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1 1. MONICIÓN DE ENTRADA Recibid nuestra fraterna bienvenida al iniciarse la Eucaristía del Cuarto Domingo de Cuaresma. Vamos caminando hacia la Pascua. Pero antes viviremos los misterios sublimes de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesús. Ya todo queda muy cerca. Aprovechemos el tiempo de Cuaresma que nos queda para completar nuestra conversión. Y nada mejor para seguir ese camino de cambio en nuestras vidas que aceptar y sentir que Dios nos ama y nos salva en su Hijo Jesucristo que vino a nosotros, no para juzgarnos, sino para salvarnos. Jesús viene a nosotros como la Luz, el Camino, la Verdad y la Vida. Él nos salvó por su cruz y resurrección. Él es la señal de que Dios nos ama tanto que nos entregó a su único Hijo para traernos perdón, vida y amor. Es a Cristo Jesús a quien alzamos nuestra mirada buscando fuerza para llevar las cruces que vienen a nosotros en las dificultades de la vida. También le miramos buscando alegría y libertad en nuestro peregrinar angustioso aquí en la prisión. Con Jesús celebramos ahora, en la eucaristía, el memorial de su sacrificio en la cruz y de su resurrección. Hoy celebramos también el DIA DEL SEMINARIO. Rezamos por los jóvenes que están iniciando la experiencia de la llamada de Jesús para hacerse sacerdotes. Pedimos al Señor que los jóvenes escuchen la voz de Cristo y se comprometan, desde el sacerdocio, a evangelizar a los más pobres y oprimidos. 2. PETICIONES DE PERDÓN 1. Señor Jesús, tu Padre nos ama con tanto amor que te entregó a nosotros para que nos salves. R/. Señor, ten piedad de nosotros. 2. Cristo Jesús, tu Padre te envió al mundo no para condenarnos sino para salvarnos a nosotros y a todas las personas. R/. Cristo, ten piedad de nosotros. 3. Señor Jesús, tú quieres que ofrezcamos a otros el gran amor con que tú nos amas: R/. Señor, ten piedad de nosotros. 3. ORACIÓN DEL SACERDOTE Oh Padre, lleno de gracia y de amor: Tú todavía amas tanto al mundo que sigues entregándole a Jesús, tu Hijo. Que su cruz sea para nosotros la señal de que estás con nosotros en días de miseria y aflicción. Que podamos mirarle como modelo y aprender de él a abrir nuestras manos y corazones, unos a otros 4º DOMINGO DE LA CUARESMA 18 de marzo de 2012

4º domingo de la cuaresma

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1. MONICIÓN DE ENTRADA

Recibid nuestra fraterna bienvenida al iniciarse la Eucaristía del Cuarto Domingo de Cuaresma. Vamos caminando hacia la Pascua. Pero antes viviremos los misterios sublimes de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesús. Ya todo queda muy cerca. Aprovechemos el tiempo de Cuaresma que nos queda para completar nuestra conversión.

Y nada mejor para seguir ese camino de cambio en nuestras vidas que aceptar y sentir que Dios nos ama y nos salva en su Hijo Jesucristo que vino a nosotros, no para juzgarnos, sino para salvarnos. Jesús viene a nosotros como la Luz, el Camino, la Verdad y la Vida.

Él nos salvó por su cruz y resurrección. Él es la señal de que Dios nos ama tanto que nos entregó a su único Hijo para traernos

perdón, vida y amor. Es a Cristo Jesús a quien alzamos nuestra mirada buscando fuerza para llevar las cruces que vienen a nosotros en las dificultades de la vida. También le miramos buscando alegría y libertad en nuestro peregrinar angustioso aquí en la prisión. Con Jesús celebramos ahora, en la eucaristía, el memorial de su sacrificio en la cruz y de su resurrección.

Hoy celebramos también el DIA DEL SEMINARIO. Rezamos por los jóvenes que están iniciando la experiencia de la llamada de Jesús para hacerse sacerdotes. Pedimos al Señor que los jóvenes escuchen la voz de Cristo y se comprometan, desde el sacerdocio, a evangelizar a los más pobres y oprimidos.

2. PETICIONES DE PERDÓN 1. Señor Jesús, tu Padre nos ama con tanto amor que te entregó a nosotros para que nos salves.

R/. Señor, ten piedad de nosotros. 2. Cristo Jesús, tu Padre te envió al mundo no para condenarnos sino para salvarnos a nosotros y a todas

las personas. R/. Cristo, ten piedad de nosotros.

3. Señor Jesús, tú quieres que ofrezcamos a otros el gran amor con que tú nos amas: R/. Señor, ten piedad de nosotros.

3. ORACIÓN DEL SACERDOTE

Oh Padre, lleno de gracia y de amor: Tú todavía amas tanto al mundo que sigues entregándole a Jesús, tu Hijo. Que su cruz sea para nosotros la señal de que estás con nosotros en días de miseria y aflicción. Que podamos mirarle como modelo y aprender de él a abrir nuestras manos y corazones, unos a otros

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y a darnos a nosotros mismos con nuestros dones. Y que esto ayude al mundo a percibir tu luz y a aceptar al Hijo que nos has dado, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos.

4. DIOS NOS HABLA POR SU PALABRA PRIMERA LECTURA

• MONICIÓN Después del regreso del exilio de Babilonia, el autor sagrado reflexiona y ve que la causa de la destrucción de Jerusalén y la deportación de los supervivientes radica en el pecado en el que vivían. Su reflexión alcanza también a ver que fue el propio Dios quien inspiró a Ciro II, rey de Persia, el edicto por el que permitió a los hebreos regresar a su patria una vez que hubo conquistado Babilonia LECTURA DEL 2º LIBRO DE LAS CRONICAS 36, 14-16. 19-23 En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la casa del Señor, que él se había construido en Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio. Los caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías: «Hasta que el país haya pagado sus sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta que se cumplan los setenta años». En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la Palabra del Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia: “el Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él, y suba!”» Palabra de Dios SALMO RESPONSORIAL (Sal. 136) Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; nuestros opresores, a divertirlos: «Cantadnos un cantar de Sión». Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. ¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. SEGUNDA LECTURA

• MONICIÓN San Pablo afirma que la salvación es pura gracia, no una conquista nuestra. Es Cristo quien, por su obediencia al Padre, por su muerte y resurrección, nos ha obtenido la salvación y nos la ha dado como un gran don. Aceptarla o rechazarla sí que está en nuestra capacidad de libertad. Las buenas obras serán la consecuencia lógica de quien acepta y valora esa salvación, pero nunca la causa de la salvación.

DE LA CARTA DE SAN PABLO A LOS EFESIOS 2, 4-10 Hermanos: Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús

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y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos. Palabra de Dios EVANGELIO

• MONICIÓN Juan nos trae un diálogo de Jesús con Nicodemo, a escondidas, en el que Jesús le había dicho que era necesario nacer de nuevo. Ahora Jesús se explicará mejor: Va a ser elevado en la cruz y ése será el icono (estandarte) de la salvación. Los que reconozcan en Jesús al salvador serán los que estén viviendo en la luz y nacerán de nuevo en su bautismo. DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN 3, 14-21 En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

5. ORACIONES TE ADMIRAMOS, SEÑOR Por lo mucho que nos amas y, además, nos perdonas. Por estar junto a nosotros, cuando te abandonamos TE ADMIRAMOS, SEÑOR Tu eres la verdad, frente a la mentira Tú eres la luz, ante la oscuridad Tú eres el amor, frente al odio. TE ADMIRAMOS, SEÑOR Tu generosidad no tiene límites

Tu cruz abraza a todos los hombres Tú fuiste enviado para nuestra salvación. TE ADMIRAMOS, SEÑOR No permites que nadie nos perdamos No quieres que nos condenemos No deseas que nos caigamos. TE ADMIRAMOS, SEÑOR Tu cruz, Señor, es nuestra salvación Tu cruz, Señor, es tu mucho amor Tu cruz, Señor, es redención

«QUE SE ME PEGUE LA LENGUA AL PALADAR» (Salmo 136) Que se me pegue la lengua al paladar, si me olvido de mis hermanos. Los que viven en el destierro de la miseria, agostados y despojados, prematuramente viejos, sin esperanza. ¿Quién puede olvidar la mirada de esos niños, tan triste; niños que no aprendieron a sonreír? Que se me oscurezca la niña de mis ojos, si olvido vuestra mirada suplicante.

Mis hermanos que viven en el destierro de la guerra, masticando el ruido y el horror de cada día, vejados, violentados, mutilados. ¿Quién podrá olvidar sus heridas, la muerte de aquel padre o de aquel novio? Que caiga en amnesia profunda, si olvido vuestra desgracia y sufrimiento. Hermanos que viven en el destierro de la marginación, presos, extranjeros, despreciados y ut i l izados, ancianos, recluidos, no queridos, enfermos crónicos y deficientes,

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ante quienes se desvía la mirada. Yo quiero contemplaros cara a cara, para que no se me borre nunca vuestra imagen. Que se me paralicen mis piernas, si no acudo a visitaros. Vivo en el país de la abundancia y me piden que me alegre, que viva al compás de los que triunfan, que no sea gafe y aburrido. Pero, si cierro los ojos,

aun en medio del canto y la película, siento la voz de mis hermanos, que están allá, tan lejos, que están aquí, tan dentro. No puedo prometeros muchas cosas, pero os juro, por mi vida, que no olvidaré nunca vuestros nombres, pues juntos compartimos el dolor y la esperanza.

ORACIÓN A SAN JOSÉ POR LOS MARGINADOS Y ahora, José, pequeño y marginado, que pasaste por la vida sin hacer ruido, que te perdiste en tu misión, que no has tenido buena prensa, casi olvidado, hoy queremos presentarte a todos los seres pequeños, a toda la gente buena y escondida, a todos los que no tienen figura ni nombre, a los anónimos de la historia pero que también la hicieron y la sufrieron. Te presentamos, José, humilde y bueno: • a los que no tienen voz; • a los que no pueden decir su palabra por falta de cultura; • a los que ni siquiera permiten nacer; • a los que les fue peor haber nacido; • a los que se mueren de hambre; • a los que viven subdesarrollados; • a los esclavos y cautivos; • a los inútiles, deficientes y disminuidos; • a los débiles y viejos; • a los mendigos, los sin techo y los sufridos, que se aguantan con todo; • a los descastados e intocables —los parias del mundo—; • a los negros y los indios de América; • a los inmigrantes, que nadie quiere; • a los 42 millones de refugiados; • a las mujeres marginadas en tantos pueblos y religiones; • a las mujeres violadas y maltratadas; • a las prostitutas y homosexuales; • a los que son violados; • a los alcohólicos, toxicómanos y enfermos del SIDA; • a los leprosos y apestados; • a los enfermos terminales; • a los que están en las cárceles; • a las víctimas del terrorismo y a los condenados a muerte; • a los que viven sin libertad y sin derechos; • a los que no tienen familia ni techo; • a los huérfanos, hijos no queridos, maltratados, y a las viudas; • a los parados de larga duración y a las familias desahuciadas; • a los que trabajan en servicios considerados humillantes; • a los campesinos y gente de pueblo; • a los analfabetos y gente sin cultura, • a los que son vencidos y derrotados; • a los que fueron marginados; • a los que ahora mismo olvidamos y desconocemos.

Ya ves, José, amigo, cuántos y cuántos son tus protegidos. A ellos les gustará saber que pueden confiar en ti. Asegúrales que Dios les quiere, que son incluso sus preferidos, porque Jesús, tu hijo, fue un marginado como ellos. Diles que serán los primeros, que el Reino de Dios les pertenece.