en

el Gimnasio y se

proyectaron algunas

películas los sábados o los

domingos.

E l c u r s o e n l a C o l o n i a E r i l l a sE l c u r s o e n l a C o l o n i a E r i l l a s

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Las molestias lógicas de una chiquillería bulliciosa se reducen gracias a la comprensión de lacomunidad de vecinos.

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a través. Con tal motivo se sus-pendieron las clases del día.Sin embargo, hay quien diceque ese viaje cultural nuncallegó a su término a causa de lainexperiencia de los dos profe-sores encargados de la expedi-ción en el movimiento de lasmasas, de la anarquía del per-sonal y de su precipitación aldevorar las provisiones a la ida

y al salir por piernas cuandopretendieron apagar la sed enel pozo de una finca bien pro-

tegida, y del sol que caía aplomo en el descampado. Locierto es que a la ColoniaErillas regresaron con los pro-fesores poco más de la mitadde los excursionistas (el restose fue descolgando por el cami-no) y que en la redacción que aldía siguiente se les pidió enclase sobre la excursión, todoscoincidieron en que lo habían

pasado muy bien, sin omitir lasgamberradas y las bromas.

También los nocturnostuvieron sus expansiones peri-patéticas durante los fines desemana, con visitas a museos,partidos de fútbol y excursio-nes a la Sierra con lo puesto. Encierta ocasión llegaron a Nava -cerrada con zapatillas y unbalón y jugaron allí mismosobre la nieve un partido defútbol. Naturalmente –y estosorprendió a más de uno– sehacía fondo común con lo quecada uno llevaba en su macutoy todos comían de todo. Lo quedejó de ser sorpresa a la segun-da vez fue también hacerexcursiones en el coche abarro-tado –un 1400– del ingenierode caminos que les daba clasesde matemáticas. Claro que esode que, además de llevarles ensu coche, pasase con ellos todoun día…

La convivencia con losalumnos y el entorno ibandando a los profesores quevenían de lejos un cierto airevallecano, sobre todo a los másjóvenes que, para evitar pérdi-

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para que sus hijos tuviesen laoportunidad de estudiar y deprepararse que ellos no habíantenido. Esto se solía apreciar demanera muy especial entre lospadres de los del curso noctur-no, que debían certificar queeran mayores de quince años ytenían algún trabajo que lesimpedía escolarizarse de día (elmayor de ellos era, con mucho,el empleado de la EMT yamencionado). ¿Quién iba apensar entonces que con eltiempo asistirían también aesas clases o a cursos especialespadres de familia con hijoshaciendo los estudios diur-nos?… En esta primera promo-ción de jóvenes nocturnoshubo de todo: algunos llegarona hacer el bachillerato y estu-dios superiores y otros aban-donaron al encontrar un traba-jo mejor, pero todos tuvieron lamisma oportunidad de forma-ción humana y profesional.

Para los padres se orga-nizó también en el gimnasio unciclo de conferencias sobre

temas de interés general acargo de conocidos profesoresuniversitarios y se proyectaronalgunas películas de contenidoeducativo en tardes de sábado

o de domingo. Hay quienrecuerda todavía aquel comen-tario de un grupo de madresdespués de ver un dramónneorrealista en el que AldoFabrizzi era bedel en el mismocolegio en que su hijo daba cla-ses como maestro: “¡Cómo leagradecemos que nos hayaninvitado a esta película! Lohemos pasado muy bien:

hemos llorado mucho”.

Con el curso normal–con un horario que les per-mitía ir al Gimnasio o jugar al

fútbol todos los días– se orga-nizó también, por iniciativa delprofesor de Historia, un viajecolectivo a Villaviciosa deOdón (con castillo herrerianode tres torres cilíndricas y unacuadrada, y mucha tradiciónartística y ecológica), en metrohasta la Estación del Norte y entranvía hasta Cuatro Vientos,con el resto del trayecto campo

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De la primera salida regresaron con los profesores poco más de la mitad de los excursionistas. Elresto se fue descolgando por el camino.

El movimiento de masas y la anarquía del personal escolar requiere siempre cierta experienciapara el profesor que va de excursión...

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Page 21: 3 Fue en los Años cincuenta - Tajamar · letras de Pepe Marchena, Juanito Valderrama, Antoñita More no, Manolo Caracol, Carmen Morell, Antonio Molina, Luisa Ortega… Tiempos en

das de tiempo, acababan bus-cando en la zona “estableci-mientos” donde se pudiesecomer bien, limpio y barato.Fue así como algunos de ellosllegaron a ser clientes habitua-les de “Los Hermanos”, des-pués de haber transitado poruna tasca que había en elCallejón de los Civiles, por “ElSopapo”, “La Favorita”, “LaEloina”, etc., donde tampocoera extraño, como se decíaentonces, que pasasen los file-tes por la piedra, trajinándolosde tal modo que ganasen lomismo en dimensiones que entransparencia. Después detodo no era cuestión de hacer-se el “panoli”, sino de adaptar-se al medio y, llegado el caso,saber entrar con un amigo a unbar y saber pedir “dos vinos yuna cosa de capricho” o “ doscervezas y un duro de jamónen lonchas gordas”, o soltarcualquier otra gracia vallecanapara que no le dijesen a unoque gastaba el cuarenta y cua-tro en sosera.

Con el buen pie deVallecas corrían parejas lasrelaciones con el Ramiro deMaeztu, que eran excelentes.Al depender Tajamar adminis-trativamente del Ramiro comosección filial, había que archi-var allí las matrículas y losexpedientes académicos yseguir las mismas pautas encuestión de papeles, certifica-ciones, etc. Algo bastante com-plicado para quien no domina-se la burocracia tan habitualentonces como ahora, perobien superado gracias a la com-prensión y buena disposicióncon Tajamar. Lo que no pudo

solventarse fue el error dematricular en primero a cincochavales que cumplían los diezaños en 1958 y no en 1957,como era preceptivo. Dichoerror sobrevino cuando se con-sideró que la edad requeridaera la que se tenía en la fechade los exámenes —que habíansido en febrero— y no alcomienzo de curso, en octubredel año anterior. Pero la ley erala ley y había que cumplirla.Con gran pena hubo que decira los padres y a los cinco chicosque tenían que repetir primeroen el curso siguiente. Los pri-meros aceptaron la contrarie-dad con sosiego, porque esta-ban muy contentos con el cole-gio. Y con los segundos ocurrióotro tanto, ya que si repetíanera sólo por “chaveas” y pornada más.

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Los alumnos más jóvenes del primer cursotenían diez años.