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3. Laila Winter y La Maldición de Ithirïe

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    LAILA WINTER

    y

    LA MALDICIN

    DE ITHIRE

    Brbara G. Rivero

    Brbara G. Rivero

    www.nemhiria.com

    www.lailawinter.com

    Nemhiria, fantasy jewelry: https://www.etsy.com/shop/Nemhiria

    Bajo los auspicios de Los Errantes.

    Reservados todos los derechos. No est permitida la reproduccin total o parcial de este libro, ni

    su tratamiento informtico, ni la transmisin de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea

    mecnico, electrnico, por fotocopia, por registro u otros mtodos, sin el permiso previo y por

    escrito de los titulares del copyright.

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    Sobre el viento de los siglos Sobre el fuego de la codicia Sobre la luna y los soles Ms all de las aguas traicioneras Mi canto es sincero y mi deseo es puro Yo reclamo ante los dioses el regreso de Ithire.

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    Estaba amaneciendo, y era el amanecer ms bonito que haba visto en su vida.

    Ethera abri la boca asombrada, y quiso decirle algo a su madre. Algo carioso,

    porque el sol estaba a punto de salir por el horizonte, y el cielo permaneca

    suspendido en un momento mgico. Todava brillaba la luna llena, y los colores

    violceos de la noche se fundan a travs de una gasa de neblina.

    Sinti el frescor de la hierba en sus pies. El roco de la maana le daba fro y

    estaba tiritando. Pero por qu no estaba en casa, durmiendo en su cama? Luego

    la despertara la odiosa Sabatha y todas las sirvientas pesadas, y le peinaran las

    trenzas verdosas, iguales que las de su madre. Y cuando acabasen de tirarle de los

    pelos, ella les sacara la lengua y se marchara a jugar con sus amigas.

    Sin embargo aquella noche era distinta. Ante sus ojos se desplegaba toda la ciudad

    de Eirdain y ella no entenda por qu se haban levantado en medio de la

    oscuridad, en silencio como furtivos, recogiendo lo estrictamente necesario y

    algunos vveres. Nadie hablaba, pero la tensin y las prisas se notaban en el

    ambiente.

    Dnde vamos, mam? haba preguntado sentada en la cama bostezando de sueo.

    Su madre la mir, y por un momento Ethera sinti miedo al ver su cara

    preocupada entre las sombras danzantes de las velas. Ella y Sabatha susurraban

    cosas y Ethera volvi a odiar a la criada un poquito. Cuando Ethera haca alguna

    travesura, la otra siempre estaba vigilante, como si tuviese mil ojos en todos los

    sitios. No haba forma de escapar del castigo. Otras veces llegaba y le contaba

    historias de miedo, y Ethera se pasaba las noches despierta, temblando. Pero esta

    vez, su madre y la criada estaban nerviosas, no le hacan caso ninguna de las

    dos.

    Sabatha no dejaba de seleccionar cosas que deban ser importantes, rebuscando

    en aparadores y misteriosas cajitas, y luego las guardaba en una bolsa de cuero.

    Mejor, as no vera sus ojos verdes de gato que le daban miedo. Su madre se

    acerc y le acarici la cara con dulzura.

    Hoy vamos a dar un paseo por los bosques de Ithari, y si te portas bien dej en suspenso sus palabras hasta que Ethera asinti entusiasmada, si te portas bien iremos a espiar a los humanos y a gastarles bromas.

    Vamos a Hira? exclam la nia loca de contenta, vistindose a toda prisa. No, Hira ya no susurr su madre con voz tenebrosa. De repente se haba puesto seria y Ethera se pregunt si haba dicho algo malo.

    Mir a la criada con precaucin, esperando ver una mueca que indicase que

    estaba a punto de recibir una nueva reprimenda, pero en su cara oscura, los ojos

    de gato relumbraban con un brillo espectral.

    Bueno, pues nada de Hira. Ethera pens fastidiada que le gustara ms ir a

    Solare, a rerse de esas tontas cursilonas, o a cualquiera de los otros reinos. Los

    haba visitado todos. Conoca a todas las princesas y muchas eran mayores que

    ella, ms serias, pero cuando iba a verlas siempre acababan cediendo a sus

    caprichos, jugando con ella todo el da y contndole cuentos. Iba a sugerir que le

    gustara ir a Aire, a volar luchando contra el viento, cuando la mirada severa de

    Sabatha la hizo desistir.

    Salieron del palacio sin decir una sola palabra ms. Los guardianes y las damas

    de compaa las escoltaron hasta la Plaza del Valo Nandul, el Durmiente

    Eterno, pero ella no pudo admirar el grandioso rbol que creca lleno de flores y

    frutos hasta donde alcanzaba la vista, que se deca que estaba custodiado por un

    dragn, aunque Ethera nunca haba visto ninguno. Se dio cuenta de que Sabatha

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    recoga algunas manzanas del rbol y las guardaba en su bolsa de cuero. Ella

    sonri maquinando una travesura. Cuando la criada se despistase, se las robara

    y se las comera. Sin embargo, no pudo seguir pensando porque a su alrededor,

    la gente corra asustada en medio de la noche oscura. Muchos portaban

    antorchas y por todos lados se escuchaban gritos de aviso y alarmas.

    Qu pasa, mam? balbuce con los ojos muy abiertos, viendo cmo las gentes corran hacia los bosques sin importarles dejar atrs sus casas y sus vidas.

    Su madre iba a contestar pero en ese momento lleg un mensajero que se postr

    ante ellas sin apartar los ojos del suelo.

    Majestad salud a la madre de Ethera con voz ronca. Entonces, es cierto? susurr ella. S confirm el otro asintiendo con la cabeza. Ya han salido de Tir-Nan-Og. Vuelan incansables hacia nosotros.

    Sabatha le susurr algo al odo y la reina asinti.

    No puedo creer que Neman haya tomado esta decisin dijo retomando la marcha, ahora con ms prisa. Ethera sinti el tirn de la mano.

    Dicen que no ha sido la reina Neman susurr el mensajero caminando tras ella. Dicen que Neman est llorando con el corazn roto de dolor. Las tuathas han emitido su veredicto y ella no puede hacer nada Tonteras! replic la reina apretando los labios. Se sabe algo del general Fahon?

    Nada. Desaparecido. Todo apunta a que ha sido l el responsable de este malentendido.

    Maldito loco, nos va a matar a todos! En nombre de los dioses, para qu querra las Piedras de Fire? Acaso no tuvo bastante con lo de Hira?

    El mensajero permaneci en silencio sin saber qu responder y la reina sigui su

    camino con Ethera de la mano, sumida en profundos pensamientos.

    Regresa a Tir-Nan-Og orden por fin al mensajero. Solicita audiencia con la reina Neman a solas, no quiero que la perturbada de su hermana est presente

    cuando te renas con ella. Dile que en nombre de la reina Laira, Ithire entero se

    postra a sus pies suplicando clemencia.

    Pero majestad se asombr el otro. No me importa humillarme! exclam la reina perdiendo la compostura. Pero tenemos que sobrevivir a esto. Es un terrible error y estoy dispuesta a pagar

    por lo de Hira una y mil veces, pero no por esto. Por esto no. Vete y cumple mi

    mandato.

    El mensajero se arrodill ante ella acatando la orden y luego se alej presuroso

    perdindose en la noche. Ethera miraba hacia atrs, hacia las grandes pirmides

    que se alejaban poco a poco. Una muchedumbre se haba congregado bajo el

    Nandul portando estandartes y miraban al horizonte en silencio. Muchas de sus

    compaeras de juegos estaban all, cogidas de la mano de sus madres, y las nias

    la observaban partir con los ojos llenos de miedo.

    Yo quiero ir a la plaza se encaprich de repente intentando tirar de su madre hacia atrs. Quiero jugar con ellas Ahora no cort la reina sin dejar de caminar. Quizs en otro momento. Maana tal vez.

    Ethera utiliz su arma definitiva para convencer a su madre y se puso a llorar sin

    consuelo, solo que esta vez no sirvi de nada. Adems la odiosa Sabatha le hizo

    el gesto de pellizcarla y ella apret el paso.

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    Dejaron Eirdain atrs y pronto una multitud de ithires se congreg en torno a

    ellas. Todos parecan asustados y muchos lloraban. Se haban refugiado en un

    bosquecillo cercano, ocultndose a la vista. La reina Laira no dejaba de

    contemplar la hermosa ciudad de las pirmides y las miles de antorchas

    congregadas en la Plaza del Nandul, el gran rbol smbolo de todo el poder de

    Ithire.

    Pasaron las horas, las ms negras de su historia, mientras esperaban Todos esperaban una respuesta que por fin lleg. El sonido de un cuerno rasg el

    silencio con un retumbo sordo y sin darse cuenta, todos miraron hacia el cielo a

    la vez.

    Estaba amaneciendo. Ethera sonri, porque era un amanecer precioso. Pareca

    que el sol sala por todos lados e iluminaba las pirmides con pinceladas de oro.

    Mir a su madre y ella le apret la mano con fuerza. Entonces la reina se agach

    hasta su altura y le dio un beso en la frente.

    Slo entregars tu corazn una vez en la vida, igual que yo te lo estoy dando ahora le dijo abrazndola. Quieran los dioses que seas feliz cuando elijas a quin drselo, y quieran tambin que todos tus das estn llenos de gloria.

    Ethera puso cara de extraeza. Pues vaya tonteras le estaba soltando su madre

    precisamente en el momento en que ella quera ver el sol nacer.

    Promteme que algn da volvers le pidi la reina Laira. En sus ojos haba lgrimas.

    S, mam contest ella. Sin saber por qu tena el corazn encogido, pero estaba dispuesta a decir cualquier cosa con tal de que su madre no llorase.

    El sol rompa ya el silencio mgico del alba y el cielo se estaba tiendo de

    sangre. A su alrededor se senta el miedo y muchos corrieron a esconderse en la

    espesura. Entonces la reina Laira le solt de la mano y pidi un caballo. Voces

    de protesta se alzaron por todos lados, pero ella no hizo caso. Con gran dignidad

    subi a la montura que un sirviente haba trado y mir a su hija por ltima vez.

    Ethera no saba qu estaba pasando, pero comprendi que su madre se marchaba

    y la dejaba sola. Grit y llor mientras los brazos decididos de Sabatha la

    arrastraban hacia la espesura del bosque. En el cielo, una riada de soles

    iluminaba las grandes pirmides de Eirdain, pero ella slo vea que su madre

    parta al galope alejndose de ella. El aire estaba lleno de gritos, los cuernos

    retumbaban sin cesar martillendole los odos. Tras ellos, murallas de fuego

    engullan la ciudad de Eirdain y con ella, los maravillosos rboles, las grandes

    pirmides y todo lo que encontraban a su paso.

    Las ramas de los rboles le heran los brazos y la cara. Ethera lloraba sin parar,

    pero nadie le mostraba ningn consuelo. Todos corran hacia los claroscuros del

    bosque. Gritos confusos y dolor. Caras crispadas cambiantes mientras ella

    llamaba a su madre una y otra vez.

    Emboscada! se escuch un grito por encima del tumulto. Todos se detuvieron asustados en medio de la arboleda. Delante de ellos, un

    cortejo de soldados les esperaban. Y ms que salan de los bosques, todo un

    ejrcito. La gente intent huir, pero muchos fueron abatidos con flechas de

    fuego. Ethera grit de espanto y Sabatha, que la llevaba en brazos, trat de

    apartarle la vista.

    Los obligaron a arrodillarse con las caras pegadas a la tierra, registrando y

    destrozando todas sus pertenencias. Entonces los soldados se apartaron dejando

    pasar a un sacerdote vestido con togas prpuras. El bosque entero pareci

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    quedarse congelado en el silencio, con los rostros ithires expectantes, los ojos

    llenos de miedo.

    Dnde est la que se hace llamar la reina Serpiente! demand buscando por entre los arrodillados.

    Nadie contest. El sacerdote hizo un gesto y los soldados arrastraron a un ithire

    cargado de cadenas de hierro, lleno de heridas, que se desplom en el suelo.

    Ethera grit al recordar el rostro del mensajero que haba estado hablando con su

    madre horas atrs. Entonces Sabatha se puso en pie lentamente, arropando a la

    nia contra su regazo, y el sacerdote la mir con sorpresa.

    La reina Laira ha muerto declar con la cabeza muy alta y Ethera ahog un aullido. Y por el gran Valo Nandul, el Durmiente, que su sangre caer sobre todos vosotros algn da por el crimen que hoy habis cometido.

    El sacerdote no pareci impresionarse y la observ en silencio.

    Nhalae Ithire contest por fin y sus palabras retumbaron extendindose por el bosque como nubes de tormenta. En nombre de su majestad, la reina Neman, desde hoy se os declara traidores a alanthilan y se os condena al exilio

    o a la muerte.

    Todos gritaron y aquellos que intentaron ponerse de pie fueron golpeados

    salvajemente hasta postrarse de nuevo. El sacerdote se acerc a la criada, con los

    ojos ardientes puestos en Ethera.

    Slo es una nia gimi ella, comprendiendo al punto sus intenciones, apretndola an ms contra su pecho.

    Es la estirpe de las serpientes rechin el sacerdote los dientes, arrancndosela de los brazos y contemplando sus ojos inundados de lgrimas. La heredera de los gusanos y las alimaas la insult sin piedad, la reina de los traidores. Con su muerte, el veneno daino de estas vboras se extinguir para

    siempre.

    Por los dioses! suplic la criada ponindose de rodillas. Debes saber quin soy. Dar mi vida a cambio de la suya, pero no le hagis ningn dao.

    No s quin eres ni me importa. Tu vida no vale nada, perra, y con gusto derramara yo mismo la sangre de esta criatura inmunda, si la reina Neman no

    hubiese decidido respetar su existencia en el ltimo momento.

    Arroj a la nia al suelo como si le diera asco tocarla y luego le escupi en la

    cara. Ethera temblaba de miedo. Las lgrimas le impedan ver nada ms que

    imgenes borrosas. Un soldado que haba estado registrando las pertenencias de

    las criadas, derram todo el contenido de la bolsa de Sabatha sobre la tierra.

    Despus de pisotear varios frascos y pequeas joyas cogi algo para

    inspeccionarlo. El gran sacerdote pareci interesarse por aquello y el soldado se

    lo acerc de momento haciendo una reverencia.

    As que pensabais volver se regocij el otro abriendo un libro con seis gemas incrustadas en la cubierta. Qu osada! Sabatha no contest.

    El sacerdote pas las pginas lentamente, sonriendo, hasta que cerr el libro. De

    repente arranc la gema que era una esmeralda redonda y la apret en la mano

    hasta que prendi fuego. La gema se convirti en humo negro. Luego toc con

    sus dedos el resto de joyas, y todas se fueron apagando una a una. Entonces

    arroj el libro a la cara de la criada.

    Esto es lo nico que tendris de alanthilan concluy trazando un signo de fuego en el aire. Todos los reinos estarn cerrados para vosotros y nadie os prestar ayuda. No se os permite pasar. Las grandes puertas estn rotas y nunca

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    volveris a ver el sol sobre Eirdain. Hoy Ithire ser reducido a cenizas y

    vuestros espritus inmundos jams tocarn esta tierra. Slo si los dioses son

    clementes, quizs algn da escuchen vuestras splicas patticas y os concedan

    la muerte.

    La extraa criada se puso en pie temblando de ira. A su alrededor comenz a

    arremolinarse un viento fro que arrastraba la hojarasca. Por un momento

    pareci imbuirse de poder y resplandeci con un aura verdosa. Sus ojos de gato

    eran terribles en medio de la oscuridad creciente. Algunos soldados dieron un

    paso atrs.

    Algn da empez. No agotes mi paciencia, bruja le advirti l. Respeta esta tregua magnnima que se os est concediendo Algn da reclamaremos ante los dioses nuestro regreso! grit ella extendiendo las manos que de repente parecan garras ardiendo en fuego verde.

    El sacerdote dio un paso atrs, aterrado, y tropez con uno de sus soldados

    cayendo de espaldas. El fuego verde culebre hacia l como una serpiente, y su

    toga prpura empez a arder en medio de gritos y manotazos frenticos. Los

    soldados se apartaron de su lado con horror.

    Sabatha lo contemplaba gritar y retorcerse en la tierra sin rastro de piedad, con

    una sonrisa que helaba la sangre mientras nadie acuda a socorrerlo. El cielo rojo

    se llen de relmpagos sobre su cabeza y todos los ithires se encogieron

    temblando, intentando no mirarla. Ethera lloraba llena de miedo.

    Sobre el viento y el fuego volveremos! aull la criada con un rugido sobrenatural, por encima del sonido de los truenos. Ninguna garganta normal

    podra haber gritado as. Sobre la luna y los soles volveremos! Ms all de las aguas, volveremos! Y ese da, juro por nuestra amada reina Laira que no habr

    sitio donde os podis esconder Aquel fuego verde creci con ella hasta consumirla en llamas igual que al

    sacerdote. Su figura entera pareci elevarse y convertirse en algo monstruoso de

    alas negras mientras gritaba sus ltimas palabras ante el espanto de todos. Pero

    aquella imagen terrible slo fue una sombra cambiante, que se encogi sobre s

    misma unos momentos y sus cenizas se dispersaron flotando, arrastradas por el

    viento fro.

    Y entonces todo desapareci. Como en un sueo de nubes grises, Ethera

    descubri que ya no estaba en los bosques de Ithire. Los soldados de Fire

    haban desaparecido, no haba grandes rboles verdes ni el cielo arda en sangre.

    A su alrededor, sobre la hierba agostada de un lugar desagradable y

    desconocido, la gente lloraba y maldeca a los dioses. Se sinti terriblemente

    sola y asustada. A sus pies, las ltimas manzanas del Valo Nandul y un libro

    con cinco gemas muertas.

    Entonces comenz el verdadero tormento de los ithires. Sin un lugar donde ir,

    errando durante milenios, escondindose, huyendo en un mundo que no les

    perteneca, ocultndose de humanos hostiles que no recordaban que ellos y los

    ithires forjaron alguna vez una alianza llamada Hira. No. Aquellos eran

    nemhiries y ni los adoraban, ni queran saber de ellos.

    Muchos murieron de pena, incapaces de soportar la prdida de Eirdain; otros se

    dispersaron ocultndose en grutas y cavernas, bajo la tierra, bebiendo el lodo y

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    la podredumbre, alimentando sus corazones de odio y de amargura hasta que

    llegaron a maldecir al propio reino de Ithire.

    Pero Ethera continu. Su corazn llor hasta que ya no hubo ms lgrimas, hasta

    que descubri que nada importaba y permiti que la negrura invadiera los

    pramos vacos de su alma.

    Sigui adelante. Luch a lo largo de centurias sin que nadie de su pueblo

    quisiera escucharla. Las que sobrevivieron con ella le contaron viejas leyendas,

    cuentos que yacan perdidos en el mismo amanecer de los tiempos, poderosos

    cnticos de un mundo antiguo que apenas recordaba.

    Aprendi cosas, misterios que le susurraban los rboles y los ros, historias que

    silbaban las serpientes y las alimaas, incluso aprendi de viejas brujas

    nemhiries que vivan apartadas en los bosques. Sabidura ancestral, noticias que

    le traan los vientos de la tierra. Supo de los cambios que ocurran en alanthilan

    a travs de los siglos y de las antiguas princesas que una vez fueron sus amigas.

    Ahora eran las reinas.

    Le contaron las leyendas de la antigua civilizacin de Hira y su destino final:

    Fire fue el juez implacable e Ithire la mano ejecutora. Quiso sentir vergenza

    por aquel holocausto que ellos mismos causaron pero en su corazn no haba

    nada. Supo de aquellos que lograron escapar, de sus fabulosos tesoros y de los

    rituales que transmitan a sus descendientes, generacin tras generacin, en

    busca de poder y venganza.

    Conoci a gentes de alanthilan que vivan en el mundo nemhirie por diversas

    razones. Proscritos, exiliados de otros reinos. Seres misteriosos y huidizos que

    nunca vea dos veces en el mismo sitio. Recordaba con claridad su encuentro

    con una de ellas, una vieja lunare ciega y demente una noche de tormenta. Su

    rostro oculto tras vendas andrajosas se qued en el misterio porque, de hecho, la

    conoca, pero no saba de qu.

    Sabr lo que quisiste le dijo mostrndole una bola de cristal tallado en multitud de facetas. Pero el precio de la llave ser tu sangre. Dos llaves dos sangres.

    Y luego desapareci. A Ethera no le import. La haba olido. Ya saba dnde

    encontrarla. La visit ms veces. Y la bruja siempre pareca estar esperndola,

    con su sonrisa torcida y los ojos ocultos que parecan leerle el alma.

    Vendrs dispuesta a pagar? se ri con su risa cascada. S Ethera sac una daga y puso el borde afilado sobre su mano abierta. Ta, ta, ta, bobadas neg ella con una sonrisa espantosa, agarrndole la mano con sus dedos huesudos. No ser esa sangre tuya llena de veneno. Y yo slo cobr una de las dos.

    Ethera apart la daga despacio y se produjo un silencio enorme.

    Conoces el futuro intuy temblorosa, pero tambin el pasado? Sabes por qu ocurri y quin nos hizo esto?

    No te importa le espet la vieja. Porque no te importar. Ella apret los labios, contrariada. La esfera tallada lanzaba destellos en la

    palma de la misteriosa anciana. Al final asinti en silencio.

    Cuando el Viento de los siglos se haya marchado susurr la vieja, el Fuego de la codicia marchito Cuando la Luna abandone la oscuridad y los Soles olviden la luz; cuando las Aguas traicioneras sientan el avance de la muerte y los

    dioses siseen el regreso de Ithire, mi amor te enviar una llave a travs de los

    tiempos. Y ser tu sangre la que pague por l. Despus, por esta llave le dio la

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    esfera de cristal, yo misma tomar tu otra sangre y el ciclo se completar, pues nada veo ms all de las sombras Ests advertida. Ethera sinti un escalofro aunque no entenda nada. l? Quin era l? Pareca

    ahogarse en la memoria pero entonces record las terribles palabras de Sabatha,

    olvidadas miles de aos atrs, las mismas que la bruja acababa de pronunciar.

    Cuando quiso interrogar a la misteriosa vieja, se haba esfumado en sus narices.

    Pensaba en aquella visita como si hubiese sido un mal sueo, pero notaba algo.

    Se acercaba el momento. Consult las runas miles de veces y siempre decan lo

    mismo: para consumar su venganza debera unirse a un humano, sacrificarse

    porque una vez, los ithires cometieron un crimen espantoso con el pueblo de

    Hira, sus elegidos, aquello que ellos mismos castigaron sepultndolos vivos en

    una lluvia de fuego y arena.

    Recapacit una y mil veces sobre aquello. El libro de Sabatha que haba

    recogido del suelo aquel da y que siempre llevaba consigo, permaneca en

    blanco, con todas las piedras apagadas. Era un libro de Hira. Un libro humano.

    Ellos no podan volver, estaban malditos, pero una nia humana que llevase su

    sangre sera capaz de abrir las puertas Retras cuanto pudo aquella decisin. Tener relaciones con humanos era lo ms

    desagradable que se le poda exigir. Sin embargo, quizs los mismos dioses

    precipitaron las cosas, pues una primavera, cuando se baaba en el lago rodeada

    de sus jvenes doncellas que jams alcanzaran la gracia de sus madres o la sabidura de sus abuelas, pues eran torpes y descuidadas, descubri a uno de aquellos brbaros nemhiries que la espiaba.

    El susto la hizo huir, pero luego recapacit despacio, en la oscuridad de los meses que siguieron. Quizs era la seal que estaba esperando. El sacrificio que

    le destinaban los dioses y que ya no deba posponer ms.

    Y Ethera lo hizo. Y cuando se march sin volver la vista atrs, saba que l

    estaba destrozado con el beb en brazos. Quiso rerse, pero para su desgracia,

    comprendi que algo haba florecido en aquel desierto que era su vida. Dese

    volver, abrazar a su hija una vez ms, porque acababa de descubrir que le haba

    entregado su corazn, tal y como su madre le haba dicho una vez.

    Nunca volvi a visitarlos. Le daba miedo enfrentarse al hombre, le daba miedo

    mirarle a los ojos. Sin embargo pidi a los vientos que le trajesen noticias de la

    nia sin alas, y a escondidas, mientras ultimaba sus planes y cerraba tratos,

    pensaba en ella con ms frecuencia de lo que se atreva a admitir.

    Y ahora por fin estaba all. Lo haba sacrificado todo. Haba hecho cosas

    terribles que nadie conoca. Crmenes que no reconocera ni bajo el martirio ms

    intenso. Todo haba salido a la perfeccin, paso tras paso y al final, se haba

    enfrentado cara a cara a una de sus viejas amigas. Y delante de ella, haba

    arrancado el libro de Hira de las manos de su propia hija sin siquiera mirarla.

    Mi amor te enviar una llave a travs de los tiempos record las palabras de la vieja bruja, y ser tu sangre la que pague por l. Ethera asinti. Porque saba que no senta nada por la hija sin alas. Las serpientes se arremolinaban a sus pies, siseando, acariciando su piel

    desnuda. Los lobos aullaron y los rboles susurraron cosas cuando la tierra

    empez a temblar. El viento fro del invierno le cortaba la cara, pero ya nada

    importaba. Tras milenios de tortura y sufrimiento los estaba invocando. A todos.

  • 11

    Y ellos venan. Desde las grutas profundas, desde los lagos cenagosos y las

    entraas de la tierra. Su gente volva.

    Cuando los vio se dio cuenta de que todo haba cambiado. Ya no quedaba nadie

    de aquel entonces. Los que volvan eran los hijos de los hijos de aquellos que

    una vez fueron expulsados. La antigua generacin se haba perdido para

    siempre, y de todos, slo quedaba Ethera. Y Na, que era la sangre de su sangre,

    sin mezclas, sin rastro humano. Nadie ms senta en sus venas el deseo de la

    venganza como ella, pero aun as estaban a su lado, regresaban a casa.

    Apret el libro contra su pecho pensando en la imagen casi olvidada de su

    madre, all, montada a caballo bajo el cielo rojo del sol de Fire.

    He vuelto, Laila susurr sin darse cuenta de que no haba dicho correctamente el nombre de la antigua reina de Ithire.

    Abri el libro y ley las frases bajo el viento ululante. Un punto de luz verde

    destell delante de ella y se alarg brillante hacia las alturas, estirndose,

    mostrando una puerta. Slo una persona escuch aquel susurro equivocado. Una

    chica, casi una nia, que baj la vista para que nadie notase que estaba llorando.

  • 12

    CAPTULO UNO

    CYINDER

    La oscuridad inundaba cada recodo del palacio de Tirennon. Los corredores

    solitarios asustaban un poco, tan fros y desprovistos de adornos que le

    resultaban inquietantes. En las paredes, diminutos farolitos llenos de lucirnagas

    blancas apenas iluminaban el camino con sus destellos, y las sombras se

    alargaban sinuosas, envolviendo las columnas como si la espiasen al pasar,

    vigilando cada uno de sus movimientos. Cyinder camin presurosa seguida de

    su doncella, y el eco de los pasos sobre el mrmol se multiplic igual que una

    respiracin entre susurros.

    Lleg a las habitaciones que la reina Maeve haba dispuesto para ella esa noche.

    Una cena en su honor que no haba podido rechazar. Ya al da siguiente, con la

    primera luz de la maana, regresara a la Universidad sin tardanza.

    Los aposentos le resultaron ms agradables que el resto del palacio. All se

    respiraba calidez y comodidad. La reina Maeve se haba preocupado de manera

    especial para que ella se encontrase a gusto y Cyinder lo agradeca en el alma.

    De un vistazo se hizo una idea bastante precisa de la sobriedad, la elegancia y la

    sencillez que impregnaban cada rincn, y tom notas mentales para cambiar el

    palacio de Solandis en cuanto tuviese oportunidad. Muebles cmodos pero

    seoriales, nada de adornos de oro ni colores chillones. El blanco era perfecto y

    daba la sensacin de flotar en un mar de espuma lleno de paz.

    Su mano se desliz sin querer a un bolsillo de la modesta toga que todos deban

    vestir y roz con los dedos la carta que su madre le haba escrito. Se volvi a la

    doncella por si la estaba espiando, pero la sacerdotisa pareca estar ms

    preocupada por la disposicin de los cojines sobre la cama y el orden preciso de

    los libros en las estanteras, que en otra cosa. Cuando le dio la espalda, la vestal

    fij en ella sus ojos convertidos en rendijas.

    Cyinder se sent sobre el mullido colchn y sac la hoja de papel dorado, escrita

    con letras gticas y chispitas de luz. Por un momento se avergonz de la propia

    carta, tan recargada y brillante que le resultaba ofensiva. Empez a releerla pero

    su mente vol a la cena real con Maeve y las lneas de oro se volvieron borrosas.

    Querida Cyinder! la salud la reina con una amplia sonrisa. Ven, sintate a mi lado!

    La muchacha trag saliva. Se senta pobre y pequea en aquel saln inmenso

    decorado con un gusto impecable, pero la propia reina en persona se haba

    levantado de su asiento para mostrarle su deferencia y su aprecio, y ella no poda

    sino corresponder a tal honor.

    Avanz emocionada hacia la cabecera de una mesa largusima en la que slo

    haba cubiertos preparados para dos comensales, aunque all hubiese podido

    cenar la corte entera de Solare sin ninguna incomodidad.

    El fro se haca sentir por todos lados. Una chimenea majestuosa permaneca

    apagada tras el respaldo de la reina Mab, como si el calor fuese una muestra de

    debilidad que la reina de reinas no iba a consentir. Cyinder respir hondo. Ella

    no era dbil. Solare no era dbil. Al revs, era un reino del que tanto ella como

    Maeve podran sentirse orgullosas.

  • 13

    Mi querida hija, porque te puedo llamar hija, verdad? segua la reina Blanca con su sonrisa preciosa. Te aprecio tanto que ni siquiera siento la necesidad de la Ceremonia de las Flores. Contigo a mi lado es como si se hubiesen cumplido

    todos mis deseos.

    Cyinder enrojeci de orgullo creyendo que la otra iba a abrazarla, pero Maeve

    volvi a sentarse en su silla sin siquiera tocar su mano.

    Claro que s respondi de inmediato, deseosa de agradarla, y se sent frente al plato vaco.

    Al momento entraron varias sacerdotisas con bandejas cargadas de frutas que

    dispusieron en la mesa. Maeve no prob bocado as que Cyinder tampoco,

    aunque con gusto se hubiese dado un atracn con las sabrosas uvas rosadas que

    parecan gritarle Cmeme! Y dime, cuntame cosas deca la reina. Te sientes a gusto en Tirennon? Echas de menos Solare?

    Un poco. Bueno, muy poco recapacit al ver que la mirada de ella se oscureca. En verdad echo de menos a mis amigas Baj la cabeza y espi la respuesta de Maeve por el rabillo del ojo. No quera

    contrariarla pero haba algunas cosas que la hacan dudar, como el hecho de

    haber dormido a Laila, y retenerla en el palacio para usarla como rehn frente a

    la reina de los ithires, una vez que apareci por fin ante todas en el Reina

    Katrina.

    Maeve sin embargo sonrea llena de amabilidad. Era tanta su benevolencia que

    le llegaba en oleadas, despejando cualquier inquietud. Pero cmo se atreva a

    dudar de ella ni un solo segundo? Cyinder se sinti terriblemente mal. No se

    mereca estar en su presencia.

    Sabes que lo hice por su bien respondi la reina de reinas y Cyinder no se dio cuenta de que la otra contestaba a sus pensamientos, pues no haba dicho nada

    de Laila en voz alta. Ethera no la quiere, la ha utilizado y si tu amiga descubre esa gran verdad, sufrir tanto que no quiero ni pensar en las consecuencias. A

    ella se le partira el corazn y a ti te arrastrara en su dolor. Son cosas que no

    voy a consentir.

    Cyinder asinti despacio. Lo que Maeve deca era justo lo que estaba pensando.

    Era la verdad. Pero Aurige y Nimphia, que haban huido con los Seores de los

    Vientos como si fuesen criminales La hija de Titania es una rebelde sin solucin contest Maeve siguiendo el curso de su mente. Ya sabes que Lunare es un reino oscuro y traicionero. Yo misma he pensado muchas veces en un cambio ejemplar. Pero ya ves, hay que

    respetarles y ser benevolente aunque siempre estn conspirando con sus secretos

    y sus misterios huidizos.

    Bueno, pero Aurige es distinta protest la muchacha con voz dbil.

    Es la hija de Titania. No lo puede evitar. Si su madre es traicionera, ella

    tambin. No dudes que llegar el da en que sus intereses y los tuyos sern

    opuestos, y entonces tu amiga no dudar en traicionarte.

    Cyinder agach la cabeza ante sus terribles palabras. No poda creerlo. Aurige

    no era as, ni Nimphia. Senta los ojos ardiendo y no vio que Maeve contraa los

    labios antes de ensancharlos en su amplia sonrisa.

    De todas formas balbuce la solare tratando de esconder las lgrimas, signo de debilidad, dijisteis que perdonarais a todos, que la guerra se terminara Es mi intencin la sonrisa de la reina se haba vuelto fra. Cuando todos los que se oponen a m, se den cuenta de su ceguera y se inclinen sometindose a la

  • 14

    voluntad del Reino Blanco, no habr necesidad de enfrentamientos ni batallas.

    Lo que ms deseo en este mundo es perdonarles, te lo aseguro.

    Cyinder se sinti incmoda. No tena ningn derecho a recriminarle nada, as se

    lo gritaban sus propios pensamientos y cada resquicio de su alma.

    Hija ma, no he querido atormentarte le dijo acariciando sus cabellos dorados y Cyinder levant la vista. Eres una joven muy fuerte, casi tanto como yo a tu edad, y me siento muy orgullosa de ti.

    El corazn de ella lati apresuradamente y sonri tragndose las lgrimas.

    Venga, hablemos de cosas divertidas sigui la reina, de esas cosas que hablis las muchachas, de fiestas y de chicos Cyinder enrojeci. No es que mantuviese amistades con jvenes, pero haba uno

    en concreto Sin embargo cerr su mente negndose a revelar nada, ni siquiera a acordarse de l, y la reina no pudo descubrirlo.

    Me ha escrito mi madre dijo contenta, sacando una carta dorada llena de adornos sobrecargados.

    Qu sorpresa! fingi Maeve una alegra desmedida, pues en realidad ya estaba al tanto de todo el correo que la actual reina de Solare reciba. Y qu nos cuenta de Solandis?

    Bueno empez ella con timidez, dice que est muy bien y que es muy feliz ahora que nadie la critica.

    Quin la critica! pareci alterarse la reina. No pienso consentir que nada ni nadie enturbie el bienestar de tu madre. Dime quin es y recibir un castigo

    singular por esa falta de respeto. Ha sido Titania? Zephira tal vez?

    No dice nada de eso se apresur ella a contestar. Slo dice que es feliz y tambin me invita a ir con ella de compras, porque va a salir la moda de

    primavera Se guard la carta muy avergonzada. Su madre no tena remedio y ahora Maeve

    se burlara de ella y de todos los solares. Sin embargo, el rostro de la reina era

    de infinita bondad y sabidura.

    Quieres ir? le sonri al parecer maravillada con la noticia. A m me encantara estar en tu lugar, libre de preocupaciones, sin los desvelos y las

    angustias que trae consigo el deber de ser reina compuso una mirada triste. Ya quisiera yo asistir a fiestas y desfiles de moda, pero no puedo. Tengo que ser

    fuerte y velar por los habitantes de alanthilan, pero ese sacrificio me llena de

    orgullo, porque s que es por el bien de todos.

    No s qu hacer

    Ve, querida hija insisti. Divirtete y cmprate muchos vestidos. Al menos hars cosas que yo nunca me podr permitir estando en el trono.

    Cyinder trag saliva. Ella no era dbil ni se asemejaba a su madre. No poda

    perder su tiempo en vestidos ni fiestas y adems, slo lo haba imaginado o

    haba percibido cierto tonillo de burla en las palabras de Maeve?

    No ir dijo por fin, asumiendo su papel de joven reina. Tengo mucho que aprender y estudiar para que Solare sea lo que siempre he soado.

    La reina Mab pareci mirarla con tal respeto y admiracin que Cyinder se sinti

    temblar de orgullo. Las sacerdotisas entraron y recogieron las bandejas de fruta

    que ni siquiera haban tocado, como dando a entender que la cena haba

    concluido. Una cena muy corta. Ni siquiera le haba dado tiempo a tomar un

    poco de agua, pero estaba segura de que las cosas en palacio deban ser as.

    Cyinder se levant con gran respeto, deseando decir algo importante para que

    aquel momento grandioso no se perdiera.

  • 15

    Yo te ayudar a cumplir esos sueos se adelant Maeve tomando la palabra. Ahora eres mi hija y nunca permitir que te suceda nada malo.

    Luego se haba marchado sola, con su dama de compaa, y ahora estaba en sus

    aposentos frente a la misiva dorada de su madre. Los ojos volvieron a enfocarse

    en las chispitas de luz y reley las lneas con desaprobacin. Entonces rompi la

    carta y la desech a un lado con gestos elegantes, queriendo evitar por encima

    de todo que la doncella notase que la pena la inundaba por dentro.

    Se tumb sobre el colchn dejando que el sueo la venciera.

    Y entonces so con su madre, con Hellia, all en las Montaas Shilayas de

    Sdhe, cuando le haba entregado la corona de oro trenzado y se haba liberado

    de la carga que siempre haba supuesto para ella reinar.

    El sueo se volvi confuso, lleno de imgenes borrosas y voces lejanas. Una

    vieja bruja en una torre oscura. Llevaba los ojos tapados con vendas mugrientas

    y a su lado, una shilaya anciana miraba a las estrellas del techo y le deca unas

    palabras extraas.

    T sers la ltima luz, mi nia oy su voz en el vaco de los sueos. Y a pesar de todo lo que nos odias, las shilayas estaremos a tu lado cuando todo

    alanthilan caiga en la negrura. Recurdalo para siempre Se agit inquieta. En el sueo trataba de recordar el nombre de la anciana una y

    otra vez hasta que dio con l. Se llamaba Violeta, pero ella aborreca todo lo que

    las shilayas representaban y se alej de la torre oscura con la cabeza muy digna.

    Sentada tras los velos de la cama, la sacerdotisa blanca vigilaba su sueo y al

    notar su desasosiego, sali de la habitacin sin hacer ningn ruido.

    Cyinder se alej de la torre sin mirar atrs. Ahora estaba en un barco que volaba

    por el aire. Se acercaba despacio a otra torre, tan colosal y grandiosa que el resto

    del mundo pareca hecho de juguete. Las corrientes entraban y salan a placer

    por entre los arcos y las columnas, y todos los vientos se rean de ella. Shilaya, shilaya! le gritaban dejando caer a sus pies vestidos estrafalarios de la moda de primavera.

    Se arrebuj en las sbanas sintiendo fro. Los vientos se rean de ella, la

    insultaban, y sus amigas estaban all. No hacan nada por impedirlo.

    Te traicionarn escuch una voz dulce y suave como la miel. Se reirn de ti en secreto No gimi ella en el sueo, que de repente se volva confuso y azulado. Caras que la vigilaban en la lluvia, ojos afilados en las sombras. Susurros

    reptilianos mientras todo se confunda en un remolino. Rostros de dragones y

    antiguos enemigos: Tritia, la reina de Acuare se rea con desprecio, Titania e

    incluso Zephira, la madre de Nimphia. Se rean con risas cascadas mientras su

    madre, Hellia, se arrodillaba delante de todas y suplicaba clemencia.

    Estuvo a punto de despertar en ese momento terrible, pero entonces una luz

    bondadosa la apacigu. La calma volvi como un mar sereno haciendo que su

    respiracin fuese lenta y profunda. Al frente, la ciudad de Solandis resplandeca

    radiante, ms gloriosa que nunca, y todo era gracias a ella. Solare entero la

    aclamaba y ella sonrea, blanca y magnnima, repartiendo amor a su pueblo.

    Junto a su cama, la reina Maeve apart la mano de sus cabellos y la observ con

    frialdad. La sacerdotisa que vigilaba el sueo de la muchacha se inclin con

    respeto y permaneci de pie, en silencio, mientras la reina de reinas se retiraba.

  • 16

    Antes de cerrar la puerta, la reina Blanca volvi a espiar a Cyinder a travs de la

    rendija abierta. Su rostro helado se volvi cruel, lleno de desprecio.

    Estpida susurr en voz baja, sintiendo un incontrolable deseo de rer.

  • 17

    CAPTULO DOS

    A TRAVS DE LA NIEBLA

    Erase una vez, hace mucho tiempo ley Laila, una bella princesa que estaba prisionera en una torre La torre era muy alta? interrumpi una nia con los ojos brillantes.

    Tena novio? pregunt otra sacudiendo sus rizos. Laila chasque la lengua contrariada. Ya llevaba tres intentos de comenzar el

    cuento y siempre haba una mocosa que tena alguna pregunta absurda en mente.

    Menuda maanita le estaba tocando. Y todo por hacerle un favor a Mrs. Peabody,

    que haba tenido que sustituir al director Westfield por culpa de un catarro.

    No tena novio contest con paciencia llevndose la mano a la frente. Desde haca una semana le dola la cabeza cada vez que pensaba en la profesora.

    Un da incluso se haba despertado de una pesadilla en la que Mrs. Peabody se

    vesta con cuatro o cinco abrigos de pieles, viajando en un barco con gente rara a

    su lado. La profesora era una vieja bruja que se ensaaba con las alumnas ms

    jvenes, pero Laila era una de sus favoritas y le tena mucho aprecio. No saba por

    qu se estaba obsesionando con ella hasta en sus sueos.

    Y qu paso? la sac otra cra de sus pensamientos.

    Si dejis de interrumpir, lo sabris las rega frunciendo el ceo. Mir el reloj por cuarta vez. El tiempo pasaba muy despacio y no vea el final de

    aquella maldita hora de clase. En cuanto sonase la campana se marchara

    corriendo con sus amigas. Adems tena hambre y fro. El invierno haca que se

    sintiese dbil.

    Ocurri que un da sigui leyendo ahora con ms prisa, saltndose prrafos estpidos, un prncipe encantador pasaba por all y ella estaba cantando una dulce meloda Cul? interrumpi la nia de los rizos otra vez.

    Pues la misma que cantan todas las princesas respondi Laila de mal talante cerrando el libro de golpe. Y si alguna vuelve a decir una palabra, me marcho. Todas las nias gimieron con tristeza. No queran estudiar francs, y el hecho de

    que una de las mayores les estuviese leyendo cuentos en hora de clase era una

    sorpresa maravillosa. Una estaba dibujando en su cuaderno con lpices de colores

    y le llev el dibujo como regalo.

    sta eres t le dijo con una sonrisa esperanzada, sealndole una mueca de largos cabellos rojizos, vestida de rosa con un sombrerito en forma de cono.

    Sonri intentando agradecrselo sin conseguirlo. Al menos haba acertado con el

    color de su pelo. Su mirada se desvi hacia los ventanales empaados por el fro.

    Fuera el tiempo se haca cada vez ms desagradable. Estaba nevando otra vez y

    los copos danzaban en rfagas de ventisca. Ms all no se divisaba nada, ni el lago

    Lomond ni los bosques. Todo estaba rodeado de una neblina espesa. Volvi a

    abrir el libro por la pgina con desnimo.

    Y el prncipe le dijo: Rapunzel, lanza tus trenzas por la ventana!

    Cmo saba su nombre si no era su novio? aull una mocosa con cara de pasmo.

    Laila cerr el tomo poniendo los ojos en blanco. Ahora se iban a enterar.

  • 18

    A Rapunzel la conocan todos los prncipes de la zona se invent. Su padre tuvo que encerrarla porque se iba todos los das a la discoteca y no quera estudiar.

    Y como no visitaba la peluquera, tena unas greas espantosas de hecho tena el pelo verde!, y echaba las trenzas por la ventana para que los prncipes subiesen

    hasta arriba.

    No me gusta! llorique una nia. El cuento no es as.

    Claro que s dijo ella sintiendo de nuevo una fuerte punzada en la cabeza. Porque era medio tonta y en vez de respetarse a s misma, dejaba que los prncipes

    le tirasen de los pelos Ahora todas las nias lloraban compungidas y Laila se arrepinti un poquito en

    medio del gritero. En menudo embrollo se haba metido. Cuando le contasen a

    Mrs. Peabody lo que haba hecho las pagara caras, pero es que tanto cuento de

    hadas estpido le tocaba las narices.

    Bueno, no es as intent corregirlo con voz dulce, pero ya era intil. La princesa se peinaba sus largos cabellos dorados soando con el prncipe azul Valiente tontera la sobresalt una voz desde la puerta del aula. Me gustaba ms como lo estabas contando antes, nemhirie.

    Laila se gir. Sin saber por qu, el corazn se le haba disparado a mil por hora.

    Frente a ella, en el quicio de la puerta, una extraa chica morena le miraba con

    ojos burlones.

    Disculpa, necesitas algo? pregunt pasado el susto inicial. El despacho del director Westfield est en la planta baja, pero est con un catarro. Mrs. Peabody te

    atender Menuda bruja contest la misteriosa recin llegada sin dejar de sonrer. No saba que le tenas tanto aprecio como para acordarte de ella.

    Perdn? se asombr Laila. La chica le trataba con demasiada familiaridad. Casi impertinente. Y adems,

    cmo haba entrado en el colegio? Su cara le era totalmente desconocida, y esas

    ropas como un ladrn de las pelculas. Por un momento se asust. Las nias haban dejado de llorar y miraban a la chica con ojos interrogantes, encantadas

    ante la sorprendente novedad.

    Laila, soy yo, Aurige se acerc la otra con un andar elegante, casi como una pantera. Vamos, me parece increble que no te acuerdes de nada. Y desde cundo eres pelirroja?

    Qu?

    Le dola la cabeza cada vez ms, pero tena una extraa sensacin de peligro

    inminente. Y adems, cmo saba su nombre?

    Ahora vuelvo anunci a toda el aula, queriendo alejar a la intrusa cuanto antes de las nias pequeas. Voy a acompaar a la seorita de repente el nombre de ella le pareca impronunciable, al despacho del director. No quiero ningn folln y t, Kristin, no le pegues a Beatrice o me chivar a Mrs. Peabody.

    Deja que se peguen, mujer ri la chica dejndola atnita. As se fortalecen. Que los nemhiries sois tan blanditos y llorones Laila la sac de all de inmediato, cerrando la puerta.

    Mira, te acompao al despacho del director Westfield susurr encaminando la marcha por el pasillo vaco, y por favor, no hagas esos comentarios delante de unas nias Venga ya, nemhirie, djate de rollos se enfad la otra para su gran asombro, o es que voy a tener que sacar las alas para que te acuerdes de m? Qu

    decepcin!

  • 19

    La muchacha aceler el paso. Estaba en presencia de una loca y adems, pareca

    peligrosa. Cuanto antes se librase de ella, y sin parecer asustada, mejor.

    Cre que slo con verme despertaras sigui la tal Aurige, s, ese era el nombre, diciendo cosas extraas como si fuesen lo ms normal del mundo, pero est claro que el hechizo de Maeve es demasiado poderoso. Voy a tener que usar la fuerza

    para sacarte de aqu.

    Laila estuvo a punto de detenerse. Usar la fuerza? Contra ella? Por un momento

    quiso echar a correr porque senta el pnico invadindola. Las zancadas se

    hicieron ms largas. No vea el momento de llegar al despacho del director y

    encima el colegio pareca extraamente muerto. No sonaba la campana del final

    de clase, por los pasillos no haba ni un alma ni se escuchaban sonidos de ajetreos

    escolares.

    Si supieras lo que he tenido que hacer para llegar hasta aqu deca la otra meneando la cabeza. Tuve que llegar a un acuerdo con Jack quiero decir, con el nemhirie. Me avergenza haber pactado con l, pero me hizo prometer que si

    me daba un Grano de las Arenas de Solare, le ayudara con algo que l necesitase.

    Vamos, que estoy en deuda con un nemhirie! Tenas razn, Laila, fue l quien las

    rob Ya basta! grit ella creando ecos que rebotaron en la piedra. Y deja de decir esa palabra!

    Cul? se detuvo la tal Aurige cuando por fin la puerta del despacho estaba a la vista.

    Nem nemhiloquesea! No s quin eres ni de qu me conoces, pero necesitas que te vea un especialista.

    Ahhh sonri la otra con sarcasmo. O sea, que t s me puedes llamar hada y yo no te puedo decir nemhirie. Vale entonces, seorita ithire. Laila sinti que se le doblaban las rodillas por el dolor de cabeza. Se haba vuelto

    muy intenso de repente, la vista se le nublaba. Iba a caerse al suelo pero no poda

    permitirlo. La puerta del despacho estaba all, al alcance de su mano. Slo con

    girar el pomo estara a salvo y Mrs. Peabody se encargara de todo. Estaba segura.

    Qu te ocurre? la voz distante de aquella chica pareca de preocupacin sincera y se acerc a ayudarla cuando dio con la rodilla en las baldosas de piedra.

    Vete jade, la cabeza le iba a estallar. No te acerques a m, socorro! Pero todo se apagaba, se volva de algodn. Caras difusas en la niebla oscura,

    hasta que no pudo ms y se desplom en el suelo.

    Cuando abri los ojos, por un momento sinti un sobresalto y se incorpor de

    golpe. Mir a todos lados con inquietud tratando de recordar algo, pero nada a su

    alrededor sugera ningn peligro, y se llev una mano al colgante de plata que le

    haba regalado Daniel Kerry por su cumpleaos. El metal fro la apacigu. Haba

    estado soando con una chica rara que quera asesinarla. Respir profundamente

    mientras el sueo se deslizaba hacia el olvido. Estaba en su cama, en su

    dormitorio de Lomondcastle, rodeada de oscuridad. Senta la mullida presin del

    colchn y las sbanas fras.

    Encendi la luz de la lamparita ahuyentando las sombras, que corrieron a

    esconderse por los suelos. Todo haba sido una pesadilla siniestra pero, qu hora

    era? El sueo fue tan real que le pareca que era ms de medioda. Incluso le dola

    la rodilla de verdad y se la acarici de manera inconsciente. Lo bueno era que

    haba dejado de dolerle la cabeza. O slo soaba que le dola?

  • 20

    El despertador marcaba las seis de la maana. Ms tranquila se puso en pie y llev

    a cabo toda su rutina diaria de asearse y vestirse. Antes de haber terminado, ya

    sonaban golpes en su puerta y las voces escandalosas de sus amigas llamndola

    para desayunar.

    Buenos das! exclam Sandy Madison con una sonrisa radiante cuando ella abri.

    Laila devolvi la sonrisa sin mucho entusiasmo. Las dos primas, Sandy y Lizzel,

    le aburran con sus charlas interminables de chicos, vestidos y cotilleos, pero por

    otro lado eran sus amigas de toda la vida. Slo haba que aguantarlas un poco y

    sonrer de vez en cuando. Ms de una alumna de Lomondcastle vendera su alma

    con tal de formar parte del grupito de amigas de Lizzel y Sandy. Y ella, por suerte

    o por desgracia, perteneca a aquel selecto club. Bajaron al gran comedor como cada maana, seguidas de multitud de aduladoras

    que trataban de llamar su atencin, siempre pendientes del ltimo maquillaje de

    Sandy o de las fiestas sociales a las que iba a acudir Lizzel en cuanto llegase la

    navidad.

    Las dos primas parloteaban sin cesar mientras Laila pensaba, y no por primera

    vez, lo bien que estara lejos de tanto tumulto y tanta fama, leyendo tranquila a la

    sombra de un rbol. Sin saber por qu, aquello le devolvi a la pesadilla que haba

    tenido.

    Mir a las primas y luego mene la cabeza para s misma. Sera una tontera

    contarlo, porque no haba sido otra cosa que un sueo y porque adems, por una

    razn misteriosa, su mente se negaba a decir una sola palabra sobre aquello. Lo

    que todava le resultaba sorprendente era acordarse de todos los detalles de

    aquella chica, que incluso tena nombre propio.

    Y es sper estrafalaria! exclamaba Lizzel en ese momento, en voz alta para que la oyesen todas sus admiradoras.

    Ya se le bajarn los humos respondi Sandy con una sonrisa irnica y al momento cambi de tema. Con quin vas a ir a la fiesta de navidad, Laila? Pero ella ni se enter. Se haba quedado rgida como una estatua en medio de los

    grandes portones del comedor. En una de las mesitas, sola y alejada del bullicio

    del resto del colegio, una chica de cabellos tan negros como la noche y tez plida,

    se sentaba indolente apoyando las botas de tacn alto sobre otra silla. Saboreaba

    tranquilamente un fantstico bizcocho del que pareca manar lava de chocolate.

    Qu descaro! susurr Lizzel boquiabierta. Y de dnde ha sacado ese pastel?

    Es la nueva Sandy le dio un codazo cmplice a Laila. Dicen que viene de un orfanato, puedes creerlo? Estn admitiendo pobres aqu, en Lomondcastle.

    La muchacha trag saliva con un nudo en el estmago y el corazn a punto de

    estallar. Era la misma chica de su pesadilla, y era muy real. La cabeza le daba

    vueltas intentando hallar una solucin lgica a aquel misterio, pero cuanto ms se

    esforzaba, ms pareca embotrsele el cerebro. Iba a marcharse de all pitando

    pero Lizzel y Sandy la arrastraron en pos de las bandejas del desayuno. Luego se

    sentaron en su mesa habitual sin dejar de mirarla con descaro. La desconocida

    levant una mano y la salud a ella.

    La conoces? se asombr Sandy untando despacio la mantequilla sobre una tostada, que al lado de aquel pastel de chocolate, pareca la suela de un zapato.

    No tengo ni idea de quin es susurr Laila agachando la cabeza. No la he visto en mi vida.

    Ser una gtica critic Lizzel. Lleva tanto maquillaje blanco que parece una muerta.

  • 21

    Comenzaron a llover los comentarios, cada vez ms crueles y desagradables sobre

    la desconocida, pero Laila not un tonillo de envidia en las voces de las dos

    primas. Aquella chica, la asesina de su pesadilla, pareca tener un aura

    sobrenatural muy por encima de las dems, indiferente y distante. Y encima no se

    haba molestado en venir a rendirles la adoracin que el resto del colegio senta

    por ellas.

    Creo que hoy es el ltimo da que llevar esas botas coment Lizzel, desdeosa, y de repente se qued callada.

    Laila levant la vista del plato para encontrarse a la morena plantada all, delante

    de ellas. Pareca mirarla furibunda, como si fuese a lanzarle un cuchillo o algo, sin

    embargo en sus ojos brillaban estrellas.

    Veo que nunca aprenders dijo con una voz suave y fra, como la del viento nocturno. Te dejamos sola un rato y enseguida vuelves con ellas seal a las dos primas con desdn.

    No se te ha perdido nada aqu, bicho raro le solt Sandy con grosera. La chica nueva, Aurige, si es que de verdad se llamaba as, sonri igual que si una

    daga de plata pudiese sonrer. Sandy cerr la boca de inmediato.

    No estn mal para ser recuerdos asinti despacio. Igual de retrasadas y estpidas que las de verdad.

    Lizzel se puso en pie roja como un tomate. Pareca un toro embravecido a punto

    de iniciar una pelea. La chica mene la cabeza, disgustada.

    No quiero creer que sea esto lo que siempre has soado, Laila pronunci su nombre con todo el descaro del mundo, como si fuese su hermana o su mejor

    amiga. Vivir a la sombra de estas dos tristes nemhiries y que te acepten? Eso es lo que usa la vieja Mab para engatusarte?

    Laila no entenda de qu hablaba aquella chica medio chiflada. Intentar

    comprenderla era como buscar el hilo de un ovillo enmaraado: laberntico y sin

    sentido. A su alrededor, varias alumnas formaban un corro ante lo que prometa

    ser una buena pelea.

    Seras tan amable de dejarme en paz? balbuce tratando de ser educada y tranquilizar el ambiente. La cabeza volvi a darle una punzada dolorosa. No te conozco de nada Ni a Cyinder ni a Nimphia? Tampoco te acuerdas de ellas? Pero de estas

    nemhiries s, eh?

    Nos ests insultando, luntica? se enfureci Lizzel cada vez ms roja. No, luntica no pens Laila de repente. Es otra palabra, es Pero la punzada en la frente le impeda razonar. Tambin haba perdido el apetito

    y el desayuno no tena sabor.

    Ya entiendo lo que pasa susurr la chica con un destello en la mirada. El sueo blanco no permite que te acuerdes de nosotras. No te deja pensar.

    T no la dejas pensar con esa cara de payaso salt Sandy haciendo rer al coro de admiradoras.

    La tal Aurige la ignor por completo, sin embargo, en su mano apareci una araa

    negra de largas patas que baj despacio hasta la mesa. Las dos primas chillaron de

    terror y el grupito de aduladoras se esfum de inmediato.

    Sin embargo es divertido que las nemhiries de tu sueo s que se acuerden de

    Teses sigui la chica observando cmo la araa slo se haba multiplicado una vez ante los alaridos de Lizzel y Sandy, congeladas de horror. Ellas saben que no deben moverse porque t te acuerdas de ese detalle. Bien. Es interesante.

  • 22

    Laila sin embargo estaba asombrada de no sentir ningn miedo. No poda tener

    miedo, porque porque aquello slo era una ilusin ptica, un truco. Mir a la chica pero de nuevo todo se volva una nebulosa distante. Como si se encerrase en

    nubes de algodn que le impedan seguir despierta.

    Tengo que irme ya, no quiero que me pillen deca la chica cuando su cara se disolva en las sombras de la memoria. Volver pronto. Resiste Y ella quiso decir algo, algo importante, pero slo susurr:

    No te conozco

    No te conozco, dijo el cabritillo ley Laila a toda la clase expectante. Ensea la patita por debajo de la puerta. Veinte pares de ojos infantiles la miraban con el terror delicioso pintado en sus

    caras. Se salvara, o se lo comera el lobo mentiroso?

    Laila parpade un segundo de confusin. Por un momento tuvo la sensacin de

    que ya haba vivido aquello antes. Algo estaba equivocado. Pareca que repeta el

    mismo momento una y otra vez sin que el tiempo avanzase. Tras las ventanas

    llenas de cristales de hielo, la nieve caa incesante como todos los das y la niebla

    pareca a punto de devorar el colegio.

    En ese momento son la campana que indicaba el final de clase y ella suspir

    aliviada. Sali de all recorriendo la galera acristalada que comunicaba con el

    pabelln principal, sumida en pensamientos extraos.

    Apoy las manos en la ventana y mir hacia fuera. El paisaje nevado era triste y

    desalentador. Los campos de deportes se escondan entre los jirones blancos de

    nubes que ocultaban la luz del sol de invierno. Algunas alumnas jugaban a guerras

    de bolas de nieve, con sus bufandas rojas ondeando en la ventisca. Era como una

    postal navidea descolorida. Sin darse cuenta, su mente comenz a vagar hacia

    lugares fantsticos y se imagin una isla congelada, que era como un gran

    diamante de hielo invertido y el fro era espantoso. All haba docenas de barcos

    que volaban en el aire y Laila! la sobresalt Sandy sacndola de golpe de toda aquella fantasa. La muchacha por un momento se asust. Las dos primas haban aparecido all de

    golpe, o es que ella no se haba dado cuenta de cundo se acercaron?

    Habis tenido alguna vez la sensacin de haber vivido algo ya antes? les pregunt mientras iniciaban el paseo hacia el comedor.

    Eso es un dj vu presumi Lizzel en perfecto francs. O como los que se creen que fueron Cleopatra o Marco Antonio en una vida anterior. Yo desde

    luego, sera una gran emperatriz Mira cort Sandy en voz baja sealando hacia adelante. Esa es la nueva que acaba de venir.

    Laila sinti el vrtigo de un sueo irreal abatindose sobre ella. Apoyada en las

    puertas del comedor, una chica morena, con los brazos cruzados, pareca estar

    esperando a alguien. Ya conoca esa cara. La haba visto el da anterior, o en un

    sueo no poda acordarse. Se llama Aurige pens asustada tragando saliva. La chica levant una mano y la salud.

    La conoces? se asombr Sandy. De ese sitio donde vives en Irlanda tal vez? A Laila el comentario le cay mal. Las primas eran sus amigas, pero a veces la

    mortificaban por el hecho de no haber nacido en una gran ciudad. La trataban de

    pueblerina.

  • 23

    A lo mejor era la que cuidaba las cabras ri Lizzel con voz aguda. O quizs haca sacrificios rituales con ellas. Parece una bruja.

    Porque aquella chica, aunque vesta el uniforme correctamente excepto las botas negras de tacn alto, tena un aire raro. Como si no encajase ni en el colegio ni en el mundo. Para colmo de males, se acerc decidida en su direccin.

    Bien, nemhirie, empiezo a cansarme de todo esto le solt llegando a su lado.

    Disculpa, novata, te conocemos? la interrog Sandy, deseando adquirir protagonismo en la reunin. Nadie hablaba con Laila o con Lizzel si no le pedan

    permiso a ella primero.

    La chica la ignor.

    No te ests esforzando en despertar sigui como si la regaase, y cada vez me resulta ms difcil venir. Saben que ocurre algo raro y estn levantando defensas.

    La cosa se puede poner muy peligrosa.

    Venir? De otra galaxia o qu? le espet Sandy. Hablas raro y dices cosas que mejor debera escuchar un psiquiatra.

    Nimphia ha sido condenada al exilio por unirse a los Seores de los Vientos deca la tal Aurige imperturbable. Ni Eriel ni la reina Zephira han levantado un dedo por ella y la situacin en Aire es catica. Lord Ho y Lord Drake van a

    asaltar Londres Ests pirada! le grit Lizzel dndole un empujn. Djanos en paz! Laila, vmonos!

    Pasa de ella! chill Sandy con un tono de voz demasiado agudo, como si intentase ahogar aquella absurda conversacin de cualquier forma. Vas a ir a la fiesta de navidad con Daniel?

    Ella afirm sin saber exactamente qu estaba contestando. Daniel? Por supuesto

    que ira con l. No eran novios, pero todo el mundo daba por supuesto que estaban

    juntos.

    No hay fiesta de navidad con Daniel, Laila deca Aurige en aquel momento. No hay nada. Tu mundo nemhirie es una fantasa. Faerie es la realidad y tienes

    que despertar. Ests en Tirennon, en el sueo blanco de Maeve Sandy se abalanz sobre ella con una rabia desquiciada. Aurige se apart

    asombrosamente rpido y la chica trastabill cayendo al suelo. Las alumnas que se

    haban acercado a ver qu ocurra soltaron una exclamacin de asombro.

    Mira, si tienes un problema empez Laila, intentando calmar los nimos. Las primas eran expertas en peleas y luego salir victoriosas ante los profesores.

    Por supuesto que tengo un problema! le increp Aurige poniendo los brazos en jarras. He gastado un Grano de las Arenas para meterme en el sueo blanco y venir a despertarte! Un grano de Solare! Si Cyinder se entera, me mata apret los puos con rabia. Fui con Jack Crow a una mansin nemhirie donde haba cosas que no te puedes imaginar. En un saln haba un retrato de una mujer que

    era igual que la ailora de tu padre, y lo ms increble de todo Vmonos, Laila, no la escuches! grit Lizzel, que acababa de ayudar a su prima a levantarse del suelo y le recompona la chaqueta arrugada del uniforme.

    Aurige suspir.

    Estoy harta de estas dos cretinas murmur con voz oscura. De repente en sus manos aparecieron dos aspas de luz negra que daban vueltas

    sobre s mismas como hlices mortferas. Laila observ asombrada aquel

    prodigio. No se vean los hilos, si es que era un truco de magia, pero las aspas

    flotantes destellaban peligrosamente con cada vuelta que daban. La chica

  • 24

    chasque los dedos y una de las hlices vol rauda cortando el aire, y se qued a

    pocos centmetros de la nariz de Lizzel. Laila y Sandy gritaron de terror.

    Por favor suplic temblando de miedo, no nos hagas dao. La tal Aurige pareci contrariada.

    No se te ha ocurrido detenerla, eh? le grit. Tienes el cerebro embotado de serrn, pero no me pienso rendir!

    De nuevo chasque los dedos y docenas de aspas surgieron en el aire, danzando a

    su alrededor. Lizzel y Sandy chillaban abrazadas la una a la otra y en la salida del

    comedor se haba formado un tumulto de alumnas intentando huir despavoridas.

    De repente todas las aspas asesinas parecieron ponerse de acuerdo, y volaron

    raudas creando estelas negras, precipitndose contra las dos primas.

    Ya basta, lunare! grit Laila, aterrada. El mundo pareci congelarse. Las hlices de luz negra se detuvieron y Aurige

    respir hondo, sonriendo victoriosa.

    Estupendo, nemhirie dijo con el suspiro de un trabajo bien hecho. Ahora despierta y vmonos de aqu.

    Pero Laila no saba qu haba hecho. Dijo una palabra incomprensible que le

    haba salido de golpe, como algo oculto muy profundo, pero ya su mente

    consciente se apoderaba de nuevo de su voluntad. Haba pasado algo horrible en

    el saln. Las dos primas lloraban de miedo y todo el mundo gritaba. Mir a la

    chica morena con odio.

    Te pido, por favor, que no vuelvas a acercarte a m nunca ms le dijo. Luego se dio media vuelta y abandon el comedor. Lizzel y Sandy la siguieron.

    En sus caras se pintaba una sonrisa de maldad satisfecha.

    ***

    Estoy a punto de conseguirlo murmur Aurige tumbada en la cama de su dormitorio.

    Miraba hacia el techo con las manos cruzadas tras la nuca. Arriba, el mrmol

    blanco haba cambiado en cuanto ella ocup su habitacin en la Universidad, y

    ahora pequeas constelaciones de estrellas giraban despacio sobre un firmamento

    negro y aterciopelado.

    Estaba en Tirennon, la capital del Reino Blanco, y la lunare no vea la hora de

    salir de all.

    Despus del asunto con Jack Crow cerr los ojos con fuerza tratando intilmente de olvidarlo, Aurige volvi a Nictis tan dcil y sumisa que despert las sospechas de Geminia de inmediato. Cuando la chica anunci que se marchaba a

    la Universidad Blanca, la duquesa sinti un profundo alivio.

    Aunque Geminia gobernaba Lunare bajo la mano y proteccin de Maeve, Titania

    segua siendo la verdadera reina para muchos, sobre todo para Obern, y eso era

    una constante amenaza. La duquesa tena proyectos para someter a los insurgentes

    de Blackowls muy pronto. No permiti a Aurige reunirse con su madre en ningn

    momento, y cuando la chica se mont en su horrible artefacto rosa para no volver,

    envi mensajeros a Tirennon. La propia reina Blanca la agasaj en persona

    cuando creyeron que la hija de Titania estaba ya bajo absoluto control.

    Aurige sonri satisfecha tumbada en su cama. Su plan estaba saliendo a la

    perfeccin.

    Cyinder te odiar para siempre el da que se entere le respondi una figura oculta bajo un embozo oscuro.

  • 25

    No tiene por qu enterarse replic moviendo los hombros con desdn. No tiene tiempo ms que para ir con la vieja Mab a todos lados. Parece una mueca

    de trapo. La reina blanca y la reina de oro dijo en tono de desprecio intentando ocultar la rabia que senta. Adems, Laila salv Solare. Es justo que Solare haga algo por ella ahora.

    Yo estoy de acuerdo contigo, lunare asinti la figura en un susurro. Pero Cyinder podra preguntarte por qu no dormiste al nemhirie en el momento que te

    mostr las Arenas. Las podras haber conseguido todas a la vez, no slo un Grano.

    El rostro de Aurige se ti de rosa un segundo y de inmediato volvi a ser plido

    y fro. A Nimphia no se le pas por alto y contempl a su amiga con

    preocupacin. Adems, Aurige se haba negado tajantemente a contarle cmo

    perdi la runa de oro de su cuello. Suspir con paciencia.

    No creo que tengas que agobiarte tanto le dijo Aurige, desdeosa. Con un poco ms de tiempo sacar a Laila del sueo blanco. Recuerda cosas si se le

    presiona adecuadamente.

    Tus presiones me dan miedo, lunare.

    Pero funcionan.

    Pues me parece que vas a tener que darte mucha prisa o presionarla mejor.

    Por qu? Aurige frunci el ceo. Me arriesgo mucho cada vez que entro en el sueo de Laila. No es slo luchar contra su mente dormida. El propio sueo se

    protege y se defiende a s mismo. No es tan fcil como llegar y chasquear los

    dedos.

    Por eso mismo insisti Nimphia. Si todo es tal y como me has contado, Laila corre ya un gran peligro.

    Explcate exigi la otra incorporndose. La aire mir a todos lados con precaucin. Cada segundo que pasaba en Tirennon

    era un riego extremo. Condenada al exilio, ser descubierta all podra suponer

    incluso la muerte.

    Laila est dormida en el hechizo de Maeve susurr. Vive all perdida en sus recuerdos y el sueo hace que sea feliz y que no quiera despertar Pero?

    Pero no come, lunare. No bebe. Cunto lleva sin alimentarse de verdad? Su

    cuerpo real se debilita y se enfra. Es fuerte pero pronto el sueo la controlar por

    completo. Probablemente creer que est enferma, pero ya el hechizo blanco

    tendr dominio absoluto sobre su mente dbil, y podra soar con algo horrible,

    alguna pesadilla de su memoria. Aqu en Tirennon dirn que ha muerto de hambre

    y de fro. En el sueo, la pesadilla la matar.

    La lunare sali de la habitacin escudriando a todos lados y luego cerr la

    puerta sin hacer ningn ruido. Nimphia se haba marchado haca rato y ella no

    consegua dormir. Su amiga de Aire, despus de despedirse, haba abierto la

    ventana y tras comprobar que no haba peligro, haba saltado hasta un pequeo

    bote que flotaba amarrado a un saliente. El pirata Diablo estaba all acurrucado

    esperndola, vigilando en la noche. En cuanto pis el suelo de madera, Diablo

    sopl sobre el poste de cristales azules y la pequea barca se desliz lentamente

    sobre el eterno mar de niebla que rodeaba la ciudad. Nimphia dijo adis en

    silencio. Luego ella y el pirata se alejaron en la oscuridad hasta que el brillo azul

    parpadeante desapareci.

  • 26

    Aurige recorri los salones apagados del edificio de la Universidad hasta el

    exterior y luego, con mil precauciones a pesar de la invisibilidad, cruz las sendas

    labernticas que se adentraban en el propio Tirennon, vaco y silencioso como

    cada noche, y traspas los muros blancos del palacio hasta llegar a la habitacin

    donde retenan a Laila dormida. La primera vez haba sido difcil esquivar a los

    albanthos, pero ahora se mova con soltura, como un gato silencioso

    acostumbrado a cazar de noche. La imagen de Jack Crow hizo un intento de

    aparecer en su mente, pero Aurige se lo impidi.

    Abri la puerta hacindose visible. Su amiga descansaba sobre un lecho blanco,

    durmiendo profundamente con los ojos cerrados. Aurige le tom el pulso de

    inmediato y comprob que Nimphia tena razn. Laila tena la piel fra como el

    hielo, apenas respiraba y los latidos en su mueca eran casi imperceptibles. La

    otra mano descansaba firmemente cerrada, como un naufrago a un salvavidas,

    sobre el medalln de plata de los ithires. Aurige dud un segundo. Lo que iba a

    hacer era muy peligroso, un riesgo enorme, pero ya no haba tiempo. No despus

    de lo que haba dicho Nimphia. Sin sentir ms remordimientos, la lunare se

    concentr un momento y desapareci.

    ***

    Por todos lados se escuchaban campanas y sonidos de fiesta. El colegio de

    Lomondcastle luca sus mejores galas, y coronas de murdago y lazos decoraban

    los pasillos en un ambiente de risas y felicidad.

    Laila volvi a su habitacin entusiasmada. Era la gran noche. La fiesta de navidad

    con los chicos de Lomondfield. Cuando el bullicio en los pasillos y las

    felicitaciones quedaron atrs, contempl su disfraz con devocin. Un precioso

    vestido de hada, como una princesa de cuentos, reluca colgado de una percha.

    Las joyas brillaban bajo la luz de la lmpara y el tejido de seda verde era la

    envidia de sus amigas. Se lo haba regalado Monique, su futura madrastra, y como

    siempre, haba demostrado un gusto impecable. Hasta las alas transparentes eran

    perfectas.

    El da anterior haba llegado el regalo para ella desde Francia. Laila la llam por

    telfono para darle las gracias. La pena era que comunicaba todo el tiempo y al

    final la muchacha desisti. Tampoco pasaba nada. Despus de la fiesta llegaban

    las vacaciones y volvera con su padre y con Monique. Seguramente hablaran de

    la boda de ellos dos en primavera.

    Repar en que el vestido tena las mangas de una gasa demasiado fina y por un

    momento dud. Tiritaba de fro y se senta con fiebre, pero por nada del mundo

    iba a dejar de acudir a la fiesta. Daniel estara all. No saba de qu se disfrazara,

    pero como siempre, formaran una pareja espectacular y bailaran juntos bajo los

    aplausos de todos. Estrech el vestido contra su pecho pensando que la vida era

    maravillosa.

    En una nube de felicidad se arregl de inmediato. Apenas se daba cuenta de que

    sus cabellos parecan ordenarse solos, y el vestido se ajustaba quedndole

    perfecto, como un guante. Dio una vuelta admirando su figura en el espejo y se

    mare un poquito. Verdaderamente necesitara dormir y curarse el catarro que

    tena pinta de pulmona, pero aquel pensamiento se esfum por arte de magia.

    Abri un cajn de su tocador y sac el collar de esmeraldas que le haba regalado

    su padre en verano por su cumpleaos. Despus de probrselo, decidi que el

    medalln de plata que le haba regalado Daniel le quedaba muchsimo mejor.

  • 27

    Cuando fue a devolver el collar a su estuche, sus dedos tropezaron con una foto

    ajada que haba guardado all sin saber por qu.

    La mir unos segundos con aprensin. En ella, una chica morena cuyo rostro le

    resultaba familiar se vesta con un traje de princesa de cuentos, dando saltitos

    sobre la cubierta de un barco.

    El Desfiladero de los Matanusk pens de repente, y aquello la asust. Y no slo eso. Una torre grandiosa donde los vientos hablaban. All haba

    decidido ser algo. Algo importante y nico, y haba gritado a aquellos vientos que

    ella era que era La foto se volvi de color blanco y la devolvi al cajn con un fuerte dolor de

    cabeza que hizo que se olvidase de todo. De nuevo sonri encantada ante la

    imagen que le devolva el espejo.

    Cuando sali de la habitacin, las chicas que bajaban al saln de actos quedaron

    maravilladas. Todo el mundo le sonrea y la felicitaba, como una verdadera reina

    del pas de las hadas. Lizzel y Sandy apenas parecan tristes reflejos a su lado y en

    el aire brillaban chispitas doradas.

    La fiesta era maravillosa. Las chicas de Lomondcastle bailaban con sus parejas de

    Lomondfield y la msica de la orquesta era perfecta. Pero dnde estaba Daniel?

    Todos sus amigos sin pareja estaban all pasndoselo en grande. Cuando ya iba

    dispuesta a preguntarles, vislumbr una sombra por el rabillo del ojo.

    Una chica misteriosa estaba all en medio, sola, sin bailar con nadie. Llevaba el

    uniforme del colegio, pero pareca un punto negro en medio de la fiesta de color.

    La conoca. La haba visto pero no saba dnde. La cabeza empez a dolerle y

    sinti fro y fiebre a la vez.

    Dnde est tu disfraz? oy que le preguntaba Doreen McCallum a la desconocida.

    Lo llevo puesto contest la otra con fiereza. Y era verdad. Lo llevaba. El uniforme haba desaparecido. Un traje de gasa negra

    y diamantes brillaba espectacular, a juego con unas alas de suave color violceo.

    En la derecha haba tres cicatrices. A aquella chica slo le faltaba dar saltitos

    sobre la cubierta de un barco y Laila crey que se mareaba a punto de desmayarse.

    La chica apart a Doreen a un lado y camin hacia Laila. Ella se estremeci.

    Quiso salir de all pero las puertas del saln estaban cerradas.

    Creo que Daniel est a punto de llegar le susurr Sandy a su lado, demasiado feliz, casi desquiciada de alegra.

    En ese momento se escucharon golpes en la puerta. Alguien llamaba queriendo

    entrar y Laila fue a abrir porque saba que era Daniel. No lo hagas le dijo la chica morena, que haba llegado junto a ella. No abras, porque lo que est ah fuera no es Daniel.

    Ella se gir interrogante. En la voz de aquella desconocida haba un tono de

    oscuridad.

    Escucha los golpes, Laila susurr por encima de una msica que de repente se haba vuelto chillona y desafinada. Son uas rascando la madera Laila no saba de qu estaba hablando la chica Aurige era su nombre. Uas rascando la madera? Pero qu demonios deca? Si era Daniel Pero por debajo de todo aquel gritero, por debajo de la msica estruendosa y las

    caras de felicidad alucinada, algo estaba raspando la puerta, como cuando se araa

    una pizarra con una tiza.

    Uas negras afiladas sigui la otra con los ojos intensos puestos sobre ella. Las mismas que hicieron las heridas de mis alas. T sabes perfectamente quin

  • 28

    fue. Est fuera, esperando. Los dientes son como cuchillas. Sabes lo que quiere,

    Pelomoco, no va a parar hasta conseguirlo.

    Los golpes arreciaron de pronto. La puerta se combaba hacia adentro como si un

    monstruo intentase derribar las maderas. Laila dio un paso atrs cuando saltaron

    astillas.

    A su mente acudi una imagen absurda: la del cuento de los siete cabritillos.

    Ahora ella pedira que ensease la patita por debajo de la puerta. A su lado, las

    sonrisas de felicidad de Lizzel y Sandy brillaban llenas de dientes. Se salvara o

    se la comera el lobo mentiroso? Pero no poda ser. Su cerebro le gritaba que era

    Daniel, el prncipe de sus cuentos que vena a salvarla.

    Es Daniel! aullaba Sandy empujndola hacia el pomo. Abre la puerta, Laila, y todos seremos felices!

    No es Daniel, Pelomoco segua la tal Aurige llamndola por aquel misterioso mote. Es la bestia hiena. Lo sabes. Recuerda sus ojos de loco asesino, sus dientes de sierra. En cuanto le abras se lanzar sobre ti. Est ah fuera, babeando La msica haba alcanzado un grado espantoso. A su alrededor, las chicas del

    colegio bailaban y bailaban, como sombras al otro lado de un espejo lleno de

    niebla. Laila cerr los ojos. Estaba ardiendo de fiebre y la cabeza le dola como

    nunca.

    Te queremos, Laila! gritaban todos. Abre la puerta y baila con Daniel!

    Sers nuestra reina para siempre le dijo Lizzel radiante de felicidad. La muchacha gir el pomo un poquito. Abrira y cruzara el espejo de niebla hacia

    su prncipe, y entonces se acabara la fiebre y el dolor de cabeza. Su mano tembl.

    Porque haba algo. Algo oscuro debajo de todo aquello, como un olor pestilente

    en una cueva llena de objetos robados. Y entonces la imagen clara y horrible de la

    bestia hiena se col en su mente, persiguindola, dando zarpazos a travs de una

    gruta de fuegos azules. Grua y rea enseando sus dientes como cuchillos

    afilados.

    La puerta se vena abajo sin remedio ante las arremetidas furiosas. Casi poda ver

    la cara de la hiena, cubierta de pelo negro y spero. Abrira las fauces lanzando un

    aullido espantoso de victoria. A su alrededor todo pareca desdibujarse. El

    monstruo rompi la madera astillada y una zarpa horrible tante, frentica, en

    busca del pomo.

    No! grit Laila llevndose las manos a su colgante. Un colgante de plata con una serpiente de dos cabezas que brillaba en medio de la niebla. El medalln de

    los ithires.

    Ithire.

    Lo que ella era. Lo que le grit a los vientos.

    Su colgante despidi un destello cegador, tan intenso que crey que el corazn se

    le haba parado, y los ojos le dolieron a punto de llorar.

    Y entonces despert. La bestia hiena desapareci. El colegio, la fiesta, todo

    pareci convertirse en jirones de humo gris. Se encontraba muy dbil, casi

    exhausta, tumbada en una cama blanca. Mir a Aurige, que pareca ser la nica

    persona viva en medio de toda aquella neblina.

    Ni en tus sueos vuelvas a vestirme de shilaya nunca ms, nemhirie le dijo ella con una sonrisa enorme.

  • 29

    CAPTULO TRES

    SEMILLAS DE VENGANZA

    1

    Violeta canturreaba perdida entre el humo de las cacerolas y los fogones. Dio unas

    vueltas a la sopa de calndulas y al no encontrarla a su gusto, chasque los dedos.

    Un bote de especias apareci de la nada y se agit encima del agua hirviente.

    Dos escobas de paja barran frenticas el suelo de la torre. Una de ellas se atreva

    incluso a trepar por las paredes en busca de telaraas inexistentes. En un piln

    cercano, la ropa sucia se enjabonaba y se frotaba a s misma una y otra vez

    formando espuma y pompas de jabn. Luego las mudas se escurran y volaban a

    colgarse en las alturas.

    Aquella maana se senta feliz. Ella fue en otro tiempo la Magistra del Invierno,

    pero aunque apenas se acordaba de aquello, todava le encantaba el fro y la

    llegada de las primeras nieves. Y si encima luca el sol, no se poda pedir ms.

    Ensay unos pasitos de baile sin darse cuenta, y con el alboroto de las cacerolas y

    las escobas, no escuch cuando llamaron a su puerta.

    Pronto los golpes se hicieron ms insistentes, casi violentos. El hada se detuvo en

    su baile, mir a la puerta y de inmediato a sus estrellas en el techo. Nada. No le

    decan nada. Desde haca unos das las seoritas parecan estar enfadadas con ella

    y no le revelaban ninguna seal de su futuro prximo. Sin saber por qu sinti un

    escalofro. No podra saber su futuro, pero eso no significaba que hubiese perdido

    la intuicin. De repente no quera abrir. Se estremeci mientras los golpes

    arreciaban, amenazando con echar las maderas abajo.

    No hay nadie! exclam tontamente, pero eso no hizo sino enfurecer a quien estuviese ensandose all afuera.

    Se acerc despacio. No iba a abrir. Al final quien fuese se aburrira y la dejara

    tranquila. Intent justificarse pensando que era la Magistra del Sol, que vena a

    acusarla de alguna nueva paparrucha, cuando su mano gir el pomo sin querer.

    Abri una ranura y entonces un grito histrico escap de sus labios.

    Frente a ella, tan pegada a la puerta que pareca haber estado espindola, una cara

    vieja y arrugada, con una venda mugrienta tapndole los ojos, le sonrea con una

    mueca cruel.

    Pas ya? grit la bruja riendo como un cuervo. Me abriste, Violeta?

    Ojos! No vuelvas a hacerlo! jade el hada encogida del susto, apartndose del dintel para dejarla pasar.

    Ta, ta, ta, tonteras ri ella renqueando hacia el interior apoyada en su bastn, y la arpa Monique callada en su hombro. Hars el equipaje, lo hiciste? Qu equipaje, Ojos? se cruz Violeta de brazos, muy seria. Y desde cundo sales de tu torre para darme un susto?

    Miranda sonri con maldad.

    Ya vinieron. Estarn aqu ayer, o maana o ahora. Nos fuimos. Violeta suspir intentando mantener una paciencia que se le agotaba a grandes

    pasos.

    Sintate, querida, te preparar una tisana de las tuyas, adems la arpa debe estar

    hambrienta. No le das de comer nada ms que ratas.

  • 30

    Estoy bien, shilaya replic ella acertando con el tiempo verbal. No me hagas esperar. Recoge tus cosas.

    El hada la ignor. Una cacerola de agua apareci sobre los fogones y pronto

    comenz a hervir. Cuando se dio la vuelta con la tacita humeante, Miranda segua

    de pie, observndola impasible, como una bruja que con su cuervo al hombro

    estuviese a punto de soltar una maldicin.

    El equipaje, Violeta repiti. Ella mir a las estrellas del techo otra vez, pero seguan sin decirle nada.

    Ya no te quieren ri la bruja. Las abandonaste. Date prisa.

    Yo no he abandonado nada ni me voy a ningn sitio contest la otra dejando la taza en una mesa que haba aparecido ante ella por arte de magia.

    Vendrs, shilaya pesada! la amenaz Miranda acercndose peligrosamente y estirando su dedo afilado. La arpa en su hombro alete inquieta. Ella est all y la necesito.

    Quin, Ojos? Por los dioses, deja de hablar con acertijos.

    La chica ithire, so tonta apret Miranda el bastn con su garra. Y las otras tambin fueron. Todas. Nos vamos ya.

    Violeta tembl. Quera negarse, pero era como luchar contra el destino. Adems,

    adnde quera ir Miranda? Una luz destell en su cerebro y la mir boquiabierta.

    A Tirennon? susurr.

    Tirennon repiti la otra, extraada, con los ojos entrecerrados como si rebuscase en su memoria. No, no o s? Ayer se llamar as? Siempre se ha llamado as. Es la capital del Reino Blanco, Ojos explic la otra, paciente.

    Oh no, querida, siempre no. No siempre, no, no canturre en una nebulosa. Pero no fuimos al Tirennon ese tuyo. Vamos a Nan-Og.

    La shilaya suspir con aquella nueva locura incoherente. Intent resignarse,

    porque su amiga viva perpetuamente en el pasado y Nan-Og no exista ms que

    en las leyendas. A pesar de todo no se iba a dejar engatusar.

    No se me ha perdido nada en ese sitio. Yo no voy.

    T s y punto contest Miranda sin dejar opcin a rplicas. Hiciste el equipaje?

    Ya est bien de tanto equipaje y tanta tontera se enfureci ella. Vamos, te llevo de vuelta a tu torre y te dejar una tonelada de ludano boreal para que dejes

    de fastidiarme en una buena temporada.

    As que no quieres llevarte nada, de acuerdo sonri la otra, enigmtica. Di adis a tus estrellas.

    Violeta la cogi del brazo y la sac casi a rastras. Fuera la nieve caa suavemente,

    con los copos danzando en la eterna msica del bosque azul de Sdhe. Le

    encantaba el invierno, pero Miranda le haba agriado el da. Cruz el puente de

    cristal labrado tirando de ella, con la dichosa arpa chillando sin parar. Para colmo

    de males, multitud de jvenes shilayas parecan seguir la misma direccin que

    ellas, y tanto tumulto de vestidos la molestaba. De repente not que ya no tena

    que tirar de Miranda, al revs, ahora casi tena que seguirla a la carrera.

    La bruja sigui el camino de oro al igual que las shilayas, y se desvi de la senda

    que conduca a su torre ruinosa ante el asombro de Violeta. La nieve arreciaba y

    all al frente las jvenes se empujaban unas a otras intentando ponerse en primera

    fila para ver algo. Algo que estaba viniendo a Sdhe. Se detuvo en seco y sinti el

    tirn de la mano de su amiga.

    Qu es esto, Miranda? pregunt llamndola por su nombre.

  • 31

    Los Ojos de la Muerte se volvieron a ella.

    Esto es el final, vieja amiga respondi Miranda, con una cordura como haca mucho tiempo. Son las tuathas. Han venido a por m. No puedo creerlo neg Violeta con la boca abierta. Jams han venido tuathas a Sdhe.

    El silfo lo saba y lo cont sigui la bruja. Ahora vienen a buscar al Ojo de la Muerte, pero yo se lo doy a ella.

    Pero qu demonios de silfo ni silfo! protest su amiga. Volvi a sentirse arrastrada por la masa de shilayas que cantaban bajo la nieve.

    Algunas magistras volaban flotando pero ya no dio tiempo a ms. Delante de

    ellas, un cortejo de albanthos recorra el camino de oro.

    Albanthos en Sdhe! Aquello era inadmisible. Violeta sinti la ira crecer en su

    interior.

    Escapamos ahora ri Miranda a su lado. Entonces Violeta se qued boquiabierta all en medio y la plumosa nieve cay

    despacio sobre sus hombros. Tras los albanthos, flotando a un palmo del suelo,

    tres jvenes doncellas blancas parecan envolverse en destellos.

    Tuathas. Era verdad, estaban all, como un sueo imposible. La aristocracia de

    Tirennon. Las ms poderosas de todas. Casi tanto como Maeve, como las grandes

    reinas del pasado. Su belleza era tan irreal que el ojo no poda definirla. Quizs no

    tenan ya cuerpo fsico, slo imgenes que el cerebro trataba de encajar. A su

    alrededor el mismo aire brillaba con lucecitas, y bajo sus pies crecan las flores

    sobre el manto de nieve.

    Corremos! insisti su amiga dndole un codazo.

    Calla! le chist Violeta, alarmada, intentando confundirse entre el gento. El cortejo de albanthos se diriga invariablemente hacia la torre de la bruja. Las

    jvenes shilayas a su alrededor se apelotonaban en una masa de telas y destellos

    de colores, y Violeta quiso tirar de su amiga y sacarla de all a toda prisa. El pulso

    se le haba acelerado y ella se senta ya vieja y cansada para aquel tipo de

    aventuras.

    Las tres tuathas se detuvieron un segundo justo al lado de ellas dos, buscando a su

    alrededor. El hada observ sus rostros: caras blancas y perfectas, sin labios ni

    boca, pues se deca que las tuathas jams podran emitir un veredicto falso o errar