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482 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA los estudios históricos, y el Sr . Serrano y Morales por el acierto, erudición y buen gusto con que ha sabido dar cima á tan funda- mental monumento, y opino, por tanto, que la Academia se la debe de dar muy cordial y expresiva á su meritísimo Correspon- diente . Madrid, 3de Noviembre de 1899. A . RODRiGUEZ VILLA . V MERCURINO DE GXTTINARA .-GRAN CANCILLER DE ESPAÑA En el tomo XLVIII de las Memorias de la Real Academia de Ciencias de Turín, impreso en 1897, aparece una Memoria del socio Gaudencio Claretta con varias noticias para ilustrar la vida del Gran Canciller del Emperador Carlos V, llamado Mercurino di Gattinara, que fue aprobada en sesión de 20 de Junio del refe- rido año . El trabajo, cuyo examen me encomendó el Sr . Director en el año último, es algo más que la biografía de un ilustre personaje, pues tiene su preámbulo y cuatro capítulos, siendo el primero, una noticia sumaria de los principales hechos de la vida de Gattinara ; el segundo, las especiales relaciones que mantuvo con la Archidu- quesa Margarita de Austria ; trátase en el tercero de las especiales relaciones con Carlos V, y versa el cuarto de las que guardó con su familia y con sus vasallos . Y completa este interesante estudio con varios documentos que sirvieron de instrucción para poder el Gran Canciller prestar sus servicios al Emperador en Alemania, en Austria, en Italia y en España . No es esta la primera vez que los historiadores y escritores ex- tranjeros se ocupan de la relevante personalidad del Gran Canci- ller de Carlos Y, pero principalmente los italianos recaban para su país la gloria de aquel eximio personaje . Trazó sus principales actos

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BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

los estudios históricos, y el Sr. Serrano y Morales por el acierto,erudición y buen gusto con que ha sabido dar cima á tan funda-mental monumento, y opino, por tanto, que la Academia se ladebe de dar muy cordial y expresiva á su meritísimo Correspon-diente .

Madrid, 3 de Noviembre de 1899.

A. RODRiGUEZ VILLA.

V

MERCURINO DE GXTTINARA.-GRAN CANCILLER DE ESPAÑA

En el tomo XLVIII de las Memorias de la Real Academia deCiencias de Turín, impreso en 1897, aparece una Memoria delsocio Gaudencio Claretta con varias noticias para ilustrar la vidadel Gran Canciller del Emperador Carlos V, llamado Mercurinodi Gattinara, que fue aprobada en sesión de 20 de Junio del refe-rido año.

El trabajo, cuyo examen me encomendó el Sr . Director en elaño último, es algo más que la biografía de un ilustre personaje,pues tiene su preámbulo y cuatro capítulos, siendo el primero, unanoticia sumaria de los principales hechos de la vida de Gattinara ;el segundo, las especiales relaciones que mantuvo con la Archidu-quesa Margarita de Austria ; trátase en el tercero de las especialesrelaciones con Carlos V, y versa el cuarto de las que guardó consu familia y con sus vasallos . Y completa este interesante estudiocon varios documentos que sirvieron de instrucción para poder el

Gran Canciller prestar sus servicios al Emperador en Alemania,en Austria, en Italia y en España.No es esta la primera vez que los historiadores y escritores ex-

tranjeros se ocupan de la relevante personalidad del Gran Canci-ller de Carlos Y, pero principalmente los italianos recaban para supaís la gloria de aquel eximio personaje. Trazó sus principales actos

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MRRCURINO DE GATTINARA

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Carlos Denina en el tomo ur de Piamontesi illustri . Se ocupó deél Degregori en la Storia delta letteratura vercellese; Dionisottien la Notizie biografiche dei vercellese illustri; y Moglia en suAlemorie storiche su di Gattinara. Le Flay en 1847 publicó en lasMemorias de la Real Sociedád de Ciencias de Lille, unos Étudesbiographiques sur M. Arborio de Gattinara . De Courbezon, leyóen la Academia de Besangon el 7 de Mayo de 1873, una Mémoiresur H. de Gattinara; y Huart, en el discurso que pronunció anteel Tribunal de apelación de Besan con, trató de Le cardinal Arbo.reo de Gatlinara, etc. Cuando en diversos países y por varios es-critores se trata de concretar la significación de un personaje endeterminada época de la historia, clara prueba es que aquel per-sonaje no fué una figura vulgar, sino, por el contrario, que susexcepcionales condiciones le elevaron á la región de los hombreseminentes, cuyo estudio critico preocupa después de transcurri-dos más de tres siglos y medio, á los escritores de las nacionesmás importantes de Europa. En España mismo, las plumas caste-llanas no escasearon sus elogios al Gran Canciller Gattinara, ápesar de tenerle por flamenco, y con rara unanimidad reconocie-ron que era docto, de gran probidad, de superior talento y fielservidor del Emperador Carlos V, á quien debía su nombramiento .

Originario de Borgoña y descendiente de la antigua prosapiade los Arborii, que mereció gran reputación y poder en tiempodel Emperador Federico Barbaroja y después en la villa de Ver-celli en el Piamonte, donde los antepasados de Gattinara se refu-giaron por consecuencia de las discordias entre güelfos y gibe-linos, Mercurino de Galtinara nació en 1465 de Pablo y Felicidadde Banzi, patricios vercellese puros, y joven aún fué enviado áTurín á estudiar leyes, donde adquirió fama de excelente juris-consulto y el grado de Doctor, y á los veinticinco años era reputa-do como uno de los primeros letrados del foro turinense . Llamadoen 1488 para defender á una dama extranjera, en asunto muycomplicado, presenció los debates el Duque de Saboya Carlos 1,y maravillado de las condiciones oratorias de Gattinara, le ofrecióun puesto en el Consejo ducal, pero 61 prefirió el oficio de viceabogado fiscal . Fallecido el Duque de Saboya, sucedióle Filiber-to 11, que casó con Margarita, hija del Emperador Maximiliano,

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pero al quedar viuda en 1504, Gattinara fue nombrado Presidentede la Corte de Justicia en la Borgoña ó Franco Condado, abando-nando para siempre su país nativo .Cuando en 1504, Maximiliano, Luis XII Rey de Francia y

Fernando de Aragón se concertaron bn Cambray para contener elpoder de la república de Venecia, que se extendía por la Istria,la Dalmacia, Chipre y otras partes de Oriente, Gattinara, repre-sentante de Margarita de Austria, demostró una vez más su sa-ber, contendiendo con el Cardenal de Rohan Jorge d'Arnboise,legado del Papa y principal ministro y favorito de Luis XII ;pero no abandonó su cargo de Presidente de la Corte de Justiciahasta 1517, en que un mensaje dé la Archiduquesa Margarita lellamó á Rottembourg donde estaba Maximiliano, para encargar-le la delicada misión de aquietar la discordia suscitada entre él yFrancisco I Rey de Francia .

Carlos de Austria, por la muerte de su abuelo Fernando el Ca-tólico, ocurrida en 1516, sucedió en el gobierno de Castilla yAragón con el título de Rey de España, y al fallecer Maximilia-no I, Rey de Romanos, en Wels, en 1519, y ser elegido su suce-sor, el monarca español se encontró Emperador de Alemania,poseedor de todos los Estados hereditarios de Austria, Señor deMilán, de Nápoles, de Sicilia y de Cerdeña, árbitro casi supremopor medio de Andrea de Oria y de Alejandro de Médicis de cuan-to á Génova y á Florencia se refería, y como Rey de España, due-ño de las vastas y ricas provincias de América.En aquellos tiempos, como dice Claretta, las costumbres esta-

ban bastante corrompidas ; toda clase de personas ofendía con susvicios al público pudor; los príncipes y los ministros con tal dealcanzar el fin que se proponían, se complacían en entrometerseen todo, inspirándose en la perfidia y la crueldad ; era, en unapalabra, la época del veneno y de los homicidios ocultos, comobasta á justificarlo el nombre de Francisco Sforza y de Ludovicoel Moro, y toda la doctrina de Maquiavello, capaz de trastonar elmundo . En esta atmósfera malsana comenzó Gattinara á ocupar-se de la gestión de los negocios públicos y tuvo la fortuna de nocontaminarse demasiado de las aguas cenagosas de que se hallabarodeado .

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Poseedor de la confianza del César, fue honrado con el cargo deGran Canciller español, que según las leyes de Partida, era el se-gundo oficial de la casa del Rey, de aquellos que tienen oficio depuridad, y medianero entre el Rey y sus vasallos ; y con dichocarácter presidió las Cortes de Santiago y la Coruña en 1520, conlo cual se ratifica la equivocación que padecieron Marichalar yManrique al afirmar que dichas Cortes las presidió el Comenda-dor mayor de Castilla Hernando de Vega . Mercurianus de Gatti-vara, que así se llamaba el Gran Canciller de España, suscribióla Real convocatoria expedida en Calahorra en 12 de Febrero de1520, y asistió á la primera reunión que tuvo lugar en la ciudadde Santiago de Galicia el sábado 31 de Marzo del referido año.En esta fecha se había ya iniciado el movimiento de las Co-

munidades con motivo de la puja de los arriendos de los encabe-zamientos que disfrutaban los pueblos, de las exacciones que seproyectaban con ocasión del viaje del Rey á Alemania, y del odioque con fundada razón se profesaba contra los extranjeros querodeaban al monarca, y especialmente contra los insaciables fla-mencos, que trataban á España como país conquistado . Gattinaradesde el comienzo de las Cortes de 1518, llevó la palabra de S . M .y sirvió de intermediario entre el monarca y los Procuradores,ora requiriéndoles el mismo día de la apertura para que presen-tasen los poderes y fueran examinados, ora para indicarles el1 .° de Abril después de leída la Proposición Real y la contesta-ción, que se ocuparan ante todo de la concesión del servicio, yluego mandaría proveer á todas las demás cosas que en nombrede sus Reinos pidiesen y suplicasen, como se había hecho en lasanteriores Cortes, ora insistiendo en este mismo concepto el día 2,después que la mayoría de los Procuradores votó un criterio dis-tinto al del Rey y su Canciller, produciendo aquella actitud lasuspensión de las sesiones de las Cortes el día 4 de Abril, con elpretexto de que era el fin de la Semana Santa, para continuarlasen la ciudad de la Coruña el 22 del mismo mes. El mismo GranCanciller, como Presidente de estas Cortes, comenzó por hacerleer al Secretario Juan Ramírez unas Reales Provisiones, prohi-biendo sacar moneda ni caballos de estos Reinos, jurando y pro-metiendo el Rey, que durante su ausencia, no daría oficio alguno

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en ellos á persona que no fuese natural de los dichos Reinos ;ofreciendo que antes de partir dejaría en éstos Gobernador querepresentase su persona Real, que fuese de autoridad y dignidadceloso del servicio de Dios e suyo e bien de sus Reinos, con gentey fuerzas para ejecutar lo que fuese mandado ; y que por tres añosmandaría pagar los Continuos y otros Oficiales de la Casa Realcomo hasta entonces se había pagado. Publicadas estas concesio-nes, el Gran Canciller insistió en que los Procuradores se deter-minasen clara y abiertamente en lo que querían hacer en lo quetocaba al dicho servicio .Continuando la diversidad de criterio, fue necesario que el Rey

llamase a los Procuradores al Monasterio de San Francisco don-de posaba, y allí el Obispo de Badajoz les dirigió un segundo dis-curso en nombre de S. M . para que modificaran su actitud y con-cediesen el servicio pedido . Tras nueva y trabajosa deliberaciónel servicio fue otorgado, y como se aceptara el nombramiento deGobernador, se reveló que para este cargo estaba nombrado elCardenal de Tortosa, quedando concluidas las sesiones el 19 deMayo y contestadas las sesenta y una peticiones del Cuaderno delas generales que tiene publicadas la Academia . Ocho leyes deestas Cortes se incluyeron en la Nueva Recopilación, pero ningu-na se cumplió, a causa, como dice Sandoval, «de haber caído enmanos de extranjeros, y el Rey mozo y con cuydados de su cami-no y Imperio y assi se quedaron . Y por no hazer caso dellas, niotras semejantes que se pedían con muy buen zelo, reventó elReyno, y dando en un inconveniente se despeñó en muchos,como es tan ordinario» .Con; la ausencia del Rey, que duró desde el 20 de Mayo de

1520 hasta el 16 de Julio de 1522, se desarrolló el movimientode las Comunidades, que fue dominado en 1521, y al regresar elEmperador á España, convocó Cortes desde Valladolid para el 10de Julio siguiente ; pero éstas no inauguraron sus sesiones hastael día 14 de dicho mes, en la casa de D. Bernardino Pimentel enel propio Valladolid, donde moraba el Emperador . Las presidióel Canciller mayor, Mercurino de Gattinara, en el Monasterio deSan Pablo, y leída la proposición Real, manifestó el día 15 deJulio a los Procuradores que platicasen acerca de ello y contes-

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taran á S. M . Los representantes de las ciudades y villas de votoen Cortes, manifestaron que ellos querían entresy hablar e platicar para responder á S . M ., y pidieron al Canciller licencia paraello, pero Gattinara la negó, fundándose en las costumbres segui-da hasta entonces de deber platicar los Procuradores en presenciadel Presidente, Asistente y Letrados de las Cortes . Entonces pi-dieronle licencia para suplicar lo mismo á S . 1I ., y otorgada,presentaron al Reví un mensaje, que contestó sosteniendo el mis-mo criterio expuesto por el Gran Canciller . Reunidos el 16 deJulio á presencia de éste insistieron en su propósito, añadiendoque antes de otorgar el servicio se contestaran las peticiones gene-rales y particulares de las ciudades, pero esta solicitud fue dene-gada como en 1518, y las Cortes fueron despedidas en 24 de Agos-to, aplazando indefinidamente su reunión . El cuaderno de peti-ciones generales aparece contestado por el Rey en Real Céduladel mencionado día 24, refrendada por Mercurinus Cancelarius .No conocemos ningún otro acto oficial que al Gran Canciller se

refiera ; pero en cambio los Embajadores vOnetos, en las Relacio-nes publicadas por Alberi, nos suministran datos curiosos paraapreciar las alternativas de la vida de aquel personaje, Cardenalen 1529 y fallecido en Inspruk en 1530. Gaspar Contarini, queconoció al Gran Canciller desde 1521 á 1525, consigna que, italia-no y piamontés, fué Gattinara doctor legista y mereció de Ma-dama Margarita, mujer del Duque Fíliberto de Saboya, que lollamara á su lado y que el Emperador léfaximiliano le confiasealgunas legaciones . Por la influencia de tan ilustre dama alcanzóla Presidencia de la Corte de Borgoña y después el ser gran Can-ciller de César. Era de complexión sanguínea, alegre, prudente ypráctico en negociar; un poco caviloso, animosísimo, y tan tra-bajador que apenas podía creerse ; comía una sola vez al día;nunca cenaba, y todo cuanto ocurría lo consignaba por escrito depropia mano . Por ella pasaban todos los negocios privados y losdel Estado . Todas las provisiones, dineros y fuerzas de mar ytierra eran tratadas y dispuestas por el Gran Canciller. Era muyefecto al Duque de Milán porque le había donado un Estado ensu Ducado con 8 .000 ducados de entrada . De los españoles erapoco amigo ; de los franceses gran enemigo, y muy adicto al Papa

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por haberle dado un Breve ofreciendo hacerlo Cardenal . Francis-co Cornaro convino con este juicio, añadiendo que Gattinara erahombre justo y todo lo sacrificaba al bien del César. Acostumbra-ba decir que el César le necesitaba más que él al César. Clarettarectifica estas apreciaciones recordando que Gattinara, para re-frenar á Venecia, sujetar á la Lombardía y Liguria y dominar áItalia, no vaciló en aconsejar medios maquiavélicos, si bien con-fesando en Toledo que el Emperador se engañaba al pensar y que-rer dominar la Italia por la fuerza . Nicolás Tiépolo reveló quepor muerte de Guillermo de Croy, Señor de Chievres, fue nombra-do Mercurino Gattinara Gran Canciller, y tenía tanta autoridad,y era tan estimado del César y de otros, que siempre se seguía suopinión, y los Embajadores negociaban con el porque les eramucho más cómodo . Y Andrés Navajero, refiriéndose á 1526 éinformando á la Señoría de la conclusión de la paz convenida,reveló que Gattinara fuel contrario á ella y mostró deseo de regresará Italia, y concluyó diciendo : «El Gran Canciller es Inuy amigo.nuestro y protege á todos los italianos que están en la Corte.» Lascondiciones morales de Gattinara las garantizó el Obispo Sandó-val con estas palabras : «Fue nuestro Mercurino varón prudentey sabio, y amigo de justicia, y rectitud, y gran jurisconsulto ; yasí sirvió al Rey en el oficio de Gran Canciller leal y prudente.»

Aquejado de la gota, consiguió por fin ver realizadas sus ilu-siones de poder regresar á su país nativo, y en 1529, Clemen-te VII colmaba su deseo nombrándole Obispo de Ostia y Carde-nal, con el título de San Juan-ante-Portara-Latinam . Trasladadode Barcelona á Italia, poco tiempo disfrutó su nuevo cargo, puesatacado de maligna fiebre, falleció en Inspruk el 5 de Mayo de1530, después de haber sido Gran Canciller de España en la épo-ca de sus mayores perturbaciones, Marqués de Gattinara, Condede Valencia y de Sartirana .

Pero la crítica histórica no se satisface con la enumeración delos principales rasgos de los grandes hombres que ocuparon unpuesto preeminente en la historia nacional, y apreciando, comoes justo, los datos biográficos que pueda reunir una afortunadainvestigación, prefiere conocer la época en que el personaje semovió y la influencia que sus actos tuvieron en los hechos que

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bajo su dirección se desarrollaron . Y como es opinión por todosaceptada, que Mercurino Gattinara, por sus antecedentes, por suilustración, por los cargos que había desempeñado, y por la con.fianza que inspiraban sus opiniones, era atendido en todo por elEmperador Carlos V, terminaremos este trabajo examinando yapreciando el juicio que Claretta ha consignado en la tercera partede su notable biografía.No era fácil tarea sintetizar la época en que reinó Carlos I de

Castilla, y mucho menos deslindar la participación y responsa-bilidad que alcanza al más influyente de los íntimos consejerosdel monarca español . Lejos de penetrar Claretta en este terreno,acaso porque la índole de su trabajo no consentía mayores escla-recímientos, se limita á simpatizar con la idea de la monarquíauniversal, con error atribuida al fundador de la dinastía austria-ca, para deducir que el giro impreso á tos asuntos de Italia, fuela causa del alejamiento de Gattinara, de vestir la púrpura car-denalicia y de ausentarse para siempre de España, donde tantasconsideraciones se guardaron á su persona y servicios . Perocomo el reinado de Carlos V, después de tanto tiempo como vapasado, todavía merece la diligente atención de los escritoresalemanes, belgas é italianos, descollando entre ellos el Estudiode los orígenes de la preponderancia política de España en Euro-pa, por Ernesto Gossart, conservador de la Biblioteca Real deBélgica, y su reciente folleto acerca de la Dominación flamencaen España desde 1517 a 1520, no parecerá inoportuno repetiralgo de lo que en otra ocasión consignamos â propósito de laépoca del Emperador y de las poco meditadas inculpaciones que'se le dirigen .

Carlos 1 de Castilla_, joven aún é inexperto en los graves asun-tos de Estado, abandonó su país natal después de ajustar conFrancisco 1 de Francia la estéril concordia de Noyon, y pisó lasrisueñas playas de Asturias, cuna del más puro sentimiento es-pañol . Al tomar posesión de la monarquía encontró á Españasin enemigos que combatir, pues aunque'es cierto que había unagrande indisciplina en el espíritu de los españoles de aquel tiem-po, también lo era que la nueva dinastía infundía á todos lison-jeras esperanzas, y todas las clases esperaban reivindicar sus

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quebrantados derechos. En vez de abandonarse el joven monarcaá la lealtad castellana, comenzó por acompañarse y asesorarse deextranjeros que habían cautivado su confianza y se apoderaronde los primeros puestos del gobierno para acreditar su codicia ysu inmoralidad . Este hecho, el acto de ingratitud que cometiócon el Regente Cisneros, el propósito de obtener importantesservicios del país, y el afán de ausentarse de España para ceñirla corona del Imperio, ofendió el sentimiento y orgullo nacionalen vez de halagarlo, y en lugar de prolongar !la benevolencia yestimación que creó el anterior reinado, derramó agravios envez de sembrar beneficios, como dijo Lafuente ; y si nada útilhizo por de pronto en España, según Cánovas del Castillo, hirióá los castellanos en todo lo que con más viveza habían de sentir :en sus costumbres, en sus privilegios, en sus intereses y en suorgullo nacional .Así se explica el movimiento de las Comunidades, cuyo resul-

tado tanto favoreció el logro de los ambiciosos deseos de Carlos V.Activo, emprendedor, ambicioso de dominio y de gloria, esfor-zado capitán y verdadero político, fué un instrumento de la Pro-videncia en la marcha de la humanidad ; y si bien su alejamientode España causó daño á su prosperidad interior, en cambio, nopuede negarse, como dice Cánovas del Castillo, que si no fué unhombre per_`ecto, la historia, no recuerda otro que lo haya sidomás . Al alejarse de España supo captarse la amistad de Enri-que VIII de Inglaterra y del Pontíûce León X, á pesar de queéste acababa de celebrar un tratado con Francisco f de Francia,eterno rival de Carlos I de Castilla . En Milán y en Navarra ven-ció á su guerrero adversario, y la muerte de León X le permitiócolocar en la cátedra de San Pedro á su antiguo maestro Adrianode Utrecht, Gobernador á la sazón de España . La animosidadnunca extinguida de los reyes de Francia y España, hizo regarcon sangre generosa los campos de Nápoles ), Milán, y nuevasvictorias aumentan la gloria del monarca castellano, de sus in-signes capitanes y de áquellos soldados tenidos por invencibles,y fue necesario que dos damas procurasen restañar tanta heriday desventura tanta . La enérgica política de Carlos 1, hacía deeste Rey la figura más saliente de Europa . A él debió Génova su

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emancipación, y al atravesar Ralia, de paso para sus Estados ale-manes á combatir á Lutero y al Turco, es, como dice Lafuente,una figura altamente dramática y sublimemente heroica . Jovende, veintinueve años, aclamado con entusiasmo por los republica-nos genoveses sus protegidos, acatado con respeto por los prínci-pes, recibiendo la sumisión del de Alilán, concertándose con Ve-necia, esperado en Bolonia por el Santo Padre, besando respetuo-samente el pie al Pontífice á quien acababa de tener cautivo, re-cibieudo en sus mejillas el ósculo de paz, en sus sienes las doscoronas de oro y de hierro, restableciendo generosamente en susoberanía de Milán al resignado Sforza, pactando la paz con todoel mundo menos con los herejes é infieles, los turcos y los lute-ranos, subyugando á Florencia, es una de las figuras de másmagnitud que pueden completarse en la historia .La cuestión religiosa, que Carlos V se encontró planteada el

mismo año que se coronaba Rey de Castilla y de León, consti-tuyó la esencia de su política, y Pichot, en la crónica de la vidadel Emperador, dijo con gran sentido que los actos de este mo-narca los inspiró el interés de la nacionalidad, amenazada en suunidad por el espíritu de secta; y aunque Gachard afirma queno cesaba de escribirle en su retiro, y que el mal no era tan con-siderable como se había temido, notorio es que Carlos V cedíacon frecuencia á las inspiraciones políticas, pero que la religiónfué su principal objetivo, y debe atribuirse á este motivo todo loque hizo durante la guerra como durante la paz. En otra ocasiónescribimos y repetimos ahora : «La política del Emperador Car-los V en la cuestión religiosa, puede condensarse en pocas pala-bras : de conciliación y prudencia mientras el movimiento sólorevistió carácter religioso ; de energía, resistencia y guerra sintregua cuando el movimiento adquirió carácter políti,lo . El im-perio y su unidad era lo primero, pues sin este gran poder eraimposible defender el catolicismo .»

Sin detenerse â examinar el fundamento de la política de Car-los V, que basta para apreciar su época, comienza Claretta laparte de su trabajo, en que se ocupa de Mercuriuo de Gattinaraen sus relaciones especiales con el Emperador, diciendo que esnotorio que abrigó el pensamiento de fundar una Alonarquía uni-

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versal ; y como esta tesis, que tanto apasionó á cuantos escribie-ron acerca de la vida del César, ha sido combatida en otro lugarpor el autor de estas líneas, no puede resistir al deseo de repro-ducir los fundamentos de la opinión contraria . La Monarquíauniversal no se había realizado nunca, por más que pueda consi-derarse como un ideal de la Edad Media, favorable al principio dela unidad. Montesquieu dijo que Carlos V recogió la sucesión deBorgoña, de Castilla y de Aragón ; llegó al Imperio, y para pro-curarle un nuevo género de grandeza, se dilató la tierra y vió .aparecer un nuevo mundo bajo su obediencia . Hasta la poesíacantó que Dios había reservado al Emperador una gloria másgrande que la de Augusto, sometiendo á sus leyes una tierra des-conocida de los antiguos, siendo señal de que era llegado el tiem-po de que los pueblos no formarían más que un solo rebaño conun solo pastor . Bayle profetizó que Carlos V, después de habersometido la España y las Galias, sería vencedor de los turcos,libertaría el sepulcro de Cristo, y aseguraría el imperio del Cris-tianismo. Más explícito su constante é irreconciliable enemigoFrancisco 1, Rey de Francia, decía al Papa Paulo III, que el Em-perador creía que era tal su destino ; que pretendía quitar á todosla libertad, á sus amigos y á sus enemigos, y reinar solo en me-dio de la disolución universal . Y en este mismo sentido se produ-jeron Enrique II, el Cardenal de Tournon, Zuinglio, Du Bellayy Brantôme .En contrario declaró Robertsson, que no tuvo fundamento la

opinión de que el Emperador aspiraba á la Monarquía universal .Voltaire, en su Ensayo acerca de las costumbres, no ve mas queuna quimera en esa idea de la Monargquía, que con su conductadesmintió el mismo Carlos V, dando la libertad á Francisco I yá sus hijos, y al mismo Santo Padre, que tuvo en su poder des-pués del saco de Roma. Los escritores contemporáneos han des-mentido las apreciaciones de los enemigos del Emperador, y con-vienen en que el Rey de España no pensó siquiera en estableceruna Monarquía universal, y sólo fue su ideal la paz en el senodel Cristianismo y la guerra contra los infieles. Eco de estas opi-niones fue la que Cánovas del Castillo consignó en su Bosquejohistórico de la Casa de Austria, diciendo : «Que algo también pudo

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Carlos V dejarse llevar por su lado de las circunstancias de la épo-ca y de su propio genio, y aspirar á influir demasiado en los negocios del mundo, dando lugar á que se pensase que apetecía dehecho la Monarquía universal ; pero considerando atentamentelos hechos de aquel hombre extraordinario, se advierte que nohizo más al cabo que defender de una parte los grandes derechospolíticos que la Providencia había puesto en sus manos, y decla-rarse de otra parte campeón del Catolicismo contra todos sus ene-migos á un tiempo .» Esta opinión, que es la nuestra, la proclamóRanke, la sigue Laurent en su Historia de la humanidad, y la de-fendió el Arzobispo español D . Pedro Guerrero en 1560, segúndocumento que guarda el Archivo general de Simancas.

Rectificada la más importante de las afirmaciones de Claretta,dejemos á su responsabilidad el señalar las causas que movieroná Gattinara á abandonar el suelo español y retirarse al país que levio nacer, para vestir la púrpura cardenalicia en 1529, y concluireste mismo año en Bolonia, para la defensa de Italia, un tratadocitado por Grauvela como tina obra maestra de política, y dejandovarios escritos defendiendo los derechos de la Casa de Austriaacerca del Ducado de Borgoña. Quien tales pruebas de capacidady fuerza intelectual daba en el año que precedió á su muerte, nopermite suponer que su edad y sus achaques fueron la causa de-terminante de su ausencia . Lo que más naturalmente se deducees que el cansancio de los negocios, las enemistades que de con-tinuo rodean á los hombres públicos, y la actitud poco lisonjeradel Consejo y de Juan Manuel, que ya comenzaba a coatrabalan-cear la influencia extranjera en el ánimo del . Emperador, según sedesprende de la correspondencia de los Embajadores venecianos,y de lo que Soardino escribía en 1527, iban labrando en Gattina-ra el desencanto de los grandes desengaños, y el convencimientode que su misión en España había terminado .

Claretta termina su trabajo insertando una Memoria autógrafade Mercuríno de Gattinara, que señala punto por punto lo que elEmperador debía hacer en Castilla, Flandes, Pamplona, Zarago-za, Barcelona, Genova, Milán, Nápoles, Saboya, Monferrato, Ca-sal, Vercelli, donde si iba el Emperador visitaría á todos ;sus pa-rientes y amigos, Gattinara, de donde había tomado su título no.-

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biliario, Maserano, Romagnano, Ozano, Terrugia, Tonengo y Ri-palta . Y termina con una detallada descripción de la fábrica delCastillo que el Gran Canciller llamaba San Lorenzo . Los minucio-sos detalles de esta singular Memoria, y las reiteradas confianzasque se permite respecto del Emperador, prueba evidente son dela gran influencia que ejercía en su ánimo, y de la grandísimaparte que necesariamente tuvo en la dirección de su política. Eneste punto no puede excusarse á Mercurino de Gattinara la res-ponsabilidad que le alcanza como inspirador de la dirección polí-tica del Imperio desde que Carlos V desembarcó en Villaviciosaen 19 de Septiembre de 1517, basta que en 1529 Gattinara seausentó de España y regresó á Italia, que le había visto nacer. Detoda suerte, el trabajo de Gaudencío Claretta merece ser leído yelogiado, porque añade nuevos datos para juzgar una de las épo-cas más gloriosas de nuestra historia .

Madrid, 3 de Noviembre de 1899 .

MANUEL DANVILA.

~r1

CATÁLOGOS DE BIBLIOTECAS DE CONSTANTINOPLA

En dos ocasiones diferentes, en los años 1890 y 1891, tuve elhonor de dar noticia á la Academia de la publicación de Catálo-gos de manuscritos de algunas bibliotecas de Constantinopla, porhaber llegado á mis manos, primero los de cuatro de aquellas, ydespués cinco más (1) .

Posteriormente tuve noticia de que se habían publicado hasta40 Catálogos de otras tantas bibliotecas, y no queriendo resistir ála tentación de curiosidad de ver si en los nuevamente publica

(1)

Véase BOLFTSN, tomo XVII, págs 476 á 481, y tomo $viii, pág, 297.

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