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Evangelio según San Marcos
Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos? "Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
LO IMPORTANTE (J.A. Pagola)
Un escriba se acerca a Jesús. No viene a
tenderle una trampa. Tampoco a discutir con
él. Su vida está fundamentada en leyes y
normas que le indican cómo comportarse en
cada momento. Sin embargo, en su corazón se
ha despertado una pregunta: "¿Qué manda-miento es el primero de todos?" ¿Qué es lo
más importante para acertar en la vida?
Jesús entiende muy bien lo que siente aquel
hombre. Cuando en la religión se van
acumulando normas y preceptos, costumbres y
ritos, es fácil vivir dispersos, sin saber
exactamente qué es lo fundamental para
orientar la vida de manera sana. Algo de esto
ocurría en ciertos sectores del judaísmo.
Jesús no le cita los mandamientos de Moisés.
Sencillamente, le recuerda la oración que esa
misma mañana han pronunciado los dos al salir
el sol, siguiendo la costumbre judía: "Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón".
El escriba está pensando en un Dios que tiene
poder de mandar. Jesús le coloca ante un Dios
cuya voz hemos de escuchar. Lo importante no
es conocer preceptos y cumplirlos. Lo decisivo
es detenernos a escuchar a ese Dios que nos
habla sin pronunciar palabras humanas.
Cuando escuchamos al verdadero Dios, se
despierta en nosotros una atracción hacia el
amor. No es propiamente una orden. Es lo que
brota en nosotros al abrirnos al Misterio
último de la vida: "Amarás". En esta experien-
cia, no hay intermediarios religiosos, no hay
teólogos ni moralistas. No necesitamos que
nadie nos lo diga desde fuera. Sabemos que lo
importante es amar.
Este amor a Dios no es un sentimiento ni una
emoción. Amar al que es la fuente y el origen
de la vida es vivir amando la vida, la creación,
las cosas y, sobre todo, a las personas. Jesús
habla de amar "con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser". Sin mediocridad ni
cálculos interesados. De manera generosa y
confiada.
Jesús añade, todavía, algo que el escriba no ha
preguntado. Este amor a Dios es inseparable
del amor al prójimo. Sólo se puede amar a
Dios amando al hermano. De lo contrario, el
amor a Dios es mentira. ¿Cómo vamos a amar
al Padre sin amar a sus hijos e hijas?
No siempre cuidamos los cristianos esta
síntesis de Jesús. Con frecuencia, tendemos a
confundir el amor a Dios con las prácticas
religiosas y el fervor, ignorando el amor
práctico y solidario a quienes viven excluidos
por la sociedad y olvidados por la religión.
Pero, ¿qué hay de verdad en nuestro amor a
PALABRAS DE VIDA PASTORAL PENITENCIARIA
Asidonia-Jerez
4 Noviembre 2012 31 DOMINGO T.0. (B)
Mt 12,28b-34
Dios si vivimos de espaldas a los que sufren?
DISCERNIMIENTO, DIÁLOGO Y ORACION “koinonía”
Para la revisión de vida
� También yo soy invitado a «escuchar», escuchar y obedecer la Palabra, ¿qué valor doy a la
Palabra de Dios que escucho frecuentemente? ¿Me impulsa de verdad a obedecer, a cambiar mis actitudes?
Para la reunión de grupo
� La exigencia fundamental, la que está a la base de todo compromiso religioso es el amor a Dios, pero que debe estar mediatizado por el amor a los hermanos. Ésta es la base primordial de la espiritualidad de Jesús, la que le permite aquella absoluta sintonía entre su opción por Dios como Padre, y su consecuente opción por el Reino del Padre que en la percepción es la preocupación por los débiles y marginados. En este sentido, nuestra espiritualidad no puede cambiar de referen-te, ¡a no ser que queramos cambiar el evangelio! Traten por todos los medios posibles de tomar y leer el artículo «Creer como Jesús: la espiritualidad del Reino», de José María Vigil, se puede bajar, http://servicioskoinonia.org/relat/191.htm Leerlo por bloques, confrontándolo con nuestra experiencia actual de creyentes y de trabajadores del Reino.
Para la oración de los fieles
� Por las iglesias del mundo, para que sean las primeras en obedecer a la Palabra, oremos. � Por los gobernantes, políticos y dirigentes sociales, para también ellos sientan que sus proyectos
deben estar en línea con la Palabra de Dios, oremos. � Por nuestros grupos y nuestras comunidades para que sus programas y acciones sean la concre-
ción obediente de la Palabra que los convoca y los motiva, oremos. � Por cada uno de nosotros para que en el diario vivir seamos capaces de mantener una actitud de
escucha obediente a la Palabra de Dios, oremos.
Oración comunitaria
Oh Realidad suprema y trascendente, que escapas de nuestra capacidad de percepción, pero que
estás presente y a la vez trasciendes la historia de nuestros pueblos, que te buscan desde el inicio de
su peregrinar en este mundo. Te reconocemos como el Misterio que late en toda vida, que inspira
en toda búsqueda, que acompaña todo amor. Nos sentimos felices contemplando cómo todos los
pueblos, de una manera u otra, Te sienten cercano y reciben tu Luz. Nosotros concretamente, nos
acercamos a Ti por medio de Jesús, nuestro Hermano Mayor, Transparencia tuya. Amén.