458340Historias Clinicas Quirurgicas_errores y Omisiones Frecuentes

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    La deformacin profesional de documentar casi con exclusividad el acto quirrgico-anestsico desentendindose de otros as-pectos de igual trascendencia suele generar dolo-res de cabeza a la hora de defender la actuacin profesional de los cirujanos y de los anestesilo-gos. Es el cirujano el que ha realizado la anam-nesis, el examen fsico y las pruebas diagnsti-cas que determinan el criterio quirrgico. Son los anestesilogos quienes deprivan a los pacientes de sus reflejos respiratorios.

    Son entonces ellos quienes deben asumir mayor responsabilidad a la hora de documentar. Nun-ca debe darse por supuesto el hecho de que, si no se consignan, los hallazgos son normales o negativos. Algunos fallos son muy claros: El pro-fesional mdico responde por las omisiones de la historia clnica, puesto que en caso contrario resultara de su conveniencia no asentar en ella determinados datos. Analicemos entonces los principales errores y omisiones que los especia-listas de NOBLE encuentran en las historias que llegan a los estrados judiciales.

    Falta de ingreso por parte del cirujano y pobre justiFicacin del procedimiento a realizar

    Muchos especialistas (traumatlogos, cirujanos generales y otorrinolaringolgicos) internan a sus pacientes el da de la ciruga y es el mdico de guardia o el de piso el que realiza la historia clni-ca de ingreso. Muchos de estos mdicos que re-ciben a los pacientes no han podido hablar con el

    cirujano, quien tampoco suele aportar documen-tacin al respecto de la anamnesis y examen fsico que ha realizado en el consultorio. Es por ello que muchas veces en las historias de ingreso suelen faltar datos importantes de la semiologa que origina la patologa a tratar. El problema se agrava en los casos de cirugas ambulatorias, en donde no es infrecuente que slo se aporte el diagnstico (ej: litiasis vesicular) o el procedi-miento a realizar (ej: artroscopa de hombro).

    Cuando falta la descripcin fina por parte del cirujano de los sntomas, signos y estudios que lo llevaron a plantear la indicacin quirrgica, la his-toria clnica se transforma en un hbrido lleno de palabras que no ayudan a clarificar la necesidad de la intervencin cuando los demandantes ale-gan que la misma era innecesaria o que haba alternativas mejores.

    Hemos visto, por ejemplo, casos de cirugas de hernia de disco lumbar con evolucin trpida con una magnfica descripcin de la expansin de bases y vrtices pulmonares, del abdomen o del cuello, pero en donde no se registra nada de lo que permitir defender este procedimiento en un juicio: fracaso del tratamiento conservador, Lasegue, do-lor insoportable refractario al tratamiento mdico, parestesias, distribucin radicular, trastornos de la dorsiflexin o flexin plantar, por ejemplo. Tampo-co es habitual describir en estos ingresos los de-talles de los estudios de imgenes o de laboratorio que apoyan la decisin. Como los exmenes y sus informes suelen quedar en poder de los pacientes, resulta importante que el especialista vuelque los datos ms destacados. En el caso de la hernia de

    HISTORIAS CLNICAS QUIRRGICAS: ERRORES Y OMISIONES FRECUENTES

    Los reclamos por responsabilidad profesional contra los cirujanos son cada da ms frecuentes y costosos. Frente a este panorama, resulta oportuno aumentar la conciencia acerca de la impor-tancia de la adecuada confeccin de las historias clnicas de los pacientes quirrgicos. Mucha documentacin que debiera ser completada por los cirujanos y los anestesilogos se delega en clnicos de guardia, de piso o en cardilogos. Como resultado de esto, suelen faltar algunos datos trascendentales que slo los especialistas pueden dar con precisin.

    Dr. Fabin VtoloGerente de Relaciones Institucionales de Noble

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    disco, el asentar que la resonancia magntica de-muestra una franca extrusin discal con compro-miso foraminal a nivel L4-L5 es mucho mejor que registrar Trae RMN.

    Si bien se puede alegar que esta documentacin se encuentra en las fichas del consultorio externo, muchas veces las mismas no son institucionales y carecen de la fuerza probatoria que tiene una historia de internacin. Es comn que ante una evolucin inesperada, los pacientes y los peritos de la parte actora aleguen que la ciruga no debi haber sido realizada y la justificacin de la misma debe saltar a la vista desde la misma historia. El cirujano no debera dejar en manos de clnicos la descripcin de la semiologa quirrgica que le corresponde. Nadie mejor que l para hacerlo. consentimientos inFormados muy incompletos

    Todava son muchas las instituciones mdicas que continan manejando el proceso del con-sentimiento informado como un trmite adminis-trativo ms. Suelen entregarse en la admisin de los pacientes formularios demasiado genricos, con muy poca informacin especfica del pro-cedimiento o ciruga a realizar. Algunos de es-tos formularios contienen espacios en blanco a completar por el mdico responsable que suelen encontrarse vacos, o con anotaciones ilegibles o vagas (ej: riesgos habituales).

    Documentos de este tipo, entregados por un ad-ministrativo minutos antes de una ciruga o pro-cedimiento y sin que reflejen el proceso de infor-

    macin que se realiz con el paciente suelen ser desestimados en los tribunales. Cada vez son ms los litigios en donde la principal acusacin no es ya la mala praxis sino la violacin del derecho del paciente a tomar una decisin informada.

    Por otra parte, la nueva Ley Nacional 26.529, pro-mulgada en noviembre de 2009, sobre derechos del paciente, historia clnica y consentimiento in-formado es muy exigente respecto a la cantidad y calidad de informacin que debe quedar regis-trada y suscripta por escrito. El paciente debe re-cibir informacin clara, precisa y adecuada sobre su estado de salud, el procedimiento propuesto, sus objetivos y sus beneficios. Deben describirse los riesgos y molestias previsibles, las alternativas disponibles y las consecuencias previsibles de la falta de realizacin del tratamiento propuesto o de sus alternativas.

    Cuanto ms electivo el procedimiento, mayor ser la necesidad de informacin. Queda claro que la mayora de los consentimientos que aparecen en los procesos judiciales no llegan a cumplir estos requisitos. La informacin suele ser demasiado genrica. Es recomendable desarrollar modelos por patologas, discutirlos en el consultorio, dar-les tiempo para que lo puedan pensar y pedirles que lo traigan firmado el da de la ciruga.

    Falta de evolucin por parte del cirujano responsable

    En muchas historias clnicas de pacientes con evoluciones postquirrgicas trpidas, el cirujano

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    suele delegar la documentacin en manos de los clnicos, terapistas o eventualmente en los mdi-cos residentes. Se hace entonces a veces muy difcil demostrar la diligencia del mismo cuando en internaciones prolongadas escriben todos menos el mdico responsable de haber llevado el paciente al quirfano. Algunos abogados di-rectamente interpretan esto como abandono de paciente. En muchas historias de internacin, el cirujano responsable slo se hace presente en los partes quirrgicos. La historia clnica debera reflejar la preocupacin que seguramente el es-pecialista tuvo por la evolucin de su paciente (sobre todo cuando sta fue desfavorable).

    Falta de documentacin de las medidas adoptadas para prevenir inFecciones del si-tio quirrgico

    Las Infecciones del Sitio Quirrgico (ISQ) son res-ponsables de entre el 15 por ciento y el 20 por ciento de las infecciones nosocomiales. Si bien an tomando todas las precauciones muchas de ellas son inevitables. Ante una demanda originada en una ISQ, tanto el cirujano como la institucin debern demostrar una diligencia exquisita que tuvieron para prevenirlas.

    Las acciones que han demostrado que son ca-paces de reducir al mnimo esta posibilidad de-beran quedar reflejadas en forma destacada en la historia clnica. Sin embargo, en la mayora de las historias quirrgicas suelen observarse las si-guientes omisiones. Falta de documentacin del bao prequirrgico

    Aquellos procedimientos que disminuyen el n-mero de microorganismos en la piel, tambin disminuyen el riesgo de ISQ. Ya hay suficiente evidencia cientfica de que el bao prequirrgico disminuye la tasa de este tipo de infecciones. La recomendacin de los infectlogos es clara: se debe realizar a los pacientes una ducha o bao con jabn antisptico o clorhexidina, o bien el da anterior o el da de la ciruga. Pese a esta reco-mendacin, son muy pocas las historias clnicas

    (sobre todo en casos ambulatorios) en donde se deja constancia de estas medidas.

    Falta de documentacin de la profilaxis antibiti-ca en tiempo y forma

    Hay numerosas guas y recomendaciones de los infectlogos para la administracin de profilaxis antibitica de acuerdo al tipo de intervencin. La evidencia cientfica tambin demuestra que, para que la misma sea efectiva, el antibitico debe ser administrado dentro de la hora previa para maximizar la concentracin en los tejidos y que la profilaxis debe finalizar dentro de las 24hs (en la ciruga cardiovascular a las 48 hs.).

    A pesar de esta evidencia, muchas veces no puede encontrarse en la documentacin la admi-nistracin del antibitico. Cuando figura, no suele quedar claro el momento en el que se administr.

    Falta de documentacin del manejo de los fac-tores de riesgo para prevenir isq

    Hay algunas condiciones que predisponen a los pacientes a sufrir Infecciones del Sitio Quirrgi-co. El cirujano generalmente las tiene en cuenta y adopta medidas para minimizar la posibilidad de infeccin. Sin embargo, no suele quedar un registro en la historia clnica del manejo de estos factores de riesgo, entre ellos: Documentacin del cumplimiento de la indica-

    cin de no fumar en los treinta das anteriores a la ciruga programada (el consumo de cigarrillos tiene efectos vasoconstrictivos y reduce la ca-pacidad de transporte de oxgeno de la sangre, afectando el proceso de curacin de la herida y predisponiendo a infecciones).

    Documentacin de una glucemia controlada en el caso de pacientes diabticos: la complicacin postoperatoria ms frecuente del diabtico opera-do es la infeccin de la herida operatoria. En recla-mos por infecciones postquirrgicas en diabticos los peritos suelen preguntar con qu glucemia se oper el paciente. La falta de este registro no ayuda a demostrar diligencia en la prevencin de

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    esta eventualidad. De poco sirve un resultado de laboratorio de quince das de antigedad.

    Documentacin del incremento de dosis anti-bitica profilctica en casos de obesidad mrbi-da. El riesgo de ISQ se incrementa de dos a siete veces en pacientes con ndice de masa corporal de 35 kg/m2 o ms.

    Falta de documentacin de la antisepsia de la piel Muchos cirujanos inician sus partes quirrgicos describiendo la incisin, olvidndose de la buena costumbre de documentar la antisepsia de la piel y la solucin empleada. Algunos cirujanos incluso adoptan medidas adicionales que tampoco figu-ran en la historia (ej: utilizacin de steri-drape).

    Tampoco los anestesilogos suelen describir la an-tisepsia cuando colocan vas o realizan punciones para bloqueos. Se podr aducir que es un exceso documentar lo obvio, porque ningn cirujano in-cidira o ningn anestesilogo punzara sin pintar la piel. Sin embargo, puede tocarle un perito infectlo-go de oficio que opine de la siguiente manera:

    En la historia clnica no consta que se haya reali- zado al enfermo el bao prequirrgico que dismi-nuye la flora bacteriana residente, ni que el rea prequirrgica hubiera sido lavada con jabn de yo- do povidona, adecuado para estas situaciones (...) ni tampoco se hizo patente que los mdicos

    o los entes sanitarios observaran en general para todas las operaciones, y en particular en el caso enjuiciado, todas o al menos las razonables recomendaciones mdicas preventivas.

    Un informe de este tenor determin que en el fallo mencionado el juez opinara:

    Es indudable que esta extensa resea de hechos hace presumir la falta de diligencia del mdico y en tales condiciones incumba a ste (o al hospi-tal) dar la prueba de su ausencia de culpa.

    Falta de la documentacin del control de los tes-tigos de esterilizacin por parte de las instrumen-tadoras

    Si bien el control de los testigos del material esteri-lizado es realizado en todas las cirugas, muchas veces no queda ningn registro de este control. El profesional y el centro quirrgico quedarn me-nos expuestos si a la documentacin quirrgica se le agrega este tem (con un casillero para tildar sera suficiente).

    Falta de documentacin del control del electrodo neutro (plancha del monopolar)

    Las quemaduras por fallas en la utilizacin del electrobistur monopolar son una causa frecuente de reclamos en ciruga.

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    Muchas veces, revisando lo actuado se com-prueba que, a pesar de haber colocado la placa en forma correcta y con abundante gel, sucedi algo durante el procedimiento (ej: movimientos involuntarios, cambios de posicin) que modific el contacto de la misma con el paciente. Otras veces, la lesin se origina en la mala calidad o estado de la placa del electrodo o del equipo.Desde el punto de vista mdico-legal, unas res-ponsabilidades que le competen a la institucin y otras a los profesionales.

    El principio de confianza permite suponer a los ciru-janos que los equipos de la institucin en donde ope- ran funcionan y son mantenidos adecuadamente.

    Por otra parte, los profesionales deben conocer la forma adecuada de utilizacin de los aparatos de electromedicina. Si bien el hecho de documentar la verificacin de la correcta colocacin de la plan-cha no suele alcanzar para evitar que la institucin responda por su deber de seguridad, el cirujano demostrar su diligencia documentando esta veri- ficacin en el parte quirrgico (un casillero para tildar puede bastar).

    Falta de documentacin del status de vacu-nacin antitetnica

    Si bien no hemos recibido demandas por ttanos quirrgico, la posibilidad existe. Todas las normas de preparacin quirrgica establecen la necesi-dad de chequear el estado de inmunizacin an-

    titetnica y, en el caso de considerar al paciente como no protegido, obrar en consecuencia. Sin embargo, no suele figurar en las historias quirr-gicas esta verificacin.

    Las Normas Nacionales de Vacunacin del Mi-nisterio de Salud de la Nacin indican que si la ci- ruga es electiva se debe realizar vacunacin do-ble bacteriana 30 das antes de la misma, debien-do completar el esquema al mes y al ao. Es im-portante realizar un adecuado interrogatorio para evitar sobrevacunacin antitetnica y no indicar gammaglobulina si el paciente tiene el esquema actualizado.

    Falta de documentacin del ayuno y de la valoracin del riesgo de aspiracin

    El 10 por ciento de eventos respiratorios asocia-dos a muerte y dao cerebral se originan en la broncoaspiracin de los pacientes. Ante un juicio por mala praxis originado por esta causa, toda la prueba girar en torno a la ponderacin y manejo de este riesgo por parte del anestesilogo durante la evaluacin preanestsica. El profesional debe estar seguro de que el estmago del paciente se encuentra vaco.

    Si bien todos los anestesilogos confirman ver-balmente la hora de la ltima ingesta con el pa-ciente, el dato del ayuno no suele documentarse en muchas fojas quirrgicas y anestsicas, pese a figurar dicho tem en el formulario.

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    En otras ocasiones, la historia ni siquiera contempla este tem. La prctica habitual generalmente requie- re que el anestesilogo averige adems los an-tecedentes de reflujo gastroesofgico del paciente en el preoperatorio y, en el caso de presentar sn-tomas, tomar medidas contra la aspiracin durante la sedacin y la anestesia. La falta de documenta-cin de estas previsiones dificulta la defensa del anestesilogo en estos casos.

    Falta de documentacin de la evaluacin de la va area

    Aproximadamente el 50 por ciento de los juicios por eventos adversos respiratorios en quirfano estn vinculados con la intubacin dificultosa o la extubacin prematura.

    Dada la importancia que tiene el manejo de la va area dificultosa y de las implicancias legales en caso de surgir un problema, llama la atencin que en una gran parte de las fichas preanestsicas no figure una adecuada evaluacin de la misma. Vale recordar en este punto que la mayora de las demandas por mala praxis contra anestesilogos no se originan en cirugas complejas con riesgo ASA elevado, sino en operaciones de rutina con ASA I o II en donde se relajaron los estndares por exceso de confianza.

    En las auditoras que realizan los administradores de riesgo de NOBLE se pudo comprobar que, en general, no se documentan parmetros tales como la escala de Mallampati, apertura bucal (normal o restringida), distancia tiro-mentoniana y movilidad cervical. En toda ficha debera figurar la previsin de una intubacin difcil.

    En el caso de preverla, se debern registrar adems todas las medidas adoptadas para evitar complicaciones. La experiencia de juicios por intu-bacin difcil demuestran que en el 60 por ciento de los casos la dificultad no haba sido anticipada. La documentacin debera ser lo ms estructurada posible, con tems a completar. Cuando se dejan renglones con texto libre, en general los aneste-silogos anotan: Sin antecedentes de relevancia,

    ASA I. Muy poco para defender un caso de dao cerebral por dificultades en la intubacin.

    Falta de documentacin de la proteccin ocular y los decbitos

    Las lesiones a nervios son una causa relativa-mente frecuente de demandas contra anestesi-logos. De hecho, son la segunda causa de recla-mos en esta especialidad luego de la muerte y el dao cerebral. Las neuropatas cubitales son las ms frecuentes, seguidas por las lesiones del plexo braquial. En la mayora de estas situa-ciones, a pesar de una profunda investigacin mdico-legal, es muy difcil establecer con certe-za el mecanismo lesional. Sin embargo, cuando se presentan estas complicaciones, el paciente, sus abogados y consultores asumen que algo se realiz incorrectamente.

    En nuestra experiencia, vemos que generalmente no se documentan las medidas de proteccin, lo que facilita la especulacin de los demandan-tes acerca de que las lesiones se debieron a la compresin del nervio cubital sobre una superfi-cie dura o a un estiramiento del plexo braquial debido a una mala posicin. Tambin se deben documentar las medidas de prevencin adopta-das para evitar la compresin del globo ocular en cirugas espinales. Hemos recibido dos deman- das por prdida total de la visin luego de cirugas realizadas en decbito ventral.

    La prdida inesperada de la visin en estos pro-cedimientos es una complicacin devastadora que ha recibido una creciente atencin por parte de los anestesilogos, los cirujanos de columna y los oftalmlogos en los ltimos 15 aos.

    Sin embargo, a pesar de la mayor conciencia, los profesionales se encuentran en una delicada si-tuacin, ya que es muy difcil prevenir este tipo de situaciones cuando en la mayora de los casos no queda clara la etiologa. En la mayora, la prdida de la visin no es producida por la compresin directa sobre el globo ocular. Se postula para gran nmero de estas situaciones una etiologa

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    multifactorial, probablemente asociada a grandes prdidas de sangre, hipotensin y anemia. Sin em-bargo, la lesin tambin puede estar originada por la compresin del globo ocular contra el cabezal cuando el paciente se encuentra en decbito ven-tral, lo ms probable es que la demanda se base en que el anestesilogo no protegi adecuada-mente el ojo.

    Desde el punto de vista mdico-legal, tanto en las lesiones cubitales como en la prdida de visin postoperatoria en cirugas espinales, los abogados de la parte actora suelen invocar la doctrina legal del res ipsa loquitor (la cosa habla por s sola).

    Si bien puede ser discutible, lo concreto es que ante situaciones de este tipo la carga de la prueba recae fuertemente sobre el profesional, quien de-ber demostrar que la atencin no fue negligente. Y la mejor forma de hacerlo sin dejar flancos dbiles es documentar en la foja anestsica la proteccin de decbitos y de ojos (crneas y decbito). Un casillero a completar con tilde suele bastar.

    Falta de documentacin del inicio y Fin de la ciruga

    Pese a que este tem suele figurar para comple-tar en la mayora de los partes quirrgicos, en un nmero elevado de casos no se completa. Para conocer la duracin de la ciruga debe recurrirse entonces a las anotaciones de los anestesilogos, que no siempre son legibles. Por otra parte, los tiempos de la ciruga en s (incisin-ltimo punto) son distintos a los del acto anestsico, que incor-pora las etapas de induccin y recuperacin.El inicio y fin de la ciruga (mejor documentar as que como duracin) es un dato que no puede faltar en ningn parte quirrgico. Ante una complicacin inesperada en el perioperatorio, todos los minutos son importantes y se deber demostrar continui-dad en la atencin. La duracin de la ciruga es una variable que tambin suele aparecer en al-gunos juicios por infecciones postoperatorias, ya que todos los procedimientos tienen establecidos tiempos promedio y puntos de corte a partir de los cuales el riesgo de infeccin aumenta.

    ilegibilidad y pobre descripcin de la tc-nica y los hallazgos quirrgicos

    Muchos partes quirrgicos son absolutamente ilegibles. Otros son muy escuetos y poco pre-cisos. Ante una complicacin en la cual se alegue impericia es bueno contar con una descripcin del campo operatorio, del rgano patolgico, de los hallazgos y eventuales dificultades que debie-ron ser sorteadas.

    Es difcil defender casos de lesiones serias (ej: lesiones de coldoco, perforacin de vsceras, lesiones de urter o lesiones vasculares) con la nica herramienta documental de un rengln que dice Ciruga segn tcnica.

    Falta de documentacin del recuento de gasas e instrumental

    Todos los equipos quirrgicos (cirujanos, instru-mentadoras) realizan el recuento, pero muy pocos lo documentan. Los oblitos son complicaciones que suelen derivar frecuentemente en juicios de responsabilidad y distintos trabajos demuestran que su incidencia no es excepcional. Ante un litigio por mala praxis originado en esta causa, la justicia tambin tiende a presumir culpa del profesional, quien deber aportar pruebas de su diligencia.

    Cuando un oblito aparece y en el parte quirrgico figura Recuento normal el error es evidente. Si bien el mero hecho de haberlo documentado no resulta muy determinante en la evolucin de los litigios, al menos demuestra que se sigui un pro-ceso. Si no figura, se puede discutir incluso si el profesional cont las gasas y el instrumental. En la primera situacin, el cirujano queda mejor posicionado y permite una mejor solucin del liti-gio (generalmente hay que llegar a un acuerdo, ya que los casos suelen perderse en tribunales).

    Tambin puede resultar til documentar en el parte quirrgico los factores que pueden determinar un mayor riesgo de esta complicacin (ej: cierre ur-gente por riesgo de vida, excesivo sangrado).

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    Falta de documentacin del material de implante

    No siempre nuestros auditores de riesgo en-cuentran el sticker en donde se describen las caractersticas de la prtesis implantada (sobre todo en cirugas traumatolgicas). Cuando estos elementos son inadecuados, reutilizados o de-fectuosos exponen a complicaciones en las que generalmente se considera slo al profesional como responsable. La presencia del sticker per-mitir demostrar que la seleccin de la prtesis se encuentra dentro de estndares aceptados y eventualmente, ante una falla del material derivar la responsabilidad hacia el fabricante.

    Falta de documentacin del envo del material a anatoma patolgica

    Se han recibido en estos aos incidentes y recla-mos originados en la prdida o el mal manejo de las piezas destinadas a anatoma patolgica. Si bien estos eventos se dan de manera aislada, cuando ocurren y a consecuencia de ello el paciente tuvo algn tipo de dao, resultan muy difciles de de-fender. El envo o no de una pieza a anatoma pa-tolgica debe figurar siempre en el parte quirrgico y, para mayor garanta, la persona que retira el ma-terial del quirfano debera firmar una planilla de recepcin de la muestra. Se delimitan as respon-sabilidades en caso de prdida.

    Falta de documentacin seriada durante la recuperacin anestsica

    Hemos observado, a partir de incidentes y recla-mos una muy pobre documentacin del postope-ratorio inmediato luego de anestesias generales o neuroleptoanalgesia. Los problemas ms graves se han dado en cirugas menores (otorrinolarin-golgicas, legrados) con pacientes que son literal- mente encontrados en paro respiratorio. El pa-trn de documentacin en estos casos se repite y es frecuente que se escriban evoluciones como la siguiente:

    Mientras el paciente estaba siendo controlado en el rea del quirfano, se constata depresin respiratoria seguida de paro, instaurndose me-didas de resucitacin.

    Las preguntas que surgirn en un juicio son obvias: A qu hora tena un Aldrete de 9? Qu parme-tros y con qu frecuencia se controlaban? Quin los controlaba? Al momento de reconstruir los hechos, al no haber documentado los controles es muy difcil demostrar la continuidad en la atencin.

    Generalmente el anestesilogo anota en la ficha anestsica el estado en que el paciente sali del quirfano (escala de Aldrete), pero suele faltar documentacin del perodo que va desde la ex-tubacin hasta esta evaluacin final, previa al alta del sector.

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    Para poder defender la diligencia en este perodo resulta importante desarrollar un formato de hoja estructurada de recuperacin en donde figuren los controles realizados, siendo fundamental el registro seriado de la escala de Aldrete.

    Recordamos algunas normas generales que surgen del protocolo de evaluacin postoperatoria de la Gua de Organizacin y Procedimientos en Ciruga Ambulatoria de la Asociacin Argentina de Ciruga:

    Controles de signos vitales que deben repetirse y documentarse:

    Presin arterial. Frecuencia cardaca. Frecuencia ventilatoria. Saturacin de oxgeno.

    Frecuencias consecutivas en los controles: Primeros 15 minutos: controles cada 5. Siguiente hora: controles cada 15. Luego, controles cada 30 hasta el momento

    del alta del sector.

    Otros controles: Temperatura corporal al ingreso. Debe aplicarse una escala que evale las

    condiciones para el alta (ej: Aldrete) y utilizarla a los 15 del ingreso del paciente a la recuperacin. Debe aplicarse la escala visual anloga para

    evaluar y tratar el dolor postoperatorio.

    Es recomendable dar el alta con los valores mni-mos de esta escala. Se deben controlar y consig-nar otros eventos como nuseas, vmitos, diuresis, condiciones de la herida, drenajes y sangrado.

    Falta de documentacin de las instrucciones de alta

    Gran parte de los cirujanos dejan la epicrisis en manos de los clnicos de piso. Las mismas sue-len ser muy escuetas respecto a las indicaciones brindadas al paciente. Es comn que se docu-

    mente: Paciente en condiciones de externacin. Control por consultorios externos. La documen-tacin precisa de las instrucciones brindadas por el cirujano, ante eventuales conflictos, es una im-portante herramienta de defensa.

    Es responsabilidad del paciente cumplir puntual-mente con todas las indicaciones que se impartan e informar al mdico de inmediato sobre cualquier circunstancia que, por sus caractersticas sea susceptible de alterar el normal reestablecimiento, todo ello hasta que sea otorgada el alta definitiva.

    Existen fallos en donde la falta de cumplimiento del paciente ayud a limitar en parte la respon-sabilidad del cirujano:

    Por todo ello, no es posible eximir de responsa-bilidad a la demandada en forma total, como se pretende. Pero s propiciar la elevacin del por-centaje respecto de la actora que propongo lle-varlo al 70% y el remanente atribuirlo a la doctora G. Ello porque ha dado muestras de un proceder poco diligente, anmalo, con actitudes que moti-varon recelos y han puesto en duda la escrupu-losidad que debe imperar en todo acto mdico, en cuanto a los deberes de conducta referidos al cumplimiento de todas aquellas acciones destina-das a evitar que los pacientes sufran.

    Resulta entonces importante que figure en la epi-crisis el plan de alta, con los siguientes datos:

    Sitio, fecha y hora del prximo control y profesional responsable del mismo. Signos de alerta que indiquen un empeora-

    miento de la situacin de salud o una recada, as como tambin las acciones que debe llevar a cabo si se presentan. Higiene y control de la herida quirrgica. Medicamentos. Dieta. Qu actividades diarias puede retomar y

    cules no.

    A su vez, el paciente debera dejar asentado en la historia clnica que ha recibido y comprendido las instrucciones brindadas por el mdico.

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    resumen de recomendaciones

    1. Escribir en la historia clnica de ingreso una des-cripcin detallada de la semiologa de la especiali-dad y los estudios que justifican el procedimiento a realizar (cirujanos).

    2. Documentar en forma personalizada la infor-macin brindada al paciente, en la ciruga progra-mada, para que ste pueda tomar una decisin: naturaleza del procedimiento a realizar, benefi-cios, riesgos y alternativas.

    Considerar formularios especiales por patologa. Dar tiempo para poder procesar la informacin (cirujanos).

    3. Documentar diariamente la evolucin hasta el alta del paciente. No dejar la documentacin de la evolucin postoperatoria exclusivamente en ma-nos de los clnicos (cirujanos).

    4. Documentar la realizacin del bao prequirr-gico (enfermeras de piso).

    5. Documentar en forma destacada en el parte quirrgico la profilaxis antibitica dentro de la hora previa a la incisin en la piel cuando est indicada (anestesilogos).

    6. Documentar en cirugas programadas el mane-jo de los factores de riesgo para infecciones del sitio quirrgico: diabetes, tabaquismo, obesidad (cirujanos).

    7. Documentar la antisepsia de la piel (cirujanos).

    8. Documentar el control de los testigos de esterili-zacin (instrumentadoras).

    9. Documentar la adecuada colocacin de la plan-cha del electrobistur (instrumentadoras).

    10. Documentar el status de vacunacin antite-tnica (mdico de piso).

    11. Documentar la hora de la ltima ingesta (anestesilogos).

    12. Documentar la evaluacin de la va area: cue-llo, Mallampati, distancia tiro-mentoniana y aper-tura bucal (anestesilogos).

    13. Documentar la proteccin ocular y los decbi-tos (anestesilogos).

    14. Documentar claramente hora de inicio y fin de la ciruga (cirujanos).

    15. Documentar los hallazgos quirrgicos trascen-dentes (cirujanos).

    16. Documentar el recuento de gasas e instrumen-tal quirrgico (instrumentadoras).

    17. Documentar el material de implante utilizado, stickers (instrumentadoras).

    18. Documentar el envo del material a anatoma patolgica y su recepcin (instrumentadoras).

    19. Documentar en forma seriada el test de recu-peracin post-anestsica Aldrete durante el tiem-po que el paciente permanece en el rea quirrgica (anestesilogos).

    20. Documentar las instrucciones de alta (cirujanos).