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Julio Concepción Suárez 171 42. LAS MINAS DE COBRE EN LA TAYA LA COCINA: DE TuíZA RIBA A RIOSPASO TRAS LAS HUELLAS PRERROMANAS • LUGAR Y HORA DE SALIDA: Tuíza Riba, sobre las 10 de la mañana. • LUGAR Y HORA DE LLEGADA: Riospaso, a cualquier hora de la tarde. • PARAJES DE INTERÉS: Las Morteras, Pena Britá, El Castiichu, La Taya la Cocina • NIVEL DE DIFICULTAD: medio (no hay pasos difíciles, aunque las pendientes se suceden en la bajada). • ÉPOCA RECOMENDADA: cualquier estación, con tal que no haya ne- veros. • TIEMPOS: la ruta es muy corta (se hace bien en 3-4 horas). • DESCRIPCiÓN DE LA RUTA Salimos de Tuíza Riba por el camin del puerto (unos 60° al nor- deste): sirva la descripción la ruta 34, hasta Las Morteras. Tras cerrar la última canciecha (hasta siete portillas vamos abriendo y cerrando entre las fin- cas), salimos de Las Morteras al común por El Chagüizu: así lla- mado, no porque haya algún 'la- go' mayor, sino por las pequeños lagunas que se forman en las pe- queñas hondonadas con los des- hielos, o con torrenteras mayores. Tras la portilla de Las Morteras, seguimos [a senda casi horizontal, siempre al nordeste (unos 80° aho- ra), y ascendemos ligeramente en lravesera hacia la base de Penabritá (El Castiichu, para otros): saliente rocoso sobre El Quentu'l Visu. A medio valle, cambiamos de ladera (unos 170° al surdeste ya). Dejamos hoy los senderos al Quentu'l Visu, faldeamos la peña a la derecha y, poco a poco, va- mos arrimando hasta las penascas de Fuentes (con pequeña fuente a la izquierda del camino, arriba): W1apradera alargada que se cuel- ga apacible entre los espacios de- jados por las serraspas. Dejamos, también, a la derecha la senda que sigue yana hacia Co- chaudín (Cochagudín, según los informantes), y seguimos por El Vache Fuentes arriba. A nuestra derecha destaca el verde otoñal de los mayaos, excesivamente abo- nados tras el miriu (el sesteo) de los ganados todo el verano. La estoica serenidad de un tejo solitario en la caliar Sobre la campera de Fuentes, la senda, bien marcada, sale al bo- carón cimeru. Y desde la collada, avistamos ya el valle de La Cocina, El Penón de Cotalbo, Las Cangas. Identificamos ya [a concavidad de La Cueva la Cocina, en línea casi horizontal desde la collada, al fondo, en el límite con la caliza y el pastizal de argañas (aquí, arga- nas). La mina prerromana se abrió justo sobre el arbolado y los mato-

42. LAS MINAS DE COBRE EN LATAYALACOCINA: …...mitamos hoya seguir las huellas de los ganados de senda en senda. Partimos de Tuíza Riba cuando ya el sol empieza a iluminar las calizas

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Julio Concepción Suárez 171

42. LAS MINAS DE COBRE EN LA TAYA LA COCINA: DETuíZA RIBA A RIOSPASO TRAS LAS HUELLASPRERROMANAS

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: Tuíza Riba, sobre las 10 de la mañana.• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: Riospaso, a cualquier hora de la tarde.• PARAJES DE INTERÉS: Las Morteras, Pena Britá, El Castiichu, LaTaya la Cocina

• NIVEL DE DIFICULTAD: medio (no hay pasos difíciles, aunque laspendientes se suceden en la bajada).

• ÉPOCA RECOMENDADA: cualquier estación, con tal que no haya ne-veros.

• TIEMPOS: la ruta es muy corta (se hace bien en 3-4 horas).

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTASalimos de Tuíza Riba por el

camin del puerto (unos 60° al nor-deste): sirva la descripción la ruta34, hasta Las Morteras.Tras cerrar la última canciecha

(hasta siete portillas vamosabriendo y cerrando entre las fin-cas), salimos de Las Morteras alcomún por El Chagüizu: así lla-mado, no porque haya algún 'la-go' mayor, sino por las pequeñoslagunas que se forman en las pe-queñas hondonadas con los des-hielos, o con torrenteras mayores.Tras la portilla de Las Morteras,

seguimos [a senda casi horizontal,siempre al nordeste (unos 80° aho-ra), y ascendemos ligeramente enlravesera hacia la base de Penabritá(El Castiichu, para otros): salienterocoso sobre El Quentu'l Visu.A medio valle, cambiamos de

ladera (unos 170° al surdeste ya).Dejamos hoy los senderos alQuentu'l Visu, faldeamos la peñaa la derecha y, poco a poco, va-mos arrimando hasta las penascasde Fuentes (con pequeña fuente a

la izquierda del camino, arriba):W1apradera alargada que se cuel-ga apacible entre los espacios de-jados por las serraspas.

Dejamos, también, a la derechala senda que sigue yana hacia Co-chaudín (Cochagudín, según losinformantes), y seguimos por ElVache Fuentes arriba. A nuestraderecha destaca el verde otoñal delos mayaos, excesivamente abo-nados tras el miriu (el sesteo) delos ganados todo el verano.

La estoica serenidad de untejo solitario en la caliar

Sobre la campera de Fuentes, lasenda, bien marcada, sale al bo-carón cimeru. Y desde la collada,avistamos ya el valle de La Cocina,El Penón de Cotalbo, Las Cangas.Identificamos ya [a concavidad

de La Cueva la Cocina, en líneacasi horizontal desde la collada, alfondo, en el límite con la caliza yel pastizal de argañas (aquí, arga-nas). La mina prerromana se abriójusto sobre el arbolado y los mato-

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jos del Mayaón, sobre Cotalbo('cota alta y blanca'). Allí se abrióla oquedad de La Cueva la Cocina.Tras unos sierras a nuestra de-

recha, un tejo sobrevive solitario,como puede, en estos mil y picometros. Le sirven unas rocas decobijo (por eso se salvó), a la es-pera de las nuevas embestidas delvendaval, y de los trabes que vol-verán con los rigores del invierno.La robustez del tronco, y el ver-

dor ennegrecido de las ramas del ti-XU, nos aseguran que puede seguirresistiendo en medio tan hostil mu-chos años más. Nos anima su im-pasibilidad solitaria y serena, sinduda centenaria a juzgar por el gro-sor del tronco en aquellos altos ca-lizos.Con la imagen de la estoica se-

renidad del tixu en la cachá, se-guimos por la senda que descien-de vaguada abajo entre las muriasde unas corras. A través de sen-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

deros, cada vez más desdibujados,cruzamos en travesera un par decanalizos por lo cimero de la hon-donada, y nos acercamos a laspeñas. Y pensamos: si no se usan,¿cómo habrían de conservarse lossenderos, claro? Pues seguiremospor lo que queda de los senderos.

En pocos minutos, faldeando lacaliar cimera entre suaves pedre-gales, bordeamos la vaguada y lle-gamos sin problemas a la cuevade La Taya: La Cueva la Cocina,La Taya la Cocina -según infor-mantes. Estamos en el medio delmacizo que termina en el salientemayor del Castiichu, ya citado.

Una taya (un tajo) en lacocina: vetas amarillas,azurita, cobre ... y, todo ello,frente a La Mesa

La Cueva la Cocina (bajo LaCueva l'Oro) es una oquedad,

La Taya la Cocina: las minas del cobre prerrornano

Julio Concepción Suárez

orientada al sur, abierta en la ma-sa rocosa que asciende hacia ElCastiichu: unos 20 m de ancho,por unos 6 de alto, por unos 6 deprofundidad.Alguno piensa en alto si el nom-

bre de La Cocina tendrá algo quever con el de La Mesa (al frente,en La Vachota): uno a cada ladodel río Güerna, pero justo enfren-te uno del otro.Con la coincidencia, casual o

no, de La Mesa frente a La Coci-na, el nombre parece en relacióncon la actividad minera prerroma-na (documentada), y con la fundi-ción de metales más rebuscados(lat. coquo), según atestiguan di-versos historiadores 17. En el Mu-seo Arqueológico de Oviedo que-dan algunos utensilios de 'cobre'aquí excavados.Bajo la abertura de la roca, en lo

que los lugareños llaman La Taya,justo en un filón explotado de la ca-liza, brillan algunas vetas de mine-ral amarillo terroso, entre manchasintensas de azurita. En realidad, eltono verde-oscuro de la vena prin-cipal indica que ha de tratarse de'cobre' (unas cuantas filminas nosllevamos de los detalles).A ambos lados de la cresta roco-

sa y encrespada de La Cocina y delCastiichu, lucen pequeños filonesparecidos, según nos cuentan losabuelos de hoy, hábiles zagales, en-tonces pastores de peña en peña.

17 Para mayor información, ver Julio Concep-ción. Por los pueblos de Lena, pp. 135 ss.

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Los teyaos de Riospaso, desde los altos de

Las Tixeras

y del tixu solítariu de la pena,a Las Tixeras, ya sin texossobre el poblado

Con los tonos azulado s, purpúre-os, verdosos, brillando al sol entrela piedra de grenu y de caliza deLa Taya, descendemos frente a lacueva hacia Las Tixeras. Más aba-jo, nos unimos a la senda que dis-curre horizontal por la derecha, yse interna en el pequeño hayedo anuestros pies, camino de Riospaso.

Seguimos la senda por el haye-do del Mayaón, ahora amortigua-da con la abundante hoja caída enla seronda. En días de niebla, con-viene tomar seguros la direcciónsurdeste (unos 110°), para no per-derse por las interminables Can-gas abajo, hasta la carretera entreRiospaso y Tuíza.

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A nuestra derecha y abajo vaquedando El Saliente calizo deCotalbo. En pocos metros damosentre los picos de Las Tixeras: pe-queña explanada entre riscos cali-zos, antes con abundantes tejosque no lograron ya sobrevivir, nisiquiera protegidos por las rocas.Sólo quedó, una vez más paracontarlo, el nombre.Nos relajamos un buen rato en-

tre los riscos de la altura, en losexiguos rellanos que dejaron lasagujas salientes y afiladas del Pi-cu'l Fraile, La Senda'l Cenoyo, olas mismas breñas de Las Tixe-ras.

y, desde el alto de LasTixeras, los tonos de losteyaos en Riospaso

Volvemos al canalizo izquierdode la cresta de Las Tixeras (conesos 110° al sudeste), y seguimosla senda bien marcada que serpen-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

tea pendiente hacia Riospaso. A laderecha va quedando el hayedoque sobrevive estrecho al cobijo ya la humedad de los peñascos; almismo cobijo que, por lo visto,negaron a los texos.Sopla fuerte el surdeste, por lo

que buscamos en travesera a la iz-quierda, la dirección más segurade la senda que serpentea entre laspiedras por la pendiente.Un poco más abajo comenza-

mos a divisar, apostados al fondode la vaguada, los teyaos de Rios-paso, con sus tonos uniformesapagados entre algunos teyaosnuevos. y al frente, un nuevo pa-raje: el tupido hayedo del Blime,la silueta de La Mesa en el vacío,los abismos de La Tesa sobre lasfayas.

En poco más de media hora, da-mos entre las casas de Riospaso.

Los colorinos del cobre: azulados, cristalinos, dorados ...

Julio Concepción Suárez

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376 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

43. LA VUELTA DE LOS VAQUEROS: EL REGRESO DELMEICíN POR EL CORDAL DIVISORIO ENTREQUIROSANOS y LENENSES

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: Tuíza Riba, sobre las 9'30 de la mañana.• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: Vache-Zurea, sobre las 5 de la tarde.O a Tiós, sobre las 7.

• PARAJES DE INTERÉS: El Quentu'l Visu, La Vega la Forcá, La Mos-tayal, Bovias, El Cuitu Chobos, La Campa la Gachina, Porciles, ElMonte l'Esquil, El Monte'l Xabú, Vache-Zurea.

• NIVEL DE DIFICULTAD: bajo (no hay subidas ni bajadas mayores).Sólo el barro de algunos senderos con el trasiego del ganao.

• ÉPOCA RECOMENDADA: mediado el otoño arriba, con los hayedoscambiando de tonos según la altura en la ladera y según los arbolados.

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTAAunque la vuelta de los vaque-

ros desde la braña habría de co-menzar en El Meicín, sobre lasseis de la mañana, nosotros nos li-mitamos hoya seguir las huellasde los ganados de senda en senda.Partimos de Tuíza Riba cuando

ya el sol empieza a iluminar lascalizas más altas de las peñas. Porel camino de Las Morteras ya des-crito (rutas 34 y 42), vamos su-biendo al Quentu'l Visu.

Entre los ocres compactosde las tayas y los verdesotoñales de fresnos,chameras, abedules ...

Atrás van quedando los colorescombinados del Fuixu, el hayedoque se extiende sobre Tuíza comofondo del poblado (entre los pas-tos del Meicín y las penascas deAxeite). Los tonos ocres máscompactos de las fayas contrastancon el verdor de los fresnos, yamás pálidos, dispersos por las xe-

bes de los praos en las riberas delrío La Pontona (entre las dos Tuí-zas).De medio hayedo arriba, los

matices oscuros delfayéu se vuel-ven más intensos a medida que ElFuixu se acerca hacia las peñas: elotoño, también desciende de losaltos. En evidencia y en lucimien-to pasajero van quedando los co-lores, verdes todavía, de los abe-dules más espigados, dispersospor el hayedo.El otoño -es evidente- comien-

za entre los riscos más altos, obli-gado por los rigores de las cimasy las leyes de las calizas: lo sabenbien los ganados, que desde hacemás de un mes han descendido ca-si todos desde los maya os de lascabanas hacia las carbas, avisa-dos por el lenguaje del frío al filode las cumbres.y comprobamos los rigores en

un par de jamelgos más flacosjunto a una yeguada y sus potren-cos más rechonchos tras la otoña-da. Pensamos que serán dos caba-

Julio Concepción S"ÚI'(':

llos ya viejos, sin las palas sufi-cientes (los dientes) para arrancarlas m-ganas, o royer los gorbiza-les: parecen verdaderosjamelgos(alguien sugiere con gracia), tan'famélicos' como indica, cierta-mente, el nombre (lat. famelicos).

El mirador del Quentu'lVisu

En menos de una hora colum-bramos despacio El Quentu'l Vi-su, que justifica, como aquel parde jamelgos, sobradamente elnombre de la collada: un altozanodivisor de las vertientes del Güer-na, por encima y por debajo de lasierra caliza que comienza en ElCastiichu y termina sobre las mis-mas casas de Riospaso.El nombre del Visu (lat. visu,

'vista, visión, espectáculo') es elmejor indicador de la función deaquel pando divisorio entre dos la-deras enfrentadas: atrás quedanlos altos del Güerna (Tuíza, ElMeicín, Siega l' Abá, Ubiña); ade-lante, se abre medio concejo aba-jo (El Puerto la Cruz, los altos delCarril, El Ceyón, Carraceo).Nos instalamos sin prisas en el

alto del bocaron, previo saludopacifista a la media docena de pe-rros guardianes de un rebaño ase-tiado al sol de la mañana. Nos di-vidimos los espacios, sin más pro-blemas: a un lado, los perros,dueños de la collada; al otro, losque llegamos.Con la vista colgada de las

peñas que vamos dejando a los la-dos, Raúl, el ornitólogo, ernpara-peta sobre el trípode su último

mod 'lo 1\'1\' H 111'1111 ,,111 1"1111que cualqtu '1 111\ 1111 \ 111'"1\1 1 d.je ver a estas ultunu . 1'," ,",1111111rato volamos de peña '11 jl '1111, \ 1111los artilugios de Raúl. More ' , 111

pena, sobre todo cuando el impre-sionante catalejo no lo llevamosnosotros.

Con la nota que añaden almosaico las nieves, antes detos los santos

El mosaico de contrastes en ElQuentu'I Visu se vuelve inusualen estos días del otoño (19 de oc-tubre, sin retrasos ni adelantos): alsuroeste, las calizas grisáceas entorno a Ubiña, un poco oscureci-das con las últimas lluvias, con-trastan con los neveros más tem-pranos acumulados en las grietasy recovecos de Los Fontanes, ElSiete, Los Castichinos, El Por-tiichín Ya se dejó ver la nieve mu-cho antes de tos los santos -por-que no fallara el refrán.Abajo, en cambio, en aquel re-

codo del río Güerna al cobijo delas valanchas, las fachadas delan-teras de las casas en Tuíza Ribarelucen, como iconos blancos, ba-jo los teyaos. Lasfayas del Mon-te'l Fuixu completan cuadro al na-tural del poblado.A nuestra izquierda, las som-

bras del Castiichu se van pintandocon los rayos de un sol cada díaun poco más inclinado hacia di-ciembre: van ya los días muymenguados. A nuestra derecha,brillan las caliares plateadas deLas Escolgás, Siegalabá, El For-quéu.

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La senda más se/e entravesera, que bien sabentrazar los ganados

Confortada la vista en los con-trastes, y con los páxaros (Raúlatisbó, por fin, unas corneyas), re-tornamos la senda por El Puerto laCruz (600 al nordeste), ahoracompletamente apacible, comosaben trazar los ganados en laslargas traveseras: una senda sele,en el decir de los vaqueros.A nuestra derecha, y hacia aba-

jo, van quedando las camperas,también sosegadas, en torno aCampa Formosa, muy acorde conel nombre: pequeña loma alarga-da y uniforme (Iat. formñsa,'bien conformada'), desde dondese contempla otro amplio abani-co del Güerna en ambas direccio-nes.Las camperas apacibles del

Puerto la Cruz, del todo ocultas al

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

paso por el valle, se prolongan porlas cabanas de Caseta (alguna to-davía conservada), hasta las inme-diaciones de La Pena Corneyana,y Quentu Pandiichu, ya en el pasoa Las Morteras (abajo y a la iz-quierda del puerto).El camín de los vaqueros (cada

primavera casi siempre con algúnbrañero menos), se eleva suavehacia La Vega La Forcá: una pe-queña campa circular en el altoza-no divisorio (en pequeño 'horca-jo"), a medio camino entre el bo-carón del Quentu'l Visu y el queavista el valle de Bovias y Xome-zana.

Las últimas mostayas de laaltura

Desde La Vega la Forcá con-tinúa el cuadro otoñal entre los al-tos de Valseco y El Forquéu, has-ta los pueblos de Xomezana: Val-

El camin de los vaqueros entre las pistas de los altos: Poreiles de Zurea

Julio Concepción Suárez

verde, El Xanzanal, Las Yanas delSiirru (nos imaginamos los mano-jos de la xanzaina ahora en suapogeo).

La senda de los vaqueros gira alnorte, y se hace más profunda amedida que desciende hacia elpuerto de Bovias por La Mosta-yal: el marcado encajonamientodel camino, y la confluencia cre-ciente de senderos nos aseguran lainminente proximidad de las ea-banas.En pocos minutos llegamos a lo

cimero de La Cuesta la Mostaya1.Hacemos un alto junto a la fuentepara buscar en el nombre las mos-tayas. Y allí están los mostajos(Sorbus aria L), completamentecargados de frutos, que se vuelvenmás rojos entre unas ramas desho-jadas por estas fechas de la seron-da arriba.El contraste de los racimos en-

carnados con la corteza musgosade las mostayales deja todavíamás al descubierto el manjar ex-quisito a disposición de los páxa-ros: urogallos, palombos, gla-yos ... , que durante estos meses,previos al invierno, van a almor-zar cada mañana.

Hasta no hace muchos años, encambio, los páxaros habían decompartir las mostayas con lospaisanos: se comían estos frutosen las brañas.

De las primeras chozas en ElSalagar, a los pastos de losbueyes en las bovias

Con el sabor de unas mostayasque probamos, nos refrescamos en

371)

la fuente otro buen rato. Y lleva-mos otras cuantas diapositivas,por si también alguna mostayal seva de la braña en el invierno, co-mo se va, de cuando en cuando, ypara no volver, algún vaquero.Con los 600 al nordeste que

llevamos, seguimos la senda quedesciende por La Cuesta la Mos-tayal a las camperas de Bovias.Presiden la soledad de la braña, aestas alturas del otoño, unascuantas yeguas y caballos quesestean en las lomas del Balagar:se diría que los bálagos, o bala-gares (los montones naturales),fueron levantados para vigilar lasvegas, y para refrescar a los ga-nados.De nuevo retomamos el rumbo

norte que va marcando el camínde los vaqueros hacia El Barra1.Semiocultos tras las lomas del Ba-lagar, con las marcas de las puer-tas al saliente, observamos unaveintena de corras y corrales de-rruidos por la campera que as-ciende hacia Valverde y al Xanza-na1.Hubo de ser un verdadero po-blado de verano.En fin, aquella primitiva y fértil

braña en Bovias, no sin razón hade perpetuar el nombre de sus va-cas y sus bueyes (lat. bñvis), tra-ducidos ahora a la raza roxa quebien asoleyan cada otoño los ga-naderos de Xomezana.

De Savias hacia El Barral,por un nombre 'barrizoso' enserondas como ésta

A medida que nos alejamos dela braña bovina, caminamos por

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el mosaico interminable de tonosotoñales: vamos pasando entre elverde más intenso de las ramaspunzantes de los acebos, hasta lapalidez otoñal de las praderas; odesde el ocre terroso en los haye-dos más altos, hasta el amarillomás tenue de las fayas más fon-das, alimentadas por los regue-ros.y caminamos por el nombre del

Barra!. A medida que nos aden-tramos entre las sombras del arbo-lado, empezamosa "leer" en los'barrizales' de la senda el nombredel Barral. El regreso de lasbrañas en época de lluvias havuelto el lugar completamente ba-rrizoso.Pero caminamos sin problemas:

siguiendo la previsión de los ga-nados, vamos sorteando el barropor cada uno de los senderos al-ternativos que, con el tiempo, sehan formado a uno y otro lado delcamino principal, para las seron-das lluviosas, como ésta.

Cuitu Chobos: un punto devigilancia al cobijo de unhayedo

Bajo Las Vanas del Siirru (fincay campera arriba, a la izquierdasobre el camino), antes del Barral,se desvía a la derecha una sendaque conduce directa a La Braña.La usan los vecinos de Xomezana,para descender por la cima delcordal a los poblados.La ruta de los vaqueros ascien-

de, en cambio, un poco hasta vol-tear la collada de la línea divisoriacon la ladera quirosana, por enci-

POR LAS MONTAÑAS .DE LENA

ma de La Bizarrera y El CuituChobos. Al fondo del valle, apos-tados en la ladera más soleada quemira al saliente, se levantaron lospueblos de Lindes y Cortes, en lamisma falda de Pena Ruea.A nuestra izquierda, se descuel-

ga el hayedo de La Vachinona,que comienza en Las Vanas delSiirru, continúa por Fondos deVachín, La Foiz Pequena, La FoizGrande, Manín, y se prolonga porla falda de la peña sobre los mis-mos poblados de Quirós.La extensión del hayedo justifi-

ca sobradamente el nombre deCuitu Chobos: un empicado can-tizal saliente, que controla a untiempo los valles quirosanos y le-nenses (Bovias, La Braña, LasCangas, El Truncu). Una verda-dera atalaya de vigilancia, a po-cos metros de las guaridas de loschobos en las entrañas del haye-do.

Hacia La Forqueta'lChagüizu: la confluencia delos caminos entre las brañas

Entre pitos y flautas, ya es me-diodía. Repuestos con el bocatafrente al mosaico otoñal del Mon-te la Vachinona, seguimos la sen-da, casi al filo del cordal (másbien por vertiente quirosana aho-ra). Cruzamos el alto, descende-mos por La Cuesta'l Barral (yapor cara lenense), y nos unimos alcamino que procede desde LaBraña: zona de fincas en alto, a laderecha, bajo Cuitu Chobos.Abajo van quedando los valles

de Las Cangas, Las Porquerizas

Julio Concepción Suárez -'HI

(zona boscosa muy dada a los xa-balinos), el alto de Las Coronas,El Castiichu, Cochá Xínxa. y lle-gamos al Yenu'l Fayotal, de nom-bre evidente entre lasfayas.El camino se bifurca ahora por

ambos lados de la loma: vertientequirosana, a la izquierda; lenense,a la derecha; y llegamos en pocosminutos al mismo punto en direc-ción norte: La Forqueta'I Chagüi-zu. Se puede elegir el que serquiera: los dos tienen peornosbastantes a ambos lados.Nosotros preferimos el camino

más trillado de los ganados (poralgo es más ancho), el de la dere-cha, y al saliente: es el más seco,cuando hay barro (lo saben biénlos ganados).Ttras La Cuaña' 1Chagüizu, da-

mos en otros pocos minutos sobrela pradera escondida en la cimadel cordal (por algo esforqueta),que, como casi todo el año, to-davía conserva la reducida charca

que le dio el nombre: por algo "L!-

vajo', chagüizu.y en el chagüizu que reposa so-

bre laforqueta (muy seco algunosaños), confluye también la sendaque asciende de las brañas en tie-rras quirosanas: Campizo, La Foz,Manín, Güeria, por La Cuesta'lTruncu (ladera oeste, en conse-cuencia). Es el otro camin delpuerto.

La Campa la Gachina: lasquerencias de las aves sobrelos hayedos

Desde La Forqueta'l Chagüizuseguimos la senda vaquera que gi-ra de nuevo hacia la vertiente qui-rosana. y terminamos, por fin, lospeornales y los barrizales de loscaminos que recuerda el nombredel Barral. También tienen su en-canto los barreos.Por fin, otra vez la serenidad de

las camperas. Tras los brezales, se

La cabana y la cuadra del Cochezu: como en sus mejores tiempos

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abre más recudida y fresca LaCampa la Gachina: pradera antesde las fmcas de Piedra Muñón, ba-jo El Cuitu l' Ablanar, en recuerdode aquellas ablanas y ablanos, delos que tampoco se podía prescin-dir durante la prolongada estanciaen las brañas.El nombre de La Gachina pu-

diera explicarse también: tiempoatrás, estas camperas más altas so-bre los hayedos eran pasto de per-dices y otras aves del monte,siempre vigiladas por los ganade-ros (entonces más por pura nece-sidad que por juego hueco, y porplacer). Quedó, una vez más, elnombre (ya sólo el nombre) paracontarlo.Desde La Campa la Gachina,

descienden los caminos a Zureapor El Preu Nuivu, Los Chinarie-gos ... ; y los senderos de los altospor Cochaxinxa la Cimera y laFondera, El Llanón, El Castiichu,Las Coronas, Las Cangas ..:

Los teyaos de Tsindes: loslímites del valle, antes de lasfoices

De nuevo en dirección norte, lasenda se transforma desde PiedraMuñón en pista llevadera, casi ya-na: de algo tenían que servir lostapinos arrasados, y los montonesde tierra esparcidos ladera abajosobre cualquier carrascal.Por la vertiente quirosana, aho-

ra, vamos pasando sobre La Man-ga'l Puzu, bajo La Veiga. A la de-recha, se desvía la carretera quedesciende a Vache-Zurea, por Ci-biecho, en menos de una hora.

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

y desde la perspectiva quesiempre dan los aires de los altos,percibimos mejor las diferenciasdel valle: los rústicos teyaos deLindes, apostados en el últimorincón habitable ante lafoiz (enlos 'límites, los lindes', lat. limi-tes, que indica el nombre), rema-tan aquel manojo de casas apiña-das en torno a la plaza de la ermi-ta (cada una, con su puerta y susventanos mirando a donde pue-de).Las teyaos de Tsindes contras-

tan, así, con los teyaos de Cortes(en el rellano siguiente): tal vez,dos versiones diferentes para unamisma historia quirosana.

La fuente y las cabanas dePorciles: silencio, punteru ymaña

Cambiamos la pista, otra vez,por la comodidad de los senderos,a la entrada de nuevo al bosquepor el mayain del Pando: camperasobre El Mayéu Porciles (Proci-les, para los lugareños), recortadaentre Lmasfayas que se han vueltomás rojizas con este sol otoñal demediatarde.La senda desciende a la derecha

(unos 60° al nordeste), y llega almanantial bien conservado de lavega: el chorro de la fuente es elúnico murmullo de la tarde que re-suena ahora en el barcal, y en lasoledad seronda de la campa.A la derecha de la fuente (ba-

jando), las cuadras y cabanas dePorciles ofrecen en la talla de lapiedra, y en los teyaos de chába-na, un merecido homenaje a las

Julio Concepción Suárez

manos encallecidas de tantos zu-reanos que labraron cuadras y ca-bañas sin otras herramientas quemartillo, punteru, paciencia, si-lencio y maña.La braña de Porciles (lat. porci-

les, 'relativo al ganado porcino',montés, sobre todo) recuerda allí,entre los hayedos y los fresnos,los distintos conjuntos de ganadosque los ganaderos llevaban por elverano a la braña. Ellos aprove-chaban todos los productos hastala seronda arriba:fayucu, mayun-cas, mostayas, dibura ....y vigilando, también a su mo-

do, los ganados de la braña, nohabrían de faltar las alimañas. Poresto, sobre El Mayéu Porcilesquedó otro lugar llamado El Cui-tu los Chobos: picacho más altoentre El Calvar de la Xistra, Cu-chu'l Viento, El Xugu la Bola ... ,desde donde los lobos acechabanlas brañas al resguardo de las fa-yas.

El camín a Zurea, a Tiós, o aTablao (según los ánimos)

El camín de los vaqueros aún seconserva en parte a lo largo delcordal, por El Mayéu Porcilesadelante: queda bastante por an-dar.Sigue a Tiós bajo El Cuitu las

Porqueras, por La Campa los Fi-tos, Champaza, El Foyascusu,Furdalanos, La Oxa Piedrafita,L'Abeneite (derecha, a la falda deLa Pena Chago), Porteyeo, El Tu-ruchán, Tardabeyas, El Yenu'lFrisnu, Sobre Cueva, El Navarii-gu, La Guariza Y Tiós: pero de-

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masiado ya largos y pedregososlos senderos para unos pies máshi '11 cansados.Otros vaqueros descendían a

'lablao (izquierda de I~Iloma divi-soria) por 1;1 Molusu, La Balsa.Bastante más de una hora, si 11 ti ,-tenerse.También podríamos continuar,

finalmente, a La Vega'l Ciegu, aLa Pola, por Brañavalera, El Fa-barín (por lo de las fayas), Car-deo, Ortigosa Siempre por la ci-ma divisoria del cordal: pero conun par de horas, muy largas pordelante.En fin, como la ruta va ya larga,

y no nos obligan los ganados, to-mamos la dirección más fácil: ladel poblado (Vache, abajo, junto aZurea, en este caso). Para hacer laruta en una sola jornada, tendría-mos que haber madrugado, comosiguen haciendo en palie ganade-ros y ganados.y así, bajo la fuente Porciles,

tras las primeras cabanas (las dePurgaturiu), retornamos el caminoque desciende a la derecha entrelas fincas, algunas muy destroza-das por los xabalinos (los gochosdel monte, que lleva el topónimo):un dato más que justifica el nom-bre de Porciles en relación con los'puercos, o porcinos' (domésticoso salvajes, poco había de importarsiglos atrás).

De hayedo en hayedo, hastaZurea

El camino de Porciles descien-de por el hayedo del Monte I'Es-quil, semicubierto ya de una abun-

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dante hojarasca otoñal que agra-decen sobremanera nuestros pies.Nos imaginamos el jolgorio y losbanquetes de los esquiles (ardilla,Sciurus vulgaris) con el abundan-tefayucu que cruje lo mismo entrelasfueyas del suelo, que colgadotodavía en las ramas de las hayas.En pocos minutos, retomamos

de nuevo la pista que procede de

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Piedra Muñón por Cibiecho. Y, enpoco más de media hora, casi sinsalimos de los hayedos, damosentre las casas de Vache.

y la mantega pa los supiros ...