6 El Concilio Vaticano II y Su Impacto en América Latina_ a 40 Años de Un Cambio en Los Paradigmas En

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    Sistema de Informacin Cientfica

    Gustavo MorelloEl Concilio Vaticano II y su impacto en Amrica Latina: a 40 aos de un cambio en los paradigmas en el

    catolicismo

    Revista Mexicana de Ciencias Polticas y Sociales, vol. XLIX, nm. 199, enero-abril, 2007, pp. 81-104,

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Mxico

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Revista Mexicana de Ciencias Polticas y

    Sociales,

    ISSN (Versin impresa): 0185-1918

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    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

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    El Concilio Vaticano II y su impacto en Amrica Latina:a 40 aos de un cambio en los paradigmas en el catolicism

    Gustavo M

    Resumen

    En este artculo, el autor examina el

    recorrido operado en la Iglesia catlica

    durante el Concilio Vaticano II. La in-

    fluencia del Concilio en el catolicismo

    en esos aos ayuda a explicar el auge

    de los movimientos de izquierda en laAmrica Latina de los aos sesenta. Se

    comienza rescatando algunos antece-

    dentes que ayudan a entender mejor el

    cambio que signific el Concilio: los Pac-

    tos de Letrn, la Nouvelle Theologie, el

    movimiento ecumnico y por supuesto,

    el impacto de la segunda guerra en Euro-

    pa. Asimismo, se analizan los rasgos del

    pensamiento cristiano que significaron

    un viraje en las posiciones de la iglesia y

    dejaron abierta la posibilidad de dilogo

    con el socialismo en general.

    Abstract

    In this article, the author exam

    path that the Catholic Church

    during the Vatican Council II,

    it assumes that the influenced

    Council in the Catholicism allow

    Christians to join the Leftist anlutionary Movements during the

    The paper starts with the facts t

    pared the Council, like the Letra

    the theological school called

    Theologie, the Ecumenical m

    and War World II. After this over

    paper goes inside the Catholic

    in order to highlight the feature

    point of view that meant a ch

    mind in the Church and opened

    towards a dialogue with the

    followers.

    Palabras clave: catolicismo, izquierda,

    Amrica Latina, revolucin, Concilio

    Vaticano II.

    *El autor agradece el apoyo delJesuit Insti-tute, de Boston College, para la culminacinde este trabajo.** Universidad Catlica de Crdoba, ObispoTrejo 323, X5000IYG Crdoba, Argentina.

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    Parte de la utopa socialista enAmrica Latina durante los aos60 fue influenciada por el rela-to cristiano. Muchos cristianos seacercaron a la izquierda conside-rando al socialismo como la mejoropcin para lograr la liberacinde la esclavitud y la miseria. Elimpulso tico provocado por la si-tuacin lmite de la pobreza fue

    la sustancia de la unidad polti-ca entre sectores de la izquierday grupos cristianos. El conflictose plante de tal modo que fueimposible para alguien con ideasmorales no tomar partido.

    La cultura ciudadana y la socie-dad civil de la poca compartan engran parte el proyecto de la comu-nidad justa, equitativa, liberada. Eneste sentido, por izquierda se en-tenda la lucha contra la barbarie, elintento de disminuir las injusticias,buscar la fraternidad, la rebelin con-tra la explotacin, la dominacin yel empobrecimiento. Bajo la califi-cacin, un tanto amplia, de izquier-das se agruparon movimientos que,aplicando el anlisis marxista, plan-teaban objetivos sociales emanci-patorios. Fue en este ambiente en

    el que los cristianos comprometi-dos empezaron a tomar opcionespolticas que postulaban la trans-formacin total de la sociedad. Lasrelaciones que se establecieron en-

    tre estos cristianos y la izquierdano fueron entre instituciones sinoentre culturas religiosas y polticas,en un contexto de modernizacin yconflictos.

    El cambio de mentalidad enlos catlicos que hizo posible es-ta alianza ha sido atribuido al im-pacto que caus la teologa surgidadel Concilio Vaticano II.1 El obje-

    tivo de este trabajo es investigarel impacto que el Concilio, de cu-ya clausura se cumplieron 40 aosrecientemente, tuvo en las rela-ciones que se dieron entre la Igle-sia y la Izquierda en la dcada del60 en nuestro continente.

    Abordaremos el proceso histri-co teniendo en cuenta la perspec-tiva del actor catlico, resaltandolos puntos en los que su fe nutri lapraxis poltica de los catlicos pro-gresistas. Creemos que el anlisisde la intencin poltica quedara in-completo sin una fundamentacindesde la creencia religiosa ya queno es posible explicar lapraxispo-ltica sin comprender el pensamien-to que la nutre. Intentaremos verla poltica desde la perspectiva delos actores. En vista de que muchos

    catlicos hicieron poltica desde lafe, su opinin poltica, por lo tanto,tuvo una dimensin teolgica. Lonovedoso fue que esa participacinadquiri matices impensables des-

    de la mentalidad conservadorla que la Iglesia se haba mandurante la mayor parte de su ria en Amrica Latina.

    Si bien la influencia eclesla vida poltica y social de loses latinoamericanos no fueva, s lo fue el tinte progreLa razn est en que el cristmo latinoamericano, que s

    al calor de los debates en torConcilio Vaticano II, no fuemundisino transformatio muncatolicismo se transform en uligin que le peda a sus segucomprometerse con la causapobres a travs de una reestructural de la sociedad ctindose en una fuerza polticgresista.

    En la dcada antes menciomientras el discurso teolgicblaba de bien comn, justicia y dignidad del hombre, la apastoral de los grupos eclescomo por ejemplo la Accin lica, gener espacios de compso poltico para sus miembrosesto suceda cuando los gobiautoritarios haban cerrado, etodo el continente, cualquie

    va de participacin polticeste modo, las organizaccatlicas desempearon el de fuerzas polticas de sucin.2

    1Jean Meyer (con la colaboracin de Federico Anaya Gallardo y Julio Ros ), Samuel Ruiz en San Cristbal 1960-2000, MTusquets, 2000, p. 26.2Ibid., p. 27.

    Introduccin

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    Muchos grupos de cristianos re-volucionarios, en diferentes pasesde Amrica Latina, explicarn su

    comportamiento social apoyn-dose en lo que se denominarcatolicismo posconciliar: una ac-tualizacin de la enseanza de laIglesia condensada, despus delConcilio, en los documentos Po-

    pulorum progressio, la Declaracinde los Obispos del Tercer Mundoyel Documento deMedelln.

    A comienzos del siglo XX, la Igle-sia se perciba a s misma comouna sociedad perfecta, una ins-titucin que, frente a la imper-feccin del Estado y la sociedadcivil, se atribua la plenitud depoder, poder que eventualmentedelegaba en otras instituciones.El proyecto eclesistico-polticosubyacente era el de la restaura-

    cin de la cristiandad.3

    La Igle-sia haba perdido influencia en elmundo moderno y lo que intenta-ba era reconstruir el mundo occi-dental como sociedad cristiana.

    La resignacin de los EstadosPontificios en favor de la unidaditaliana, con la firma de los Pac-tos Lateranenses en febrero de1929, signific un golpe a la ideade cristiandad clsica e implicuna modificacin de ese proyec-to: el cristiano deba conquistarla vida cultural y poltica en ca-da nacin sin el apoyo del Estadovaticano.

    Esta prdida de poder polticohizo que la jerarqua tomara con-ciencia, hacia los aos treinta delsiglo XX, de la necesidad de re-conquistar la cosa pblica para

    la Iglesia. La ausencia de EstadosPontificios haca necesaria la bs-queda de otros caminos para in-

    fluir desde la perspectiva ca en la vida civil de las sdes. La Iglesia deba conen una fuerza viva dentro dsociedad. Junto con la refordica que en 1917 haba edo la tortura y la pena de al hereje, la firma de los contribuy a afianzar su pfuerza espiritual.4 Lo par

    de esta situacin fue quejar de ser una potencia egan neutralidad y fortalimagen de mediadora.

    As, con la premisa de ctirse en una fuerza espiritinfluyese en el curso de la un pas, surgieron distintciaciones seculares destinser el brazo de la jerarquavida civil. La primera de ela Juventud Obrera Catlicfundada por el padre Josedijn (1882-1967) en Bque tena por objetivo intrse en el mundo obrero.5Si difusin de este movimieimportante en Amrica LaAccin Catlica fue la instlaica por excelencia de la Iglsiglo XX. Nacida en la dcad

    30, su poca de esplendortendera, en Amrica Latinta los aos 70. En su inte

    La gestacin del Concilio

    3Entendemos por cristiandad el modelo social en el que la Iglesia es tutora no slo del Estado sino, tambin, de toda la vida civicomunidad. Meyer (ibid., p. 17) sostiene que la Iglesia, en este modelo, afirmaba el control del poder temporal por el espiritual inconstruir la sociedad humana como reino de los cielos; disimulando las aspiraciones de poder poltico con un discurso teolgico.4Esta reforma signific la renuncia a pretender que el Estado imponga una ley religiosa a sus ciudadanos reconociendo, tarda y rudimente, que era una institucin diferente a la Iglesia. Vid. Joseph Lortz, Historia de la Iglesia, Madrid, Cristiandad, 1982, p. 630.5Roger Aubert (ed.), Nueva historia de la Iglesia. Tomo V. La iglesia en el mundo, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1977, p. 508.

    Cuestiones Contemporneas

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    restaurar la vida cultural catlicay de ser una forma de misin enel mundo actual realiz su trabajo

    a travs de sus ramas especiali-zadas: la Accin Catlica Obre-ra (que incluye a organizacionescomo la mencionada JOC), Agra-ria, Juvenil, Estudiantil, Universi-taria, etc.6De la Accin Catlicasurgiran la mayora de los gran-des dirigentes que tuvo la Demo-cracia Cristiana, agrupacin quenaci como un intento de acceder

    al poder a travs de los mecanis-mos de la democracia de parti-dos.7

    Uno de los objetivos de la Ac-cin Catlica en Amrica Latinafue el de despertar en las clasesdirigentes la preocupacin socialy guiarlas, bajo la direccin de laIglesia, a acciones de tipo pater-nalista destinadas a paliar la po-

    breza. En muchas ocasiones, elEstado liberal anticlerical se ha-ba encontrado desbordado por el

    problema social y busc ayuda enlos eclesisticos; stos, a su vez,al ver que podan influir nueva-mente en lo pblico, no siemprefueron prudentes en su colabora-cin.

    Ms all del mutuo oportunismode estas alianzas, lo importante fueque muchas personas descubrieronun espacio de participacin pblica,

    como cristianos, a travs de estetipo de iniciativas. No se vieron co-mo meros colaboradores o ejecutoresde la voluntad de la jerarqua, sinocon una funcin especfica; eranuna elite que descubra su rol8 ytomaba conciencia de su influen-cia en la vida social y poltica. Esteimpulso recibi un aporte muy im-portante desde el campo intelec-

    tual con la aparicin de un nmismo que quera dialogar cpensamiento contemporneo, e

    nado en figuras como Jacqueritain (1882-1973), Maurice B(1861-1949) y Jean Guitton (1999). Como consecuencia dereflexin surgieron existenciacristianos, humanistas democos y filsofos personalistasseglares que reciban esta fcin teolgica poco a poco seron haciendo crticos de la po

    de ghetto y comenzaron a tearse la idea de ser un grupovalorando la modernidad, intra transformar las estructurassociedad. Las enseanzas demento en la masa dieron untrato evanglico a esta concide vanguardia.

    6Leo Scheffczyk, Evolucin de la teologa entre la Primera Guerra Mundial y el Concilio Vaticano II, en Hubert Jedin y Konrad RepgeManual de historia de la Iglesia.Tomo IX, Barcelona, Herder,1984, p. 393; Enrique Dussel, Historia de la Iglesia en Amrica Latina. Medio de coloniaje y liberacin(1492-1992), Barcelona, Nova Terra, 1974, pp. 180, 181.7Los orgenes de la Democracia Cristiana (D.C.) se remontan a la Europa de la entreguerra. El antecedente ms conocido fue el Partido de Don Sturzo en Italia. Cuando a los catlicos se les abri la posibilidad de actuar en poltica, aquellos que se adhirieron a la democracforma de gobierno se plantearon la necesidad de organizar partidos de inspiracin cristiana que, si bien no fueron confesionales, tuuna base social predominantemente catlica. Las relaciones con la jerarqua eclesial de los distintos pases no siempre fue fcil. DespuSegunda Guerra, ya bajo la inspiracin concreta de Jacques Maritain, Giorgio La Pira, Alcides de Gsperi, el Padre Lebret y otros, y sigla enseanza social de la Iglesia, se organizaron partidos de dicho signo aunque no todos portaron el nombre de cristianos. Cobraro

    impulso en la dcada de los 50 y 60. En Amrica Latina se sigui el ejemplo y se fundaron partidos en casi todos los pases con diferesultado. Aunque la pertenencia al credo catlico de sus dirigentes puede ser un punto en comn con el nacionalismo catlico, las fuepensamiento y la concepcin del mundo son totalmente distintas. Mientras la D.C. abrevaba en las fuentes mencionadas, los profranqse inspiraban en Charles Maurras o Jos Antonio Primo de Rivera. Muchos principios democrticos planteados por la D.C. (tales como la lde opcin poltica para los cristianos, la necesidad del compromiso poltico, la autonoma de lo temporal, la independencia y cooperacila Iglesia y el Estado, etc.) fueron muy criticados, hasta que la teologa posterior al Concilio Vaticano II los incorpor al pensamiento cVid. Eduardo Crdenas, La iglesia colombiana, en Quintn Aldea Vaquero y Eduardo Crdenas Guerrero (dir.), Manual de Historia de la IgLa Iglesia del siglo XX en Espaa, Portugal y Amrica Latina, Barcelona, Herder, 1977, p. 699; R. Aubert, op. cit., p.507; F. Pike, La IglLatinoamrica de la independencia a nuestros das, en ibid., p. 359-340.8La encclica Mystici Corporis, del 19 de junio de 1943, enfatiza esta conciencia de un rol especfico, distinto del de los religiosos. Estno pocos choques con ciertos obispos que, en algunos casos, lo nico que buscaban eran extensiones de su influencia en distintos de la vida profana.

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    La Segunda Guerra Mundial fueuna catstrofe que cambi Europa.Este acontecimiento repercuti demltiples maneras en la vida de laIglesia; an hoy es un tema no re-suelto. Las relaciones de la Iglesiacon el nazismo, el papel jugado enla defensa de los judos, la tareapastoral emprendida por muchossacerdotes en los campos de trabajo

    forzado, la necesidad de trabajarjunto a otros cristianos no cat-licos por la reconstruccin de Eu-ropa y la defensa de la libertad deconciencia frente al comunismomarcarn el debate catlico de losaos posteriores.

    Lo vivido en la guerra, el fra-caso de la mentalidad del progre-so indefinido, la destruccin delcontinente ms civilizado y la cri-sis del individualismo significaronel resurgimiento de valores tras-cendentales que la Iglesia creamuertos en la secularizada cultu-ra europea. A su vez, estas mis-mas vicisitudes plantearon a laIglesia la necesidad de revalorizarel mundo y reconocer los valoresde la modernidad. Si quiere proponera este mundo lastimado el mensaje

    del amor y la esperanza cristianatiene que dialogar con l, escu-charlo, comprenderlo. Este marcoanmico ti el proceso que crista-

    lizara en la convocatoria al Con-cilio Vaticano II. Si bien es ciertoque muchas de estas perspectivas sevenan planteando en la intimidadde ciertos crculos, fue el dolor dela guerra lo que hizo a la Iglesiamirar al mundo con otros ojos.

    La teologa occidental supone,desde hace siglos, una filosofa.Numerosos autores pedan a la

    teologa una reconciliacin conlas diversas corrientes de la filo-sofa contempornea, una relectu-ra de la tradicin y las Escrituras ala luz de los problemas del hom-bre moderno, de su pensamiento ysus preocupaciones. La reorienta-cin antropolgica de la reflexindogmtica se fue dando en partepor los estmulos de las discu-siones filosficas del momento, entorno a autores como Georg Wil-helm FriedrichHegel (1770-1831),Sren Kierkegaard (1813-1855),Karl Marx (1818-1883), EdmundHusserl (1859-1938), Martin Hei-degger (1889-1976) y Jean-PaulSastre (1905-1980). La influen-cia de las filosofas personalistasy existencialistas se tradujo en unnuevo modo de entender la con-

    ciencia humana, como un espaciode encuentro ntimo con Dios en elque el hombre ejerca su libertad.Esta libertad de la conciencia frente

    a la ley se manifest en lade autores cristianos que sprometen por las luchas del que busca su libertad, tamo Franois Mauriac (1885GeorgesBernanos (1888-19propio Maritain. En el dilogpensamiento moderno, la tdescubri nuevos objetos ddio, temas que los telogos d

    tiempos no se haban plaEl redescubrimiento de Hegpreocupacin marxista por etido de la historia, por ehicieron que muchos pencatlicos se preocupen porpoda aportar a la reflexilica esta perspectiva descpor la teologa tradicional, eda en el estudio de las esTodas estas tendencias se lidaron en torno a los trabun grupo de telogos9engbajo la denominacin de Nthologie.

    Desde el punto de vistagico, la conciencia de la dad de acercarse al mundoen paralelo con el afn derir contacto con las fuencristianismo. Junto con el

    cubrimiento de los Padreotra vertiente de este retlas fuentes fue la renovacestudio bblico y el consi

    El impacto de la guerra y la reconciliacin con el mundo

    9Tales como Henri de Lubac (1896-1991) e Yves Congar (1904-1995), entre otros. La mayora de estos telogos trabajaba en centros acfranceses y belgas.10Se denomina as a los primeros autores cristianos de los siglos II al VI.

    Cuestiones Contemporneas

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    replanteo de todas las materiasde la teologa que se apoyaban enella.11La encclica Divino afflanteSpirito (1943) y las indicacionesdadas en 1948 y en 1955 sobre elGnesisy el alcance de los decre-tos de la Comisin Bblica contri-buyeron a dar a la investigacin delas Escrituras un sentido pruden-temente progresista.

    Evidentemente este no fue unproceso sin obstculos. Las cen-suras a la obra de algunos telo-

    gos y los llamados a la prudencia adiversas publicaciones, nos mues-tran que la inercia institucional eramuy fuerte. Una figura emblem-tica del drama de la apertura fuePierre Teilhard de Chardin (1881-1955). Su esfuerzo por releer toda larealidad desde la luz de la fe inten-tando una actitud espiritual quepermita el reencuentro de la reli-gin con el pensamiento cientficoy el silencio al que fue condena-do, marcan las fuerzas enfrentadasen este intento de reconciliar a laIglesia con el mundo.

    Uno de los campos en dondese manifestarn los intentos deapertura y las resistencias fue el

    mundo de las ciencias, en espe-cial las sociales y la sicologa. Losprogresos en estas reas obligarona la Iglesia a replantearse algu-nos problemas. Se hizo habitual lapresencia de catlicos en las cien-cias ya que haban dejado de seruna sospechosa mquina de gue-rra contra la religin y la moral.

    La preocupacin de algunos

    miembros de la Iglesia por acercarsea la realidad del mundo modernose vio impulsada decididamente porJuan XXIII (1881-1963) quien re-nunci francamente al proyecto derestaurar una cristiandad de tipomedieval. Angelo Roncalli habadesarrollado una intensa actividadcomo diplomtico. Tanto en Pa-rs como en Turqua fue tomandoconciencia de la brecha que exis-ta entre la Iglesia y el mundocontemporneo. Estaba convenci-do de que la Iglesia deba adaptarsu predicacin, su organizacin

    y sus mtodos de pastoral mundo que se haba transfdo profundamente. Una vez e

    papa, convoc al Concilio Vano II (1962-1965) con el proto del aggiornamentopara lobusc la colaboracin de lospos del mundo entero y de rentes teolgicos, incluso diglesias cristianas no catlicesta conciencia de necesidaabrir la Iglesia al mundo se m, tal vez por su origen fa

    modesto, el deseo de trabajala creacin de un mundo mEl llamamiento a la justiciaigualdad de su encclica MaMagistra12sorprendieron favomente a los ambientes de izda.13La sinceridad que se peen el Papa bueno qued mfestada en la calurosa recede su ltima encclica, PaceTerris,14en la que intent uncamiento entre los grandesques hegemnicos.

    11Fue muy importante, para la renovacin teolgica, el conocimiento que los telogos y biblistas catlicos tuvieron de la teologa y, sobde la exgesis protestante ya que sta estaba, antes del Concilio, ms desarrollada que la catlica. Ver J. Lortz, op. cit.,p. 612.12Promulgada el 15 de mayo de 1961, trata sobre el desarrollo de la cuestin social a la luz de la Doctrina Cristiana y presenta a la Iglesi

    Madre y Maestra, de all su nombre en latn Mater et Magistra. Entre otros temas, Juan XXIII advierte en ella que la cuestin social tiedimensin mundial y que as como se puede hablar de personas pobres, tambin se debe hablar de sectores pobres y naciones pobres.Asimismo, reafirma el carcter de derecho natural de la propiedad privada; enfatiza en el derecho de los trabajadores de sindicalizarla necesidad de que los salarios estn de acuerdo con la dignidad humana del trabajador y de su familia y sostiene que una economa jslo depende de la abundancia y distribucin de bienes y servicios sino que incluye el papel de la persona humana como sujeto y objebienestar. N.E.13En un reportaje, Ernesto Che Guevara afirmaba que la encclica tena cosas interesantes y que, aunque l no coincida con todo, eprogresista y se adaptaba a lo que ocurra en el siglo XX. Ernesto Guevara de la Serna, La revolucin. Escritos esenciales, Buenos Aires, 1997, pp. 144-146; R. Aubert, op. cit., p. 503.14Fue publicada el da 11 de abril de 1963. En ella, el Santo Pontfice hace una profunda reflexin sobre las condiciones que han de ipara que haya una verdadera paz en el mundo. Enfatiza la comn pertenencia a la familia humana y exhorta a las gentes de todos los de la tierra a vivir en seguridad, justicia y esperanza ante el futuro. N.E.

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    La Iglesia del siglo XX haba cre-cido lentamente en su capacidadde dilogo con otras creencias y fi-losofas. Desde el rechazo tajanteal ecumenismo15por el decreto delSanto Oficio del 4 de junio de 1919,hasta el envo de una delegacinoficial al Consejo Mundial de Igle-sias en Nueva Delhi en 1961;16 odesde la mencin de los judos co-

    mo deicidas y prfidos en la li-turgia,17hasta la creacin de unacomisin vaticana para atender lasrelaciones con el judasmo,18 pa-sando por la ya famosa frase de PoXI somos espiritualmente semi-

    tas,19encontramos muchas mues-tras de este cambio de actitud delos catlicos.20

    De especial inters revisti eldilogo que el Vaticano empren-di con los crculos polticos de laizquierda. Durante el siglo XIX elsocialismo haba sido el ms du-ro adversario de la Iglesia en lacuestin social.21 Luego, con el

    marxismo, surgi para la Iglesiaun rival que no slo renunci a laprctica religiosa, sino que propa-gaba el atesmo de un modo mili-tante. El pensamiento comunistausurpaba el mito soteriolgico

    cristiano y lo haca intrano: el salvador y la vida fepara el cristiano seran ren el ms all, eran propueel ms ac de la sociedad ses y la praxis revoluciona1920, Benedicto XV (1845denunci las ideas comen el Motupropio, BonumPo XI conden en las en

    Misserantissimus Redemptritate Christi compulsiy enRedemptoris al bolcheviqusus procedimientos, extenal comunismo los reparos Iglesia decimonnica tena

    15La Iglesia catlica habla de ecumenismo cuando se refiere a otras confesiones cristianas y de dilogo interreligioso cuando lo con otras religiones no cristianas.16Si bien en Amrica Latina no haba tantas confesiones cristianas como en Europa, la primera reunin de la Conferencia Episcopalmericana (CELAM) en Ro de Janeiro (1955), Brasil, recomend las relaciones con medios protestantes. Es posiblemente en las actas

    reuniones en donde por primera vez la Iglesia oficial se refiere a las otras confesiones cristianas como hermanos separados.17Jacques Maritain se haba preocupado por este tratamiento dado a los judos en el misal catlico. Vid. Jean Lacouture, Jesuitas IItinuadores, Barcelona, Paids Ibrica, 1994 p. 568.18Juan XXIII le pidi al Cardenal Agustn Bea, un estudioso del Antiguo Testamento, que se entrevistara con el historiador judo Jupara crear una comisin permanente con vista a sanear las relaciones judeo-catlicas. El jesuita Bea, alemn como muchos de los colade Po XII, haba sido nombrado director del Instituto Bblico de Roma en 1930. Durante casi veinte aos fue un referente obligadinterpretacin catlica del Antiguo Testamento. El estudio de la Biblia lo puso en contacto con medios protestantes y judos. En 194rector del Bblico, escondi en los espaciosos stanos del edificio a numerosos miembros de la comunidad juda de Roma, inclusive pra un oficial de las SS el acceso al edificio, en octubre de ese ao. Este hecho, conocido en medios judos, lo hicieron ganarse el respcomunidad hebrea. Su figura proftica dice el boletn de las Amistades Judeo-cristianas sobre el Cardenal Bea ha inaugurado upoca en las relaciones entre la Iglesia y el judasmo. Vid.Jean Lacouture, op. cit., pp. 581, 587-588.19El 6 de septiembre de 1938, Po XI (1857-1939), declaraba frente a los responsables de la radio catlica belga: Por Cristo y en Crisde la estirpe de Abraham. No, no es posible a los cristianos participar en el antisemitismo. Reconocemos a cualquiera el derecho a dea poner los medios para evitar aquello que ataca sus legtimos intereses. Pero el antisemitismo no es aceptable. Nosotros somos espirit

    semitas, en http://www.raoulwallenberg.net/?es/interfe/interconf/1001019.htm20Otra vertiente del movimiento ecumnico provino de los intentos de dilogo con los ortodoxos. El inters ecumnico de Po XI sesobre todo en las Iglesias orientales. Fund en Roma, en 1922, el Instituto Oriental, dedicado a investigar las iglesias ortodoxas yuna investigacin seria que llevara a estrechar vnculos con estas confesiones. Para la teologa del siglo XX, la cuestin de la ruOriente dej de ser una polmica en la que se intentaba repartir culpas. Se trataba de una desgracia, de un hecho lamentable que solucionado.21Aunque eran posturas decididamente contrapuestas, tanto en el socialismo como en el marxismo hubo cierto reconocimiento atancia de lo religioso. El socialismo francs de la dcada de 1840, y antes los utpicos del 1800, tuvieron un marcado carcter religadmiradores de Cristo, defensor de la igualdad y la solidaridad. El socialismo era el Evangelio en accin. Y a la inversa, los pensadores franceses de principios del siglo XX tambin podan ser calificados de socialistas. El movimiento de cristianos revolucionarios es hela tradicin de anticapitalismo cristiano progresista francs: Charles Pguy (1873-1914), Emmanuel Mounier (1905-1950), Simone W1943), los Cristianos Revolucionarios del Frente Popular, la Resistencia antinazi de Tmoignage Chrtien, los curas obreros. Mounier, q

    El catolicismo en dilogo

    Cuestiones Contemporneas

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    el socialismo. A esto se le agreganlos temores que siempre despertIsif Stalin para la Secretara de

    Estado vaticana.Concluida la Segunda Guerra, se

    form un grupo de intelectualesversados en la filosofa marxistaentre los que se destac el jesui-ta Jean-Yves Calvez (1927-).22Ha-cia 1958 se dio la primera reuninformal entre representantes delsocialismo democrtico y el cato-licismo. Esto ocurri en Alemania,

    en el Congreso de la Academia Ca-tlica de Baviera, en enero de eseao. La cabeza visible de los pen-sadores catlicos fue otro jesuitacolaborador de Po XII, el padreGustav Gundlach (1892-1963).23

    Si bien su primera encclica, Ma-ter et Magistra, reitera la condenaal comunismo, Juan XXIII puso lasbases para un dilogo entre cristia-

    nos y marxistas. Segn su magis-terio las diferencias con el comu-nismo eran varias. La concepcin

    socialista del mundo limitaba lavida del hombre y la sociedad alo puramente material; tambinera limitada la concepcin de quela meta de la organizacin socialera la produccin de bienes.24 Elsocialismo coartaba la libertad alperseguir la prctica religiosa: laIglesia afirmaba que el hombrebuscaba la trascendencia y que la

    religin no era opio ni engao. Nila construccin de una comunidad,ni la paz o la justicia se lograransin Dios.25 Aunque el Estado so-cialista asumiera la funcin deayudar a la gente, la Iglesia se-guira sosteniendo la necesidadde la propiedad privada, si bieneste derecho mantena una fun-cin social inalienable.26

    Ms all de estas difereen Pacem in Terris, el Papaamado de la historia coinc

    con el diagnstico de crisicial grave y la necesidad dmar medidas firmes que ayual bien comn, evitando la vicia.27Comienzan a hacerse dciones que sern fecundas.

    - - - - - - - - - - - - - - -Se ha de distinguir tambin cuid

    mente entre las teoras filosficas

    la naturaleza, el origen, el fin del

    y del hombre, y las iniciativas deeconmico, social, cultural o po

    por ms que tales iniciativas haya

    originadas e inspiradas en tales t

    filosficas; porque las doctrinas, u

    elaboradas y definidas, ya no ca

    mientras que tales iniciativas, e

    trndose en situaciones histricas

    nuamente variables, estn forzosa

    sujetas a los mismos cambios. Ad

    muy ledo por los catlicos posconciliares latinoamericanos, le critic al capitalismo el imperialismo del dinero, la anonimidad del mercanegacin de la personalidad humana. Propuso un socialismo personalista, que tena que aprender del marxismo, en una alternativa a My la D.C., posibilitando la idea de que no era necesario bautizar la revolucin; haba una sola historia que avanzaba hacia Dios (RafaeSalazar, La izquierda y el cristianismo, Madrid, Taurus, 1998, p. 144). Por otra parte, dentro del marxismo clsico, Lenin (1870-1924) sque no se poda plantear el tema religioso al margen de la lucha de clases, haba que entenderlo y apreciarlo en ese contexto. Las convireligiosas no tenan que ser un obstculo para quien quisiese ser revolucionario. Rechazar a un revolucionario por sus convicciones religiohacerle el juego a la burguesa (Martha Harnecker, Estudiantes, cristianos e indgenas en la revolucin , Mxico, Siglo Veintiuno Editorespp. 110-112). Rosa Luxemburgo (1870-1919), a su vez, sostuvo que si los curas quieren ser fieles al mandamiento del amor, deben acemovimiento socialista. Antonio Gramsci (1891-1937) vea en el postulado de todo hombre es hijo de Dios el fermento de las ideas de igfraternidad y libertad entre los hombres. Para este autor, el cristianismo era, en ciertas condiciones histricas, una forma de expresivoluntad de las masas, una forma de racionalidad del mundo y de la vida. Ernst Bloch (1885-1977) vio en las formas de protesta y rebela religin una de las manifestaciones del principio de esperanza. El socilogo marxista Lucien Goldman compar la fe marxista con la real afirmar que ambas rechazan el individualismo y creen en valores transindividuales, ya sean Dios o la comunidad. Finalmente, en ALatina, Jos Carlos Maritegui (1894-1930), afirmaba que la fuerza del revolucionario estaba en su fe, su pasin, su voluntad. La revo

    tena componentes msticos y religiosos, haca surgir valores espirituales como la solidaridad, la indignacin moral, el compromiso de(Michael Lwy, Guerra de dioses. Religin y poltica en Amrica Latina, Mxico, Siglo Veintiuno Editores, 1999, pp. 22-30).22Su obra ms importante fue El pensamiento de Carlos Marx, Taurus, 1966 (5), Madrid.23Wilhelm Weber, Problemtica del Estado y la sociedad, en H. Jedin y K. Repgen, op. cit., p. 378.24Juan XXIII, Mater et Magistra, en Divini Redemptoris, Mystici Corporis, Mater et Magistra, Pacem in Terris, Populorum Progressio, DocumenConcilio Vaticano II, Mensaje de los 18 Obispos del Tercer Mundo, Primera conferencia del CELAM en Ro de Janeiro, Segunda conferencia delen Medelln, p. 34. Tambin disponible en http://www.vatican.va/holy_father/john_xxiii/encyclicals/documents/hf_j-xxiii_enc_150mater_sp.html25Ibid. pp. 214-217.26Ibid., p. 120.27Juan XXIII, Pacem in Terris, en ibid., pp. 161, 162. Tambin disponible en http://www.vatican.va/holy_father/john_xxiii/encyclicalments/hf_j-xxiii_enc_11041963_pacem_sp.html

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    quin puede negar que, en la medida en

    que estas iniciativas sean conformes a

    los dictados de la recta razn e intrpre-

    tes de las justas aspiraciones del hom-bre, puedan tener elementos buenos y

    merecedores de aprobacin?.28

    - - - - - - - - - - - - - - - -Esta afirmacin abra las puer-

    tas a los catlicos que queran co-laborar con proyectos polticos noconfesionales. Los catlicos puedenentrar en proyectos comunes con losque piensan distinto29puesto que

    siempre se ha de distinguir entreel que yerra y el error.30El atesmodejaba de ser un problema polti-co y se converta en una cuestinantropolgica, en una cuestin delibertad de conciencia.

    Si bien el anuncio de Juan XXIII del25 de enero de 1959 convocandoa un Concilio fue sorprendente, laidea haba sido considerada porsus antecesores Po XI y Po XII(1876-1958), quien intent mo-dernizar el funcionamiento admi-nistrativo vaticano.31

    La convocatoria lanzada porRoncalli, acogida tmidamente en la

    mayora de las dicesis de Amri-ca Latina, signific un cambio im-portante respecto de los conciliosanteriores en dos aspectos: uno,por la creacin de una comisinpara el apostolado de los laicos y,dos, la eleccin de obispos encar-gados de dicesis, es decir con untrabajo pastoral concreto comomiembros de las comisiones. Sibien en un primer momento pre-

    dominaban los simpatizantendencias conservadorasbin aparecieron los nomlos antiguos perseguidosNouvelle Thelogie.32

    El Concilio se inaugur eoctubre de 1962 y se clausude diciembre de 1965. Contpresencia de 2500 padresliares,33siendo hasta ahora

    universal en la historia de la En la asamblea se reunieropos de los cinco continenun peso importante y desdo hasta entonces de las

    jvenes.Las resoluciones del C

    fueron surgiendo de la tenstre progresistas y conservaLos conservadores, numrite ms dbiles, estaban ap

    28Ibid., p. 159.29Ibid., p. 160.30Ibid., p. 158.31Hacia 1950 se produce un cambio evidente: posiblemente la velocidad de algunas reformas haya asustado a algunos sectores que prcontra el peligro de adaptaciones y compromisos irreflexivos. Vid. R. Aubert, op. cit., pp. 492-500.32Se conoce como Nouvelle Thologie(nueva teologa en francs) a una importante escuela de pensamiento dentro dloga catlica que surgi a mediados de los aos 20 del siglo pasado entre telogos franceses y alemanes, principalmenintelectuales deseaban llevar a cabo una reforma teolgica en el seno del catolicismo como reaccin al dominio del pensescolstico medieval y al criticismo eclesistico de la Modernidad; propusieron el retorno de la teologa catlica a soriginal de pensamiento y expresin. Para lograrlo, pugnaron por un regreso a las races de la fecristiana: las Escrituescritos de los Padres de la Iglesia. Los telogos de esta corriente ejercieron gran influencia en las reformas que gen

    Concilio Vaticano II. Entre sus ms conocidos exponentes se hallaban Pierre Teilhard de Chardin, Hans Kng y Joseph Rel actual papa Benedicto XVI. N.E.33Es decir personas con voz activa, sin contar expertos peritos ni observadores.34Las diferencias de concepcin entre estos dos grupos se dan en torno al papel de la Iglesia ante el mundo y la estructura misma deen su interior. Los conservadores apostaban a una nueva cristiandad en lo temporal, y ponan el nfasis en la estructura jerrquIglesia hacia el interior. Los progresistas enfatizaban, por un lado, la necesidad de dialogar con el mundo y, por el otro, la identiIglesia como Pueblo de Dios. La diferencia de concepciones no qued resuelta en el aula conciliar. Una disertacin del obispo de CuMndez Arceo, en Puebla, el 17 de julio de 1970, dej expuesta esta tensin eclesial: La Iglesia no es una sociedad perfecta, es uque va peregrinando buscando la verdad () la Iglesia no tiene todas las frmulas para resolver sus problemas. Vid. Carlos Fazio, Lamartillo, Mxico, Joaqun Mortiz, Planeta, 1987, p. 14. Mndez Arceo apoyaba su apertura al dilogo y el tipo de pastoral empleada ecesis en la concepcin del Vaticano II de la Iglesia como Pueblo de Dios. El obispo poblano Octaviano Martnez, que representaba a lconservadora del episcopado mexicano, sostena una concepcin jerrquica e integrista de la Iglesia sociedad perfecta.

    El Concilio Vaticano II

    Cuestiones Contemporneas

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    por la Curia Romana; el grupo pro-gresista contaba con el aval de losobispos de los pases de misin

    o subdesarrollados y el mpetu deunos 300 expertos convocados pa-ra trabajar en distintas comisio-nes. Estos telogos presentaron alos obispos las nuevas tendenciasteolgicas, redactaron algunos bo-rradores, mantuvieron contactosdirectos, dictaron conferencias,etc. Su tarea constituy, para mu-chos padres conciliares, un reci-

    claje teolgico importantsimo.- - - - - - - - - - - - - - - -En el curso de la historia, pocas insti-

    tuciones han realizado una rectificacin

    semejante. No hubo ni un solo texto del

    Syllabus35y del Vaticano I,36de aquellos

    anatemas lanzados contra la libertad y la

    modernidad, que en esta ocasin no fue-

    se contradicho en la letra y en el espritu

    (...) Este mundo denunciado como per-

    verso por los prelados de Po IX en 1870

    es ahora, en 1965, alabado, saludado por

    la constitucin Gaudium et Spes.37

    - - - - - - - - - - - - - - - -

    La reflexin teolgica recibiaportes desde distintas situacio-nes. Los europeos insistieron en

    la apertura de la Iglesia a los nocreyentes, la inclusin de todosdentro de la categora de pue-blo de Dios. Amrica Latina, jun-to con el resto del Tercer Mundo,aportaron al debate los temas dela justicia y el desarrollo.38El Con-cilio fue un lugar de encuentro,de contactos, de conocimientopersonal de otras iglesias, de re-

    flexin teolgica. Sin este caudalde descubrimientos, hubiera sidoimpensable la declaracin conjun-ta de los Obispos del Tercer Mundoo la conferencia episcopal que, enMedelln, Colombia, marcara laposterior historia de la Iglesia la-tinoamericana.

    La reflexin histrica dej suhuella en algo tan intocablehasta ese momento como lo ha-ba sido la teologa dogmtica.Se estableci una distincin en-tre la sustancia de lo afirmado y

    la formulacin lingstica qutiliza, condicionada por unmento histrico determinado

    pensamiento abri las puertareflexin teolgica sobre el dcatlico que contina en nuedas.39

    El Vaticano II dio un imso definitivo al dilogo ecnico e interreligioso dentrla Iglesia catlica. A su veguiendo los razonamientospuestos por el telogo je

    John Courtney Murray (11967), consagr el principlibertad religiosa y la separde la Iglesia y el Estado hacver las ventajas que el catomo obtendra de semejanttitud.40

    Posiblemente el fruto mportante de todo este esfuerzel replanteo de la propia iddad catlica. Una parte impote de la Iglesia era conscienque esta renovacin no se hacer con las antiguas estr

    35El Syllabus de los Errores(latn, Syllabus Errorum) fue un famoso y controvertido documento expedido por el papa Po IX en 1864 coapndice de su encclica Quanta Cura. Adems de criticar furiosamente a la Modernidad y a movimientos poltico-sociales como el liberel socialismo y el comunismo, el escrito condenaba conceptos como la libertad de religin y la separacin Iglesia-Estado, as como el rlismo, el pantesmo y el naturalismo. N.E.36Primer Concilio celebrado en la ciudad del Vaticano; fue convocado por el Papa Po IX en 1869 para enfrentar al racionalismo y al galicEn este Concilio se aprob como dogma de fe la doctrina de la infalibilidad del Papa. N.E.37J. Lacouture, op. cit., p. 599.38

    Si bien estos temas no estn directamente plasmados en un documento conciliar, inmediatamente al final del Concilio, en 1967, aparencclica Populorum progressiode singular importancia para la comprensin del actor poltico catlico en Amrica Latina. Populorum Proes donde por primera vez el pensamiento social de la Iglesia aborda el tema del desarrollo estructuraldel mundo. Hasta entonces las reflde la Jerarqua haban quedado muy enmarcadas al mundo de la empresa o a los problemas sociales ms propios del mundo industrial.39Luis F. Ladaria, Qu es un dogma? El problema del dogma en la teologa actual, en Karl H. Noeufeld et al., Problemas y perspectivateologa dogmtica, Salamanca, Sgueme, 1988.40Murray plante el problema desde una perspectiva ms poltica que teolgica: el asentimiento y consentimiento de todos los ciudadciertos derechos y libertades solicitados por las constituciones de los Estados modernos se resuelven, para el catlico, cuando la Iglesiahiere a los principios de libertad de conciencia y al pluralismo religioso. Si bien el debate fue planteado en la cuestin de la libertad rela tesis de Murray fue un golpe decisivo al corazn del proyecto de Nueva Cristiandad, de un Estado catlico que defienda y proteja la John Courtney Murray, En torno a la libertad religiosa. La cuestin americana en el Concilio, en R. Lpez Jordn (ed.), Libertad religiosolucin para todos, Madrid, Studium, 1964.

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    ras eclesiales.41 Era necesario, sise pretenda dialogar con el mun-do contemporneo, no slo rejuve-

    necer la teologa sino tambin lasestructuras concretas de accin dela Iglesia, renovando la organiza-cin desde la funcin de los obis-pos hasta en la vida parroquial.42

    El Concilio incorpor a la re-flexin eclesial, desde una pers-pectiva ms inductiva, los temasrelacionados con la secularizaciny la pobreza. Asumiendo los pro-

    blemas del hombre se buscaron alter-nativas que tuviesen que ver con loespecfico cristiano. Surgieron nue-vos mbitos teolgicos, tales comola teologa poltica y la teologa de laliberacin. Esta reflexin, ms ensintona con las condiciones his-tricas, cambi las perspectivas deabordaje de los problemas sociales:ms que hablarle al mundo se tratde escucharlo.

    La Iglesia manifest la concien-cia de ser un grupo ms dentro dela sociedad, aceptando a sta co-

    mo una realidad secular y plura-lista. Se tom conciencia de quela autoridad eclesial puede tenerun ascendiente moral importante,pero no es una autoridad acepta-da por todos como tal. Adems,se reconoci que el laico cristianotiene una funcin orgnica en lavida de toda la Iglesia. Esta mi-sin se revaloriza y se lo anima a

    actuar en todos los mbitos de lavida. En definitiva, el Concilio fuela reconciliacin de la Iglesia conel espritu de la modernidad, elreconocimiento de que el mundoes autnomo de ella y de que laIglesia lo acepta tal como es.

    Esta aceptacin de la histo-ria humana hizo de sta un lu-gar teolgico, una oportunidadde encuentro con Dios. Los he-

    chos de la historia profanpara los cristianos, signostiempos,43 una interpelac

    Dios al creyente en un acmiento histrico concretuna invitacin a ver a Dioscircunstancias mundanas. tando esos signos y siguieprincipios evanglicos de y amor al prjimo, los critienen que cumplir su misel mundo ya que separar lla vida es un error. El que

    da sus obligaciones tempfalta con Dios y los hombreligin deja de ser opio y seforma en un estimulante cambio.

    Los cristianos deben trmar el orden econmico, spoltico para que la justiciaa todos.45Eso supone comterse con los oprimidos46

    tando las particularidades d

    41Es fundamental destacar la importancia de la renovacin litrgica. La liturgia es la dimensin de la fe cristiana que se ocupa de lapDios abarcando las formas de culto, de oracin, de celebracin; es toda expresin simblica y pblica de la fe, no slo de la piedadNos parece que es importante tenerlo en cuenta porque es un aspecto fundamental para entender la perspectiva del actor cristiano. Ende rezar se manifiesta la manera de creer, la forma cultual manifiesta el vnculo interior hacia Dios. Quiz sean estas mismas caracterque lo hacen ser un mbito conservador: se trata de mantener las tradiciones y los vnculos con el cielo y con los que antes rezaron enGran parte de la renovacin que hemos estado viendo se manifiesta en la liturgia. Tan fuerte es este impulso que, para algunos autoeste campo en donde ms lejos se llega. Se enfatiza el carcter comunitario de la liturgia, se busca fundamentar la renovacin en labblicas y se intenta un acercamiento a las culturas, al mundo contemporneo y los valores humanos. Vid. L. Scheffczyk, op. cit., pAubert, op. cit., pp. 499, 527 y J. Lortz, op. cit., p. 610.42De hecho, la insuficiencia de la parroquia tradicional para llegar a los obreros alejados de la Iglesia ya se haba planteado en 1libro de los padres Henri Godin e Yvan Daniel, France, pays de mission? (Francia: pas de misin?),Lyon, s.e.,1943). Segn los aucuras y las estructuras tradicionales apenas rozan la superficie del mundo moderno. Un intento de responder a este problema fue el su

    en Francia del movimiento de los sacerdotes obreros. Si bien la iniciativa fue interrumpida promediando los aos 50, esta maneraconcebir la pastoral marc a muchos movimientos sacerdotales durante la siguiente dcada como, por ejemplo, el Movimiento de SaceTercer Mundo en Argentina o el grupo ONIS de Per.43Gaudium et Spes. Constitucin pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, Roma, San Pedro, 7 dediciembre de 1965, 4, en httvatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19681207_gaudium-et-spes_sp.html.Este documento, promulgado por el papa Paulo VI el 8 de diciembre de 1965, es considerado como uno de los principales logros deConcilio Vaticano. Se trata de un escrito de enorme importancia pues marc un viraje radical en la percepcin de la Iglesia desde(tradicionalmente ensimismada) hacia afuera (preocupndose, ahora, por las realidades econmicas, polticas y sociales de las pesus respectivos contextos). El nombre significa Alegra y esperanza en latn. N.E.44Ibid., 43.45Ibid., 72.46Ibid., 42.

    Cuestiones Contemporneas

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    cultura y grupo.47Esta inquietudes compartida con los hermanosseparados o los hombres sedien-

    tos de paz.48El reconocimiento de la digni-

    dad de la persona es la base del di-logo entre la Iglesia y el mundo,49por eso la defensa de los derechoshumanos es una de las formas de lasolidaridad cristiana.50La Iglesia apo-y, en el Concilio, las iniciativasciudadanas que intentaban defen-der la libertad poltica y controlar

    a la autoridad.51

    Gaudium et Spescalific como criminales a lasacciones que violaban deliberada-mente los derechos de las perso-nas.52

    Si bien la autoridad y la comu-nidad tienen su origen en Dios, elrgimen poltico y la designacin

    de autoridades es competencia delos ciudadanos. La Iglesia no estvinculada a ninguna forma par-ticular de sistema poltico, eco-nmico o social.53

    Estas formas dependen de lacultura y la historia de cada pue-blo. El ciudadano tiene derechoa resistir y a defender a sus con-ciudadanos de la opresin de una

    autoridad extralimitada.54

    Se jus-tifica la violencia cuando estconculcada la dignidad humana,inclusive se reconoce el derechode los pueblos a defenderse por

    las armas una vez agotados lcursos pacficos.55

    No es exagerado decir qu

    cin en el Concilio Vaticanosuperaron las matrices cultugrecolatinas. La Iglesia comepensarse como no necesariameuropea. Este movimiento intual ayud a que las iglesiasfricas generaran un intento pde reflexin teolgica muy vinculo particular y concreto de las ciones de cada regin. Este im

    ser fundamental para explicposturas cristianas revolucionarAmrica Latina, ya que ellas sron de la reflexin teolgica la realidad social de la regin

    47Ibid., 60.48Ibid., 88-90.49Ibid., 40.50Ibid., 41.51Ibid., 75.52Ibid., 79.53Ibid., 42.54Ibid., 74.55Ibid., 79.

    El Concilio en Amrica Latina

    Hacia 1940 se haba hecho eviden-te la transformacin social de lasmasas latinoamericanas y la inefi-cacia de los sistemas tradiciona-les de caridad. Algunos sectoresde la Iglesia entendieron que es-ta inadecuacin los haba hecho

    perder el mundo obrero, que nosaban cmo hablarle al proleta-riado urbano y se plantearon unanlisis ms realista de sus nece-sidades pastorales. Por su parte, lasautoridades eclesisticas latinoa-mericanas no se ponan de acuerdo

    sobre el diagnstico ni las cguientes reformas sociales quenoamrica necesitaba: una conceba a la justicia social una extensin de la clsica acaritativa, otros sostenan sin un cambio de las vieja

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    tructuras coloniales y paternalis-tas, toda accin era un mero pa-liativo.56El magisterio de Po XII,

    que tanto entusiasmaba a los ca-tlicos latinoamericanos en otrosaspectos, no los movilizaba de lamisma manera en este tema. Elpropio padre Cardijn lleg a afir-mar que si Po XII viniese a Lati-noamrica a ensear la doctrinasocial catlica, sera tildado decomunista.57

    Si bien hasta los aos 60 Am-

    rica Latina no tuvo una produc-cin teolgica importante, muchosde los seminaristas de este con-tinente que durante la dcadaanterior estudiaron en Europa seinteresaron vivamente por la tra-duccin de las obras de la NuevaTeologa, por generar reflexin encentros de estudios y convocar re-uniones de investigacin. Esta di-nmica motoriz el comienzo de unareflexin teolgica latinoamerica-na.58El proceso, sin embargo, sedio en coordenadas distintas a laseuropeas. Mientras la teologa eu-ropea aoraba re-encontrarse conlas grandes mayoras, en Amri-

    ca Latina las masas populares yaocupaban un lugar prioritario enel mbito de la Iglesia. Esto mar-

    c una diferencia importantsimaen las lneas teolgicas. Mientrasque del otro lado del Atlntico laindiferencia y el atesmo fueronlos motores de la reflexin, aqu,el inmenso peso de un pueblo cre-yente y empobrecido demandabauna respuesta de la Iglesia y lateologa a sus problemas. La teo-loga europea naci muy marcada

    por el dilogo con los intelectua-les; mientras que la latinoameri-cana, desde el principio, tuvo uncuo mucho ms popular, con unapreocupacin muy clara hacia losproblemas sociales.

    Cuando se clausur el Concilioya se hablaba de una encclica so-bre la cuestin social. El aporte delos telogos franceses, sobre todola corriente del dominico LouisJoseph Lebrel (1897-1966), en lareflexin social haban sido muyimportante en el Concilio.59 Poreso, no sorprendi que Pablo VIse inspirase en l para promulgar,el 26 de marzo de 1967, la enccli-

    ca Populorum progressio(sdesarrollo de los pueblos)vs de la cual la Iglesia se

    de lleno en el problema deMundo. La recepcin de ecclica en Amrica fue imtsima. C afirmaba que si progreso de la economa peatenuar las desigualdades shaba ms contrastes y dcias entre la opulencia y la Mientras algunos tienen cams poder, otros viven y t

    en condiciones miserables;tensin es intolerable.61Eque se corre es el de unaformacin violenta, Sin eya se sabe, la insurreccilucionaria salvo en casorana evidente y prolongadatentase gravemente a lochos fundamentales de lana y damnificase peligrosel bien comn del pas dra nuevas injusticias, innuevos desequilibrios y pnuevas ruinas. No se puedbatir un mal real al preciomal mayor.62La aclaracivo tirana evidente y prolon

    56Esta segunda corriente se ubicaba dentro de un proceso de cambio mayor. Si bien los misioneros europeos se preocuparon por cierto material de las poblaciones a las que iban, no mostraron la misma atencin al progreso econmico y tcnico de esos pases. No necesidad de dotar a los pases del Tercer Mundo de los medios para su propio desarrollo. Hacia mediados de siglo surgi paulatinamconcepcin nueva de la caridad, la Iglesia se haca consiente de que ella tambin tena que aportar algo para la solucin de los prob

    Tercer Mundo. La Iglesia de Amrica Latina se hizo cargo de esta necesidad de transformacin estructural del continente a fines de loE. Gatz, Critas y las organizaciones eclesisticas de ayuda, en Hubert Jedin y Konrad Repgen (dir) Manual de historia de la Iglesia.Barcelona, Herder, 1984, p. 656.57E. Crdenas, op. cit., p., 736, 737.58E. Dussel, op. cit., p. 184, 185.59Fundador, en 1942, del grupo Economa y humanismo; crea en 1958 el Instituto de Investigacin y Formacin, dedicado a los pdel desarrollo. El pensamiento de Lebret y sus grupos influyeron notablemente en Amrica Latina, fue una de las fuentes ms imporun pensamiento renovado y preocupado por lo social en el continente. Vid. Lwy, op. cit., pp. 181-183.60Pablo VI, Populorum progressio en Divini Redemptoris op. cit., 63. Tambin disponible en http://www.vatican.va/holy_fatherencyclicals/documents/hf_p-vi_enc_26031967_populorum_sp.html61Ibid., 53.62Ibid., 31.

    Cuestiones Contemporneas

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    servir no slo como un respaldofundamental a los cristianos quese acercan a la revolucin sino

    tambin como justificacin e in-centivo a la lucha armada.

    Meses despus de esta CartaEncclica apareci, el 15 de agosto,el Mensaje de 18 obispos del TercerMundo, apadrinado por el sacerdo-te brasileo Hlder Pessoa Cmara(1909-1990), arzobispo de Olinday Recife.63El propsito de esta de-claracin fue aplicar las ensean-

    zas de la Populorum progressioenlos pases de Amrica Latina, Asiay frica. El documento afirmabaque los pueblos del Tercer Mundoeran el proletariado de la huma-nidad, explotado por las nacionesms ricas. Esta explotacin no te-na justificacin in reporque lospueblos subdesarrollados no eranni menos honestos ni menos jus-tos que los grandes del mundo.64La Iglesia, sostenan los obispos,no estaba casada con ningn sis-tema y menos con el imperialismointernacional del dinero.65 Poreso sostenan que si un sistemapoltico dejaba de asegurar el bien

    comn, la Iglesia no solo deba de-nunciar la injusticia sino tambincolaborar con un orden de cosas ms

    justo.66El socialismo era ms justoque el capitalismo porque el ver-dadero socialismo es el cristianismointegralmente vivido, el sistemaque mejor adaptaba los requeri-mientos morales del Evangelio,67en donde el trabajo humano ocu-paba el puesto que se merecera.68La declaracin, concluan, esta-ba inspirada en el Evangelio que

    denunciaba todo lo que atentaracontra la dignidad del hombre.69La religin no era opio del pueblosino fuerza de los dbiles.70

    Esta declaracin de los 18 obis-pos tercermundistas prepar el ca-mino a lo que sera la aplicacinoficial del Concilio en Amrica La-tina. Con este objetivo se organi-z la Segunda Conferencia Generaldel Episcopado Latinoamericano,esta vez en Medelln, Colombia. Estanueva asamblea, reunida del 26 deagosto al 6 de septiembre de 1968,se hizo intrprete de la queja de losmiserables del continente y pa-reca que, despus de la muerte

    del Che Guevara, tomaba lata en la causa de los pueblLa conferencia se caracteriz

    generar espacios de dilogolos otros cristianos invitadla conferencia y entre los unsitarios y lderes obreros q

    juntaban en distintos lugarla ciudad colombiana para tir lo que se trataba dentro Asamblea.72Finalizada la reulos episcopados nacionales faplicando a sus pases las co

    siones de Medelln.Su influencia fue decisiva historia de la Iglesia en Amritina: por primera vez la jerarqumaba conciencia oficialmenla gravsima situacin de injusocial a la que seal como vcia institucionalizada.73La mque marginaba a grandes ghumanos era una injusticiaclamaba al cielo, la causa frustracin de aspiraciones timas que generaban la angpopular.74Era el subdesarrolcontinente lo que, segn lospos, impeda la paz.75Esta scin tena mltiples causas

    63En Argentina este mensaje da origen al Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, de una participacin insoslayable en la historia de los primeros aos 70.64Mensaje de los 18 Obispos del Tercer Mundo, en Divini Redemptoris op. cit., 2. Vid. tambin, Domingo Bresci, (comp.), MovimiSacerdotes para el Tercer Mundo.Documentos para la memoria histrica, Buenos Aires, Editorial CEHILA, 1994. N.E.65

    Ibid., 5.66Ibid., 8.67Ibid., 14.68Ibid., 16.69Ibid., 17.70Ibid., 17.71J. Lacouture, op. cit., pp. 614 y 615.72Una nota curiosa: los textos fueron dados a conocer pblicamente antesde ser aprobados por Roma.73Captulo La paz, 16, en Jos Luis Gmez-Martnez (edicin digital), Documentos finales de Medelln,Medelln, Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano, septiembre de 1968, en http://www.ensayistas.org/critica/liberacion/medellin/ N.E.74Cap. La justicia, 1, en ibid.75Cap. La paz, 1, en ibid.

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    desigualdades excesivas entre ri-cos y pobres, la marginacin delas mayoras,76 la postergacin

    de Latinoamrica por el imperia-lismo internacional del dinero, lapobreza77y la dependencia.78Lossectores beneficiados con esteestado de cosas calificaban ma-liciosamente de subversin todointento de cambio que los perju-dicara79y recurran a la fuerza pa-ra defender sus posiciones.80Estaactitud los haca responsables de

    provocar las revoluciones explo-sivas de la desesperacin.81 Nohay que abusar de la pacienciade un pueblo que soporta duran-

    te aos una condicin que difcil-mente aceptaran quienes tienenuna mayor conciencia de los de-

    rechos humanos.82Si bien la vio-lencia se justificaba en casos detirana evidente, afirmaban que larevolucin armada generaba nue-vas injusticias.83Por eso el amordeba ser la marca cristiana en lalucha por la justicia,84 lucha queera una exigencia bblica.85La pazsupona la instauracin de un or-den justo86y la concientizacin y

    organizacin de los sectores po-pulares.87 Por eso, el cambio deestructuras que Amrica necesi-taba no vendr sin una profunda

    reforma del sistema poltipusiese en el bien comn ca finalidad,88sin la forma

    una conciencia social preopor los problemas comunes

    Resumiendo, hacia el do lustro de los aos 60 la de Amrica Latina tom cocia de que los problemas sno eran desajustes de coysino que respondan a proestructurales. La caridad yneficencia no bastaban. E

    social necesita un cambio do, y era un deber del catchar por l.

    76Ibid., 4.77Ibid., 9.

    78Ibid., 8.79Ibid., 5.80Ibid., 6.81Ibid., 17.82Ibid., 16.83Ibid., 19.84Cap., La justicia, 5, en ibid.85Ibid.86Cap., La paz, 14, en ibid.87Ibid., 18.88Cap., La justicia, 16, en ibid.89Ibid., 17.

    Los catlicos y la izquierda en Amrica Latina

    En nuestro continente, si bien lospartidos comunistas no lograronformar una mayora sostenida, lacalidad y efectividad de sus in-tegrantes era indiscutida. Todoslos partidos comunistas de Am-rica Latina fueron, durante los 60,

    sufragneos de Mosc lo que loshizo rgidos y poco adaptados almedio. El comunismo encontrtres estamentos potencialmenterevolucionarios en Amrica Lati-na. El primero fue el nuevo prole-tario sin raigambre, sin propiedad

    y sin direccin. El segundocompuesto por intelectuatudiantes y profesionales distas, escritores, artistasformaban un grupo inquietlo general, receptivo de spuestas. El tercero eran lo

    Cuestiones Contemporneas

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    pesinos sin tierra. El temor, tan-to de la Iglesia como del marxis-mo sovitico, era que este grupo

    fuese captado por el maosmo quetena una ideologa ms adecuadaa esta situacin.

    La lucha anticomunista de laIglesia coincidi con la emprendidapor la mayora de las naciones delcontinente latinoamericano alrede-dor de los 50, en el marco de laguerra fra. La expulsin de muchosmisioneros de China hizo que ac-

    tivistas cristianos, algunos de losexpulsados de Asia y otros prove-nientes de la Europa anticomunistade la Guerra Fra, desembarcaranen Latinoamrica convencidos deque si no se actuaba con rapidez,se repetira en nuestro continentela persecucin maosta contra laIglesia. Esta presin hizo que elVaticano se decidiera a tomar car-tas en el asunto y convocar a unCongreso Eucarstico Internacio-nal en Ro de Janeiro90en 1955.Los obispos se propusieron reavi-var el mpetu misionero para fre-nar la infiltracin comunista enel continente. Sin embargo, hu-bo algunos prelados que en estamisma reunin plantearon que laIglesia deba situarse sin equ-voco junto a los sectores socia-

    les que trabajaban por solucionar

    los graves problemas sociales delcontinente. Siguiendo una doctri-na de aos anteriores, muchos afir-

    maron que al comunismo le habapreparado el terreno el liberalismoexplotador del campesino y delindgena y los regmenes con-servadores paternalistas.91En defi-nitiva, la conferencia de Ro sugiriiniciativas para luchar contra elcomunismo, pero advirti sobrelos peligros de caer en un antico-munismo que terminara acallando

    la crtica justa al sistema social.No eran pocas las voces que, des-de una perspectiva que no podemosclasificar de izquierdista, critica-ban el sistema econmico y po-ltico continental, preparando elcamino para que el dilogo sur-giera posconcilio. En 1953, el je-suita Ismael Quiles (1906- 1993)afirmaba:

    - - - - - - - - - - - - - - - -Con frecuencia no se llama la atencin

    sobre abusos sociales del Estado, de las

    organizaciones econmicas o de los capi-

    talistas, por temor a posibles represalias

    contra la Iglesia (...) La falta de libertad

    en este terreno frena a los catlicos y

    a la misma jerarqua cuando tratan de

    aplicar y difundir los postulados socia-

    les cristianos. Por evitar mayores males

    se guarda silencio o se habla en forma

    tan vaga que resulta ineficaz. Esto suce-

    90Esta primera reunin del Consejo Episcopal Latinoamericano en Ro de Janeiro apenas si atendi la situacin de los pobres en Amrica El objetivo principal fue reflexionar sobre la escasez de sacerdotes para las tareas pastorales y la respuesta a los nuevos desafos: el adel protestantismo, la masonera y el comunismo. Vid. E. Rivas, Introduccin a Episcopado Latinoamericano, Conferencia General (ede Janeiro, Medelln, Puebla, Santo Domingo: Documentos pastorales , Santiago de Chile, 1993. C.f. Las Conferencias Generales del EpisLatinoamericano: Ro, Medelln, Puebla y Santo Domingo, en http://www.multimedios.org/docs/org/does/d000754/ N.E.91El nmero 16 de la encclica Divini Redemptorisde 1937, afirmaba: Para explicar mejor cmo el comunismo ha conseguido de las masas la aceptacin sin examen de sus errores, conviene recordar que estas masas obreras ya estaban preparadas para ello por el miserable aba

    religioso y moral al que las haba reducido en la teora y en la prctica la economa liberal.92Ismael Quiles s.j., Evolucin social cristiana. Inercia, conservadurismo, miedo?, en la revista Latinoamrica, 1953, p. 442.

    de con demasiada frecuencia, y e

    po queda libre para que los agit

    aprovechen sin mayor responsab

    estas circunstancias. Qu decir casos demasiados frecuentes en la

    des estancias, cuyos dueos son ri

    veces grandes bienhechores de la I

    pero mantienen numerosos peon

    nfima retribucin y tratados poco

    que como esclavos? Estos casos ab

    en varias naciones de Amrica.92

    - - - - - - - - - - - - - - -Adems de la actitud per

    de los catlicos y de la igncia de la propia doctrina sel miedo al comunismo cony a bloquear la lucha por lticia. Este fantasma hizo qretuviera, dolosamente, unaspecto de la doctrina socide la propiedad privada y smatices. Sin embargo, en nrosos medios se critic el farisanticomunista que, con sade hambre y explotacin de seria, era la principal fuencomunismo. Se condenaba lapaganda capitalista que prethacer congeniar a Cristo y apitalismo materialista. No fpocas las veces en que la decontinental trat de frenar iniciativas sociales catlicala acusacin de subversin

    necesario gritar una y mil

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    93J. Ycaza Tiberino, citado en G. Morello, Perfil e historia del CIAS, en CIAS(Revista del Centro de Investigacin y Accinao XLIX, n 490, mayo 2000, Buenos Aires. pp. 88, 89. El obispo chileno Manuel Larran Errzuriz (1900-1966) afirm, que el cristianismo es social o no es. Mientras esa redencin no se logre, tendremos los catlicos que sentir como aguijcarnes dormidas el contraste acusador entre nuestro proletariado rural y la doctrina clara, precisa, apremiante de la Iglesia sllaga de nuestra sociedad. Lo que se nos pide no es un paliativo superficial a un mal tan hondo. Vid. E. Crdenas, op. cit.94E. Dussel, op. cit., pp., 231-239.95Recordemos que, contemporneo a este cambio de perspectiva en la Iglesia, surgieron en Amrica Latina los planes de desarrollo impor Kennedy para prevenir la repeticin del modelo cubano; y la Teora de la Dependencia, que se extiende a los anlisis de casi pases del rea. El consenso sobre el subdesarrollo latinoamericano era amplsimo.96C. Fazio, op. cit., p. 13. Su contraparte, el obispo de Puebla, Octaviano Martnez, sostena que las conclusiones de Medellnno se a Mxico. Vid. ibid., p. 18.

    que la defensa de la civilizacincristiana, de la cultura, de la reli-gin y de la libertad, no tiene na-

    da que ver con la defensa de losintereses capitalistas de ningunaclase social, de ninguna nacinni grupo de naciones y que, porel contrario, esos intereses estnreidos esencialmente con la reli-gin cristiana y la libertad cristianay constituyen la premisa materia-lista del comunismo.93

    Otro factor que entorpeci la re-

    flexin sobre la injusticia social y lanecesidad de cambios estructuralesfue la demorada capacitacin delas filas eclesisticas en el reade las ciencias sociales. Si bien enFrancia surgieron estudios de so-ciologa religiosa y el CELAM habarecomendado la necesidad de quelos sacerdotes se capacitaran enel tema social, recin a partir delos 60 las conferencias episcopaleslatinoamericanas se empezaron adar cuenta de la importancia de unanlisis cientfico serio de la cues-tin y de la necesidad de capacitargente en estas reas. Destaco es-te punto porque la carencia de unaherramienta social catlica aptapara transformar la realidad hizoque muchos creyentes vieran en la

    izquierda un instrumento prximoal cristianismo capaz para lograrlo.Por otra parte, la falta de forma-

    cin en ciencias sociales contribuya la aceptacin crtica del marxis-mo de un modo casi dogmtico.El auge de jornadas de reflexin ygrupos de estudio y debate sobrela realidad vinieron a llenar unacarencia en la formacin del clerocatlico para atender el problemasocial.

    Este anlisis social de inspiracin

    marxista empez a ser aplicado pormltiples actores eclesiales lati-noamericanos. As, el episcopado bra-sileo lanz un mensaje, en 1963,planteando la necesidad de una re-forma agraria. Se afirmaba all quela expropiacin por el inters so-cial no era contrario a la doctrinasocial de la Iglesia; al hablar deltema de la paz, se haca nfasisen la violencia institucionalizadaque la alteraba.94La conciencia dela gravedad de la situacin socialfue puliendo las aristas ms durastanto en sectores comunistas co-mo catlicos.95En 1964 los jesui-tas de Per afirmaban que si exi-gir justicia era ser comunista, elEvangelio era comunismo. HelderCmara afirm, el 11 de marzo de

    1968, que el cristianismo pola mstica de un mundo que al socialismo y que este

    era una opcin posible pcristianos como cualquier o

    Hacia 1968 ya haba unpropio en la Iglesia latiricana, compuesto por las dciones de numerosos episcodocumentos de las diferendenes religiosas. En l, la reconoca la importancia dlaboracin con personas de

    voluntad, ateos o creyentepromocin de todos los hoLa disertacin del obi

    Cuernavaca, Sergio Mndez(1907-1992), en Puebla e

    julio de 1970 fue la primenifestacin pblica de unapolmica interna en el Epdo mexicano en torno al smo. Slo el socialismo poa Latinoamrica el verdadsarrollo, dijo Mndez ArceCreo que un sistema sociams conforme con los pricristianos de verdadera fdad, de justicia y de paz.9

    En una entrevista he1971, Mndez Arceo sostuel capitalismo no era un seconmico aceptable para e

    Cuestiones Contemporneas

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    gelio porque generaba injusticias.Un sistema socialista es necesa-rio y urgente [] es sinnimo de

    autntica limitacin del individuopara que todas las personas de lacomunidad humana participen deldomino del mundo.97Mndez Ar-ceo era uno de los que existan enel marxismo como mtodo cient-fico de anlisis y transformacinsocial. En Mxico, se haba formadoen 1971 un grupo de Cristianospor el Socialismo.98

    El primer encuentro latinoame-ricano se realiz en Santiago deChile en abril de 1972 y marc unhito continental en el dilogo cris-tianos y marxistas. Mientras quealgunos lo vieron como una ab-sorcin de lo cristiano en el mar-xismo, sus integrantes lo vivieroncomo un compromiso efectivo enlos procesos revolucionarios delcontinente.99Antes de partir pa-ra la reunin, Mndez Arceo, quienencabezaba la delegacin mexica-na, afirm para nuestro mundosubdesarrollado, deca, no hay otrasalida que el socialismo.100En sualocucin al encuentro, Fidel Cas-tro explic que la burguesa cubana

    pretendi usar la religin como es-cudo, pero que la revolucin nuncafue anticatlica ni antirreligiosa.

    Cuando se busquen las similitudesentre los objetivos del marxismo ylos preceptos ms bellos del cris-tianismo, se ver cuantos puntosde coincidencia hay.101

    Si bien las coincidencias apare-can obvias para algunos, los mode-los de relacin entre los catlicos yla izquierda fueron variados. Ade-ms de lo que podamos llamar el

    modelo de socialismo democrti-co, presentado en lo que hemosdicho de Hlder Cmara y MndezArceo, que postulaba la libertadde conciencia de los catlicos pa-ra optar por una forma de gobier-no socialista (con la que amboscoincidan), estaba la posibili-dad de ayudar en la consolidacinde una revolucin total en mar-cha como la cubana o, finalmen-te, la opcin de tomar las armaspara lograr el triunfo revoluciona-rio, tal como lo hiciera el sacerdo-te guerrillero Jorge Camilo TorresRestrepo (1929-1966).

    Para los cristianos que optaronpor la lucha armada, el padre Torres

    97Ibid.,p. 23.98Otro grupo progresista mexicano fueron los Sacerdotes para el pueblo, surgido en abril de 1972. Este grupo lleg a realizar cuatro conacionales, el ltimo en 1974 en Chiapas, en donde se transforman en el menos clerical movimiento Iglesia Solidaria (C. Fazio, op. cit., p99

    Los resultados de este seminario pueden verse en Autores Varios, Los cristianos y el socialismo. Primer encuentro latinoamericano, Aires, Siglo Veintiuno Editores, 1973.100Ibid., p. 29.101C. Fazio, op. cit., p. 25.102Para el pensamiento y la vida del padre Camilo Torres, Vid. de l mismo, Cristianismo y Revolucin, prlogo, seleccin y notas dMaldonado, Guitemie Oliviri y Germn Zabala, Mxico, Ediciones Era, 1970 y Walter J. Broderick, Camilo Torres. El cura guerrillero, BarEdiciones Grijalbo 1977, (Coleccin Nuevo Norte).103Alentados por los pasos del padre Torres, surgi en 1968 el grupo Golconda que se aline en una actitud crtica al gobierno colomfue el ncleo de los Sacerdotes para Amrica Latina (SAL), identificados por su opcin por el socialismo. Se llamaron as por la finca en lareunieron, en el municipio de Viot, Cundinamarca. El documento completo se public en Cristianismo y Revolucin, n 12, p.21ss. Cristy Revolucin, una revista argentina publicada entre 1966 y 1971 que nucle al primer grupo de Montoneros, fue un ejemplo de la influenpensamiento y la figura de Camilo en la radicalizacin de los catlicos.

    fue el modelo a seguir. NaciBogot en 1929, una vez qugres al seminario curs est

    de teologa y sociologa en Lna. De regreso a Colombia, trcon xito en la dicesis de t. El contacto con los medioversitarios lo hizo tomar concde los problemas sociales dey, si bien comenz simpatizcon las ideas desarrollistas, a poco se acerc a la izquEntre sus ideas apareci el

    eficaz, su postulado de qcompromiso cristiano se volver sociolgicamente reley la violencia como mal menecesario. Segn el Che Gude los catlicos, se poda truir un socialismo sin destresencial del cristianismo.10

    diferencias con la jerarquaradicalidad de su compromillevaron a dejar el sacerdociunirse a los movimientos recionarios. A los cinco meses incorporacin al marxista Eto de Liberacin Nacional (el 15 febrero de 1966, murun enfrentamiento con el ejcolombiano.103

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    Las relaciones de la Iglesia conla revolucin cubana, a su vez, tu-vieron diferentes etapas. Las pre-

    ocupaciones sociales, una profundaexigencia de justicia y la concien-cia de la pasada negligencia de loscatlicos frente a los problemassociales, comprometieron a algu-nos miembros de la Iglesia cubanaa mantener una actitud de cola-boracin y hasta de simpata enlos comienzos de la revolucin.104Despus de 1960, cuando se hace

    manifiesta la ndole marxista de larevolucin, hay una crtica fuer-te del episcopado. El perodo que vade 1961 a 1968 es conocido comoel de la Iglesia del silencio. Unmomento de acercamiento comen-z con el nombramiento de LuisAmado Blanco (1903-1975) comoembajador en el Vaticano y la pre-sencia del Nuncio Cesar Zacchi en

    la Habana. En 1968 se produjo unpunto de inflexin: Fidel declarentonces que no poda resistirse a

    trabajar con un clero revoluciona-rio como el que haba surgido enMedelln y con una Iglesia que ha-ba reconocido al socialismo comoel sistema de gobierno en Cuba.105En 1969 el episcopado cubano sedirigi a los catlicos de la islapresentndoles la encclica Popu-lorum progressioy los documentosfinales de Medelln. En esa misma

    alocucin, se conden el bloqueoa Cuba. El acercamiento gust aunos y desorient e hiri a cat-licos cubanos que sufran las per-secuciones del rgimen; pero paralos cristianos progresistas del res-to del continente, Cuba indicabaun modelo concreto de realiza-cin en la tierra de la Ciudad deDios.

    En sntesis, para amplitores del cristianismo posclatinoamericano, el comuni

    un humanismo enfrentadoinjusticias sociales no slolo terico, sino desde unaLa capacidad que se le atrimarxismo de transformar ldad, su funcin como herraadecuada ejerci una sedindisimulable en numerospos cristianos cansados de trica estril y urgidos a

    Las igualdades que proposistema en cuestiones de educacin hicieron que sectores cristianos del cote no miren como preocupprdida de ciertas libertadsocialismo era una alternatsible a males concretos.

    104No obstante esta simpata, la Iglesia de la isla no apoy el cambio. Faltaban algunos aos para el Vaticano II y la Iglesia cubana influencia importante de laicos tradicionalistas. La jerarqua, pblicamente, invit a los religiosos y sacerdotes a abandonar la isla que el fenmeno revolucionario sera pasajero.105La versin cubana del proceso puede leerse en el reportaje que Frei Betto le hiciera a Fidel Castro en 1985. Vid. Fidel Castro y FrFidel Castro y la religin. Conversaciones con Frei Betto, Buenos Aires, Legasa, 1986.

    Conclusiones

    Podemos afirmar que durante elsiglo XX, la Iglesia pas de losintentos de restaurar la cristian-dad a la convivencia poltica y la

    aceptacin de la historia. El reco-rrido no fue lineal, ni homogneo,ni buscado. Muchas veces fue laaceptacin resignada de los acon-

    tecimientos. Algunos miembrosde la institucin apoyaron y bus-caron estos cambios, otros no.

    Durante estos aos la Igle-

    sia catlica redefini sus relacio-nes con la sociedad. La renunciaa reclamar los Estados Pontificios,la conviccin de que el Estado es

    una institucin distinta a Iglesia y no una concesinta, la aceptacin de las reg

    juego poltico y el aliento a

    ticipacin de los cristianosasuntos temporales son alglos cambios de actitud imtes del siglo pasado. La Igl

    Cuestiones Contemporneas

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    conoci que el mundo cambi, queel imperio y la monarqua no sonesenciales a la organizacin ecle-

    sistica y que un gobierno repu-blicano no necesariamente atentacontra la religin catlica. La Igle-sia se entendi a s misma comootra cosa que el Estado y recono-ci que el mismo no era un instru-mento de su misin.

    Los sectores cristianos, en general,tomaron conciencia de la necesidadde participar de la vida pblica con

    las reglas de juego que ella impo-na. Si la Iglesia pretenda mante-ner o reconquistar su incidenciaen la res publica, deba atenerse alos modos de la organizacin delEstado moderno. Esto se tradu-

    jo en la generacin de un laica-do comprometido, el fomento deinstituciones catlicas en la vidacivil y el padrinazgo de partidospolticos.

    La reconciliacin de la Iglesiacon el mundo se vena gestando enla generacin anterior a la de ladcada de los 60. Ese grupo abrilas puertas del cambio. Los aos50 encontraron a Europa en unacrisis existencial. Mientras el ho-rror de la guerra en el continenteque se pretenda el ms civilizadomostr las miserias de la moderni-

    dad, Stalin y los tanques rusos enHungra eran la prueba de que notodo funcionaba bien en el para-so sovitico. Ni el comunismo niel individualismo capitalista eranuna alternativa apetecible. Estacrisis del espritu en aquella gene-racin hizo surgir posteriormenteun inters vital nuevo, el deseo de

    confiar en utopas, una preocupa-cin por los cambios sociales.

    Sin entrar en una discusin

    epistemolgica sobre qu es pri-mero, los esquemas mentales o larealidad del mundo, podemos afir-mar que un mundo nuevo se en-tiende desde una postura mentalnueva. Durante la dcada de los 50se gest esta Nouvelle Thelogie,que reley la tradicin cristiana ala luz de autores y problemas mo-dernos. Se redescubri y revalori-

    z el pasado propio de la mano depensadores ajenos. El desembarcode la Nueva Teologa en AmricaLatina se dio con los seminaris-tas de todo el continente que cur-saban sus estudios de filosofa yteologa en Lovaina, Innsbruck yPars.

    Parte de esta renovacin incluyun retorno a las fuentes oscurecidaspor una escolstica repetitiva. Unretorno no slo terico sino tam-bin prctico: recrear esas comuni-dades de los cristianos del siglo Iy II en donde se compartan losbienes. Haba una genuina pre-ocupacin por los pobres y aten-cin a los problemas comunitariosdonde la coherencia de vida y lacrtica al poder del Imperio losllev a sufrir persecuciones. Esta

    nostalgia potenciaba al discursode izquierda que propona al cris-tianismo primitivo como sistemapoltico. Avanzar en la llegada delsocialismo era volver a las comu-nidades cristianas originales.

    La renovacin que signific eldilogo ecumnico, la defensa dela libertad de conciencia y la re-

    conciliacin con el mundo modsumados a la conviccin de quproblemas estructurales, fre

    los que la caridad no bastarequieren capacitacin cienadecuada y la colaboracinotros hombres, porque la co

    jidad hace que un solo gruppueda, son elementos que aya generar desde dentro de lasia una actitud de dilogo cizquierda.

    El Concilio Vaticano II re

    riz lo humano. Si el hombsalva siguiendo su conciencihay necesidad urgente de bzar o convertir a nadie. La gesidad de Dios liber del fanatSe poda hablar con el munotros temas que no fueran imla salvacin, dialogar sobre cidencias, preocupaciones comproyectos polticos compartidConcilio cambi el tono del go entre cristianos e izqupasando del conflicto a la asocien torno a objetivos y mtod

    Con el Vaticano II se abroficialmente las puertas debajo conjunto entre catlimarxistas; el atesmo fue cderado un problema antropoco y el socialismo un sistemgobierno vlido como cua

    otro elegido por un pueblo. tras la pobreza y la injusticicontinente eran una apela la conciencia de los cristilos documentos eclesiales surdespus del Concilio avalabmilitancia revolucionaria, inla posibilidad de la lucha da. Para los sectores progre

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    del catolicismo continental, el so-cialismo era un sistema apto pa-ra transformar estructuralmente el

    sistema de injusticias sociales. Encaso de ser necesario, justifica-ron su opcin desde los principiosevanglicos o, incluso, desde lalicitud moral de optar por un malmenor: entre la oferta de libertady pobreza del capitalismo era me-

    jor la opcin socialista de justiciay restriccin de derechos indivi-duales.

    As como las guerras y la re-construccin europea ayudaron aque la Iglesia se acercara a la mo-dernidad, la participacin en elConcilio de los obispos de lo quedespus se conoci como el Ter-cer Mundo, la hizo darse cuentade los problemas de la injusticia,el subdesarrollo y el colonialismo.La Iglesia tom conciencia de queno era slo europea. El hombredel Tercer Mundo tambin nece-sitaba respuestas originales a susproblemas propios. Los cristianoslatinoamericanos comenzaron apensarse desde el contexto en elque vivan.

    Esto coincidi con lo que po-dramos llamar el autodescubri-miento latinoamericano de los 60.En esos aos, el continente tom

    autoconciencia de s, se vio dis-tinto de Occidente. No era Europani Estados Unidos, no era Rusia ni

    el Este. Y si bien se siente herma-nada con el sur de Asia y el frica,se saba hermana y no lo mis-mo. En este descubrimiento deAmrica, frente al encubrimientode cinco siglos, participaron loscristianos y los grupos de izquier-da latinoamericanos.

    As como en la Europa de pos-guerra la miseria y la reconstruc-

    cin uni a cristianos con los nocreyentes, as tambin el dolorde Amrica Latina y el deseo deconstruir un futuro mejor vincula-ron a los cristianos con la izquierdadel continente en torno a la convic-cin de la necesidad revolucionaria.En este perodo, los catlicos la-tinoamericanos descubrieron queel problema era la dependenciaque generaba la injusticia. Y mu-chos entendieron que el cambiopasaba por la construccin del so-cialismo.

    El marxismo apareca como unapraxisms eficaz, como un sistemaalternativo posible y viable. Serademonaco en Europa del Este,pero Cuba demostraba que podano serlo en Amrica. La prolifera-cin de los grupos de izquierda,

    a su vez, indicaba que no marxismo era pro moscovi

    El sistema social injusto

    cambiar para hacer del conun lugar evanglico. Paraesta transformacin, los nos tenan que compromCuando el problema era tural, por ejemplo una pcon hambre, el catlico teobrar, cumpliendo con el preligioso de dar de comer abriento. Aunque haban ca

    las circunstancias, el princmantena: como el probleestructural, un sistema so

    justo, la obligacin moral tlico era transformar esesocial. Mientras el catoclsico instaba a los fielezar frente a las dificultadevida, el cristianismo posclatinoamericano los animaaccin, a cambiar el munesa coyuntura se encontracristianos radicalizados cizquierda que prometa unlismo posible al alcance de la

    Recibido el 3 de noviembre

    Aceptado el 10 de febrero

    Cuestiones Contemporneas

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    23/25Revista Mexicana de Ciencias Polticas y Sociales102

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