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filósofo del renacimiento

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    Introduccin, traduccin y notas de L. Martnez Gmez Copyright 1984, Editora Nacional, Madrid (Espaa)I.S.B.N.: 84-276-0653-2Depsito Legal: M-3.556 - 1984Imprime: EPES - Industrias Grficas, S.L.AIcobendas (Madrid)

    BIBLIOTECA DE LA LITERATU.RAy EL PENSAMIENTO UNIVERSALES

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    PROLUSION

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    Leonardo da Vinci fue para Ortega prototipodel Renacimiento; lo puso como mascarn de proaen la revista Leonardo, rgano del Instituto de Hu-manidades, con el que, en 1948, intent un nuevoviaje por la Espaa de la posguerra, para reanudaro proseguir su interrumpido magisterio espiritual,su misin de cultura para el pueblo espaol. Leo-nardo, hombre universal, literato, filsofo, pintor,arquitecto, conjuncin de arte y de geometra, dejusteza y de belleza. Juan Pico, coetneo de Leonar-do (nace despus y muere antes), con menos facha-da histrica, podra quiz disputarle ese puestorepresentativo. Leonardo es el arte ante todo, ytambin, el pensamiento; Pico es principalmente,aunque sin exclusividad, el pensamiento. Ha en-carnado en su vida y en su obra, acaso comoningn otro hombre de la poca, el sentido, losanhelos y las vas de salida a una nueva era: lamodernidad.Hoy estamos de vuelta de la pretensin, ya le-jana, de hacer de la Edad Media y Moderna dosmundos incomunicados. Hoy sabemos, ms queayer, que entre ambos no hay un abismo infran-queable, ni como un mar entre dos continentes;

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    que desde los siglos XIV y XV se pasa al XVI y XVIIsin rupturas totales; hasta admitimos que los ltimos medievales, si no todo el Medievo, preparanlo moderno. Nada impide, sin embargo, pensar, yseguimos los smiles. orogrficos, que entre esosdos tiempos han sucedido quiebras y plegamientostelricos, y que no ser ya posible transitar de unoa otro sin atravesar sierras y desfiladeros, colladosy puertos de montai7za, y que a vuelta de zigzagueantes veredas, se abre ante nuestros ojos uncampo dilatado homogneo, que nos da la impresin de una tierra nueva, distinta de la que quedatrs. Es muy posible que el que hace el viaje advierta menos el trnsito, porque no ha dejado deandar por caminos que vienen de la tierra de partida.Nosotros, hombres de finales del siglo xx, nosabemos bien, aunque tenemos la sospecha, !le sino nos encontramos en una coyuntura histrica similar al Renacimiento aquel, portada de la llamada Edad Moderna. Muchas voces apuntan a ello yno son pocos lo que saludan este nuestro tiempocon esperanza de nuevas y mejores metas para elser del hombre. Son precisamente algunos representantes de las corrientes crticas dentro del marxismo, o derivadas de l, hombres de la Escuela deFrankfurt, un Adorno y un Marcuse, los que critican a fondo todo el perodo de la que llamamosEdad Moderna, a la que llegan a motejar de EdadMedia camuflada. El Renacimiento habra sido unintento fallido; se habra vuelto a las andadas, aun pensamiento abstracto, a conceptos tericos desencarnados de la realidad histrica del hombre.En sustancia, parece que achacan al pensamientomoderno haber estrechado el planteamiento de crisis general del hombre salido de la Edad Media,para encerrarle en los parciales y angostos caucesde los problemas del conocimiento, verdad, certe-

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    za; el hombre qued definitivamente olvidado.Para estos crticos apunta una nueva poca y unanueva. oportunidad para el replanteamiento delproblema del hombre en el mundo en su generalidad; estaramos de nuevo ante -un posible y msautntico Renacimiento.En todo caso, reencontrar a Pico, podr ser reconfortante y luminoso para todo tiempo en que seairea el problema del hombre. No le fue fcil a Picolevantar esta bandera. Como tiempo de cambio quefue aqul, pocos renovadores de primera fila pasaron sin dejar jirones de su manto o de sus carnesen las asperezas del terreno, queremos decir, sincaer' en conflicto con las estructuras sociales dominantes. Pico pag tambin su tributo. Hoy somoscomprensivos con la historia, no condenamos debarato a los verdugos, ellos mismos fueron muchasveces las primeras vctimas de su situacin, perocreemos justo recordar con honor a los que con susudor y sacrificio hicieron avanzar la historia, aquienes debemos mucho de lo que somos.Mirar as a Pico, le har aparecer ms unhombre espiritualmente contemporneo nuestro.Tiene su mensaje, para el que somos sin duda receptivos. A punto de cumplirse los cinco siglos de

    la composicin del De hominis dignitate (hacia1486), creemos muy oportuna su publicacin. Resonar con cadencia de esperanza para el hombredel presente que tambin anhela descubrir o reencontrar su dignidad.

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    INTRODUCCION

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    1. EL HOMBRE Y LA OBRAJuan Pico de la Mirndola, Conde de la Concordia, nace en el castillo seorial de la Mirndola,

    a unos 32 km. de Mdena, Italia, el 24 de febrerode 1463 y muere en Florencia el 17 de noviembre de 1494. Existencia corta, menos de 32 aos,suficiente todava para darnos en Pico una vidaejemplar y una obra relevante.Ejemplar y singular, Pico sorprender a loshistoriadores, como sorprendi a sus contemporneos por lo raro y desacostumbrado. Representa aun tiempo de un modo muy personal; ninguna delas corrientes espirituales culturales le condicionaexclusivamente por su innata inclinacin a probarlas todas. Su vida misma, tan reducida, pas poruna serie de etapas que podran componer comouna sntesis de las posibilidades abiertas a un hom-bre del cuatrcientos italiano. iFormacin

    Es fundamentalmente un hombre de estudio .Su condicin noble le facilita los accesos al saber.Una madre piadosa, Julia Boyardo, le predestina ala Iglesia y le envia a Bolonia (1477) a la edad de

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    catorce aos para imbuirse en el Derecho cannico, la mejor plataforma del. tiempo para escalarpuestos eclesisticos. Pico muestra ya su precQcidad, r.~dacta una especie de catlogo digesto de todas las decre ta les. Pero dos aos de jurista son suficientes para despertar en el joven la pasin por elsaber ms universal y ms entraable de las cosas,secretarum naturae rerum cupidus explorator, loque no se agota ni casi comienza con cnones yleyes. Abandona Bolonia y comienza un largo peregrinar por los centros del saber ms humano quele ofreca el momento de Italia y Europa. Todo elnorte de Italia y Francia hasta Pars, es el itinerario que se propone Pico. Del 79 al 86 recorre todoese espacio de oportunidades para su insaciablecuriosidad. En Ferrara primero, durante dos aos,se sumerge en las bellas letras, a la sombra de Bautista Guarino} hijo del fundador de este foco humanista, poetas latinos y griegos abren a Pico elmundo clsico revivido por la accin de los humanistas. Luego en Padua (81-82), donde le esperan laFilosofa y la Teologa, las del tiempo, decrecidas ysombra slo de los esplendores del siglo XIII, peroPico penetra ms all de la dura corteza de lo seco,insustancial y casi ldico de la decadencia escolstica de la hora, y conoce con inters personal tambin la escolstica en sus formas luminosas de losgrandes representantes: Alberto Magno, Toms deAquino, Escoto, etc. En Ferrara se inicia un encuentro importante que cuajar en amistad de porvida con Jernimo Savonarola, doce aos mayorque Pico. Alguien sospecha que este contacto conSavonarola y, a travs de l, con los dominicos, leha valido a Pico una informacin y un conceptoms positivo para los representantes de la escolstica y del tomismo en particular. Padua por su parte es, para la formacin de Pico, de una especialsignificacin. All oye como maestro a Nicoletto16

    Vernia, averrosta. Es un aristotelismo, el de Padua, que se afirma como rival del de Pars; msaristotlico, por ms cientfico o ms fiel al pensador griego. Un Aristteles que tiene ahora queluchar para sostenerse frente a la irrupcin delolvidado Platn durante toda la Edad Media escolstica; ser el Aristteles ms autntico, hasta descubrir las races paganas, griegas, que quedaronveladas en el tiempo anterior demasiado comprensivo con un Aristteles que se quera empujar a unalineamiento o, al menos, cercana, con lo cristiano. Es Marsi/io Ficino el que levanta su voz dealerta contra este aristotelismo que, en la direccinalejandrista (Alejandro de Afrodisias, comentador griego), seguida ms en Bolonia, y en la direccin averrosta, la de Padua, igualmente se desboca hacia interpretaciones de Aristteles en fronteracon la religin, utrique religionern ornnernfunditus aeque tollunt. Y como contrapeso del fermentopagano y del orgullo cientfico de Padua, all mismo ensea a Pico otro representante muy caracterizado del humanismo} Hermolao Brbaro. Pico leadmirar y le reconocer sus mritos y la deudacon l contrada por su enseanza; una clebreCarta de Pico a Hermolao (1485),de la que ofrecemos traduccin en Apndice, constituye uno de losdocumentos ms reveladores para descifrar los secretos del alma de Pico y, no menos, para revelarlas condiciones espirituales de un momento crtico.Sin duda Pico hubo de elegir en Padua entre elgusto literario del humanismo, tan brillantementevertido por Hermolao, y el saber de las cosas, sussecretos, la ciencia del mundo y del hombre que leofreca la filosofa; seguramente hizo aqu la eleccin por la segunda, pero sin renuncia a lo primero. Pico ser un perfecto humanista en su estilo yen su mismo pensar; su diccin es cuidadsima, unlatn, no ciertamente el brbaro que echaban en

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    cara los humanistas a los escolsticos, sino el pul-cro y redomado, hasta rozar lo artificioso, ms- elegante que fcil.La primera formacin humanstica y escolstica de.P ico en Ferrara y en Padua tiene cierta culminacin con su entrada, en la primavera de 1484en Florencia, en el crculo platnico de Lorenzo deMdici el Magnfico, con Marsilio Ficino comoalma de la Academia. Pico describe su entrada enla Academia como una conversin del aristotelismo al platonismo florentino, no como trnsfuga,sino como explorador (alusin a Sneca respectode Epicuro). En Florencia junta Pico la amistad delos humanistas, entre ellos su otro gran amigo Angelo Poliziano, con el hombre de Dios alojado en elconvento dominico de San Marcos: Savonarola.Pico se ha mantenido equidistante de todos estossignos, no tan al punto conciliables, humanismo literario, ciencia filosfica y tealgica y religin ensu forma conventual. Se cierra as y se entiende lams visible caracterstica de su genio, su universalismo cientfico y espiritual. Los nueve mesestranscurridos en Pars de 1485 a 1486 confirman yconsagran su central vocacin filosfica.Gestacin y suerte de la Disputa

    De vuelta a Italia, como de pasada, tiene el encuentro importante de su vida, como complementode su formacin, con el hebreo Elas del Mdigo,maestro y amigo; con l aade a los conocimientosanteriores importantes sectores nuevos de la ciencia de raigambre hebrea, a saber, la Cbala. Otrojudo se suma an a la labor de iniciar a Pico enesos misteriosos mundos y mtodos de la Cbala, elque con el nombre metamorfoseado de Flavib Mitrdates ocultaba posiblemente un judo espaol,18

    Guillermo de Moncada. Pico se impone en el manejo del hebreo, corno lo hizo con el rabe. ,Erauna exigencia del tiempo, del humanismo que accede a los escritos de la Antiguedad sin las interpolaciones y corrupciones de las traduccionesusuales, y extendido esto a todo lo recibido endocumentos literarios, llmese filosofa, medicicna, etc., o los mismos textos escritursticos del Antiguo y Nuevo Testamento. Las lenguas orientales,tanto como el griego y el latn, son ahora campo detrabajo y de conquista. Pico pudo decir que sabalo que haban dicho los antiguos, por haberlo ledoen sus mismas fuentes.En las cercanas de Perusa, en La Fratta, Picoemprende su obra ms original. Se propone reuniren un cuerpo de doctrina cuanto ha recogido y asimilado de todas las corrientes del saber. Siguiendoel mtodo escolstico de Pars, redacta 900 proposiciones o Conclusiones que presentar en Roma,fijndolas en pblico, con invitacin a todos lossabios para alternar con l en forma de disputa, defensa y ataque. Gesto de vanidad intelectual, o dehonrada exposicin y defensa de opiniones muyelaboradas, o exhibicin de un conjunto armnicode verdades confluyentes en un apoyo o confirmacin de la verdad cristiana; todo ello podra estardetrs del peregrino proyecto. Para Pico era comoel respaldo humano y social de todo su esfuerzo intelectual.

    Se ha hecho burla de este centn de cosas, queroza el millar, de omni re scibili, an sin el remoquete et de quibusdam aliis, que algn maliciosoaadi. Pico ya protest de que era un cuerpo orgnico de saberes, cosas o cuestiones muchas, perociertas y determinadas. Bastar pasar la vista porlas pginas (35 del gran tomo en folio de la edicinde Basilea, 1601) para apreciar su orden y coherencia. Ms que proposiciones propias originales so-19

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    bre algn tema sinttico y lejos de ofrecer una carapolmica contra algo o en pro de algo, vienen a serms bien una recopilacin exhaustiva de todo loque se poda concluir afirmativa o negativamente de las diversas fuentes conocidas del saberfilosfico, teolgico y cientfico en general, algo ascomo una enciclopedia moderna de primersimahora, o un edificio de todo el saber humano segnsus compartimentos ms significativos. Muy de notar que van por delante los autores escolsticos, losdel siglo XIII (J 6 Conclusiones segn Alberto;45 segn Toms; 8 segn Francisco de Mayronis;22 segn Escoto; 13 segn Enrique de Cante; 11 segn Gil de Roma). Siguen los rabes (41 Conclusiones segn Averroes; 12 segn Avicena; 11 segnAlfarabi; una veintena segn varios otros menossonados: Isaac narbonense, Abumarn babilonio,Moiss egipcio, Mahumeth tolentino y nuestroAvempace, con 2 Conclusiones cerrando la lista).A continuacin los griegos, no Platn ni Aristteles, sino sus comentadores: Ammonio, Simplicio,Alejandro de Afrodisias, Temistio, encabezados porTeofrasto; lugar destacado ocupan despus los neopLatnicos: Plotino (J 5 Conclusiones), Jmblico (9)y Proclo (55). Siguen los pitagricos, o neopitagricos, a los que junta Pico los que llama telogos caldeos, y a los que se suman los hermticos,doctrina de Mercurio Trismegisto (medioplatnicos) y, como cierre, 47 proposiciones cabalisticas.Esta es la primera parte, que da en unas 400 tesisel saber recogido de otros. Una segunda parte, enla que cataloga Pico otras 500 proposiciones, contiene lo que considera .l como ms personal u original de toda clase de materias: fsicas, teolgicas,platnicas, matemticas, caldaicas, rficas, mgicas y cabalisticas; es un segundo cuerpo doctrinalque propone Pico a titulo de defendible con ms omenos probabilidad, y que l expresamente somete20

    al juicio de la autoridad religiosa romana. Quiz loimportante es alargar por ese terreno de lo probable la capacidad de conocimiento del entendimiento humano, como un espcimen del saber personalde Pico..En definitiva, Pico se da a s mismo el placerde reunir en un conjunto dominable a simple vista,toda su capacidad mental, y se ilusiona con hacerde ello una exhibicin en el ms renombrado teatro del mundo, en Roma, cara al senado apostlico. Se senta con fuerza intelectual y ardor juvenil, a sus veinticuatro aos, para responder deaquel inmenso acervo doctrinal y an para sostenerlo en disputa contra cualquier objetante; ilusionado con este disputar escolstico al que invitabade todas las partes de Italia y an se ofreca a sufragar los gastos de viaje a los lejanos y pobres derecursos. En verdad juvenil ilusin y empeo, donde buscaba su gloria, valor tan de sabor clsico,humanae laudis et gloriae cupidus, como apostillasu sobrino y bigrafo Juan Francisco Pico, y dondeencontr de hecho un amargo desengao. Podemosdecir que el episodio de la Disputa significa unanueva crisis profunda en su vida.En diciembre de 1486 fija sus Conclusiones ysu desafo en las puertas de Roma. Pico atribuye ala enemiga de sus envidiosos el fracaso de laDisputa. Hay quien ve all proposiciones herticaso de dudosa ortodoxia; l haba tenido buen cuidado de asegurarse la aprobacin de telogos y de alguna autoridad eclesistica: Bonfrancisco, obispo.de Regio. Pico espera todo un ao en Ronza, 1I rgiendo impaciente la celebracin. Conoce las tesisimpugnadas, 13 de las 900. Redacta en 20 nochesuna defensa, Apologa, de la que se publica elProemio y se comunica en privado a algunos lasrespuestas tocantes a los puntos censurados. Paraalgunos esta actitud suena a rebelda e Inocen-

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    cio VIII, riguroso en este aspecto doctrinal, condena todo el proyecto en documento-bula de i;lgostode 1487, aunque se expresa en trminos benignosrespecto de su autor. Pico no sintindose segurohuye a Francia; all le sigue y le alcanza la justiciaromana y conoce la prisin en Vincennes a comienzos de 1488. Pronto es liberado gracias a losbuenos oficios de los gobiernos de Miln y Florencia. Pico 1/Uelve a su Italia y a su Florencia, peroya es desde ahora otro hombre. -El infortunio ha hecho mella en la psicologade Pico, el golpe recibido le lleva a una profundaconversin espiritual, que parece recrearse su sobrino en pintarla con tonos acusadamente religiosos. No deja Pico de ser el hombre de ciencia, apasionado de todo lo nuevo que se sabe y descubre,pero, al parecer, su orientacin es ahora netamenteespiritual. En el siglo XII los dialcticos {{convertidos de las petulancias a que les llevaba el nuevoarte descubierto, una parte de la lgica aristotlicapuesta en circulacin, dejaban la dialctica y se recluan en los claustros, doble conversin {Otloh deSan Emeran, Lanfranco y otros seguidores delantidialctico San Pedro Damiano}; Pico acabarsus das refugiado junto a su amigo y admirado Jernimo Savonarola, casi como un fraile dominico,en San Marcos de Florencia, entregado a Dios,pero sin dejar su febril actividad cientfica. Sloque su norte ahora es la Teologa, la ciencia deDios. Como muestra clara de su conversin Picodestruye y da al fuego cinco libros de poesas amatorias del tiempo de juventud. A los veintiochoaos compone un original comentario a los primeros captulos del Gnesis, los das de la creacin,In Heptaplum, de opere sex dierum geneseos. Delos numerosos escritos menores que an salen desu pluma, importante es el De Ente et Uno, del queofrecemos traduccin en Apndice, y una larga re-22

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    quisitoria contra la ciencia de adivinacin por losastros, Disputationum in Astrologiam libri XII.El De hominis dignitate

    Felizmente no corri la suerte de sus juveniles({excesos literarios el escrito que nos ocupa y cuyatraduccin ofrecemos. Este riesgo no fue imaginario. El sobrino Juan Francisco, albacea y editor desus obras, los dio a la luz dos aos tras la muertede su to, y en el Prlogo de presentacin dice bienclaro que el autor no lo hubiera publicado y anl slo lo hace a requerimiento de hombres respetables. Veamos brevemente la historia de esteacontecirniento. En. realidad no es ninguna obraindependiente de Pico. Su composicin tampoco essencilla. Originariamente es el obligado discursopreliminar o de presentacin de las clebres Conclusiones, palabras de circunstancia para atraer labenevolencia de los destinatarios, a los que se supona y se esperaba seran los rbitros de la granDisputa, hombres curiales de sabidura y autoridad, sin especial conexin con el tema de las Conclusiones, fuera de una general alabanza del saber,de la ciencia y en particular de la filosofa, a la quePico ha consagrado su mejor tiempo y todo suentusiasmo. Una segunda parte tiene un carcterapologtico, es una respuesta a las objeciones decarcter general, filtradas amistosamente y procedentes, en particular, de Hermolao, descalificadordel mismo intento de la Disputa pblica. Esta seccin posterior de la Oratio constituira de hechouna parte importante del Proemio a la Apologaque fue publicado anteriormente. El editor JuanFrancisco Pico se excusa ante el lector de que laOratio contenga al final (in eius calce) muchas cosas que fueron ya editadas en el Proemio apologtico, plurima quae et in Apologiae sunt inserta

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    Proemio. Inversamente a la suerte editorial de ambos escritos, Apologa o su Proemio, no precedeen la composicin a la Oratio, sino que dependede ella. De hecho, por la implicacin de los acontecimientos, la Oratio adopta la forma mezclada deun prlogo, invitacin a la Disputa, y una exculpacin de todo el proyecto que, a la vista del resultado fallido, podra pasar por un Eplogo. El finalresponde a las palabras iniciales invitatorias a lapelea. As desgajado el Discurso preliminar delcuerpo de las Conclusiones sali publicado porJuan Francisco, el sobrino de Pico, en Bolonia, en1496, dos aos despus de la muerte de su to, acontinuacin de las obras mayores de Pico: Heptaplus, De Ente et Uno y Adversus Astrologos.El ttulo que le asigna es simplemente el deOracin (Discurso): Toma lector tambin estaselucubraciones ... leers primero una Oracin elegantsima ... . En la edicin de Basilea de 1557, ysin poderse determinar cundo ni por quin, aparece esta Oracin ya con el ttulo De hominis dignitate, que, por lo dicho, ni emana de Pico ni delsobrino editor. Por lo que veremos, tal ttulo no esel ms apropiado, y si furamos a buscar en Picouna orientacin para expresar mejor el contenido,nos quedaramos con las palabras con que lo defini en carta a su amigo Jernimo Benivieni (noviembre de 1486) al tiempo que redactaba esta Prolusin a las Conclusiones. Dice, en efecto; a suamigo que est ocupado con cosas que tocan a lapaz y contribuirn a la alabanza de la filosofa (depace quaedam ad philosophiae laudes).Extraa suerte la de este escrito. Para Pico, refugiado en el sosiego espiritual de San Marcoscomo un medio fraile, pudo ser ya slo un recuerdo, y no muy grato, cargado del aire polmico queenvolvi su composicin y dramtico desarrollo.La segunda parte, apologtica, le haba de interesar24

    menos, despus del fracaso. La primera, la mspersonal, la pudo tambin mirar, ya ello se inclinael juicio de su sobrino, como momento leve de suespritu, antes de asentarse en las cosas ms serias. Es posible que l mismo no tuviera concien-, cia de todo su valor histrico, porque el hecho cierto es que hoy constituye no slo lo mejor, sino casilo nico permanente de Pico. Para l sera impensable que, relegadas hoy casi al olvido todas susotras producciones mayores y aparcadas por la historia sus clebres Conclusiones, como un rasgo degenialidad excntrica y, no poco, aunque l se defendi, con un gesto de vanidad juvenil, se mantengan vigentes y estimulantes las ideas vertidas en laprimera parte de su Oracin introductoria. Es loque ha seleccionado la historia y lo que hoy va unido al espritu inmortal de Pico.Damos a continuacin el desarrollo esquemtico de todo el contenido de la Oracin. Para sumejor inteligencia y las reflexiones que haremosposteriormente, hemos introducido nmeros entrecorchetes encabezando los prrafos.Ya apuntamos que el Discurso tiene dos partesbien definidas: la propiamente dicha Oracin introductoria a la Disputa, aqu del [1] al [12], y la segunda, apologtica, del [13] al [31].

    [1] Introduce el tema del discurso en formaretrica de una pregunta que despierta la curiosidad y atrae la atencin y benevolencia de los lectores destinatarios. El tema del hombre.[2J Versin original que da Pico de la creacin del hombre segn el Gnesis. Constituye eltema central y punto de partida para toda la disertacin.[3J Gran oportunidad del hombre para realizar su proyecto vital, contrastado, precisamente,con las posibilidades negativas que se le ofrecen.

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    [4] Comienza el itinerario positivo para larealizacin ideal del hombre, iluminado con elmodelo de la vida anglica: tronos, querubines, serafines.[5] Testimonio de Pablo y Dionisio (Pseudo)sealando los pasos precisos de ese itinerario derealizacin perfecta, que recorre los estadios de laFilosofa (prctica) moral, la Filosofa natural, conel conocimiento de la Naturaleza y termina en laTeologa, tonzada, tanto como conocimiento especulativo, como actividad contemplativa. Escala deJacoh.

    [6] [7J [8J Confirmacin y corroboracin paralela del mismo itinerario, aduciendo testimoniosy consejos de autoridades bblicas y profanas. En[6] es Job (telogo) y Empdocles (filsofo), con elmatiz de una bsqueda de la paz interior que culmina en la Teologa. En [7] al itinerario y a la paz,se aade la idea de la unin y unidad con la divinidad, con alusiones paganas, pitagricas (neopitagricas) y bblicas. En [8] similar desarrollo con alusin a Moiss y al Santuario, o tienda de promisinlevantada en el desierto, y a los diversos oficios ysituaciones de los israelitas; se repiten los sirnbolismas aplicados al triple itinerario: Moral, Filosofa,Teologa.[9] Utilizacin de los mtodos especulativosgriegos, contemplacin y elevaciones msticas, elPedro platnico, transportes bquicos, como modelos confirmativos de la ascensin teolgica (cristiana).[10] Moral (ascesis purificatoria), Filosofanatural y Teologa recogida de los tres precptosdlficos: meden agan, gnothi seautn, Ei (Teres, dicho a Dios, el que Es).[] 1] Confirmando y corroborando, los consejos de Pitgoras: no sentarse sobre el celemn (desidia), actividad mental (dialctica), no mear contra26

    el sol (pureza de vida), no cortarse las uas durante el sacrificio (ir a l limpios y enfrenadas las pasiones), y echar comida al gallo (de Esculapio),liberar la vida contemplativa y divina.[12] Nueva confirmacin con el smil caldeodel alma alada y cada cuyas alas se riegan con loscuatro ros, Norte, Sur, Este y Oeste que significanrectitud, expiacin, luz y piedad; moral, dialctica,filosofa natural y teologa. La dialctica sumada ala moral, como instrurnento de claridad y purezamental, arma contra el error.

    . [13] Comienza la segunda parte con el elogiode la Filosofa, con una descripcin de su situacinde miseria y abandono en su tiempo. Opcin dePico por ella; testimonio capital, punto de partidade este desarrollo apologtico.[14] Paso a las impugnaciones de los envidiosos. Enumeracin de cargos.[15] Primera resp uesta. Defensa del mtodode Disputa.[16] Segunda respuesta. Mi juventud e incompetencia. Aqu aun el vencido gana, aprende.[17] Tercera respuesta. Nmero de00rbitadode cuestiones. Justificacin del mtodo elegido porPico. No adscribirse a ninguna escuela, conocerlastodas.[18] Exploracin panormica de la Filosofa,.caracterizacin de los principales filsofos de lahistoria, escolsticos, rabes, griegos.[19] Protesta de imparcialidad y justificacindel hecho de aadir lo propio investigado a lo conocido de otros.[20] Paso a los aadidos personales, las 500tesis de la segunda parte de las Conclusiones.[21] Intento personal, del que se glora, deconciliar Platn y Aristteles, Toms y Escoto,Averroes y Avicena. Primeras 17 tesis propias.27

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    [22] Enumeracin de otros captulos deposiciones personales.[23] Presentacin y justificacin de los temas de carcter pitagrico, probacin a base delos nmeros.[24] Presentacin de la seccin mgica.Larga exposicin y defensa de la ciencia mgica natural, por oposicin a la otra magia (dia-blilica).[25] Original teora de los misterios o con-tenidos arcanos de la tradicin bblica, desdeMoiss, lo no revelado o, comunicado al pueblo.[26] Extensin de este mtodo de (cienciaarcana a otros signos histricos, Pablo, Pitgoras, Platn, Aristteles. Origen de la Cbala.[27] Historia y suerte de los libros (arcanos, cuya redaccin se refiere a Esdras y los sabios iniciados de Israel.[28] Testimonio personal de adquisicin ylectura de tres de esos libros. Su valor apologti

    co para confirmacin de la verdad cristiana.[29] Alusin a otras proposiciones de laDisputa, con interpretacin de doctrinas rficas ypersas. Teora sostenida por Pico del origen oriental de la Filosofa griega y toda la sabidura antigua.[30] Ultimas protestas de sinceridad y sobrie-dad cara a la Disputa.[31] D ya comienzo con buenos augurios.

    n. SIGNIFICADO HISTORICO

    Marco del RenacimientoPico es un ejemplar humano fuera de sene.28

    Por ello y con ello un buen testigo de un momento histrico que viene ya signado con el apelativode crisis. Nos parece oportuno, si no obligado, dirigir previamente la mirada a este tiempo, como unasituacin especial, dentro de la cual adquiere todosu sentido la accin de Pico; slo a la luz y en elmarco de aquel Renacimiento se recorta su figura,y slo desde ese marco se apreciar el valor testimonial o proftico que conserva Pico para lostiempos siguientes, los de la modernidad, hastanosotros.Crisis ha sido la palabra que lo define, crisiscon acento, pues en realidad toda historia humanaes un constante pasar crtico de un estado a otro,dejando atrs algo y afrontando algo nuevo inexplorado. Es simplemente la ley de la vida, en elhombre con conciencia de ese paso y cambio, y por'eso y por lo nuevo que se abre sin interrupcin a lalibre iniciativa humana, con mayor o menor sensibilidad para eso crtico. Porque hay tiempos largosen que parece no sentirse el cambio ni el paso,otros de aceleracin hasta el vrtigo, los que conms derecho se arrogan ese vocablo de crisis. Asmiramos el tiempo del Renacimiento.Por los aos centrales y segunda mitad del siglo xv se producen en Europa ciertos acontecimientos que alteran el panorama medieval. Ms todos ellos juntos que ninguno por separado: cadade Constantinopla en poder de los Turcos (J453),descubrimiento de Amrica (1492), invencin de laimprenta (i443), sefzalan la transicin. Por debajode esos hechos macroscpicos, algo o mucho muereen la vida individual y social, cientfica y artsticadel hombre europeo. Va a comenzar la modernidad, que no la tomaremos como simple denominacin cronolgica, sino como categora de espritu,de cultura, de talante. Puede aventurarse la idea deque la modernidad, ahora en sus comienzos, mitad29

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    del siglo xv, prolonga su marcha ascendente ininterrumpida a travs de ese perodo del Renacimiento, siglos XV-XVI, por la era de los grandes sistemas, siglos XVIJ-XVIII, hasta la llamada madurez,o mayora de edad que se asigna al XVIII, siglo delas luces, y la culminacin o consolidacin del XIXcon las espectaculares cumbres del idealismo alemn (Hegel t 1831). Esto por lo que toca a la filosofa, que sin disputa lleva la delantera y la direccin espiritual; con ella van, en creciente desarrolloy eficacia plstica para configurar Europa y loeuropeo, la ciencia, la tcnica, el surgimiento de lasociedad industrial, los movimientos revolucionarios sociales, econmico-laborales que todava nohan alcanzado su punto de equilibrio. Para muchos se cierra en el siglo XIX la era de la modernidad, para destacarse de ella nuestro presente; elltimo siglo y medio que, con fechas irnprecisas,podra denominarse tiempo post-nlOderno, algoque sigue y se diferencia a ojos vistas de aquel anterior espacio de siglos de crecimiento, desarrollo ymaduracin de lo que tambin estamos acostwnbrados a llamar espritu moderno, europeo u occidental, bien discriminado de lo que ha sido lahistoria, el desarrollo y existencia del hombre africano, asitico y, muy en general, oriental.Ese hombre moderno, as definido, no tienesentido abstrado del Medievo, pero justamente eneste tiempo,' el de Pico, comienza un visible despegue, un cambio de rumbo, un nuevo camino. Comotiempo de crisis en sentido fuerte, hay valores viejos en baja y, por contraste, otros nuevos en alza oen surgimiento. Ser del caso apuntar, de un modogeneral y con perspectiva histrica, algunos deesos valores que juegan en el cambio.

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    UnidadEl ms visible es el de la unidad de la vidamedieval, la gran Cristiandad. Una unidad que es,por lo pronto, unidad de vida y creencias; la vidaindividual y social esta inspirada y regida por un

    sistema de doctrinas compartidas por todos, sinque obste la presencia de grupos no cristianos,como los judos en sus ghettos, aclimatados ahora como antes y siempre en sociedades extraas asu fe; el ]slam enfrente no rompe, ms bien acenta y asegura aquella unidad religiosa. Unidad deciencia y de fe, armona, si no identidad o continuidad, entre lo que el hombr"! sabe por ciencia profana y lo que cree por su fe. El pensamiento crticohar su entrada y sus razzias en esta unidad doctrinal por obra, sobre todo, de los ingleses, Escotoy Ockam, que llevan el rigor cortante de su lgicahasta desgajar la filosofia, la ciencia de la razn, dela teologa, duea del campo hasta entonces.! Unidad, tambin, de vida privada y vida pblica;~elMedievo no conoci la secularizacin. Lo religiosoimpregna y domina las instituciones, usos y costumbres; es, en su totalidad una vida social integrada, fenmeno acaso nico en la historia de Occidente, que impresion positivamente a Comte y lehizo mirar desde este punto de vista, al Medievocristiano como algo ejemplar.Al alborear la modernidad esa unidad salta enpedazos. Es la dispersin poltica de los nuevos estados, con sus reyes soberanos frente al Emperadory cada vez ms independizados del poder espiritual-poltico de Roma;les la gradual independenciade la razn natural y de la filosofa .Y de la cienciarespecto de la revelacin y de la teologa;'es la trascendental rotura de la unidad cristiana con la reforma protestante, que partir en dos o en tres yms la Europa medieval.

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    TotalidadEsa unidad, luminosa antes, maltrecha ahora,iba en el Medievo aureolada con un halo de totalidad o de universo cerrado. El hombre medieval sesenta en este mundo como en un sistema concluso

    que protega confortablemente su vida con seguridades temporales y transmundanas; la geografaacotaba el espacio habitado y conocido por el hombre dentro de lmites definidos, Finisterre y elAtlntico, mar tenebroso por el Occidente, el lndoy-Ia lejana Catay o China, desde los viajes de MarcoPolo por el Oriente, las tierras germnicas por elNorte y las arenas inhspitas de Libia y Etiopa porel Sur. El cielo segua siendo la envoltura de latierra, con sus estrellas fijas, y los errantes planetasy las esferas concntricas a partir de la luna; latierra en el centro, centro y sentido ltimo del uni-

    o verso con el hombre, rey y fin de la creacin.Los nuevos sensacionales descubrimientos(portugueses y luego espaoles) y los astronmicos(Coprnico con su De revolutionibus orbium coelestium, compuesto en el corte de los siglos xvXVI), disparan la imaginacin hacia lo desconocidoy la primera vctima es la unidad conclusa anterior; se rompe y cae con ella mucho de la seguridad medieval. Su ruptura, sin embargo, estimula elanhelo de una nueva unidad ms amplia y menosansiosa de totalidad; surge la idea de una unidadabierta, indefinida, infinita, como espacio para eldesarrollo de la vida del hombre, comienza de veras la historia, aunque falte mucho tiempo y ansiglos para que el hombre tenga plena concienciade ella. Ya por lo menos, el mundo deja de ser unamorada hecha y acabada donde el hombre se alojapara realizar en ella su vida, haciendo el bien, enmendando y expiando sus yerros y ganando el cielo; es ahora ms bien una posibilidad abierta, un32

    camino indefinido, una cierta infinitud vaca, prometedora y estimulante.Trascendencia

    Con esa unidad total y cerrada se juntaba en elMedievo el sentido religioso absorbente, que, a msde penetrar y plasmar toda la vida del hombre, lanzaba a ste a instancias trascendentes, al DiosCreador, a los fines ultraterrenos, a una esperanzaque tena poco que cosechar de ac, este mundo yesta vida miradas como una oportunidad, si no unpretexto, para granjearse los verdaderos bienes delms all. Cabal aplicacin de aquel dicho agustiniano que cortaba los horizontes del hombre, el.terreno y el ultraterreno, con el uti, para el uso,el primero, y el frui, para el goce, el segundo; elhombre, autntico caminante hamo viator, peregrino, no slo porque su vivir es caminar, no estar,sino porque el camino ste no tiene sentido verdadero y pleno sino en el trmino, en la patria a laque se va.Este lado trascendente de la vida como horizonte del hombre medieval no queda ahora, a laentrada de Edad Moderna, anulado, el hombre renaciente no es irreligioso ni anticristiano o menoscristiano, sino lo comienza a ser de otro modo. Yano querr ver este vivir como mero trnsito, ni elmundo como un puro pretexto o lugar donde seest de paso. Acaso lo ms nuevo de este renacerest fijado en la nueva imago mundi; se descubresu valor y su belleza, se le ama, se le mira comoalgo medido para el hombre, como algo terminal yfinal, si bien no de modo absoluto. El mundo aparece con signos positivos como digno de .contemplacin en su misma realidad, porque es buena ybella, y como un apropiado campo de empleo para

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    la industria y trabajo del hombre; es su suerte, Sl110 ltima, s temporal.A esta nueva imagen del mundo, ms positivay esperanzada del tiempo que comienza, se ha venido desde dos posiciones distintas y en cierto modoantitticas, que podran aparecer ahora como rivales i en definitiva, seran complementarias. Porun lado, lo ms inmediato y visible, elretorno dela Antiguedad, parece volver al hombre a una cierta inmanencia pagana, un poner los pies en el suelo despus de haber pasado por l hollndolo (elcontemptus mundi de los ascetas), o planeando amuchos pies de altura sobre su superficie en elvuelo del espritu hacia ms altas Inetas; poetas, fi- .lsofos y escritores de todo orden clsico habrandevuelto al hombre su sentido de la tierra; un humanismo pagano y paganizante. Esta secularizacin literaria y artstica, de la que sera para muchos representante tpico un Lorenzo Valla (t 1457)no traduce la verdadera situacin y habr quecorregir, a la luz de recientes estudios, algunos prejuicios trasmitidos por determinados historiadores.Ms que un pagano, Valla por ejemplo, y valdresto ms para el sol de humanistas Erasl'no(t 1536), aparece hoy como un cristiano crtico deuna religiosidad medieval, en exceso recelosa y fugitiva del mundo, enemiga del cuerpo, vertida enun sistema en demasa organizado de ritos, observancias y penitencias externas, con menos salidasa la espontaneidad y libertad del alma en su encuentro con Dios. Valla protesta que no quierecomo ideal el ideal pagano, sino el del evangelio,pero el que vale para el hombre normal en su vidaordinaria, la del comn de los mortales. Con estadisposicin se salva el mundo del anatema al queprcticamente le condenaba el rigor medieval.Pero justo con esta raz antigua o clsico-evanglica, hay otra ms profunda para esa rehabilitacin34

    de lo terreno, a saber, la corriente mstica contemplativa no extinguida en la Edad Media, pero menOS visible acaso, o algo soterrada, en ambientesintelectuales, por la predominante lnea especulativa de los doctos. Tendr que levantar el piadosocardenal Nicols de Cusa (t 1464) la bandera de ladocta ignorantia, para reponer en su alto valor lava mstica, la de los victorinos, Bernardo, Eckhart,y los monjes que viven en el fleco del continenteeuropeo por el Norte, los Hermanos de la Vida Comn de Deventer, maestros del Cusano v destinatarios primeros de todas sus elucubraciones filosfico-msticas. No era evasin ni fuga del mundo,bien al revs, era quedarse en l y tomarle, no propiamente como escala, sino como espejo de la divinidad, el mundo como teofana, manifestacin delas perfecciones de Dios, una especie de presenciadel infinito en el finito. Lo vio as Ramn Llull y lovea, en el albor del Renacimiento, el gran CusarlO.No hacan falta griegos ni paganos para revelar lohermoso y grande de este mundo. Podremos creeren buena paz que, muy en el espritu de Pico, loviejo y lo nuevo, lo pagano y lo cristiano se handado aqu la mano.(JLa novedad del mundo descubierto por el Renacimiento, es una novedad yaexistente, slo necesitada de revelacin; si antesera de pocos, un poco marginados o retirados,ahora quiere ser de todos; para eso estn sus voceros, los humanistas y pensadores del Renacimiento.Autoridad y tradicin

    Es una ltima caracterstica que aqu sealamos diferenciadora del Medievo, que afecta principalmente al mtodo, el seguido en la ciencia, tantola profana como la sagrada. La va de la autoridady la tradicin. El individuo se siente seguro en la

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    gua que es, para su espritu, su fe y sus normas deconducta, la doctrina recibida y trasmitida por loscauces oficiales, autoritarios. Menos oportunidadpara su creacin y espontaneidad; la Teologa creay construye el inmenso edificio de la ciencia medieval, vertida en esas Sumas, rplica literaria comose ha dicho de las imponentes construcciones catedralicias medievales. Pero toda esa ciencia se mueve dentro del marco de una doctrina recibida, y sufin esencial es dar forma humana coherente, sistemtica al tesoro revelado .. Evangelio, Iglesia, Padres, son las fuentes de las que se bebe y a las quese sirve revistindolas de ciencia humana. Lo recibido es sagrado e intocable. Toms corregir de talmodo a Agustn para atenerse al ms nuevo y cientfico Aristteles, que forzar a ratos la interpretacin del Padre de la Iglesia para concordarle conel filsofo pagano. Lo ms extrao del caso es queel hbito de apoyar los propios razonamientos enautoridades sagradas intraeclesisticas, se trasladaa las mismas autoridades profanas en el profanocampo de la ciencia humana, medicina, cosmologa, filosofa, sin excluir la tica. As, Aristteles enfilosofa, Hipcrates y Galeno en medicina, Ptolomea en astronoma, son autoridades venerables,que parecen encarnar un cierto saber absoluto osimplemente ser la voz de la razn humana. Sinesta situacin histrica ser muy difcil de entender el privilegio de autoridad doctrinal que, en medios escolsticos, ha arrastrado Aristteles hastabien entrados los tiempos modernos, cuando paraacreditar una opinin se la refrendaba con una referencia a la razn, secundum rationem y, casien pie de igualdad, a Aristteles, et secundumAristotelem. Aparte del valor interno reconocidoen las posiciones aristotlicas, habremos de admitir all una cierta extrapolacin del respeto religioso otorgado a los datos revelados en favor de los36

    autores profanos, y, ms en general, una atribucin de autoridad doctrinal a las figuras seerasdel pasado, por la sola consideracin de su prestigio, y esto tanto en los personajes eclesisticoscomo en los profanos, para una y otra ciencia.Como si en aquellos entendimientos privilegiadoshubiera hecho su asiento el espritu del saber paracomunicarlo a los dems.A este hbito de respeto a la tradicin y autoridad sucede en este tiempo un cambio de rumbo,sin duda el de ms trascendencia para el desarrollodel conocimiento humano. El hombre quiere sabe.ry probar por s solo las cosas. Ha habido el desgaste de los saberes oficiales alojados en los centrosacreditados; ha habido la sospecha y la desconfianza. La docta ignorancia del Cusano significa literalmente un abandono afectado del saber corriente, elde las aulas universitarias; l se refugia en sus vasmsticas, transracionales. El ambiente generalizado en los ncleos humanistas del siglo xv y seafianzar en el XVI y siguientes, es volver la espalda a las teoras recibidas y salir al ancho mundo averlo por los propios ojos. A la tradicin sucede laexperiencia, como mtodo, naturalmente en elcampo de la ciencia del mundo, pero, junto con esepercibir directamente las cosas, a las cosas mismas, lema repetido en todos los grandes giros dereforma y transformacin de la imagen del mundo, va el intento nuevo de explIcarse la realidad,de comprender. Es la actitud tpica del hombre renovado, del que surge en este renacer europeo;una cierta soledad del hombre ante las cosas. Soledad de apoyos y tutelas; una primaveral salida a lalibertad. Porque no es la sensacin de orfandad delque se ha quedado sin padres; tampoco todava lamadurez del que todo lo espera de s, mayora deedad responsable y cargado con todo el peso de lavida; es ahora la inquietud del joven que le bulle la

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    sangre y quiere ya emancipacin y tarea propia.Experiencia y reflexin personal ante el mundo caracteriza al hombre del Renacimiento. De ah losfrecuentes viajes de estos primeros filsofos y cientficos, tras de lo nuevo que se detecta y adivinaaqu y all, en busca de un conocirniento de las cosas en su variedad y riqueza. Luego Descartes sealistar en los ejrcitos europeos para conquistarun contacto con el mundo, los hombres y las opiniones. Le han precedido en estos comienzos modernos hombres tan significativos como nuestroPico, como Paracelso, que recorre toda Europa,hasta Dinamarca, Inglaterra, Espaa, Transilvania, como el Cusano, universal en su concepcinde la realidad y en el encuentro con pueblos y culturas de todo el Mediterrneo, como nuestro Vives,como Giordano Bruno.Una buscada y aceptada soledad para encontrarse o descubrirse el hombre a solas con sus fuerzas, a solas con el mundo, para inaugurar unnuevo mtodo de autonoma o libertad frente a lorecibido por la tradicin y autoridades del pasado.y lo que el hombre ha ganado o va ganando de autonoma, tiene su reflejo y correspondencia en unacierta autonoma de ese mismo mundo descubierto, nuevo a la par del hombre nuevo ..Si antes elmundo se presentaba como un conjunto de cosas yacontecimientos sometidos mayormente a fuerzas yfactores imprevisibles de carcter dominante sobrenatural o trascendente, nace ahora un mundocomo un sistema de fuerzas regulares internas queno elimina a Dios, pero retrasa o profundiza su accin creadora y conservadora. El mundo fsico,primero, y progresivamente el mismo mundo tico,social y poltico, va conquistando correlativamenteuna cierta autonoma, podramos decir, una ciertalibertad, emancipacin de los condicionamientosextramundanos o supernaturales bajo los cuales38

    fue comprendido y aceptado por el hombre medieval.En definitiva, y como balance provisional deesta exploracin panormica, nace y renace unanueva imgen del mundo y del hombre todavamedieval, bsicamente cristiana,. colgada de referencias trascendentes, pero donde apunta ya unsentido de inmanencia, de valoracin positiva delo de ac, de inters en el hombre por conocer((usar y ((gozar de todo esto, con conciencia deuna tarea en este mundo y para este mundo, mediante la cual labra ms autnticamente su existencia, en libertad, no al margen de Dios, sino de conformidad con el destino que le ha impuesto Dios.

    lII. LOS GRANDES TEMAS. LIBERTADY DIGNIDAD DEL HOMBRE

    Volvemos a nuestro Pico, a su obra, a su mensaje, el que ejemplarmente se contiene en su Oracin introductoria a la fallida Disputa pblica. NoeS,como hemos apuntado, la ms importante desus obras, ni siquiera es una obra aparte, sino unPrlogo o un Prlogo-Eplogo a un acontecimientocentral y crtico en la vida de Pico. Pero es, a vuelta de presentacin y apologa, el mejor documentoautobiogrfico, el mejor y ms profundo retrato desu alma, el que nos interesa ahora desvelar o interpretar. Si el Renacimiento, convenimos en ello, esel nacer de un hombre nuevo, aqu est la mejorfrmula de esa nueva (dmago hominis. Con ella seabre la Oracin, con el tema del hombre. No lo peda propiamente el pregn desafo de la Disputa; lapreparaba como un adorno literario de belleza,como una flor brindada al adversario antes del en-39

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    cuentro campal. Pero si no casaba estrictamentecon el bagaje doctrinal de las Conclusiones, resumen de teoras sobre todas las cosas, s dabaperfectamente la talla humana del luchador.Comencemos por sealar que el ttulo dadodespus al escrito, De hominis dignitate, podradesorientar sobre la intencin de Pico. En rigor yde entrada, no es lo digno, la excelencia del hombre lo que trata l de definir o medir. Busca algodistinto y nuevo, no lo alto o digno, sino lo maravilloso, lo sorprendente y exclusivo del hombre .Como recurso literario, la alusin a dos dichos clebres de un escritor rabe, Abdalh, y del orculomtico griego, de origen egipcio, Mercurio o Hermes Trismegisto, tomado por Pico, al igual que laEdad Media y los hombres del tiempo, por un personaje real, voz de la sabidura. Es, oh Asclepio,un gran milagro el hombre. Pico advierte que estono lo es el hombre por la altura de ser que le hacabido en suerte, pues le superan estratos ms altos, como son los ngeles o todo el mundo(

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    abierta a todo. Dijimos antes qU el Renacimientodescubre una infinitud en este mundo finito creado. Un aspecto de esa infinitud ,es el de la posibilidadabierta, como los espacios geogrficos y celestes por primera vez liberados de la estrechezclausurante del cosmos medieval, como la historiainaugurada por el hombre moderno, roto el circulorepetitivo del tiempo sin ms horizonte que sumaraos a aos, sin salir a la intemperie fuera de lamorada hecha para siempre. Lo primero y maravilloso y, en verdad, grande en la nueva imagen delhombre piciano, es una cierta infinitud de posibilidades que se le adhiere de raz y que en ciertomodo le constituye.No ser excesivo, ni forzar las cosas, referiresta posibilidad abierta y activa a la misma trayectoria biogrfica de Pico; pasin de saber de todo,abarcarlo un poco todo, apropirselo con su precocidad y su entusiasmo, y para ello justamenteganar distancia de todo, sin adscribirse a ningunaescuela ni autor particular, con la secreta y vitalintencin de dar cuenta de todo despus de haberloconvertido en sustancia propia, previo naturalmente el estudio intenso de cada cosa particular.No ser nada, abarcarlo todo, para dominarlo y serIo todo. Estamos con estas reflexiones acercndonos al verdadero y profundo alcance de la libertadtal como la ha entendido Pico. Habr an queahondar en ella.Efectivamente, es proteica y carnalentica,como dira Pico, esta libertad. Y no siempre se laha entendido igual ni, con seguridad, como Picola quiso.Si es cierto que la libertad humana es la conquista ms preciada del hombre moderno, hemosde decir que Pico ha dado en la diana. Muy explicables por ello los entusiasmos que ha despertadoen los posteriores hasta nosotros por esta vecindad42

    espiritual y por el valor pionero de su mensaje.Pero ello no nos exime del peligro de caer en anacronismos. El pensamiento moderno, en su lnearacionalista sobre todo, no exclusivamente, ha idocolgando cada vez ms la realidad del mundo de laaccin del espritu o la mente humana, de la pense francesa de Descartes o de la conciencia(Beweusstsein) alemana. Los mismos ingleses yempiristas congneres suyos acabaron por referir yreducir el mundo real a un sistema de sensacioneshasta el esse est percipi de Berkeley y todo el berkeleyismo remanente en los positivismos lgicopsicolgicos actuales. Desde Kant el mundo real esun mundo del hombre y para el hombre, del queconstruirn una teora comprensiva y conclusa losidealismos poskantianos. Todava en el Medievo, elcardenal Nicols de Cusa desarroll con gran aparato dialctico y subidos tonos msticos la condicin creadora del hombre convertido en medidade todas las cosas por su conocimiento. En el fondo estaba ya en l lo especifico y fundamental delas concepciones creadoras del idealismo moderno,a saber, el carcter activo, espontneo, del esprituque no espera, sino se adelanta con sus principiosinternos, a la configuracin conceptual de los datos y materiales de la sensacin. Para el Cusano elhombre tiene ya en su al111aalgo as como el arsenal de todas las formas, con las que concibe ycrea las similitudes de todas las cosas que conoce, mide y no es medido por el objeto, frente a laactitud ms pasiva asignada por la gnoseologa escolstica al entendimiento humano que se conmensura con la realidad conocida, que abstrae o extraede lo percibido la forma inteligible ya en potenciafuera del sujeto. El alma hace todas las formas osemejanzas de las cosas, hacindose ella mismasemejanza, como si ella imitara a Dios creador. Elcreando la realidad, ella la idea o representacin;

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    el hombre lector del mundo, lector que pone el significado y el sentido a los caracteres neutros queslo interpreta el que tiene ya en su espritu el mismo sentido e intencin que quiso el autor del libro,aqu Dios.Pico, a decir verdad, no ha desarrollado estelado creativo del hombre por razn de su conocimiento, al menos no con la fuerza del Cusano nicon la trascendencia atribuida al espritu humanopor los idealistas. Sera por ello inexacto llamar aPico, por este lado notico, un precursor del racionalismo moderno. Gentile quera ver en Pico unidealismo cristiano contrapuesto al intelectualismo griego. Pico se mueve aqu ms en el terreno prctico de un hacer y un hacerse por el comportamiento.Igualmente desenfocado sera una interpretacin de la libertad en el sentido sartriano de unalibertad sin lmites y sin horizontes, como una libertad terminal cerrada en s misma, sin referencias algunas a algo fuera de s misma; el destinodel hombre identificado con su eleccin, cualquiera que sea, todo justificado o irrelevante para unavaloracin tica a condicin de que haya sido realizado en libertad. Sera la traduccin ms exactade una libertad abierta que se da (por Dios) nopara hacer esto o esto, segn una determinada naturaleza con sus exigencias, sino ms radicalmentepara ser.Es evidente, con solo plantear el problema ensu crudeza, que Pico no puede entender la libertaddada al hombre para dejar a su arbitrio, sin implicaciones morales o religiosas, el elegir el ser esto olo otro. La condicin del hombre con esa libertadradical, desde la que tiene que decidir, no anula nialtera el estatuto del bien tico o perfeccin moral,tal como lo ha mirado el hombre medieval, y Picolo es en alto grado. El camino es lo nuevo, el fin y44

    destino del hombre sigue siendo el mismo. Pero sila libertad nueva dada al hombre no excluye suscondicionamientos ticos y religiosos, hay acentosnuevos dignos de sealar.Libertad como poder

    Ciertamente hay mucho nuevo en ese camino.Podemos decir que apunta aqu un aspecto de lalibertad humana que, sin ser nuevo, enlaza conposturas extremadamente modernas y an utpicas. Creeramos que vuelve con toda su fuerza ypor cauces inditos el concepto de libertad agustiniana, a saber, la visin positiva de una voluntaddesembarazada de presiones del instinto, de lo pasional e irracional para realizar el bien, una libertad psicolgica que encuentra el camino expeditopara la virtud, para el bien, opcin por el bien superando obstculos; es como vio y so la libertadAgustn, testigo excepcional de una voluntad atenazada por las pasiones, una libertad trabada yaherrojada en la crcel de este cuerpo y sus ciegasapetencias. Pero en Pico habra algo ms que estalibertad expedita, liberada de enemigos del bien.Una voluntad guiada no ya por la ley, la obligacino el deber, sino constituida originariamente en unaposibilidad de moverse en la direccin elegidalibremente; un ir al bien no porque se debe, sinoporque se puede. Si antes libertad era dominar yvencer los enemigos del bien, ahora, ms de raz,es simplemente poder ser esto bueno, antes detoda compulsin de ley u obligacin; ir al bienpor el bien que se quiere; no qu se me prescribe,sino qu se me ofrece como posibilidad. Toda laconcepcin, a veces dura e inexorable, de ser sometido a un orden rgido de preceptos, flanqueadopor abismos de riesgos eternos y esperanzas tras-

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    cendentes como apoyos, y para muchos, UnlCOSsoportes morales de un obrar derecho, quedarasustituido por otra concepcin desahogada delhombre como un poder abierto, estimulante haciael bien propio que slo por s mismo, sin referencias extrnsecas es ya una motivacin para la voluntad naturalmente buena, aunque solicitada porbienes menores o engaosos o envuelta a ratos porlas tinieblas del error. Una libertad as no es un serlibre para hacer algo, sino libre para ser lo bueno ylo mejor. Pico no ha necesitado urgencias de deber,ni presiones ambientales para ilusionarse con sucarrera elegida de conocedor de todas las cienciashumanas entonces asequibles. En la pintura delhombre abierto, de posibilidades para todo, con poder en s mismo para aspirar a lo mejor, ha dadosu propia medida y retrato humano, el que sienteque ser la mayor oportunidad para todo hombre.No diremos que a Pico hay que alinearle conlos que en tiempos ms modernos han formuladola teora de un hombre ideal capaz de realizar suexistencia individual y ms en concreto social y politica sin necesidad de presiones exteriores de ley ode poder, con una versin laica y profana de lalibertad agustiniana, con desmedida y soadora feen la radical bondad del hombre, a la manera deRousseau o de Proudhon, pero s pensamos que sehabra adelantado al espritu de todas estas concepciones positivas e iluminadas de la vida delhombre, cuando ha puesto el acento de lo grande ymaravilloso en el hecho radical de que el hombrees el ser capaz de elegir por s mismo lo que quiereser, y, naturalmente, de elegir y realizar por s mismo, antes de toda ley o fuerza exterior coactiva, sums alto ideal, de ser el propio artfice de su suerte,no libre de cualquier cosa, sino libre para realizarsu bien elegido en un universo ilimitado de posibilidades.46

    Libertad y microcosmosEst ya insinuado y es obvio; Pico no deja alhombre ser l que quiera; ninguna indiferenciapara el qu deba o le cumpla realizar. A rengln seguido de aquella nueva descripcin de la posibilidad abierta del hombre para serio todo, suena suadmonicin: Pero, a qu viene todo esto? Paraque entendamos que, una vez nacidos con estacondicin de que seamos lo que queremos ser, hemos de procurar que no se diga de nosotros aquello de: "Estando en honor, no lo conocieron ... " "Noconvirtamos en perniciosa la saludable opcin libre que nos otorg. " La indiferencia constitutivaradical del hombre, para el poder ser lo que elija,se dobla con una marcada diferenciacin moral,que no deja resquicio alguno para una realizacinindigna del hombre; bien entendido y subrayadopor Pico que no es esto una como coaccin nzoralo legal que obligue, es lo ms nuevo y creador dela intencin de fondo de Pico, sino una posibilidadofrecida que obrar de estmulo para ser eso buenoy elevado que se puede ser. Justamente el poder serlo inferior y lo bajo abrillanta el ser lo superior ylo sumo, eligiendo sus posibilidades hacia arribadesde s mismo, y despreciando las posibilidadeshacia abajo; es una aplicacin de lo maravilloso dela libertad, el optar por esto desechando lo otro;ms mrito ser esto, lo bueno ordenado porquequiere, que serIo por determinacin de su naturaleza, o por determinacin positiva de ley o imposicin de fuera. El hombre no tiene ms posiqilidadde realizar su ser propio que recorrer hacia'arribala escala de perfeccin a l que est llamado YA.estinado por Dios. Slo el bien humano posible 'constituye el camino hacia la realizacin de su autnti~co ser. Ni con lo bueno se contenta; una ciertei.

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    santa ambicin de no contentarnos con lo mediocre, sino anhelar lo sumo.El ideal del hombre queda, pues, inalteradopor el estatuto de la libertad, es el ideal humanistadel Renacimiento, el hombre perfecto, el teleiosgriego, y el medieval, cristiano.Oratio y Heptaplus

    Al que lee el comentario al relato de la creacin de los primeros captulos del Gnesis, el Heptaplus, donde viene ms detallada y analizada laformacin del hombre, ese cuarto mundo, al que sededica el libro IV y buena parte del libro V, no dejade sorprenderle la ausencia de este encomio de lalibertad del hombre, incluso cuando se vuelve aaludir al dicho de Mercurio: Gran milagro, Asclepio, es el hombre. O Pico moder su lenguaje,piensa uno, como si aquella exaltada descripcinde la libertad de la Oracin le pareciera luego, alPico enmendado por la experiencia amarga pasada, menos seria, o que se centrara ahora en aspectos ms profundos, o quiz ms probablemente,que aun all en la Oratio el lado de la libertad pintado con tanta originalidad no tuviera todo su sentido sino referido y an subordinado a los otrosaspectos. ('Algn motivo ms profundo y determinante en la mente de Pico que el de la libertad? Noexcluiramos la hiptesis de una cierta retirada enel nfasis juvenil y novedoso puesto all en la libertad, pero a la luz del inters tambin all puestopor Pico para espolear al hombre a realizar libremente su verdadero destino y hacer as honor a ladignidad y honor en que fue colocado por el Hacedar, creemos que no hay oposicin fundamentalentre los dos aspectos, libertad e ideal de perfeccin. Pero reconoceramos una cierta primaca de48

    este aspecto moral sobre el formal, la libertad. Lalibertad maravillosa y todo, sera el medio, no elfin. Esto podra rebajar el entusiasmo del hombremoderno por el mensaje de Pico que sera en estomenos moderno, ms cortado por el patrn delhombre medieval. Habremos de admitir que la interpretacin prctica del hombre que recibe Pico,no simplemente del fondo moral de la teologa o latica bsicamente aristotlica, sino de toda la tradicin desde sus mltiples fuentes, es el motivo central de toda su antropologa.Casi diramos que todo lo nuevo de Pico eneste punto no es sino una nueva versin del concepto ya tradicional del hombre como microcosmos, minorem mundum. A desenvolver esta imagen consagra Pico una parte importante del citadocomentario al Gensis; all podemos detectar entoda su amplitud su teora del hombre. En la Oracin, una vez presentada aquella imagen nueva delhombre, todo lo siguiente de la primera parte vadirigido a mostrar las vas de realizacin moral yreligiosa del ideal humano, rectitud moral, rectitudde pensar (lgica), conocimiento de la naturaleza(filosofa) culminando en la teologa, especulativa ycontemplativa. Aqu en el Heptaplus tienen su propio desarrollo las teoras sobre el hombre recogidas y reelaboradas por Pico. Para su comprensintotal ser menester juntar los conceptos vertidos enlas dos obras, Oracin y Heptaplus. El conceptocentral es el del microcosmos o mundo en pequeo. La Oracin acentuaba la distancia del hombrerespecto de cualquier forma particular de ser, suindeterminacin o indiferencia activa, no ser nadapara estar equidistante de todo; te coloqu en elcentro del mundo ... para que volvieras ms cmodamente la vista a lo que haya tu alrededor; ahora se pone el acento en que lo es todo, omniun inse creaturarum substantias et totius universitatis

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    plenitudinem reipsa complectitur, como vnculo ynudo de toda la creacin, concepto ste ya existente en la Oratio. En este reunir y coligar las naturalezas de todo el mundo pone Pico ahora la dignidad del hombre. El hombre es un poco aparte detodo lo creado, como un cuarto mundo despus delprimero, el intelectual (ngeles, inteligencias separadasde los antiguos), del segundo, el celeste y deltercero el sublunar (tierra), o ms que un cuartomundo, una nueva creatura, complejo y reunin(colligatio) de los. otros tres. Precisa Pico que noentiende esta continencia (complicacin dira elCusano) como una eminencia o superacin de loque tiene debajo de s, ni como los ngeles quecon su conocimiento en algn modo contienentodas las cosas, sino reipsa, porque tiene los cuatro elementos: fuego, tierra, agua y aire, un cuerpoespiritual ms divino que los elementos con el quedesempea todas las funciones de la vida de lasplantas, tiene los sentidos de los brutos y participade la mente de los ngeles; de todas estasnaturalezas juntas una posesin divina. El hombre no estpor encima de los ngeles y de las inteligencias,pero supera estas esferas de seres porque, participando de su misma perfeccin, contiene todas lasotras por debajo de l; y ste es el gran milagro aque se refera Mercurio hablando a Asclepio. No elser grande, sino el serIo, por decirlo as, todo.Balance y equilibrio

    Hemos distinguido y casi enfrentado estos dosconceptos capitales de la antropologa piciana,libertad y dignidad. La Oratio, con su frescura deestilo, casi petulante, primaba la libertad, tan deraz entendida por Pico, no un libre para hacer50

    algo, sino para ser a eleccin esto o lo otro. El nfasis de la Oratio no se mantiene en las obras posteriores, del tiempo ms serio de Pico, y parececorrerse hacia el otro lado, la dignidad, sentido,posibilidades de superacin y ascensin brindadasal hombre, invitacin a realizar porella su propio,su nico verdadero destino. Esto segundo pareceimponerse como dominante en el cuadro total. Alparecer queda rebajada la maravilla de la libertad, cuando de hecho se le marca al hombre un camino bien determinado, del que no se apartar sinbajar de su dignidad, sin defraudar su mismo ser.As, Pico resulta, en definitiva, ms medieval y antiguo que moderno; el ideal para el hombre siguesiendo la imitacin de Dios mirado con ojos plotiniano-cristianos como Unidad simple comprensivade toda perfeccin. Diremos, en definitiva, que losdos aspectos se conjugan cmodarnente. Lo antiguo es que el hombre slo ser lo que debe sercuando realice el programa de vida alumbrado porla especulacin. filosfica y teolgica tradicional.Lo nuevo, que eso lo realizar, no desde una determinacin de su naturaleza hecha ya en su origenpara ello, ni desde determinantes externos, ley, deber, imposicin moral, sino desde la propia opcin,desde su radical poder-ser indiferente y activo,como creador de s mismo. El poder-ser lo otro, posibilidades hacia lo inferior al hombre, nunca enPico son verdaderas posibilidades de realizacinhumana, sino argumento de excelencia y dignidad por haber sabido desestimarlas, sometindolas y sacrificndolas a las otras superiores. Algunos, H. de Lubac, llaman a esto limitacin de lalibertad. Acaso sea ms conforme con la intencinde Pico decirlo la mejor realizacin o ejercicio dela libertad, ms brillante cuando, por la propia opcindel hombre, sin la presencia oal margen de lapresencia de factoreslimitantes, se ha empleado

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    en lo mejor y, por la misma opcin, se ha desechado lo bajo o lo menos bueno.Unidad

    Dignidad y libertad del hombre, sntesis y anillodel cosmos, se relacionan armnicamente conel otro motivo central del pensamiento de Pico: launidad. No se podr separar todo lo que dice Picoen su Oratio y en su antropologa del Heptaplusgenesaco, de la concepcii1 de la unidad desarrollada, ya ocasionalmente en el mismo Heptaplus, yms de propsito en el otro escrito posterior compuesto tres aos antes de la muerte de Pico, dosdespus del comentario genesaco. Nos referimos alescrito De Ente et Uno, concebido inicialmentecomo un intento de demostrar la armona entrePlatn y Aristteles, en realidad una teora que tiene menos que ver con estos dos griegos que conel neoplatnico cristiano Pseudo- Dionisio y con elmismo Platino, inspirador de aqul.Colomer, que ha estudiado asidua y detenidamente al Cusano y sus conexiones e influjos recibidos de Ramn Llull, enlaza tambin a Pico con elCusano, su visin igualmente neoplatnica de launidad. Admitindolo, hemos de convenir en quela fuente comn de todos: Llull, Cusano y Pico, esla vieja teora especulativa y mstica de la unidad ysimplicidad de Dios, el Uno de Platino, eco delepkeina tes ousas de Platn (ms all de laesencia), y, derivada de ella, la radical trascendencia de Dios, inexpresable con palabras ni conceptos humanos; teologa negativa, problema de losnombres divinos.Ya en el Cusano estaba desarrollada esta teoria de la unidad, contrapuesta al nmero. El nmero y multiplicacin, como un derivado en infe-52

    rior escala de la unidad. Unidad, no esttica ymuerta, mero patrn uniforme de medida aplicadaa las magnitudes; concepto ms bien cualitativo, deprimaca, fontalidad y medida normativa, comomodelo superior. Unidad pura y simple, sin particin interior ni composicin, simplicidad comprensiva que es condensadamente muchos sin explicitarse (explicatio diria el Cusano). Frente a ellael nmero es lo posterior, lo diviso y roto, reunidoen unidad a base de juntar en uno muchas piezas,el nmero como una unidad rota en pedazos queremite cada uno a su unidad primitiva entera, dela que es todava seal y reflejo. Asi se ver a Dioscomo unidad simple antes de toda dispersin o explicacin de perfecciones en la creacin, en todoel mbito del ser finito. A esta unidad ejemplar divina junta Pico la teora unificante de Anaxgorasy atomistas de presencia elemental de todo en todo;lo que hay en todos los mundos al mismo tiempoesto se contiene tambin en cada uno, ni hay unoen el que no est todo lo que hay en cada uno, opinin que creo fue de Anaxgoras.Estos conceptos de unidad y nmero o multitud son ya utilizados en el Heptaplus y referidos alhombre que, siendo el cuarto mundo o una nuevacreatura que comprende en sntesis los tres anteriores, est llamado a hacer en s la unidad de todos, para servir a todos de vehculo o camino deretorno a su creador. El tema vuelve muy de propsito en el De Ente et Uno. Para sorpresa de muchos, y pensaramos ahora en Heidegger, puesto endemostrar o suponer que la ontologa tradicionalse movi en torno a los entes con olvido del Ser,Pico, siguiendo la trayectoria mental del PseudoDionisio, se esfuerza por hacer ver que Dios estms all del Ente, pues ente es participado, participacin del Ser, no el ser mismo; Dios es el ipsumesse, alusin a Santo Toms de Aquino y a su dis-

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    tincin de esencia v existencia. Dios es as la Unidad ms all de l~ composicin iJ concrecin detodo concreto. As se entienden las expresiones dionisacas de Super-Ens, Super-Sapiens, Super-Bonwn.Dios seria,en su soberana simplicidad, el mismoSer. Aun la denominacin de Uno, que no eliminapor completo la connotacin de lo concreto, comoel Verum y el Bonum, sera inadecuada, pero, anota Pico, expresa mejor que Ente la simplicidad divma.En definitiva, a Dios lo concebimos como launiversalidad de todo acto, plenitud de todo ser.Pico nos tiene acostumbrados a recorrer, con nuestros comportamientos morales, los pasos metafsicos y teolgicos con que ha descrito la realidadDios es el modelo, la unidad norma de la existencia del hombre. El ideal prctico humano se concretara en imitar a este Dios y su unidad No poda faltar esta llamada tica y parentica al final desus elucubraciones del sutil tratado De Ente etUno, si esse beati volumus, beatissimun omniumimitemur Deum, unitatem in nobis. No es ajeno almotivo de la dignidad y de la libertad antes desarrollados. La visin del hombre de Pico vuelve asu fondo cristiano y en l tiene toda su significacin. Libre el hombre para realizar la propia existencia, que no tiene ms lmite que el mismo Diosen su omnicomprensiva perfeccin y en su unidadabsolutamente simple. Ello tendr su literal expresin ya en la misma Dratio cuando Pico pone a losanhelosos de llegar hasta lo ms alto y perfecto,ms all de lo celeste (el mundo intelectual o anglico) si (vieres) a un puro contemplativo, olvidadodel cuerpo, recluido en las intimidades del espritu,ese no es un animal, terrestre ni celeste, es ese unsuperior numen revestido de carne humana. Sepercibir ntido el eco del final mstico de la sextaEnada, fuga del slo al Solo, o centro en el54

    centro, expresando la sublime unidad del almacontemplativa con Dios, tan repetida y familiar entoda la tradicin mstica, del Pseudo-Dionisio (plotiniano) hasta Giordano Bruno; yendo por todaslas cosas con un movimiento de centro al centro ...disolviendo el Uno en la multitud. .., tornndolos ala Unidad .., hasta que lleguemos a la consumacin descansando con felicidad tealgica en el senodel Padre; con una unin indisoluble, en amistadunnime, en que todas las almas no slo concuerdan con una Mente sobre toda mente, sino que encierto modo inefable se hacen por completo unacosa con Ella.Unidad y totalidad en Dios en el pice delbuen ernpleo de la existencia humana, que, naturalmente, en lnea con toda la tradicin intelectualista aristotlicocescolstica, culmina en la vida intelectiva, contemplativa, en el conocimiento msalto del ms alto objeto, la misma realidad divina.Pico, a fuer de concordista, juntar el lado del corazn al ejercicio intelectivo contemplativo. Consabor agustiniano, que ama lo que conoce y conoce para ms amar, Pico pone poticamente la fuerza de esta ascensin a la cumbre en las alas delanzor. Quin nos dar las alas para que volemoshasta all? El amor de lo que hay all arriba. Conseguir esto es la tarea alta y digna y necesaria delhombre para ser lo que le cumple ser, lo que puedey debe ser; bastar tomar en serio el propio ser, enserio y con realismo, a saber, resueltos a vencer losimpedimentos de esa unidad dentro de nosotros,condicin y como escala para arribar a la unidadinefable con la pursima Unidad de Dios, identij7:cados con El, hechos una cosa con El. Imitar a Dioses rehacer en nosotros la unidad, cuya paz la rompe la ambicin dilacerando el alma, disparndola ydesgarrndola hacia muchas cosas; el esplendor dela verdad lo perderemos en el cieno, en la tenebro-

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    sidad de las apetencias; la bondad nos la roba larapaz codicia, la avaricia. Juntando evangelio ymorales paganas, resumir Pico en las tres concupiscencias, soberbia de la vida, concupiscencia dela carne, y concupiscencia de los ojos, los enemigos de las virtudes que nos acercan a la unidadlimpia de Dios. Es, en definitiva, el programa moral, de conducta, de empleo de la libertad, el quetiene ante los ojos Pico cuando traza como realizable el mejor destino humano. Si lo maravilloso esen el hombre el poder ser lo que quiere, su libertad, en definitiva, lo grande y la dignidad suya estar slo en realizar libremente, y por su propia opcin el {mico camino que le hace ser a plenitudhombre. Un complemento tico-religioso que noser del caso desarrollar aqu es la coyuntura especial del cristiano invitado a realizar esa vocacinmediadora unificante del hombre, microcosmos,vnculo y lazo del universo, a travs de Cristo, primognito de toda creatura, en el que ya se realizde un modo perfecto el oficio de medio y de Mediador, el que in seipso iam extrema unit.La ciencia

    Puede ser ste el tercer gran motivo de la Oratia. Pico va a presentar y defender un catlogo de900 Tesis, que bien puede compararse a un resumen enciclopdico de todo el saber del tiempo acumulado por l con su precocidad y curiosidad insaciables. Humanista, enamorado del buen decir y detodas las buenas y bellas formas para darse el hombre una nueva imagen del mundo ms positiva.Pico ha valorado, por encima de todo, el contenido, las cosas, el fondo. No importa que esa cienciaest contenida en vasos ruines, como el vilipendiado lenguaje escolstico medieval. La antes mencio-56

    nada Carta a Hermalaa Brbara es una toma depostura de Pico frente al humanismo literario italiano, del que haba sido mentor y maestro cualificado el propio Hermolao. Pico caracteriza esta pasin por el buen decir y la elegancia de la formacomo una preocupacin por el ropaje externo ycomo una derivacin sofstica de empujar el lenguaje a la eficacia de la persuasin desligada de labsqueda y presentacin de la verdad. De ah eldesprecio de las elucubraciones abstractas y srdidas expresiones de los filsofos. No quisieronestos vivir en las escuelas de los gramticas, retricas o pedagogos, sino en los crculos de lQSfilsofos, en las asambleas de los sapientes. Los temasy recursos literarios de los oradores son fbulas. Elarte de persuadir no mira si es verdad o falsedad loque se aduce para llevar al oyente a lo que queremos que piense; se estiran, se contraen las cosassegn convenga al intento retrico; volver lo blanco en negro y lo negro en blanco, es su mrito.Pico prefiere la desnudez de lo verdadero al ornatode lo falso o lo huero. La ciencia es seria, simple,aborrece el floreo, la pompa, del discurso; es parapersonas formadas, no para nios.Pasa Pico en la segunda parte de la Carta a disolver las objeciones del recalcitrante, del quequerra al menos que la filosofa, sino se producecon frases elegantes, por lo menos que sean latinas,no brbaras, inexistentes en los autores clsicos.Pero, replica Pico, es que no son latinas las nuevas palabras inventadas para los nuevos conceptos? o es que no eran latinos en su hablar aqullosque an no haban elaborado lOs romances hijosde Roma? Si al pronto parece mejor juntar elocuencia y sabidura, la verdad es que es preferibleque el oro luzca con su propio brillo en vez de taparla con sobreaadido aderezo. Sin elocuencia,sin lengua, se puede vivir, sin corazn, sin algo

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    dentro se es un muerto. Lucrecio bien que adornsus. filosofas con lenguaje bello. Pero de qu lesirve haber endilgado tal serie deabsurdeces, comparado con el escueto y seco Juan Escoto (Erigena), que alumbr tan altas verdades? Pagando~ributo al uso retrico, no menos que al dialctico, enbuena manera parisiense, confiesa Pico al final desu carta que sus objeciones van en la lnea de losartificiosos oponentes de una disputa escolsticano porque est convencido, sino por dar ocasin delucimiento al defendiente. No es ciertamente queno est l convencido de su tesis oponente contralas pretensiones humanistas; es evidentemente laCarta una requisitoria contra ellos, defendiendo lafilosofa sobre la retrica, el saber de las cosas sobre el decir bello sobre ellas. La resultante, muy enlnea humanista y de Pico, es que l querra juntarel buen decir (y lo ha hecho a la perfeccin) con elbuen pensar. Y para bien que el destinatario, Hermolao, sea as un ejemplo de esa junta, elocuente yfilsofo, final adulatorio, casi frvolo, de la Carta.De hecho, Pic ha tomado en serio la cienciahumana, que tiene por nombre genrico la filoso-. fa, y en ello, en la ciencia, se comporta con parecidos rasgos a los que han caracterizado su visingeneral del hombre, a saber, apuntando a la unidad y pluralidad ..Tambin l ya personalmente se situ ante laciencia con una actitud inicial de cierta indiferencia positiva, con un anhelo de saber de todo, sinceirse ni encerrarse en un sector ni uncirse a ninguna interpretacin o visin particular que cortaraantes de tiempo los vuelos de su espritu.La universalidad de la ciencia, abertura a todolo que se sabe y se puede saber, qued bien testimoniada en la redaccin de la lista de las 900 Conclusiones, cuya plural pertenencia a escuelas,autores, filosofas, religiones, tiempos y culturas ha58

    I sido notada anteriormente. La Oracin introducto-ria, que arrancaba de la maravilla}} del hombre,su libertad, fue definida por el mismo Pico comoun discurso en elogio de la filosofa, y la segundaparte es una briosa apologa de la ciencia all contenida y de la oportunidad de ser expuesta y sostenida en forma de discusin pblica al estilo dePars.Tal universalidad, que honra ya con nota per-sonal y nica en el tiempo a su autor, presenta algunos rasgos no nenos caractersticos.

    Lo terico y lo prcticoLo primero, no es la autonoma o suficienciadel saber que podra reflejar el lema aristotlico,portada de su Metafsica: Todos los hombres desean saben}, U11 saber por saber, aunque el mismoAristteles puso en este saber, en la cumbre, laactividad ms digna y caracterstica y beatificantedel hombre. En Pico claramente este saber es elit:lstrumento y el camino obligado para realizar elhombre su mejor posibilidad, su opcin por lo mshumano. A rengln seguido de la presentacin delhombre en la Oratio traza el itinerario por el queascender a su verdadero ser. imitando los corosanglicos: Tronos, Querubines, Serafines. En mltiples versiones con rememoraciones tpicas profanas y sagradas, se repite el mismo esquema de progresin: purificacin moral, cultivo de la filosofanatural para conocer las cosas creadas por Dios, yen la cumbre, la teologa, tanto la especulativacomo la contemplativa mstica. Itinerario soldadoen continuidad. Lo moral y lo. especulativo, lo

    prctico y lo terico fundidos en un coincidenteempeo, superacin y elevacin hasta la unin y

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    unidad con el Dios que est en lo alto de la escalade Jacob.Unidad de la ciencia

    No es un capricho el afn de Pico de concordar a Platn con Aristteles, o, alargando la lista aaquellas binas opuestas, a Toms con Escota y aAverroes con Avicena. Se opona en ello a los furiosos enfrentamientos rivales del momento, furia,desde luego, ms retrica que profunda; Platn; elolvidado por los medievales, disputndole ahorael terreno a los aristotlicos. Pico es tambin aqu elhombre de la concordia, de la paz ganada a fuerzade distanciamientos previos liberadores; no le harepelido el Aristteles de los escolsticos, ni Toms,ni nada de lo que ahora se mira con recelo desdelas nuevas exigencias humanistas de forma y belleza de lenguaje. Pico profesa libertad de partidafrente a todas las escuelas y maestros, afecta noadherirse a ninguno pedsecuamente, para volverse a todos con imparcialidad. Pero esto no es nunca desinters, cuando tanto trabajo dice l haberpuesto en conocerlo todo. Ni desinters ni apataindiferente, pero tampoco lo que diramos hoyeclecticismo o sincretismo consistente en sumar yjuntar opiniones con lazos flojos; un argumento enfavor de esta floja juntura sera el aparente amontonamiento indiscriminado de las Conclusiones,900, prontas para la Disputa pblica. No slo Platn y Aristteles; lo griego y lo cristiano, la magia yla 'cbala, la ciencia de los nmeros, los saberesorientales, caldeas, egipcios, todo lo que pudorebaar Pico en su portentosa cabeza, y pensamos que cualquiera otra fuente de conocimientosexticos que le hubiera llegado, habra tenido lugar en su dilatada lista, todo ello habra entradoall seguramente con aspiraciones de unidad o co-60

    herencia. Pero creemos que la interminable capacidad de absorcin de saber que refleja y anhela Picotiene otra clave de explicacin No es imaginableuna potencia analtica que relacionara entre s talindigesta suma de doctrinas y proposiciones. Igualque en Nicols de Cusa, e igual que en Llull y otrosgenios medievales, habr que ir a algo anterior oms profundo, a una cierta intuicin de base, desde la cual se avizora todo aquel conjunto con criterios de unificacin o reduccin a vrtices de convergencia. Pico estara convencido de que saldra aflote en una supuesta y ansiada confrontacin dialctica con sus adversarios, no por su sola agilidadmental y memoria, no por sus dotes retricas dedefensa y ataque con razones certeras o capciosas,sino por la seguridad de poder referir cualquiercuestin a centros fundamentales de doctrina, capaces de iluminar un punto determinado.En esta reduccin o reducibilidad a puntoscentrales unificantes, Pico no hace sino seguir elmtodo introducido en el Medievo, cuando a la divina pgina, doctrinas interiores de las fuentescristianas, libros sagrados y Padres, sobre todoAgustn, comenzaron a sumarse, corroborando ycoincidiendo en las verdades fundamentales, lasautoridades profanas, el Aristteles nuevamentedescubierto, a la altura del siglo XII. Esto provocel rechazo y la desazn mental de los tradicionales, que, como Pedro Damiano, como Bernardo,no podan con paz or mezclar a Pablo con Platn,a Hermes, Mercurio, con Agustn, a Atenas conJerusaln Fue el gran escndalo que acompaaraa Abelardo; no se conceba que hubiera otra verdadera ciencia fuera de la recibida de la tradicincreyente y piadosa. La petulancia de Abelardo a laque Bernardo opuso una' resistencia coronada conla final reprobacin de Abelardo (concilio de Sensratificado por Roma) es el precedente histrico de

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    la pretensin piciana de argumentar con griegos,cbala, caldeas, Pitgoras, Esdras y judos veterotestamentarios en favor de las doctrinas ortodoxascristianas.Frente a las reservas destempladas y agresivasde los tradicionales, estos hombres modernos)),y Abelardo, Gilberto Porretano y otros fueron enesto modernos, capaces de irritar a Bernardo, partieron de bases que no eran paganas, sino biencristianas, a saber, la unidad de toda ciencia, comoemanada de la nica fuente, Dios, y la sabiduradivina, el Verbo, que habra igualmente iluminadoa los entendimientos bendecidos con la fe y a losque, sin esa fe, accedieron a la verdad.Hay detrs de todo esto una suposicin que seha referido con razn a lacosmovisin agustiniana, agustinismo epistemolgico, que no quiere cortes ni fronteras entre' una economa de creacin yotra de salvacin, ms terminantemente dicho e11tre dos rdenes, uno natural y otro sobrenatural; launidad de Dios y, desde El la unidad de su obratoda, llevara a no separar demasiado ni menos enfrentaruna luz de conocimiento para los creyentescristianos y otra para los no creyentes paganos ocreyentes de otras religiones; desde un nico focode luz, una posibilidad de reducir toda cienciahumana a una correspondiente unidad, an, y precisamente, desde las reconocidas diversidades doctrina les de la historia. No fue difcil para una mentalidad cristiana ya de primera hora ver en todo losabido por el hombre algo positivamente referiblea lo cristiano; Justino, educado en gentilidad y filosofa griega vio en todo lo verdadero o bien dicho(kals) algo propio de los cristianos. En las odasvirgilianas se proyectaron anuncios del Mesas;natural y obvio fue ver en Sneca un pensar y unsentir cristiano. Esta propensin a nivelar conocimientos o coordinarlos y concordarlos desde la62

    supuesta unidad de la fuente de todo saber y la receptividad universal humana para aquella comunicacin de la verdad, es la que habr que atribuirtambin a Pico. Mrito peculiar suyo el haber encarnado tal presuposicin de origen religioso,agustiniano, en su espectacular asimilacin de todos los saberes de su tiempo.Con esta base religiosa, metafsica y gnoseolgica habr que tener no menos en cuenta la peculiaridad de mtodo, que llamaramos ((planificante)),.que no es exclusivo en Pico, sino acorde con eluso anterior y contemporneo; queremos decir laausencia de la historia a la hora de pesar y valorarargumentos y doctrinas.Hasta fechas bien cercanas a nosotros no se hadesarrollado el sentido histrico, que distingueplanos y sita crtica mente no slo los hechos, sinotambin ideas, actitudes y doctrinas. Para unamentalidad a-histrica o menos histrica, todo esten un plano, como voces que se pronuncian en torno a un punto equidistante. No importa lo que cristianos, mahometanos, griegos, caldeas y egipcioshayan pensado desde culturas y cosmovisiones alejadas por el tiempo y conpocas conexiones visiblesentre s; importa lo que dicen ahora, segn los textos ledos con una vista intelectual niveladora y unlenguaje unificante que simplifica, porque ignoralos matices y los contextos incomunicables de lasdiversas situaciones histricas en que se producen. 'Es un argumento, aunque falso, de la unidad deciencia que anhela y vive Pico. La componente religiosa, tradiCional y esta dimensin histrica delmtodo dan cuenta en buena parte de la pretensinpiciana; son el soporte necesario de la siemprelimitada capacidad para asimilar coherente y concertadamente aquel maremagnum de. conocimientos que llevaba a la Disputa. As, Pico; igual que suscontrincantes envidiosos, no saba lo que ignoraba.

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    Magia y cienciaComte, en el siglo XIX, tuvo empeo en sealar.el momento histrico en que una determinqdaciencia alcanzaba el grado o estado positivo, sucondicin de ciencia, descolgada de presupuestos o

    principios transempricos, teolgicos o metafsicos.El Renacimiento significa los primeros decisivospasos hacia aquella clarificacin en los mtodospropios al alcance del hombre para conocer y dominar la naturaleza .. Es ya la marcha hacia laautonoma de! orden natural. Pero era mucho pedir al tiempo el reducirse a registrar fenmenos ysus leyes. Entonces y hasta Descartes se creer ensustancias, esencias, cualidades formales activas,causas, combinadas con la materia y responsablesinmediatos de todo el acontecer fsico. Era, en todocaso, un gran paso el salir de la mentalidad delMedievo, donde lo prodigioso, extraordinario y mi'lagroso no slo tiene su lugar propio en la marchadel mundo, sino que es deseado y esperado, si noprovocado o invocado, donde unas voces (Juanade Arco) o unos consejos trasmitidos por Dios atravs de una Santa (Cata