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6 Dialética, v. 5, n. 5, p. 6, Mar/2014 EL DEBATE SOBRE EL ESTRUCTURALISMO Y EL CISMA EN EL MARXISMO BRITÁNICO: ANÁLISIS DE UNA CONTROVERSIA. PABLO OJEDA DÉNIZ Licenciado en Historia por la Universidad de Las Palmas G. C. RESUMEN: El debate sobre el estructuralismo tuvo inicialmente por protagonistas a los filósofos marxistas Louis Althusser y John Lewis, quienes polemizaron sobre las soluciones a dar a la crisis del marxismo. Posteriormente, la controversia se quedó en buena medida recluida dentro del marxismo británico a partir de la salida de escena de Althusser y de la irrupción de la polémica obra de Edward Palmer Thompson Miseria de la Teoría (1978), que suscitó tanto el rechazo de Perry Anderson como de los “discípulos” de Eric J. Hobsbawm, al entender que E. P. Thompson terminaba por dinamitar el materialismo histórico. La intervención de Hobsbawm contra Althusser es colateral, pero muy importante. De fondo, el debate sobre el estructuralismo se relaciona con los problemas de desarrollo científico de la Historia y de su convivencia con otras ciencias sociales. PALABRAS CLAVE: estructuralismo, materialismo histórico, marxismo británico, ley histórica, lucha de clases… ARTIGO - PABLO OJEDA DÉNIZ

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EL DEBATE SOBRE EL ESTRUCTURALISMO Y EL CISMA EN EL MARXISMO BRITÁNICO: ANÁLISIS DE UNA CONTROVERSIA.

PABLO OJEDA DÉNIZ

Licenciado en Historia por la Universidad de Las Palmas G. C.

RESUMEN:

El debate sobre el estructuralismo tuvo inicialmente por protagonistas a los

filósofos marxistas Louis Althusser y John Lewis, quienes polemizaron sobre las

soluciones a dar a la crisis del marxismo. Posteriormente, la controversia se

quedó en buena medida recluida dentro del marxismo británico a partir de la

salida de escena de Althusser y de la irrupción de la polémica obra de Edward

Palmer Thompson Miseria de la Teoría (1978), que suscitó tanto el rechazo de

Perry Anderson como de los “discípulos” de Eric J. Hobsbawm, al entender que

E. P. Thompson terminaba por dinamitar el materialismo histórico. La

intervención de Hobsbawm contra Althusser es colateral, pero muy importante.

De fondo, el debate sobre el estructuralismo se relaciona con los problemas de

desarrollo científico de la Historia y de su convivencia con otras ciencias

sociales.

PALABRAS CLAVE:

estructuralismo, materialismo histórico, marxismo británico, ley histórica, lucha

de clases…

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I

El debate sobre el estructuralismo en el seno del marxismo británico, en los años setenta y ochenta, hace referencia no tanto a la recepción de las ideas del filósofo marxista francés Louis Althusser, como a las distintas vías que se buscaron para solucionar los problemas que éste planteaba en cuanto a una salida a la crisis del marxismo.

Es necesario aclarar los siguientes términos para un adecuado enfoque de esta investigación. El estructuralismo hace referencia a una metodología en las ciencias sociales que, según Ferrater Mora, postula la interpretación de la realidad social mediante la consideración de un fenómeno concreto como una totalidad o mediante el reconocimiento de sus distintas partes, de donde se extraen sus elementos persistentes. El materialismo histórico se define en torno a conceptos claves como la interpretación económica de la Historia, la lucha de clases, el carácter clasista del Estado, el conflicto i d e o l ó g i c o , l a r e l a c i ó n e n t r e f u e r z a s productivas/relaciones de producción y entre base (económica) y superestructura (ideológica)…, cuya teoría de arranque se halla en Miseria de la Filosofía (1847), de Karl Marx, y en La Ideología Alemana (1846) y el Manifiesto Comunista (1848), de Marx y Engels. El marxismo británico se caracteriza básicamente por métodos como la Sociología histórica comparativa, la teoría de determinación de clases, la Historia desde abajo… La ley histórica implica una tendencia en el movimiento de la Historia, en concreto de un modo de producción. La lucha de clases alude un conflicto social progresivo que despeja el desarrollo histórico.

L a d i f í c i l t e n s i ó n e n t r e e s t r u c t u r a (causa)/cambio (fenómeno) de acuerdo con la naturaleza científica de la Historia es una de las características de este debate y esto se refleja en las difíciles relaciones que hay entre la Sociología y la Historia, sin ir más lejos. Trazamos dos proposiciones teóricas que sirvan de guía en esta investigación:

1) El debate sobre el estructuralismo rompe la cohesión del marxismo británico, caracterizado por una compleja metodología y unas amplias

bases filosóficas.

2) La posición de E. P. Thompson en su polémica con Althusser es de clara ruptura con el marxismo, porque para rebatir la posición ortodoxa del segundo termina socavando el marxismo clásico.

II

Hace unos pocos años, el historiador marxista canario José Manuel Rodríguez Acevedo

1realizaba una dura crítica de la Historiografía Marxista Británica, concretada así:

A . L a H i s t o r i o g r a f í a P o s m o d e r n a , fundamentada en el análisis meramente hermenéutico, en el fraccionamiento de la teoría y en la negación del carácter científico de la Historia, es una derivación de la Historiografía Marxista Británica, por sus postulados más ambivalentes.

B. “E. P. Thompson representa un estadio más avanzado de este proceso degenerativo”, por su rechazo del “esquematismo” del marxismo soviético y del marxismo estructuralista, por n e g a r l a r e l a c i ó n b a s e económica/superestructura ideológica, y por la reducción del concepto de clase a “conciencia de clase” e ignorar su ubicación objetiva en la estructura de clases.

C. La negación de las “leyes” de la Historia que realiza E. P. Thompson es una vuelta al

2“idealismo histórico” .

D. El desmarque del marxismo británico del marxismo soviético, particularmente a partir del XX Congreso del PCUS (1956), es una señal inequívoca de este cambio.

Teniendo razón en parte, hay determinados aspectos en este contexto que Rodríguez Acevedo no ha tenido en cuenta. En primer lugar, que un autor tenga planteamientos discutibles desde el punto de vista de la Teoría de la Historia, no invalida el carácter científico de todos sus planteamientos respecto a investigaciones

3concretas . En segundo lugar, que un autor fracase en determinadas lecturas del pensamiento de Marx, no anula toda su obra desde el punto de vista marxista, si ésta ha destacado en la importancia de la contradicción de clases como mecanismo de

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cambio histórico. En tercer lugar, la tendencia al “idealismo histórico” de E. P. Thompson tiene una explicación: los marxistas británicos reciben muchas influencias aparte del empirismo, entre ellas la de Gramsci, quien tiene diversos textos

4para la polémica filosófica y una cierta

5ambigüedad en sus análisis de clase . En cuarto lugar, ¿era Althusser un autor plenamente marxista cuando aplasta parte de la obra de Marx (léase: “humanismo marxista”) y su análisis parece ir encaminado hacia la negación del “sujeto

6histórico”? En quinto lugar, la teoría del materialismo histórico en la Historiografía Marxista Soviética, ¿es lo suficientemente completa o coherente? En sexto lugar, ¿cuáles serían las consecuencias para el materialismo histórico si se ignorase la modificación de las

8clases sociales dentro de un modo de producción?

III

El “debate sobre el estructuralismo” comienza con la acusación de dogmatismo del filósofo marxista británico John Lewis a la posición de Althusser, contenida en las obras de este autor como La Revolución Teórica de Marx (1965) o Leer el Capital (1967). Lewis escribió en la revista Marxism Today “El caso Althusser” (1972): la “Respuesta a John Lewis” (1972) se produjo en el mismo medio: se confrontan así dos posiciones: el marxismo estructuralista de Althusser y el

9marxismo humanista de Lewis .

Althusser establece una ruptura epistemológica en el pensamiento de Marx, que él sitúa en 1845 (La Sagrada Familia), pero al mismo tiempo propone otro corte (1857) con las obras de preparación de El Capital (1867). Así, separa radicalmente, al Marx “humanista” del Marx “científico”,

10laminando buena parte de la obra de Marx .

Althusser expone, en su réplica a Lewis, su 11

posición antihistoricista : “las masas hacen la historia”, “la lucha de clases es el motor de la Historia” y “sólo se conoce lo que es”. Estos puntos presentan distintas lecturas algunas de ellas problemáticas, si niegan la “subjetividad”, y cualquier tipo de individualidad, en el proceso

12histórico . Althusser apunta no sólo contra los marxistas británicos sino también contra

13Gramsci .

Eric J. Hobsbawm utilizó, en 1966, un procedimiento de réplica comedido para dirigirse a Althusser (“esa mezcla tan francesa de inteligencia, lucidez y estilo”), pero efectivo al no poner en riesgo el materialismo histórico y la

14filosofía marxista :

A . P r o b l e m á t i c a d e l a “ r u p t u r a

epistemológica” en Marx: qué implica y

cuándo se produce, toda vez que Althusser sitúa

la fecha de forma distinta (1845 ó 1857).

B. “Marx mismo sobrepasó su propia visión

de la realidad”: Marx dio respuestas para

preguntas que él mismo no había planteado,

pero que tendrían proyección futura.

C. “El análisis althusseriano encuentra

difícil […] salirse de la estructura formal del

pensamiento de Marx”.

D. “Uno puede estar de acuerdo con la

profunda […] aversión de Althusser hacia el

empirismo y, sin embargo, sentirse incómodo

por su […] marginación de cualquier criterio

exterior de la práctica, [donde] Marx 15descendió al terreno de lo concreto” .

E. El marxismo de Althusser corresponde a

la Contribución a la Crítica de la Economía

Política (1859), de Marx: “Althusser parece

ignorar los Grundisse”.

F. El análisis de Althusser es meta-histórico,

porque no comprende el “cambio histórico”.

Conviene recalcar que Raphael Samuel, discípulo 16de Hobsbawm , considera que “los marxistas que

más han sentido la influencia del enfoque estructuralista […] toman sus categorías y su compromiso político del marxismo, pero sus conceptos unificadores, su visión metafórica están tomados […] desde el Psicoanálisis, de la Lingüística Estructural y de las teorías

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17antievolucionistas de la ciencia” . Aunque, como menciona Elena Hernández Sandoica, de forma análoga a Julián Casanova, el estructuralismo terminó influyendo en parte del marxismo británico: en Hilton, en Anderson, incluido el

18propio Hobsbawm . De hecho, Hilton adopta una posición intermedia: “el marxismo es un método que exige la manipulación de datos concretos para la resolución de los problemas históricos, aunque la respuesta pueda llegar a plantearse en último término de un modo abstracto (como sucede en

19[…] El Capital)” . Lo mismo se puede decir de Hill cuando afirma que “la Historia Económica es esencial para la historiadores de la cultura, porque

20la cultura es un fenómeno de clases” .

La obra Miseria de la Teoría (1978), de E. P. Thompson, marca un antes y un después en este

21debate por sus polémicos argumentos . La réplica inicial del capítulo II contra Althusser se sitúa en el

22marco del marxismo británico . Posteriormente, los problemas vienen cuando en el capítulo III se desmarca filosóficamente de Lenin y en el VII, E. P. Thompson enuncia las “proposiciones en defensa del materialismo histórico” que arrojan una serie de problemas sin solución, habida cuenta que un examen detallado de las mismas nos indica que lo que E. P. Thompson hace es sólo remarcar el

23consenso de la comunidad científica . No obstante, E. P. Thompson confunde, en el lenguaje teórico de las ciencias sociales, disciplina científica con paradigma y al negar el carácter epistemológico del materialismo histórico le quita dos premisas: la interdisciplinariedad y la totalidad conceptual. De un inicio prometedor a una fase posterior ambigua con una simpática “representación teatral”, E. P. Thompson rompe

24con Marx :

“El problema concierne […] a los diferentes modos de análisis de la estructura y el proceso […]. El Capital no es una obra de Historia. Hay en ella una historia del desarrollo de las formas del capital, pero raras veces se formula dentro del marco de la disciplina histórica […]. Los pasajes históricos son algo más que […] ilustraciones, pero algo menos que historia real […]. Marx, al escribir El Capital, nunca pretendió estar escribiendo la historia del capitalismo”.

Someter las aportaciones de Marx a las mismas

condiciones de verificación de la Epistemología actual es antidialéctico, toda vez que no se tiene en cuenta el diferente contexto histórico y la gran aportación científica que esta obra supuso en su

25época . Hay que poner sobre la mesa un ejemplo práctico: en el capítulo XXIII del I volumen de El Capital (1867), referente a la “ley general de la acumulación capitalista”, Marx expone en primer

26lugar los elementos que configuran esta ley , pasando en segundo lugar a “ilustrar” con ejemplos prácticos los componentes de esta ley

27para confirmarlos . Si bien Marx en las primeras secciones de El Capital estudia las mercancías, el dinero, el valor, la plusvalía o el capital, con sus pos ib les apl icac iones y exponiendo la formulación matemática de estos conceptos, en el capítulo XXIV (“La así llamada acumulación originaria”), realiza un auténtico tratado de Historia Económica para explicar la ley del

28capítulo anterior . Aun así, E. P. Thompson tacha

29de “hegelianismo” a la obra El Capital : “Marx y Engels ridiculizan […] las pretensiones de la ciencia económica burguesa de descubrir leyes fijas e inmutables, independientes de su especificación histórica […]. El capital es una categoría operativa que marca la ley de su propio desarrollo […]. Este modo de análisis [es] antihistórico […]”.

Negar las “leyes históricas” es negar el análisis objetivo de la Historia y supone romper con la f i losof ía marxis ta bri tánica (Maurice Cornforth) y con los principios de la revista Past and Present. Al confundir “ley natural” con “ley histórica”, E. P. Thompson ha omitido, casualmente, la lectura de Miseria de la Filosofía (1847), donde Marx critica la “metafísica de la Economía Política [burguesa]”:

“Los economistas expresan las relaciones de la producción burguesa, la división del trabajo, el crédito, la moneda…, como categorías fijas, inmutables, eternas […] Los economistas nos explican cómo se produce en esas relaciones, pero lo que no nos explican es cómo se producen esas relaciones, es decir, el movimiento histórico que las engendra […]. Pero desde el momento en que no se persigue el movimiento histórico de las relaciones de producción […], se está forzando asignar como origen de estos pensamientos al

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movimiento de la razón pura”.

Marx reprocha a los economistas liberales que realicen una distinción antihistórica y teológica entre “instituciones naturales” (burguesas) e “instituciones artificiales” (las restantes): del comportamiento de las primeras surgen las

32“eternas leyes naturales” de la Economía . Esto supone una innovación, pues Marx está colocando a la “Historia Económica” como elemento central de la “Economía Política”: la dialéctica

33hegeliana , que no la metafísica hegeliana, es imprescindible para tal operación epistemológica. Por ello, E. P. Thompson no ha comprendido que lo que él rechaza (“la dialéctica hegeliana”) es lo que coloca a Marx por encima de los economistas clásicos (Smith, Ricardo, Malthus) en la comprensión de los fenómenos económicos, al revalorizar con un tratamiento temporal las categorías económicas, al hacerlas históricas. La negación del materialismo histórico a través del análisis puntilloso de las posibles insuficiencias de El Capital, ¿no supone una contradicción cuando E. P. Thompson no entra a valorar otras obras de Marx y Engels, que brindan una visión

34compleja y no economicista de la Historia? ¿No avanza la Teoría Económica de Marx, apuntalada en el materialismo histórico, con respecto a la Economía Clásica? ¿No implica la “Historia Económica” de El Capital una base para el marxismo británico del siglo XX y para la crítica de la teoría económica marginalista y neoclásica, que es estática e incapaz de explicar la actual crisis del capitalismo?

E. P. Thompson reconoce en el capítulo IX sus discrepancias con Perry Anderson y concluye (capítulos XVII y Epílogo) con una ruptura frontal con el movimiento comunista internacional y con

35el PC francés al que tacha de “estalinista” .

IV

En el cambio década de los setenta a los ochenta, el pensamiento de Marx se halla próximo a un declive temporal. Samuel afirma que la obra polémica de E. P. Thompson ha creado un cisma en el marxismo británico, al no ir sólo contra

36Althusser . Stuart Hall, sociólogo marxista 37

afrocaribeño (jamaicano) próximo a Hobsbawm , considera que la posición de Althusser era endeble

porque construyó “una máquina teoricista generada por sí misma”, por su “marco extremadamente formalista, lógico y racionalista” dirigido contra la actividad empírica y el

38humanismo dentro del marxismo . Hall coloca sobre la mesa el orden del día de los problemas

39teóricos generados : “Althusser estableció los términos de un conjunto de debates dentro y acerca del marxismo”, pero “Leer el Capital [está] p r o f u n d a m e n t e p e r j u d i c a d o p o r s u estructuralismo […]”. En respuesta a E. P. Thompson, Hall reconoce que hay un “empirismo inconsistente” en el marxismo británico y duda sobre si Miseria de la Teoría “permanece en pie o

40se cae” :

“Los químicos tienen reactivos y los botánicos microscopios: el historiador de la sociedad tiene un solo instrumento: el procedimiento de la abstracción. Thompson no puede reconocer esto […]. Para él, dado que la Historia se presenta como un conjunto complejo y “vivido”, cualquier conceptualización de la misma tiene que ser una reducción de los datos. Pero esto equivale a decir que los datos expresan su significado […] sin la mediación de conceptos”.

De hecho, Hall prueba que Thompson tiene una 41“teoría” y así la desmonta :

“En Miseria de la Teoría [hay] dos problemas relacionados […]: la categoría de la Historia como tal y el problema de la experiencia […]. Thompson habla de un método histórico unificado que une a todos los historiadores: extraña construcción profesionalizada para un historiador marxista que ha polemizado vigorosamente contra muchos colegas profesionales”.

Marx Lo que viene ahora agrieta la tesis de Kaye sobre una posición común de los marxistas británicos y sobre la coherencia interna del análisis de clases de E. P. Thompson, que es una manera personal de ver la dialéctica marxista

42ser/conciencia :

“Éste es un argumento teórico: pero tiene consecuencias políticas muy inmediatas. Si la misma conciencia de clase es un proceso histórico y no puede derivarse simplemente de la posición económica de los agentes de clase [,] resolver ambas en la categoría global de la “experiencia” es dar a entender […] que la “clase” está

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es dar a entender […] que la “clase” está realmente en su lugar, preparada, y que se le puede convocar para el socialismo”.

Por su parte, Johnson advierte que “la crítica de lo que Thompson denomina estalinismo se ve empujada hacia una crítica de los cimientos

43leninistas” . En este punto coinciden Kaye y Johnson, aunque desde ópticas distintas. Johnson dice que la polémica tiene una vertiente política, derivada de la ruptura del PC británico (1956) y de la evolución posterior de la Nueva Izquierda. Johnson muestra la problemática de las ciencias sociales en Inglaterra en los años sesenta: “el redescubrimiento de la clase por una sociología

44socialdemócrata empírica” . En su doble rechazo del estructuralismo y del culturalismo, Johnson o p t a p o r l a d i a l é c t i c a g r a m s c i a n a d e “filosofía/sentido común” y expone que la Miseria de la Teoría es “dañosa” porque “contribuye a la preservación de las mismas oposiciones que tenemos que penetrar: entre la Teoría […] y la Historia; entre la Historia y otras disciplinas; entre la estructura […] y la práctica humana; […], entre Marx como economista

45político y Marx como historiador” .

La réplica de E. P. Thompson es una disertación 46

oscura : si antes E. P. Thompson ha roto con los marxistas soviéticos, ahora lo hace con buena parte del marxismo británico y con la Escuela de

4 7Frankfurt . E. P. Thompson reconoce su “distancia política” con Hobsbawm, tacha a Stuart Hall de “estalinista” y rechaza al historiador marxista alemán Hans Medick (próximo a Jürgen Habermas), por criticar el “positivismo” oculto de Miseria de la Teoría; dice que Marx es un “estorbo” y niega el término de “culturalismo” con que Johnson denomina su posición. E. P. Thompson repudia la “solidaridad de izquierdas” y la “ortodoxia estatal marxista”: rechaza la Teoría porque ésta encubre “formas de opresión” y desvaloriza a la Historia Económica positivista (¿ruptura con Hill?), aunque asume sus “puntos débiles” en Economía.

En este contexto, si bien Hilton plantea la necesidad de preservar en los análisis los “rasgos diferenciales” de una sociedad, expone además

48con reservas que :

“Cualquier historiador serio tiene que clasificar y generalizar los fenómenos sociales y no es probable que vaya muy lejos a menos que actúe desde una teoría del desarrollo social que le provea de hipótesis, [que] tienen la función de actuar como principios organizadores en la […] invest igación […] Se ent iende que las formaciones sociales […] encierran ciertas regular idades que just i f ican el método comparativo”.

Perry Anderson entra en escena: “Miseria de la Teoría […:] representa la primera confrontación a gran escala de un historiador inglés con un gran sistema filosófico del continente en el terreno del

49marxismo” . Anderson afirma que la posición de Althusser que produce “sus propios hechos autovalidando protocolos, sin recurrir a apelaciones externas […]” es “una ampliación abusiva de los […] procedimientos de la Lógica y de las Matemáticas […] aplicados a las ciencias físicas o sociales, en los que siempre es central el

50control de los datos empíricos” . Si bien Anderson considera La formación de la clase obrera en Inglaterra (1963), de E. P. Thompson, al igual que La Era de la revolución (1962), de Hobsbawm, como las grandes obras del marxismo

51británico , no obstante, afirma que es “deficiente” el método de E. P. Thompson, porque no expone

52las categorías del materialismo histórico :

“El hecho de que su objeto cambie […] no libera a la […] Historia del deber de formular conceptos […] para su comprensión, del mismo modo que no libera a la Meteorología, ciencia física cuyos datos cambian más […] rápidamente […]. El historiador [debe] prestar atención al hecho particular […], no […] forzando o estirando conceptos generales […]. Thompson tiende a ver los conceptos como modelos […] de una realidad que nunca se comporta como es debido, en una alternancia de lo “abstracto” y lo “particular” que olvida [a] Marx”.

Al negar la relación entre teoría y praxis (investigadora), y entre lo general y lo particular en el proceso histórico, E. P. Thompson rompe con la dialéctica: “el marxismo posee […] conceptos que teorizan las posibilidades y los límites del cambio histórico en cuanto tal (contradicción), e investigan al mismo tiempo la dinámica de los proceso particulares de desarrollo en sí mismos

53(las leyes del movimiento del capital)” ; así,

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Anderson reprocha a E. P. Thompson que negar el carácter científico de la Historia es actuar en consonancia con los presupuestos conservadores (Popper): “lo que Thompson considera como una condición excepcional de la Historia es, en realidad, el estado normal de toda ciencia. […] La falta de controles experimentales no es [algo] exclusivo de la Historiografía: tampoco la

54Astronomía permite pruebas de laboratorio” . Anderson reivindica “el verdadero propósito del materialismo histórico ha sido […] dar a los hombres y mujeres los medios para ejercer una auténtica autodeterminación popular […]. Éste

55es […] el objetivo de la revolución socialista” . Respecto al carácter “no histórico” de la obra de

56Marx, Anderson responde :

“La importante innovación de las relaciones de producción, que no puede encontrarse en la Economía Política Clásica, […] no adquiere pleno sentido hasta los Grundisse; ambos términos [“las fuerzas y las relaciones de producción”] son formalizados por primera vez en el prólogo de 1859. Este descubrimiento teórico progresivo hizo […] posible en El Capital la investigación […] de un nuevo objeto histórico: el modo de producción capitalista. La actividad de Marx a partir de 1848 no se alejó, pues, de la Historia sino que profundizó más en ella”.

Anderson acusa a E. P. Thompson de un “desconocimiento” de la historia del marxismo, como del carácter de los procesos revolucionarios del siglo XX. En Agenda para una Historia Radical (1994), publicación póstuma, E. P.

57Thompson contestaba tardíamente a Anderson :

“Las categorías provisionales del marxismo […], las de clase, ideología y modo de producción, son difíciles, pero todavía son conceptos creativos. Pero en particular, la noción histórica de la dialéctica entre el ser social y la conciencia social –aunque es una interrelación dialéctica que a veces preferiría invertir- es […] importante. No obstante, también veo en la tradición presiones hacia el reduccionismo, que dan prioridad a la “Economía” por encima de la cultura; y una confusión radical introducida por la azarosa metáfora de base y superestructura”.

La expresión “una interrelación dialéctica que a veces prefería invertir” es idealista e implica que

la “conciencia social” precede al “ser social”: la cultura es el factor “en última instancia” de la interpretación histórica: frente al reduccionismo economicista, se propone un reduccionismo culturalista. Anderson considera que la negación de dialéctica base/superestructura es un lugar

58común del posmodernismo .

Otra omisión importante de Kaye en este debate es la posición de Raphael Samuel, autor de una de las citas más hermosas que se han dicho sobre la obra de Marx: “desde cierto punto de vista, cabría decir que El Capital es una historia desde abajo: la historia de un fenómeno vista con los ojos de sus

59víctimas” . Samuel pone la posición de E. P.

60Thompson en serio compromiso :

“Esa hostilidad hacia la teoría que […] alcanzó su punto en los años de la Guerra Fría, cuando los historiadores […] libraron batalla contra el comunismo internacional bajo el grito de guerra de individualismo metodológico. La teoría se equiparaba al marxismo continental y se descartaba como bobadas metafísicas […]. En un plano superior, los historiadores se alineaban con entusiasmo detrás de Isiah Berlin y de Karl Popper para estigmatizar […] las leyes del desarrollo, ya que l a s cons ide raban inc ip ien temen te totalitarias”.

Pese a todo, el estructuralismo se centra, según Samuel, en cuestiones de método a no soslayar por los historiadores marxistas (“inducción”, “teoría de la reflexión”, “historicismo”, relaciones ideología/conciencia, fenómenos económicos y

61sociales) . Para Samuel la Teoría en la Historia es fundamental para la “selección de los temas”, la “periodización” o el “detalle por lo inmediato”, permitiendo en los documentos históricos

62despejar su “contexto ideológico” . Samuel 63

exhibe mucha agudeza :

“El punto de partida de la crítica estructuralista -a saber que de los datos empíricos no pueden obtenerse proposiciones teóricas- es correcto. Pero no hay que pensar por ello que lo contrario también sea cierto [:] que la construcción de nuevos conceptos teóricos pueda realizarse mediante un proceso de razonamiento […] deductivo sin consultar la labor empírica […]. La construcción de teorías […] es […] una manera de definir [la] investigación empírica”.

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Samuel critica el método inductivo (empirismo) y e l método lógico-deduct ivo (esquemas estructuralistas), para presentar el método científico más empleado: el “hipotético-deductivo”, que usa las hipótesis para “formular preguntas”, que se unen a la “narración” y la

64“descripción” en el análisis histórico . Samuel 65

añade que :

“Una historia socialista no es […] una sencilla cuestión de temática distinta, sino más bien una manera diferente de examinar el conjunto de la sociedad. Necesita estar teóricamente informada si quiere resistir la fragmentación escolástica de la temática, y librarse de las subdivisiones […] que acorralan a la indagación histórica dentro de feudos definidos profesionalmente. Necesita de teoría si ha de contribuir a llevar a cabo la reunificación de la Historia con otras formas del conocimiento; si ha de dedicarse a la indagación comparativa; y si ha de fomentar el diálogo entre la interpretación del pasado y la comprensión del presente”.

Esta referencia, inspirada en Gramsci, nos permite recapitular tal calibre de afirmaciones que empequeñecen a los principales contendientes del debate sobre el estructuralismo. Samuel no sólo está solucionando una controversia: está reformulando aspectos generales y concretos del materialismo histórico que más directamente tienen que ver con la actividad profesional del investigador; así, es importante el armazón teórico en la Historia para no perder su perspectiva global, e l método comparat ivo y la d ia léct ica pasado/presente. Éste es el contexto histórico del

66estructuralismo :

“Las corrientes teóricas sólo cobran importancia porque responden […] a algún silencio o inquietud preexistente. Está claro que es necesario relacionar la aparición del estructuralismo […] con aquellos fenómenos políticos que han socavado las visiones racionalistas y optimistas del universo; del mismo que la actual popularidad del concepto de hegemonía está, evidentemente, relacionada con el visible crecimiento de los poderes del Estado”.

También interviene en esta polémica la

historiadora marxista norteamericana Ellen Wood, experta en Historia del pensamiento político, con una posición inicial de defensa de E. P. Thompson. Ellen Wood considera que conceptos como “humanismo marxista” o “autonomía relativa” (de la superestructura) permiten solucionar parcialmente los problemas derivados del materialismo economicista y mecanicista. El marxismo ortodoxo, que se centra en las fuerzas productivas, niega en realidad la lucha de clases y el papel histórico que puede

67desempeñar la clase trabajadora . Para soslayar a una “lógica estructural que aplasta al hecho

68histórico” , Ellen Wood propone rechazar los falsos debates del estructuralismo cuya distinción entre modo de producción/formación social es artificial sin la participación de la clase como “experiencia” y de los datos empíricos en el análisis; además, el papel del Estado es insuficiente para concretar esta cuestiones teóricas sin la función dialéctica de las clases sociales. Las precisiones de Ellen Wood al concepto de “formación social” pueden ser objeto de muchas matizaciones, pero se alejan del tono de polémica destructiva de E. P. Thompson; la propia Ellen Wood debe concluir con respecto a E. P.

70Thompson que

“sus pronunciamientos teóricos no siempre son útiles para iluminar su práctica histórica, en parte porque en ocasiones se dejaba atrapar por las falsas alternativas ofrecidas por los términos imperantes en el debate marxista. Sin embargo, podría hacerse mucho por emancipar la teoría marxista de estas falsas opciones y devolverla al camino fructífero trazado por Marx”.

Éste es un punto claro de ruptura entre Ellen Wood y E. P. Thompson, sobre todo porque la última etapa del historiador británico no se caracteriza por un “retorno” a Marx. Al hilo de los argumentos que teje Ellen Wood, el sociólogo marxista británico Tom Bottomore ha dado con otra clave importante, al analizar las características de la Sociología como ciencia y su relación con el materialismo histórico:

“El marxismo suministró una explicación causal de la evolución histórica de las sociedades humanas a partir de los cambios en los modos de producción, la formación de clases y las luchas entre éstas. En especial, el marxismo podía explicar causalmente el origen y desarrollo del capitalismo moderno con un análisis que se

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expresaba en forma de “leyes” históricas, de las q u e p o d í a d e d u c i r s e l a n e c e s a r i a desaparición del capitalismo y la, igualmente, transición al socialismo. […] En cuanto ciencia positiva, fue como el marxismo produjo su impacto sobre la naciente Sociología [:] fue presentado como un sistema sociológico, es decir, como una ciencia general y comprehensiva de la sociedad”.

Tenemos que: es plenamente compatible hablar de teoría de la sucesión de modos de producción, formación de clases y leyes históricas (1); las leyes históricas no son incompatibles con la voluntad de lucha: ¿es el socialismo sólo una tendencia objetiva e inevitable de la Historia o una posibilidad que depende de algo más? (2); y la comprensión de la sociedad es necesaria para el marxismo, quien termina moldeando las ciencias, porque es, precisamente, el marxismo el arma para

72cambiar esa realidad (3) .

De otro lado, el historiador marxista alemán Hans Medick advierte que no se puede desligar la lucha de clases del desarrollo económico, porque eso sería perder importantes referencias como el desarrollo demográfico, las relaciones de

7 3mercado, las tendencias, los salarios… , recogiendo con muchos matices las aportaciones del célebre historiador marxista norteamericano Robert Brenner y del también importante sociólogo “neo-marxista” norteamericano Immanuel Wallerstein. Éste es buen ejemplo de los costes que puede tener una apresurada renuncia a la dialéctica base/superestructura.

V

La Catedral del materialismo histórico es un edificio que tardó décadas en construirse: sus cimientos metodológicos (relaciones de producción, fuerzas productivas, modo de producción, base, superestructura, ley del desarrollo histórico, formación social…) se hallan en la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859), de Karl Marx que, junto a los Grundisse (1857-1858) y a los tres volúmenes de El Capital (1867-1894), conformarían los principales textos no sólo económicos sino de

metodología histórica, luego matizados por posteriores trabajos de Marx y Engels. Lenin completó otra parte de este edificio con dos obras

74suyas básicas , que llevaron a plantear la dialéctica modo de producción/formación social y a definir las características del capitalismo en las puertas de la Primera Guerra Mundial, a partir del reparto colonial y de la configuración de una nueva clase dominante burguesa: la oligarquía financiera.

Otras escuelas marxistas enriquecieron la teoría del materialismo histórico: la Escuela de Frankfurt decidió aproximarse a otras corrientes (existencialismo, psicoanálisis), para abordar los nuevos fenómenos de alienación social y criticar la ideología burguesa por su contradicción entre r azón i lu s t r ada / r azón t ecnoc rá t i ca ; e l austromarxismo destacó por sus amplios análisis sobre el nacionalismo, la religión, la ética kantiana y la dialéctica revolución/reforma; el marxismo británico, con unas bases filosóficas a medio camino entre el empirismo inglés y el marxismo soviético, realizó aportaciones más que notables en la difícil dialéctica Historia/Sociología; el marxismo soviético, con una apoyatura fundamenta l en Engels , logró avances fundamentales en muchos campos de la Historia, a l l í d o n d e l a i n t e r p r e t a c i ó n m a r x i s t a prácticamente no existía, y en los años cincuenta pudo abordar, con mayor o menor acierto, la cuestión espinosa de las leyes de la Historia y las características del modo de producción socialista; los historiadores marxistas franceses de la Revolución Francesa, a partir de un escrupuloso análisis de las fuentes y de una acertada metodología, pudieron alumbrar los estudios sobre este gran proceso histórico.

La evolución del capitalismo, tras la Segunda Gue r r a Mund ia l , que a veces pa r ec í a impredecible; lo complejo que se puede volver el análisis de las sociedades del pasado; el retraso del c a m b i o s o c i a l i s t a e n O c c i d e n t e ; l o s condicionantes nacionales; los progresos científicos; o la ruptura del campo socialista son elementos, en suma, que fragmentaron al marxismo. Y la Catedral, laboriosamente construida durante décadas, se resquebraja. Y se buscan dos salidas igualmente falsas: un retorno exclusivamente filosófico a Marx, que terminó

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dañando buena parte de la obra de Marx (versión estructuralista); y un “marxismo subjetivo” que trató de centrarse exclusivamente en la “conciencia de clase”, la “clase plena”, para superar la relación teoría marxista/praxis investigadora (versión culturalista). Mientras Althusser quiso demoler los muros de la Catedral (corrientes marxistas del siglo XX), con el propósito de salvar los cimientos (marxismo clásico), E. P. Thompson operó en dirección contraria al intentar volar los cimientos y ver que se podía rescatar de entre las ruinas. Aunque los propósitos de ambos eran distintos, los resultados los aproximaban: la destrucción del marxismo como corriente filosófica, como Teoría de la Historia y como praxis revolucionaria.

He buscado el concepto de “clase económica” 75(Hobsbawm) en Miseria de la Teoría y no lo he

encontrado. Sólo parcialmente se halla en la Formación de la clase obrera en Inglaterra (1963), donde E. P. Thompson analiza, en dura pugna con la historiografía conservadora, las “condiciones materiales de vida” (salarios, niveles de vida, condiciones de trabajo, mortandad, vivienda, salud), las fuerzas productivas (avances técnicos, formas de trabajo) y la lucha de clases (explotación económica, luchas sociopolíticas). El concepto de clase en esta célebre obra se desagrega en dos componentes: “experiencia de clase” (“determinada por las relaciones de producción”) y “conciencia de

76clase” (“forma cultural de estas experiencias”) .

Hay una metodología mínima para considerar marxista esta obra y así he trazado una línea

77defensa en torno a la misma . Inclusive, se puede hablar de un tratamiento “material” en la obra de E. P. Thompson de aspectos tales como la

78propiedad y la ley , que el marxismo clásico solía reservar al terreno de la superestructura ideológica.

La cuestión clave es el concepto de “clase” y lo que Kaye, en una de sus principales aportaciones, ha denominado “la teoría de la determinación de clases”, propia de los historiadores marxistas británicos y que “propone la lucha de clases como

79 80núcleo del proceso histórico” . Kaye expone que

“los historiadores marxistas británicos examinan

las clases como relaciones y procesos históricos. Implícito en su trabajo […] aparece la prioridad analítica e histórica dada a la lucha de clases, a partir de la cual, en circunstancias históricas específicas, la clase –en sentido pleno- ha surgido o se ha hecho. Sin embargo, no niegan la existencia de clase en ausencia de conciencia de clase […]. Sin embargo, existe una realidad histórica diferente cuando la formación de clases se desarrolla a partir de la lucha de clases”.

Obviamente las clases no son realidades suspendidas en el vacío sino que suman a personas que tienen una serie de características económicas o culturales que permiten situarlas bajo un mismo término operativo. Es evidente que las clases se forman y evolucionan no sólo en relación a los medios de producción sino también en relación a los conflictos sociales y políticos que se dan entre ellas, que acentúan su conciencia de grupo. Pero la

81siguiente cita de Kaye es ya problemática :

“La respuesta de Thompson, al igual que la de Rudé, fue la de lucha de clases sin clases. […] Thompson […] ha reformulado de manera explícita el modelo marxista de la formación de clases. Es decir, Thompson evitó el esquema estático y, en esencia, antihistórico de “clase en sí-clase para sí” […] y, en su lugar, ofreció un modelo d inámico que p l an t eaba l a ex i s t enc i a his tór icamente previa de una lucha de clases/estructura de clases, desde lo cual lo “c las is ta” […] pudiera potencia lmente desarrollarse”.

Dos asuntos a comentar: el primero hace referencia a la dicotomía “clase en sí-clase para sí” que Marx diseñó como forma de exponer la formación de la conciencia de clase, desarrollo nada antihistórico y mucho más complejo de lo

82que Kaye sugiere . El segundo concepto problemático de “lucha de clases sin clases”, más que ayudar complica las cosas: si en determinados períodos históricos de transición, como en la Inglaterra del siglo XVIII, se niegan las clases sociales difícilmente se puede hablar de lucha de clases, al negar las relaciones de “grupos sociales” con las actividades productivas y los lazos culturales identitarios. Tal vez sea mejor hablar de “lucha de clases en formación” o de “lucha de clases en períodos de transición”, para dar a entender que las clases tienden a fragmentarse o modificarse, al estar a caballo entre dos

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formaciones sociales (históricas) básicamente 83distintas .

VI

1) Es un suicidio metodológico y filosófico oponer la Historiografía Marxista Británica a la Historiografía Marxista Soviética, porque los defectos de la primera pueden ser corregidos en la segunda, y viceversa. Hay que acentuar los orígenes comunes de ambas corrientes y su complementariedad.

2) A partir del núcleo de un “marxismo clásico”, se puede “revisar cr í t icamente” todas las aportaciones de las distintas corrientes marxistas; mantener lo esencial del marxismo es vital para no perder la perspectiva necesaria de la investigación científica y de la lucha revolucionaria; pero no ampliarlo implica condenarlo a una dimensión escolástica que no dé respuestas en el presente.

3) Una aportación importante del marxismo británico es la “Historia desde abajo”, que es una de las grandes conquistas intelectuales de este grupo. Sin embargo, sin un asiento claro en el materialismo histórico (estructura de clases, papel del Estado), de ahí la posición de Anderson, esta técnica de investigación corre el riesgo de deslizarse hacia la hermenéutica posmodernista.

4) Kaye “expulsa” a Anderson del marxismo británico, contrariamente a Fontana, Mac Gregor y Santos Juliá. Anderson y Hobsbawm coinciden contra Althusser.

5) Si bien E. P. Thompson se excedió en su crítica al “marxismo ortodoxo”, arrastrando al marxismo clásico, al de la Europa del Este y al británico, no todas las cuestiones que él plantea están resueltas. Además, condenar toda la obra de E. P Thompson o al resto de marxistas británicos es insostenible.

6) La posición de Samuel ha pasado desapercibida por los investigadores del marxismo británico (exceptuando a Hernández Sandoica), aunque es resolutiva del debate sobre el estructuralismo, por dar claves para comprender el contexto histórico en que se produce o la relación dialéctica entre Historia y Teoría.

BIBLIOGRAFIA

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ANDERSON, Perry. Teoría, Política e Historia: un debate con E. P. Thompson. México D. F., Madrid, Buenos Aires, Bogotá: Siglo XXI, 1985

FERRATER MORA, José. Diccionario de Filosofía Abreviado. Madrid: Edhasa, 2008 [Texto preparado por Eduardo García Belsunce y Ezequiel de Olaso]

FONTANA, Josep. La Historia de los hombres. Barcelona: Crítica, 2001

HERNÁNDEZ SANDOICA, Elena. Tendencias historiográficas actuales: escribir Historia hoy. Madrid: Akal, 2004

HOBSBAWM, Eric J. Revolucionarios: ensayos contemporáneos. Barcelona: Crítica, 2000

JULIÁ, Santos. Historia social/Sociología histórica. Madrid: Siglo XXI, 1989

KAYE, Harvey J. Los Historiadores marxistas británicos: un análisis introductorio. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1989

MAC GREGOR CAMPUZANO, Javier. “La Historia Social: entre la globalidad y la especialización”, en Iztapalapa, nº 26, 1992, pp. 1 1 3 - 1 2 4 e n http://148.206.53.230/revistasuam/iztapalapa/include/getdoc.php?id=1347&article=1382&mode=pdf

SAMUEL, Raphael (Ed.). Historia popular y teoría socialista. Barcelona: Crítica, 1984

SCHLESINGER, Philip [Introducción]. Los marxistas ingleses de los años 30. Madrid: FIM, 1988

THOMPSON, Edward Palmer. Miseria de la Teoría. Barcelona: Crítica, 1981

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NOTAS

1- RODRÍGUEZ ACEVEDO, José Manuel. “Del revisionismo británico al posmodernismo”, en Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, nº 15. Madrid: Universidad Complutense, e n e r o d e 2 0 0 7 , e n http://www.ucm.es/info/nomadas/15/jmracevedo.pdf

2 - Dorothy Thompson reconoce la grave dificultad para encasillar a E. P. Thompson dentro del marxismo. E. P. Thompson, en sus últimos escritos, se desmarca de Marx: “tengo que decir honestamente […] que cada vez estoy menos interesado en el marxismo como un sistema teórico. […] Considero que parte de la discusión es una distracción de los problemas históricos”. Además, “[el] marxismo ha tenido pocas cosas que decir útiles acerca de muchos de los grandes problemas del siglo XX”. THOMPSON, Dorothy (Ed.). “Introducción”; y THOMPSON, Edward P. “Agenda para una Historia radical”, en THOMPSON, Dorothy (Ed.). Edward Palmer Thompson: obra esencial. Barcelona: Crítica, 2002, pp. 7-10 y 563-565

3 - Por ejemplo, la Teoría de la Historia de Annales (Historia Social como Historia Total, niveles del Tiempo histórico) no es compacta, ¿pero eso implica que los análisis de estructura de clases y de mentalidades que Marc Bloch realiza en la Sociedad Feudal (1939-1940) no tengan carácter científico? 4 - Así, Gramsci escribió un artículo discutible titulado La revolución contra el Capital (1918), cuyas conclusiones se entienden en el marco de la pugna existente entre los marxistas revolucionarios y los marxistas mecanicistas en el seno de la II Internacional. Gramsci suma en su pensamiento el aporte de Lenin (materialista) y el de Croce (idealista), lo que crea mucha tensión en sus aportaciones teóricas.

5 - En Gramsci no queda qué prima si el carácter objetivo (relación con los medios de producción) o subjetivo (“conciencia de clase”) al definir una clase social, que Gramsci liga a la “sociedad civil”: si bien Marx relacionaba a ésta con el mercado capitalista, Gramsci vincula “sociedad civil” a superestructura ideológica, de manera análoga a Hegel; la “sociedad civil” estaría formada así por centros educativos, medios de comunicación y todo tipo de asociaciones, un espacio de “trincheras” apto para la lucha de clases; este análisis corre el riesgo de incurrir en el idealismo porque se puede separar la Política de la Economía y sobrevalorar el aspecto “cultural” de la lucha de clases. GRAMSCI, Antonio. “Cultura y lucha de clases”, en Escritos (1917-1922), apartado 4; ―. “Apuntes sobre la historia de las clases subalternas”, en Textos de los

Cuadernos posteriores a 1931, apartado 45; ―. “Debilidad nacional de la clase dirigente”, en Intelectuales y Organización de la Cultura; ―. “Clase media”, en Notas sobre Maquiavelo, la Política y el Estado moderno, apartado 46, todo lo anterior en http://www.gramsci.org.ar/ Ello no implica que Gramsci no prestase atención a los problemas económicos, porque tiene análisis referentes al taylorismo y el fordismo, modelos de Organización Científica del Trabajo en el capitalismo. 6 - ¿Qué obra es la representativa de Althusser? ¿La revolución teórica de Marx (1965), de tipo mecanicista, o El Porvenir es largo (1992), una dura autocrítica donde se aproxima a Gramsci y a Freud?

7 - La Historiografía Marxista Soviética, al nega el modo de producción asiático, afirmar una validez universal para la sucesión de cinco modos de producción (comunitario primitivo, esclavista, feudal, capitalista, socialista) o considerar siempre la existencia de una revolución, propiamente dicha, entre modo de producción y modo de producción incurría en graves problemas teóricos. Éstos son los textos básicos de esta corriente: Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico (1939), de Stalin, y el Manual de Economía Política de Nikitin. Evidentemente, hay notables autores dentro del marxismo soviético que no se pueden ignorar: Diakonoff, Kovaliov, Zaborov, A. Z. Manfred…

8 - Kovaliov recoge parcialmente ese concepto al analizar la evolución de la clase dominante durante la antigua República Romana: la aparición de la nobilitas en el s. III a. C., por la “fusión gradual” de la antigua clase patricia con la élite plebeya; o la irrupción en el s. II a. C. de la “oligarquía postgraquiana”, la cual surge de una estrategia de apertura hacia la “clase media” (equestres). KOVALIOV, S. I. Historia de Roma. Madrid: Akal, 1992, pp.110-115 y 411-412 9 - MARTÍNEZ, Francisco José. “Filósofos marxistas ingleses”, en SCHLESINGER, Philip [Introducción]. Los marxistas ingleses de los años 30. Madrid: FIM, 1988, pp. 37-41 10 - ALTHUSSER, Louis. La revolución teórica de Marx. México D. F.; Buenos Aires: Siglo XXI, 2004, básicamente pp. 20-30 [1ª edición: 1965]

11 - ALTHUSSER, Louis. Para una crítica de la práctica teórica: respuesta a John Lewis. Madrid: Siglo XXI, 1974; y MARTÍNEZ, Francisco José. “Filósofos marxistas ingleses”, op. cit., pp. 37-41

12 - Las clases sociales no tienen un comportamiento

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compacto porque a veces se desagregan, como puede ocurrir con los sectores sociales intermedios en los procesos revolucionarios; además, una parte de las clases subalternas pueden cumplir la función de ser base de la contrarrevolución. Y determinados individuos pueden jugar un papel de arbitraje en la clase dominante o entre varias clases.

13 - Althusser establece una incompatibilidad entre ciencia e ideología al considerar que el marxismo es la “teoría”. Althusser tenía dos problemas graves en su comprensión del marxismo: que el marxismo es una corriente de pensamiento histórica y la ubicación real de la dialéctica en la filosofía de Marx. Althusser confunde actividad empírica con empirismo vulgar, separando la teoría de la investigación. Althusser sería, entonces, el apologeta de la parálisis política hasta no hallar la “teoría”. La historicidad en Gramsci se refleja en el análisis de las alternativas en cada época histórica, el “surgimiento” de la voluntad colectiva, que convierte la utopía en opción realista, y las leyes tendenciales del proceso histórico. ALTHUSSER, Louis. “El marxismo no es un historicismo” y “Acerca de Gramsci”; BADALONI, Nicola. “Gramsci historicista frente al marxismo contemporáneo”, en FERNÁNDEZ BUEY (ed.) . Actual idad del Pensamiento Político de Gramsci, Barcelona: Grijalbo, 1977, pp. 243-279 y 280-283; GALLISSOT, René. “El comunismo soviético y europeo”, en DROZ, Jacques (ed.). Historia General del Socialismo. De 1918 a 1945, Tomo IV/2. Madrid: Destinolibro, 1986, p. 752 GRAMSCI, Antonio. El Materialismo Histórico y la Filosofía de B. Croce, apartados 62 y 119, en http://www.gramsci.org.ar/ 14 - Hobsbawm ilustra con una bella metáfora los orígenes de la diversidad en el movimiento comunista: “la costra de hielo [del estalinismo] regó, al derretirse, las numerosas plantas de la heterodoxia”. Éstas son las vías de renovación del marxismo: identificar los estratos de la teoría de Marx (1); continuar los distintos desarrollos teóricos sobre la base del marxismo (2); acuerdo con los desarrollos intelectuales externos al marxismo (3); y una vuelta al análisis del mundo (4). Hobsbawm recuerda que el marxismo ortodoxo y positivista proviene de la II Internacional (Kautsky). HOBSBAWM, Eric J. “La estructura del Capital”, en ―. Revolucionarios: ensayos contemporáneos. Barcelona: Crítica, 2000, pp. 203-217 15 - Prescindir de la práctica (histórica) para consolidar el marxismo como teoría es negar la historicidad del marxismo en cuanto a su construcción original: lo que Gramsci en los Cuadernos de la Cárcel (1948-1951) expresa como la sumatoria “Ricardo + Robespierre + Hegel”, corrigiendo ligeramente a Lenin. GRAMSCI,

Antonio. El Materialismo Histórico y la Filosofía de B. C r o c e , a p a r t a d o s 5 4 , 5 5 y 1 1 3 , e n http://www.gramsci.org.ar/ 16 - HOBSBAWM, Eric J. Años interesantes: una vida en el siglo XX. Barcelona: Crítica, 2003, pp. 199-201 17 - SAMUEL, Raphael. “Historia y Teoría”, en ―. Historia popular y teoría socialista. Barcelona: Crítica, 1984, pp. 51-52

18 - Kaye subraya los elementos comunes de los marxistas británicos, incluso durante el debate con Althusser, cuestión que en nuestra opinión es insostenible, y trata de excluir a Anderson de esta corriente por “estructuralista”, de modo incorrecto, porque Anderson cumple con los “requisitos” del marxismo británico. Kaye omite el análisis de Anderson donde éste se desmarca de Althusser, porque el filósofo francés niega el “sujeto histórico” y está inspirado por el “determinismo metafísico” de Spinoza, análisis en plena consonancia con el de Hobsbawm, quien destaca “la tardía conversión de Althusser al marxismo”. Para Anderson su quehacer académico se remite a una doble vertiente: la labor historiográfica marxista (“investigación”) y la filosofía marxista (“problemas teóricos”). Por contra, Kaye muestra una clara simpatía hacia E. P. Thompson, al que trata de incluir entre los marxistas británicos, pese a sus polémicas posiciones. ANDERSON, Perry. El Estado absolutista. Madrid; México F. D.; Buenos Aires: Siglo XXI, 2007, pp. 1-5; ANDERSON, Perry. Consideraciones sobre el marxismo occidental. Madrid: Siglo XXI, 1979, pp. 81-83, 90-91 y 105-106; CASANOVA, Julián. “Presentación”, a KAYE, Harvey J. Los Historiadores marxistas británicos: un análisis introductorio. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1989, pp. XIV y 20-21, 54-58, 156, 158, 174-175, 208, 216-217; HERNÁNDEZ SANDOICA, Elena. Tendencias historiográficas actuales. Escribir Historia hoy. Madrid: Akal, 2004, p. 236, 244 y 254 19 - HILTON, Rodney. “Comentario”, en ―. La transición del feudalismo al capitalismo. Barcelona: Crítica, 1987, p. 153 20 - Citado por KAYE, Harvey J. Los Historiadores marxistas británicos…, op. cit., p. 109 21 - Hobsbawm le aconsejó a E. P. Thompson que “era un crimen abandonar su labor histórica, capaz en principio de hacer época, para discutir con […] Althusser [que] estaba ya muy cerca de la fecha de caducidad […]”. Hobsbawm acogería, brevemente, a Althusser en su casa londinense hacia 1980. Kaye se complica mucho en su defensa de E. P. Thompson, no

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complica mucho en su defensa de E. P. Thompson, no sólo cuando prácticamente omite la réplica de Hobsbawm a Althusser, sino cuando denomina el debate Althusser vs. E. P. Thompson de manera expresiva: “¿Historia contra Teoría?” HOBSBAWM, Eric J. Años interesantes…, op. cit., pp. 202-203 y 304; y KAYE, Harvey J. Los Historiadores marxistas británicos…, op. cit., pp. 185-194

22 - Éstos son los puntos básicos: “la epistemología althusseriana deriva de un tipo limitado de proceso académico de adquisición de conocimientos y carece de validez general (1). En consecuencia, carece de la categoría de la experiencia (2). Confunde con el empirismo lo que es el necesario diálogo empírico (3). La crítica resultante del historicismo es en ciertos puntos idéntica a la crítica señaladamente antimarxista del historicismo (Popper) (4). El estructuralismo de Althusser es estático, que difiere del método histórico de Marx (5). De ahí que el universo conceptual de Althusser no tenga categorías adecuadas para explicar la contradicción, el cambio o la lucha de clases (6). Estas debilidades cruciales explican por qué Althusser es llevado a mantenerse en silencio respecto a categorías importantes (economía, necesidades) (7). Althusser se ve incapaz de tratar, salvo de la forma más abstracta y teórica, cuestiones referentes a los valores, a la cultura y también a la teoría política (8)”. THOMPSON, Edward Palmer. Miseria de la Teoría. Barcelona: Crítica, 1981, pp. 190-218 23 - Éstas son las proposiciones genéricas de E. P. Thompson: “el objeto inmediato del conocimiento histórico se compone de hechos o datos empíricos que tienen una existencia real (1); el conocimiento histórico es por su naturaleza provisional, selectivo y definido por las preguntas formuladas a los datos empíricos (2); los datos empíricos históricos tienen determinadas propiedades: todas las teorías que no estén conformes con las determinaciones de los datos empíricos son falsas (3); la relación entre el conocimiento histórico y su objeto no puede entenderse en términos que supongan que uno es función del otro (4); el objeto de conocimiento histórico es la historia real, cuyos datos empíricos deben ser necesariamente incompletos (5); la investigación de la Historia como proceso implica nociones de causación, de contradicción, de mediación y de organización sistemática (6); el materialismo histórico difiere de otras ordenaciones interpretativas de los datos históricos no por ninguna premisa epistemológica, sino por sus categorías, sus hipótesis características y procedimientos concomitantes (7); la construcción de conceptos históricos no es un privilegio especial reservado al materialismo histórico (8); tales categorías surgen en el seno del discurso común de los historiadores o son desarrollados en

disciplinas adyacentes (9); el materialismo histórico se distingue de otros sistemas interpretativos por su consistencia obstinada en elaborar tales categorías y por su articulación dentro de una totalidad conceptual (10)”. Pero hay un problema grave que E. P. Thompson añade: “estoy dispuesto a admitir que la tentativa de designar la Historia como ciencia ha sido siempre poco provechosa”. THOMPSON, Edward Palmer. Miseria de la Teoría, op. cit., 1981, pp. 65-85 24 - THOMPSON, Edward Palmer. Miseria de la Teoría, op. cit., pp. 96-97 25 - Intentar destruir a El Capital (1867) de Marx es una aventura arriesgada, porque lo esencial de esta obra de Teoría/Historia Económica es un aparato teórico (valor-trabajo, plusvalía, ley general de la acumulación del Capital, crisis económica, Ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia), que es importante, con las correcciones pertinentes, para entender la actual crisis económica mundial. 26 - Demanda creciente de fuerza de trabajo, reducción relativa de la parte variable del capital y ejército industrial de reserva. 27 - Para rebatir esto, E. P. Thompson tendría que haber entrado en la lógica interna de la teoría para cuestionar la validez de la misma, como también refutar el uso de esos ejemplos prácticos en los que Marx “ilustra” las condiciones materiales de vida de la clase trabajadora británica (salarios, alimentación, vivienda), por cierto de modo semejante a cómo opera el propio E. P. Thompson.

28 - La Ley general de la acumulación capitalista se fundamenta históricamente (s. XIV al XVIII) en la expropiación por parte de la “nueva aristocracia terrateniente” de la propiedad rural campesina (pequeñas propiedades, tierras comunales) y la liberación consiguiente de mano de obra para la industria, en la piratería y en el comercio triangular internacional (esclavos, materias primas, productos manufacturados), sin descartar otros mecanismos como la deuda pública y el sistema comercial proteccionista.

29 - THOMPSON, Edward Palmer. Miseria de la Teoría, op. cit., pp. 102-103

30 - KAYE, Harvey J. Los historiadores marxistas británicos…, op. cit., pp. 15-16; y MARTÍNEZ, Francisco José: “Filósofos marxistas ingleses”, op. cit., pp. 47-48

31 - MARX, Karl. Miseria de la Filosofía. México D.

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F.; Madrid; Buenos Aires; Bogotá: Siglo XXI, 1981, pp. 84-85

32 - MARX, Karl. Miseria de la Filosofía, op. cit., p. 104

33 - La dialéctica hegeliana se compone de una serie de categorías (síntesis, lucha de contrarios, salto cualitativo, totalidad) que en el marxismo se expresa a través del materialismo dialéctico, el cual se desarrolla en las obras filosóficas de Engels. Esta teoría alude a la interpretación material (objetiva) de la realidad y su base teórica se halla sintetizada en las Tesis sobre Feuerbach (1845), de Karl Marx, donde se resalta la crítica de la religión, la praxis como fundamento de verdad, la crítica del “materialismo contemplativo” y la necesidad (histórica) de transformar el mundo, superando así a la filosofía metafísica. 34 - Rudé difiere al defender la “obra histórica” de Marx y Engels, en cuyos análisis hay todo tipo de causas (políticas, sociales, culturales, económicas). Los estudios específicos de ambos autores sobre Francia, España, Inglaterra o Alemania son pioneros de los métodos que utilizarían los marxistas del s. XX. Rudé dice que “las ideas históricas de Marx han sido […] insistentemente tergiversadas […]. La Historia tiende a progresar mediante conflictos entre las clases sociales [y] también […] tiene unas pautas […]. Las vidas y las acciones de la gente son la esencia de la propia Historia y que si bien los factores materiales […] son primordiales, las propias ideas se convierten en una fuerza material cuando pasan a la conciencia activa de los hombres”. RUDÉ, George. “Marxismo e Historia” y “El rostro cambiante de la multitud”, en KAYE, Harvey J. (Ed.). George Rudé: el rostro de la multitud. Valencia: Centro Francisco Tomás y Valiente UNED Alzira-Valencia; Fundación Instituto de Historia Social, 2001, pp. 81-92 y 101-102 35 - Esto es discutible porque ni la posición de Althusser era mayoritaria en el PC francés, ni éste era ortodoxo en esa época, entre otras cosas porque en su XXII Congreso (febrero de 1976) había abandonado la d i c t a d u r a d e l p r o l e t a r i a d o y a b r a z a d o e l eurocomunismo, corriente de signo reformista. 36 - SAMUEL, Raphael. “Presentación del debate”, en ―. Historia popular y teoría socialista. Barcelona: Crítica, 1984, pp. 273-276 37 - HOBSBAWM, Eric J. Años interesantes…, op. cit., pp. 199 y 253-254 38 - HALL, Stuart. “En defensa de la Teoría”, en 3

SAMUEL, Raphael (Ed.). Historia popular y teoría socialista. Barcelona: Crítica, 1984, pp. 278-279 39 - HALL, Stuart. “En defensa de la Teoría”, op. cit., p. 280

40 - Ibíd., pp. 280-283

41 - Ibídem.

42 - Ibíd., pp. 284-285

43 - JOHNSON, Richard. “Contra el absolutismo”, en SAMUEL, Raphael (Ed.). Historia popular y teoría socialista. Barcelona: Crítica, 1984, pp. 289 y 291

44 - JOHNSON, Richard. “Contra el absolutismo”, op. cit., pp. 293-295

45 - Ibíd., op. cit., p. 299

46 - THOMPSON, Edward P. “La política de la Teoría”, en SAMUEL, Raphael (Ed.). Historia popular y teoría socialista. Barcelona: Crítica, 1984, pp. 301-317

47- E. P. Thompson considera que los análisis sobre el “aburguesamiento” y la “alienación” de Herbert Marcuse son elitistas. KAYE, Harvey J. Los Historiadores marxistas británicos…, op. cit., p. 163 48 - HILTON, Rodney. Conflicto de clases y crisis del feudalismo. Barcelona: Crítica, 1988, pp. 13-14 49 - ANDERSON, Perry. Teoría, Política e Historia: un debate con E. P. Thompson. México D. F., Madrid, Buenos Aires, Bogotá: Siglo XXI, 1985, p. 5 50 - Este “control” es el procedimiento para salvar el “concepto de falsación” de Karl Popper, según Anderson. De manera similar, Maurice Cornforth superaría la falsación con el análisis de las “posibilidades” en los contextos históricos. ANDERSON, Perry. Teoría, Política e Historia: un debate con E. P. Thompson. México D. F., Madrid, Buenos Aires, Bogotá: Siglo XXI, 1985, pp. 5-7; y MARTÍNEZ, Francisco José: “Filósofos marxistas ingleses”, op. cit., pp. 47-48 51 - ANDERSON, Perry. Teoría, Política e Historia, op. cit., pp. 146 y 153

52 - Ibíd., pp. 7-11

53 - Ibíd., p. 11

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54 - ANDERSON, Perry. Teoría, Política e Historia, op. cit., pp. 12-16 La Astronomía tiene una base práctica en la Astronomía Observacional, pero necesita préstamos de la Física Teórica o de la Geografía Física, por las limitaciones de su campo de experimentación. Relacionado con estas cuestiones epistemológicas, Carl Sagan dice, en el episodio 2 de la Serie de TV Cosmos (1980), que “la Biología es más parecida a la Historia que a la Física: hay que conocer el pasado para comprender el presente. No hay predicciones en la Biología, igual que no hay predicciones en la Historia”.

55 - ANDERSON, Perry. Teoría, Política e Historia, op. cit., p. 23

56 - Ibíd., p. 69

57 - THOMPSON, Edward P. “Agenda para una Historia radical”, en THOMPSON, Dorothy (Ed.). Edward Palmer Thompson: obra esencial. Barcelona: Crítica, 2002, pp. 563-564

58 - Hobsbawm coincide aquí con Anderson. A N D E R S O N , P e r r y. L o s o r í g e n e s d e l a posmodernidad. Madrid: Anagrama, 2000, p. 31; y HOBSBAWM, Eric. “La influencia del marxismo (1945-1983)”, en ―. Cómo cambiar el mundo: Marx y el marxismo, 1840-2011. Crítica: Barcelona, 2011, pp. 380-381 Creemos que Kaye se obsesiona en exceso con l a n e c e s i d a d d e s u p e r a r e l m o d e l o b a s e -superestructura, una de las piedras angulares del materialismo histórico. KAYE, Harvey J. Los Historiadores marxistas británicos: un análisis introductorio, op. cit., pp. 141-144, 160, 175, 177, 184, 186, 201 y 213-214

59 - SAMUEL, Raphael. “Historia popular, Historia del Pueblo”, en ―. Historia popular y teoría socialista. Barcelona: Crítica, 1984, p. 35 60 - SAMUEL, Raphael. “Historia popular, Historia del Pueblo”, op. cit., p. 49 61 - Samuel define “historicismo” como “la idea de que las estructuras históricas pueden explicarse atendiendo a su génesis”. SAMUEL, Raphael. “Historia y Teoría”, op. cit., pp. 50-60 62 - Ibídem. 63 - Ibídem.

64 - Ibíd., pp. 60-61

65- Ibíd., pp. 62-63

66 - Samuel nos invita a tomar en consideración dos “direcciones” en la dialéctica Historia/Teoría: “una labor teórica […], aplicando una comprensión histórica a las cuestiones con que nos enfrentamos” (1); y “el valor teórico de un proyecto no debe medirse por la manera en que se expresa, sino por la complejidad de las relaciones que explora” (2). SAMUEL, Raphael. “Historia y Teoría”, op. cit., pp. 62-64

67 - WOOD, Ellen. Democracia contra capitalismo: la renovación del materialismo histórico. México D. F.: Siglo XXI, 2000, pp. 59-62 68 - WOOD, Ellen. Democracia contra capitalismo…, op. cit., p. 66 69 - Ibíd., pp. 63-69 70 - Ibíd., p. 71 71 - BOTTOMORE, Tom. La Sociología marxista. Madrid: Alianza, 1976, p. 20 72 - No obstante, el matrimonio Sociología/marxismo es oscilante y complejo. BOTTOMORE, Tom. La Sociología marxista, op. cit., particularmente pp. 41-62 73 - MEDICK, Hans. “La transición del feudalismo al capitalismo: renovación del debate”, en SAMUEL, Raphael. Historia popular y teoría socialista. Barcelona: Crítica, 1984, pp. 185-190 74 - El desarrollo del capitalismo en Rusia (1899) y El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916). 75 - Hobsbawm, en consonancia con Ste. Croix o Hilton, realiza una aportación importante al insistir en la dicotomía básica “clase económica”/conciencia de clase. HOBSBAWM, Eric J. El mundo del Trabajo: estudios históricos sobre la formación y evolución de la clase obrera. Crítica, Barcelona, 1987, pp. 29-50

76 - Una gran aportación de E. P. Thompson es su análisis de los motines de subsistencias en Inglaterra durante el s. XVIII, por los cuales las clases subalternas se oponían a la subida de precios del grano o la exportación de este alimento vital; pero no sólo había motivaciones “económicas”, porque las masas aunque carecían de una ideología política concreta, sí tenían una “cultura popular” basada en el “bien público”. La articulación del movimiento obrero inglés, en el tránsito del s. XVIII al XIX, fue obra de radicales (jacobinos), protestantes disidentes (metodistas, baptistas) y socialistas utópicos (owenistas), quienes, en medio de las lacras sociales de la Revolución Industrial, se aliaron a reformadores de clase media y a

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braceros rurales contra la alianza contrarrevolucionaria de la aristocracia terrateniente/comercial y la burguesía industrial. THOMPSON, Edward P. La formación de la clase obrera en Inglaterra. Barcelona: Crítica, 1989, vol. I, pp. XIII-XVIII, y vol. II, pp. 313-452; y ―. “La economía moral de la multitud en Inglaterra del siglo XVIII”, en THOMPSON, Dorothy (Ed.). Edward Palmer Thompson: obra esencial. Barcelona: Crítica, 2002, pp. 363-433 77 - Cabe mencionar que E. P. Thompson reconoce las aportaciones de Dorothy Thompson y Perry Anderson para la redacción de la Formación de la clase trabajadora… THOMPSON, Edward P. La formación de la clase obrera en Inglaterra, vol. I, op. cit., pp. XIII-XVIII 78 - THOMPSON, Edward P. “El imperio de la ley”, en THOMPSON, Dorothy (Ed.). Edward Palmer Thompson: obra esencial. Barcelona: Crítica, 2002, pp. 494-506 79 - El problema de esta importante teoría es que Kaye la apoya en dos autores de difícil filiación marxista como Anthony Giddens y E. P. Thompson, “afines” según el propio Kaye, con análisis puntuales marxistas, pero con graves desviaciones posteriores respecto a Marx. KAYE, Harvey J. Los Historiadores marxistas británicos…, op. cit., p. 4, 150 y 213-214 80 - KAYE, Harvey J. Los Historiadores marxistas

británicos…, op. cit., particularmente p. 212 81 - KAYE, Harvey J. “Introducción”, a ―. George Rudé: el rostro de la multitud. Valencia: Centro Francisco Tomás y Valiente UNED Alzira-Valencia; Fundación Instituto de Historia Social, 2001, pp. 74-75 82 - Por ejemplo, en las tres obras dedicadas a los procesos de lucha de clases en Francia desde 1848 a 1871, Marx realiza complejos análisis de estructura social y cómo las clases se articulan de una manera flexible en partidos políticos para defender sus intereses económicos y posiciones ideológicas 83 - Por ejemplo, si negáramos la existencia de “clases sociales” en los s. VIII y IX en Europa, como a veces tiende a hacerse desde posiciones conservadoras, porque las capas sociales del campesinado no están formadas, al repartirse entre pequeños propietarios, “colonos” y “esclavos” (futuros siervos), no habría forma posible de analizar los conflictos sociales; esta configuración que cambiará sustancialmente en los siglos siguientes no excluye la presencia de contradicciones de clase en la resistencia del campesinado franco al reforzamiento de los latifundios en manos de la aristocracia durante el Imperio Carolingio (s. IX) . El historiador belga Jan Dhondt, autor de La Alta Edad Media (1967), defiende la aplicación del concepto de “lucha de clases” en esta época.

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