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SANTIDAD EN EL MATRIMONIO Estudio 4 25 de Enero 2015 CONTEXTO: 1 Corintios 7: 1 a 40 TEXTO BÁSICO : 1 Corintios 7: 1 - 16 VERDAD CENTRAL: Las declaraciones de Pablo respecto a las parejas nos enseñan que lo ideal es la consagración del matrimonio al Señor. VERSÍCULO CLAVE: 1Corintios 7:2 pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. ESTUDIO PANORÁMICO DEL CONTEXTO Los cristianos en Corinto estaban rodeados de tentaciones sexuales. La ciudad tenía reputación, aun entre los paganos, de inmoralidad sexual y de prostituir la religión. Es a esta clase de sociedad que Pablo envió estas instrucciones sobre el sexo y el matrimonio. Los corintios necesitaban instrucciones especiales y específicas debido a las normas inmorales de su cultura. La iglesia en Corinto estaba alborotada por la inmoralidad que la circundaba. Algunos que estaban en contra de la inmoralidad rechazaban tanto el sexo como el matrimonio. Los cristianos corintios se preguntaban si deberían hacer lo mismo, de modo que le plantearon a Pablo varias preguntas. "Debido a que el sexo es pervertido, ¿no debiéramos abstenernos también del matrimonio?" "Si mi esposa no es salva, ¿debiera buscar el divorcio?" "Las personas solteras y las viudas, ¿no deben casarse?" Pablo contestó muchas de esas preguntas diciendo: "Por ahora, manténganse como están. Reciban con agrado la situación en la que Dios los ha puesto. No busquen casarse o quedarse solteros. Vivan la voluntad de Dios cada día y El les mostrará lo que deban hacer". 1. CONSAGRACIÓN MUTUA EN EL MATRIMONIO, 1 Corintios 7: 1-4 1 En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer. 2 Pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. Los cristianos de Corinto, o por lo menos algunos de ellos, habían sugerido que, si se iba a ser cristiano en el sentido más pleno de la palabra, había que renunciar a todas las cosas físicas, entre ellas el matrimonio. La respuesta de Pablo es absolutamente práctica. Dice en efecto: «Acordaos de dónde estáis viviendo. Daos cuenta de que vivís en Corinto, donde no se puede ni recorrer una calle sin que os asalte la tentación. Tened presente vuestra

4.- Santidad en El Matrimonio

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SANTIDAD EN EL MATRIMONIO

Estudio 4 25 de Enero 2015

CONTEXTO: 1 Corintios 7: 1 a 40

TEXTO BÁSICO: 1 Corintios 7: 1 - 16

VERDAD CENTRAL: Las declaraciones de Pablo respecto a las parejas nos enseñan que lo ideal es la consagración del matrimonio al Señor.

VERSÍCULO CLAVE: 1Corintios 7:2 pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.

ESTUDIO PANORÁMICO DEL CONTEXTO

Los cristianos en Corinto estaban rodeados de tentaciones sexuales. La ciudad tenía reputación, aun entre los paganos, de inmoralidad sexual y de prostituir la religión. Es a esta clase de sociedad que Pablo envió estas instrucciones sobre el sexo y el matrimonio. Los corintios necesitaban instrucciones especiales y específicas debido a las normas inmorales de su cultura.

La iglesia en Corinto estaba alborotada por la inmoralidad que la circundaba. Algunos que estaban en contra de la inmoralidad rechazaban tanto el sexo como el matrimonio. Los cristianos corintios se preguntaban si deberían hacer lo mismo, de modo que le plantearon a Pablo varias preguntas. "Debido a que el sexo es pervertido, ¿no debiéramos abstenernos también del matrimonio?" "Si mi esposa no es salva, ¿debiera buscar el divorcio?" "Las personas solteras y las viudas, ¿no deben casarse?" Pablo contestó muchas de esas preguntas diciendo: "Por ahora, manténganse como están. Reciban con agrado la situación en la que Dios los ha puesto. No busquen casarse o quedarse solteros. Vivan la voluntad de Dios cada día y El les mostrará lo que deban hacer".

1. CONSAGRACIÓN MUTUA EN EL MATRIMONIO, 1 Corintios 7: 1-4

1 En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer. 2 Pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.

Los cristianos de Corinto, o por lo menos algunos de ellos, habían sugerido que, si se iba a ser cristiano en el sentido más pleno de la palabra, había que renunciar a todas las cosas físicas, entre ellas el matrimonio.

La respuesta de Pablo es absolutamente práctica. Dice en efecto: «Acordaos de dónde estáis viviendo. Daos cuenta de que vivís en Corinto, donde no se puede ni recorrer una calle sin que os asalte la tentación. Tened presente vuestra misma constitución física y los sanos instintos que os ha dado la naturaleza. Estaréis mejor casados que expuestos a caer en pecado.»Esto suena a un concepto bastante bajo del matrimonio. Parece como si Pablo aconsejara casarse para evitar males mayores. Nadie debiera embarcarse en una forma de vida para la que no está equipado por naturaleza; nadie debería emprender un camino en el que se viera expuesto a toda clase de tentaciones.

Las expresiones «cada uno» y «cada mujer» no se refieren a todos sin excepción, sino sólo a aquellos que no pueden ser excepción. Pero sí se dice sin excepción que cada uno tenga su mujer y cada mujer su propio marido. Se ponen así en claro dos propiedades fundamentales del matrimonio: la unidad y la indisolubilidad.

3 El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. 4 La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.

Tres aspectos del sexo: Unidad, símbolo de amor, reservado para el matrimonio . El acto sexual es una expresión íntima de afecto entre el esposo y la esposa. El apóstol subraya la importancia del matrimonio al declarar que el acto sexual es, a decir verdad, un deber; el esposo debe estar disponible para su esposa cuando ella se lo pida y, de igual manera, la esposa cuando él se lo pida.

Es más que un acto de apareamiento biológico. La Biblia lo llama un «misterio», un privilegio por medio del cual dos personas, un hombre y una mujer, vienen a ser una sola (Efesios_5:32; véase Génesis_2:24). Se abusa del privilegio cuando el hombre y la mujer no están casados y tienen contacto sexual (véanse 1Corintios_5:1; 1Corintios_6:16); entonces, algo que según el propósito de Dios debe traernos bendición, se convierte en causa de juicio (véase Efesios_5:5).

El matrimonio es el único lugar que Dios ha provisto para que ocurra la unión sexual. En este marco, el acto sexual viene a ser un símbolo poderoso del amor entre Cristo y la Iglesia, un compartir puro de gozo y delicia entre ambos cónyuges, un verdadero regalo recibido de la mano de Dios. Fuera de estos límites, llega a ser algo virtualmente destructivo.

Los Versos 3–4 hablan sobre la intimidad sexual entre una pareja de matrimonio como una mutua obligación. Fee hace una observación grandiosa que “enfatiza Pablo… no es acerca de ‘tú me perteneces’ sino ‘te pertenezco’”

Espiritualmente, cuando nos convertimos en cristianos, nuestros cuerpos pertenecen a Dios ya que Jesucristo nos compró pagando el precio para librarnos del pecado. Físicamente, nuestros cuerpos pertenecen a nuestros cónyuges, porque Dios diseñó nuestro matrimonio de modo que a través de la unión del esposo y la esposa, los dos lleguen a ser uno (Génesis_2:24). Pablo establece una total igualdad en las relaciones sexuales. Ni el hombre ni la mujer deben buscar dominación o autonomía.

CONSAGRACIÓN A MOTIVOS SUPERIORES, 1 Corintios 7:5 – 9

5 No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.

Este versículo es acaso más sorprendente aún que los dos precedentes. Una vez más puede advertirse hasta qué extremos llegaba el celo de los casados de Corinto. Algunos de ellos renunciaban por propia iniciativa a la comunidad conyugal y daban por supuesto que el otro consorte podía hacer lo propio. Pablo admite esta continencia matrimonial bajo tres condiciones. Debe ser en razón de un bien espiritual; debe tomarse de mutuo acuerdo; debe ser limitada en el tiempo. Esto último se entiende desde la preocupación ante la posibilidad de que se presenten tentaciones demasiado fuertes para la otra parte cuya fortaleza espiritual y moral puede no marchar al unísono con la de su consorte. No se establecen límites concretos de duración de este tiempo mutuamente convenido. Era cuestión que debían aclarar los propios casados entre sí.

6 Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. 7 Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro.

Tanto el matrimonio como el quedar solo son dones de Dios. Uno no es mejor que el otro, ambos son valiosos para lograr los propósitos de Dios. Es importante, por lo tanto, aceptar la situación actual de uno. Cuando Pablo dice que preferiría que se quedaran como él (por ejemplo, solteros), estaba expresando su deseo de que una mayor cantidad de personas pudiera dedicarse completamente al ministerio sin tener que vivir presionadas por las preocupaciones de los cónyuges y de la familia, como él lo hacía. No estaba criticando al matrimonio; después de todo, es la creación de Dios, es el modo de proveer compañía y poblar la tierra.

8 Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; 9 pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.

Para introducir el tema Pablo ha elegido a propósito la expresión más general: es bueno para el hombre. Ahora se dispone a aplicar a cada grupo concreto aquellas afirmaciones generales. Tiene presentes, una vez más, al hablar a los miembros de la comunidad cristiana, primero a los no casados y a los que han vuelto a quedar libres, y después a

los casados. Repite su primera afirmación, según la cual es bueno en sí permanecer célibe, aunque, bajo determinadas circunstancias, es mejor casarse, es decir, cuando para alguien en concreto el celibato resulta demasiado oneroso. Por bueno que sea permanecer libre para el Señor, esta decisión y este estado carecen de sentido cuando en la práctica se convierte en una creciente insatisfacción, en una constante intranquilidad y en un permanente encadenamiento al deseo sexual.

La postura de Pablo en cuanto a la sexualidad en el matrimonio era radical en su tiempo. Dio a la mujer una dignidad que normalmente no experimentaban en su cultura. Pablo conoce del poder del deseo sexual y buscó dar a la iglesia un consejo práctico de cómo indultar ese deseo en una forma ordenada y basada en Dios para que ambos, protegiera y diera un estatus igual al esposo y la esposa.

2. LA CONSAGRACIÓN DEL CÓNYUGE CREYENTE ES EL MEJOR TESTIMONIO, 1 Corintios 7: 10-16

10 Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido 11 y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.

Hubo personas casadas -evidentemente mujeres sobre todo- que, movidas por el deseo de perfección, querían disolver su matrimonio. El Apóstol les urge con el mandamiento de Jesús, tal como aparece en el Evangelio (Mateo_5:23; Mateo_19:9), del que Pablo tuvo conocimiento ya sea por tradición oral o por alguna colección de las sentencias del Señor, y que luego repitió y explicó con fidelidad. Si hasta ahora podía elegirse entre lo que es bueno en sí y lo que es mejor bajo determinadas circunstancias, aquí ya no hay lugar para la opción. Aquí tiene vigencia la inequívoca voluntad del Señor, y ciertamente no hay excepciones. El Apóstol conoce y reconoce una posible separación de los consortes. Pueden darse casos en los que no pueda exigirse el mantenimiento de la sociedad conyugal. En tales casos, Pablo declara lícita la «separación de mesa y lecho», pero no permite contraer un nuevo matrimonio. El vínculo matrimonial sigue existiendo, aunque haya dejado de existir la sociedad conyugal. Por eso la reconciliación es siempre posible, pero no las nuevas nupcias. Pablo ha dirigido estos principios primariamente a las mujeres casadas que sentían, o podían sentir, la tentación de liberarse de su vínculo matrimonial. El derecho griego y el romano les concedía esta posibilidad, mientras que en la legislación judaica el divorcio sólo podía partir del varón. Por eso se cita aquí la prohibición: el marido no despida a su mujer.

12 Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. 13 Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. 14 Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos. 15 Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios. 16 Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?

El próximo caso que Pablo analiza es más difícil de explicar. Afectaba, indudablemente, a no pocos matrimonios de la comunidad corintia. No era de esperar que los dos cónyuges de matrimonios ya constituidos abrazaran a la vez el cristianismo. Y, evidentemente, se sigue dando hoy por doquier. La conversión al cristianismo de uno de los consortes afecta al matrimonio más profundamente que si se incorpora a cualquier otro movimiento o asociación, ya que el cristianismo defiende una doctrina decisiva y absoluta sobre el matrimonio. Puede ocurrir que esta concepción del matrimonio, tan elevada y bella, pero también tan severa, que aporta consigo a la vida conyugal el consorte que entra en la comunidad cristiana, anime, y hasta incluso determine al consorte todavía pagano a entregarse también él a esta doctrina. Pero puede ocurrir asimismo lo contrario.

¿Qué decide, pues, Pablo? Se pronuncia, en principio, por la continuidad de estos matrimonios. Y emplea una fórmula tan estricta como la aducida antes, como sentencia del Señor, sobre la prohibición general del divorcio. Lo repite dos veces, con palabras idénticas: para el varón cristiano que tiene una mujer infiel, y para la mujer cristiana que tiene un marido pagano. El hecho merece una atención especial, porque hasta entonces la decisión de

abandonar al marido nunca había sido considerada como permitida a la mujer. Así, pues, también en esta prohibición del divorcio se expresa de la manera más enérgica la igualdad del hombre y de la mujer.

Pablo tiene dos grandes cosas que decir que tienen un valor permanente.

1) Tiene la preciosa idea de que el cónyuge que no es creyente es consagrado por medio del que sí es creyente. Hay algo en el Cristianismo que se transmite a todos los que entran en contacto con él, por cualquier medio que sea. El niño que nace en un hogar cristiano, y aun en uno en el que sólo uno de los esposos es cristiano, nace en la familia de Cristo. En la compañía de un creyente con uno que no lo es, lo que más debemos tener en cuenta no es que el cristiano entra en contacto con el mundo del pecado, sino que el no creyente llega a estar en contacto con el reino de la gracia de alguna manera.

2) Y Pablo tiene también la idea igualmente encantadora de que la asociación del matrimonio puede ser el medio para que el cónyuge no creyente reciba la salvación. Para Pablo, la evangelización empezaba en casa. Había que mirar al cónyuge no creyente, no como un foco de infección que había que evitar con repulsión, sino como otro hijo u otra hija que había que ganar para Dios. Pablo sabía que es maravillosamente cierto que muchas veces se llega al amor de Dios por el camino del amor humano.

Es muy común para nosotros culpar nuestras circunstancias de nuestra falta de devoción u obediencia a Dios. “Si solo no tuviera un esposo e hijos” una madre puede pensar “podría hacer grandes cosas para Dios”. “Si solo estuviera casado” un hombre joven podría decir “entonces tendría una esposa que me ayudara a servir a Dios”. Lo que estos creyentes no pueden ver es que ellos tienen oportunidades para amar y servir a Dios justo en donde están.