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Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 6. Tarea praxiomotriz y estatuto praxiomotor 1 CAPÍTULO 6.- TAREA PRAXIOMOTRIZ Y ESTATUTO PRAXIOMOTOR

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Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 6. Tarea praxiomotriz y estatuto praxiomotor

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CAPÍTULO 6.- TAREA PRAXIOMOTRIZ

Y ESTATUTO PRAXIOMOTOR

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CAPÍTULO 6.- TAREA PRAXIOMOTRIZ Y ESTATUTO PRAXIOMOTOR ..........................................1

INDICE. ………………………………………………………………..…………………………………………2

6.1.- TAREA PRAXIOMOTRIZ. ...........................................................................................................................3

6.1.1.- Definición y componentes de la tarea praxiomotriz. La función praxiomotriz. ..........................................6

6.1.2.- Estado latente o estático de la situación praxiomotriz. Tarea como condición necesaria pero no suficiente

de las praxis motrices. .............................................................................................................................................7

6.1.3.- Condiciones motrices internas. El medio o entorno praxiomotor. .............................................................11

6.1.4.- Los objetivos motores internos. .................................................................................................................17

6.1.5.- Efectos entre tarea praxiomotriz y praxis motrices. ...................................................................................20

6.2.- EL ESTATUTO PRAXIOMOTOR. .............................................................................................................21

6.2.1.- Noción de estatuto praxiomotor. ................................................................................................................21

6.2.2.- Grado de estatutarización de las tareas praxiomotrices y sus factores. .....................................................25

6.2.3.- Elementos de los estatutos praxiomotores y su carácter. ...........................................................................28

6.2.4.- Estatutarización de las praxis motrices y modificación de estatutos praxiomotores. ................................32

6.2.5.- Funciones de un estatuto praxiomotor. ......................................................................................................37

6.3.- CONCLUSIONES: CRITERIO DE “DINAMISMO” EN EL CAMPO DE ESTUDIO DE LA

PRAXIOLOGÍA MOTRIZ. ................................................................................................................................39

INDICE DE GRÁFICOS, TABLAS Y FÓRMULAS………………………..…………………………………...2 GRÁFICO 7.- Tipos de entorno de las prácticas físicas, que limitan la actuación de la persona (condiciones

sumativas necesarias: perspectiva “eco-práxica”)..................................................................................................14

FÓRMULA 1.- Componentes de una tarea praxiomotriz. ...................................................................................17

GRÁFICO 8.- Tipos de objetivos motores que caracterizan una práctica física (“objetivos” como intentos de

realización de una persona). ..................................................................................................................................19

TABLA 2.- Grado de estatutarización de una práctica física y sus factores. ......................................................28

GRÁFICO 9.- Caracterización de los elementos de un estatuto praxiomotor. ....................................................30

TABLA 3.- Procesos de estatutarización de una práctica física y de modificación de estatutos praxiomotores..37

GRÁFICO 10.- Funciones de un estatuto praxiomotor y consecuencias. ...........................................................39

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CAPÍTULO 6.- TAREA PRAXIOMOTRIZ Y ESTATUTO

PRAXIOMOTOR

Este capítulo trata de describir el conjunto de aspectos necesarios -aunque no

suficientes- que intervienen en la definición o concreción de las situaciones en que surgen las

praxis motrices. Es decir, la tarea praxiomotriz implica el análisis de la situación sin contar

con las acciones del agente. En otras palabras, la tarea praxiomotriz se conformará como el

aspecto estático de la situación, y, debido a su insuficiencia, por sí misma la tarea no podrá

ser incluida en el campo de estudio exclusivo de la Praxiología motriz.

Un mayor grado de explicitación y/o definición de la tarea praxiomotriz, y que será

previa a la situación, origina lo que denominamos “estatuto praxiomotor”.

6.1.- TAREA PRAXIOMOTRIZ

6.1.1.- Definición y componentes de la tarea praxiomotriz. La función praxiomotriz

El concepto <<tarea>> no es de uso habitual en teoría de la acción. Aparece, por

ejemplo, en el ámbito de la psicología social (Flament, 1972) o en el de la educación. El

concepto <<tarea motriz>> se emplea ampliamente en disciplinas relacionadas con el

aprendizaje motor y la didáctica de las actividades físicas. Para Famose (Ruiz Pérez, 1985:

30-32) “... una tarea motriz es aquella actividad determinada y obligatoria que un sujeto

recibe de su profesor o que él mismo se impone”.

Para Parlebas (1981: 276) las condiciones objetivas que presiden el cumplimiento de

la tarea motriz suelen estar impuestas por consignas o por reglamentos. Para Blázquez (1982)

la tarea es una información que el profesor da al alumno sobre la utilización del medio. Es

decir, una tarea motriz supone una toma de información por parte de quien vaya a realizar la

tarea. Esa información se refiere a ciertas imposiciones que constriñen o dirigen una

realización, ya sean imposiciones propuestas por otras personas, autoimposiciones o las

desprendidas de los reglamentos.

Para Parlebas (1986: 100 y 124) y Delaunay (1985) leyes biológicas y físicas

organizan la tarea motriz. Es decir, la motricidad es constructora de la tarea, de modo que sin

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la motricidad la tarea (motriz) desaparece. La tarea es específicamente motriz porque se

refiere a una realización concretamente dirigida hacia la motricidad de la persona.

La importancia de <<tarea motriz>> como concepto de la Praxiología motriz estriba

en que indirectamente -a través de <<situación motriz>>- define el objeto de estudio

disciplinar. Para P. Parlebas (1981: 277) <<tarea motriz>> es el “Conjunto objetivamente

organizado de condiciones materiales y de limitaciones que definen un objetivo cuya

realización precisa la puesta en juego de conductas motrices de uno o varios participantes”.

Podemos observar que desde la misma definición de <<acción motriz>> o desde <<tarea

motriz>> se desemboca en la noción <<conducta motriz>>. Por tanto, la tarea motriz requiere

una realización -una intervención de una persona- para que sea situación, y además que haya

movimiento perceptible desde el exterior a ese sujeto (comportamiento motor) en una

estructura de significación (conducta motriz).

Procurando, por un lado, evitar esa recurrencia terminológica hacia <<conducta

motriz>> y evitando, por otro lado, el reduccionismo de la <<praxis motriz>> a unas

“manifestaciones motrices observables de un individuo en movimiento” -<<comportamiento

motor>>-, movimiento que constatamos que no siempre es perceptible desde el exterior

(Lagardera, 1994c, Castarlenas y otros, 1993a y Rigal y otros, 1979), procederemos de

manera algo diferente a P. Parlebas (1981).

Nosotros partiremos de las características de la tarea -que denominaremos <<tarea

praxiomotriz>>- desde sus componentes necesarios y suficientes para que, en el caso de que

fuesen asumidos por un agente, sea factible la emergencia de praxis motrices.

Lo primero será identificar qué componentes contiene una tarea praxiomotriz. Para

Famose (Ruiz Pérez, 1985: 32) “Para que se de el hecho en sí de una tarea motriz, se habla

de la existencia de unas modalidades de acción, un objetivo a conseguir con unos criterios

concretos de éxito y una disposición concreta del material”.

Para D. Blázquez (1982: 92) la tarea es la información proporcionada, que se refiere a

la especificación de: el material a utilizar, los objetivos que se persiguen y las modalidades o

formas de ejecución. Estas instrucciones definirán las relaciones entre el individuo y el

medio.

Para J. Riera (1989: 35) “Las tareas pueden definirse en función del objetivo, de las

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acciones involucradas o del conjunto de relaciones que implican”. Riera entiende

<<acciones>> como los movimientos segmentarios y/o de desplazamiento del sujeto. Para

Parlebas (1981) una tarea motriz contiene un conjunto organizado de condiciones materiales

y un conjunto de limitaciones que definen un objetivo.

Lo segundo será identificar cuáles de esos componentes son imprescindibles para que,

tomados por una persona, esta pueda producir acciones. Para Famose (Ruiz Pérez, 1985: 33)

la tareas motrices al menos deben contener un conjunto de objetos (este tipo de tareas las

denomina <<tareas no definidas).

Según Riera (1989), en la mayoría de las tareas no se especifican las acciones

(movimientos concretos de los sujetos) sino los objetivos a alcanzar y las posibles relaciones

entre el sujeto y su entorno. Una tarea no considera todavía al agente.

Por tanto, para hacer posible una acción, se precisaría describir necesariamente el

objetivo a lograr por el (posible) actor y las características del entorno en el cual se

lograrían esos objetivos. Esos dos componentes son necesarios pero también suficientes

para establecer la existencia de una tarea.

Lo tercero será concretar el tipo de tarea (<<tarea praxiomotriz>>) que es específica

para la aparición de praxis motrices. Una tarea praxiomotriz será aquella tarea que defina un

entorno (corporal, ambiental -físico- y/o social -humano-) en el cual se traten de lograr

objetivos motores. Cuando en ese entorno una persona asuma la consecución de un objetivo

motor, entonces producirá praxis motrices. En otras palabras, una persona que realice una

tarea praxiomotriz, estará construyendo una situación praxiomotriz.

Las condiciones que definan el entorno de las posibles praxis motrices las

denominaremos <<condiciones motrices internas>>. Los objetivos de posible asunción por

el posible agente los denominaremos <<objetivos motores internos>>. Por tanto estos dos

componentes identifican a una tarea praxiomotriz. Son <<motores>> porque ponen en juego

la motricidad de la persona, que es precisamente el fin perseguido. Son <<internos>> porque

se distinguen de otros objetivos-entornos externos definidos que no implican la exclusiva

puesta en juego de la motricidad de la persona.

Objetivos motores internos son, por ejemplo, “intentar tocar a otros que evitan ser

tocados”, “intentar golpear a otro que evita ser golpeado” o “intentar inspirar

profundamente”. Estas son algunas de las infinitas opciones, pero no hablamos todavía de

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intentos reales, sino posibles.

Condiciones motrices internas son, respectivamente y en referencia a los anteriores

objetivos, “corriendo en un terreno amplio”, “entre los límites de un cuadrilátero” y

“aprovechando la máxima capacidad pulmonar”.

Objetivos de este tipo -motores- y condiciones del entorno juntos definen una tarea

praxiomotriz, por ejemplo, y respectivamente, la “Cogida”, el “boxeo” y la “relajación”.

Para Parlebas (1981: 277) hay definidas otras condiciones (sociales, coyunturales)

exteriores a la tarea, como nacionalidad de los participantes, personalidad del entrenador, ...

Una tarea praxiomotriz no considerará las condiciones-objetivos que no sean susceptibles de

provocar por sí mismas -con el concurso del agente- las praxis motrices específicas, osea, las

acciones guiadas según objetivos motores. Por ejemplo, en la tarea praxiomotriz no será

factible incluir a las características de las puntuaciones, los cambios y expulsiones de

jugadores del terreno de juego, o el procedimiento ante la lesión de uno de ellos.

Definiremos <<TAREA PRAXIOMOTRIZ>> como aquel “conjunto organizado de

objetivos motores y de condiciones del entorno”.

La especificidad de una tarea motriz según Parlebas (1981: 69) se recoge en la noción

de <<función práxica>>, que se define como la “Organización de conductas motrices cuya

puesta en juego conduce a la realización de una tarea motriz”, de tal forma que “... esta

función se traduce en una <<performance>> de tipo motor...”.

En nuestro caso, la especificidad de las tareas praxiomotrices procede del término

<<función praxiomotriz>>. Podemos entenderla de varias maneras:

- Como función o capacidad de actuar motrizmente, de guiarse hacia fines de carácter

motor.

- Como funtivos (elementos de una función) de la co-relación entre los dos

componentes de la tarea praxiomotriz: las condiciones motrices internas y los

objetivos motores internos.

- En su aspecto funcional: delimitando una realidad de intervención praxiomotriz,

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seleccionando unas posibles praxis motrices y no otras.

Definiremos <<FUNCIÓN PRAXIOMOTRIZ>> como aquella “Organización de

praxis motrices, cuya existencia implica la puesta en efecto de una tarea praxiomotriz”,

o, también, “organización de praxis motrices, cuya existencia implica la puesta en efecto de

un conjunto organizado de objetivos motores y de condiciones del entorno”.

Efectivamente, el concepto de <<función praxiomotriz>> es la llave de paso de lo

posible a lo real (<<real>> como “realización”). En otro documento Parlebas (1986:154)

también entiende <<función práxica>> como “... el cumplimiento de una tarea motriz

instituida, la realización de una “performance” de tipo motor”. Y añade a continuación:

“Estamos aquí en pleno centro de la especificidad de las situaciones de motricidad”,

concluyendo que “... se trata de lograr una tarea motriz que tenga valor por ella misma, por

su propia consecución”.

Sin embargo, podremos considerar la presencia de <<función praxiomotriz>> en el

seno del amplio espectro de prácticas físicas, inevitablemente para cualquier situación

praxiomotriz, y no únicamente para lo “instituido” (que siempre esconde una gran estabilidad

de sus condiciones y objetivos motores internos).

Incluso entre las situaciones más fugaces y espontáneas, una praxis motriz es

identificada allí donde se descubran acciones orientadas por fines motores. Los juegos

sensoriomotores (Navarro Adelantado, 1995a) en las primeras etapas del desarrollo

cognitivo-motriz de los bebés pueden ser también un ejemplo de situaciones praxiomotrices.

Por otra parte, será necesario estudiar si actividades como la expresión corporal, el

mimo o el ballet poseen función praxiomotriz. En principio Parlebas (1986: 154) apoya la

idea de que puesto que esas actividades están al servicio de un sentido digamos “externo”,

con un valor que no implica su propia consecución, entonces no poseen función práxica. No

obstante, en el caso de que lográsemos descubrir un sentido interno entonces sí contendrían

ellas una función praxiomotriz. Esto puede hacerse extensible a los juegos motores

simbólicos (Navarro Adelantado, 1995a). Nosotros pensamos que esta posibilidad podría ser

factible, por lo que merecería profundizarse en su estudio.

6.1.2.- Estado latente o estático de la situación praxiomotriz. Tarea como condición necesaria

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pero no suficiente de las praxis motrices

Ya vimos que sea regla, imposición de otro o autoimposición, como necesidad o

condición imprescindible1, la tarea praxiomotriz posibilita la aparición de praxis motrices.

Las posibilita, pero ella misma no es suficiente para que estas aparezcan. Todavía nos falta

el agente que esté en disposición de aceptar y conducirse según las condiciones y objetivos

motores que propone una tarea praxiomotriz.

En definitiva, la situación praxiomotriz es más que la tarea praxiomotriz. No todo lo

de la situación se deduce del análisis de las estructuras de sentido de la tarea (por ejemplo de

un reglamento de juego). Hay que considerar que el agente utiliza lo propuesto en la tarea

para manejarse en la situación, o, si se prefiere, para producir praxis motrices.

En una tarea praxiomotriz se destacan entre otras, las características de: el terreno, los

objetos y las maneras de utilizarlos, la duración de ciertas secuencias, los gestos, las maneras

de relacionarse con otros, ... y, por supuesto, los fines motores a conseguir y la forma de

conseguir el éxito. No siempre se describen todos y cada uno de los aspectos. Pero el agente

usará estratégicamente esas condiciones-objetivos para provocar una situación mientras

realice sus praxis motrices.

Cuando no hay agente, se pierde la mayor parte de los sentidos de las (posibles)

praxis motrices. Tampoco hay significaciones, intencionalidades ni objetivos (subobjetivos) a

lograr intermediadamente. No podremos encontrar proyectos ni estrategias de resolución.

Tampoco hay ejecuciones reales, ni efectos o consecuencias.

Además, lo prefijado por una tarea praxiomotriz no está nunca lo suficientemente

detallado como para describir la exacta realización de una praxis motriz. Lo que hace una

tarea es dar indicaciones constrictivas sobre posibles desarrollos. Tales constricciones sobre

1 Según G. Robles (1984: 50) “... el establecimiento del campo

de la acción constituye una condición esencial del juego y,

por tanto, un requisito o elemento necesario de la convención

que todo juego es”. Para M. E. Shaw (1986: 344). “La tarea es

lo que debe hacerse para que el grupo logre su objetivo o

subobjetivo”. El <<deber hacer>> no es el “hacer”. Ese “deber

ser” es lo que implica la necesidad, pero tal no nos dice nada

sobre la totalidad de lo que es mínimamente necesario -lo

suficiente- para que estén surgiendo praxis motrices.

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praxis motrices pueden variar desde un grado alto a uno bajo. Las praxis motrices resultantes

pueden parecerse, ser muy semejantes, tal como se pretenden en ciertas tareas

praxiomotrices, pero nunca ser iguales: las praxis motrices son irrepetibles.

Algunos reglamentos deportivos tremendamente puntillosos, como el del tiro con

arco, la gimnasia artística o el lanzamiento de martillo en atletismo, limitan al máximo las

posibilidades de acción. Pero es sólo eso, limitaciones; todavía existen opciones a elegir. Para

G. Robles (1984: 67) “El sujeto no es libre respecto de su competencia, pero sí lo es en ella;

no puede transformar su competencia, pero sí realizar acciones concretas dentro del ámbito

que la competencia le concede”.

De lo cual se deduce que dos lanzamientos de martillo, incluso de la misma persona

en la misma prueba, nunca serán iguales, o que dos ejercicios obligatorios de dos gimnastas

de un mismo equipo entrenados durante largo tiempo muestran diferencias en su ejecución.

El resultado consecuente de la descripción de objetivos y condiciones motrices

internas es la diferenciación entre las situaciones praxiomotrices (desde sus “rasgos

pertinentes” diría Parlebas, 1988a). Por otro lado, con las tareas praxiomotrices se logran

distinguir conjuntos de praxis motrices tipo que tienen puntos en común, en base a ciertos

objetivos motores y/o condiciones motrices internas. Desde estos, son extraídos criterios

utilizados por praxiólogos y técnicos (entrenadores, profesores de Educación física,

animadores...) para establecer las clasificaciones y el diseño de numerosas situaciones

praxiomotrices.

El entender las situaciones praxiomotrices sin el agente realizador hace que se adopte

una perspectiva especial en los análisis praxiomotores. La falta de dinamización de objetivos-

condiciones motrices internas es lo que nos conduce a caracterizar a la tarea praxiomotriz

como el aspecto estático de una situación praxiomotriz.

Por ejemplo, en referencia a las situaciones (socio)motrices denominadas juegos

deportivos colectivos, P. Parlebas (1986: 142) destaca el aspecto estático en referencia al

dinámico que es la propia situación. En efecto, para Parlebas (1986:108) un código -de juego

deportivo- entendido como “... un inventario de descripciones y prescripciones será más

estático frente al juego en una motricidad real”. En estos juegos es posible predecir

características de las praxis motrices en base al reglamento de juego.

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Tal como lo entiende Pearce (1994: 266) las “... acciones devienen parte de este

proceso de estructuración de un diseño que, en la medida en que se configura, establece un

contexto para los próximos eventos”.

El “estatismo” de la tarea praxiomotriz puede entenderse también desde una

dimensión temporal. Una tarea puede surgir durante la realización. En ese caso el agente se

impone (o le son impuestas) sobre la marcha unas condiciones y unos objetivos motores a

efectuar. Son las situaciones típicas de un entrenamiento deportivo o de las clases de

Educación física, o situaciones de participación individual, que en general no están

reglamentadas. Son, sobre todo, actividades espontáneas: un paseante en el campo que de

pronto decide darse una carrerita y va pensando cómo hacerlo, un profesor que va corrigiendo

la conducción de la bola con el stick que realiza su alumno, un jugador de balonmano que en

el entrenamiento se detiene en automatizar el armado para un lanzamiento, un coreógrafo que

compone un baile, etc.

Con mayor frecuencia la tarea no es simultánea a la situación praxiomotriz, sino surge

a priori. En ese caso las condiciones y los objetivos motores internos se detallan (más o

menos) previamente a las realizaciones motrices de la persona: el profesor indica al alumno la

manera de corregir la conducción de la bola y éste se corregirá, el paseante tiene previsto

darse una carrerita por el campo, y en el entrenamiento de balonmano se ha programado

practicar x repeticiones de la gesto-forma del armado de cierto modo de lanzamiento.

El mayor índice de antelación de la tarea praxiomotriz se corresponde con su

posibilidad de ser transmisible. Si esta capacidad de transmitirse es a largo plazo, y en no

importa en qué lugar se transmita, podremos estar hablando de un “reglamento”. En los bailes

y juegos tradicionales, en los deportes y en ciertas prácticas introspectivas milenarias (Yoga,

Tai-chí) las condiciones y objetivos de realización motriz perduran. En este sentido los

reglamentos son a-temporales, a-locales y a-personales.

Es justo la noción de latencia la que resalta Lagardera (1994c: 25) al hablar del

concepto de actividad (física). Es latente porque la persona no está presente. En la tarea

praxiomotriz no hay praxis motrices, sino proyectos de aparición de las mismas.

Para G. Robles (1984: 80) “... en la actividad el hacer no es en todo momento in actu,

sino que se combina de formas diferentes el hacer in actu y el hacer en potencia o, quizás

mejor, en latencia”. Lo que hace que una situación praxiomotriz se entiendan sólo como tarea

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es (G. Robles, 1984: 81) “... el ser un proceso que se interrumpe, o mejor, que entra en

estado de latencia, temporalmente”.

6.1.3.- Condiciones motrices internas. El medio o entorno praxiomotor

Las <<CONDICIONES MOTRICES INTERNAS>> serán definidas como aquel

“conjunto de restricciones e indicaciones que prescriben las características de los

elementos del entorno necesarios para la consecución de un objetivo motor”.

No todas las tareas praxiomotrices contienen el mismo tipo de condiciones motrices

internas, pero, en general se asocian con aspectos espaciales y objetuales, temporales,

gestuales y relacionales entre participantes y de estos con los anteriores elementos.

Para sintetizar qué tipo de indicaciones o restricciones se proponen desde las tareas

praxiomotrices, condicionando las maneras de lograr objetivos motores, habrá que analizar

las distintas prácticas físicas. Podemos resumir las características de los elementos del

entorno atendiendo a las cuatro dimensiones:

- Respecto al espacio, la tarea praxiomotriz puede describir el terreno: el horizontal

con sus subespacios delimitados (líneas, sectores, superficies, en distintas alturas) y el

vertical también con sus subespacios diferenciados (el de la portería, redes, paredes,

barras y escaleras altas...). También puede referirse una tarea a los objetos y

materiales de ese espacio: los objetos móviles (por ejemplo una pelota, un disco, la

billarda, una flecha) y los vehículos de transporte (animales, carros, paracídas,

patines, automóviles, botes y piraguas...).

- El tiempo circunscribe a los momentos en los cuales son válidas o no las acciones

(tiempo de participación y de pausa), a la duración mínima o máxima de las

realizaciones, al ritmo de las secuencias. El tiempo en sí mismo no es nada si no va

referido a algo en concreto (los participantes, el espacio y sus componentes, los

gestos).

- La gestualidad contiene el aspecto mecánico y corporal de las posibles praxis,

usando lo espacial y lo temporal. Por ejemplo, una tarea puede describir los

movimientos segmentarios a realizar o la manera de manejar objetos o de desplazarse

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por el terreno en ciertos instantes. También puede describir las intervenciones sobre el

propio cuerpo como el grado de tensión muscular, intensidad de la respiración,

cambio de un centro energético a otro... Lo gestual es un aspecto personal (referido a

la persona), y por ello los implementos y la ropa-calzado son una “prolongación” del

cuerpo de los participantes. Un bate de béisbol, un florete, el stick de la billarda, el

judogui, las zapatillas de baile, etc. son parte del presupuesto uso gestual presente en

la tarea.

- Lo relacional, cuando existe, atiende a la forma prescriptiva de intercambios entre

personas, y al uso grupal que esas personas hacen de las anteriores condiciones

(espaciales, temporales, gestuales), en vistas al logro de objetivos motores. Entonces

en una tarea se pueden indicar modos de desplazarse cooperativamente o en oposición

con o sin máquinas, de moverse con objetos que se transmiten, de acercarse o alejarse

del otro, de mantenerse más o menos tiempo junto al otro, de construir figuras entre

todos. Lo relacional, como en el caso de lo temporal, no es nada en sí si no se refiere a

algo (lo gestual, lo espacial, lo temporal). En este sentido, hablaremos de espacio

sociomotor (Parlebas, 1988a), de tiempo sociomotor y de gesto sociomotor. El

espacio sociomotor puede estar regulado desde la tarea praxiomotriz (distancias de

carga en baloncesto, inviolabilidad de campos en voleibol), pero también el tiempo

(pasividad frente al contrario en deportes de lucha, tiempo de retención de la pelota en

balonmano antes lanzar o pasar) y la gestualidad sociomotriz (construcción de la melé

o de la barrera de fútbol).

Sean cuales sean las condiciones motrices internas presentes en una tarea

praxiomotriz, tomadas conjuntamente esas condiciones implican el medio o entorno de

realización motriz (del logro de los objetivos motores). Para Habermas (1989b: 234) “Todas

las reglas de acción presuponen un contexto, es decir, condiciones bajo las que pueden

aplicarse”.

Las situaciones praxiomotrices se distinguen precisamente en función de las

diferentes condiciones motrices que contenga la tarea que provocó esa situación. En las

posibles situaciones praxiomotrices el medio queda más o menos delimitado,

distinguiéndose aquellas por el alcance al que se ven sometidas las praxis motrices. Estos

límites más o menos amplios definen entonces tres formas del entorno (o, para entendernos,

tres “entornos”). Un apartado de la perspectiva ecopráxica en Praxiología motriz atiende al

análisis de los límites del entorno desde las condiciones motrices internas presentes en la

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tarea praxiomotriz.

Los tres medios definidos por las condiciones motrices internas los podremos

denominar como entorno corporal, entorno ambiental y entorno social. El alcance de las

posibles praxis motrices en el entorno corporal queda limitado a las fronteras del cuerpo

(material-energético e informativo-interpretacional) del agente. En ciertas partes del Yoga, de

la relajación (por ejemplo ejercicios respiratorios), en algunas formas de estiramientos

articulares (“spagat”, por ejemplo) o de contracciones musculares (semiflexión-extensión de

piernas), el terreno y sus materiales o los otros no son necesarios para las praxis motrices.

En el entorno ambiental, sin embargo, el agente tendrá la necesidad, no sólo de

considerar su corporeidad, sino, además, de establecer relaciones con lo físico (objetos,

terrenos o tiempo mensurable...) para lograr los objetivos motores. Su puesta en efecto

resultarán las típicas situaciones en donde lo que rodea materialmente a la persona es

imprescindible: las cuerdas y la pared en la escalada, o el parapente y las corrientes de aire en

el lanzamiento en parapente. Una actividad en un principio limitada a un entorno corporal

puede llegar a convertirse en una situación donde la tarea prevé un entorno ambiental. Ese

sería el caso de un “spagat” en la barra de equilibrios o de una cadencia respiratoria siguiendo

un ritmo externo (marcado por otra persona o una música).

En el entorno social el agente se relaciona necesariamente con otros agentes, por

mediación del entorno ambiental (lo físico y lo corporal). Por ello no es lo mismo un spagat

en la barra de equilibrios, que uno sostenido en el aire por otros dos compañeros. En el

entorno social se dan relaciones de cooperación-colaboración-solidaridad y/o de oposición-

competencia-rivalidad. Los adversarios pueden “golpearse” en un combate de kárate, pero

también pueden “golpearse” compañeros en una representación de mimo. Las relaciones

praxiomotrices pueden establecerse a través de objetos, por localizaciones en un terreno, por

sincronizaciones temporales o directamente en un cuerpo a cuerpo.

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Gráfico 7.- Tipos de entorno de las prácticas físicas, que limitan la actuación de la

persona (condiciones sumativas necesarias: perspectiva “eco-práxica”).

Son varios los autores que insisten en destacar estos tres ámbitos de acción. La

AAPHERD (Sánchez Bañuelos, 1986: 13-14) propone tres metas educativas relacionadas con

esos tres entornos: “el hombre dueño de sí mismo”, “el hombre en el espacio” y “el hombre

en el mundo social”. Para Menaut (Hernández Moreno, 1994a: 82-83) la interpretación del

movimiento del hombre implica tres modelos: “la adaptación del hombre al esfuerzo físico y

la toma de conciencia de su propio cuerpo”, “la adaptación al espacio y sus variaciones” y “la

consideración del movimiento en cuanto hecho social o comportamiento del hombre en

relación al mundo de los demás”.

Marta Castañer (1992: 29-31) es quien más se detiene en desarrollar esas tres

categorías de acción, sujetas a las coordenadas espacio-temporales:

- Acciones en relación a sí mismo (propio yo), según la dimensión introyectiva de la

persona, que se da a partir de las capacidades de reflexión, autoconocimiento, de

autovaloración, permitiendo el que la persona se reconozca y dando como resultado

un cuerpo “identificado”.

- Acciones en relación al entorno físico-objetual (medio objetual), según la dimensión

extensiva de la persona, a partir de la capacidad de manipular los objetos y material

físico que nos rodea, permitiendo el interactuar y resultando un cuerpo “situado”.

CORPORAL

\ /

+ AMBIENTAL (físico)

ENTORNOS: \ / /

+ SOCIAL (humano)

\ / / /

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Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 6. Tarea praxiomotriz y estatuto praxiomotor

15

- Acciones en relación al entorno social (medio social), según la dimensión proyectiva

de la persona, que nos permite comunicar, ser creativos y expresar esa creación, y

resultando un cuerpo “adjetivado”, que se sirve de los dos estadios anteriores de

cuerpo identificado y situado.

Pero son, sin embargo, los miembros del GEP (Castarlenas y otros, 1993a) y, sobre

todo Lagardera (1994c) quienes más insisten en que la Praxiología motriz debe considerar en

su campo la totalidad de prácticas motrices que impliquen esos tres entornos. Por su parte,

Parlebas (1981) parece mostrarse más reacio a incluir situaciones cuyas posibles praxis

queden reducidas al entorno corporal. En su clasificación (Parlebas, 1981) sólo estable dos

formas de analizar la acción motriz, una en la relación entre el agente con el entorno físico y

otra en la relación del agente con el medio social.

Veamos que fuera del ámbito de la Praxiología motriz también esos tres entornos

quedan diferenciados desde las posibilidades de la acción humana. Para Lain Entralgo (1989)

lo corporal es condición imprescindible para la intervención del ser en el mundo, mientras

que para F. Montero (1987: 427)

“... sobre esa estrecha vinculación entre el cuerpo y la actividad humana, lo

que interesa destacar es que todo ello hace del cuerpo propio un elemento

fundamental de lo mío, del yo, en tanto que esa actividad sea vivida como

propia iniciativa de modo excepcional e inmediato por cada sujeto”.

Respecto a la relación cuerpo-ambiente físico, J. Corraze (1986: 59) señala que “La

noción de contexto lleva a acontecimientos situados tanto en el medio externo como en el

interno”. Para Montero (1987: 431) en el mundo de las situaciones empíricas “... la realidad

externa queda patente en función de su vinculación con el cuerpo que las percibe y que vale

como centro de las referencias que las objetiva a través de los canales del espacio y del

tiempo que en él coinciden”.

Respecto a la relación entorno ambiental y lo social, Corraze (1986: 16) entiende que

“Se pueden separar en dos grupos los movimientos ejecutados por los seres

vivos. Unos son procesos de acción sobre el medio de modalidad física y

apuntan a transformaciones del mismo orden. Los otros son medios de

comunicación y tienen como fin modificar el comportamiento de otros

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Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 6. Tarea praxiomotriz y estatuto praxiomotor

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individuos vivos”.

Tras este breve repaso, podemos establecer algunas consideraciones:

- Los límites que marcan las condiciones motrices internas al prescribir el entorno de

construcción de praxis motrices, es de carácter sumativo: mientras el entorno

corporal puede definirse en sí mismo, la situación que supone la intervención sobre lo

físico requiere la definición del mismo y, además, del entorno corporal. Por último,

una situación en un entorno social describirá la forma de interacción, pero abarcará

además necesariamente la definición del entorno físico y del corporal. En el

entrenamiento autógeno un intento de “modificar la temperatura” corporal supone

investigar centrándose en las percepciones de la persona respecto a su cuerpo. En un

salto de trampolín el praxiólogo considerará las coordinaciones en los giros,

trayectorias y distancias respecto del trampolín y el foso, etc., y, por otro lado, la

percepción del grado de tensión muscular, siempre en tanto en cuanto al objetivo

motor (que en esta práctica implica el intento de reproducir lo mejor posible un

modelo).

Para una agarrada de Lucha Canaria, que se desarrolla en un entorno de

interacción (social) con el adversario, es importante no sólo analizar las distancias

entre contendientes o las posiciones segmentarias de cada luchador, sino, incluso la

percepción del gasto energético (cansancio), el mantenimiento de las contracciones

musculares ante un ataque o la sensación de estar equilibrado que cada uno de los

participantes tiene.

- Necesariamente los tres entornos contienen descriptivamente las dimensiones

espacial, y gestual, siempre matizando que ambas están presentes también en las

praxis motrices sin movimiento perceptible desde el exterior y limitadas al entorno

corporal (por ejemplo en los “chakras” del Yoga). Si estudiásemos situaciones donde

se indica un entorno social entonces entraría en juego además la dimensión relacional.

Lo temporal es una dimensión añadida que se concreta con una o varias de las

anteriores dimensiones del entorno.

- Los tres entornos se mantienen en cualquier actividad de la vida del hombre.

Dormir, descansar pueden ser ejemplos de acciones limitadas a un entorno corporal.

Comer, leer implican necesariamente a un entorno ambiental. Dar un discurso o

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presenciar un partido en el estadio suponen un entorno social. En cada entorno el

agente puede buscar cumplir múltiples finalidades (afectivas, de evasión, de lucro,

emotivas, de mejora personal...).

- Lo que hará que podamos hablar de entorno praxiomotor, osea, definido desde

condiciones motrices internas, es únicamente que en él el agente intente la

consecución de objetivos motores. De dicha apreciación podemos concluir

aproximativamente que

TAREA PRAXIOMOTRIZ=ENTORNO+OBJETIVO MOTOR INTERNO

Fórmula 1.- Componentes de una tarea praxiomotriz.

6.1.4.- Los objetivos motores internos

Definiremos <<OBJETIVO MOTOR INTERNO>> como aquel “Conjunto de

restricciones e indicaciones que prescriben finalidades expresamente dirigidas a la

puesta en juego de la motricidad de las personas”. De igual modo que a las condiciones

motrices internas, no todas las tareas praxiomotrices contienen el mismo tipo de objetivos

motores internos. En general también estos se asocian con aspectos espaciales y objetuales y

gestuales, con o sin indicación de su carácter temporal o de la relación entre participantes.

Paillard (M. Catañer, 1992) habla de teleocinesis como finalidad última del

movimiento. Para nosotros la <<TELEOMOTRICIDAD>> contiene, entre otros, el análisis

de las finalidades últimas que son de carácter motriz.

Para sintetizar qué tipo de indicaciones o restricciones se proponen desde las tareas

praxiomotrices en referencia a la finalidad motriz a lograr, habrá que analizar las distintas

prácticas físicas y luego retener las que contienen objetivos comunes.

En primer lugar podemos encontrarnos con actividades físicas donde el objetivo

motor sea de tipo espacial, como desplazarse de un lugar a otro, con o sin objetos de ese

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Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 6. Tarea praxiomotriz y estatuto praxiomotor

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espacio, con o sin otras personas, o donde el objetivo pueda referirse a hacer que objetos y

otras personas se desplacen o se impidan sean desplazados en ese espacio. Pailmous

(Vankersschaver, 1987) las denominaría actividades topocinéticas. Lo loco-motor se refiere a

la motricidad de carácter espacial.

Tareas con objetivos locomotores serán los deportes de equipo (baloncesto, hockey,

waterpolo, ...), los deportes de combate y lucha (Lucha Canaria, kárate, grecorromana,

florete...), los juegos de campos separados o de frontón (squash, Pelotamano, Brilé,

bádminton...), actividades de precisión (tiro, caza, bolos), juegos de persecución, deportes de

carreras, prácticas en el medio natural (raffting, vuelo sin motor, espeleología...) y otras

prácticas espontáneas (subir a un árbol, deslizarse por una pendiente, transportar a otro, hacer

una carrera, etc.).

Otro grupo de actividades provienen de tareas praxiomotrices guiadas por objetivos

que pretenden la reproducción con la mayor exactitud posible de ciertos modelos motores,

según criterios espaciales y de manejo de objetos, temporales, de movimientos segmentarios

o de control corporal. El fin motor es acercarse lo más que se pueda al modelo propuesto

durante el desarrollo de las praxis motrices.

Pailmous, Serre o Capodi (Vankersschaver, 1987) las denominarían actividades

morfocinéticas. Las tareas que contienen objetivos iso-motores (de “igual” motricidad) se

proponen (o autoimponen) junto a criterios que otorgan un valor cualitativo, según si hay un

mayor o menor acercamiento (“se hace mejor o peor”) de la reproducción praxiomotriz al

modelo propuesto.

Estas prácticas guiadas por objetivos isomotores, pueden ser preparadas previamente

como juegos, deportes, danzas y coreografías, o, por el contrario, surgir espontáneamente.

Todos los deportes y actividades físicas con puntuación cualitativa implican objetivos

isomotores: gimnasias de competición, natación sincronizada, saltos acrobáticos (en

trampolín, en la nieve, con esquí acuático, caída libre, monopatín, fun-board), patinajes

artísticos, concursos de baile o de mimo, físico-culturismo.

Esos objetivos cualitativos también están presentes en actividades circenses, en las

torres humanas, en la doma hípica, en un montaje coreográfico, en danzas tradicionales y

bailes de salón, en los ballets, en juegos de ritmo (elástico, sogas, palmas), e incluso en la

motricidad fina (caligrafía, manejo de útiles, tocar instrumentos musicales...).

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Otras actividades de este mismo tipo son improvisar un ritmo memorizado o

sincronizar las acciones a un intervalo temporal, intentar imitar de repente cierta postura,

gestos y movimientos idealizados o de otras personas y seguir las huellas exactas de uno que

va por delante.

El tercer grupo de actividades se desarrollan a partir de objetivos motores cuya

finalidad es incidir sobre la propia corporalidad, ya sea sobre lo más estructural

(musculatura, articulaciones, pulmones, tejido adiposo...) o sobre lo más fisiológico (el

consumo energético, la temperatura, la respiración, etc.). Estas actividades con objetivos

miotores son los distintos Yogas, el Tai-chí, las diferentes maneras de relajación, las

gimnasias suaves, la microgimnasia y la eutonía, los ejercicios de acondicionamiento físico,

queme, mantenimiento, footing, body-building, stretching y otras formas de flexibilización,

etc.

También una persona puede decidir sobre la marcha el realizar actividades que

implican tareas con objetivos miotores, como mantener la respiración o soportar el máximo

peso por la acción muscular, relajarse, bajar el ritmo respiratorio o la frecuencia cardiaca.

<<Miotricidad>> es una composición de “mio”, musculatura y “motricidad”.

Evidentemente se descubre que en este grupo de objetivos motores internos la persona

incidirá en bastantes más aspectos que en lo muscular. Por tanto <<miotricidad>> queda

simplemente como un neologismo identificador de una idea más amplia de lo que del

concepto se podría desprender.

Gráfico 8.- Tipos de objetivos motores que caracterizan una práctica física

LOCOMOTORES (realizaciones de

carácter espacial)

+

OBJETIVOS: ISOMOTORES (reproducciones motrices

cualitativas)

+

MIOTORES (incidiendo directamente en la

corporalidad)

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(“objetivos” como intentos de realización de una persona, y no necesariamente

sumativas: perspectiva “teleo-motriz”).

Visto lo anterior, en este apartado también realizaremos algunas consideraciones:

- Lo que distingue a una tarea de otra es justamente su objetivo diferente. Para J.

Florence (1991: 79) “Proponer un fin es decir en pocas palabras lo que constituye lo

esencial de la tarea escogida...”. Pero además, “... es poner en evidencia lo que la

hace pertinente, el valor, es decir, el problema, la dificultad nueva y principal que

plantea esa tarea”. En una tarea praxiomotriz el objetivo es de carácter motor.

- Dos tareas praxiomotrices pueden contener idénticos objetivos motores internos, y,

no obstante ser diferentes en función del diferente entorno en donde las praxis

motrices se desarrollarán. Para M. E. Shaw (1986: 334) “Debemos empezar

preguntándonos a qué nos referimos al hablar de <<objetivo del grupo>>, para

poder relacionarlo adecuadamente con el entorno de la tarea”.

- Hay tareas praxiomotrices que contienen más de un objetivo motor interno, incluso

de diferentes grupos. Ese sería el caso de los saltos de esquí o del judo, donde a parte

de un objetivo locomotor (respectivamente, llegar lo más lejos posible en la superficie

de aterrizaje, o derribar al otro sobre el tatami), se valora la perfección del estilo del

salto o el de la proyección (esos son objetivos internos isomotores).

- Seleccionar una tarea praxiomotriz significa establecer las condiciones y los

objetivos motores internos. Pero estos pueden estar organizados, junto a otros

objetivos-condiciones del entorno. En ese caso una tarea praxiomotriz forma parte de

una tarea mayor. Para M. E. Shaw (1986: 344) “La realización de la tarea puede ser

un subobjetivo o bien el objetivo definitivo”. De igual manera, de una tarea

praxiomotriz global y amplia (como es el reglamento para el propio juego, por

ejemplo, del baloncesto) pueden extraerse sólo algunos objetivos-condiciones

motrices internas (por ejemplo el saque de banda o el salto a dos), osea, varias tareas

praxiomotrices específicas.

6.1.5.- Efectos entre tarea praxiomotriz y praxis motrices

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La tarea praxiomotriz es selectora de las praxis motrices. A su vez ciertas praxis que

se consideran representativas o privilegiadas quedan seleccionadas, conformando las

condiciones y objetivos motores internos de una tarea praxiomotriz (ver el concepto “función

praxiomotriz” en el punto 6.1.1). Este doble efecto no tiene nada de especial (Luckmann,

1996), es un proceso socio-cultural habitual, que es destacado por las corrientes

construccionistas de la ciencia social.

El resto del fenómeno se completa con sucesivas adaptaciones mutuas entre la

estabilidad reguladora de las acciones, por un lado, y la innovación permitida en los límites

marcados por esa regulación, por otro. En ciertos casos se aceptan sin más las praxis motrices

originales.

Incluso algunas tienen tanto éxito que se modifican las reglas de acción para

recogerlas expresamente (línea de 6.25 en baloncesto para los tiros de lejos). Pero en otros

casos esas nuevas praxis motrices no parecen aconsejables y también se cambian las reglas en

vistas a que no se vuelvan a repetir (lanzamiento de jabalina a la “española” en atletismo).

La estabilidad de las praxis motrices nos lleva a considerar el estatuto praxiomotor.

Este nuevo concepto, referido a la regulación de las praxis motrices de y desde la tarea

praxiomotriz, será desarrollado en el siguiente apartado.

6.2.- EL ESTATUTO PRAXIOMOTOR

6.2.1.- Noción de estatuto praxiomotor

Un estatuto praxiomotor, como forma especial de tarea, es lo que afecta

exclusivamente a la situación, puesto que (Parlebas, 1981: 202) previamente se han

seleccionado y regulado ciertas clases de praxis motrices. Hablar de estatuto praxiomotor es

remitirse a la codificación y a la estabilidad de las acciones que aparecerán en la situación

praxiomotriz.

Por tanto, y como primer requisito, se obviará lo externo a la situación praxiomotriz

(Parlebas, 1981: 204) para poder identificar lo que es propiamente del estatuto praxiomotor.

No se considerará lo sociométrico (en Psicología social: rechazado, aislado...), lo oficial-

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institucional (capitán en deportes de equipo, puntal a o b en Lucha Canaria), o lo socio-

afectivo (líder, animador).

Es, sin embargo, desde el exterior (Parlebas, 1981: 204) desde donde se definen las

condiciones y objetivos motores internos que las personas deberán asumir para la puesta en

actividad de las praxis motrices seleccionadas. Para R. Boudon (1981: 67) “... la definición de

los papeles puede ser más o menos completamente exógena con relación al sistema.”.

Desde la perspectiva estructural-funcionalista (Escohotado, 1989: 499) de las ciencias

sociales “El status de cada uno fija, pues, su posición relativa dentro de una ordenación

determinada”. En consonancia con esta corriente, la noción de <<estatuto sociomotor>> de

Parlebas (1981) asigna clases de acciones a individuos que participan en los juegos

deportivos sociomotores, entendidos tales como (Parlebas, 1986: 109-110) “puestos” o

“posiciones”, ya sean de carácter espacial, temporal y, sobre todo, relacional (comunicación y

contracomunicación motrices).

Para Lagardera (1994c, 1995a, 1995b) el <<estatuto práxico>> es característico de las

prácticas físicas reguladas, es decir, que identifican un espacio pertinente, un tiempo

regulado, un determinado tipo de relaciones entre participantes y los objetos extracorpóreos o

máquinas.

De lo que hemos podido deducir, un estatuto implica:

- Acotar posibilidades de acción.

- Una regulación de las acciones.

- Que es previo a la aparición de acciones.

- Que afecta a distintos aspectos de la situación.

Partiendo de la noción de <<tarea praxiomotriz>>, podemos establecer dos tipos de

ésta: las que estabilizan sus condiciones y objetivos, susceptibles de ser asumidas por

distintos agentes en distintas ocasiones y las tareas cuyas condiciones y objetivos motores

internos surgen simultáneos a la realización motriz.

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En una tarea praxiomotriz estatutarizada no cabe la simultaneidad o la improvisación

respecto de la situación praxiomotriz. Esto implicará dos requisitos: que la tarea estará

previamente definida y que sus condiciones y objetivos motores internos tienen que ser

conocidos por los posibles agentes de la situación que se genere a partir de la tarea.

Por tanto definiremos <<ESTATUTO PRAXIOMOTOR>> como aquella “Tarea

praxiomotriz explícitamente definida”, o en una definición amplia, “conjunto organizado y

explícitamente definido de objetivos motores y de condiciones del entorno”.

Hay, entonces, estatutos praxiomotores en todas las prácticas físicas donde se

produzcan repeticiones de acciones del mismo tipo previstas para distintas ocasiones, o se

construyan situaciones según reglas: bailes tradicionales, estilos de danza concretos (ballet

clásico, jazz, afro), Yoga y prácticas introspectivas orientales, deportes, juegos deportivos

tradicionales. También encontraremos estatutos praxiomotores en las tareas praxiomotrices

que le son impuestas a los alumnos en una clase de Educación física (D. Bázquez, 1982: 91)

como “consigna” o “instrucción”, en la lista de tareas para varios entrenamientos deportivos,

en las rutinas del ballet, en los montajes coreográficos, etc.

Observamos, entonces, que con la noción de <<estatuto praxiomotor>> se supera el

ámbito reglamentado de los juegos deportivos (Parlebas, 1988a) y de los juegos motores

reglados (Navarro Adelantado, 1995a).

Parlebas (1986: 121) explica cómo juegos simbólico-motores son aceptados por los

niños, desde el momento en que se sumergen en los personajes que se les imponen y, en

consecuencia, en los sectores de acción motriz que se le permite a cada uno. En juegos

deportivos tradicionales también puede existir una trama escondida (policías y ladrones, por

ejemplo) que se plasma en praxis motrices concretas (perseguir, coger, mantenerlo en la

cárcel, liberar).

Para Parlebas (1981: 202) además de restringir los tipos de acción, el estatuto

praxiomotor “... afecta al aspecto jurídico de las prescripciones...”. Definirá <<estatuto

sociomotor>> (1981: 259) como el “Conjunto de constricciones, derechos y prohibiciones

prescritas a un jugador por las reglas de un contrato lúdico de un juego deportivo y que

define el campo de actos motores permitidos a cada jugador”.

En este mismo sentido, para el GEP (1994) el <<estatuto práxico>> es el “Conjunto

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de condiciones, derechos y prohibiciones a que deben someterse los participantes en todo

juego o deporte sujeto a reglas, y que define su campo de actuación y participación en el

mismo”.

G. Robles (1984) (en Las reglas del derecho y las reglas de los juegos) da buena

cuenta de los juegos deportivos como un conjunto de derechos y deberes que los

participantes en ellos deben respetar para decir entonces que jugarán a un juego. Parlebas

(1973: 119) insiste en que efectivamente “... las reglas atribuyen a cada jugador un estatuto

lúdico muy preciso”. Por ejemplo, señala, el jugador zaguero de voleibol no puede rematar en

la zona delantera de su campo.

La existencia de un estatuto praxiomotor atiende a un proceso de

convencionalización si la tarea praxiomotriz suele utilizarse por distintas personas (en

diferentes ocasiones). Cuando varios practicantes desean realizar una actividad física

compartida (explorar una cueva, montar una coreografía, jugar al fútbol en la playa) suelen

ponerse previamente de acuerdo en determinados particulares: qué es lo que hay que lograr

conseguir, cómo son los objetos y el espacio y cómo se utilizan, qué tipo de gestualidad se

mostrará, qué tipo de intercambios se permiten entre participantes).

Entonces, hay ocasiones en que no es necesario el proceso previo de ponerse de

acuerdo, precisamente porque ya hay establecido un reglamento. En ese caso el único

acuerdo es aceptarlo. Pero si no hay reglamento y no hay acuerdos en una situación

praxiosocial, o en una situación praxioambiental que implique comparar distintas

producciones motrices de distintas personas (por ejemplo en una competición), entonces

podremos afirmar que la tarea carece de formato estatutario.

Según Habermas, (1989b: 234) “... las reglas de acción social tienen, en tanto que

convenciones, la tarea de regular un contexto con el que ya se encuentran”. Existen

acciones en sociedad porque son convencionales, aceptadas socialmente. Tales convenciones

están acordadas para regular algún aspecto de las acciones.

Este factor de acuerdo y aceptación previa a la situación praxiomotriz, que configura

una “infrasituación praxiomotriz” (Parlebas (1988a) habla del “infrajuego”) en vistas a

estabilizar la tarea praxiomotriz, es siempre cooperativo.

Debido a la selección de condiciones y objetivos motores internos, otra característica

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de un estatuto praxiomotor es la predicción de las formas de praxis motrices que aparecerán

en las situaciones. Es por ello que M. E. Shaw (1986: 285) dice que “Las normas

proporcionan una base para predecir la conducta de los demás y permiten así que el

individuo prevea las acciones de los demás y prepare una respuesta apropiada”. La

predicción es un factor que ayudará a la preparación de una estrategia adecuada para afrontar

una situación praxiomotriz.

6.2.2.- Grado de estatutarización de las tareas praxiomotrices y sus factores

No siempre resulta sencillo, al investigar una situación praxiomotriz (una práctica

física, una actividad de la vida cotidiana), deducir a simple vista si la tarea que la respalda

está estatutarizada. Ello se explica por ser una cuestión de grado, tal como señalan Parlebas

(1981), Navarro Adelantado (1995a), Lavega (1995a) o Blázquez (1982). En otras palabras,

hablaríamos con corrección si dijéramos de una tarea praxiomotriz que está “más o menos

estatutarizada”.

Son varios los factores que inciden en la estatutarización de una tarea. Para Parlebas

(1981: 277) es su grado de organización, que puede variar entre un extremo de

hipercodificación como en el deporte y otro de actividades físicas improvisadas. Para

Navarro Adelantado (1995a: 144) es el grado de regulación, o “... nivel de práctica de la

regla de que hacen uso los jugadores”, que puede variar entre un acuerdo informal entre

jugadores y la norma (como límites de acción desde una disposición sancionadora), pasando

por la regla (disposición obligatoria asumida disciplinarmente).

Fuera del juego deportivo (del juego motor y reglamentado), también podemos

descubrir distintos grados de estatutarización de la tarea. Las consignas dadas a los alumnos

en una clase de Educación física depende de su grado de definición, que puede variar (D.

Blázquez, 1982) desde tareas no definidas a las definidas, en una amplia gama entre

comportamientos espontáneos y de indeterminación del movimiento hasta otro polo de

comportamientos perfectamente determinados.

Dentro de la expresión corporal la improvisación inicial (tarea sin estatuto rígido)

suele desembocar con frecuencia en la repetición de una composición de secuencias fijas

(tarea praxiomotriz como estatuto cerrado). En otros ámbitos, ciertas rutinas domésticas y de

ocio voluntariamente autoimpuestas perduran, limitando sistemáticamente las condiciones de

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Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 6. Tarea praxiomotriz y estatuto praxiomotor

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su realización.

En un reglamento de juego deportivo las condiciones para su desarrollo (objetivos y

entorno) no suelen estar, por tanto, estructuradas siempre del mismo modo. Para algunas

prácticas lúdicas, como en los “cuasi juegos” (Parlebas, 1988a), su reglamento está apenas

definido o explicitado, está muy “en el aire”.

Las tareas praxiomotrices no están totalmente definidas cuando se deja una vía abierta

a posibles acuerdos entre los participantes (o en su caso a posibles decisiones de un árbitro),

lo cual ocurre en la mayoría de los juegos deportivos tradicionales.

No están totalmente explicitadas, cuando hay que investigar para descubrir cuáles son

las reglas de tal juego. La escasa explicitación de las tareas praxiomotrices es más evidente en

otro tipo de situaciones praxiomotrices: Expresión Corporal o situaciones Corpóreo-

Aprehensivas (Castarlenas y otros, 1993a: 24-25).

Para investigar en las distintas prácticas físicas, es requisito imprescindible

(Lagardera, 1994c y 1995a) determinar las características de la tarea praxiomotriz (sus

condiciones -rasgos del entorno praxiomotor- y objetivos motores internos). Esto será

plausible únicamente en tanto en cuanto se verifique si tal tarea se presenta en forma de

estatuto praxiomotor.

A continuación proponemos varios criterios de estatutarización, que pueden dar

pistas a un investigador sobre el grado de organización, estructuración, definición o

regulación de una situación praxiomotriz de cualquier índole:

- Previsión. Si la definición de las condiciones y objetivos motores internos anteceden

a la situación praxiomotriz, la tarea se encuentra más estatutarizada que otra cuyas

condiciones y objetivos se improvisan simultáneamente al desarrollo de la situación.

- Acuerdo. Si hay un tratamiento y unas conclusiones entre más de una persona

respecto a las condiciones y objetivos de realización de una situación, es seguro que

esas personas están planificando un estatuto praxiomotor.

- Imposición. Siempre que una persona acepte unas condiciones y objetivos motores

internos para las que ella no ha participado en su selección, concluiremos que tales

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Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 6. Tarea praxiomotriz y estatuto praxiomotor

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componentes se presentan en formato estatutario.

- Volumen. Es probable que un mayor número de condiciones y de objetivos motores

supongan la existencia de un estatuto.

- Medición. La mayor cantidad de condiciones y de objetivos motores internos

cuantitativos, susceptibles de ser registrados numeralmente, incrementan el grado de

reglamentación de una situación P. Lavega (1995a) defiende que el proceso

deportivizador, que entre otras cosas conduce hacia una reglamentación precisa,

provoca un incremento de componentes cuantitativos en relación a los cualitativos

(cuya importancia decrece). Los componentes no mensurables son propios de los

juegos tradicionales poco estatutarizados.

- Explicitación. Unas condiciones y objetivos motores internos que estén reflejados en

algún medio de descripción (transmisión oral, reglamento escrito, gráficos, etc.)

implican un estatuto praxiomotor. Una tarea cuyos componentes sean implícitos para

sus practicantes (una forma de relajación o de inspeccionar un terreno, una manera de

usar una pelota o un instrumento -un monopatín, la pértiga del “salto del pastor”

canario-) no siempre da seguridad al investigador de que las praxis motrices

seleccionadas sean del mismo tipo para diferentes ocasiones. Entonces las

características de la tarea son presupuestas por un practicante, pero puede que no sean

las mismas presuposiciones que las de otro. La confirmación de esta igualdad o

diferencia se confirmará en el momento de su explicitación (por ejemplo, con técnicas

fenomenológicas, cuestionarios, etc.).

- Precisión. Unas condiciones y objetivos motores internos definidos detalladamente,

hace que la tarea posea un mayor grado de estatutarización que otra que deja más

opciones a incluir o concretar condiciones y objetivos.

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28

Factores a analizar en el

grado de estatutarización:

ORGANIZACIÓN

ESTRUCTURACIÓN

DEFINICIÓN

REGULACIÓN

Criterios para analizar el

grado de estatutarización:

PREVISIÓN

ACUERDO

IMPOSICIÓN

VOLUMEN

MEDICIÓN

EXPLICITACIÓN

PRECISIÓN

Tabla 2.- Grado de estatutarización de una práctica física y sus factores.

6.2.3.- Elementos de los estatutos praxiomotores y su carácter

Sea un reglamento de juego deportivo, sean las secuencias de una coreografía o danza

tradicional o sean las indicaciones que va dando un profesional (técnico deportivo, profesor de

Educación física, coreógrafo, rehabilitador, animador, etc.), todo estatuto contiene una serie de

componentes que pueden ser identificados según diferentes criterios.

El interés de determinar los elementos de un estatatuto praxiomotor reside en el

requisito de analizarlo, como una condición necesaria para sumergirse en el estudio de cada

situación praxiomotriz (ese contexto especial en donde surgen las praxis motrices). Estos son

los elementos de un estatuto praxiomotor y sus características:

- Como toda tarea praxiomotriz, un estatuto contiene dos componentes esenciales: las

condiciones motrices internas y los objetivos motores internos (elementos de los que

ya hemos hablado en el apartado anterior).

- También como tarea que es, todo estatuto puede describir las siguientes dimensiones

que caracterizan las condiciones y objetivos motores internos: espacial (terreno o área

física y sus zonas y objetos y máquinas que incluye, distancias y trayectorias),

temporal (secuencias, ritmos), gestual (posiciones, posturas, movimientos e

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implementos y ropa como “prolongación del practicante”), comunicación (relaciones y

formas de interacción entre practicantes). Estas dimensiones son expresadas de alguna

u otra forma por Parlebas (1988a) en la enumeración de los rasgos pertinentes que

contiene la lógica interna que se desprende de todo código de juego deportivo, y por

Hernández Moreno (1994a) en los parámetros de la estructura funcional cuando se

considera el reglamento como determinante de la estructura de los deportes.

- Elementos formales son aquellos componentes iniciales que describen las

características que otorgan especificidad a cada situación: espacio, móvil,

implementos, artefactos, compañeros y adversarios. Esta caracterización estructural-

formal del estatuto praxiomotor es adoptado por Hernández Moreno (1994a: 54;

“aspectos formales”), Olaso (1993a), Navarro Adelantado (1995a), Lavega (1995a),

Amador (1994a: 334; “bloque óntico-formal”), y también por Lasierra (1990) y

Antón (1990), siguiendo la línea de C. Bayer (1986) para el estudio de los juegos

deportivos colectivos.

- Junto a los elementos formales, se pueden distinguir en un estatuto praxiomotor otros

que describen el desarrollo de la praxis motriz: formas de usar el espacio y el tiempo,

manera de desarrollo la gestualidad (con o sin móviles), características de las

relaciones entre los practicantes, praxis expresamente no permitidas. Esta

caracterización es seguida, entre otros, por Hernández Moreno (1994a, 54; “desarrollo

de la acción de juego”), F. Amador (1994, 342; “bloque óntico-competitivo”) y P.

Parlebas (1981, 202; “sectores de acción” del estatuto sociomotor: relación del sujeto

con el espacio, con los objetos y con los otros), en todos los casos para el análisis

concreto de los juegos deportivos.

- Elementos cuantitativos y cualitativos. Los primeros son (Navarro Adelantado,

1995a: 211) mensurables y “objetivamente” descriptibles: espacio físico, número de

jugadores, forma de uso de móviles, número de elementos de dificultad, regulación del

tiempo, ... Los segundos implican criterios de apreciación y de descripción “subjetiva”:

identificación del contacto (en un juego de persecución), grado de creatividad, estética

del gesto. La caracterización entre estos dos tipos de elementos aparece también en P.

Lavega (1995a).

- Elementos ónticos y elementos deónticos. Siguiendo a G. Robles (1984) los primeros

son necesarios para la situación y pertenecen a la esencia de la praxis motriz. Los

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segundos son añadidos y no son necesarios para el desarrollo de la praxis motriz (en su

situación): espectadores, actividad de jueces y árbitro, inscripciones, sorteos... Esta

distinción es hecha patente por Hernández Moreno (1994a, 53; dimensión formal y

desarrollo de la acción de juego frente a la “cuasi-moral”), Navarro Adelantado

(1993a, 37) y F. Amador (1995, 334; bloque óntico-formal y óntico-competitivo frente

al “deóntico-normativo”). Este añadido <<deóntico>> tendrá sus consecuencias para

el análisis de las situaciones: si no son necesarios para el propio desarrollo de la praxis

motriz, entonces será de alguna manera “externo” a lo que hemos definido como “tarea

praxiomotriz” o como “estatuto praxiomotor”. Siguiendo tal argumento, ¿hasta qué

punto es objeto de estudio exclusivo de la Praxiología motriz? ¿No será lo deóntico un

conjunto de elementos de investigación compartida con otras disciplinas?

Gráfico 9.- Caracterización de los elementos de un estatuto praxiomotor.

ESTATUTO PRAXIOMOTOR. Elementos:

CONDICIONES MOTRICES INTERNAS

OBJETIVOS MOTORES INTERNOS

- Cualitativos-cuantitativos.

- Formales-de desarrollo de la praxis motriz.

- Ónticos-deónticos.

- Dimensiones (espaciales, temporales, gestuales,

relacionales...).

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Veamos algunas ampliaciones de lo expuesto en referencia concreta a ciertos autores.

Como rasgos pertinentes y distintivos de las situaciones praxiomotrices provenientes de

tareas ludo-deportivas estatutarias (o, simplemente, “características de los componentes del

reglamento de los juegos deportivos”), Parlebas (1981: 276) encuentra que son: las

características del espacio (domesticado o salvaje, dimensiones del terreno, zonas), de los

artefactos (jabalina, florete, balón), del tiempo (duración del encuentro, tiempos muertos), del

contacto con el otro (número de participantes, tipo de contracomunicación, distancia de

carga), sistema de puntuación y de logros, o del tipo de locomotricidad solicitada (pilotaje de

máquinas ...).

Es patente que el sistema de puntuación se sustenta en una naturaleza distinta a los

restantes rasgos, por cuanto ella no participa de la acción motriz de un juego deportivo como

situación: no pertenece a la relación del agente con su medio físico (lo espacial, sus objetos y

máquinas, lo temporal) o social (los otros participantes y formas de relacionarse). El sistema

de puntuación es una simbolización matematizada del sistema de interacción de marca. Por

ello no es propiamente un rasgo pertinente de la situación (de su lógica interna), sino un rasgo

pertinente cercano a la situación (pertenece a una lógica extrasituacional).

Para Hernández Moreno, (1994a: 54), en el deporte, además de los formales

(características del espacio, número de jugadores, control y división del tiempo, etc.), se

distinguen otros elementos del desarrollo de la acción de juego, que consideran las maneras

de utilizar los elementos formales (de usar los implementos, de relacionarse con los

compañeros y adversarios, de usar el espacio...).

Para F. Amador (1994a) en los deportes de lucha los diferentes aspectos definidos en

sus reglamentos conforman un subsistema donde sus elementos son agrupables en tres

bloques: óntico-formal (elementos y características de los jugadores específicas a cada

deporte de lucha: indumentaria, gestos de árbitro y jueces, materiales, luchadores y equipos),

óntico-competitivo (regulación precisa del enfrentamiento entre los dos luchadores: sistemas

de lucha, asaltos, puntuación, formas de ganar-perder, relación con el adversario) y deóntico-

normativo (regulación de las relaciones entre participantes en el no enfrentamiento directo y

de ellos con la Federación: licencias, disciplina, actas, dopaje).

A nuestro parecer algunos particulares referentes a lo óntico-competitivo (como los

sistemas de lucha, el sistema de puntuación, los asaltos) y a lo óntico-formal (gestos de

árbitros y jueces, personal técnico y federativo) no son necesarios propiamente para la

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aparición de praxis motrices específicas dentro de cada deporte de lucha. Puesto que son

añadidos a la situación de lucha, debería ser incluidos en el bloque deóntico, quizás en uno

“deóntico-formal” y en otro “deóntico-competitivo”.

P. Lavega (1995a: 32) diferencia en el reglamento de los juegos deportivos

tradicionales entre los elementos constitutivos de dimensión cuantitativa (estructuración del

espacio, relaciones práxicas entre jugadores, la organización de los imperativos temporales,

las características y manejo de objetos extracorpóreos y los tipo de apuesta) y elementos

constitutivos de dimensión cualitativa (voluntariedad en la entrada-salida del juego, gratuidad

del objetivo perseguido, la incertidumbre en el resultado, la creatividad en la realización de

unas determinadas acciones...).

Para P. Lavega (1995a) a mayor grado de estatutarización del juego tradicional, la

dimensión cuantitativa crece en detrimento de la cualitativa, hipótesis que es compartida por

Navarro Adelantado (1995a: 211) para el cual los deportes presentan un mayor equilibrio

entre ambos tipos de reglas, mientras que los juegos motores de reglas infantiles “... son la

reserva de las reglas cualitativas”.

Para C. Bayer (1986: 35-51) las constantes estructurales de los deportes colectivos

son: la pelota, el terreno estandarizado (con sus zonas fijas y variables), las porterías, los

compañeros y los adversarios y las reglas mismas. Este añadido de las “reglas” puede ser una

reiteración en ciertos aspectos, puesto que el reglamento ya contiene las características de las

otras constantes.

6.2.4.- Estatutarización de las praxis motrices y modificación de estatutos praxiomotores

La elaboración de estatutos praxiomotores suele ser frecuente en determinados

contextos. Acotar formas de actuación motriz y estabilizarlas para los siguientes intentos son

las condiciones imprescindibles.

Cuando un profesor de Educación física, un técnico deportivo, una profesora de danza

o de aerobic, cuando un terapeuta o animador recreacional elaboran el programa de las

actividades de la sesión, están plasmando una lista de tareas estatutarizadas, de praxis motrices

reproducibles en un futuro. También se estatutarizan praxis motrices cuando un grupo de

personas proponen normas de acción que serán asumidas por futuros practicantes: los nuevos

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Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 6. Tarea praxiomotriz y estatuto praxiomotor

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juegos de roles, las nuevas prácticas en la naturaleza ofertadas por agencias de viaje, ... Para

G. Robles (1984: 68-69) el proceso no parece complejo:

“Sólo porque se ha convenido que ambas acciones -la del portero y la que hizo

un librecampista- integren la acción de juego correspondiente al fútbol,

podemos calificar a una y a otra como acciones del juego así llamado”.

“Convencionalmente se ha establecido que acciones de características

“naturales” tan dispares -chutar con el pie, agarrar el balón con las manos-

sean, sin embargo, acción futbolística...”.

Otra forma de estatutarizar praxis motrices son los acuerdos entre varios agentes

motores: un grupo de chicos que construye una coreografía de danza o mimo, un grupo de

niños que se inventan un juego, unas niñas que encuentran nuevas formas de realizar palmas

rítmicas, etc.

Una tercera posibilidad será la de adoptar praxis motrices para un estatuto ya

existente, tal que, no formando parte en un principio de una tarea estandarizada, se introducen

en ella y luego perduran en el tiempo: permutaciones del voleibol, defensas individuales en el

baloncesto NBA (la de zona se ha prohibido), parada con la mano de cualquier jugador de la

bola alta en hockey hierba (acción que ya ha sido prohibida).

Las regularidades de praxis motrices en tareas cotidianas que realiza una persona

también podrán considerarse como un conjunto de acciones rutinarias que se han plasmado a

la larga en un estatuto praxiomotor.

Los procesos que acabamos de comentar conducen a la estatutarización de las praxis

motrices. Otro grupo de procesos se resumen en la re-estatutarización de tareas

praxiomotrices, osea, la modificación de estatutos praxiomotores.

Ya vimos un apartado anterior que P. Parlebas (1985a) comentaba que son los hombres

los que proponen un reglamento de juego (una forma especial de tarea praxiomotriz

estandarizada), y cómo son capaces de crear nuevos juegos de reglas (1986: 99). Sin embargo,

(1985a) son luego las reglas de los juegos los que moldean las praxis motrices de las personas

que se manejan con esas reglas.

No obstante, el proceso no queda cerrado, y los reglamentos también pueden ser

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modificados por innovadoras praxis motrices. Si los cambios son expresamente acentuados se

producen variantes de la situación. Si la variante muestra grandes diferencias en las

condiciones motrices internas, entonces hablaremos de estatutos praxiomotores diferentes; las

prácticas resultantes son otras a las que eran con los estatutos de procedencia. Pongamos

algunos ejemplos.

El origen de los deportes se sitúa precisamente en la hipercodificación de juegos

deportivos tradicionales (fútbol, hockey, esgrima), cuyos reglamentos han pasado a ser

gestionados por instituciones sociales (federaciones, ministerios gubernamentales). Esas

instituciones recodifican reglamentos anteriores.

La deportificación2 implica un proceso dirigido hacia la asimilación de estructuras

semejantes a las que contienen los deportes. La Lucha Canaria es un caso representativo de

“deportificación” de un juego guanche. Desde los años cuarenta la Lucha Canaria posee

árbitros, reglamento escrito y refrendado por clubs, fichas federativas, terreros reglamentarios,

etc., pero apenas ha sobrepasado las fronteras de las islas como competición estable.

En una versión fuerte, ese proceso es deportivizador (Parlebas, 1988a). Ahora serán

asociaciones nacionales e internacionales (independientemente del número de practicantes

asociados) las que controlarán las formas de praxis motrices que se desarrollan en el seno de

cada deporte.

El aerobic de competición tiene la consideración de deporte, puesto que la Federación

Internacional de Gimnasia ha impuesto un reglamento sobre ciertas formas de producción

motriz ya existentes. Luego el que diga que hace aerobic deportivo tendrá que olvidarse del

“otro” aerobic inicial, tónico-flexibilizante (el popularizado por Jane Fonda), o coreográfico

posterior. Deberá centrarse en las praxis que el reglamento permite: pasos coreográficos según

un cierto tipo de música escogida, saltos y semiacrobacias, elementos de fuerza estática y

dinámica, elementos de amplitud articular..., todos efectuados en un intervalo de tiempo y en

un escenario con dimensiones fijas.

El directismo constrictor que los reglamentos efectúan sobre las praxis motrices no

siempre es aceptado por los agentes. En Canarias se produjo un intenso debate al principio de

2 “Deportificación” es un concepto utilizado por P. Parlebas en

la lectura de la tesis de P. Lavega (1995a).

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Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 6. Tarea praxiomotriz y estatuto praxiomotor

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los noventa entre los representantes de las distintas modalidades del Juego del Palo. El Juego

del Palo Canario ha sido tradicionalmente un cuasi-juego deportivo, frecuentemente realizado

con carácter de representación, donde las praxis motrices (mandados, esquivas...) estaban más

bien convenidas. Algunas modalidades pretendieron implantar un reglamento (ya fue

propuesto un reglamento en los años sesenta, aunque sin éxito, por J. J. Pérez).

Otras modalidades del Juego del Palo creyeron que la competición reglamentada haría

perder la esencia del juego, que por el momento se mantenía como exhibición. Argumentaban

las consecuencias de esta opción: protecciones contra los golpes, necesidad de medir la

precisión de los golpes puntuables, estandarización de los terrenos... Los jugadores de las

modalidades “exhibicionistas” no parecen estar dispuestos a que el tipo de praxis motrices

quedaran modificadas, so pena de perder el juego de palo “tradicional”.

Los juegos motores son el punto de partida para juegos reglamentados. Ciertas praxis

motrices serán privilegiadas. En los juegos deportivos sociomotores, serán lo que Parlebas

(1981) denomina “interacciones motrices esenciales y directas”. En Las Palmas de Gran

Canaria se realizó en 1995 la primera competición del juego de Palas de playa. La esencia del

juego de las Palas de Playa es simplemente mantener el mayor número de golpeos entre dos

personas sin que bote en el suelo dos veces seguidas; es, por tanto, un juego cooperativo.

En la versión competitiva que se propuso, el juego se asemejó a una estructura

tenística: se trataba de evitar que el otro devolviese la pelota al propio terreno, separado a

cierta distancia del terreno adversario, y devolver la pelota antes de que botase dos veces en el

propio campo. Se transformó así en un juego con praxis motrices en oposición.

Entre el público de esa primera competición se comentaban las otras distintas opciones

praxiomotrices que se hubieran podido elegir para la competición: valorar los golpeos más

originales o espectaculares (tarea con objetivos isomotores), contar el mayor número de

golpeos separados los compañeros a cierta distancia, etc.

En definitiva, las reglas cambiaron para la competición las praxis motrices a la que

esos jugadores estaban habituados en sus juegos de Palas de Playa: los golpeos ya eran más

bajos, con trayectorias tensas y descendentes, lejos del alcance del otro, con engaños y

aprovechando las desventajas espaciales del adversario (en 1996 se realizaron dos

competiciones más).

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Otros deportes son inspiración para crear nuevas modalidades: el basket 3x3, el voley-

playa, el soft-ball, el fútbol-sala, el fútbol 4x4 en la playa y el fut-voley entre otros.

Hay reglas que quedan modificadas porque nuevas praxis motrices introducidas van en

contra del “espíritu del juego” (Parlebas, 1986: 121), como, por ejemplo, fue rechazado por la

Federación Internacional de Atletismo el ya mencionado lanzamiento de jabalina “a la

española” (haciéndola girar transversalmente).

Las revisiones de reglamentos son habituales en determinados deportes (baloncesto,

gimnasia artística, etc.) con el propósito de hacerlo más “espectacular”. Se consigue, con ello

que los jugadores produzcan un mayor volumen de praxis motrices deseables en detrimento de

otras: reducir un jugador en Hockey-sala produciría menos detenciones del juego, más

lanzamientos, más ritmo en los desplazamientos (de jugadores y bola)...3

No obstante hay praxis que se introducen dentro de los límites de las reglas, y que son

aceptadas como maneras creativas de interpretar ese código. Algunos elementos de dificultad

novedosos y arriesgados o nuevas formas de combinar elementos se bonifican en las

competiciones de gimnasia artística.

El estudio de los procesos de estatutarización y de re-estatutarización de praxis

motrices requeriría una perspectiva diacrónica (Menaut, 1982), desde una orientación

evolucionista.

3 Estudio cuasi-experimental realizado por algunos miembros del

GEIP (en Hernández Moreno y otros, 1994). Otra tal propuesta

de modificación reglamentaria es presentada por M. Lloret

(1994a) en vistas a que el waterpolo se introduzca en el

circuito de patrocinio del deporte espectáculo-televisivo.

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Procesos para la

ESTATUTARIZACIÓN DE PRAXIS

MOTRICES (creación; procedimientos): MODIFICACIÓN DE ESTATUTOS

(reestatutarización; causas):

Programar actividades. Deportivizar prácticas motrices.

Llegar a acuerdos. Asemejar una práctica a otra ya existente.

Adoptar praxis no existentes en el estatuto. Mantener el “espíritu” de la práctica.

Rutinización de praxis. Espectacularizar las prácticas.

Favorecer la creatividad, la estética, el

virtuosismo, la originalidad, ...

Tabla 3.- Procesos de estatutarización de una práctica física y de modificación de

estatutos praxiomotores.

6.2.5.- Funciones de un estatuto praxiomotor

En este punto podremos descubrir el sentido que tiene el estatutarizar una tarea

praxiomotriz. Es decir, describiremos en términos utilitarios la función de la regulación

estabilizada (organización, definición, estructuración en sentido fuerte) de condiciones y de

objetivos motores internos encaminados a la producción de praxis motrices.

Por lo que acabamos de decir, y recordando sintéticamente lo expuesto en puntos

anteriores, un estatuto praxiomotor es una tarea praxiomotriz que regula sus condiciones y

objetivos motores internos, que es previa a la situación, que puede ser fruto de un consenso y

cuya concreción y explicitación son amplias. La presencia de un estatuto praxiomotor, como

toda tarea, supone una selección de un cierto tipo de praxis motrices, tal que se conforman en

un código que condiciona la aparición de una situación praxiomotriz futura.

Con estas premisas las funciones de un estatuto praxiomotor se muestran evidentes. En

primera instancia sirve para repetir, para reproducir. Cuando un reglamento de juego, una

coreografía, una danza tradicional se mantiene en el tiempo se desea que en el seno de una

comunidad cultural vuelvan a producirse praxis motrices de semejante signo a las que ya se

realizaron en otras ocasiones.

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Los niños que han inventado una diversión o modificado un juego, recuerdan cuáles

fueron los acuerdos que tomaron para jugar, y esas condiciones les vale mientras sigan

divirtiéndose. Cuando ese estatuto no les sirve, entonces los chicos lo modifican o lo

desechan. Como bien indica Navarro Adelantado (1995a: 147) “Los juegos de reglas, al

basarse en un código relativamente fijo, permiten que un juego pueda ser repetible”.

También puede ser otro deseo el que otras comunidades en otros lugares desarrollen

situaciones praxiomotrices guiadas por los mismos marcos de actuación. Podemos encontrar

juegos tradicionales (el Teje, el Elástico y la Soga, las Peonzas, los Boliches y las Tabas, los

juegos de persecución, los Bolos y la Petanca, ...) que son conocidos en prácticamente todo el

mundo. La deportivización es un fenómeno tendente a la estandarización de situaciones

praxiomotrices sobrepasando las fronteras nacionales. La difusión pangeográfica es uno de

los objetivos primordiales de ciertas personas asociadas bajo el auspicio de una federación

deportiva.

Cuando un profesor de Educación física, un entrenador deportivo, un terapeuta

rehabilitador físico, un profesor de danza, un preparador físico o un animador programan

cierto conjunto de actividades, es porque tienen en mente que algunas situaciones se

reproducirán in situ cuando intervengan directamente sobre sus alumnos, sus deportistas,

bailarines o pacientes.

La segunda utilidad no es tan evidente porque no se busca o es deseable en todos los

casos. Un estatuto praxiomotor sirve para comparar situaciones praxiomotrices. La

competición (los juegos deportivos tienen como requisito la competición) es una forma de

comparar situaciones praxiomotrices: se comparan las praxis de personas y de grupos que

participan en el evento (un deporte, un juego tradicional, una competición de baile) y se

establece el ganador.

Los test motores son tareas motrices estables, estatutarizadas en un protocolo que

permiten registrar ciertos aspectos (adquisiciones, afianzamientos, mejoras, desarrollo, etc.),

comparando situaciones praxiomotrices en distintos momentos y lugares para una misma

persona o en relación a otras.

Sea con vistas a la repetición de situaciones, con o sin finalidad comparativa, la

existencia previa de estatuto praxiomotor tiene sus consecuencias. La más notable es la de

poder preparar las praxis motrices, anticipándose a los acontecimientos de la situación futura.

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Una estrategia deportiva (en el sentido de “preparatoria”, “general” y “operatoria” de Talaga

(1985) o en el sentido de Riera (1995a) y de Hernández Moreno (1996a)) busca planificar,

para que la situación futura probable resulte lo más favorable a los intereses de un deportista o

equipo.

Gráfico 10.- Funciones de un estatuto praxiomotor y consecuencias.

6.3.- CONCLUSIONES: CRITERIO DE “DINAMISMO” EN EL CAMPO DE ESTUDIO

DE LA PRAXIOLOGÍA MOTRIZ

La reivindicación de un campo de estudio propio, diferente y delimitado para la

Praxiología motriz -como proyecto de ciencia- nos conduce por varias fases:

1.- Caracterizar un objeto de estudio específico, cuyos rasgos identificadores se definen

FUNCIONES DE UN

ESTATUTO PRAXIOMOTOR:

- REPETIR - COMPARAR

CONSECUENCIAS DE UN

ESTATUTO PRAXIOMOTOR:

- PREVISIÓN - ESTRATEGIA

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convenientemente. Este objeto configura un campo de estudio específico, pero abierto.

2.- Caracterizar un subcampo de estudio exclusivo y no compartido con otras

disciplinas, mediante una delimitación formalizada.

El objeto de estudio es la “praxis motriz”. El campo de estudio reúne al conjunto de las

praxis motrices reales aparecidas en momentos-lugares reales. Pero para su existencia se

requiere de la necesaria presencia de ciertas condiciones. En el intento epistemológico de

identificar y caracterizar el campo de estudio exclusivo de la Praxiología motriz, hemos

subdividido el proceso en dos fases previas:

1.- Señalando el conjunto de condiciones necesarias pero todavía insuficientes para la

aparición de praxis motrices. Nos estamos refiriendo a la “tarea praxiomotriz” o el

estado estático y latente de lo que luego será el subcampo de estudio al cual nos

referimos.

2.- Señalando el conjunto de condiciones necesarias y suficientes para la aparición de

praxis motrices. Hablaremos entonces del estado dinámico, en desarrollo y efectivo del

subcampo de estudio exclusivo de la Praxiología motriz, y que reúne al conjunto de las

“situaciones praxiomotrices”.

La diferencia entre una y otra vertiente es únicamente la realización y la participación

de la persona, que en el segundo caso sí tiene lugar. La tarea praxiomotriz marca condiciones

de realización, pero todavía no supone la existencia de praxis motrices. La realización, las

personas, los objetivos motores y el entorno son ficticios, son simplemente una propuesta.

Pero durante el desarrollo de una tarea, osea, durante su dinamización, sí surgen praxis

motrices, puesto que hay realizaciones de personas, que se conducen hacia objetivos motores,

en un entorno real que se construye y manipula, y a esas realizaciones se les otorga un sentido.

Por tanto, un criterio de dinamización divide al campo de estudio de la Praxiología

motriz según un estado latente por un lado, y según un estado efectivo por otro. La

identificación del conjunto de estados dinamizados partiendo de lo que de latente tienen las

praxis motrices, nos permitirá, a continuación, volver a subdividir y contornear, mediante un

criterio de pertinencia, el campo de estudio exclusivo y no compartido de la Praxiología

motriz.

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Este subcampo daría la posibilidad a la Praxiología motriz de reivindicar un puesto con

la categoría de “disciplina científica” entre el conjunto de las ciencias ya instauradas.